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Universidad Nacional Autónoma de México
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Actividad: 5 Resumen
Grupo: 9815
Los criterios de éxito de una terapia a otra deberán de ser médicos de manera independiente
pues es necesario tomar en cuenta el enfoque de la misma. Un enfoque eliminador se centrará
para medir su éxito en la averiguación de si la conducta ha desaparecido o sigue sin aparecer
después de un tiempo. El enfoque constructivo trata de orientar al sujeto hacia un cambio de
vida y en la medición del valor de las herramientas proporcionadas. Así la magnitud de los
cambios nos reflejaran las diferencias entre los estadios del paciente en base al tratamiento
recibido.
El estudio de los objetivos terapéuticos
Una intervención terapéutica centra sus objetivos en base a las quejas y demandas del
paciente suponiendo que al término de la intervención estas queden satisfechas. Para el
cumplimiento esto supone que el terapeuta deberá encontrar los puntos de incidencia para
cubrir las necesidades del paciente o bien encontrar una intervención que le permita atacar
estos puntos de una sola vez.
La elección de las conductas meta
Una conducta meta tiene la característica de ser susceptible a ser tratada en base a que tanto
el paciente como el terapeuta tienen los medios necesarios para el desarrollo de dicho
tratamiento.
Una conducta meta corresponde a un comportamiento considerado como inapropiado para el
paciente y para la sociedad.
Una conducta meta deberá de favorecer al bienestar individual y social a largo plazo del
sujeto.
Una conducta que se desee implantar deberá de verse como aquella que genere términos
positivos o constructivos en oposición a una conducta negativa.
Es muy importante también tomar en cuenta que una conducta que desee modificarse deberá
de contar con valores del paciente que propicien su mantención a lo largo del tiempo en
relación a su entorno físico y social.
La prioridad en las conductas objetivo
Se deberá de tomar en cuenta la conducta que resulta de mayor molestia, ya que los pacientes
tendrán mayor motivación recibiendo beneficios con la intervención realizada.
También se puede elegir una conducta que resulte de manera sencilla su modificación pues
esta será un reforzador y motivación para futuras conductas más complicadas.
Criterios directrices para la elección del tratamiento adecuado
Nelson y Hayes (1986) proponen tres estrategias: el análisis funcional, la estrategia de la
conducta clave y la estrategia diagnóstica.
La estrategia del análisis funcional
El análisis funcional de un proceso terapéutico es llevado a partir de la evaluación operante
de las relaciones establecidas entre los estímulos integrados y la respuesta que el paciente
este teniendo. Un tratamiento es el hecho que prueba las suposiciones previamente realizadas
de manera empírica sobre el cumplimiento de las metas a través de este el análisis funcional.
La estrategia de la conducta clave
Este tipo de estrategias nos refieren a la interrelación existente entre los trastornos de
conducta a nivel motor, cognitivo y fisiológico por lo que resulta importante la modificación
de una conducta que detone una especie de reacción cadena para modificar otra clase u otras
clases relacionadas a la conducta típica a modificar. Por ello se dice que es muy poco
frecuente la existencia de una única conducta a modificar sino más bien un conjunto con la
misma importancia que necesitan intervención.
La estrategia diagnóstica
Las características que tipifican a una conducta resultan muy importantes a la hora de la
elección de un tratamiento, pues de ello resulta que a través de un correcto diagnostico se le
asigne el tratamiento más efectivo de acuerdo al tipo del trastorno presentado.
La estrategia de la guía teórica
La descripción correcta sobre las quejas y demandas de un paciente proporciona al terapeuta
una de las principales herramientas para concluir con éxito su proceso, para ello este necesita
recurrir a una gran cantidad de información y conocimientos científicos. Así el terapeuta
describe y valora el estado actual de su paciente y los pasos o estadios en los que se encuentra
tras alguna intervención.
Aun cuando pacientes suelan presentar demandas y quejas similares, la conceptualización de
las mismas puede quedar de manera diferente y por tanto la evaluación de esos factores
requiere técnicas y tratamientos distintos.
Evaluación de los resultados del tratamiento
Entre las principales razones por las que se deberá evaluar un tratamiento son:
La evaluación nos permite mejorar el servicio terapéutico al paciente, brindándonos
datos de la dirección que estamos llevando.
Se nos permite medir o apreciar en grado de avance.
La valoración normativa permite determinar la calidad del servicio y en su defecto
mejorar la aplicación.
Valoración de las metas últimas del tratamiento
Los criterios empleados para valorar una misma actuación difieren dependiendo del sexo, la
edad o el «rol» del que actúa (McFall, 1982). De la misma forma, los criterios con los que se
valora la adecuación de una determinada actuación pueden ser muy distintos, según quién
sea el que la valora, para ello esto también deberá ser tomado en cuenta y abordado con la
persona responsable de recibirlo ya sea el paciente o un responsable.
Referencias
Godoy, J. (1993). El proceso de la evaluación conductual. En V. Caballo (dir). Manual de
técnicas de terapia y modificación de conducta. Madrid: Siglo XXI.