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Autor: M. A.

Spivacow
CAPÍTULO 9: LAS RELACIONES EXTRAMATRIMONIALES EN LA TERAPIA DE PAREJA. “INFIDELIDAD”

UNA VIEJA INSITUCIÓN

Las relaciones extramatrimoniales constituyen una vieja institución. A lo largo de la historia existieron relaciones
extramatrimoniales. No es fácil, seguramente, que un molde institucional regule sin fisuras lo pulsional en hombres y
mujeres. Las relaciones extramatrimoniales son una vieja “contrainstitución”, tan vieja como el matrimonio.

Muy posiblemente sea un tema explosivo y con fuertes investiduras. Las apariencias engañan y el manejo clínico de
las sesiones en las que se habla de relaciones con terceros/as es complejo, resbaladizo y siempre, difícil.

TERMINOLOGÍA Y SIGNIFICADOS

Es más adecuado pensar en términos de “relaciones extramatrimoniales” que en términos de “infidelidad”. La 1


palabra “infidelidad” está cargada de connotaciones morales que no predisponen a un punto de vista psicoanalítico.
Los pacientes sí hablarán de “infidelidad”, ya que entre ellos ha habido pactos explícitos de exclusividad que han sido
violados.

Las aventuras amorosas tienen diferentes significados en cada situación. Los motivos individuales y vinculares de las
aventuras extramatrimoniales son infinitos.

CUANDO SE CONFIGURA UNA SITUACIÓN TRAUMÁTICA

En nuestra cultura, la pareja hace al ser, al tener y al pertenecer, y muchas personas al saber de la relación paralela
sienten que no son lo que creían ser, no tienen lo que creían tener y no pertenecen socialmente al grupo al que
creían pertenecer. Se configura así una situación traumática que explica los diálogos repetitivos y estereotipados que
aparecen en sesión.

El cuerpo del partenaire sr vive como una propiedad, una extensión del propio yo. La injuria narcisista es, por ende,
enorme y la cultura occidental lo avala.

LA VIOLENCIA ES UN PELIGRO SIEMPRE PRESENTE

No debe extrañar que las sesiones en las que se habla de relaciones con terceros estén muy cargadas de violencia, ni
que esto influya de formas múltiples e inconscientes en el analista, que, en general, intenta evitar la violencia. La
cuestión es clínicamente de difícil abordaje.

Debe prestarse mucha atención a la activación que produce el material de los partenaires de problemáticas
inconscientes en el analista. Es difícil no tomar partido por uno o por otro miebro de la pareja, no identificarse con el
del propio género.

FREU Y LAS RELACIONES EXTRAMATRIMONIALES

La idea que propone Freud es que las corrientes sensual y de ternura suelen estar muchas veces disociadas, y que el
hombre no logra tener una satisfacción plena en la mujer por la que siente ternura. En la mujer, al ser el marido un
objeto permitido, la mayor satisfacción queda reservada a la de los objetos extramatrimoniales prohibidos. La
relación del amante y su objeto es una relación que luego de cierto tiempo produce aburrimiento y necesidad de
cambio.

Freud no considera que el mantenimiento de relaciones exclusivas con un único objeto sea la manera más
placentera de organizar la vida sexual ni para hombres ni para mujeres. Por otra parte, la imagen que Freud dio de sí
mismo fue la de un padre de familia fiel (aunque se cree que engañaba a su esposa con su cuñada que vivía con ellos
en el mismo hogar). Lacan exhibía otra imagen, y le reprocha a Freud una “exigencia” de monogamia, con todo lo
que de superyoico cabe en la palabra “exigencia”.
En las relaciones extramatrimoniales no se trata únicamente de un mandaro de la cultura, sino de cómo se piensa el
amor entre hombre y mujer.

EVALUACIÓN DE LA HOSTILIDAD

Es difícil evaluar cuándo las relaciones paralelas vehiculizan modos de goce sádico u hostilidades de otro tenor.
Cuando se piensa que la relación con un tercero/a conlleva hostilidad hacia la pareja oficial, debe distinguirse si esta
radica en el hecho de tener la relación extramatrimonial o en el hecho de hacérselo saber agresivamente al otro/a.

En ocasiones, el que se considera traicionado puede utilizar el hecho para martirizar al conyugue. El comportamiento
puede justificarse como un intento de protección ante la posibilidad de ser ofendido nuevamente, y aun exhibir el
agregado de una fórmula de inimputabilidad (“lo que yo hago es nada comparado con lo que vos me hiciste”).

En algunas parejas, después de que el otro se enteró de la aventura, tuvieron una relación sexual como nunca antes
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la habían tenido.

EQUILIBRIOS QUE EL ANALISTA NO DEBE DESCALIBRAR

Hay parejas en las cuales estas relaciones paralelas están estipuladas inconscientemente, pero conscientemente son
desconocidas. El analista debe tener esto presente para no descalibrar con intervenciones “reveladoras” equilibrios
sobre los cuales los pacientes no están pidiendo una intervención, aunque el tema se insinúe en sesión. Cuando este
tipo de temáticas están veladas con relativo éxito en la pareja, es excepcional que el analista deba intervenir.

LA SINCERIDAD Y LA FRANQUEZA

Algunos matrimonios dicen que la revelación de la aventura les resultó positiva. Muchas otras personas no pueden
elaborar esta clase de información o trauma. También están los que no quieren saber.

Hay sesiones en las que luego de conocerse una aventura extramatrimonial, uno de los miembros acosa
desesperadamente al otro para saber “toda la verdad”. Entre la culpa de uno y el acoso del otro, el analista se
encuentra frente al peligro de un “sincericidio” que conviene evitar o postergar. Los detalles caen muy mal y agregan
traumas. Algunos, en una posición infantil, ignoran que hay confesiones que hacen un daño innecesario y de las que
no pueden volverse atrás.

EL MEJOR ARREGLO POSIBLE

Las relaciones extramatrimoniales en muchas situaciones parecen ser el mejor arreglo posible.

LAS DIFERENTES NECESIDADES SEXUALES

Hay casos de sexo extramatrimonial que ocurren debido a diferencias muy marcadas en las necesidades sexuales de
los dos conyugues. Hay individuos que buscan relaciones sexuales con otros, incluso cuando dicen estar bastante
satisfechos de la relación sexual con su pareja matrimonial. Lo que ellos plantean ubica la cuestión en un nivel casi
biológico: están satisfechos con el otro/a pero les queda un remanente de avidez sexual que el partenaire no está
disponible para satisfacer.

EN QUE CONSISTE LA TRAICIÓN

En algunas parejas ambos tienen aventuras con terceros, pero las mantienen exclusivamente sobre bases sexuales, y
lo que sería percibido como deslealtad y/o infidelidad al compañero es una unión emocional profunda con otro/a.
LOS CAMBIOS EN LA SOCIEDAD

El lugar de las relaciones extramatrimoniales está cambiando en la sociedad actual. Mientras las legislaciones
vigentes suelen condenarlas en las mujeres y permitirlas en los hombres, el lugar de la mujer y estructura familiar
actual no se condice con estas legislaciones anacrónicas. Los cambios hacen que el analista deba indagar
adecuadamente cuál es el universo de valores con que los pacientes se manejan en lo consciente.

CAPÍTULO 10: VIOLENCIA EMOCIONAL EN LA PAREJA

Según el tipo de violencia, los modos de abordar la problemática son diferentes en la clínica. El hecho de que nunca 3
se traspase el límite de la agresión verbal permite mantenerse dentro de un enfoque dirigido al conocimiento de los
funcionamientos psíquicos de ambos. Por el contrario, cuando se llega al ataque físico, es perentorio evaluar la
pertinencia de abordajes que incluyan intervenciones directivas o de otra índole dirigidas a evitar de manera
prioritaria la violencia material.

Cuando la violencia es solo verbal, el trabajo clínico oscila entre intentar disminuir e nivel de destructividad, que es l
inmediatamente urgente, y analizar los dinamismos que generan la violencia.

MODOS DE PRESENTACIÓN

Una primera característica es que ambos miembros suelen desmentir la propia violencia y simultáneamente
denunciar la del partenaire.

Es frecuente que las batallas verbales en sesión salten de un tema a otro. A poco de comenzar ya nadie sabe qué se
discuten y el analista tiene delante de sí una suerte de catarata confusional en la que lo único claro es el objetivo de
destruir al interlocutor. En casos más habituales, se trata de técnicas preconscientes estereotipadas y previsibles en
las que se pasa de un tema al otro para aplastar al enemigo utilizando un discurso que enumera un delito tras otro
del partenaire.

Las peleas adquieren en ocasiones la forma de un “vale todo verbal” en el que cada uno se permite a sí mismo decir
cualquier cosa. La discusión, cuando la intervención del analista no produce efectos, suele agotarse en la rivalidad
especular narcisista y acabar más por fatiga que por otra razón.

Cuando un clima así se instala en sesión, el análisis resulta inoperante. El analista trabaja con la palabra, y si esta no
tiene valor no hay análisis posible, y en el horizonte amenaza la violencia física.

Cuando la dinámica de la discusión adopta este sesgo de esterilización de la palabra, suele coincidir con un proceso
de depositación de todo lo malo en el otro.

Mucho de lo que se dice son respuestas a ataques que sucedieron en el pasado lejano, pero vuelven a la memoria en
el momento de la pelea y se superponen a la realidad actual en una suerte de actualización/alucinación.

Las peleas suelen adquirir una dinámica en la cual es imposible poner un punto de terminación. Ninguno de los dos
puede realizar un corte. Se despliegan todos los mecanismos posibles: magnificaciones, desplazamientos,
generalizaciones, etc.

La imposibilidad de realizar un corte es un indicador del tipo de funcionamiento que subtiende la pelea. Lo más
habitual es que funcionamientos omnipotentes primitivos sean la causa de la imposibilidad de poner un tope a una
interacción en la que se juegan vulnerabilidades narcisísticas. La imposibilidad de “cortarla” corresponde a una
imposibilidad de aceptar un límite, una imposibilidad de aceptar una suerte de importencia.
LOS DINAMISMOS LATENTES

Los contenidos manifiestos y latentes en las situaciones de violencia emocional son infinitos. Solo cierta disminución
de la violencia va a permitir trabajar con la pareja sobre lo que en el contenido se juega, pero que posiblemente,
probablemente haya en la violencia que se despliega, un goce mortífero al cual ambos tienen dificultad de renunciar.

Los dinamismos que subyacen con más frecuencia constituyen alguna gama de funcionamientos infantiles con
mucho de omnipotencia y posesividad. No se soporta que el otro salga de la esfera de la propia omnipotencia y, muy
habitualmente, el sujeto violento se siente dueño del partenaire. Otro ingrediente habitual es un déficit en los
controles yoicos con la consiguiente impulsividad.
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En ocasiones, la conducta violenta es un funcionamiento que oculta dinamismos psicóticos.

En los casos en los que el analista se le hace evidente la participación de funcionamientos sadomasoquistas, la
construcción de la intervención debe ser cuidadosa y evitar tomar partido por uno o por otro. De otra manera, el
terapeuta queda en el lugar de ingenuo y equivocado de señalar víctimas y victimarios donde no los hay.

Hay siempre dos diagnósticos fundamentales a realizar:

1. Un primer diagnóstico se refiere a la interdeterminación operante y aspira a describir cómo la violencia


depende de la interacción y la retroalimentación entre los partenaires, más allá de la presentación de
superficie, que habitualmente es de víctima y victimario.
2. Un segundo diagnóstico se refiere a los móviles del violento o los violentos. Hay que distinguir entre aquellos
sujetos cuyo móvil primario es anular al otro, porque en el acto de anularlo encuentran un goce perverso, y
aquellos cuyo móvil primario es recatarse a sí mismos de una situación traumática, generalmente de
inferioridad, sometimiento o minusvalía. Este puede llegar al daño físico.

LA INTERVENCIÓN DEL ANALISTA

La participación del analista debe comenzar por describir los modos explícitos o encubiertos de violencia, señalando
que los partenaires ven la violencia ajena pero no la propia.

El analista debe tener presente que no existe un metro “patrón” para medir violencias, y que muchas veces los que
aprietan el gatillo son “mosquitas muertas” que tienen la especial habilidad de golpear al partenaire en su talón de
Aquiles con aires de “yo no hice nada”.

Lo ideal es mostrarles cómo se están peleando aquí y ahora en sesión, de qué manera destructiva y esterilizante.

La situación clínica no es la misma cuando el vínculo es simétrico que cuando es asimétrico, entendiendo por
simetría que ambos miembros tengan un nivel equivalente de desempeños yoicos. Si uno de ambos cae en
situaciones de derrumbe o desvalimiento yoico, se plantean problemas específicos.

Es válido recordar que cuando una discusión termina en alguna forma de sometimiento, la paz que se alcanza es una
paz “minada”, y en cualquier momento estallará la bomba de tiempo que el sometimiento activa.

La violencia emocional plantea en la situación analítica un dinamismo de lucha por el poder que se opone a la
posibilidad de asociar libremente y pensar entre varios. No hay búsqueda de insight en ninguno de los partenaires,
que se manejan con mentiras, técnicas de anulamiento del otro y de “hacerlo hacer”. Se configura una suerte de
emergencia en la que el objetivo del terapeuta es volver a condiciones mínimas de trabajo analítico, cosa que no
siempre se puede.
El analista no debe retroceder ante la violencia. Los funcionamientos violentos en los vínculos estables arraigan en
funcionamientos psíquicos primitivos y en alianzas inconscientes muy difíciles de modificar. Los mejores resultados
en cuanto a la disminución de la violencia se alcanzaron en los casos en que pudieron implementarse tratamientos
individuales en paralelo con el tratamiento en pareja.

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