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STS 294/2003, 16 de Abril de 2003

Ponente: D. JULIAN ARTEMIO SANCHEZ MELGAR

ECLI: ES:TS:2003:2709

Número de Recurso: 3075/2001

Procedimiento: PENAL - RECURSO DE CASACION

Número de Resolución: 294/2003

Fecha de Resolución: 16 de Abril de 2003

Emisor: Tribunal Supremo - Sala Segunda, de lo Penal

Id. vLex VLEX-17726613

Link: https://app.vlex.com/vid/delito-lesiones-u-p-n-17726613

Resumen

DELITO DE LESIONES. Los documentos citados por el recurrente únicamente prueban la


existencia de unas lesiones, pero dado que el suceso es prolongado en el tiempo, con varios
episodios de acometimientos, entre el grupo de policías y los amigos del acusado, es evidente
que no tienen fuerza literosuficiente para atribuir las lesiones padecidas precisamente al P.N.
NUM000, ya que ese dato naturalmente está ausente en los partes invocados, ni tampoco puede
deducirse del mismo que las lesiones se produjeran en uno u otro momento del suceso, y en
ningún caso de manera cronológicamente anterior a ninguno otro de los ocurrido. Se condena al
acusado. Se desestima la apelación.

Texto

Contenidos
ANTECEDENTES
SEGUNDO
TERCERO
CUARTO
QUINTO
SEXTO

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SÉPTIMO
OCTAVO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO
SEGUNDO
TERCERO
CUARTO
QUINTO
SEXTO
SEPTIMO
FALLO
PRIMERO
SEGUNDO

Sentencia citada en: 923 sentencias, 20 artículos doctrinales

SENTENCIA

En la Villa de Madrid, a dieciséis de Abril de dos mil tres.

En el recurso de casación por infracción de Ley y de precepto constitucional que ante Nos
pende, interpuesto EL ABOGADO DEL ESTADO en nombre del Ministerio del Interior, por la
representación legal de Héctor , Juan Carlos , Julián y Agustín , contra la Sentencia núm.
228/2001 de fecha 28 de Junio de 2.001 de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de
Madrid dictada en Rollo Penal núm. 55/2000 dimanante de la causa núm.1687/98 del Juzgado
de Instrucción núm. 9 de Madrid, seguida contra el acusado Héctor , Juan Carlos , Julián y
Agustín y OTROS, por delito de atentado, lesiones, falta de lesiones y falta de desobediencia
leve a agentes de la autoridad; los componentes de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que
a margen se expresan se han constituido para la Vista y Fallo, bajo la Presidencia del Primero
de los indicados y ponencia del Excmo. D. JULIÁN SÁNCHEZ MELGAR, siendo también parte
el Ministerio Fiscal; como recurrido Luis Andrés representado por la Procuradora de los
Tribunales Dª. Elisa Hurtado Pérez y defendido por el Letrado D. Patricio C. Sánchez Castiñeira;
y estando los recurrentes representados: Héctor por el Procurador de los Tribunales D. Javier
Lorente Zurdo y por el Letrado D. Octavio Aparicio Cavero y Juan Carlos , Julián y Agustín
representados por el Procurador de los Tribunales Dª. María Aranzau López Orejas y defendidos
por el Letrado D.Angel López-Montero Juárez.

ANTECEDENTES
El Juzgado de Instrucción núm. 9 de Madrid incoó la causa núm. 1687/98 por delito de atentado,
delito lesiones, falta de lesiones y una falta de desobediencia leve a los agentes de la autoridad,
y una vez concluso lo remitió a la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Madrid que
con fecha 28 de junio de 2.001 dictó sentencia núm. 228/01, que contiene los siguientes
HECHOS PROBADOS:

" Hacia las 5 de la madrugada del 6 de junio de 1.998, Héctor , nacido el día 31-7- 1.961 y sin
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antecedentes penales, acababa de salir de la discoteca Bailódromo Latino, en los bajos de


Azca, cuando se acercó a él Agustín , funcionario de policía con carnet NUM000 que se
encontraba de servicio y vestía de paisano.

Héctor le mostró una cartera con el anagrama de la guardia civil y diciéndole que era miembro
de ese cuerpo quiso identificar al Policía; Agustín se identificó como agente con su placa y
requirió a Héctor para que se identificara a su vez, Héctor respondió propinando un empujón a
Agustín y en ese momento llegaron tres compañeros del agente, todos ellos de servicio y
vistiendo de paisano, Julián funcionario de Policía con carnet NUM001 , Juan Carlos funcionario
de policía con carnet NUM002 y Mariano funcionario de Policía con carnet NUM003 , los cuales
detuvieron a Héctor y le pusieron las esposas.

En el momento en que los agentes de Policía estaban deteniendo a Héctor , salió de la


discoteca Luis Andrés , nacido el día 11-2-1.961 y amigo de Héctor , el cual increpó a los
agentes, no identificados exteriormente como tales, por creer que estaban agrediendo a su
amigo, entonces Agustín , Juan Carlos y Julián le sujetaban por los brazos y se llevan a Luis
Andrés a un rincón apartado de las miradas de la gente, allí le golpean los tres acusados
indistintamente, sujetándole y golpeándole con patadas y puñetazos, le propinan un golpe en la
cabeza con un aparato de radio y mientras dos de ellos le agarran por los brazos, otro tira con
gran fuerza de los brazos de Luis Andrés para colocarle las esposas por detrás.

Con los dos detenidos esposados, los agentes de Policía se colocan chalecos reflectantes con
la palabra policía escrita en la espalda y suben la escalera hacia la C/Orense. Allí quedan
esperando la llegada de los vehículos policiales, mientras tanto Agustín se encaran con Luis
Andrés que está inmovilizado y esposado sentado en la acera y le reprocha que por su culpa se
ha roto su camisa, dándole más patadas y puñetazos por todo el cuerpo a la vista de las
personas que en ese momento salían de la discoteca y a la vista de los demás agentes sin que
ninguno de ellos hiciera nada por evitarlo. Encontrándose en esa situación, salieron a la c/
Orense Carlos Antonio , Evaristo y Carlos , todos ellos amigos de Héctor y Luis Andrés con los
que había estado en Bailódromo Latino, los cuales al ver el trato que recibía Luis Andrés de los
agentes les increparon por tal motivo, respondiendo los policías que no se metieran en ese
asunto, Evaristo y Carlos no insistieron, pero Carlos Antonio siguió recriminando a los Policías
por pegar a su amigo, por lo que Julián dijo "a ese cogedle y os lo lleváis también" siendo
detenido junto a Héctor y Luis Andrés .

A consecuencia de los golpes recibidos, Luis Andrés sufrió un esguince acromio clavicular
derecho grado I y policontusiones y poliabrasiones que curaron en 116 días durante los que
estuvo impedido, necesitó asistencia médica periódica y tratamiento médico consistente en
inmovilización, fármacos y rehabilitación, quedando una cicatriz de 1 cm2 en tercio proximal de
cara externa de brazo izquierdo y otra de 2 cm. en cara lateral de región torácica derecha.

De resultas de estos hechos Agustín sufrió un esguince en el pie izquierdo y otro en la muñeca
izquierda de los que curó en 15 días con primera asistencia y 7 días de impedimento, sin que se
haya acreditado la forma en que se produjeron las lesiones".

SEGUNDO
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La Audiencia Provincial de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

" Que debemos ABSOLVER Y ABSOLVEMOS a Carlos Antonio y a Luis Andrés de la falta de
desobediencia leve a agente de la autoridad y del delito de atentado por los que fueron
respectivamente acusados, declarando de oficio dos sextas partes de las costas.

Debemos ABSOLVER y ABSOLVEMOS a Héctor de la falta de lesiones por la que fue acusado
y le condenamos como responsable en concepto de autor de un delito de resistencia, sin
circunstancia modificativa de la responsabilidad penal, a 6 meses de prisión e inhabilitación
especial del derecho de sufragio pasivo por igual tiempo y al pago de un sexta parte de las
costas.

Debemos CONDENAR y CONDENAMOS a Agustín , Juan Carlos y Julián como responsables


en concepto de autores de un delito de lesiones y de un delito contra la integridad moral, sin
circunstancias modificativas de la responsabilidad penal, a una pena para cada uno de ellos por
el primer delito de 6 MESES de PRISIÓN y por el segundo delito a 2 AÑOS de PRISIÓN y 2
años de Inhabilitación especial para cargo público, a que Indemnicen de forma solidaria y a
partes iguales a Luis Andrés en 1.160.000 ptas. por lesiones, 90.000 ptas. por secuelas y
500.000 ptas. por daños morales, declarando la responsabilidad civil subsidiaria del Estado y al
pago del mismo modo de las tres sextas partes de las costas."

TERCERO
Notificada en forma la Sentencia a las partes personadas se preparó por EL ABOGADO DEL
ESTADO y los acusados Héctor , Juan Carlos , Julián y Agustín recurso de casación por
infracción de Ley y de precepto constitucional que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta
Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y
resolución, formándose el correspondiente Rollo y formalizándose el recurso.

CUARTO
El recurso de casación formulado por el ABOGADO DEL ESTADO en nombre del MINISTERIO
EL INTERIOR y por la representación legal de los acusados Héctor , Juan Carlos , Julián y
Agustín se basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:

Recurso presentado por el Abogado del Estado en nombre del Ministerio del Interior:

1º. - Por infracción de ley al amparo de lo dispuesto en el art. 849.1º de la


Ley de Enjuiciamiento Criminal, por infringirse el precepto penal de carácter sustantivo
constituido por el art. 121 del vigente Código Penal.

Efectivamente la Sentencia recurrida condena a funcionarios del Cuerpo Nacional de


Policía y como acabamos de hacer constar en los antecedentes del presente recurso
declara la responsabilidad civil subsidiaria del Estado por estimar que los responsables
penales actuaron en ámbito de dependencia del Estado, pero olvida la Sentencia
recurrida, y de ello el fundamento del motivo, que intervinieron en funciones propias de su
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cargo como consecuencia de la alteración del orden público que estaban llevando a cabo
tanto el lesionado Luis Andrés como sus amigos Héctor , Carlos Antonio , Evaristo y
Carlos , según se recoge todo ello en los hechos probados de la Sentencia.

2º. - Por infracción de ley igualmente al amparo de lo dispuesto por el art. 849.1º de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal por infringirse los preceptos penales de carácter sustantivo
constituidos por los arts. 109, 113, 114 y 116 del Código Penal.

La Sentencia recurrida establece tres indemnizaciones, una de 1.160.000 pesetas por


lesiones, otra de 90.000 pesetas por secuelas y una tercera de 500.000 pesetas por daños
morales, con declaración plena de la responsabilidad civil subsidiaria del Estado y esta
representación estima que si no concurren los requisitos para declarar la responsabilidad
civil subsidiaria que exige el art. 121 del vigente Código Penal, no puede establecerse
condena por ninguno de los tres conceptos y que se infringen los preceptos base del
motivo.

Recurso presentado por Héctor .

1º. - El artículo 849.2 de la L.E.Crim. en cuanto establece la posibilidad de recurrir en


casación una sentencia cuando existen documentos en el procedimiento que demuestran
claramente el error sufrido por el Juzgador y no son contradichos por otros elementos
probatorios.

La sentencia recurrida incurre en un claro error al no tener en cuenta (ni siquiera se


menciona la cuestión en un solo párrafo de dicha sentencia) tres informes médicos
obrantes en las actuaciones que prueban que mi representado sufrió, tal y como refirió
tanto en sus declaraciones en fase de instrucción como en el acto el juicio oral, diversos
golpes causados por el agente NUM000 con carácter previo, hecho que no es desvirtuado
por un solo elemento probatorio y que excluiría uno de los elementos del tipo del delito de
resistencia al perder dicho agente con su ilegítima actuación el carácter de autoridad.

2º. - El artículo 849.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en cuanto permite interponer


recurso de casación en aquellos casos en que a la vista de los hechos probados de una
Sentencia se observa que se ha aplicado indebidamente un artículo del Código Penal y/o
se ha dejado de aplicar el artículo.

La Sentencia recurrida ha cometido infracción de Ley al haber aplicado indebidamente el


artículo 556 del Código Penal en lugar del 634 que era el correcto ya que de la lectura del
relato de hechos probados que realiza la Sentencia no puede calificarse la conducta de mi
representado como constitutiva de un delito de resistencia sino como una falta.

Recurso presentado por Juan Carlos , Julián y Agustín .

1º. - Al amparo del nº 1 del artículo 849 de la L.E.Crim., por infracción de preceptos penales
de carácter sustantivo y demás normas jurídicas aplicables.

A. Infracción del artículo 147 del Código Penal.

Entendemos que la Sentencia que se combate aplica el artículo 147 del


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Código penal de forma indebida, toda vez que del conjunto de la prueba practicada,
especialmente los partes facultativos, no puede inferirse la comisión del mismo; las
lesiones presuntamente causadas, lo son ante la resistencia del detenido Luis
Andrés , y la necesidad de los funcionarios recurrentes a recurrir a la fuerza para la
detención del mismo.

Subsidiariamente, entendemos que el Tribunal "a quo", debió condenar por el nº 2


del artículo 147 del Código penal, en vez de por el nº 1, atendiendo a la menor
gravedad de las lesiones, los medios empleados y el resultado producido.

B. Infracción de los artículos 175 y 176 del Código Penal.

La Sala sentenciadora aplica inadecuadamente los citados preceptos al condenar a


los ahora recurrentes.

Entendemos que en ningún caso se desprende de los hechos que la propia


Sentencia combatida considera probados, que se produzca el tipo delictivo del
artículo 175, toda vez que, por una parte no se produce ese atentado contra la
integridad moral que específicamente requiere dicho tipo, ni las circunstancias que
deben darse para que el mismo pueda producirse.

Subsidiariamente, entendemos que tal atentado contra la integridad moral no puede


catalogarse de grave y que la actuación de los recurrentes debería subsumirse en el
subtipo atenuado del artículo 175 del Código Penal.

2º. - Por infracción de Ley, al amparo del los artículo 849.1º de la L.E.Crim. y 5.4 de la
L.O.P.J., por vulneración del articulo 24.2 de la Constitución española.

A. Vulneración del principio de presunción de inocencia.

La Sentencia combatida, en los razonamientos que expone al valorar las pruebas


practicadas en la parte de Fundamentos de Derecho quinto y siguientes, se muestra
inquisitiva, olvidando el citado principio que debe presidir la actuación de los
órganos jurisdiccionales penales.

B. Vulneración del principio "in dubio pro reo".

La sentencia combatida, con olvido de este principio -incardinado en el de


presunción de inocencia-, condena a los recurrente como autores de sendos delitos
tipificados en los artículos 147 y 175 del C.P., en su modalidad de subtipo agravado,
pudiendo y debiendo haberlo hecho por los subtipos atenuados.

3º. - Infracción de Ley, al amparo del artículo 849.2 de la L.E.Crim., por error en la apreciación
de la prueba, basado en documentos que obran en los autos, que demuestran la
equivocación del juzgador sin que resulten contradichos por otros elementos probatorios.

Existen en las actuaciones una serie de documentos, partes médicos e informes médicos -
forenses, que ponen más que en duda la existencia de ciertas lesiones y el tiempo
invertido en la curación.

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QUINTO
Figuran en la presente causa como recurridos Luis Andrés que impugna la admisión de los
recursos de casación por escrito de fecha 13 de Noviembre de 2.001.

SEXTO
Instruidos el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto estimó procedente su decisión sin
celebración de vista oral, para el supuesto de su admisión, e interesó la inadmisión de los
motivos del los recursos, impugnándolos subsidiariamente por las razones expuestas en su
informe; la Sala admitió el mismo quedando conclusos los autos para señalamiento de Vista,
cuando por turno correspondiera.

SÉPTIMO
Hecho el señalamiento para la Vista se celebró la misma el día 19 de Febrero de 2.003 a las
10.30 horas de su mañana con la asistencia del Abogado del Estado, los Letrados de los
recurrentes, D. Octavio Aparicio Cavero y D. Angel López-Montero Juárez pidieron la estimación
de sus recursos y la casación de la sentencia informando de sus recursos; el Letrado del
recurrido D. Patricio C. Sánchez Castiñeira pidió la confirmación de la sentencia y el Ministerio
Fiscal que impugnó todos los motivos de los recursos interpuesto, informando.

OCTAVO
La Sala Segunda del Tribunal Supremo con fecha 3 de marzo de 2003 dicta Auto cuya Parte
Dispositiva es la siguiente:

"Se prorroga el término para dictar Sentencia en el presente recurso por TREINTA DIAS MÁS lo
que se comunicará a las partes a los efectos procedentes".

FUNDAMENTOS DE DERECHO
Recurso de Héctor .

PRIMERO
El primer motivo de contenido casacional, viabilizado por el cauce autorizado por el art. 849-2º
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia el error padecido por la Sala sentenciadora al no
valorar tres informes médicos que acreditan haber padecido el recurrente diversas lesiones
previas por parte del agente de policía NUM000 que, en su tesis, impedirían la condena como
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autor de un delito de resistencia a los agentes de la autoridad por el que fue condenado en la
instancia, provocando la exclusión del carácter de autoridad de dicho funcionario, y por tanto la
falta de uno de los requisitos indispensables para la comisión del delito de resistencia.

El motivo tiene que ser desestimado. Los documentos citados por el recurrente únicamente
prueban la existencia de unas lesiones, pero dado que el suceso es prolongado en el tiempo,
con varios episodios de acometimientos, entre el grupo de policías y los amigos de Héctor , es
evidente que no tienen fuerza literosuficiente para atribuir las lesiones padecidas precisamente
al P.N. NUM000 , ya que ese dato naturalmente está ausente en los partes invocados, ni
tampoco puede deducirse del mismo que las lesiones se produjeran en uno u otro momento del
suceso, y en ningún caso de manera cronológicamente anterior a ninguno otro de los ocurridos.
En otras palabras, y como dice el Ministerio fiscal en esta instancia, el recurrente pretende
atribuir esa virtualidad demostrativa a los referidos informes periciales cuando lo que se
pretende derivar de los mismos no es la objetiva existencia de unas lesiones, sino que el autor
sea una persona determinada, lo que naturalmente es algo ajeno al contenido del informe
pericial. Y lo propio hemos de decir respecto a otras declaraciones que se citan de coacusados,
por no ser documentos a efectos casacionales.

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

SEGUNDO
El segundo motivo, por infracción de ley, del número primero del art. 849 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia la indebida aplicación del art. 556 del Código penal,
invocando que los hechos son constitutivos de la falta definida en el art. 634 del propio Cuerpo
legal.

Los hechos enjuiciados fueron benévolamente calificados como de delito de resistencia y no de


atentado a agente de la autoridad, toda vez que la utilización agresiva de la fuerza real frente a
la actuación del agente es lo propio de la resistencia grave o activa, del art. 550 (atentado), que
presenta una cierta carga de acometividad, frente a la resistencia no grave del art. 556, de
carácter pasivo y donde no existe agresión o acometimiento sino una oposición al mandato o
actuación de la autoridad, de sus agentes o de los funcionarios públicos, una traba u obstrucción
en persistente y declarada porfía, una tenaz y resuelta rebeldía, una actitud de contrafuerza
físíca o material contrarrestadora o debilitante, sin alcanzar la beligerante agresividad y la formal
iniciativa violenta, patente en su hostilidad y resolvente en sus consecuencias, características de
la resistencia grave. Sin perjuicio de que pueda concurrir en la primera (resistencia del art. 556
CP) alguna manifestación de violencia, de tono moderado y de características más bien
defensivas y neutralizadoras, como sucede en los supuestos de forcejeos del sujeto con los
agentes de la autoridad (SsTS de 17 de julio 1986; 18 de enero 1988; 19 de junio 1991; y
14 de febrero 1992).

En el relato factual de la sentencia recurrida queda reflejado que cuando se acercó Agustín
(funcionario de policía, NUM000 ) a Héctor , éste le mostró una cartera con el anagrama de la
Guardia Civil, "y diciéndole que era funcionario de ese cuerpo quiso identificar al Policía",
identificándose éste como agente de la autoridad, con su placa, requiriendo a Héctor para que
acreditara su identidad, momento en que Héctor "respondió propinando un empujón a Agustín ",
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llegando los otros compañeros policiales en su auxilio, deteniendo a Carlos y poniéndole las
esposas.

Ese empujón, producido una vez se había identificado como policía nacional, con su placa,
Agustín , es constitutivo al menos (en virtud del principio rogado que rige en la casación, y de la
imposibilidad de agravar las condenas consentidas) de un delito de resistencia a los agentes de
la autoridad, del art. 556 del Código penal, y en consecuencia, el motivo no puede prosperar, y
con él, su recurso.

Recurso de Juan Carlos , Julián y Agustín .

TERCERO
Comenzaremos por dar respuesta al segundo motivo de su recurso conjunto, viabilizado por el
cauce autorizado por el art. 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, denunciando como
infringida la garantía constitucional de inocencia, proclamada en el art. 24.2 de la
Constitución española.

En su desarrollo, los recurrentes reprochan a la sentencia recurrida que, en el aspecto relativo a


las lesiones, no dé valor probatorio a la declaración del testigo agente de la Guardia Civil,
número 124.382, por el hecho de discrepar de la versión de los recurrentes al relatar lo ocurrido
en la calle Orense, lo cual pertenece a otro segmento espacio-temporal y a otro delito.

Hemos dicho reiteradamente que en punto a la vulneración de la presunción de inocencia, esta


Sala Casacional debe comprobar si hay prueba en sentido material (prueba personal o real); si
esta prueba es de contenido incriminatorio; si ha sido constitucionalmente obtenida, esto es, si
accedió lícitamente al juicio oral; si ha sido practicada con regularidad procesal; si es suficiente
para enervar la presunción de inocencia; y finalmente, si ha sido racionalmente valorada por el
Tribunal sancionador. Más allá no se extiende nuestro control cuando de vulneración de la
presunción de inocencia se trata. El intento de que esta Sala vuelva a valorar la prueba personal
al margen del principio de inmediación está condenado al fracaso (en este sentido, la Sentencia
120/2003, de 28 de febrero).

El recurso de casación no es un remedio valorativo de la prueba practicada en el juicio oral,


conforme a los principios que rigen este acto procesal (oralidad, publicidad, inmediación,
concentración, contradicción e igualdad de armas), sino que, cuando se alega, como es el caso,
la vulneración de la presunción de inocencia, el Tribunal Casacional únicamente debe verificar
los controles anteriores, pero no puede efectuar una nueva valoración de la prueba, al faltarle el
fundamental requisito de la inmediación procesal, pieza clave del sistema valorativo, que
supone la apreciación de la prueba de carácter personal que se desarrolla en el plenario.
Únicamente el vacío probatorio, o la falta de racionalidad en dicho proceso valorativo, pueden
tener trascendencia casacional.

Esto es lo que ocurre en el caso sometido a nuestra consideración casacional. Los recurrentes
no alegan que hayan sido condenados por falta de pruebas incriminatorias (pues admiten que
se produjeron, como tales, pruebas en el acto del juicio oral, fundamentalmente la declaración
de cargo del lesionado Luis Andrés ), sino que no se ha tomado en consideración la declaración
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de uno de los testigos, concretamente el guardia civil, anteriormente citado.

En el fundamento jurídico quinto de la Sentencia de instancia, el Tribunal razona que, con


relación a las lesiones producidas a Luis Andrés , en los bajos de Azca, donde se encuentra la
discoteca "Bailódromo Latino", la prueba que valora es la declaración de todos los implicados,
esto es, "de los tres acusados y de la víctima, ya que no hay terceras personas que los
presenciaran". Y añade que el P.N. NUM003 no pudo ver nada por estar de espaldas a los
hechos, sujetando a Héctor , y con respecto al guardia civil, manifestó que Luis Andrés se
encontraba en un extraordinario estado de excitación, corroborando la versión de los acusados
en este punto, pero discrepando de ellos al relatar lo sucedido en las escaleras de subida a la
calle Orense, y también lo sucedido en esa calle, tras las detenciones de Héctor y Luis Andrés .

Es decir, la Sala sentenciadora, valorando en conjunto tal declaración testifical, declara que no
puede llegar a la convicción judicial de cómo sucedieron los hechos por las manifestaciones
exclusivas del testigo en cuestión, en quien aprecia contradicciones, adentrándose en un
aspecto subjetivo de tal prueba, como es la credibilidad intrínseca de su testimonio, y este
proceso mental lo extrae del contenido mismo de sus declaraciones acerca de tres episodios del
"factum": las lesiones producidas en la persona de Luis Andrés , los sucesos en la escalera, y
los acontecidos en la calle Orense, entre Agustín y Luis Andrés , ante la presencia de los otros
dos recurrentes.

La credibilidad de un testigo, valorada por la Sala sentenciadora, y extraída de elementos


objetivos de su testimonio, razonándolo en la sentencia, está evidentemente fuera del control
casacional.

La Sala sentenciadora ha razonado por qué le parece dudosa la declaración de los tres
acusados en el aspecto referido al estado de agitación nerviosa y agresiva del lesionado Luis
Andrés , que pudiera llegar a ser calificado como una crisis de agitación psicomotriz, sin que
existan evidencias médicas de tal estado, ni en los partes médicos que atendieron al
contusionado ni mención alguna en la Comisaría de Tetuán, a donde fue llevado. Este
razonamiento no es ni ilógico ni arbitrario, y se encuentra fundamentado en la resolución judicial
recurrida.

Frente a esas contradicciones, dice la sentencia recurrida, el relato de la víctima resulta mucho
más coherente "y cuenta con apoyo probatorio objetivo", y se refiere a los distintos partes
médicos del lesionado, desde el emitido por el Equipo Quirúrgico de Montesa (folio 15), a los
distintos partes del Hospital de La Paz (folios 108, 113, 114 y 115), hasta el informe forense
definitivo (folio 129).

Por otro lado, la producción de tales lesiones está asumida por los recurrentes, que siempre
declararon que tuvieron que esposar a Luis Andrés de forma violenta, dado su estado de
agitación, que la Sala sentenciadora no tiene por probado.

Es, pues, una valoración probatoria racional, que tiene en cuenta (y valora) la versión de la
víctima de los hechos. En este sentido, la jurisprudencia, tanto del Tribunal Constitucional como
de este Tribunal Supremo, vienen estableciendo, la necesidad de que la declaración de la
víctima esté rodeada de ciertas notas de verosimilitud, para determinar su eficacia y aptitud
probatoria, cual son: 1) ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de las relaciones entre el

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acusado y la víctima, que pudieran traslucir la existencia de un móvil de resentimiento o


enemistad; 2) la verosimilitud de las manifestaciones de la víctima, que han de estar rodeadas
de ciertas corroboraciones periféricas de carácter objetivo que les doten de aptitud probatoria,
constatando la existencia del hecho; y 3) persistencia en la incriminación que ha de ser
prolongada en el tiempo, plural, sin ambigüedades ni contradicciones. Cumpliéndose en estos
autos, tales requisitos, es evidente que la declaración de la víctima fue un medio apto para
enervar la presunción de inocencia.

Y por lo que hace a las alegaciones de los recurrentes, acerca del principio valorativo "in dubio
pro reo", al no haber tenido duda alguna en su convicción judicial los jueces "a quibus", es claro
que no puede prosperar, ya que la duda la expresan de un testimonio al que no dan credibilidad,
por razones objetivas que quedan plasmadas en su razonamiento jurídico, y no de la ocurrencia
misma de los hechos cuya resultancia fáctica dan por probada.

En consecuencia, este motivo no puede prosperar.

CUARTO
El tercer motivo de su recurso, formalizado por el cauce autorizado por el art. 849-2º de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, como "error facti", denuncia la exacta concurrencia de lesiones
en Luis Andrés , y el tiempo invertido en su curación, al punto -dicen los recurrentes- que se
ponen en "duda" tales lesiones. Este planteamiento es muy equívoco en casación, y sería más
propio de otro tipo de recurso, y aún así es ambigua su formulación.

La doctrina de esta Sala (Sentencia 834/1996, de 11 noviembre, entre otras muchas, seguida
por las Sentencias 787/2002, de 6 de mayo y 915/2002, de 23 de mayo), admite
excepcionalmente la virtualidad de la prueba pericial como fundamentación de la pretensión de
modificación del apartado fáctico de una sentencia impugnada en casación cuando: a)
existiendo un solo dictamen o varios absolutamente coincidentes, y no disponiendo la Audiencia
de otras pruebas sobre los mismos elementos fácticos, el Tribunal haya estimado el dictamen o
dictámenes coincidentes como base única de los hechos declarados probados, pero
incorporándolos a dicha declaración de un modo incompleto, fragmentario, mutilado o
contradictorio, de modo que se altere relevantemente su sentido originario; b) cuando contando
solamente con dicho dictamen o dictámenes coincidentes y no concurriendo otras pruebas
sobre el mismo punto fáctico, el Tribunal de instancia haya llegado a conclusiones divergentes
con las de los citados informes, sin expresar razones que lo justifiquen. En ambos casos cabe
estimar acreditado documentalmente el error del Tribunal. En el primero porque, asumiendo el
informe, el texto documentado de éste permite demostrar que ha sido apreciado erróneamente al
incorporarlo a los hechos probados de un modo que desvirtúa su contenido probatorio. En el
segundo porque, al apartarse del resultado único o coincidente de los dictámenes periciales, sin
otras pruebas que valorar y sin expresar razones que lo justifiquen, nos encontramos, como dice
la Sentencia núm. 310/1995 de 6 marzo, ante un «discurso o razonamiento judicial que es
contrario a las reglas de la lógica, de la experiencia o de los criterios firmes del conocimiento
científico».

Las lesiones del perjudicado fueron acreditadas por parte de sanidad médico forense. Véase el
folio 129 de la causa, en donde se expresa que el lesionado ha invertido en su curación 116
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días, habiendo necesitado tratamiento médico, pero no quirúrgico, y que dicho tratamiento
consistió en inmovilización, fármacos y rehabilitación, como consecuencia de un esguince
acromio- clavicular derecho de grado primero y policontusiones y poliabrasiones, quedando
como secuelas las cicatrices que se describen en dicho parte médico de sanidad.

En el fundamento jurídico quinto de la sentencia recurrida, ya se expone que la naturaleza de


las lesiones y del tratamiento médico precisado para su curación, han sido objeto de
controversia, pero la Sala sentenciadora analiza dos informes periciales, uno de ellos el del
médico forense y otro el del doctor Gabriel , ambos rendidos en contradicción procesal en el
plenario, y en base a las consideraciones que la propia Sala expone, particularmente que el
segundo doctor "emitió su informe sin haber examinado jamás al lesionado", en contra de las
varias veces que fue visto por la doctora forense (folios 116 y 129), llega a la conclusión de que
"considera más fiable el informe de la Médico Forense que el del Dr. Gabriel ", conclusión que
está razonada en autos, y que no siendo ilógica o arbitraria no puede ser modificada en esta
sede casacional.

En consecuencia, el motivo no puede prosperar.

QUINTO
El primer motivo del recurso, formalizado por infracción de ley, del número primero del art. 849
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia la indebida aplicación tanto del delito de
lesiones (art. 147 del Código penal), como de los artículos 175 y 176 del propio Cuerpo legal,
como delitos de atentado contra la integridad moral de una persona.

Conviene precisar, antes de nada, que en el desarrollo del motivo deben ser respetados
escrupulosamente los hechos declarados probados por la sentencia recurrida, so pena de
inadmisión, que en esta fase procesal se traduciría en desestimación.

Dicen primeramente los recurrentes, que el Tribunal "a quo" debió condenar por el número
segundo del art. 147 del Código penal, en vez de por el número primero, atendiendo a la menor
gravedad de las lesiones, los medios empleados y el resultado producido.

Esta petición es susceptible de revisión en esta instancia casacional, como exponen, entre
otras, las Sentencias de 21-11-1990 y 22-12-1994.

Ahora bien, si partimos del relato factual de la sentencia de instancia, se describe un violento
episodio de producción de lesiones, narrando cómo los acusados Agustín , Juan Carlos y Julián
, sujetan por los brazos a Luis Andrés , llevándole a un rincón apartado de las miradas de la
gente, y "allí le golpean los tres acusados indistintamente, sujetándole y golpeándole con
patadas y puñetazos, le propinan un golpe en la cabeza con un aparato de radio y mientras dos
de ellos le agarran por los brazos, otro tira con gran fuerza de los brazos de Luis Andrés para
colocarle las esposas por detrás".

El fundamento de la aplicación del tipo atenuado previsto en el párrafo segundo del art. 147 del
Código penal reside en la menor gravedad objetiva del delito, como consecuencia del medio
empleado o del resultado producido; es decir, estamos en presencia de una menor

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antijuridicidad del hecho, por el medio o por el resultado. Ni lo uno ni lo otro es predicable de la
resultancia fáctica sometida a nuestra consideración casacional.

Con relación a los medios, las lesiones se producen con evidente desproporción de fuerza entre
los tres acusados y el lesionado, que además logran apartarle a un lugar solitario, fuera de las
miradas de la gente, dice el "factum", con intención de perpetrar el hecho con mayor comodidad
y perversidad; allí le golpean los tres acusados indistintamente, sujetándole unos y otros
propinándole "patadas y puñetazos", hasta golpearle con un aparato transmisor en la cabeza,
siempre según el relato de la sentencia, de obligado respeto dada la vía elegida por los
recurrentes para esgrimir este reproche casacional. Y como consecuencia de tales golpes, con
los pies y los puños, se producen las lesiones que se dejan también expuestas en el "factum":
un esguince acromio clavicular derecho grado primero y policontusiones y poliabrasiones, que
tardaron en curar 116 días, con tratamiento médico rehabilitador, fármacos e inmovilización,
dejándole las cicatrices descritas, una en la cara externa del brazo izquierdo y otra en la cara
lateral de la región torácica derecha.

En consecuencia, con dicho relato factual, ni puede hablarse de una menor entidad en los
medios empleados, ni mucho menos en el resultado producido, por lo que este apartado del
motivo tiene que ser desestimado.

El segundo reproche se hace por infracción de los artículos 175 y 176 del Código penal,
solicitando, en primer lugar, la inaplicación de tales preceptos, por no haberse producido el
atentado contra la integridad moral que específicamente requiere el tipo, y subsidiariamente, la
subsunción de los hechos en el tipo atenuado definido en el propio artículo 175 del mismo
Cuerpo legal.

El art. 175 del Código penal se encuentra bajo la rúbrica de los delitos contra la integridad
moral, y supone un tipo residual respecto al delito de torturas, definido en el art. 174, en cuanto
que, bajo su dicción legal, se cometerá cuando la autoridad o el funcionario público, abusare de
su cargo, y no se hallare comprendido en el artículo anterior (torturas), atentare contra la
integridad moral de una persona. Son, pues, sus requisitos: a) en cuanto al sujeto activo, tiene
que tratarse de un funcionario público o autoridad, ya que en caso contrario la ley prevé la
sanción por la vía del art. 173, si bien este último precepto refuerza la acción infligiéndose un
trato degradante, adjetivación que no se predica del acto comisivo en este delito, aunque puede
considerarse implícito; b) en cuanto a la acción, el sujeto activo tiene que abusar de su cargo, lo
que significa un comportamiento extralimitativo, prevaliéndose de su condición pública, lo que
produce una cierta intimidación para la consecución de sus fines y de sensación de impunidad
en su comportamiento; c) el resultado, consiste en atentar contra la integridad moral de una
persona. El derecho a la integridad moral está reconocido constitucionalmente en el art. 15 de
nuestra Carta magna, que prescribe con carácter general los tratos degradantes, y que se
conecta directamente con la dignidad de la persona, cuyo art. 10º atribuye a la misma ser el
fundamento del orden político y de la paz social; d) por último, los hechos no pueden ser
constitutivos del delito de torturas, lo que le confiere un carácter residual.

El Tribunal Constitucional en su sentencia 120/1990 de 27 de julio realiza un acercamiento al


concepto de integridad moral, al decir que en el art. 15 de la Constitución Española «se protege
la inviolabilidad de la persona, no sólo contra los ataques dirigidos a lesionar su cuerpo y
espíritu, sino también contra toda clase de intervenciones en esos bienes que carezcan del
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consentimiento de su titular». Se ha dicho por doctrina científica que se relaciona la integridad


moral con esta idea de inviolabilidad de la persona, y con los conceptos de «incolumidad» e
«integridad personal». De modo que el Tribunal Constitucional, recogiendo la jurisprudencia del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, significativamente las sentencias dictadas en 18 de
enero de 1978 (caso Irlanda contra el Reino Unido), en 25 de abril de 1978 (caso Tyrer), en 6 de
noviembre de 1980 (caso Guzzardi), en 25 de febrero de 1982 (caso Campbell y Cossans), en 7
de julio de 1989 (caso Soering), en 20 de marzo de 1991 (caso Cruz Varas y otros), en 30 de
octubre de 1991 (caso Vilvarajah y otros), etc., ha declarado que las tres nociones recogidas en
el art. 15 de la Constitución («torturas», penas o tratos «inhumanos» y penas o tratos
«degradantes») son, en su significado jurídico, «nociones graduadas de una misma escala» que
en todos sus tramos entrañan, sean cuales fueran los fines, «padecimientos físicos o psíquicos
ilícitos e infligidos de modo vejatorio para quien los sufre, y con esa propia intención de vejar y
doblegar la voluntad del sujeto paciente» (sentencias del Tribunal Constitucional 120/1990,
137/1990 y 57/1994).

De modo que el concepto de atentado contra la integridad moral, comprenderá: a) un acto de


claro e inequívoco contenido vejatorio para el sujeto pasivo del delito; b) un padecimiento, físico
o psíquico en dicho sujeto; c) un comportamiento que sea degradante o humillante e incida en el
concepto de dignidad de la persona afectada por el delito.

Bajo esta interpretación, el motivo, en lo que respecta al delito definido en el art. 175 del
Código penal, e imputado a Agustín , tiene que ser desestimado. En efecto, en el relato factual
de la sentencia recurrida se expone que, ya en la calle Orense, el citado acusado, con el
chaleco reflectante con la palabra "policía" se encuentra esperando la llegada de los vehículos
policiales para llevar a los detenidos a comisaría, y en ese momento, cuando ya Luis Andrés se
halla inmovilizado y esposado, sentado en la acera, le reprocha que por su culpa se ha roto la
camisa (de paisano), y comienza a darle patadas y puñetazos por todo el cuerpo, a la vista de
las personas que en ese momento salían de la discoteca.

Este comportamiento contiene todos los elementos anteriormente analizados, ya que es


degradante, vejatorio y produce evidentes padecimientos psíquicos, y ciertamente físicos, en
quien lo sufre, al ser golpeado con patadas y puñetazos, mientras se encuentra inmovilizado y
esposado en la calle, reprochándole algo tan desproporcionado con su actitud vejatoria y
humillante, como la rotura de su camisa de paisano. Tales hechos son evidentemente graves, e
inciden en directamente en el contenido del art. 5.3 b) de la Ley Orgánica 2/1986 de 14 de
marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en cuanto señala que sus miembros «velarán por la
vida e integridad física de las personas a quienes detuvieren o que se encuentren bajo su
custodia y respetarán el honor y la dignidad de las personas».

Con relación a Juan Carlos y Julián , han sido condenados por vía del art. 176 del Código penal.
Dicho precepto dispone que "se impondrán las penas respectivamente establecidas en los
artículos precedentes a la autoridad o funcionario que, faltando a los deberes de su cargo,
permitiere que otras personas ejecuten los hechos previstos en ellos".

La doctrina ha puesto de manifiesto que la referencia a "otras personas", hay que entenderla, en
una interpretación sistemática con el art. 173, como que en dicha expresión han de ser incluidas
cualesquiera que realicen los actos de tortura o de tratos vejatorios, sean funcionarios o no.
Ahora bien, al ser un acto omisivo el castigado por la ley, debemos entender implícito el
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concepto de superioridad, y no la mera presencia pasiva, como consta en el "factum", pues el


deber inherente al cargo que se describe en el tipo, acredita este requisito de superioridad frente
a los autores del hecho vejatorio, teniendo en cuenta que los hechos se producen en la calle, y
se enmarcan dentro de una detención policial, de la que Juan Carlos y Julián participan, no
constando dato alguno de superioridad ni de mando en su actuación. El art. 1º.1 de la
Convención contra la Tortura, de 1984, ya hacía referencia en este sentido a que la tortura fuera
infligida por otra persona con el "consentimiento o aquiescencia" del funcionario, lo que resalta
el concepto de superioridad. La mención legal "permitiere" refuerza igualmente esta
interpretación, conforme al principio de taxatividad que rige el derecho penal, pues esa
permisión denota una posición (implícita) de superioridad, y no la mera omisión (con previo
acuerdo) a la que parece referirse el tipo que estaría cubierta en caso contrario por simples
consideraciones de garante, y que por el contrario no resultaría de la expresión "permitiere" que
inexorablemente adjetiva el precepto interpretado. Se trata de un deber especial por el cargo
que incumbe a los superiores sobre sus subordinados, a los que ya se refirió esta Sala en
Sentencias de 18 de julio de 1997 y 19 de diciembre de 1996.

Concretamente la primera de dichas Sentencias, la 1050/1997, de 18 de julio, sienta la siguiente


doctrina: "nos hallamos ante una norma penal, la del último párrafo del art. 204 bis CP anterior y
art. 176 del ahora en vigor, que constituye un supuesto de comisión por omisión específicamente
regulado en la Parte Especial de dichos códigos al recoger los diversos supuestos del delito de
torturas. Primero, la Ley Penal nos define los distintos delitos de esta clase por lo que se refiere
a las conductas de las autoridades o funcionarios que materialmente los realizan y, finalmente,
se sanciona con las mismas penas que a tales autores materiales, a quien, faltando a los
deberes de su cargo, permiten su realización. Aunque la doctrina discute si con esta última
tipificación penal nos hallamos ante una coautoría por omisión (que existiría si entre unos y otros
hubiera existido un acuerdo, aun tácito, para tales torturas) o ante una participación por
cooperación necesaria de carácter omisivo (por el especial deber que por el cargo incumbe a los
superiores sobre sus subordinados, incumplido al tolerar los malos tratos), en cualquier caso la
Ley, al equiparar en las penas a quienes materialmente torturan y a los jefes que lo permiten,
reputa equivalentes unas y otras conductas: el especial deber de vigilancia y la superioridad
jerárquica justifican tal equiparación."

Y en la segunda Sentencia citada, la número 1034/1996, de 19 de diciembre: "nos hallamos


ante un delito de naturaleza omisiva, un supuesto de comisión por omisión, con relación al cual
la propia Ley Penal, después de regular las correspondientes acciones que configuran las
modalidades ordinarias de comisión de estos delitos, nos ofrece una cláusula de equiparación
del supuesto omisivo a las paralelas figuras comisivas, en consideración al especial deber
jurídico que incumbe a la autoridad o funcionario que tiene bajo su concreta responsabilidad
velar por las personas detenidas".

Y por otro lado, esta interpretación permite, si correspondiera, la sanción disciplinaria de los
hechos enjuiciados por la vía de la falta muy grave que se describe en el art. 27.3 c) de la Ley
Orgánica 2/1986, de 14 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

En consecuencia, procede estimar el motivo en lo referente a los acusados Juan Carlos y Julián
, y absolverles de tal delito, sin perjuicio de mantener el fallo condenatorio por el delito de
lesiones, como ya hemos argumentado con anterioridad, y la desestimación íntegra en lo
tocante a Agustín .
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Recurso del Abogado del Estado.

SEXTO
En su primer motivo, formalizado por infracción de ley, al amparo de lo permitido en el art. 849-1º
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia la infracción del art. 121 del Código penal, sobre
la responsabilidad civil subsidiaria del Estado.

En su desarrollo, argumenta que si los policías nacionales condenados se ven obligados a


actuar en el ejercicio de sus cargos y funciones, es evidente que no procede tal declaración de
responsabilidad civil subsidiaria, porque su actuación inicial es absolutamente legítima.

El repetido artículo 121 del Código Penal ha introducido y regulado de forma expresa la
responsabilidad subsidiaria del Estado y demás entes públicos (de los que se citan la
Comunidad Autónoma, la Provincial, la Isla y el Municipio) acabando así con la necesidad de
referirse a un precepto penal, como lo era el del artículo 22 del Código Penal anteriormente
vigente, que se refería a personas, entidades, organismos y empresas dedicadas a cualquier
género de industria, entre las que, desde lejana fecha, la jurisprudencia de esta Sala venía
incluyendo la del Estado. Requiérense ahora como exigencias para que tal responsabilidad
subsidiaria surja: 1º) que una persona declarada penalmente responsable por delito doloso o
culposo -a los que se ha entendido también como asimilables las faltas- haya de responder por
la causación de daños, 2º) que esa persona sea autoridad, agente y contratados de la misma o
funcionarios públicos, 3º) que, al actuar, estuvieran en el ejercicio de sus cargos o funciones, 4º)
siempre que la lesión sea consecuencia directa del funcionamiento de los servicios públicos
que les estuvieran encomendados. Si la segunda de estas exigencias presenta un carácter
expansivo al incluir a todas las personas que puedan tener una relación subordinada al Estado
y demás entes públicos, incluyendo a las personas meramente contratadas, las exigencias
tercera y cuarta tienen una finalidad de restringir cuando esa responsabilidad subsidiaria se
produce, condicionándola a que la persona dependiente del ente público esté en el ejercicio de
sus funciones y a que la actividad de desempeño de servicio público que realizaba determine
directamente la lesión como consecuencia (STS 1270/2002, de 5 de julio).

La doctrina de esta Sala ha presentado una tendencia, calificada de progresiva y expansiva, de


los casos en que la responsabilidad civil subsidiaria surge, ya en tiempos en que para definirla
se recurría al derogado artículo 22 del Código Penal precedente. Y así, considerando que la
demanda de las realidades sociales lo aconsejaba, se comenzaron a dictar sentencias en que
se sobrepasaban los viejos criterios de la culpa «in eligiendo» e «in vigilando» para acoger, con
interpretación extensiva, el más progresivo de la doctrina de la creación del riesgo, llegándose a
una responsabilidad cuasi objetiva (sentencias de 6 de abril de 1990, 2 de junio y 16 de
septiembre de 1992, 13 de octubre y 21 de diciembre de 1993, 29 de septiembre de 1994, 21 de
octubre de 1997 y 29 de mayo de 2001).

Con estos parámetros interpretativos, el motivo tiene que ser desestimado, en tanto que se
cumplen todos y cada uno de los requisitos exigidos por la ley para declarar tal responsabilidad
civil subsidiaria, pues la extralimitación del cometido de los policías acusados actuantes fue de
tal evidencia que resultaron condenados como autores de un delito de lesiones y otro contra la
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integridad moral; únicamente por el primero, ya se deduce la declaración de responsabilidad del


Estado, por encontrarse de servicio practicando un detención inicialmente legítima, que acabó
con un acto de extralimitación tan ilícitamente intolerable que resultó ser delictivo, dadas las
lesiones sufridas por el perjudicado Luis Andrés .

SEPTIMO
El segundo motivo, por idéntico cauce casacional, censura la infracción de los artículos 109,
113, 114 y 116 del Código penal, particularmente el art. 114 que permite la moderación de la
cuantificación de la responsabilidad civil cuando la víctima haya contribuido con su conducta a
la producción del daño o perjuicio sufrido (compensación de culpas en materia civil con
traducción de disminución de su importe).

El motivo tiene que ser desestimado por no respetar los hechos probados, como argumenta el
Ministerio fiscal en esta instancia. En efecto, del "factum" únicamente resulta que el lesionado
Luis Andrés , viendo que su amigo Héctor era agredido, y creyendo que los agentes actuantes
no lo eran, porque en ese momento no se encontraban identificados como tales, "increpó a los
agentes", momento en que, como ya hemos expuesto, los acusados Agustín , Juan Carlos y
Julián , sujetan por los brazos a Luis Andrés , llevándole a un rincón apartado de las miradas de
la gente, y "allí le golpean los tres acusados indistintamente, sujetándole y golpeándole con
patadas y puñetazos, le propinan un golpe en la cabeza con un aparato de radio y mientras dos
de ellos le agarran por los brazos, otro tira con gran fuerza de los brazos de Luis Andrés para
colocarle las esposas por detrás".

No existe, pues, fundamento alguno para entender que la víctima ha contribuido de forma
positiva a la producción del daño o perjuicio sufrido, salvo la aludida "increpación", netamente
insuficiente en el contexto de acontecimientos surgidos en la madrugada del día 6 de junio de
1998, y en consecuencia, el motivo, como ya hemos anunciado, debe ser desestimado, y con él,
su recurso.

III.

FALLO
Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR a los recursos de casación
interpuestos por las representaciones legales de los procesados Héctor , Agustín y por el
Excmo. Sr. ABOGADO DEL ESTADO contra contra la Sentencia núm. 228/2001 de fecha 28 de
Junio de 2.001 de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Madrid, con expresa
condena en costas procesales de esta instancia casacional.

Que debemos declarar y declaramos HABER LUGAR parcialmente a los recursos de casación
interpuestos por las representaciones legales de los procesados Juan Carlos y Julián , contra la
referida Sentencia núm. 228/2001 de fecha 28 de Junio de 2.001 de la Sección Segunda de la
Audiencia Provincial de Madrid, declarando de oficio las costas procesales ocasionadas en la
presente instancia en sus respectivos recursos.

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Y en consecuencia casamos y anulamos, en la parte que le afecta, la referida Setencia de la


Audiencia Provincial de Madrid, que será sustituida otra más conforme a Derecho.

Comuníquese la presente resolución y la que seguidamente se dicta a la Audiencia de


procedencia, con devolución de la causa que en su día remitió, interesándole acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo pronunciamos,
mandamos y firmamos . Joaquín Giménez García Julián Sánchez Melgar José Jiménez Villarejo

SEGUNDA SENTENCIA

En la Villa de Madrid, a dieciséis de Abril de dos mil tres.

El Juzgado de Instrucción núm. núm. 9 de Madrid incoó la causa núm. 1687/98 o por delito de
atentado, delito lesiones, falta de lesiones y una falta de desobediencia leve a los agentes de la
autoridad, contra Héctor con DNI/PASAPORTE núm. NUM004 nacido en Madrid el 31/7/1961,
hijo de Alejandro y de Mónica , Juan Carlos policía nacional con carnet núm. NUM002 , Julián ,
policía nacional con carnet núm. NUM001 , Agustín policía nacional con carnet núm. NUM000 , y
otros; y una vez concluso lo remitió a la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Madrid
que con fecha 28 de junio de 2.001 dictó sentencia núm. 228/01. La referida sentencia fue
recurrida en casación por las representaciones legales de los citados procesados y del Excmo.
Sr. Abogado del Estado, y ha sido casada y anulada, en la parte que la afecta, por la dictada en
el día de hoy por esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, por lo que los mismos Magistrados
que dictaron Sala y bajo la misma Presidencia y Ponencia proceden a dictar esta Segunda
Sentencia con arreglo a los siguientes:

PRIMERO
ANTECEDENTES DE HECHO.- Se dan por reproducidos en su integridad.

SEGUNDO
HECHOS PROBADOS.- Damos también por reproducidos los hechos probados de la sentencia
recurrida.

ÚNICO.- De conformidad con los razonamientos que dejamos expuestos en nuestra anterior
Sentencia Casacional, debemos absolver del delito omisivo contra la integridad moral a los
acusados Juan Carlos y Julián , sin perjuicio de mantener su condena por el delito de lesiones
por el que fueron condenados en la instancia.

Que debemos ABSOLVER y ABSOLVEMOS a Juan Carlos y Julián del delito de omisión contra
la integridad moral, declarando de oficio las costas procesales correspondientes al mismo,
manteniendo y dando por reproducida la condena a los mismos por el delito de lesiones, a la
pena de seis meses de prisión, e indemnización civil a favor del perjudicado Luis Andrés , en los
propios términos dispuestos por la sentencia de instancia, de forma solidaria con Agustín .

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En lo restante, damos por reproducida la condena de Héctor , en sus mismos pronunciamientos,


e igualmente mantenemos la condena de Agustín por un delito de lesiones y por un delito contra
la integridad moral, en sus propios términos, junto a la condena en costas procesales de ambos
acusados, así como la responsabilidad civil subsidiaria del Estado.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo pronunciamos,
mandamos y firmamos . Joaquín Giménez García Julián Sánchez Melgar José Jiménez Villarejo

PUBLICACIÓN.- Leidas y publicadas han sido las anteriores sentencias por el Magistrado
Ponente Excmo. Sr. D. Julián Sánchez Melgar, mientras se celebraba audiencia pública en el
día de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico.

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