DESARROLLO
Esta clase es una invitación a leer textos y posiciones teóricas y epistemológicas sobre la
pedagogía y la educación que siguen obligándonos a revisar supuestos, creencias y
posicionamientos, a veces, tradicionales. La idea es entender de dónde provienen esas
tradiciones, mayormente teñidas por recorridos europeos. Les propongo analizar la
pedagogía a la luz de nuevos/viejos posicionamientos: las perspectivas descoloniales.
También podrán relacionar algunas de las siguientes afirmaciones con clases y textos de la
materia Filosofía de la Educación.
Esta perspectiva que retoma nuestra procedencia, nuestras marcas negadas, articula la
comprensión de este ocultamiento (ya no desconocimiento) de nuestra relegada herencia e
historia pedagógica. Allí recuperamos la preocupación de Argumedo de revisar nuestras
matrices de pensamiento, recuperando la idea de pensar desde América Latina nuestros
procesos históricos en contraposición a la mirada resultante de las matrices eurocéntricas.
Esto significa concebir la historia y el futuro desde un sujeto colectivo –heterogéneo-,
compuesto por múltiples fragmentos sociales, rico en expresiones particulares y en
yuxtaposiciones. En la misma línea, Quijano afirma que la actual globalización representa
“la culminación de un proceso que comenzó con la constitución de América y la del
capitalismo colonial/moderno y eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial”,
centrado en la idea-concepto de raza y en la necesidad de construir esa hegemonía. El
pensamiento decolonial se hace presente como una alternativa teórica y política, y las
prácticas resistentes a una modernidad eurocentrada comienzan a ser entendidas como parte
de su génesis.
Adriana Puiggrós (2005) plantea esta necesidad de recuperar a estas pedagogías en el punto
de encuentro, de cruce entre la sincronía y la diacronía, en la conformación (aún posible) de
Latinoamérica como sujeto pedagógico. Para promover nuevos sujetos en la arrasada tierra
de la educación latinoamericana, no es suficiente convocar a nuevas generaciones sino
nombrar las del pasado, reubicarlas y reubicarnos frente a ellas o con ellas. Sólo así
lograremos que un espectro de un pasado irresuelto se torne sedimento productivo para la
continuidad de nuestra historia.
América Latina entendida como “sociedad occidental” se constituye como tal a partir de la
conformación de sus estados nacionales al mismo tiempo que se configuran sus sistemas
educativos circunscritos al programa de la modernidad como expresión de ese programa y
de la necesidad de legitimación del nuevo orden social. La independencia de las naciones
latinoamericanas tuvo lugar conjuntamente con un proceso de homogenización ideológica,
proceso de imposición de una única cosmovisión dominada por la creencia en la
superioridad de la raza europea y su cultura. El proceso de Modernidad y Colonealismo al
mismo tiempo, imprimieron entonces su marca en los modos de producir, circular,
transmitir y legitimar un conocimiento y una estática en las recientemente fundadas
naciones latinoamericanas a partir de la configuración de sus sistemas educativos. La
historia de las instituciones en nuestros territorios se enlazó de este modo con el proyecto
moderno-europeo-ilustrado que buscaba la consolidación de un orden social, político y
cultural afiliado a sus élites coloniales locales.
Desde esta matriz fundacional, Europa justificó la imposición del modelo de colonización
de las poblaciones “no modernas”, modelo basado en la violencia y en la irracionalidad. De
modo que la Modernidad, lejos de responder a un proceso racional, apaleó en su cara oculta
a la violencia que significó el uso de su poder frente a quienes creyó inferiores, y su
afirmación dominante frente a esa alteridad considerada como subalterna.
De este modo, los sistemas educativos iniciaron un proceso de homogeneización, centrado
fundamentalmente en la inclusión social. En la conformación de la nueva subjetividad se
reemplazó la pretendida igualdad por el ordenamiento jerárquico de la sociedad a partir de
instituciones civilizatorias, homogeneizantes y disciplinadoras que colonizaron los saberes
y las miradas, presentando una cosmovisión que se enseñó en nuestros territorios como
única y que sin embargo, había sido trasplanta desde la Europa Moderna. Fue precisamente
esa modernidad europea la que definió y determinó las categorías que instituyeron la vida
social, la vida política, los modos de producción e intercambio, el arte, la estética, las
formas de generar, validar y transmitir conocimiento en nuestros territorios
latinoamericanos.
Esta mirada crítica de la matriz histórica latinoamericana revela la huella que imprimió la
colonización en los momentos fundacionales de las naciones y sus sistemas educativos
funcionales a éstas a partir de la configuración de un modelo integrado social y
productivamente que implicó la eliminación de lo diferente; en otras palabras, ese modelo
de nación siguiendo el patrón moderno ilustrado pudo concretarse reprimiendo y
suprimiendo la cultura de las poblaciones originarias. Así, en el marco de la estructura
geopolítica de dominación del norte hacía el sur, tanto la Epistemología hegemónica como
la Pedagogía hegemónica fueron inscribiendo una dominación peligrosa por su sutileza: la
dominación que concede la autoridad del conocimiento y sus formas de representación
simbólica.
BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
JAMES DÍAZ, Christian. 2010. “Hacia una pedagogía en clave decolonial: entre aperturas,
búsquedas y posibilidades” Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.13: 217-233, julio-
diciembre.
QUIJANO, A. “La crisis del horizonte de sentido colonial, moderno, eurocentrado”. En Casa de las
Américas 259 260. Abril-septiembre 2010.