Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Act. Misionera PDF
Act. Misionera PDF
Número de créditos 1
Docente Tutor
Realizador
Obras Misionales Pontificias de Colombia
Requisitos técnicos
(por ejemplo: Explorador Mozilla, internet…)
PRESENTACION:
Con este Módulo se pretende ayudar a los alumnos a ubicar a la Actividad Misionera
dentro de la Misionología para que la Evangelización sea un proceso ya hacer que el
alumno emplee convenientemente la terminología misionera. Los otros objetivos serán,
naturalmente, enseñar algo nuevo, y entusiasmar a los alumnos para que se
comprometan activamente en la misión eclesial.
En la PRIMERA UNIDAD, tratamos la naturaleza (Lo que es) la Actividad Misionera para
que nos demos cuenta que es un estudio que forma parte de otro estudio mucho más
amplio y profundo, la Misionología, o simplemente la Misionología, o sea “la
especialización científica consagrada a la Actividad Misionera, es decir al Apostolado de
Implantación de la Iglesia Católica, con relación a su doctrina, a sus normas, a su historia, a
su desarrollo actual y a su práctica”.
Misionología o Misiología es un neologismo que está compuesto de dos elementos:
El primero viene del latín MISSIO y significa ENVIO; el segundo viene del griego LOGOS,
que significa TRATADO (que corresponde en latín a ciencia, conocimiento profundizado
conjunto orgánico de verdades).
Veamos ahora un poco de la HISTORIA DE LA MISIONOLOGIA:
Desde el siglo XVI se daba el nombre de “ciencia misionera” al estudio sistemático o
ciencia académica del Apostolado Misionero o Servicio Ministerial eclesial para la
conversión de los infieles distinto del servicio ministerial pastoral para los creyentes.
Ese trabajo de apostolado misionero era también llamado “Apostolado Evangélico”,
“Predicación Apostólica”, “Propagación de la Fe”, “Conversión de los gentiles”,
“Conversión de los infieles”. A su vez, los que desempeñaban ese Ministerio del
Apostolado recibían el nombre de: Obreros o Ministros Santos del Evangelio”,
“Encargados de convertir a los infieles”. Los protestantes los llamaban “Plantadores de
Iglesias”.
Los primeros en buscar que el Apostolado Misionero se organizara como “ciencia
misionera”, es decir como estudio científico académico, fueron los protestantes. Buscaban
ellos, con toda razón, preparar técnicamente a sus misioneros y desarrollar el carácter
doctrinal que debe sostener y justificar las publicaciones y documentaciones misioneras
para contrarrestar así la tendencia a la apología, al panegirismo y al romanticismo
misioneros.
Fueron los seguidores de la Reforma Protestante quienes comenzaron a promover el
estudio científico de la misionariedad eclesial porque estaban muy interesados en
compaginar el elemento misionero con los principios doctrinales de la justificación por la
sola fe y el de la Predestinación, principios que proclama el protestantismo.
Podemos afirmar que el pionero en hacer del Apostolado una disciplina científica
misionera, fue en Holanda, el protestante ADRIANO SARAVIA (1531 — 1613) quien
sostuvo el deber de la evangelización de los paganos. Sin embargo, se habla del
protestante alemán GUSTAVO WARNECH (1834 —1910) como padre de la moderna
Misionología. Warnech predicaba que la misión se limita al apostolado ejercido entre los
no cristianos y excluía del concepto de misión el proselitismo entre otras confesiones
cristianas, lo mismo que el apostolado ejercido al interior de la Iglesia.
Fue Warnech quien estableció en el protestantismo que la ciencia especialmente
reservada al estudio de la misión fuera “ciencia misionera autónoma”, no solamente una
rama de la Teología. Además, es Warnech el autor del primer manual de Doctrina
Misionera protestante, con una parte histórica y otra teórica.
Muy posteriormente como lo hicieron los Protestantes, ya en el siglo XX, empieza el
esfuerzo católico de investigación científica misionera. La explicación de este retraso es
que la Iglesia Católica no ha sentido nunca la necesidad de justificar su actividad misionera
porque siempre ha tenido conciencia clara de que desde sus orígenes Ella es
esencialmente misionera y de que, por institución divina, ha sido enviada para que
evangelice a todos los hombres,
Con razón afirma el P. Angel Santos Hernández, que “en la formación de la Misionología
moderna actual, podemos ver esta mutua independencia: los católicos se apresurarían a
sistematizar su propia misionología, empujados a ello por los protestantes; y éstos a su
vez la delineaban apoyados sobre todo en principios doctrinales no protestantes, sino
católicos... Para nosotros la actividad misional es una actividad esencial a la naturaleza de
la Iglesia misma; para los protestantes nació como una necesidad apologética, de
supervivencia, largos años después de la reforma”.
Sin embargo también es cierto lo que dice el P. André Seumois: “Es en el concepto
protestante de ciencia misionera que los católicos se inspiran para formar sus ideas sobre
la esencia de la ciencia misionera católica... es la existencia de una ‘ciencia Misionera’ ya
floreciente en el protestantismo lo que incita al P. Robert Streit a poner las bases sólidas
de un movimiento misionológico católico”.
En el campo católico dos grandes personalidades, el Padre Robert Streit (1875-1930) y el
Abad Josep Schmidlin (1876-1944) se disputan el honor de ser iniciadores y fundadores de
la misionología católica. “Schmidlin, afirma el P. Seumois, ha dado al movimiento
misionológico una entraña y un brío incontestables, pero Streit es sin duda el fundador de
la Misionología católica”.
Luego vinieron otros Sacerdotes que son considerados como figuras claves de la todavía
joven Misionología católica: Thomás Ohm, Pierre Charles, Giovanni B. Tragella, Theodoro
Gentrup y Albert Perbal.
Aunque la misionología sea una especialización científica autónoma que tiene
dos facultades, una en la Universidad Pontificia Gregoriana y otra en la Universidad
Pontificia Urbaniana, ambas en Roma, no obstante, no podemos hablar de ella como una
ciencia independiente ya que en su parte teológico -doctrinal depende de la Teología
Integral (sobre todo en la Cristología y la Eclesiología), y en su parte descriptivo - histórica
recoge Específicamente el aspecto misional, la rama del Apostolado en la historia general
de la Evangelización.
La Misionología estudia aparte y de modo científico y profundo las materias que
forman el conjunto de estudios relativos a la misión y lo hace bajo una determinada
modalidad, el ángulo misionero, como apostolado de la implantación de las Iglesias
particulares, mediante la conversión individual.
La misionología tiene como ciencias auxiliares la Etnología, la historia de las
religiones, la Lingüística y la Colonialística.
En este módulo, entonces, nos proponemos entregar a nuestros alumnos la
doctrina acerca de la Actividad Misionera, sus objetivos y la metodología para el
proceso evangelizador.
Al hacer referencia a la Evangelización tomamos los diversos y complejos elementos para
no reducir o empobrecer el proceso evangelizador
Metodología
Este Programa desarrollado y aplicado con el uso de herramientas infovirtuales pretende ser usted
tenga un acercamiento certero a las temáticas que se estructuran como pilares de la teología y
colaborar así a la transformación positiva de su pensamiento y su trabajo pastoral. De igual modo,
que se apropie de las herramientas tecnológicas usadas en el proceso.
Usted cuenta con una serie de temáticas recomendadas para su estudio y análisis, que serán
continuamente puntualizadas con estrategias evaluativas, es decir, a medida que avanza en el
estudio de los temas propuestos, se presentarán una serie de problemas o preguntas que ha de
resolver antes de continuar con un tema siguiente.
En todo momento usted contará con la ayuda en línea diseñada para responder a sus más
inmediatos cuestionamientos referidos al proceso de aprendizaje, y con variadas herramientas de
gran calidad que orienten su autoaprendizaje, pruebas, evaluaciones, material de estudio.
Usted cuenta con un tutor experto en la materia, encargado de su seguimiento y orientación. El
tutor atenderá sus consultas, resolverá sus dudas, y le propondrá ejercicios prácticos, actuando así
como un elemento motivador y de acompañamiento en su proceso de aprendizaje.
Para facilitar la comunicación en ambos sentidos, se han dispuesto medios de interacción como
correo electrónico, foros de debate y atención telefónica si el caso lo requiere
Como elemento de apoyo y complementario se ha facilitado el acceso al centro virtual de ayudas
con todos sus recursos y servicios: contenidos interactivos multimedia, biblioteca entre otros.
Con todo esto, usted podrá confrontar su experiencia en el campo pastoral con los ejercicios de
aplicación que se proponen, la teoría analizada en cada tema, debatida y realimentada por todos
los participantes servirá para que usted enriquezca su visión y práctica de lo aprendido.
Estrategia:
Analizar: En esta etapa usted realiza sus primeros acercamientos a las lecturas propuestas y
realiza un análisis crítico de las mismas, profundiza los temas de interés y esquematiza la
información como considere conveniente para dar cuenta de ella en actividades futuras. Al
analizar, usted deriva todos los elementos que se consideren relevantes en sus lecturas y realiza
una crítica o desarrollo de los mismos.
Confrontar: Como agente activo de una comunidad, sabemos que usted dispone de valiosas ideas
y estrategias de trabajo y proyección con los cuales ha desempeñado su labor pastoral. Estos
conocimientos son muy importantes para el cumplimiento de los objetivos propuestos, así pues,
tomando las ideas analizadas y las experiencias propias ante el tema, usted habrá yuxtaponer sus
experiencias con los temas analizados y comparar, examinar los elementos concordantes y las
discrepancias, contrastando siempre, la teoría con la práctica, así podrá usted derivar cuales son
los elementos nuevos que le aporta el estudio del módulo, cuales los que refuerzan sus
conocimientos, cuales los que no convienen a su ejercicio y cuales lo reafirman. Resultado de esto
una maduración y abstracción de su práctica pastoral y una posición personal ante los temas
presentados.
Actuar: Al conocer y tener un juicio, un análisis, una opinión, una postura sobre lo que has
observado en la realidad, y lo que has aprendido en el curso, como consecuencia debes de
propiciar una serie de acciones. Estas acciones serán de carácter general, propuestas a la sociedad,
a tu grupo de parroquial, eclesial o familiar, y otras, que serán compromisos de carácter personal.
De esto debes dar cuenta en las actividades evaluativas.
Propuesta de Evaluación
Módulo: Cristología
Conocimientos previos
Resolución de un problema
Pregunta a resolver:
Evangelio:
Mt 28, 19-20
Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Retroalimentación:
La tarea que Jesús ha confiado a la Iglesia continúa vigente y necesita de más personas
que apoyen esta labor.
Estructura específica- SINOPSIS de la unidad.
Objetivos ESPECÍFICOS
I. Primera Unidad:
TEMAS
Conceptos clave
INTRODUCCIÓN
Esta primera unidad de nuestro estudio la dedicamos a buscar los principios fundamentales de la
Actividad Misionera Específica.
Comenzaremos por explicar la unicidad de la Misión Eclesial, y lo haremos tratando de explicar los
varios sentidos que ha tenido la noción de “Misión” a través de la Historia de la Iglesia, sobre todo
desde la Edad Media hasta nuestros días.
Miraremos los diversos horizontes de la Misión y los ámbitos de la Misión ad gentes, ateniéndonos
a la doctrina reciente de la Encíclica Redemptoris Missio (Juan Pablo II, 7 de diciembre de 1990)
que recoge y confirma los principios doctrinales.
Tendremos en cuenta los caminos, los responsables y los agentes de la Actividad misionera
Específica.
Recuerden nuestros alumnos que nos proponemos dos cosas en nuestro estudio: primero
entender las nociones y segundo retenerlas, es decir memorizarlas.
La Iglesia enviada por Cristo, tiene como razón de su ser y de su actividad, anunciar a todos los
hombres la Buena Nueva de la salvación. Se denomina MISIÓN la labor encomendada por Jesús a
la Iglesia en servicio de los hombres (AG 5). Sin embargo, dicha actividad está condicionada a las
circunstancias variadas de los pueblos yd e los grupos humanos a quienes la misión se dirige (AG
6). De acuerdo con dichas circunstancias son varias las formas como la Iglesia realiza el mandato
del Señor, el anuncio del Evangelio.
Primera Evangelización.
“En primer lugar, la Iglesia dirige su actividad hacia los pueblos, grupos humanos, contextos
socioculturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades
cristianas suficientemente maduras para encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros
grupos. Esta es propiamente la misión ad gentes” (RM 33 b).
Pastoral Misionera
Nueva Evangelización
Seda, por último, una situación intermedia, especialmente en los países de antigua cristiandad,
pero a veces también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han
perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando
una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En éste caso es necesaria una nueva
evangelización” (RM 33 c-d).
En este módulo deseamos presentar los elementos teóricos y prácticos que se refieren a la tarea
de un primer anuncio “ad gentes”.
Tanto para la pastoral ordinaria como para la nueva evangelización los alumnos
encontrarán en diversos tratados, los elementos necesarios.
En primer lugar tenemos que dejar bien claro, que la MISION ES UNICA. No hay más que una
Misión: aquella que inició el propio Jesucristo y que ahora continúa la Iglesia. El Papa Juan Pablo II
en Redemptoris Missio (RM 31 y 41), nos dice que “esta Misión es Única, al tener el mismo origen
y finalidad”.
FUNDAMENTOS DE LA MISIÓN
El Padre Dios no es Misionero, sino que El es llamado “Fuente” de la Misión. “Amor Fontal” El
Primer Misionero es Jesucristo, Jesucristo el Misionero, porque es el Primer Enviado. La
Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (Paulo VI, 8de Diciembre de 1975), No 7, dice al
respecto: “Jesús mismo, Evangelio de Dios (cfr. Mc. 1,1; Rom 1,1-3) ha sido absolutamente el
primero y el más grande evangelizador, Lo ha sido hasta lo último: hasta la perfección y hasta el
sacrificio de su vida terrena”.
EL PROTAGONISTA
El Espíritu Santo “guía la Misión” (RM 24) “esparce las semillas de la Palabra
presentes en los Ritos y Culturas, y los prepara para su madurez en Cristo” (RM 28). “No es algo
alternativo a Cristo” (RM29) y “es el Protagonista de la Misión eclesial” (RM21 y 30).
LA IGLESIA
La Iglesia continúa realizando la misma y única misión de Jesucristo porque “el Señor una vez que
hubo complementado en si con su muerte y resurrección los misterios de nuestra salvación y la
restauración de todas las cosas, habiendo recibido toda potestad en el cielo y en la tierra (Mt. 28,1
8), antes de ascender a los cielos (Act. 4,8), fundó su Iglesia como Sacramento de Salvación y envió
a los Apóstoles al mundo entero, como también El había sido enviado por el Padre (cf. Jn. 2O,21),
mandándoles: “Id por todo el mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura...” De aquí
proviene el deber de la Iglesia de propagar la fe y la salvación de Cristo... Esta misión continúa y
desarrolla en el decurso de la historia, la misión del propio Cristo” (AG 5).
En RM 37 el Papa se alegra por “la llamada vuelta o repatriación” de las misiones a la misión de la
Iglesia”. Es que en realidad, el término mismo “MISIÓN” ha tenido muchas significaciones o
sentidos, que se prestan a confusión. Por ejemplo, al fundar san Ignacio de Loyola en 1540 la
Compañía de Jesús quiso que sus religiosos se ligasen con un cuarto voto sobre los tres ordinarios
de los Religiosos, que comenzó a llamarse voto de las misiones La misión para los Jesuitas paso
entonces a designar la función que proviene del destino dado por los Superiores y misiones eran
los lugares mismos donde habían de desarrollarse esas funciones.
En el siglo XVII San Vicente de Paúl y San Juan Eudes fundaron sus comunidades Religiosas y las
destinaron en buena parte a predicar las Misiones Parroquiales que eran para despertar y animar
el fervor, la piedad y la religiosidad populares.
Así dice AG 5: “La misión de la Iglesia se cumple por la operación con la que obediente al mandato
de Cristo y movida por la gracia y caridad del Espíritu Santo se hace presente en acto pleno a todos
los hombres o pueblos, para llevarlos con el ejemplo de su vida y la predicación con los
sacramentos y los demás medios de gracia a la fe la libertad y la paz de Cristo de suerte que se los
descubra el camino libre y seguro pata participar plenamente en el misterio dé Cristo”.
LO ESPECÍFICO DE LA MISIÓN
También hemos de tener en cuenta lo que dice Juan Pablo II en (RM 12) “hay que precaverse
contra el riesgo de igualar situaciones muy distintas y de reducir, la misión y los misioneros ad
gentes. Afirmar que toda la Iglesia es misionera no excluye que haya misioneros ad gentes y de
por vida” por vocación Específica”.
En verdad, hablando genéricamente, todos los bautizados somos misioneros porque somos Iglesia
Misionera; así como también genéricamente todos somos Sacerdotes Profetas y Reyes pero
hablando Específicamente así como son Sacerdotes específicos aquellos que han recibido el
Sacramento del orden, así son misioneros en todo el sentido de la palabra es decir Misioneros
Específicos, aquellos que son enviados por la Autoridad Eclesiástica a hacer la primera
evangelización o misión ad gentes, que es también la “Actividad Misionera Específica... porque se
dirige a grupos y ambientes no cristianos” (RM 34).
La misión Única es anunciarle a todos los hombres que Jesucristo es el Único Salvador y Liberador
el Único Sacramento o Manifestador del Padre, el Único Mediador o Redentor y que solamente El
y su Iglesia son Medio Pleno y Ordinario de salvación. Con razón afirma EN 22 que no hay
verdadera evangelización si el nombre la enseñanza la vida y las promesas el Reino el Misterio de
Jesús de Nazaret Hijo de Dios no son proclamados y EN 27 se expresa diciendo que la
evangelización contendrá siempre también —como base, centro y al mismo tiempo vértice de su
dinamismo- una clara proclamación de que en Jesucristo Hijo de Dios hecho hombre muerto y
resucitado, la salvación ha sido ofrecida a cada hombre, como don de gracia y misericordia a de
Dios mismo.”
Todo el trabajo que a Iglesia hace para anunciar al mundo el Evangelio recibe el nombre
Evangelización. Por eso la misión de la Iglesia, su esencia misma, es Evangelizar. Dice AG 2: la
Iglesia peregrinante es por su naturaleza misionera puesto que toma su origen de la misión del
Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el propósito de Dios Padre”, y EN 14 exclama: “la
gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda es evangelizar. Ella existe para
evangelizar”.
Pero aunque la misión de evangelizar es única, sin embargo “en el interior de la Iglesia hay tareas y
actividades diversas” (RM 31) para llevar a cabo esa evangelización.
Este deber (la Misión Evangelizadora) del que está encargado el Orden de los Obispos, presidido
por el sucesor de Pedro, con la oración y cooperación de toda la Iglesia, es único e idéntico en
todas partes y en toda situación, si bien no se ejerce del mismo modo según las circunstancias. Por
lo tanto, las diferencias que en ésta actividad de la Iglesia hay que reconocer no provienen de la
naturaleza íntima de su misión, sino dé las condiciones en que en tal misión se cumple”.
Este primer horizonte o primera vertiente de la evangelización recibe tres nombres propios:
PRIMERA EVANGELIZACION, MISION AD GENTES, ACTIVIDAD MISIONERA ESPECÍFICA.
En los manuales de misionología todo este trabajo de misión con los no cristianos recibe también
el nombre de APOSTOLADO, que comprende el anuncio explícito de Jesucristo (Apostolado
directo) y sus vínculos de orden antropológico, teológico y evangélico (Apostolado indirecto).
El segundo horizonte o segundo campo hacia donde se dirige la Misión Eclesial es la ACTIVIDAD o
ATENCIÓN PASTORAL, es decir el servicio ministerial a las comunidades cristianas con
estructuradas eclesiales adecuadas y sólidas; con un gran fervor de fe y de vida; que irradian el
testimonio del Evangelio en su ambiente, y sienten el compromiso de la misión universal (RM 33).
Así como la Actividad Misionera Específica se dedica a la conversión individual, del mismo modo la
Actividad Pastoral se dedica a santificar a los ya creyentes, y a los ya cristianos. La Actividad
Misionera Específica tiende a suscitar la fe mediante el anuncio; la Actividad Pastoral busca
fortificar la fe de los que ya creen, y Los lleva a vivir a plenitud los principios evangélicos. La
Actividad Misionera Específica usa de una metodología individual; la Actividad Pastoral, al
contrario, es más bien grulla o masiva.
Tal vez no es muy afortunada la expresión “Pastoral de conservación” para referirse a la Actividad
Pastoral, y diferenciarla de la “Actividad de Conversión”, que es la Actividad Misionera Específica.
Es mucho mejor hablar de “Pastoral Odegénica” (del griego Odos: camino). En realidad, como
afirmaba el P. Paolo Giglioni: “La acción pastoral tiende a formar personas y comunidades en un
proceso de configuración con Cristo y de vida nueva en el Espíritu (cf. LG40).
Para edificar la comunidad en el amor se necesita un servicio de dirección, que indique el camino
(odos) y sea la fuerza motora y coordinadora de las varias modalidades pastorales; por eso se la
llama generalmente pastoral odegética. Esta pastoral supone una estructura administrativa y
directiva que, según el nuevo código, comprende: el Sínodo Diocesano (CIC cánones 460-468) y la
Curia Diocesana (CIC cánones 469-474), el Consejo para los Asuntos Económicos (CIC cánones 492-
494), el Consejo Presbiteral y el Colegio de los Consultores (CIC cánones 495-502), el consejo
pastoral (CIC cánones 511-514).
Los ámbitos de esta acción pastoral odegénica podrían ser: la justicia social... el arte de la
comunicación (homilía, catequesis, diálogo interpersonal) y los medios de comunicación de
masas, la pastoral familiar, pastoral de la sanidad... etc.
Hay que mirar la lógica relación o, como dice RM 34, “la real y creciente interdependencia entre
las diversas actividades salvíficas de la Iglesia: cada una influye en la otra, la estimula y la ayuda. El
dinamismo misionero crea intercambio entre las Iglesias y las orienta hacia el mundo exterior,
influyendo positivamente en todos los sentidos”.
Es natural que la Actividad Misionera Específica anteceda a la Actividad Pastoral, aunque “no es
pensable crear entre ellas barreras o recintos estancados” (RM 34). Es que, como afirma EN 47:
“Es mejor una intercomunicación ininterrumpida entre Palabra y Sacramentos”. Es un equívoco
contraponer Evangelización (aquí diríamos nosotros Actividad Misionera Especifica) y
sacramentalización (en nuestro caso ‘Actividad Pastoral’)...
El empeño de la Evangelización es precisamente educar la fe de tal modo que ella lleve a cada
cristiano a vivir los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe, y no a recibirlos
pasivamente, o a soportarlos”.
La Actividad Misionera entre los fieles difiere de la actividad pastoral que hay que realizar entre los
fieles, y de las iniciativas que hay que tomar para restaurar la unidad de los cristianos”.
El Papa nos previene en RM 34 y nos dice que “no es fácil definir los confines entre atención
pastoral a los fieles... y actividad misionera Específica” y depende del recto criterio del Misionero
y del Pastor el empleo de una u otra modalidad ministerial Muy acertadamente, entonces, dice el
Directorio del Ministerio Pastoral de los Obispos:
Del mismo modo se expresa AG 30 cuando dice que el Obispo procure que la Actividad Apostólica
(nosotros dinamos Actividad Pastoral) no se limite solo a los convertidos, sino que hade destinarse
una parte conveniente de operarios y de recursos a la Evangelización de los cristianos”.
A esta situación evangelizadora se refería AG cuando decía que” hay veces en que la Iglesia,
después de haber iniciado felizmente un avance, se ve obligada a deplorar un nuevo retroceso o,
por lo menos, se detiene en un estado de semiplenitud católica... Por otra parte, los grupos
humanos en medio de los cuales vive, la Iglesia, con frecuencia, por diversas razones.se
transforman totalmente, de suerte que pueden crearse situaciones por completo nuevas.
Debe entonces la Iglesia examinar si dichas situaciones requieren de nuevo su Acción Misionera
(AG 6).
La Nueva Evangelización es, dice RM 33: “Una situación intermedia (entre la Actividad Misionera
Específica y la Actividad Pastoral) que se da especialmente en los países de antigua cristiandad
pero a veces también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han
perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia llevando
una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio”
La Nueva Evangelización se ha convertido en uno de los pilares de las catequesis de Juan Pablo II
no sólo para la Iglesia en América Latina, sino en todo el mundo. El anuncio de este tema lo
encontramos por primera vez en su discurso a la Asamblea de Obispos del CELAM en la Catedral
de Puerto Príncipe (Haití) la noche del 9 de marzo de 1983 antes de regresar a Roma al concluir su
ardua visita a Centroamérica donde el Papa dio especial realce a los temas de la paz, los derechos
humanos y la unidad eclesial.
Al respecto dice un renombrado misionólogo que el tema de una Nueva Evangelización no era
nuevo en las preocupaciones pastorales de la Iglesia en América latina”. En efecto lo encontramos
dos veces en los documentos de la Conferencia de Medellín (1968): en su “Mensaje a los pueblos
de América Latina” los Obispos asumen el compromiso de “alentar una Nueva Evangelización…
para lograr un fe lucida y comprometida Y en el documento sobre Pastoral Popular (6 8 a) se
proponen asegurar una seria reevangelización de las diversas áreas humanas del Continente”.
Las Palabras con que Juan Pablo II propuso la Nueva Evangelización son éstas:
La conmemoración del medio milenio de evangelización tendrá su significación plena si es un
compromiso vuestro como Obispos junto con vuestro presbiterio y fieles; compromiso no de re-
evangelización, pero sí de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su
expresión”.
Seguramente que la Nueva Evangelización es el trabajo más difícil, la tarea más agobiadora del
Ministerio Evangelizador si tenemos en cuenta que no parece justo equiparar la situación de un
pueblo que lo ha conocido lo ha aceptado y después lo ha rechazado, aunque haya seguido
viviendo en una cultura que ha asimilado en gran parte los principios y valores evangélicos. Con
respecto a la fe, son dos situaciones sustancialmente distintas.” (RM 37).
Finalmente, debemos entender que en estos horizontes de la Misión Eclesial existe una prioridad
operativa que debemos respetar. Seguramente que la opción preferencial, o prioridad inmediata
corresponde a la Misión Ad gentes porque “esta es la tarea primordial de la Iglesia” (RM 34). “La
responsabilidad más Específicamente misionera que Jesús ha confiado y diariamente vuelve a
confiar a su Iglesia” (RM 31). Más que la Pastoral y que la Nueva Evangelización, “a Actividad
Misionera representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia... es cada vez más evidente que
las gentes que todavía no han recibido el primer anuncio de Cristo son la mayoría de la
humanidad... la misión ad gentes está todavía en los comienzos” (RM 40).
Para retener fácilmente cuáles son los horizontes de la Misión es muy útil recordar que la Primera
Evangelización es “para los que todavía no (creen)”; la Actividad Pastoral es para “los que sí
(creen)”; la Nueva Evangelización es para “los que ya no (creen)”.
Ya hemos descrito el puesto que ocupa la Actividad Misionera Específica en los horizontes de la
Misión Eclesial. Pasamos ahora a dar una definición de Misión Ad Gentes, primera Evangelización
o Actividad Misionera Específica. La encontramos muy exacta en AG 6, donde se nos dice: “Las
empresas concretas con las que ¡os heraldos del Evangelio enviados por la Iglesia cumplen, yendo
por todo el mundo, el deber de predicar el Evangelio e implantar la Iglesia entre los pueblos o
grupos humanos que todavía no creen en Cristo, reciben comúnmente el nombre de ‘misiones’,
las cuales se llevan a cabo por medio de la Actividad Misionera y de ordinario se realizan en
determinados territorios señalados por la Santa Sede.”
El canon 786 del Código de Derecho Canónico también se refiere concretamente a la Actividad
Misionera Especifica vio hace en los siguientes términos La actividad misionera propiamente
misional, mediante la cual se ‘implanta’ la Iglesia entre los pueblos o grupos en los cuales aún no
está enraizada se lleva a cabo por la Iglesia enviando predicadores, del Evangelio hasta tanto que,
las nuevas Iglesias estén plenamente constituidas, es decir, provistas de fuerzas propias y, medios
suficientemente para poder realizar por sí mismas la tarea de Evangelizar”.
En esta definición es necesario hacer resaltar algunos elementos que son realmente característicos
de la Actividad Misionera Específica. Así tenemos:
La Actividad Misionera Específica es una ACCIÓN ECLESIAL, y aunque de ella se diga que es una
‘Misión ad extra” o “Misión ad gentes” o “etapa cronológicamente primera” de la
evangelización, que precede al ejercicio normal del Ministerio Eclesiástico, no pierde su
carácter estrictamente eclesial. Por eso dice AG 6 que “se hace patente que la Actividad
Misionera fluye de. la naturaleza íntima de la Iglesia, cuya fe salvífica propaga, cuya unidad
católica perfecciona dilatándola, con cuya apostolicidad se sustenta, cuyo sentido colegial de
la Jerarquía pone en práctica, cuya santidad testifica, difunde y promueve”.
EL ENVÍO
LA UNIVERSALIDAD
“PLANTAR” LA IGLESIA
Un elemento más de esta definición de Actividad Misionera Específica que debemos tener
muy en cuenta es lo que constituye un objeto de dicha Actividad, a saber la implantación de la
Iglesia, de lo cual hablaremos largo en la unidad segunda de éste Módulo.
LEGISLACIÓN PROPIA
Finalmente, debemos recalcar que la Actividad Misionera Específica o Primera Evangelización está
regida por normas jurídicas propias. Al respecto dice un autor que “se usa el término ‘normas’
porque es más comprensivo. En efecto en el Derecho Misionario más que leyes, en sentido
técnico, entran, con frecuencia, otras normas que no tienen la categoría de leyes”. Naturalmente
que los principios fundamentales de éstas Normas Misioneras están integradas en el Código de
Derecho Canónico, pero, dentro del Cuerpo de) derecho Común se establecen las normas que
tienden a regular el régimen específico misionero con las características de flexibilidad,
emergencia, inmediatez y previsión, que, sin embargo, no constituyen en manera alguna un
Código de Dispensas o Excepciones, sino un verdadero Estatuto Normal Misionero. Es ésta la razón
por la cual se ha dicho que los Misioneros gozan de una cantidad de facultades que no tienen los
Sacerdotes Diocesanos, y que en la misión se puede hacer lo que está prohibido en la Iglesia
particular. La confusión, el equívoco, proviene de no entender que el Misionero específico está
enderezado a ejercer su Ministerio en contextos muy diferentes. Hace mal el Misionero ad gentes
que llega a una Iglesia particular, que es una comunidad de creyentes, y aplica allí las normas
misioneras que rigen para la Actividad Misionera. También hace mal el Sacerdote Diocesano que
va a un campo de Actividad Misionera Específica y pretende hacer regir ahí las leyes que rigen la
Actividad Pastoral.
Si bien el mandato de Jesús impulsa a sus discípulos a ir por toda la tierra, trascendiendo todo
género de fronteras geográficas y étnicas, la Redemptoris Missio explícita los ámbitos concretos
en que hoy se realiza el primer anuncio del Evangelio.
“La misión ad gentes, en virtud del mandato universal de Cristo, no conoce confines. Sin embargo,
se pueden delinear varios ámbitos en los que se realiza, de modo que se pueda tener una visión
real de la situación.
El Papa explica muy bien que se debe conservar el criterio geográfico en la Primera Evangelización
“en orden a determinar responsabilidades, competencias y límites geográficos o dificultades de
índole política que sean obstáculo para su presencia misionera” (RM 37).
Aquí debemos recordar que la Congregación para la Evangelización de los Pueblos llene la
competencia para erigir y distribuirlas prefecturas y los Vicariatos Apostólicos, que son los
territorios misionales. Mediante un ‘Jus commissionis’ o un ‘Mandatum’ la Sede Apostólica
encomienda a un Instituto Religioso o a una Iglesia Particular el deber y el derecho de hacer la
Primera Evangelización en uno de esos territorios misionales.
El P. Seumonis dice que “por territorio misionero es necesario entender toda región ahora
desprovista de Iglesia particular propia, o si se quiere, de Iglesia normalmente constituida con sus
posibilidades propias de vida autónoma y de desarrollo normal”.
La RM 37 se expresa así: “Hay países, áreas geográficas y culturales en que faltan comunidades
cristianas autóctonas; en otros lugares éstas son tan pequeñas, que no son un signo claro de la
presencia cristiana; o bien estas comunidades carecen de dinamismo para evangelizar su sociedad
o pertenecen a poblaciones minoritarias, no insertadas en la cultura nacional dominante… hacia
allí debe dirigirse la actividad Misionera”.
En los territorios misionales se aplica un “Régimen especial” (RM 37) de evangelización que se
orienta Específicamente a preparar el Régimen normal de Estatuto Ministerial de Iglesia Particular.
Ese régimen especial “una actividad de penetración cristiana inicial preparatoria a un régimen
eclesial normal, que coenvuelve en si toda otra actividad eclesial comprometida en esa etapa
preparatoria.
EL PRIMER “BROTE”
La prefectura Apostólica es la figura inicial de territorio misional y está dirigida espiritualmente por
un Prefecto Apostólico, que no es Obispo, pero que sí tiene allí una autoridad propia ordinaria e
inmediata.
UN PASO ADELANTE
En RM 2 el Papa enuncia los requisitos para que un territorio sea erigido Iglesia Particular:
“Obispo, Clero y personal Apostólico propios”.
Quede, entonces, bien claro, que en los Territorios Misionales no se prestan los servicios
ministeriales de Actividad Pastoral o de Nueva Evangelización sino el de Actividad Misionera
Especifica Misión Ad gentes o Primera Evangelización. Lógico que la Primera Evangelización como
dijimos coenvuelva como etapa preparatoria que es del estatuto normal del Ministerio, ensayos
iniciales de Pastoral. A eso es a lo que se refiere el Papa en RM 48 cuando dice que:
La Misión ad gentes tiene este objetivo fundar comunidades cristianas hacer crecer las Iglesias
hasta su completa madurez. Esta es una meta central y Específica de la actividad misional, hasta el
punto de que ésta no puede considerarse desarrollada mientras no consiga edificar una nueva
Iglesia particular que funcione normalmente en el ambiente local… Se trata de un trabajo
considerable y largo, del cual es difícil indicar las etapas precisas, con las que se termina la acción
propiamente misionera y se pasa a la actividad pastoral”.
Así se entienden muy bien las palabras del Papa Benedicto XV en la primera encíclica misionera
moderna:
“Doquier, en efecto, se encuentra un clero autóctono suficiente, bien formado y digno de su santa
vocación, se puede decir que allí los misioneros han terminado con éxito su tarea y que la Iglesia
está suficientemente formada”.
Los que trabajan en el servicio ministerial de Actividad Misional especifica son los que, con toda
propiedad, son llamados “Misioneros” y entonces deben preocuparse primordialmente de hacer
esa tarea que “se presenta inmensa y desproporcionada respecto a las fuerzas humanas de la
Iglesia” (RM 35).
Refiriéndose globalmente al ámbito territorial de la Misión ad gentes, el Papa afirma también que
“es al Continente Asiático en particular hacia el que debería orientarse principalmente la Misión
ad gentes (RM 37).
Esto sí que es una novedad porque hasta ahora el Continente Africano era el que había casi
identificado al Continente de la misión Ad Gentes. Hasta se tiene en la Iglesia Universal una colecta
misionera especial “Pro Afrís”.
Además del criterio geográfico que determina un ámbito de la Primera Evangelización, existen,
“rápidas y profundas transformaciones que caracterizan el mundo actual, en particular el Sur” (RM
37).
Este segundo ámbito lo describe así el Papa: “Donde antes existían situaciones humanas y sociales
estables, hoy todo está cambiando… hay mundos y fenómenos sociales nuevos… Piénsese por
ejemplo en la urbanización y el incremento masivo de las ciudades… la presión demográfica... las
megalópolis... las migraciones de los no cristianos que llegan en gran número a los países de
antigua cristiandad cuando nuevas ocasiones de comunicación e intercambios culturales... los
refugiados que son ya muchos millones en el mundo y no cesan de aumentar, y que la Iglesia debe
acoger en el ámbito de su solicitud apostólica.., las situaciones de pobreza, a menudo intolerable,
para los cuales el anuncio de Cristo y del Reino de Dios debe llegar a ser instrumento de rescate
humano” (RM 37).
Cada vez nos convencemos más de que la evangelización es urgente porque “ésta constituye el
primer servicio qué la Iglesia puede prestar a cada hombre ya la humanidad entera en el mundo
actual, el cual está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las
realidades últimas y de la existencia misma” (RM 2). Dentro de la misma evangelización, la
Actividad Misionera Específica es de suma urgencia ya que “tiene ante sí una tarea inmensa que
de ningún modo está en vías de extinción. Al contrario, bien bajo el punto de vista numérico por el
aumento demográfico, o bien bajo el punto de vista sociocultural por el surgir de nuevas
relaciones, comunicaciones y cambios de situaciones, parece destinada hacia horizontes todavía
más amplios” (RM 35).
“El multiplicarse de las jóvenes Iglesias en tiempos recientes no debe crear ilusiones. En los
territorios confiados a estas Iglesias, especialmente en Asia, pero también en África, América
Latina y Oceanía, hay vastas regiones sin evangelizar, a pueblos enteros y áreas culturales de gran
importancia en no pocas regiones no ha llegado aún el anuncio evangélico y la presencia de la
Iglesia. Incluso en países tradicionalmente cristianos hay regiones confiadas al régimen especial de
la Misión Ad Gentes, grupos y áreas no evangelizadas. Se impone, pues... una Primera
Evangelización” (RM 37).
Hay que reforzar, entonces, con el empuje de la Primera Evangelización, el trabajo misionero con
los jóvenes “para hacerles llegar el mensaje de Cristo... mediante asociados e instituciones, grupos
y centros apropiados, iniciativas culturales y sociales... ya que evidentemente no bastan los
medios ordinarios de la Pastoral” (RM37).
Un tercer ámbito de la misión Ad Gentes de que habla el Papa son las “áreas culturales o
areópagos modernos que son como símbolo de los nuevos ambientes donde debe proclamarse
Evangelio. (RM 37).
Afirma el Papa que “en nuestro tiempo dramático y fascinador existen muchos areópagos hacia los
cuales debe orientarse la Actividad Misionera de la Iglesia. Por ejemplo: El compromiso por la paz,
el desarrollo y la liberación de los pueblos, los derechos del hombre, la promoción de la mujer y
del niño, la ecología, fa investigación científica, a política, la economía, el fenómeno del ‘retorno
religioso’ etc.” (RM 37).
Sin embargo, de modo expreso, el Papa se refiere en este tercer ámbito de la Actividad Misionera
Específica a dos areópagos que han de ser evangelizados con especial cuidado y empeño: el
mundo de la comunicación y el vastísimo areópago de la cultura.
El mundo de la comunicación es “el primer areópago del tiempo moderno que está unificando a la
humanidad y transformándola en una “aldea global”, porque es el principal instrumento
informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales,
familiares y sociales... y que quizás se ha descuidado un poco” (RM37).
Seguramente quela radio, la prensa, la TV, el Cine, no son propiamente ateos, como a veces se los
tilde, sino más bien “paganos religiosos infieles”, es decir, instrumentos utilizados por personas
que todavía no están comprometidas con La causa cristiana por falta de evangelización.
Hay que emprender entonces un serio trabajo de Primera Evangelización para los que están
empeñados en ese mundo de la comunicación. No se trata únicamente de aprender a manejar
éstos medios de comunicación, ni siquiera de servirse de ellos para la evangelización. No se trata
solamente de “multiplicar el anuncio, ni basta usar esos medios para difundir el Mensaje cristiano
y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta “nueva cultura’
creada por la comunicación moderna… con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos
comportamientos sicológicos” (RM 37).
Otro vastísimo areópago hacia el cual debe dirigirse el impulso de la Actividad Misionera especial
es la cultura.
Hoy se habla mucho en América de la “cultura adveniente”. No se llama adveniente porque esté
llegando de afuera, sino porque está aflorando de dentro. La verdad es que nuestra identidad
cultural, nuestras culturas aborígenes, las culturas propias de nuestros antepasados, deben ser
valoradas y respetadas por la Iglesia y el Estado. Monseñor J. Saraiva Martins, Secretario de la
Congregación de Seminarios y Universidades Católicas, dice de esta manera:
“La Iglesia, sobre todo, reconoce, respeta y estima las varias culturas de los pueblos a causa de los
valores positivos en ellas incluidos, y que pueden constituir una verdadera preparación evangélica,
una providencial predisposición para el anuncio de la Buena Nueva”.
El mejor aporte que la Iglesia puede prestar a la cultura adveniente es inocularle símbolos
cristianos que, desde dentro, vayan saldando el abismo entre cultura y fe, o mejor, vayan
encarnando la fe en la cultura del evangelizado.
Para evangelizar al hombre integral hay que mirarlo como ser cultural que es. Dice al respecto
Monseñor Saraiva:
“El hombre es, por su misma naturaleza un ser de cultura, y donde quiera el hombre obra como
hombre, a cualquier nivel, allí existe la cultura, sin que propiamente existan salvajes, es decir,
hombres sin cultura”.
Uno de los proyectos inmediatos que se proponen nuestros Obispos es, según el Documento de
Santo Domingo (1992), evangelizar al hombre americano desde su cultura, en su cultura y para su
cultura. Otro tanto se proponen hacer los organismos jerárquicos continentales de Asia y África,
para la evangelización.
Un fenómeno especial moderno, afirma el Papa en RM 37, consiste en que “lugares privilegiados
de Actividad Misionera deberían ser las grandes ciudades, donde surgen nuevas costumbres y
modelos de vida, nuevas formas de cultura, que luego influyen sobre la población... el futuro de
las jóvenes naciones se está formando en las ciudades”.
Con sobrada razón pues, el Papa ha resulto ampliar el ámbito de la Actividad Misionera Específica
hasta el campo de las culturas no cristianas.
SÍNTESIS:
Esperamos haber cumplido así con nuestros alumnos los propósitos de esta UNIDAD PRIMERA, a
saber, entregarles los principios fundamentales de la Actividad Misionera Específica.
Debió haber quedado muy claro que no hay más que Una Misión Eclesial, que es la misma Misión
de Jesucristo. El verdadero sentido de la Misión es el Trinitario y Eclesial. Esa Única Misión
Trinitaria y Eclesial tiene tres horizontes clásicos: La Actividad Misionera Específica, que también se
llama Misión Ad Gentes y primera Evangelización, la Actividad Pastoral y la Nueva Evangelización.
El primer horizonte (la Misión Ad Gentes) está dirigido a los no cristianos. El segundo horizonte (La
Actividad Pastoral) está dirigido a los creyentes. El tercer horizonte (La Nueva Evangelización) va
dirigido a los no practicantes.
Finalmente vimos como e/Papa Juan Pabló II agregó al ámbito tradicional de la Actividad
Misionera Específica, el ámbito geográfico, otros dos ámbitos.’ los mundos y fenómenos sociales
nuevos y/os areópagos modernos, sobre todo el mundo de fa comunicación y el mundo de las
culturas.
En el medio quedó la definición de Actividad Misionera Específica, que esperamos sea muy bien
entendida y mejor aprendida.
No entendamos este capítulo de los Caminos de la Actividad Misionera Específica como si fuera
una lista de pasos escalonados que deban darse en la Primera Evangelización, sirio más bien
tratemos de captar la metodología que un buen misionero debe emplear en su trabajo de Misión
Ad gentes.
Antes de que pueda ser establecido el Estatuto de Iglesia particular como una “Pastoral normal
que supone, en firme, un clero, un Obispo y un pueblo fiel que pueda normalmente recibir una
formación religiosa conveniente, el ministerio de la Palabra, los Sacramentos, participar
activamente en el sacramento Eucarístico y vivir así cristianamente con convicción y profundidad”,
se impone una etapa de preparación, que es la que determina la esencia de la Actividad Misionera
Específica.
Podemos enfocar la Actividad Misionera Específica corno la primera función del Ministerio
Apostólico que va, mediante la evangelización, configurando y animando un Pueblo de Dios en
torno a la renovación cristiana.
Así como el Antiguo Pueblo de Israel encontraba su identidad de Pueblo de Dios en la posesión de
la Revelación del único Dios verdadero, así el Nuevo Pueblo de Dios la Iglesia de Jesucristo se va
unificando no según la carne sino en el espíritu en la congregación de quienes, creyendo ven en
Jesús al autor de la salvación y el principio de la unidad y la paz (GS 9).
Para muchos de nosotros pasa desapercibido el proceso de gestación normal que sigue la
Actividad Misionera Específica en la verdadera génesis de la Iglesia particular porque estamos
acostumbrados a ver que nuestras comunidades eclesiales, ordinariamente las más promovidas,
son desmembradas de una Iglesia Madre y erigidas como Iglesias particulares mediante una Bula
Pontificia.
Para entender bien este capítulo es necesario recordar el proceso de gestación y de maduración
que debe seguir una Iglesia particular, con la asesoría de la Actividad Misionera Específica, en
grandes regiones de Asia, África y Oceanía, en donde le Iglesia católica busca un medio de los no
cristianos un lugar concreto, siquiera un reducido grupo humano desde donde pueda realizarse
como Signo é instrumento de Mediación Salvífica.
“Nuestro radical substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad, fue establecido
y dinamizado por una vasta legión misionera de Obispos, Religiosos y Laicos. Está, ante todo, la
labor de nuestros Santos, como Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro
Claver, Luis Beltrán y otros… quienes nos enseñaron que, superando las debilidades y cobardías de
los hombres que los rodeaban y a veces los perseguían el Evangelio, en su plenitud de gracia y
amor, se vivió y se puede vivir en América Latina, como signo de grandeza espiritual y de verdad
divina”.
Pero hemos de abrir los ojos a la realidad misionera y ver cómo no en todo el mundo es así.
La Actividad Misionera Específica tiene su más alto grado de identidad allí en aquellos territorios
en donde se debe comenzar a congregar un grupo humano de fe para que sea Pueblo de Dios, un
pueblo al cual se le debe enseñar a leer en su cultura los símbolos cristianos de las maravillas que
Dios ha revelado en Jesucristo, y promoverlo hasta que pueda asumir el ejercicio pleno del
Ministerio, como Iglesia particular.
Los caminos de que habla RM en el Capítulo V se refieren a la evangelización en general, así mismo
como lo hace la parte cuarta de EN. Nosotros nos vamos a restringir en nuestro estudio a la
modalidad evangelizadora que realiza la Actividad Misionera Específica, y por eso nos ceñimos al
esquema de AG, cap. II: Testimonio cristiano, Predicación del Evangelio y Formación de la
Comunidad Cristiana:
En EN nos previene contra la tentación de creer que la enunciación de unos pasos que han de
darse en la evangelización, deban ser entendidos como una camisa de fuerza. Así dice EN 40: “Este
problema ‘cómo evangelizar’ es siempre actual porque los modos varían según las circunstancias
de tiempo, de lugar de cultura, y lanzan por tanto un reto a nuestra capacidad de inventiva y de
adaptación. A nosotros, especialmente, Pastores en la Iglesia, incumbe el cuidado de recrear con
audacia y sabiduría con plena fidelidad a su contenido los medios más aptos y más eficaces para
comunicar el mensaje evangélico a los hombres dé nuestro tiempo”.
Tanto el documento AG como EN y RM están de acuerdo en afirmar qué: “El TESTIMONIO DE VIDA
cristiana es la primera e insustituible forma de la misión (RM 42),” es mediante su conducta,
mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo es decir mediante su testimonio vivido de
fidelidad al Señor Jesús de pobreza de desprendimiento... En una palabra mediante el testimonio
de Santidad”. (EN 41).
En todo tiempo el mundo ha dado más importancia al ejemplo que a las palabras pero ahora Juan
Pablo II, en RM 42, nos repite, con mayor énfasis aún, lo que dijera hace quince años Pablo VI en
Evangelii Nuntiandi: “El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros cree
más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías”.
El mundo de hoy es sobre todo muy sensible “al testimonio evangélico de la atención a las
personas y de la caridad para con los pobres y los pequeños, con los que sufren” (RM 42).
En un mundo deshecho por el egoísmo, los intereses creados, las injusticias, la falta de
autenticidad no tiene cabida una Primera Evangelización que no venga respaldada por el
testimonio vivencial de un misionero que sea signo de Dios y de las realidades trascendentales”
(RM42).
Ya lo dice muy claro AG 5 que “como la misión eclesial continúa y desarrolla en el Curso de la
historia la misión del propio Cristo, que fue enviado a Evangelizar a los pobres, la Iglesia, a
impulsos del Espíritu Santo, debe caminar por el mismo sendero que Cristo; es decir, por el
sendero de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación hasta la muerte”.
RM 88 exclama Al misionero se le pide renunciarse a si mismo ya todo lo que tuvo hasta entonces
ya hacerse todo para todos’ (AG 24): en la pobreza que lo deja libre para el Evangelio; en el
desapego de personas y bienes del propio ambiente, para hacerse así hermano de aquellos a
quienes es enviado y llevarles a Cristo Salvador”.
Después del testimonio de Vida viene el ANUNCIO EVANGÉLICO, como segunda manera de
Evangelizar Dice RM 44:
“El anuncio tiene la prioridad permanente en la misión: la Iglesia no puede sustraerse al mandato
explícito de Cristo; no puede privar a los hombres de la ‘Buena Nueva’ de que son amados y
salvados por Dios... Todas las formas de la actividad misionera están orientadas hacia esta
proclamación”.
En la primera Evangelización el anuncio evangélico tiene una capital importancia porque ese
primer contacto con la Persona de Jesucristo, esa primera sensación de acercamiento con El, va a
marcar una impronta en la mente y en el corazón de los oyentes que determinará una respuesta
de fe, o una actitud de indiferencia, y aún de rechazo ante el Señor.
El anuncio Kerigmático debe buscar, ante todo, dar respuesta a “una esperé” que ya existe en las
personas y los pueblos por conocer la verdad sobre Dios y sobre el hombre” (RM 45).
El Misionero, como dice San Pedro (1 Ped. 3,15), “debe estar pronto para responder a aquellos
que le pidan explicación acerca de su propia esperanza.
Si para dar el testimonio de vida se necesita tener autenticidad y seguridad de la fe, para entregar
el Primer Anuncio son necesarias la claridad, la precisión y la “caridad apostólica” (RM 89), que se
manifiesta en un amor grande a la Iglesia y al hombre.
Se anuncia el Kerigma para suscitar la fe que lleva a la conversión individual, hasta el punto que
dice RM 44 que la “fe nace del anuncio”.
Cuando ya se tiene la fe se comienza a vivir un proceso de conversión que va durar toda la vida y
que consiste en un “cambio progresivo de sentimientos y de costumbres” (AG 13) o en adhesión
plena y sincera a Cristo y a su Evangelio mediante la fe” (RM 46). Comienza ese camino espiritual
de fe por el Catecumenado, el cual no es mera exposición de dogmas y preceptos sino formación y
noviciado prolongado” (AG 14) como preparación para el Bautismo, que viene a ser la primera
profesión de fe cristiana eclesial.
Es norma corriente metódica de la Actividad Misionera Especifica que antes del Bautismo se
constate la presencia de la fe. No se debe pues en Primera Evangelización, suponer la fe, como se
hace en Pastoral, sino que hay que constatarla para poder pasar al Bautismo que “es un
Sacramento que significa y lleva a cabo el nuevo nacimiento por el Espíritu, no un mero sello de la
conversión” (RM 47). El Bautismo abre la puerta a un tercer momento de la Actividad Misionera
Específica.
1.4.3. Construcción de la Comunidad Cristiana.
Dice Juan Pablo II en RM 48 que “la conversión-y el Bautismo introducen en la Iglesia, donde ya
existe, o requieren la construcción de nuevas comunidades que confiesen a Jesús Salvador y
Señor”.
En el caso de la Actividad Misionera Específica se-supone que no existe aún esa comunidad
eclesial. Entonces, con el Bautismo se comienza esta “fase de la historia eclesial, llamada plantatio
Ecclesiae” (RM49).
“Los misioneros, por consiguiente, cooperadores de Dios, susciten tales comunidades de fieles
que, viviendo conforme a la vocación con que han sido llamadas, ejerciten las funciones que Dios
les ha confiado, sacerdotal, profética y real. De esta forma, la comunidad cristiana se hace ex-
ponente de la presencia de Dios en el mundo, pues por el Sacrificio Eucarístico pasa con Cristo al
Padre; nutrida cuidadosamente con la Palabra de Dios, da testimonio de- Cristo y, finalmente,
anda en la caridad y se inflame de espíritu apostólico”.
Cuando llega la Bula Pontificia que crea la Nueva Iglesia Particular, entonces termina su ejercicio la
Actividad Misionera Específica y los Misioneros Específicos ceden el puesto a los Pastores, y van a
comenzar, en otro rincón del mundo, un nuevo proceso de Primera Evangelización.
“El día en que nace una Iglesia nueva, el territorio cuya responsabilidad asume no depende ya
únicamente, como hasta ese momento, del conjunto del Cuerpo Episcopal en la persona de su
cabeza, sino que en adelante depende de ‘su’ Obispo”.
“La misión ad gentes tiene este objetivo: Fundar comunidades cristianas, hacer crecer las Iglesias
hasta su completa madurez. Esta es una meta central y Específica de la actividad misionera, hasta
el punto que esta no puede considerarse desarrollada, mientras no consiga edificar una Iglesia
particular, que funcione normalmente en el ambiente local. De esto habla ampliamente el decreto
Ad gentes, Después del Concilio se ha ido desarrollando una línea teológica para subrayar que
todo el misterio de la Iglesia está contenido encada Iglesia particular, con tal que ésta no se aísle,
sino que permanezca en comunión con la Iglesia universal y, a su vez, se haga misionera. Se trata
de un trabajo considerable y largo, del cual es difícil indicar las etapas precisas, con las que se
termina la acción propiamente misionera y se pasa a la actividad pastoral. No obstante, algunos
puntos deben quedar claros” (RM 48b).
“Las fuerzas misioneras provenientes de otras Iglesias y países deben actuar en comunión con las
Iglesias locales para el desarrollo de la comunidad cristiana. En particular, concierne a ellas -
siguiendo siempre las directrices de los Obispos y en colaboración con los responsables del lugar -
promover la difusión de la fe y la expansión de la Iglesia en los ambientes y grupos no cristianos; y
animar en sentido misionero a las Iglesias locales, de manera que la preocupación pastoral vaya
unida siempre a la preocupación por la misión ad gentes. Cada Iglesia hará propia, entonces, la
solicitud de Cristo, Buen Pastor, que se entrega a su grey y al mismo tiempo, se preocupa de las
“otras ovejas que no son de este redil” (Jn 1015) (RM 49c).
Un fenómeno de rápida expansión en las jóvenes Iglesias, promovido, a veces por los Obispos y
sus Conferencias corno opción prioritaria de la pastoral, lo constituyen las “Comunidades
Eclesiales de Base” (conocidas también con otros nombres), que están dando prueba positiva
como centros de formación cristiana y de irradiación misionera. Se trata de grupos cristianos a
nivel familiar o de ámbito restringido, los cuales se reúnen para la oración, la lectura de la
escritura, la catequesis, para compartir problemas humanos y eclesiales de cara a un compromiso
común. Son un signo de vitalidad de la Iglesia, instrumento de formación y de evangelización, un
punto de partida válido para una nueva sociedad fundada sobre la “civilización del amor” (RM
51a).
“El proceso de inserción de la Iglesia en las culturas de los pueblos requiere largo tiempo: No se
trata de una mera adaptación externa ya que la inculturación significa una íntima transformación
de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo en las diversas
culturas. Es, pues, un proceso profundo y global que abarca tanto el mensaje cristiano como la
reflexión y la praxis de la Iglesia Pero es también un proceso difícil porque no debe comprometer
en ningún modo las características y la integridad de la fe cristiana” (RM 52b).
“Por medio de la inculturación, la Iglesia encarna el Evangelio en las culturas e introduce a los
pueblos con sus culturas en su misma comunidad; transmite a las mismas sus propios valores,
asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro. Por su parte, con la
inculturación la Iglesia se hace signo más comprensible de lo que es e instrumento más apto para
la misión” (RM 52c).
“La inculturación es un camino lento que, acompaña toda la vida misionera y requiere la
aportación de los diversos colaboradores de la misión ad gentes, la de las comunidades cristianas a
medida que se desarrollan, la de los pastores que tienen la responsabilidad de discernir y
fomentar su actuación” (RM 52e).
Los misioneros provenientes de otras Iglesias y países deben insertarse en el mundo socio-cultural
de aquellos a quienes son enviados, superando los condicionamientos del propio ambiente de
origen. Así, deben aprender la lengua de la región donde trabajan, conocer las expresiones más
significativas de aquella cultura descubriendo sus valores por experiencia directa Solamente con
este conocimiento los misioneros podrán llevar a los pueblos de manera creíble y fructífera el
conocimiento del misterio escondido (cf. Rom 16,15-27; Ef 3,5). Para ellos no se trata ciertamente
de renegar a la propia identidad cultural, sino de comprender, apreciar, promover y evangelizar la
del ambiente donde actúan y, por consiguiente, estar en condiciones de comunicar realmente con
él, asumiendo un estilo de vida que sea signo de testimonio evangélico y de solidaridad con la
gente” (RM 53a).
“Un vasto campo se le abre al diálogo, pudiendo asumir múltiples formas de expresiones, desde
los intercambios entre expertos de las tradiciones religiosas o representantes oficiales de las
mismas, hasta la colaboración para el desarrollo integral y la salvaguardia de los valores religiosos;
desde la comunicación de las respectivas experiencias espirituales hasta el llamado “diálogo de
vida”, por el cual los creyentes de las diversas religiones atestiguan unos a otros en la existencia
cotidiana los propios valores humanos y espirituales, y se ayudan a vivirlos para edificar una
sociedad más justa y fraterna” (RM 57a).
“Todos los fieles y las comunidades cristianas están llamados a practicar el diálogo, aunque no al
mismo nivel y de la misma forma. Para ello es indispensable la aportación de los laicos que “con el
ejemplo de su vida y con la propia acción, pueden favorecerla mejora de las relaciones entre los
seguidores de las diversas religiones”, mientras algunos de ellos podrán también ofrecer una
aportación de búsqueda y de estudio” (RM 57b).
La misión ad gentes se despliega aún hoy día, mayormente, en aquellas regiones del sur del
mundo donde es más urgente la acción para el desarrollo integral y la liberación de toda opresión.
La Iglesia siempre ha sabido suscitar, en las poblaciones que ha evangelizado, un impulso hacia el
progreso, y ahora mismo los misioneros, más que en el pasado, son conocidos también como
promotores del desarrollo por gobiernos y expertos internaciones, los cuales se maravillan del
hecho que se consigan nobles resultados con escasos medios” (RM 58a).
“La Iglesia y los misioneros son también promotores de desarrollo con sus escuelas, hospitales,
tipografías, universidades, granjas agrícolas experimentales. Pero el desarrollo de un pueblo no
deriva primariamente ni del dinero, ni de las ayudas materiales, ni de las estructuras técnicas, sino
más bien de la formación de las conciencias revelando a los pueblos al Dios que buscan, pero que
no conocen; la grandeza del hombre creado a imagen de Dios y amado por El; la igualdad de todos
los hombres, como hijos de Dios; el dominio sobre la naturaleza creada y puesta al servicio del
hombre; el deber de trabajar para el desarrollo del hombre entero y de todos los hombres” (RM
58c).
“Con el mensaje evangélico la Iglesia ofrece una fuerza liberadora y promotora de desarrollo,
precisamente porque lleva a la conversión del corazón y de la mentalidad; ayuda a reconocerla
dignidad de cada persona; dispone a la solidaridad, al compromiso, al servicio de los hermanos,
inserta al hombre en el proyecto de Dios, que es la construcción del reino de paz y de justicia, a
partir ya de esta vida. Es la perspectiva bíblica de los “nuevos cielos y nueva tierra” (cf. ls 65,17; 2
Ped 3,13; Ap 21,1), la que ha introducido en la historia el estímulo y la meta para el progreso de la
humanidad. El desarrollo del hombre viene de Dios, del modelo de Jesús Dios y Hombre, y debe
llevar a Dios. He aquí porqué entre el anuncio evangélico .y la promoción del hombre hay una
estrecha conexión” (RM 59a).
La Iglesia en todo el mundo — dije en mi primera visita pastoral a Brasil- quiere ser la Iglesia de los
pobres quiere extraer toda la verdad contenida en las bienaventuranzas de Cristo y sobre todo en
esta primavera: ‘Bienaventurados los pobres de Espíritu...” Quiere enseñar esta verdad y quiere
ponerla, en práctica igual que Jesús vino a hacer y enseñar (RM 60a).
Fiel al espíritu de las Bienaventuranzas la Iglesia está llamada a compartir con los pobres y los
oprimidos de todo tipo Por esto exhorto a todos los discípulos de Cristo y a las comunidades
cristianas, desde las familias a las Diócesis, desde las parroquias a los Institutos religiosos, a hacer
una sincera revisión de la propia vida en el sentido de la solidaridad con los pobres. Al mismo
tiempo, doy gracias a los misioneros quienes, con su presencia amorosa y su humilde servicio,
trabajan por el desarrollo integral de la persona y d la sociedad por medio de escuelas, centros
sanitarios leproserías casas de asistencia para minusválidos y ancianos iniciativas para la
promoción de la mujer y otras similares Doy gracias a los Sacerdotes, a los religiosos a las religiosas
y a los laicos por su entrega. También aliento a los voluntarios de organizaciones no
gubernamentales cada día más numerosas los cuales se dedican a estas obras de caridad y de
promoción humana (RM 60c).
“En efecto, son estas numerosas obras de caridad” las que atestiguan el espíritu de toda la
actividad misionera: El amor, que es y sigue siendo la fuerza de la misión es también el “único
criterio según el cual todo debe hacerse, cambiarse y no cambiarse. Es el principio que debe dirigir
toda acción y el fin al que debe tender Actuando con caridad o inspirados por la caridad, nada es
disconforme y todo es bueno” (RM 60d).
“Todos los Obispos, como miembros del Colegio Episcopal, sucesor del Colegio de los Apóstoles,
han sido consagrados no sólo para una Diócesis determinada, sino para la salvación del mundo
entero. A ellos, con Pedro y bajo Pedro, afecta primaria e inmediatamente el mandato de Cristo de
predicar el Evangelio a toda criatura. De ahí procede esa comunión y cooperación de las Iglesias,
que es hoy tan necesaria para proseguirla obra de la evangelización”.
Por su parte, los Obispos “todos y cada uno, en virtud de la institución y precepto de Cristo, están
obligados a tener por la Iglesia Universal aquella solicitud que, aunque no se ejerza por acto de
jurisdicción, contribuye, sin embargo, en gran manera al desarrollo de la Iglesia Universal y deben,
pues... promover toda actividad que sea común a toda la Iglesia, particularmente en orden a la
dilatación de la fe y a la difusión de la luz de la verdad plena entre todos los hombres”.
Mis hermanos Obispos son directamente responsables conmigo de la evangelización del mundo ya
sea corno miembros del Colegio Episcopal, ya sea como Pastores de las Iglesias particulares”.
La responsabilidad concreta misionera del Colegio Episcopal con su cabeza de Soberano Pontífice,
la asume y la expresa “en orden a determinar responsabilidades, competencias y límites” (RM 37).
Por eso dice así RM 75: “Corresponde al Dicasterio misional, dirigir y coordinar en todo el mundo
la obra de la evangelización de los pueblos y la cooperación misionera salvo la competencia de la
Congregación para las Iglesias orientales” (Pastor Bonus, 28 junio/88; 85 cf. AG 29). Por ello es de
su competencia el que ‘forme y distribuya a los misioneros según las necesidades más urgentes de
las regiones… haga la planificación, dicte normas, directrices y principios para la adecuada
evangelización y de impulsos...
Entre los agentes de pastoral de primer anuncio ocupan un puesto de fundamental importancia
los institutos misioneros.
La vocación especial de los misioneros “ad vitam” conserva toda su validez. Representa el
paradigma del compromiso misionero de la Iglesia que siempre necesita donaciones radicales y
totales, impulsos nuevos y valientes (cf. RM 66).
Un llamado especial hace el Papa Juan Pablo II a todos los Sacerdotes Diocesanos, para que tomen
conciencia de que ellos, aunque no tengan un compromiso directo de Misión Ad Gentes, no
pueden desentenderse de que les incumbe, de una manera más especial que a los laicos, el deber
de colaborar en la Actividad Misionera Específica. Dice así RM67:
“Colaboradores del Obispo, los Presbíteros, en virtud del Sacramento del Orden,
están llamados a compartirla solicitud por la misión”.
Otra cosa es, fuera de esta incumbencia general que atañe a todos los cristianos de manera
esencial, la responsabilidad de “promover, dirigir y coordinar la actividad misionera” (RM 63).
Así como las Conferencias Episcopales se responsabilizan de aunar el trabajo misionero específico
de los Obispos, así también “las CONFERENCIAS DE LOS SUPERIORES MAYORES tengan este mismo
objetivo en su ámbito según las indicaciones y normas establecidas (AG 33)” (RM 76) para
organizar la colaboración misionera Ad gentes de las Ordenes, Congregaciones e Institutos.
La responsabilidad concreta misionera del Colegio Episcopal con su cabeza de Soberano Pontífice,
la asume y la expresa “en orden a determinar responsabilidades, competencias y límites (RM 37)
y” porque la misión requiere igualmente una unión externa y ordenada entre las diversas
responsabilidades y funciones” (RM 75).
Todos los fieles, como miembros de Cristo vivo, incorporados y asemejados a Él por el Bautismo,
por la Confirmación y por la Eucaristía, tienen el deber de cooperar a la expansión y dilatación del
Cuerpo de Cristo para llevarlo cuanto antes a la plenitud. Por ello todos los hijos de la Iglesia han
de... consagrar sus energías a la obra de la evangelización” (AG 36).
En EN 59 se lee:
“Pero ¿quién tiene, entonces la misión de evangelizar? El Vaticano II ha respondido con claridad: a
la Iglesia ‘por mandato divino incumbe la obligación de ir al mundo entero a predicar el Evangelio
a toda criatura” (DH 13; LG 5; AG 1). Y en otro texto: “Toda la Iglesia es misionera, y la obra
evangelizadora es un deber fundamental del pueblo de Dios” (AG 35).
De este deber fundamental del Pueblo de Dios habla maravillosamente Juan Pablo II en RM 71
cuando dice:
“La necesidad de que todos los fieles compartan tal responsabilidad (la contribución Específica a la
Actividad Misionera) no es sólo cuestión de eficacia apostólica, sino de un deber derecho basado
en la dignidad bautismal, por la cual ‘los fieles laicos participan, según el modo que les es propio,
en el triple oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo’ (Christifideles Laici 14). Ellos, por
consiguiente, ‘tienen la obligación general, y gozan del derecho de trabajar.... para que el Mensaje
Divino de Salvación sea conocido’ (CIC, canon 225,1)
Podemos decir, así simplemente, que los Agentes de la Misión Ad Gentes son los heraldos del
Evangelio que enviados por la Iglesia cumplen yendo por todo el mundo, el deber de predicar el
Evangelio e implantar la Iglesia entre los pueblos o grupos humanos que todavía no creen en
Cristo” (AG, 6).
La RM 65 se expresa así:
“Se trata de una vocación especial que tiene como modelo la de los apóstoles: se manifiesta en el
compromiso total al servicio de la Evangelización; se trata de una entrega que abarca a toda la
persona y toda la vida del misionero, exigiendo de él una donación sin límites de fuerzas y de
tiempo. Quienes están dotados de tal vocación, ‘enviados por la autoridad legítima, se dirigen por
la fe y obediencia a los que están alejados de Cristo”.
Así como en toda la acción misionera de la Iglesia, la Actividad Misionera Específica es “la
responsabilidad más Específicamente misionera que Jesús ha confiado y diariamente vuelve a
confiar a su Iglesia” (RM 31; cf. Chistifideles Laici 35); así también los que se dedican a trabajar en
esa Actividad Primera reciben con toda propiedad, especialmente el nombre de “Misioneros”,
bien sean ellos Obispos, Sacerdotes, Religiosas o Laicos.
Debemos apreciar bien que así como para Ser ministro propio de la Actividad
Pastoral se requiere el sacramento del Orden, así también para ser Ministro o
agente propio de la Actividad Misionera Específica es indispensable haber recibido el Bautismo y el
Envío Jerárquico. Así se expresa Chistifideles Laici 23
“Hay necesidad de que se expresen con claridad tanto la unidad de misión de la Iglesia, en la que
participan todos los bautizados, como la sustancial diversidad del Ministerio de los Pastores que
tiene su raíz en el Sacramento del Orden, respecto de los otros ministerios, oficios y funciones
eclesiales, que tienen su raíz en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación”.
Fundamentalmente, entonces, para ser Agente de la Actividad Misionera Específica se necesita ser
cristiano por el Bautismo y tener una vocación Específica para trabajar en ese Ministerio de
Apostolado. Esa vocación Específica la califican los responsables directos de la Actividad Misionera
la autoridad legítima, cuando dan el ENVIO JERARQUICO al heraldo evangélico.
Son aquellos “a los que quiere Cristo Señor y los llama de entre los discípulos para que lo
acompañen y para enviarlos a predicar a las gentes’ (RM 65; cf .AG 23) y le responden con una
donación radical y total, con impulsos nuevos y valientes… consagrando toda la vida para dar
testimonio del Resucitado entre las gentes” (RM 66).
Esos Agentes “ad vitam” que históricamente han sido instrumentos de la Congregación de
Propaganda Fide para la difusión de la te y la fundación de Nuevas Iglesias... y que todavía
continúan siendo muy necesarios no sólo para la Actividad Misionera Ad Gentes, como es su
tradición, sino también para la animación misionera tanto en las Iglesias de antigua cristiandad
como en las más jóvenes... Esos institutos conservan toda su validez y representan el paradigma
del compromiso misionero de la Iglesia” (RM66).
El enviado entra en la vida y en la misión de Aquel que se anonadó así mismo tomando la forma de
Siervo (Fil 2,7). Por lo cual debe estar dispuesto a perseverar toda la vida en su vocación, a
renunciarse a sí mismo y a todo lo que tuvo hasta entonces y a hacerse todo para todos”.
Hay otros agentes de la Actividad Misionera Específica que no son necesariamente “Ad Vitam” y
son aquellos que “dedican a la Iglesia, parte de su tiempo viviendo con coherencia su propia fe”
(RM 74).
Ya Pio XII en su Carta Encíclica Fidei Donum, alentaba a los Obispos a ofrecer a algunos de sus
Sacerdotes para un servicio temporal a las Iglesias de África. Esos “Presbíteros llamados Fidei
donum (agentes temporales de la Actividad Misionera Específica) ofrecen una aportación valiosa
al crecimiento de comunidades eclesiales necesitadas mientras encuentran en ellas frescor y
vitalidad de fe” (RM 68).
“En los tiempos modernos, afirma RM 71, no ha faltado la participación activa de los misioneros
laicos y de las misioneras Laicas... Es más, hay que reconocer y esto es un motivo de gloria, que
algunas Iglesias han tenido su origen gracias a la actividad de las laicas y de los laicos misioneros”.
Una mención especialísima entre los agentes temporales de Primera Evangelización se la han
ganado los CATEQUISTAS, dice a este respecto RM 73:
“Entre los Laicos que se hacen evangelizadores se encuentran en primera línea los Catequistas. El
decreto conciliar misionero Ad gentes 17, los define como ‘esa legión tan benemérita de la obra de
las misiones entre los gentiles, los cuales llenos del espíritu apostólico, prestan con grandes
sacrificios una ayuda singular y enteramente necesaria para la expansión de la fe y de la Iglesia...’
Aunque ha habido un incremento de los servicios eclesiales y extra-eclesiales, el ministerio de los
catequistas continúa siendo siempre necesario y tiene unas características particulares: los
catequistas son agentes especializados, testigos directos, evangelizadores insustituibles. El nuevo
Código de Derecho Canónico (CIC 785) reconoce sus cometidos, cualidades y requisitos”.
La Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae (16 de octubre de 1979) dice que el “título de
Catequista se aplica por excelencia a los catequistas de tierras de misión... Sin ellos no se habría,
edificado Iglesias hoy tan florecientes” (CT 66). Es que, en verdad, en los territorios misionales son
los catequistas los que cumplen el trabajo más difícil de la evangelización. Pero ellos, a su vez,
deben ser formados, escogidos y enviados a su misión. Si los catequistas mejores de las tierras
evangelizadas hacen una oferta temporal de sus servicios a la misión Ad Gentes con toda
seguridad le prestan un imponderable servicio.
“Los fieles Laicos tienen su parte que cumplir en la formación de tales comunidades eclesiales, no
sólo con una participación activa y responsable en la vida comunitaria, y por tanto con su
insustituible testimonio, sino también con el empuje y la acción misionera entre quienes todavía
rio creen o ya no viven la fe recibida en e! Bautismo”.
Hoy en día hay varios programas para la formación, envío, seguimiento y retorno de Agentes
Misioneros que quieran regalarle un tiempo de su vida a la Misión Ad Gentes. Se habla del “AÑO
DE SERVICIO MISIONERO” para seminaristas, Sacerdotes, religiosas, profesionales... etc. Se podría
pensar muy concretamente en “un año misionero” para las Religiosas de Institutos de vida activa
que rio persiguen un fin estrictamente misionero.
Hay Institutos misioneros, como el de Sacerdotes Misioneros Javerianos de Yarumal, que ofrecen
su colaboración para llevar temporalmente a Sacerdotes diocesanos y laicos comprometidos a una
Misión Ad Gentes. También el CELAM, el Centro Nacional Misionero de la Conferencia Episcopal y
la Sede Nacional de las Obras Misionales Pontificias, están organizando programas periódicos de
formación y envío de Agentes para la Actividad Misionera Específica.
Es así como obedecemos el mandato misionero de “Id por todo el mundo” (Mc
16,15); cómo podemos proyectarnos más allá de nuestras fronteras, Ad Gentes... dando desde
nuestra pobreza” (Puebla 368) y cómo volvemos realidad el sueño que Juan Pablo II expresa en
RM 92:
“Veo amanecer una nueva época misionera, que llegará a ser un día radiante y rica en frutos, si
todos los cristianos y, en particular, los misioneros y las jóvenes Iglesias responden con
generosidad y santidad a las solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo.”
Para Reflexionar
Las diferencias en la actividad misionera de la Iglesia no provienen de la naturaleza íntima de su
misión, sino de las condiciones en las que tal misión se cumple.
Las empresas concretas con las que los heraldos del Evangelio enviados por la Iglesia cumplen,
yendo por todo el mundo, el deber de predicar el Evangelio e implantar la Iglesia entre los pueblos
o grupos humanos que todavía no creen en Cristo, reciben comúnmente el nombre de “misiones”,
las cuales se lleva a cabo por medio de la actividad misionera y de ordinario se realizan en
determinados territorios señalados por la Santa Sede.
Actividades de aprendizaje
Profundización
La misión es única. No hay más que una misión, aquella que inicio Jesucristo y que ahora continúa
la Iglesia. El Papa Juan Pablo II en la Encíclica Redemptoris Missio 31 y 41 la describe.
1. Haga un análisis de texto y precisar por qué la Misión es ÚNICA y por qué es diversa.
CAMPOS DE ACCIÓN
1. La Iglesia existe para evangelizar, por su naturaleza es misionera. En su interior hay tareas
y actividades diversas para llevar a cabo esa Evangelización. Representar en un gráfico, los
horizontes de la misión Eclesial ampliando con un ejemplo de cada horizonte, su trabajo
misionero.
Interiorización
“Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el nombre del Padre del
Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con
ustedes todos los días hasta que se termine este mundo” (Mt 28, 19-20).
a. Ámbitos territoriales
d. Conclusiones y compromisos
TRABAJO GRUPAL
Reflexionar el capítulo V de la Encíclica Redemptoris Missio y relacionarlo con el tema: los caminos
para la Actividad Misionera que presenta el módulo para establecer:
CAMPOS DE ACCIÓN
2. Analizar su campo de acción entre los responsables de la Actividad Misionera para:
TRABAJO
Establecer los agentes de la actividad misionera específica y lo específico de su trabajo misionero.
En qué consiste la vocación misionera especifica.
Tema Dos: EL OBJETIVO PROPIO DE LA ACTIVIDAD MISIONERA ESPECÍFICA
Conceptos clave
Ser misionero es ser testigo del amor de Dios entre los hombres.
INTRODUCCIÓN
Después de haber mirado en la unidad primera qué es la Actividad Misionera Específica y cuál es el
lugar que ocupa en la tarea evangelizadora de la Iglesia, ahora, en esta unidad Segunda, vamos a
estudiar el objetivo propio de la Misión Ad Gentes.
“El fin propio de esta Actividad Misionera es la Evangelización y la plantación de la Iglesia en los
pueblos o grupos humanos en los cuales no ha arraigado todavía”.
“Dilatar más y más el Reino de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra, hasta que al final de
los tiempos Él mismo también lo consume, cuando se manifieste Cristo, vida nuestra (cf. Col 3,4)”
(LG 9), o como lo expresa el documento Conciliar sobre el Apostolado de los Laicos:
“Propagar el Reino de Cristo en toda la Tierra para Gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los
hombres partícipes de la redención salvadora y por medio de ellos ordenar realmente todo el
universo hacia Cristo” (AA 2).
El Papa Juan Pablo II, en RM 34, dice que “la Actividad Misionera se caracteriza como tarea de
anunciar a Cristo y a su Evangelio, de edificación de la Iglesia local, de promoción de los valores del
Reino”.
Se puede notar que el Papa agrega a los dos objetivos tradicionales de la Actividad Misionera un
tercero: la promoción de los valores del Reino. No se trata de ninguna innovación, sino que el Papa
quiere así explicar el carácter escatológico de la Actividad Misionera Específica, de que habla AG 9
cuando dice:
“De esta manera (con la Evangelización inculturada y la implantación de las Iglesias particulares) la
Actividad Misionera tiende a la plenitud escatológica, pues por ella, en la medida y en el tiempo
con que su potestad ha dispuesto, se dilata el Pueblo de Dios, al cual se dijo de manera protética:
¡Amplía el lugar de tu tienda y extiende las pieles que te cubren! Note cohíbas (Is 54,2); crece el
Cuerpo Místico hasta la medida de la edad de la plenitud de Cristo, y el templo espiritual donde
Dios es adorado en espíritu yen verdad se agranda y se edifica sobre el fundamento de los
Apóstoles y de los profetas, siendo el propio Cristo la piedra angular (Ef 2,20)”.
El P. Marcello Zago, el primero en hablar de ese aparente triple objetivo de la Actividad Misionera
Específica, y él mismo explica que ese tercer aspecto, que él llama “la fermentación del Reino”, es
una colaboración para la venida del Reino de Dios en la dimensión temporal y escatológica, único
aspecto formal para hacer la Primera Evangelización en algunos contextos humanos, por ejemplo,
entre los musulmanes se expresa así. El P. Zago:
Además, como lo afirma el mismo Juan Pablo II en RM 16: “Es el anuncio de Jesucristo, con el que
el Reino se identifica, donde se centra la predicación de la Iglesia primitiva. Al igual que entonces,
hoy también es necesario unir el anuncio del Reino de Dios (el contenido del ‘kerigma’ de Jesús) y
la proclamación del evento de Jesucristo (que es el Kerigma de los apóstoles). Los dos anuncios se
complementan y se iluminan mutuamente.
En RM 18 el Papa se muestra aún más expresivo cuando exclama: “El Reino de Dios no puede ser
separado ni de Cristo ni de la Iglesia... El Reino de Dios no es un concepto, una doctrina o un
programa sujeto a libre elaboración, sino que es ante todo una persona que tiene el rostro y el
nombre de Jesús de Nazaret, imagen de Dios invisible”.
La Iglesia debe entender muy bien que difundiendo en el mundo los valores evangélicos’ sirve al
reino y que... las múltiples perspectivas del Reino de Dios no debilitan los fundamentos y las
finalidades de la Actividad Misionera, sino que los refuerzan y propagan... La Iglesia, Sacramento
de Salvación para toda la humanidad, es fuerza dinámica hacia el Reino escatológico y signo de los
valores evangélicos entre los hombres” (RM 20).
La finalidad de esta Actividad Misionera Ad Gentes es, en última instancia, ‘la manifestación del
propósito de Dios, o Epifanía, y su realización en el mundo y en la historia’ (RM 41; AG 9). Su
peculiaridad consiste, pues, en tres elementos por lo menos: lleva el primer anuncio a los no
cristianos (evangelización); tiende a construir e implantar una Iglesia local autosuficiente
(implantatio Ecclesiae); realiza una profunda inculturación del Evangelio promoviendo los valores
del Reino (Inculturación)”.
En nuestra unidad vamos a estudiar cómo es quela Iglesia debe servirse de la inculturación para
hacer la primera evangelización eficientemente. Luego incursionaremos un poco en la teología de
la Implantación eclesial y de la Iglesia particular.
Pedimos a nuestros alumnos que no se contenten con leer el texto sino que traten de asimilarlo y
conversarlo con los demás, para que se vayan familiarizando con las ideas y con el vocabulario. No
se contenten con los trozos de RM o de los Documentos conciliares que les entregamos en el
texto, sino que los busquen en sus libros de consulta, para que comparen las traducciones y los
comentarios.
“Donde quiera que Dios abre la puerta de la Palabra para anunciar el misterio de Cristo a todos los
hombres confiada y constantemente hay que anunciar al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por El
para salvar a todos, a fin de que los no cristianos, bajo la acción del Espíritu Santo, que abre sus
corazones, creyendo se conviertan libremente al Señor y se unan a Él con sinceridad.”
‘La Iglesia según la antigua praxis apostólica y patrística, ha elaborado metodologías propias de
evangelización, que se desarrollan con variedad de tiempos y modos: el anuncio Kerigmático es el
primer anuncio hecho a quien desconoce aún el mensaje de salvación, para llevarlo a la
‘conversión’; la catequesis es la profundización del Kerigma para aquellos que, con la conversión,
entraron ya en el catecumenado y se preparan para recorrer el camino de la iniciación cristiana
(AG 14); la predicación homilética, que se hace en el contexto litúrgico-sacramental a los ya
bautizados (SC 52), y la predicación mistagógica, entendida como catequesis litúrgica o para
profundizar en la fe a partir de los ‘ritus et preces” (cf SC 48).
EL PRIMER ANUNCIO
“En la compleja realidad de la misión; el primer anuncio tiene una función central e insustituible,
porque introduce’ en el misterio del amor de Dios, quien lo llama a iniciar una comunicación
personal con Él en Cristo’ (AG 13) y abre la Vía para la conversión. La fe nace del anuncio y toda
comunidad eclesial tiene su origen y vida en la respuesta de cada fiel a este anuncio”.
La predicación Kerigmática de la Actividad Misionera Específica debe buscar el convertir, más que
el convencer, es decir, tenderá siempre a suscitar la fe-adhesión, el seguimiento- imitación de
Jesucristo, quien es Evangelio-Persona, no mera filosofía. Por eso la predicación Kerigmática
buscará llegar antes al corazón que a la mente, para formar ‘apóstoles” que vivan la experiencia
personal del amor infinito de Dios y luego puedan darle al mundo un testimonio creíble de ese
amor salvífico infinito.
Para lograr este objetivo es necesario encarnar el Evangelio en la cultura del hombre que se
evangeliza, esto es, inculturar el Evangelio. La Palabra “Inculturación” es un neologismo teológico
que significa que el Evangelio se debe expresar con los elementos de las culturas para que así el
hombre lo pueda entender y reexpresar en el contexto de su propia vida. Así dice Juan Pablo II:
Este anuncio se hace en el contexto de la vida del hombre y de los pueblos que lo reciben. Debe
hacerse además con actitud de amor y estima hacia quien escucha, con un lenguaje concreto y
adaptado a las circunstancias” (RM 44). “No se trata ciertamente de renegar a la propia identidad
cultural, sino de comprender, apreciar, promover y evangelizar la del ambiente donde actúan y,
por consiguiente, estar en condiciones de comunicar realmente con él, asumiendo un estilo de
vida que sea signo de testimonio evangélico y de solidaridad con la gente” (RM 53).
La inculturación amasa, fermentándola cori la fe, la realidad concreta del hombre. “La
evangelización no sería completa sino tuviese en cuenta el recíproco llamamiento que se hacen
continuamente el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre” (EN 29).
“Por medio de la inculturación la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas y, al mismo
tiempo, introduce a los pueblos con sus culturas en su misma comunidad, transmite a las mismas
sus propios valores, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro. Por su
parte, con la inculturación, la Iglesia se hace signo más comprensible de lo que es, e instrumento
más apto para la misión”.
La evangelización inculturada exige, sobretodo, amor y respeto profundos las culturas. Es Juan
Pablo quien exclama:
“La cultura de cada pueblo es sagrada y digna de respeto en sus elementos esenciales”.
“La actitud misionera comienza siempre con un sentimiento de profunda estima frente a aquello
que ‘hay en cada hombre’ (Jn 2,25), por aquello que él mismo, en lo profundo de su espíritu, ha
elaborado respecto a los problemas más profundos y más importantes; se trata de respeto por
todo aquello que en él ha obrado el espíritu”.
“La Iglesia, en virtud de su misión específica, se siente enviada no para destruir, sino para ayudar a
las culturas a consolidarse en su propio ser e identidad, convocando a los hombres de todas las
razas y pueblos a unirse, por la fe, bajo Cristo en el mismo y único Pueblo de Dios.
Es de suma importancia, definitivo en la Actividad Misionera Específica, tener muy presente que ni
Cristo, ni su Iglesia son una cultura. “El Evangelio, y por supuesto la Evangelización, dice EN 20, no
se identifican ciertamente en la cultura, y son independientes respecto a todas las culturas...
independientes de las culturas, el Evangelio y la evangelización no son necesariamente
incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas a todas sin esclavizarse de ninguna.
La trascendencia de Cristo y de la Iglesia les permite convivir como autóctonos en todas las
culturas, con la capacidad de impregnarlas a todas, sin que ninguna de ellas los pueda acaparar en
forma exclusiva. Así lo expresó el Vaticano II en GS:
“La Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distinción de épocas y regiones; no está ligada de
manera exclusiva e indisoluble a raza o nación alguna, a algún sistema particular de vida a
costumbre alguna antigua o reciente” (GS 58).
Querer evangelizar presentando un Cristo o una Iglesia sin inculturar, o unidos a una determinada
cultura, no es evangelización, sino colonialismo, que es hoy un pecado de esta humanidad. La
Iglesia predica el Cristo Misionero, el Cristo de la fe, el Jesús que, como hermosamente dice
Monseñor Gantin, Prefecto de la Congregación de los Obispos, “No es más judío o asiático o
europeo, sino el ‘hermano universal como lo afirma el profundo simbolismo de su muerte.
La inculturación evangélica tiene sus propias exigencia: “requiere largo tiempo pues no se trata de
una mera adaptación externa sino una íntima transformación de los auténticos valores culturales...
es un proceso profundo y global que abarca todo el mensaje cristiano… es un proceso difícil
porque no debe comprometer en ningún modo las características y la integridad de la fe cristiana”
(RM 52) “debe ser dirigida y estimulada, pero no forzada” (RM 54).
2.2. IMPLANTACION DE LAS IGLESIAS PARTICULARES
La Actividad Misionera Específica tiene como objetivo específico, junto con la evangelización la
función de la Eclesiogénesis, o sea la implantación de las Iglesias particulares (Plantatio Ecclesiae).
La tarea Específica de la Primera Evangelización es inculturar el Mensaje Evangélico, como lo
hemos visto, pero lo hace plantando la estructura visible ministerial de la Iglesia que lo contiene.
Juan Pablo II explica admirablemente la relación de éstos principios teológicos cuando dice en RM
9 que “La Iglesia profesa que Dios ha constituido a Cristo como único Mediador y que ella misma
ha sido constituida como Sacramento Universal de Salvación... Es necesario, pues, mantener
unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvación. Ambas favorecen la
comprensión del único Ministerio Salvífico.
Igualmente en RM 55 dice: “Cristo mismo, ‘al inculcar con palabras explicitas la necesidad de la fe
y el Bautismo... confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran
por el Bautismo como por una puerta’ (LG 14; AG 7). “Pero es más preciso aún cuando en RM 47
dice:
“Es verdad que no pocas personas afirman que están interiormente comprometidas con Cristo y
con su mensaje, pero no quieren estarlo sacramentalmente, porque a causa de sus perjuicios o de
las culpas de los cristianos, no llegan a percibir la verdadera naturaleza de la Iglesia, misterio de fe
y de amor. Deseo alentar pues, a estas personas a abrirse plenamente a Cristo, recordándoles que,
sienten el atractivo de Cristo, El mismo ha querido a la Iglesia como lugar donde pueden
encontrarlo realmente.
EL PROCESO CRISTIANO
La misión ad gentes tiene este objetivo: fundar comunidades cristianas; hacer crecer las Iglesias
hasta su completa madurez. Esta es una meta central y Específica de la Actividad Misionera, hasta
el punto de vista que ésta no puede considerarse desarrollada, mientras no consiga edificar una
nueva Iglesia particular, que funcione normalmente en el ambiente local.”
El proceso que sigue la Primera Evangelización en la implantación de las Iglesias particulares está
admirablemente descrito en AG 6... Dice así:
“De este modo (con la Actividad Misionera Específica); deben crecer de la semilla de la Palabra de
Dios en todo el mundo Iglesias particulares autóctonas suficientemente fundadas y dotadas de
energías propias y maduras... El medio principal para esta plantación es la predicación del
Evangelio de Cristo. Para anunciarlo envió el Señor a sus discípulos a todo el mundo, a fin de que
los hombres, renacidos por la Palabra de Dios, ingresen por el bautismo en la Iglesia, la cual como
Cuerpo del Verbo encarnado que es, se alimenta y vive de la Palabra de Dios y del Pan
Eucarístico”.
Desde el comienzo de la Iglesia neotestamentaria se afirmó que la Iglesia católica se tenía que
extender por todo el mundo, ya esa tarea de expansión se la denominó con dos términos
principales: “PLANTAR” y “CONSTRUIR”. El primero, “plantar”, es el más antiguo y el que ha
prevalecido. Ya Isaías (5,1 -7; 61 ,3-1 1) hablaba de la viña que el Señor “planta” con esmero y
cariño. En los Evangelios aparece que esa terminología fue muy utilizada por el mismo Cristo (cf.
Mt 21,33-41; Lc 20,9-16, etc.). El otro término “construir”, fue empleado por el mismo Cristo (Mt
16,18), por los Apóstoles (Act 20,32; 1 Ped 2,5) y especialmente por San Pablo (1 Cor. 3,10), pero
luego se lo ha ido abandonando para evitar el error de confundir la tarea espiritual
de salvación con el esfuerzo material de edificar templos. Es que, como dice Congar, “la Iglesia no
son los muros, sino los fieles”.
Esta finalidad de encarnación, con “notable analogía al misterio del Verbo encarnado” (LG 8), la
logra la Iglesia mediante la inculturación, que en este caso de la estructura eclesial se ha llamado
“INDIGENIZACION” y que consiste en que la Iglesia universal tome forma visible autóctona en un
contexto humano. Así lo expresa el P. Seumois:
“Una propiedad esencial de toda Iglesia particular es ser indígena particularizada, encarnada en un
contexto sociocultural determinado, en un territorio preciso y de una colectividad humana
caracterizada... Con el principio de descentralización articulada puesto de relieve por el vaticano II,
la teología de la Iglesia particular ha podido netamente orientarse hacia un sano indigenismo
según la pluriformidad de las regiones”.
“La Iglesia, para poder ofrecer a todos el misterio de la salvación y la vida traída por Dios, debe
insertarse en todos éstos grupos con el mismo afecto con que Cristo se unió por su encarnación a
las determinadas condiciones sociales y culturales de los hombres con quienes convivió”.
En los sínodos del 74 al 77 los Obispos profundizaron ampliamente la Doctrina Conciliar a cerca de
la Mediación Salvífica de la Iglesia, y en la búsqueda de los métodos evangélicos y catequísticos,
para lograr que la Iglesia se acercará más y más al hombre moderno, encontraron que el método
más acertado era la implantación de las Iglesias particulares, pero, eso sí, una implantación
inculturada, con una inculturación en el sentido de encarnación.
“La plantación no es sólo y sobre todo constitución de las estructuras eclesiales, sino que es
experiencia comunitaria encarnada de Cristo y cumplimiento de la historia salvífica de un pueblo”.
Y oigamos al P. Seumois:
Las Iglesias particulares profundamente amalgamadas no sólo con las personas, sino también con
las aspiraciones, las riquezas y las limitaciones, los modos de orar, de amar, de considerar la vida y
el mundo, que contra distinguen un determinado ámbito humano, tienen la tarea de asimilar la
esencia del Mensaje Evangélico, de transfundirlo, sin la menor alteración de su verdad
fundamental, en el lenguaje que comprenden estos hombres, y por Jo tanto anunciarlo en el
mismo lenguaje”.
Hay un hecho de mucha significación en la historia misionera de la Iglesia, que es como una
constante eclesial, y es que la implantación de las Iglesias particulares ha tenido sus épocas de
apogeo en coincidencia con las épocas de inculturación. Siempre el florecimiento de las Iglesias
particulares ha demostrado que la inculturación es aliado inseparable de la implantación. Es que,
como dice EN 59, “cuando la Iglesia anuncia el Reino de Dios y lo edifica, ella misma hunde sus
raíces en el corazón del mundo como signo e instrumento de este Reino que está presente y que
viene”.
Es una lección misionera para la historia el hecho de que cuando la Iglesia con su Actividad
Misionera Específica ha enfocado sus esfuerzos para el logro de una auténtica inculturación, casi
como espontáneamente comienzan a aparecer las Iglesias particulares. Sien parece que la
exigencia de la inculturación es un requisito indispensable para la implantación de las Iglesias
particulares.
La Diócesis es una porción del pueblo de Dios que se confía al Obispo para ser apacentada con la
cooperación de su presbiterio, de suerte que, adherida a su Pastor y reunida por él en el Espíritu
Santo por medio del Evangelio y de la Eucaristía, constituya una Iglesia particular, en que se
encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo, que es una, santa, católica y apostólica”.
El CIC (Código Derecho Canónico), canon 369, asume textualmente esta definición. La LG 23 dice
que “las Iglesias particulares están formadas a imagen de la Iglesia universal, y en ellas ya base de
ellas se constituye la Iglesia católica, una y única”. Esa es la misma doctrina que nos trae EN 61-64.
En cuanto a la terminología digamos que no hay uniformidad a este respecto ni siquiera en los
documentos del Magisterio Eclesial, se habla, indistintamente de “Iglesia particular” y de “Iglesia
local”. Sin embargo, nos parece muy atinado lo que propone el Cardenal Henry de Lubac y es que
se diga “Iglesia particular” para referirse a lo que era [a Diócesis y que se reserve la nominación
“Iglesia local” para designar el grupo de Iglesias particulares que conforman una Provincia
eclesiástica una nación o un continente.
Al comienzo de la Iglesia cristiana las pequeñas comunidades eclesiales que ya tenían como
Cabeza Espiritual a un sucesor de los Apóstoles eran llamadas sencillamente “Iglesias”. Así
tenemos las Iglesias de Corinto, Tesalónica, Efeso, Esmirna, Jerusalén, Roma, Constantinopla,
Antioquía... etc., que eran realmente Iglesias particulares.
Con la consumación formal de la división de la Iglesia (siglo XI), en Iglesia Occidental Latina e
Iglesia Oriental griega, sobrevino también un cambio brusco en la conformación de las Estructuras
Eclesiales reinantes.
La Iglesia latina insistió mucho en la unidad, y tal vez la confundió con la uniformidad por lo cual
desapareció la estructura de las Iglesias particulares y aparecieron las Diócesis, que fueron
consideradas como parte administrativas de la Iglesia católica.
El término “Diócesis” era empleado para designar una parte del ejercito del imperio Romano, y así
lo recogió la Iglesia latina para nominar el territorio concreto destinado al cuidado pastoral de un
Obispo.
Si la denominación “Diócesis” tenía sobró todo en la Edad Media, un saber naturalmente jurídico,
ahora debemos recuperar el sentido Específicamente sacramental y misionero de la Iglesia
particular. EN 62 nos dice que “debemos guardarnos bien de concebir la Iglesia universal como la
suma o, o por así decirlo, la federación de Iglesias particulares esencialmente diversas”.
“Porque la Iglesia es en Cristo como un Sacramento” (LG 1), por eso cada Iglesia particular, “en la
que se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo” (CD 11) es como un SACRAMENTO
DE LA IGLESIA UNIVERSAL. Cada Iglesia particular es signo e instrumento de la Iglesia porque la
hace presente y operante, con sentido misionero y sacramental, en el contexto humano en donde
está implantada.
“Lo mismo que la Eucaristía, también la Iglesia es un Misterio de la Unidad y es incluso el mismo
Misterio de una riqueza inagotable. La una y la otra son el Cuerpo de Cristo y más aun son el
mismo Cuerpo”.
Toda la estructura de Mediación Salvífica que realiza la Iglesia particular está cimentada en la
persona misma del Obispo. Don Gréa lo expresa muy bien cuando afirma:
“La Iglesia Particular, constituida por el Episcopado de su Obispo recibe, pues, sin duda alguna, por
El, todo lo que pertenece a la Iglesia Universal, y todo lo que la constituye. La Iglesia particular está
en su Obispo como en su principio, y el Obispo está en la Iglesia particular como en su plenitud”.
“Hay que percatarse bien de que al Obispo particular se le ha de dejar el campo de iniciativa
autóctona que se requiere para que su Diócesis sea un miembro con impronta propia no sólo en la
Iglesia, sino también para la Iglesia”.
El Obispo particular garantiza la autonomía funcional de la Iglesia particular porque ella gobierna
con autoridad ordinaria propia e inmediata (CIC 381) y “rige como Vicario y Legado de Cristo... y
no debe considerarse como vicario del Romano Pontífice” (LG 27).
“Sin el clero local autóctono morirían las misiones, o ni siquiera aparecerían. Las Nuevas Iglesias
locales no deben permanecer eternamente en las Iglesias madres europeas. Deben meter raíces
vivas y profundas en su suelo natal. Sólo el Clero nativo puede comprender, sentir y plenamente
satisfacer las exigencias culturales y espirituales de la propia tierra y de la propia estirpe”.
“La Comunidad cristiana debe establecerse desde el principio de tal forma que en lo posible, sea
ella misma capaz de satisfacer sus propias necesidades”.
El mejor síntoma de que una Iglesia particular goza de una buena autonomía administrativa es la
capacidad de tener una Curia Diocesana que impulse y dirija una operante pastoral odegética, un
buen seminario diocesano en donde se formen los futuros pastores y un eficiente instituto de
Pastoral para la capacitación de líderes laicos cristianos. En cuanto al Seminario dice así K. Rahner:
“Una Diócesis que no pueda sostener un Seminario propio no es propiamente una Diócesis”.
Debemos recalcar que la autonomía de la Iglesia particular debe estar siempre puesta al servicio
de la Universalidad de la Iglesia Universal. En las Iglesias particulares hay autonomía, pero no
absoluta independencia. La “Fraternidad” y el “Sensus Ecclesiae” deben ser el sello permanente de
la autonomía de las Iglesias particulares.
La EN dice así:
“Cada Iglesia, incluso la formada por neoconvertidos, es misionera por naturaleza, es evangelizada
y evangelizadora, y la fe siempre debe ser presentada como un don de Dios para vivirlo en
comunidad.
RM 64 se expresa así:
“Toda Iglesia particular debe abrirse generosamente a las necesidades de las demás... La misión de
la Iglesia es más vasta que la ‘comunión entre las Iglesias’ ésta, además de la ayuda para la Nueva
Evangelización, debe tener sobre todo una orientación con miras a la Específica índole misionera”.
También RM 83 afirma:
“La formación misionera del Pueblo de Dioses obra de la Iglesia local con la ayuda de los
misioneros y de sus institutos, así como de los rniernbros.de las Iglesias jóvenes. Esta labor ha de
ser entendida no como algo marginal, sino central en la vida cristiana Las Iglesias locales por
consiguiente, han de incluir la animación misionera como elemento primordial de su pastoral
ordinaria”.
“Exhorto a todas las Iglesias, a los Pastores, Sacerdotes, Religiosos y Fieles a abrirse a la
universalidad de la Iglesia... la tendencia a cerrarse puede ser fuerte: las Iglesias antiguas,
comprometidas en la Nueva Evangelización, piensan que la misión han de realizarla en su propia
casa... sin embargo, es dando como recibiremos”.
Actividades de aprendizaje
Para Reflexionar
El contenido del tema de la segunda unidad para establecer los principales elementos que
replantea el objetivo de la actividad misionera.
CAMPO DE ACCIÓN
Inculturar el Evangelio y Evangelizar la cultura corresponde a la misión de la Iglesia. Se
trata de buscar cómo concretizar el trabajo misionero en este campo de trabajo.
Expresar la reflexión en una gráfica.
ANALIZAR Y REFLEXIONAR
La Iglesia Particular o Diócesis es una porción del pueblo de Dios que se confía al Obispo para ser
apacentada con la cooperación de su presbiterio… en la que se encuentra y opera
verdaderamente la Iglesia de Cristo que es UNA, SANTA, CATÓLICA y APOSTÓLICA.
DESCRIBIR
1. Relación entre: Iglesia Universal e Iglesia Particular.
2. ¿Por qué se dice que la Iglesia Particular es el sacramento Misionero de la Iglesia
Universal?
3. La Iglesia Particular tiene su autonomía propia. Decir en qué consiste:
a. La autonomía constitucional.
b. La autonomía funcional.
c. La autonomía administrativa
Tema Tres: METODOLOGÍA DE LA ACTIVIDAD MISIONERA ESPECÍFICA
Conceptos clave
TRABAJO GRUPAL
CAMPOS DE ACCIÓN
Una vez terminado el estudio de la tercera unidad, se debe realizar el siguiente ejercicio
sintetizando en qué consiste cada etapa y el qué hacer del misionero en cada una.
1. La pre-evangelización
2. La Evangelización
3. Maduración de la Iglesia
4. Proyección Misionera
AUTOEVALUACIÓN
EVALUACIÓN TERMINAL
1. Tener en cuenta la terminología del modulo para anotar no menos de 10 palabras con su
respectiva explicación (en forma breve).
2. Hacer una lista de los documentos de la Iglesia empleados en el Módulo, explicando a qué
tema se refieren.
3. Retomar uno de los trabajos de reflexión o interiorización y anotarlos en este punto con sus
respectivos campos de acción.
• Obispo
• Los Catequistas
• Los misioneros
7. Compartir a qué conclusiones llega después del estudio y profundización de este módulo.
8. Anotar los compromisos con los campos de acción que propone los conocimientos
adquiridos.
Anexos
ANEXO No. 1
782. & 1. “Corresponde al Romano Pontífice y al Colegio de los Obispos la dirección suprema y la
coordinación de las iniciativas y actividades que se refieren a la obra misional y a la
cooperación misionera”.
& 2. “Cada Obispo, en cuanto es responsable de la Iglesia universal y de todas las Iglesias,
muestre una solicitud peculiar por la tarea misional, sobre todo suscitando, fomentando y
sosteniendo iniciativas misionales en su propia Iglesia particular”.
783. “Ya que por su misma consagración se dedican al servicio de la Iglesia, los miembros de 1
os Institutos de vida consagrada están obligados a contribuir de modo especial a la tarea
misional, según el modo propio de su instituto”.
784. “Los misioneros, es decir, aquellos que son enviados por la autoridad eclesiástica
competente para realizar la obra misional, pueden ser elegidos entre los autóctonos o no,
ya sean clérigos seculares, miembros de institutos de vida consagrada o de una sociedad
de vida apostólica, u otros fieles Laicos.
785. & 1. “Para realizar la tarea misional se han de emplear catequistas, es decir, fieles Laicos
debidamente instruidos y que se destaquen por su vida cristiana, los cuales, bajo la
dirección de un misionero, se dediquen a explicar la doctrina evangélica y a organizar los
actos litúrgicos y las obras de caridad”.
& 2. “Han de formarse catequistas en Escuelas destinadas a esté fin ó, donde no las haya, bajo
la dirección de, los misioneros”.
786. “La actividad propiamente misional, mediante la cual se implanta la Iglesia en pueblos o
grupos en los que aún no está enraizada, se lleva a cabo por la Iglesia principalmente
enviando predicadores hasta que las nuevas Iglesias queden plenamente constituidas, es
decir, provistas de fuerzas propias y medios suficientes para poder realizar por sí mismas la
tarea de evangelizar”.
787. & 1. “Con el testimonio de su vida y de su Palabra, entablen los misioneros un diálogo sincero
con los que no creen en Cristo, para que, de modo acomodado a la mentalidad y cultura
de éstos, les abran los caminos por los que puedan ser llevados a conocer el mensaje
evangélico”.
& 2. “Cuiden de enseñar las verdades de la fe a quienes consideren preparados para recibir el
mensaje evangélico, de modo que, pidiéndolo ellos libremente, puedan ser admitidos a la
recepción del bautismo”.
788. & 1. “Quienes hayan manifestado su voluntad de abrazar la fe en Cristo, una vez, cumplido el
tiempo de pre-atecumenado, sean admitidos en ceremonias litúrgicas al catecumenado e
inscríbanse sus nombres en un libro destinado a este fin.
& 2. “Por la enseñanza y el aprendizaje de la vida cristiana, los catecúmenos han de ser
convenientemente iniciados en el misterio de la salvación e introducidos a la vida de la fe,
de la liturgia y de la caridad del pueblo de Dios, y del apostolado.”
& 3. “Corresponde a las Conferencias Episcopales publicar unos estatutos por los que se regule
el catecumenado, determinando qué obligaciones deben cumplir los catecúmenos y qué
prerrogativas se les conocen.
789. “Fórmense a los neófitos con la enseñanza conveniente para que conozcan más
profundamente la verdad evangélica y las obligaciones que, por el bautismo, han asumido
y deben cumplir; y se les inculcará un amor sincero a Cristo y a su Iglesia”.
1. Promover, dirigir y coordinar las iniciativas y obras que se refieren a la Actividad Misional.
2. Cuidar que se hagan los oportunos convenios con Moderadores de los Institutos que se
dedican a la tarea misional, y de que las relaciones con los mismos redunden en beneficio
de la misión.
4. Páguese cada año una cuota proporcionada para las misiones, que se remitirá a la Santa
Sede”.
792 “Las Conferencias Episcopales deben crear y fomentar instituciones que acojan
fraternalmente y ayuden con la conveniente atención pastoral a quienes, por razones de
trabajo o de estudio, acuden a su territorio desde las tierras de misión”.
ANEXO 2
La palabra Kerigma significa el anuncio de una noticia por medio de un heraldo En el Nuevo
Testamento indica “proclamación de la Buena Nueva, la gozosa noticia por medio de “predicación”
(Rom 16,25). De hecho es el primer anuncio sobre Dios amor, que ha enviado a su Hijo Jesucristo,
hecho hombre como nosotros, para nuestra salvación.
Jesús mismo hizo este anuncio proclamando El Reino de Dios está cerca (Mc
1,15). Con ello indicaba que las promesas mesiánicas ya habían llegado “a su
tiempo (Ibid) La acogida del reino incluye un cambio de mentalidad La conversión y una adhesión a
la persona de Cristo ya su Mensaje Creer en el Evangelio (Mc 1,15; cf. Lc. 4,43; 11,20) Los
apóstoles invitaron a recibir al Mesías (El Cristo) como ungido y enviado por Dios en la plenitud de
los tiempos (Gál 4,4).
Cuando el día de Pentecostés San Pedro proclamó el hecho de la Muerte y Resurrección de Jesús,
invitó también a la aceptación del hecho salvífico por medio de la fe y del bautismo: “A éste Jesús
lo Resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos Arrepentíos y bautizaos en el nombre de
Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el Espíritu Santo” (Hec 2,32-38). Desde el
día de Pentecostés la Iglesia anuncia que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra
Salvación, por medio de su Muerte y Resurrección; en El se cumplen las esperanzas Mesiánicas
Los elementos fundamentales del Kerigma se encuentran en diversos pasajes de San Pablo la
Filiación Divina de Jesús (manifestada por la fuerza del Espíritu en la Resurrección), su realidad
humana (manifestada especialmente en su nacimiento y muerte), su redención para nuestra
Salvación. Cristo, por su Resurrección manifiesta que es Hijo de Dios hecho nuestro hermano por
la fuerza del espíritu. “Este Evangelio se refiere a su Hijo, nacido del a estirpe de David en cuanto
hombre, y constituido por su Resurrección de entre los muertos Hijo Poderoso de Dios según el
Espíritu Santificador: Jesucristo, Señor Nuestro” (Rom 1,1-5).
Jesús es el Hijo de Dios y, por tanto, perfecto Dios (Gál 4,4; Rom 9,5), y es también perfecto
hombre, hermano nuestro (I Tim 2,5; Fil 2,7; Jn 1 ,14) y, por tanto, Salvador definitivo pleno y
universal (Tit3, 4).
María es Virgen por Obra del Espíritu (Cristo es verdadero Hijo de Dios); María es Madre (Cristo es
verdadero hombre), María está asociada a la salvación (Cristo es e/único Salvador,). Así pues, ya ha
comenzado el cumplimiento de las profecías y de las esperanzas mesiánicas.
El Apóstol es enviado a proclamar este “Primer Anuncio” a todos los pueblos, puesto que
“Evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por
Jesucristo, mediante el Espíritu Santo.
OBJETIVOS
El Kerigma tiene unos objetivos bien claros:
• Conversión: Alejarse, romper, renunciar y “volverse” del pecado como acto, o como
situación personal o social, que va en contra de la voluntad amorosa del Padre.
Fundamentalmente se renuncia a los resentimientos y a las obras de Satanás.
• Reconocer de corazón a Jesús como Señor, rechazando cualquier otro señorío, aún los que
puedan aparecer como buenos.
• Recibir el don del espíritu como Poder de Dios para asumir con responsabilidad los
grandes retos de la Nueva Evangelización. Todo evangelizado posee un ardor
incontenible para evangelizar, propio del enamorado...
Toda acción de la Iglesia, de sus instituciones, de sus movimientos apostólicos, etc., deben tener
como prioridad la oferte sistemática y grandiosa del Kerigma, de tal manera que de toda criatura,
bautizada o no, renazcan personas nuevas según el corazón de Dios.
LA CONVERSIÓN
LA VIDA NUEVA
ANEXO
Descripción general
La iniciación de los adultos, además de los diversos tiempos de instrucción y maduración de los
candidatos, se distribuye en tres grados o etapas:
Estas etapas se señalan litúrgicamente con las tres celebraciones principales de la “Ordenación de
la iniciación cristiana de los adultos”: el rito de entrada en el catecumenado, el rito de la elección y
la celebración de los sacramentos.
c) El tercer tiempo, por lo general muy breve, coincide de ordinario con la preparación
cuaresmal de las solemnidades pascuales y de los sacramentos y se destina a la
purificación e iluminación de los catecúmenos.
d) El último tiempo, que dura todo el tiempo pascual, se dedica a la vivencia post-
sacramental de los neófitos, es decir, a gustar los frutos y experiencias espirituales de su
conversión y a estrechar más intensamente los lazos con la comunidad de los fieles; este
tiempo era llamado, en la antigua Iglesia, “mistagogía”.
Cuatro son, por tanto, los tiempos que se suceden: el “pre-catecumenado”, al cual pertenece la
primera evangelización; el “catecumenado”, destinado a la catequesis completa, el de la
“purificación e iluminación” con el que se obtiene una más intensa preparación espiritual; el de la
vivencia post-sacramental” (mistagogía”) marcado por la nueva experiencia de los sacramentos y
de la comunidad.
La cuaresma lograra su pleno vigor en la intensa preparación próxima de los elegidos, y la Vigilia
Pascual se tendrá como el tiempo propio de los sacramentos de la iniciación”, sin que se prohíba,
cuando las necesidades pastorales así lo requieran, la celebración de los mencionados
sacramentos en otra fecha.
Análisis de cada uno de los tiempos y etapas
La Evangelización y el Pre-catecumenado
El tiempo del pre-catecumenado se dedica integralmente a dicha evangelización, para que madure
el deseo sincero de seguir a Cristo y de pedir el bautismo.
En este tiempo, los Sacerdotes, los diáconos, los catequistas e incluso otros Laicos deben hacer a
los candidatos una adecuada explicación del Evangelio; se les debe prestar también solícita ayuda,
para que, purificados y calificadas sus intenciones, colaboren con la gracia de Dios y para que sus
relaciones con las familias y las comunidades cristianas sean más frecuentes y benéficas.
c) La recepción se hará dentro de las reuniones de la comunidad local, en las que sé dejará
margen para el diálogo y la amistad. Presentado por un amigo, el simpatizante será
saludado, con espontaneidad, por todos, y recibido por el Sacerdote o por algún miembro
de la comunidad
Durante este tiempo de pre-catecumenado, los pastores de almas ayudarán a los simpatizantes
con oraciones adecuadas.
El Catecumenado
Después de la celebración del rito, inscríbanse los nombres de los catecúmenos en un libro
destinado a este efecto, añadiendo igualmente el nombre del ministro y de los padrinos, la fecha y
el lugar de la admisión.
Desde este momento la Iglesia acoge, con amor y solicitud, a los catecúmenos, que, por estar
unidos a ella, son ya de la casa de Cristo… La Iglesia los alimenta con la palabra de Dios y los ayuda
con los auxilios de la liturgia. Los catecúmenos, por su parte, deben interesarse en participar en la
liturgia de la palabra y en recibir las bendiciones y los sacramentales.
Cuando contraen matrimonio los catecúmenos o bien un catecúmeno y una persona no bautizada,
se utiliza el rito adecuado.
1.1 La Catequesis: impartida por los Sacerdotes los diáconos o los catequistas y otros laicos,
organizada de un modo gradual y presentada en forma íntegra, acomodada al tiempo
litúrgico y enriquecida con celebraciones de la palabra, debe llevar a los catecúmenos no
sólo a una adecuada información acerca de los dogmas y mandamientos, sino, ante todo,
a una íntima vivencia del misterio de salvación del que desean participar.
1.2 La práctica de la vida cristiana: animados por el ejemplo y la cooperación de los padrinos y
de toda la comunidad, los catecúmenos se van acostumbrando a orar a Dios con más
facilidad a dar testimonio de la fe a mantener firme en cualquier circunstancia, la
esperanza en Cristo a seguir siempre la inspiración divina ya practicar el amor al prójimo
hasta la renuncia de sí mismos. instruidos de este modo, “los catecúmenos emprenden un
camino espiritual por él que, participando ya, por la fe, del misterio de la muerte y
resurrección, pasan del hombre viejo al hombre nuevo, perfecto según Cristo.
1.3 Las acciones litúrgicas peculiares, por medio de las cuales, los catecúmenos son ayudados
por la madre Iglesia; son, principalmente, ritos de purificación y de bendición divina. Se
fomentarán, para bien de ellos, celebraciones de la Palabra; más aún, los catecúmenos
pueden asistir ya, junto con los fieles, a la liturgia de la palabra de la misa, para que se
preparen mejor a su futura participación en la Eucaristía.
1.4 El testimonio de vida y la profesión de su fe, por los cuales, los catecúmenos deben
aprender a cooperar activamente en la evangelización y en la edificación de la Iglesia, ya
que la vida de ésta es esencialmente apostólica.
La duración del catecumenado depende de la gracia de Dios y de muy diversas circunstancias,
como son la organización del catecumenado mismo, el personal
disponible de catequistas, diáconos y Sacerdotes y la cooperación de cada catecúmeno.
El rito de la elección
Este rito se llama “elección” porque la admisión hecha por la Iglesia se basa en la elección de Dios,
en cuyo nombre actúa la Iglesia; se llama también “inscripción del nombre”, porque los
candidatos, en prenda de fidelidad, inscriben sus nombres en el libro de los elegidos.
Desde el día de su elección y admisión, los catecúmenos son llamados “elegidos”; también sejes
llama “competentes”, porque todos, juntamente, compiten y emulan para recibir los sacramentos
de Cristo y el don del Espíritu Santo. Se les llama también “iluminados”, porque el bautismo se
llama “iluminación” y, por él, los neófitos son sumergidos en la luz de la fe.
Este período de más intensa preparación llene más el carácter de retiro espiritual que de
catequesis, y se destine a una profunda purificación interior, por medio del examen de conciencia
y de la conversión de la vida, y, a la vez, busca iluminar los corazones por un conocimiento más
profundo de Cristo Salvador. Todo esto se realiza con varias celebraciones y, en especial, con los
llamados “exámenes” y “entregas”.
Los exámenes, que se celebran solemnemente en domingo, tienen una doble finalidad; descubrir
en los corazones de los elegidos lo débil, enfermo y malo, para curarlo, y, a la vez, descubrir
también lo bueno, sano y santo, para fortalecerlo, Porque los exámenes se destinan a la liberación
del pecado y del demonio, ya la afirmación de Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida.
Las entregas son celebraciones destinadas a la iluminación de los elegidos, en las cuales, la Iglesia
les entrega las más antiguas síntesis de la fe y de la oración: el símbolo de la fe y la oración
dominical. El símbolo de la fe se les da como recuerdo gozoso de las maravillas obradas por Dios,
para la salvación de los hombres, y como fuente de fe y de alegría. Y, en la oración dominical, los
elegidos conocen más profundamente el nuevo espíritu de hijos, por el que podrán llamar a Dios
con el nombre de “Padre”, especialmente en la asamblea eucarística.
Preparación inmediata
Con objeto de atender a la preparación inmediata de los sacramentas, el Sábado Santo, de ser
posible, los elegidos se abstendrán de sus trabajos acostumbrados, para dedicarse a la oración y
reflexión, y procurarán guardar el ayuno.
Los elegidos dan el último paso de su iniciación al recibir los sacramentos del bautismo,
confirmación y eucaristía; liberados así del pecado, son agregados al pueblo santo y reciben la
adopción de hijos de Dios, son introducidos por el Espíritu Santo a la plenitud de los tiempos y, por
el sacrificio y el banquete eucarístico, saborean de antemano el reino de los cielos.
La celebración del bautismo, que culmina en la ablución con el agua y la invocación de la Santísima
Trinidad, se inicia con la bendición del agua y la profesión de fe, que se relaciona íntimamente con
el rito del agua.
En efecto, por la bendición del agua se invoca por primera vez a la Santísima Trinidad, se recuerda
el designio salvífico del misterio pascual y por qué se eligió el agua para realizarlo
sacramentalmente. Así, el agua recibe su valor de signo de fe Y se proclama ante todos el misterio
de Dios, ya iniciado.
Los ritos de renuncia y profesión de fe tienen por objeto que los que van a ser bautizados
manifiesten su viva fe en el misterio pascual, que acaba de ser
conmemorado en la bendición del agua y que de nuevo va a proclamar el celebrante en las
palabras del bautismo. En efecto, los adultos sólo se salvan si se acercan libremente al don de Dios
y lo reciben con fe. Esta fe, cuyo sacramento reciben, no es sólo la fe de la Iglesia, como en el
bautismo del os niños, sino también su propia fe personal y viva; así, al ser bautizados, a no ser
que reciban solo pasivamente el sacramento, realizan una alianza personal con Cristo,
renunciando al error y adhiriéndose al verdadero Dios.
La ablución con el agua significa la participación mística en la muerte y resurrección de Cristo, por
la cual, los que creen en su nombre mueren al pecado y resucitan para la vida eterna; por lo tanto,
debe darse a esto rito toda su importancia en la celebración del bautismo.
La unción post-bautismal con el santo crisma significa el Sacerdocio real de los bautizados y su
inserción en la comunidad del Pueblo de Dios. La vestidura blanca es símbolo de la nueva dignidad
de los bautizados. El cirio encendido significa que están llamados a vivir como hijos de la luz.
Por tanto normalmente después de los ritos complementarios del bautismo, omitida la unción
post-bautismal, se confiere la confirmación.
Por último, se celebra la Eucaristía, en la cual, los recién bautizados toman parte por primera vez,
con pleno derecho, y encuentran en ella la culminación de su iniciación. En la Eucaristía, los
neófitos promovidos a la dignidad del sacerdocio real, toman parte activa en la oración de los
fieles y, si es posible; en la procesión de dones al altar; participan, con toda la comunidad, de la
acción sacrificial y recitan la oración dominical, con la que manifiestan el espíritu filial recibido en
el bautismo. Al participar en el Cuerpo entregado por nosotros y en la Sangre derramada por la
salvación, confirman los dones recibidos y gustan por anticipado los bienes eternos.
Recibidos los sacramentos, la comunidad junto con los neófitos, progresa en una más profunda
comprensión del misterio pascual y en el testimonio existencial del mismo, por la meditación del
Evangelio, la participación en la Eucaristía y el ejercicio de la caridad este es el último periodo de la
iniciación el tiempo de la vivencia post-sacramental, que los antiguos llamaban “mistagogía”.
Los recién bautizados, renovados en su corazón, han gustado más íntimamente la bondad de la
palabra de Dios, han recibido la comunicación del Espíritu Santo y han llegado a saber cuan bueno
es el Señor, De esta experiencia, propia del cristiano y acrecentada con el ejercicio del vivir
cotidiano, obtienen los neófitos un nuevo sentido de la fe, de la Iglesia y del mundo.
El pueblo de Dios
El pueblo de Dios, representado por la Iglesia local, debe tener siempre presente que la iniciación
de los adultos le incumbe muy directamente y es responsabilidad de todos los bautizados. El
pueblo de Dios, fiel a su vocación apostólica, debe estar siempre preparado para ayudar a los que
buscan a Cristo. En las diversas circunstancias de la vida diaria y también en el apostolado, a todo
discípulo de Cristo le corresponde, en la medida de sus posibilidades, la obligación de esparcir la
semilla de la fe.
Por eso, la comunidad local debe ayudar a los candidatos, a los catecúmenos y a los neófitos
durante todo el recorrido de su iniciación, especialmente:
b) Los fieles, en cuanto les sea posible, asistirán a las celebraciones del catecumenado y
participarán activamente en la oración, el candidato, las aclamaciones las respuestas etc.
e) En el período post-sacramental, participen en las “misas por los neófitos”, acojan a éstos
con amor y ayúdenlos, para que experimenten la alegría de vivir en la comunidad de los
bautizados.
El padrino:
El Obispo
Corresponde al Obispo personalmente o por un delegado establecer dirigir y fomentar la
organización pastoral del catecumenado y admitir a los candidatos a la elección y a los
sacramentos. Es muy aconsejable que, en cuanto sea posible, el Obispo, al presidir la liturgia
cuaresmal, celebre personalmente el rito de la elección y, en la Vigilia Pascual, los sacramentos de
fa iniciación. Deben también con solicitud pastoral, designar a catequistas dignos y debidamente
preparados, para la celebración de los exorcismos menores y las bendiciones de los catecúmenos.
Los Presbíteros
Los Presbíteros, además del misterio que de costumbre les corresponde en la celebración del
bautismo, la confirmación y la Eucaristía, deben preocuparse por la atención pastoral y personal
de los catecúmenos, especialmente de los que tienen dudas y dificultades para que, con la ayuda
de los diáconos y catequistas, provean a su catequesis. Además corresponde a los Presbíteros
aprobar la elección de los padrinos, escucharlos y ayudarlos. Durante todo el curso de la iniciación
los Presbíteros procurarán realizarlos ritos en forma conveniente, adaptándolos a las
circunstancias.
El Presbítero que bautiza a un adulto o a un niño en edad catequística, en ausencia del Obispo,
debe también confirmarlo, a no ser que la confirmación se vaya a celebrar en otra oportunidad.
Cuando los confirmados son muchos, el ministro de la confirmación puede hacer que le ayuden
otros Presbíteros. Es necesario que estos Presbíteros:
a) o bien desempeñen en la Diócesis un cargo u oficio especial, como, por ejemplo, que sean
vicarios generales, vicarios o delegados episcopales, vicarios de zona o regionales o
tengan, por mandato del ordinario, atribuciones similares, en razón de su oficio;
b) o bien sean párrocos de los lugares en los que se confiere la confirmación o párrocos de
los lugares a los que pertenecen los candidatos, o Presbíteros que desempeñaron un papel
importante en la preparación catequética de los confirmandos.
Los diáconos.
Los Catequistas Los catequistas, cuyo servicio tiene gran importancia para el progreso de los
catecúmenos y para el desarrollo de la comunidad, tomarán parte activa en las celebraciones. Con
delegación del Obispo los catequistas pueden hacer los exorcismos menores y las bendiciones de
los catecúmenos, que son propios del tiempo del catecumenado.
Los pastores deben distribuir el curso de la iniciación, de tal manera que la elección tenga lugar el
primer domingo de cuaresma y los sacramentos se celebren en la Vigilia pascual. Los demás ritos
deben distribuirse a partir de la anterior disposición. Sin embargo, por graves necesidades,
pastorales, el curso de la iniciación puede distribuirse de forma distinta.
Por lo que respecta al tiempo de celebrar el rito de entrada en el catecumenado, debe notarse lo
siguiente:
a) Que no sea prematuro hay que esperar a que los candidatos según sus disposiciones y su
situación, tengan tiempo suficiente para alcanzar una fe inicial y para mostrar los primeros
indicios de conversión.
b) Donde el número.de candidatos suele ser muy numeroso, espérense a tener un grupo
suficiente para la catequesis y las celebraciones litúrgicas.
El sábado santo, como sea que los elegidos se abstienen de sus trabajos
acostumbrados y de dedican a la oración y a la reflexión, pueden celebrarse varios ritos
inmediatamente preparatorios, como la recitación del símbolo, el rito “effetá”, la elección del
nombre cristiano e, incluso, la unción con el óleo de los catecúmenos.
En algunos casos, se podrá dejar la celebración de la confirmación para el final del tiempo de la
vivencia post-sacramental, por ejemplo, para el domingo de Pentecostés.
En los domingos de Pascua, se celebrarán las llamadas “misas por los neófitos”, a las cuales se
invitará insistentemente a toda la comunidad, como también a los recién bautizados y a sus
padrinos.
Tiempo extraordinario
Aunque la iniciación se debe organizar de modo que los sacramentos se celebren en la Vigilia
pascual, sin embargo, por situaciones insólitas o por necesidad pastoral, el rito de la elección y el
período de la preparación próxima se pueden celebrar fuera de la Cuaresma, y los sacramentos
fuera de la Vigilia pascual o del día de Pascua. En circunstancias ordinarias, sólo por una grave
urgencia pastoral (como, por ejemplo, el gran número de candidatos), además del curso normal de
la iniciación, celebrado, según costumbre, durante la Cuaresma, se podrá elegir otra época del
año, preferentemente el tiempo pascual, para celebrar también los sacramentos de la iniciación.
Los exámenes se celebrarán en domingo o bien entre semana, pero no en una solemnidad del año
litúrgico, y se guardarán los intervalos de tiempo acostumbrados. Se proclamarán las lecturas
señaladas en cada uno de los exámenes y el formulario de la misa será el del día o el de la misa
ritual.
Lugar de la iniciación
Las diversas celebraciones de la iniciación se harán en el lugar más conveniente; téngase en cuenta
las especiales necesidades de las pequeñas comunidades y de los lugares apartados de los
territorios de misión.
INFORMACIÓN DEL TUTOR – COORDINADOR
Nombres y apellidos
Correo electrónico
Números de teléfono
Días de atención al
estudiante
Horario de atención
Perfil profesional
Pregrado:
Posgrado:
Otros:
Publicaciones:
Ponencias:
Otros:
Tutorías
Recursos Bibliográficos
BIBLIOGRAFÍA
CONCILIO VATICANO 11, Decreto Apostolicam Actuositatem, sobre el apostolado de los seglares,
Noviembre 18/65.
AG CONCILIO VATICANO II, Decreto Ad Gentes Divinitus, sobre el oficio pastoral de los
Obispos, Octubre 28/65.
CFL JUAN PABLO II Exhortación Apostólica Christifideles laici sobre la vocación y misión de los
laicos en la Iglesia y en el mundo, diciembre 30/88.
LG CONCILIO VATICANO II, Constitución Lumen Gentium, sobre la Iglesia, noviembre 2/64.
RM JUAN PABLO II, Carta Encíclica Rededemptoris Missio, sobre la permanente validez del
mandato misionero, diciembre 7/90.
Recursos de internet