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Las evidencias son las producciones y/o actuaciones de los estudiantes mediante las cuales se
puede interpretar e identificar lo que han aprendido en relación a los propósitos de aprendizaje
establecidos (MINEDU, 2019. pág. 15). Por lo tanto, constituyen un elemento fundamental en la
evaluación formativa.
La recolección de evidencia es muy importante porque nos permite identificar cómo están
aprendiendo los niños y en dónde se encuentran en relación al propósito de aprendizaje. En ese
sentido, debemos plantearla en nuestra planificación una vez determinadas las competencias
que se desarrollarán y, para ello, tomamos como referencia los estándares o desempeños de la
competencia.
Podemos preguntarnos: ¿Qué me da cuenta del nivel de logro de la competencia del niño? ¿A
través de qué acción o producto podré evidenciarlo?
Una vez determinadas las evidencias de aprendizaje, la docente selecciona los instrumentos
para el recojo de las mismas.
Las evidencias recogidas intencionalmente son analizadas y valoradas para determinar el avance
del niño en relación al aprendizaje esperado, así como utilizadas por el docente para ayudar a
los niños a establecer qué pasos debe seguir para lograr el aprendizaje y, de esta manera, seguir
aprendiendo. Asimismo, el uso de la evidencia permite al docente ajustar la enseñanza
(reajustar sus estrategias o plantear nuevas), en función de las necesidades de aprendizaje
identificadas. De esta manera, las evidencias permiten al docente tomar medidas pertinentes y
proporcionar permanentemente información que
retroalimente el proceso de aprendizaje de cada niño.
Referencias Bibliográficas
MINEDU, (2019). Norma técnica que orienta el proceso de evaluación de los Aprendizajes de los
estudiantes de las instituciones y programas educativos de la Educación Básica, 2019.