Establecer un principio, como singularmente se suele
hacer, es dificultoso en aras de crear imágenes lo suficientemente elocuentes para una mente aligerada. Esta mente alegre que nos rodea se sabe nuestra en todo momento si le damos la cabida que merece. Esta mente bondadosa con todo lo que somos nos da el espacio ahora si le permitimos expresarse en algo bello que encontremos en nuestro lado en este momento. Como un pequeño sonido y tal vez un trozo de aire que se acerca a nuestros oídos. Es como si mucha energía invadiera el cuerpo, y el aire, y la perspectiva se llenara de algo rojo e inconmensurable que nos gana y nos roba el aliento. 2. LA LOCURA
Se asocia mucho el fuego con la locura, porque la llama
tiene esa virtud de dar brillo intenso a todo lo que abraza. Lo que es recogido por el amor de su fuerza cobra vitalidad. La locura es la fuerza que da el fuego de la vida a una mente atiborrada de límites. Es la superación inexorable que exigiría un maestro a un pequeño buey en el camino complejo de una montaña. Pues no necesitamos bueyes, sino toros, fuertes y robustos. Pero para ello el buey debe morir primero, debe resurgir hacia su fuerza original, debe hallar lo mejor de sí y arder, hasta desaparecer; ahí aparecerá esta nueva dimensión que es la fuerza. La vitalidad acecha muy despiadadamente a la mente rígida, y la mente rígida no es capaz de tolerar esta presión, y es capaz de fragmentarse en dos o en más, en el afán de ordenar, de buscar explicar bajo sus movimientos elaborados a partir de seguridades básicas, lo que le ocurre. Y el dolor es increíble, y el escape al fuego evidente hace que el proceso de consumirse sea lento, triste, degenerativo. Al no poder seguir la llama su propio camino, corroe. Y es esto al final la sabiduría del fuego. Incluso la locura es sabiduría del fuego. 3. CONTRADICCIONES
Pareciera incierto muchas veces enfrentar destinos que
aparecen contradictorios. Pues bien, no hay destinos contradictorios. Es más, no hay opción alguna en la mente. No tenemos más que esperar un atisbo de luz o de aroma para cerciorarnos de que no hay opciones. Cualquier destello, imagen o salvedad que hagamos proviene en un momento de no opción. Nada de lo que hacemos realmente proviene de nosotros, y nada de lo que queremos hacer realmente será hecho. Pues todo se da en un devenir constante de continuo consumir, que es la esencia del quemarse, que es el ser del fuego. El acto constante es un continuo consumirse, que no tiene opciones, que sólo avanza. Nuestros actos son parte de ese flujo, y todas las emociones o intenciones que pongamos y sintamos entremedio, no son más que fluctuaciones de una temperatura cósmica.
Somos una miniatura inocua para un termómetro a
mayor escala. Ese ser inerte e inocuo somos nosotros en cada segundo y la consciencia de él eleva nuestros actos desde el fuego. 4. SOLEDAD
La soledad puede ser una gran compañera de nuestras
noches, pues enfría el alma, es capaz de hacernos reposar en los sueños o en canciones. Tal vez no tengamos mejor alternativa ante la irrupción del fuego, que la soledad. En ella podremos encontrar gotas de agua, y tal vez salvación de algunas cosas. No tenemos más remedio para el amor que la soledad. Es más, la danza que traban la soledad y el amor es un misterio. Y esto es lo único que es capaz en la vida humana de escapar al fuego. 5. LA CIVILIZACIÓN
La civilización está completamente consumida en el
fuego, pero consumida con estándares de hierro. Ocurren enormes bastiones duros y poco pertinentes en las mentes humanas que transcurren en el tiempo comprendido como día y noche. Y la nada no encuentra su espacio sino en la muerte.
La muerte no se hace amiga de la verdad en esos casos.
En que la verdad transcurre rápido. La civilización aboga porque las cosas transcurran rápido y eso evita una verdadera aprehensión del significado. No hay consecuencia en la verdad de las cosas si no hay una detención hacia el significado. Por eso se producen enredos y los malentendidos se dan como desencuentros de corrientes distintas y los encuentros producidos no debieran darse. Esto ocurre en el momento previo a la extinción de la materia en manos del fuego. El resto sería silencio. Pero la consciencia humana no tiene siempre noción de esto. 6. LA VITALIDAD La vitalidad es un remoto lar del fuego y nadie sabrá jamás nada sobre la vitalidad. Porque la vitalidad es una con la fuerza, y es inaprensible y silenciosa como la muerte, y no como la muerte consciente, ni como un cuerpo inerte, sino como el desaparecer.
Nadie sabrá jamás sobre el fin de la mustia del alma.
Y un nacimiento no es brote de nada en específico. Por eso es bello. 7. CONSTELACIONES
Aquí no hablamos sólo de constelaciones de estrellas,
sino de constelaciones humanas. No somos conscientes de las constelaciones que remueven nuestros destinos más ocultos. Más aún, tenemos una tendencia hacia la muerte que no vemos, debido a la imposibilidad de comprender las constelaciones. La constelación es combustible del fuego, y si la constelación permanece rígida, el fuego seguirá quemando como siempre, y la vida se acabará en la misma forma como empezó, sin cambios, y más rápido. La constelación es la esencia misma del cambio, pues lo posee por la constitución infinita que tiene. De esto tampoco tenemos noción. Generar movimientos en la constelación prolonga el ardor del fuego y facilita una vida humana más saludable y robusta.
La verdad está oculta detrás de las mejores intenciones, y
en general está cargada de antítesis. 8. LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO
A veces se confunde el tema del pensamiento con el de los
puntos de vista, porque libertad de pensar no consiste en ubicar puntos de vista distintos y escoger alguno que calce con las expectativas propias. Al contrario, se escoge algo cuando se pierde claridad, pues el pensamiento se mueve en libertad una vez las cavidades de las ideas han sido desprovistas de juicios y rótulos. Léase: el pensamiento es espontáneo, y es un espejo del movimiento del fuego. La maravilla de pensar es poder abstraer, y eso es salirse del fuego, pero como su espejo.
Sólo el fuego contiene a la luz, reflejada en el espejo de los
pensamientos, pero un pensamiento lejano a la llama, ajeno al ímpetu del fuego, no será espejo de él, y será por lo tanto un pensamiento vacío, opaco.
Entonces, la libertad del pensar consiste en dejar que el fuego
tire sus propias líneas, que la vida dance en nosotros como algo intempestivo que no podemos comprender, porque intentar comprender ya es hacer un encaje, mientras menos encajes hagamos, serán más radicales y oportunos, generando un camino bueno y próspero, de eterno desarrollo. El pensamiento no es otra cosa que observar ese proceso, el proceso de comprender. Y comprender es facilitar el despliegue de la fuerza abrasadora del fuego en nuestras vidas. Pero el fuego en sí es incomprensible, e intentar comprenderlo es matarlo, extinguirlo. La vida no es algo que se pueda aprehender ni desde la comprensión ni desde el pensamiento. La vida nos comprende a nosotros. Así como la mente nos comprende a nosotros. Intentar que sea al revés, es modificar la mente de forma ilusoria, generando límites y la imposibilidad de comprender la dualidad de las cosas. 9. LA LUJURIA
La lujuria es pasar de ser guiado por el fuego, a ser
víctima de él. Su fuerza enorme consume las ideas de los pensamientos. Estamos descoordinados entre nuestras pautas de ordenamiento de la experiencia y el ímpetu natural y profundo de nuestras vidas. Que el fuego genere sus propias pautas impermanentes, facilita que la vida se despliegue vital y ligera, pero esta pugna entre el fuego y un ritmo comportamental asumido genera un caos terrible, que no es percibido como tal en una cultura que privilegia el placer por sobre el amor.
El problema surge así: el fuego nos da una experiencia
bella que trae encuentro, amor y placer. El cuerpo puede acostumbrarse a eso en pautas reconocibles y por lo tanto repetibles, disponiendo entonces de herramientas para acceder a ese placer otra vez, pero estas herramientas son una invocación suicida del espíritu hacia el fuego, y la energía vital se pierde en choques de vibraciones constreñidas por la mente insaciable y la fuerza del fuego. Esto es entendido como placer y se sigue buscando. Lamentablemente lo más fácil es entender que esto ocurre porque se utilizan malas herramientas para buscar el placer. Pero, considerando la amplitud de la vida y que el fuego busca, por naturaleza, armonizar todos los elementos de aquella, pensar en ocupar herramientas no tiene utilidad en absoluto, pues es ir en contra de la corriente del fuego. Las herramientas, para el desarrollo no sirven para nada, pues sólo son su efecto. Y esto no se entiende si no se está dispuesto a dejarse llevar por el fuego. 10. SONIDOS
El sonido tiende a la belleza, y es ciego como el aire. No
tenemos novedades con los sonidos, es más, se transforman serios en canciones, y generan un ímpetu hermoso y clave para el olvido.
No hay futuro, sino olvido.
No hay pasado.
El fuerte de los cimientos que construye el ser humano
sobre su esencia es la memoria. La memoria es el receptáculo de los sonidos, y a veces se parecen, entre ellos, a un gemido inmanente de lástimas o sentimientos. A veces los sonidos atraen penas o temores o miedos... y eso ocurre precisamente en lugares tristes, que en sí no tienen correspondencia con el fuego, y que pueden empañar el infinito y su caída de aceptación. Pero nunca evitarlo. El fuego subyace la caída de todo esto. 11. CÁNCER
No sé nada sobre el cáncer. Si no que es un complejo
embrollo de sensibilidades corticales, que afectan el ansia y su morada visceral. El motor de la vida tiende a generar desgaste y sarro. Las paredes del alma tienen puertas de amor. No hay garantía ante la irrupción del fuego, de que habrá vida. Es así que el mar del cielo no respeta entradas, y hay veces en que una emoción no estuvo en el lugar preciso, en el cuerpo correcto, en la canción adecuada.
El cuerpo humano es como el ojo de una aguja. Y el hilo
que pasa, es una forma del fuego. Es un quemar. Es el acto, el cruce de la vida con la intención.
No somos dueños de nuestro destino. Y sí del ansia, pero
ésta es desechable como una pantalla de televisor. 12. NOVEDAD
Sombras oscuras que pueden remontar a tristezas no son
suficientemente reconocidas por un dolor ajeno. Es más, no hay ningún vestigio de males en las rayas de un árbol, o en trenes, o rocas o papeles y labios.
El fuego se puede apagar perfectamente.
13. SANACIÓN
Suena terrible comenzar un tema como si fuera positivo.
Pues la vida comienza precisamente en lo positivo, y esto asusta en rigor. No tenemos tal vez memoria alguna del dolor, o de la esencia del comenzar. No tenemos mucha consciencia más que del comprobar. Y como no encontramos el vivir en vanguardia de memorias, perecemos en nuestras intenciones: esto genera cansancio.
Sanar es permitir que el olvido sople y el fuego pueda
consumir el cansancio, pudiendo el ser humano contemplar eso.
El fuego sopla más fuerte que nunca. El fuego sopla
distinto de como sopla el aire. Es más suspicaz. 14. UN PUNTO
Un punto es un inicio fácil, pero se puede quemar por el
Que el alma importe. Luz Boscani y Gael Rodríguez en una conversación que arrojará luz y amor a tu camino y cambiará tu forma de ver la vida para siempre