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HORA SANTA 3

Canto inicial:

Ministro.- En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado


Todos.- El corazón amoroso de Jesús Sacramentado

Padre Nuestro
Ave María
Gloria.

Silencio.

Canto:
Se alegra mi corazón,
Mi herencia es el Señor. (2)

Lector:
Estamos en un momento de oración muy especial junto a Jesús
Eucaristía y bajo la mirada amorosa de María, mujer de oración. Una
visita real que le hacemos en un espíritu que impregna la totalidad de
nuestro tiempo, nuestros pensamientos, nuestras acciones y en general
toda nuestra vida.

Dile a Jesús todo lo que quieras: si tienes algunos problemas, si tu


corazón está lleno de esperanzas, lleno de deseo de estar unido a Él.

Confíale incluso aquellas preocupaciones que no te atreves a contarle


a cualquiera. Dile incluso si te aprietan los zapatos, si te sientes cansado
o desanimado por algo. Dile a Jesús todo, con la sencillez de un niño.

Silencio.

Oración:
Jesús, la adoración de hoy es el encuentro de mi alma y de todo mi ser
contigo. Soy la criatura que se encuentra con el Creador, el discípulo
ante el divino maestro. El paciente con el doctor de almas. El pobre
pidiendo al rico. El sediento bebiendo de la fuente. El débil ante el
Todopoderoso. El tentado que busca un refugio seguro. El ciego que
busca la luz. El amigo que va al encuentro del amigo verdadero. La
oveja perdida que ha sido encontrada por el Buen Pastor. El corazón
rebelde que ha encontrado su Camino. El ignorante que viene a buscar
Sabiduría. La novia que encuentra al Esposo del alma. La nada que
encuentra al que lo es Todo. El afligido que encuentra al Consolador. El
buscador que encuentra el Sentido de la Vida. Amén.

Silencio.

Canto:
Un mandamiento nuevo nos dio el Señor

Lector:
Dios viene en la Eucaristía a nuestro encuentro, y los caminos de Dios
están muy cerca de cada uno de nosotros. Dios salva en la historia. La
vida de cada persona, la historia de cada uno, son los lugares
predilectos de encuentro a donde viene Dios.

Y quiere permanecer siempre allí, muy dentro de cada uno de nosotros,


quiere permanecer para siempre dentro de nuestro corazón. Ese es el
lugar predilecto de Dios.

Qué satisfactorio es saber que uno no necesita ir al desierto para


encontrarse con Dios, ni necesita ir a un sitio particular del mundo. Dios
se encuentra por siempre en nuestro propio corazón.

Oración Participada:
R./: “Jesús Eucaristía, ven a nuestras almas”.

Tú eres la paz donde todas las cosas se calman… R./


Tú eres el lugar para ocultarse del mal… R./
Tú eres la luz que brilla en la oscuridad… R./
Tú eres la chispa eterna del corazón… R./
Tú eres la puerta que se encuentra abierta de par en par… R./
Tú eres el huésped que espera adentro… R./
Tú eres el extraño en la puerta… R./
Tú eres la llamada del pobre… R./
Tú eres la luz, Tú eres la verdad, Tú eres la vida… R./
Tú eres el camino… R./
Tú eres mi amigo, mi Señor y mi Salvador por siempre… R./
Canto:
Lector:
Abre tu corazón a Jesús, pídele que experimentes su presencia en todo
momento, principalmente en los momentos más difíciles para ti. Adora
a Jesús también en silencio. Pide la luz del Espíritu Santo para que así
puedas sentir la presencia de Dios y recibir su consuelo.

Si en algún momento difícil de tu vida no sientes la presencia de Dios,


no te preocupes. Sentir que Dios está lejos es una experiencia común,
especialmente en tiempos de sufrimientos. Dios está cerca de los que
se encuentran angustiados. Y recuerda que tú te encuentras siempre
en la presencia amorosa de Dios. El nunca se olvida de ti. Pensar en
esto, es hacer una poderosa oración de fe.

Oración:
Señor; creo que Tú estás aquí, en este momento, amándome. Pero está
oscuro y no puedo ver tu esplendor. Hay silencio y no escucho tu voz.
Mi corazón está muy roto y temeroso de no poder sentir el calor de tu
presencia amable. Sólo puedo orar: quédate conmigo, Señor. Quiero
ver tu rostro. Quiero saber que Tú estás cerquita de mí. Quiero sentir
que me tomas entre tus brazos. Quiero sentirme seguro junto a Ti.
Quiero tener paz. Aunque no te pueda sentir, sostenme fuerte. Aunque
no pueda verte, permanece a mi lado, nunca me dejes sólo. Aún en la
hora más oscura, quédate conmigo, Señor. Me encomiendo
completamente a tu amor misericordioso. Amén.

Silencio.
Canto:
Estoy pensando en Dios
Estoy pensando en su amor (2)

Lector:
Ten fe y no dudes; Jesús es infinitamente fiel a sus promesas.
Este momento de adoración es muy importante para ti pero para Jesús
también. La Madre María Inés decía que es «una audiencia especial
con el Amado». ¡No desperdicies esta hermosa oportunidad de estar
con Él!
Encomienda tu pasado a la misericordia de Dios, encomienda tu futuro
a su providencia y vive el presente con todo su amor. Nuestra indignidad
es grande, pero mucho más grande es el amor y la misericordia de Dios.

Esta Visita Eucarística guía e influye en toda nuestra vida. Atrae juntos
los frutos de todas las otras prácticas de piedad que hacemos y los lleva
a su realización.

Esta Hora Santa es el gran modo de sentir y de vivir a Jesús, es el gran


modo de dejar a un lado la infancia e ir formando en nosotros una
personalidad en Cristo Jesús, es el gran secreto para experimentar una
transformación en nuestra vida. Es experimenta la relación de Jesús con
su Padre y con la humanidad. Es la garantía de la perseverancia.

Oración:
Divino Corazón de Jesús:
Por medio del inmaculado Corazón de María
Te ofrezco todas mis plegarias, trabajos,
Alegrías y sufrimientos de este día,
En reparación por los pecados y por la salvación de todos
Los hombres y mujeres
Según las intenciones especiales del Papa,
Con la gracia del Espíritu Santo,
Para gloria del Padre celestial.
Amén.
Silencio.
Canto: vaso nuevo
Lector:
Nuestra vida para ser Eucarística, debe ser trigo, semilla y tierra; luz y
tinieblas, crecimiento y molienda; ritmo y estación, ya árida, ya
floreciente, ya árida de nuevo. Fuerza eruptiva de fe y de esperanza
Oración:
Que la fuerza de Dios nos gobierne
Que el poder de Dios nos preserve
Que la sabiduría de Dios nos instruya
Que la mano de Dios nos proteja
Que el camino de Dios nos dirija
Que el escudo de Dios nos defienda
Que las huestes de Dios nos protejan
Ahora y siempre. Amén.
Canto:Si yo no tengo amor

Lector:
Esta es la esencia verdadera de la oración: no que nosotros nos
dirijamos a Dios, sino que Dios se dirige a nosotros. La oración expone
a Dios lo que somos, todos nuestros dolores, nuestra debilidad. Dios
siempre ve nuestro corazón.Incluso aquello que aún todavía no ha sido
visto por nosotros mismos.

Sólo Dios nos conoce verdaderamente y sea lo que fuere nuestro amor
propio, el amor de Dios es más grande. Nada puede aparta a Dios; ni el
pecado ni el mal.Dios nos ama con apego total. Sólo en oración nos
entregamos a este amor. Abre tu corazón a Jesús y permite que invada
tu vida entera con su presencia.

Oración:
Señor del mundo y de la paz,
Ayúdanos a unir estas dos palabras en nuestra vida diaria.
Paz en el mundo y paz en nuestros corazones.
Esto es lo que te pedimos, Señor.
Porque para que haya paz en el mundo,
Debe haber paz en nuestro corazón.
Quita de nosotros el odio y el rencor
Y todo lo que impida una vida serena y feliz
Danos tu paz, oh Señor, la paz que el mundo a menudo ni comprende
ni valora
Pero sin la cual el mundo no podría vivir.
Amén.

Canto:
Tan cerca de ti, tan cerca de mi
Que hasta lo puedo tocar. Jesús está aquí (2)

Oración participada:
Gracias Jesús, por que darte con nosotros como lo prometiste a tus
apóstoles. Ahora, en estos momentos de oración oramos juntos y te
decimos:
R./ “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”
Tu presencia nos llena de alegría… R./
Tu presencia nos da fortaleza… R./
Tu presencia nos ilumina… R./
Tu presencia nos da confianza para seguir siempre adelante… R./
Tu presencia nos da paz… R./
Tu presencia nos alimenta… R./
Tu presencia nos compromete a dar un buen testimonio… R./
Gracias Jesús, por quedarte entre nosotros en el sacramento de la
eucaristía… R./ Amén.

Oremos:
Oh Dios, que bajo este admirable sacramento nos has dejado el
memorial de tu pasión, concédenos, venerar de tal modo los sagrados
misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos
constantemente en nosotros los frutos de tu redención. Te lo pedimos a
Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Canto final:
Aunque marche por la oscuridad nada he de temer
Porque Tú conmigo vas, mi Pastor que me hace sosegar.

Tú que me preparas tu mesa en la fe, Tú me das la copa rebosando


está

Tú bondad conmigo llegaste hasta el final, y mi vida entera para Ti será

Tú que me conduces a tus fuentes de paz, Tú me has bautizado, por tu


senda voy.

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