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CASACIÒN No 35317

MARCO VINICIO HERNÁNDEZ ERAZO

Proceso n.º 35317

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

MAGISTRADO PONENTE
ALFREDO GÓMEZ QUINTERO
Aprobado: Acta No. 126

Bogotá. D.C., once (11) de abril de dos mil once (2011).

MOTIVO DE LA DECISIÓN

Examina la Sala las bases lógicas y argumentativas de la demanda


de casación presentada por el defensor de MARCO VINICIO
HERNÁNDEZ ERAZO contra la sentencia proferida el 20 de
septiembre de 2010 por el Tribunal Superior de Pasto.

HECHOS Y ACTUACIÓN PROCESAL

1. Así resumió el Tribunal el aspecto fáctico:

Tuvieron ocurrencia el 24 de agosto de 2005 siendo aproximadamente


las 19:15 horas, en el municipio de Túquerres Nariño, cuando los
policiales, Subteniente LUIS CARLOS URREGO RODRÍGUEZ, Intendente
MERCEDES MARTÍNEZ LEYTON y los auxiliares bachilleres EDGAR
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ALEXANDER ROSAS CAICEDO y ALEXIS DANILO ARÉVALO BETANCOURT,


salieron de la Estación a cumplir una misión oficial, en el camino se
encontraron con tres individuos que no eran oriundos de la población,
se intentó hacerles una requisa, sin embargo en ese momento uno de
los sujetos se apartó de sus compañeros y ubicándose al otro lado, en
frente de los policiales, inició a disparar, agresión a la cual reaccionó
de la misma manera el Subteniente URREGO RODRÍGUEZ, quien era el
único que portaba su arma de dotación.

Iniciado el intercambio de disparos, otro de los sujetos desconocidos


hizo parte de la agresión esgrimiendo igualmente un arma de fuego,
resultando heridos los cuatro gendarmes, de los cuales la Intendente
MARTÍNEZ LEYTON y el auxiliar bachiller ROSAS CAICEDO, fallecieron
posteriormente.

Se logró dar aviso a la Estación de Policía de la localidad, se activó


de manera inmediata el apoyo a los uniformados heridos y la
persecución a los delincuentes que emprendieron la huída,
desplazándose apresuradamente por las calles continuas al municipio
para finalmente abordar un taxi, el que es interceptado, del que
descendieron dos de los delincuentes de la parte trasera del
vehículo, y atacaron con disparos a la autoridad, iniciándose un
segundo episodio de tiroteo simultáneo, el que terminó con la
evasión de estos sujetos; pero uno de ellos es alcanzado por varios
impactos de proyectil de arma de fuego, quien luego falleció en el
hospital, y el tercero de los partícipes quien se desplazaba en la
parte delantera del rodante fue capturado, que corresponde al hoy
condenado MARCO VINICIO HERNÁNDEZ ERAZO1.

2. Adelantada la investigación, el 24 de abril de 2006, la Fiscalía


Tercera Delegada ante los Jueces Penales del Circuito

1
Cfr fls 143 y 144 C. Tribunal.

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Especializados de Pasto, profirió resolución de acusación por los


delitos de doble homicidio agravado, lesiones personales

agravadas y porte ilegal de arma de fuego de defensa personal


agravado2.

3. El Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Pasto,


en sentencia el 24 de marzo de 2009, condenó al procesado
como coautor responsable de los delitos de homicidio agravado
del que fue víctima el auxiliar de la policía Edgar Alexander
Rosas Caicedo y porte ilegal de armas de fuego de defensa
personal, agravado. Le impuso la pena de veintiséis (26) años y
seis (6) meses de prisión, la accesoria de inhabilitación para el
ejercicio de derechos y funciones públicas, por el término de
veinte (20) años, y el pago de los perjuicios morales causados
con la infracción.

Lo absolvió del homicidio agravado del que fue víctima la


intendente Mercedes Martínez Leyton y de las lesiones
personales ocasionadas al subteniente Luis Carlos Urrego y al
auxiliar de la Policía Alexis Danilo Arévalo Betancourt3.

4. El Tribunal Superior de Pasto confirmó en su integridad la


decisión del A quo4.

2
Cfr fls 271 a 281 C.1.
3
Cfr fls 69 a 102 C. 2.
4
Cfr fls 142 a 160 C. Tribunal.

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LA DEMANDA

Cargo único

El defensor del procesado acusa la sentencia de ser violatoria de


la ley sustancial por la vía indirecta, a causa de un error de
hecho por falso juicio de identidad, que condujo a la aplicación
indebida de los artículos 232, 234 y 7o del Código de
Procedimiento Penal y 6º y 20 del Código Penal.

Estas son sus razones:

1. El Tribunal, al iniciar sus consideraciones, refiere que es


necesario apreciar las pruebas válidamente allegadas al proceso
de manera conjunta, como lo hizo el fallador de primera
instancia, pero en su análisis únicamente se refirió a dos
testimonios que obran en el plenario, como son los del
subteniente Luis Carlos Urrego Martínez y el auxiliar de policía
Alexis Danilo Arévalo Betancourt, al considerar que es allí donde
debe analizarse la verdadera responsabilidad del encausado.

De esa manera, desechó el examen de otras pruebas legal y


oportunamente recaudadas en el proceso, como son, el informe
de absorción atómica y las declaraciones de los policiales
Humberto Ramiro Ortega, Nelson Enrique Murillo Vivas y Luis

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Fernando Guerrero, así como la del investigador del CTI de


Túquerres, José G. Hurtado Aguirre.

A continuación, destaca el relato de los policiales Urrego y


Arévalo, para afirmar que del análisis cuidadoso de cada uno de
ellos no es posible confirmar que los tres sujetos estaban
armados y encuentra inexplicable que así lo afirme el fallador.

Si se mira la totalidad de las declaraciones, así como la prueba


de absorción atómica que resultó negativa para disparo y el
hecho de no habérsele hallado arma de fuego alguna a
HERNÁNDEZ ERAZO, tal como lo corroboró el taxista Vallejos
Paredes, es claro que se presenta el falso juicio de identidad en
la apreciación probatoria.

El subteniente Urrego, en su relato, señala que el sujeto que


estaba solo le disparó dos veces, una en el abdomen y una en el
hombro y que al parecer los otros dos sujetos sacaron armas y
dispararon y corrieron hacia la Fiscalía Local o C.T.I., y describe
a su agresor como de 1,70 mts de estatura, trigueño, cabello
corto liso, boso despoblado, gorra y jean, apariencia de indio y
delgado. Al otro agresor, lo describió como de 1,65 mts de
estatura, barba candado despoblada, cabello oscuro un poco
largo y gorra, que huyó por el CTI, manifestando expresamente
que no sabe quién disparó al auxiliar.

Lo anterior demuestra que no todos los sujetos estaban armados,


sino uno solo y el auxiliar Arévalo no es capaz de determinar si

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existió otra persona armada que le disparó a él y mucho menos


quién le disparó al auxiliar Rosas.

La prueba de absorción atómica efectuada al procesado, “no da


campo para presunciones, ni para otorgar valores distintos a los
que la misma certifica”, pero también es desestimada por el
Tribunal.

El fallador de segunda instancia tampoco tuvo en cuenta el


relato del patrullero Nelson Murillo, que fue corroborado por los
testimonios del patrullero Luis Fernando Guerrero Luna y del
investigador del C.T.I., José Guillermo Hurtado Aguirre.

Todo este material probatorio, testimonial y pericial, no fue


tenido en cuenta por los falladores para efectos del artículo 232
del Código de Procedimiento Penal, tal como lo ha solicitado en
todas las instancias procesales.

2. El testimonio del taxista Miguel Ángel Vallejo Paredes fue


analizado de manera particular por los juzgadores, pues de su
contenido y de las declaraciones del subteniente Urrego
Rodríguez y del Auxiliar Arévalo Betancourt se puede concluir
que MARCO VINICIO HERNÁNDEZ ERAZO, durante la ocurrencia de
los hechos y momentos posteriores a estos, no portó arma de
fuego alguna, no disparó contra persona alguna y no participó
activamente.

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Así lo confirman las pruebas “que fueron dejadas de analizar o


valoradas o en fin desechadas por las dos instancias” como son el
análisis de absorción atómica, las declaraciones de los policiales
Nelson Murillo y Fernando Guerrero, del investigador del CTI
Guillermo Hurtado y del taxista Vallejos Paredes, de ponentes
que son claros en indicar la presencia de dos sujetos armados,
“quienes verdaderamente dispararon contra los policiales y son
los responsables de los delitos cometidos en estos lamentables
hechos”.

El yerro es trascendente porque derivó en una sentencia


condenatoria, en primer lugar, al decir que el subteniente
Urrego y el auxiliar Arévalo afirmaron que el tercer sujeto,
identificado como MARCO VINICIO HERNÁNDEZ portaba arma de
fuego y disparó, cuando en realidad, como lo demuestra el
dictamen, “tiene una herida que penetra por la espalda,
necesariamente cuando se encontraba en retirada”. Además,
como analizó la defensa desde la audiencia pública, con el
testimonio de los otros policiales, Murillo, Guerrero y del
investigador del CTI, “claramente se dilucidaba” que el sujeto
de chaqueta azul fue el que disparó al subteniente Urrego, el de
chaqueta roja el que disparó contra la intendente Martínez y el
auxiliar Rosas, en tanto que el de chaqueta café, quien no tenía
armas, huyó con dirección al CTI de Túquerres y era por
completo ajeno a los hechos.

Aclara el libelista que frente a la prueba de absorción atómica,


se presenta un falso juicio de existencia, por cuanto fue

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desconocida en primera y segunda instancia y asegura que si los


errores no se hubiesen presentado, el fallo hubiese sido
absolutorio.

3. Consecuente con el anterior análisis, aduce el censor que no


es posible predicar la coautoría de su defendido, en el entendido
que contrarrestó la acción del subteniente Urrego, porque su
única reacción fue correr o huir del lugar de los hechos en
situación de temor o miedo insuperable, tal como lo analizó en la
audiencia pública el médico psiquiatra, doctor Álvaro Chávez, en
eventos conocidos como ‘fugas o huidas hacia delante’, cuya
prueba no fue tenida en cuenta en las instancias.

Por tanto, no existe al aporte trascendental del que habla la


sentencia y nuevamente aflora el falso juicio de identidad en la
apreciación probatoria.

De la prueba analizada por el fallador de segunda instancia,


como son las declaraciones de los funcionarios públicos Urrego,
Arévalo, Murillo, Guerrero y Hurtado, y el taxista Vallejos, se
descarta de plano el uso de arma alguna por parte de
HERNÁNDEZ ERAZO, y así lo corrobora la prueba pericial de
absorción atómica, e indica la participación de los otros dos
sujetos, pero no la del procesado y que no existió unidad de
propósito o designio criminal.

Lo que está demostrado, como lo dijo la representante del


Ministerio Público en la audiencia, es que los policiales

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provocaron la situación y que el sujeto que disparó al


subteniente Urrego actuó por su propia cuenta, sin que se
conozca el motivo de su violenta reacción, pero por ningún lado
se ha demostrado que todos los encartados portaban armas de
fuego y dispararon.

Reitera, entre otros argumentos, que si el juzgador de segunda


instancia hubiese apreciado las pruebas testimoniales y periciales
que se vienen de mencionar, “no habría caído en la falsa
conclusión de hallar responsable penalmente del delito de
homicidio y porte ilegal de armas a MARCO VINICIO HERNÁNDEZ
ERAZO” en desconocimiento de lo dispuesto los artículos 232, y
234 y 7º del Código de Procedimiento Penal.

Solicita casar la sentencia del Tribunal y proferir fallo


absolutorio a favor del procesado.

CONSIDERACIONES

La demanda que se examina será inadmitida, por ausencia de los


requisitos contenidos en el artículo 212 del Código de
Procedimiento Penal.

Estas son las razones:

1. En el único cargo que formula el libelista, reprocha al


Tribunal un error de hecho por falso juicio de identidad, porque

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en su análisis únicamente se refirió a los testimonios del


subintendente Luis Carlos Urrego Martínez y Alexis Danilo Arévalo
Betancourt, al considerar que allí se debía analizar la verdadera
responsabilidad del encausado y por esa vía desechó el examen
de las otras pruebas legal y oportunamente recaudadas en el
proceso.

Pese a reconocer en todo momento que el falso juicio de


identidad se configura cuando el juzgador distorsiona, tergiversa,
cercena o adiciona el contenido de una prueba legal y
oportunamente allegada al proceso, es evidente que el
desarrollo del cargo adolece de la suficiencia argumentativa
requerida para concretar la ocurrencia del yerro, porque para
ese efecto no es suficiente con identificar la prueba o pruebas
objeto del disenso, sino que es necesario demostrar cómo fue
que se falseó su contenido material y, por supuesto, la
trascendencia del yerro en la decisión recurrida.

Para la Sala es perceptible que el demandante incurre en


evidente confusión, porque en lugar de demostrar la falta de
identidad entre el relato de los policiales Luis Carlos Urrego
Martínez y Alexis Danilo Arévalo Betancourt y los señalamientos
que al respecto hizo el fallador de segunda instancia, hace
recaer el reproche en las deducciones o inferencias del
sentenciador al momento de sopesar dichas exposiciones.

Adicionalmente desconoce que el cargo no puede enfilarse, de


manera exclusiva, contra la decisión del Tribunal, porque si

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guarda identidad con la sentencia de primer grado, conformando


unidad jurídica inescindible, es menester confrontar los términos
de ambas decisiones en orden a desvirtuar la totalidad de los
elementos de juicio y las consideraciones jurídicas que sirven de
soporte a la decisión que se recurre por vía del recurso
extraordinario de casación.

Por ello pasó inadvertido el defensor del procesado que para


responder a la réplica del recurso de apelación propuesto por él
mismo, el Tribunal partió de considerar que el fallo condenatorio
de primer grado es acertado, en cuanto atendió a las bases
normativas legalmente requeridas para emitir fallo condenatorio
y “de ahí que hayan aflorado con toda nitidez las circunstancias
que efectivamente permiten determinar la participación activa
del procesado en los hechos investigados”5.

De contera, para la viabilidad de la censura por errada


apreciación de la prueba que soporta la participación del
procesado en el delito y la consecuente condena, también se
hacía indispensable enfrentar las valoraciones del A quo para
desvirtuar la presunción de acierto y legalidad, con miras a
demostrar que de no haberse presentado el error sustancial, el
sentido de la decisión hubiese sido distinto y favorable a los
intereses del procesado.

Tampoco tuvo en cuenta el recurrente que cada especie de error


de hecho comporta una carga argumentativa distinta y, por
tanto, no es posible entremezclar en el mismo cargo otras
5
Cfr fl 149 C. Tribunal.

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hipótesis de yerros de apreciación probatoria, como ocurre


cuando atribuye de manera genérica que el Tribunal desechó
algunas pruebas obrantes en la foliatura, como el informe de
absorción atómica y las declaraciones de los policiales Humberto
Ramiro Ortega, Nelson Enrique Murillo Vivas y Luis Fernando
Guerrero, así como la del investigador del CTI José G. Hurtado
Aguirre.

En ese caso, debió acudir al falso juicio de existencia por


omisión, para demostrar, de manera autónoma, que
efectivamente el sentenciador ignoró o desconoció dichos
elementos obrantes en la foliatura, precisando la información
que brinda cada uno de ellos, así como el mérito demostrativo
correspondiente, y la manera como un correcto análisis del
acervo probatorio incide en las conclusiones del fallador, a tal
punto que otra sería la orientación de lo resuelto.

2. Aparte de las señaladas inconsistencias, como se había


anticipado, observa la Sala que la verdadera discrepancia del
demandante radica en la argumentación jurídica que soporta el
criterio del Tribunal para descartar la tesis defensiva destinada a
demostrar que el procesado MARCO VINICIO HERNÁNDEZ ERAZO
no portaba arma de fuego y no participó activamente en los
hechos.

Postura argumentativa que no demuestra la ocurrencia de algún


yerro atacable en casación, sino una contraposición de criterios
que no consulta la esencia del recurso, en cuanto se expone una

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valoración de las pruebas distinta a la efectuada por el


sentenciador, bajo el pretexto de una errada apreciación
probatoria carente de demostración.

2.1. Contrario a lo sostenido por el casacionista en su demanda,


se verifica con nitidez que a partir de la valoración conjunta de
los relatos suministrados por el teniente Luis Carlos Urrego
Rodríguez, el auxiliar de la policía, Alexis Danilo Arévalo
Betancourt, los particulares Carlos Augusto Fuertes Guerrero y
Jesús Olmedo Ascuntar Cuatín, y los agentes Nelson Enrique
Murillo Vivas y Luis Fernando Guerrero Luna, el fallador de
primer grado estableció la manera como se desenvolvieron los
hechos que culminaron con las lesiones a los uniformados Urrego
y Arévalo y la muerte de la intendente Mercedes Martínez Leyton
y del auxiliar Édgar Alexander Rosas Caicedo.

Sin embargo, advirtió que frente a la causa concreta de la


muerte de la señora Martínez Leyton subsistía una duda, y en
cuanto a las lesiones de los policiales Urrego y Arévalo, señaló
que la fiscalía fracasó en su intento de acreditar la materialidad
de esas conductas. En cambio, sí encontró comprobado el
homicidio del auxiliar de la policía Rosas Caicedo y, como se
verá, la responsabilidad del procesado a título de coautor.

Como se dejó reseñado, los acontecimientos se originaron


cuando en el trayecto a atender una reunión de seguridad de la
población, los uniformados advirtieron la presencia de tres
sujetos que creyeron sospechosos y al proceder a requisarlos,

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uno de ellos abordó el otro andén y desde allí comenzó a


disparar, repeliendo el ataque el subteniente Urrego, quien era
el único que portaba el arma de dotación.

En ese instante, los compañeros del delincuente comenzaron a


disparar.

Del relato del subteniente Urrego dedujo el fallador que los otros
disparos provenían de los otros sujetos, al referir que ante el
amague de sacar su arma de fuego, por el comportamiento del
individuo que se apartó del grupo, éste le ganó en velocidad y no
solo esgrimió el arma, sino que disparó y él hizo lo propio,
produciéndose otros disparos.

El auxiliar de la Policía Arévalo Betancourt se expresó en


similares términos, precisando que el individuo que se retiró de
la requisa, sacó la pistola y apuntó contra el subteniente Urrego
quien también sacó su arma de dotación y ahí hubo un cruce de
fuego, porque los otros dos individuos también reaccionaron, y
ante esa situación salió corriendo, pero también resultó herido.
En seguida, apuntó:

En esos momentos, según el acervo probatorio, resultó gravemente


herido el auxiliar de la policía EDGAR ALEXANDER ROSAS CAICEDO,
que no fue ultimado por el mismo sujeto que hirió a URREGO
RODRÍGUEZ, como lo refiere éste, sino por otra persona, quien desde
ese instante estuvo acompañado por otro personaje con quien los
testigos vieron alejarse juntos de ese escenario6.

6
Cfr fl 89 C.2.

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A su turno, el testigo Ascuntar Cuatín, quien transitaba por el


sector, advirtió que la policía requisaba a tres muchachos y
cuando los sobrepasó sintió los tiros, se escondió y resultó
herido.

De lo anterior se sigue que la atribución de responsabilidad por


el delito de porte ilegal de arma de fuego deriva del relato de los
policiales Urrego Rodríguez y Arévalo Betancourt, pues como se
acota en el fallo, el resultado negativo de la prueba de absorción
atómica no da lugar a concluir que HERNÁNDEZ ERAZO no
disparó, porque dicha experticia no se practicó en forma
inmediata. Y si bien el taxista Miguel Angel Vallejo aseguró que
el individuo que transportó en el asiento de adelante, es decir el
procesado, no portaba arma de fuego, ello no significa que
momentos antes no hubiese portado instrumento bélico, como lo
afirman los policiales.

Pero además advirtió que aún si se aceptara que HERNÁNDEZ


ERAZO no portaba arma de fuego, como lo pregona el
recurrente, no queda relevado de compromiso penal, pues el
hecho de no haber disparado en el enfrentamiento con los
uniformados, no significa que no hubiera consentido tal acto.

Consecuente con ese criterio, el Tribunal apuntó:

No es momento de discutir o entablar cuestionamiento alguno sobre


el porte o no de arma de fuego, como el haber accionado o no el
mismo artefacto bélico en el acontecimiento de los fácticos por parte

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de HERNÁNDEZ ERAZO, aspecto éste que ha sido ya desvirtuado con


suficientes pormenores en sentencia de primera instancia; sin
embargo, valga la pena anudar a esos mismos planteamientos, lo que
inevitablemente emerge de la narración de los testigos presenciales,
cual es la presencia de varios disparos no únicamente provenientes
del primero en disparar, sino de quienes en igualdad de condiciones
lo acompañaban; conclusión a la que claramente nos debemos referir
bajo la premisa que el único que portaba arma de fuego de dotación
era el oficial LUIS CARLOS URREGO RODRÍGUEZ; de ahí que exista la
inferencia lógica respecto a que los otros disparos que aparecieron en
la escena de los hechos fueron el producto del uso de otras armas
que resultaron accionadas por los sujetos desconocidos 7.

Repárese además, que la aludida secuencia de sucesos sirvió a


los juzgadores para establecer la participación y consecuente
responsabilidad penal de MARCO VINICIO HERNÁNDEZ ERAZO en
los hechos, no sólo porque desde un comienzo fue visto en
compañía de los otros dos agresores, sino porque permaneció
junto a ellos tanto al momento de los disparos y posteriormente,
luego de huir por distintos rumbos, cuando posteriormente
abordaron el taxi que fue interceptado por la policía, lográndose
su captura. Así lo hizo ver el A quo:

Por el contenido de los folios, se sabe que efectivamente esa noche,


no solamente tres sujetos fueron los inicialmente requisados, como lo
aluden LUIS CARLOS URREGO RODRÍGUEZ, ALEXIS DANILO ARÉVALO
BETANCOURT y JESÚS OLMEDO ASCUNTAR CUATÍN, sino que ellos
permanecieron próximos, tanto en el momento de los disparos, como
después, pues sólo temporalmente cogieron por rumbos distintos,
como lo destaca el señor Defensor, y lo registra el croquis, pero lo

7
Cfr fls 151 y 152 C. Tribunal.

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que no puede olvidarse es que en últimas se volvieron a reunir para


luego subirse en un taxi, donde fueron interceptados por la Policía,
siendo que quien insistía en amenazar al conductor, era MARCO
VINICIO HERNÁNDEZ, como lo refiere MIGUEL ANGEL VALLEJO en su
ampliación de declaración8.

De lo anterior infiere que HERNÁNDEZ ERAZO actuó


mancomunadamente con los otros dos sujetos a los que
acompañó desde un comienzo, luego en su intento por fugarse y
más adelante cuando amenazó al conductor del taxi para que los
sacara del lugar y que si no hubiese compartido la ejecución del
crimen no tenía por qué permanecer ligado a los otros sujetos, ni
encubrirlos o mentir en la forma como lo hizo, acudiendo para
ello a justificar, de distintas formas, la razón de su actuar y, por
ello, apuntó:

En efecto, no existe discusión, porque el propio implicado lo aceptó


en su indagatoria que en el momento que se producen los disparos él
estuvo ahí, cerca de los uniformados, sólo que al comienzo estableció
que fue porque lo iban a requisar, para luego señalar en ampliación
de indagatoria que dos sujetos lo estaban atracando y finalmente en
el interrogatorio admitió que en el momento que se iniciaron los
disparos estuvo en compañía de dos personas, quienes propinaron
éstos y con quienes hasta momentos antes ingirió licor.

Así mismo, en ampliación de su injurada destacó que debido a las


lesiones quedó inconsciente y que fue cargado al taxi, cuando el
conductor del mismo descartó dicha posibilidad y refirió que iba
corriendo en compañía de otros dos individuos9.

8
Cfr fallo de primera instancia, folio 90, C.2.
9
Cfr fl 94 íd.

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Sobre la condición de coautor, los fundamentos argumentativos


del Tribunal revelan el análisis objetivo del conjunto probatorio
y la razonable conclusión de la realización conjunta del delito
con unidad de propósito y designio criminal.

2.2. Lo anteriormente reseñado permite evidenciar que el


demandante no interpreta la real dimensión de las valoraciones
probatorias que reprocha y pretende desvirtuar los juicios de los
juzgadores con la simple exposición de su criterio, acerca de la
forma como debió resolverse el asunto.

Fuerza reiterar que la estimación efectuada por los


sentenciadores no puede ser objeto de ataque en esta sede, a
menos que se perciba un flagrante desconocimiento de las reglas
de la sana crítica. Lo procedente en ese caso es invocar la
ocurrencia de un falso raciocinio, que surge cuando el fallador,
al momento de evaluar el mérito de las pruebas, o de construir
las inferencias lógicas, desconoce los principios de la lógica, las
reglas de la ciencia o las máximas de la experiencia, a tal punto
que termina declarando una verdad fáctica distinta a la que
revela el proceso.

Adicionalmente, se debe demostrar la trascendencia del yerro,


así como el aporte científico o el raciocinio lógico o la regla de la
experiencia que se debió aplicar al asunto debatido.

3. El principio de razón suficiente que rige en casación,


comporta para el impugnante el deber de presentar una

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demanda clara, precisa y coherente, dado que la Sala no puede


pasar por alto las deficiencias en que incurra el censor, a menos
que perciba un desconocimiento flagrante de garantías
fundamentales de los sujetos procesales o del debido proceso.

No atendió el libelista a esos mínimos requerimientos, porque en


lugar de acreditar el error in iudicando anunciado, a partir de las
consideraciones plasmadas en los fallos de instancia, se dedicó a
fraccionar la prueba para analizarla de tal manera que
favoreciera los intereses de su defendido, con lo cual no acredita
que la condena proferida es una decisión motivada por el
falseamiento de algún medio de prueba con capacidad de
modificar las conclusiones del fallo recurrido.

Como tampoco la Sala advierte flagrantes violaciones de


derechos fundamentales, ni causales de nulidad, no surge la
necesidad de pronunciarse de oficio.

Se ordenará devolver la actuación al Tribunal de origen.

En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de la Corte


Suprema de Justicia,

RESUELVE

INADMITIR la demanda de casación presentada por el defensor


de MARCO VINICIO HERNÁNDEZ ERAZO.

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En consecuencia, se ordena devolver la actuación al Tribunal de


origen

Contra esta decisión no procede ningún recurso.

NOTIFÍQUESE y CÚMPLASE

JAVIER ZAPATA ORTIZ


Comisión de servicio

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ


Permiso

FERNANDO CASTRO CABALLERO SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE LEMOS ALFREDO GÓMEZ QUINTERO

AUGUSTO J. IBAÑEZ GUZMÁN JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA


Comisión de servicio

TERESA RUIZ NUÑEZ


Secretaria

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