Está en la página 1de 6

El Canto de Moisés y del Cordero

Salmos 34:1-4

David en este Salmo, eleva un canto al Señor, lo ha librado de una situación que de no
haber intervenido el Señor, David habría terminado muerto.
El expresa su gratitud a Dios, porque lo había librado.

Muchos himnos que nosotros cantamos están inspirados en experiencias personales,


extremas en algunos casos.

“Castillo fuerte es nuestro Dios” Himno Nº 400 en nuestro himnario.


Considerado por muchos el Himno de Batalla de la Reforma, fue compuesto por Martín
Lutero en algún momento entre 1527 y 1529.
Se dice que mientras entraba al pueblo de Worms Lutero entonó las estrofas de este
himno para animar a sus amigos y acompañantes.

“Cuando suene la trompeta” Himno Nº 169 en nuestro Himnario


Escrito por James Milton Black, Un día mientras pasaba por un callejón se encontró a
una niña de catorce años, hija de un padre alcohólico, y con ropas raídas. La invitó a la
escuela dominical ante lo cual se dice que la niña le dijo que no podía ir con ese
vestuario. James le consiguió ropas limpias y desde ese momento la niña empezó a
asistir a todas las reuniones.
Un día, cuando James pasaba lista y todos contestaban diciendo un versículo, la niña no
respondió, a pesar de ser llamada por más de una ocasión. Dos cosas atormentaban la
mente de James en ese día. Cuál sería la razón de que la niña no pudo asistir a la escuela
dominical; y qué triste sería si en el cielo llamaran a lista y su nombre no estuviera allí.
Al salir de la escuela dominical fue a buscar a la niña a su casa, y la encontró muy
enferma. Llamó a un médico y le pagó para que la examinara. El desalentador dictamen
médico fué neumonía. Es muy probable que la niña haya muerto de esa afección.
Cuando James llegó a casa, acongojado buscó un en el himnario algo acorde a la ocasión
pero no tuvo éxito. Fue así como ese mismo día escribió el himno Cuando Suene la
Trompeta.
“Loámoste oh! Dios” Nº 15 de nuestro himnario
William Paton Mackay nació el 13 de Mayo de 1839 en Montrose, Edinburgo, Escocia.
Paton cuenta acerca de su niñez: “Mi amada madre era una mujer piadosa, santa, que
muy a menudo me hablaba del Salvador, y muchas veces la vi orando de rodillas por la
salvación de mi alma. Pero nada logró causar una impresión profunda en mi. A medida
que crecía, me hacía más rebelde…”

A los 17 años, dejó su casa paterna para estudiar. Su madre, preocupada por su vida
espiritual le regaló una Biblia y en la primer hoja escribió el nombre de su hijo, el de ella
y un versículo.

Mackay estudió medicina en la universidad de Escocia. Un día, en medio de una


borrachera, vendió la Biblia que su madre le había regalado para comprar más licor.
Luego de graduarse llegó a ser un médico exitoso y trabajó en el hospital más grande de
Edinburgo. Fue entonces cuando un incidente que cambió su vida para siempre.
“Un día trajeron al hospital a un hombre gravemente herido. Su caso parecía sin
esperanza, y él parecía darse cuenta de ello puesto que estaba completamente
consciente y me preguntó cuánto tiempo le quedaba de vida. Le dí mi opinión de la
manera más prudente que pude.
¿‘Tiene algún familiar a quien podamos notificar’? Pregunté.
El paciente negó con su cabeza. Solo tenía un deseo y era ver a la señora que le había
arrendado una propiedad porque le debía una pequeña suma de dinero y también
deseaba despedirse de ella. También solicitó que dicha señora le enviara ‘El Libro…’
Yo iba a verlo regularmente al menos una vez al día. Lo que más me impactaba era la
expresión constante en su rostro de calma, casi de felicidad… Luego de la muerte del
hombre, había que resolver algunos asuntos con relación a él y se requería que estuviese
presente.
¿Qué hacemos con esto?’ preguntó la enfermera mientras sostenía un libro en su mano.
¿De qué libro se trata?’ pregunté.
‘Es la Biblia del pobre hombre… la leyó mientras le fue posible, y cuando ya no pudo, la
guardaba bajo la cubierta de su cama.’
Al tomar la Biblia en mis manos no podía creer lo que veían mis ojos. ¡Era mi propia
Biblia! La Biblia que mi madre me había regalado cuando me fui de la casa de mis
padres, y que luego, cuando estaba corto de dinero, vendí por una pequeña suma.
Todavía tenía mi nombre en ella, escrito por la mano de mi madre…
Observé el precioso libro con un profundo sentido de vergüenza. Le había dado
comodidad y esperanza al desafortunado hombre en sus últimas horas. Para él había
sido una guía hacia la vida eterna, y le había permitido morir en paz y alegría. Y este
libro, el último regalo que me dio mi madre, lo había vendido por un precio ridículo…
Sobra decir que recuperar mi biblia fue el motivo de mi conversión.”
Mackay fue ordenado en la Iglesia Presbiteriana y en 1868 fue nombrado ministro de
una iglesia, mismo año en que se casó con Mary Loughton. Escribió varios himnos, uno
de ellos Loámoste, Oh Dios, en 1863.

“Prefiero a mi Cristo” Nº 269 de nuestro Himnario


La música del himno Prefiero a mi Cristo fue compuesta por George Beverly Shea.
George nació en una familia cristiana en Winchester, Ontario, Canadá el primero de
Febrero de 1909. Su padre era ministro de la iglesia metodista y su madre ejerció una
fuerte influencia en su vida de joven. Empezó a cantar desde joven en la iglesia que su
padre dirigía al igual que en servicios para otras iglesias locales. Inició sus estudios en la
universidad de Houghton en Nueva York, pero debido a los escasos recursos de su
familia se vio obligado a retirarse un año después y trabajar como conserje de una
oficina de seguros de la ciudad.
Durante este tiempo continuó su entrenamiento vocal y cantaba para emisoras radiales
cristianas. Una única oportunidad se le presentó cuando fue convocado para cantar con
los Lynn Murray Singers. George pasó las audiciones y recibió una propuesta laboral
bastante generosa. Sin embargo no quería aceptar un trabajo secular y finalmente a
pesar de su difícil situación económica decidió que quería dedicar su vida al servicio de
Dios y respondió que no.
Su madre, quien tenía la costumbre de dejarle poemas de periódicos, revistas y libros en
el piano, dejó un domingo una copia del poema Prefiero mi Cristo escrito por Rhea F.
Miller, y ese mismo día George le compuso la música para convertirlo en el inolvidable
himno que todos conocemos hoy en día.
El 16 de Junio, contrajo matrimonio con Eram Scharfe de quien había estado enamorado
desde su adolescencia. Juntos tuvieron dos hijos. La familia se mudó a chicago donde
George consiguió una posición en el personal de la estación radial WMBI. El 14 de Junio
de 1944 George logró su sueño de cantar en el programa radial de música Gospel Club
Time, y condujo su propio programa radial con miles de oyentes cada semana.

“Sublime Gracia” Nº 303 de nuestro himnario


Es para mi uno de los himnos mas hermosos que he escuchado, fue escrito por John
Newton, era un capitán de barco conocido por su vulgaridad y su forma de ser tosca, por
ser blasfemo y arrogante. Miembro de Marina Real Inglesa se dedicaba al comercio de
esclavos en las costas de Suráfrica. Se cuenta que una noche una tormenta abatió
terriblemente su embarcación que el miedo lo llevó a pedir a Dios misericordia. Este fue
el inicio de su conversión al Cristianismo y aunque sus actividades en el comercio de
esclavos continuaron por unos años, se retiró y estudió teología.
En 1764 fue ordenado en la “Church of England” y fue nombrado cura de Olney,
Buckinghamshire, donde empezó a escribir himnos junto con el poeta William Cowper.
Escribió el himno Sublime Gracia para ilustrar el sermón de año nuevo de 1773, como
testimonio de su conversión. Sublime gracia es tal vez el himno más conocido en el
idioma Inglés.

Como vemos todos estos himnos tienen una historia, quien los escribió vivió una
experiencia clave que lo llevo a plasmar en una partitura musical su experiencia, hoy los
cantamos y nos parecen hermosos e inspiradores. Muchos de ellos ni siquiera son
adventistas, pero tienen la cualidad de identificar esa experiencia con la nuestra.

Quiero llevarlos a otro himno muy especial, se lo llama el Canto de Moisés y del
Cordero, Apocalipsis 15:3. Quienes son estos que han vencido a la bestia y a su imagen,
y a su marca y el número. Este canto e un canto de liberación, cuando hablamos del
Canto de Moisés, es el canto que aparece registrado en Éxodo 15.
Recordemos que fue entonado por Moisés y su hermana María después de haber vivido
uno de los momentos mas impresionantes de sus vida. Han cruzado el Mar Rojo, el
ejercito del Faraón ha quedado sepultado bajo sus aguas. Cuando todo parecía oscuro,
sin salida. Cuando la muerte parecía inminente, el Dios del Cielo, el gran YO SOY, libera a
su pueblo.
Es el Canto del Cordero, Cristo venció a la muerte, El al venir a esta tierra como un ser
humano y despojarse de su divinidad, tal como lo menciona Filipenses 2: 5-8, bajo esa
condición Cristo Jesús logra la liberación del pecado de todo aquel que acepta a Jesús
como su Salvador personal y decide vivir una vida como la que vivió nuestro Salvador.
Ahora que tiene que ver esto con los 144.000 y el canto de Moisés y el Cordero.
No nos vamos a introducir en que si son literales o simbólicos, y porque de las doce
tribus de Israel, o porque hay unas tribus distintas a las originales; eso es tema para otra
reflexión.
Analicemos quienes son estos que solo ellos pueden cantar este canto tan especial.
Apoc. 14: 3
- Estos son los que están vivos justo antes de la venida del Señor en las nubes de
los cielos.
- “Estos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido
sus ropa en la sangre del Cordero” Apoc. 7:14
- Estos son los que jamás tuvieron contacto con mujeres, pues son vírgenes”…
Apoc. 14: 4
- “No se halló en sus labios mentira alguna, pues son irreprochables” Apoc. 14:5
- De estos se dice “Aquí esta la paciencia de los santos, de los que guardan los
mandamientos de Dios y mantienen la Fe de Jesús” Apoc. 14:12
Hermanos míos, se dan cuenta el por qué son tan especiales este grupo, ellos han
pasado por el momento mas crítico más intenso que solo unos pocos han vivido, se lo
llama “el periodo de angustia de Jacob”, lo recordamos, Jacob volvía a la casa paterna y
se entera que viene su hermano con un ejercito a buscar la revancha por lo que había
pasado mas de veinte años antes. Jacob pelea con el Ángel de Jehová, él sentía que el
Señor lo había abandonado y que estaba luchando sin tener la certeza de haber sido
perdonado.

Ese tiempo es un tiempo de angustia que han de vivir los profesos cristianos que
recibieron el sello de Dios en sus frentes, pero saben que ya no hay un mediador, están
solos, y dependen exclusivamente de su Fe. Fe que han desarrollado en el transcurso de
su experiencia con Cristo, han puesto toda su confianza en Dios, han aprendido a
caminar con Dios así como lo hizo Enoc, escuchen lo que la sierva del Señor escribe
sobre este tema, en el libro Reflejando a Cristo p. 299 se encuentran estas palabras
iluminadoras: “Enoc tuvo un carácter notable, y muchos miran su vida muy por encima de lo
que la generalidad de los mortales puede alguna vez alcanzar. Pero la vida y el carácter de Enoc,
fueron tan santos que pudo ser trasladado al cielo sin ver muerte, representa las vidas y los
caracteres de todos los que serán trasladados cuando Cristo venga”. "Por la fe Enoc fue
traspuesto para no ver muerte; . . . antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber
agradado a Dios. Dios nos llama a una comunión tal. Como fue la de Enoc debe ser la santidad
de carácter de aquellos que serán redimidos de entre los hombres en la segunda venida del
Señor” (Obreros Evangélicos, p. 55).

“Los que vivan en la tierra cuando cese la intercesión de Cristo en el santuario celestial deberán
estar en pie en la presencia del Dios santo sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin
mácula; sus caracteres, purificados de todo pecado por la sangre de la aspersión. Por la gracia
de Dios y sus propios y diligentes esfuerzos deberán ser vencedores en la lucha con el mal” (El
Conflicto de los Siglos p. 478.

Mis hermanos, se nos esta hablando de una generación de seres humanos que ya no
pecan, su vida es perfecta, no existe ni una sola mancha que opaque sus vidas, no existe
ni un solo reproche por parte del enemigo que ponga en peligro la tarea mas importante
de esta última generación, revindicar el nombre de Dios ante todo el universo, que la ley
de Dios se puede cumplir, el mandamiento es Santo, Justo y Bueno. Satanás es el
mentiroso.

¿Qué hará que esto sea posible? ¡Alabado sea Dios! Él quiere derramar una gran
bendición sobre la iglesia de la última generación. Una bendición que no había sido
manifestada anteriormente, porque no era necesaria. Sin embargo, en el tiempo del fin,
llega a ser una necesidad. Se la llama, la lluvia tardía. Dios sabía que la última generación
necesitaría una provisión extra de la gracia del Espíritu Santo para prepararlos para
pasar por el tiempo de la angustia de Jacob y para encontrarse con Cristo en su venida.
Así que la lluvia tardía logrará en los santos una labor más avanzada de refinamiento o
de perfección del carácter. Esto no sólo preparará a la iglesia para la venida de Cristo,
como fue declarado en la cita anterior, sino también: “La lluvia tardía es la que los revive
y fortalece para que puedan pasar por el tiempo de angustia” (Eventos de los Últimos
Días, p. 205).

Elena de White, hace esta importante declaración: “Habéis de tener hoy vuestro vaso
purificado, para que esté listo para el rocío celestial, listo para los aguaceros de la lluvia
tardía; pues la lluvia tardía vendrá, y la bendición de Dios llenará toda alma que esté
purificada de toda contaminación. Es nuestra obra hoy en día rendir nuestras almas a
Cristo, para que estemos preparados para el tiempo del refrigerio de la presencia del
Señor: preparados para el bautismo del Espíritu Santo” (El Evangelismo, p. 509).

Quizás el primer trabajo de la lluvia tardía, será sellar a los santos vivos con el sello del
Dios vivo en sus frentes. Sin embargo, observen esta cita “Ninguno de nosotros recibirá
jamás el sello de Dios mientras nuestros caracteres tengan una mancha. Nos toca a
nosotros remediar los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda
contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros como cayó la lluvia
temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés” (Joyas de los Testimonios, t. 2, p.
69).

Otra vez esta verdad cortante se presenta con voz alta y clara: “Los que reciban el sello
del Dios vivo y sean protegidos en el tiempo de angustia deben reflejar plenamente la
imagen de Jesús” (Los Primeros Escritos, p. 71).

Sí, los ciento cuarenta y cuatro mil formarán un grupo especial de santos, una iglesia
especial. Cantarán un nuevo cántico que nadie puede cantar, excepto los ciento
cuarenta y cuatro mil. No, ni siquiera los ángeles en el cielo, porque es el canto de su
inconfundible experiencia, una experiencia tal, que ningún ser humano ni en el cielo ni
en la tierra, habrá pasado por ella. Por cierto, comprendemos porqué este grupo es tan
especial, y porqué necesitan el poder perfeccionador de la lluvia tardía, que no fue
concedida antes de las generaciones anteriores. Ahora nosotros comprendemos porqué
ellos y los mártires, recibirán honores especiales en el cielo, y en la tierra nueva.

¡Alabado sea Dios! Aunque todos estaremos perfectamente satisfechos con su posición
y su sanción, en el cielo, todavía Elena de White advierte “Esforcémonos con todo el
poder que Dios nos ha dado para hallarnos entre los ciento cuarenta y cuatro mil” (Dios
nos Cuida, p 362).

Queridos amigos, Dios no ha hecho la invitación para formar parte de este grupo
especial de personas, ¿qué vas a responder? ¿quieres ser parte de este coro?.

También podría gustarte