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Cátedra: Psicología de Pareja, Familia y Grupo, carrera Licenciatura en Psicología, Facultad de

Psicología, Universidad del Aconcagua. Documento de estudio.

“Claustrofobia en la pareja: Una dimensión clínica”

Autor: Dr. Roberto González

El presente trabajo está basado en la clínica con parejas, que alertaron mi escucha a raíz de la
repetición en el discurso de los miembros de la pareja y también de analizantes individuales, de
ciertas escenas cargadas de angustia y de ansiedad, vivenciadas como ahogo y encierro
experimentadas en el vínculo con el otro.

Los clásicos parámetros de la parejas descriptos por Janine Puget, hace más de tres décadas como:
dependencia sexual (que yo me permití modificar como dependencia sexual, económica y
afectiva), tendencia monogámica, Cotidianeidad y proyecto vital compartido, que si bien fueron
plasmados con una mirada heteronormativa, también pueden ser pensados en parejas
homosexuales, pueden entrar en cuestión.

Considero que esta conceptualización conserva cierta validez, nos obstante merece ser revisada a
la luz de la época actual, donde se dan otras presentaciones sexuales y nuevas modalidades
vinculares, que con lentes del pasado podrían ser rotuladas como patológicas.

Volviendo a los cuatro parámetros de la constitución de la pareja, considero que cumplieron una
función ordenadora en primera instancia, que intentaba regular lo irregular y siempre sintomático
que es el vínculo de pareja.

Esto a su vez nos permitía a los analistas de parejas abordar un diagnóstico y un tratamiento, por
supuesto era una ilusión pertinente que utilizábamos como instrumento para afrontar esa “loca”
tarea de soportar el goce pulsional de cada miembro de la pareja y creer omnipotentemente que
podíamos hacer algo con ello.

Desde luego algo hacíamos, en el mejor de los casos era apaciguar algo del goce y abrir un espacio
para la escucha entre ellos, posibilitando la instalación de la transferencia.

Considero que hay una pregunta ética que cada uno de nosotros debemos hacernos en nuestro
propio análisis, que es ¿Por qué trabajamos con parejas en sufrimiento? ¿Por qué nos dedicamos a

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esta praxis tan particular?, ¿Qué de nuestra historia o novela familiar se juega en este lugar y
función o disfunción del analista de pareja? Considero que esta pregunta no tiene una única
respuesta, sino que se van reciclando significaciones en el devenir de nuestra propia historia que
hace que sigamos en esta apasionante pero difícil tarea.

Hecha esta digresión y volviendo a los cuatro parámetros, considero que son cuatro columnas que
en ocasiones consolidan fuertes vigas donde se erigen cuatro paredes sin ventana y sin puertas,
que encierran a los partenaires de la pareja a modo de prisioneros, sintiéndose privados de la
libertad y con una marcada sensación de asfixia.

Parto de que el vínculo de pareja es “una realidad ficcional”, una realidad porque se trata de
sujetos que interactúan en un marco vincular particular y consciente que es el vínculo de pareja,
pero ficcional porque hay una significativa carga imaginaria aportada por el fantasma subjetivo de
cada partenaire, que en gran parte es inconsciente regulando la erótica de la pareja y donde se
despliega el goce singular incompartible de cada uno. Por supuesto que en la fantasía ese goce
puede considerárselo complementario y compartido, a este fantasma imposible lo podemos
observar por ejemplo en la búsqueda de la ilusión del orgasmo al unísono, más frecuente en la
posición masculina con funcionamiento obsesivo que busca tener todo bajo control. Aclaro que
esta posición masculina también puede ser ocupada por mujeres, ya que se trata de posiciones y
no de género ni sexo.

Retomando los parámetros considero que la rigidización de los mismos funciona como postas de
poder y de control en la pareja, comandada por la idea parmeniana de que todo siga igual e
inmutable, pues sino se pondría en riesgo la supuesta estabilidad del vínculo. Esto trae como
efecto la agonía del deseo y la sensación de falta de libertad, pues todos los movimientos de uno
tienen que ser notificados al otro, aquí la tecnología celular favorece este control.

La endogamia familiar, el narcisismo y el superyó, se articulan entre sí para generar un tipo de


goce que se expresa por medio de estos modos de alienación subjetiva, pues el narcisismo está al
servicio de preservar la endogamia familiar y viceversa, a su vez el narcisismo hace que el sujeto
proyecte aspectos propios en su pareja y genere expectativas que el otro jamás podrá colmar,
convocando a un superyó feroz que a modo de imperativo categórico impele al sujeto a padecer
de insatisfacción crónica, decepción y dolor psíquico instalado en el vínculo de pareja.

Este estado provoca una imperiosa necesidad de escaparse a través de distintas maneras: la
infidelidad, las adicciones como un quitapenas que haga tolerable la pareja, la violencia de género,
la violencia cruzada y la proliferación de fantasmas perversos. En ocasiones esto se ve matizado
con enfermedades psicosomáticas, disfunciones sexuales y tendencia a los accidentes y a perder la
productividad laboral, afectiva e intelectual.

Todo esto dependerá de la predisposición inconsciente de cada subjetividad.

Muchas subjetividades que viven el vínculo de pareja como una prisión, aparecen como sujetos
con inhibiciones, apáticos, asténicos, desafectivos, inmutables, quejosos y con un pensamiento

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concreto, repitiendo rituales cotidianos donde no existe la mínima gratificación ya que nos
encontramos con sujetos con un deseo encriptado.

Los rituales se naturalizan en la pareja: se cena a tal hora, se ve determinado noticiero, se va al


supermercado tal día, se tiene relaciones sexuales sólo el fin de semana, cuando se las tiene,
porque lo primero que se ve afectada es la vida sexual, porque esta compulsión a la repetición va
anulando la capacidad de asombro, la sorpresa, el buen humor, que son los disparadores del
deseo. Todo se torna predecible y aburrido.

Es importante aclarar que esta presentación clínica que llamo “claustrofobia en la pareja” no
siempre la padecen ambos miembros, casi siempre es uno el que enarbola este emergente clínico,
realizando muchas veces un acting out o una pasaje al acto.

Recordemos que el primero es una puesta en escena para el Otro, en cambio el pasaje al acto es
sin el Otro, aquí el sujeto es deyectado, expulsado de la escena, es pura pulsión de muerte, lo que
puede llevar a conductas homicidas contra la pareja o suicidas.

En relación al homicidio: hay muchas maneras metafóricas de matar al otro: subestimándolo,


dañándolo psicológicamente, atacando su imagen, poniendo en contra a los hijos, boicoteando sus
proyectos personales, encasillándolo en un rol fijo impidiendo la libre elección y atacando su
familia de origen.

Entiendo que una forma frecuente de matar al otro suelen ser determinadas infidelidades, sobre
todo cuando uno de los miembros preserva el parámetro de la monogamia como un ideal
inquebrantable. En estos casos el engañado se siente atacado y destruido en la mismidad de su
ser, es como si un proyectil hubiese arrasado su psiquis, su cuerpo y sus afectos, que se vivencia
con un dolor desgarrador, ya que se empiezan a derrumbar las firmes columnas de los parámetros
que sostenía la ilusión de que “éramos una pareja”, “que ocupaba un lugar significativo en el otro
y que esto le daba sentido a mi existencia”.

Es así que nos encontramos en el consultorio con sujetos que llegan casi muertos, con
verbalizaciones tales como: “lo que me hizo me mató”, o “me cagó la vida”,” no puedo más, no sé
cómo seguir viviendo”.

Con respecto al suicidio puedo decir que este tiene varias formas de presentarse: en forma de
accidentes que la Dra. Mata Gerez Ambertin (1999 p.193) llamó suicidios encubiertos, están
también los envenenamientos, ahorcamientos, ingestas importantes de pastillas etc., como último
intento desesperado de salir de la prisión que cada vez ahoga más.

Quisiera detenerme en una forma bastante particular de autodestrucción al que llamé suicidio
social, se trata de aquellos sujetos que hacen una salida aberrante buscando un o una amante en
un pseudo vínculo casi bizarro, por lo impresentable de la relación, que los lleva a romper un
vínculo estable que si bien tenía cierta disfuncionalidad conservaba muchos aspectos sanos, que
fue tirado por la borda y del cual muchas veces no hay retorno y tampoco prospera la relación de
amantes por carecer de consistencia alguna.

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Esto deriva en un duelo no elaborado, que lo /la sumerge en una profunda soledad, que es negada
con etapas erotomaníacas de ciertos grados de promiscuidad, con los riesgos que esto implica,
pasando de un cuerpo a otro, cosificándose y cosificando al otro, esta escena y su compulsión a la
repetición es perversa, aunque el sujeto en cuestión no lo sea. Desde esta posición maníaca
dilapidan lo que tienen en negocios irrealizables, viajes compulsos, la práctica de deportes de
riesgo, descuidando sus hijos, su salud y su trabajo.

Esto se alterna con fuertes momentos de melancolización, donde la culpa hace que se sienta un
resto desechado por haber arruinado, lo que imaginariamente considera la única relación válida
que había tenido, esta posición culpógena crónica convoca a un goce mortífero del que
difícilmente se puede salir sin la ayuda de un buen análisis.

Otras subjetividades permanecen en la celda, acomodándose como monje de clausura a la


precariedad, a la pobreza sexual y afectiva, ofreciendo en forma resignada ese sufrimiento a ese
Dios omnipotente que impone el imperativo categórico: “Hasta que la muerte los separe”, cuando
en realidad ya están muertos en vida, porque está muerto el deseo.

En estos casos difícilmente se llega a la consulta, pues la celda funciona como una carcasa
caracteropática, asintomática, caracterizado por una marcada dificultad de introspección, que a
modo de armadura del siglo XV, protege al yo de los ataques externos, evitando la angustia pero
pagando un alto costo ya que también impide la gratificación.

La soltería crónica con contactos sexuales esporádicos solo a modo de descarga alternados con la
masturbación, como las nuevas formas vinculares: pareja abierta, los swinger y el poliamor entre
otras, pueden ser pensadas no solo como innovadoras configuraciones vinculares, sino como un
verdadero mecanismo de defensa para evitar la claustrofobia vincular y contraatacar el tema de la
infidelidad.

Así como en un momento sostuve: que el varón nunca supo qué hacer con una mujer (González
2018), considero que la mujer tampoco sabe qué hacer con un hombre, son posiciones diferentes
como tantos hombres y mujeres hay. Creo que de lo que se trata es que algo de lo indescifrable
del goce y del deseo se ponen en juego, tal como Lacan dijo “no hay relación sexual” en tanto no
hay complementariedad.

Considero que esta falta de complementariedad atraviesa la subjetividad de todos, más allá del
género, pues en las parejas homosexuales ocurre algo muy similar que en la pareja heterosexual:
el hombre no sabe qué hacer con otro hombre y la mujer con otra mujer, pues además del
narcisismo de lo que se trata es de la intolerable ajenidad del otro. Lacan llamó a esto “lo real”
como lo imposible lógico, que muchas veces provoca angustia.

Estimo que toda pareja en algún punto es un salto al vacío, un lugar que por momentos se torna
incómodo e incierto y en otros es un oasis fresco y calmo.

Probablemente una posible salida es la Invención, acompañada del buen humor, el relanzamiento
del deseo en la renovación del proyecto vital compartido y en el sostenimiento de proyectos

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individuales, además de considerar siempre el respeto por la dignidad subjetiva propia y la del
otro.

Los invito a seguir pensando.

BIBLIOGRAFIA

Freud S. (1986). Obras Completas (segunda ed.). Buenos Aires: Amorrortu Editores.

--- (1950/1895). Proyecto de Psicología p375-380) Volumen I

--- (1990/1899). La interpretación de los sueños. Cap. 7. Volumen V.

--- (1920) Más allá del principio del placer Volumen XVIII.

Gerez Ambertín. M (1999) Imperativos del Superyó.

González. R (2018) “Avatares del sujeto en el proceso de devenir varón y padre”. Capítulo 1
Masculinidad. Tesis Doctoral.

Lacan. J (1987) Escritos 2: La significación del falo. Buenos Aires. Siglo XXI editores.

Lacan. J (2007/1962). Seminario 10: La Angustia. Buenos Aires: Paidós.

Lacan. J (1987/1964). Seminario 11: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis.
Buenos Aires: Paidós.

Puget J (1987) Parámetros definitorios de la pareja matrimonial. Ficha de Cátedra.

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