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LIBRO SURGIDO DEL FUEGO

RODRIGO HAGAR MILLÓN

Escrito en 2010
Santiago, Chile.
1. PRINCIPIO

Establecer un principio, como singularmente se suele


hacer, es dificultoso en aras de crear imágenes lo
suficientemente elocuentes para una mente aligerada.
Esta mente alegre que nos rodea se sabe nuestra en todo
momento si le damos la cabida que merece. Esta mente
bondadosa con todo lo que somos nos da el espacio
ahora si le permitimos expresarse en algo bello que
encontremos en nuestro lado en este momento. Como
un pequeño sonido y tal vez un trozo de aire que se
acerca a nuestros oídos. Es como si mucha energía
invadiera el cuerpo, y el aire, y la perspectiva se llenara de
algo rojo e inconmensurable que nos gana y nos roba el
aliento.
2. LA LOCURA

Se asocia mucho el fuego con la locura, porque la llama


tiene esa virtud de dar brillo intenso a todo lo que abraza.
Lo que es recogido por el amor de su fuerza cobra
vitalidad. La locura es la fuerza que da el fuego de la vida
a una mente atiborrada de límites. Es la superación
inexorable que exigiría un maestro a un pequeño buey en
el camino complejo de una montaña. Pues no
necesitamos bueyes, sino toros, fuertes y robustos. Pero
para ello el buey debe morir primero, debe resurgir hacia
su fuerza original, debe hallar lo mejor de sí y arder, hasta
desaparecer; ahí aparecerá esta nueva dimensión que es la
fuerza. La vitalidad acecha muy despiadadamente a la
mente rígida, y la mente rígida no es capaz de tolerar esta
presión, y es capaz de fragmentarse en dos o en más, en
el afán de ordenar, de buscar explicar bajo sus
movimientos elaborados a partir de seguridades básicas,
lo que le ocurre. Y el dolor es increíble, y el escape al
fuego evidente hace que el proceso de consumirse sea
lento, triste, degenerativo. Al no poder seguir la llama su
propio camino, corroe. Y es esto al final la sabiduría del
fuego. Incluso la locura es sabiduría del fuego.
3. CONTRADICCIONES

Pareciera incierto muchas veces enfrentar destinos que


aparecen contradictorios. Pues bien, no hay destinos
contradictorios. Es más, no hay opción alguna en la
mente. No tenemos más que esperar un atisbo de luz o
de aroma para cerciorarnos de que no hay opciones.
Cualquier destello, imagen o salvedad que hagamos
proviene en un momento de no opción. Nada de lo que
hacemos realmente proviene de nosotros, y nada de lo
que queremos hacer realmente será hecho. Pues todo se
da en un devenir constante de continuo consumir, que es
la esencia del quemarse, que es el ser del fuego. El acto
constante es un continuo consumirse, que no tiene
opciones, que sólo avanza. Nuestros actos son parte de
ese flujo, y todas las emociones o intenciones que
pongamos y sintamos entremedio, no son más que
fluctuaciones de una temperatura cósmica.

Somos una miniatura inocua para un termómetro a


mayor escala. Ese ser inerte e inocuo somos nosotros en
cada segundo y la consciencia de él eleva nuestros actos
desde el fuego.
4. SOLEDAD

La soledad puede ser una gran compañera de nuestras


noches, pues enfría el alma, es capaz de hacernos reposar
en los sueños o en canciones. Tal vez no tengamos mejor
alternativa ante la irrupción del fuego, que la soledad. En
ella podremos encontrar gotas de agua, y tal vez salvación
de algunas cosas. No tenemos más remedio para el amor
que la soledad. Es más, la danza que traban la soledad y el
amor es un misterio. Y esto es lo único que es capaz en la
vida humana de escapar al fuego.
5. LA CIVILIZACIÓN

La civilización está completamente consumida en el


fuego, pero consumida con estándares de hierro. Ocurren
enormes bastiones duros y poco pertinentes en las
mentes humanas que transcurren en el tiempo
comprendido como día y noche. Y la nada no encuentra
su espacio sino en la muerte.

La muerte no se hace amiga de la verdad en esos casos.


En que la verdad transcurre rápido. La civilización aboga
porque las cosas transcurran rápido y eso evita una
verdadera aprehensión del significado. No hay
consecuencia en la verdad de las cosas si no hay una
detención hacia el significado. Por eso se producen
enredos y los malentendidos se dan como desencuentros
de corrientes distintas y los encuentros producidos no
debieran darse. Esto ocurre en el momento previo a la
extinción de la materia en manos del fuego. El resto sería
silencio. Pero la consciencia humana no tiene siempre
noción de esto.
6. LA VITALIDAD
La vitalidad es un remoto lar del fuego y nadie sabrá
jamás nada sobre la vitalidad. Porque la vitalidad es una
con la fuerza, y es inaprensible y silenciosa como la
muerte, y no como la muerte consciente, ni como un
cuerpo inerte, sino como el desaparecer.

Nadie sabrá jamás sobre el fin de la mustia del alma.


Y un nacimiento no es brote de nada en específico. Por
eso es bello.
7. CONSTELACIONES

Aquí no hablamos sólo de constelaciones de estrellas,


sino de constelaciones humanas. No somos conscientes
de las constelaciones que remueven nuestros destinos
más ocultos. Más aún, tenemos una tendencia hacia la
muerte que no vemos, debido a la imposibilidad de
comprender las constelaciones. La constelación es
combustible del fuego, y si la constelación permanece
rígida, el fuego seguirá quemando como siempre, y la vida
se acabará en la misma forma como empezó, sin cambios,
y más rápido. La constelación es la esencia misma del
cambio, pues lo posee por la constitución infinita que
tiene. De esto tampoco tenemos noción. Generar
movimientos en la constelación prolonga el ardor del
fuego y facilita una vida humana más saludable y robusta.

La verdad está oculta detrás de las mejores intenciones, y


en general está cargada de antítesis.
8. LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO

A veces se confunde el tema del pensamiento con el de los


puntos de vista, porque libertad de pensar no consiste en
ubicar puntos de vista distintos y escoger alguno que calce con
las expectativas propias. Al contrario, se escoge algo cuando se
pierde claridad, pues el pensamiento se mueve en libertad una
vez las cavidades de las ideas han sido desprovistas de juicios y
rótulos. Léase: el pensamiento es espontáneo, y es un espejo
del movimiento del fuego. La maravilla de pensar es poder
abstraer, y eso es salirse del fuego, pero como su espejo.

Sólo el fuego contiene a la luz, reflejada en el espejo de los


pensamientos, pero un pensamiento lejano a la llama, ajeno al
ímpetu del fuego, no será espejo de él, y será por lo tanto un
pensamiento vacío, opaco.

Entonces, la libertad del pensar consiste en dejar que el fuego


tire sus propias líneas, que la vida dance en nosotros como
algo intempestivo que no podemos comprender, porque
intentar comprender ya es hacer un encaje, mientras menos
encajes hagamos, serán más radicales y oportunos, generando
un camino bueno y próspero, de eterno desarrollo. El
pensamiento no es otra cosa que observar ese proceso, el
proceso de comprender. Y comprender es facilitar el
despliegue de la fuerza abrasadora del fuego en nuestras vidas.
Pero el fuego en sí es incomprensible, e intentar comprenderlo
es matarlo, extinguirlo. La vida no es algo que se pueda
aprehender ni desde la comprensión ni desde el pensamiento.
La vida nos comprende a nosotros. Así como la mente nos
comprende a nosotros. Intentar que sea al revés, es modificar
la mente de forma ilusoria, generando límites y la
imposibilidad de comprender la dualidad de las cosas.
9. LA LUJURIA

La lujuria es pasar de ser guiado por el fuego, a ser


víctima de él. Su fuerza enorme consume las ideas de los
pensamientos. Estamos descoordinados entre nuestras
pautas de ordenamiento de la experiencia y el ímpetu
natural y profundo de nuestras vidas. Que el fuego genere
sus propias pautas impermanentes, facilita que la vida se
despliegue vital y ligera, pero esta pugna entre el fuego y
un ritmo comportamental asumido genera un caos
terrible, que no es percibido como tal en una cultura que
privilegia el placer por sobre el amor.

El problema surge así: el fuego nos da una experiencia


bella que trae encuentro, amor y placer. El cuerpo puede
acostumbrarse a eso en pautas reconocibles y por lo tanto
repetibles, disponiendo entonces de herramientas para
acceder a ese placer otra vez, pero estas herramientas son
una invocación suicida del espíritu hacia el fuego, y la
energía vital se pierde en choques de vibraciones
constreñidas por la mente insaciable y la fuerza del fuego.
Esto es entendido como placer y se sigue buscando.
Lamentablemente lo más fácil es entender que esto
ocurre porque se utilizan malas herramientas para buscar
el placer. Pero, considerando la amplitud de la vida y que
el fuego busca, por naturaleza, armonizar todos los
elementos de aquella, pensar en ocupar herramientas no
tiene utilidad en absoluto, pues es ir en contra de la
corriente del fuego. Las herramientas, para el desarrollo
no sirven para nada, pues sólo son su efecto. Y esto no se
entiende si no se está dispuesto a dejarse llevar por el
fuego.
10. SONIDOS

El sonido tiende a la belleza, y es ciego como el aire. No


tenemos novedades con los sonidos, es más, se
transforman serios en canciones, y generan un ímpetu
hermoso y clave para el olvido.

No hay futuro, sino olvido.


No hay pasado.

El fuerte de los cimientos que construye el ser humano


sobre su esencia es la memoria. La memoria es el
receptáculo de los sonidos, y a veces se parecen, entre
ellos, a un gemido inmanente de lástimas o sentimientos.
A veces los sonidos atraen penas o temores o miedos... y
eso ocurre precisamente en lugares tristes, que en sí no
tienen correspondencia con el fuego, y que pueden
empañar el infinito y su caída de aceptación. Pero nunca
evitarlo. El fuego subyace la caída de todo esto.
11. CÁNCER

No sé nada sobre el cáncer. Si no que es un complejo


embrollo de sensibilidades corticales, que afectan el ansia
y su morada visceral. El motor de la vida tiende a generar
desgaste y sarro. Las paredes del alma tienen puertas de
amor. No hay garantía ante la irrupción del fuego, de que
habrá vida. Es así que el mar del cielo no respeta
entradas, y hay veces en que una emoción no estuvo en el
lugar preciso, en el cuerpo correcto, en la canción
adecuada.

El cuerpo humano es como el ojo de una aguja. Y el hilo


que pasa, es una forma del fuego. Es un quemar. Es el
acto, el cruce de la vida con la intención.

No somos dueños de nuestro destino. Y sí del ansia, pero


ésta es desechable como una pantalla de televisor.
12. NOVEDAD

Sombras oscuras que pueden remontar a tristezas no son


suficientemente reconocidas por un dolor ajeno. Es más,
no hay ningún vestigio de males en las rayas de un árbol,
o en trenes, o rocas o papeles y labios.

El fuego se puede apagar perfectamente.


13. SANACIÓN

Suena terrible comenzar un tema como si fuera positivo.


Pues la vida comienza precisamente en lo positivo, y esto
asusta en rigor. No tenemos tal vez memoria alguna del
dolor, o de la esencia del comenzar. No tenemos mucha
consciencia más que del comprobar. Y como no
encontramos el vivir en vanguardia de memorias,
perecemos en nuestras intenciones: esto genera
cansancio.

Sanar es permitir que el olvido sople y el fuego pueda


consumir el cansancio, pudiendo el ser humano
contemplar eso.

El fuego sopla más fuerte que nunca. El fuego sopla


distinto de como sopla el aire. Es más suspicaz.
14. UN PUNTO

Un punto es un inicio fácil, pero se puede quemar por el


fuego.

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