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1
Manejamos siempre la edición bilingüe a cargo de la CONFERENCIA EPIS-
COPAL ESPAÑOLA, BAC, Madrid, 1993. En el índice de materias, p. 1259, pueden
encontrarse todas las referencias a la oración.
2
«Pero la vida espiritual no se agota sólo con la participación en la sagrada
liturgia. En efecto, el cristiano, llamado a orar en común, debe, no obstante,
entrar también en su interior para orar al Padre en lo escondido; más aún: según
enseña el Apóstol, debe orar sin interrupción» (SC 12).
3
DV 25; cf. J. CASTELLANO, Pedagogía de la oración cristiana, Centre de
Pastoral Litúrgica —Biblioteca litúrgica, 6—, Barcelona, 1996, 62-66.
Primeras miradas
4
Señalamos tres: J. M. CASTILLO, Oración y experiencia cristiana, Sígue-
me, Salamanca, 21975; A. GUERRA, Oración cristiana. Sociología. Teología.
Pedagogía, Editorial de Espiritualidad, Madrid, 1984; J. A. ESTRADA, Oración:
liberación y compromiso de fe. Ensayo de Teología fundamental, Sal Terrae,
Santander, 1986.
5
Puede leerse en: Ecclesia 20-01-1990, 30-38. Recomendable también la
lectura de: OBISPOS DE NAVARRA Y EUSKADI, La oración cristiana hoy, CPL
(Emaús, 37), Barcelona, 1999.
6
Señalamos sólo los siguientes: CH. A. BERNARD, Teología espiritual, So-
ciedad de Educación Atenas, Madrid, 1994; J. L ILLANES, Tratado de Teología
Espiritual, EUNSA, Pamplona, 2007; S. GAMARRA, Teología espiritual, BAC,
Madrid, 1994; D. DE PABLO MAROTO, El camino cristiano. Manual de Teología
Espiritual, UPSA, Salamanca, 1996; F. RUIZ, Caminos del Espíritu, Editorial
de Espiritualidad, Madrid, 51998.
HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA ORACIÓN CRISTIANA... 297
7
Cf. J. CASTELLANO, Pedagogía…, 15-18.
8
Cf. CICat, 2558.
9
F. RUIZ, Caminos…, 325. La cita interna es de H. U. VON BALTHASAR,
Sólo el amor es digno de fe, Sígueme, Salamanca, 1971, 101.
10
F. RUIZ, Caminos…, 325; cf. S. GAMARRA, Teología espiritual…, 149.
11
La oración es uno de los temas más propios de la teología espiritual, pero
también de los más complejos. El tema interesa a la teología, a la historia de
la espiritualidad, la pastoral de la espiritualidad, la moral, la historia de las
religiones y, por supuesto, a la teología espiritual (cf. D. DE PABLO MAROTO, El
camino cristiano…, 286).
298 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
22
Cf. ib., 19-20; J. A. ESTRADA, Oración: liberación…, 31-38; C. DOMÍN-
GUEZ MORANO, Orar después de Freud, Sal Terrae/Fe y Secularidad, Santander-
Madrid, 1994.
23
Chenu es ejemplo de este espíritu contemplativo que valora y dignifica
teológicamente la acción (cf. M. D. CHENU, Pour une Théologie du travail,
Seuil, París, 1955 —traducción española en Estela, Barcelona, 1960—; Los
cristianos y la acción temporal, Estela, Barcelona, 1967; A. GUERRA, Oración
cristiana…, 20-23; ID., «M.-D. Chenu (1895-1990). Pájaro solitario», en Revis-
ta de Espiritualidad, 62 (2003), 323-351.
24
Cf. A. GUERRA, Oración cristiana…, 23-31; J. M. CASTILLO, Oración y
existencia…, 198-205.
25
Cf. L. EVELY, La oración del hombre moderno, Sígueme, Salamanca,
1969.
26
Cf. D. RHYMES, La oración en la ciudad secular, Sígueme, Salamanca,
1969.
HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA ORACIÓN CRISTIANA... 301
Situación actual
34
Cf. S. GAMARRA, Teología espiritual…, 151.
35
Ib., 149.
36
T. CATALÁ, Oración y experiencia de Dios hoy. Aspectos cristológicos y
socio-culturales: Sal Terrae 86 (1998), 865.
37
F. RUIZ, Caminos…, 326.
38
Cf. S. GAMARRA, Teología espiritual…, 151.
39
Cf. Concilium 181 (1983); J. A. BECKFORD, New Religious Movements
and Social Rapid Change, UNESCO, London, 1986 (hay traducción italiana: il
Molino, Bologna, 1990), y M. GUERRA, Los nuevos movimientos religiosos,
EUNSA, Pamplona, 1993.
40
Cf. S. GAMARRA, Teología espiritual…, 24-28.
41
Cf. Ib., 151-152.
304 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
42
Cf. Ib., 28-33.
43
Cf. Ib., 152-153.
44
CH. A. BERNARD, Teología espiritual…, 422.
HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA ORACIÓN CRISTIANA... 305
46
J. MARTÍN VELASCO, Introducción a la fenomenología de la oración, Trot-
ta, Madrid, 72006, 226-227. La cita interna es de P. TIELE.
47
J. CASTELLANO, Pedagogía…, 18; cf. CH. A. BERNARD, Teología espiri-
tual…, 422.
48
A. GUERRA, Oración cristiana…, 14.
49
T. CATALÁ, Oración y experiencia…, 865.
HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA ORACIÓN CRISTIANA... 307
50
J. A. ESTRADA, Oración: liberación…, 47.
51
T. CATALÁ, Oración y experiencia…, 867.
308 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
52
Ib., 869. «La oración cristiana expresa, pues, la comunión de las criatu-
ras redimidas con la vida íntima de las Personas trinitarias. En esta comunión,
que se funda en el bautismo y en la eucaristía, fuente y culmen de la vida de
la Iglesia, se encuentra contenida una actitud de conversión, un éxodo del yo
del hombre hacia el Tú de Dios» (OF 3).
53
«Vivimos en cierto modo en una era de la religión sin Dios. Por tanto,
la frase clave podría ser ésta: “¡Religión sí, Dios no!”, pero sin que ese “no”
se entienda a su vez categóricamente, como lo entienden los grandes ateísmos.
Ya no hay grandes ateísmos. La “polémica sobre la trascendencia” parece estar
ya fuera de lugar; se ha apagado definitivamente el rescoldo del más allá. Si
en los años sesenta se lo trasladó, polémicamente, al futuro, vemos que ahora,
en sentido terapéutico, se lo traslada a la psique. Y, así, hoy día puede volverse
a pronunciar —distraída o serenamente— el nombre de Dios sin referirse real-
mente a Él: entendiéndolo como una metáfora colgada del aire, en las conver-
saciones de las tertulias o sobre el sofá del psicoanalista, en el discurso estético
o de cualquier otra manera. La religión como nombre del ensueño de una feli-
cidad sin sufrimientos, como hechizo mítico del alma, como juego postmoderno
de abalorios: ¡sí! Pero, ¿y Dios, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, el Dios de
Jesús?» (J. B. METZ, El clamor de la tierra. El problema dramático de la
Teodicea, Verbo Divino, Estella, 1996, 9).
54
J. M. CASTILLO, La alternativa…, 219.
55
Cf. ib., 220-222.
HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA ORACIÓN CRISTIANA... 309
56
Ib., 221.
57
J. M. CASTILLO, La alternativa…, 221.
310 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
58
«La oración cristiana es siempre auténticamente personal, individual, y
al mismo tiempo comunitaria, rehúye técnicas impersonales o centradas en el
yo, capaces de producir automatismos en los cuales, quien la realiza, queda
prisionero de un espiritualismo intimista, incapaz de una apertura libre al Dios
trascendente. En la Iglesia, la búsqueda legítima de nuevos métodos de medi-
tación deberá siempre tener presente que el encuentro de dos libertades, la in-
finita de Dios con la finita del hombre, es esencial para una oración auténtica-
mente cristiana» (OF 3).
59
E. SCHILLEBEECKX, Los hombres, relato de Dios, Sígueme, Salamanca,
1994, 148.
60
«El Sermón de la Montaña presenta —como hemos dicho— un cuadro
completo de la justa humanidad. Quiere indicarnos cómo se llega a ser hom-
bres. Sus concreciones fundamentales se podrían resumir en la afirmación: sólo
a partir de Dios se puede comprender el hombre y sólo si vive en relación con
Dios su vida llegará a ser justa. Y Dios no está lejos ni es desconocido. Él nos
muestra su rostro en Jesús; en su acción y en su voluntad reconocemos los pen-
samientos y la voluntad de Dios mismo.
Si ser hombre significa esencialmente relación con Dios, es claro enton-
ces que hablar con Dios y escucharle es parte constituyente de ese ser hombre.
Por eso, el Sermón de la Montaña contiene también una enseñanza sobre la
oración. El Señor nos dice cómo debemos orar» (BENEDICTO XVI, Gesù di Na-
zaret, L. E. Vaticana - Rizzoli, Città del Vaticano - Milano, 2007, 157).
61
Por ejemplo, cf. SANTA TERESA DE JESÚS, V 7,1.11.17; 8,6; 23,11 (citamos
por la edición de Editorial de Espiritualidad, Madrid, 52000, ateniéndonos a sus
siglas).
HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA ORACIÓN CRISTIANA... 311
70
Cf. A. GUERRA, Oración cristiana…, 13-17. «Porque hay también mu-
chas almas que piensan que no tienen oración, y tienen muy mucha; y otras que
[piensan que] tienen mucha y es poco más que nada», dice San Juan de la Cruz
(S, pról., 6).
71
Cf. CICat, 2728-2731.
72
Cf. SANTA TERESA DE JESÚS, CV 21,1-2; cf. 23; 31,10.
HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA ORACIÓN CRISTIANA... 315
Estas son las señales del amor, y no penséis que está la cosa en
no pensar otra cosa, y que si os divertís un poco va todo perdido.
Yo he andado en esto de esta barahúnda del pensamiento bien
apretada algunas veces, y habrá poco más de cuatro años que vine
a entender por experiencia que el pensamiento (o imaginación, por-
que mejor se entienda) no es el entendimiento, y preguntélo a un
letrado y díjome que era así, que no fue para mí poco contento.
Porque, como el entendimiento es una de las potencias del alma,
hacíaseme recia cosa estar tan tortolito a veces, y lo ordinario vuela
el pensamiento de presto, que sólo Dios puede atarle, cuando nos
ata a Sí de manera que parece estamos en alguna manera desatados
de este cuerpo. Yo veía, a mi parecer, las potencias del alma em-
pleadas en Dios y estar recogidas con Él, y por otra parte el pensa-
miento alborotado: traíame tonta» 73.
No vamos a negar con esto la realidad constatable de los proble-
mas que se le presentan al orante cristiano. Las dificultades que va-
mos exponiendo afectan a la oración tanto en su comprensión como
en su ejercicio. De incomprensiones incorrectas derivan formas in-
adecuadas de oración (desapegadas del compromiso, por ejemplo),
ejercicios de oración que no son auténticamente cristianos o, senci-
llamente, el abandono de la misma; de un ejercicio incorrecto, sin que
haya una pedagogía y un discernimiento, pueden seguirse consecuen-
cias parecidas.
Pero lo difícil, al menos por lo que se refiere al ejercicio orante
no es, en mi opinión, la oración en sí, sino el hecho de comprender
que la oración es una acción en la que no somos los principales agen-
tes, sino los principales pacientes; y eso falta, paciencia: «en silencio
y esperanza será nuestra fortaleza (Is 30,15)» 74; una paciencia que se
aprende en la escuela de una buena fundamentación teológica de la
oración, de una buena pedagogía y de un correcto discernimiento.
El texto teresiano que hemos traído más arriba continúa con una
queja que merece la pena recoger aquí: «¡Oh Señor, tomad en cuenta
lo mucho que pasamos en este camino por falta de saber! Y es el mal
73
SANTA TERESA DE JESÚS, 4M 1,7-8; cf. F 5,2-3, donde además deja muy
clara la relación entre oración y vida.
74
SAN JUAN DE LA CRUZ, Carta a la Madre Ana de San Alberto, agosto-
septiembre de 1591; cf. 3S 2,15; 1N 6,6; SANTA TERESA DE JESÚS, CV 21,2.
316 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
que, como no pensamos que hay que saber más de pensar en Vos, aun
no sabemos preguntar a los que saben ni entendemos qué hay que
preguntar, y pásanse terribles trabajos, porque no nos entendemos, y
lo que no es malo, sino bueno, pensamos que es mucha culpa» 75.
Orar puede llegar a ser una tarea espontánea sencilla 76, pero
no podemos pedir que las cosas sucedan a nuestro ritmo: «Orar en
cristiano es aprender con dolor y reverencia que Dios tiene también
derecho a callar, y nuestra oración no puede consistir en una lucha
narcisista para que Dios nos esté continuamente hablando; orar es
caer en la cuenta de que no somos tan importantes ante tanto dolor
acumulado en las víctimas. Esto es humildad. Gracias, una vez más,
Juan de la Cruz, porque nos haces sospechar de la “riqueza” espiri-
tual y nos enseñas a quedarnos muchas veces tan sólo con un gemido
cuando el Amado se esconde» 77.
Jesús nos enseñó a orar llamando a Dios Padre, Abbá (Lc 11,2) 84.
El Espíritu, en continuidad con esta enseñanza del Jesús terreno, ac-
túa en nosotros descubriéndonos que somos hijos de Dios y pone en
nuestro corazón, como oración, la invocación que Jesús nos enseñó
(cf. Rom 8,14-17.26-27; Gal 4,6) 85.
80
SANTA TERESA DE JESÚS, V 26,5; CV 26,3-6.
81
Cf. DV 23-24.
82
Cf. Ib., 7-10.
83
Cf. CICat, 2607-2616. 2664-2672.
84
«Con el hecho de su oración, Jesús nos enseña a orar. El camino teologal
de nuestra oración es su propia oración al Padre […]. Como un pedagogo nos
toma donde estamos y, progresivamente, nos conduce al Padre» (CICat, 2607).
Cf. J. JEREMÍAS, Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento, Sígueme,
Salamanca, 62005.
85
«Creo que toda persona saca provecho de la oración cuando ora como es
debido o pone empeño en ello. Ante todo es de gran provecho a toda persona
el disponerse a la oración. Esto es presentarse ante Dios y hablarle personal-
318 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
91
«La oración de Santa Teresa se justifica por sí misma, se mantiene y
prolonga indefinidamente por su propio dinamismo, que es el amor, y por su
historia de alianza, vocación, misericordia, esperanza» (F. RUIZ, Caminos del
Espíritu…, 338).
92
SANTA TERESA DE JESÚS, V 8,5. «La oración [para Santa Teresa] es una
relación, está centrada en la persona de Jesús de Nazaret. Todo el capítulo de
Vida 22, sobre todo 4-10, nos pone delante lo central de la relación con Jesús
en la vida de oración y en todos los otros aspectos» (C. KAUFMANN, La fasci-
nación…, 186).
93
M. HERRÁIZ, La oración historia de amistad, Editorial de Espiritualidad,
Madrid, 62003, 43; cf. S. CASTRO, Ser cristiano según Santa Teresa, Editorial
de Espiritualidad, Madrid, 21985, 87-88; D. DE PABLO MAROTO, Teresa en ora-
ción, Editorial de Espiritualidad, Madrid, 2004, 347-353.
94
SANTA TERESA DE JESÚS, Carta a don Teutonio de Braganza, 3-VII-1574.
Cf. M. HERRÁIZ, La oración historia…, 45-46.
95
SANTA TERESA DE JESÚS, V 8,6. Cf. M. HERRÁIZ, La oración historia…,
50-86; S. CASTRO, Ser cristiano según Santa Teresa…, 88-92; D. DE PABLO MA-
ROTO, Teresa en oración…, 343-404.
320 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
101
«Ésta es la unión más estrecha e íntima traducida continuamente en
oración profunda que Jesús vive con su Padre. La voluntad del Padre le envía
a los hombres, a los pecadores, más aún, a los que le matarán. Y la forma de
estar más íntimamente unido al Padre es obedecer a esa voluntad. Sin embargo,
eso de ninguna manera impide que, en el camino terreno, se retire también a
la soledad para orar, para unirse al Padre y recibir de Él nuevo vigor para su
misión en el mundo» (OF 13).
102
E. SCHILLEBBECKX citado en A. GUERRA, Fuera del mundo no hay ora-
ción…, 164.
103
«La experiencia personal de la relación con Dios en la oración, en el
silencio y retiro de la vida monástica carmelitana es, para Teresa, el fundamen-
to de toda relación personal, con otras personas, con las cosas, consigo misma»
(C. KAUFMANN, La fascinación…, 186).
104
A. GUERRA, Oración cristiana…, 67 (cf. J. A. ESTRADA, Oración: libe-
ración y compromiso…, 146-158; 259-276).
322 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
ORAR: EN LA IGLESIA
123
OF 7; cf. OGLH, 9; ORÍGENES, Sobre la oración…, 11,1-5.
124
Cf. A. GUERRA, Oración cristiana…, 119-124.
125
Cf. SC 2.10.12, etc…; Laudis Canticum, 8; OGLH 5-9.
126
SAN JUAN DE LA CRUZ, D, 59.
326 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD
127
Ib., 30 (cf. 28). Ésta es la experiencia de Teresa de Lisieux, convencida
de que la caridad en ella es fruto de la presencia de Jesús en sí: «Sí, lo sé:
cuando soy caritativa, es únicamente Jesús quien actúa en mí. Cuanto más
unida estoy a él, más amo a todas mis hermanas» (SANTA TERESA DE LISIEUX,
Ms C, 12v).
128
«En el “cara a cara” con Dios, los profetas extraen luz y fuerza para su
misión. Su oración no es una huida del mundo infiel, sino una escucha de la
palabra de Dios, es, a veces, un debatirse o una queja, y siempre una interce-
sión que espera y prepara la intervención del Dios salvador, Señor de la his-
toria» (cf. Am 7,2.5; Is 6,5.8.11; Jer 1,6; 15,15-18; 20,7-18)» (CICat, 2584).
129
Cf. J. A. ESTRADA, Oración: liberación y compromiso…, 141-158.
130
Cf. CICat, 2617-2619; OF 31.