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Tema 60

El arte del Renacimiento italiano y su influencia

Última revisión junio del 2008. Ver un resumen.


Introducción *
Arquitectura *
La influencia fuera de Italia *
España *
Escultura *
La influencia fuera de Italia *
España *
Pintura *
La influencia fuera de Italia *
España *
Bibliografía *
Tema
Introducción
El Renacimiento es un movimiento cultural que busca el humanismo, la
renovación del hombre y su mundo, según los modelos clásicos, que se
reinterpretan. Se desarrolla con mayor vitalidad en Italia y en las regiones
ricas donde existe una burguesía. Comienza a haber una posición científica
frente a la naturaleza, lo que implica un proceso de secularización de las
costumbres, la sociedad se vuelve antropocéntrica. El Humanismo se
impone como ideología dominante, gracias a la imprenta, que difunde la
obra de Erasmo de Rótterdam, Tomás Moro, Francisco de Vitoria, Martín
Lutero y Maquiavelo. Estamos en el inicio de la Edad Moderna.
En el arte del Renacimiento se distinguen, tradicionalmente, dos
períodos: el Quattrocento, siglo XV, centrado en Florencia, y el Cinquecento,
siglo XVI, centrado en Roma, y que a su vez se divide el un período clásico,
del 1500 al 1530 y un período manierista, a partir de 1530. También se
pueden incluir los pintores italianos del Trecento que hemos tratado como el
último período del gótico.
El Renacimiento supone una nueva forma de entender el arte. Las artes
liberales ya no están controladas por los gremios, sino bajo la protección de
los príncipes y la burguesía. Nacen, así, los mecenas, como las familias
Medici, Rucelli, Tornabuoni o Pazzi. Aparece la figura del artista genial, por
lo que se abandona definitivamente el anonimato. Sin embargo, surge el
taller del maestro, que controla el acceso a la profesión de los oficiales y
aprendices, y que es quien recibe los encargos de los clientes. Además de la
burguesía, la Iglesia y la monarquía serán protectores de los artistas, ya que
se descubre el valor propagandístico del arte. Se establecen tres tipos de
relación entre el artista y el cliente: el sistema doméstico, en el que el
mecenas acoge en su casa al artista para que trabaje; el mercado, en el que
el artista simplemente vende las obra que crea por encargo, y la academia,
en el que el artista trabaja para el Estado.
Todo esto exige una formación científica de los artistas y una gran
capacidad de creación. Se inventa la perspectiva caballera, con sus puntos
de fuga matemáticos, y se usa técnica del sfumato para dar cierta la
perspectiva aérea. Se pone mucha atención en las proporciones, para las
que se utilizará el canon clásico, que progresivamente se irá alargando, y se
guardará la proporción entre las partes. Se redescubre la arquitectura de
Vitrubio, el muro de carga y como cierre del espacio, la columna guarda una
proporción entre la altura y la anchura, y el arco con la luz, se tiende a la
horizontalidad y a la escala humana, para crear un espacio unitario.
Reaparece el retrato, el desnudo, principalmente mitológico, y el paisaje,
todo ello idealizado.
Todo esto no es una copia de la antigüedad, sino su interpretación. Se
busca el realismo, pero se idealiza la naturaleza, se trata de un arte
burgués. En el Renacimiento el hombre recupera su protagonismo como
primer objeto artístico, según la tradición grecorromana. El hombre es la
obra más perfecta de Dios. Se recupera el retrato y la naturalidad sin
hieratismo, de la mano de la nueva burguesía.
Se pinta la figura humana independientemente de lo que represente,
Virgen o cortesana, Apolo o Cristo, lo que importa es la figura humana. El
tema interesa poco, pero sí lo bello frente a lo representativo.
El objeto del arte es el mundo natural, la imagen del mundo que se
identifica con la civilización. Hay un nuevo humanismo y una mentalidad
burguesa que busca al hombre ideal en equilibrio con la naturaleza.
En su última etapa, cuando están conseguidas todas las soluciones
técnicas, se pinta a la manera de..., es el manierismo, que utilizará todos los
tipos clásicos de manera virtuosa.
También tiene importancia el urbanismo, sobre todo en el ámbito teórico
y de proyectos. Sólo la ciudad de Palmanova se levanta de nueva planta. Se
pretende seguir esquemas geométricos, como en la antigüedad: el plano
ortogonal, el radial y el de estrella, que son nuevos. La artillería hace
necesaria un nuevo tipo de muralla. León Battista Alberti incluye en el
recinto de la ciudad una zona cultivable para resistir los largos asedios, la
zonificación de las actividades y las clases sociales, y el viario curvo. Es
partidario de las ciudades pequeñas. Antonio Averulino, el Filareto diseñará
ciudades con planta estrellada, con una plaza principal en la que se hace la
vida civil. Francesco di Giorgio Martini escribe el Tratado de arquitectura
ingeniería y arte militar, en el que propugna una ciudad de dimensiones
humanas.
Si el Renacimiento nace en Italia es porque aquí se encuentra una
poderosa burguesía que controla algunas de las ciudades más florecientes
del mundo, por su tradición mercantil. Además, es en Italia donde mejor se
conservan los monumentos de la antigüedad clásica, y siempre estuvo un
poco al margen de las modas del románico y el gótico.
Arquitectura
El Renacimiento en arquitectura utiliza los elementos constructivos de la
antigüedad, la bóveda de cañón, la cúpula, los entablamentos, los arcos de
medio punto, las columnas, etc. El edificio es producto del cálculo
matemático y la medida antropomórfica. El nuevo estilo surge de la
admiración de los artistas por las ruinas del mundo romano, y del
descubrimiento del libro de Marco Vitrubio Polión. Pero lo más importante
para la creación del nuevo lenguaje es la aportación de arquitectos
renacentistas.
Domina la arquitectura de carácter civil: hospitales, cárceles, etc. En las
que el muro es de carga, además de cierre del espacio.
Durante el Quattrocento la figura más destacada es Filippo Brunelleschi,
que trabaja en Florencia. Aquí construye la cúpula de Santa María de las
Flores, una gran cúpula de 42 metros rematada por una linterna. Esta
cúpula posee, una función estética, bella pero austera, que no da la
sensación de ser pesada, pero también tienen una función ideológica;
representa la unidad cristiana. Para su construcción utilizó un juego de
doble cúpula, una interna y otra externa. Brunelleschi construyó también el
Hospital de los Inocentes, las basílicas de San Lorenzo y Santo Espíritu y la
capilla funeraria de los Pitti.
Otro gran arquitecto del Quattrocento fue Michelozzo di Bartolomeo, que
termina la cúpula de Brunelleschi y construye el palacio de los Medici. En su
fachada utiliza el sillar almohadillado en el que decrece el relieve de abajo a
arriba. Sus maestros fueron grandes escultores como Ghiberti o Donatello,
por lo que sus edificios tienen un profundo sentido estético; son tratados
como esculturas. Además, construyó las tumbas de los Aragazzi, los
Brancacci, el convento de San Marcos y la capilla Portinari en Milán.
León Battista Alberti es el otro gran arquitecto del Quattrocento
florentino, además de ser el gran teórico de la estética renacentista.
Determina cuál es la función del arquitecto, que debe proyectar, diseñar e
idear el edificio. Propugna la adecuación al entorno de los edificios y
establece cuáles deben ser los cánones de belleza, según los modelos
clásicos. Construye Santa María de Novella, el palacio Rucellai y San Andrés
de Mantua.
También en Florencia trabajan Antonio Averulino (el Filareto), Bernardo
Roselino, Luciano Laurana y muchos otros.
Pero durante el Quattrocento, Florencia no es el único centro. En
Lombardía se desarrolla un centro en torno Milán y otro en torno a Venecia.
Esta escuela se caracteriza por su mayor desarrollo decorativo, con
grutescos, relieves y medallones que recuerdan al estilo plateresco o al
estilo ornamental francés. En Venecia trabajan arquitectos como Pietro
Lombardo: iglesia de los Milagros, Mauro Coducci: campanario de San Pietro
del Castillo, y Antonio Rizzo: reforma del palacio ducal de Venecia; y en
Lombardía Guiniforte Solari: cartuja de Pavía, los hermanos Christóforo y
Antonio Mantegazza: fachada de la cartuja de Pavía, y Giovanni Antonio:
capilla Colleoni de Bérgamo.
El Cinquecento está dominado por Roma, y en menor medida por
Venecia. Es la fecha en la que triunfan los Estados modernos, con una
monarquía autoritaria que se apoya en la burguesía, en contra de la nobleza
feudal. Los reyes y los papas serán los grandes mecenas. Es en esta época
cuando se fijan los modelos clásicos del Renacimiento. Se puede hablar de
dos etapas, una clásica, hasta 1530 en la que predomina el sentido de la
medida, la proporción y el equilibrio; y otra manierista en la que se rompe la
escala humana. Es ahora cuando se fija el modelo antropocéntrico.
Predominan las plantas centralizadas y los edificios que conservan la
simetría.
La figura más representativa de esta época es el Bramante (Donato di
Pascuccio D’ Antonio). Él es el auténtico iniciador de la arquitectura del
Cinquecento y el primer arquitecto de San Pedro del Vaticano. En los
primeros tiempos construye la catedral de Pavía. En Roma el Bramante
construye la iglesia de Santa María de la Paz, con una planta octogonal, San
Pietro in Montorio, con una planta circular y el jardín de la Piña en el
Vaticano. En su arquitectura encontramos el orden y la medida entre
proporción de masa y vano.
Rafael Sanzio, aunque más conocido como pintor, fue un importante
arquitecto en Roma. Construyó los palacios deVidoni en Roma y Pandolfini
en Florencia, la capilla de los Chigi, y dirigió las obras de San Pedro del
Vaticano. Otros arquitectos de la época son: Baldassere Peruzzi, que sucede
a Rafael en San Pedro del Vaticano: villa de Farnesio, y Antonio Giamberti
da Sangallo: palacio de Albisola.
Roma también domina durante el período manierista. El estilo se vuelve
más refinado y efectista, rompiendo con los modelos clásicos al utilizar un
orden gigante y alternar los elementos con cierta artifiocisidad. Miguel
Ángel Buonarroti es uno de los grandes arquitectos del momento. Construye
la cúpula de San Pedro del Vaticano, en la que encontramos la misma
simbología que en la de Brunelleschi, en Florencia. Comienza a utilizar
órdenes gigantes, y es el auténtico iniciador del manierismo.
Giacomo Barozzi, el Vignola, es uno de los grandes arquitectos de la
época. Sus edificios están poco ornamentados. Sin embargo, él es el
campeón de la causa contrarreformista. Utilizó sobre todo el orden toscano
en las columnas, con su fuste liso. Construye, el palacio Farnesio, San Luis
de los Franceses y El Gesú que será un modelo para la estética del barroco.
También intervino en San Pedro del Vaticano.
Venecia pasa a ser el centro del arte, tras el saqueo de Roma en 1527.
Aquí el arquitecto más genial y original fue Andrea Palladio. Escribe Cuatro
libros de arquitectura, en el que plasma sus ideas, y será la obra
fundamental de la formación de los futuros arquitectos. Está profundamente
influida por la tradición romana y la estética manierista. Inventa el motivo
paladiano (un arco entre dinteles) y usa el orden gigante, en el que las
columnas abarcan más de un piso. Construye la basílica de Vicena, las villas
Godi, Capra, Bárbaro y Malcontenta, la fachada de San Pietro del Castillo y
la iglesia del Redentor en Venecia.
Otros arquitectos son Giulio Romano: palacio del té en Mantua,
Bartolomeo Ammanati: colegio de los jesuitas en Roma, Pirro Ligorio: casino
de Paulo IV y Doménico Fontana: palacio de Letrán y Biblioteca Vaticana. En
Venecia destacaron Sansovino: cúpula de San Marcos, la Casa de la
Moneda, Biblioteca de San Marcos, y Vicenzo Scamozzi, ante todo un teórico
que construye según el modelo de la Biblioteca de San Marcos.
La influencia fuera de Italia
El Renacimiento arquitectónico apenas cuajó en Europa hasta el siglo
XVI. Sólo encontramos algunos detalles que se enmarcan dentro de
construcciones plenamente góticas. Sin embargo, sí que se comienzan a
hacer otro tipo de edificios civiles, con un concepto alejado del gótico.
Si el nuevo estilo llega a Europa es gracias a los artistas italianos que son
contratados por las potencias emergentes, y sobre todo por España. En
todas partes, cada artista intentó hacer una interpretación personal, según
la tradición local, de los nuevos conceptos. En el siglo XVI la Iglesia tomo
como modelo la estética renacentista, lo que ayudó a su difusión. En
general, el Renacimiento entró en las regiones que tenían una clase rica,
Iglesia, monarquía, nobleza o burguesía.
Uno de los elementos que ayudó a difundir los nuevos conceptos
artísticos fue la imprenta, que permitió el grabado de las principales obras y
por lo tanto la difusión de su imagen.
Francia es el primer país que acoge con entusiasmo el estilo
renacentista. Aquí destacan los castillos señoriales, que se convierten en
centros culturales de primer orden. Reúnen en torno a sí a los más
importantes artistas italianos y franceses. Los arquitectos franceses más
importantes son, en buena medida italianos, tras las campañas militares en
Lombardía. Destacan Doménico de Cortona: castillo de Boils, y Girolano
della Robbia. Sobresale la escuela de Fontainebleau, en la que trabajan
Giovanni Rosso, Francesco Primaticcio, Niccolo della Abate y Sebastiano
Serlio. Entre los franceses destacan Giles Lebreton: castillo de
Fontainebleau, Pierre Chambiges: castillo de San Germán, Pierre Lescot:
reconstrucción del Louvre, Philibert Delorme: tumba de Francisco I en San
Denis y las Tullerías, Héctor Sohier: cabecera de San Pedro de Caen.
En Alemania las formas góticas se confunden con las renacentistas,
como sucede en Núremberg o en el castillo de Heidelberg. Destacan
arquitectos como Jacob Bahr: palacio de Brieg, Wilhelm Vermukken: pórtico
del Ayuntamiento de Colonia, Hans Lampe y Baltasar Kircher: lonja de los
Paños en Brunswick.
En Inglaterra persiste el gótico, los estilos tudor e isabelino, hasta finales
del siglo XVI. El arquitecto más destacado del período es John Thorpe que
construye grandes mansiones campestres, como el castillo de Longford.
En los Países Bajos también continúa la tradición gótica, pero se traduce
a Vitrubio y se crea un tipo de construcción de ladrillo y piedra. El arquitecto
más destacado es Cornelis de Vriendt: Ayuntamiento de La Haya, palacio
municipal de Amberes.
Portugal es parte de la corona española. Aquí está vigente el estilo
manuelino. Destacan Juan y Diego de Castillo: Santa María de Belem,
claustro de Alcobaça, y Filipo Terzi, con un estilo herreriano: San Vicente de
Lisboa, La Gracia de Évora.
España
En el siglo XVI España es la primera potencia mundial. Carlos V es el
emperador y Felipe II el rey con el reino más grande del mundo. La nueva
estética renacentista prende en España con fuerza, sobre todo en las
ciudades más dinámicas, como Sevilla, Madrid, Salamanca, Granada, Alcalá
de Henares, Valladolid, Barcelona, Valencia y Toledo. Todo ello gracias a la
masiva presencia de artistas italianos en la península, y los frecuentes
viajes de los artistas españoles a Italia. Gran parte de Italia pertenece a la
corona española. Además, se importan, o se copian, las mejores obras de
arte italianas y flamencas.
En España, el Renacimiento no fue visto como una ruptura con el mundo
medieval sino como su continuación natural. En arquitectura nos pervive el
estilo isabelino, que se transforma en plateresco. Distinguimos tres
periodos: plateresco, purismo y herreriano.
El primer período corresponde al plateresco, de tradición gótica y
mudéjar. Se caracteriza por sus fachadas, que se tratan como si fueran
retablos de plateros. Son característicos los paramentos almohadillados, las
columnas abalaustradas con capiteles corintios, las pilastras recubiertas de
una rica decoración con grutescos, los medallones con cabezas clásicas o de
fantasía y, los escudos colocados en las enjutas de los arcos y en los frisos.
Las bóvedas son, generalmente, de crucería, aunque también las hay de
cañón. Las claves de las bóvedas se decoran con medallones, escudos o
rosetones. Los edificios se rematan con cresterías o candelabros. La
decoración recubre por entero las superficies, sobre todo en el exterior.
Salamanca es el centro neurálgico en donde se encuentran el mayor
número, y de mejor calidad, de obras, pero existen tres escuelas: las de
Salamanca, Toledo y Burgos. Los arquitectos más importantes son Lorenzo
Vázquez: palacio de Medinaceli en Cogolludo, colegio de Santa Cruz en
Valladolid, Enrique Egas: hospital de Santa Cruz en Toledo, hospital Real en
Santiago, se le atribuye la portada de la Universidad de Salamanca, Alonso
de Covarrubias: catedral de Sigüenza, Francisco de Colonia: puerta de la
Pellejería en la catedral de Burgos, Diego de Siloé: escalera dorada de la
catedral de Burgos, Pedro Gumiel: vestíbulo de la Sala Capitular de la
catedral de Toledo, Juan de Álava: iglesia de San Esteban en Salamanca,
capilla mayor de la catedral de Plasencia, y Juan de Horozco: San Marcos de
León.
Hay una segunda etapa, en la segunda mitad del siglo XVI, que se
conoce como purismo. Se caracteriza por una mayor austeridad decorativa,
que se limita a algunos elementos concretos, generalmente de inspiración
clásica. Hay un cierto cansancio de la exuberancia decorativa. Además,
ahora se conoce mejor la arquitectura italiana y las formas clásicas. El
purismo se libera de los últimos convencionalismos góticos, para entrar en
el Renacimiento pleno. Se imponen los arcos de medio punto, los
almohadillados en los muros, y la decoración se reduce a las puertas y las
ventanas. Los edificios adquieren un aspecto más sereno, armónico y
equilibrado. Muchos de los arquitectos que destacaron en la etapa anterior
lo hacen en esta. Alonso de Covarrubias: fachada del alcázar de Toledo,
hospital de Tavera, puerta de la Bisagra, Rodrigo Gil de Hontañón: fachada
de la Universidad de Alcalá de Henares, palacio de Monterrey en
Salamanca, palacio de los Guzmanes en León. Pero el centro más
importante es Andalucía, donde se encuentran Diego Siloé: puerta del
Perdón de la catedral de Granada, Pedro Machuca: palacio de Carlos V en
Granada, que es el arquitecto más decididamente clásico, Andrés de
Vandelvira: catedrales de Jaén y Baeza, hospital de Santiago en Úbeda,
Martín de Gaínza: Capilla Real de la catedral de Sevilla, Pedro de Ibarra:
casa de las Muertes en Salamanca, y Diego de Riaño: Ayuntamiento de
Sevilla.
La tercera etapa corresponde al estilo herreriano o escurialense, que se
manifiesta en su mayor pureza en El Escorial. Coincide con el reinado de
Felipe II, que es su gran inspirador, ya que son sus indicaciones sobre El
Escorial lo que termina creando el estilo. El Escorial se inicia en 1563 y se
termina en 1584, con el propósito de ser la residencia del rey y el centro de
decisión política del imperio. Las obras comienzan bajo la dirección de Juan
Bautista de Toledo, pero muere en 1567 y será sustituido por Juan de
Herrera, el auténtico artífice de El Escorial y de quien recibe nombre el
estilo. El estilo se caracteriza por el predominio de los elementos
constructivos, la ausencia decorativa, las líneas rectas y los volúmenes
cúbicos. Dominan las formas geométricas simples, pirámides, cubos y
esferas. Y predomina la horizontalidad, rota únicamente por las torres de las
esquinas y las cúpulas de la basílica. Los tejados se cubren con pizarra, a la
manera flamenca. La planta asemeja a una parrilla, aunque en realidad está
formada por varios rectángulos. El centro del conjunto está ocupado por la
basílica, y formando el ábside de esta se encuentran las dependencias
reales. En la fachada predomina el muro sobre el vano, y está estructurada
en dos pisos. Es un edificio monumental que representa la grandeza del
Imperio español y de su rey. Esté será el arte oficial del reino. Todo esto
constituye una auténtica revolución en la arquitectura española, significa la
introducción de los postulados manieristas. Los arquitectos más
representativos son Juan de Herrera, que además reformó el alcázar de
Toledo y la plaza del Zocodover en Segovia, además de supervisar
numerosas obras en toda España; y Francisco de Mora que le sustituye
como arquitecto oficial cuando muere: San José de Ávila.
Escultura
El sentimiento clásico aparece en la escultura en pleno gótico. Son
precisamente las esculturas las obras de la antigüedad que mejor se han
conservado. La escultura renacentista se caracteriza por la proporción, la
simetría y el canon. Lo importante es la belleza, más que lo que representa,
por eso reaparecen los temas mitológicos. Estudia la anatomía a través del
desnudo y el retrato. Utiliza materiales nobles como el mármol y el bronce,
con los que se alcanza gran perfección. Amplia los temas, ya que se retrata
a individuos, y desaparece el sentido narrativo de la obra. Los protagonistas
son el hombre y la naturaleza. No se descuida el relieve, de tres tipos: alto,
medio y bajo, que se utilizan en la misma obra para dar sensación de
profundidad. Al igual que en las demás obras, el artista abandona el
anonimato. Se suelen hacer bustos, figuras de cuerpo entero, motivos
funerarios y estatuas ecuestres.
El Quattrocento es la época en la que triunfan hombre y la naturaleza.
Lorenzo Ghiberti es el escultor más importante, realiza las puertas del
baptisterio de Florencia. En «las puertas del paraíso», que dijera Miguel
Ángel, resuelve con originalidad el problema del espacio y la perspectiva,
fijando las técnicas clásicas. Otras obras suyas son San Juan Bautista y San
Mateo. En Florencia trabaja también Donato Niccolo, Donatello, el más
grande escultor del momento. Su contribución más importante la realiza en
el campo de la figura humana. Evoluciona desde la serenidad hacia un
realismo dramático. Representará todos los estados de ánimo. Su San Jorge
será la primera escultura de tamaño natural desde la antigüedad. En sus
obras utiliza un sistema de relieves planos que consiste en su multiplicación
para conseguir el efecto de profundidad. Sus obras emblemáticas son el
David, Los cuatro profetas, Magdalena y Gattamelata, que es su obra más
clásica, un retrato ecuestre que crea un modelo típico. También son grandes
escultores Jacobo della Quercia: fontana Gaia en Siena, San Petronio de
Bolonia, que realiza figuras de gran expresividad corporal; Luca della
Robbia: tabernáculo de Santa María de Novella, que destaca en el uso de la
cerámica vidriada; Andrea della Robbia: Abrazo de santo Domingo y San
Francisco; Andrea Verrochio: busto de Lorenzo de Medici, sepulcro de
Giovanni y Pietro de Medici; Antonio Jacobo Pollaiuolo: sepulcros de Sixto IV
e Inocencio VII en el Vaticano.
En el Cinquecento destaca sobre todas la figura de Miguel Ángel
Buonarroti, el gran escultor del Renacimiento, tanto por su técnica como por
su fuerte personalidad. Es el prototipo universal del escultor, capaz de
plasmar cualquier sentimiento, desde el lirismo al dramatismo, incompatible
con la serenidad renacentista. Estudia los problemas de movimiento y
composición. Utiliza grandes bloques de mármol. Exalta por igual la fuerza
física y la espiritual. Hace un extraordinario estudio de la anatomía humana,
hasta llegar al hiperrealismo. Entre las obras más representativas
encontramos: La piedad en el Vaticano, el David en Florencia, una figura de
gran tensión, el Moisés, una figura gigantesca y un tanto expresionista
plenamente manierista, el sepulcro de los Medici y multitud de esculturas
inconclusas. Otros escultores de este periodo son Gian Francesco Rustici:
Predicación de san Juan Bautista, y Sansovino: Bautismo de Jesús.
Las últimas obras de Miguel Ángel pertenecen al manierismo, momento
en el que se exageran las actitudes y se llega al colosalismo de las figuras.
Otros escultores manieristas son Benvenuto Cellini: Perseo, Ninfa de
Fontainebleau, Baccio Bandellini: Hércules dominando a Caco, Juan de
Bolonia: fuente de Neptuno en Bolonia, de formación francesa, y Leone
Leoni: monumentos funerarios de Carlos V y Felipe II, retablo principal de El
Escorial.
La influencia fuera de Italia
En Europa se difunden los modelos italianos del pleno manierismo,
principalmente como elemento decorativo en tumbas y sarcófagos. Destaca
la escuela de Fontainebleau en Francia, con figuras como los italianos Guido
Mazzoni: sepulcro de Carlos VIII y Giovanni Giusti: sepulcros de Luis XII y
Ana de Bretaña; además de franceses como Jean Goujon: tribuna de las
Cariátides, fuente de los Inocentes, Pierre Bontemps: sepulcro de Francisco
I, y Germain Pilón: iglesia de San Francisco en París.
En Alemania, a pesar de la persistencia del gótico, destacan las figuras
de Peter Vischer, el Viejo: sepulcro del arzobispo Ernesto de Sajonia, y Adolf
Daucher: capilla de los Fúgger.
En Inglaterra, el anglicanismo no favorece la representación icónica, sin
embargo aquí trabaja el italiano Pietro Torrigiani: tumbas de Enrique VII,
Isabel de York y Margarita Richmond.
En los Países Bajos perdura con fuerza la estética gótica. Destacan
escultores como Jacques Dubroeucq: trascoro de San Waudru en Mons, Jean
Mone: retablo de San Martín de Hal, y Cornelis Floris: sepulcro de Alberto I
de Prusia en Koenigsberg.
España
La escultura renacentista en España se caracteriza por su religiosidad
expresiva y realista. Dominan los retablos, que alcanzan gran perfección, las
sillerías, la imaginería y la escultura funeraria. Se utiliza la madera
policromada, con la técnica del estofado. Conserva su función didáctica. En
España trabajan numerosos artistas extranjeros, sobre todo italianos y
flamencos. Se trata de una escultura manierista con mucho movimiento y
expresividad, hasta llegar al patetismo.
Los artistas italianos más destacados que trabajaron en España fueron
Benvenuto Cellini: Crucificado, en El Escorial, Leone Leoni: monumentos
funerarios de Carlos V y Felipe II, retablo principal de El Escorial, Pompeo
Leoni: estatua orante de doña Juana de Austria, Doménico Fancelli: sepulcro
del príncipe don Juan, Pietro Torrigiani: San Jerónimo en Sevilla, y Jacobo
L’Indaco: catedral de Murcia y Santo Entierro en Granada. Generalmente
llegaron a España para trabajar en El Escorial.
En España nos encontramos con cinco escuelas. Las figuras más
representativas son; en la escuela de Burgos; Diego de Siloé, de formación
italiana: sepulcro del obispo Acuña, y Bartolomé Ordóñez, también de
formación italiana: sepulcros de los reyes Felipe I, Juana y del cardenal
Cisneros. En la escuela de Palencia; Juan de Valmaseda: retablo de la
catedral de Palencia, y Vasco de la Zarza: sepulcros de don Alonso de
Madrigal y don Alonso Carrillo de Albornoz. En la escuela de Valladolid;
Alonso Berruguete: retablos de San Benito el Real, la capilla Real de
Granada y el sepulcro del cardenal de Tavera, Juan de Juni: Virgen de las
Angustias, retablo de la Antigua en Valladolid, Gaspar Becerra: retablo de la
catedral de Astorga y Francisco Giralte: retablo mayor, y sus sepulcros, de
la capilla del Obispo en Madrid. En la escuela de la Corona de Aragón; Gil
Morales el Viejo, Gabriel Joly, Juan de Moreto, Pedro Moreto: trascoro de la
Seo, Juan de Anchieta: retablo de la Trinidad en Jaca, Juan de Salas: coro de
la catedral de Palma de Mallorca, y Damián Forment: retablo de la catedral
del Pilar en Zaragoza. Y en la escuela andaluza y murciana, además de
Diego de Siloé, trabajan Jerónimo Quijano y Juan Giralte.
Pintura
La pintura es lo más innovador del arte del Renacimiento, puesto que no
se conocen los modelos clásicos. Se inventa una perspectiva tridimensional,
se crea la perspectiva aérea con el sfumato, y se pinta sobre todo tipo de
superficies. La perspectiva, la composición, el color y la luz son los
elementos que centran las preocupaciones formales.
El Quattrocento destaca por su observación de la naturaleza y el paisaje,
la plasmación del movimiento y la ampliación de los temas. Aparece el
desnudo, el cuerpo humano se representa en sus proporciones correctas.
El centro más importante es Florencia, en donde trabajan, entre otros
pintores menos conocidos, fray Angélico, que es uno de los pintores más
importantes. Es el campeón de la doctrina tomista, oficial. Destaca por sus
paisajes y su sentido compositivo: La Anunciación, El descendimiento de la
cruz, La coronación de la Virgen por su hijo y La Virgen entronizada con el
Niño; Masolino de Panicale, aún con tendencias góticas: San Juan
bautizando a Cristo, Pecado original, La expulsión del paraíso; Tomaso
Masaccio trabaja en Florencia en la búsqueda de las proporciones y la
perspectiva. Sus obras tienen un profundo sentido humano: Crucifixión,
frescos de la capilla Brancacci en Florencia. Paolo Ucello es otro de los
grandes pintores. Destaca por el carácter geométrico y el dominio de la
perspectiva en sus cuadros: San Jorge y el dragón, Diluvio, Milagro de la
Hostia profanada; fray Fillippo Lippi: Coronación de la Virgen, Nacimiento.
Andrea Castagno evoca el clasicismo con las arquitecturas en sus obras: La
cena, Sibilas y varones Ilustres. Piero della Francesca utiliza la luz como
elemento de configuración espacial a través de la gradación tonal, sus
figuras son escultóricas: La Virgen de la misericordia, El Nacimiento, La
Resurrección, retratos del condotiero Federico de Montefeltro y de Batista
Sforza. Sandro Botticelli es el pintor más famoso de la época. Tiene una
marcada tendencia al arabesco, la línea ondulante y el dibujo. Utiliza
modelos religiosos, paganizándolos según la filosofía platónica. El
nacimiento de Venus es su obra más representativa, pero también pinta
entre otras muchas obras La Virgen de la granada, La Virgen del magníficat,
La adoración de los Reyes Magos, La primavera, o el retrato de Lorenzo el
Magnífico. Y Fillippino Lippi nos ofrece temas casi exclusivamente religiosos,
como La aparición de la Virgen a san Bernardo, San Pedro y san Pablo ante
Nerón o La crucifixión de san Pedro.Otros pintores son Benozzo Gozzoli,
Luca Signorelli: Educación de Pan, Andrea Verrochio: El bautismo de Cristo,
Doménico di Tomaso Bigordi (Ghirlandaio), Pietro Vannucci y Bernardino di
Betto.
En Venecia se desarrolla una escuela que anuncia el barroco. En contra
de lo que pasa en Roma, esta escuela se fijará en los detalles
insignificantes. Aquí destaca Giovanni Bellini, con un profundo sentido del
color, ya que utiliza la técnica del óleo. Sus paisajes son evocadores:
Oración del huerto, La fiesta de Baco. También destacan Jacobo Bellini:
Milagro de Santa Cruz, Vittore Carpaccio: Vida de santa Úrsula, y Antonello
de Messina: Retrato de un Desconocido. Otros centros menores son Siena:
Francesco di Giorgio Martini; y Padua: Francesco Squarcione, Andrea
Mantegna y Vicenzo Foppa.
El Cinquecento es la edad de oro del Renacimiento. En los cuadros
aparecen diferentes motivos, pero el principal se encuentra en primer plano,
lo anecdótico desaparece, las arquitecturas se reducen al mínimo. Se rinde
culto a la belleza. El arte de componer consiste en la ordenación de unas
pocas masas dentro de esquemas geométricos sencillos. Hay una cierta
distorsión del lenguaje clásico, se utiliza el escorzo y la desproporción. Se
valora la luz en el sfumato, una técnica en la que se confunden figura y
fondo. Destacan los pintores como Leonardo da Vinci y el ideal humanista
que representa; es uno de los más grandes pintores del arte universal. Entre
la muchas grandes obras de Leonardo destacan: La Virgen de las rocas, La
Virgen y el Niño, La última cena, La adoración de los pastores y La
Gioconda. Rafael Sanzio, que representa la perfección clasicista por su
identificación ética y estética, y su armonía. Es un gran dibujante y fija el
tipo iconográfico de Virgen con el Niño. De Rafael destacan obras como: El
sueño del caballero, Las tres Gracias, La Madona del jilguero, La Virgen del
gran duque, El descendimiento de la cruz, El triunfo de Galatea, Historia de
Psiquis, La Madona de san Sixto y grandes retratos como los de Julio II, León
X y El Cardenal. Miguel Ángel Buonarroti destaca, como en todo, pero con
un lenguaje más manierista. Pinta el conjunto de la Capilla Sixtina, con La
creación, La separación de la luz y las tinieblas, La expulsión del paraíso y El
juicio final, su gran obra, pero también: La Sagrada Familia, Cristo
crucificado y Nuestra Señora de Brujas. Sus figuras tienen un aspecto
escultórico y monumental, adoptan posiciones difíciles y desequilibradas en
escorzo y movimiento, que ofrecen soluciones nuevas al problema de la
perspectiva. Miguel Ángel está a caballo entre la estética clásica y la
manierista.
Pero no sólo en Roma hay grandes pintores. Otro gran centro se sitúa en
Venecia. En la escuela de Venecia destacan Giorgio de Castelfranco,
Giorgione, trabaja en Venecia, en un ambiente burgués que refleja en sus
cuadros, con la ropa lujosa y los ambientes domésticos. Utiliza elementos
atmosféricos y contrastes marcados de luces y sombras. Entre sus obras
destacan, Tres filósofos, La tempestad se acerca, El juicio de Salomón,
Venus dormida, Concierto campestre y La Virgen de las cerezas. Tiziano
Vellecio es otro de los grandes pintores del período, y el más celebrado en
todas las cortes reales. Toca todos los temas, incluso el desnudo femenino,
La Venus de Urbino, Danae recibiendo la lluvia de oro, Venus y el amor y los
retratos de Alfonso de Ferrara, Hipólito de Medici, el Marqués de Mantua,
Carlos V, Felipe II y un Autorretrato. Su obra es ingente, y en ella se
encuentran todos los estilos, ya que llegó a vivir cien años. Paolo Caliari, el
Veronés que también reflejará el lujo veneciano. Sus cuadros presentan una
profunda sensación escenográfica. Emplea gamas frías y cultiva,
principalmente, temas religiosos, Jesús en las bodas de Canaán, Coronación
de la Virgen, Comida en la casa de Simón, El hallazgo de Moisés en las
aguas, Venus y Adonis. Jacobo Robusti, Tintoretto se caracteriza por el
tratamiento anatómico y las posturas forzadas, las figuras alargadas y los
contrastes de luces y sombras. Pinta muchos cuadros religiosos, El
lavatorio, Adán y Eva, Adoración del becerro de oro, Milagro de san Marcos,
Antonio y Andrea, Autorretrato. Otros pintores venecianos son Jacobo
Bassano: La vendimia, Palma el Viejo (Jacobo Negreti): La adoración de los
pastores, Academia, París Bordone: Diana y sus ninfas, Alessandro Moreto:
Jesús en el desierto, Sebastiano del Piombo: Jesús con la cruz a cuestas, y
Lorenzo Lotto: Micer Masilio y su esposa.
Otro gran centro se sitúa el Florencia, donde trabajan Antonio Allegri, el
Correggio. Este es el pintor más destacado, que trabaja en Parma, y se
caracteriza por la sensualidad y la gracia, y los temas mitológicos y
alegóricos: Cacería de Diana, Cristo transfigurado, La asunción de la Virgen,
Virgen con el Niño, Io, Danae y Antílope, Gamínedes. También destacaron
fray Bartolomeo della Porta: retrato de Lucrecia de Fede, y Andrea del Sarto:
Madona de las arpías.
El manierismo presenta un lenguaje más complejo, de colores
decorativos y un tanto anticlásico. El pintor manierista más importante fue
Miguel Ángel, pero destacaron otros, como Jacobo Carrucci, Pontormo: El
santo entierro, Ángelo Cosimo, Bronzino, retratos de Alejandro de Medici, el
Duque de Urbino y Cosme I, Francesco María Mazzola, Parmigianino:
Madona del cuello largo, y Camilo Bocaccino, entre otros.
La influencia fuera de Italia
En Europa destaca Francia, donde trabajan Leonardo da Vinci y Andrea
del Sarto, que crea la escuela de Fontainebleau. Sin embargo, los pintores
franceses tienen muchos convencionalismos góticos. Jean Cousin, Juicio
final, Jean Clouet, retratos, como los de Francisco I o Carlos IX y Dama del
baño, Antoine Carón: Augusto y Sibila, y Corneille de Lyon, retrato del
Duque de Montpensier. Sin embargo, aquí trabajan Leonardo da Vinci, La
Gioconda, Andrea del Sarto, La caridad, Francesco Primaticcio y Giovanni
Rosso.
En los Países Bajos se sigue notando la influencia flamenca. Hieronymus
van Aeken, el Bosco cierra la última fase del gótico e inicia el Renacimiento.
Destacan Joachim Patinir: Paisaje con la huida a Egipto, Quintín Metsys:
italiano, Velo de santa Verónica, Viejo enamorado, Marius van Reymerswale:
Los cambistas, Jan Gossaert: Adoración de los Reyes Magos, Bernard van
Orley: Virtud de la paciencia, Peter Brueghel, el Viejo: El empadronamiento
en Belén, El triunfo de la muerte, y Antonio Moro: retrato del Duque de Alba,
entre otros muchísimos pintores de calidad.
En Alemania el protestantismo tiene una etapa de cierto rechazo
iconográfico, y continúa el gótico internacional, aunque destaca la figura de
Alberto Durero, que se sitúa entre lo flamenco y lo italiano, San Juan y san
Pedro, Adán y Eva, San Jerónimo en su celda, Martirio de los diez mil
cristianos, Autorretrato. Otros pintores son Matías Griunewald: Tentación de
san Antonio, Hans Holbein, el Joven: retratos de Enrique VIII, Erasmo yde
Nicolás Kartzer, Lucas Cranach: Adán y Eva, El descanso de Diana, Conrad
Witz: La pesca milagrosa, Stephan Lochner: La Virgen de la rosaleda.
España
España está profundamente influida por lo italiano. Los pintores viajan a
Italia. Podemos distinguir tres escuelas: la valenciana, la andaluza y la
castellana.
En la escuela valenciana destacan pintores como Vicente Masip:
Bautismo de Cristo, y Juan de Juanes: San Esteban, Inmaculada Concepción,
La cena. Esta escuela es la que antes adopta la estética italiana.
En la escuela andaluza destacaron Pedro de Campaña, de origen
holandés: Descendimiento, Luis de Vargas: retablo de La generación
terrestre de Cristo, Pedro Machuca, conocido arquitecto: Madona del
sufragio, y Luis de Morales: Ecce Homo, Virgen con el Niño, que en realidad
trabaja en Badajoz. Esta escuela se centra en torno a Sevilla, la ciudad más
grande de España y el puerto de América.
En la escuela castellana destacan pintores como Pedro Berruguete, con
sus fondos dorados y su detallismo; murales de la capilla de San Pedro en la
catedral de Toledo, Juan de Borgoña, de influencia flamenca, sala capitular
de la catedral de Toledo, Alonso Sánchez Coello con su frío distanciamiento,
pintor de la Corte: Joven desconocida, Juan Fernández de Navarrete, el
Mudo, influenciado por Tiziano, con sus efectos dramáticos: El bautismo de
Cristo, El martirio de Santiago, Juan Pantoja Cruz: que trabajó en El Escorial,
Gaspar Becerra y Antonio Moro.
Pero el pintor más genial del momento es Domenicos Theotocopoulos, el
Greco, con sus figuras alargadas, sus imágenes dramáticas, su color
luminoso, luz y color, y el espacio antinatural y sin perspectiva, plenamente
manierista. Será el primer paladín de la contrarreforma: Los mercaderes
expulsados del templo, El martirio de san Mauricio, El caballero de la mano
en el pecho, El entierro del conde de Orgaz, Pentecostés, entre otras
muchas obra

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