Está en la página 1de 9

La Evaluación Conductual

La evaluación es el inicio de toda intervención conductual, su función es cuantificar y analizar la


conducta. A través de ésta, se determina el diagnóstico, que es, a final de cuentas, lo que va a
dirigir el diseño y realización del tratamiento dentro de la psicología clínica.

Una de las bases de la evaluación conductual, es que se eliminan las etiquetas y se dirige más bien
hacia la determinación de los excesos y déficits conductuales, así como de los estímulos
ambientales.

La evaluación es tan importante que si no se realizara en forma adecuada, el terapeuta jamás


conocería en realidad si su terapia dio o no resultado. Es gracias al proceso evaluativo que
determinamos qué variables son las que están manteniendo la conducta inadecuada. De esta
forma, la evaluación dirige a la terapia durante los primeros estadios.

Cuando la evaluación está mal realizada, es posible que la terapia lleve senderos distintos a los
correctos y no resuelva el problema del paciente; incluso podemos exacerbarlo por el que se nos
consulta.

El terapeuta dentro del consultorio clínico cuenta con una serie de instrumentos de evaluación que
le permitirán cuantificar y determinar las variables de la conducta inadecuada o adecuada del
paciente. Este cuerpo de instrumentos tiene características que le aseguran la confiabilidad y
validez de los mismos. Estas características son básicas en el proceso evaluativo porque en la
medida en que sean confiables y válidas, en esa medida serán útiles. 

Diferencias Entre la Evaluación Conductual y la Tradicional

Existen diferencias entre la evaluación realizada con un punto de vista conductual y la realizada con
un punto de vista tradicional.

Es importante hacer notar estas diferencias ya que dependiendo de nuestra orientación teórica
vamos a realizar nuestra evaluación. Esta debe de ser coherente con la teoría subyacente que
postulamos como cierta. Así un psicólogo clínico orientado psicodinámicamente realizará una
evaluación basada en pruebas proyectivas, test de la personalidad, etcétera. Igualmente un clínico
orientado conductualmente realizará inventarios, registros directos, etcétera. Una evaluación
psicodinámica podrá orientar al psicólogo para establecer una terapia basada en el psicoanálisis.

De la misma forma un inventario determinará un déficit o exceso conductual al cual se le aplicará


un tratamiento también conductual. Por esto es importante determinar con anterioridad que tipo de
evaluación vamos a realizar. Convencionalmente se hace siguiendo un marco preestablecido como
lo acabamos de describir.

Cabe preguntarnos cuales son las diferencias que existen entre estas dos formas de evaluación. La
dilucidación de estas diferencias podrá hacernos más sensibles sobre las ventajas y desventajas de
una y otra corriente. 

Existen básicamente tres diferencias: (1) el marco teórico; (2) el objetivo de la evaluación (3)
relación entre la evaluación y el tratamiento.

La principal diferencia que existe entre los dos tipos de evaluación es el marco teórico.
La corriente dinámica considera que la personalidad está compuesta por una serie de rasgos. Estos
son constructos hipotéticos que se determinan a través de las pruebas psicométricas. Por ejemplo,
en el momento en que determinamos, por medio de alguna prueba, que el sujeto es "agresivo",
estamos suponiendo que este rasgo es algo así como un fantasma o fuerza interna que
determinará la acción del individuo en casi todas las situaciones. Este rasgo actuará e impulsará al
individuo en su trabajo, en su hogar, o en la calle. La personalidad de este individuo puede ser
clasificada como potencialmente "agresiva", con lo cual podemos estar haciendo una
Sobregeneralizacion de una conducta sobre todo el universo conductual y en todas las
circunstancias.

A diferencia de este punto de vista, la corriente conductual podrá, por medio de algún inventario o
registro directo, observar que el mismo sujeto se comporta en forma agresiva hacia ciertos
estímulos ambientales. Esto es debido a que el aprendizaje ante otros estímulos seguramente fue
diferente y determinado por las consecuencias específicas. La corriente conductual no habla de
rasgos sino de probabilidad de respuesta ante estímulos específicos.

La corriente conductual le interesa la conducta. La cual está determinada por el ambiente, el


aparato genético y el aprendizaje. No supone estados internos inobservables. Por lo tanto le
interesa medir no solo la conducta sino también ante que estímulos ocurre.

El objetivo de la evaluación.

La evaluación conductual busca conductas definidas situacionalmente. Las clasificaciones


psiquiátricas se basan en el modelo médico de la enfermedad mental. Se supone que si un
individuo es categorizado bajo cierto síndrome es porque reúne características que determinan este
síndrome. La clasificación de las enfermedades en síndromes es muy útil en la medicina, sin
embargo, no lo es tanto en los problemas conductuales. Esto es porque la conducta no está
determinada por un constructo hipotético que influye el individuo y porque la clasificación no ayuda
a determinar qué tipo de tratamiento debemos de darle al sujeto.

La orientación conductual no busca agrupar las conductas bajo etiquetas. Más bien su intención es
determinar que déficits o excesos conductuales presenta el sujeto con respecto a las normas
sociales importantes en el momento. La clasificación se vuelve así más sencilla y fácil de manejar
para llevar a cabo el tratamiento adecuado. De esta forma los objetivos de evaluación de ambas
corriente son totalmente diferentes.

Relación Entre la Evaluación y el Tratamiento.

En la corriente conductual que es precisamente la evaluación lo que dirige el tratamiento. La


relación entre la evaluación y el tratamiento es directa. Cuando logramos determinar en función de
qué variables ocurre una conducta. La modificación de esta variable es la solución al problema. Por
supuesto que el problema no es tan sencillo, ya que en ocasiones no es posible modificar o
determinar una variable. A veces la variable no es externa sino más bien interna o una interacción
de ambas. Sin embargo, una buena evaluación determinará la consecución de los objetivos de la
terapia.

Entrevista Conductual

Dentro del ámbito clínico, la entrevista es una importante fuente de información. De hecho, debido
a las limitaciones del psicólogo clínico dentro del consultorio, podemos afirmar que la entrevista
representa un papel primordial en la evaluación. Es durante la entrevista que conocemos al
paciente, sus datos generales, su problema principal y porqué es causado dicho problema. En
ocasiones, es muy difícil trasladarnos a la situación real en donde ocurre la conducta problema para
observarla y registrarla. Por ejemplo conducta sexual, interacciones familiares específicas.

Es posible que le parezca igual una entrevista realizada por un psicoanalista que por un psicólogo
conductual. Las preguntas pueden parecerle las mismas, sin embargo, el objetivo es diferente.

Existen diversos formatos de entrevista conductual. Una de las primeras formulaciones de


entrevista conductual fue la hecha por Kanfer y Sastow (1969). Ellos formulan una guía de
entrevista que debe cubrir los siguientes aspectos:

1) Análisis inicial de la situación problema.

2) Aclaración de la situación problema (incluyendo un análisis de antecedentes y consecuentes


externos e internos).

3) Análisis motivacional.

4) Análisis de desarrollo.

5) Análisis de autocontrol.

6) Análisis de relaciones sociales.

7) Análisis del ambiente social, cultural y físico.

Esta guía de entrevista cubre en general un análisis mas o menos completo por medio del cual es
posible hacer una decisión terapéutica. Cubre tanto el ambiente interno como el externo del sujeto.
En un trabajo posterior, Kanfer y Grim (1977) actualizan esta guía de entrevista tratando de cubrir
una gama más amplia de elementos de los cuales se mostrará un cuadro esquemático:

1. Déficit de Conducta.

a) Base inadecuada del conocimiento para la guía de la conducta.

b) Fracaso en conductas sociales aceptables debido a un déficit de habilidades.

c) Inhabilidad de controlar las influencias del ambiente y su propia conducta por medio de
respuestas autodirectivas.

d) Deficiencias en autoreforzarse.

e) Déficit en el monitoreo de su propia conducta.

f) Inhabilidad para alterar respuestas en situaciones de conflicto.

g) Repertorio limitado de conducta debido a un rango restringido de reforzadores.

 
h) Déficit en conductas cognitivas y/o motoras necesarias para cumplir las demandas de la vida
diaria.

II. Excesos de Conducta.

a) Ansiedad condicionada inapropiada a objetos o eventos.

b) Excesiva actividad de auto-observación.

III. Problemas en el Control de Estímulos Ambientales.

a) Respuestas afectivas a objetos estímulo o eventos dirigidos a malestar subjetivo o conducta


inaceptable.

b) Fracaso en ofrecer apoyo u oportunidades de conducta apropiada en ambientes diferentes.

c) Fracaso en satisfacer demandas o responsabilidades ambientales surgidas de una deficiente


organización del tiempo.

IV. Control Inapropiado de Estímulos autogenerados.

a) Autodescripción que sirve como señal para conductas dirigidas a resultados negativos.

b) Actividad verbal/simbólica que sirve de señal a conducta inapropiada.

c) Fracaso en la etiquetación de señales internas.

V. Arreglo Inapropiado de Contingencias.

a) Fracaso del medio para apoyar conductas apropiadas.

b) Mantenimiento ambiental de conducta indeseable.

c) Uso excesivo de reforzamiento positivo para conductas deseables.

d) Reforzamiento independiente de la respuesta.

Como puede observarse este esquema es más amplio y explícito que el anterior. Considera tanto al
ambiente como al sujeto. Es decir, tanto los estímulos que pueden provocar una respuesta
inadecuada, como las respuestas internas y externas del sujeto.

Confiabilidad en la Entrevista.

Cabe preguntarnos en el caso de la entrevista si lo que nos está diciendo el paciente realmente es
verdad. ¿En qué medida podemos confiar en el reporte del paciente) y ¿Cómo estamos seguros que
lo que reporta es exacto? Para poder resolver estas preguntas es necesario plantear dos aspectos:
1) fuentes de confiabilidad de la entrevista y; 2) formas de detección de datos no válidos. Estos dos
aspectos serán discutidos en una forma muy breve.
Linehan (1977) dice que la confianza en la información obtenida durante la entrevista descansa en
dos suposiciones: que el cliente es capaz de observar y reportar con exactitud su propia conducta,
ambiente y contingencias ambiente-conducta; y que reporta estos eventos con exactitud durante la
entrevista.

Partimos del supuesto que el cliente acude al consultorio porque tiene un problema de tipo
psicológico y conductual. Para poder resolver este problema acude con un psicólogo al cual le va a
pagar por sus servicios. Es difícil que una persona le pague al psicólogo solo para que este escuche
mentiras sobre su problema. Luego entonces el paciente está motivado a decirle al psicólogo su
problema para que éste se lo resuelva. El psicólogo debe tener habilidad suficiente para hacer
preguntas que no confundan al paciente o que propicien ambigüedad. Las preguntas deben de ser
directas y claras. Cuando el psicólogo se sienta confundido en un punto, debe plantearlo al paciente
para resolverlo. Si el paciente no logra aclarar el punto, el psicólogo tratará de hacer que el
paciente describa en términos operacionales su conducta.

Existen varias razones por las cuales, a pesar de que el paciente está motivado a contar su
problema, no lo hace en forma veraz. Una de las razones es la desconfianza hacia el psicólogo. Es
posible que, además, tenga pena del evento y no se sienta capaz de reportarlo. Para esto, el
psicólogo debe tener la habilidad de provocar confianza en el paciente. Es posible firmar un
contrato de confidencialidad para mayor tranquilidad de su cliente. Otra posible razón puede ser el
hecho de que el sujeto piense que ciertos detalles no son importantes o relevantes con respecto a
su problema. Aún cuando haya observado con exactitud sus detalles, es factible que los olvide en el
momento porque le parecieron fútiles. Para esto el psicólogo debe explorar con detenimiento estos
posibles detalles no descritos por el paciente. Una forma de realizar esto, es ejecutando un juego
de papeles de la situación y registrar los pensamientos de paciente durante la dinámica o
inmediatamente después. Otra forma es hacer que el cliente imagine la situación y que reporte los
pensamientos concurrentes.

Existen diversas formas de confiabilizar los datos obtenidos durante la entrevista. Una forma
sencilla de hacer esto es consultar con sus familiares o amigos acerca del informe del paciente. Sin
embargo, esto no siempre es posible. Otra forma de confiabilización es hacer preguntas sobre un
mismo tema y posteriormente volver a realizarlas utilizando otras palabras. También podemos
relacionar todos los datos obtenidos y poder encontrar algunas incoherencias o detalles que no
concuerden entre sí. Debemos aclarar estas incoherencias hasta lograr estar satisfechos sobre la
veracidad de los datos.

Un método que casi todo psicólogo utiliza intencionalmente o no, es observar los cambios en los
tonos de voz y de expresión facial del paciente. Aquí suponemos que cuando algún tema trae una
carga emocional, ésta afecta principalmente el tono de voz. Por ejemplo cuando estamos haciendo
preguntas de rutina, es posible que el paciente hable fluidamente, pero al hacerle cierta pregunta
se acabe su fluidez, aunque posteriormente intente recuperarla. Aquí podemos sospechar dos
cosas, o que dijo una mentira o que le emocionó hablar sobre el tema. Por cualquiera de las dos
razones debemos explorar ese punto.

Métodos Directos. 

Durante el auge de la terapia de la conducta ocurrida a finales de la década de los 60’s y principios
de los 70’s, se generaron una gran cantidad de métodos de evaluación directos. Estos métodos de
evaluación generalmente se realizan con la observación directa de la conducta del sujeto, ya sea en
su ambiente natural o en una situación simulada.
Usualmente se realizan utilizando papel y lápiz anotando la ocurrencia o no ocurrencia de la
conducta. Tenemos, por ejemplo, dentro de los registros observacionales: el registro continuo, de
duración, por intervalos, muestreo de tiempo y de actividades planeadas.

Los registros directos tienen implicaciones metodológicas muy importantes que es necesario
tomarse en cuenta. Tenemos principalmente dos aspectos: la confiabilidad y la validez. La
confiabilidad se refiere a que dos observaciones reporten que determinada conducta ocurre, así
como el número de veces, por separado. Es decir, que si un registrador dice que observó que una
determinada conducta ocurrió 15 veces en un intervalo de tiempo de 1 minuto; también otro
registrador, haciendo su observación independientemente reporte los mismos datos o casi los
mismos datos. La confiabilidad es el punto clave de los registros directos, ya que un registro con
una baja confiabilidad resulta de poca utilidad.

La validez se refiere a que lo que nosotros queremos medir sea realmente lo que queremos medir.
Es decir, que el registro sea "válido". Puede suceder que nuestro registro sea confiable pero no
válido. Es por eso que debemos prestar atención a estos dos aspectos metodológicos de los
registros.

Medidas de Automonitoreo.

El autorregistro o automonitoreo consiste en que el paciente, por medio de un instrumento


evaluativo, registra su propia conducta. Este tipo de registro surge como una interesante
alternativa a la tecnología de evaluación. Sabemos que hay conductas que son muy difíciles de
registrar en situaciones análogas dentro del consultorio. El automonitoreo da una buena alternativa
a este problema. Nelson (1977), dice que un instrumento de autoevaluación, el terapeuta y el
cliente intentan conjuntamente identificar las conductas meta que sean modificadas; y la segunda
es cuando, una vez que se han identificado estas conductas, el automonitoreo puede servir
proporcionando datos que funjan como una medida dependiente en casos clínicos o proyectos de
investigación evaluando la eficacia de un programa de intervención.

Uno de los factores que debe de tomarse en cuenta en el caso del automonitoreo es la reactividad.
En casi todas las formas de evaluación existe cierta reactividad. En casi todas las formas de
evaluación existe cierta reactividad; sin embargo, la forma de evaluación que más reactividad
produce es el automonitoreo. Esta alta reactividad resulta lógica, ya que es el individuo el
registrador de su propia conducta. Al ser su propio registrador, se da cuenta de si ocurre o no su
conducta y con qué frecuencia. Es decir, existe una retroalimentación inmediata que puede inhibir o
desinhibir la conducta.

Nelson (1977), hace una recopilación y análisis de las variables que afectan la reactividad del
automonitoreo. Serán mencionadas y dadas con una breve explicación de cada una.

Motivación. Qué tan motivado se encuentre un sujeto al cambio conductual, afecta la reactividad.
Por ejemplo, cuando una persona automonitorea el fumar, si realmente tiene deseos de eliminar
esta conducta, seguramente disminuirá su frecuencia al automonitorearse.

Valencia. La valencia de la conducta también afecta la reactividad. Es decir, si la conducta a


registrar es considerada como positiva o negativa. Por ejemplo, podemos registrar el número de
cigarrillos consumidos en un día (valencia negativa); o el número de veces que logró controlar la
conducta de fumar (valencia positiva). Las conductas evaluadas positivamente tienden a
incrementarse en su frecuencia durante el automonitoreo, mientras que las conductas evaluadas
negativamente tienden a decrementarse.
Instrucciones del Experimentador. Las demandas del experimentador pueden afectar la dirección
del cambio conductual durante el automonitoreo. Por ejemplo cuando el experimentador le dice al
sujeto que espera un cambio positivo, negativo o neutro.

Naturaleza de la Conducta. Aquí se refiere a si la conducta es verbal o no verbal, motora, etcétera.

Metas, Reforzamiento y Retroalimentación. Dependiendo de estas tres variables se produce el


cambio de conducta durante el automonitoreo. 

Tiempo. La conducta autoregistrada tiene la propiedad de poder observarse antes, durante y


después de la ocurrencia. El momento en que se registre, determina gran parte de la reactividad.
Cuando existe mayor reactividad, es cuando el registro se hace antes de que ocurra la conducta; y
la menos reactividad es cuando el registro se hace después de dicha ocurrencia. Depende de
nuestros objetivos de autoregistro para dar la instrucción del momento de observación y registro.
Por ejemplo, podemos, con fines terapéuticos dirigidos, ordenar que el fumar se registre antes.

Naturaleza del Instrumento. Aquí, el instrumento de evaluación puede ser inoportuno para la
ejecución de la conducta a registrar. Es decir, cuando el autoregistro estorba que se dé la
conducta. Por ejemplo, un contador de pulsera, registro a lápiz, etcétera. Cada instrumento,
dependiendo de la conducta que se va a registrar puede obstaculizar. Se ha observado que los
aparatos que producen más obstáculos a la conducta producen más reactividad.

Programación del Automonitoreo. La conducta puede ser registrada cada vez que ocurre o cada dos
veces o cada tres. Esta programación agrupa la ocurrencia de la conducta antes de ser registrada
por lo que también afecta la reactividad. 

Como puede ser visto, en esta breve revisión, son muchas las fuentes de reactividad del
automonitoreo. Estos factores deben de tomarse en cuenta al tratar de incorporar o utilizar este
sistema de evaluación.

Mediciones Análogas.

Dentro del consultorio tenemos poca oportunidad de observar y registrar la conducta de los
pacientes. Los registros directos en la situación natural son muy útiles y confiables pero poco
prácticos, además de que consumen mucho tiempo. Para esto, el clínico cuenta con otro elemento
de los registros directos: las mediciones análogas. Éstas se refieren a aquellos registros que
realizamos en un ambiente controlado. Se pueden realizar en el consultorio y utilizar uno o varios
observadores. También se pueden, si la situación lo permite, grabar un vídeo para su registro y
análisis posteriores.

Los registros análogos tienen algunas ventajas que cabe mencionar. Por ejemplo, permiten el
control experimental produciendo de esta manera la validez interna de un experimento particular.
Además, en ocasiones, el problema psicológico es muy complejo para ser estudiado directamente.
En este tipo de registros partimos del supuesto que el sujeto emitirá la misma conducta o casi la
misma en el consultorio que en la vida real. Es posible que ésta no suceda así; sin embargo, de lo
que sí podemos estar seguros es si el sujeto posee o no la habilidad dentro del repertorio
conductual.

Los métodos análogos utilizados en psicología clínica son amplios. Tenemos la medición de fobias
en que se simula la situación u objeto fóbico en forma controlada; por ejemplo, se le presenta una
serpiente viva y registramos la conducta del paciente. Uno de los métodos más utilizado dentro de
ésta categoría es el juego de papeles. En este caso, se le plantea al paciente una situación
actuando el terapeuta en el papel de la persona que le perturba. Se le pide que dé la respuesta que
daría en la situación real. 

El juego de papeles es una herramienta muy útil que tiene a su alcance el clínico. Permite tomar
muchas medidas en una diversidad de situaciones simuladas. Su uso más extendido ha sido en la
medición y el entrenamiento de respuestas sociales. Éstas respuestas dadas en una situación
interpersonal son generadas en una multitud de contextos. Éstos van desde la interacción esposo-
esposa, madre-hija, empleado-jefe, hasta la interacción conferencista-auditorio.

para realizar estas simulaciones se pueden utilizar a confederados del terapeuta para que actúen y
den la respuesta ante el paciente. Generalmente se le pide a éste que describa la situación que le
provoca angustia. El terapeuta le ayuda a definir e identificar los estímulos relevantes. Tomando en
cuenta esta descripción se simula la situación enfatizando los estímulos relevantes. Tomando en
cuenta esta descripción se simula la situación enfatizando los estímulos relevantes. El paciente
retroalimenta al terapeuta sobre su actuación informándole sobre lo exacto o inexacto de la
situación con relación a la realidad. A su vez, el terapeuta puede hacer registros directos de papel y
lápiz, o tener a su disposición registradores entrenados que pueden estar ocultos tras una cámara
de Gessel para mayor control.

Existen, además, cuestionarios preestablecidos en los cuales se utiliza el método análogo de


evaluación. Tenemos por ejemplo el elaborado por McFall y Marston (1970). Se utiliza una
grabadora que va planteando las situaciones al paciente. Éste debe responder como si estuviera en
la situación real. De esta forma, el terapeuta tiene tiempo para hacer observaciones y registros que
también ya están predeterminadas tomando diversos componentes de la conducta asertiva.

Así, los métodos análogos pueden ser utilizados por el terapeuta en forma improvisada o en forma
estructurada. El terapeuta debe decidir el usar una u otra dependiendo de la situación y de las
ventajas que proporcione el instrumento de medida en ese momento. Por ejemplo, cuando el
paciente se presenta por primera vez a terapia y el psicólogo sospecha algún problema específico,
puede utilizar la forma improvisada de la evaluación análoga. Posteriormente, ya identificado el
problema, puede usar la forma estructurada para realizar una evaluación más detenida y profunda.

Métodos Indirectos.

Los métodos indirectos se utilizan en la terapia como una forma de evaluación alternativas cuando
no es posible la observación directa. Existen conductas las cuales no presenta el sujeto en una
situación análoga. Por ejemplo, no puede fumar todos los cigarrillos que consume durante un día
delante del terapeuta; o es muy difícil y embarazoso hacer el acto sexual dentro del consultorio. De
los métodos indirectos tenemos principalmente los cuestionarios y los inventarios.

Para efectos del presente trabajo, tomaremos la definición del uso de métodos indirectos cuando el
terapeuta no es quien realiza el registro. En vez de eso, deja que otros (principalmente el paciente)
lo hagan por él por razones prácticas.

Cuestionarios e Inventarios.

Podríamos diferenciar un cuestionario de un inventario por la especificidad de ambos. Es decir, el


cuestionario es más general y aunque puede tocar puntos específicos, la idea es conocer en forma
amplia el o los problemas del paciente. En cambio el inventario es más específico. Ya definido el
problema, se intenta dilucidarlo y explorarlo con más detalle. Sin embargo, no existe un concepto
de ambos instrumentos de medición que sean aceptados en su totalidad en la literatura conductual,
por lo que no parecería raro encontrar a alguien que difiriera con estos conceptos.
 

El cuestionario y el inventario tienen la ventaja de que se le pueden dar al paciente para que éste
los resuelva en cada. De esta forma, se puede obtener información valiosa con una mínima pérdida
de tiempo por parte del terapeuta. También tiene la ventaja de que, como ya están elaborados, la
información es sistemática por lo que resulta más fácil analizarlo. La principal ventaja de los
inventarios radica precisamente en su especificidad. De esta forma el terapeuta puede hacer un
análisis rápido más o menos detallado del problema.

Entre las desventajas que encontramos tenemos que en ocasiones el paciente no entiende con
exactitud la pregunta y su respuesta puede ser confusa sobre todo en preguntas abiertas. Esto
puede deberse a dos cosas; es posible que la pregunta esté mal redactada y esto provoque la
confusión; o el paciente tiene una escolaridad muy baja para comprender la pregunta. En cualquier
forma, el terapeuta tiene analizar los datos y corroborar las respuestas que le hayan parecido
confusas. Esto no sucede con los inventarios ya que en general contienen una escala para
contestar y las preguntas son cerradas, lo que no se presta a ambigüedades.

Existen críticas hacia los cuestionarios e inventarios por parte de los psicómetras ya que no se
utilizan métodos estadísticos para validar los instrumentos. Hay una reacción negativa de los
psicólogos conductuales en contra del uso de estadística en las pruebas. Esta reacción ha llegado a
tal grado que el rechazo ha sido total. Es posible que esta reacción sea más temperamental que
racional. El mal uso y el abuso de la estadística llevaron a esta reacción. Seguramente en el futuro,
se utilizará más estadística para reforzar la confiabilidad y validez de inventarios y cuestionarios.

Existe una variedad casi infinita de cuestionarios e inventarios. Esto hace posible escoger
cómodamente el cuestionario e inventario que más se adapte a nuestras necesidades del momento.
Una desventaja que siempre ocurre cuando las fuentes originales están en inglés, es la adaptación
de éstas a las características e idiosincrasia de nuestro país. Esto nos hace pensar que es necesario
generar tecnología e investigación conductual para no tener que importarlas.

También podría gustarte