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1.

Conócete a ti mismo

El paso básico que deberás llevar a cabo en primer lugar al proponerte mejorar las relaciones
interpersonales que mantienes en el trabajo, debe ser comenzar a conocerte a ti mismo antes de
analizar tus relaciones con los demás.

Las relaciones que estableces con quienes te rodean dependen en gran medida de cómo eres tú,
por lo que para detectar tus puntos fuertes y tus carencias a la hora de relacionarte, debes
comenzar por observarte a ti mismo.

Este autoconocimiento a través de la auto-observación lo puedes llevar a cabo analizando tu


relación con tus compañeros de trabajo; pero seguramente encuentres pautas muy similares en
tus relaciones con familiares, amigos o pareja. Obsérvate en cada una de tus intervenciones con
otra persona, como si te estuvieras viendo a ti mismo desde fuera.

Este proceso puede llevarte más tiempo del que esperas, es normal tener que realizar varias veces
el ejercicio de auto-observación hasta llegar a distinguir cuáles son las conductas que más repites
o más habituales en tus relaciones con otros.

Para conocerte, es importante que prestes atención a:

– Factores que hacen que te encuentres bien.


– Momentos que te enfadan.
– Situaciones que despiertan tu motivación.
– Escenarios que te bloquean.
– Contextos en los que te apetece colaborar.

Además de la observación, es muy importante que te tomes un tiempo de reflexión posterior


sobre lo examinado en cada una de tus intervenciones. Puedes anotar en un cuaderno tus
conclusiones, te ayudará a interiorizarlo mejor.

De esta manera, una vez seas consciente de los contextos o factores de la situación en los que te
encuentras mejor o peor, serás capaz de identificarlos ágilmente y reconducirlos hacia un buen
fin.

2. Comunicación efectiva
La comunicación es uno de los procesos básicos de las personas, principal en la vida social. Para
lograr una comunicación efectiva, debes tener en cuenta cuáles son las barreras y dificultades,
con el fin de identificarlas cuando surjan en tu comunicación con otros y evitarlas, o al menos
minimizarlas.
En las empresas, organizaciones, o cualquier otro trabajo en equipo que suponga una relación
interpersonal laboral, la comunicación es lo que hace posible el trabajo conjunto. Es fundamental
que los miembros de una organización se comuniquen entre sí de manera eficaz, ya que de ellos
dependen los resultados positivos de la misma.

A medida que la comunicación entre ellos fluya sin dificultad y con el menor número de barreras
posibles, mejores decisiones conjuntas tomaréis y vuestro trabajo será de mayor calidad, factores
que se harán tangibles en el aumento del éxito de la organización.

Elementos positivos para una comunicación efectiva:

– La comunicación ha de ser bilateral: tiene que fluir en dos direcciones. Si en lugar de ello,
fluyera en una sola dirección, no estaríamos hablando de comunicación, sino de
simplemente transmitir información.

– Debe llevar implícita una implicación personal: esto significa que se debe evitar la
comunicación que supone neutralidad para las partes implicadas. Si no se está implicado en la
comunicación, es menos probable que se obtengan frutos positivos de la misma.

– Escucha las ideas que se transmiten, no sólo los datos objetivos: en ocasiones, la fuente de
ideas por la que se está estableciendo la comunicación es más importante que los datos en sí.

Fomentando estos elementos y actitudes positivas de la comunicación en las conversaciones que


mantengas en el trabajo, tanto para ti como para la persona o personas con las que estás
interactuando, evitarás malentendidos, obtendrás mayores beneficios de cada interacción y, por
consiguiente, mejorarás tus relaciones interpersonales en el ámbito laboral.

3. Escucha activa
Junto con la comunicación, la escucha también es un factor fundamental para mantener relaciones
interpersonales. La escucha activa, es una herramienta de escucha que ayuda a que la
comunicación entre personas sea más productiva.

Este tipo de escucha implica hacer ver a la persona que está comunicando un mensaje, que tú,
como oyente, estás escuchando, entendiendo, e interpretando correctamente lo que te está
tratando de trasmitir. De esta manera, ambos sabréis que la comunicación está siendo correcta y
que la información se está transfiriendo sin errores ni malinterpretaciones.

Acciones que debes poner en práctica para realizar una escucha activa:

– Parafrasear y reformular: refuerza el mensaje que se te está transmitiendo y, además,


demuestra que estás entendiéndolo. En caso de que no lo estés comprendiendo de la
forma adecuada, será de utilidad para que te lo expliquen de nuevo o para que las ideas te sean
expuestas de otra forma, reconduciéndote hacia el buen entendimiento.

– Asentir: demostrará tu atención ante la conversación y la información que estás recibiendo.

– Ampliar la información con preguntas: ayuda a la persona que te está exponiendo sus ideas
a mostrarlas con la mayor cantidad de detalles posible. Le apoyarás en su discurso y además
captarás mejor el mensaje y los elementos importantes del mismo.

– Resumir las ideas principales: al finalizar la exposición completa, o un apartado relevante de


la misma, es positivo que hagas el esfuerzo de resumir y exponer ante la otra persona las ideas
principales que has obtenido de su discurso. De esta forma ambos obtendréis las conclusiones
fundamentales del mensaje y sabréis que, además, se ha trasmitido correctamente y al completo.

Acciones que interrumpen la escucha activa:

– Juzgar: Emitir juicios mientras otra persona está exponiendo sus ideas, planes o propósitos,
interrumpe la comunicación y crea dudas e inseguridades en quien está
emitiendo el mensaje, haciendo que probablemente deje de exponerlo.

– Interrumpir: al interrumpir un discurso antes de su fin, se rompe el hilo conductor del mismo,
provocando errores u omisiones de información que podría haber resultado
relevante.

– Aconsejar cuando no es oportuno o bajo tu propia opinión: si la persona a quien estás


escuchando no te ha pedido consejo u opinión, probablemente no sea el momento de darla.
Podrías causar un choque de opiniones e interrumpir la comunicación.

Escuchar al otro es tan importante como comunicarte, y, en ocasiones, ésta supone una actividad
incluso más complicada de llevar a cabo correctamente que la anterior. Mediante la práctica
habitual de la misma verás incrementada tu habilidad para la escucha activa.

4. Utiliza el feedback de forma adecuada


El feedback es un elemento muy relacionado con la escucha activa y tiene mucho que ver en ella.
No obstante, se le ha dedicado este apartado de forma independiente por la relevancia que
adquiere, por sí solo, a la hora de mantener relaciones interpersonales positivas.

El feedback ocurre cuando le devuelves al otro o al grupo tu experiencia, entendimiento o


conclusiones tras la comunicación que haya tenido lugar.

Existen una serie de reglas para utilizar esta herramienta:


– Específico: tras una conversación u otra situación que haya supuesto interrelación con otra
persona, el feedback ha de ser específico de esa situación. Las relaciones interpersonales se verán
reforzadas mediando el uso del feedback en cada una de las interacciones que se tengan
específicamente, no tiene la misma efectividad si se usa generalizando.

– En positivo y poco evaluativo: no es lo mismo decir: “no lo estamos haciendo bien” que
“podemos mejorarlo”. El feedback debe trasmitirse en positivo, utilizando la segunda opción y
nunca evaluando subjetivamente, sino calificando objetivamente.

– Sobre algo modificable: centra tu feedback en cuestiones en las que se pueda utilizar para la
mejora de algo en concreto. Sacar a relucir una conclusión en la que no se puede
trabajar para cambiarla o mejorarla, creará frustración, entorpeciendo las correctas relaciones
interpersonales.

– Inmediato en el tiempo: debes utilizar el feedback en el momento seguido a la situación sobre


la que quieres darlo. Siempre tiene que ir unido a su causa. Acciones como convocar reuniones
futuras, o apuntarlo para un momento posterior, son negativas. Es probable que sea mejor no dar
un feedback de forma tan aplazada.

5. Gestiona correctamente los conflictos


No resolver un conflicto latente o no tomar una decisión sobre el mismo en una empresa supone
llevar a cabo una gestión incorrecta de los conflictos. Un conflicto mal gestionado crea mal clima
(hostilidad y resentimientos), pérdida de autoestima, pérdida de cohesión grupal y disminución
de la eficacia y eficiencia de la organización o el grupo.

Para la correcta gestión de un conflicto hay que evitar y no fomentar acciones como:

– Mantener una postura defensiva.


– Buscar al culpable o a los culpables de la situación.
– Segmentar al grupo en partes contrarias.
– Creer que tu opinión es la única valorable y una solución positiva para todos.
– Por el contrario, hay que aprender a tratar los conflictos como una oportunidad de mejora
y de cambio positivo, fomentando actitudes como:
– La participación de todos los miembros del grupo.
– Trabajo en equipo.
– Aunar metas y objetivos laborales.
– Dedicar un tiempo a la reflexión y toma de decisiones conjunta.

6. Actúa con respeto y educación


Algo que tienen en común todas las relaciones interpersonales positivas es que están basadas en
el respeto mutuo y la confianza. Para mantener relaciones de este tipo, debes mostrar una actitud
que demuestre a los que te rodean que pueden confiar en ti y que las respetas como personas,
tanto con tus actos como con tus palabras.

Además de con tus compañeros más cercanos o tu equipo de trabajo, debes mostrar esta actitud
con otros miembros de la compañía con los que también te relaciones, aunque sea menos a
menudo. Cuanto más amplíes el círculo, mayores posibilidades tendrás de encontrar más
relaciones interpersonales de las que disfrutar.

7. Mantén un estado de buen humor


Por último, el buen humor es un factor clave para mantener relaciones interpersonales positivas,
por lo que debes recordar mantenerlo a lo largo de tu jornada laboral y trasmitirlo a las personas
que te rodeen.

–Saluda amablemente: el simple hecho de saludar a tus compañeros, en lugar de acudir directo
a tu puesto de trabajo, es un empuje de energía positiva para todos.

– Sonríe: mostrar una sonrisa por el pasillo, en un descanso, o en la sala del café, es una forma
de fomentar el buen humor entre tus compañeros y alejar los malos humos.

– Celebra los logros propios y ajenos: busca motivos de celebración. En el ambiente laboral,
como en cualquier otro, es positivo destacar las cosas buenas y alegres y dignas de celebración.
Un ascenso, una maternidad o paternidad, un cumpleaños o un logro de objetivos, son buenos
motivos para desconectar durante un momento del trabajo pendiente y disfrutar de las cosas
positivas.

Además, mostrar tu buen humor es algo contagioso; y, si lo practicas, lo más probable es que te
lo devuelvan. Cuando te encuentres a falta de energía positiva, tu trabajo se verá recompensado
al darte cuenta de que tus compañeros te devuelven esa actitud positiva que tú mismo les habías
transmitido y contagiado.

¿Y tú qué haces para tener buenas relaciones interpersonales en tu trabajo?

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