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Apuntes de Samadhi

Gabriel Arrázola

Intro.

Es un atrevimiento acercarse al sol, decir que fui y regresé sin quemar las
plumas, así como también es atrevido hacerse autoridad en asuntos de
profundidad humana, de aquello que en verdad importa, que tiene que ver
con el conocimiento real de lo que somos, de lo que hacemos y a dónde vamos
con todo esto.

Después de leer y revisar un poco caigo nuevamente en la palabra, esa que me


dice que es una osadía pretender sumergirme sin equipo en las profundas
aguas del mar del conocimiento puro, permanecer ahí largos períodos y salir
vivo, ileso y tibio.

Y es así, atrevimiento, osadía, acción.

Este texto es tocar lo que nos mueve como especie, es remover las joyas más
valiosas de la humanidad con inocencia para salir desposeído y simple,
después de haber hurgado tanto oro y brillante. Tener el rostro de antes en
paz, en calma y decirlo todo de una vez, decirlo con la sencilla y valedera fuente
que tiene que ver conmigo, con la experiencia de mis exploraciones y
profundidades, que a lo mejor son insignificantes, pero son una joya, una joya
que abro y comparto sin mezquindad, una joya que veo en tanta gente, un
tesoro que habita en los cuerpos vivos, sintientes y pensantes. Somos conchas
hediondas que albergan una perla escondida en la fría habitación de un mar
profundo. Esa perla, esa misma joya que hoy se reparte a manos abiertas y el
corazón expuesto.
El valor incalculable de la Iluminación, del éxtasis supremo al que todos
aspiramos y hoy se expone y explora, con errores probables y aciertos, pero
un valor al fin, en su justa medida.

Para crecer, el sentir es innecesario, no se trata de no


sentir, o dejar de sentir, convirtiéndote en una unidad
metálica y mecánica, de estímulo, respuesta, ira, amor de
compra venta e información. Se trata más bien de sentir
profundo, intenso, hondo y eterno, hasta darte cuenta que
tanto es poco e innecesario. Para avanzar hay que soltar,
no se trata de expulsar, se trata se soltar aquello que no
requieres, como ese equipaje emotivo de tristezas y
alegrías, de orgullos y humillaciones que te tendrán en el
vaivén de un péndulo interminable, cual mecedora
perpetua de un anciano que nunca muere, que abre sus
cansados párpados a la vida inconclusa, los cierra y los abre
de nuevo a otra vida incompleta en el vaivén de una
mecedora en un atardecer que nunca ocurre.

Por esto, hay un momento en el que el sentir se deja,


cuando postergar es un imposible, en la salida sin retorno,
en el avance categórico, deberás dejar la pesada y húmeda
mochila que te hacia humano, para que tus alas puedan
verse en una sonrisa cómplice del mundo que siempre
estuvo y nunca lo viste, en un sonido lejano, entre alegre y
triste que a estas alturas es lo mismo.

Para avanzar, llorar o reír es insuficiente, con la gélida y


sombría mueca de lo gris, o ante la dicha inquieta y cálida
de la carcajada en sus tantos contrastes, es lo mismo,
avanzar no es adelantar, es el proceso natural de una
naturaleza que aún no la miras, una ley no descrita que
puede hablarse como se habla un poema antiguo,
coincidente en idiomas perdidos que hablan de la
supremacía de lo débil, o las consecuencias naturales de lo
inmenso.

PARTE I

Luz

La luz está compuesta de fotones, y estos fotones son una


especie de nombramiento aparentemente inteligente y
repetitivo para decir que de iluminación algo se sabe. Pero
al desnudar un poco los tecnicismos del comportamiento de
lo que vemos y de lo que no vemos, nos daremos cuenta que
hay dos cosas muy difíciles de describir: aquello que vemos
y aquello que no vemos.
La luz también la creamos, sí, sabemos cómo iluminar, pero
no sabemos qué es exactamente y por esto su confusión (luz
confusa), que es una mezcla desproporcionada entre la física
de la luz y la mística de la iluminación. Sobretodo esta mística
de la luminiscencia que la hallaremos, desollaremos y la
haremos brillar para que la vista enceguezca.

Lo que no hemos podido crear es la oscuridad, no existen


reflectores de oscuridad ni una descripción tan detallada de
las posibilidades de la sombra. Por esto, si algo tan cercano
como la luz tiene sus incógnitas, la oscuridad será el misterio
dominante.

Unos años atrás me pareció sabia la frase aquella que repetía


"Si quieres que la oscuridad se vaya, prende la luz", y ahora
me parece un absurdo, una meta insignificante, el triunfo del
niño sobre su bacinica, la alegría del ultimo bocado del cerdo
inocente previo al matadero, el cariño comprado o las
caricias pagadas, la fantasía de una eternidad luminosa.

El mejor indicador de los dominios de la luz o la sombra es la


noche, porque es cuando miramos el universo que nos rodea
y nos damos cuenta que quien domina es la sombra y sobre
este manto oscuro se desperdigan destellos de luz, durante
el día hay un destello de luz que enceguece esa realidad y
hace ver a la luz como una antagonista de similar jerarquía a
la noche.

Pero no es así, quien domina en el firmamento sin luna y sin


sol es la oscuridad, y la luz es un permiso, una licencia
transitoria en la historia de la eternidad, una especie de
sirviente pintoresco, que ha inventado el color y lo que
llamamos vida, una hija rebelde, ignorante y atrevida de la
perpetua noche. La que se ha llevado un protagonismo
inmerecido, la que se ha pintado y ha alterado el orden
inamovible de la noche ubicándose en un cielo oscuro de
manera desordenada y caótica.

La luz es eso, una aparición joven y de vida corta, la que en


alguna centuria va a desaparecer y la noche eterna reposara
tranquila en su perfecta y perpetua constancia, aburrida sí,
pero sin alteraciones y ni sombras desiguales.

Por esto la claridad tiene un conflicto con las sombras: que


la oscuridad es eterna y la luz transitoria. Aquí en la tierra los
días pueden ser más largos, o por lo menos equitativos con
las noches. Pero el inacabable universo es oscuro. Y es la luz
oscura madre de muchas hijas; una de ellas la luz luminosa.
Y tampoco podemos negar que la luz es un esfuerzo
excepcional llamado destello ante la densa masa oscura, que
si hay algo más rápido que la velocidad de la luz es la
oscuridad que no requiere viajar por que está en todas
partes.

Y la luz es un esfuerzo excepcional también en nuestras


almas, cuya maestría metafórica admite el principio del
desarrollo y la evolución hacia una construcción de
convivencias luminiscentes. Caso contrario es la
depredación sistemática de nuestras sombras a los esfuerzos
de luz y el final de la vida como consecuencia de la carencia
de voluntad otorgada por el destello en la masa oscura.

Pero la oscuridad en la tierra es una mofa, es lánguida e


insignificante para poder compararse con los primeros haces
del sol naciente. Es casi una nada al lado de la densidad en la
eterna noche del universo. Y aun así, lánguida, débil e
insignificante nos provoca miedo y nos refugiamos con los
ojos cerrados de su débil misterio.

Y, esta es la habilidad del Maestro de luz, no el manejo


artístico y experto de la luz y similares ni su conocimiento
técnico o metafísico, es la habilidad del esfuerzo, porque el
primer paso para ser una lámpara viviente está relacionado
con la primera gota de agua salada que emanen tus
sudoríparas. La luz humana no es muy diferente a la del
universo oscuro, porque su aceite es el esfuerzo, a manera
de combustible de las transformaciones y desarrollos
complejos de las personas.

“Mi misión es ahora estar aclarando cosas cada vez más


sencillas que requieren explicaciones cada vez más
puntualizadas. Por ejemplo esto de la Circulación de la Luz,
nada más fácil de decir y sin embargo, nada más difícil de
explicar.

¿No será un invento de usted? – Me han preguntado.

No, desde luego que no – les he respondido.


Si es muy fácil de comprender. A ver, comience usted.

Sucede que todo está en TODO.


Así de fácil.
¡Claro! Cada individuo es la suma de todo lo posible hasta la
mitad.
¿Nada más?

Entonces me doy cuenta que explicarlo en detalle no es


nada fácil a un individuo que siente que le falta todo.”

Cartas 193, del 24 de febrero 2009

Maestre José Marcelli Nolli


La circulación de la luz, técnicamente hablando comienza con la
fotosíntesis, un proceso donde la luz, entendida como energía
inorgánica, va a producir la materia viva, orgánica, con un captador
o receptor llamado clorofila, y por diversos mecanismos fisiológicos
vegetales es que tendremos los hidratos de carbono y azúcares
necesarios para la vida en el planeta, es decir, que sin luz, no hay
alimento, no hay vida inteligente y esta luz circula, porque nos nutre,
para posteriormente convertirnos en esos portadores de luz que no
solo crece y desarrolla, si no también interactuamos con los otros
portadores de luz, y de esta manera interactuamos, bajo nuestras
ideas de luz y oscuridad, es cierto que la circulación de la luz, puede
traducirse como el todo está en TODO, porque toda interacción es
una interacción otorgada por esta vitalidad luminiscente, una
vitalidad vertical, debido a que la luz solar llega, sucede eso que
llamamos fotosíntesis, se producen millones de toneladas de
alimento, y todo eso, circula en la tierra, no regresa al sol, en este
caso el sentido energético del sol y la luz es vertical y no recíproco,
la reciprocidad es entre los usuarios de esta luz, cuya fragilidad no es
una novedad.

Me gusta el término de Circulación de la Luz, devela un misterio, un


principio esotérico tan evidente que a veces lo ignoramos, y es
justamente el que tiene que ver con la vida y la manera en la que
interactuamos.
La luz

Se hizo vida

Para mirarse

Por fuera

Y por dentro

En las aguas

Y los cristales

En las hojas

Y las flores

En las bestias

Y los hombres

En los demonios

Y los ángeles

Y se dio cuenta

De que todo

Es LUZ

Escrito por el Maestro José Marcelli, en el aeropuerto de Milano


después de una gira en Italia, un 26 de junio del 2000

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