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Conócete a ti mismo
El paso básico que deberás llevar a cabo en primer lugar al proponerte mejorar las relaciones
interpersonales que mantienes en el trabajo, debe ser comenzar a conocerte a ti mismo antes de
analizar tus relaciones con los demás.
Las relaciones que estableces con quienes te rodean dependen en gran medida de cómo eres tú,
por lo que para detectar tus puntos fuertes y tus carencias a la hora de relacionarte, debes
comenzar por observarte a ti mismo.
Este proceso puede llevarte más tiempo del que esperas, es normal tener que realizar varias veces
el ejercicio de auto-observación hasta llegar a distinguir cuáles son las conductas que más repites
o más habituales en tus relaciones con otros.
De esta manera, una vez seas consciente de los contextos o factores de la situación en los que te
encuentras mejor o peor, serás capaz de identificarlos ágilmente y reconducirlos hacia un buen
fin.
2. Comunicación efectiva
La comunicación es uno de los procesos básicos de las personas, principal en la vida social. Para
lograr una comunicación efectiva, debes tener en cuenta cuáles son las barreras y dificultades,
con el fin de identificarlas cuando surjan en tu comunicación con otros y evitarlas, o al menos
minimizarlas.
En las empresas, organizaciones, o cualquier otro trabajo en equipo que suponga una relación
interpersonal laboral, la comunicación es lo que hace posible el trabajo conjunto. Es fundamental
que los miembros de una organización se comuniquen entre sí de manera eficaz, ya que de ellos
dependen los resultados positivos de la misma.
A medida que la comunicación entre ellos fluya sin dificultad y con el menor número de barreras
posibles, mejores decisiones conjuntas tomaréis y vuestro trabajo será de mayor calidad, factores
que se harán tangibles en el aumento del éxito de la organización.
– La comunicación ha de ser bilateral: tiene que fluir en dos direcciones. Si en lugar de ello,
fluyera en una sola dirección, no estaríamos hablando de comunicación, sino de
simplemente transmitir información.
– Debe llevar implícita una implicación personal: esto significa que se debe evitar la
comunicación que supone neutralidad para las partes implicadas. Si no se está implicado en la
comunicación, es menos probable que se obtengan frutos positivos de la misma.
– Escucha las ideas que se transmiten, no sólo los datos objetivos: en ocasiones, la fuente de
ideas por la que se está estableciendo la comunicación es más importante que los datos en sí.
3. Escucha activa
Junto con la comunicación, la escucha también es un factor fundamental para mantener relaciones
interpersonales. La escucha activa, es una herramienta de escucha que ayuda a que la
comunicación entre personas sea más productiva.
Este tipo de escucha implica hacer ver a la persona que está comunicando un mensaje, que tú,
como oyente, estás escuchando, entendiendo, e interpretando correctamente lo que te está
tratando de trasmitir. De esta manera, ambos sabréis que la comunicación está siendo correcta y
que la información se está transfiriendo sin errores ni malinterpretaciones.
Acciones que debes poner en práctica para realizar una escucha activa:
– Ampliar la información con preguntas: ayuda a la persona que te está exponiendo sus ideas
a mostrarlas con la mayor cantidad de detalles posible. Le apoyarás en su discurso y además
captarás mejor el mensaje y los elementos importantes del mismo.
– Juzgar: Emitir juicios mientras otra persona está exponiendo sus ideas, planes o propósitos,
interrumpe la comunicación y crea dudas e inseguridades en quien está
emitiendo el mensaje, haciendo que probablemente deje de exponerlo.
– Interrumpir: al interrumpir un discurso antes de su fin, se rompe el hilo conductor del mismo,
provocando errores u omisiones de información que podría haber resultado
relevante.
Escuchar al otro es tan importante como comunicarte, y, en ocasiones, ésta supone una actividad
incluso más complicada de llevar a cabo correctamente que la anterior. Mediante la práctica
habitual de la misma verás incrementada tu habilidad para la escucha activa.
– En positivo y poco evaluativo: no es lo mismo decir: “no lo estamos haciendo bien” que
“podemos mejorarlo”. El feedback debe trasmitirse en positivo, utilizando la segunda opción y
nunca evaluando subjetivamente, sino calificando objetivamente.
– Sobre algo modificable: centra tu feedback en cuestiones en las que se pueda utilizar para la
mejora de algo en concreto. Sacar a relucir una conclusión en la que no se puede
trabajar para cambiarla o mejorarla, creará frustración, entorpeciendo las correctas relaciones
interpersonales.
Para la correcta gestión de un conflicto hay que evitar y no fomentar acciones como:
Además de con tus compañeros más cercanos o tu equipo de trabajo, debes mostrar esta actitud
con otros miembros de la compañía con los que también te relaciones, aunque sea menos a
menudo. Cuanto más amplíes el círculo, mayores posibilidades tendrás de encontrar más
relaciones interpersonales de las que disfrutar.
–Saluda amablemente: el simple hecho de saludar a tus compañeros, en lugar de acudir directo
a tu puesto de trabajo, es un empuje de energía positiva para todos.
– Sonríe: mostrar una sonrisa por el pasillo, en un descanso, o en la sala del café, es una forma
de fomentar el buen humor entre tus compañeros y alejar los malos humos.
– Celebra los logros propios y ajenos: busca motivos de celebración. En el ambiente laboral,
como en cualquier otro, es positivo destacar las cosas buenas y alegres y dignas de celebración.
Un ascenso, una maternidad o paternidad, un cumpleaños o un logro de objetivos, son buenos
motivos para desconectar durante un momento del trabajo pendiente y disfrutar de las cosas
positivas.
Además, mostrar tu buen humor es algo contagioso; y, si lo practicas, lo más probable es que te
lo devuelvan. Cuando te encuentres a falta de energía positiva, tu trabajo se verá recompensado
al darte cuenta de que tus compañeros te devuelven esa actitud positiva que tú mismo les habías
transmitido y contagiado.