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Reflexiones
I. Introducción
Vivimos ya en un mundo con más preguntas que respuestas. Más que enseñar la
respuesta correcta, hay que enseñar a preguntar las cuestiones adecuadas para entender
y conformar el mundo contemporáneo.
Hoy día las nuevas tecnologías pueden remplazar ya las actividades y funciones
mecánicas que hacía normalmente nuestro cerebro izquierdo. Cualquier trabajo, o la
mayoría de ellos, que se fundamente en rutinas, que se pueda expresar en un conjunto
de reglas que se repiten con pocas variaciones y que se pueda descomponer en etapas o
pasos, está en riesgo de desaparecer para el ser humano y pasar a situarse en el territorio
de las computadoras.
En este sentido, Wendy Pillars (2011), Juyi Willis (2006) y David Sousa (2010)
coinciden en considerar que la calidad de las actividades que componen nuestras
experiencias personales en general y escolares en particular conforma el tipo de
circuitos que sustentan la calidad de las representaciones y recursos prácticos de
cada individuo (Davidson, 2011).
Parece, por tanto, evidente que la era digital requiere una “nueva
ilustración” para la escuela que suponga la superación del viejo, restrictivo y dualista
pensamiento cartesiano, y desarrollar una nueva pedagogía que tome en
consideración tanto las aportaciones de la neurociencia como de las teorías actuales
del aprendizaje. Los recursos de comprensión y actuación (conocimientos,
habilidades, actitudes, emociones y valores) se integran en sistemas que se
denominan cualidades, capacidades o competencias humanas. El desarrollo de estas
competencias o cualidades humanas debe constituir las finalidades prioritarias de la
escuela.
El presente artículo tiene como intención examinar las evidencias científicas que
han ido apareciendo durante los últimos años acerca del ABP, para ver en qué consiste,
cuáles son los roles del profesor y del alumno, qué beneficios tiene su aplicación y qué
dificultades nos podemos encontrar.
¿Qué es el ABP?
¿Qué no es el ABP?
El ABP no son aquellos proyectos en los que los estudiantes aprenden cosas que
no están en el currículo (proyectos de enriquecimiento), independientemente de lo
atractivos o motivadores que resulten para los alumnos. Según Thomas (2000), los
proyectos deben ser el centro del currículo, no algo periférico. Según este autor, el ABP
es el método a través del cual los alumnos pueden aprender los contenidos de una
manera diferente a la instrucción tradicional. En relación a esto, Larmer y Ross (2009)
aclaran que un proyecto no es el “postre” sino “el plato principal”. No se trata de
Para conseguir sacar el máximo partido al ABP, los docentes necesitan crear un
ambiente de aprendizaje modificando los espacios, dando acceso a la información,
modelando y guiando el proceso. Además entre las acciones que deben realizar los
profesores se encuentran: animar a utilizar procesos metacognitivos, reforzar los
esfuerzos grupales e individuales, diagnosticar problemas, ofrecer soluciones, dar
retroalimentación y evaluar los resultados (Rodríguez-Sandoval, Vargas-Solano, &
Luna-Cortés, 2010).
El ABP no es una metodología para aquellos profesores a los que les gusta ser
siempre el centro de atención. Los docentes deben actuar como orientadores del
aprendizaje y dejar que los estudiantes adquieran autonomía y responsabilidad en su
aprendizaje (Johari & Bradshaw, 2008). El rol del profesor es más mediador o guía, y su
labor se centra en encaminar al estudiante para que encuentre la mejor solución al
problema (Reverte, Gallego, Molina, & Satorre, 2006).
Entre los atributos que Restrepo (2005) establece para un docente que dirige
ABP encontramos que debe ser especialista en el método, manejar bien el grupo,
coordinar la autoevaluación y otros métodos de evaluación significativos. Además debe
motivar, reforzar, facilitar pistas, ser flexible ante el pensamiento crítico de los alumnos,
conocer y manejar el método científico y disponer de tiempo para atender inquietudes y
necesidades de los alumnos.
Si el rol del profesor es importante en algún aspecto, este debe ser garantizar que
el alumno asuma el suyo y adquiera las responsabilidades que se le demandan.
El rol del alumno en el ABP es central. Cuando los alumnos están haciendo una
tarea de laboratorio dirigida por el profesor, no estamos hablando de ABP. Un
proyecto debe incorporar el componente de autonomía del alumnado en las elecciones,
y debe contar con tiempos de trabajo sin supervisión. Según los expertos, los estudiantes
que perciben una mayor autonomía, tienden a tener experiencias más positivas y a
percibir mejor este tipo de estrategias. metodológica (Liu, Wang, Koh, & Ee, 2008).
Además, este tipo de trabajo autónomo, fomenta más la responsabilidad que los
métodos de instrucción tradicionales (Thomas, 2000).
Pero, si los resultados de aprendizaje son tan positivos, ¿por qué el ABP no es
una práctica universalmente extendida? La respuesta es simple, el aprendizaje por
proyectos supone un proceso relativamente complejo que como todas las metodologías
tiene sus dificultades, especialmente al iniciarse en su aplicación.
Se han encontrado dos tipos de dificultades, las que se refieren a los alumnos y
las que se refieren a los profesores.
Por otro lado, en cuanto a las dificultades expresadas por los profesores algunos
de los principales obstáculos encontrados en el ABP son la elevada carga de trabajo y la
dificultad para evaluar y organizar la diversidad de proyectos (Van den Berg,
Mortemans, Spooren, Van Petegem, Gijbels, & Vanthournout, 2006).
Conclusiones
Referencias bibliográficas
Blumenfeld, P.C., Soloway, E., Marx, R. W., Krajcik, J. S., Guzdial, M., & Palincsar, A.
(1991). Motivating project-based learning: Sustaining the doing supporting the learning.
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Gallagher, S. A., Stepien, W. J., & Roshenthal, H. (1992). The effects of problem-based
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Johari, A. & Bradshaw, A. C. (2008). Project-based learning in an intership program: A
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Jones, N. F., Rassmussen, C. M. & Moffitt, M. C. (1997) Real-life problem solving: A
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Krajcik, J. S., Blumendfeld, P. C., Marx, R. W., Bass, K. M., Fredericks, J., & Soloway,
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Larmer, J., Ross, D, & Mergendoller, J. R. (2009) PBL Starter Kit. California: Buck
Institute for Education. AMAZON
¿En qué consiste trabajar por proyectos? ¿Qué tiene que hacer un profesor para
diseñar un recurso educativo o una secuencia didáctica basada en la metodología PBL?
¿Cómo pueden mejorarse los proyectos de aula ya planteados?
• Que los alumnos estén convencidos de que es algo que quieren o les interesa
hacer.
• Que tenga un objetivo formativo / educativo.
Una vez planteada la situación, es necesario crear una pregunta hacia cuya
respuesta se dirija el trabajo. Debe ser clara, tener una respuesta abierta y conectar con
las competencias y conocimientos que los alumnos deben trabajar y adquirir. Este
elemento es básico y debe estar presente siempre. Un ejemplo. Si estamos trabajando un
tema de literatura contemporánea: ¿Cómo podríamos compartir con nuestros abuelos lo
que hemos aprendido sobre un libro?
Durante el trabajo, los alumnos tienen que ser los protagonistas: opinar, elegir y
tomar las decisiones. No obstante, es necesario adaptar este planteamiento general a la
realidad del aula. Así que pueden establecerse diferentes niveles de "autonomía":
• Nivel más bajo. Puede decirse a los alumnos qué tema tienen que estudiar e
incluso como diseñar, crear y presentar los productos finales.
• Nivel intermedio. Dar una serie de opciones (limitadas) para evitar que los
alumnos se vean desbordados por las posibilidades.
• Nivel alto: Todas las decisiones corresponden a los alumnos, por ejemplo qué
producto hacer, qué proceso seguir. Incluso pueden elegir el tema y la pregunta
inicial.
Investigación e innovación
La investigación real tiene lugar cuando los alumnos siguen un proceso como
este: plantean sus propias preguntas, buscan recursos y responden a esas preguntas,
generan dudas y cuestionan, revisan y establecen conclusiones. Esta investigación trae
consigo la innovación real: surgen nuevas preguntas, nuevos productos y nuevas
soluciones.
Revisión y retroalimentación
Mientras trabajan, revisan unos a otros sus trabajos tomando como referencia las
rúbricas y los ejemplos.
De aquí pueden derivar diferentes formatos y recursos para poner los productos
generados a disposición de todos. Todo dependerá de las características de los grupos
clase con los que trabajemos. Puede hacerse a una exposición (con la ayuda de una
presentación, un vídeo) en el aula pero también crear una página web o hacer una
exposición de trabajos a la que estén invitados padres, alumnos de otros centros...
Los proyectos en su duración: pueden estar solo para unos días o durar varias
semanas.
Más que dejarlos apartados a un lado, se trata de utilizar los libros como
referencia, no como marco limitante del conocimiento. Según el método por proyectos,
no se sigue un determinado programa previamente creado, sino que la materia se va
decidiendo con los alumnos, siempre teniendo al docente como guía y dinamizador.
Este método pedagógico tiene como finalidad ofrecer a los docentes una forma
más efectiva para enseñar a los alumnos. Para ello, diferencia las cuatro etapas del
aprendizaje que deben tener lugar:
Entre el catálogo de razones que los compañeros y compañeras han expuesto para usar
el ABP están:
Problemas y dificultades
Hay etapas y materias que ven el ABP como parte de su propia tradición y más cercano a sus dinámicas
“naturales”.
Por nuestra parte, la experiencia de La Semana de los Proyectos nos sirvió, por
la diversidad de centros, docentes, estudiantes y materias con las que trabajamos, para
tener la certeza de que el ABP se puede implementar en cualquier contexto y situación
siempre que el profesorado supere el momento crítico de optar por las metodologías
activas para su enseñanza.
El centro puede ser un factor motivador o desmotivador para el uso del ABP.
Hay compañeras que relatan con pesar que en su centro o en su ciclo se usa un
“método” o un “libro de texto” y que no pueden usar ABP; otras compañeras, por el
contrario, trabajan en centros donde el ABP es el estilo de trabajo que promueve el
proyecto educativo de centro y, por tanto, encuentran fácil institucionalmente ponerlo
en funcionamiento.
20 El Aprendizaje Basado en proyectos; reflexiones
En todo caso, estas decisiones (método sí o no, ABP sí o no) deberían estar
guiadas por evidencias: qué tipo de alumnado estamos preparando y qué resultados
obtenemos a corto, medio y largo plazo son las cuestiones fundamentales para
determinar cuál debe ser la estrategia metodológica en nuestra aula y nuestro centro.
Puede que precisamente porque no tomamos estas decisiones teniendo en consideración
estas preguntas sino otras cuestiones sigamos prefiriendo los “métodos” a las
metodologías activas.
Algunos temores respecto al ABP son realmente temores respecto al aprendizaje en grupos.
Para estar convencidos de la validez del ABP en nuestro contexto particular, necesitamos datos y reflexión.
Hay múltiples factores que considerar al diseñar una experiencia de ABP: el tiempo, los materiales, la
relación con otros compañeros, etc.
Nadie dijo que el ABP fuera sencillo ni que el ABP fuera simplemente sustituir el
libro de texto por fichas. Implica una revisión en profundidad del rol del docente, de lo
que esperamos de los estudiantes, de los materiales (“materia prima fresca”, como diría
mi amigo Daniel Sánchez), de las relaciones del profesorado dentro del ciclo o del
departamento, etc. En este sentido, el ABP no es simplemente un estilo de enseñanza
sino la puerta de entrada a una cultura educativa diferente.
Es importante valorar la reacción de las familias y, en la medida de lo posible, garantizar que ésta es
positiva.