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Nombre: Kingsley Junior Ibáñez Hanco

Universidad Pedagógica
Diplomado en: Prevención de violencia en contextos educativos.

Poder y Educación.
Los nuevos desafíos de la formación de profesionales en distintos centros de educación de post-
grado, están centrados en ofrecer a las y los estudiantes, soluciones y alternativas que permitan
responder a las problemáticas de contexto, para esto es preciso un trabajo integrado y articulado en
los procesos de formación docente y la comunidad. La violencia sea cual sea su causal siempre ha sido
un tema latente y constante en la realidad nacional e incluso mundial.

Debo iniciar este ensayo con una definición de que es la violencia, Extraída de la ley del código Niña,
Niño y adolecente en su artículo 147 parágrafos I: “La violencia se define como la acción u omisión,
por cualquier medio, que ocasione privaciones, lesiones, daños, sufrimientos, perjuicios en la salud
física, mental, afectiva, sexual, desarrollo deficiente e incluso la muerte de la niña, niño o
adolescente” (Ley 548, 2014).

A la par de que también usaremos de concepto base, otra definición acerca de violencia simbólica de
la Ley Integral Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia en su artículo 7, numeral 5:
“Son los mensajes, valores, símbolos, íconos, signos e imposiciones sociales, económicas, políticas,
culturales y de creencias religiosas que transmiten, reproducen y consolidan relaciones de
dominación, exclusión, desigualdad y discriminación…” (Ley 348, 2013)

Por lo tanto podemos asegurar que la violencia es cualquier accionar que vulnere los derechos
humanos universales de algún individuo, y estas hacen mayor presencia en situaciones en las que
existe un símbolo de poder.

Siempre se la recuerda a la “educación tradicional” como un espacio y momento donde los


estudiantes llegaban a tener mejor noción y conocimiento sobre actividades curriculares y obtención
de valores humanos, lo cual está en completa duda y no se podría asegurar. La escuela “Tradicional” o
de antaño como quiera decirse estaba plagada de muchos actos de violencia que se creyeron en ese
momento algo normal y aceptable.

Debido a ese pasado muchas de esas prácticas se volvieron una tradición la cual muchos continúan
poniendo en práctica y es que, fácilmente se la asocia como disciplina. En su texto Disciplina, Saber y
existencia, Ospina (2004) nos sugiere esta concepción de disciplina:

… La noción de disciplina se asocia, por lo general, con obediencia a una autoridad y a un


estilo de vida que se caracteriza por imponer privaciones, restricciones y limitaciones
individuales, en beneficio de una institución, una idea o un programa. Así es común oír hablar
de disciplina militar, disciplina monástica o disciplina partidista, para mostrar la pertenencia a
una institución (militar, religiosa o civil) a la cual se le debe la mayor obediencia, hasta el
extremo de que sus integrantes renuncian a la iniciativa y a la libertad individual para
someterse a las reglas y designios de la institución. (p. 2)

Como apreciamos en el texto anterior la disciplina se relaciona con una figura de poder lo que en
contextos educativos (que es lo que nos interesa), se ve manifestada por distintos individuos.
Ejemplificando podemos nombrar a las autoridades de las unidades educativas (Directores, plantel
docente y administrativo). Se puede creer que dentro de la disciplina debe estar implícita actitudes de
violencia. (Gritos, agresiones verbales, muestras de desprecio, entre otras), todo debido a la idea de
que se está “Formando al Estudiante”. Haciendo hincapié en esta última idea, después de haber leído
los aportes de los autores Michel Foucault y Pierre Bourdieu, se resaltan otras características de la
educación, en cuanto a evidencias de poder, violencia, violencia simbólica y la concepción popular y
errada de la disciplina.

Foucault habla de cómo fábricas, escuelas, hospitales, prisiones, tienen por función ligar a los
individuos a un aparato de corrección y normalización. Y a la vez menciona que con ello se puede dar
lo contrario. En las unidades educativas, se ha mantenido por siglos esa estructura jerárquica y sobre
todo menospreciante que tiende a insinuar y generar violencia. Muy semejante a la de una prisión,
desde el uniforme escolar hasta la constante vigilancia con el símbolo del poder. Todo ello muestra
que se prepara a los estudiantes para un futuro similar donde en otros lugares siempre estarán por
debajo de otras autoridades que a su vez con su poder generaran violencia (oficinas, servicio militar,
fábricas) un circulo de interminable obediencia y disciplina.

Para comenzar a hablar del poder simbólico más adecuadamente es necesario saber Bourdieu (2000)
afirma. “El poder simbólico es, en efecto, ese poder invisible que no puede ejercerse sino con la
complicidad de los que no quieren saber que lo sufren o que lo ejercen” (p. 88). Ya habiendo
mencionado que la violencia en el pensamiento de muchos es algo común, incluso aceptado (todo
por formar una sociedad “eficiente”), Bourdieu nos reafirma este entendido; muchos no aceptamos
que hemos sido sometidos a este campo social y a sus normas; no aceptamos que la forma de educar
y formar basada en el temor a la reprimenda o castigo (que es mero conductismo) esta errada y no es
una buena opción. Nos hemos convertido en cómplices de ese sistema por temor al mismo sistema y
temor a cambiar algo que aparentemente da buenos resultados.

Nuestra realidad educativa estuvo y está colmada de violencia simbólica, muchos pueden recordar a
antiguos docentes siempre con una regla o un puntero en la mano, instrumento que servía para
atemorizar a sus estudiantes; y actualmente con docentes que pavonean una posición superior y de
regulador de la disciplina, con directores encerrados en oficinas (que muchas veces alejan a esa
autoridad de la realidad de su Unidad Educativa) y que se relacionan al lugar de castigo.

Es necesario resaltar el hecho de que con toda forma de violencia sólo generamos más violencia
misma que se puede encontrar incluso dentro del mismo estamento estudiantil (Estudiantes
compañeros que se agreden de distintas maneras), donde ellos reflejan lo aprendido por sus “figuras
a seguir” que son sus docentes, demostrando que por sus características físicas, de género entre
otras, que ellos interpretan como superiores, creen que son libres de causar daño a estudiantes
diferentes a ellos.

Es un reto y un compromiso arduo para los maestros cambiar esa educación tradicional y encontrar
una alternativa adecuada con la que podamos mejorar las condiciones educativas en amplios niveles,
y se logrará siempre y cuando se desechen ideas arcaicas y erróneas; se de una educación basada en
valores y principios morales; y se logre una participación asertiva de toda la comunidad estudiantil.
Bibliografía.

Ley Nº 548. Ley Del Código Niña, Niño y Adolescente actualizado 2014. Gaceta Oficial del Estado
Plurinacional de Bolivia, 17 de Julio de 2014

Ley Nº 348. Ley Integral Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia. Gaceta Oficial del
Estado Plurinacional de Bolivia, 9 de marzo de 2013.

Bourdieu, P. (2000). Poder, derecho y clases sociales. España. Desclée de Brouwer.

Ospina H, C. (2004). Disciplina, saber y existencia. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez
y Juventud, 2 (2)

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