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VIOLENCIA SEXUAL
A NIÑAS Y NIÑOS EN EL
ECUADOR
OBJETIVOS
DEL MODULO:
Objetivo general:
Generar contenidos que permitan a las y los docentes,
Objetivos específicos:
-Sensibilizar a los y las participantes del curso sobre a la
y adolescentes en el Ecuador
¿Qué ves en la imagen? ¿A quiénes ves? ¿Qué es lo que están haciendo? ¿Qué
emociones percibes que tienen?
Nuestra entrada, a través de la imagen, quiere provocar una reflexión en torno a que
todo lo que acontece con el sujeto y alrededor del mismo, sobre lo que caracteriza o
acentúa su dignidad. Lo digno, como condición de vida, derecho humano y principio
de interacción social, se compone por la capacidad de decisión en un camino propio,
de propia fuente e impronta al que se le conoce como proyecto de vida. La materiali-
zación del proyecto de vida es la concreción de la dignidad de cada sujeto y, en con-
trapartida, las dignidades son recíprocas o no las son. No pueden existir decisiones y
acciones que consigan logros individuales que no contengan su contrapeso colectivo.
Por ello, el discurso y la praxis de la dignidad es la antítesis al sistema de dominación.
La violencia sexual, esa execrable manifestación hegemónica de poder, es la antípoda
de la dignidad humana porque constriñe varias dimensiones del ser (bio-fisio-psi-
co-social); aún más, si es cometida por personas que se supone se encuentran en las
inmediaciones del sistema de cuidado.
Los espacios y procesos educativos, también son espacios de disputa de esa dignidad,
son, con todas sus pedagogías, didácticas, tecnologías y metodologías, un frente de
construcción de condiciones adecuadas de superación de inequidades y desigualda-
des sociales y económicas, para alcanzar plena protección y adecuado cuidado a los
sujetos de derechos.
Desde el año 2014 hasta julio de 2019 en el sistema del Registro interno de los casos
de violencia sexual detectados o cometidos en el Sistema Educativo Nacional [REDE-
VI] constan 8.706 denuncias de violencia sexual detectadas en el sistema educativo,
de las cuales en 5.515 casos el /la agresor/a s encuentra dentro del sistema educativo
y en 3.191 casos fuera de este (Consejo Nacional para la Igualdad Intergeneracional,
2017).
En segundo lugar, el esencialismo (Duarte, 2012) coloca el tiempo de los niños y niñas
conjugados en futuro porque la retahíla de que son el futuro de la patria los despojan
de presente. Por lo que a la violencia sexual se la comprende por una generadora de
consecuencias posteriores, en un tiempo lejano al presente hasta que la persona haya
alcanzado las características universales del ser humano, es decir, hasta que deje de
ser niño y se convierta en adulto. Aquí opera un dispositivo opresor evidente, la pos-
tergación de la satisfacción de necesidades de niños y niñas víctimas de violencia y
la consecuente negación de que la violación pudiera haber generado consecuencias
inmediatas sobre las cuales hay que operar en el presente. Asimismo, cuando el acto
de violencia sexual es denunciado, por lo general, quien es el violentador es un sujeto
que cuenta con esas características universales y que esencialmente es dueño de las
decisiones del presente, lo que consecuentemente plantea un conflicto con un sujeto
validado y ciudadano completo.
En tercer lugar, la estigmatización (Duarte, 2012) de la infancia, produce un halito de
incertidumbre en la posibilidad de que exista violencia sexual en contra de niños y
niñas. Como la denuncia muy difícilmente es inmediata, la existencia de la violencia
no es una verdad dada porque se cuestiona la veracidad del hecho inclusive, porque
el niño es ingenuo o porque es inocente o porque no puede discernir la realidad de su
entorno.
Varios son los elementos a ser analizados entorno a la violencia sexual de niños y ni-
ñas, no obstante, se va aclarando la combinación de varios preceptos androcéntricos
y adultocéntricos que suponen el desconocimiento de ser sujeto de derechos por la
cosificación de sus significados internalizados (OEI-ECUADOR, 2020).