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Oviedo, A. - CulturaColonialidadDescolonización PDF
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Alexis Oviedo
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
Abstract: The current conception of culture, and the relationship the individual
must have with it, has been shaped according to the development of the
capitalist system and from a hegemonic worldview that emerged with
modernity. The conquest of America, inaugurated coloniality as a system of
domination. Coloniality and modernity, the two sides of the same coin, set a
Eurocentric approach to culture, where culture is opposed to nature. The
"other", the not European, is seen as the "exotic", his/her knowledge is
superstition and her/his art perceived is folklore. However, emerging concepts
such as decolonization, interculturality and plurinationality face these
conceptions and open space to new perspectives of culture understanding.
Resumen:
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Cultura, colonialismo and colonialidad
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impone entonces una cosmovisión dominante y hegemónica del mundo moderno,
denominada por algunos pensadores como colonialidad del saber, por la cual el
pensamiento eurocéntrico se erige como paradigma único de conocimiento que
descarta otras realidades epistémicas (Walsh, 2008b). Este conocimiento se funda
en una herencia cartesiana que establece dicotomías y segmentaciones:
mente/cuerpo, ciencias naturales/ciencias sociales (Castro-Gómez, Grosfoguel,
2005), donde el conocimiento es producto de una relación sujeto/objeto, en el
cual, el primero es un “individuo aislado” que, a partir del cartesiano “pienso
luego existo cartesiano”, se constituye en sí y ante sí mismo como una entidad
diferente del sujeto y externa a él. Esta dicotomía niega la intersubjetividad y la
totalidad social (Quijano, 1992) y se contrapone con la visión de la casi totalidad de
culturas no occidentales, cuya cosmovisión tienen perspectivas holísticas en las
que todo se relaciona con todo, contrapuesta a la visión segmentada y dual del
occidente cartesiano.
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repetición servil del modelo europeo, que fuera del contexto y la experiencia
sociocultural europea resultó en propuestas mediocres, como por ejemplo las
manifestaciones de arte visual y plástica que replican la propuesta europea
evitando el sincretismo cultural. La otra vía vino por la imitación e identificación
del trabajo de los dominados como matriz propia para generar algo original
contrapuesto a lo eurocéntrico. Este camino fue desarrollado por las capas medias,
al calor de las luchas contra la colonialidad del poder (Quijano, 1999) y se recreó
en diversas propuestas culturales, que tenían como matriz la cultura indígena y
vinculaban aportes de sus similares negra y blanca (Oviedo, 2004).
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pesar de comprender la importancia del lenguaje y de los discursos, no saben qué
hacer con ellos (Castro- Gómez y Grosfoguel, 2005).
Por otra parte, las escuelas postmodernas y los denominados estudios culturales
(cultural studies), son quienes han considerado la influencia cultural como
determinante en la configuración social, pero desde una u otra perspectiva
reproducen la dicotomización cartesiana en sus diversas vertientes. Así, la
argumentación posmoderna se basa en la crítica a “los sujetos, las identidades, lo
individual y la vida en común, entre lo público y lo privado, el sentido de la
política y la acción colectiva” (Lander, 2000: 93), como nodos de la crisis de la
modernidad. Al no particularizar en qué medida estos parámetros culturales han
estado históricamente subordinados bajo la articulación jerárquica del orden
moderno/colonial, ni de qué manera se manifiestan en la colonialidad, ponen de
manifiesto sus límites para el análisis de la realidad en las ex colonias.
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En esos días del “fin de la historia”, en que incluso se concebía al neoliberalismo
como el único sistema al cual estaba condenado la humanidad, las gestas de
justicia social se percibían como lejanas e irrepetibles. Intempestivamente las
teorías críticas dejaron de posicionar su cuestionamiento al sistema imperante y
era difícil el reposicionamiento de alternativas teóricas a la teoría neoliberal
(Quijano, 2002). En los albores del neoliberalismo como un discurso hegemónico
de un modelo civilizatorio, este era visto no solo como una opción deseable sino
como el único posible, haciendo que la política se vea innecesaria, al carecerse de
alternativas (Lander, 2000b), ya que desde su posición de poder, el neoliberalismo
vació al discurso político de toda la posibilidad de transformar la realidad y la
sociedad (Dávalos 2013)
Es solamente desde fines de la década de los noventa que se posiciona una crítica
sostenida al neoliberalismo; entendida como un “cuestionamiento de las
pretensiones de objetividad y neutralidad de los principales instrumentos de
naturalización y legitimación de ese orden social” (Lander, 2000b, p. 12); de donde
destacan principalmente las diversas posiciones del feminismo y el
cuestionamiento del Estado-nación del EZLN, el resurgimiento de la teoría crítica,
entre otras.
Por otra parte, la crítica proviene también del sur, tanto en el desentrañamiento
de la naturaleza del orientalismo, desarrollado por Edward Said, desde los estudios
poscoloniales de la India y del Africa Subsahariana, así como del rescate y
enriquecimiento a los valiosos aportes del conocer no eurocéntrico
latinomericano, en especial en el pensamiento desarrollado por Martí y
Mariátegui (Lander, 2000b).
6 Como explica Catherine Walsh: “Suprimir la ´s´ y nombrar ´decolonial´ no es promover un anglicismo
[…] es marcar una distinción con el significado castellano del ´des´. “No pretendemos desarmar,
deshacer o revertir lo colonial […] (sino) provocar un posicionamiento –una postura y actitud continua-
de trasgredir, intervenir, in-surgir e incidir […] un camino de lucha continuo en el cual podemos
identificar, visibilizar y alentar ´lugares´ de exterioridad y construcciones alternativas” (Walsh, 2009, p.
14).
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otras dualidades de discursos raciales con profundas implicaciones económicas. El
patrón de poder colonial generó los procesos de acumulación capitalista
articulados en jerarquías: razas superiores destinadas a los trabajos mejor
remunerados y razas inferiores a los trabajos coercitivos, desarrollo y
subdesarrollo, bárbaros y civilizados (Castro-Gómez, Grosfoguel, 2005).
7De ahora en adelante haré referencia solo a la decolonialidad por considerarla que engloba procesos
de descolonización y en concordancia con Walsh (2009) trasciende lo crítico de la descolonización y
es más propositivo.
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- Es necesaria la construcción de nuevas formas de conocimiento, donde se
incluyan aquellos no tomados en cuenta por el eurocentrismo desde su
visión de los “especialistas” y que mantiene la perspectiva elitista de
construcción del conocimiento bajo la hegemonía del constructo
hombre/blanco/occidental/heterosexual sobre los no reconocidos como
productores de conocimiento. En ese sentido, la decolonialidad enfatiza el
rescate y la producción del conocimiento “práctico de los trabajadores,
las mujeres, los sujetos racializados coloniales, los gays y los movimientos
antisistémicos.” (Castro-Gómez, Grosfoguel, 2005, p. 21).
Por su parte, Maritza Montero considera que es posible hablar de una forma
particular que tiene América Latina de ver el mundo desde una perspectiva otra 8 y
que se constituye en un episteme. Montero considera a la Teología de la
Liberación, la Filosofía de la Liberación y los trabajos de investigación-acción de
Orlando Fals Borda, la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire y la Crítica a la
Ideología burguesa realizada por Alejandro Moreno, como elementos útiles para la
articulación de un proyecto de cultura y conocimiento otro:
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- La revisión de métodos, los aportes y las transformaciones provocadas por
ellos. (Montero en Lander, 2000b, p. 29)
La cultura y la descolonización
en el contexto intercultural-plurinacional ecuatoriano
9 Mientras Habermas sostiene que el proyecto de la modernidad está inacabado, puesto que una
sociedad moderna, fundada en la razón, no ha cumplido con sus fines; entre estos una racional
solución de conflictos, Dussel considera que siendo la modernidad un proyecto eurocéntrico, es
necesario generar un proyecto propio diferente esde la Filosofía de la Liberación, que incorpore las
visiones del otro, del subalterno, desde un lugar propio frente a la modernidad occidental.
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La interculturalidad y la plurinacionalidad se vienen debatiendo en la región
desde hace más de dos décadas, y sus implicaciones en la organización de la
sociedad ecuatoriana hacen que éstas adquieran cada vez más importancia. De
hecho, la Nueva Constitución Ecuatoriana del 2008, las considera entre los
principios fundamentales del Estado (Asamblea Nacional (AN), 2008, p. 25), pero
ambas tienen distintas interpretaciones y su ejercicio implica posiciones que
afectan o benefician a determinados sectores.
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La interculturalidad se basa en la filosofía del otro y la democracia. La filosofía del
otro considera que no existen jerarquías de superioridad entre culturas; concibe al
“otro”, no como una amenaza, sino más bien como la posibilidad de un mutuo
enriquecimiento. Esto es posible en un contexto de contacto entre culturas y
tomando en cuenta que éstas están en dinamia permanente. La democracia, como
sinónimo de tolerancia y opuesta totalmente al racismo, coincide con la
interculturalidad en la búsqueda de la justicia y se basa en ella para garantizar la
convivencia armónica en sociedades diversas y heterogéneas (Schmelkes, 2005).
La interculturalidad trasciende el respeto, la tolerancia y el reconocimiento de la
diversidad cuando,
[…] señala y alienta, más bien, un proceso y proyecto social y político dirigido a
la construcción de sociedades, relaciones y condiciones de vida nuevas y
distintas […] no solo económicas, sino a ellas que tienen que ver con la
cosmología de la vida en general, incluyendo los saberes de la memoria
ancestral y la relación con la madre naturaleza y al espiritualidad, entre otras
(Walsh, 2008b, p. 140).
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premisas que incluyan a saberes-otros, desde una perspectiva decolonial. Es
entonces cuando toca la esencia misma del poder dominante y del sistema
económico vigente (Macas en Walsh, 2009). Solamente en ese sentido se puede
generar una nueva hegemonía que no solo desafía al Estado, pues cuestiona
también la subjetividad y la racionalidad de la sociedad.
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en la distribución territorial y que toman en cuenta las divisiones territoriales
creadas desde el Estado; la promoción de canales de expresión al interior de la
nación o naciones, con igualdad de jerarquías jurídicas entre éstas al interior del
Estado; las prácticas que gestan cohesión, desde una sociedad intercultural
(Walsh, 2008b).
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Conclusiones
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posible, únicamente, eliminando el discrimen y la desigualdad entre las naciones
que actúan dentro de un Estado (Saltos Coloma, 2009).
Este ejercicio efectivo es más urgente en países como el Ecuador, en los que la
exclusión, la discriminación y el racismo, no solo se manifiestan a través de
indicadores que demuestran cómo los afroecuatorianos e indios tienen el menor
acceso a educación, al ejercicio pleno de sus derechos culturales y comparten los
lugares más bajos en términos de calidad de vida. La condición socio racial sigue
determinando la exclusión de las nacionalidades, pueblos y culturas de su
condición constitutiva en la ecuatorianidad (Ministerio Coordinador de
Patrimonio (MCP), 2009); el conocimiento ancestral sigue inferiorizado frente a la
ciencia occidental, y no se logra todavía una producción consistente de
conocimiento “otro” que busque salir de las matrices epistémicas occidentales.
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