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EVOLUCIÓN DE LA PINTURA RENACENTISTA ITALIANA: SIGLO XV: MASACCIO, FRA ANGELICO, PIERO
DELLA FRANCESCA Y BOTICELLI.
En los inicios de la pintura renacentista italiana del Quattrocento destaca la figura de Masaccio, admirador de Giotto.
Puede decirse que el gran descubrimiento de Masaccio fue el espacio vacío, en el que las figuras adquieren volumen y
cuerpo, moviéndose con naturalidad. Trabajó el fresco, como vemos en la Trinidad, donde aplica las reglas de la
perspectiva, logrando una profundidad insólita al reproducir un espacio arquitectónico en el propio cuadro, lo que se
conoce como trampantojo. Otra de sus obras importantes son los frescos de la Capilla Brancacci, en la que se narran
diversas historias religiosas, entre las que destaca El tributo de la moneda y La expulsión del Paraíso.
Fra Angelico, fraile dominico, utilizó su arte como instrumento didáctico. Aunque sus pinturas tienen elementos
apegados al Gótico internacional, como el uso de los tonos dorados, su conocimiento del espacio y la luz lo definen como
un pintor renacentista. Fra Angelico se interesó por los volúmenes, la proporción y la Naturaleza, rasgos patentes en obras
como la Anunciación.
Paolo Uccello es uno de los autores renacentistas más interesados por la perspectiva, la profundidad y el movimiento. En
La batalla de San Romano, observamos estas características en las figuras de los caballos y los caballeros, que se
mantienen en difíciles escorzos, o en las lanzas, que conforman un espacio visual en movimiento donde utiliza colores de
manera arbitraria.
Más importante es Piero della Francesca, autor de un tratado sobre la perspectiva donde simplifica las formas a lo
esencial, a lo geométrico. La perfección matemática y la luminosidad fría de los colores pálidos y suaves caracterizan su
obra. Entre ellas destacan la Flagelación de Cristo, donde Cristo queda relegado a un segundo plano, el retrato de
Federico de Montefeltro y su esposa, las Historias de la Vera Cruz y sus Madonnas.
Sandro Botticelli fue un pintor cuya obra, de exquisita sensibilidad y delicadeza, en la que emplea el contorno como
medio de expresión de sus emociones, está fuertemente influenciada por el idealismo neoplatónico. En sus obras, por ello,
prefirió la belleza ideal antes que el fiel reflejo de la realidad y tratará el tema mitológico de manera alegórica. Entre sus
cuadros más célebres encontramos La Primavera y el Nacimiento de Venus, en las que representa a Venus casta,
utilizando como modelo a su musa Simonetta Vespucci.
La obra de Andrea Mantegna destila grandiosidad por sus efectos tridimensionales gracias al empleo de la perspectiva y
la maestría en la disposición de los fondos arquitectónicos, así como el aspecto majestuoso, casi escultórico, de sus
figuras. Entre sus obras más importantes debemos destacar El tránsito de la Virgen, el San Sebastián y el Cristo muerto,
donde el violento escorzo imprime un profundo dramatismo, mostrando al espectador los estigmas y heridas de Cristo.
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