Está en la página 1de 4

Los siglos XIV y XV son periodos de hambrunas, pestes, guerras y crisis económica.

El
Renacimiento nace en este contexto en Florencia y ello se debe a la expansión del
comercio, que hizo surgir una clase social: la burguesía, la prosperidad de las ciudades
italianas, la aparición de los mecenas y la invención de la imprenta, que facilitó la difusión
del humanismo.

El Renacimiento italiano se divide en dos etapas: Quattrocento (siglo XV) –etapa de


indagación y experimentación del nuevo arte en la Florencia de los Médicis–; y
Cinquecento (siglo XVI) –etapa de difusión del Renacimiento al resto de Europa desde
Roma–. El Cinquecento a su vez se divide en el periodo del clasicismo –el arte alcanza el
equilibrio y la perfección–, y el del manierismo –la visión del Renacimiento se deteriora por
la crisis de la cristiandad y las guerras entre España y Francia por el control de Italia–.

El Renacimiento se caracteriza por el interés por el mundo clásico, la exaltación de la


naturaleza –idealizada–, una visión antropocéntrica del mundo –el hombre es el centro
de todo– y el sometimiento del arte a las matemáticas.

ARQUITECTURA
Quattrocento
Los arquitectos de esta época rechazaron el arte gótico y se dedicaron al estudio del mundo
clásico centrándose en el Tratado de Vitruvio. El resultado fue una reinterpretación del arte
clásico ajustándose al ideal de belleza clásica, basada en la armonía, orden y proporción,
mediante el empleo de un módulo que determinaba las diferentes medidas de un edificio.

Con el Renacimiento se recuperaron los elementos arquitectónicos clásicos como los arcos
de medio punto, las órdenes clásicas (dórico, jónico y corintio), la bóveda de medio cañón
con casetones, y las cúpulas como la del Panteón romano. En este periodo se estableció la
diferencia entre proyecto y ejecución de la obra.

Los dos máximos exponentes de la arquitectura renacentista del Quattrocento fueron


Brunelleschi, iniciador del estilo, descubrió la perspectiva cónica y la aplicó al Palacio de la
Signoria de Florencia; y Alberti, cuyo aporte más importante fue su tratado de arquitectura
–De re aedificatoria– inspirado en Vitruvio y que proponía una estética basada en los
modelos clásicos y las reglas matemáticas. Obras: La Cúpula de Santa María de las Flores
y la Iglesia de San Lorenzo.

Cinquecento
En el siglo XVI, Roma relevó a Florencia como principal centro artístico. Artistas del
clasicismo como Bramante, el artista más representativo de la sobriedad clásica, y Palladio,
el arquitecto más clasicista de este periodo que publicó Los cuatro libros de la
arquitectura; otros como Michelangelo, el iniciador del manierismo y uno de los mejores
artistas de la historia que dominó las tres artes aunque se consideraba sólo escultor,
participó en ambas etapas y, por último, Vignola, también manierista, escribió Regla de las
cinco órdenes de la arquitectura. Como obras, están Villa Rotonda e Iglesia de Gesù.

La arquitectura clasicista, en comparación con la del Quattrocento, se hizo más monumental


y sobria en lo decorativo, y optaba por la planta centralizada con cúpula en los edificios
religiosos. Pero a partir del manierismo (1520), el arquitecto rechaza la norma y la belleza
subjetiva. La armonía, el orden y la proporción cedieron el paso a la libre yuxtaposición de
los elementos arquitectónicos.

No obstante, los templos y edificios públicos se apartaron menos de la sobriedad y equilibrio


clásicos; mientras que en los palacios y villas privadas se experimentaban con frecuencia
formas lúdicas y efectistas. Destacaba el jardín manierista, como conjunto escenográfico
(juegos de agua, laberintos, grutas artificiales).

ESCULTURA
Quattrocento
La abundancia en Italia de restos escultóricos clásicos fue la fuente de inspiración de los
renacentistas. La escultura del Quattrocento no representó una ruptura con la tradición
artística anterior tan clara como la que se produjo en la arquitectura. La escultura del
Quattrocento se caracteriza por su importancia de la perfección de las formas, la figura
humana ajustado a un sistema de proporciones como motivo principal, la recuperación del
desnudo, el retrato o la estatua ecuestre (como la de Marco Antonio), el empleo de la
perspectiva en el relieve y la preferencia por el mármol y el bronce.

Florencia fue también la cuna del Renacimiento en escultura y sus dos artistas más
significativos a principios del siglo XV fueron Ghiberti, que escribió Comentarios
reivindicando la óptica y el sistema de proporciones como base científica del arte y que,
además, inventó el schiacciato para dar profundidad y perspectiva; y Donatello, el escultor
más importante de este periodo cuyo motivo central era la representación del hombre en
todas sus edades y actitudes. Como obras, las Puertas del Paraíso y el David.

Cinquecento
La escultura del Cinquecento se inclinó preferentemente por la figura humana desnuda.
Como en la arquitectura, la escultura clasicista buscaba más la grandiosidad que el detalle
ornamental, y la escultura manierista se decantó por lo novedoso y sorprendente.

La figura indiscutible de este periodo fue Miguel Ángel, cuya obra partió de planteamientos
clasicistas para culminar en un estilo personal independiente de cualquier norma. Se le
puede considerar como iniciador del manierismo. Como obras suyas, encontramos la
Piedad del Vaticano, el David, y el Moisés.
PINTURA
Quattrocento
En el Quattrocento, el objetivo era reproducir el mundo real tal y como lo perciben nuestros
ojos mediante la correcta representación de la figura humana, el uso de la luz para el
volumen y el espacio, la representación científica del espacio tridimensional que da lugar a
la perspectiva lineal.

Respecto a las técnicas empleadas, se mantuvo la pintura mural al fresco, así como la
pintura de caballete sobre tabla, al temple y al óleo. En la iconografía, a los temas religiosos
se añadieron cada vez más temas profanos o mitológicos.

A diferencia de la arquitectura y la escultura, los pintores no tenían un referente clásico en la


pintura. Florencia fue también el principal centro artístico en la pintura, con artistas
innovadores como Masaccio – el iniciador de la pintura renacentista–, con una producción
de gran calidad como la Trinidad, y Piero della Francesca, cuya obra a destacar es
Madonna del duque de Urbino. Otros más conservadores fueron Fra Angelico, quien
combinó la elegancia decorativa del gótico con el realismo florentino, que realizó la pintura
de la Anunciación; y Mantegna con su Cristo muerto en el que se emplea el escorzo. Por
último, el estilo de Botticelli se definió como ‘neogoticismo’: se despreocupó de la
perspectiva y las proporciones, sus figuras son estilizadas y curvilíneas, y tiene un acusado
gusto por lo decorativo y la delicada belleza. De sus obras destacan El Nacimiento de
Venus y La Primavera.

Cinquecento
Los pintores del siglo XVI mostraron más interés por el contenido temático. Representan a
los personajes con más naturalidad, consiguiendo una perfecta integración de figuras y
fondos. Desde los años 20 comenzó el manierismo y se recurrió a procedimientos
artificiosos como la alteración de las proporciones anatómicas, los juegos de luces o las
composiciones recargadas.

En cuanto a los autores, da Vinci era un hombre de gran talento en diversos campos de la
ciencia pero su fama se debe a sus dotes como pintor y su creación de la Mona Lisa
empleando la perspectiva aérea. A Rafael, por su parte, se le conoce por su talento en la
pintura. Como obra suya destaca la Escuela de Atenas. Y, por último y no menos
importante, Miguel Ángel, un genio creador del arte. Su mayor obra pictórica son las
pinturas de la bóveda de la Capilla Sixtina por encargo del Papa Julio II.
ESCUELA DE VENECIA
Desde finales del siglo XV y a lo largo del siglo XVI surgió la escuela veneciana, que
convirtió a Venecia en el segundo centró artístico tras Roma. Se caracteriza por: predominio
del color sobre la línea; el paisaje se trata con gran lirismo; representación de la riqueza y el
lujo con temas mitológicos o profanos.

Como autores de esta escuela encontramos en primer lugar a Giorgione, el iniciador de la


pintura veneciana, con obras de calidad y carácter innovador como la Tempestad. Tiziano,
por su parte, cultivó sobre todo retratos como los de Carlos V y Felipe II. De él, destacamos
la Venus de Urbino. Tintoretto, por otro lado, fue el mejor representante del manierismo en
Venecia aunando el dibujo de Miguel Ángel y el colorido de Tiziano. Una de sus obras más
reconocidas es La última cena. Por último, Veronés es el pintor que mejor representa el lujo
y la riqueza de Venecia y estaba más próximo al clasicismo de Tiziano. Como obra suya
están Las bodas de Caná.

También podría gustarte