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CLÍNICA DE

FAMILIAS Y
PAREJAS.
UNIDAD I:

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CONSTRUCCIÓN DE TERAPIAS FAMILIARES SISTÉMICAS.

Keeney B. y Ross J.
2° PARTE:

CAPITULO 3: Interacción para la solución del problema.

La estrategia del MRI:


La estrategia prescripta por Watzlawick, Weakland y Fish comienza prescribiendo
distingos que permiten al terapeuta individualizar: 1). El problema, 2). La historia de las
soluciones que para el se intentaron y 3). El marco de referencia que el cliente emplea para
considerar y conceptualizar sus problemas y soluciones.

Marcos políticos y semánticos:


Por referencia los marcos políticos y semánticos, la estrategia que proponen para la
organización de la terapia incluyen la siguiente secuencia: 1. construir un marco semántico que
defina conductual// el problema-queja por elaborar, y que especifique la meta de la terapia por
referencia a la modificación del problema.
2. construir un marco político que defina todas las soluciones intentadas (por el cliente y
por otras personas).
3. construir un marco semántico que defina la manera en que el cliente imparte
significado a su situación problemática; la manera en el que cliente enmarca semántica// al
marco político.
La terapia del MRI se pone en marcha con la construcción de estos distingos y marcos
de referencia; al comienzo se consideran problemas y soluciones intentadas y se especifican en
función de la conducta. Todas las demás cuestiones de informaciones se definen como no
pertinentes y distractoras por lo que hay que bloquear distingos inapropiados y atender solo los
pertinentes.
El cometido más importante de la terapia del MRI se concentra en “el cambio mínimo
requerido para resolver el problema-queja, y no se propone reestructurar toda una flia”.
Las preguntas iniciales sirven para compilar información diagnóstica, cuando se ha
reunido suficiente el terapeuta diagnostica la índole del problema y pasa a diseñar una
estrategia de tratamiento.

Complementariedades recursivas:
La etapa que sigue consiste en organizar lo que se hace con la información así obtenida
(este punto muestra cómo se construyen las complementariedades recursivas). La 1era
complementariedad recursiva es la que media entre conducta problema y conducta de solución
del problema; la relación entre un problema y los intentos de resolverlo se entretejen de manera
recursiva: el problema nace de intentos de resolverlos, al tiempo q las soluciones intentadas
nacen de la evidencia del problema.
Los problemas se conceptualizan como la mitad de una complementariedad discursiva
más amplia, que necesariamente incluye las soluciones,
La otra complementariedad refiere al nexo entre conducta y cognición, se utiliza el
término “marco” para referirse al modo en que uno percibe, conceptualiza, comprende y
vivencia una situación.
Una tarea de la terapia consiste en modificar los marcos con que organizan la conducta,
llaman “reenmarcamiento” a este cambio de marco, y lo definen como modificación de la
perspectiva conceptual, emocional y/o perceptual que sobre una situación se tiene, de manera
que los mismos hechos cobren un significado diferente.
La terapia del MRI intenta construir 2 complementariedades recursivas. La 1era es la
que media entre conducta problema e intentos conductuales por resolver el mismo. 2da atañe al
distingo de orden superior entre conducta y marco cognitivo de la misma.

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Pautas cibernéticas de intervención:
Para modificar un problema, hace modificas el nexo recursivo entre problema y
soluciones intentadas; el foco del tratamiento consiste en un problema más las soluciones que
para el se han intentado. Modificar la organización de ese nexo impone abordar el marco
cognitivo que le confiere significado. El terapeuta intenta modificar el marco cognitivo a fin de
quebrantar la pauta lógica que relación el problema y su solución. Quebrada esta pauta se
desconecta la relaciona problema-solución lo que trae la consecuencia de eliminar el problema
(y la solución).
Toda referencia a problemas y soluciones refiere a una secuencia de acción simple, que
esta en su base. Como estas secuencias se organizan de una manera que produce un malestar
y pena, lo mismo que bienestar y alivio, reciben el nombre de “problemas” y “soluciones
intentadas”: el foco de la terapia consiste en abordar la organización de la secuencia íntegra y
no de una de sus partes, sea q esta parte se singularice por acciones simples o por clases de
acción.
La meta de la terapia no consiste en modificar la conducta problema, ni la conducta
solución; la meta es alterar una pauta de interacción, por lo que lo que se tiene q abordar es la
relación recursiva entre problemas y soluciones intentadas, ya que esa relación recursiva es
una pauta de interacción.
En términos cibernéticos, soluciones intentadas y problemas se conectan por una
realimentación en que, mas se intenta resolver un problema, más se lo mantiene. Los
problemas son estabilizados por los variados esfuerzos por resolverlos, en una situación
perturbada mientras más se intenta modificar un problema ensayando toda clase de
soluciones, mas se lo estabiliza.
La tarea de la terapia es individualizar el marco cognitivo o el ruido significativo que los
clientes aportan, y utilizarlo para reorganizar el modo en que ellos mismos se organizan.
En gral las comunicaciones que los clientes exponen se aceptan, y les son devueltas en
realimentación de manera que se pueda producir un cambio adaptativo.
El terapeuta diseña sus intervenciones de manera de modificar la clase de soluciones
intentadas por el cliente. Conseguirá esto ofreciendo un conjunto diferente de soluciones
nuevas, o apartándolo de intentar soluciones. Modificar la clase de solución demanda abordar
el marco de referencia cognitivo del cliente; no servirá un marco diferente cualquier, sino, solo
uno que sea congenial a la manera de pensar y de categorizar la realidad, propia de la persona.
Una técnica destinada a crear un marco ventajoso para resolver el problema es lo que
Selvini, Palazzoli denominaron “connotación positiva”.
Este método impone utilizar las descripciones provistas por el marco de referencia del
cliente a fin de construir un marco de alternativas que tenga connotación positiva.
La connotación de un marco de referencia no necesariamente tiene que ser positiva. Es
necesario que la connotación cambie en el sentido de procurar una diferencia capaz de
transformar la situación, en ocasiones puede ser ventajoso pasar el marco positivo a un marco
negativo.
Del propio lenguaje del cliente se puede recoger señales sobre el modo de envolver y
presentar las intervenciones.
La estructura de una terapia del MRI que incluya el empleo de “sabotaje benévolo”
comenzara por producir un contrato terapéutico que especifique, en función de conducta, tanto
el problema como la meta a alcanzar; supondrá modificar la clase de soluciones dentro del
contexto de un diferente marco de referencia.
En toda terapia del MRI la retroalimentación supone construir reenmarcamientos, con la
asignación de tareas conductuales o sin ella, y evaluar después si se alcanzo la meta fijada en
el contrato. La terapia concluye cuando es alcanzada la meta, q por lo común se formula
refiriéndola a un alivio del problema. Si se proponen un contrato o una meta diferente, la terapia
se replantea como si comenzara. Si la meta no se alcanzo se diseñan nuevas intervenciones.
En una situación así, la sesión anterior no se considera fracasada, sino como una explicación

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diagnostica que proporciono información adicional acerca del nexo recursivo que el paciente
mantiene entre su problema y la solución que intenta. Todos los resultados conductuales se
connotan de suerte de construir una realimentación.

En la terapia:
• El terapeuta comienza abordando la estabilidad y el cambio. La estabilidad es
considerada por el respeto que el terapeuta muestra hacia la complejidad de la situación.
• El terapeuta debe explorar con cuidado que entiende exactamente el paciente
por su definición del problema. El marco semántico inicial se tiene q construir con cuidado
porque servirá de guía en las posteriores preguntas e intervenciones.
• Se debe diferencias tantas distinciones como sea posible respecto a la definición
del problema por parte del paciente.
• Si el paciente produce alguna información indicadora de un camino posible por el
cual el problema pusiera ser diferente, se tomara como señal para el diseño de la estrategia.
• El terapeuta debe continuamente buscar diferencias con respecto a definiciones
del problema-queja.
• Cuando se ha obtenido una definición suficientemente clara del problema el
terapeuta puede pasara a considerar los intentos del paciente por resolver el problema.
• A medida q el terapeuta descubre las soluciones intentadas, se construye un
marco político de referencia: vamos viendo quien hizo que en el intento de solucionar el
problema.
• Se debe investigar el marco semántico de referencia del paciente
• Estar atento al ruido significativo que puedo proporcionar el paciente.
• Si las respuestas en cuanto a soluciones intentadas no son suficientes por
desviarse la conversación del tema, el terapeuta deberá canalizar la información para volver a
poner foco en las mismas.
• El terapeuta pueda optar por dar realce positivo al pesimismo del paciente.
• Se deben hacer preguntas que permitan indagar un poco mas el contexto social
que podría contribuir a la formación de problema, a su mantenimiento y a su resolución; en este
punto otras estrategias terapéuticas (Haley) harán hipótesis sobre pautas de coalición en la
familia, jerarquías, etc. La terapia del MRI limitara su foco a examinar la relación entre un
problema y los intentos que se hacen por resolverlo, participen o no en esto otros miembros de
la familia.
• El terapeuta deber llevar al paciente a q considera más exhaustivamente tanto
las desventajas como las ventajas que traería solucionar el problema.
• El terapeuta puede utilizar información que el mismo paciente le proporciona para
acomodarla dentro del marco de las desventajas de la resolución del problema con lo q se
podría logrear que el paciente construya por sí mismo un nuevo marco semántico.
• También se puede connotar positivamente lo que en un comienzo se consideraba
como una desventaja de la solución del problema.
• El conjunto de opciones de paciente y terapeuta no incluye decidir si la estrategia
dará buen resultado, sino que su foco recae en saber si el paciente en realidad desea
consecuencias del cambio.
• El aspecto final de una contrato de terapia del MRI es la especificación de la
meta del tratamiento del paciente.
• Si la respuesta del paciente no es definición satisfactoria de un resultado de
tratamiento (confunde medios con fines) el terapeuta intentara una aclaración o incluso
reformula su pregunta sobre el resultado terapéutico, insistiendo preferentemente en la
descripción conductual.
• Hacer foco sobre las consecuencias de la solución del problema lleva al paciente
a hacer mejor foco sobre si en efecto desea mas cambias q afligirse sobre la manera de

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cambiar. Si decide cambiar, se le proponen varias estrategias terapéuticas, todas las cuales
abordan el bloque de sus hábitos de solución del problema.
• Si el paciente lleva a cabo la tarea que le indico el terapeuta, es posible que
desvíe su atención de sus habituales intentos de solucionar el problema, lo que puede llevar a
que en efecto lo resuelva.
• En la segunda sesión se comienzo con un seguimiento de la tarea para la casa.
• El abordaje de MRI atiende estrictamente a la organización recursiva de la
interacción entre problema y solución.
El obstáculo más grande que encuentran los terapeutas para construir una terapia del
MRI se presenta cuando se abocan a principios explicativos formales. La mayoría de las
tradiciones de psicoterapia obedecen al supuesto de q el terapeuta tiene q conocer porque el
paciente se encuentra en una particular condición, y esto antes de que se pueda proponer un
tratamiento apropiado; esta idea guarda intima relación con otro supuesto, que el cliente tiene
que comprender su condición, y esto seria un prerrequisito del cambio. La terapia del MRI no
solo esquiva estos supuestos, sino q los considera obstáculos potenciales para alcanzar una
efectiva solución del problema.
Para lograr una terapia del MRI es necesario prescindir del intento de comprender
primero la situación. Es necesario centrarse en el empleo de la idea teórica simple de
“interacción problema-solución”.
No se debe dejar de lado que los intentos del terapeuta por aplicar la estrategia de
interacción problema-solución puede llegar a convertirse en la clase de solución que es
mantenedora del problema, con lo que se debe probar con algo diferente.

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CAPITULO 4: Relaciones sociales triádicas.

El terapeuta puede fracasar en el logro de sus objetivos si se enzarza con la flia en un


debate interminable acerca de las causas del problema, intenta educar a sus miembros de
comunicación fliar, o persuadirlos de que acepten la terapia flia. La meta no consiste en instruir
a la flia sobre el defectuoso funcionamiento del sistema, sino en modificar las secuencias
familiares de manera que se resuelvan los problemas-quejas.
Haley ofrece un abordaje terapéutico en que la unidad mínima de tratamiento se define
como una tríada. Haley y Minuchin han contribuido a la compresión y organización de terapias
sistémicas en función de relaciones sociales triádicas.
Haley indica que difiere con Minuchin en su modalidad de trabajo porque hace foco
absoluto en el síntoma, mientras que Minuchin tiende a trabajar de esta manera cuando esta
frente a un síntoma que pone en peligro la vida.

La estrategia de Jay Haley:


Comienza por fijar un foco claro sobre el problema que se debe tratar; estos se utilizaran
como palancas para modificar relaciones familiares.
Desde esta perspectiva modificar una organización social por fuerza desarticulara la
relación recursiva entre problema y solución; la ventaja de este abordaje consistiría en que una
organización social se puede reorganizar de una manera especifica, lo que habilitara a construir
una situación más adaptativa.
Uno de los distingos básicos que Haley prescribe es la individualización del problema.
Propone que en la 1era sesión de terapia se lo articulo en una progresión de modalidades
diferentes: 1. conseguir que se lo exprese metafóricamente, después obtener una descripción
específica en función de conducta y por ultimo realizar un breve resumen de específicos
cambios en cuyos logros ha de trabajar la terapia. Estos distingos concurren a organizar cada
sesión de terapia y ayuda a cliente y terapeuta evaluar su progreso.
El terapeuta debe construir una perspectiva en la que se disciernan relaciones sociales
triádicas (distingo fundamental de la terapia). A fin de detectar las mismas, hay que hacer q la
flia o el grupo social interactúen frente al terapeuta; en vez de limitarse a presenciar una
conversación sobre el problema, el terapeuta procurara atraer la acción problema al seno de la
reunión; con esa significación puede distinguir la organización secuencial de su conducta social.

Marcos semánticos y políticos:


Haley comienza abordando un marco semántico: la especificación de un problema, que
al cabo se configura en un significado conductual bien definido. Este marco semántico es
encuadrado después por un marco político de referencia que toma en cuenta la secuencia
social que hace del contorno del problema: quien-hace-que-a-quien-cuando.
Lo más importante en esta secuencia es que aprehende el ciclo repetitivo de conducta
social en q el problema se incluye. El objetivo de la terapia es interrumpir estas pautas de
organización.
Si el terapeuta construye una perspectiva del MRI, el problema-queja se examinara con
respecto a las soluciones intentadas, si la terapia hiciera foco sobre la conducta sintomática
seguiría un cuidadoso examen de los intentos de solución del problema.
Haley ensancha la perspectiva del terapeuta señalando que la pauta interaccional de
solución del problema es ella misma parte una pauta social más abarcadora; sostiene que es
preciso abordar la secuencia más amplia y modificarla de manera que resulten modificadas dos
conductas como mínimo; y en caso en que participan niños problema, conviene tener en cuenta
que al cambio del niño surgirá un conflicto entre los padres.
Las pautas secuenciales de organización no consisten en un mero listado serial de
sucesos que ocurrieran antes del episodio sintomático y después. Interesan aquellas
secuencias sociales que presentan organización recursiva, con mecanismo de realimentación.

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La tarea del terapeuta fliar consiste en individualizar ciclos recursivos problemáticos y
abordarlos por medio de intervenciones.
Una de las ideas centrales de la teoría de Haley es la noción de “jerarquías”. Una
organización esta perturbada cuando se establecen coaliciones entre distintos niveles
jerárquicos, particularmente si son secretas. Por coalición entiende un proceso de acción
conjunta contra un tercero.
En cuanto a las razones por las que se generan pautas problemas de coalición y
experiencias sintomáticas, señala que se asocian con crisis de transición en el curso evolutivo
de la flia. Estas transiciones o estados del desarrollo son: 1. el periodo de cortejo. 2. los
comienzos del matrimonio, 3. Nacimiento de sus hijos y crianza. 4. las etapas intermedias de la
vida conyugal. 5. el periodo en que los padres se destetan de los hijos. 6. el retiro de aquellos y
su vejez.
Haley construye marcos adicionales de referencia con esta perspectiva de la jerarquía
social:

 Definición del problema


 Organización secuencial del problema
 Jerarquía social
 Coaliciones por diferentes niveles de una jerarquía social.

Tras la definición del problema se trazan distingos que disciernen su organización


secuencial. Después estos marcos se contemplan dentro de una perspectiva de una jerarquía
social; se propone una teoría explicativa o marco semántico para la organización de la
secuencia. Prescribe entonces distingos que individualicen las jerarquías del sistema social
perturbado que por lo común están referidos a diferentes generaciones. Este marco es
examinado con respecto a la estructura política de las coaliciones. Todos estos marcos de
referencia se contemplan dentro del marco semántico de los estadios evolutivos de la familia.

Complementariedad recursiva:
La 1era complementariedad atañe a la relación secuencia-problema, en el que el
problema se considera parte de una secuencia más amplia de acción, dentro de un contexto
social. Luego, se construye una complementariedad de orden superior, que incluye la relación
de cierta secuencia con unas pautas de coalición. Esta complementariedad incluye a la anterior.
En este nivel de orden superior la meta de la terapia experimenta reenmarcamiento; el objetivo
más simple es cambiar una secuencia impidiendo q se formen coaliciones a través de los
limites generacionales. Las coaliciones necesariamente incluyen a 3 personas, 2 de las cuales
se alíen contra un 3ero. Las secuencias de acción son aquellas que por fuerza incluyen la
acción de 3 personas como mínimo, el distingo rector a q recurre Haley para organizar la
terapia es la organización recursiva de relaciones triádicas.
Dadas estas complementariedades recursivas, se comprende que los problemas se
utilicen para modificar las secuencias que les hacen contorno, lo cual a su vez altera las pautas
de coalición de los que participan en las secuencias.
Con respecto a la organización cibernética de la terapia, utiliza el problema y las metas
establecidas en el contrato para evaluar el curso de acción del terapeuta y del cliente. Cada
sesión evalúa el progreso de la terapia, por referencia al total cumplimiento de las metas
establecidas en el contrato terapéutico.

Pautas cibernéticas de interacción:


La estrategia terapéutica se puede considerar basada en diferentes formas de
intervención, lo que se llama “directivas”. Como le interesa conocer el estado actual de
organización de una flia, tiene que provocar a sus miembros para que actúen, y así ver como
operan. Estas provocaciones, intervenciones o directivas, son inseparables del diagnostico; el
terapeuta de flia se orienta a “diagnosticar la manera en que la flia responde a sus

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intervenciones terapéuticas”; este diagnostico habilita al terapeuta para averiguar en q un
sistema social bloquea los intentos de producir cambios.
Además de esta intervención destinadas a evaluar la manera en que las flias se
organizan, existe otra clase de intervenciones o de directivas que se planifican deliberadamente
para resolver el problema-queja, las que procuran modificar la secuencia a fin de realinear
pautas de coalición.
Estas diferentes formas de intervención admiten otra diferenciación, entre:
- Las que forman parte de un lazo de realimentación autocorrectora, que ocurre
dentro de una sesión (Diagnostico interaccional)
- Las q pertenecen a un lazo de realimentación que se extiende por diferentes
sesiones.(Directivas).
Unas y otras concurren tanto la intervención como al diagnostico, pero las primeras
procuran averiguar la manera en que la flia se estabiliza, en tanto q las 2das tienen como
propósito iniciar el cambio terapéutico.
Algunas directivas son paradójicas y suponen 2 niveles por los cuales se comunican dos
mensajes “cambie” y, dentro del mensaje mismo “No cambie”.
Todas las directivas incluidas las paradójicas y no paradójicas responden a
requerimientos de cambio y estabilidad.
Hay q diseñar directivas para emplear las modalidades en que la flia se refiere a su
propia situación, lo mismo que cualquier otro recurso que sus miembros pudieran ofrecer.
Diseñar directivas dentro de este enfoque supone abordar no solo el problema-queja,
sino la secuencia que hace contorno al problema, así como las pautas de coalición que lo
ponen en escena; la tarea optima es la que utiliza el problema presentado para producir un
cambio estructural en la familia. Los clientes y el terapeuta construyen objetivos diferentes pero
relacionados entre sí: aquellos quieren que el problema cambie, mientras que este quiere q
cambie la organización.
La comunicación q la flia hace acerca d su problema se utiliza para poder producir un
cambio de organización: estabilidad denota prescribir las descripciones que la flia hace de su
problema, mientras que cambio denota el abordaje que el terapeuta emplea para modificar la
estructura fliar.
Lo que hace Haley introduciendo “poder” es construir un marco semántico adicional que
imparta significado a los distingos que ya tenia atrasado; estos distingos básicos se pueden
conocer sin referirlos al marco semántico del poder. Jerarquías y pautas de coalición se pueden
considerar meras pautas de diferencia y de vinculo, sin mas atribución de significado.

Comparación de las estrategias de Jay Haley y de Salvador Minuchin:

La terapia familiar estructural de Minuchin, lo mismo que la de Haley, construye una


perspectiva de jerarquías en que se presume que los padres están a cargo de sus hijos.
Los estructuralistas entienden la estructura sociológica del sistema familiar en función de
unidades subsistémicas, como esposa-marido, padre-hijo, hermanos. En los casos en que la
familia es demasiado enmarañada (que carece de la suficiente diferenciación subsistémica) o
desacoplada (que le falta suficiente conexión subsistémica), se predice la ocurrencia de
patologías. En consecuencia la terapia familiar estructural propone diferenciar y conectar
subsistemas.

Marcos semánticos y políticos:


El marco semántico inicial que el terapeuta construye consiste en una particular
concepción sobre el modo en que los sistemas familiares se organizan. Incluye en definir al
sistema de la familia entera compuesto por subsistemas acoplados entre sí por fronteras que
pueden ser enmarañadas o desacopladas.
Las modalidades específicas en que los miembros escenifican su participación en
estructuras familiares se registran observando sus pautas de transacción redundante: quién-

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hace-qué-a quién-cuándo. Este marco político de referencia es en esencia el mismo que
construye Haley con respecto a la organización secuencial de la conducta.
Por otra parte, lo mismo que Haley, los terapeutas familiares de orientación estructural
pasan a construir la perspectiva de la jerarquía social y el marco político de las pautas sociales
de coalición. La diferencia clave entre terapia familiar estratégica y estructural se sitúa por
referencia a su marco semántico inicial: la terapia estratégica construye y utiliza principalmente
una definición del problema-queja que es diferente para cada familia; la terapia estructural
construye y utiliza principalmente una visión estructural de sistemas familiares en virtud de la
cual familias diferentes se ven por la misma lente de inteligencia conceptual.
Se puede considerar que en un punto de partida las estrategias de Haley y Minuchin
arrancan en direcciones opuestas. En Haley, el problema-queja lleva a considerar la pauta
secuencial que organiza, y después los marcos semántico y político de jerarquía social y las
pautas de coalición, respectivamente. En consonancia a esto, Haley comienza con una
pequeña sección de conducta, y desde ahí construye la estructura de la familia... con arreglo a
su método clínico, problemas determinados se utilizan como palanca para producir cambio en
estructuras familiares.
Minuchin parte de un modelo teórico completo de la estructura familiar. Con este patrón
cognitivo va al encuentro de la familia y observa cómo ésta se ajusta a aquel modelo, según la
experiencia que hace de su interacción con ella. El terapeuta estructural no observa
directamente subsistemas y fronteras. Lo que observa son acciones y secuencias de acción.
Después generaliza estas observaciones o la tipifica como categorías del modelo estructural de
la familia.
Supongamos que un terapeuta estructural diga a una niña grandecita que cierre la
puerta del baño y después nos informe como una manera de estructurar una frontera dentro de
un sistema familiar muy enmarañado. Desde la perspectiva de la acción política, lo más que
podemos decir es que esta intervención interrumpe una secuencia de acción y/o altera una
particular pauta de relaciones sociales. Minuchin, empero, articula esta maniobra terapéutica
desde un marco semántico que le confiere un significado particular. A saber, el acto de cerrar la
puerta de la niña significa una frontera estructural.
La estrategia de Minuchin sobreimpone un modelo estructural a la comunicación que la
familia presenta. La tarea del terapeuta consiste en interactuar con aquella y observar cómo se
adecua a ese modelo. Los mapas estructurales del terapeuta, desde luego, son siempre
hipotéticos y sólo proporcionan indicios para la intervención. Si las intervenciones no resultan
logradas, el terapeuta tiene que modificar el mapa estructural.- este proceso circular de
corrección por realimentación es esencial para construir una terapia estructural eficaz,
cambiante.
Aunque Minuchin no utiliza la definición del problema-queja como guía inconmovible de
la terapia, juzga indispensable, también él, elaborar un contrato terapéutico. Minuchin no
considera que el contrato deba incluir una definición inamovible. Cualquiera que haya sido el
contrato inicial, el terapeuta tiene que ensanchar su enfoque hacia nuevos dominios
estructurales.
Como en el caso de Haley, la terapia de Minuchin está regulada por un contrato. Ahora
bien, en la orientación estructural. Ahora bien, en la orientación estructural se procura hacerlo
derivar hacia el abordaje de estructuras sociales, entes que mantenerlo constreñido el
seguimiento de la queja inicial.
Como el terapeuta estructural se interesa sobre todo por la estructura cambiante, no le
es indispensable abordar directamente la secuencia en que se encarna el problema-queja. El
terapeuta trabajará con una secuencia cualquiera con la mira de modificar la estructura familiar.
Si una cualquiera de estas secuencias es modificada de una manera que se lleve consigo
transformación estructural, es probable que todas las secuencias se modifiquen, al modo que
las ondas de la superficie del agua.

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Complementariedad recursiva:
Minuchin y Fishman sostienen que toda conducta sintomática se eslabona en modalidad
complementaria a la conducta de otros miembros de la familia. Introducen esta concepción de
la complementariedad en los sistemas familiares siempre que hay lugar a ello. Por ejemplo, si
un miembro de la familia sostiene ser él el problema, el terapeuta estructural responderá: ”Si
sus problemas tuvieran conexión con otro miembro de la familia, ¿quién le parece a usted que
puede ser?”. Por este camino se construye la perspectiva de que su conducta problemática se
relaciona con otros miembros de la familia.
Minuchin, como Haley, atribuye decisiva importancia a un marco de referencia evolutivo;
es preciso que la estructura familiar consiga cambiar en el curso de las transiciones del
desarrollo, porque de lo contrario puede producirse una experiencia sintomática. Tanto
Minuchin como Haley señalan que es un serio error descuidar el proceso de desarrollo de la
familia.

Pautas cibernéticas de intervención:


En la práctica de la terapia, los terapeutas de orientación estructural se organizan para
abordar dos operaciones distintas, pero complementarias: 1) entrar en coparticipación con la
familia; y 2) reestructurar ésta. Para estar en coparticipación con un sistema familiar el
terapeuta tiene que aceptar la organización y el estilo de la familia, y mezclarse en ellos. Es
preciso hacer esto porque con frecuencia una reestructuración lograda se tiene que apoyar en
las estructuras mismas que en definitiva será preciso cuestionar. Por reestructuración se
entienden los empeños terapéuticos dirigidos a modificar el sistema familiar.
Varias categorías de operaciones de reestructuración, que incluyen la ejecución en vivo
de una secuencia familiar de acción en la propia entrevista (escenificación), el trazado de
distinciones que unen y/o separen a miembros de la familia (fijación de fronteras), la asignación
de tareas, la utilización síntomas, la alteración de secuencias sociales por el recurso de
aumentar la intensidad y – quizás la más importante- la alteración directa de pautas de
coalición. Todas estas operaciones reestructuradotas suponen la construcción de marcos
políticos dentro de la terapia.
La terapia familiar estructural opera cuando se aúnan las operaciones de coparticipación
y de reestructuración. Las acciones complementarias de coparticipación y reestructuración son
la manera en que Minuchin aborda las demandas que le sistema que nosotros llamamos de
estabilidad y de cambio. La estabilidad del sistema familiar se acepta en las operaciones de
coparticipación. Mientras que las operaciones de reestructuración abordan el cambio. Minuchin
se refiere a esta complementariedad por otro camino con su distingo entre diagnostico e
intervención. El diagnóstico, que se interesa sobre todo en comprender las estructuras
estabilizadas del sistema, no se considera independiente de las intervenciones que procuran
modificar aquellas estructuras. Para conocer la manera en que una familia mantiene su
estabilidad es preciso ver qué hace en respuesta a una demanda de cambio. Así, es preciso
que el terapeuta intervenga y procure cambiar la estructura familiar si quiere conocer su
estructura. Esta operación, en que diagnostico e intervención se entretejen, se llama
“diagnostico interaccional”. Este se modifica de continuo a medida que la familia asimila al
terapeuta, se acomoda a él y se reestructura o resiste las intervenciones reestructuradoras. En
este abordaje, el terapeuta tiene que organizar recursivamente comunicaciones terapéuticas
dirigidas a hacer coparticipación con la familia y a reestructurarla. El terapeuta confiere
significado a sus percepciones y acciones por referencia al modelo estructural de la familia. El
modelo estructural es ruido significativo para el terapeuta.
El modelo estructural, en su condición de ruido significativo para terapeutas, parte de
una compartida manera de considerar a individuos y familias. Se admite que los individuos
buscan una dialéctica satisfactoria entre vivir su pertenencia y vivir su condición separada. Y en
consecuencia la familia, que es el contexto de la experiencia individual, tiene que proveer de
estructuras que habiliten la actuación de esa dialéctica.

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Con respecto a la perspectiva de la familia, el ruido significativo incluye tomar en
consideración los esquemas cognitivos que la propia familia propone. “Una familia no tiene
solamente una estructura, sino un conjunto de esquemas cognitivos que legitiman o validan la
organización familiar”. En consecuencia el terapeuta tiene que utilizar los hechos que la familia
tiene por verdaderos, pero desde ellos construirá un ordenamiento nuevo.
Estos esquemas cognitivos de la familia llamados también “construcciones”, se pueden
reciclar a esta de manera alterada por el recurso a tres categorías principales de ruido
significativo. Minuchin y Fishman llaman a estas categorías “símbolos universales”, “verdades
familiares” y “consejo especializado”. Los símbolos universales están referidos a las
comunicaciones presentadas por el terapeuta que parecen “sustentadas en una institución o
consenso más vastos que la familia”. Puede esto consistir en una apelación al sentido común,
posturas morales que la familia suscribe, generalizaciones tautológicas y tradiciones culturales.
“Verdades familiares” brotan de las justificaciones que la misma familia ofrece de su situación y
de su singular concepción del mundo. Por “consejo especializado” requiere del terapeuta
presentar una explicación que parezca nacida de la sabiduría de su condición de tal: “he tratado
casos similares que…”.
Uno de los aportes específicos de los estructuralistas a la técnica terapéutica es
su abordaje de las relaciones sociales triádicas. Estas técnicas proponen la directa alteración
de pautas de vínculo. El terapeuta puede aliarse sistemáticamente con un miembro de la
familia, trocar alianzas, ignorar a determinados miembros, participar de una coalición contra
otro, modificar la organización secuencial de las relaciones sociales triádicas por medio de
reordenamientos espaciales o prescripciones de conducta, y así. En estas maniobras
terapéuticas que a veces se designan operaciones de “desequilibramiento”, propósito es
modificar la relación jerárquica entre los miembros de un subsistema. El terapeuta estratégico
trata problemas con la mira de modificar pautas sociales de coalición, y el estructuralista trata
las pautas de coalición como un camino que lleva a alterar la estructura de la familia.
Uno de los aportes de Minuchin es su especificación de diferentes de relaciones sociales
triádicas a tratar por el terapeuta. Estas incluyen 1) triangulación en que cada progenitor
demanda que el niño se ponga de su parte contra el otro progenitor; 2) desvío, en que la
negociación de las disensiones entre los esposos por la vía del hijo concurre a mantener el
subsistema de los cónyuges en ilusoria armonía; y 3) coalición estable, en que uno de los
progenitores participa con el hijo en una coalición intergeneracional bien deslindada, contra el
otro progenitor.
En la terapia familiar de orientación estructural, puede ocurrir que se instruya a los
padres para que disputen sin ser interrumpidos por los hijos, y que se impartan tareas a
miembros desacoplados, a fin de promover su conexión.

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CAPITULO 5: Significado contextual:

La estrategia de Milán:

Marcos semánticos y políticos:


La diferencia obedece a que el abordaje de Milán se organiza principalmente desde la
perspectiva de un marco de referencia semántico. Empiezan por la pregunta: “¿por que esta
familia demanda terapia de esta manera en este momento?”. Infringen una de las reglas
principales de Watzlawick, Weakland y Fish: hacen inquisición del “por qué”. Su principal interés
es la semántica, no la política. Se orientan a descubrir significados posibles de lo que pasa en
la familia.
El abordaje de Milán no es una terapia con foco principal en el síntoma o el problema.
Se orienta al contexto de significado, que encuadra u organiza los síntomas. El propósito es
descubrir una pauta de significado contextual, que sirva para concurrir a que el sistema
perturbado se organice a sí mismo. Este proceso supone gatillar a la familia para que genere su
propia solución.
El distingo de principio se dirige a construir una hipótesis sobre el sistema familiar, que
es modificada en respuesta a informaciones ulteriores que la familia produce; y a veces esa
hipótesis es presentada a la familia a modo de intervención.
La construcción de una hipótesis se inicia aun antes de ver a la familia, sobre la base de
la información obtenida de la fuente de derivación o del contacto telefónico.
La terapia de Milán comienza una vez construida una hipótesis de esa índole. Esta
hipótesis es un marco semántico de referencia, que especifica por qué la familia opera, actúa,
comunica o se presenta de una determinada manera. Procura además ser sistémica: intenta
conectar las comunicaciones de todos los miembros de la familia de manera isomorfa a la pauta
que, según la hipótesis, organiza a la familia entera. En la práctica, las hipótesis iniciales suelen
abordar solo partes del sistema familiar. Las llamamos “hipótesis de arco parcial” como una
manera de indicar que no son plenamente sistémicas. En el despliegue de la sesión, estas
hipótesis de arco parcial se conectan de manera de enlazar la participación y el aporte de todos
los miembros de la familia. Esta pauta de conexión más amplia constituye la “hipótesis
sistémica” plenamente desarrollada.

Complementariedades recursivas:
La organización secuencial de la conducta problema forma parte de las pautas de
coalición actuales, que a su vez se organizan dentro de contextos de referencia. Estas
complementariedades se asimilan a todas luces a la perspectiva de Haley. Pero Milán sostiene
enseguida que todos estos niveles de proceso alojados unos en otros están organizados por las
perspectivas temporales que la familia tiene sobre relatos históricos y también sobre
predicciones. Haley, lo mismo que el MRI, no suele poner el acento en la construcción de
marcos de referencia temporales, que no sean las descripciones del estado presente.
Las preguntas se dirigen sobre todo a abordar los marcos políticos de referencia en
función de “conducta interactiva especifica en circunstancias específicas”, “diferencias de
conducta”,”crear jerarquías de conductas o interacciones especificas”, “cambios en la conducta”
o en el vínculo antes y después de ciertos sucesos”, y así. El principal marco de referencia en
esta terapia es la hipótesis de los terapeutas. Pero es cierto que en ocasiones estos piden a los
miembros de la familia informes sobre cómo entienden, se explican o interpretan su situación.
Estos marcos semánticos proporcionados por miembros de la familia suelen ofrecer indicios
sobre los marcos políticos que hace falta abordar.
El cambio de las hipótesis del terapeuta en armonía con la información que van
proporcionando los marcos de referencia antes mencionados.
La hipótesis del terapeuta organiza la selección de preguntas dentro de cada uno de
estos marcos de referencia.

13
Los marcos semánticos de la familia proveen de indicios respecto de la conexión entre la
organizaron del pensamiento de la familia y la organización de la conducta de sus miembros. Y
la informaron obtenida de estos diversos niveles de indagación permite después corregir las
hipótesis: estas se desecharan, se modificaran parcialmente o se afinarán.
De los abordajes de Haley y del MRI, difiere el de Milán en que evita ciertas maneras
interacción con la familia. Ciertos observadores pueden llegar a sostener que ese abordaje
suele evitar intervenciones que revelen dramáticamente la manera en que la familia se organiza
y resiste al cambio. Otros dirían que no imparte directivas que movilicen el cambio dentro
mismo de la sesión, ni produce acciones provocativas que precipiten deliberadamente una
crisis. En nuestra opinión, sin embargo, el abordaje de Milán sigue un camino muy sutil para
recoger información sobre la organización de la familia.

Preguntas triádicas:
Este abordaje incluye lo que sus sostenedores llaman “la modalidad triádica de
investigación de relaciones”. Estas preguntas llamadas triádica consisten a veces en pedir a un
miembro de la familia que haga comentarios sobre el vínculo diádico de otros dos. Las
preguntas triádicas pueden ir dirigida también a pautas de interacción más complejas. Se
preguntará a un niño “cuando tu padre y tu madre pelean, ¿cuál de tus hermanos o hermanas
es el que participa más o menos?”.
La administración cuidadosa de este abordaje hace aflorar pautas de coalición, no sólo
en las percepciones que refiere tener el que responde, sino, lo que es más importante, en las
reacciones que estos precipitan en los demás. Empleadas de manera conveniente, estas
preguntas llevan a reaccionar frente a otros miembros de la familia, en lugar de producir
reacciones dirigidas al terapeuta. En tanto las estrategias de Haley y de Minuchin suelen
construir pautas de coalición ñeque ellos mismos se vuelven parte de una relación triádica, el
grupo de Milán estructura la familia para que escenifique sus propias coaliciones. Esto facilita al
terapeuta no hacer causa común con un miembro de la familia ni quedar entrampado en una
coalición a favor o en contra de alguien. La posición del terapeuta en este abordaje es, y no
sorprende, de “neutralidad”.
Cuando se invita a un miembro a hacer comentarios sobre la relación entre otros dos (o
más), lo común es que se produzca una reacciona l comentario de otro miembro. Esta reacción
a una reacción da lugar a que el terapeuta configure otra pregunta triádica. De este modo,
diversos marcos políticos de referencia (pautas de interacción) se construyen ante la
realimentación corriente que se genera a causa de las preguntas. El equipo de Milán emplea el
término “circularidad” para denotar “la capacidad del terapeuta, de conducir su investigación
sobre la base de realimentaciones que produce la familia en respuesta a la realimentaciones
que produce la familia en respuesta a la información que acerca de relaciones él solicita…”.

Pautas cibernéticas de intervención:


Hacia el final de la sesión, el equipo de Milán en ocasiones decide construir un orden de
intervención diferente, orientado sobre todo a connotar de manera positiva “la tendencia
homeostática del sistema”.
El abordaje de Milán considera que la familia requiere de una fuente de información
nueva. Se la suelen procurar por la adopción del camino siguiendo el cual los terapeutas
demandan estabilidad y cambio.
El paso a una connotación positiva, que la tenia negativa, en sí mismo es un cambio en
la realidad vivencial de la familia.
La declaración se deja caer sobre la familia, y el terapeuta da rápidamente por
terminada la sesión. La siguiente por lo común se conviene pasado un mes o más. Esto deja
tiempo suficiente para que se produzcan secuencias de acción importantes, que serán
calibradas por la intervención. Y cada sesión nueva comienza de la misma manera: hipótesis-
preguntas- intervención.

14
Estas sesiones de Milán proveen de “prescripciones invisibles”. Una pregunta es más
que una demanda de descripción. Es también una prescripción destinada a construir una
particular realidad vivencial. Estas son las llamadas “preguntas informativas”.
La pauta que conecta a una sesión terapéutica de Milán es en sí misma una “pauta
informativa” para la familia. Es articulada durante la sesión entera por las respuestas que la
familia da a las preguntas del terapeuta. Como las hipótesis del terapeuta son isomorfas a la
pauta que organiza las preguntas en la sesión, la experiencia de la sesión por fuerza incluye
enfrentarse en un nivel Inconsciente con esa misma pauta que organiza las hipótesis del
terapeuta. Así vistas las cosas, podemos decir aquí que el terapeuta ha utilizado una
“prescripción invisible”.
Todas las terapias, establecen constreñimientos en cuanto qué información será
desatendida. Por ejemplo, en la terapia de Milán el control de información por parte de los
terapeutas se considera una de las más importantes características de tratamiento logrado, sino
la más importante. El grupo de Milán entiende que aspectos técnicos como la administración del
tiempo que trascurre entre sesiones y el bloqueo de la longitud de las conversaciones
telefónicas con los clientes son caminos que imponen controlar la información a fin de construir
una terapia fecunda.
La idea decisiva que lleva a comprender y construir una terapia de Milán atañe a la
organización recursiva del significado contextual. Por la vía de construir, corregir y reconstruir
un marco semántico de referencia o hipótesis, la terapia es calibrada y recalibrada de continuo.
La hipótesis calibra las preguntas y las reacciones a esas preguntas recalibran la hipótesis.
Con este proceso de realimentación, es posible construir intervenciones que consistan
en presentar una hipótesis de manera que prescriba su lógica y reencuadre su connotación,
haciéndola positiva con respecto a la contribución de todos los miembros a la organización del
sistema en su conjunto.

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EPÍLOGO:

Se podría sostener que la estrategia de Milán, con su orientación de significado


contextual, trata con mayor eficacia los marcos políticos de la relaciones sociales triádicas y la
interacción problema-solución.
Si todos estos abordajes consideran la política de la interacción solución-problema, y de
las relaciones sociales triádicas, también la semántica del significado contextual, se diferencian
por el marco de referencia a que en principio recuren para organizar los otros marcos. En una
terapia del MRI, el marco político de la interacción problema-solución, se emplea para organizar
pautas de interacción sibila y de significado contextual. Las terapias de Haley y de Minuchin
recurren en principio a las relaciones sociales triádicas para alterar la interacción problema-
solución y el significado contextual. La estrategia de Milán se diferencia de los abordajes de
Haley y de l MRI en que aplica en principio u marco semántico para modificar la política
familiar.
En realidad lo que cada estrategia prescribe es una particular manera de considerar la
realimentación en la terapia, el tiempo que propone un camino singular para participar en su
calibración. La complementariedad recursiva rectora de cada estrategia terapéutica especifica
la organización cibernética de realimentación de un sistema. Por ejemplo, una realidad
terapéutica del MRI pone de relieve la relación recursiva entre conducta problema y soluciones
intentadas; en cambio, Haley realza la manera en que la conducta problema se organiza por la
repetición de secuencias sociales. Milán señala el acoplamiento recursivo de semántico y
política familiar, y esta es su modalidad para el abordaje de la organización cibernética de un
sistema. Todas estas perspectivas sobre la específica realimentación organizada dentro de un
sistema terapéutico ejemplifican lo que se denomina “cibernética de orden simple” o “cibernética
de orden primero”.
Al terapeuta le hace falta algo más que una perspectiva sobre la organización
cibernética simple de un sistema perturbado. Coadyuvar a la transformación de un sistema
perturbado en una pauta de organización más adaptativa requiere de una dirección por cuya
senda su realimentación se pueda calibrar. Las diversas estrategias que hemos expuesto
prescriben, en consecuencia, un camino para construir una “realimentación de la
realimentación”. Denota esto la pauta cibernética de orden superior, q es preciso construir p/
alterar o calibrar la realimentación de orden inferior, estabilizadora d la conducta problema. Esta
pauta de orden superior es la que prescribe al terapeuta su modalidad de participación en la
terapia.
En una perspectiva del MRI, el terapeuta aborda el cambio de orden superior
procurando alterar la clase de conducta solución, y estabilizando al mismo tiempo la
especificación semántica del problema-queja (el contrato terapéutico). También Haley estabiliza
el marco semántico por el que se define el intento de terapia, pero se encamina al cambio de la
estructura de coaliciones y la secuencia social que la conducta problema encarna. Una realidad
terapéutica de Milán estabiliza la definición semántica que el cliente ofrece de la situación, y de
ahí pasa a estabilizar el marco semántico del terapeuta o “hipótesis sistémica”, al tiempo que
prescribe un cambio en el modo de ver los llamados problemas en particular, los terapeutas de
esta orientación suelen modificar la connotación de la conducta problemática señalando su
aporte político positivo a la estabilidad de la familia.
Esta mudanza de la realimentación, a la realimentación de la realimentación, señala el
paso de la perspectiva de la cibernética simple a lo que se ha denominado “cibernética de la
cibernética” o “cibernética de orden segundo”. Las hipótesis simplemente proveen de un camino
para llegar a las pautas políticas básicas que organizan a un sistema.
Watzlawick, Jackson y Beavin, bien al contrario de recomendar mucha perseverancia en
el tiempo para introducirse en el interior de un sistema señalan que el terapeuta tiene un
periodo de gracia mas bien limitado para lograr el cambio terapéutico porque “el propio sistema
nuevo se consolida hasta el punto e que el terapeuta queda casi inextricablemente prisionero
de él, y desde ese momento pierde gran parte de su capacidad para producir cambio”.Haley

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recomienda que el terapeutas sea un guardabarrera de la información, que toma a su cargo sin
dudas organizar lo que acontece en la terapia. El grupo de Milán propuso que los terapeutas
practiquen su arte “de la manera más desapegada posible, como si estuvieran en un torneo de
ajedrez en que poco o nada supieren acerca de sus adversarios”.

17
¿COMO EQUIVOCARSE MENOS EN TERAPIA. ?

Casabianca R., Hirsch, H.

CAPÍTULO 1: Funciones y características de los modelos de registro:

Un registro estandarizado del proceso terapéutico en cualquier modelo tiene dos


aplicaciones:

a) Servir a la terapeuta: Al permitirle observar la dirección del trabajo terapéutico, dándole


la oportunidad de evitar omisiones y descubrir errores, y por ende, modificarse y
aprender.
b) Posibilitar la investigación: comparar el trabajo de un terapeuta con el de otros,
comparar distintos momentos de un mismo proceso etc.

Para cumplir con estas finalidades, un registro de proceso terapéutico necesita:


1.- contener los datos necesarios y suficientes para operar el modelo terapéutico que se
utiliza, lo que se desprende de este modelo debe ser claramente reconocible desde los ítems
que componen el formulario de registro.
2.- Que la información este ordenada de manera tal que el lector pueda entender
fácilmente de que daros y como el operador extrajo sus conclusiones diagnosticas y como estas
guiaron sus intervenciones.
Cuando hablamos de información hacemos alusión a:
a) datos en bruto, de los pacientes ( verbalizaciones, relatos)
b) inferencias y concusiones del operador
c) Ser fácil de llenar.
d) Ser interesante
e) Que la información que ofrezca sea de fácil acceso ( en un sentido literal), debe tender a
acotar alternativas para sinterizar información y facilitar su uso.
f) Que la información sea lo mas precisa posible.

Para ser más explícitos, podemos decir que un registro ideal probablemente incluya ítems
con:
a) Categorías de datos mutuamente excluyentes, por Ej. sexo, edad.
b) Categorías de alternativas múltiples que el operador selecciona por Ej., distintas etapas
de la vida familiar.
c) Categorías de alternativas múltiples en las que el operador queda en libertad de
describir la respuesta al ítem en los términos que él considere pertinente
d) Observaciones libres sobre ítems no incluidos que puedan ser útiles al servicio del
observador.

El modelo de terapia.
El modelo de Palo Alto comparte con los otros modelos sistémicos varias premisas:
1. La conducta de todo individuo es función de la conducta de otros individuos con los
que mantiene relaciones.
2. Los individuos que mantienen relaciones más o menos estables pueden ser vistos
como miembros de un sistema.
3. Los miembros de un sistema significan sus conductas.
4. Las conductas en un sistema se organizan en torno a dos ejes: interdependencia y
jerarquía.
5. Todo sistema puede ser visto desde la óptica del interjuego de dos tendencias
opuestas; a favor del cambio y a favor de la estabilidad.

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Comparación de modelos: Palo alto, Estructural y Milán

Foco de análisis: nos referimos a que es lo que se mira desde cada modelo.
Palo alto: El foco son los procesos, las secuencias repetitivas de la conducta en las que
el comportamiento-problema esta inscripto. Se presta atención a que comportamiento de quien
desencadena la conducta problema, y que comportamientos de quienes siguen a esta con el
propósito de solucionarla.
Estructural: Se mira como esos procesos se organizan en relación a interdependencia y
la jerarquía; Se trata de averiguar quien hace que con quien y quien decide que en el sistema.
Milán: Pone el énfasis en los significados que el sistema atribuye a esa organización
particular de la conducta como así también a sus construcciones explicativas.

Objeto del cambio: El aspecto del funcionamiento del sistema que se quiere modificar.

Palo alto: Lo que se intenta modificar es la secuencia de conductas que se refuerzan


mutuamente en el intento de solucionar el problema.
Estructural: Lo que se intenta modificar es la organización del sistema, lo que implica
modificar la relación entre diversos subsistemas. Esto implica un cambio en las reglas que
regulan la interdependencia y la jerarquía.
Milán: Intenta fundamentalmente modificar el consenso de creencias respecto a un tema
dado, basándose en que si estas creencias se modifican, se modificaran las pautas
interaccionales.

Foco de intervención: Alude a que miembros del sistema eligen el terapeuta dirigir sus
intervenciones.

Palo alto: Se selecciona a aquellos miembros del sistema que parecen particularmente
motivados para resolver el problema. El cambio en uno o más miembros del sistema da lugar a
cambios en los restantes.
Estructural: Se utilizan los diversos subsistemas (por Ej. Díada madre-hijo) para
modificar con cada uno de ellos aspectos de la organización.
Milán: El blanco es en principio el sistema completo, por que cuanto más miembros
participen de las sesiones mayor es la posibilidad de introducir disenso en las creencias y
premisas que dan significado al problema.

Lugar del cambio: Nos referimos al contexto físico en el que el terapeuta supone tendrá
lugar la modificación comportamental de los consultantes. El modelo de palo Alto, en cambio se
ocupa sobre todo de intervenir en lo que los consultantes van a hacer fuera de la sesión.

Intervención: Aquellas conductas del terapeuta directamente planificadas para el logro


de su objetivo de cambio.

Palo Alto: Instrumenta redefiniciones que posibilitan desanclar conductas fallidas en


relación a la situación definida por los consultantes como problema, estimulando, si es
necesario, las muevas alternativas de solución a través de prescripciones directas o
paradojales.
Estructural: Intenta modificar la estructura, partiendo fundamentalmente de
redefiniciones, intensificadas en la vivencia y experiencia de conductas manifiestas diferentes
incluidas por el terapeuta, como son el enacting, el desbalanceo, y las sugerencias o
prescripciones de nuevas pautas organizacionales.
Milán: Enfatiza en especial hacia la modificación del significado otorgado por el sistema-
consultante a la situación-problema, el interrogatorio circular y la redefinición que involucra a

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todos los componentes. Los rituales u otras intervenciones como el secreto, tienden a reforzar
el nuevo significado con nuevas reglas interaccionales que lo confirmen.

Tipo de comunicación: En el de palo alto se privilegia la comunicación verbal, el


terapeuta presta atención casi exclusiva a lo que los pacientes cuentan como en cuanto a que
sus intervenciones e basan sobretodo en que y como decir.
Este es también el caso en la escuela de Milán, pero no el de la estructural, donde se
presta atención al modo en que los consultantes se ubican y mueven espacial y corporalmente
y donde el terapeuta utiliza también sus propios desplazamientos para sus intervenciones.

Distribución de sesiones: frecuencia y distribución de sesiones a lo largo del tiempo.

Palo Alto: Generalmente trabaja con un máximo de diez sesiones distribuidas una por
semana o quincenalmente, podríamos definir a este modelo como el más íntimamente ligado al
concepto de terapia breve.
Estructural No especifica un límite en el número de terapias. Este esta definido por la
capacidad del terapeuta y consultantes de ir logrando el objetivo terapéutico
Milán: Las intervenciones globales sobre sistemas frecuentemente rígidos, a transacción
psicológica, incrementan el tiempo necesario para el aprendizaje, que es respetado por el
terapeuta ampliando el lapso entre sesión y sesión, sin aumentar necesariamente la frecuencia.
Es una terapia breve a largo plazo.

Nuestros conceptos centrales.


1.- Partimos de considerar a la conducta-problema en contexto, es decir mantenida por
acciones entre individuos de un sistema, que al intentar resolver una situación difícil la fijan
(intentos fallidos de solución).
2.- El equilibrio logrado entre las interacciones ha dejado de ser satisfactorio para uno o
más individuos que se sienten motivados a modificar una situación-problema, convirtiéndose en
los potenciales agentes de cambio. Desde el terapeuta estos son considerados como el
subsistema de intervención o impacto.
3.- Es necesaria la posición jerarquizada en el sentido de la capacidad de influir.
Podríamos entonces afirmar que el recorte del subsistema de impacto depende también de las
variables que organizan la realidad terapéutica para el terapeuta-operador por parte de los
distintos miembros consultantes. A la vez esta posibilidad de recortar subsistemas de impacto
por parte del terapeuta, abre a este la alternativa de elección de diversos niveles de
intervención que este considere apropiados pata el logro del objetivo.
4.- El consultante tiene conocimiento, capacidad e interés para lograr una modificación,
pero necesita de la presencia real o virtual del experto para definir:
a) un problema que sea solucionable.
b) Una meta alcanzable en un plazo de tiempo.
c) orientación o estímulo suficiente para modificar sus caminos intentados.

Consultante y terapeuta poseen un objetivo único, pero construyen la realidad desde


grillas de lectura diferentes que necesitan encajarse mutuamente para constituir una tercera
común, que rescate al consultante de su propio punto de vista en los tres aspectos
mencionados posibilitando al terapeuta ser terapéutico.
Paciente y terapeuta deben tener la capacidad de definir o acotar problemas, considerar
un límite de tiempo para evaluar resultados en relación con el cumplimiento de una meta
mínima y posibilidad de convencerse de poder introducir cambios instrumentando nuevos
caminos y soluciones.
Los consultantes vienen con diferentes expectativas, más o menos clara, respecto a lo
que debe ser una psicoterapia.

20
También están los que llegan ala consulta con problemas del tipo: “me siento mal con
migo mismo y nada de lo que emprendo me sale bien”, significa que tampoco se sienten
capaces de hacer algo que pueda entenderse como mejoría en la terapia.
Si las limitaciones por una o ambas partes son grandes, la congruencia entre sistema
consultante-terapeuta no podrá darse, y por ende, el tratamiento no podrá ser estratégico.
Desde nuestro modelo de terapia estratégica se definen tres niveles de interacción
consultante-terapeuta: co-construcción del problema de la meta y de las soluciones. Es
indispensable la congruencia sistema consultante-terapeuta en estos diferentes niveles.
Los tres niveles de interacción mencionados se disparan a partir de tres componentes
presentes en los miembros del sistema terapéutico que se califican mutuamente cognitivo,
afectivo y connativo o de acción.

Co-construcción del problema: Se desarrolla desde una queja inicial que trae al
consultante en el contacto con el terapeuta este modifica la queja contextualizándola y
focalizándola hasta convertirla en un problema o motivo de consulta y un estimulo o tendencia a
actuar con una dirección que encaje con la demandada del consultante.
En un sistema consultante la queja, grado de perturbación y tipos de demanda aparecen
jerarquizados según reglas de la propia organización y el terapeuta necesita actuar
coherentemente a las mismas respetándola o intentando las modificaciones que la organización
tolere, como un interjuego permanente entre poder otorgado y poder ejercido.
Co-construcción de la meta: se desarrolla desde el problema o motivo e consulta
resultante de las interacciones previas hacia un aspecto puntual del mismo que ambas partes
acuerden como índice de evaluación del proceso terapéutico en un tiempo acotado. Involucra la
variable tiempo y modificaciones mínimas en el estado del problema nuevamente disparados
desde los componentes cognitivos, afectivos y reactivo o conativo,
Co-construcción de nueva soluciones: en este nivel la co-construcción se da entre un
sistema de intervención impedido en algún aspecto para implementar las habilidades que posee
para resolver al problema, el encuentro con un terapeuta que debe ser capaz de desbloquear
esas potencialidades básicamente a través de dos caminos.
a) Persuadiéndolo de realizar conductas diferentes
b) Incrementando la dificultad de resolución de manera tal que el propio sistema
consultante ponga en acción otras alternativas. Un tercer camino seria.
c) Modificando la percepción misma del problema, que en consecuencia modifique
las acciones tendientes a resolverlo.
Cual fuere el camino que se adopte consultante y terapeuta necesitan co-construirlo
respetando premisas generales que permitirán percibir sentir o valorar y tender hacia acciones
especificas diferentes a los que mantuvieron el problema. Si no es posible incluir una diversidad
compartida ambos quedaran atrapados en las viejas premisas o seria imposible trabajar
conjuntamente y esto en los tres niveles involucrados.
Cual de ellos: si el cognitivo, el afectivo o el reactivo cobrara prioridad como motos de los
otros es también materia de la congruencia que paciente y terapeuta construyen en su
interacción y a riesgo de ser repetitivos el sistema terapéutico nuevamente queda expuesto a
posibilidades y limitaciones.
Los tres niveles hasta acá descriptos de la organización de la relación terapéutica
(problema, meta y soluciones) están permanentemente en juego a lo largo el proceso
terapéutico.
Los índices evaluadores de la confirmación o modificación de la dirección de este proceso,
necesitan entonces referirse a las congruencias entre los componentes cognitivo, afectivo y
reactivos del consultante. Allí descubrimos si aquello que necesita ser co-construido se logro, y
si no fue así que obviamos hacer o de que otra manera tendría que haber sido hecho. Nuestra
terapia es un proceso de modificación progresiva y económica de actitudes por parte de los
consultantes y el terapeuta, donde cada uno de ellos es estimulo de cambio para el otro, con el
faro de un objetivo común: un específico logro

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22
CAPITULO 2: “El modelo de registro del proceso terapéutico”

Manual de instrucciones para el completamiento de la ficha de registro inicial:

A) Carátula.

Nombre y otros datos personales del encabezamiento: Identificación de quien viene


designado como portador del problema, por quien se consulta, que puede ser o no, quien pide
la entrevista.
El “Paciente Identificado” puede ser unipersonal, pareja o familia; este puede coincidir o no con
el consultante.

Derivante: Consignar función (amigo, medico de cabecera) especificando si fue quien


pidió la consulta, o esta se hace por propio interés del consultante. Si se considera pertinente,
agregar apellidos y nombres, dirección y teléfono.

Grupo de Convivencia: Registrar datos estipulados para cada miembro que convive
con el Paciente Identificado, pertenezca o no a la familia biológica.

Otros significativo: Por significativo entendemos los que tiene alguna relación con el
problema del PI. Por relación queremos decir un contacto influyente en las conductas
“disfuncionales” (Ejemplo Pag. 48).

Ítems restantes: Se explican por sí mismos.

B) Instrucciones para registros de primera entrevista.

1) Queja inicial: Debe registrarse, en lo posible con palabras del consultante, lo que
expresa como razón de la consulta que puede de hecho ser diversas, en el caso de
distintos consultantes.

2) Por que ahora: Debe rastrearse específicamente qué desencadenó que la consulta
surgiese e este momento.
3) Motivo de consulta: Escribir el problema que el consultante eligió como más importante
o más urgente, que pude coincidir solo parcialmente con la queja inicial. (Ej. Pag. 48).
4) Historia y circunstancia actual del motivo de consulta: Consignar desde cuando
sufre el problema, fluctuaciones importantes a lo largo del tiempo y sus razones. Pero
sobre todo, circunstancias detalladas en las que el síntoma tiene lugar ahora: con quien,
frente a que comportamiento, en que horarios, etc. (ej. Pag. 49).
5) Que deja de hacer o quisiera hacer y no hace como consecuencia del problema:
Indagar si hay algo que las personas no pueden dejar de hacer como consecuencia del
problema o si hay algo que quieren hacer y no pueden.
6) Soluciones intentadas: Escribir conductas concretas que los distintos miembros del
sistema significativo efectúan al intentar solucionar la conducta-problema, especificando
si son soluciones fracasadas o exitosas, y en este ultimo caso si están vigentes o no.
7) Tratamientos anteriores: Indagar acerca de las características de los tratamientos
anteriores y de los terapeutas, y en que sentido sirvieron o no. Suele convenir preguntar
que se les dijo respecto al problema, y si eso sirvió, o que sacaron en limpio y si les fue
útil o no.
8) Tratamientos actuales de cualquier tipo que se consideren pertinentes: Otros
tratamientos que pueden influir sobre el motivo de consulta, aunque el profesional a
cargo no haya sido descrito entre las personas significativas.

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9) Actitudes y opiniones importantes de las personas significativas: Consignar las
opiniones y creencias que generan determinados modos de manejarse del consultante y
las otras personas significativas frente al problema y al PI; marco gral dentro del cual
vienen ensayando sus soluciones (ej. Pag. 50).
10) Motivación:
a) Que objetivos busca al consultar: ¿Para que se cree que le puede servir la
terapia? Consignar si busca entender que le pasa, calmar a alguien.,
convencerse de que no puede hacer nada, tener con quien descargarse, etc.
b) Que espera que haga el terapeuta: ¿Cómo espera o supone que el terapeuta
debe comportarse en el tratamiento? Registrar cosas tales como si quiere que el
terapeuta lo escuche, lo interprete, lo apoye ante otros.
11) Posiciones y lenguaje del consultante que pueden ser útiles: Registrar aquí las
formas del consultante de considerarse a si mismo, valores, creencias y visiones del
mundo.
12) Diagnostico: Describir el circuito que mantiene la conducta-problema, sea en términos
de conductas observables o actitudes recíprocamente confirmatorias (ej. Pag. 51).
13) Meta mínima pactada con el consultante y reacción de este: Se tarta aquí de
focalizar o parcializar un aspecto del motivo de consulta, y pactarlo como meta a lograr a
través del proceso terapéutico.
En algunos casos se podrá pactar esta meta como suficientemente significativa como
para dar por terminado el proceso cuando se logre. En otros, se pactara como un primer
paso pequeño pero significativo. En ambos casos, debe quedar registrado a que clase
pertenece la meta mínima, que siempre debe consignarse en términos de
comportamientos observables.
14) Objetivo del terapeuta: ¿Qué quiere lograr el terapeuta, que eslabón o segmento
busca cambiar para lograr una modificación en el estado diagnosticado? (ej. Pag. 52).
15) Intervenciones del admisor y primera reacción del consultante: Se trata de registrar
las principales intervenciones y el grado en que “entraron”, para ver si vale la pena
insistir en ellas o no.
16) Predicciones: Consignar aquí las anticipaciones que el terapeuta haga respecto a
comportamientos posibles con los que los miembros del sistema reaccionaran a las
intervenciones de esta entrevista.
17) Estrategia a seguir: Registrar aquí las maniobras o modalidades de acción que el
terapeuta considera convenientes para el logro de su objetivo, y/o aquellas que cree que
hay que evitar por que lo alejan del mismo. Es necesario tomar en cuenta no sólo dicho
objetivo y las soluciones intentadas por el consultante, sino también las primeras
reacciones de este a las intervenciones realizadas, y las predicciones consignadas
precedentemente.
18) Quienes son citados para la próxima: Especificar a que miembros del sistema en
particular cita el terapeuta para la próxima.
19) Numero de sesiones previstas: Registrar aquí el número máximo de sesiones que se
estipula para el logro de la meta mínima, o el número y lapso probable del tratamiento, si
sólo lo pensó para sí mismo.

Manual para ficha de evaluación parcial


“sesión por sesión” del proceso terapéutico.

1) Estado del motivo de consulta en la percepción subjetiva: Se refiere a como los


consultantes perciben el problema con relación al momento de la consulta anterior y
siempre en referencia a la meta pactada. Esta evaluación puede implicar una
indagación especifica.
2) Respuestas a las intervenciones de la sesión anterior:

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a) Registrar casi textualmente los que los consultantes comentan en
respuesta a las intervenciones de la sesión anterior.
b) Tildar en las alternativas las clases de respuestas.
Consideramos que una reformulación o tarea fue aceptada cuando el sistema
nos confirma que es capaz de instrumentarla como fuente posible de cambio (ej.
Pag. 54).
c) Observaciones: Se registrara todo comentario útil para orientar las
siguientes intervenciones terapéuticas.
d) Otros cambios: Registrar aquí otras reverberaciones del cambio en algún
aspecto no considerado explícitamente en las intervenciones.
3) Clima motivacional del inicio de la sesión: Evaluar el tono emocional que tiñe la
interacción consultante-terapeuta respecto a la finalidad del proceso terapéutico, es
decir al grado de esperanza que ambos manifiestan respecto a la terapia, y a la
disposición mutua a la influencia terapéutica.
a) Por el grado de esperanza: Nos referimos a cuanto confía el/los
consultante/s en que la terapia puede ayudarle a resolver el motivo de
consulta. Si es alto, el consultante parece confiar casi plenamente en que es
posible obtener un resultado exitoso; si es medio ahora el terapeuta debe
percibir que hay cierto grado de confianza en él como para continuar
haciendo esfuerzos terapéuticos; si es escéptico el consultante no manifiesta
confianza alguna en que se pueda alcanzar la meta terapéutica a través de la
línea de trabajo y/o relación establecida hasta ese momento.
b) Por disposición a la influencia terapéutica: Nos referimos a la
disponibilidad para seguir al terapeuta y a sus propuestas, aunque esto sea
desobedecer. Es el grado en que toma en cuenta y acciona frente a las
intervenciones del terapeuta.
Alto, implica un claro interés en “seguir” al terapeuta.
Medio, implica algún interés pero requiere esfuerzo por parte del terapeuta.
Bajo, cuando el consultante se manifiesta impermeable a las intervenciones
terapéuticas. Clásicamente, el tipo “sí, pero no”.

En general estos dos aspectos (esperanza y disponibilidad) están


correlacionados pero no necesariamente.
Desde el punto de vista del terapeuta, el grado de esperanza se refiere a su
expectativa respecto a la eficacia del proceso terapéutico.
Es alto cuando el terapeuta se siente entusiasmado y tiene la clara sensación
de que el proceso avanza hacia el cumplimiento de la meta mínima; medio
cuando se siente moderadamente optimista, y escéptico cuando siente que
de continuar el proceso de esta manera, probablemente no desemboque en
el resultado terapéutico aceptable para ambos.
La disposición para seguir interviniendo en la misma dirección implica que el
terapeuta se siente confirmado en su línea de trabajo y por tanto desea
persistir en ella. En otra dirección implica que el terapeuta se siente
confirmado en su función terapéutica, pero cree conveniente modificar la
línea de trabajo por alguna razón; el deseo de interrumpir el tratamiento
implica que el terapeuta siente que es inútil seguir interviniendo, sea por que
se está rechazando su función terapéutica o bien por que cree que es
terapéutico interrumpir el proceso.
Desde el terapeuta podría también suceder que hubiera contradicción entre
estos dos aspectos, por ej que tuviera un alto grado de esperanza en la
terapia y deseos de interrumpir por que cree que ya es suficiente y que más
sesiones podrían perjudicar el resultado.

25
Además puede ocurrir que haya contradicciones entre paciente y terapeuta
(ej. Pag. 56).
4) Respuesta del terapeuta a la información precedente: Se refiere a que dice o
hace el terapeuta tanto respecto a lo que los pacientes traen como respuesta a las
intervenciones de la entrevista anterior, como al clima de comienzo.
Consignar aquí si no se dan respuesta a esta altura por alguna razón estratégica del
terapeuta o por que queda implicada en las nuevas intervenciones que se realizan
en esta sesión.
5) Eje temático de la sesión: Registrar de que se hablo en la sesión.
Registrar aquí si se establecen acuerdos con otros miembros del sistema que
puedan considerarse submetas, esto es, acuerdos que no cuestionan sino que
resultan importantes para asegurar el cumplimiento de la meta pactada con el
consultante, y que tampoco son los comportamientos solicitados a los consultantes
para que la meta pueda ser alcanzada (ej. Pag. 58).
6) En este ítem se necesita registrar si a partir de lo considerado en los ítems
precedentes, el terapeuta ve necesario modificar la meta mínima, el motivo de
consulta, su diagnostico u objetivo (ej. Pag. 58).
7) Intervenciones principales.
8) Ídem a 3) recordemos que el propósito de este ítem es establecer comparaciones, lo
mas precisas posibles entre el clima de comienzo y cierre, como una manera de
evaluar lo que ocurrió en la sesión.
9) Predicciones: Se refiere a lo que el terapeuta cree que va a pasar:
a) respecto al estado del motivo de consulta a través de la meta mínima, y
b) Con qué comportamientos reaccionaran los consultantes a las intervenciones
de esta sesión.
10) Planificación:
a) Nos referimos a aquellas intervenciones que parecen estar produciendo el
efecto deseado, tanto si se trata de reformulaciones como de sugerencias o
prescripciones exitosas.
b) Nos referimos a aquellas intervenciones que o bien repiten soluciones
intentadas fracasadas del consultante, o le han sido rebotadas al terapeuta
en las sesiones previas.
Este ítem debe constituir un catalogo ampliable sesión por sesión, que
sintetice qué no debe hacer el terapeuta.
c) En base al análisis de los ítems precedentes, consignar: nuevas
intervenciones que el terapeuta piensa incluir al comienzo de la nueva sesión
para modificar un desenlace inadecuado de esta; o bien otras intervenciones
que piensa realizar si se cumplen determinadas condiciones, esto es, ciertas
respuestas a las ultimas intervenciones.
11) Quienes son citados a la próxima entrevista: Se explica por sí mismo.

Manual de instrucciones para la


ficha de evaluación final.

Esta ficha debe llenarse después de la ultima sesión y no debe sustituir a la ficha “sesión
por sesión” correspondiente a ella. Dado que es en muchos casos difícil determinar cuando un
tratamiento ha terminado, salvo en el caso de las altas, sugerimos llenar esta ficha cuando el
terapeuta se siente en condiciones de predecir que el consultante no volverá en el futuro
próximo, sea por que ha progresado lo suficiente o por que tiene una sensación suficientemente
clara de fracaso. En los casos catalogados como “salidas”, sin un acuerdo con el terapeuta,
este necesitara extraer de la información contenida en las fichas anteriores, los datos que sean
necesarios para llenar esta ficha (Ver ficha pagina 61!)

26
Manual de instrucciones para el seguimiento post-terapia.

Debe tenerse en cuenta que este seguimiento no es una indagación neutral, debe ser
manejado tan estratégicamente como cualquier otro de los contactos establecidos co el/los
consultante/s precedentes. Debe tenerse en claro que también el modo en que el entrevistador
haga las preguntas influirá sobre el contenido de las respuestas.
Dado que esta entrevista suele ser telefónica, debe realizarse con el consultante mas
comprometido o motivado de la terapia que en general aparece como el que pidió la consulta
inicial.
Esto requiere una indagación minuciosa de por que igual, mejor o peor.
En el caso de una eventual mejoría, ella puede tener que ver con un cambio en el motivo
de consulta o con un cambio en la adjudicación de significado al problema, por el cual este ha
dejado de ser considerado como tal (ver ficha pag 64).

27
CAPÍTULO 3: Comentario general acerca de las diversas fichas de registro.

Ficha de registro inicial:


La carátula está diseñada como para ofrecer una especie de síntesis de ciertas
características del sistema consultante.
De un golpe de vista se puede saber quién es el PI, qué lugar ocupa en la familia, cómo
está constituida esta; sus características socioeconómicas y quienes en ella son proveedores.
Asimismo, qué posibilidades de vida en común tiene en función de sus horarios (esto es
importante a tener en cuenta si se dan tareas).
También figura la fuente de derivación, con alguna anotación si tiene importancia para el
manejo del caso. Quién fue el motivado a consultar (si el derivador o el consultante) y también
nos da idea de la influencia que tiene el derivador cobre el sistema consultante respecto al
problema. Si éste aparece como importante, se halla entre las personas significativas, de modo
que podría ser utilizada como disparador del cambio terapéutico.
También figura quién gestó la consulta, quiénes fueron citados y quiénes concurrieron a
la entrevista, lo que permite obtener información acerca de quiénes tienen interés en el
tratamiento y el grado en que son capaces de aceptar una indicación.
Como dijimos antes, el registro debe hacer inteligible el proceso terapéutico, dando
cuenta del modo en que el terapeuta y sus consultantes fueron construyendo una relación
instrumental, determinada por las variables propias del modelo.
En principio entonces, debe dar cuenta del modo en que el malestar inicial de los
consultantes es modelado, negociado, hasta transformarse en un motivo de consulta trabajable.
El primer ítem (queja inicial) ayuda a visualizar la "materia prima" que los consultantes
aportan: su malestar expresado en adjudicaciones de significado y conductas que sostiene esos
significados.
El segundo (por qué ahora) es habitualmente la mejor guía para que el entrevistador
ayude al consultante a definir un motivo de consulta, puesto que el acontecimiento que funcionó
como disparador de la misma, ayuda a definir la clase de motivación preponderante.
Una vez establecido el motivo en el ítem 3, adquiere "identidad", por así decir en el ítem
4 (historia y circunstancias). Aquí aparece desde cuándo, con quién y cómo se da el problema,
qué otros son parte del mismo, tanto en términos de significados compartidos como de
comportamientos. Así, la identidad que adquirió el motivo de consulta se convirtió en relacional.
¿Hasta que punto se quiere resolver el problema, así caracterizado? Esto habitualmente
se averigua en el ítem 5 (qué quiere dejar de hacer o quisiera hacer y no puede). Este ítem os
informa sobre el límite de cambio posible, tanto en términos del interés por cambiar de los
consultantes, como del tope que el terapeuta debe fijarse en términos de metas, en función de
ese interés.
Esto se termina a veces de contestar en el ítem 6 (soluciones intentadas) puesto que la
intensidad con que se intenta resolver el problema puede ser una medida del interés del
consultante en resolverlo. Soluciones intentadas aportan ahora el conocimiento de lo que ya se
hizo y fracasó, y al repetirse, ha contribuido a mantener el problema. Permite averiguar en
consecuencia hacia donde no ir en las sugerencias.
El ítem 7 (tratamientos anteriores) es una variante del anterior.
El ítem 8 (tratamientos actuales pertinentes) resulta importante para ubicar en alguna
parte información acerca de la influencia que una medicación u otro tipo de tratamiento puede
tener, tanto en el problema, como en eventuales tareas que se le sugieran o prescriban.
A continuación, los ítems 9 y 10 van a registrar el hilo, la materia prima para que el
terapeuta pueda tejer sus intervenciones. El terapeuta necesita tener un registro de las
creencias y opiniones de los protagonistas de la situación acerca de la naturaleza de esta (ítem
9), así como de las creencias, valores y costumbres en general de los consultantes (ítem 10).
Este "catálogo" le permitirá emplear en sus intervenciones las mismas categorías cognitivo-
afectivas que aquellos, respetando lo que no puede ser cambiado y es al contrario vehículo del
cambio (encaje comunicacional).

28
Comparando estos dos ítems con una intervención cualquiera del terapeuta, un lector
(sea el propio terapeuta u otro) debería estar en condiciones de saber si es formalmente
apropiada o no.
El ítem siguiente, motivación, no se utiliza para saber cuán motivado el consultante sino
a qué (que puede ser o no resolver el problema), y qué conducta supone que el terapeuta debe
tener para ayudarlo. (Ej.: pág. 72).
Esto de alguna manera cierra el capítulo de datos a obtener, que se ordenan y sintetizan
en el ítem siguiente: Diagnóstico. Aquí lo entendemos como una descripción sintética
significativa de lo que es el problema que motivó la consulta. La organización elegida por el
terapeuta guardará coherencia con y afectará la negociación de la meta mínima (ítem 13) y la
elección del objetivo del terapeuta (ítem 14).
Además, proporcionará seguramente un marco a partir del cual se le ocurrirán al
terapeuta ciertas clases de intervenciones iniciales (ítem 15) y de estrategias generales (ítem
16).
Volviendo ahora a lo que llamamos negociación de la meta mínima (ítem 13) que sigue
al diagnóstico, es importante dejar constancia de si es considerada por los consultantes como
mínima pero suficiente para terminar la terapia, o mínima como paso de una progresión, puesto
que las estrategias que el terapeuta va a emplear desde el momento en que la meta empiece a
cumplirse van a ser diferentes en uno y otro caso. En los casos en que se pactó una meta no
suficiente, el terapeuta no debe dar por terminado el tratamiento al cumplirse esta. Propondrá
en cambio una pausa para ver si el pequeño cambio producido puede mantenerse. En los
sistemas flexibles, esta pausa bastará para que el cambio se generalice lo suficiente como para
dar por concluida la terapia. En los sistemas rígidos, generalmente serán necesarias nuevas
etapas con nuevas metas.
Si bien tanto la meta mínima como el objetivo del terapeuta están directamente
relacionados con el motivo de consulta y con el diagnóstico, puede decirse que el motivo es la
versión del paciente del problema a resolver, y el diagnóstico es el problema a resolver visto por
el terapeuta. En este sentido, la meta es el cambio (visto desde el motivo de consulta) que
quiere el consultante, mientras que el objetivo es el cambio que quiere el terapeuta, visto desde
el diagnóstico. (Ej. : pág. 74)
Sintetizando, podríamos graficar este proceso de la siguiente manera:

Consultante Queja inicial Motivo de consulta Meta mínima

Terapeuta Datos en bruto (motivo de consulta) objetivo del


Diagnóstico terapeuta.
Con la meta y el objetivo en mente, el terapeuta realiza las primeras intervenciones y
evalúa las respuestas iniciales de los consultantes a las mismas (ítem 15), con lo cual está en
condiciones de predecir las respuestas de los consultantes en la sesión siguiente (ítem 16).
Toda esta información le permite formular tentativamente una estrategia general (ítem 17), en la
que es conveniente que conste tanto qué hacer como qué evitar.

Ficha de evaluación parcial del proceso terapéutico:


El protocolo de evaluación sesión por sesión, que sigue al que acabamos de
comentar, está concebido de modo de guiar al terapeuta a considerar cada entrevista como una
verdadera continuación de la anterior. Así, empieza por ocuparse de los efectos de ésta, y por
ende el ítem 1 (estado del motivo de consulta) lleva a un punto que en este modelo es central:
modificación del motivo de consulta.
Esto permite una comparación inmediata con las predicciones (ítem 9) establecidas al
final de la sesión anterior.

29
El ítem 2 (respuestas a las intervenciones de la sesión anterior) enriquece la información
vertida en el ítem 1, en tanto permite saber qué dio lugar al cambio y cómo, o de qué manera la
intervención fue rechazada por el sistema.
Al transmitirse información expresada en estos dos ítems la sesión empieza con un
cierto clima, puesto que tanto las novedades como la ausencia de ellas, movilizan en los
consultantes y en el entrevistador, variaciones a lo largo del eje que podríamos llamar de
motivación (ítem 3: Clima de la sesión). La motivación es función de dos aspectos
interdependientes pero diferenciables: el grado de esperanza de que el proceso lleve al
resultado deseado, y el grado de encaje -en el sentido de posibilidad de influenciarse
recíprocamente- para que los comportamientos de paciente y terapeuta sean adecuados para el
logro del objetivo buscado.
Ocurre que en función de lo considerado en los 3 primeros ítems, el terapeuta ya a esta
altura de la sesión, enfrenta las siguientes posibilidades;
a) La intervención está siendo exitosa y por lo tanto la meta mínima se confirma y el
motivo de consulta también (no es necesario introducir cambios).
b) La intervención no está siendo exitosa pero no se observa necesidad de modificar ni
la meta ni el motivo de consulta (es necesario cambiar el tipo o forma de la
intervención).
c) La intervención dio lugar a que el consultante hiciese lo previsto por el terapeuta,
pero esto no sirve para alcanzar la meta mínima (aquí tiene que cambiar el
diagnóstico.
d) El consultante da muestras de estar interesando en resolver un motivo de consulta
diferente al inicialmente pactado (cambio de motivo de consulta, con seguridad de
meta, y probablemente de diagnóstico objetivo e intervención).

Esto se terminará de armar en el ítem siguiente (ítem 5), donde figura la síntesis
temática de la sesión. En la medida en que el entrevistador tenga necesidad de consignar
muchos temas (no muchos ejemplos de la misma cuestión) será evidente que algo no está
marchando bien, dado que muy probablemente sus intervenciones principales se dispersarán
en una variedad de flancos.
También debe registrarse aquí cualquier tema que se pacte como meta mínima diferente
de la ya negociada, con algún/os miembro/s que no sea/n el/los consultante/s. (Ej. :pág. 78).
Esto se constituirá en una sub-meta a la que se referirán las siguientes intervenciones de esta
sesión, como también las predicciones.
Esta sub-meta, de hecho, no anula sino es complementaria de la pactada con los
consultantes, que es en última instancia la que servirá como indicador del éxito o fracaso de la
terapia.
En estos casos el objetivo del terapeuta no cambia, y el motivo de consulta tampoco,
dado que la meta y la sub-meta están articuladas entre sí.
En síntesis, en caso de que se hayan entonces efectuado cambios en el motivo de
consulta, meta mínima o diagnóstico por el motivo que fuera, el terapeuta los consignará en el
ítem siguiente (ítem 6: modificaciones).
En cualquier caso, ya sea que haya habido modificaciones o no, en el siguiente capítulo
(ítem 7) figurarán las intervenciones principales, que pueden representar o no cambios en la
línea seguida hasta entonces.
Como consecuencia de la interacción entre consultantes (tema central) y terapeuta
(intervenciones principales) se crea un clima hacia el cierre de la sesión (ítem 8) que puede o
no contrastar con el del principio. La mera comparación entre ambos climas dice cosas
interesantes sobre el trabajo terapéutico efectuado en esa sesión, sin mencionar que también
se pueden hacer análisis de patrones.
En función de su registro de ese clima y de la respuesta inmediata a sus intervenciones,
el terapeuta hace predicciones (ítem 9) respecto a los movimientos de los consultantes hasta la
sesión siguiente.

30
Sobre la base de esas predicciones, anota (ítem 10) qué intervenciones le parece
conveniente seguir usando, qué posiciones espera evitar y qué novedades introducir. Así
pertrechado espera la próxima sesión, para indagar por el estado del síntoma (ítem 1) y todo
vuelve a comenzar... hasta que se cierra el tratamiento.

Ficha de evaluación final:


Esta ficha es sobre todo un resumen fácilmente aprensible de los resultados del proceso
terapéutico.
Para que esto sea posible, es necesario tener a la vista la meta mínima, las sub-metas si
se establecieron y el motivo de consulta, como así también las sustituciones en uno u otro que
pudieron haberse presentado (ítems 1 y 2).
Con los datos de esos dos ítems: La meta mínima y el motivo de consulta finales, el
terapeuta luego indaga y registra a través de los propios consultantes o de las fichas previas
hasta dónde fue alcanzada la primera y logrado o no el segundo (ítems 3 y 4).
Luego, si hubo modificaciones en las soluciones o en la visión del problema de los
consultantes (ítem 5).
Los dos ítems finales (ítem 6: Número de sesiones, y ítem 7: forma de finalización),
permiten saber de una ojeada la duración de la terapia y si hubo o no acuerdo en que finalizó
porque fue exitosa.
De este modo el registro del tratamiento queda concluido. Sólo falta saber qué pasa con
el correr del tiempo y de allí la ficha de seguimiento post-terapia.

Ficha de seguimiento post-terapia:


Para realizar la evaluación post-terapia, el terapeuta habrá esperado entre 6 y 9 meses.
Ese es un lapso que todavía permite que el consultante recuerdo con claridad lo ocurrido en la
terapia desde su perspectiva, y por otro lado suficientemente amplio como para ver si el
proceso ha desembocado o no en cambios duraderos beneficiosos. Si estos se produjeron,
probablemente ya se han afirmado lo suficiente como para que más preguntas no den lugar a
nuevas consultas.
La indagación abarca más áreas y es más exhaustiva que en la evaluación final, donde
todo giraba en torno a lo ocurrido con la meta mínima, el motivo de consulta la soluciones. En
el momento de la evaluación post-terapia, en cambio, se deben consignar, además de las
novedades en estos rubros (ítems 2, 3 y 4, ya que el 1 sólo es clasificatorio), si hubo cambios
favorables en áreas diferentes de la que fue el eje del tratamiento (ítem 5), y en qué sentido
negativo, si otros problemas contenidos en la queja inicial se mantienen como tales (ítem 6), o
si se han aparecido otros nuevos (ítem 7).
Estos ítems amplían el foco. Dicho de otro modo permiten ya averiguar los límites del
proceso terapéutico, y determinar la eventual conveniencia de iniciar uno nuevo, quizás con el
mismo terapeuta si ha tenido éxito hasta entonces, y seguramente con otro si ha fracasado. Si
el proceso terapéutico fue un fracaso y no produjo cambios (o sólo indeseables) aquí se tendrá
la confirmación definitiva. Si fue exitoso, puede ser que las ondas del cambio se sigan
expandiendo a lo largo del tiempo, más allá de nuestro conocimiento.

31
CAPÍTULO 4: CASOS CLÍNICOS: Comentario acerca del uso de las fichas de
registro.
(Para las fichas respectivas, remitirse al Apéndice).

CASO 1: "El hijo pródigo":

Primera entrevista:
(...) Muchas veces cuando la crisis da lugar a que la dificultad se transforme en
problema, se intensifican los esfuerzos por resolverla, y con frecuencia se cambian soluciones y
lo único que tiene que hacer el terapeuta es ayudar a preservarlas.
(...) Es muy interesante observar cómo el registro de primera entrevista ofrece una serie
de datos "obvios", que el entrevistador no alcanza a apreciar del todo o pierde de vista después
de un par de sesiones. Su relectura frecuente es un modo de evitar inútiles tanteos en la
oscuridad.
(...) Con frecuencia, cuando un caso está estancado y no se encuentran omisiones o
equivocaciones importantes en la conducción del proceso (que son la fuente de error más
frecuente) puede ser útil para salir del impasse pensar en un diagnóstico alternativo. De
inmediato aparecerá un nuevo conjunto de intervenciones con su propia lógica de aplicación.
(...) En "meta mínima pactado con el consultante y reacción de éste -ítem 13- (...) La
anotación de que esa meta (meta mínima) se considera un avance significativo pero no
suficiente, es crucial. En muchos caos no es posible ni conveniente fijar una meta mínima tal,
que su consecuencia implique que el tratamiento ya no sería necesario. Si se fija una meta
mínima y no se tiene presente que su cumplimiento no alcanza a los ojos del consultante para
finalizar la terapia, se corre el riesgo de producir una interrupción que deje insatisfecho a los
consultantes.
(...) El número de sesiones previstas -ítem 19- (...) Hay situaciones en que la discusión y
de acuerdo en el número de sesiones puede ser una parte muy importante de la estrategia
general.

Evaluación sesión por sesión. Sesión 2:


El ítem 4 muestra una respuesta clásica para mantener el control del proceso: se
transforma la resistencia en cooperación, sin ignorarla.

Sesión 3, 4, 5, 6 y 7: (pág. 93-102)


Evaluación final: (pág. 102)
Seguimiento post-terapia: (Pág. 102).

CASO 2: "Del puñal a los monos":

Primera entrevista: (Pág. 103-106).

Evaluación sesión por sesión: (Pág. 106-115).


Sesión 2:
El ítem 2 (respuestas a las intervenciones) (...) Aquí se puede ver que aunque
generalmente las intervenciones principales suelen apuntar a la modificación del problema, hay
casos como éste en que apuntan a la creación o al mantenimiento de la relación, y su
efectividad debe medirse en relación a ese patrón.
(...) Las intervenciones principales (ítem 7) son en este caso las preguntas que
organizan las manifestaciones del consultante en esa dirección. Desde nuestra perspectiva, las
preguntas son reformulaciones parciales. Al considerarlas pertinentes y al aceptar el orden en
que son formuladas, el consultante está empezando a delinear una perspectiva inexistente
hasta ese momento.

32
Sesión 3 y 4: (Pág. 108-110).
(...) En la mayoría de los casos es el establecimiento del motivo de consulta y de la meta
lo que permite avanzar en la relación terapéutica, mientras que en este caso fue al revés. Más
que otros, este protocolo muestra con claridad el motivo de consulta y la meta como
construcciones de paciente y terapeuta. La redefinición es la base constituyente del motivo de
consulta y la meta mínima no es formulada y aceptada explícitamente, está siendo sugerida
(pág. 109).
Quizá un terapeuta con otro estilo hubiese preferido hacer una propuesta explícita de
meta mínima. Creemos que esto puede ser más seguro, pero no siempre es imprescindible si el
consultante da muestras de reconocer que lo que se sugiere es "el próximo paso necesario", en
la resolución de su problema y se pone a trabajar en él, es suficiente. De allí en más, el
terapeuta debe vigilar permanentemente su el consenso se mantiene, pero sólo en caso de que
se pierda es necesaria la discusión explícita de la meta (probablemente otra).
En este caso, después de que la meta es sugerida y aceptada, se prescriben tareas para
alcanzarla, y otra para cumplir la meta fijada anteriormente. (...) Obviamente, la "entrada" de
este paquete de intervenciones eleva el clima motivacional de la entrevista (ítem 8).

Sesión 5: (Pág. 110-112).

Evaluación final:
Lo más interesante que se consigna en esa ficha es el proceso de sustitución (o quizá
podría denominarse perfeccionamiento) de las metas mínimas y de los motivos de consulta
(ítems 1 y 2).
En este sentido, contribuye a mostrar que la terapia se desarrolla en su mayor parte para llegar
a un motivo de consulta, y prácticamente termina cuando éste es definido. Es el reverso de los
otros casos que describimos, y que constituyen versiones más clásicas, del modelo por así
decir.
Evaluación pos-terapia (Pág. 112).

CASO 3: "El cambio reside en los otros".

Este es un hermoso ejemplo del modo en que el registro puede ayudar a comprender los
errores que llevan a un fracaso o deserción.
(...) Ilustra además el principio según el cual una buena parte de los fracasos se originan
en una falta de vigilancia del terapeuta sobre sus propios procedimientos.
La mayoría de los terapeutas que conocemos se sentirían inclinados a hipotetizar sobre
los motivos por los que esa falta de vigilancia se produce. Aunque en este caso los conocemos,
insistimos en que ellos son irrelevantes para modificar la situación: para ellos basta con revisar
en el registro de esta sesión si lo hecho cumple o no con las normas del modelo. Es evidente
que en este caso no es así, puesto que hay una inadecuada selección del sistema de impacto y
una evidente violación de un principio: utilizar el lenguaje del paciente.

Evaluación final:
Esta ficha muestra que al llenarla la terapeuta descubrió equivocaciones en su trabajo.
Esto se evidencia tanto en la observación respecto a la falta de meta mínima (ítem 2), como en
la que alude al rechazo de las intervenciones en el ítem 5.

Seguimiento post-terapia: (Pág. 115).

CASO 4: "Una mujer de avanzada".

(...) se verifica en este caso, una vez más, que cuando una intervención es exitosa
convienen insistir en ella en lugar de diluir su efecto con otras.

33
Evaluación sesión por sesión: (Pág. 118).
(...) Hábilmente la terapeuta evita insistir. Tal como se aprecia en los ítems 4 y 5, elude
cualquier confrontación directa o indirecta y vuelve atrás, hacia la última intervención efectiva, lo
que en nuestra opinión constituye otra regla de procedimiento del modelo.

Evaluación final y Evaluación post-terapia: (Pág. 120).

34
EPÍLOGO:

Hemos pensado que nuestro mejor epílogo consistirá en cerrar estas páginas con
algunos comentarios de colegas que, habiendo utilizado el material aquí contenido, nos
vertieron sus opiniones a manera de conclusiones críticas. Nos hemos tomado el atrevimiento
de categorizarlas y redefinirlas, desde los criterios que expusimos como objetivos o finalidades
de un modelo de registro del proceso terapéutico.

A. Desde su utilidad clínica:

¿Cuáles son sus ventajas?


o Facilita la focalización progresiva del proceso hacia un fin claramente especificado y
contratado entre consultante y terapeuta, evitando contradicciones o desencajes entre oferta
y demanda (eficacia).
o Moldea el pensamiento y las acciones de consultante y terapeuta hacia el obtener y dar la
información necesaria y suficiente para operar el cambio, evitando que el terapeuta se
pierda en otras no significativas para el cambio terapéutico (economía).
o Permite que el propio terapeuta y, rápidamente un supervisor externo al proceso, detecten
qué información falta, a qué datos y a qué altura del proceso no se les prestó la atención
debida, para continuar o modificar (aprendizaje por corrección del error).
o Su uso frecuente lleva a internalizar un modo de leer y operar sobre la "realidad" (desde las
variables que expresan los ítems) que se convierte en automático, con lo cual la técnica
demanda menos energía al terapeuta y se dispone entonces de un monto mayor a favor de
la artesanía en la terapia (permite perfeccionar el arte terapéutico).
o La lectura crítica de varios registros realizados por un mismo terapeuta, sea desde él o
desde un supervisor, permite apreciar su propia manera de captar información, sus recursos
terapéuticos predilectos, y sus errores u omisiones más frecuentes (esto posibilita el
diagnóstico y por ende perfeccionamiento del estilo del terapeuta).

¿Cuáles son las dificultades que presenta su uso?


o Es indispensable ajustarse con precisión a las reglas de su uso formuladas en los
manuales.
o El registro de datos del proceso se complica cuando el sistema consultante es amplio. Esta
situación implica la complejidad de registrar informaciones de diferentes miembros en
algunos ítems.
o Por último, aquellos ítems expresados como alternativas múltiples, pueden ser ambiguos en
su información. Este es un problema metodológico que podría resolverse parcialmente
especificando subclases; pero pensamos que es preferible mantener "Observaciones" como
categoría cualitativa que especifica la información, y eventualmente, complementarla con
flechas que indiquen la tendencia observada.

B. Desde su utilidad en la investigación:


Dijimos al comienzo que un modelo de registro es conveniente también a los fines de
investigación. Lamentablemente no tenemos todavía comentarios o conclusiones de las
ventajas o dificultades del nuestro a este respecto, ya que aún no ha sido implementado
sistemáticamente en esta área de aplicación.

35
“FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR”
2º PARTE

Salvador Minuchin

CAPÍTULO 1: Terapia Estructural de la Familia


Si el marco de referencia del terapeuta es la terapia estructural de familia, hablamos de un
cuerpo de teoría y técnicas que estudian al individuo en su contexto social. La terapia
basada en este marco de referencia intenta modificar la organización de la familia. Cuando se
transforma la estructura del grupo familiar, se modifican consecuentemente las posiciones do
los miembros en ese grupo. Como resultado de ello, se modifican las experiencias de cada
individuo.
La teoría de la terapia de familias se basa en el hecho de que el hombre no es un ser aislado,
sino un miembro activo y reactivo de grupos sociales. Lo que experimenta como real depende
de elementos tanto internos como externos. La experiencia del hombre es determinada por su
interacción, con el medio.
El hecho de basar las técnicas de salud mental en este concepto, constituye un nuevo
enfoque.
Las técnicas tradicionales de salud mental se originaron en una fascinación producida por la
dinámica del individuo. Ésta preocupación dominó el campo y condujo a los terapeutas a
concentrarse en la exploración de la vida intrapsíquica. Como consecuencia inevitable, las
técnicas de tratamiento basadas en esta concepción se concentraron exclusivamente en el
individuo, aislado de su medio. Entre el individuo y su contexto social se erigió una “frontera”
artificial. Al ser tratado en forma aislada era inevitable que los datos encontrados fuesen
restringidos a la forma en que él pensaba y sentía sólo acerca de lo que le ocurría; ese material
centrado en el individuo, a su vez reforzaba el enfoque del individuo en forma aislada de su
contexto y dejaba escaso margen para un feedback correlativo. Como consecuencia de ello, se
llegó a concebir al individuo como el asiento de la patología.
En cambio, el terapeuta de familia no basa sus concepciones en una personalidad “esencial”
que permanecería inmodificada a través de las vicisitudes de diferentes contextos y
circunstancias, considera a la persona como un miembro de diferentes contextos sociales,
actuando y respondiendo en su marco. Su concepción acerca de la localización de la patología
es mucho más amplia y también lo son, consecuentemente, las posibilidades de Intervención.

El nombre en su contexto
La terapia estructural de familia, que estudie al hombre en su contexto social, fue
desarrollada en la segunda mitad del siglo veinte. Se trata de una de las múltiples respuestas al
concepto de hombre como parte de su medio, que comenzó a difundirse a comienzos de este
siglo.
Una mente humana se desarrolla a medida que el cerebro procesa y almacena los múltiples
potenciales estimulados tanto interna como externamente. La información, actitudes y formas
de percibir son asimiladas y almacenadas, y se convierten así en una parte de la forma de
acercamiento de la persona al contexto habitual con el que interactúa.
La familia constituye un factor sumamente significativo en este proceso. Es un grupo social
natural, que determina las respuestas de sus miembros a través de estímulos desde el interior y
desde el exterior. Su organización y estructura tamizan y califican la experiencia de los
miembros de la familia. En muchos casos, se la puede considerar como la parte extracerebral
de la mente.
La influencia de la familia sobre sus miembros fue demostrada experimentalmente por una
investigación de las enfermedades psicosomáticas de la infancia conducida por Minuchin y
Lester Baker. Las comprobaciones realizadas en la investigación proporcionaron fundamentos

36
experimentales para el núcleo básico de la terapia de familia: nos referirnos al hecho que el
niño responde a las tensiones que afectan a la familia. (En las pág. 28-29-30 hay un ejemplo)

El asiento de la patología
Cuando se concibe a la mente como extracerebral al igual que como intracerebral, el hecho
de situar a la patología en el interior de la mente del individuo no indica si se lo hace dentro o
fuera de la persona. La patología puede ubicarse en el interior del paciente, en su contexto
social o en el feedback entre ambos. La frontera artificial es confusa y, por lo tanto, el enfoque
de la patología debe modificarse.
La terapia orientada desde este punto de vista se basa en tres axiomas. Cada uno de ellos
pone el acento en cosas distintas a la teoría individual.
*En primer lugar, la vida psíquica de un individuo no es exclusivamente un proceso interno. El
individuo influye sobre su contexto y es influido por éste por secuencias repetidas de
interacción. El individuo que vive en el seno de una familia es un miembro de un sistema social
al que debe adaptarse. Sus acciones se encuentran regidas por las características del sistema,
y estas características incluyen los efectos de sus propias acciones pasadas.
*El segundo axioma que subyace a este tipo de terapia es el de que las modificaciones en
una estructura familiar contribuyen a la producción de cambios en la conducta y los procesos
psíquicos internos de los miembros de ese sistema.
*El tercer axioma es que cuando un terapeuta trabaja con un paciente o con la familia de un
paciente, su conducta se incluye en ese contexto. Los terapeutas y la familia forman en
conjunto un nuevo sistema, terapéutico en este caso, que gobierna la conducta de sus
miembros.
Estas tres consideraciones - la de que el contexto afecta los procesos internos, la de que las
modificaciones del contexto producen cambios en el individuo y la de que la conducta del
terapeuta es significativa en este cambio- siempre han formado el sentido común básico de la
terapia. Han ocupado el trasfondo en la bibliografía de psicoterapia. Mientras los procesos
internos se situaron en el primer plano. Sin embargo, no se ubicaron en el centro de la práctica
psicoterapéutica, en la que aún existe una dicotomía artificial entre el individuo y su contexto
social.

El estudio de un caso
En el país de las maravillas, Alicia creció repentinamente hasta alcanzar una estatura
gigantesca. Lo experimentó sintiendo que crecía, mientras la habitación se hacía más pequeña.
Si Alicia hubiese crecido en una habitación que lo hubiese hecho con el mismo ritmo, hubiese
sentido probablemente que todo permanecía igual. Sólo si Alicia o la habitación cambian por
separado su experiencia se modifica. Es simplista, - aunque no incorrecto, decir que la terapia
intrapsíquica se centra en el cambio de Alicia. Una terapia estructural de familia intenta cambiar
a Alicia en forma conjunta con la habitación. (Pág. 33- 34- 35: Ej. sobre un tratamiento de un
paciente paranoide). En este ejemplo, el cambio se produjo en menor medida en lo que
concernía al interior o al exterior del paciente que en lo referente a la relación de la paciente con
sus circunstancias.
La terapia estructural de familia encara el proceso del feedback entre las circunstancias y las
personas implicadas —los cambios impuestos por una persona sobre sus circunstancias y la
forma en que los feedback en relación con estos cambios afectan su acción posterior. Una
mutación en la posición de una persona en relación con sus circunstancias constituye una
modificación de su experiencia. La terapia de familia recurre a técnicas que alteran el contexto
inmediato de las personas de tal modo que sus posiciones cambian. Al cambiar la relación entre
una persona y el contexto familiar en que se mueve, se modifica consecuentemente su
experiencia subjetiva. (Ej. Pág. 36)
En la terapia de familia el terapeuta se asocia con la familia con el objetivo de cambiar la
organización de la familia de tal modo que la experiencia de sus miembros se modifique. A
través de la facilitación del uso de modalidades alternativas de interacción entre los miembros

37
de la familia el terapeuta recurre a la matriz de la familia para el proceso de curación. La familia
al modificarse ofrece a sus miembros nuevas circunstancias y nuevas perspectivas frente a sus
circunstancias. La nueva organización permite un continuo refuerzo de la nueva experiencia, lo
que proporciona una validación del nuevo sentido de sí.
El presente del individuo es su pasado más sus circunstancias actuales. Una parte de su
pasado sobrevivirá siempre, contenido y modificado por las interacciones actuales. Tanto su
pasado como sus propiedades singulares forman parte de su contexto social, sobre el cual
actúan del mismo modo en que éste actúa sobre él.
La terapia estructural de familia utiliza este marco de conceptualizar al hombre en sus
circunstancias. El objetivo de la intervención puede estar constituido también por cualquier otro
segmento del ecosistema del individuo que parezca adecuado para encarar estrategias de
producción de cambios.

El objetivo de la terapia
El objetivo de ésta terapia y la técnica a la que recurre están determinados por su marco
teórico. La terapia estructural de familia es una terapia de acción. La herramienta de esta
terapia consiste en modificar el presente, no en explorar e interpretar el pasado. El pasado
influyó en la creación de la organización y funcionamiento actual de la familiar; por lo tanto, se
manifiesta en el presente y cambia a través de intervenciones que cambien el presente.
El objetivo de las intervenciones en el presente es el sistema familiar. El terapeuta se asocia
al sistema y utiliza a su persona para transformarlo. Al cambiar la posición de los miembros del
sistema cambian sus experiencias subjetivas.
Con este objetivo, el terapeuta confía en algunas propiedades del sistema:
1. Una transformación de su estructura permitirá al menos alguna posibilidad de cambio.
2. El sistema de la familia está organizado sobre la base del apoyo, regulación,
alimentación y socialización de sus miembros. Por lo tanto, el terapeuta se une a la familia para
respirar o modificar su funcionamiento para que esta pueda realizar sus tareas con mayor
eficacia.
3. El sistema de la familia tiene propiedades de autoperpetuación. Por lo tanto, el proceso
que el terapeuta inicia en el seno de la flia será mantenido en su ausencia por los mecanismos
de autorregulación de ésta. Es decir, una vez que se ha producido el cambio la familia lo
persevera, proveyendo una matriz diferente y modificando el feedback que continuamente
califica o valida las experiencias de sus miembros.
Estos conceptos de estructura constituyen el fundamento de la terapia de familia. Sin
embargo, la terapia estructural de flia debe partir de un modelo de normalidad que le permita
medir las anomalías.

CAPÍTULO 2: Una familia en formación


La familia es una unidad social que enfrenta una serie de tareas de desarrollo. Estas difieren
de acuerdo con los parámetros de las diferencias culturales, pero poseen raíces universales.
La entrevista que se desarrolla con todos los detalles desde la pág. 42 hasta la 77; fue
conducida para ilustrar las etapas y procesos del desarrollo familiar. Ésta familia es muy joven,
y por lo tanto, la sesión intentó explorar la formación de la familia y las modificaciones que se
producen en una flia cuando nace un hijo.
Al comienzo del matrimonio, una joven pareja debe enfrentar un cierto número de tareas. Los
esposos deben acomodarse mutuamente en un gran número de pequeñas rutinas. Por ejemplo,
deben desarrollar rutinas para acostarse y levantarse aproximadamente a la misma hora, debe
existir una rutina para comer juntos, para estar desnudo y tener relaciones sexuales, para
compartir el baño y para leer el diario del domingo, etc. En este proceso de mutua
acomodación, la pareja desarrolla una serie de transacciones, formas en que cada esposo
estimula y controla la conducta del otro y, a su vez, es influido por la secuencia de conducta

38
anterior. Estas pautas transaccionales constituyen una trama invisible de demandas
complementarias que regulan muchas situaciones de la familia.
Cada uno espera que las actitudes del cónyuge asuman las formas a las que está habituado.
Cada cónyuge intentará que el otro asuma las actitudes que conoce o que prefiere e incitará al
otro a hacerlo. Un cierto número de acuerdos son posibles. Cada cónyuge tendrá áreas en las
que no será flexible. En otras áreas, es posible que se elijan formas alternativas de relación en
respuesta a las preferencias del otro. Cada cónyuge confirmará en algunas circunstancias a su
esposo y lo descalificará en otras. A medida que se acomodan y se asimilan a las preferencias
del otro, algunas conductas son reforzadas y otras descartadas. De ese modo, se constituye un
nuevo sistema familiar.
La pareja también enfrenta la tarea de separarse de cada familia de origen y de renegociar
una relación diferente con los padres, hermanos y parientes políticos. Las prioridades deben
modificarse, ya que los deberes fundamentales de los nuevos esposos conciernen a su
matrimonio. Las familias de origen deben aceptar y apoyar esta ruptura.
Del mismo modo los encuentros con los elementos extra- familiares -trabajo, deberes y ocios
— deben reorganizarse y regularse de un nuevo modo. Se deben adoptar decisiones en lo que
concierne al modo en que se permitirá que las demandas del mundo exterior interfieran con la
vida de la nueva flia. Cada cónyuge debe ganar nuevos amigos y perder otros antiguos.
Un matrimonio debe sustituir determinadas disposiciones sociales que han sido
abandonadas para la formación de la nueva unidad. La creación de un nuevo sistema social
significa la creación o consolidación de un límite alrededor de la pareja. Se ven separados de
determinados contactos y actividades anteriores. La inversión en el matrimonio se obtiene a
expensas de otras relaciones.
El grado de inversión en el matrimonio puede depender de cuánto ha sido lo que se
abandonó.
El nacimiento de un niño señala un cambio radical en la organización de la familia. Las
funciones de los cónyuges deben diferenciarse para enfrentar a los requerimientos del niño, de
atención y alimento y para encarar las restricciones así impuestas al tiempo de los padres. En la
organización de la familia aparece un nuevo grupo da subsistemas, en el que los niños y los
padres tienen- diferentes funciones. Por lo general, el compromiso de la mujer con una unidad
de tres, incluyendo un mayor compromiso con el matrimonio, se inicia con el embarazo. El niño
es una realidad para ella mucho antes que para el hombre. Recién en el nacimiento él
comienza a sentirse como un padre, y, en algunos casos, incluso más tarde. El hombre puede
seguir sin comprometerse mientras la mujer ya se está adaptando a un nuevo nivel de
formación familiar.
Este período requiere también una renegociación de las fronteras con la familia en su
conjunto y con los elementos extrafamiliares.
La crianza de un niño ofrece múltiples posibilidades para el crecimiento individual y para
consolidar el sistema familiar. Al mismo tiempo, es un campo en el que se disputan muchas
batallas arduas. A menudo, los conflictos no resueltos entre los esposos son desplazados al
área de la crianza del niño debido a que la pareja no puede separar las funciones de padre de
las funciones de esposo.
Los niños se hacen adolescentes y luego adultos. Nuevos hermanos se unen a la familia, o
los padres se convierten en abuelos. En diferentes períodos del desarrollo, así, se le requiere a
la familia que se adapte y reestructure. Los cambios de la fuerza y productividad relativa de los
miembros de la familia requieren acomodaciones continuas, al igual que el cambio general de la
dependencia de los niños frente a sus padres que se convierte en dependencia de los padres
con relación con los hijos. A medida que los hijos abandonan la familia, reaparece la unidad
original de marido y mujer, aunque en circunstancias sociales totalmente distintas. La familia
debe enfrentar el desafío de cambios tanto internos como externos y mantener, al mismo
tiempo, su continuidad, y debe apoyar y estimular el crecimiento de sus miembros mientras se
adapta a una sociedad en transición. Estas tareas no son fáciles de encarar.

39
La entrevista no es una entrevista terapéutica. Se trata de una entrevista que se ocupa de
desarrollo, que intenta reunir material histórico y dilucidar las percepciones de los participantes
acerca del funcionamiento de su familia. En una entrevista con una familia normal, existe un
contrato implícito. La flia q se considera desde un comienzo normal, será confirmada y apoyada
en esta creencia por la entrevista. Cuando parta, seguirá considerándose como una familia
normal.
Minuchin: Lo primero que quiero saber es por qué están aquí. ¿Cómo tomaron la decisión de
venir? ¿Qué proceso los indujo a hacerlo?....

CAPÍTULO 3: Un modelo familiar


Las funciones de la familia sirven a dos objetivos distintos:
1. Es interno; la protección psicosocial de sus miembros.
2. Es externo; la acomodación a una cultura y la transmisión de esa cultura.
La sociedad industrial urbana ha entrado por la fuerza en la familia, haciéndose cargo de
múltiples funciones que en algún momento fueron consideradas como deberes de la flia. En la
actualidad los ancianos viven apartados. Los jóvenes son educados por las escuelas, los
medios de difusión y por sus compañeros. La importancia del trabajo que solían realizar las
mujeres ha sido reducida en forma drástica por la tecnología moderna, gracias a la cual las
tareas necesarias para la vida de la unidad familiar son realizadas por las máquinas con una
mayor eficiencia. Las condiciones que permiten o que requieren que ambos cónyuges trabajen
fuera de la familia crean situaciones en las que el sistema extrafamiliar puede avivar y
exacerbar los conflictos entre los esposos.
Junto a todos estos cambios, el hombre moderno sigue adhiriendo a una serie de valores que
pertenecen a una sociedad diferente, una sociedad en la que los límites entre la familia y lo
extrafamiliar están delineados con claridad. La adherencia a un modelo pasado de moda
conduce a clasificar a muchas situaciones que son claramente transicionales como patológicas
y patogénicas. El criterio para la vida familiar sigue siendo el legendario “entonces se casaron y
vivieron felices por siempre jamás”. No es sorprendente, entonces, que todas las familias
queden muy lejos de este ideal.
El mundo occidental e encuentra en un estado de transición, y la familia que siempre debe
acomodarse a la sociedad, se modifica juntamente con él. Pero, debido a las dificultades
transicionales, la tarea psicosocial fundamental de la familia -apoyar a sus miembros- ha
alcanzado más importancia que nunca. Sólo la familia, la más pequeña unidad social, puede
cambiar y al mismo tiempo mantener una continuidad suficiente para la educación de niños que
no serán “extraños en una tierra extraña”, que tendrán raíces suficientemente firmes pasa
crecer y adaptarse.

LA MATRIZ DE LA IDENTIDAD
En todas las culturas, la familia imprime a sus miembros un sentimiento de identidad
independiente. La experiencia humana de identidad posee dos elementos; un sentimiento de
identidad y un sentido de separación.
En los procesos precoces de socialización, las familias moldean y programan la conducta del
niño y el sentido de la identidad. El sentido de pertenencia se acompaña con una acomodación
por parte del niño a los grupos familiares y con su asunción de pautas transaccionales en la
estructura familiar que se mantienen a través de los diferentes acontecimientos de la vida.
El sentido de separación y de individuación se logra a través de la participación en diferentes
subsistemas familiares en diferentes contextos familiares, al igual que a través de la
participación en grupos extrafamiliares. El niño y la familia crecen en conjunto, y la
acomodación de la familia a las necesidades del niño delimita áreas de autonomía que él
experimenta como separación. El sentido de identidad de cada individuo es influido por su
sentido de pertenencia a diferentes gruos. Los componentes del sentido de identidad de un
individuo se modifican y permanecen constantes.

40
Los cambios siempre se orientan desde la sociedad hacia la familia, nunca desde la unidad
más pequeña a la mayor. La familia cambiará, pero también persistirá debido a que constituye
la mejor unidad humana para sociedades rápidamente cambiantes. Cuanto mayor flexibilidad y
adaptabilidad requiera la sociedad de sus miembros, más significativa será la familia como
matriz del desarrollo psicosocial.
Del mismo modo en que en un sentido genérico la familia cambia y se adapta a las
circunstancias históricas, también la familia individual se adapta constantemente. La familia es
un sistema abierto en transformación, es decir que constantemente recibo y envía descargas de
y desde el medio extrafamiliar, y se adapta a las diferentes demandas de las etapas de
desarrollo que enfrenta.
La familia normal no puede ser distinguida de la familia anormal por la ausencia de
problemas; por lo tanto, el terapeuta debe disponer de un esquema conceptual del
funcionamiento familiar que lo ayude a analizar a una familia como un sistema que opera dentro
de contextos sociales específicos, tiene tres componentes. En primer lugar, la estructura de una
familia es la de un sistema sociocultural abierto en proceso de transformación. En segundo
lugar, la familia muestra un desarrollo desplazándose a través de un cierto número de etapas
que exigen una reestructuración. En tercer lugar, la familia se adapta a las circunstancias
cambiantes de modo tal que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de
cada miembro.

ESTRUCTURA FAMILIAR
La estructura familiar es el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los
modos en que interactúan los miembros de una familia. Una familia es un sistema que opera a
través de pautas transaccionales. Las transacciones repetidas establecen pautas acerca de qué
manera, cuándo y con quién relacionarse, y estas pautas apuntalan el sistema.
Las pautas transaccionales regulan la conducta de los miembros de la familia. Son
mantenidas por dos sistemas de coacción. El primero es genérico e implica las reglas
universales que gobiernan la organización familiar. Debe una jerarquía de poder en la que
padres y los hijos poseen niveles de autoridad diferentes. También debe existir una
complementariedad de las funciones.
El segundo sistema de coacción es idiosincrásico, e implica las expectativas mutuas de los
diversos miembros de la familia. El origen de estas expectativas se encuentra sepultado por
años de negociaciones entre los miembros de la familia relacionadas a menudo con los
pequeños acontecimientos diarios. A menudo, la naturaleza de los contratos originales ha sido
olvidada, y es posible que nunca hayan sido explícitos. Pero las pautas permanecen- como un
piloto automático- en relación con una acomodación mutua y con una eficacia funcional.
De ese modo el sistema se mantiene a si mismo. Ofrece resistencias al cambio más allá de
cierto nivel y conserva las pautas preferidas durante tanto tiempo como puede hacerlo. En el
interior del sistema existen pautas alternativas. Pero toda desviación que va más allá del umbral
de tolerancia del sistema excita mecanismos que restablecen el nivel habitual. Cuando existen
situaciones de desequilibrio del sistema es habitual que los miembros de la familia consideren
que los otros miembros no cumplen con sus obligaciones. Aparecen entonces requerimientos
de lealtad familiar y maniobras de inducción de culpabilidad.
Sin embargo, la estructura familiar debe ser capaz de adaptarse cuando las circunstancias
cambian. La existencia continua de la familia como sistema depende de una gama suficiente de
pautas, la disponibilidad de pautas transaccionales alternativas, y la flexibilidad para
movilizadas cuando es necesario hacerlo. La familia debe responder a cambios internos y
externos y, por lo tanto, debe ser capaz de transformarse de modo tal que le permita encarar
nuevas circunstancias sin perder la continuidad que proporciona un marco de referencia a sus
miembros.
El sistema familiar se diferencia y desempeña sus funciones a través de sus subsistemas.
Los individuos son subsistemas en el interior de una familia. Las díadas, como la de marido-

41
mujer o madre-hijo, pueden ser subsistemas. Los subsistemas pueden ser formados por
generación, sexo, interés o función.
Cada individuo pertenece a diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles de
poder y en los que aprende habilidades diferenciadas. Un hombre puede ser un hijo, sobrino,
hermano mayor, hermano menor, esposo, padre, y así sucesivamente. En diferentes
subsistemas se incorpora a diferentes relaciones complementarias. La organización en
subsisterna de una familia proporciona un entrenamiento adecuado en el proceso de
mantenimiento del diferenciado “yo soy”, al mismo tiempo que ejerce sus habilidades
interpersonales en diferentes niveles.
Límites: Los límites de un subsistema están constituidos por las reglas que definen quiénes
participan, y de qué manera. Por ejemplo, el límite de un subsistema parental se encuentra
definido cuando una madre le dice a su hijo mayor: “No eres el padre de tu hermano. Si anda en
bicicleta por la calle, dímelo y lo haré volver.”
Madre (subsistema político) Hijo (subsistema fraterno)
La función de los límites reside en proteger la diferenciación del sistema. Todo subsistema
familiar posee funciones específicas y plantea demandas específicas a sus miembros, y el
desarrollo de las habilidades interpersonales que se logro en ese subsistema, es afirmado con
la libertad de los subsistemas de la interferencia por parte de otros subsistemas. Por ejemplo, la
capacidad para acomodación complementaria entre los esposos requiere la libertad de la
interferencia por parte de los parientes políticos y de los hijos y, en algunos casos, por parte del
medio extrafamniliar. El desarrollo de habilidades pata negociar con los padres, que se aprende
entre los hermanos, requiere la no interferencia de los padres.
Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas deben ser
claros.
La composición de subsistemas organizados alrededor de las funciones familiares no es tan
significativa como la claridad de los límites de su estructura.
La claridad de los límites en el interior de una familia constituye un parámetro útil para la
evaluación de su funcionamiento. Algunas flias se vuelcan hacia si mismas: aglutinamiento;
otras se desarrollan con límites muy rígidos: desligamiento. Es posible considerar a todas las
familias como pertenecientes a algún punto situado entre un continuum cuyos polos son los dos
extremos del funcionamiento de límites difusos, por un lado, y de límites sumamente rígidos,
por el otro. La mayor parte de las familias se incluyen dentro del amplio espectro normal.

DESLIGADA LÍMITES CLAROS AGLUTINADA


-Límites -Espectro normal- -Límites difusos-
inadecuadamente
rígidos-

La mayor parte de las familias poseen subsistemas aglutinados y desligados. Es posible que
el subsistema madre-hijo tienda hacia el aglutinamiento frente a los niños. La madre y los niños
más pequeños pueden aglutinarse hasta un punto tal como para determinar que el padre sea
periférico, mientras el padre asume una posición más comprometida con los hijos mayores. Un
subsistema padre-hijo puede tender hacia el desligamiento a medida que los niños crecen y,
finalmente, comienzan a separarse de la familia.
Las operaciones en los extremos, sin embargo señalan áreas de posible patología. Los
miembros de los subsistemas o familias aglutinados pueden verse perjudicados en el sentirlo de
que el exaltado sentido de pertenencia requiere un importante abandono de la autonomía. La
carencia de una diferenciación en subsistemas desalienta la exploración y el dominio

42
autónomos de los problemas. En los niños en particular, el desarrollo cognitivo- afectivo se ve
así inhibido. Los miembros de subsistemas o familias desligados pueden funcionar en forma
autónoma, pero poseen desproporcionado sentido de independencia y carecen de sentimientos
de lealtad y pertenencia y de la capacidad de interdependencia y de requerir ayuda cuando la
necesitan. En otras palabras, un sistema próximo al extremo desligado del continuum tolera una
amplia gama de variaciones individuales entre sus miembros.
Ambos tipos de relación provocan problemas familiares cuando se ponen en marcha
mecanismos adaptativos. La familia aglutinada responde a toda variación en relación con lo
habitual con una excesiva rapidez e intensidad. La familia desligada tiende a no responder
cuando es necesario hacerlo. En una familia aglutinada los padres pueden verse sumamente
afectados porque un hijo no come el postre. Los padres de una familia desligada, por su parte,
pueden permanecer inmutables ante los problemas escolares de un hijo.
A menudo, un terapeuta opera como un delineador de límites, que clarifica los límites difusos
y abre los límites excesivamente rígidos. Su evaluación de los sistemas familiares y del
funcionamiento de los límites proporciona un rápido cuadro diagnóstico de la familia en función
del cual orienta sus intervenciones terapéuticas.

El subsistema conyugal. El subsistema conyugal se constituye cuando dos adultos de sexo


diferente se unen con la intención expresa de constituir una familia. Las principales cualidades
requeridas para la implementación de sus tareas son la complementariedad y la acomodación
mutua. Tanto el esposo como la esposa deben ceder parte de su individualidad para lograr un
sentido de pertenencia.
El subsistema conyugal puede convertirse en un refugio ante los stress externos y en la
matriz para el contacto con otros sistemas sociales. Puede fomentar el aprendizaje, la
creatividad y el crecimiento.
Pero las parejas también pueden estimularse mutuamente rasgos negativos. Pueden
establecer pautas transaccionales de tipo dependiente- protector, en cuyo marco el miembro
dependiente se mantiene como tal para proteger la impresión de su cónyuge de ser el protector.
Si un terapeuta debe enfrentar una pauta q funcione en forma negativa, debe tener en cuenta
la necesidad de enfrentar el proceso sin atacar las motivaciones de los participantes. El
terapeuta debe realizar interpretaciones que subrayen la reciprocidad; tales como: “usted
protege a su mujer de un modo q la inhibe, y usted suscita una protección innecesaria de su
esposo con gran habilidad”. Una interpretación de este tipo subraya la complementariedad de
los sistemas, los aspectos positivos y negativos de cada cónyuge, y elimina implicancias
valorativas de motivación.
El sistema conyugal debe llegar a su límite q lo proteja de la interferencia de las demandas y
necesidades de otros sistemas: en particular, cuando la familia tiene hijos. Los adultos deben
poseer un territorio psicosocial propio, un refugio q pueden proporcionarse mutuamente, un
sostén emocional.
Marido y mujer se necesitan mutuamente como refugio ante múltiples requerimientos de la
vida. En terapia esta necesidad obliga a que el terapeuta proteja los límites que rodean al
subsistema conyugal. Si en una sesión familiar los hijos interfieren en las relaciones del
subsistema conyugal, se debe anular esta interferencia.

El subsistema parental. Cuando nace el primer hijo se alcanza un nuevo nivel en la formación
familiar. En una familia intacta el subsistema conyugal debe diferenciarse entonces para
desempeñar las tareas de socializar un hijo sin renunciar al mutuo apoyo que caracterizará al
subsistema conyugal. Se debe trazar un límite que permita el acceso del niño a ambos padres y
al mismo tiempo, que lo excluya de las relaciones conyugales.
El ser padre es un proceso extremadamente difícil. Nadie lo desempeña a su entera
satisfacción, y nadie atraviesa el proceso incólume.
La relación de paternidad requiere la capacidad de alimentación, guía y control. Las
proporciones de estos elementos dependen de las necesidades de desarrollo del niño y de las

43
capacidades de los padres. Pero la relación requiere el uso de la autoridad. Los padres no
pueden desempeñar sus funciones ejecutivas a menos que dispongan del poder necesario para
hacerlo.
Los hijos y los padres, y en algunos casos los terapeutas, describen frecuentemente al ideal
familiar como una democracia. Pero consideran en forma errónea que una sociedad
democrática es una sociedad sin líderes o que una familia es una sociedad de iguales. El
funcionamiento eficaz requiere que los padres y los hijos acepten el hecho de que el uso
diferenciado de autoridad constituye un ingrediente necesario del subsistema parental.
El apoyo del terapeuta al subsistema parental puede entrar en conflicto con el objetivo
terapéutico de apoyar la autonomía de los hijos. En esas situaciones el terapeuta debe recordar
q solo un subsistema parental débil instaura un control restrictivo, y q ese control excesivo se
presenta por lo general cuando el control es ineficaz. El apoyo a la responsabilidad y a la
obligación de los padres para determinar las reglas de la familia estimula el derecho y la
obligación del niño de crecer y desarrollarse en forma autónoma. La tarea del terapeuta
consiste en asistir los subsistemas para q negocien y se acomoden mutuamente.

El subsistema fraterno. El subsistema fraterno es el primer laboratorio social en el q los niños


pueden experimentar relaciones con sus iguales.
En el marco de este contexto, los niños se apoyan, aíslan, descargan sus culpas y aprenden
mutuamente. En el mundo fraterno, los niños aprenden a negociar, cooperar, competir.
Aprenden a lograr amigos y aliados, a salvar la apariencia cuando ceden, y a lograr
reconocimiento por sus habilidades. Pueden asumir posiciones diferentes en sus relaciones
mutuas, y estas posiciones, asumidas tempranamente con el subgrupo fraterno, pueden ser
significativas en el desarrollo posterior de sus vidas.
Cuando los niños se ponen en contacto con el mundo de sus iguales extrafamiliares,
intentaran actuar de acuerdo con las pautas del mundo fraterno. Si la familia del niño posee
modalidades muy particulares, los límites entre la familia y el mundo extrafamiliar pueden
convertirse en excesivamente rígidos. Es posible, entonces, que el niño enfrente dificultades
para incorporarse a otros sistemas sociales.
La significación del subsistema fraterno se observa con mayor claridad en caso de su
ausencia. Los niños sin hermanos desarrollan pautas precoces de acomodación al mundo
adulto, que pueden manifestarse en un desarrollo precoz. Al mismo tiempo, pueden mostrar
dificultades para el desarrollo de la autonomía y la capacidad de compartir, cooperar y competir
con otros.
Un terapeuta debe conocer las necesidades del desarrollo de los niños y debe ser capaz de
apoyar el derecho del niño a la autonomía sin minimizar los derechos de los padres. Los límites
del subsistema fraterno deben proteger a los niños de la interferencia adulta para que puedan
ejercer su derecho a la privacidad, tener sus propias áreas de interés y disponer de la libertad
de cometer errores en su exploración. También es posible que deba ayudar al subsistema a
negociar límites claros aunque no rígidos con el mundo extrafamiliar.

ADAPTACION DE LA FAMILIA
Una familia se encuentra sometida a presión interna originada en la evolución de sus propios
miembros y subsistemas y a la presión exterior originada en los requerimientos para
acomodarse a las instituciones sociales significativas q influyen sobre los miembros familiares.
En este proceso de cambio y de continuidad las dificultades para acomodarse a las nuevas
situaciones son inevitables. Es posible q al concentrarse en la dinámica familiar, los terapeutas
familiares minimicen este proceso, del mismo modo en q el terapeuta dinámico puede minimizar
el contexto del individuo. El peligro de esta actitud es el excesivo énfasis en la patología. Los
procesos transicionales de adaptación a nuevas situaciones, en los q la falta de diferenciación y
la angustia q caracteriza a todos los nuevos procesos, pueden ser considerados así
erróneamente como patológicos. Sin embargo, el enfoque de la familia como sistema social en
transformación esclarece la naturaleza transicional de determinados procesos familiares. Un

44
número mucho mayor de familias q se incorporan a la terapia deberían ser consideradas y
tratadas como familias corrientes en situaciones transicionales, q enfrentan las dificultades de
acomodación a nuevas circunstancias. La etiqueta de patológica debe reservarse a las familias
q frente a esas tensiones incrementan la rigidez de sus pautas y límites transaccionales y evitan
o resisten toda exploración de variantes. En las familias corrientes, el terapeuta confía en la
motivación de la flia como el camino para la transformación. En las flias patológicas, el
terapeuta debe convertirse en actor del drama fliar, incorporándose a las coaliciones existentes
para modificar el sistema y desarrollar un nivel diferente de homeostasis.

Contacto estresante de un miembro con fuerzas extrafamiliares. Una de las principales


funciones de la familia consiste en brindar apoyo a sus miembros. Cuando uno de éstos se
encuentra afectado por el stress, los otros miembros de la flia sienten la necesidad de
acomodarse a sus nuevas circunstancias. Esta acomodación puede limitarse a un subsistema
o, por lo contrario, difundirse en el seno de toda la familia. Por ej., un esposo que enfrenta
problemas de trabajo critica a su mujer cuando ambos regresan a su casa. Esa transacción
puede limitarse al sistema conyugal. El stress que afectó al marido ha sido atenuado a través
de las relaciones con su mujer.
También es posible que una familia en su totalidad se vea estresada por el contacto
extrafamiliar de uno de sus miembros. Por ejemplo, si el marido pierde su trabajo, la familia
debe modificarse para garantizar su supervivencia.
Cuando una familia comienza una terapia debido a las dificultades de contacto de uno de sus
miembros con el mundo extrafamiliar, los objetivos e intervenciones del terapeuta se orientan
en función de su evaluación de la situación y de la flexibilidad de la estructura familiar.

Contacto estresante de la familia en su totalidad con fuerzas extrafamiliares.


Un sistema familiar puede verse sobrecargado por los efectos de una depresión económica,
o pueden estar atravesando un cambio de domicilio o un traslado a otra ciudad.
Si analiza la organización de la familia y determina q es básicamente viable pero se
encuentra sobrecargada por los contactos por tantas instancias incoordinadas, debe actuar
como el consejero de familia. Puede enseñar a la flia la manera de manipular las instituciones
en beneficio propio. O puede trabajar para coordinar las acciones de las instancias, referente a
la familia.

Stress en los momentos transicionales de la familia.


Existen muchas fases en la evolución natural de una familia que requieren la negociación de
nuevas reglas familiares. Deben aparecer nuevos subsistemas y deben trazarse nuevas líneas
de diferenciación. En este proceso, se plantean inevitablemente conflictos. Idealmente, los
conflictos serán resueltos por negociaciones de transición y la familia se adaptará con éxito.
Estos conflictos ofrecen una oportunidad de crecimiento a todos lo miembros de la familia. Sin
embargo, si no se los resuelve, los problemas transicionales pueden plantear dificultades aún
mayores,
Uno de los desencadenantes más habituales es el comienzo de la adolescencia de los hijos.
En esa época, la participación del niño en el mundo extrafamiliar y su status en ese mundo se
incrementan. La relación entre los hijos y los padres se ve perturbada. Las transacciones del
subsistema parental con él deben modificarse y dejar de ser relaciones del tipo padre-hijo para
convertirse en relaciones de tipo padres-joven adultas.
Cuando una familia incorpora un nuevo miembro, ese nuevo miembro debe adaptarse a las
reglas, y el antiguo sistema debe modificarse para incluir al nuevo miembro. Las formas de
incorporación de nuevos miembros que pueden producir un stress en el transcurso del período
de adaptación son: el nacimiento de un hijo, el matrimonio de un miembro de una familia
extensa, la unión de dos familias a través del matrimonio de padres separados o viudos, o la
inclusión de un pariente, amigo o hijo adoptivo.

45
Los stress son producidos también por la adaptación a una disminución del número de
miembros de la familia, causada por circunstancias tales como muerte de un miembro de la
familia, separación o divorcio, encarcelamiento, internación en una Institución o partida de un
niño para proseguir sus estudios.
A menudo, las familias emprenden una terapia debido a que las negociaciones que conducen
a una transición exitosa se han visto bloqueadas. Es más fácil ayudar a una familia que enfrenta
problemas relacionados con una transición reciente que a una familia que ha bloqueado
negociaciones de adaptación a lo largo de un período prolongado.

Stress referentes a problemas de idiosincrasia. Un terapeuta de familia debe tomar en cuenta


todas las circunstancias y tener presente la posibilidad de que áreas determinadas de la familia
den lugar a pautas transaccionales disfuncionales. Es posible que problemas de idiosincrasia
transitorios superen los mecanismos q permiten hacerles frente. Si un miembro de una familia
se enferma seriamente, algunas de sus funciones y su poder deben ser asumidos por otros
miembros de la familia. Esta redistribución requiere una adaptación de la familia. Cuando el
miembro enfermo se recupera, se requiere una readaptación para incluirlo en su antigua
posición o para ayudarlo a asumir una nueva posición en el sistema.
En resumen, el esquema conceptual de una familia normal presenta tres facetas.
1. Se transforma a lo largo del tiempo, adaptándose y reestructurándose de tal modo que
pueda seguir funcionando.
2. Posee una estructura que sólo puede observarse en movimiento. Se prefieren algunas
pautas suficientes para responder a los requerimientos habituales pero la fortaleza del
sistema depende de su capacidad para movilizar pautas transaccionales alternativas
cuando las condiciones internas o externas de la familia le exigen una reestructuración. Los
límites de los subsistemas deben ser firmes, pero, sin embargo, lo suficientemente flexibles
como para permitir una modificación cuando las circunstancias cambian.
3. Se adapta al stress de un modo tal q mantiene la continuidad de la familia al mismo
tiempo que permite reestructuraciones.
CAPITULO 5: Implicaciones Terapeuticas de un Enfoque Estructural

El enfoque estructural de las flias se basa en el concepto q una flia no se reduce a los
aspectos biopsicodinámicos individuales de sus miembros. Los miembros se relacionan de
acuerdo con ciertas disposiciones q gobiernan sus transacciones. Estas, aunque por lo general
no son establecidas en forma explicita, o siquiera reconocidas, constituyen un todo: la
estructura de la flia.
La estructura fliar no constituye una entidad inmediatamente observable por parte del
observador. El terapeuta analiza el campo transaccional en el q se relaciona con la flia, para
lograr así un diagnostico estructural. El terapeuta se plantea un cierto número de interrogantes:
¿Quién es el portavoz de la flia? ¿Q significa eso? ¿Asume la posición de portavoz debido a q
es la figura ejecutiva de la flia?, etc.
El terapeuta, al mimo tiempo q responde a los acontecimientos q se producen en la
sesión, realiza observaciones y plantea interrogantes. Comienza señalando los límites y pautas
transaccionales y por elaborar hipótesis acerca de cuales son las pautas operativas y cuales no.
Comienza, así, por establecer un mapa fliar.
Un mapa fliar es un esquema organizativo. No representa la riqueza de las
transacciones de la flia; es estático y le permite al terapeuta formular hipótesis acerca de las
áreas en el seno de la flia q funcionan correctamente y acerca de otras áreas donde no ocurre
lo mismo. También lo ayuda a determinar los objetivos terapéuticos.
Investigando dentro del sistema terapéutico:
Al mismo tiempo q recoge material para un mapa estructural, el terapeuta introduce
pruebas experimentales. En cierto modo, su sola presencia es una prueba; además puede

46
imponer la realización de tareas planificadas (para indagar acerca de aspectos significativos de
la estructura fliar).
El terapeuta fliar se considera a sí mismo como un miembro actuante y recreativo en
relación con el sistema terapéutico. Para asociarse con la flia, subraya los aspectos de su
personalidad y experiencia q son sintónicos con los de la flia. Pero también conserva la libertad
de ser espontáneo en sus indagaciones experimentales.
Se considera q el cambio se produce a través del proceso de asociación con la flia y su
reestructuración de ésta en forma cuidadosamente planificada, para poder transformar así las
pautas transaccionales disfuncionales.
La única estructura fliar inmediatamente asequible para un terapeuta es la estructura
disfuncional. Una de las tareas q enfrenta es la de explorar esa estructura y situar las áreas de
posible flexibilidad y cambio. Si el terapeuta posee la flexibilidad necesaria para desligarse y
observar el efecto de sus indagaciones, lograra esclarecer así su cuadro diagnóstico de la flia.
Por lo gral, las flias descartan las indagaciones q no son sintónicas con el sistema fliar.
Pero cuando responden, es posible q se produzca una de las tres alternativas siguientes:
*La flia puede asimilar sin dificultad la intervención a sus pautas transaccionales previas,
lo q permite el aprendizaje pero no el crecimiento.
*puede responder acomodándose, a través de la extensión de sus pautas
transaccionales o de la activación de las pautas alternativas.
*puede responder como si se tratase de una situación completamente novedosa. En
este caso, la indagación se ha convertido en una intervención reestructurarse. Si la flia no la
rechaza, se producirá un aumento del estrés en el sistema. La homeostasis de la flia se verá
desequilibrada, abriendo el camino a la transformación.
Ningún modelo fliar es inherentemente normal o anormal, funcional o disfuncional. La
diferenciación de una flia depende de su idiosincrasia, se relaciona con su propia composición,
etapa de desarrollo y subcultura, y todo es viable. Pero, además, todo modelo `presenta
deficiencias inherentes y estos pueden ser los sectores q ceden cuando la capacidad de hacer
frente a la situación de la flia se agota.
LA FLIA EXTENSA:
El modelo de la flia extensa es una forma bien adaptada a situaciones de stress y
penuria. Se trata de un modelo sumamente significativo en muchas flias afectadas por la
pobreza. Las funciones pueden ser compartidas; las tareas hogareñas también. El
compañerismo y múltiples fuentes de ayuda y apoyo observables en el seno de la flia extensa
determinan con frecuencia q se trate de la única forma posible para una la en condición esa de
penuria.
Un terapeuta puede verse preacondicionado para encarar a esta forma como
inherentemente patogénica. Sin embargo, un mapa estructural cuidadosamente diseñado
muestra q el sistema funciona en forma adecuada.
En otros casos, una flia extensa pude enfrentar problemas debido a la dificultad para
asignar claramente las responsabilidades. Debido a la complejidad de la unidad fliar, puede
existir un cierto numero de limites imprecisos, lo q crea confusión y estrés. (ejemplo, pag 147).
Cualquiera sea el enfoque inicial q escoge el terapeuta en su intento de reestructurar a
la flia, este influirá en las respuestas de la flia para con él. Abrirá algunos caminos de
intervención y cerrara otros.
LA FLIA CON UN HIJO:
La asignación de poder parental a un hijo constituye un recurso natural en las flias
amplias, n las flias con un solo padre o madre o en las flias en las q trabajan ambos padres. El
sistema puede funcionar en forma adecuada. Los hijos menores reciben los cuidados
requeridos y el hijo parental puede incrementar su responsabilidad, competencia y autonomía
mayores q las habituales en su edad.
Sin embargo, una flia con una estructura de hijo parental puede afrontar dificultades si la
delegación de autoridad no es explicita, o si los padres abdican, permitiendo q el niño se
convierta en la principal fuente de orientación, control y decisiones. En ese caso, los

47
requerimientos planteados al niño pueden contraponerse a sus propias necesidades infantiles y
desbordar su capacidad para encararlas. (ejemplo pag 150)
LA FLIA EN SITUACIONES TRANSICIONALES:
Perdida temporaria: esta situación se comprueba en particular en casos de separación y
retorno. Cuando uno de los padres abandona a la flia, se deben negociar una serie de ajustes.
Si retorna, los cambios deben revocarse.
Las relaciones entre los cónyuges se interrumpen y deben reformarse. Las relaciones
parentales cambian y deben renegociarse. El progenitor q regresa debe establecer nuevas
relaciones con los hijos. Tres subsistemas desaparecen, Lugo reaparecen y deben ser
absorbidos como parte del funcionamiento del sistema recientemente formado.
En algunos casos, esas negociaciones transaccionales pueden verse bloqueadas. Las
pautas transaccionales afectadas pueden convertirse entonces en vínculos débiles. (ej pag 152)
Divorcio: cuando una pareja se divorcia, el hombre, por lo generalmente, logra
desligarse con mayor facilidad q la mujer. En lo q concierne a la madre, las condiciones sociales
q establecen q la madre debe ocuparse de los hijos, determinan q se vea comprometida en
mayor medida con la situación anterior. (ej Págs. 153-154)
Problemas crónicos de limites: otras flias, también, pueden acudir a terapia debido a
problemas crónicas de limites obligados a la negociación de stress diversos en un sistema a
través de otros subsistemas. En una flia q opera correctamente, este tipo de negociación es
posible debido a q el sistema se encuentra gobernado por limites claros aunque flexibles. Sin
embargo, es posible q aparezcan tendencias disfuncionales si un subsistema recurre siempre al
mismo no-miembro para disipar conflictos del subsistema. Esto se observa por lo general
cuando los padres utilizan a un hijo para evitar o alejar conflictos entre ellos. El límite entre el
subsistema parental y el niño se hace difuso, y el límite relacionado con la tríada padres-hijos, q
debería ser difuso, se hace inadecuadamente rígido. Se designa a este tipo de estructura como
“tríada rígida”.
La utilización rígida de un hijo en conflictos entre esposos asume diversas formas. En la
triangulación, cada padre requiere q el hijo se una a él contra el otro padre. En todas las
ocasiones en q el hijo se une a uno de ellos, se lo define automáticamente como si atacase al
otro. El niño se encuentra paralizado, todo movimiento q realiza es definido por un padre como
un ataque.
En el rodeo, otra forma de tríada rígida, la negociación de los stress de los esposos a
través del niño sirve para mantener el subsistema conyugal en una armonía ilusoria. Los
esposos refuerzan toda conducta anómala debido a q de ese modo pueden desviar o sumergir
sus propios problemas del subsistema conyugal en problemas de educación del hijo. El desvío
de los padres puede asumir la forma de atacar al niño, definiéndolo como fuente de los
problemas familiares por ser malo. En otras flias, los padres pueden definir al niño como
enfermo y débil, y luego unirse para protegerlo.
La tríada rígida también puede asumir la forma de una coalición estable. Uno de los
padres se asocia con el niño en una coalición transgeneracional rígida contra el otro padre.
Los tres tipos de tríada rígida pueden aparecer en flias con problemas de conducta. Esta
tríada es el modelo transaccional típico, acompañado con otras características fliares
significativas en flias q tienen hijos con síntomas psicosomáticos diversos.
Por lo general, en una situación semejante el objetivo del terapeuta reside en
reestructurar la organización del subsistema de acuerdo con el paradigma de la relación padre-
hijo. Para esto existen muchas estrategias posibles, q dependen de la composición, la cultura y
estilo de la flia. Si el niño forma parte de un modelo transaccional tendiente a la evitación de
posconflictos, puede ser conveniente q el terapeuta le bloquee la conducta habitual en las
negociaciones entre los esposos, por ejemplo: El terapeuta actúa como barrera entre el niño y
sus padres, e una maniobra q promueve su autonomía y también favorece una mayor intimidad
entre los cónyuges.

48
Es posible proseguir la misma estrategia recurriendo a la táctica de incrementar la
fortaleza del límite del subsistema conyugal sin impedir en forma manifiesta la participación del
hijo.
Otra estrategia posible reside en reestructurar a los padres en una coalición contra el
niño q ha sido miembro de la rígida tríada. (ej pag 157).
En otra instancia, el terapeuta puede recurrir a la táctica de estimular la asociación entre
un padre excesivamente implicado y un hijo hasta lograr desequilibrar el sistema. Se suscitara
así una crisis, lo q obligará a la flia a desarrollar un nuevo tipo de respuesta. Otra técnica
consiste en desplazar a otro miembro de la flia a la posición del paciente identificado como en el
caso en q el terapeuta se centra en la promiscuidad de una hija mayor en lugar de hacerlo en el
problema q se le presenta de evitación n la escuela por parte de la hija menor.
La transformación de la flia no es consecutiva a una única intervención terapéutica sino
q requiere una implicación continua en la dirección de la meta terapéutica.
Peligros latentes del análisis estructural:
Aunque es eficaz, la utilización del análisis estructural para determinar objetivos
terapéuticos y sugerir estrategias terapéuticas, `presenta ciertos peligros inherentes. Existe por
ej, el riesgo de no tomar en cuenta el proceso de desarrollo o todos los subsistemas posibles de
la flia. Existe también el peligro suplementario de asociarse y apoyar solo a un subsistema
contra los otros.
Omisión del proceso de desarrollo: la omisión del proceso de desarrollo de la flia y de su
efecto sobre la estructura familiar constituye un serio peligro. Cada terapeuta trabaja en la
actualidad con un subsistema, sin considerar su relación con otros subsistemas o considerar la
evolución de la flia en su totalidad.
La aprehensión de la flia como un sistema modifica en forma significativa esta imagen.
Esta ceguera ante la significación de la complementariedad de los miembros en un
sistema fliar es típica de un enfoque individual del tratamiento. Pero un terapeuta con una
concepción basada en los sistemas también puede ser dominado por la misma ceguera si, en
su trabajo con un subsistema, ignora el impacto q sus intervenciones pueden tener en los otros.
Omisión de algunos subsistemas fliares: (ej pag 161). El tratamiento de sistemas en los
q se tiene en cuenta sólo un subsistema es frecuente, sin embargo, la ignorancia total de los
otros subsistemas es indeseable, antieconómica y en algunos casos ética o humanamente
incorrecta.
Asociación y apoyo a un solo subsistema: (ej pag 163-164). El terapeuta puede
asociarse a un sistema para observar como responde el sistema en su totalidad. Esta es una
parte esencial del proceso de diagnostico de unirse a una flia y conocerla. Pero mantenerse en
esta posición hasta el punto de cristalizar una organización disfuncional, constituye un acto de
ceguera. Este riesgo de ka terapia estructural e flia puede evitarse si el terapeuta se acomoda
al sistema fliar hasta un punto q le permita experimentar y evaluar el estrés y el dolor
experimentado por los miembros de la flia.

CAPITULO 6: La Familia en terapia


Por lo gral, lo que conduce a una flia a terapia son los síntomas de uno de sus
miembros, se trata del paciente identificado, al q la flia rubrica como “el q tiene problemas” o “el
q es el problema”. Pero cuando una flia aplica a uno de sus miembros la etiqueta de “paciente”,
es posible considerar a los síntomas del paciente identificado como un recurso para mantener
el sistema o mantenido por el sistema. El sistema puede constituir una expresión de una
disfunción fliar. O, sino, puede haber sido suscitado en el miembro individual de la flia debió a
sus condiciones de vida particulares y, luego, ser apoyado por el sistema fliar. En ambos casos,
el consenso de la flia de q un miembro es el problema señala q en algún nivel el síntoma es
reforzado por el sistema.
Como sistema sociocultural abierto, la flia enfrenta constantemente requerimientos de
cambio. Estos requerimientos son inducidos por cambios biopsicosociales en uno o varios de
sus miembros y por diversos estímulos provenientes del sistema social en el q la flia esta

49
incluida. Una flia disfuncional es un sistema q ha respondido a estos requerimientos internos o
externos de cambio estereotipado su funcionamiento. La selección de una persona como
problema constituye un simple método para mantener una estructura fliar rígida, inadecuada.
La función del terapeuta consiste en ayudar al paciente identificado y a la flia, facilitando
la transformación del sistema fliar. Este proceso incluye tres pasos fundamentales: El terapeuta
se asocia a la flia en una posición de liderazgo. Saca a la luz y evalúa la estructura fliar
subyacente. Crea circunstancias q permitirán la transformación de esta estructura. En la terapia
tal como se desarrolla, estos pasos son inseparables.
Como consecuencia de la terapia, la flia se transforma. Esta transformación es
significativa para todos los miembros de la flia, particularmente para el paciente identificado, q
es liberado de su posición anómala.
En terapia fliar, la transformación de estructura es definida en términos de cambios en la
posición mutua de los miembros de la flia, con una modificación consecuente de sus
requerimientos complementarios. Aunque los términos cambio y transformación son similares,
en este contexto pertenecen a gramáticas diferentes. En terapia fliar, la transformación, o la
reestructuración del Sist. fliar conduce al cambio, o a una nueva experiencia del individuo. Por
lo general la transformación no cambia la composición de la flia. El cambio se produce en la
sinapsis, el modo en q algunas personas se relacionan entre sí.
Cuando el terapeuta se asocia a la flia, asume el liderazgo del sistema terapéutico. Este
liderazgo implica responsabilidad en lo q ocurre. El terapeuta debe evaluar la flia y desarrollar
objetivos terapéuticos basados en esa e4valuacion. Y debe intervenir de modo tal q facilite la
transformación del Sist. fliar en la dirección de esos objetivos. Aunque no debe ignorar a los
individuos el terapeuta se ocupa sobre todo e realzar el funcionamiento del sistema fliar.
Desequilibrio en las transformaciones:
Para transformar el Sist. fliar, el terapeuta debe intervenir de tal modo q desequilibre el
Sist. Jay Haley señalo los riesgos de constituir una asociación estrecha con un miembro de la
flia, señalando q si el terapeuta forma una coalición con un cónyuge contra el otro en una
sesión particular, debe repararlo pronto y reconstituir el equilibrio uniéndose o aliándose con el
otro. En algunos casos, este tipo de técnica de compensación puede ser útil para incrementar la
flexibilidad. En otros, no hacen más q cristalizar la rigidez de la flia.
Existe la posibilidad de q el terapeuta de orientación estructural sea percibido como poco
equitativo por los miembros de la flia. En un momento transicional particular de la terapia, el
proceso parecerá parcial. Aparentemente, el terapeuta ignorara la complejidad de la dinámica
individual, e incluso, puede parecer insensible ante las necesidades de los miembros
individuales de la flia. Sin embargo, el proceso total de la terapia revelara q el terapeuta
mantiene un sentido de contacto con los miembros de la flia de tal modo q estos lo siguen
aunque lo consideren poco equitativo. El terapeuta debe prestar atención a la dinámica de los
miembros de la flia, apoyándolos y reforzando algunos aspectos de su personalidad aunque los
descalifique en otras áreas. Todo terapeuta q no tenga la capacidad de proporcionar a la flia un
intenso sentido de respeto para cada uno de ellos como individuos y de demostrarles su firme
voluntad de cura, perderá a la flia en el proceso de transformación.
En el proceso de ruptura del equilibrio la confianza de la flia en el terapeuta es
extremadamente importante, cuando el terapeuta desequilibra un sistema fliar al asociarse con
un miembro, los otros miembros experimentan un stress. Su respuesta puede ser la de insistir
en la conversaron del sistema. El terapeuta debe contrarrestarlo incitando a los miembros de la
flia en la dirección de los objetivos terapéuticos mientras soportan las incertidumbres del
periodo de transición. Este movimiento es facilitado por la comprensión y apoyo del terapeuta y
por su confirmación de las necesidades experimentadas por los miembros de la flia.
La forma en q el terapeuta usa a su persona en su apoyo a los miembros de la flia
constituye un recurso particularmente importante en el trabajo con las patológicamente
aglutinadas. En todas las flias aglutinadas, los procesos de diferenciación son desalentadores.
A nivel patológico, la falta e diferenciación de la flia determina q toda separación de su seno sea
vivida como un acto de traición. El sentido de partencia omina la experiencia vivencial, a

50
expensas de la experiencia de separación de sus miembros. Al incorporarse a esta situación, el
terapeuta actúa para deslindar los circuitos psicológicos e interaccionales. Pero si intenta
separar a un miembro del sistema fliar, comprobara q el sistema atrae con mayor fuerza q la
suya. Es imposible liberar a un miembro del sistema a menos q al mismo tiempo se
comprometa a un nivel diferente.
El terapeuta debe controlar el impacto de la terapia y de las circunstancias de la vida
sobre la flia y estar dispuesto a proporcionar ayuda. El cambio se acompaña con tensión, y el
Sist. terapéutico debe ser capaz de manejar estas circunstancias.
El desequilibrio producido por la introducción del terapeuta en el seno de la flia y su
acomodamiento a este pueden ser útiles en si mismos, pero es posible q no siempre coincidan
con los objetivos terapéuticos.
Transacciones alternativas en transformación:
(Ejemplo pág 172-173)
Evolución en terapia:
Las experiencias de las personas se modifican a medida q sus posiciones relativas se
transforman. Pero se plantea el problema de hasta q punto la situación anterior de la flia se
restablece cuando el terapeuta deja de formar parte de la unidad y hasta q punto se mantienen
las transformaciones.
El terapeuta de flia cuestiona la percepción de la realidad de los pacientes. Corroe la
certeza de cada miembro de la flia acerca de la validez de su experiencia. En realidad, el
terapeuta apoya a los miembros de la flia, pero sugiere q mas allá de lo q han de percibido hay
otra cosa. En efecto, suele decir “sí, pero…” o “sí, y…”
Su posición de duda debe apoyarse en señalamientos q los miembros de la flia
consideren correctos sobre la base de sus propias experiencias previas. Aunque los cuestiona
basándose en la consideración de q puede ver mas allá q ellos, debe ser capaz de aferrarse a
posibilidades de alternativas de experiencia, o a códigos alternativos, de los q los miembros de
la flia puedan disponer. Lo q plantea debe formar parte del repertorio existente de los miembros
de la flia. (Ej pag 175-176).
Los pacientes evolucionan por tres causas:
*se cuestiona su percepción de la realidad.
*se les proporcionan habilidades alternativas q les parecen adecuadas.
*y, una vez q ensayaron las pautas transaccionales alternativas, aparecen nuevas
relaciones q se refuerzan a sí mismas.
Se hace camino al andar:
El concepto de transformación se relaciona con evoluciones considerables en el marco
de la terapia q se producen a lo largo del tiempo. El terapeuta debe saber como proyectar esos
objetivos. Pero también debe saber como facilitar los pequeños movimientos q llevan a la flia en
dirección de estas metas. Es vital proporcionarle sistemas de apoyo en el seno de la flia para
facilitar el movimiento de una posición a la siguiente.
El contacto terapéutico se produce en un nivel de proximidad interpersonal dentro de un
contexto específico. El contenido de una sesión depende de muchos factores e idiosincrasia,
como el propio estilo de intercambio de la flia y la personalidad del terapeuta. El contenido
terapéutico se relaciona en forma estrecha con la experiencia de ola vida cotidiana de una flia.
La dinámica y la estructura de una flia se transmiten a través del contenido de las
comunicaciones entre sus miembros al igual q a través del orden de esas comunicaciones.
El contenido de una sesión es influido también por el aporte del terapeuta.
(Acá habla el autor de lo q él hace en terapia y tira un par de consejos, se los pongo
como para q lo lean). Mi estilo terapéutico se encuentra organizado a lo largo de dos
parámetros: como preservar la individuación y como apoyar la reciprocidad. Siempre me he
preocupado por preservar los limites q definen la identidad individual. No permito nunca q un
miembro de una flia hable acerca de otros q se encuentran presentes en la sesión. A menudo
separo a personas q se sientan juntas, y puedo bloquear las interrupciones o los pedidos
inadecuados de confirmación. Tiendo a desalentar la utilización de un miembro de la flia como

51
deposito de los recuerdos de los otros. Apruebo las descripciones de competencia y aliento a
los miembros de la flia a recompensar toda competencia q se muestre en una sesión. Al
estimular la reciprocidad, mi técnica mas adecuada consiste en dar pruebas de sentido del
humor y de una aceptación gral de las flaquezas humanas. Suelo cuestionar la existencia de un
“yo” sin un “tu”. En lugar de decirle a un miembro de una flia q cambie, le digo a otro, q tiene
una relación complementaria significativa con el primero, q lo ayude a cambiar, puesto q el
primero no puede hacerlo solo. Actúo de tal modo q los otros miembros de la flia sean mis
coterapeutas, convirtiendo a la unidad más amplia en la matriz de curación. Evito toda
interpretación individual. Encaro los conflictos fliares a través de interpretaciones secuenciales,
de tal modo q el mismo modelo sea esclarecido a través de diferentes puntos de vista. En gral,
en lugar de permitir a las personas q hablen acerca de acontecimientos del pasado, tiendo a
referir a las situaciones a lo actual relacionándolas con la sesión, por ej: si trabajo con un
paciente anoréxico, como con la flia. Soy espontáneo en mis intervenciones. Me agrada relatar
anécdotas acerca de mis propias experiencias y de mi pensamiento, e incluir cosas q he leído u
oído y q son relevantes en relación con la flia presente. Intento asimilar el lenguaje de la flia y
sus mitos. Estos métodos permiten ganar tiempo. Se trata de técnicas de acomodación
sumamente importantes en el proceso de asociarse a la flia.

CAPITULO 7: Formacion del Sistema Terapéutico


Los métodos del terapeuta para la creación de un sistema terapéutico y situarse a sí
mismo como líder se designan como operaciones de asociación. Estas son las bases de la
terapia. Si el terapeuta no puede asociarse a la flia y establecer un sistema terapéutico, la
reestructuración no puede producirse y todo intento de alcanzar los objetivos terapéuticos
fracasara.

Unión y acomodamiento:
Unión y acomodamiento son dos términos q describen el mismo proceso. El primero se
utiliza cuando se pone el acento en las acciones del terapeuta tendientes directamente a
relacionarse con los miembros de la flia o con el sistema fliar. El acomodamiento se utiliza
cuando se pone el acento sobre las adaptaciones del terapeuta tendientes a lograr la alianza.
Para aliarse a un Sist. fliar, el terapeuta debe aceptar la organización y estilo de la flia y fundirse
con ellos. Debe experimentar las pautas transaccionales de la flia.
El terapeuta reconoce el predominio de determinados temas fliares y participa
juntamente con los miembros de la flia en su exploración. Debe seguir su camino de la
comunicación. Cuando traspasa los umbrales fliares, debe estar alerta ante los mecanismos de
estabilidad del sistema. Los choques de la flia en relación con el terapeuta constituyen los
factores q le permiten conocer a la flia. Del mismo modo q el terapeuta se acomoda para unirse
a la flia, la flia también de acomodarse para unirse a él.
El terapeuta de flia experimenta las presiones del sistema fliar; al mismo tiempo, observa
el sistema realizando deducciones q le permiten transformar su experiencia en un mapa fliar en
el q basa sus objetivos terapéuticos.
Todo aquel q emprende una terapia fliar se ve constantemente impresionado por la
enorme dificultad q existe para transformar un sistema fliar. La flia se modifica solamente si el
terapeuta ha logrado incorporarse al sistema de un modo sintónico a este.
En el desarrollo de la terapia, las intervenciones fundamentales del terapeuta intentan
desplazar al sistema terapéutico e la dirección de las metas terapéuticas. Pero el terapeuta
también debe responder a los elementos inmediatos de cada sesión. Estas respuestas
inmediatas pueden discrepar con las metas finales del tratamiento, debido a q una
reestructuración exitosa requiere a menudo el apoyo de las estructuras q con el tiempo pueden
verse cuestionadas. En efecto, la terapia es calibrada en dos escalas temporales diferentes. El
progreso de la flia hacia las metas terapéuticas se evalúa como los movimientos a lo largo de
periodos de tiempo prolongados. La unión y el enfrentamiento de los problemas mediatos se
evalúan como intercambios específicos q se producen en una sesión particular. Es posible q las

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técnicas no siempre dirijan a la flia en la dirección de los objetivos terapéuticos, pero son
exitosas en la medida en q garanticen el retorno de la flia a la sesión siguiente.
Mantenimiento: el mantenimiento se relaciona con la técnica de acomodación de
proporcionar un apoyo programado a la estructura fliar, al como el terapeuta la percibe y
analizan. El sistema puede ser mantenido en todos los niveles, desde la estructura fliar como un
todo hasta las características de los miembros individuales.
El terapeuta puede optar por mantener las pautas transaccionales específicas de un
subsistema fliar. Las operaciones de mantenimiento requieren a menudo la confirmación activa
y el apoyo de los subsistemas fliares. Un terapeuta por ej reconoce la posición ejecutiva de los
padres en una flia cuando les dirige las primeras preguntas, cuando respeta la necesidad de la
flia de ser contactada a través e aquel definido como conmutador central, o cuando acepta
temporariamente el etiquetado del paciente identificado.
El terapeuta apoya a los subsistemas fliares checo alienta a los cónyuges a apoyarse
mutuamente al encarar el subsistema adolescente. También puede apoyar un subgrupo
adolescente en un subsistema fraterno amplio recomendando a los hijos menores q no
concurran a determinadas sesiones proporcionándoles juguetes apacibles para q jueguen con
ellos mientras hablan los demás.
Las operaciones de mantenimiento requieren a menudo q se ratifique y apoye el
potencial y la fuerza de un individuo, o se afiance la posición de un miembro de la flia.
En los entrelazamientos de la terapia, las operaciones de mentenim9neto pueden
desempeñar una función de reestructuración. Cuando el terapeuta apoya un subsistema, otras
partes de la flia pueden verse obligadas a reestructurarse o acomodarse a este apoyo, por ej: si
el terapeuta apoya al cónyuge más débil, ello constituye un pedido de reestructuración dirigido
al mas fuerte.
Rastreo: constituye otra técnica de acomodación. El terapeuta sigue el contenido de las
comunicaciones y de la conducta de la flia y los alienta para q continúen. El rastreo significa el
planteamiento de preguntas q clarifiquen lo q está en juego, la realización de comentarios
aprobadores o el estímulo para la amplificación de un punto. El terapeuta no cuestiona lo q se
dice. Se ubica a sí mismo como una parte interesada. El “hum-hum”, la declaración q estimula
la prosecución de lo q se dice, la repetición de lo q una persona ha dicho, la recompensa de
una declaración mostrando interés y la pregunta q requiere clarificaciones son modalidades
tradicionales mediante las cuales los terapeutas dinámicos y no directivos controlan la dirección
y el flujo de la comunicación.
Una acción producida en una sesión dada también puede rastrearse. (ej pag 189).
El rastreo fortalece a los miembros de la flia al estimular la información. El terapeuta no
inicia una acción: él conduce siguiendo, convalida a la flia tal como es, estimulando y aceptando
sus comunicaciones.
Como el mantenimiento, el rastreo pueden utilizarse como una estrategia de
reestructuración. (ej pag 189).
Mimetismo: Un terapeuta puede utilizar el mimetismo para acomodarse a un estilo fliar y
a sus modalidades afectivas. Así, adopta el ritmo fliar de comunicación, disminuyendo su ritmo,
por ej, en una flia habituada a pausas prolongadas y lentas respuestas; en una flia jovial, asume
una actitud jovial y expansiva, etc.
El terapeuta se asemeja a los miembros de la flia en todos los rasgos universales de la
condición humana, por lo tanto, se plantearan situaciones en las q tienen experiencias
comunes. El terapeuta puede poner el acento en ellas para mezclarse con la flia.
En el marco del sistema terapéutico, las operaciones miméticas son por lo general
implícitas y espontáneas.
Al igual q otros procesos de acomodación, puede ser utilizada con fines de
reestructuración. Los procesos de acomodación y reestructuración están entrelazados.
Diagnostico:
En terapia fliar, el diagnóstico es la hipótesis de trabajo q el terapeuta desarrolla a partir
de sus experiencias y observaciones relacionadas con su proceso de unión con la flia. Un

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diagnostico fliar requiere la acomodación del terapeuta a la flia para formar un sistema
terapéutico seguido por su evaluación de sus experiencias de la interacción de la flia en el
presente. (Distinto al diagnóstico psiquiátrico se basa en la recopilación de datos y la atribución
de un rotulo).
El enfoque de la flia en relación con su problema se orienta por lo gral hacia el individuo
y hacia el pasado.
El terapeuta considera al paciente identificado como el miembro de la flia q expresa de
modo más visible, un problema q afecta al sistema en su totalidad. Ello no significa q el paciente
identificado sea irrelevante a la terapia. Requerirá una atención particular. Pero la flia en su
totalidad debe ser el blanco de las intervenciones terapéuticas. Un objetivo del proceso de
diagnostico consiste en ampliar la conceptualización del problema. El foco individual mediante
el cual la flia ha conceptualizado y encarado el problema debe ser ampliado para incluir las
transacciones de la flia en su contexto habitual.
Al evaluar las transacciones de la flia, el terapeuta se concentra en seis áreas
fundamentales:
*en 1º lugar considera la estructura fliar, sus pautas transaccionales preferibles y las
alternativas disponibles.
* 2º evalúa la flexibilidad del sistema y su capacidad de elaboración y reestructuración,
tal como lo revela la modificación de las alianzas y coaliciones del sistema y de los subsistemas
en respuesta a las circunstancias cambiantes.
*3º examina la resonancia del sistema fliar, su sensibilidad ante las acciones individuales
de los miembros.
*4º examina el contexto de vida de la flia, analizando las fuentes de apoyo y de estrés en
la ecología de la flia.
*5º examina el estadio de desarrollo de la flia y su rendimiento en las tareas apropiadas
a este estadio.
*6º explora las formas e q los síntomas del paciente identificado son utilizados para el
mantenimiento de las pautas preferidas por la flia.
El diagnóstico en la terapia fliar se logra a través del proceso interaccionad de unión. La
estructura de la flia, el grado de flexibilidad inherente a ella, la resonancia del sistema y la
posición del paciente identificado son, todos, entes invisibles q sólo pueden percibirse a través
de la acomodación del terapeuta a ellos y su exploración del sistema. El diagnóstico de la flia
aparece en el mapa fliar. El diagnostico incluye también el modo en q la flia responde al
terapeuta; la intervención de este constituye en si mima una intervención masiva.
El contenido e las comunicaciones de una flia a un terapeuta, en particular en un
comienzo, esta por lo gral cuidadosamente organizado y, a menudo, ha asumido un carácter
rígido debido a las frecuentes repeticiones. Se tra5a de una versión oficial de los
acontecimientos, q proporciona una información mínima al terapeuta. El material q el terapeuta
extrae cuando se asocia con la flia se encuentra bajo un control cognitivo menor, y por lo gral,
sometido a una menor vigilancia, proporcionando un atisbo de las pautas transaccionales
subyacentes.
El diagnóstico interaccionad se logra a través del proceso de recopilar diferentes clases
de información. Lo q las personas dicen es importante. También lo son las comunicaciones no
verbales. El orden de las observaciones permite también obtener un material adicional: quien
habla y a quien y cuando. Luego el estímulo del terapeuta proporciona información acerca de
pautas transaccionales alternativas, q señalan la flexibilidad de la organización fliar cuando esta
se moviliza en el contexto de la sesión terapéutica.
El terapeuta de flia tiene la ventaja de trabajar con concepto de un sistema de personas
interconectadas q se influyen mutuamente. Por lo tanto, si su disposición de los datos lo lleva a
un problema insoluble, busca un ángulo diferente relacionado con los mismos fenómenos
complejos.
El contrato terapéutico:

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La flia y el terapeuta deben lograr un acuerdo en lo q concierne a la naturaleza del
problema y los objetivos del cambio.
El contrato plantea una promesa de ayuda para la flia con el problema q ha traído a
terapia, también explicita la logística de la terapia, y especifica la frecuencia de las sesiones, y
durante cuanto tiempo se extenderán. Todos estos términos pueden modificarse a medida q la
terapia evoluciona, pero desde el comienzo se debe alcanzar un cierto grado de comprensión.
Unión con los subsistemas:
En gral, la unión con un subsistema constituye una intervención reestructurante, debido
a q otros miembros de la flia deben reagruparse para absorber el impacto de la alianza del
poderoso terapeuta con otro subsistema.
Cuando el terapeuta trabaja con una flia, se asocia a los diferentes subsistemas en
diferentes formas, acomodándose a las pautas de intercambio internas a cada uno, a su estilo,
afecto y lenguaje.
Algunos terapeutas tienden a acomodarse a los adultos de la flia, en detrimento de los
niños. En algunos casos, ello puede justificarse debido a q los padres tienen mas poder y son
más aptos para constituirse en instrumentos naturales de la reestructuración fliar. Sin embargo,
el terapeuta debe ser también capaz d acomodarse al lenguaje del niño.
Algunos terapeutas sostienen q el tratamiento debe realizarse en presencia de todos los
miembros de la flia, para poder lograr así comunicaciones abiertas. El trabajo exclusivamente
en presencia de todos los miembros de la flia inhibirá sin duda el despliegue de los secretos y
fantasmas fliares, por lo q en algunas circunstancias el trabajo con subsistemas separados
constituye un recurso reestructurador sumamente útil.
Cuando la terapia se inicia, el terapeuta invita a todos los miembros de un hogar a
concurrir a las sesiones. Si sabe q se trata de una flia extensa, incluye a los abuelos, si hay
algún otro adulto relacionado en forma significativa con una flia en la q existe solo una figura
paterna, intenta establecer contacto con esa persona. Sus observaciones de toda la flia ayudan
al terapeuta a identificar los diferentes modos en q los distintos miembros participan en el
mantenimiento de pautas transaccionales disfuncionales. También proporciona elementos para
valuar el poder relativo de los diferentes miembros de la flia para efectuar o para resistir cambio
en el seno de la flia. Disponiendo de estas observaciones, el terapeuta puede contactar
estratégicamente con determinados subsistemas familiares, excluyendo otros.
La inclusión y la exclusión de los miembros de la flia en la unidad terapéutica en curso
constituyen una estrategia sumamente útil para explorar la forma en q funcionan los
subsistemas en contextos cambiantes. En flias con muchos hijos el subsistema fraterno se
subdivide aun más, l encuentro con los padres y con los diferentes grupos fraternos presenta
panoramas sumamente diferentes de las pautas transaccionales de la flia.
El trabajo con distintos segmentos de la flia puede ser una técnica reestructurante (ej
pag 200).
En algunos casos, la actividad de un miembro inadecuadamente central de la flia puede
ser cercenada en el marco de una sesión. El terapeuta puede bloquear su acción poniendo el
acento en su propia actividad. Puede enviar al miembro central fuera de la habitación para q
observe la sesión detrás de un vidrio unidireccional. O, simplemente, puede aumentar la
distancia entre este miembro y el resto de la flia cambiando la disposición de los asientos de tal
modo q su participación se vea limitada. El posible, entonces, q los procesos q en otras
circunstancias hubiesen permanecido ocultos aparezcan.
El terapeuta puede actuar como un delineador de límites dentro de la flia, asociándose a
un subsistema de la flia y excluyendo a otros en el transcurso de las sesiones realizadas con la
flia en su totalidad. Todas estas intervenciones n subsistemas son útiles también como
floraciones dentro del marco del proceso de diagnostico.

CAPITULO 8: La Reestructuración de la Familia


Las operaciones de reestructuración son las intervenciones terapéuticas q una flia debe
enfrentar en el intento de lograr un cambio terapéutico. Estas se distinguen de las operaciones

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de unión q no constituyen un desafío; sino q disminuyen la distancia entre e terapeuta y la flia,
ayudando al terapeuta a mezclarse con la flia ya q juntos participan en los acontecimientos de
la sesión terapéutica.
Sin embargo, las operaciones de reestructuración y de unión son interdependientes. A
menudo resulta dificultoso distinguir entre ambas: la unión, en efecto, puede utilizarse como una
técnica reestructurante. Al utiliza5 operaciones de unión con fines de reestructuración, el
terapeuta utiliza el propio movimiento de la flia para impulsarla en la dirección de las metas
terapéuticas.
Cuando la unidad terapéutica esta solidamente constituida, las operaciones de
reestructuración deben proyectarse de tal modo q permitan períodos de consolidación y de
reagrupamiento a medida q la flia cambia.
Cuando el terapeuta se une a la flia, debe encarar dos tareas fundamentales. Debe
acomodarse a la flia, pero también debe mantenerse en una posición de liderazgo dentro de la
unidad terapéutica. Debe adaptarse en grado suficiente a la organización fliar para ser capaz de
incorporarse a ella, pero también debe conservar la libertad de intervenir de un modo q
cuestione la organización de la flia, obligando a sus miembros a acomodarse a él de un modo q
facilitara el movimiento en dirección de los objetivos terapéuticos.
Solo a partir de una posición e liderazgo el terapeuta puede mantener sus posibilidades
de maniobras terapéuticas y su libertad para manipularse a sí mismo y para manipular a la flia.
Existen por lo menos 7 categorías de operaciones reestructurantes:
*el captar las pautas transaccionales de la flia.
*el señalamiento de los límites.
*el acrecentamiento del stress.
*la asignación de tareas.
*la utilización de los síntomas.
*la manipulación del humor
*el apoyo, educación o guía

1- Captar las pautas transaccionales de la familial las flias acuden a terapia


solicitando ayuda de un experto. Por lo tanto, tienden a dirigirse exclusivamente a su persona,
describiendo la situación tal como la ven. Si el terapeuta no controla esta tendencia, la sesión
puede desarrollarse de modo en el q él ocupe siempre la posición central. Las transacciones q
así se suscitan pueden ser muy diferentes de las transacciones normales de la flia.
Otro peligro es el de q la sesión se restrinja a las descripciones de la flia, debido a q las
pautas transaccionales reales de una flia pueden ser totalmente desconocidas por ella. Para
obtener una descripción verdadera, el terapeuta debe ir más allá de la auto descripción verbal
de la flia.
Consecuentemente, el terapeuta permanece vigilante ante los indicios no verbales q
confirman o contradicen lo q la flia le dice. Toda comunicación es siempre reforzada, calificada
o negada por el contexto interpersonal de la transacción.
Dramatización de las pautas transaccionales: puede ser sumamente útil q la flia actúe en
lugar de describir. La presencia del terapeuta es siempre un factor q introduce modificaciones.
Sin embargo, puede crear argumentos familiares orientando a determinados miembros de la flia
a interactuar mutuamente en un marco claramente delineado. Este tipo de argumentos minimiza
la tendencia a centralizar en el terapeuta y ayuda a los miembros de la flia a experimentar sus
propias transacciones con una mayor conciencia. Desde el punto de vista del terapeuta,
también ayuda a ver a los miembros de la flia en acción.
Recreación de los canales de comunicación: el terapeuta debe disponer de un cierto
número de técnicas para estimular la comunicación intrafliar en la sesión. Puede insistir para q
las personas hablen entre sí. Puede evitar mirar al alguien, clavando su mirada en un objeto.
Puede dar vuelta su silla. Puede negarse a responder cuando se dirigen a él, señalando
simplemente a otro mimbro de la flia con un gesto. Puede incluso abandonar la habitación para
observar a la flia tras un vidrio de visión unilateral. Después de utilizar estas técnicas un cierto

56
numero de veces, los miembros de la flia aceptaran q tienen q hablar entre sí como regla del
sistema terapéutico.
Se abre así una nueva perspectiva para el terapeuta.
Manipulación del espacio: la redistribución geográfica constituye otra técnica para
dramatizar las descripciones de la flia. La ubicación puede constituir una metáfora para
intimidad o distancia entre las personas.
Cuando una flia acude a la 1º sesión, la forma en q se ubica puede proporcionar indicios
acerca de las alianzas y coaliciones, centralidad y aislamiento. La ubicación puede también
constituir una técnica para estimular el diálogo, y también un modo efectivo de trabajar con los
límites: si el terapeuta desea crear o consolidar un limite, puede conducir a los miembros de un
subsistema al centro de la habitación y ubicar a otros miembros de la flia de espaldas, de modo
q puedan observar pero no interrumpir; si desea bloquear el contacto entre dos miembros,
puede separarlos o ubicarse entre ellos y actuar como mensajero.

2- Señalamiento de los límites: el terapeuta de flia intenta ayudar a esta a crear el


intercambio flexible entre autonomía e interdependencia q promoverá con mayor eficacia el
desarrollo psicosocial de sus miembros. El objetivo es el de lograr un grado correcto de
permeabilidad de limites.
En una flia aglutinada, los límites deben ser consolidados para facilitar la individuación
de los miembros e la flia. En las flias q se encuentran mas cerca del extremo desligado del
continuum aglutinación-desligamiento, actúa para disminuir la rigidez de los límites, facilitando
el flujo entre los subsistemas de un modo q permita un incremento de las funciones de apoyo y
orientación de la flia.
Si un miembro de la flia comienza a responder una pregunta dirigida a otro, el terapeuta
puede imponer silencio al hablante con un gesto o de ser necesario, decirle algo.
Los niños de la flia deben ser diferenciados, y recibir derechos y privilegios individuales
según su edad y posición en la flia.
El terapeuta puede también observar el modo en q un niño responde a las preguntas q
se le plantean. Algunos niños responden en forma autónoma, otros miran a uno de los padres
antes de contestar o refieren la pregunta a los padres.
Limites de los subsistemas: los límites del subsistema conyugal deben ser lo
suficientemente claros para proteger a la pareja de la intrusión por parte de los niños o de otros
miembros adultos de la flia extensa.
El subsistema fraterno también necesita un limite protector de tal modo q pueda
desempeñar sus funciones de ofrecer a los niños la oportunidad de aprender cooperación,
competición, formas de evitación o capitulación, como ganar o perder un aliado y otras
condiciones requeridas par vivir con iguales. Los padres deben respetar esta oportunidad de
crecimiento sin su ayuda o interferencia.
La tríada rígida plantea problemas especiales para delimitar límites. Cuando una pauta
transaccional transgeneracional, q habitualmente incluye a los padres y a un hijo, queda
encerrada dentro de límites rígidos, da lugar a pautas transaccionales. El terapeuta debe
trabajar para trazar nuevos limites; para ello, debe fortalecer el límite del subsistema conyugal
para q los cónyuges puedan tratar sus problemas sin implicar a un tercero, consolidando el
límite q protege la autonomía del tercer miembro y debilitando el límite q rodea a la rígida tríada,
de tal modo q el subsistema llegue a ser mas abierto.
Cuando los límites alrededor de un subsistema son consolidados, el funcionamiento de
este subsistema mejorara. Surgirán así procesos q no podían manifestarse cuando otros
miembros de la flia se inmiscuían.
Los cambios en el número de miembros de un sistema pueden dar lugar, a su vez, a una
transformación importante del sistema.
3- Intensificación del stress: las flias q acuden a tratamiento han desarrollado
habitualmente pautas transaccionales disfuncionales para enfrentar el stress. El paciente
identificado se encuentra en el centro de estas pautas. A menudo la flia es poco flexible,

57
incapaz de recurrir a formas de relación diferentes. El terapeuta q se une a ellos en el sistema
terapéutico debe explorar todas las conductas alternativas q la organización fliar puede permitir.
La habilidad del terapeuta para producir stresses en diferentes partes del sistema fliar le
proporcionara a él, y en algunos casos a los propios miembros de la flia, un indicio acerca de la
capacidad de la flia para reestructurarse cuando las circunstancias cambian. Su aporte y su
estímulo experto producen nuevos contextos o circunstancias modificadas a los q la flia debe
adaptarse en presencia suya.
Bloqueo de pautas transaccionales: la maniobra más simple a la q un terapeuta puede
recurrir para producir stress consiste en obstruir el flujo de comunicación a lo largo de sus
canales habituales.
Acentuación de las diferencias: el terapeuta puede producir stress al señalar diferentas q
la flia ha escamoteado. Presta atención a la forma en q los miembros de la flia califican a las
declaraciones de los otros, “mejoran” un mensaje de algún miembro de la flia o, simplemente,
discrepan.
Desarrollo del conflicto implícito: (explicado con ej pag 218).
Unión en alianza o coalición: el terapeuta puede provocar un stress uniéndose en forma
temporaria a un miembro o subsistema de la flia. Este tipo de incorporación a la estructura fliar
requiere una cuidadosa planificación y una habilidad para desligarse, de tal modo q el terapeuta
no sea absorbido por la guerra fliar.
También puede unirse a los diferentes miembros de la flia en forma sucesiva. En este
caso, se alía a un miembro y pelea junto a él y luego cambia distribuyendo sus favores en forma
equitativa y desarrollando stress sucesivos en diferentes partes del sistema fliar.
Este enfoque es en particular necesario con familiares q niegan o evitan sus conflictos
en forma rígida y con flias q se niegan en forma persistente a aceptar la idea de q la flia como
un todo constituye el problema. Estos sistemas rígidos pueden ser puestos en movimiento
uniéndose a un miembro de la flia, por lo general uno de los progenitores, durante un lapso
prolongado.
Cuando el terapeuta se une a un miembro de la flia, debe evaluar en forma adecuada el
umbral de tolerancia de su aliado y de los otros miembros de la flia. Corre un serio riesgo de
indisponer al blanco de coalición y, con frecuencia, a toda la flia. Aun en el medio de un ataque,
es importante proporcionar algún apoyo al blanco. Si el terapeuta trabaja junto a un
coterapeuta, este debe apoyar al blanco de la coalición. Si trabaja solo, debe dar a entender q
reconoce la forma en q el blanco ve la situación.
Cuando una secuencia particular concluye, debido a q se alcanzo un objetivo o a q se
llego al límite de tolerancia, el terapeuta debe cambiar de posición y aliarse con el blanco
previo. En algunos casos, incluso, puede llegar a unirse a este contra el aliado anterior.
Esta técnica presenta un riesgo. El miembro de la flia q es atacado puede contraatacar
no al terapeuta sino al miembro de la flia con el q este se alía. Como consecuencia de ello, un
miembro de la flia q ya sufre un stress severo puede verse sobrecargado.
El objetivo último del terapeuta consiste en beneficiar a la totalidad de la flia, y la flia
debe percibirlo en todo momento. Si forma una coalición contra determinados miembros, estos
deben saber q este paso es temporario y q, por sobre todo, él esta aliado a toda la flia en el
sistema terapéutico.
4- Asignación de tareas:
El terapeuta puede recurrir a las tareas para señalar y actualizar un área de exploración
que puede no haberse desarrollado en forma natural en el flujo de las transacciones de la
familia. O, también puede subrayar un área en la que la familia necesita trabajar.
Las tareas asignadas dentro de una sesión pueden señalar simplemente cómo y a
quién los miembros de la familia deberían dirigirse.
Las tareas pueden relacionarse con la manipulación del espacio.
Las tareas pueden utilizarse para dramatizar las transacciones de la familia y sugerir
cambios.

58
Al asignar tareas dentro de la sesión, el terapeuta subraya su posición como el que fija
las reglas.
El terapeuta puede también asignar tareas para el hogar. Cuando la familia responde
realizando la tarea que él asignó, están llevando realmente al terapeuta a su hogar.
La utilización de tareas presenta múltiples ventajas. La focalización sobre ellas obliga al
terapeuta a encarar la estructura y las pautas transaccionales de la familia, en lugar de encarar
las características particulares de los miembros individuales. Las tareas señalan las nuevas
posibilidades de reestructuración de la familia. Al plantear tareas, el terapeuta debe clarificar su
mapa de la familia y establecer objetivos específicos, así como también pasos específicos en
dirección de esos objetivos. Las tareas también constituyen un medio adecuado para poner a
prueba la flexibilidad familiar.
Al mismo tiempo, no es más que una indagación del sistema familiar.
La asignación de una tarea proporciona un nuevo marco para las transacciones. El
terapeuta observa los resultados con el propósito de lograr que surjan pautas transaccionales
alternativas.
5- Utilización de los síntomas: el terapeuta q trabaja dentro del marco de la flia
considera q los síntomas de un miembro individual son una expresión de un problema
contextual. Por lo tanto, puede combatir la tendencia de la flia a centralizarse en el portador del
síntoma. En otros casos, sin embargo, puede elegir trabajar en forma directa con el q presenta
los problemas. A veces, el síntoma, es tan peligroso q obliga a considerarlo en forma prioritaria.
Enfoque centrado en el síntoma: a menudo, el trabajo con los síntomas del paciente
identificado puede constituir el camino más rápido para diagnosticar y modificar las pautas
transaccionales disfuncionales de una flia. Los síntomas del paciente identificado ocupan una
posición especial en el sistema de transacciones de la flia. Representan un nódulo concentrado
de stress familiar. A menudo, constituyen una de las formas de la flia de manejar este stress. En
todo caso, los síntomas del paciente identificado son reforzados por un número significativo de
pautas transaccionales de la flia.
El terapeuta no cuestiona en forma inmediata la formulación del problema por parte de la
flia. Preferentemente, sigue la estrategia de influir sobre el resto de la flia para q opere en
términos de ayuda al paciente identificado en el área del síntoma.
Exageración del síntoma: un terapeuta puede utilizar su poder dentro de la unidad
terapéutica para reforzar los síntomas del paciente identificado, aumentando su intensidad. Esta
táctica se convierte en una maniobra reestructurante. Una vez más, la conducta anómala de un
miembro se convierte en tema de regulación interpersonal en la flia.
Desacentuación del síntoma: en algunas ocasiones, es posible utilizar el síntoma como
una vía q permita alejarse del paciente identificado.
Adopción de un nuevo síntoma: el abordaje de un síntoma a través de su
funcionamiento en la flia permite desarrollar una estrategia el problema identificado
desplazando temporariamente el foco de concentración terapéutica a otro miembro de la flia.
Reetiquetamiento del síntoma: Una reconceptualización del síntoma en términos
interpersonales puede abrir nuevos camino0s de cambio.
Modificación del afecto del síntoma: puede ser útil cambiar el afecto de las transacciones
q conciernen a un síntoma.
6- Manipulación del humor: el afecto q acompaña a las transacciones familiares
constituye uno de los múltiples indicios q determina la conducta del terapeuta. El afecto
constituye una pista acerca de lo admisible en una flia determinada.
Emplear el afecto de la flia constituye una operación de unión, pero también puede
constituir una operación reestructurante. El terapeuta puede recurrir a una imitación exagerada
del estilo familiar para suscitar mecanismos de enfrentamiento de l anomalía por parte de la flia.
Algunas flias, en particular las acosadas por la pobreza o las q tienen un miembro
psicosomáticamente enfermo, están tan habituadas a las emergencias q en su seno no existe
ninguna jerarquía de problemas. Cuando se plantea una situación critica, su impacto es
minimizado por la impresión de q “también esta vez nos arreglamos”. Es posible q el terapeuta

59
se vea obligado a introducir intensidad para lograr q la flia responda en forma adecuada a una
situación q deben comprender q es seria. Solo el elevar la intensidad de su respuesta puede
llevarlos a comprender q el cambio familiar es necesario.
Los componentes afectivos pueden ser utilizados para manipular distancia. Tanto la
indignación como la vergüenza son factores q producen distancia, ayudando a consolidar los
frágiles limites dentro de la flia.
La redesignación de un afecto predominante también puede ser útil.
7- Apoyo, educación y guía: el apoyo, la educación y la guía constituyen a menudo
operaciones de unión, aunque también pueden cumplir funciones reestructurantes. La
alimentación, curación y apoyo q una flia proporciona a sus miembros son vitales para los
miembros individuales de la flia y para el mantenimiento del sistema fliar. El terapeuta debe
comprender la importancia de estas funciones y saber de q modo estimularlas. A menudo se
verá obligado a enseñar a la flia de q modo apoyarse mutuamente. Puede verse obligado,
también, a enseñar a los padres el modo de responder en forma diferencial a sus hijos.
Si el funcionamiento ejecutivo de una flia es débil, es posible q el terapeuta debe
incorporarse al sistema, asumiendo las funciones ejecutivas como un modelo, y luego
abandonar esa posición para q los padres puedan reasumir estas funciones.

60
“Paradoja y contraparadoja”
Selvini-Palazzoli y otros

CAPÍTULO 7: La connotación positiva


Este principio terapéutico surge por la necesidad de llegar, sin contradecirse, a una
intervención terapéutica paradojal: la prescripción del síntoma al paciente designado.
Connotar positivamente el síntoma del paciente y negativamente el comportamiento
sintomático de los otros miembros de la familia, equivale a trazar una línea de demarcación en
los miembros del sistema familiar, de modo diferenciado en “Buenos” y “Malos”, lo que nos
llevaba a cerrar el acceso que tenemos a la familia, comunidad sistémica.
De este modo el acceso al modelo sistémico solo es posible si connotamos positivamente
tanto el síntoma del paciente designado, como los comportamientos sintomáticos de los otros
miembros diciendo por ejemplo: que todos los comportamientos observables aparecen
inspirados por el común deseo de mantener la unión y la cohesión del grupo familiar. De tal
modo los terapeutas ponen a todos los miembros de la familia en un mismo nivel, evitando
iniciar o verse envueltos en alianzas o escisiones en subgrupos que constituyen el sustento de
la disfunción familiar.
La función primaria de la connotación positiva de todos los comportamientos observados en
el grupo, aparece como la que puede facilitar a los terapeutas el acceso al modelo sistémico.
Todo sistema viviente comporta 3 caracteres fundamentales:
• Totalidad (el sistema es ampliamente independiente de las características individuales
de los elementos que lo componen)
• Capacidad autocorrectiva y por lo tanto, tendencia homeostática.
• Capacidad de transformación.
Implicando con un juicio critico que el sistema debe cambiar, se rechaza aquel sistema en
cuanto caracterizado por una tendencia homeostática predominante. Procediendo de esta
manera nos cerramos a priori las puertas de acceso a cualquier grupo disfuncional
caracterizado siempre por tales tendencias. Por lo tanto, se cometería un grave error teórico, ya
que se trazaría una línea arbitraria de demarcación entre 2 caracteres funcionales de todo
sistema viviente: la homeostasis y la transformación.
En realidad, tendencia homeostática y capacidad de transformación en cuanto características
funcionales del sistema no son mejores ni peores. La combinación de ambas transcurre
circularmente según un continuum sustituyendo el modo lineal.
La familia en crisis, que nos pide terapia, participa de este objetivo ideal y no nos consultaría
sino fueran presas del miedo de que su estabilidad y su equilibrio perseguidos contra toda
evidencia empírica estén en peligro.
Cuando calificamos como positivos (buenos) los comportamientos sintomáticos, en tanto
motivados por la tendencia homeostática, lo que de hecho connotamos positivamente es la
tendencia homeostática del sistema y no las personas. En todo caso se aprueban ciertos
comportamientos de algunas personas, en cuanto estos denotan la intencionalidad común hacia
la unión y estabilidad del grupo. De esta manera se respeta incluso el carácter central de todo
sistema viviente: la totalidad.
Los terapeutas llegando por esta vía a nivel sistémico no sólo se definen como aliados de la
tendencia homeostática, sino que incluso la prescriben. Si tomamos en consideración la
peculiar modalidad de comunicación de la familia con interacción esquizofrénica, resulta que la
regla de las mismas es la prohibición de definir la relación. Es como si la familia metacomunica
a los terapeutas una convicción normativa: sólo podemos continuar juntos si no definimos jamás
la relación. El no definir la relación es esencial para la estabilidad de nuestro sistema. Incluso el
síntoma, o sea el comportamiento psicótico que aparece en el paciente designado, es por su
misma incomprensibilidad y su carácter bizarro, un intento de no definir la relación. En este
sentido, el paciente designado obedece a la regla.

61
Pero al mismo tiempo, el síntoma alude en sentido crítico, sarcástico, a una definición de la
relación. De hecho, en un alto nivel de abstracción, una relación definida como indefinible, es
definida como insostenible. En este sentido el paciente designado amenaza con violar la regla
(que es mantenerse sin definir la relación). Desencadena así en la familia, la aparición de un
estado de alarma frente al peligro de la ruptura del status quo. La familia solicita a la psiquiatría
tradicional, a los medicamentos, la reestructuración del equilibrio preexistente a la explosión del
síntoma, y de hecho la obtiene, ya que la alusión amenazadora de una definición de la relación,
o sea de un cambio, es etiquetada como enfermedad y como consecuencia curada.
Los terapeutas saben que la familia se opone a cualquier cambio que resulte peligroso para
su ideal homeostático y que, por lo tanto, es necesario aliarse a tal ideal. Así, los terapeutas
deben hacer exactamente lo contrario a lo que hace la familia; ignoran deliberadamente el
aspecto alusivo y amenazador del síntoma en el sentido de protesta y de invocación al cambio,
en cambio, subrayan y confirman solamente el aspecto homeostático. Del mismo modo
confirman los comportamientos de los otros miembros de la familia como tendientes al mismo
objetivo: la estabilidad y la cohesión del grupo.
La connotación positiva tiene 2 funciones terapéuticas importantes e interdependientes:
a) definir claramente la relación sin peligro de recibir una descalificación: la familia con
interacción esquizofrénica se sirve del lenguaje digital en contraposición con el analógico.
Los patrones interacciónales de esa flia se caracterizan por el esfuerzo de no definir la
relación, cada uno rehúsa a definirse como aquel que define la relación, y por lo tanto impone a
los otros reglas de comportamiento, asi como también rehúsa la posibilidad de que los otros
tengan derecho de definir la relación. Los miembros de esta familia descalifican con frecuencia
todos los componentes del mensaje, tanto el propio como el ajeno: el autor, el receptor, el
contenido y el contexto en el cual el mensaje es dado. Ninguno de los miembros está
verdaderamente dispuesto a declarar un liderazgo en relación a la familia, así como tampoco
está dispuesto a aceptar la crítica, es decir la responsabilidad de lo que va mal.
b) Ser una definición de un tipo de contexto, en cuanto lo define como terapéutico.
Podemos observar como la connotación positiva conlleva en varios niveles una serie de
mensajes:
1) los terapeutas definen claramente la relación de los miembros de la familia entre sí como
complementaria del sistema, o sea de su tendencia homeostática. Encontrarse todos en
idéntica posición de complementariedad, respecto del sistema, hace vana la atención simétrica
encubierta, presente en los miembros de la familia.
2) Los terapeutas definen claramente la relación familia-terapeuta, como complementaria en
cuanto ellos declaran su propio liderazgo. No lo hacen mediante una comunicación directa, sino
implícitamente mediante una metacomunicación global. Actuando así, comunican que no tienen
dudas sobre la propia autoridad jerárquica, que no tienen dudas sobre su propia consistencia.
A su vez, y justamente por ser una aprobación y no una crítica, permite a los terapeutas
evitar ser rechazados como tales, además de introducir por primera vez en la familia la
experiencia nueva de recibir una confirmación explicita de la autoridad.
La connotación positiva permite:
• Ubicar a todos los miembros de la familia en mismo plano en cuanto complementarios en
relación al sistema, sin connotarlo en sentido moralista, evitando trazar líneas arbitrarias de
demarcación entre unos y otros.
• Acceder al sistema mediante la confirmación de su línea homeostática.
• Ser recibidos en el sistema como miembros de pleno derecho, en cuanto animados de la
misma intencionalidad.
• Connotar positivamente la tendencia homeostática para provocar, paradojalmente, la
capacidad de transformación, en cuanto la connotación positiva abre camino a la paradoja.
¿Cómo es posible que la cohesión del grupo que los terapeutas definen como tan buena y
deseable deba ser obtenida al precio de un “paciente”?
• Definir claramente la relación en el vínculo familia-terapeuta.

62
• Definir el contexto como terapéutico.
Sin embargo puede suceder que mientras se cree connotar positivamente a todos los
miembros del sistema, se haga, sin advertirlo, una puntuación arbitraria. Otras veces sucede
que los terapeutas creen realizar una connotación positiva, pero ésta es recibida en la
realimentación como negativa.
CAPÍTULO 8: La prescripción en la primera entrevista
En familias con niños psicóticos, se considera necesario dar una prescripción al final de la
primera sesión. En algunos casos se trata de una prescripción aparentemente inocua, que
apunta a varios objetivos:
1. constituir una marca de contexto terapéutico, designándolo como tal (esto es
fundamental en cuanto ha resultado notoria para todos la habilidad exhibida por tales familias
para descalificar el contexto en cuanto terapéutico).
2. Provocar en la familia una reacción que ilustre sobre la disponibilidad y sobre la
motivación de la familia con respecto a un eventual tratamiento.
3. Delimitar un campo de observación.
4. Estructurar y ordenar la sesión siguiente.
Mostrar a la familia todo lo que sucede, o sea metacomunicar sobre tales comportamientos,
produce solo, como único efecto, manifestaciones de estupor, negaciones y descalificaciones.
Una prescripción simple y bien dosificada, inspirada en las redundancias observadas en
sesión, nos permite evitar la connotación crítico-moralista, con la consiguiente descalificación y
redefinir la relación como terapéutica. Recibiendo una prescripción, los miembros de la familia
se verán obligados, en la sesión siguiente, a contar a los terapeutas lo que ocurrió con motivo
de la prescripción dada.
Las dificultades de la primera sesión no son tan grandes cuando la familia llega angustiada,
en plena crisis, y no está presionada por la insistente recomendación de quien la envía. En
estos casos es posible llegar, ya en la primera sesión, a la prescripción del síntoma al paciente
designado con resultados sorprendentes, siempre y cuando se tenga cuidado de connotar
positivamente el síntoma en sentido sistémico, poniéndose de parte de la tendencia
homeostática.

63
UNIDAD II:

64
"LA TÁCTICA DEL CAMBIO".

Fish, Weakland, Segal

CAPITULO 1: “La practica y la teoría”:

Comienza con un ejemplo, ver páginas 19, 20, 21 y 22.


Únicamente si se entiende la concepción general de los problemas y del tratamiento –en
resumen, la teoría – con la que se hallan vinculadas las prácticas concretas, se podrá ir mas
allá de dicha repuesta ciega, ya sea para rechazar este enfoque terapéutico, o para aceptarlo y
aplicarlo.
En el universo de conducta que denominamos psicoterapia, las ideas o premisas que
defienda una persona con respecto a la naturaleza de los problemas y del tratamiento influirá
notablemente en el tipo de datos sobre los cuales se centrara su atención, la clase de personas
que tratara, lo que dirá y hará –e igualmente, lo que no dirá ni hará- con el paciente y las demás
personas implicadas y como evaluara los resultados de tales acciones.
Un ejemplo de esto: la conducta grotesca suele considerarse como indicadora de una
enfermedad mental (esquizofrenia, por ejemplo) y por consiguiente se aplica una terapia médica
o psicológica. Sin embargo la terapia variara notablemente de acuerdo a que el origen y
naturaleza de la enfermedad se conciba como algo fisiológico, bioquímica, psicológico o
interaccional. Obviamente, tales diferencias de concepción del problema provocan
considerables diferencias en el pronóstico. La evaluación de los resultados del tratamiento,
también dependerá de la concepción que se tenga del problema.
Resulta obvio que consideramos la teoría como algo importante y necesario para la
práctica terapéutica. Sin embargo, hay dos vías por las que la teoría también puede llevar a
dificultades y equivocaciones.
En primer lugar, la teoría puede estar elaborada en exceso o puede tomarse con
demasiada seriedad cosificándola hasta le punto de que obstaculice la observación directa y la
interpretación simple de la conducta.
Nuestra exposición de la teoría será tan breve y sencilla como sea posible. No creemos
que la teoría haya de ser por fuerza algo sofisticado, complejo o definitivo, como de una verdad
superior a lo directamente observable se tratase, sino más bien y únicamente un conjunto de
ideas u opiniones relativamente generales que resultan útiles para integrar elementos
particulares de observación y de acción en una forma sistemática y comprensible.
Nos limitamos a enunciar nuestra concepción general sobre la naturaleza de los
problemas, que las personas traen a los terapeutas, y la correspondiente concepción acerca de
o que es una intervención efectiva para solucionar tales problemas, es decir, una teoría que se
encuentra lo mas cerca posible de la practica.
Nuestra teoría no es más que el mapa conceptual de nuestro enfoque para entender y
tratar la clase de problemas que se plantean a los terapeutas en su práctica cotidiana. Un mapa
no es la realidad, es algo provisorio y hay que juzgarlo por el resultado que dé.
También nos proponemos explicitar lo mejor posible nuestras opiniones, es decir,
nuestras premisas y supuestos, dado que el otro peligro de una teoría surge cuando no se hace
explicita.
Nuestras premisas, tomadas en conjunto, constituyen una visión coherente y unitaria de
la naturaleza de los problemas y de su solución. Esta visión es el resultado de una amplia
modificaron de posturas previas, mediante la experiencia, la reflexión y el cambio a lo largo de
inextenso lapso de tiempo. Un breve resumen de este desarrollo originario, con las ideas
anteriores que hemos abandonado o modificado, ayudara a que nuestras nociones actuales se
vuelvan más claras y accesibles.
Iniciamos el camino inmerso en los conceptos psicodinámicos y su práctica. La teoría
psicodinámica se centra en el paciente individual, sobre todo en las estructuras y procesos
intrapsíquicos. No atiende a la conducta provocada por un problema, sino a supuestas

65
cuestiones subyacentes. Considera que el presente es resultado del pasado, en términos de
cadenas lineales de causa a efecto, desde los orígenes hasta las consecuencias. Énfasis en lo
que esta debajo y atrás, lo que sucedió hace tiempo y lejos, en vez del aquí y ahora. Tiende en
gran medida a considerar que los problemas son el resultado de deficiencias del individuo, de
carencias provocadas por la ausencia de experiencias positivas tempranas o por experiencias
negativas, precoces o tardías. Con respecto a la práctica, el terapeuta debe lograr primero una
compresión de esas cuestiones complejas y ocultas, y a continuación ayudar, mediante
interpretaciones, a que el paciente obtenga la comprensión adecuada. El factor curativo
fundamental sigue siendo la introspección. La premisa básica es de orden intelectual: “el
cocimiento hará libre al sujeto”.
Todos nosotros, sin embargo, comenzamos a participar en el movimiento de la terapia
familiar. Por el contrario, su visión de los problemas y su tratamiento profesional difiere punto
por punto de l apostura psicodinámica. Se centra en el paciente no en solitario, sino en su
contexto social primario, la familia. La atención otorgada a la comunicación y a la interacción
conduce a un énfasis mucho mayor sobre la conducta real, la que tiene lugar de forma
observable en el presente. El considerar la conducta problemática en relación con su contexto
inmediato significa una modificación epistemológica general. Pasando de la búsqueda de
cadenas lineales causa-efecto a un punto de vista cibernético o sistemático: la comprensión y la
explicación de cualquier segmento determinado de conducta mediante su colocación en un
sistema organizado de conducta más amplio y en funcionamiento efectivo que comporta la
utilización generalizada de retroalimentación y de refuerzo reciproco. Además implica creer
menos en las carencias individuales. En lo que respecta a la practica, esta visión propone que
la tarea del terapeuta no se reduzca a comprender el sistema familiar y el lugar que en él ocupa
el problema, sino que también ha de tomar alguna medida que cambien el sistema disfuncional,
con objeto de solucionar el problema.
La “terapia familiar convencional” nos llevo al convencimiento de que no se estaba
concediendo la necesaria atención explicita a los diversos medios que podrían utilizar los
terapeutas para propulsar un cambio. Se aceptaba la noción básica de que para modificar la
conducta problemática, se requerían cambios en diversos sectores del sistema, pero las líneas
directrices sobre donde tendría el terapeuta que concentrar su investigación y su influjo eran
fragmentarias y conflictivas. Tal noción conducía a la idea de que, para resolver los problemas,
se necesitaba una revisión amplísima de la organización y del funcionamiento familiar, opinión
que iba acompañada por la práctica de entrevistar rutinariamente a toda la familia, lo cual
complicaba y prolongaba el tratamiento del grupo familiar.
El centro de terapia breve comenzó a funcionar hace quince años apeando a unas
cuantas ideas sencillas que no coincidían con las tendencias que acabamos de enumerar.
Nuestro objetivo consistía en comprobar qué podía conseguirse durante un periodo de tiempo
estrictamente limitado-un máximo de 10 sesiones de una hora- concentrando la atención en el
principal desarreglo actual, utilizando todas las técnicas activas de estimulo para el cambio que
conociésemos o pudiésemos tomar prestada (por ejemplo de Erickson, Haley y Jackson) y
buscando cual era el mínimo cambio necesario para solucionar el problema actual en vez de
pretender reestructurar familias enteras. Desde el primer momento trabajamos en equipo. A
cada caso se le asignaba un miembro como terapeuta, y los demás miembros observaban
todas las sesiones a través de un espejo unidireccional. Se grababan todas las sesiones. La
experiencia obtenida, junto con amplios debates configuró finalmente nuestras premisas
actuales.
Ya se ha indicado al hablar de la teoría y de los mapas en general cual es nuestra idea
fundamental. Sin embargo, vale la pena reiterarla, solo estamos hablando de opiniones, no de
la realidad ni de la verdad. Algunas opiniones quizás resulten más útiles o efectivas que otras
para lograr la finalidad elegida, pero este es un criterio pragmático, no un criterio de realidad.
Nuestro concepto de lo que constituye un problema y una ayuda útil puede ilustrarse
mediante el conocido punto de vista del “hombre procedente de Marte”. Es decir, ¿Qué
percibiría como común y característico un observador inteligente, pero ingenuo si pudiese

66
contemplar una muestra representativa, en especial de entrevistas iniciales, de sesiones reales
de psicoterapia? Aunque pueda parecer un enfoque artificial, posee las ventajas de la sencillez,
la concreción y la reducción al mínimo de las presuposiciones y las inferencias. En nuestra
opinión, tal observador advertiría una y otra vez lo siguiente:

1. Un cliente expresa preocupación acerca de una conducta-acciones,


pensamientos o sentimientos- desarrollada por él o por alguna otra persona con la que se halla
significativamente comprometido.
2. Dicha conducta es descrita como a) desviada, infrecuente o anormal, y b) aflictiva
o dañosa, inmediata o potencialmente, para el sujeto (el paciente) o para los demás.
3. Se informa que el paciente o que los demás han realizado esfuerzos para
detener o para modificar esta conducta, pero que no han tenido éxito.
4. En consecuencia, el paciente o los otros implicados buscan la ayuda del
terapeuta para cambiar la situación.

Nuestra visión acerca de la naturaleza de la terapia y nuestro enfoque general de la


práctica son consecuencia directa de esta concepción de los problemas. Concedemos
importancia a una clara identificación de la conducta problemática: qué es, en qué aspectos es
considerada como problema, y por quién. También otorgamos importancia al funcionamiento y
a la persistencia de la conducta problemática. La conducta no existe independientemente y por
su cuenta; esta constituida por actos que lleva a cabo una persona. Además para que
constituya un problema, una conducta tiene que realizarse de modo repetido.
Toda conducta, ya sea normal o problemática, y sean cuales fueren sus relaciones con
el pasado o con los factores de la personalidad individual, resulta configurada y conservada (o
cambiada) de manera continuada, mediante reiterados esfuerzos que tienen lugar en el sistema
de interacción social del individuo, en especial la familia.
La conducta de una persona instiga y estructura la conducta de otra persona, y
viceversa. Si ambas se hallan en contacto a lo largo de cierto tiempo, surgirán pautas
repetitivas de interacción. Por tal motivo, concedemos gran importancia al contexto formado por
otras conductas, dentro del cual acontece la conducta que se ha identificado como
constituyente del problema.
Consideramos tan importante el contexto interactivo de la conducta que, además de
conceder escasa importancia a los factores históricos o de personalidad como hipotéticos
orígenes de la conducta problemática, también otorgamos muy poca influencia a las hipotéticas
carencias orgánicas.
A continuación, nos encontramos con la cuestión básica de la persistencia de los
problemas. Nuestra experiencia clínica nos ha indicado que en las “soluciones” ensayadas
existe algo que ayuda en gran medida al mantenimiento o a la exacerbación del problema.
Podemos resumir así nuestro punto de vista relativo al origen y la persistencia de los
problemas: estos comienzan con motivo de alguna dificultad de la vida cotidiana, tal dificultad
puede surgir de un acontecimiento desacostumbrado o fortuito. Con mas frecuencia, sin
embargo, su comienzo esta en una dificultad corriente, vinculada con alguna de las
transacciones que se experimentan periódicamente –matrimonio, nacimiento de un hijo,
empezar a ir al colegio, etc.-.
Para que una dificultad se convierta en un problema tiene que cumplirse solo dos
condiciones: 1-que se haga frente de forma equivocada a la dificultad; 2-que cuando no se
soluciona la dificultad, se aplique una dosis mas elevada de la misma “solución”. Entonces
queda potenciada la dificultad original mediante un proceso que sigue un círculo vicioso
convirtiéndose en un problema que puede llegar a adquirir unas dimensiones y una naturaleza
que se parezcan muy poco a la dificultad original. (Ver ejemplo en las páginas 32-33).
¿Cómo es posible que gran cantidad de personas no sólo cometan errores, sino que
persistan en ellos, a pesar de su propia experiencia de que sus soluciones no funcionan?
Creemos que las personas persisten por inadvertencia en actividades que mantienen vivos los

67
problemas, y a menudo lo hacen con la mejor de las intenciones. En realidad, las personas
pueden verse aprisionadas en esta conducta repetitiva incluso cuando son conscientes de que
lo que están haciendo no sirva para nada. (Ver ejemplo páginas 34-35).
Tal persistencia es con muchísima frecuencia cuestión de un mero error lógico, en
sentido literal. No se trata de que las personas sean ilógicas, sino de que siguen lógicamente
sendas que proceden de premisas incorrectas o inaplicables, aunque muchas premisas no
funcionen en la práctica. Se ajustan con mucho cuidado a mapas deficientes. La creencia en
tales mapas puede servir también para ocultar el hecho de que no sirven como guías efectivos.
Es fácil racionalizar la experiencia directa de los conflictos que siguen estando ahí: "nuestros
esfuerzos actuales son lo único que evita que las cosas empeoren aun más”. Además al
alcance de la mano hay gran cantidad de mapas deficientes y lo que es peor aun, es que estos
mapas parecen bastante lógicos o se hallan respaldados por la tradición y sabiduría
convencional. El más corriente y generalizado de estos mapas tradicionales es “si al principio
no tiene éxito, inténtelo una y otra vez”. Desde nuestro punto de vista, si al principio usted no
tiene éxito, puede intentarlo otra vez: pero si tampoco lo consigue, intente algo diferente. Si una
persona se siente deprimida es lógico brindarle apoyo y aliento: “ánimo, las cosas no son tan
malas como parecen, mañana será otro día!”. Quizás esto resulte efectivo. Si lo es, perfecto.
Sin embargo, quizás no lo sea, es posible que la persona piense “no entienden como me siento
en realidad” y empeore su depresión.
Nuestro enfoque del tratamiento y de la solución de problemas constituye la
contrapartida de esta visión de la naturaleza de os problemas y su persistencia. Si la aparición y
el mantenimiento de los problemas son considerados como partes de un proceso que sigue un
circulo vicioso en el que las bienintencionadas conductas de “solución” otorgan continuidad al
problema, la alteración de tales conductas debe servir entonces para interrumpir el ciclo e iniciar
la solución del problema, es decir, la desaparición de la conducta problemática.
En algunos casos el terapeuta puede considerar que es más adecuado tratar de cambiar
la evaluación negativa de la conducta problemática, evaluación que constituye otro elemento de
la conducta; se puede considerar que el cliente esta convirtiendo indebidamente una cuestión
de escasa trascendencia en asunto de gran envergadura.
Por lo demás, siempre existe la posibilidad de que un cambio inicialmente pequeño de la
interacción en círculo vicioso, dirigido de modo adecuado y estratégico, pueda hacer que se
inicie un círculo beneficioso, en el que un aminoramiento de la “solución” conduzca a un
aminoramiento del problema, y éste a su vez a un aminoramiento de la “solución” y así
sucesivamente.
En consecuencia, el objetivo primordial de un terapeuta no tiene por qué consistir en
solucionar todas las dificultades, sino en iniciar un proceso de inversión. Esto significa, que
incluso los problemas graves, complejos y crónicos se hallan potencialmente abiertos a una
solución efectiva, mediante un tratamiento breve y limitado. El terapeuta debe transformarse en
agente activo de cambio. No solo debe lograr una visión clara de la conducta problemática y de
las conductas que sirven para conservarla; debe considerar también en qué podría consistir el
cambio más estratégico en las “soluciones” y dar pasos que estimulen dichos cambios
haciendo frente a los compromisos del cliente par continuarlos.

68
CAPITULO 3: “La fijación del marco del tratamiento”

Se suele considerar que la terapia no empieza hasta que el paciente acude a la primera
entrevista. En nuestra opinión, sin embargo, cualquier contacto con el cliente puede afectar el
tratamiento; en consecuencia si uno pretende realizar una terapia con eficiencia, se hace
necesario planificar todas las etapas del tratamiento. Una de dichas etapas es anterior a la
primera sesión. Esta etapa comporta un contacto telefónico, cuando los pacientes llaman
solicitando una consulta o determinada información acerca del tratamiento. Es posible que tales
contactos no desempeñen un papel importante en todos los casos. En determinadas
situaciones, sin embargo, el sujeto llama para formular una petición o para intentar imponer una
condición al tratamiento, cosa que, si sea acepta, podría crear apreciables dificultades durante
la sesión inicial o en el resto de la terapia. Aquí se describirán estas situaciones y se señalaran
cómo hay que afrontarlas.

Las citas para terceras personas:


Puede llamar alguien para proponer un encuentro con otra persona. Por ejemplo un
padre pide entrevista para su hijo adolescente. El padre indica sin duda que considera que su
hijo es el paciente, pero que tanto él como presumiblemente su esposa se hallan mas
preocupados por el problema. Una regla básica para la mayoría de los casos indica que la
persona mas decidida a buscar un cambio es aquel miembro del sistema que se halla mas
perturbado por el problema. En consecuencia, el solicitante es también quien mejor colabora en
el tratamiento.
Aquí el terapeuta debe: preguntar si el hijo/a esta interesado en ver a un terapeuta.
Generalmente responden que lo estuvieron persuadiendo para que lo haga. Entonces el
terapeuta dirá: “muy bien. Puesto que él/ella se halla solo relativamente motivado, pienso que
podríamos ahorrar tiempo a largo plazo si yo tuviese la posibilidad de reunirme con usted y su
esposa, al menos en una primera ocasión. Así podría obtener el historial que necesito con
relación a su hijo; y, sobre todo, estaría en condiciones de explorar algún camino que sirva para
incrementar su motivación”
Si el padre acepta esta propuesta, la probabilidad de éxito será mayor. De forma
implícita los padres habrán aceptado que han dado comienzo a un tratamiento, que están
consultando acerca de su hijo, y que están desempeñando un papel activo en dicho
tratamiento. Al mismo tiempo esto confirma su posición de autoridad en la familia. Por último
será más fácil que vuelvan a sesiones posteriores.
Si el padre se muestra reticente a tal propuesta, el terapeuta no ha de continuar
insistiendo que venga sin el chico, dirá": De acuerdo, quizás sea lo mejor, vengan ustedes con
el chico. Sin embargo ustedes me han dicho que su motivación no es demasiado firme. Por eso
no se desalienten si a último momento se niega a venir. Si eso sucede, vengan usted y su
esposa sin él. Necesita saber que ustedes se hallan seriamente preocupados, como lo
demuestra el hecho que ustedes dan el primer paso en el tratamiento.” En cualquiera de los dos
casos, el tratamiento se iniciara con el mismo cuadro: vendrán sin el hijo, como se propuso al
comienzo, o vendrán con él en calidad de padres preocupados.
Si el padre se muestra irreductible en su opinión de que el hijo debe acudir en solitario.
El terapeuta debe acudir cortésmente a la solicitud, pero a continuación cargara al padre con la
responsabilidad del éxito de la aventura": Perfectamente, entiendo y no tendré inconvenientes
en concertar una entrevista con él. Sin embargo, usted debe saber que, cuando un muchacho
se halla tan escasamente motivado como parece estarlo su hijo, rara vez resulta bien empezar
de este modo. No obstante confiare en el criterio de usted y espero que él le saque autentico
partido a esta oportunidad. Si lo hace, perfecto pero si me doy cuanta de que esta perdiendo el
tiempo y ustedes su dinero, no seria honesto por mi parte si no se lo comunicara. En dicha
eventualidad seria necesario que me reuniese con usted y su esposa. Déjeme que lo conozca y
veremos como se presenta el asunto.” Si de modo inesperado el hijo se manifiesta cooperador

69
en el tratamiento, todo irá sobre ruedas. Si, como es probable, manifiesta resistencias, el
terapeuta se halla en una postura influyente y con capacidad de maniobra, puesto que el hijo
habrá demostrado que aquél tenía razón, con lo cuál podrá ganarse mejor la cooperación de los
padres. Esto puede aplicarse a: un padre que llama por su hijo, a hijos adultos que llaman con
respecto a un padre de edad avanzada, o a un cónyuge que pide tratamiento para su pareja.

La información procedente de un terapeuta anterior:


La persona que llama puede decir que le gustaría concertar una entrevista, y sugerir a
continuación que el terapeuta se ponga en contacto con su terapeuta anterior, con objeto de
recabar información acerca del tratamiento al que previamente se había sometido. Puede
sugerir, además, que la información ha de ser obtenida y examinada antes de la primera visita.
Ejemplo un sujeto que se muda de ciudad y pide una entrevista, pero sugiere que para
comprender su problema el terapeuta se debería contactar con el profesional anterior. Al
formular esta sugerencia, el paciente esta dando por sentados determinados supuestos: que la
terapia con el nuevo terapeuta no será más que la continuación del tratamiento previo, y que
ambos terapeutas trabajan de la misma forma y comparten los mismos puntos de vista.
Si el terapeuta accede a la solicitud, estará confirmando tales supuestos, y el tratamiento
puede iniciarse sobre un elemento problemático. En primer lugar, el terapeuta se habrá
alineado con el terapeuta anterior el utilizar el historial suministrado por éste con relación al
paciente. Además implicaría también que el comprenderlo (al paciente) puede proceder de
terceras personas, quizás con mas eficacia que de él mismo. Así el paciente asume un papel
pasivo en el tratamiento y se sentirá menos obligado a sincerarse con el terapeuta actual: “¿No
se lo ha explicado el Dr. X? No veo por que tenemos que volver sobre la cuestión una y otra
vez.” Finalmente, el paciente se siente menos preparado para adaptarse a las diferencias de
enfoque entre su terapeuta anterior y el actual: “Ya sé que tengo que contarle mis sueños”. Sin
embargo, es muy posible que haya diferencias.
El terapeuta en esta situación dirá:”Me gustaría conocer la opinión del Dr. X sobre su
tratamiento anterior, y ello podría ser de utilidad. Sin embargo, he descubierto que puedo hacer
mejor uso de esta clase de información si primero me siento junto con el paciente y me hago
una primera idea sobre algunos datos básicos con respecto al problema. Una vez hecho esto
no tendré inconvenientes en conocer las observaciones y las ideas del Dr. X.”

La terapia por teléfono:


Los pacientes que han estado sometidos previamente a tratamiento, en especial a
tratamientos que concedan un relieve considerable a la estrecha relación y al apoyo del
terapeuta, pueden tratar de iniciar una sesión terapéutica durante la llamada telefónica para
pedir hora de consulta. Ver ejemplo en páginas 78.
El paciente invita al terapeuta a formular algún comentario o interpretación acerca de su
relato. No pensamos que esto constituya necesariamente una operación manipuladora. Es mas
bien el resultado del tratamiento anterior, en el cual el paciente se había acostumbrado a
dedicarse hablar con su terapeuta cualquiera que fuese la hora del día o de la noche. En
nuestra opinión este tipo de pacientes necesitan ayuda para readaptarse a papeles y funciones
diferentes, tanto en el paciente como en el terapeuta, a lo largo del tratamiento.
En estos casos el terapeuta dirá con cortesía, pero con firmeza:”Permítame que lo
interrumpa. Lo que me esta diciendo puede ser muy importante, pero yo tengo dificultades para
asimilar informaciones complejas e importantes que me transmitan por teléfono, y no estaría en
condiciones de prestarles la debida atención. Le sugiero que concertemos una entrevista y
entonces, cuando venga, podré concederle a esa información la atención que merece.”
Esto ahorra un tiempo considerable de teléfono, y también indica al paciente que no
debe caer mas adelante en la tentación de utilizar el teléfono como instrumento terapéutico.

70
Las peticiones de asesoramiento familiar:
Es posible que se llame para pedir una reunión con toda la familia. Ya sea por que
alguien le ha recomendado una terapia familiar o porque el propio solicitante cree que se
requiere asesoramiento familiar.”Nuestra familia ha estado pasando por muchos problemas, y
creo que todos necesitamos que nos aconsejen. Necesitamos aprender a comunicarnos mejor,
y por eso quisiera una entrevista.”
Si el terapeuta acepta pueden originarse problemas. En primer termino queda
implícitamente legitimado que la terapia familiar conjunta es el enfoque mas apropiado, con lo
que se reduce la capacidad de maniobra del terapeuta, si éste decide mas tarde que podría ser
útil una intervención diferente. En segundo lugar, puede constituir una perdida de tiempo dado
que quizás resulte innecesaria la participación de todo el grupo familiar. Es posible también que
el terapeuta experimente dificultades para que salga a la luz el problema, por que el formato de
familia conjunta reduce el punto focal legitimo del tratamiento a aquello que la familia en general
considera como problema. Por ejemplo en el caso que el verdadero problema sea marital de
tipo sexual, una sesión familiar puede resultar entorpecedora y confusa.
En estos caso el terapeuta dirá:” ¿Cuál es el principal problema que a usted le
preocupa? Si el sujeto responde con vaguedad el terapeuta dirá:” ¿Está usted preocupado
primordialmente por usted mismo, por su matrimonio o por uno o varios de sus hijos?”. Si hace
referencia a una de las dos primeras posibilidades, sugerirá que vengan únicamente él y su
esposa, al menos para una primera entrevista. Si el problema esta relacionado con uno o varios
de los hijos, el terapeuta indicara que vengan solo él y su esposa, o que traigan solamente al
hijo o los hijos por los que están preocupados.
Somos conscientes de que esta última actitud es contraria a la terapia familiar
convencional. Puesto que nuestras premisas son distintas, nuestra práctica también es
diferente. En primer lugar, no creemos que la conducta problemática de un hijo sea necesaria o
primordialmente consecuencia de que existan problemas más profundos en el sistema familiar,
sino que constituye el resultado de las soluciones que han ensayado los padres en su intento
por controlarlo o ayudarlo. En segundo lugar, si los padres están preocupados por su hijo, o si
éste los molesta, resultara más fácil afrontar la dificultad de modo efectivo si ésta se explicita
que si permanece oculta. Según nuestro criterio, no se trata de que estemos manipulando al
hijo por traerlo únicamente a él a la sesión, sino que el hijo ya estaba siendo manipulado con
anterioridad y es mejor que esto se descubra y no que se encubra. En la sesión inicial con los
padres el terapeuta puede obtener mas datos que le ayuden a decidir a quién tiene que ver en
la sesión siguiente y como encuadrar a los padres dentro del tratamiento.
Las peticiones de tratamiento específico:

Algunos pacientes llaman y dicen: “Necesito hipnosis”, “Estoy buscando un tratamiento


de larga duración”; “Necesito algún fármaco”, etc.
Aquí el terapeuta podrá afrontarlas igual que a las peticiones de asesoramiento familiar.
El terapeuta debe configurar el tratamiento dentro de un marco en el que, desde el principio,
conserve su capacidad de maniobra para ejercer su mejor criterio a lo largo del tratamiento.
El terapeuta dirá, por ejemplo a quien solicite hipnosis que solo utilizara hipnosis cuando
considera que se trata del enfoque más adecuado para resolver un problema, y que no puede
tomar dicha determinación por el teléfono sino después de una entrevista cara a cara. De esta
manera el terapeuta pone de relieve que su disponibilidad para entrevistarse con el paciente no
hay que interpretarla como una promesa implícita de hacer uso de la hipnosis.
Si el paciente pide un enfoque no utilizado por el terapeuta dirá por ejemplo:” Lo siento,
pero no utilizo el psicoanálisis en mi trabajo. Si usted busca concretamente este tipo de
tratamiento puedo sugerirle el nombre de otros profesionales que sí o utilizan. Sin embargo, si
usted se halla interesado en resolver algún problema importante, aunque esto no implique o
requiera el recurso al psicoanálisis, estoy dispuesto a entrevistarme con usted.”

71
Los problemas al concertar la entrevista:
Los solicitantes intentan a veces fijar la hora de la entrevista de un modo imperativo:
–Quisiera una entrevista y si puede ser hoy
-Lo siento, hoy es imposible. ¿Se encuentra usted en crisis?
-No, es un problema antiguo. La dificultas es que por mi trabajo no sé cuando tendré un
momento libre, y justamente hoy tengo un día tranquilo, por eso esperaba que pudiera ser hoy.
Aun en el caso de que el terapeuta este dispuesto a encontrar un hueco, estará
accediendo a una situación en la que la oportunidad y el ritmo del tratamiento quedan
totalmente al arbitrio del paciente.
Si sus obligaciones laborales son como las describe el paciente, lo mejor será que éste
aprenda a vivir con el problema o que encuentre alguna forma de organizar su horario de
trabajo de modo que le permita planificar un tratamiento. Rara vez los horarios de trabajo son
tan restrictivos, lo que sucede con mas frecuencia es que el sujeto esta planteando sus propias
restricciones, que quizás formen parte del problema mismo.
En estos casos el terapeuta dirá: “Siento mucho no poder recibirte hoy. Hay ocasiones
en que puedo atender a alguien que me lo pide con tan poca antelación. Puede volver a
llamarme por si coincide con esta eventualidad, pero creo que es mi deber decirle que usted se
enfrenta con dificultades casi imposibles, en el caso de que espere solucionar un problema sin
que exista la posibilidad de planificar con antelación las entrevistas.”
Cuando la persona que solicita la entrevista comenta que solo podrá acudir una vez al
mes. El terapeuta tendrá que comunicarle que, si bien hay algunos problemas que pueden
solucionarse utilizando estos plazos de tiempo, muchos otros exigen una mayor flexibilidad
temporal
Si se trata de un problema económico se le podrá ofrecer una alternativa: entrevistarse
durante un cierto número de sesiones -de 5 a 10 sesiones semanales aproximadamente- y
abandonar el tratamiento por más que el problema no se haya solucionado. El paciente pasara
2 o 3 meses sin acudir a terapia, después de lo cual contratara un nuevo periodo de sesiones.

Las peticiones de información:


El solicitante puede pedir información acerca del terapeuta y le tratamiento. Cuál es su
enfoque, los honorarios, el horario más temprano o más tarde del día que lo puede recibir, etc.
El terapeuta no tiene manera de saber si estos interrogantes se platean por que el sujeto
se muestra ambivalente ante el tratamiento, o si es por un legítimo interés informativo. En
consecuencia, contestará de modo directo y sucinto. Si se limita a pedir información pertinente,
y concierta una entrevista, el tratamiento habrá empezado con buen pie: el talante del terapeuta
habrá transmitido una útil connotación de “ir al grano” en el intercambio de información que a
continuación se pedirá al paciente acerca de sí mismo, a veces acerca de cuestiones delicadas.
Si el solicitante no queda satisfecho con las respuestas y continua formulando preguntas
menos especificas, el terapeuta puede dar por finalizada la conversación con la rapidez y
cortesía que considere más oportunas.
Ver ejemplo en pagina 85.

72
CAPITULO 4: “La entrevista inicial”

El objetivo del terapeuta es recoger la adecuada información sobre los factores que
consideramos esenciales para cada caso: Naturaleza de la enfermedad, cómo se ha afrontado
el problema, objetivos mínimos del cliente, y actitud y lenguaje del cliente.
Por información adecuada entendemos aquella que es clara, explicita y que se
manifiesta en términos de conductas, es decir, qué hacen y dicen los individuos concretos
cuando se da el problema y cuando intentan afrontarlo. Esto servirá de fundamento sobre el
cual se planifican y se realizan las intervenciones.
Por lo general, habría que empezar preguntando: “¿Cuál es el problema que le trae
aquí?”. Con esto damos a entender el problema actual. No concedemos mucha importancia a la
historia de los problemas, sí resulta útil alguna información del tiempo que se lleva afectado por
el problema y sobre si se ha estado sometido anteriormente a algún tratamiento.
Si un paciente inicia un prolongado relato de carácter histórico, le indicaremos que
nuestra preocupación básica se centra en el estado actual del problema.
Hay algunos pacientes, no obstante, que insisten en sumergirse en el pasado. En tal
caso, lo mejor es escuchar pacientemente, y esperar un poco para conseguir una formulación
clara del problema en sus términos presentes, sin necesidad de ponerse a discutir sobre la
cuestión.
Además de centrarse en lo que esta sucediendo ahora, en este momento, nuestra
indagación esta enfocada sobre la dolencia o las dolencias principales de quienes buscan
ayuda, en términos de conducta: “¿Quién esta haciendo que esto (lo que sea) represente un
problema? ¿Para quién y como constituye tal conducta un problema? Ver ejemplo en páginas
90 y 91.
Si la respuesta no es clara y concreta, el terapeuta no debe proceder como si lo fuera;
en cambio debe decir:”No lo veo claro”, responsabilizándose él mismo de modo manifiesto (en
vez de afirmar “usted es demasiado impreciso”), y pedir una nueva formulación de la frase.
El solicitar un ejemplo del problema suele ser el mejor camino para obtener información
concreta y definida acerca de la conducta en cuestión.
El terapeuta debe realizar una formulación clara y breve que abarque todos los
elementos que intervienen en la dolencia actual (quién, qué, a quién y cómo).
Continuar avanzando sin una clara formulación del problema no seria nada conveniente.
Ya que a medida que se vaya acumulando mas y más información a lo largo de las entrevistas
posteriores, cada vez resultara más difícil formular de modo conciso el problema. Ver ejemplo
en páginas 92 y 93.
Esta investigación acerca del “Cómo” puede resultar decisiva al menos en tres
situaciones muy comunes, que en parte se solapan.
Primero, se trata de aquellos casos en los que el problema declarado no parece ser más
que una cuestión secundaria. Resulta entonces esencial establecer si, la conducta es más seria
de lo que a primera vista parece; o bien, si el cliente se halla excesivamente preocupado por
algo, pero se le puede tranquilizar si más, cosa bastante infrecuente; o si el cliente esta
convirtiendo un grano de arena en una montaña.
En segundo término, los clientes pueden plantear como problemas determinadas
dificultades que, si bien son graves, otras personas considerarían como vicisitudes de la vida
imposibles de modificar y con las cuales hay que convivir. Darse cuenta de esto le servirá al
terapeuta como mínimo para no caer en la trampa de intentar cambiar lo que resulta imposible
de modificar.
Por ultimo, algunos problemas vitales no son de la incumbencia del terapeuta, sino que
exigen la ayuda de, por ejemplo un abogado, un medico, etc. La pregunta “¿En qué forma eso
es un problema?”, sirve para aclarar este punto, y quizás hay que agregarle: “¿En que forma
cree que yo le puedo ayudar a usted a afrontar este problema?”. Con frecuencia se obtiene
nueva luz acerca de la naturaleza del problema cuando se recibe información sobre las
circunstancias que precipitan o rodean esta acción inicial. Ver ejemplo en páginas 95 y 96.

73
El paso siguiente consiste en preguntar qué es lo que han estado haciendo para
solucionar o afrontar el problema todas aquellas personas íntimamente relacionadas con él.
Esta investigación debe centrarse en conductas reales: ¿Qué es lo que las personas hacen y
dicen en sus intentos de evitar que se plantee el problema, o de hacerle frente cuando se
presenta? Ver ejemplo en páginas 96, 97 y 98.
Cuando se investiga acerca del problema en sí mismo, algunos clientes ofrecen
respuestas claras y directas.
Pero otros son confusos, imprecisos o con interpretaciones y no descripciones de la
conducta. En tales casos se hace necesario una investigación muy persistente, para ello hay
una estrategia: Antes de cada pregunta, ofrecer una explicación que le haga a él responsable
de no comprender bien las cosas “Le ruego que se ponga en mi lugar. Tengo una mente muy
concreta ¿podría indicarme uno o dos ejemplos de lo que usted ha intentado?”
Es probable que la investigación de los objetivos mínimos del tratamiento tal como se los
plantea el cliente resulte más difícil que informar sobre el problema y su manejo. Es
conveniente no interpretar cualquier dificultad a la hora de obtener una respuesta clara y
concreta como síntoma de resistencia o de conducta patológica. Lo corriente son las respuestas
dubitativas, vagas o generalizadoras. El terapeuta deberá plantear esta pregunta: “Si llegase a
producirse ¿Qué es lo que usted consideraría como primera señal de que ha ocurrido un
cambio significativo, aunque sea pequeño?”
Hay muchos clientes que presentan dificultades en esta primera etapa del tratamiento.
Ante la primera pregunta que formulamos (“¿Cuál es el problema?) Algunos individuos
sofisticados, y los que tienen experiencias terapéuticas previas, a menudo enuncian una
formulación casual o dinámica acerca del problema, en lugar de especificar cual es la conducta
que lo constituye. Ver ejemplo en pagina 100. Tales formulaciones pueden ser concretas o bien,
muy generales, en este caso puede solicitar que se le brinden ejemplos y detalles específicos:
“Piense que estoy filmando una escena representativa del problema ¿Qué imágenes y qué
diálogos recogería la cámara?”.
También podemos pedir que traiga un esbozo de guión teatral para ilustrar el problema;
los terapeutas del equipo harán de los miembros de la familia y el paciente de director,
indicándoles que dirán, con qué tono y cómo deben moverse. Aunque al parecer exija mucho
tiempo, esta técnica sirve de hecho para ahorrarlo con aquellos clientes cuyas descripciones
verbales son poco claras.
Otros pacientes, enuncian un problema, pero luego se desvían hacia otro, luego hacia
un tercero y así sucesivamente. En estos casos el terapeuta debe actuar para que se defina un
único centro de atención, pidiéndole que defina sus prioridades, sin ser arrogante: “Comprendo
que su mete esta ocupada por una gran cantidad de problemas, pero mi capacidad de captar
las cosas y por supuesto de hacerles frente, es muy limitada como para tratar de resolver al
mismo tiempo demasiadas cuestiones. Me pierdo. Por eso ¿podría decirme cual es en este
preciso momento su problema principal, aquel que resulta más importante cambiar si ello fuese
posible?”. Si el cliente empieza nuevamente a desviarse, puede recordársele con toda
legitimidad: “Al principio usted dijo que X era el problema más importante sobre el que había
que trabajar, pero ahora parece que se está centrando en Y. como es obvio, podemos pasar a
Y si es que ahora resulta más importante. Lo único que sucede es que tendríamos que
comenzar otra vez por el principio.” Si las desviaciones se reiteran demasiado, habrá que optar
por estrategias de mayor envergadura. El terapeuta puede desviar el centro de atención antes
de que lo haga el cliente, de modo que sea éste quien se encargue de mantener al terapeuta en
la senda principal.
Antes las respuestas grandilocuentes en el momento de formular el problema como
“todo esta equivocado”; “no he logrado la plena autorrealización”. Suelen ser de utilidad las
solicitudes insistentes de información acerca del modo en que el problema afecta a la vida
cotidiana, y la petición de ejemplos concretos. En casos muy difíciles quizás sea necesario que
el terapeuta con el objeto de superar al cliente en su misma línea de razonamiento, sugiera que

74
no hay que limitarse a pensar en pequeña escala; ello provoca que, una vez mas en este caso,
el cliente considere importante que el terapeuta vaya al grano.
Ciertos clientes suelen impedir que se realice todo el proceso de recogida de
información. Entre los saboteadores activos se cuentan los esquizofrénicos que dicen cosas sin
sentido y los niños que gritan o son difíciles por otros motivos. Los saboteadores pasivos
pueden limitarse a indicar que se hallan demasiado inseguros o demasiado dominados por la
emoción como para contestar demasiadas cosas; en casos extremos estos llegan a enmudecer.
La mejor manera de afrontar todas estas situaciones es dejar de lado al individuo que no se
comunica, y que rara vez es el principal afectado, y en trabajar con los miembros de la familia o
con los demás sujetos.
Si el terapeuta se ve obligado a trabajar con un sujeto que no se comunica, deberá
manifestarle lisa y llanamente que necesita determinada información con objeto de servirle de
posible ayuda. Hay que evitar apremiarle para que hable. Incluso puede resultar de utilidad que
el terapeuta diga que el cliente quizás no debería hablar, y ofrecer razones que justifiquen tal
actitud. Ver ejemplo en páginas 103, 104, 105, 106 y 107.
Si no se consigue algún avance con los medios acostumbrados (“Eso no lo tengo claro.
Yo razono de una forma concreta. ¿Podría disculparme, y ponerme un ejemplo de lo que me
esta diciendo?”), resulta inútil y contraproducente continuar por esta infructuosa senda:
“Siempre hay que cambiar cuando se tiene cartas perdedoras”. Una jugada estratégica seria: el
terapeuta puede manifestar aun más confusionismo y vaguedad que el cliente, o por el contrario
a firmar “Aja! Ahora sí que veo en que consiste el problema!”, y a continuación enunciar algo
que en su criterio no tenga absolutamente nada que ver con lo que esta diciendo el cliente.
En última instancia, la única manera de afrontar este problema, consiste en ignorar el
tema encubierto por la oscuridad y ascender a un nivel más alto; es decir; considerar que el
problema más significativo lo constituye la propia vaguedad, y buscar el modo de cambiarla.
Durante la primer entrevista también es importante conseguir al menos una cierta
captación inicial del lenguaje o de la postura del cliente, lo cual se desarrollara en el siguiente
capitulo.

75
CAPITULO 5: "La postura del paciente"

El terapeuta sabe lo que le gustaría que el paciente hiciese para solucionar su problema,
pero ganarse su colaboración para que lo haga es harina de otro costal. La solución que el
paciente propugna, que provoca el problema, esta determinada por lo que él considera como la
única cosa razonable, a pesar de que no haya servido para solucionar su problema. En
consecuencia, lograr que el paciente abandone su propia solución y se decida por un enfoque
que por lo general considerara alocado o peligroso constituye un factor decisivo para realizar
con brevedad la terapia. Para esta tarea la postura del paciente es de una importancia enorme.
La tarea principal de la terapia consiste en influir sobre el cliente para que afronte de un
modo distinto su problema. Pero el cómo influyamos sobre otro individuo depende en gran
medida de a quién intentamos influir.
Los pacientes son personas, y poseen sus propios valores, creencias y prioridades, que
están fuertemente consolidados, y que determinan el modo en que actuaran o no actuaran. Así,
la postura es importante por que representa una inclinación interna de los pacientes, que puede
utilizarse para estimular la aceptación y puesta en práctica de las directrices del terapeuta.
Hemos elegido el término “Postura” para referirnos a las creencias de los pacientes por que es
una forma de indicar un valor con el cual el cliente se halla comprometido y que se ha
manifestado abiertamente.
Saber cual es la posición del cliente nos permite determinar las directrices necesarias
para encuadrar una sugerencia, de modo que sea posible que el cliente la acepte. La
persuasión ha desempeñado un significativo papel en psicoterapia. Aquí hablamos de una
persuasión más eficiente, que utiliza la postura del paciente para facilitar su colaboración,
ayudando así a solucionar su problema.

La evaluación de la postura del paciente:


Para evaluar la postura es importante escuchar lo que dice el paciente, las palabras
concretas que emplea, el tono y énfasis con que se expresa. En reapuesta a un comentario del
terapeuta un paciente puede responder:” Sí (pausa). Veo que eso concuerda”; o bien:”Si, veo
que eso es posible”. En la primera afirmación el paciente esta indicando:”Estoy de acuerdo con
usted, y he aceptado su comentario”. En la segunda, el paciente sostiene: “No estoy de acuerdo
con usted, pero prefiero no hacerlo explicito en este momento.” Si el terapeuta no escucha las
palabras y la entonación exacta, es probable que acepte la segunda afirmación como si fuese
una expresión de acuerdo, y luego se desconcierte cuando a continuación el paciente no
aplique su sugerencia.
Al paciente le resulta imposible expresar todas sus opiniones, pero afortunadamente
para el terapeuta no es necesario conocerlas todas. El terapeuta ha de estar atento a la postura
del paciente en relación con su dolencia y en relación con el tratamiento y/o el terapeuta.
Puesto que los pacientes comunican posturas acerca de las demás facetas de sus vidas, por
ejemplo, si se consideran a sí mismos como seres únicos o como simples miembros de la
masa, y puesto que esos otros tipos de posturas pueden utilizarse también para estimular la
colaboración, estas dos áreas principales serán de la máxima importancia para formular planes
que incrementen la cooperación del paciente. Ambas áreas se solapan a menudo.
Generalmente, el mero hecho de entrevistarse con un terapeuta implica que el paciente
reconoce que se halla perturbado por su problema, que no ha logrado afrontarlo
adecuadamente, y que ahora busca la ayuda del terapeuta. A pesar de ello, la mayoría de los
pacientes continúan poseyendo determinadas ideas con respecto a la naturaleza de su
problema y de su causa presumible, así como algunas teorías generales o específicas sobre
como podría resolverse. Con frecuencia expresan dichas teorías mientras describen el
problema y su historia. El terapeuta no debe ignorar estas declaraciones de postura.
Por ejemplo: dos conjuntos de padres pueden verse aquejados por la misma dificultad:
una perturbación en la conducta de su hijo adolescente. Sin embargo, cada conjunto de padres
puede formular su dificultad en términos muy diferentes, y expresar así posturas muy diferentes

76
también que exigirá del terapeuta diferentes “argumentos de venta”. Ver ejemplo en la pagina
112.cuando esto sucede, si bien las acciones especificas que se recomiendan pueden ser
semejantes, las estrategias y el marco de las acciones recomendadas pueden ser bastante
diferentes.
La psicoterapia convencional concede importancia a escuchar el significado subyacente
en lo que dice el paciente. En cambio, nosotros le damos importancia a escuchar la exacta
formulación de las frases de los pacientes, pues es en esa específica formulación donde éstos
señalan sus posturas.
Al principio el paciente quizás no indique con claridad cual es su posición acerca del
problema. Entonces el terapeuta deberá recurrir a: “Me ha estado comentando en que consiste
el problema y cómo ha actuado; me ayudaría mucho si pudiese decirme por qué existe dicho
problema, en su opinión”; o bien:” ¿Cómo explica que haya surgido y subsistido este problema
en la forma en que lo ha hecho.” Así el terapeuta podrá averiguar cuales son las creencias del
cliente acerca del problema, y en consecuencia cual es su postura.
Ver ejemplos en las páginas 113 y 114.

Tipos de posturas:
Las posturas que afectan significativamente al tratamiento pertenecen a una gama
bastante reducida. Hay que comenzar diciendo que las personas se definen a sí mismas como
pacientes, o definen a otro, normalmente un miembro de la familia, como paciente. Si definen a
otra persona como paciente, se presentaran a sí mismos como individuos compasivamente
preocupados por alguien que esta enfermo, o como victimas de una persona malvada.
Se considere o no como paciente, el cliente puede asumir una de estas dos posturas: o
bien el problema es manifiestamente doloroso, por lo cual el cambio se vuelve urgente por
necesidad, o bien el estado de cosas es indeseable pero no incomodo en exceso y no se
necesita un cambio, o por lo menos, no con urgencia.
Con la máxima frecuencia, esta última postura es la que adopta el individuo que se
somete a terapia a coacción o imposición, por ejemplo un delincuente enviado por el juez.
Además, cualquiera que sea el problema, y quienquiera que haya sido definido como
paciente, las personas manifestaran una postura pesimista con respecto a la solución del
problema, o bien manifestaran que el problema, aunque difícil, puede ser afrontado.
Por lo que se refiere a la terapia en si misma, los pacientes suelen asumir una de estas
tres posturas: Receptores pasivos de la sabiduría y de los consejos del terapeuta; a la inversa,
toman a su cargo activamente el tratamiento, utilizando al terapeuta como caja de resonancia
pasiva; o bien buscan ayuda a través de la actividad y una responsabilidad reciprocas entre
ellos y el terapeuta. En lo que a su actividad refiere, los pacientes consideran que el proceso
terapéutico o bien requiere unos debates y una intuición considerables (“No entiendo por
qué…”), o bien exige determinada acción por su parte (“No sé que hacer cuando…”).
Por ultimo, ciertos valores personales afectan directamente al tratamiento y cuando se
advierte su existencia pueden usarse para facilitar la “venta”. Por ejemplo: algunos pacientes se
ven a sí mismos como algo extraordinario, por lo tanto sus tareas serán dadas como desafíos o
riesgos. Aquellos que se consideran como serviciales y responsables se motivaran por tareas
que implique un sacrificio.
Las posturas acerca del problema pueden solaparse con posturas que hagan referencia
al propio proceso terapéutico. Un paciente que exprese pesimismo acerca de su problema esta
expresando al mismo tiempo pesimismo acerca del tratamiento.
Aquí utilizamos el término Cliente para designar al individuo que esta buscando
activamente ayuda, es alguien que solicita ayuda. En cambio, paciente es aquel que el cliente
define como persona desviada o perturbada, trátese de él mismo o de otra persona.

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La definición de cliente incluye tres elementos:
1. “He estado luchando contra un problema que me perjudica de modo significativo”
2. “No he logrado solucionarlo únicamente con mis propios esfuerzos”
3. “Necesito que usted me ayude a solucionarlo”.

Lógicamente, no cabe esperar que la mayoría de los clientes formulen la cuestión de


una manera tan clara y tan sucinta. Por lo general, se comunica mediante la narración del
problema y de los esfuerzos infructuosamente realizados para solucionarlo, o como respuesta a
los comentarios del terapeuta. Ejemplo: “llevo mucho tiempo deprimido, pero el asunto empeoro
cuando me di cuenta que estaba empezando a pensar en suicidarme. Ahí comprendí lo mal que
estaba, de modo que al día siguiente lo llame a usted.” Aquí el paciente se identifica así mismo
como cliente, y además, como paciente.
El que la persona se defina como cliente o no, es algo que puede resultar de una
importancia primordial, puesto que el no-cliente no se halla interesado en cambiar el estado de
la situación aunque advierte una dolencia, no se siente excesivamente incomodado por el
problema o bien, no cree que la psicoterapia sirva como alternativa adecuada. Muy a menudo
este paciente ha venido a consulta por imposición de un tercero. Por lo tanto el terapeuta se
tendrá que esforzar mas para conseguir informaciones que sean de utilidad, ya que por lo
general no están motivados para colaborar.
Otra postura es la del cliente que se halla molesto por su problema, ha agotado todos
sus recursos, y esta buscando activamente ayuda terapéutica. Sin embargo, posee unas ideas
tan sólidas con respecto a la estructura más adecuada del tratamiento que no se encuentra
dispuesto a permitir que el terapeuta tome las decisiones para le proceso: por el contrario, trata
de imponerle al terapeuta unas condiciones que, de ser aceptadas, impedirán cualquier posible
solución del problema.

La utilización de la postura del paciente:


Una vez que el terapeuta haya determinado cual es la postura del cliente con respecto a
su problema y a la terapia ¿Cómo usar dicha información? Ante todo, para lograr brevedad, el
terapeuta no hará comentarios que provoquen resistencia en el paciente, a menos que se
integren en una estratagema bien planificada. En segundo lugar, incrementara al máximo la
disponibilidad del paciente apelando a sugerencias. La postura de éste puede utilizarse para
obtener estos dos propósitos; sin embargo, el primero de ellos servirá para evitarle problemas al
terapeuta, mientras que el segundo ayuda mucho en la solución del problema.

Evitar resistencias:
Un terapeuta puede provocar resistencia formulando comentarios que irriten a los
pacientes o reduzcan a credibilidad de las ideas del mismo. Por ejemplo, si el paciente
manifiesta una actitud pesimista (“El problema se ha arrastrado durante demasiado tiempo y el
tratamiento anterior no sirvió de ayuda”) el terapeuta puede desencadenar resistencia si le
responde con una postura optimista:”Parece hallarse un poco desalentado con respecto a usted
mismo y el tratamiento anterior, pero no creo que deba pensar eso. La primera tarea de la
terapia quizás deba consistir en centrarse sobre el por qué se halla tan desalentado.” A pesar
de la intención positiva del comentario, éste se opone a la postura pesimista del cliente, y
podría pronosticarse que impedirá la colaboración del cliente y un resultado favorable del
tratamiento, sobre todo si el cliente ya se ha visto desengañado por terapeutas anteriores que
hayan comenzado el tratamiento con un tono positivo y optimista pero sin que el final se haya
producido ninguna mejora. Resulta mas útil responder de un modo que estimule una reacción
favorable:”Puedo comprender, sin duda, su esperanza de que yo le sirva para algo, pero
considerando todas las cosas por las que ha pasado y el fracaso de anteriores intentos de
ayuda creo que es mucho más apropiado que iniciemos este tratamiento conmigo sobre la base
de un cierto escepticismo y no sobre un optimismo ciego. Prescindiendo de lo que se diga y se
haga, los resultados obtenidos son la única cosa que vale de veras la pena.” Esto aminora el

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pesimismo, puesto que esta admitiendo el desaliento del paciente y sus motivos y esta
afirmando que no despertara en él falsas esperanzas. Además, su alusión a la posibilidad de
resultados es optimista, por lo cual no suscitara objeciones. Ver un ejemplo en la pagina 120.
En consecuencia, para evitar que se cree una innecesaria resistencia en el paciente el
terapeuta debe aceptar las afirmaciones del cliente, reconocer los valores que posean y evitar
los comentarios provocativos o improvistos de credibilidad. A veces una mera inclinación de
cabeza servirá para comunicar la aceptación de las palabras del paciente sin que sea preciso
hacer nada más, por lo menos en ese momento.

Estimular la colaboración del paciente:


En la fase del tratamiento que estamos analizando, el terapeuta habrá formulado alguna
tarea o alguna actividad que, si son llevadas a cabo por el paciente, servirán para incrementar
las posibilidades de solución del problema. Ahora es preciso que brinde esta tarea o activad al
paciente de manera coherente con la postura que el paciente haya venido transmitiendo.
Ejemplo: los clientes son padres de un niño que se porta muy mal en casa, pero sin
embargo los padres no creen que esta conducta sea un mal comportamiento sino que ven en
ella un problema psicológico profundo:”Tiene poca autoestima.”, o “Se halla perturbado por algo
que no puede contar.” Debido a esta opinión han tratado de cambiar su conducta exhortándole
a abrirse a ellos, no imponiendo castigos ni planteándole exigencias con firmeza, y llevándole a
distintos centros de diagnostico y asesoramiento psicológico.
El terapeuta ha decidido que el problema está siendo conservado precisamente por esta
opinión y por las acciones que han emprendido los padres en estricta coherencia con ella. No
es necesario que los padres cambien de parecer, pero sí que estén dispuestos a imponer cierta
disciplina y a dejar de tratar a su hijo de un modo tan paternalista. El terapeuta se arriesga al
fracaso si se limita a explicar que ellos necesitan obrar así, dado que es probable que
interpreten dicha explicación como si se les estuviese pidiendo que ignoren la enfermedad de
su hijo y que lo castiguen por cosas que él no puede dejar de hacer. Ver este ejemplo y otros
más a partir de la página 122 hasta la 129.
Tendemos a suponer que solo se puede motivar útil y efectivamente a alguien si éste
adopta la actitud correcta. Paralelamente, si alguien posee una actitud equivocada intentamos
que la abandone como paso previo para que se desarrolle en él la motivación correcta. En
nuestro marco de referencia, ésta consiste en tratar de que el cliente hable nuestro lenguaje,
adopte nuestra opinión y acepte nuestra postura, en vez de hablar su lenguaje y de utilizar su
postura.
El terapeuta no debe descuidar ni sofocar ninguna motivación que pueda aumentar las
posibilidades de solucionar el problema del paciente en menor tiempo posible. El terapeuta
utiliza lo que el cliente trae consigo. Lo difícil de la cuestión no reside en la técnica sino en
superar la tentación de enfrentarse a los clientes, de razonar y de discutir con ellos. Por el
contrario hay que escuchar lo que dicen los clientes. Las líneas directrices en si mismas
consideradas son bastantes sencillas:

1. ¿Cuál es la principal postura del cliente (actitud, opinión, motivación) con


respecto al problema?
2. ¿Cómo conseguir del mejor modo posible dejar reducida dicha postura a su valor
o impulso esencial?
3. Puesto que yo sé lo que quisiera que el cliente hiciese para solucionar su
problema, ¿Cómo formularlo de un modo coherente con dicha postura?

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CAPÍTULO 6: La planificación del caso:

La planificación del caso acostumbra a ser la parte menos interesante y más


desagradable de la terapia, sobre todo cuando el terapeuta trabaja en solitario, sin formar parte
de un equipo terapéutico. Esta tarea no exige demasiado tiempo, sin embargo, planificar resulta
imprescindible para aplicar con eficiencia la propia influencia y para resolver los problemas con
rapidez. Si no se le dedica a la planificación el tiempo necesario, disminuyen notablemente las
posibilidades de éxito y el tratamiento se convierte a menudo en una aventura prolongada y
errática que acaba por consunción. El terapeuta termina renunciando, o bien el paciente pierde
el interés y abandona el tratamiento.
Existen procedimientos característicos para cada uno de los aspectos y fases del
tratamiento pero no se puede utilizar ninguno de dichos procedimientos de modo intencionado
si el terapeuta se limita a disparar por sorpresa, preparando los temas de sesión en sesión, sin
planificar una secuencia de sesiones.
En nuestro enfoque de orientación estratégica la panificación requiere una precisión
mucho mayor, en especial en lo que se refiere a los objetivos, la estrategia del tratamiento y las
intervenciones necesarias para poner en práctica dicha estrategia. Como es evidente, por más
que se planifique no podrán preverse todos los aspectos posibles del tratamiento. Cualquier
plan que se adopte necesitará ser reconsiderado a medida que el tratamiento va avanzando y
surgen dificultades imprevistas.

Establecer el problema del cliente:


Es importante comenzar por una comprensión clara de la dolencia que ha traído al
cliente a nuestra consulta. La dolencia que se declara puede captarse con claridad, y en
número significativo de casos la dolencia inicial puede resultar muy vaga y huidiza o bien ser
una declaración relativa a la presumible causa del problema. Como norma general, cuanto más
sofisticado desde el punto de vista psicológico es el cliente menos clara dejará la naturaleza de
la dolencia. A la inversa, cuanto menos sofisticado es el paciente con mayor claridad se
expresa acerca de su dolencia, pero no la elabora en la medida necesaria.

Establecer la solución intentada por el cliente:


Dado que en nuestra opinión el problema se conserva gracias a los esfuerzos que el
cliente y otras personas realizan sobre el problema, es necesario obtener una comprensión
completa y exacta de qué representan tales esfuerzos, en esencial los que se estén llevando a
cabo en el momento presente. Además, resulta importantísimo entender cuál es el impulso
básico de los diversos esfuerzos realizados. Un cliente puede mencionar gran cantidad de
cosas que él y otros hayan dicho o hecho, pero es probable que todas esas cosas no sean más
que variaciones sobre un mismo tema o impulso central, que el terapeuta puede llegar a
descubrir mediante la reflexión. No siempre resulta posible unificar todos los intentos del cliente
en una sola categoría. Es probable que las aparentes excepciones no tengan más que una
importancia secundaria, y en todo caso pueden dejarse de lado para un examen posterior.

Decidir qué se debe evitar:


Probablemente el paso concreto más importante para el tratamiento consiste en dejar
bien claro de qué hay que apartarse, lo que nosotros denominaremos "campo minado".
Básicamente, el impulso principal de los esfuerzos realizados por el cliente, y por otras
personas, para hacer frente al problema es lo que sirve para resolver qué evitar. Si sabe lo que
hay que evitar, el terapeuta por lo menos no colaborará en el mantenimiento del problema del
cliente.

Formular un enfoque estratégico:


Las estrategias efectivas suelen ser aquellas que se oponen al impulso básico del
paciente, apartándose en 180 grados de dicha dirección. No es suficiente con desplazarse a

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una posición supuestamente neutral. Puede afirmarse que no existen posturas o estrategias
pretendidamente neutrales que al mismo tiempo resulten de utilidad. Lo que se presenta como
postura neutral acostumbra a ser, con mucha frecuencia, una continuidad del impuso básico del
cliente, o bien provoca directamente tal continuidad.

Formular tácticas concretas:


Aunque la solución de un problema exija el abandono de la solución ensayada por el
paciente, éste no puede limitarse a dejar de hacer algo, sin hacer otra cosa en cambio. En los
problemas personales, es decir, cuando el cliente se queja de una dolencia que le afecta a él
mismo, resulta más fácil de formular un centro de atención estratégico. Es probable que las
soluciones ensayadas sean menos variadas que en los problemas interpersonales. También es
probable que sean repetitivas y, en ocasiones, ritualistas. En los problemas interpersonales -de
tipo conyugal, crianza de niños, esquizofrenia- resulta más difícil seleccionar un foco de
atención estratégico.
Si el terapeuta puede elegir entre una acción fácil de incorporar en la rutina diaria del
cliente y otra acción que exige un acontecimiento especial o infrecuente, es probable que se
decida por la primera. El terapeuta puede conseguir un impacto estratégico al solicitarle al
paciente que haga lo que en apariencia no es mas que una pequeña alteración en el manejo del
problema. Tal pequeña alteración se acepta fácilmente porque es vista como un camino
secundario, y también porque se integra con facilidad en las prácticas cotidianas.
La mayoría de los conflictos familiares radican básicamente en declaraciones o
intercambios verbales, y no en acciones.
En muchos problemas, si no en la mayoría, numerosas personas pueden estar
implicadas en la conservación del problema. El terapeuta debe sopesar el siguiente aspecto:
entre los individuos implicados, ¿cuál de ellos sería el más receptivo a mí (el del terapeuta)
influjo?.
En resumen, el terapeuta ha de planificar sus intervenciones concretas calculando qué
acciones se apartan en mayor grado de la solución intentada, qué acciones son mas centrales
para las transacciones implicadas en el problema, qué acciones se incorporarían con mayor
facilidad a la rutina propia del cliente, y qué persona (o personas) desempeña un papel más
estratégico para la persistencia del problema.

Encuadrar la sugerencia en un contexto: "Vender" la tarea:


Los pacientes suelen continuar sus esfuerzos porque los consideran la única cosa
segura, saludable y razonable que cabe hacer. Si el terapeuta se limita meramente a decirle al
cliente que deje de hacer lo que estaba llevando a cabo y emprende la actividad opuesta, el
cliente se resistirá mucho y posiblemente abandone el tratamiento sin más. En consecuencia,
después que el terapeuta ha formulado la tarea que le corresponde realizar al cliente, necesita
planear el modo de inducir a este a aceptarla.
Las tareas de enmarcar y definir de nuevo el marco de referencia del paciente
desempeñan un significativo papel en el acortamiento del tratamiento. Representan medios
utilizados comúnmente, aunque no exclusivamente, para conseguir que los clientes adopten un
curso de acción que en otras circunstancias se negarían a adoptar.
Algunos pacientes se muestran interesados en subestimar al terapeuta, desean sentirse
superiores a él, y les gusta dejarlo en ridículo. Al estimular a este tipo de paciente para que
realice una tarea que el terapeuta considera manifiestamente como algo importante, no es
probable que se tenga éxito. Sin embargo, si se sugiere que la tarea es más bien inverosímil, el
cliente se verá más dispuesto a emprenderla.
Ante un cliente que manifieste una postura de "desafío pasivo", quizás se haga
necesario expresar de modo explícito una actitud de desafío agresivo.

81
Formular objetivos y evaluar el resultado:
En nuestro enfoque terapéutico, el objetivo general es la solución de la dolencia del
cliente. Hay que vincular íntimamente os procedimientos que adopte el terapeuta y el objetivo
del tratamiento. En consecuencia, aquí consideramos 1) sobre qué base elegimos el objetivo, y
2) qué tipo de datos se manejará para determinar el éxito o el fracaso en el logro de dicho
objetivo, para determinar el avance hacia la consecución del objetivo durante el transcurso de
tratamiento.
Los diversos tipos de psicoterapia acostumbran a comenzar sobre la base de una queja,
es decir, una declaración más o menos clara y explícita que expresa preocupación acerca de
una conducta considerada como indeseable pero que persiste en el tiempo. Numerosos
enfoques terapéuticos, sin embargo, abandonan enseguida este punto inicial y no vuelven
jamás a él. Se trasladan a algo que consideran más profundo y más significativo que una simple
perturbación de la conducta: una categoría de diagnóstico, una presumible causa básica, una
"patología" individual o familiar. En nuestra opinión, al evaluar el resultado basándose en estos
elementos se corre en riesgo de imponer determinado criterio acerca de lo que es una vida
"correcta". El gran peligro reside en que los criterios propios del terapeuta sean considerados
como normas objetivas de salud mental, aunque se limiten a expresar valores meramente
personales, culturales o de clase social.
En nuestra opinión, existen muchas formas posibles de que los individuos y las familias
vivan su propia vida, y no una sola como si todas las demás formas fuesen erróneas o
anormales. Por eso, la queja del cliente constituye nuestro principal objetivo a lo largo de todo el
tratamiento. Algunos clientes plantean quejas vagas, o bien declaran unos propósitos
grandilocuentes o contradictorios. En tales casos el terapeuta debe juzgar, a partir de los datos
disponibles por más que no sean del todo claros, qué es lo mejor para solucionar la
incertidumbre o la contradicción y ayudar al cliente a seguir viviendo de forma satisfactoria. En
otras palabras, por discutible o indeseable que resulte un aspecto de la vida del cliente no nos
mostramos inclinados a intervenir a menos que el cliente formule alguna queja al respecto, o a
menos que un miembro de la familia que se halle implicado en la situación terapéutica se queje
de ello.
¿Cuáles son los datos que permiten en cada caso al terapeuta establecer que ya se ha
logrado un objetivo de esa clase o que, a lo largo del tratamiento, uno se está acercando a la
meta? En nuestra opinión, el indicador más importante de éxito terapéutico consiste en una
declaración del cliente según la cual él se encuentre completa o razonablemente satisfecho con
el resultado del tratamiento. Esto puede suceder por dos causas: porque la conducta
perturbada haya cambiado, o porque haya cambiado su evaluación de tal conducta. En otros
términos, concedemos gran relevancia al informe que realice el propio paciente,
complementado por algunos otros datos, y lo consideramos como indicador primario de éxito.
Sin embargo, tratamos de comprobar por diversas vías dicho informe. Primero,
basándonos en nuestra propia estimación del impulso principal de las soluciones ensayadas en
cada caso, intentamos determinar un objetivo concreto de cambio de conducta, intentamos
prever una conducta específica cuya realización consideremos incompatible con la continuidad
del problema y que, si es posible, quepa constatar en términos de "sí" o "no".
En segundo lugar, podemos constatar el cambio declarado -desde la postura de
solicitante de ayuda hasta la de no solicitante- interrogando al cliente cerca de la base de su
nueva postura. En ambos casos, sin embargo, la importancia que se atribuya a una información
dependerá en gran medida de la especificidad de la declaración y de su adecuación a aquel
problema en particular y a sus rasgos propios. La directriz básica que se utiliza es la variación,
ya sea en la conducta problemática, en la solución que se ensaye o en la definición del
problema por parte del cliente.
Por lo que respecta a situaciones en las que el problema no ha variado pero el cliente ya
no lo considera un problema, no nos quedaremos satisfechos con la mera declaración.
Preferimos en cambio que el cliente redefina la queja anterior en términos que demuestren que
ya no considera el problema como problema.

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En muchos casos aunque el cliente puede redefinir un problema como inexistente,
probablemente no se sentirá satisfecho a menos que el problema en sí mismo haya cambiado;
por ejemplo, depresiones graves o dificultades en el rendimiento sexual, artístico o laboral. Para
comprobar si el problema ha cambiado, o cuando el cliente lo redefine como algo que ya no es
problema, buscamos una variación cualitativa que constituya el indicador más fiable de que el
problema ha sido solucionado a satisfacción del cliente.

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CAPÍTULO 7: Las intervenciones:

La terapia breve pretende influir sobre el cliente de modo que su dolencia originaria se
solucione a satisfacción de este. Dicho objetivo puede conseguirse por dos vías: impidiendo
que el cliente o quienes le rodean lleven a cabo una conducta que permita la perpetuación del
problema, o en los casos adecuados, rectificando la opinión del cliente acerca del problema de
modo que ya no se sienta perturbado ni en la necesidad de continuar bajo tratamiento. En
teoría, dado que el terapeuta no puede dejar de actuar, por ese mismo motivo no puede dejar
de intervenir.
En nuestra opinión resulta relativamente infrecuente el uso de paradojas en calidad de
intervenciones. Puesto que muchas de nuestras intervenciones son complejas y poco
habituales, consideramos importante declarar abiertamente que no atribuimos ninguna virtud
especial a la complejidad o a la novedad en sí mismas. Si puede provocarse un cambio
mediante intervenciones sencillas y directas, tanto mejor. Conviene andar con cautela a la hora
de dar sugerencias directas referentes a una conducta determinada, hay que estar dispuesto a
retroceder y avanzar de una manera más indirecta, si el cliente manifiesta resistencia en vez de
esforzarse más.
Existen dos grandes categorías de intervenciones planificadas. La primera comprende
las intervenciones principales, que se utilizan después de haber recogido los datos suficientes y
haberlos integrado en un plan del caso ajustado las necesidades específicas de la situación
concreta. Cinco intentos básicos de solución que suelen observase en la práctica clínica: 1)
intento de forzar algo que sólo puede ocurrir de modo espontáneo; 2) intento de dominar a un
acontecimiento temido aplazándolo; 3) intento de llegar a un acuerdo mediante una oposición;
4) intento de conseguir sumisión mediante un acto de libre aceptación; y 5)confirmar las
sospechas del acusado a través de un intento de defensa propia.
La mayoría de los problemas que la gente plantea a los terapeutas se ven perturbados
por alguna de estas 5 soluciones básicas. Las intervenciones, en esencia, constituyen un medio
de interrumpir la solución previamente ensayada.
En comparación con las intervenciones principales, las intervenciones generales poseen
un ámbito de aplicación mucho mayor. Pueden utilizarse en casi cualquier momento del
tratamiento, y son lo bastante amplias como para usarse en una amplia gama de problemas. En
ocasiones son suficientes para solucionar por sí mimas el problema del cliente.

Las intervenciones principales:

1) El intento de forzar algo que sólo puede ocurrir de modo espontáneo.


En esta categoría el paciente padece una dolencia relativa a él mismo, no a otra
persona. Pertenecen a este grupo la mayoría de los problemas de funcionamiento corporal, o
de rendimiento físico. Se trata en todos los casos de actividades humanas, de orden mental o
corporal. Normalmente, el rendimiento de esas actividades es fluctuante. El paciente potencial
define dichas fluctuaciones como problemas y toma voluntariamente determinadas medidas que
sirvan para corregirlas y evitar su reaparición. Tales medidas acostumbran a implicar un
esfuerzo deliberado para asegurar un rendimiento normal o efectivo. Al realizarlo, el paciente
potencial se ve atrapado por la dolorosa solución de tratar de imponerse un rendimiento que
sólo puede obtenerse de modo espontáneo o "irreflexivo". También puede haber otras personas
que participen en este esfuerzo generador del problema y colaboren inconscientemente en
potenciarlo. En esta clase de problemas es probable conseguir la solución cuando el paciente
sencillamente renuncia a sus intentos de autocoacción y deja de esforzarse demasiado.
Es improbable que resulte efectivo limitarse a decirle al paciente que deje de esforzarse
tanto. En primer lugar, éste cree que la solución que él aplica es el único modo lógico o
razonable de afrontar el problema, y que actuar de otra forma sólo serviría para empeorar las
cosas. En segundo lugar, limitarse a decirle a alguien que abandone determinada conducta
suele tener como consecuencia que el sujeto se haga más consciente de ella, con lo que se

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vuelve aún más difícil dejarla de lado. Como norma general, le pedimos implícitamente a un
paciente que renuncie a una conducta concreta cuando le enseñamos explícitamente a que
lleve a cabo otra conducta que de por sí excluya la conducta que deseamos eliminar.
La estrategia que a menudo utilizamos para solucionar problemas de rendimiento se
centra en intervenir el intento del paciente de superar el problema, para lo cual le suministramos
unas razones y unas directrices que lleven al paciente a fracasar en su rendimiento. Estas
razones pertenecen de ordinario a dos grandes categorías posibles. Puede explicársele al
paciente que es importante provocar la aparición del síntoma con propósitos de diagnóstico, lo
que exige que el cliente exhiba deliberadamente el síntoma, porque cuando el sujeto lo
experimenta de modo espontáneo se encuentra demasiado absorto en la angustia de luchar
con el síntoma y no puede observarlo como conviene. Sin embargo, si planifica
deliberadamente su aparición, estará en condiciones de advertir datos muy sutiles per
enormemente significativos que hasta ahora no había logrado percibir.
En el segundo tipo de razonamiento justificativo se le manifiesta al paciente que hay que
provocar la aparición del síntoma como paso inicial hacia su control definitivo.
En algunos casos puede influirse sobre el paciente, para que deje de luchar contra su
actuación o su carácter, si se define el síntoma indeseado como algo beneficioso, aunque de un
modo que el paciente no había descubierto con anterioridad.

2) El intento de dominar un acontecimiento temido aplazándolo:


Los pacientes que se ven atrapados por esta contradicción suelen quejarse de estados
de terror o de ansiedad (fobias, bloqueos en el rendimiento o en áreas creativas, etc.). Estas
dolencias son también autorreferenciales: el paciente experimenta él mismo el malestar, sin
embargo, difieren un poco del anterior conjunto de dolencias, porque los estados de terror o
ansiedad pueden surgir y mantenerse sin necesidad de que intervenga nadie más. Esto no
significa que otro sujetos no ayuden a perpetuar tales problemas; con frecuencia se da esta
eventualidad. Simplemente, nos limitamos a afirmar que, para que ocurran y persistan esta
clase de problemas, no necesitamos esta ayuda.
Las fobias constituyen un excelente ejemplo de esta categoría, y nos brindan una clara
ilustración acerca de cómo surgen y se conservan los problemas de este tipo. Con gran
frecuencia, las fobias comienzan de un modo inocuo. El futuro paciente fóbico no
experimentaba ninguna dificultad para llevar a cabo determinada tarea pero, en un momento
dado, choca con inconvenientes inesperados e inexplicables para realizarla. Se trata muy a
menudo de una tarea que implica cierto riesgo, aunque sea muy reducido. Después de haber
experimentado la dificultad, el futuro paciente comienza a especular sobre ella y se alarma al
pensar que podría reaparecer en circunstancias peligrosas, mortificantes o humillantes para él.
A esto lo solemos llamar "la feliz idea de "que pasaría si..."".
El problema puede llegar a niveles fóbicos o limitarse a ser una reacción de ansiedad,
pero el futuro paciente considera que el acontecimiento temido es algo que él no está en
condiciones de dominar. Se dice a sí mismo que, puesto que la tarea resulta en realidad algo
sencillo y fácil para los demás, él no tendrá ninguna dificultad en llevarla a cabo. Al mismo
tiempo, se siente vulnerable y no se encuentra preparado para realizarla. Así el paciente se
introduce en un problema inacabable, que aplaza mediante una constante preparación para tal
enfrentamiento de modo que este acontecimiento pueda ser dominado con antelación. El
terapeuta debe evitar formular interpretaciones o directrices que sean meras variantes de esta
solución. Lo que requiere son directrices y explicaciones que expongan al paciente a la tarea, al
tiempo que exigen una ausencia de dominio (o un dominio incompleto) de ella.
El hilo conductor de las estrategias de solución ante los problemas de miedo-evitación
es, por consiguiente, exponer al paciente a la tarea temida, al mismo tiempo que se le impide
que la acabe con éxito.

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3) El intento de llegar a un acuerdo mediante una oposición:
Implican un conflicto en una relación interpersonal centrado en temas que requieren una
mutua colaboración.
Rara vez se presentan como clientes las dos partes contendientes. Por norma general,
quien se pone en contacto con el terapeuta es la persona que piensa que la otra parte amenaza
o niega la legitimidad de su propia posición. Aunque quien solicita ayuda profesional intente
obligar a la parte ofensora a buscar ayuda o a sumarse al tratamiento, estos intentos suelen
fracasar.
Las personas aquejadas por este tipo de problemas ensayan la siguiente solución:
sermonear a la otra parte sobre el deber de someterse a sus exigencias con respecto a
conductas concretas y, lo que es todavía más importante, exigir que la otra parte les trate con el
respeto, la atención o la deferencia que piensan que se les debe. En pocas palabras, la
solución ensayada asume la forma de exigir a la otra parte que los trate como si fuesen
superiores.
Esta forma de solucionar el problema sirve precisamente para producir la conducta que
se desea eliminar, ya sea que la exigencia de superioridad se formule como algo a lo que se
tiene derecho o es exigible, ya sea que busque mediante amenazas, violencia o argumentación
lógica.
Un modo de impedir esta solución consiste en hacer que el solicitante de ayuda se
coloque en una actitud de inferioridad, es decir, en una postura de debilidad. En tales casos se
suele exigir una inversión de este tipo: si el paciente abandonase sencillamente la solución
ensayada sin dar ninguna explicación, la otra parte llegaría a pensar que todo sigue igual y que,
en vez de quejarse, está esperando en silencio el momento propicio. Por consiguiente, es
probable que la otra parte continúe en una actitud defensiva y provoque que el paciente siga
utilizando su solución conservadora del problema.
La intervención en estos problemas exige que el terapeuta se preocupe por la
formulación o "venta" de la intervención más que de establecer cuál es a acción concreta que
debe realizar el cliente, cosa que puede resultar evidente.
A veces los padres no se apean de su postura de superioridad porque temen perder
todo control sobre su hijo. En tal caso, se les puede ofrecer una espada mágica; en otras
palabras, el terapeuta indica que ellos tienen a su disposición un medio más poderoso de
conseguir docilidad, al cual nunca han apelado: el uso de consecuencias imprevisibles y no
anunciadas. Sin embargo, la espada mágica exige una actitud verbal de inferioridad para ser
efectiva. En pocas palabras, esa táctica, denominada "sabotaje benévolo", consiste en
sugerirles a los padres que usen consecuencias reales en lugar de sermones. Dichas
consecuencias deben producirse de una manera accidental, y los padres tiene que disculparse
por ellas, si el hijo las pone en tela de juicio. Con algunos padres la intervención puede ser algo
tan sencillo como definir reiteradamente la actitud de superioridad como una postura de
debilidad, y la actitud de inferioridad como la posición de fuerza.
En los problemas conyugales, la parte que se considera ofendida suele tratar de
arrancar la consideración de su cónyuge, mediante la queja y no a través de un sencillo pedido.
El terapeuta pretende impedir las exigencias altaneras y el hecho de no realizar solicitudes
explícitas. Quiere que la parte que formula las quejas haga peticiones concretas y específicas.
Influir sobre el cónyuge cliente para que adopte esta fórmula suele exigir una preparación
adecuada; de lo contrario, el cónyuge en cuestión creerá que se trata simplemente de bajar la
cerviz o de asumir una postura demasiado suplicante. La formulación que resulta más fácil de
aceptar es aquella que permite que el cliente tenga la sensación de que se halla en una postura
de superioridad con respecto a su cónyuge.
Existe un contexto especial, de carácter triangular, en el que, por ejemplo, uno de los
padres se halla en un conflicto con un hijo adolescente, y el otro progenitor intenta actuar como
pacificador. Casi cualquier comentario que haga uno de los contendientes, en especial todo
comentario que exprese desacuerdo, desencadenará rápidamente una batalla campal. La
pacificadora, inconscientemente, hace que persita el problema. Por correctamente que se lleven

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a cabo, estos esfuerzos de pacificación polarizan aun más la relación entre ambos
contendientes, y convencen a la pacificadora de que la situación exige la ayuda de un experto.
El elemento pacificador, que es el principal solicitante de ayuda, suele presionar al
terapeuta para que convoque a las dos partes beligerantes y actúe como un pacificador más
hábil. Es decir, que siga haciendo lo mismo pero mejor. El terapeuta debe hacer caso omiso de
esta invitación y necesita estructurar el tratamiento de un modo que exija la participación activa
del pacificador, por lo menos al principio. Aquí el terapeuta ha definido de nuevo el papel de la
pacificadora como el de una intermediaria, y a continuación, la ha definido como intermediaria
razonable, con una razón que manifiesta resultados contraproducentes. Si el paciente acepta
estas redefiniciones, puede ampliarse el ámbito de la estrategia de modo que ella deje de
asumir una postura que irrite a los contendientes, y los compadezca a cada uno de ellos. La
compasión posee efectos más apaciguadores que la oposición.

4) El intento de conseguir sumisión a través de la libre aceptación:


Es una imagen refleja del intento de conseguir espontaneidad mediante la
premeditación, que puede resumirse en la siguiente afirmación: "Me gustaría que lo hiciese,
pero todavía me gustaría más que quisiera hacerlo". Al parecer, esto refleja una aversión a
pedirle al otro individuo algo que le disguste o que exija determinado esfuerzo o sacrificio. Pedir
abiertamente lo que uno desea es considerado como dictatorial, o como una intromisión
perniciosa para la integridad de otra persona. Es como si se viese a esta como alguien frágil,
incapaz de determinar su propio nivel de docilidad, alguien que no sabe decir que no. En
consecuencia, y paradójicamente, su libertad tiene que ser defendida por otra persona.
Esta penosa paradoja se manifiesta a través de numerosas formas clínicas -problemas
conyugales, problemas de crianza infantil y esquizofrenia.
En una situación de esta clase, lo que podría constituir una sencilla petición de sumisión,
a la cual podría responderse mediante una simple manifestación de rechazo o de aceptación,
se transforma, por el contrario en un intercambio generador de problemas. A la petición
indirecta e contesta con un rechazo indirecto, y cada persona trata de convencer a la otra de
que expresarse de modo directo resulta inútil.
En algunos problemas conyugales, la paradoja sale a la luz mediante la queja. En todos
estos problemas hay un mismo hilo conductor: una persona intenta obtener la sumisión de otra,
al mismo tiempo que niega que esté pidiendo tal sumisión.
La estrategia global para afrontar estos problemas consiste en lograr que la persona que
solicita algo lo haga directamente, aunque la solicitud se formule de modo arbitrario. Este tipo
de clientes se encuentran a menudo motivados por el deseo de mostrarse benévolos. El
terapeuta puede utilizar esta postura para redefinir la benevolencia del paciente; sus peticiones
indirectas, como algo inconscientemente destructivo, y a la inversa, redefiniendo como
beneficioso aquello que el cliente quizás considere como destructivo, las solicitudes directas.

5) La confirmación de las sospechas del acusador mediante la autodefensa:


En esta clase de problemas, por lo general, hay alguien que sospecha que otra persona
realiza un acto que ambas partes consideran equivocado: infidelidad, exceso en la bebida,
delincuencia, etc. Lo típico es que el sujeto A formule acusaciones acerca del sujeto B, y que
este responda mediante una negación de las acusaciones y una autodefensa.
Desafortunadamente, la defensa de B suele confirmar las sospechas de A. El resultado es que
A continúa con sus acusaciones, B refuerza su defensa y así sucesivamente.
Esta pauta de interacción la hemos bautizado con el nombre de "juego del acusador y el
defensor". El "juego" acabaría si una de las partes abandonara su papel repetitivo. A veces esto
se puede lograr entrevistándose a solas con el defensor. El terapeuta manifiesta que el
acusador es la persona que está equivocada o que causa el problema y entonces el defensor,
que también desea que acabe el juego, puede solucionar el problema a través de una acción
unilateral. Sin embargo, dicha acción resultará difícil porque, en opinión del terapeuta, la única
forma en que el acusador puede entender mejor su errónea acusación consiste en que el

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defensor acepte las acusaciones, sobre todo si tal aceptación se lleva en un grado obviamente
absurdo.
El juego del acusador y el defensor también puede finalizar mediante una intervención
llamada "interferencia". Se trata de una intervención diseñada para reducir el valor informativo
de la comunicación interpersonal, convirtiendo en inútiles los intercambios verbales entre dos
partes al no haber modo de saber si realmente se están refiriendo a los hechos en cuestión. En
una sesión conjunta se pide al acusado que haga algo, pero la tarea se estructura de modo que
sea imposible discriminar si se ha hecho de veras o no, y si lo que se informa al respecto es o
no fiable.

Las intervenciones generales:


Hay momentos en los que el terapeuta quiere comunicar alguna postura de tipo general,
con objeto de preparar el terreno para una intervención posterior más específica. También es
posible que quiera utilizar dicha postura para averiguar si es suficiente con ella para solucionar
el problema.

1) No apresurase:
El indicarle al paciente que no se apresure en la solución del problema constituye quizás
la táctica que utilizamos con más frecuencia en nuestras intervenciones. En ciertos casos, esta
es la única intervención. Al cliente se le dice que no haga nada, y, por supuesto, nada concreto.
Solamente se le dan instrucciones generales y vagas.
El mandato de no apresurarse a menudo habrá que darlo muy pronto, con bastante
probabilidad en la primera sesión, a aquellos clientes cuya solución ensayada consiste
básicamente en esforzarse mucho, o a aquellos que hacen presión sobre el terapeuta
pidiéndole con urgencia una acción curativa en tanto que ellos se limitan a permanecer pasivos
o no colaboran. El terapeuta puede llegar a sugerir que la mejoría ha sido tan rápida que ha
provocado un cierto agravamiento del síntoma.
Creemos que esta táctica es de utilidad porque describe al terapeuta como alguien que
no pretende obligar al paciente a que cambie, por lo menos con demasiada rapidez, cosa que
provoca en dicho paciente una implícita necesidad de colaborar con cualquier consejo o
sugerencia que formule el terapeuta a continuación. El paciente ah exagerado en sus esfuerzos
por solucionar el problema, y es más probable que abandone esos esfuerzos, que no hacen
más que perpetuar el problema, si se le manifiesta que la solución satisfactoria de la dificultad
depende de que avance con lentitud.

2) Los peligros de una mejoría:


Se le pregunta al paciente si se halla en condiciones de reconocer los peligros
inherentes a la solución del problema. En la mayoría de las ocasiones el paciente responderá
rápidamente que no puede haber ningún peligro, y así sucesivamente. Una vez legitimada su
postura, el terapeuta puede utilizarla para numerosos objetivos: puede ampliar la postura de "no
apresurarse", puede utilizar este método para aumentar la motivación, etc.
El terapeuta utiliza asimismo esta táctica para presionar al paciente para que obedezca
a nuevos encargos, después de que no ha cumplido uno que antes se le había formulado. El
terapeuta indica implícitamente que si el paciente descuida sus deberes, él no alzara un dedo
para ayudarle a solucionar su problema.
En algunos casos, una intervención de este tipo provoca un cambio significativo o
incluso llega a ser todo lo que se necesita para solucionar la dolencia actual, en especial
cuando se trata de problemas de ansiedad, sobre todo, en las ansiedades de rendimiento. Si el
cliente comprueba que la mejora no es un lecho de rosas, se sentirá menos obligado a
acosarse a sí mismo para rendir más, y de esta forma conseguirá una cierta distensión.

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3) Un cambio de dirección:
Por "cambio de dirección" entendemos que el terapeuta varía de postura, de directriz o
de estrategia, y al hacerlo, le ofrece al cliente una explicación acerca de dicha variación. Suele
requerirse un cambio de dirección cuando el terapeuta, de modo no deliberado, comienza a
discutir con el cliente, y no se da cuenta de este fenómeno. También se hace necesario cuando
el terapeuta sugiere algo a lo que el cliente accede pero que más tarde se muestra como no
productivo. Cuanto antes se de cuenta el terapeuta de la necesidad de un cambio de dirección,
más fácil será llevarlo a cabo. En cierta medida y de un modo más o menos explícito, el
terapeuta adopta una posición de simulada inferioridad y agradece al paciente que le haga
abandonar una senda equivocada y le conduce a otro camino mejor.
En algunos casos, empero, el terapeuta puede haberse comprometido hondamente en
determinada posición: ha estado afirmando reiteradamente las mismas cosas, y quizás lo ha
hecho con mucha fuerza. Dar marcha atrás con gracia resulta entonces más difícil.
Una forma un poco diferente de cambio de dirección, pero que abarca los mismos
elementos, puede llevarse a cabo haciendo referencia a la consulta con otro terapeuta "más
experimentado". Este tipo de dirección resulta más eficaz si el terapeuta añade además: "el
experto aludió a un punto que yo no logro entender, pero dijo que usted sí lo entendería" Esto
puede incrementar la probabilidad de que el paciente acepte ese elemento, puesto que le
permite alzarse por encima de su terapeuta entrando en coalición con el prestigioso experto, al
poseer una capacidad de comprensión superior a la del terapeuta.

4) Cómo empeorar el problema:


Cuando un terapeuta brinda una sugerencia suele añadir que la acción sugerida
probablemente resultará útil para lograr una mejoría del problema. A veces, sin embargo es
posible causar un mayor impacto si se ofrece una sugerencia en calidad de instrumento para
que las cosas empeoren. Esto se suele hacer cuando el cliente ya se ha resistido a anteriores
sugerencias, o se ha mostrado reticente a probar algo nuevo. Como consecuencia, los
elementos contrarios -aquellos que el terapeuta espera que el paciente haga- resultan más
fáciles de captar y de seguir. Ya no se le dice al paciente lo que hay que hacer; sólo se
menciona implícitamente. Al mismo tiempo, el hecho de sugerir específicamente en qué forma
puede lograrse que el problema empeore hace que el paciente se vuelva más consciente de lo
que sucedería si continuase realizando sus acciones anteriores, y subraya cómo el paciente
desempeña un papel activo en la persistencia de su problema. Esto puede resultar útil en dos
casos: al principio de la terapia con clientes ambiguos o que ofrecen resistencia, o cerca ya del
final para reforzar el progreso obtenido.
Como variante de este tipo de intervención el terapeuta puede prescribir aquello que el
paciente ha estado haciendo, pero sin presentarlo como sugerencia para que las cosas
empeoren. Por el contrario, al tiempo que define la conducta del paciente como potencialmente
útil para la definitiva solución del problema, el terapeuta exige que el paciente ejecute esta
anterior solución hasta el extremo hasta el extremo que provoque aversión. También se utiliza
esta intervención, que es una especie de sugerencia al revés, en los casos en que el cliente ha
estado resistiéndose a sugerencias ofrecidas de un modo más directo.

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CAPÍTULO 8: La terminación del tratamiento:

En las terapias prolongadas resulta adecuado considerar como un acontecimiento


especial la terminación del tratamiento. Entre el paciente y el terapeuta se ha ido desarrollando
a lo largo del tiempo una relación significativa, y el final del tratamiento es al mismo tiempo el
final de dicha relación. En las terapias breves en cambo no se considera que la terminación
constituya un acontecimiento especial. La brevedad del tratamiento y el énfasis en la solución
de problemas no favorecen el desarrollo de una relación entre terapeuta y paciente. Un enfoque
dirigido a la solución de problemas también señala que el tratamiento es un medio para
solucionar un problema específico, por lo que no hay necesidad de dedicar demasiado tiempo a
resumir los logros del tratamiento.
Cuando los clientes comienzan el tratamiento, en la mayoría de los casos se debe a que
padecen alguna dolencia. Esta puede afectarlos a ellos mismos o a alguna otra persona. En la
terapia breve el objetivo del tratamiento suele eliminar o reducir en un grado suficiente dicha
dolencia, de modo que el cliente crea que ya no es necesario someterse al tratamiento. Por el
contrario, hay otros enfoques en los que el avance del tratamiento y su finalización se basan en
directrices menos estrictas.
En la terapia breve el terapeuta ha de tener siempre presente cuál era la dolencia
original y el objetivo del tratamiento, y buscará la consecución de dicho objetivo, además de
alguna clase de manifestación por parte del cliente en el sentido de que su dolencia ha sido
solucionada. Será el terapeuta quien, en la mayoría de los casos, sugerirá el momento
adecuado para la finalización del tratamiento, esperando por lo general que el cliente esté de
acuerdo. El planteamiento variará dependiendo de las condiciones de terminación de cada
caso.

La terminación del tratamiento cuando el problema ha sido resuelto:


Cuando el cliente se presenta en la sesión y dice que el problema en cuestión ha
mejorado en una medida que le satisface, el terapeuta puede sugerir que se suspenda el
tratamiento. Sin embargo, esta sugerencia no se formula de un modo terminante, dado que el
terapeuta quiere comprobar cuál es la relación del cliente ante la idea de interrumpir el
tratamiento.
Se expresen o no dudas al respecto, es frecuente que la mayoría de los clientes
experimenten cierta incertidumbre acerca de la eficacia de los logros del tratamiento una vez
que este haya terminado, y algunos pacientes se muestran bastante explícitos en relación con
el tema. Si el cliente, preocupado por la persistencia de los resultados, se esfuerza demasiado
por "hacer que las cosas vayan bien", es más probable que se dé un empeoramiento del
problema. Por eso, al acabar, el terapeuta desea evitar esta posibilidad y ayuda al paciente a no
sentirse inquieto por la perspectiva de que las cosas quizás empeoren después de finalizar.
En esta eventualidad, el cliente se vuelve aún más reticente con respecto a la
terminación. En consecuencia debe el terapeuta dejar de lado sus intentos de conseguir que el
paciente se tranquilice y por el contrario definir el empeoramiento como un acontecimiento
esperado y consiguientemente normal, o incluso llegar a redefinirlo como un acontecimiento
positivo.
Se suele utilizar una clase de redefinición que pertenece al ámbito de las intervenciones
del tipo "no apresurarse". Las mejoras que aparecen lentamente, paso a paso -explica el
terapeuta- son las que probablemente se transformen es cambios más consolidados, cambios
que permiten asimismo una adaptación gradual. Después se le dice al cliente que de momento
no haga más mejoras, aunque el tratamiento esté finalizando. Aunque todo esto parezca
negativo y pesimista, hay varias características que lo convierten en un mensaje implícitamente
optimista. En primer lugar, al cliente se le está comunicando implícitamente que ha obtenido
avances muy considerables durante el tratamiento, tan considerables que no tiene que lograr
otras mejoras, por lo menos de inmediato. En segundo lugar, puesto que se le ha pedido que
provoque un empeoramiento, si éste se presenta, el cliente pensará que se trata de algo que

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está sometido a su control. Por último, el empeoramiento en sí mismo ha sido definido como un
acontecimiento positivo y no como un fracaso en el mantenimiento de las mejoras. El objetivo
evidente de todo esto es reducir al mínimo la reaparición del problema, ayudando a que los
pacientes se sientan menos preocupados por la terminación del tratamiento. En el peor de los
casos si se presenta un agravamiento lo bastante importante como para exigir que el paciente
vuelva a someterse a tratamiento, la credibilidad del terapeuta se mantiene íntegra, o incluso se
eleva, y el tratamiento posterior se inicia con buen pie. A veces resulta difícil que el terapeuta no
manifieste un abierto optimismo, especialmente cuando el cliente se muestra complacido y
entusiasmado por lo obtenido gracias al tratamiento.
A menudo el cliente no manifiesta que se haya llegado a una solución tajante el
problema, pero de todas maneras expresa el deseo de acabar el tratamiento. Una vez finalizado
el tratamiento, los terapeutas suelen preferir una solución tajante del problema, sobre todo si
utilizan un enfoque centrado en este. Es difícil no presionar al cliente para que permanezca
sometido a tratamiento cuando las cosas son frágiles, pero hay que evitar esa actitud. Ante
todo, el problema puede haberse resuelto a satisfacción del cliente, pero este no está dispuesto
a reconocerlo. En tal caso no es adecuado presionar para que continúe el tratamiento. Si se
acepta el deseo del cliente de dar por terminado el tratamiento, la despedida se produce en un
clima de afabilidad, lo que no deja de tener importancia ya que le facilita al cliente la
reanudación del tratamiento en el caso de que descubra que probar por su cuenta no funciona.
Por el contrario, si el terapeuta disuade al cliente de suspender a terapia, esta continuará sobre
la base implícita de que el paciente acude a requerimiento del terapeuta y no porque lo necesite
de veras.
A veces los pacientes dicen que el problema por el que iniciaron el tratamiento ha sido
resuelto, y a plena satisfacción, pero añaden que ahora les gustaría trabajar sobre otro
problema. En cualquiera de estos casos el terapeuta se enfrenta con una opción: acepta la
invitación o la rehúsa. En el primer caso se arriesga a rebajar lo conseguido en el tratamiento
previo, transformándolo en simple peldaño dentro de una quizás inacabable labor sobre
problemas. El tratamiento llegaría a considerarse como una actividad en sí misma y no como un
medio de solucionar problemas que impiden una vida llevadera. Ello no significa que los clientes
sólo tengan derecho a solucionar un único problema, pero sí que se convendría dejar pasar un
lapso de tiempo entre dos esfuerzos terapéuticos distintos.
Los pacientes complacidos con los resultados del tratamiento a menudo atribuyen estos
resultados a la sabiduría, interés, capacidad de reflexión e inteligencia del terapeuta. Estos
halagos, por gratos que resulten, colocan al terapeuta en una posición de superioridad, lo cual
provoca un perjuicio al cliente en el momento de la finalización. Los propios logros del cliente a
lo largo del tratamiento quedan implícitamente subestimados, y de este modo se le considera
menos capacitado para controlar los acontecimientos que se producen en su propia vida, lo que
le hace más vulnerable ante otros problemas todavía imprevistos. Si bien el terapeuta no esta
en condiciones de evitar que los pacientes le expresen su gratitud, no tampoco necesita
hacerlo, puede con todo formular de nuevo los logros del tratamiento de manera que él mismo
no quede en posición de superioridad. Quizás la forma más sencilla de conseguirlo sea
aceptando la gratitud pero señalando cuál es la contribución que el cliente ha realizado para el
éxito del tratamiento. Al mismo tiempo, el terapeuta puede rebajar la importancia de su propia
contribución.

Terminación del tratamiento sin que el problema haya sido resuelto:


Cuando un problema no ha sido solucionado el tratamiento puede acabar de dos formas
posibles: en los tratamientos con límite de tiempo, es decir, cuando se ha fijado un número
máximo de sesiones (entre 6 y 20 en la mayoría de los casos), la terapia finalizará cuando
hayan transcurrido las sesiones convenidas, aunque el problema siga sin solucionar. Con más
frecuencia, el tratamiento no tiene un final prefijado, y es el cliente quien suele proponer la
terminación cuando el problema no se soluciona. El hecho de fijar un límite temporal al
tratamiento puede servir para estimular la solución del problema, al ejercer sobre el cliente una

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presión implícita para que colabore con el terapeuta. Sin embargo, en numerosos casos el
límite temporal plantea un obstáculo porque al terapeuta le falta tiempo para remodelar su
estrategia, si se da cuenta que el diseño inicial no funciona. El terapeuta puede llegar a la última
sesión si que se hay producido ningún indicio claro de que el problema se haya resuelto.
Tendrá entonces que efectuar una elección: utilizar esta sesión como último esfuerzo para
solucionar el problema, o tratar de averiguar por qué a fracasado en la solución del problema,
es poco probable que persistir en dicha estrategia consiga resultado en el último momento. En
segundo lugar, la mayoría de las intervenciones exigen que el cliente realice una determinada
acción, que el terapeuta debe contrastar en una sesión posterior. Si en la última sesión se
ensaya una nueva clase de intervención, no existe ninguna oportunidad de realizar esta
comprobación básica.
En la mayoría de los casos es el cliente quien propone la terminación o quien insiste en
el tema, si el problema no ha sido resuelto. El cliente manifestará su insatisfacción por el
tratamiento. En los caos de este tipo, el terapeuta debe evitar a toda costa la tentación de poner
en discusión la postura del cliente y presionarle para que siga el tratamiento. En vez de entablar
esta batalla tan contraproducente, el terapeuta debe aceptar con prontitud el deseo de poner fin
al tratamiento que manifiesta el cliente.
En alguna ocasión, cuando el terapeuta adopta una actitud flexible, el cliente suaviza su
postura y le pide a su terapeuta que le dé algún consejo o alguna sugerencia como despedida.
Como antes se ha mencionado, no es oportuno realizar un esfuerzo de último momento durante
la sesión final. Es más conveniente que siga existiendo la postra amable y sumisa con la que se
comenzó. Puede adoptarse una postura similar si el cliente solicita que se le recomiende otro
profesional.
El terapeuta puede no adoptar una postura afable y accesible en aquello casos en los
que el cliente se ha mostrad poco colaborador a lo largo del tratamiento. Cuando esta clase de
cliente se manifiesta insatisfecho con el tratamiento y propone terminarlo, el terapeuta debe
aceptarlo de inmediato, pero con un planteamiento distinto al descrito previamente. Puede
afirmar que es conveniente acabar, no porque no haya habido avances, sino debido al riesgo de
que el problema se solucione si el tratamiento continuase. Si bien este planteamiento puede
parecer excesivamente severo se propone aumentar al máximo las posibilidades de que,
aunque el tratamiento finalice, el cliente llegue a afrontar su problema. Puede lograr esto si
coloca al paciente en situación de darle la razón a la dura conclusión del terapeuta o de
manifestar su desacuerdo con él. Si está de acuerdo, el cliente redefine su dolencia como algo
no problemático, o al menos no lo bastante problemático como para exigir una continuación del
tratamiento. Si lo define de este modo, es menos probable que el cliente se dedique a luchar
con su problema y, por lo tanto, este vaya aminorándose. Si no le da la razón al terapeuta,
habrá aceptado un desafío implícito que le obliga a solucionar su problema.
Finalmente, a veces hay pacientes que solicitan acabar con el tratamiento cuando el
problema no se ha solucionado y que, paradójicamente, se muestran satisfechos de este
resultado. No es oportuno contradecir su deseo de finalizar. Si el paciente se halla insatisfecho
con el tratamiento, lo único que conseguirá el terapeuta será entablar una batalla inútil. Y si el
paciente se encuentra satisfecho del resultado, el terapeuta estaría intentado que se prolongase
un tratamiento que el cliente ya considera concluido. En último término, puesto que lo que lleva
a un sujeto a someterse a tratamiento es una insatisfacción significativa con la propia
existencia, la desaparición de este grado de insatisfacción constituye el objetivo global y
definitivo, tal como nosotros lo vemos, en todos los casos.

92
ESTRATEGIAS PSICOTERAPÉUTICAS INSTITUCIONALES.

Hirsch y Rosarios
CAPÍTULO 2: Teoría:

A. Construcción de redefiniciones: la base de todo proceso terapéutico:

Toda terapia exitosa lleva a la modificación de los puntos de vista del consultante
respecto a las razones de su malestar, la naturaleza del mismo o los modos de resolverlo.
El paciente cambia en tanto acepta uno o más redefiniciones con sus correspondientes
direcciones de acción implícitas o explicitas.
Redefinición: operación mediante la cual el terapeuta ofrece un nuevo sentido a una
situación.
Si el paciente acepta este nuevo significado experimenta una reestructuración, significa
cambiar el propio marco conceptual o emocional en el cual experimenta una situación y situarlo
dentro de otra estructura que aborda los hechos correspondientes a la misma situación
concreta, cambiando así el significado de las mismas, lo que cambia es el sentido atribuido a la
situación y no los hechos correspondientes a esta. Cuando decimos dirección de acción
implícita o explícita estamos diciendo la visión de la naturaleza de la situación problema que
determina ciertos caminos para su manejo. Por ejemplo si la angustia le genera más problemas
para evitarla tomar ansiolíticos.
Los problemas que el paciente trae, además de preocuparlo, son lo que él supone que
en verdad interesan al terapeuta. El paciente hace un prerrelato de su padecimiento en función
de como imagina al terapeuta. Las intervenciones del terapeuta (preguntas, omisiones)
terminan d estructurar una presentación que nunca es de datos “objetivos”, sino solo una
construcción. Sólo existen datos presentados a quien escucha y filtrados por las ideas propias
de quien las enuncia y quien la escucha. Las expectativas del terapeuta con respecto a la
problemática del paciente van a moldear su presentación, ajustándolo cada vez mas a lo que el
terapeuta piensa que es un problema trabajable (a través de sus preguntas). El énfasis en cierta
información, las interpretaciones del terapeuta van moldeando lo que el paciente trae como
problema.
No hablamos de un paciente ideal que esta deseoso de hacer lo que el terapeuta dice.
El sujeto debe sentir que lo que el terapeuta dice “le pasa”, no debe sentir que solo lo esta
complaciendo. No se trata de que sea obediente, tiene que poner algo de su parte, añadir algo
en la respuesta.
El motivo de consulta: es una construcción entre paciente y terapeuta. El paciente solo
va a aceptar las definiciones del terapeuta si se siente aceptado, si esta convencido de que el
terapeuta lo entiende.
Lo que el paciente va experimentando como problema es el resultado de una
negociación entre lo que siente más o menos como padecimiento y lo que el terapeuta
experimenta y devuelve como datos significativos. El resultado de esta negociación es una o
más cuestiones consideradas por ambos como significativas y trabajables.
La presentación de un motivo de consulta implica entender un proceso de
reestructuración. Esta prepara y facilita las redefiniciones posteriores que llevan cada vez más
lejos al paciente de su visión inicial.
A partir de una redefinición el terapeuta marca al paciente un camino. En una terapia
directiva seria una dirección de acción explicita manifiesta en una tarea, de modo implícito
puede ser a través de la narración de un cuento que sugiere una línea de acción para resolver
un problema.
A medida que se avanza en la terapia, las sucesivas reestructuraciones dan lugar a
caminos alternativos de solución. A veces la situación no es la ideal ya sea porque el paciente
no presenta un motivo d consulta abordable o bien porque el terapeuta no hace lo necesario

93
para conseguirlo. El terapeuta fracasa en sus redefiniciones, ya sea porque el paciente no
encuentra ninguna novedad en ella o porque esta muy alejada de su perspectiva.
Aceptar una redefinición implica además de estar de acuerdo con ella, creer en ella
como para afectar la conducta. Alguno puede adoptar un comportamiento porque cree en la
redefinición que le hemos dado o porque ese empeña en demostrarnos que es falsa. En ambos
casos la toma en cuenta, la toma en serio porque coincide con su realidad psicológica. Las
intervenciones del terapeuta deben estar cerca del paciente, debe encajar en la manera que
este tiene de ver el mundo. Por ejemplo si tenemos una madre sobre protectora le podemos
decir que descuida a su hijo, no porque lo abandone sino porque no lo deja defenderse solo de
otros chicos.
El proceso terapéutico tiene que ver con particulares selecciones y presentaciones de
datos, con conocimiento de sentidos y modificación de visiones de la realidad.
El trabajo de redefinición esta al servicio de cierta modificación en el comportamiento del
paciente, entendiendo al comportamiento en el sentido más amplio, referido a las áreas
cognitiva, afectiva y conativa.
Las redefiniciones es un medio del terapeuta de influir sobre el comportamiento de su
paciente. Todas las redefiniciones son medios de influencia porque tienden a orientar las
emociones, pensamientos y acciones del sujeto en una dirección determinada.
Para que la redefinición influya en la dirección esperada por el terapeuta hay que tender
en cuenta dos cosas:
• La cercanía de la redefinición con el modo de pensar y sentir del paciente. Debe
basarse en algo que el sujeto puede aceptar cotidianamente, en hechos que no
puede discutir o en su sistema de valores.
• El poder del terapeuta, su capacidad de influenciar los pensamientos, emociones
y comportamientos de su paciente en lo relativo a cuestiones vinculadas con sus
motivos de consulta.

B. Motivación:

Es el factor de mayor peso predictivo en cuanto al resultado del tratamiento,


independientemente de la orientación de éste.
La motivación es la “disposición a”. Es un estar dispuesto a realizar ciertas acciones
tendientes a lograr algo que se busca o se desea. La motivación se refiere en terapia a lo que
concretamente la gente dice que quiere hacer al inicio de una consulta y de un tratamiento.
En una dimensión diferente la motivación puede estudiarse desde la perspectiva de
inversión que el cliente esta dispuesto a hacer en tiempo y otros recursos (compromiso
emocional, dinero) para alcanzar dichos objetivos.
La motivación es un concepto interaccional porque la acción del terapeuta aumentar o
disminuir la disposición del paciente.

Señales de la motivación del paciente (en la preentrevista y en la primer sesión)

En la preentrevista:
a. Quien pide la primer entrevista y para quien: cuando alguien pide una cita para
otra persona es probable que dicha persona interés. Será útil intentar hablar con ella o citar al
que ha pedido la consulta.
b. Facilidad o dificultad para concertar un horario: si el consultante pone mucho
obstáculos es probable que tenga poco interés. El terapeuta no debe conceder horarios
especiales ya que de ese modo estaría dejando que el paciente tenga el control sobre la
terapia.
c. Urgencia en concertar la cita: si no tiene ninguna urgencia en concertar la cita es
porque esta poco motivado.

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Motivación en la entrevista.

a) Se puede identificar señales claras del tipo e intensidad de la motivación en las


primeras verbalizaciones de los consultantes. Por ejemplo: “me siento muy solo, y necesito a
alguien para contarle mi problema”; “yo quisiera una pastilla que me ayude”.
b) Puntualidad.
c) Como llega a la consulta: pos si mismo o mandado por otro.
d) Presentación de la queja: si habla de sus dificultades actuales o si presenta una
larga historia del problema. Esta quien habla de lo que sintió y sufrió, quien se centra en lo que
los otros le hacen o hicieron, quien hace una descripción precisa de su problema.
e) Intentos vs. No intentos de resolver el problema que motiva la consulta: Si no
intentó nada o si lo hizo pero siempre fracasó.
f) Cantidad y calidad de información útil: se mide por la sintonía con la pregunta e
intervención del terapeuta. hay que diferenciar entre la inhabilidad par transmitir información y la
falta de interés.
g) El papel que parecen jugar los otros significativos en relación con el problema
según la descripción del paciente: suele ser útil considerar la descripción de la motivación de
los otros como un aspecto de la motivación del propio sujeto, por ejemplo: “yo estoy a favor del
tratamiento pero mi marido no cree en los terapeutas”.
h) La pregunta de ¿Qué quiere lograr con la terapia? Nos da una pauta de a que
cosa esta motivado el paciente. Habitualmente los clientes vienen motivados a muchas cosas.
El terapeuta debe reforzar alguna de estas disposiciones en detrimento de otras. El hecho de
que coexistan varios motivos, y que uno aparezca en un momento como central es lo que da
flexibilidad de maniobra.

Registro del terapeuta de su propia motivación:


El terapeuta debe examinar en cada oportunidad a que esta dispuesto, lo que se halla
determinado en parte por su marco teórico, en parte por su circunstancia personal y en parte
por las características de cada paciente en particular.
La tarea del terapeuta es evaluar si el paciente está dispuesto a realizar un trabajo
psicoterapéutico dentro de los límites de lo que él sabe hacer, y si es así, qué estrategia
particular es la que mantendrá más alta la motivación.
Circunstancia personal: es el momento que atraviesa el terapeuta que determina su
tiempo y sus ganas en cada caso, frente a cada paciente. El terapeuta debe evaluar su
posibilidad personal de compromiso antes de cada intervención crucial. Por ejemplo no debe
ofrecer hipnosis si no tiene el tiempo suficiente para hacer un trabajo exitoso.
Características de sus pacientes: cada terapeuta tiene sus clases predilectas de
pacientes.
Determinados pacientes son bien recibidos en algunas épocas de la vida del terapeuta y
no en otros. Algunos terapeutas se sienten mas motivados a trabajar con gente con sus
mismas características o que atraviesan situaciones vitales por las que el terapeuta ya ha
pasado.
El terapeuta tiene que saber para cada momento de su vida que clase de paciente lo
motivan a que tipo de esfuerzo terapéutico, ya que esta motivación va a co-determinar a que
estará motivado el paciente como respuesta.
Motivación del paciente y del terapeuta se retroalimentan.
La motivación del terapeuta debiera estar definida a mediados de la entrevista. Por
ejemplo “no tengo ganas de trabajar con este tartamudo”.
Cuando el terapeuta se percibe como muy motivado, puede preguntarse hasta que
punto es esta una respuesta apropiada a la motivación del paciente o si es una señal de que
esta intentando suplir la falta de motivación de este.
El entusiasmo terapéutico, si es excesivo, lleva a trabajar más de la cuenta, y si no lo
hay, lleva al fracaso de la terapia.

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Fluctuaciones.
La motivación del terapeuta y del paciente es variable según cada momento del
tratamiento. La motivación del terapeuta decae si el paciente no cambia, y la del paciente decae
si el terapeuta contraría en demasía sus expectativas.
Todo el proceso terapéutico puede ser leído desde la motivación y por ende la
resistencia puede ser entendida como disminución de la motivación del paciente a seguir el
camino propuesto por el terapeuta, y como expresión de su necesidad de que el terapeuta tome
por otro camino.
Trabajo esencial del terapeuta es detectar momento a momento las fluctuaciones de la
motivación. El problema que motiva la consulta es una representación condensada de lo que el
paciente esta dispuesto a trabajar y es una medida apropiada del cambio. El motivo de consulta
pactado funciona como un faro que da la posibilidad de estimar en cada momento la disposición
del pacientes seguir los pasos necesarios para que la meta del tratamiento se cumpla. Si el foco
fue bien elegido, la disminución de la motivación puede provenir de:
*cambios en la situación vital del paciente.
*de la motivación del terapeuta para que la motivación caiga.
*de algo que hizo el terapeuta para que la motivación decaiga (errores de timing en las
interpretaciones, tareas muy grandes, prescripciones apresuradas).
Otra cosa que disminuye la motivación del paciente es cuando el terapeuta destaca la
probabilidad de que si el paciente dice o hace tal o cual cosa el problema se resuelve
totalmente o definitivamente. Eso provoca resistencia ya que el paciente tiene buenas razones
por las que no pudo resolverlo antes. Es más probable que el paciente haga algo si piensa que
solo lo lleva a un cambio moderado o que no es más que una prueba ara ver que pasa.
Conviene leer constantemente todas las verbalizaciones del paciente como expresión de
su disposición a avanzar por el camino sugerido por el terapeuta.
El paciente indica al terapeuta que su motivación es alta cuando acepta en los hechos la
línea de trabajo que este le sugiere.
El terapeuta evalúa la motivación del paciente, en la sesión siguiente, de acuerdo a si el
tema que trae se puede conectar o no con el de la sesión pasada; o si trae la tarea hecha o por
el contrario si viene diciendo “lo olvidé”, o “no pude hacerlo".

¿Cómo disminuye la motivación del terapeuta?


Cuando el paciente no recuerda que se le ha dado una tarea o cuando decae la
motivación del paciente. Los estados de aburrimiento, la falta de atención y una vaga irritación
en presencia del paciente son una señal que el terapeuta debe revisar. Ante esto debe
preguntarse: ¿Qué estoy haciendo para que disminuya la motivación del paciente?
Si no lo hace su `poca motivación reforzara la del paciente y así entraran en un circuito
de desinterés.

Maniobras para incrementar la motivación.


El terapeuta debe partir d una posición básica: demostrar intereso r su paciente y
comprensión por lo que le pasa, pero ninguna disposición a ir mas allá de donde este explicita
que quiere ir.
*Algunas maneras para demostrar interés y comprensión: maniobras de “lo entiendo”
1. escuchar un rato con expresión atenta y comenzar una intervención sintetizando
lo que el paciente dijo, para a partir de allí decir lo que uno ha pensado.
2. interrumpirlo cuando esta ansioso y disperso y ayudarlo a enfocar el tema que lo
preocupa.
3. comentar lo difícil que tal o cual situación o resolución debe haber sido para el
paciente.

*algunas maneras de mostrar disposición a “no remar por el paciente” son:

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1. interrogar de forma tal que el paciente pueda percibir las consecuencias de un no
cambio, preguntándole que cree pasaría si no se diese un cambio.
2. terminar la sesión en un momento clave, creando la atmósfera de la tarea
interesante inconclusa.
3. espaciar las sesiones, cuanto más difícil es obtener una sesión, mas se lo
aprovecha.

El interés del paciente por lo que el terapeuta le pueda llegar a decir es el resultado de
su sensación de ser entendido y aceptado. Esta sensación también depende de lo gestual, no
solo de lo que dicen.
Algo que el terapeuta puede hacer para aumentar su propia motivación es pensar que
las conductas existenciales del paciente son en verdad indicaciones para corregir su propio
accionar. Si el paciente no sigue una indicación o no acepta una interpretación e porque no le
sirve.

*cosas que puede hacer el paciente para aumentar la motivación del terapeuta:
• Dar información significativa, hacer una tarea.
• Todo lo que haga que cumpla las expectativas del terapeuta.
• Participar activamente en un proyecto común, no es obediencia sino que se
demuestra cuando puede corregir la postura del terapeuta si es que ve que va por
un camino equivocado.
• Cuando cambia en la dirección esperada por el terapeuta.

C. ¿En qué condiciones basta con una sola entrevista? :

1er grupo: Aquellos consultantes que mejoran como consecuencia de una modificación
en sus vidas, independientemente de la tarea que se realizo en la entrevista. Son aquellas
personas que pueden cambiar sin la terapia. Por ejemplo: persona deprimida por falta de
empleo que después de unos días lo consigue.
2do grupo: lo que quieren una opinión experta para tranquilizarse y verificar que no
existe realmente un problema. Obtienen lo que buscaban y efectivamente no vuelven al
consultar. Por ejemplo: niño enviado por el pediatra para un psicodiagnóstico por problemas en
la escuela.
3er grupo: personas que ya han realizado una serie de cambios apropiados para
resolver un problema, pero necesitan que se les ratifique que están en la buena senda. Una
técnica consiste en apoyar explícitamente el nuevo comportamiento y asegurar que de
mantenerse se producirá el cambio deseado, pero dudar de la capacidad del paciente para
realizarlo o de la conveniencia de que se alcance ese resultado.
4to grupo: gente que en medio de una crisis necesita de una descarga y un consejo
directo que puesto en práctica solucionaría la crisis. Por ejemplo: padres que perdieron un hijo y
no sabían la causa de su muerte. Se les aconseja viajar para pedir detalles a través de los
compañeros del hijo.
5to grupo: casos en los que es posible modificar la perspectiva de los consultantes
respecto de la situación o problema, y esa única redefinición alcanza para gatillar una serie de
conductas diferentes, suficientes como para producir un cambio. Las características de estos
consultantes es que presentan un motivo de consulta claro y específico y tienen una buena
disposición para aceptar la palabra del terapeuta como valida.
6to grupo: aquellos que cambian la visión y deciden mantener lo que pensaban como
un problema porque ahora lo consideran parcialmente positivo.
7mo grupo: consultantes que el admisor no considera que necesita terapia pero muy
posiblemente se sienten molestos si se les dice directamente y requieren cierto manejo
especial. Seria conveniente decirles que antes de realizar terapia debe cumplir con una tarea,
por ejemplo en el caso de una viuda pensar tres meses en su esposo y luego venir.

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Casi nunca es posible terminar en una sola entrevista sobre todo si es:
• Derivado por terceros con mucha influencia.
• Cuando los consultantes tienen historia de consultas sucesivas.
• Cuando la gente esta motivada a “hacer terapia”.
• Cuando su manera de ver las cosas implica que nadie puede llegar a
conclusiones significativas en una sola entrevista.
• Cuando es gente que necesita digerir con tiempo las intervenciones.

D. El uso de predicciones en terapia familiar:


Las predicciones son anticipaciones que hace el terapeuta sobre el comportamiento de
sus clientes y sobre los efectos probables de sus intervenciones. Generalmente las
predicciones son implícitas aunque es beneficioso hacerlas de modo explicita. Lo que se
predice son los comportamientos de la familia respecto a la disfunción vinculado al motivo de
consulta en respuesta a nuestra intervención. Predecir no Significa no respetar la idiosincrasia
de cada familia y establecer metas no significativas diciéndole a la familia como debe ser.
Creer en nuestras predicciones ayuda a que se cumplan favoreciendo la aparición del cambio.
Elegimos una intervención porque predecimos que su efecto traerá como resultado el cambio.

*predicción a partir de los datos de la preentrevista.


Los datos recogidos permiten predecir el comportamiento de la familia y planificar
algunos aspectos de la primer entrevista en la base a esas inferencias. Saber que no se
comportan de la manera prevista permite saber que no hay que aplicar la estrategia prevista
entonces da lugar a un análisis de alternativas posibles. Si no se hubiera previsto nada no
habría alternativas y no estaría tan claro lo que hay que hacer.

*predicción de reacciones mediatas e inmediatas a nuestras intervenciones.


Para las reacciones inmediatas: para el terapeuta es importante anticipar si lo que él dirá
va a ser aceptado o no y qué efecto va a tener. A través del comportamiento de la familia el
terapeuta anticipa la reacción inmediata a su intervención y comienza a ensayar diferentes
movidas en pequeño probando clase respuestas para ver si coinciden o no con sus
predicciones.
Las predicciones mediatas tienen que ver con la posibilidad de que un cambio de
conducta sea mantenido y que tenga los efectos que uno busca. Estas predicciones se refieren
a cambios que experimentara la interacción de los miembros del sistema como consecuencia
de nuestra intervención. Se predice que se producirá tal comportamiento a que tal
comportamiento dejara de producirse. Se hacen cuando damos una tarea, predecimos si la van
a realizar o no y que efectos tendrá.

*predicción de clases de comportamientos en la sesión siguiente a las de las


intervenciones.
Se trata de predecir cambios y planificar la sesión siguiente en base a esas
predicciones. El terapeuta debe tener claro que espera él que pase con cada familia como
consecuencia de su intervención, que probabilidad adjudica a que pase eso y que otro
desenlace posible contempla (si no sabe que espera lograr no sabrá que hacer con la respuesta
de la familia).
La predicción debe referirse al comportamiento relacional de los diferentes miembros de
la familia y no ser formulaciones globales del tipo “la familia mejorara”.
La secuencia seria la siguiente:
1. Predicción de los comportamientos en la primer entrevista a partir de los datos
de la preentrevista para la preparación de estrategias.

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2. Predicción de respuestas mediatas e inmediatas, planificación y ejecución de las
intervenciones.
3. Predicción de los comportamientos de la sesión siguiente y planificación de la
misma.
Nueva información, nueva predicción de respuestas inmediatas y mediatas, nueva
planificación y puesta en practica de la intervención terapéutica.

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CAPÍTULO 3: Técnica.

A. Maniobras para el cambio. (recetas para hacer terapia)

Características generales del modelo.


1. Apunta a la modificación de conductas (relacionales) lo más rápidamente posible.
Por eso el proceso terapéutico es breve, la brevedad apunta a la autonomía e independencia,
basado en la idea de que la mayoría de las personas tienen recursos suficientes para funcionar
por sí mismo. Cuanto más tiempo continúe el terapeuta trabajando más probable será que haga
algo en la dirección contraria, más se entera el paciente de la terapia, se hace más previsible y
menos eficaz.
2. Se busca alcanzar un acuerdo con los consultantes sobre un objetivo concreto
específico y observable que se refiere a una modificación de la conducta. Ese objetivo debe ser
mínimo, lo menos alejado de la conducta actualmente definido como problema y que sin
embargo represente un cambio. Por ejemplo lograr que el niño no se orine todos los días sino
seis días.
3. El terapeuta es directivo, influye para que el cambio se produzca.
4. el terapeuta acepta la cosmovisión del paciente, sus usos y costumbres y
valores. Refuerza un estilo de comunicación que privilegie alción.
5. se utiliza la resistencia como factor de cambio. La resistencia se entiende como
el comportamiento del paciente opuesto a lo que el terapeuta propone para cambiar o aliviar el
problema, es un fenómeno relacional entre terapeuta y cliente. Hay que pensarlo como una
colaboración del cliente, que guía al terapeuta respecto a qué hacer para favorecer el cambio.
El terapeuta adoptara una posición pesimista para que el cliente se resista tomando una
postura optimista.

Principios generales que guían el trabajo del terapeuta.


1) Todo comportamiento es comprendido y explicado por su ubicación en un circuito
más amplio de comportamiento, tomando en cuéntale feedback y el refuerzo reciproco. Por
ejemplo el niño no estudia, la madre lo ayuda, el chico estudia. Lo que busca el niño es que la
madre pase mas tiempo con él.
2) La función básica del terapeuta es influir en el consultante para que cambie sus
soluciones intentadas para resolver la dificultad que son las que la convierten en un problema.
Se sustituye la solución intentada por una opuesta o se cambia la visión del problema.
3) El terapeuta debe asegurar todo el tiempo su máxima maniobrabilidad para poder
producir un cambio en el circuito. Para asegurar esta capacidad de maniobra, debe
paralelamente limitar la del consultante. El control lo tiene el terapeuta, este es el responsable
de llevar al paciente al cambio.
4) La maniobrabilidad no se refiere solo a la disponibilidad de no limitar sus
opciones hacia el consultante, sino también a la capacidad de alterar el propio movimiento
(cambio de estrategia).
5) Maniobras: partimos de la base de que toda conducta es relación, tiene un efecto
sobre el otro, lo influye. Por tanto la maniobra es todo comportamiento del terapeuta deberá ser
entendido como maniobra, en el sentido de que es una acción tendiente a influir sobre el
cliente de un modo especifico para que este se modifique en una dirección conveniente y puede
resolver su problema. Son comportamientos del terapeuta para cumplir con los objetivos de
resolución de problema. Las maniobras se aplican únicamente a las conductas que el paciente
defina como patológicas. La capacidad del terapeuta para influir es limitada, por eso debe
concentrarse en lo que el paciente le trae como motivo de sufrimiento y esta dispuesto a
modificarlo.

Clasificación de las maniobras.

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Maniobras generales Maniobras especificas.
 De comienzo  De comienzo
 De control.  De proceso
 De cierre  De cierre
Se aplican en la mayoría de los Se utilizan luego de tener
casos. Aunque pueden tener efectos por suficientes datos y haber formulado un
sí mismos. Son prerrequisitos para las plan para el caso particular.
especificas

Maniobras generales de comienzo (pueden ser generales y específicas)


Se utilizan en la pre-entrevista y primeras entrevistas. Su objetivo es establecer bases
para la relación terapéutica que faciliten la máxima maniobrabilidad.

Tareas generales de comienzo.


Su objetivo es obtener información a través de preguntas clásicas como:
¿Cuál es el problema? ¿De que modo afecta su vida? ¿Por qué consulta ahora?
¿Cuáles son las soluciones intentadas hasta ahora por el paciente, familiares y otros
terapeutas? ¿Cuál es el objetivo mínimo fijado para la terapia? ¿Cuáles son las expectativas
respecto al terapeuta y al tratamiento? ¿Qué papel juega el derivante?

Maniobras generales de comienzo.


1. Reflejar y responder con empatía explicita a lo que el paciente comunica.
2. elección y manipulación de las variables del encuadre. (número de participantes,
duración, frecuencia de las sesiones.
3. Cuando hay mas de un consultante, dirigir las preguntas al que hizo la consulta.
4. hacer alianza con el miembro capaz de generar cambios (trabajar con el que más
sufre el problema porque esta mas motivado para cambiar)
5. Exigir precisión al consultante mientras se mantiene la propia ambigüedad.
Mantener opciones abiertas mediante afirmaciones ambiguas que permitan avanzar para
retroceder con escasa perdida de credibilidad. Así se evita tomar una posición prematura antes
de ver que es lo más estratégico. Siempre es útil conocer la definición que el paciente tiene
acerca del problema antes de arriesgar la nuestra.
6. No apresurarse a aceptar que el síntoma es malo y debe ser erradicado.
7. la queja inicial debe ser precisada, recortado y definido.

Maniobras especificas de comienzo.


1. Con pacientes que llegan en crisis lea intervención debe ser menos exploratoria y
más autoritaria.
2. con pacientes inhibidos el terapeuta mostrara con titubeos la dificultad que
produce el tema.
3. cuando el paciente es mandado, hay que renegociar el objetivo y buscar una
situación que el paciente identificado quisiera cambiar. Si lo logra el terapeuta trabajara
indirectamente sobre el tema inicial. Hay que acentuar la posición del paciente identificado y
darle razones inaceptables para no cambiar, para seguir igual. Por ejemplo a un adolescente
decirle que siga robando así pronto se sacara de encima esa libertad que le pesa tanto.
4. cuando son familias o parejas que están más interesadas en discutir que en
cooperar, hay que verlos por separado, connotar positivamente la discusión como modo de
colaborar para resolver el problema.
5. Para casos con fracasos terapéuticos anteriores: Hay que preguntar ¿Cómo
consideraría que el cambio fue suficiente? Cuando las sucesivas terapias sirvieron para
postergar una decisión o un cambio, el terapeuta redefine, niega tomar el caso hasta que el
cambio se hay producido. Por ejemplo: anorexia.

101
6. Con pacientes que no hablan o hablan poco: Impedirle hablar, llenarlo de
preguntas cada que vez que habla. Otorgar al paciente el derecho de callar ciertos temas hasta
que este preparado. Declararse incompetente echarse la culpa por no entender con
información tan sintética. Hacer deducciones absurdas de los silencios o de las escasas
palabras.
7. Para los que dan información vaga, con generalizaciones y detalles irrelevantes:
realizarles pedidos y preguntas directas o ser más impreciso que el consultante y no llegar
nunca a nada o a conclusiones erróneas.
8. Para los que cuestionan el setting (horarios, honorarios, edad o sexo del
terapeuta): Derivar, no hacer el menor intento porque cambie su apreciación.
9. para los casos que movilizan al terapeuta, por ejemplo los que amenazan con
suicidarse por la tarde. El terapeuta dice que es una falta de respeto darle una respuesta
apresurada aunque el problema sea urgente.
10. para el que pregunta sobre la técnica y modalidad de trabajo del terapeuta. El
terapeuta connota positivamente este comportamiento como cuidado en la elección del
terapeuta y trata de embarcarse en una discusión seudo técnica de modo que el cliente quiera
salir lomas rápido posible del tema. Cuando es el caso de una decisión racional el cliente tiene
conocimientos para dar las respuestas necesarias. Cuando piden un tratamiento especifico
decirle que no lo trabajo, pero que si le interesa resolver el problema que la técnica puede ser
útil. Si Ud. quiere concertamos una cita.
11. El paciente que pregunta si le servirá el tratamiento: El terapeuta le va a
contestar: Ud. me sobreestima porque no puedo saber por anticipado si le servirá y menos si ni
siquiera sé cual es el problema. Si le pregunta al final de la primera entrevista, hay que expresar
pesimismo y lo mejor seria ir con una persona que le dé seguridad.
12. Cuando el paciente no se ve muy motivado ni afectado por el problema. Poner a
prueba su pretensión de hacer terapia. ¿Por qué molestarse ahora con esta terapia?
13. El paciente que esta en otro tratamiento y viene a realizar una consulta. El
terapeuta dice que lo que él propondría es muy distinto por lo tanto el paciente debe decidir con
quien continua. Una variante de ese paciente puede ser cuando consulta por un tratamiento
específico pero esta en un tratamiento más general. Debe tomar al terapeuta a cargo como si
fuera un paciente mas, incluirlo y tratar de que coopere.
14. maniobras cuando el interrogatorio directo no ofrece los resultados esperados
a. Si el paciente tiene información clara y especifica. El terapeuta debe decir,
lamento no poder entenderlo y ayudarlo hasta tanto no tenga esos datos, pero entiendo que
aun no esta en condiciones de decírmelo.
b. Paciente que no pueden fijar metas realistas y concretas. El terapeuta tendría
que ampliar el motivo de consulta hasta un punto que sea el paciente mismo el que se vea
obligado a restringir sus aspiraciones difusas.

Maniobras generales de control.


1. el pesimismo terapéutico esta referido a:
a) La posibilidad de logro del cambio. A veces es difícil llegar a metas ideales.
b) La utilidad del logro del cambio. Hay que ver si se justifica poner tanto esfuerzo.
c) El grado de modificación del problema. ¿Este es el cambio que Ud. quiere?
d) El tiempo en que esta modificación puede ser alcanzada y paso a paso.
e) El mantenimiento del cambio alcanzado. No pensé que lo lograría, hay que ver si
lo mantiene.
f) La capacidad del terapeuta para ayudar
g) Consideración acerca de si este es el momento para el cambio se alcance o se
mantenga

Todas las interacciones tiene por objeto provocar en el consultante una actitud de mayor
compromiso en la decisión que tome, e incentivar a mayores logros disminuyendo la ansiedad

102
por las dificultades, el desánimo por las recaídas. Al utilizarlos el terapeuta contraria actitudes y
comportamientos de otros significativos del paciente que contribuyen al mantenimiento el
problema: apoyo, alianza, etc.

2. El terapeuta controla la dirección del proceso al considerar todo tema anterior


que el paciente trae en el transcurso del tratamiento como referido al motivo de consulta
originario o como índice de que aquel motivo fue superado.

Maniobras especificas de control del proceso terapéutico.


Se aplica cuando el terapeuta advierte que el paciente tiene un patrón actitudinal
estereotipado; tiene una pauta reiterativa que perturba el logro del objetivo terapéutico fijado.
Derivan de la aplicación de dos características del modelo: entender toda resistencia como
cooperación (suele llevar a por escribir el comportamiento resistencial y aprender la
cosmovisión del paciente explicitando reaceptación)
1. El paciente duda, rechaza o desconfía. La redefinición como colaboración. “Hace
que me esfuerce para llegar a su problema mas profundo si aparenta rechazo”. Connotar
positivamente. No conformarse con lo aparente del inconsciente, ir más a lo profundo.
2. Ante cualquier fracaso, el terapeuta se culpa por dar terminado el tratamiento. El
fracaso es el resultado de dos situaciones:
a. No cambia o normaliza las tareas, entonces el terapeuta dice: “Me equivoque con
lo que Ud. podía, doy por finalizado para que encuentre a alguien que lo pueda ayudar. Cuando
el paciente mas sesiones y atención, el terapeuta las espacia mas diciendo que solo tienen
sentido aumentar el número si se registran cambios.
b. Cuando no tuvo resultado a realizar los cambios pedidos por el terapeuta. El
terapeuta asume que se equivoco.
3. ante la exigencia de una respuesta el terapeuta debe evitar responder de
inmediato. “Necesito tiempo para pensar que decirle, no se me ocurre nada”.
4. Cuando el paciente int4enta ejercer el control sobre el terapeuta con comentarios
acerca de su juventud, sexo, ideología, su posición social, el terapeuta amplia las
características adjudicadas llevando a puntos en que sea el paciente quien deba intervenir para
readjudicar valor al terapeuta como tal. Expresar dudas respecto de la posibilidad de lo que en
verdad pueda hacer este a la altura de sus expectativas y necesidad. Cuando el paciente se
adelanta a una intención de las intervenciones. “Ud me dice esto porque yo……” redoblar la
posición one down insistiendo que el paciente adjudica virtudes al terapeuta que este no posee.
O se lo elogia y se le prescribe que siempre se adelante.
5. comportamiento para perturbar el setting:
 horarios: los que tiene dificultades para concertar las citas, los que llegan tarde o
faltan. El terapeuta dice que actuaría así ya que el problema esta pronto a reducirse, o que el
consultante haya descubierto la manera de convivir con el problema. Otra opción es que se
complementa con la idea de que se conviene distanciar las entrevistas o suspenderla. Una
variante es mencionar la evidente falta de utilidad del tratamiento por fallas del terapeuta o de
las técnicas, lo que también lleva a suspender las sesiones. Para personas que se demora el
final de la sesión proponer que las sesiones duran 10 minutos menos para tener un espacio
necesario para recoger sus pensamientos y establecer la línea que separa las sesiones del
mundo exterior.
 Las personas que intentan que el terapeuta no vea algo o que lo vea a toda costa.
Manejarse desde una posición de incompetencia. Va
Variante: el paciente que no quiere que se comparta cierta información con lo
otros miembros implicados en la terapia. El terapeuta no recibe ninguna información
sin pactar antes que toda información será compartida o que él la usara en el
momento adecuado.
Otra variante es el familiar del paciente grave o adolescente que pretende
una consulta secreta al final de la entrevista a metros del paciente identificado, el

103
terapeuta contesta en voz alta o deberá integrar al paciente identificado. Si las
personas dicen explícitamente que quieren una conversación privada sugerir una
sesión especial.
6. reacción negativa ante tareas sugeridas o prescriptas:
a. Cuando el sujeto rechaza la tarea en el mismo momento en que se formula. Esto
implica que el terapeuta esta trabajando de modo descuidado, ya que a través de la sesión el
se da cuenta si su tarea será aceptada o no. Por ejemplo, si una persona dice que es incapaz
de enfrentar sus temores cualquier sugerencia que fuese afrontarlo seria arrebatado. El
terapeuta tendrá que dar una vuelta en U diciendo: me equivoque.
b. Hay pacientes que necesitan saber los porque de las tareas que se les proponen se
debe explicar los porque antes de una actividad especifica.
c. Las personas que a la sesión siguiente dicen que lo pensaron y que no les pareció
razonable cumplir con la tarea. En este caso se deberá realizar la vuelta en U `proponiendo lo
contrario, criticándose por creer que el paciente seria capaz de lograrlo. Otra es decir que es
una pena porque se perdió una oportunidad única y negar toda posibilidad de realizarla para l
sesión siguiente.
7. cuando el tema central de la terapia no está bien elegido, es necesario una vuelta
en U.
8. Para pacientes que ya saben todo lo que uno pueda decirle porque lo pensaron o
leo experimentaron anteriormente (puede que haya faltado investigar las soluciones intentadas).
El terapeuta muestra duda respecto de encontrar una solución nueva que no se haya
encontrado.
9. el terapeuta desea intensamente comportarse de un modo con el paciente en
función de sentimientos de simpatía o de rechazo hacia él. Es importante que sepa que lo que
desea hacer es lo que los familiares del paciente han hecho y que te estará realizando mas de
lo mismo. Debe revisar soluciones intentadas por otos y asegurarse que lo que intenta hacer es
diferente.
10. el paciente se queja de lo mismo sesión tras sesión, implicando que no esta
pasando nada. Hay que desconformar lo que dice el paciente sin discutir con él.
11. Paciente que durante el tratamiento hace otra consulta con otro profesional
(porque no obtuvo el éxito deseado). Lo mejor es retirarse del caso, si el paciente protesta se le
dice que lo piense y que vuelva si esta absolutamente dispuesto a seguir el tratamiento bajo
nuestra dirección.
12. Los que buscan establecer alianza con el terapeuta que perjudica la posibilidad
de intervención de este.

Maniobras de cierre.
Se realiza en la ultima entrevista y son consecuencia de lo realizado anteriormente.
Cuando el tratamiento fue exitoso su objetivo es considerar los logros obtenidos
prevenir recaídas. Las maniobras de cierre que se realizan cuando es un fracaso permiten que
el paciente en un futuro intente una nueva consulta. Un mal cierre disminuye esa posibilidad y
fianza la misma conducta que llevo a la consulta. Las maniobras de cierre se ven facilitadas si
existen factores de presión como por ejemplo: numero fijo de sesiones, honorarios altos o
tareas difíciles.

Cuando el problema fue resuelto.

 Maniobras generales de cierre:


1. Reseñar lo que se ha alcanzado y lo que no, poniendo el énfasis en destacar los
logros como producto de los hábitos y cualidades del paciente y lo que no fue logrado como
consecuencia de las limitaciones de la terapia en general o del terapeuta en particular. Se debe
evitar la dependencia con el terapeuta.

104
2. Para controlar eventuales recaídas, disminuir la ansiedad o el temor ante ello, y
evitar que la interrupción del tratamiento tiente al paciente a volver a los viejos hábitos:
a. Se aconsejará al paciente que vaya despacio que no trate reseguir
mejorando por un tiempo.
b. Se definirán posibles recaídas como esperables o incluso como positivas
o deseables, enmarcado esto en la idea general de que el paciente ha mejorado demasiado
rápidamente y que los cambios lentos son más sólidos. Al predecir y estimular se persigue
atemperar los posibles esfuerzos del cliente por no cometer un solo error que podrían llevar a
recurrir a viejas soluciones.
c. Conviene anticipar las diferentes formas en que el paciente y otras
personas involucradas pueden sabotear los logros obtenidos. Se le pide al paciente que
imagine de qué forma se podría retroceder la situación a lo que era o lo que los otros
significativos pueden hacer al respecto.

3. No tratar de hacer otro cambio o mejoría en las últimas sesiones.


4. concertación de entrevistas periódicas de seguimiento cada tres meses y luego
cada seis para evaluar que ocurrió con los resultados

 Maniobras especificas de cierre cuando el problema fue resuelto.


1. Cuando el paciente insiste en atribuir todo el mérito al terapeuta este agradece
pero recalca que nada hubiese sido posible sin su colaboración.
2. con pacientes que son incapaces de asumir responsabilidad por los cambios (se
lo adjudican al terapeuta o a terceros o a situaciones externas), hay que insistir en su
colaboración y en lo que podrían haber hecho para obstaculiza re el curso del tratamiento.
3. Cuando el paciente se adjudica todo el mérito de la mejoría y descarta la
influencia del terapeuta o la ve como negativa, se concede plenamente con él y luego se le
pregunta que ha estado haciendo de forma distinta a la habitual para conseguir ese resultado.
Con esto se le permite explicitar lo que cambio y dejar que asuma totalmente la
responsabilidad.
4. Con consultantes totalmente negativistas hay que minimizar los resultados
positivos, expresar escepticismo sobre cualquier proceso futuro.
5. cuando el paciente teme terminar porque piensa que las cosas empeoraran sin la
guía del terapeuta. En el caso de terapias con numero fijo de sesiones hay que interrumpir el
tratamiento, esperar que el problema reaparezca y retomar el tratamiento utilizando las
sesiones restantes. Ofrecer sesiones adicionales, debe ir igual aun cuando llegado el momento
no lo considere necesario. Para los que insisten en prolongar la terapia. hay que establecer con
claridad que por ahora el problema parece haber mejorado, pero que para ir mas allá es
necesario un tratamiento mas largo, pero también mas molesto y oneroso. También es
recomendable parar durante dos semanas ya que es tiempo suficiente para que vea los
resultados y evalúe si son suficientes. Pasado este tiempo la terapia puede continuar, el
paciente vuelve diciendo que los cambios se han evaporado, se ha de encuadrar la situación
de no mejorar rapad, ir despacio. Si insiste en que esta igual que al principio decir que uno se
ha equivocado y sugerir que vaya de otro terapeuta

 Maniobras generales cuando el problema NO fue resuelto.

El terapeuta admite su fracaso, sin esforzarse por seguir la terapia, ni por producir un
cambio de ultimo momento.

 Maniobras especificas cuando el problema No fue resuelto.

1. paciente insatisfecho pero al mismo tiempo se negó u olvido realizar la tarea. El


terapeuta se hecha la culpa por el fracaso, por no advertir que seria muy riesgoso que el

105
problema se resuelva. Así coincide en que es necesario terminar con el tratamiento, pero no por
falta de progreso, sino por el riesgo que el cambio se concrete. El terapeuta puede confirmar su
opinión citando instancias previas de no-cooperación, redefinirlos como indicadores de la
sabiduría inconsciente del cliente que le permite evitar ese cambio riesgoso.
2. Cuando el paciente a ultimo momento pide consejo o una derivación. El
terapeuta debe negarse a dárselo, argumentando que al haberse equivocado en todo lo
importante referido al paciente hasta entonces no quisiera añadir un nuevo error.
3. Cuando intervienen dos consultantes y discrepan silos objetivos se han cumplido
o no. Por ejemplo uno de los cónyuges quiere terminar y el otro teme hacerlo. E terapeuta pide
que dejen pasar un tiempo para ver quien tenia razón. Así se pone del lado de quien quiere
dejar y este será el encargado de demostrar que era mejor terminar en ese momento

Tipos de intervenciones tendientes a promover, facilitar o provocar el cambio de


comportamiento: reformulación, directivas, tareas.

 Reformulaciones.
Cambio del punto de vista o contexto emocional o conceptual en relación al cual una
situación es experimentad, y su ubicaron dentro de otro marco que encaja con los hechos de la
misma situación especialmente bien o aun mejor, cambiando así por completo su antiguo
significado.
Las reformulaciones apuntan a uno de dos aspectos
1. la naturaleza del problema (por ejemplo, un chico no es malo, sino enfermo)
2. el resultado de la solución intentada (sobreprotegiéndolo Ud. lo desprotege
porque no lo prepara para la vida)

Apuntan a maniobras de cambio, cambiando la naturaleza del problema; o a maniobras


de control como preparación para el cambio.
A veces la reformulación no llega a ser del todo explicita, lo importante es que este
construida de manera tal que el consultante no pueda aportar datos importantes que lo
desmientan, lo cual equivale a decir que el terapeuta debe conocer muy bien las circunstancias
del problema antes de la reformulación.
Antes hay que preparar al consultante con preguntas para la reformularon. Es
importante construir las reformulaciones apoyándonos en el lenguaje del consultante, ir
avanzando por pasos y solo hacerlo en la medida de que emita señales de que esta comprando
y que esta dispuesto a seguir escuchando.
Hay que ser muy cuidadoso con el uso del lenguaje y el timing de la reformulación
cuando esta desafía la perspectiva del paciente con el fin de que cambie al defenderse. Por
ejemplo: “Ud. Esta deprimido porque se identifica con los aspectos inútiles de su padre”. Se
buscara que se defienda y muestre que no es inútil.
Para dar reformulaciones paradójicas el terapeuta necesita mucho poder para no ser
desestimado. El paciente piensa que el terapeuta esta equivocado pero no puede demostrarlo
porque su razonamiento parece correcto. No le queda otro recurso que probarlo con su
comportamiento.
Cuando no son necesarias:
1. Cuando el cliente solo viene a buscar un consejo y no tiene resistencia.
2. cuando el terapeuta impone una tarea que es definida como un experimento, se
puede reformular antes o la tarea puede preparar una reformularon.
3. cuando el terapeuta quiere funcionar como un misterioso sin dar las razones

Cuando son necesarias:


En casi todos los casos una reformulación es imprescindible como apoyo de cualquier
otra clase de intervención. Puede bastar con ello en el caso de que se den las siguientes
características:

106
 Escasa resistencia, no oposicionismo al terapeuta.
 ser verbales,
 Preferencia por el pensamiento preparatorio antes que por la acción directa.
 Si dan tiempo antes de tomar una curva de aceleración.

La reformulación afecta al consultante, él la toma como valida o como tan importante


como para demostrar que es falso. Para lograrlo el terapeuta debe tener poder / prestigio debe
comprender al paciente y este debe sentirse comprendido, debe hablar su mismo lenguaje.
¿Cuándo no alcanzan?
En la mayoría de los casos se dan directivas tendientes o no a que se cumplan tareas ya
que son pocos los sistemas que cambian por reformulación.

 Directivas.
Son las verbalizaciones del terapeuta tendientes a que el paciente desarrolle ciertas
clases especificas de acciones que directa o indirectamente implica una incompatibilidad con la
persistencia de la solución intentada, también tiene por finalidad dirigir el comportamiento del
cliente.
En casi todos los casos las directivas deben apoyarse en reformulaciones.
Formas en que las directivas pueden darse.
1. imperativas: “haga tal cosa”
2. persuasiva: “me parece que seria conveniente que haga tal cosa”
3. dubitativa: “en su sistema situación se aconsejaría hacer tal cosa pero en su
caso…”
4. Apto para que la gente lo pida por favor: “se me ocurrió algo, pero olvídelo no es
para Ud.”.
5. Cuando el paciente hace mención de ciertos comportamientos: Subrayar con
atención preguntas o tono de voz para reforzarlos o generarlos.
6. ilusión de alternativas: “¿Cuál prefieren? Se le dan dos opciones que tengan
efectos similares.
7. desafiantes
8. hablar en general de lo que sucedería si alguien hiciera tal o cual cosa y
preguntar al cliente sobre los efectos probables. Después cambiar de tema
9. Contar historias o anécdotas que llevan al cliente a emplear tal directiva.
10. negociadora: solicitar insistentemente un comportamiento que se sabe
despertara resistencia absoluta para después de un rato decir ya que este no este otro.
11. paradójica, decirle que haga algo para que no lo haga o haga lo contrario.

Consecuencia de las directivas.


El cumplimiento de ellas acarrea consecuencias, hay que evaluar la conveniencia de
hacerlo explicito o no porque generaría resistencia.

Tareas.
Dar directivas no es lo mismo que dar tarea. Las tareas son actividades concretas que el
terapeuta solicita u ordena. Muchas directivas del terapeuta no tiene por objeto que el cliente
realice tareas especificas, sino llevarlo a ciertas clases de comportamiento. A lo inverso oda
tarea significa que el terapeuta dio directivas con respecto a ellas. Clasificación de tareas.
1. preparatorias: para testear la motivación del paciente y aumentar su inversión de
la terapia de modo que cuando le pidan tareas para modificar el problema ya lleven suficiente
esfuerzo para retirarse sin intervenir lo que falto. Son necesarias para el fin buscado pero no
suficientes. Ejemplo describir detalladamente la historia del problema para algo en particular ya
que escribir es un esfuerzo. Se encadena varias tareas de dificultad creciente para invertir lo
suficiente como para que al decidir hacer lo que modifica el problema.

107
2. directas: cuando el cliente tiene el control voluntario cobre la conducta
relacionada al problema. El cumplimiento de esta tarea lleva directamente al logro del objetivo
buscado.
3. indirectas: el terapeuta solicita 1 tarea con la esperanza de que genere a su vez
el comportamiento necesario para resolver el problema. Ej.: Cuando el paciente consulta por
insomnio se le da la tarea de hacer otra cosa hasta que el sueño viene solo.
4. metafóricas: son las que llevan a un cambio de conducta en una área que tiene
una relación simbólica con el comportamiento que se desea modificar. Ej.: mujer frígida –
descongelar la heladera. Cuando el cliente trae como motivo de consulta algo que ataña a su
desempeño, siempre esta expresando un grado de involuntariedad (hay algo que quisiera hacer
o dejar de hacer y no puede) y por lo tanto aumenta la posibilidad de que convenga usar tareas
indirectas o metafóricas.
5. paradójicas: son diferentes a las directivas paradójicas. En las primera se busca
que ella sea cumplida para que el problema sea resuelto. En las segundas se busca que el
cielote no cumpla con lo que se le sugiere. Ej.: decirle a una pareja que se pelee dos veces por
semana.
La prescripción del síntoma involucra directivas paradójicas solo cuando se trata de
prescripciones totales. “Haga todo igual, no cambie nada. En este caso se acompaña con una
reformulación que lo avale.
Prescripciones parciales se dan donde hay directivas no paradójicas que enfatizan el
cumplimiento de algún aspecto del síntoma a expensas de otro. Ej.: “reproduzca su miedo
ahora”. Se cambia el contexto, pasa a ser el consultorio.
Este tipo de prescripción implica un pedido explicito de que se mantenga o exagere una
conducta identificada como problema positivo. Este mantenimiento o exageración puede
referirse a una o varios de los aspectos de dicho comportamiento: cognitivo ( registró de
pensamiento “ que tiene cuando tiene miedo”), emocional/ afectivo (deprimirse “tenga miedo”)
conativo ( actuar “que esta deprimido”), simbólico (dar el sentido que habitualmente le da, decir
otras veces crees que te miran como homosexual), contextual (ocurre en el escenario, con las
personas habituales “trate de tener un ataque de pánico solo cuando su hijo y marido estén en
casa”).

Problemas por los que consultan comúnmente:


1. Problemas que involucran a niños o adolescentes.
2. problemas para controlar el comportamiento de los hijos (problema de los padres)
3. problemas de inhibición o sufrimiento que frecuentemente preocupan por el
futuro.
4. depresión
5. problemas en los que el miedo lleva a que algo no se haga.
6. problemas en lo que el miedo lleva a algo que se tome o no se desea que ocurra.
7. problemas de indefinición sexual.
8. adicción.
9. violencia.
10. suicidio.
11. problemas vinculados al soma.
12. Problemas de pareja.

108
TERAPIA PARA RESOLVER PROBLEMAS
Jay Haley

El enfoque terapéutico tiene por objeto principal solucionar dentro del marco familiar los
problemas que se le presentan a un cliente. Se encara cada problema con técnicas adecuadas
para cada sistema específico. La tarea del terapeuta es formular con claridad el problema y
planear una intervención en la situación social del cliente para modificarlo (se centra en el
problema y no en síntomas, acentúa el problema social de los problemas humanos).

Definición del problema.


No lo hace computando síntomas como actos concretos ni como un estado mental o
trastorno del carácter. No se hace hincapié en el individuo. Se centra en la situación social más
que en la persona (si bien define el síntoma con la mayor precisión posible)
El problema es un tipo de conducta que integra una secuencia de actos realizados entre
varias personas. La terapia se centra en esa secuencia reiterada de comportamientos. El
síntoma es la cristalización de una secuencia que tiene lugar dentro de una organización
social.
Esta concepción social del problema tiene consecuencias para el terapeuta ya que ha de
considerarse como un miembro más de la unidad social dentro de la cual esta contenido el
problema.
El terapeuta se incluye dentro del problema ya que él contribuye a definirlo. El problema
también incluye a otros sistemas (psiquiatra, escuela, tribunal).
El modo en que clasifiquemos un dilema humano puede cristalizar un problema y volverse
crónico y volverlo crónico.
La obligación del terapeuta es definir la unidad social que él puede cambiar para resolver
así el problema del cliente.

CAPITULO 1: Cómo conducir la primer entrevista.


Un terapeuta debe saber como formular un problema y como resolverlo para que la terapia
sea exitosa. Se necesita flexibilidad y espontaneidad en el enfoque.
Para que una terapia termine adecuadamente debe empezar del mismo modo. Para esto
debe establecerse un concepto en torno a un problema soluble y descubriendo la situación
social que lo genera. El acto terapéutico empieza por la manera de examinar el problema. El
acto de intervención saca a la luz los problemas y la situación social que lo genera
(especialmente si es un niño).
Casos en los que no se aplica la entrevista inicial:
o Perturbaciones graves.
o Consulta para test
o Consultas obligatorias (mandados por un tribunal, o la escuela)
El terapeuta no debe dejar que el paciente decida la forma de la terapia a seguir, por
ejemplo, muchas veces los jóvenes no quieren involucrar a la familia, o un esposo no quiere
que venga su mujer.
Cuanto más personas participen en las entrevistas, más rápido y eficaz será la terapia.

Etapas de la primera entrevista.


Comienza con el contacto telefónico en el que ya se recoge información.
Al presentarse la familia la entrevista recorre las siguientes etapas:
1. Etapa social (incluye el saludo a la familia y la presentación de cada uno)

Al entrar al consultorio se sentaran donde y como deseen. El terapeuta se presenta y le


pregunta a cada uno su nombre. Averigua quien vive en el hogar (para ver si alguien falto).

109
Lo que sucede generalmente es que:
 Están a la defensiva con respecto al problema, ya que este pedido de ayuda
muestra su fracaso anterior.
 Están en desacuerdo entre ellos acerca del problema o de la consulta al
terapeuta.
 Algunos llegan a nosotros creyendo que será acusados del problema

Nuestro enfoque prefiere que el terapeuta trabaje solo, si necesita ayuda se puede consultar
con un supervisor detrás de la pantalla, no se hace co-terapia.
El terapeuta observara el estado de ánimo de la familia, dato que necesita para conseguir
que cooperen en el cambio. Se pueden sentir más animosos, irritados, a modo de castigo para
con el paciente identificado, desesperados, vienen por obligación.
El terapeuta observara las relaciones existentes entre padres e hijos, disciplina que imponen
los padres, colaboración de los hijos. Entre los adultos observara las diferencias en el trato para
con los niños o similitudes. Padres e hijos venden una imagen esto es una ilustración pero no
quiere decir que sean así realmente.
El terapeuta también observara como cada uno se conduce con él.
Vera si el niño es temeroso (si le han dicho que esta visita es un castigo), o si es curioso,
amable. Vera también que miembro intenta ponerlo de su parte. Si alguno de los padres se
adhiere enseguida a el o si se muestra frío distante.
Al sentarse los miembros revelan la organización de la familia.
El terapeuta no de be comunicar sus observaciones, las debe tomar como hipótesis a
verificar en siguientes sesiones y no como ideas firmes por las equivocaciones que pueden
darse.

2. Etapa de planteamiento del problema ( se pregunta sobre el problema)


El terapeuta pregunta porque han venido o cual es el problema que los queja. La pregunta
tiene dos aspectos:
En que modo lo hace.
A quien va dirigida.

Modo de formular la pregunta.


El terapeuta explica que pidió que vengan todos para saber la opinión de cada uno con
respecto al problema que dijeron tener por teléfono. El terapeuta siempre debe hablar en un
nivel que todos entiendan.
Luego se le pregunta directamente cobre el problema. Por ejemplo:
¿Cuál es su problema? (define que se hablara del problema)
¿En que puedo serles útil? (obliga a pensar el problema en término de qué es lo que puede
hacer el terapeuta con él)
¿Qué cambios desean lograr? (se define el problema en función del cambio que se espera)
¿Por qué motivo han venido a verme? (da la posibilidad de centrarse en el problema o en el
cambio que desean)
Cuanto más general y ambigua sea la pregunta tanto mas campo se dará a los miembros de
la familia para exponer sus puntos de vista.

¿A que miembro de la familia debe dirigirse la pregunta?


Se la puede dirigir al grupo en general o a una persona en particular. En el caso ultimo, el
terapeuta elige según sus inclinaciones personales.
El terapeuta tiene que tener en cuenta que:
- Siempre hay algunos mas preocupados por el problema.
- Alguno puede venir a regañadientes.
- Debe respetar la jerarquía interna de la familia. (aquí juegan sus ideas, preguntara a
quien vea el terapeuta como autoridad)

110
Tiene que ver quien tiene el poder dentro de la familia. El terapeuta no puede eludir la
jerarquía (no puede intentar tratar todos por igual y la personas a ser interrogadas al azar).
Recomendamos dirigirse en primer termino al adulto que parezca estar mas desligado del
problema, tratando con la mayor atención y respeto a la persona capaz de traer a consulta a la
familia. En el caso que el problema lo tenga un niño, puede ser el mas preocupado tanto el
padre como la madre según sea la cercanía que tengan con él.
Todo terapeuta competente debe tomar conciencia de las coaliciones explicitas o implícitas
fundada en el sexo. Por ejemplo, si el terapeuta es mujer y discute con la madre el padre se
siente excluido y por tanto debe ser integrado.
Al niño es mejor hablarle mas adelante. El terapeuta debe calmas los temores del niño de
estar loco o a que lo encierren, explicando porque esta él allí.
Se le puede preguntar al niño, involucrarlo ya que nos puede proporcionar información
interesante.
La pregunta codirigida a nadie saca a relucir al vocero de la familia.
No hacer la pregunta sobre el problema, dejar que la charla derive en el debate familiar no
es bueno. Se necesita enfocar claramente un problema para poder cambiar las relaciones
familiares y estas no se modifican hablando, si demandando una nueva conducta.
¿Cómo escuchar la exposición del problema?
• El terapeuta no debe hacer ninguna interpretación para ver el problema de otra
forma y debe aceptar lo que le dicen, aunque debe preguntar si la respuesta es confusa.
• Puede repetir lo que dijeron para comprobar si ha comprendido.
• No dará consejo aunque se lo pidan, dirá que necesita más información con
respecto a algo.
• Debe mantener una actitud de interés sin distraerse de lo que llevo a la familia a
la consulta.
• Debe hacer que todos hablen.
• No es recomendable el diálogo entre dos personas en esta etapa.
• Debe adaptarse al ritmo de la familia.
• Debe manejar la situación evitando el monopolio de la conversación, persuadir
al niño que hable, tener juegos para el niño pequeño.

Observación del terapeuta.


Mientras inquiere sobre el problema y estimula a hablar, debe observar como actúa y que
dice cada uno, sin comunicar sus observaciones.
Vera si la persona que habla esta enojada, si se refiere al niño como si fuese un objeto, si le
preocupa lo que piensan los demás sobre lo que dice, si la persona expone el tema como si ya
lo hubiese hecho o si es la primera vez, a quien culpa del problema. Mientras uno habla vera las
reacciones d de los demás (aburridos, en desacuerdo), vera si los padres están en desacuerdo,
cual es la actitud del niño problema (aburrido, perturbado, indisciplinado)
Vera globalmente si la familia al escuchar se irrita o intenta calmar o es indiferente.
El terapeuta debe tener en cuenta los mensajes indirectos que le transmiten de eso que no
se habla directamente.
El terapeuta nuca debe relacionar los problemas del niño con el matrimonio y decírselos.
Primero hay que dejar que expresen el problema metafóricamente, luego, de forma mas
concreta para determinar las metas a alcanzar. Al final de la entrevista pedir que le definan los
cambios deseados, que metas quieren alcanzar.

Contenido del problema presentado.


El problema puede ser:
• Un individuo (un hijo)
• Dos o más personas (mi hijo y yo, mi marido y yo)

111
El terapeuta aceptara la formulación de la familia, pero el terapeuta pensara el problema
abarcando más de una persona. Por ejemplo el problema es un niño que se porta mal, no
obedece, tiene problemas en la escuela. El terapeuta debe preguntar que la pasa en la
situación total que hace que el niño se comporte de esa manera.

3. Etapa de la interacción (se pide a los miembros que conversen entre ellos).

Hay que hacer que los miembros dialoguen entre sí sobre el problema, que expongan sus
discrepancias.
El terapeuta pasa a segundo plano, si se dirigen a el deberá reintegrarlos a la conversación
familiar. Tal vez convenga acercarlos físicamente para esta charla.
Siempre hay que completar primero la primera etapa de recabar la opinión de cada uno para
después dialogar entre ellos. No hay que dejar en esa primera etapa que dos miembros
comiencen una discusión.
En esta etapa de interacción cuando dos se quedan atrapados en una discusión el
terapeuta debe hacer terciar a otro, por ejemplo pidiéndole que les ayude a ponerse de
acuerdo.
El terapeuta debe preferir la acción a las palabras como fuente de información. No debe
limitarse a presenciar una conversación sobre el problema, en esta etapa hay que `procurar
traer la acción problema al seno de la reunión. Por ejemplo, el niño muestra su síntoma y la
familia muestra como reacciona ante él.
En cuanto a la organización de la familia el terapeuta observara las secuencias y pautas de
conducta al ver como se conducen entre sí (si la madre se alía con su hijo contra su marido, o
la abuela se alía con su nieto en contra de su madre, o si el hijo ocupa un lugar parental)

4. Etapas de fijación de la meta (se pide a la familia que especifique los cambios que
desean lograr).

Se obtiene de la familia una formulación clara de los cambios que quieren alcanzar
mediante la terapia. Es el punto de partida para fijarlas metas de la terapia.
Aquí el terapeuta establece una cuestión: cuanto más clara, más exitosa mayor cooperación
se lograra.
El problema debe ser formulado de forma concreta, operacionalizable para que sea
resoluble. Los diagnósticos tradicionales no sirven, como por ejemplo la angustia, el problema
será en que se manifiesta esa angustia.
Los síntomas o quejas deben ser observables, medibles, computables, que permita
observar algún modo de influencia que ejercemos en ellos.

Preguntas para obtener información del problema.


El problema:
¿Es intermitente o constante?
¿Cuándo se manifiesta, en que momento?
¿Aparece inesperadamente o es previsible?
Se pregunta si hubo un tratamiento anterior

5. Conclusión de la entrevista.

Se fija el día y la hora de la nueva sesión a la que asistirá toda la familia o parte de ella. Es
posible que se dé una tarea.

6. Evaluación del terapeuta.

112
Se observa el video y se juzga si el terapeuta ha conducido bien la entrevista.
El terapeuta debe ser capaz de enfrentar una sesión sin nerviosismo, debe sentirse cómodo
con la familia, deberá poder entrevistar a familias de diferentes clases sociales, realizar la
entrevista en el consultorio o en el hogar y ser competente ante una familia numerosa, ante una
madre y su hijo o ante una persona sola.
El supervisor se plantea algunas preguntas al observar la primer entrevista:
♦ el terapeuta, ¿establece claramente el encuadre?
♦ ¿Es flexible? ¿Enfrenta cuando tiene que hacerlo?
♦ ¿Sabe cuando fomentar la discusión y cuando apaciguarla?
♦ ¿Evita ofrecer soluciones antes de que se aclare el problema?
♦ ¿Trata que todos participen?
♦ ¿Genera esperanza y voluntad de hacer un esfuerzo?

113
TERAPIA DE FAMILIA, LA 1° ENTREVISTA.

Stierlin, Wetzel

CÁP. 1: ¿Por qué tiene sentido hablar con toda la familia?

Todos somos dependientes


La familia evidencia ser el sistema central para el hombre: las principales
identificaciones, los más importantes valores y objetivos del hombre, su adaptación social
remiten a lo que le sucedió y sucede en ella. Hegel: “el obrar de uno es el obrar de otro”.

La terapia familiar como nuevo paradigma


Es un sistema de referencia que revela y reordena datos de manera significante, crea
nuevos significados y abre nuevas perspectivas esenciales. Es impulso cuanto expresión de
revoluciones científicas, y exige una perspectiva de sistema

Modelos causales circulares vs. Lineales


El individuo se encuentra de tal manera influido por el sistema, que el concepto de la
individualidad personal se hace problemático. Los integrantes de la familia se presentan como
elementos de un círculo de interacción, en el que la conducta de un miembro influye en los
demás y es influida a su vez por éstos.
Esta visión se debe a la moderna cibernética y a la teoría de la comunicación, y se la
describe como modelo circular. Con esta muchas categorías, secuencias de conducta y
patrones de causa efecto demuestran ser la consecuencia y la expresión de delimitaciones
arbitrarias, violencias gramaticales y convenciones lingüísticas de una epistemología de cuño
familiar, cultural y de la época.

El nuevo paradigma revoluciona la práctica psicoterapéutica


Haley: “la terapia familiar nos muestra la causa y el tratamiento de problemas
psiquiátricos con una nueva óptica. Los terapeutas parten de un supuesto básico común: si ha
de cambiar el individuo, deberá modificarse el medio en que se mueve. La unidad de
tratamiento es la red de relaciones en que éste se halla envuelto”.

La facticidad de las relaciones familiares.


Al igual que el paradigma psicoanalítico este paradigma nuevo acentúa la significación
de conflictos profundos y objetivos terapéuticos como la individuación, modificación estructural,
maduración psíquica, capacidad para trabajar y amar, asunción de la responsabilidad por
motivos y rasgos del carácter hasta entonces rechazados y desviados. También hay grandes
diferencias entre estos paradigmas como la importancia a factores relacionales reales que
modelan el presente comparados con factores intrapsíquicos. La terapia familiar habla de
facticidad de las relaciones familiares.

Experimentar y superar los conflictos en su lugar de origen


La terapia familiar acentúa la labor de reestructuración de las relaciones existentes.
Puede utilizarse de diversas maneras. Su finalidad es experimentar y superar conflictos en su
lugar de origen; esto exige una disposición para la reconciliación intrafamiliar. La regla
fundamental formulada por Boszormenyi-Nagy es: “intenten hablar entre ustedes, en la medida
de los posible, de cosas de las que hasta ahora no han podido hablar”. Ej.: secretos familiares,
expectativas no satisfechas, justicia escatimada. Un terapeuta tiene que guiarse por 2
propósitos: debe activar recursos existentes en la familia y hacer justicia a cada integrante de la
familia, ser omnipartidista.

114
Movilización de los recursos familiares.
Se trata de recursos de disposición para la acción y el sacrificio, voluntad para la
confrontación, capacidad para el duelo, para soportar la realidad y para el justo saldar cuentas.
Para movilizarlos hace falta una gran fantasía e intervenciones terapéuticas preparatorias o
simultáneas.

Las terapias individuales encuentran su lugar en el paradigma terapéutico familiar.


Estas intervenciones pueden comenzar con toda la familia o con uno de los
subsistemas. Muchas veces es adecuado trabajar por fases con uno solo con varios de estos.
También el individuo constituye un elemento o bien un subsistema. Un tratamiento puede
comenzar con uno solo de los integrantes.
Muchos enfoques de tratamiento de orientación individual o grupal hallan su lugar en
este paradigma pues intentan ayudar en conflictos que en última instancia tienen su origen en
relaciones familiares patógenas.
Tesis central: la terapia familiar no puede comprenderse meramente como una forma de
terapia que aumenta nuestro instrumental terapéutico, es algo distinto y algo mas: Un
paradigma, una concepción terapéutica fundamental.

La conversación en común sigue siendo el centro de la terapia familiar.


Pues nuestro objetivo sigue siendo la confrontación, elaboración del duelo, reunificación
y reconciliación de los integrantes a nivel intrafamiliar, estos se desarrollan o se inician en la
conversación familiar. La 1º conversación familiar: es como el fundamento de la terapia familiar.

¿Cuándo resulta particularmente urgente la conversación familiar en común?


Situaciones ante las que parece importante una labor activa con la familia en su
conjunto:
• Cuando existen vínculos fuertes y condiciones de explotación familiar. Dado que la
mayoría de los niños y adolescentes está más atados.
• Cuando a causa de fuertes vínculos invisibles de lealtad, el trato confidencial con un
terapeuta, amigo o pareja se experimenta como traición de la lealtad de la familia que se siente
como una grave culpa de evasión.
• Cuando existe peligro de que una terapia individual separe una relación, pareja o familia,
en especial padres e hijos. Suele desencadenar fuertes sentimientos de culpabilidad.
• Cuando se impone la aplicación de recursos terapéuticos al nivel de su mayor eficacia
posible. Como en la anorexia nerviosa, púber, perturbaciones esquizofrénicas.
• Cuando se trata de contrarrestar un aislamiento profundo y una expulsión como
encontramos en muchas personas enfermas, ancianas y moribundas.

115
CÁP 2: La concepción de interferencia entre individuación, interacción, delegación,
legado y mérito.

La teoría determina la observación


Este postulado se puede aplicar a las conversaciones familiares. En éstas ocurren tantas
cosas, se pueden observar tantos datos, se ofrecen tantas intervenciones posibles, que
necesitamos una compleja teoría para hallar nuestro camino a través de esta complejidad.

Las fuentes del modelo


Cibernética: Bateson llamo a la aparición de ésta el acontecimiento más importante del siglo
XX. Los conocimientos y modelos de la cibernética moderna fueron utilizados para desarrollar
conceptos dinámicos sobre la familia por autores pertenecientes al “Grupo Palo Alto”.
Dialéctica: Los conceptos cibernéticos corrientes parecen demasiado restringidos para poder
captar esta dinámica. Es preciso proceder dialécticamente, método en parte inherente al
pensamiento de Hegel. Esta dialéctica nos desliga a un constante reajuste del enfoque de
nuestro telescopio cognoscitivo, cuestiona definiciones de conceptos y distinciones establecidas
de modo que se fluidifica el concepto. Los conceptos que se fluidifican en la terapia familiar son
en particular las cualidades, roles o posiciones de poder de los miembros.

Reciprocidad positiva vs. negativa


Esta dialéctica nos revela un movimiento en las relaciones, que puede adoptar la forma
de una reciprocidad positiva o negativa. La positiva tiene un carácter dialogo-expansivo: los
interlocutores se reafirman y reconocen mutuamente en planos cada vez más complejos y
existencialmente más importantes. Esto permite una verdadera confrontación. En la negativa, el
movimiento dialógico esta perturbado y restringido; los interlocutores se devalúan uno a otro, y
la verdadera confrontación falta o se reduce.

La relación del individuo con el sistema de interferencias


Este dialéctica nos permite ver la jerarquía y la interacción de diversos sistemas. El
individuo se presenta con sus propiedades, impulsos, actos y expectativas a la vez como un
sistema de valor propio y como elemento de otros sistemas
Nos encontramos ante estados de equilibrio de continua alteración entre los distintos
sistemas y sus elementos. La relación del individuo con el sistema interferencial puede
determinarse recurriendo al concepto hegeliano. El individuo es “conservado” y “superado”, se
lo reconoce y aprecia en su peculiaridad y significación, y a la vez se lo ve como parte del
sistema también se “conserva” y “supera” el individuo como tal.

Estructuras verticales vs. Horizontales


Sist. de relaciones verticales que abarcan a varias generaciones, y horizontales, que
incluyen a miembros de la misma generación. Intentamos abarcar tanto las relaciones internas
de estos sistemas relacionales cuanto las que existen entre los mismos. Los sistemas verticales
son tan importantes como los horizontales.

Lo históricamente constituido vs. la apertura de un nuevo comienzo


La distinción entre estructuras verticales y horizontales nos revela una relación de
tensión entre los históricamente constituido y la actualidad abierta al futuro: nuestros impulsos,
motivaciones y actitudes más profundas se demuestran como la consecuencia y la expresión de
un acontecer familiar que trasciende las generaciones.

116
Las estructuras dinámicas relevantes están frecuentemente encubiertas
Los miembros de la familia no son, o solo en parte, concientes de ello. Esta acentuación
de estructuras y procesos total o parcialmente inconscientes la comparte la terapia familiar con
el psicoanálisis.

Se abre una dimensión ética


Que es ajena al pensamiento orientado puramente en las ciencias naturales y que no se
tiene en cuenta en la mayoría de los modelos psicológicos conocidos. Conceptos como
explotación, honradez, mérito, obligación. Rendición de cuentas, disposición para el sacrificio,
justicia, lealtad, confianza y corrupción indican contribuciones a los sistemas o fuerzas que
determinan la dinámica de relación y motivación familiar. A lo largo de generaciones: sus
miembros resultan ser transmisores de las estructuras y procesos que entran en acción de
modo vertical. Estas fuerzas determinan la actuación presente y futura.
Esta dimensión ética nos obliga a tomar el serio y a influir en fuerzas.

Los 5 aspectos principales


Se pueden comparar con 5 enfoques fundamentales de un telescopio que captan en
cada caso aspectos distintivos de realidad interhumana. Se asemejan a conocidas perspectivas
psicoanalíticas.
Captamos las posiciones o contribuciones individuales cuanto las fuerzas
supraindividuales en los sistemas cada aspecto permite reconocer fuerzas destructivas y
curativas y revela posibilidades de intervención terapéutica:
1- La individuación relacional;
2- Los modos de interacción, de ligazón y expulsión;
3- La delegación;
4- La perspectiva plurigeneracional de mérito y legado;
5- El estatus de la reciprocidad.

INDIVIDUACIÓN RELACIONAL
El principio general
El concepto de individuación se refiere a la formación de peculiaridades individuales y
delimitaciones psíquicas. Los seres vivientes aspiran a grados y manifestaciones de
individuación más elevados. Existe el peligro de la sobreindividuación y subindividuación.
En la sobreindividuación la frontera con los demás es demasiado rígida y densa.
En la subindividuación ha fracasado la delimitación segura; los límites son demasiados
blandos, permeables, quebradizos.
Todo progreso en la individuación requiere nuevos esfuerzos de comunicación y
reconciliación. Las fronteras habitualmente sólidas y protectoras tienen que abrirse y el
aislamiento debe conciliarse con la comunidad, la individualidad con la solidaridad, la
autonomía con la interdependencia, exige estructuras de relación y procesos cada vez más
complejos. Por eso hablamos de “individuación relacional”, expresa un principio general, según
el cual un nivel mas alto de individuación exige y posibilita un nivel correspondiente mas alto de
interrelación.

La individuación relacional significa capacidad para la autodiferenciación y


autodelimitación
Incluye la diferenciación del mundo interno en esferas conscientes e inconscientes, en
sentimientos, necesidades y expectativas claramente articulados, en percepciones internas y
externas, etc., y la delimitación respecto del mundo exterior, sobre todo de las ideas,
necesidades, expectativas y aspiraciones de los demás. La individuación relacional permite
experimentarnos por separado y a la vez relacionados en los más diversos contextos
interhumanos. Por eso es importante toda vez que una relación humana esta caracterizada por
la proximidad emocional y la empatía, cuando estas son sus presupuestos.

117
Los pacientes esquizofrénicos demuestran perturbaciones ejemplares de la
individuación relacional
Los pacientes esquizofrénicos demuestran en situaciones de cargantes problemas
interhumanas a menudo una autodiferenciación y autodelimitación deficientes o perturbadas.
Tienen percepciones que provienen de su propio mundo interno como si llegaran desde fuera o
no logran delimitar su propio mundo de sentimientos e ideas respecto de otras personas. En la
practica clínica nos encontramos con 3 tipos de individuación fracasadas o carentes
- La fusión simbiótica, donde las vivencias propias, el sentimiento de propia mismidad,
el propio rol sexual o profesional se confunden con las vivencias, los sentimientos, y el rol de
otra persona;
- El aislamiento autista rígido, tiene una tonalidad de desconfianza paranoica;
- La situación ambivalente pendular entre ambos extremos.

Las perturbaciones de la individuación relacional como característico del sistema.


El aspecto de la individuación aclara particularidades y modos de comportamiento del
individuo como de su sistema de referencia. Si nuestra perspectiva abarca todo su sistema
referencial, la perturbación de la individuación aparece como rasgo característico del sistema y
hay que conceptuarla de acuerdo con éste.

Indicios de individuación relacional insuficiente en familias.


Cuando hay una insuficiencia de individuación relacional, los miembros de la familia no
son capaces de delimitar sus propios deseos, expectativas, sentimientos, ideas y motivaciones
de los de otros, y menos en situaciones en las que se exige proximidad emocional y empatía.
La consecuencia son posturas de sentimientos que no pueden articularse y los conflictos no
pueden definirse ni resolverse.

Aislamiento vs. fusión


En la bibliografía sobre la familia encontramos diversas denominaciones para
caracterizar a las familias con una individuación relacional insuficiente. Boszormenyi – Nagy
habla de fusión intersubjetiva. Destaca ésta fusión de los respectivos sentimientos,
valoraciones, expectativas, posiciones, como forma central de la individuación relacional
perturbada.
El otro extremo (retiro a posiciones de aislamiento obstinadamente defendidas) puede
observarse casi con la misma frecuencia. Se manifiesta a menudo como una desesperanzada
defensa, pues todo consentimiento y todo comienzo de un contacto parece implicar la amenaza
de una fusión. En algunas familias alterna la fusión y la retirada a posiciones rígidamente
delimitadas. Evidencia que se trata de 2 caras de la misma moneda, y perturbaciones graves de
la individuación relacional.

Captación de tendencias de individuación


Aun en familias en las que hay perturbaciones graves de la individuación relacional,
pueden observarse disposiciones para elevar el nivel de individuación.
En función de ésta, los terapeutas familiares acentuaban desde siempre la necesidad de
que cada miembro hablara por si mismo y de que se fomentara en general una comunicación
clarificadora y generadora de responsabilidad personal. Pues este tipo de perturbaciones
suelen reflejar dimensiones profundas, que no pueden superarse. Las perturbaciones en la
comunicación tienen la función de tapar, negar y dejar en suspenso conflictos graves y
duraderos. Para poder captar y atacar estas constelaciones hace falta un nuevo enfoque. Se da
si dirigimos la mirada hacia los modos de interacción de ligazón y expulsión.

118
LOS MODOS DE INTERACCIÓN, LIGAZÓN Y EXPULSIÓN
Modos de interacción: estructuras de relación, escenarios de relación, que ejercen una
acción prolongada. Stierlin, introdujo 2 de esos modos: ligazón y expulsión. La delegación, a la
que antes definía como otro modo de relación, constituye ahora una tercera perspectiva
principal.
Estos conceptos reflejan el predominio de fuerzas centrípetas o centrífugas, en la
dinámica de separación intergeneracional. Si prevalece el modo de ligazón, el niño queda preso
mas prolongada y fuertemente en el gheto familiar. Si domina el expulsivo, se acelera la
separación de los padres; cuya consecuencia es una autonomía prematura. Ligazón y expulsión
contienen un factor dialéctico que apunta a la compensación de fuerzas ligantes y de expulsión:
un niño ligado intenta escapar pero sigue prisionero de las estructuras ligantes profundamente
arraigadas. Correspondientemente, la expulsión genera un anhelo de ligazón. Pero suele
fracasar frente al poder de las estructuras profundas que condicionan y mantienen la expulsión

Los tres planos principales de la ligazón


- En un plano afectivo, en el que se manipulan y explotan necesidades infantiles de
dependencia; ligazón del ello;
- En un plano cognoscitivo, si una parte de los padres es la ligante e impone al niño su
propio yo distorsionante; ligazón del yo;
- En un tercer plano, en el que se nutren a la vez que se explotan, necesidades
infantiles de lealtad; ligazón del súper yo.
La ligazón en el plano del ello coincide a menudo con una fuerte dosis de mimos
regresivos. Lleva con facilidad a una disposición de pasiva dependencia.
La ligazón en el plano del yo significa mistificación.
En una ligazón en el plano del súper yo, el niño queda prisionero en una lealtad intensa,
aunque invisible, y desarrolla un fuerte sentimiento de deber.

Otros aspectos de la ligazón


Significa siempre para el ligado también una privación. Quedan subdesarrolladas las
capacidades de imponerse y de conformar sus vidas de modo autónomo.

Características del modo de la expulsión


La vivencia central del niño expulsado es la experiencia de que no hay una catexis
emocional puesta en él en tanto ser humano y persona de relación, de que no se le hace caso,
de ser una “mercancía humana excedente”. Es típico que tengan una inmensa necesidad de
recuperación de calor y protección. Muchos buscan parejas y familiares sustitutos. Pero como
no han aprendido a vivir la intimidad abiertos a la confianza ni a convertirla en algo constructivo,
retroceden asustamos o provocan de nuevo su expulsión. Les falta ese mínimo de individuación
relacional. Una parte de los individuos expulsados tiende a dejarse llevar a la deriva. Otro
grupo, busca una reafirmación de manera sobrecompensadora, narcisista, para así obtener una
sensación de la propia importancia. Intentan convertir su compulsión a la autonomía prematura
en una ventaja.

LA DELEGACIÓN
Introduce fuerzas centrífugas y centrípetas. El elemento nuclear es el vínculo de lealtad
que une al delegante con el delegado. Este se forma ya en la intimidad de la temprana relación
padres-hijos sobre todo en niño-madre.
La delegación no necesariamente es patológica en todos los casos. Es a menudo la
expresión de un proceso relacional necesario y legítimo: al dejarnos delegar, nuestra vida
adquiere dirección y sentido, cimentándose en una cadena de deberes que trasciende las
generaciones. Tenemos la posibilidad de demostrar nuestra lealtad e integridad y de cumplir
encargos que tienen un significado inmediato personal y sobrepersonal.

119
Descarríos del proceso de delegación
Puede descarriar de 3 maneras distintas:
La naturaleza de los encargos puede conducir a un descarrío si no pueden armonizarse
con los talentos, reservas y necesidades propias de la edad del delegado y lo sobreexige. Se
impone por la fuerza un desarrollo psicosocial desigual o “torcido”, que significa una explotación
psicológica.
Puede haber conflictos de encargo; surgen cuando los encargos dados por uno o varios
delegantes no pueden conciliarse unos con otros y arrastran al delegado hacia distintas
dirección.
Pueden surgir conflictos de lealtad; el delegado esta expuesto a fuertes sentimientos de
culpabilidad, si traiciona a un padre delegante a favor del otro.
Estos desvíos nos permiten ver conflictos intrapsíquicos e interhumanos que se ha
formado y endurecido a lo largo de mucho tiempo.

Delegados ligados vs. Expulsados


Los ligados tienen que llevar a cabo encargos que los mantienen continuamente
apresados en el campo de tensiones emocionales y el horizonte de la familia.
Los expulsados también se ven expuestos a una sobreexigencias no menos graves,
aunque de otra naturaleza. Las persona que han experimentado a muy temprana edad una
frialdad o un distanciamiento creen que podrán obtener un mínimo reconocimiento solo si
ejecutan sus encargos de un modo perfeccionista y con una dedicación desesperada.

Primeras implicaciones terapéuticas del modelo de la delegación


A la luz de este modelo se dibuja a menudo ya en la 1º conversación familiar, una
determinada estrategia terapéutica; se refiere al papel del paciente index.
Este se presenta frecuentemente como delegado explotado. Por una parte intenta
ejecutar fielmente sus misiones que los superan y son inconciliables; por otra se revela e intenta
vengarse.
Como delegado de sus padres asume 1º un papel de víctima: les procura una
satisfacción vital. A la vez les quita las cargas de angustia, vergüenza y culpabilidad, puesto que
él es el enfermo, fracasado, y no ellos. Suele ser el único miembro que logra representar en su
persona problemas y conflictos que los demás deben ocultar; por eso funciona como iniciador y
catalizador de una terapia.
Pero son sus meritos den pro de familia. Y su misión de víctima los que le dan la
posibilidad de atemorizar a los padres y a otros miembros, y de cargarlos de culpabilidad y
vergüenza. Pues es una demostración del fracaso y la maldad de los padres.
Al terapeuta se le exige comprensión para con los padres; tiene que partir del hecho de
que en el fondo todos quieren ser padres buenos y amantes. Pero los padres siempre son
también los hijos de sus propios padres y llevan una pesada carga de decepciones, de amor y
justicia escatimados, de fracasos, traumas y perdidas de los que no tienen la culpa, y que
trasmiten “nolens volens” a sus hijos. Se requiere el siguiente punto de vista.

PERSPECTIVA PLURIGENERACIONAL DE LEGADO Y MÉRITO


Legado
Perspectiva elaborada por Boszormenyi – Nagy, puede entenderse como una ampliación
transgeneracional del principio de delegación. A la luz de esta perspectiva, muchas de las
sobreexigencias delegadas y de los conflictos de encargos demuestran estar determinados de
manera transgeneracional.
Tales legados se ven cargados de un conflicto de lealtades y una tarea de reconciliación,
en los que pueden participar varias generaciones y hasta clanes familiares enteros. Este autor
habla de un legado de lealtad dividida como se manifiesta en Romeo y Julieta. Las
perturbaciones esquizofrénicas son a menudo tanto la expresión cuanto la consecuencia de una

120
legado de lealtad dividido. Otros legados pueden apuntar a extinguir la vergüenza de la familia
original, desquitar su baja extracción o vengar una injusticia cometida contra la familia.

Merito
La perspectiva plurigeneralcional esta caracterizada por el concepto de legado y el de
mérito. La dinámica de relaciones familiares esenciales esta determinada por un “libro mayor de
meritos”. Le atribuye al merito una fuerza motivadora parecida a la que se le atribuye a la
pulsión o a la necesidad. El cumplimiento o incumplimiento de legados repercute en el “estado
de cuentas de meritos” de cada miembro, ello determina la sensación de ser tratado de modo
justo o no.
Está vinculada la idea de una compulsión, que actúa a lo largo de varias generaciones,
de rendir cuentas sobre meritos o de exigírselas a otros miembros. Si no se rinden cuentas,
existe un peligro de una constante explotación de los diversos integrantes y el de la corrupción
de todo el sistema. Se estanca el diálogo enriquecedor; una reciprocidad negativa se implanta y
prevalecen el estancamiento y distanciamiento.
Las perspectivas descritas pueden transformarse intrapsiquicamente, quebrarse,
falsearse y condensarse en mitos familiares distorcionantes.
El objetivo terapéutico es determinar los respectivos legados y “deberes y haberes” de
meritos, impulsar la negociación correspondiente y posibilitar ajustes, rendiciones de cuentas y
finalmente la reconciliación. Esta meta debería influir desde el comienzo.

EL ESTATUS DE LA RECIPROCIDAD
Los 4 puntos de vista anteriores confluyen en este, y se abre una nueva configuración y
con ello una nueva perspectiva. Esta capta sobre todo el aquí y ahora, es estado presente del
sistema, la actual constelación relacional.
Tiene a Bateson como fundador en 1949. todas las relaciones se ven arrastradas por al
lucha de poder. Es la “escalación simétrica”.

El enganche maligno como forma extrema de reciprocidad negativa


La forma extrema de esta reciprocidad degenerada en lucha puede llamarse enganche
maligno. El sistema se vuelve completamente rígido: pese a una posible movilidad dramática
exterior, en la relación no se mueve nada; las partes se encuentran como en el clinch en un
combate de boxeo.
Pueden presentarse alianzas ya encalladas, ya cambiantes.

El clinch en la lucha interrelacional


En este clinch los adversarios mutuamente enganchados están animados por un furor
bélico, y a menudo también se agraden sin adelantar el resultado de la lucha. Ninguno puede
deshacer el enganche ni hacer avanzar el combate. Las distintas estrategias y tácticas en que
se reflejaban las ideas, metas, experiencias e historia individuales de los combatientes están
como borradas.
El carácter del clinch suele ser difícil de reconocer. Vuelven a representarse de manera
monótona los elementos de la lucha escaladora y encallada por el poder, pero las armas
empleadas se encargan de que sea variada. Sobre todo las familias con miembros
esquizofrénicos muestran ejemplarmente un clinch interrelacional.

Consideraciones terapéuticas ante un enganche maligno


De manera activa un terapeuta familiar o de pareja tiene que poner en juego el peso de
su personalidad o autoridad, para romper ese hacimiento y recrear el espacio en que pueda
desplegarse el espectro de los diferentes valores y motivaciones de los adversarios.
La situación terapéutica es más compleja, y correlativamente más complejo es el
repertorio de posibilidades de intervención del que dispone.

121
El peso y la autoridad del terapeuta tiene su expresión en lo que Stierlin definió como “ la
realidad de la personalidad mas fuerte”. Interviene toda vez que en una relación se forjen
fuertes dependencias y concomitantes esperanzas y expectativas. Es casi automático que el
terapeuta ocupe la posición de un salvador potencial.
También se convierte en juez potencial; tiene el poder de amedrentar y de hacer aun
más inseguros a los pacientes. De allí se comprende el significado de lo que Selvini ha llamado
la connotación positiva: capacidad, arte del terapeuta de abstenerse, en la fase inicial de una
relación, de toda tendencia al reproche, atemorización y creación de sentimientos de culpa, y de
aprobar todo lo que los pacientes hagan. Ambos crean una situación de partida optima para
interrumpir el clinch maligno y la lucha por el poder.
Un enganche maligno no solo puede desasirse mediante prescripciones paradójicas.
Cuanto mayor sea la experiencia, flexibilidad, y frecuencia de intervención del terapeuta, tanto
mayor serán sus posibilidades.
Se puede confrontar con grabaciones magnetofónicas o de video de las sesiones en las
que se refleje el enganche. Todas estas estrategias de desenganche tienen en común la
participación activa del terapeuta y la rápida construcción de una relación positiva y limpia con
todos los participantes.
Una vez roto el enganche, casi siempre comienza a establecerse por sí sola una
reciprocidad positiva: en todos los participantes las fuerzas que pujan al crecimiento, la
modificación, el desarrollo o a la morfogénesis obtienen una nueva oportunidad. Muchas veces
por si sola no basta. Antes debemos incidir intensamente en las estructuras relacionales que
nos abren las primera 4 perspectivas. La parte principal del trabajo terapéutico comienza
después del enganche.

122
CÁP. 3: La terapia familiar como proceso empático, comprensión, interpretación y
estructuras en la primera conversación.

Empatía en la terapia familiar


Las capacidades y actitudes que se le exigen al terapeuta pueden expresarse a través
del concepto empatía. De trata de la sutilizada capacidad humana fundamental de penetrar y
participar en “los procesos ajenos”, y de percibirlos. Sensibilidad, comprensión integral e
intuición son términos similares. Empatía significa un trabajo de integración. Condensa las
impresiones del analizante en una configuración significativa valida al menos para este instante
y esta conversación. Con cada persona que se agrega a la relación aumentan a saltos el
número y la complejidad de las informaciones que llegan hasta el terapeuta. su percepción
empática integradora debe dirigirse a procesos interiores, a la relación de éstos con él y a los
fenómenos que tiene lugar entre miembros de la familia y con ello a las fuerzas del sistema
reveladas, como a la relación de toda la familia con él.

Captación de las fuerzas del sistema


El logro de esta integración depende en primer termino de la capacidad del entrevistador
de adquirir una visión del conjunto.
La dinámica relacional no respetada suele ocasionar ya en la primera conversación un
círculo negativo.
En esta perspectiva del sistema no debe perderse de vista lo individual. Hay que dirigirse
al individuo y respetarlo como tal, hay que poder verlo como sistema monádico.

Firmeza cognoscitiva
El entrevistados no solo debe registrar y ordenar informaciones en una visión de
conjunto, debe también estructurar la conversación; en cuanto ha obtenido informaciones
relevantes, cambia el foco e invita a la familia a compartir el nuevo enfoque. A los estilos de
comunicación distorsionantes les contrapone su lenguaje univoco y su conducción ordenada de
la conversación. Así representara la realidad y actuar de modo desmistificador.

Ver lo que ocurre


El terapeuta tiene que poder abordas inmediatamente lo que ocurre e incluir en seguida
en la conversación; debería poder dejarse sorprender por sentimientos o visiones inesperados y
luego reaccionar con humana naturalidad.

El entrevistados como director de escena y observador participante


La primera conversación familiar puede compararse con una obra teatral en al que el
terapeuta debe asumir dos funciones: ser simultáneamente director y observador participante.
Como directos conduce el proceso dinámico. Se introduce al mismo tiempo como observador
participante en la dinámica familiar, escucha comprometiéndose y registra las tendencias, las
fuerzas y los sentimientos a menudo contradictorios de la familia. Los datos que obtiene el
director de escena logra incluirlos de inmediato en el proceso en desarrollo.

El terapeuta se convierte en parte del sistema y tiene que volver a desprenderse de él


En nuestro campo visual aparece otra función doble del terapeuta, en cuanto
observamos la incorporación de éste al sistema y su desprendimiento del mismo.
Esta incorporación puede experimentarse de diversas manera. Pesa muy fuertemente
sobre el entrevistador.
De esta manera el terapeuta obtiene una impresión nueva de la familia: “¿Cómo se
siente todo desde dentro?”, “¿Cómo me siento como miembro?”. Si se defiende consciente y
enérgicamente desde el comienzo trazando limites, distanciándose y estructurando demasiado
la conversación, le resultara difícil reconocer las estructural familiares ocultas y establecer un
contacto emocional y confidencial.

123
El primer paso consiste, en reconocer que y de que modo el entrevistador es absorbido
por el sistema
Hay diversos caminos para desprenderse luego y recobrar la posición terapéutica; puede
modificar el patrón relacional. Si cambia el patrón relacional de la familia, también se “libera” el
terapeuta. En otras situaciones, traza los limites adoptando una actitud más estructurante y
exploradora.

Omnipartidismo
El concepto agrega otra dimensión al concepto de empatía. Se trata de la capacidad del
terapeuta de hacer suya, en el drama de los conflictos y balances de culpa y merito que en
parte trascienden las generaciones, la posición de cada uno de los miembros de la familia,
eventualmente incluso la de miembros ausentes. Es terapeuta familiar, en el curso de la terapia
toma partido por cada uno de los miembros de manera comprometida, pero se deja guiar por un
sentido de justicia compensadora.
El omnipartidismo significa que el terapeuta proporcione a todos los integrantes la
sensación de ser personas valiosas, que cuentan y cuyos requerimientos trata de hacer suyos,
así como la sensación de que aprecia a cada miembro a su modo.
Puede ejercer una gran influencia en el comportamiento de los demás integrantes de la
familia. Se agudiza la capacidad perceptiva de la familia para la descuidada justicia
interhumana y se fomenta el deseo de imparcialidad y reconciliación familiares.
Su éxito será tanto mayor, cuanto más haya aprendido a elaborar su contratransferencia
y s “comprender los aspectos dolorosos del pasado histórico-evolutivo de los propios padres”.

No perder de vista lo positivo


Hay que buscar las fuerzas positivas y los recursos y potenciales positivos de
crecimiento de la familia concretamente allí donde aparentemente faltan, en el paciente índex,
en comportamientos destructivos, en un niño pequeño y callado paro que esta observando
atentamente, en la “concordia” simbiótica de la familia o en un miembro ausente.
En una conversación común con toda la familia los patrones de perturbaciones suelen
destacarse mucho más rápida y nítidamente que en una terapia individual.

Actividad
La actividad del terapeuta familiar es considerablemente mayor que en las mas de las
formas de terapia individual o de grupo. Si deja rienda suelta a la sesión, regularmente se
produce una escalada de patrones relacionales destructivos o se consolida un clinch maligno.
Hay que captar el punto exacto en el que se repite un patrón de interacción perturbada y en el
que tal vez pueda interrumpirse ya con una breve intervención estructurante o correctiva. Este
suele ser también el lugar en que se produce una enganche maligno. El terapeuta tiene que
emplear toda su autoridad y relación de confianza positiva para romper un círculo destructivo de
esta índole. Para el terapeuta familiar la actividad no significa necesariamente que hable,
ordene o manipule mucho. Significa que esta dispuesto a asumir una responsabilidad, a
comprometerse.
Un aspecto importante de la actividad terapéutica es siempre la trasmisión de esperanza
y confianza. Pero tampoco hay que nutrir ilusiones que más tarde se vean frustradas.

Problemas de transferencia y contratrasferencia


Se remontan a Freud, el concepto analítico de transferencia se amplía y modifica.
Una trasferencia transfamiliar se da cuando patrones de conducta, actitudes,
expectativas, percepciones, se transfieren de manera inadecuada a extraños, a personas que
no pertenecen a la familia de origen. Una variante es la transferencia al terapeuta.
La trasferencia intrafamiliar se da cuando los hechos transferenciales se producen de
manera inadecuada dentro de la familia. Participan aquí por lo menos 2 generaciones, por lo
cual podría hablarse de transferencia transgeneracional.

124
Además, en la labor de la terapia familiar pueden distinguirse 2 ejes de transferencia
intrafamiliar: la de los padres al niño, blanco de fantasías, atributos y percepciones que
demasiadas veces lo violentan; también puede estar dirigida del niño a sus padres: Aún siendo
adulto sigue transfiriendo actitudes, percepciones, patrones de conflicto, etc. de la temprana
infancia a los padres, quienes ya no le corresponden.
En la terapia familiar el entrevistador tiene que ocuparse de ambas. En general, la
importancia de la transfamiliar pasa a 2º término frente a la intrafamiliar. Con todo, su
omniparcialidad y empatía actuarán en el sentido de que las trasferencias transfamiliar
adquieran un carácter positivo y de que posiblemente puedan amortiguarse.
Al emplear en marco transferencial, también el concepto de contratransferencia adquiere
un significado más amplio y en parte nuevo. Designa posturas, percepciones, “manchas ciegas”
en el terapeuta, que le dificultan o imposibilitan una actitud empática o equitativa dirigida a
todos.
Es típico que tales problemas se funden en sus experiencias y problemas irresueltos con
su propia familia.

Reglas familiares, mitos familiares, secretos familiares.


Reglas familiares: leyes que actúan sobrepasando las generaciones, y que marcan los
roles, las misiones y los legados de cada uno de los miembros, sin que estos sean concientes
de dichas leyes.
Mitos familiares: designan fórmulas o clisés explicativos que son compartidos por toda la
familia sirven para ocultar los verdaderos conflictos, problemas y tensiones familiares a menudo
están entrelazados con secretos familiares.
Es preciso estar abiertos en la 1º conversación familiar. A tales reglas, mitos y secretos
familiares y reconocer la enorme fuerza estabilizadora que éstas suelen tener. El terapeuta
familiar no debería desenmascararlos directamente; debería imponer una dirección que permita
a la familia hablar mas adelante por sí sola de estas cuestiones.

Los padres de pacientes index


Estos frecuentemente se defienden duramente contra la atribución de un estatus de
paciente, se muestran frecuentemente presionados por el miedo, la vergüenza y la culpabilidad,
se sienten como malvados “padres fracasados” y tienden a deshacerse de la propia debilidad y
perturbación y proyectarla sobre los niños o sobre extraños. Cuando tienen que dirigirse en
presencia de sus niños a una persona más competente su humillación y pérdida de poder les
parecen totales y su disposición a cooperar es mínima.
El terapeuta debe conseguir que estos padres estén dispuestos a colaborar y abrirles la
puerta de acceso al sistema familiar para esto debe ser capaz de ver y reconocer lo positivo en
los esfuerzos paternos y aliarse con los padres. Sus posibilidades serán mayores cuanto mejor
consiga comprender a los padres como hijos de sus propios padres. Solo cuando ha ganado la
confianza de los padres puede ponerse de parte de los hijos y mirar críticamente a los padres.

Los pacientes índex


El portador del síntoma asume dialécticamente la posición opuesta a los padres: se
presenta 1º como el miembro más débil, enfermo, necesitado de ayuda y presionado por los
problemas de la familia, a menudo como chivo expiatorio. La debilidad manifiesta es también un
punto fuerte: los demás pueden descargar sus impedimentos, debilidades y dificultades sobre él
y, en contraste con él, aparecer fuertes, sanos y altruistas. Además suele ser el único miembro
que permite a los otros una terapia “sin peligros”. Así alivia a los demás, este papel de víctima
le otorga también el poder de “dejar plantados” con su culpabilidad a todos los otros. En la 1º
entrevista es importante reconocer y eventualmente apostrofar la capacidad de sacrificio, la
fuerza y el poder del paciente índex.

125
Reconocimiento de ambivalencias y sabotaje encubierto
Se recibe una llamada y se concierta una cita, pero la familia no aparece. o se disculpa
en el último momento, diciendo que si bien cual o tal miembro está dispuesto, otro tiene miedo u
objeciones y contamina la entrevista. O se pretextan causas externas aparentemente forzosas:
tales obstáculos indican una defensa consciente o inconsciente, resistencias y ambivalencias. A
menudo esta ambivalencia tiene un motivo especial: la instancia misma que ha indicado el
tratamiento tiene una reserva secreta contra una terapia familiar. De modo encubierto estas
reservas se trasmiten a los clientes, y estos las expresan a través de sus conductas
ambivalentes y saboteadoras de la terapia. Reconoce y elaborar semejante ambivalencia es
una tarea importante.
Problemas de co-terapia
El tratamiento de una familia por 2 co-terapeutas hace más pública la conversación y
más complejo el proceso empático. Ambos terapeutas deben comprometerse con el familiar y
con cada miembro y deben estar atentos a lo que ocurre adentro del otro terapeuta, por eso
deben conocerse a fondo. Deben respetarse lo suficiente como para no frustrar su cooperación
con una rivalidad encubierta. Es conveniente que se complemente en sus personalidades,
estilos de relación y origen familiar. Es esencial que coincidan en su orientación teórica.
Indicaciones para una co-terapia
Es difícil y constituye una carga para terapeutas inexpertos. La limitamos a situaciones
muy determinadas; sobre todo con un terapeuta femenino y otro masculino, ha probado su éxito
cuando el problema de la familia consistía en conflictos relacionales duraderos de los cónyuges.
Es conveniente que en cada entrevista uno de los terapeutas tenga la responsabilidad principal
mientras el otro apoya y concreta las intervenciones y aporta ulteriores puntos de vista. Debería
llevarse a cabo un coloquio posterior en el que puedan elucidarse eventuales conflictos
surgidos entre los co-terapeutas.
La co-terapia en la formación
No podemos recomendar la co-terapia como una guía de formación de terapeutas
familiares. Si uno de los 2 co-terapeutas ya tiene experiencias en terapia familiar, muy pocas
veces el principiante se atreverá a asumir la responsabilidad de una acción propia. Parece
mejor que un supervisor, un colega o grupo de colegas observen a través de un espejo
unidireccional y luego la discutan en detalle.
El significado del trabajo en grupo
Es importante el trabajo en equipo en la terapia familiar, pero más que nada en la 1º
conversación familiar. Pues se requieren los recursos de todo un equipo para dominar las
numerosas informaciones que se precipitan en poco tiempo, para desarrollar una hipótesis de
dinámica relacional exhaustiva y a la vez acertada.
Alternándose por orden cada vez, 2 miembros del equipo están sentados frente a la
familia; los otros observan detrás del espejo. Desde el comienzo de hacemos saber a la familia
que todos los miembros del equipo son los terapeutas tratantes. Durante la entrevista esta
previsto, un intercambio informal de informaciones entre entrevistadores y observadores, estos
intercambian entonces sus impresiones e ideas y entre todos fijan una estrategia, la que le da a
la orientación para la terapia ulterior. Luego aplicamos esta estrategia en una sesión final de
unos 5 a 10 minutos con la familia.

126
CÁP. 4: Objetivos de la 1º conversación familiar.

Los 4 criterios más importantes para la 1º conversación familiar resultan de la reflexión


de sus objetivos. Hay 4 objetivos situados en 1º plano: el diagnóstico, la motivación para
trabajar en problemas comunes, la celebración del contrato y la preparación orientadora para la
terapia ulterior.

Diagnostico
El diagnóstico significara esencialmente 2 cosas: la visión sistemática de la familia a la
luz de las 5 perspectivas y la comprensión de la situación de la familia.
La visión del sistema aporta la base para la hipótesis dinámico-relacional. Será
susceptible de revisión, pero debería estar ya elaborado al final de la primera conversación
como base de un plan terapéutico de coherencia intencional. Donde haya grandes lagunas de
información que impidan, realizamos una 2º conversación al cabo de poco tiempo. A veces
incluimos una tercera generación.
Obtenemos las informaciones esenciales por 2 vías: las exploraciones de “hechos
familiares” centrales, “existenciales”, que nos abren las 5 perspectivas y la observación de
patrones de interacción familiar típicos y en parte activados por nosotros. En ello nos guiamos
por la regla de parar todos los patronos potencialmente destructivos. La forma más rápida e
inocua de obtener muchas de las informaciones es invitar a un integrante a manifestarse
respecto de determinado aspecto ya abordado por otro integrante.
Al examinar la situación motivacional captamos la ambivalencia y el sabotaje encubierto.
Tiene que formarse un criterio respecto de que motivación existe en todos los miembros para
elaborar sin una presión exterior los problemas comunes.

Motivabilidad
La evaluación de la situación de las motivaciones no puede separarse de la pregunta de
si y cómo es motivable para una ulterior labor en común a través de la 1º entrevista. Ésta
motivabilidad depende de diversos factores de la relación terapéutica que deben activarse en la
primera entrevista. Se cuentan las capacidades del terapeuta para ir reduciendo la vergüenza,
culpabilidad y miedo, despertar esperanza y confianza, resultar liberador y fortalecer el sentido
de valor propio.

Celebración del contrato


La primera entrevista debería terminar con un acuerdo entre el terapeuta y la familia
respecto de los pasos siguientes a emprender. Es éste debería fijarse las expectativas y metas
del terapeuta y las de la familia. Esta familia debería volver a su casa con la conciencia de tener
un problema familiar común y que afecta a todos. Y convendría que haya un contrato de terapia
familiar, que fije el marco y las condiciones en que se desarrollaran las posibles conversaciones
posteriores.
La progresiva elucidación introduce nuevas meta y expectativas que obligan a una
modificación, reformulación o ampliación de los acuerdos existentes. Los objetivos y
expectativas de las partes deben ser periódicamente reajustados.

Preparación orientadora para la terapia ulterior


Será central en la primera entrevista. El entrevistador tiene que guiarse por un modelo
terapéutico que prescribe una determinada estrategia o programa. Cuanto más experimentado
y flexible el terapeuta, mas modelos y estrategias conoce.
Dos modelos terapéuticos fundamentales constituyen los polos de un mismo eje:
*Curación por encuentro
Tomado de Trüb en 1971. los objetivos del encuentro son el diálogo que va explorando
planos cada vez más esenciales y la reconciliación y reunificación.
*Curación por modificación del sistema

127
El terapeuta preferirá ésta cuando reconozca que los miembros de la familia, atrapados
en un clinch maligno, por el momento no pueden no separarse ni encontrarse, a no ser que se
modifique algo decisivo en el sistema la estrategia central debe apuntar a una modificación del
sistema por medio de la intervención del terapeuta como una realidad mas fuerte. En el equipo
de Selvini Palazzoni la verdadera palanca de la modificación del sistema es la prescripción
paradójica, que abarca todo el sistema y que lo desquicia.
Curación por reestructuración activa
Recoge elementos de los 2 primeros modelos y a al vez se distingue de éstos. Lo
representa Minuchin, quien intenta modificar, en la línea de su terapia familiar estructural, los
patrones relacionales y alianzas activamente existentes en el seno de la familia. Puede ocurrir
que se alíe con unos de los miembros en contra de otros, provocando crisis en la familia, que
permite nuevas experiencias. También se podría incluir a N. Paul, quien trabaja dentro de un
marco referencial psicoanalítico, cuando confronta a los integrantes de la familia con registro de
videos de sesiones anteriores, cuando los exhorta activamente a buscar parientes
desaparecidos, a visitar la tumba de un pariente muerto, a realizar un duelo, etc.
A ésta diferenciación de modelos parece corresponder otra. Se orienta por el criterio de
si el trabajo que verdaderamente modifica en sistema, o estructura, se produce en cada sesión
dentro fuera de las conversaciones terapéuticas familiares. El modelo de la “curación por
encuentro” esta dispuesto de modo que el trabajo terapéutico fundamental y esencial se realiza
en sesiones frecuentes, durante un tiempo largo. Regla: que la familia hable lo menos posible
con los demás de lo que ocurre en la sesión. De otro modo la tensión emocional necesaria se
diluiría.
En el modelo de “curación por modificación del sistema” la sesión sólo da un empuje
inicial; como si se colocara una bomba de explosión retardada, que solo mas tarde desarrolla su
acción. Las sesiones no necesitan producirse con gran frecuencia. En el ínterin se le da tiempo
al sistema para que cambie. El tercer modelo ocupa una situación intermedia: una parte
esencial de la labor modificadora de la estructura se desarrolla dentro de las sesiones, y otra,
fuera de las mismas.
Es conveniente cambiar eventualmente de modelo después de una primera fase
terapéutica determinada por una prescripción paradójica.

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CÁP. 5: ¿Cómo transcurre la primera conversación familiar?
Cada primera conversación familiar constituye una situación nueva y única para el
terapeuta, pues cada familia es un organismo particular y complejo. Por eso no puede
estandarizarse el proceder del terapeuta. Debe quedar espacio para la flexibilidad, la
espontaneidad y la comprensión empática. Hay aspectos que adquieren mas o menos
importancia en toda primera conversación familiar. Son: el marco exterior en el que tienen lugar
los primeros contactos y las diversas fases del desarrollo de la conversación.

¿Dónde tiene lugar la terapia de familia?


Hay terapeutas que visitan a la familia en su ambiente acostumbrado. En la mayoría de
los casos se reunirá en su consultorio. Éste debería ser lo suficientemente amplio para que una
familia numerosa pueda moverse libremente y cada integrante pueda escoger su sitio a una
proximidad o distancia de los demás que le sea agradable. La iluminación debería garantizar
que el terapeuta pueda observar bien a cada miembro.

Juguetes
Importante que haya suficientes juguetes adecuados para niños de cualquier edad.
Resultan inadecuados juegos que absorban tanto que ya no puedan participar en la
conversación general. Para que tengan fácil acceso no deberían ocultarse en armarios.

Medios audiovisuales y espejo unidireccional


A manudo se aplican ya en la primera entrevista. Para su aplicación pueden enunciarse
3 motivos:
1- Sirve para en autocontrol del terapeuta. Necesario cuando hay que captar interacciones
e informaciones especialmente complejas.
2- Se pueden aplicar con fines terapéuticos; se puede pasar un fragmento con la familia e
iniciar una reflexión. También encierra peligros pues puede humillar a los afectados e inducir a
replegarse.
3- Son auxiliares de la supervisión, la formación y la investigación. Significan una
intervención que puede pesar sobre la relación de confianza entre terapeuta y los pacientes y
sobre la labor terapéutica. La discreción tiene que estar garantizada.
Tal vez el más conveniente sea es espejo unidireccional, al transmitir los acontecimientos a
observar del modo más inmediato.

La conversación comienza con el primer contacto.


Por lo general uno de los miembros de la familia, de ordinario la madre, llama por
teléfono a la institución o al terapeuta para que le den una ficha para una conversación. A la
persona que llama se le comunica de inmediato que con el terapeuta que este atendiendo el
teléfono.

El terapeuta y el teléfono
El terapeuta en primer lugar debe comprobar que es lo que verdaderamente quiere la
persona que llama, averiguar la causa de la llamada y tratar de formarse una primera ideas de
la familia.
En segundo lugar debe establecer una relación emocional con el cliente. De las
preguntas y la atención de la persona que llama depende que esta se sienta comprendida y
pueda sentir confianza y superar su vergüenza.
Tercero, el terapeuta puede modificar con sus preguntas la visión del problema. Deja
entrever que esta interesado en una determinación equitativa de las responsabilidades. Puede
dar a entender que no considera que un solo miembro sea culpable o responsable. Puede
expresar su reconocimiento ante la valentía mostrada por la persona que llama. Ya puede tener
el efecto de que se despierte el interés por la problemática mas profunda.
Por ultimo acuerda una fecha para la primera conversación.

129
Otras indicaciones para el primer contacto telefónico
No debería inducir a llevar a cabo ya una “sesión individual” con la persona que llama.
No puede suponerse que el consultante conozca el paradigma de la terapia, por lo que
tiene que prever que su propuesta sea recibida con sorpresa; por eso debería explicarla ya de
entraba. La manera en que se acepta esta explicación puede tener señales de peligro. El
terapeuta tiene que ponderar la intensidad de los temores y las resistencias y hasta que punto
los demás miembros los comparten. Puede pasar por encima de la ambivalencia mostrada,
fijando una cita pese a las objeciones. O proponerle que repiense la situación y vuelva a llamar.
Para resultar convincente, el terapeuta debe estar de acuerdo con su fuero interno con el
paradigma de la terapia familiar.

¿A partir de que edad es posible-permitido-obligatorio que asistan los niños?


Cada uno de los miembros de la familia influye en la conducta de todos los otros y está
influenciado a su vez por ellos. Esto vale para el portador del síntoma como para cualquier otro.
A esta pregunta hay que darle una respuesta afirmativa. Es deseable que se presenten todos
los integrantes de la familia juntos.

Sacrificios realizados por los niños


Se observa a menudo que el síntoma de un niño representa el esfuerzo de un sacrificio
a favor de los padres. Es en la primera conversación familiar cuando se introducen en el campo
visual las diversas funciones que cada niño tiene para los padres y entre los otros.

¿Existe el peligro de que la participación de los niños en una conversación común les
provoque algún perjuicio?
El hecho de que padres y terapeutas quieran evitarles emociones y apuros innecesarios
a los niños de las conversaciones en común, es la expresión de una preocupación justificada.
Estos niños están expuestos desde hace tiempo a los problemas familiares: conviven con ellos
y conocen las dificultades de los padres y hermanos. El hecho de que jamás se hable de los
problemas de una mera que permita clarificarlos facilitando una solución y reconciliación, suele
producir en los niños terribles fantasías o sentimientos de muda desesperación. En esta primera
conversación se ofrece una buena posibilidad de aliviar verdaderamente a los niños.

Los niños como aliados del terapeutas


Puede ser una ayuda decisiva para el terapeuta en se esfuerzo por penetrar en la
familia. Especialmente los niños menores, todavía poco afectados e inhibidos por
convenciones, pueden convertirse en valiosos aliados. Los pequeños desembuchan enseguida
el problema central.

Descubrimiento de secretos familiares vs. protección de la esfera privada


Nos parece una tarea importante del terapeuta quebrar el poder mágico que los secretos
ejercen sobre los miembros y que determinan escisiones, malentendidos y conflictos familiares.
Solo es posible cuando todos los participantes están presentes. El terapeuta no puede hacer
caso omiso de deseos justificados de conservar una cierta esfera privada. Puede ser adecuado
que en el momento en que lo padres quieren hablar de sus problemas sexuales, se mande a los
niños a un cuarto para jugar. El motivo debería explicarse a los niños. También es legitimo es
deseo de una conversación individual.

Motivación ajena vs. motivación propia de la familia


Muchas filas vienen enviadas por el médico de cabecera, la oficina de protección de
menores, maestros y juzgados. También estas pueden estar de acuerdo con el tratamiento.
Pero hay otras que acuden en contra de sus deseos. En esos casos es difícil fijar una cita. Las

130
dudas de quien llama pueden desvanecerse hasta cierto punto ya por teléfono; el terapeuta
debe contar con que la familia acuda contra la propia voluntad.

Cuestiones de honorarios
No todas las personas que llaman preguntan ya por los honorarios. Si lo hacen deberían
obtener una respuesta lo mas clara posible.

Problemas del tratamiento paralelo


El terapeuta debe señalar que la 1º conversación familiar. Requiere el acuerdo de los
otros médicos y cooperación de ellos.

El tiempo de espera debería ser lo más breve posible


En toda crisis hay un potencial terapéutico: para que pueda aprovecharse una familia.
No debería tener que esperar mas de 1 semana o 2 para la 1º conversación.

La 1º conversación familiar es cosa de expertos


Puesto que en esta se separa la orientación de la labor posterior y las exigencias en
cuanto a experiencia de capacidad de comprensión al terapeuta son elevadas, los que se
dediquen a las 1º conversaciones y a recoger datos anamnésicos serán expertos.

¿Pueden distinguirse fases determinadas en la 1º conversación familiar?


Depende en gran parte del modelo básico de terapia familiar que se aplique. Una
división en fases se corresponde en mayor medida al de “curación por encuentro”, y en menor
al de “curación por modificación del sistema”. Son propios de este último una pregunta y
manera de proceder “circulares”, desarrolladas y descritas por el equipo milanes Palazzoli-
Selvini. En este pueden distinguirse 2 puntos de vista estratégicos.

Elementos de un proceder circular


“circularidad” es la capacidad del terapeuta de ir desarrollando las preguntas a la medida
del feedback de la familia; Este lo obtiene de la familia como complemento de las informaciones
que el terapeuta debe averiguar y que se refieren a las relaciones existentes y a sus diferencias
y modificaciones.
Este proceder significa que el terapeuta inquiere en cada caso a uno de los miembros de
la familia acerca de la relación existente entre 2 miembros.

Las fases de la 1º conversación familiar.


1) la fase inicial: a) el saludo;
b) el comienzo de la conversación.
2) la fase media.
3) La fase final y la despedida de la familia.

El saludo
Citamos a la familia de media a 1 hora antes del verdadero comienzo de la
conversación. En este lapso una secretaria recoge los datos personales y les hace rellenar un
cuestionario. También realizamos tests familiares con fines de investigación.

¿Quién llega tarde?


Todos los integrantes de la familia llegan juntos al consultorio, algunas veces uno u otro
se retraza, se hace lo posible por esperarlo. Si en el curso de la terapia siguiente alguno se
retraza regularmente, se elabora esa conducta en conjunto.

¿Puede comenzar la 1º conversación aunque no esté presente toda la familia?

131
Puede ser una expresión de la ambivalencia o del sabotaje encubierto de algunos o
todos los integrantes, esto no es positivo para el trabajo ulterior, no obstante, la 1º conversación
debería tener lugar de todos modos. Se debería tratar el hecho de que haya miembros
ausentes y preguntarse cuál de los presentes a podido contribuir a estas ausencias.

Captación del ambiente en la sala de espera


Es frecuente que los ánimos con los que la familia llega a la 1º conversación ya se
manifiesten en la sala de espera, ye se insinúa como la familia maneja la situación. Por lo
común están tensos, callados, en angustiosa espera; sentimientos de vergüenza y culpabilidad
son previsibles.

¿Cómo entran padres e hijos en el consultorio?


Ya en el camino de la sala de espera al consultorio suelen mostrarse aspectos
importantes de la relación paterno-filial.
Podemos suponer que tratarán de presentarse al terapeuta desde su ángulo más
favorable, el derecho.

¿Cómo se distribuyen las sillas?


La elección del orden en que se sienta la familia ya indica posibles coaliciones y
enemistades, cercanías y distancias en el seno familiar. Las disposiciones técnicas para las
tomas de videos pueden hacer necesarias una alteración de este marco.

Salutación y familiarización con el consultorio


El terapeuta saluda a todos los miembros ya en la sala de espera, diciendo hola. Es
importante que haya entablado un contacto personal de salutación con cada integrante antes de
entrar en la problemática. Debería manifestar con claridad que quiere conocer individualmente
cada uno de los integrantes. Este comportamiento da la medida del reconocimiento en el
sentido de su omnipartidismo.
Después familiariza al grupo con las instalaciones del consultorio.

La cuestión de la discreción
Todos los observadores tienen el deber de guardar el secreto profesional. Cuando
queremos emplear un registro magnetofónico o de video para fines de investigación o
enseñanza, le pedimos a la familia una autorización por escrito. Cuando un observador conoce
por casualidad a uno o varios miembros de la familia de forma privada, debería renunciar por sí
mismo a la observación o pedir permiso.

Entablar la conversación: la invitación a hablar


Durante el saludo personal y la familiarización el trato entre terapeuta ya se relaja un
poco. Cuando debe comenzar la verdadera conversación, el nivel de angustia de todos suele
volver a subir. La tarea del terapeuta es el coger lasa riendas e iniciar la conversación. Las
observaciones hechas sobre la familia, la hipótesis sobre la dinámica relacional y la decisión de
un determinado proceso terapéutico guían al terapeuta al preguntarse quien, cuando y como
ha de ser interrogado. Reglas fundamentales:
1) El terapeuta debería repetir adelante de todos las informaciones que ya haya escuchado
por teléfono. Luego explicar por que ha invitado a todos a esta conversación.
2) Se intenta preguntar del modo mas franco posible a todos los miembros juntos por el
motivo que los ha llevado a consulta.
3) Se procura no apelar como 1º al que ya fue designado por teléfono como paciente
identificado.
4) En la disputa abierta o encubierta, por la 1º palabra suele demostrarse la jerarquía
familia. No siempre tiene la autoridad quien contesta 1º.

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5) En ciertos casos no hace falta preguntar porqué se viene a la consulta, dado que el
terapeuta se ve confrontado de inmediato con el drama.
6) Al terapeuta inexperto se le presenta el peligro de verse envuelto por la familia ya
durante el saludo en una charla de la que no o solo difícilmente se puede desprender.

Reconocimiento de la familia
El acudir a la 1º conversación significa para la familia una tarea difícil, que obliga a
enfrentarse con sentimientos de angustia y culpabilidad, hay que reconocer esta tarea; por eso,
1º se expresa el reconocimiento por el hecho de que los miembros luchen por la sinceridad y se
expongan a los sentimientos. Así expresamos que queremos ayudarle, pero que, se depende
de su colaboración.

¿Cómo se facilita el hablar?


El miedo y el desconocimiento de la situación suelen bloquear el habla o conducir, a una
verborragia imparable. El terapeuta puede impedir ambas hablando él con tranquilidad y
determinación. Si alguien tiene dificultades especiales par hablar se debe animarlo
cordialmente, sin esforzarlo.

Todos deben tener ocasión de intervenir


El omnipartidismo del terapeuta se evidencia en su capacidad de hacer intervenir a cada
miembro, en lo posible ya en la 1º fase de la conversación.

El terapeuta asume la conducción


La terapia familiar exige al terapeuta un compromiso activo. Este no debería expresarse
necesariamente a través del volumen de vos o el hablar mucho. Lo que es común a todos es su
disposición y capacidad de asumir una gran parte de la responsabilidad de la conversación. La
familia tiene la responsabilidad de los dice; el terapeuta, la de cómo lo dice.

Invitación a pintar y jugar


Durante los 1º minutos de la conversación, todos los niños suelen estar en sus sillas,
tranquilos, sosegados. Pero muy pronto los más pequeños pierdan las ganas y la capacidad de
estar quietos. El terapeuta debería esperar unos minutos para dar a los padres la posibilidad de
que reaccionen, luego debería señalar los juguetes y permitir expresamente que los niños se
muevan y jueguen. Su actitud tiene un efecto tranquilizador, no se excluyan necesariamente de
la conversación, tienen de algún modo una participación activa en la conversación. Cuanto más
importante sea el tema del que hablan los mayores más atentos y quietos estarán los niños
mientras juegan.

A los niños de 6 a 12 años les gusta pintar


A menudo, después de los 1º 10 minutos, les pedimos a los niños que pinten a su familia
representándola con animales. Luego miran todos juntos los dibujos al final de la conversación.
En ello no hay interpretaciones de psicología profunda.

Observaciones del terapeuta durante los 1º minutos de la conversación


Las declaraciones de la familia y la observación del comportamiento de esta le brindan al
terapeuta observaciones importantes. Debería guardarse interpretar precipitadamente un
comportamiento no verbal, sino preguntar antes que valor adjudica a dicho comportamiento
dicha familia.

Diferencias y criterios comunes


Ya al comienzo de la conversación se aclara si la familia esta de acuerdo acerca del
motivo por el cual ha venido o si tiene diferentes visiones del problema.

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1º comprensión de una Gestalt relacional
El oculto conflicto relacional de una familia puede verse como “gestalt”. El terapeuta
experimentado intentará comprender esta gestalt ya al comienzo, en forma de una hipótesis
sobre la función que el síntoma cumple dentro de toda la configuración relacional. Basta con
que el terapeuta por ahora acepte lo que se diga y que pregunte de acuerdo a sus
orientaciones.

Resumen de la fase inicial


Incluye el saludo, el entablar la conversación, la familiarización con el nuevo ambiente y
la invitación a hablar, y se centra en torno a la pregunta por el motivo de la presencia de la
familia el terapeuta observa las reglas generales de urbanidad, se presenta, hace conocer a la
familia el nuevo ambiente, le expresa su reconocimiento e intenta adecuarse al lenguaje, a la
forma de trato, etc, de modo que la familia pueda sentirse bien y cederle la conducción
responsable de la conversación. Se trata sobretodo de comprender porqué la familia concurre.

La fase media-interacción en la familia


Rige en esta fase el hecho de que la dependencia de un esquema puede impedir la
visión de la complejidad de la situación. Algunas directrices resultan de las 5 perspectivas
expuestas. Permiten que el terapeuta se formule durante esta fase una serie de preguntas a sí
mismo.

1- reconocimiento de la individuación relacional


El punto de vista de la individuación relacional permite preguntarnos: ¿En que
medida los miembros están de condiciones de delimitar sus propios sentimientos,
expectativas, necesidades, ideas, etc?. ¿Hasta que punto logra hablar por sí
mismo?. Conlleva su “calentamiento” del nivel de sentimientos y emociones de la
familia, una rápida pérdida de individuación de todos sus miembros, una especie de
hundimiento en una “masa indiferenciada de familia y yo?".

2- reconocimiento de ligazón y expulsión


El terapeuta puede iniciar unos 1º pasos hacia la “desligazón” e individuación indicando con
prudencia que esta conducta se basa en una necesidad mutua, comparando las ideas de
los padres con las del niño señalando diferencias y reaccionando contra la mistificación del
niño de parte de la madre.
Para comprender otras perturbaciones de los modos de interacción, puede preguntarse: en
que medida los miembros de la familia están comprometidos unos con otros, esta
interesados unos en otros en el plano de los sentimientos?. Cuan importantes son los unos
para los otros, y cuan importantes son para todo el sistema?.

3- reconocimiento de la delegación
Delegación significa encomienda de encargos de significación y orientación sobre la base
de una lealtad fuerte, aunque a menudo invisible. En las sobreexigencias y en conflictos de
encargo y lealtad se muestran descarríos del proceso de delegación. Para captas estos
debería preguntarse: se adecuan las expectativas paternas a los talentos y a las
necesidades propias de las edades de los niños?.

4- elaboración de una perspectiva plurigeneracional


Muchos padres comparan la situación de sus hijos con su propia infancia, sin que se los
inviten a que lo hagan. Así ofrecen un punto de enlace natural para averiguar mas acerca de
la familia de origen. Si ambos evitan hablar de sus familias de origen, el terapeuta puede
orientar sus preguntas en ese sentido. También puede retomar observaciones ocasionales
de los padres. No pocas veces la pregunta por las familias de origen tiene como
consecuencia que a las sesiones ulteriores se sumen los abuelos.

134
5- determinación del estatus de la reciprocidad
Para poder determinar si existe un enganche maligno o un “clinch familiar” el entrevistador
debería preguntarse en qué medida los miembros de la familia conservan una disposición
para dialogar, una voluntad y capacidad para tematizar y articular coherentemente los
problemas que se plantean en el marco de las 1º 4 perspectivas. Incluso el propio terapeuta
se siente afectado por este clinch familiar. Para apreciar la fuerza de esta absorción,
también puede ponerse en comunicación con el grupo de observación que esta detrás del
espejo unidireccional.

Discusión en equipo
Se evalúan las indicaciones, posibilidades y desventajas para un tratamiento
subsiguiente. En 1º plano se ubican las cuestiones practicas: ¿Cuál es la capacidad de la
institución que continúa el tratamiento?. Podrá ocuparse pronto del tratamiento de otra
familia?. ¿Cuál de los terapeutas podría hacerlo?. ¿Hay posibilidades de mandar la familia a
colegas?. ¿Cuales serían las posibilidades de supervisión?. Con respecto a la familia nos
preguntamos los puntos fuertes y las fuerzas positivas, hasta qué punto parece motivada y
cuan prometedor es el pronóstico. Si aplicamos la “curación por modificaciones del sistema”,
puede elaborarse en conjunto con el equipo una tarea paradójica.

Tareas e intervenciones paradójicas


Selvini-Palazzoli, Watzlawick, Haley desarrollaron y describieron tareas e intervenciones
paradójicas. Se trata, en determinadas situaciones de un potente instrumento terapéutico,
pero presuponen una especial visión de la problemática y experiencias fundadas en un
modelo de comprensión circular. El empleo entraña ciertos riesgos, por ej, puede reducir las
posibilidades de intervenciones posteriores.

Fase final-despedida de la familia


Al final de la 1º conversación el terapeuta debería preguntarse si y hasta que punto ha
logrado los objetivos.
1) Establecer una hipótesis de dinámica relacional y comprender la situación motivacional;
2) Motivar a la familia para que realice una terapia;
3) Celebrar un contrato de terapia familiar;
4) Preparar la orientación para una terapia ulterior.
Cuando los modelos determinan la orientación del tratamiento, el terapeuta debería
resumir las informaciones obtenidas. Conviene destacar las fuerzas positivas. Tiene que
lograr que la familia entienda el síntoma del paciente index como consecuencia y
expresión de su problema común. A partir de la definición sobre el problema suele
resultar la necesidad de mas conversaciones.
Una limitación temporal se recomienda sobre todo en casos de problemas
familiares de perfiles nítidos. También es conveniente cuando la familia es demasiado
temerosa a la proximidad del terapeuta o la expectativa de conflictos y disputas. No
obstante, debería prever la posibilidad de una continuación de terapia; finalmente, debe
redefinir y reafirmar junto con la familia los objetivos de la terapia, crear un consenso
sobre la meta y el marco.
Este consenso fundamenta el contrato terapéutico. Se fija que los miembros se
atendrán a las “reglas del juego”.

Evaluación de la 1º conversación. El informe de la 1º entrevista


Volvemos a reunirnos con los colegas y discutimos el desarrollo de la conversación: los
aspectos de dinámica, las intervenciones terapéuticas y las impresiones de los observadores.
La comprensión se completa y ahonda mediante datos y crítica de los observadores, y se refleja
en sus propias reacciones. Puede formularse ahora una 1º hipótesis sobre la dinámica y los

135
próximos pasos necesarios. Se descubren las lagunas de información. Toda la discusión se
resume en un informe que sintetiza la 1º conversación familiar, debería ser claro, conciso y
breve.

Mediación de la visita
¿Quién envía y por qué?

Descripción de la familia
Miembros (nombre, oficio, edad, escolaridad); quien asiste a la 1º entrevista y el aspecto
y porte de los mismos.

Desarrollo de la conversación
Fase inicial: causa de la presencia, problemas, problema común, cuando comenzaron
las dificultades, que motivo las desencadeno, cuan graves eran, como fue la evolución.
Fase media: organización de la familia como sistema de interacciones observadas en la
entrevista: 1) individuación relacional ( que formas de individuación predominan, respetan las
fronteras, prevalecen la fusión simbiótica); 2) ligazón y fusión (modos de interacción); 3)
delegación (en que consisten los encargos, que puntos de apoyo hay para sobreexigencias y
conflictos de encargos y lealtad); 4) perspectiva plurigeneracional (familia de origen de los
padres, legados reconocidos, mitos familiares); 5) determinación del estatus de reciprocidad (si
hay enganche maligno, hasta que punto están encalladas las relaciones, disposición para el
diálogo, con qué rapidez el terapeuta se ve implicado en el clinch familiar).
Fase final: plan terapéutico. Puntos fuertes y débiles de la familia; motivaciones y
resistencias para una modificación, recursos, que espera la familia; metas a corto y largo plazo;
otras comprobaciones diagnósticas; si han de colaborar instituciones.
Disposición: consejos o tareas paradójicas.

136
"PESCANDO BARRACUDAS".

Bergman, Joel.

PARTE 1:

CAPÍTULO 1: “Selección de las familias resistentes”

Características de las familias resistentes

Familia resistente: aquella que ha demostrado poseer capacidad para derrotar


psicoterapeutas.
Una vez que ha sido vencida la resistencia inicial, y la flia “pescada” se puede continuar
tratando a sus miembros como si fuesen cooperativos, hasta q el terapeuta encuentra una
nueva resistencia.
Yo hago terapia familiar estructural con la mayoría de las flias hasta q encuentro
resistencia; en ese momento abordo la resistencia de un modo sistémico breve.
Otra de mis maneras de evaluar la resistencia es la descripción de los síntomas.
Mientras más grave y crónico es el síntoma, más resistente al cambio será la flia. esta hipótesis
se basa en mis experiencias clínicas y me llevaron a elaborar los siguientes supuestos:
 Todos los síntomas de los hijos estabilizan a los matrimonios inestables; y si un
síntoma “leve” no puede estabilizar a una pareja, se necesitará un síntoma “grave”.
 Mientras mayor sea la magnitud del conflicto matrimonial, mayor será la magnitud
del síntoma.
 Mientras más encubierto esté el conflicto matrimonial, más se necesitará un
síntoma para estabilizar el conflicto de la pareja a fin de q permanezca oculto.
En todos los casos q he tratado la eliminación del síntoma de un niño ha estado
acompañada de una intensificación y de un agravamiento de un conflicto matrimonial.
Cuando la pareja no reconoce el problema o no está dispuesta a encararlo en el
tratamiento, el síntoma del niño se mantiene periódicamente o permanentemente.
Trabajar con la pareja antes de q ambos estén preparados de con frecuencia por
resultado q el niño los “rescate” produciendo síntomas de nuevo. Entonces la pareja sólo
utilizará la terapia para hablar de su hijo sintomático. El terapeuta debe esperar hasta q el
síntoma del niño desaparezca y después, la pareja solicite una terapia.
A través de los años, la relación de vaivén q he observado entre el síntoma de un niño y
un conflicto matrimonial me he convencido de q todos los síntomas de los niños estabilicen a
los matrimonios.
Mientras más severo y crónico es el síntoma, más resistente al cambio será la flia.
Algunos de los terapeutas derrotados por la familia son profesionalmente muy
competentes; por lo tanto una historia crónica me indica q la flia está buscando más bien la
homeostasis q el cambio y q será resistente.
Un síntoma grave me dice tb q el sistema resistirá al cambio, dado q requiere un
síntoma tan grande para estabilizarse. Es probable q en todos los sistemas familiares se
produzcan primeros los síntomas “pequeños”, y q si un síntoma pequeño no es suficiente para
estabilizar un sistema, se desarrollará uno grande. Cuando se elimina un síntoma grave y
crónico, el cambio q se produce en los sistemas, sobre todo en la pareja matrimonial, es más
drásticos q cuando el síntoma es pequeño. (hay un ejemplo pag 17)
El último de mis supuestos es que mientras más encubierto está el conflicto matrimonial,
mas se necesitara de un síntoma para estabilizar el conflicto, de modo que pueda permanecer
oculto, esto es q, Mientras más peleas hay en la pareja o más evidente es su conflicto, más fácil
resulta ayudar al sistema familiar a cambiar.
Al tratar a una familia resistente uno de cuyos miembros es anoréxico, bulímico,
maníaco-depresivo o bien un obsesivo-compulsivo hospitalizado, mis hipótesis de trabajo son

137
diferentes que al enfrentarme con una familia en la cual el problema es una enuresis nocturna o
un trastorno de conducta leve. En el primer grupo existe un conflicto matrimonial intenso y a
menudo encubierto y que la resistencia al tratamiento será considerable, debido al miedo de la
flia (real o imaginario) de q si el tratamiento tiene éxito, alguno de sus miembros se irá.
Otro índice para determinar el grado de resistencia de un sistema. Es el número de
psicoterapeutas vinculados habitualmente a la familia. a estos los llamo “doctores homeostato”.
Mientras mayor es el número de doctores Homeostato implicados en el caso, más resistente al
cambio será la flia. A veces estos mismos homeostatos cumplen funciones casi iatrogénicas.
Éste es uno de los primeros factores q hay q considerar y eliminar a fin de poder empeorar a
ocuparse del sistema familiar nuclear. (Caso pag 18).
Otro determinante de la resistencia es el proceso de derivación o del contexto dentro del
cual se deriva a una flia para ser tratada. A veces, se descubre q la resistencia al cambio se
debe más al contexto de la derivación q a las flia. La derivación podría estar “arreglada” para el
fracaso; esto puede ocurrir cuando se recibe una derivación “hostil", en esta situación, para
poder empezar el tratamiento es necesario evaluar y reducir o eliminar, las fuentes potenciales
de resistencia q pueda haber en el contexto de la derivación.
Tb es posible destacar otras fuentes de resistencia durante la conversación telefónica
inicial con la flia. La forma en que se recoge la información y se maneja la resistencia
constituye una parte fundamental del tratamiento.

La llamada telefónica inicial:


Acostumbro a tomar sólo la tentativamente lo recogido por otros terapeutas.
Mi primer contacto con la flia es una llamada telefónica a la persona q llamo inicialmente.
Una de las primeras cosas q hago es esbozar un genograma q incluya a todos los miembros de
la flia nuclear con sus edades, estado civil y lugar de resistencia. También identifico a los “otros
significativos” q viven en la casa, y no pierdo de vista a los abuelos u otros miembros
importantes de la tercera generación q vivan.
Después obtengo una historia de la sintomatología. Mientras más crónico parece el
síntoma, más difícil será la terapia familiar y más resistente al cambio el sistema familiar.
También consigo una breve historia de los tratamientos.
Después empiezo a pensar si veré a esta flia solo, con un colaborador o con un equipo
de terapeutas de familia observando a través de un espejo que solo permite ver desde afuera.
Si es una flia con una historia abrumadora, prefiero invitar a otro terapeuta a participar del
tratamiento.
Mientras más difícil, astuta y resistente es la flia, más necesario es tener a mano otros
terapeutas. El número de terapeutas que se necesitan para tratar a estas familias depende de
las características de la familia y de las experiencias del terapeuta que está ha tenido. Es
importante q la fuerza terapéutica hacia el cambio iguale o supere a la fuerza de la flia contra el
cambio. (Un caso pag 21).
Con el paso del tiempo y la acumulación de experiencias los terapeutas se tornan más
capaces de evaluar cuanta fuerza terapéutica se necesita. Al trabajar con estas flias. Es una
ventaja disponer de la mayor cantidad posible de combinaciones terapéuticas.
Si los terapeutas menos experimentados empiezan a sentirse ansiosos cuando no
pueden enfrentarse a estas flias, deben pedir ayuda y procurarse una supervisión o bien otros
terapeutas con los cuales trabajar en equipo.
Durante la entrevista telefónica inicial es importante descubrir cuales son los miembros
de la flia q están en ese momento bajo tratamiento individual, con quien y desde hace cuanto
tiempo. Luego se invita a las flias a iniciar el tratamiento aun cuando algunos de los miembros
sigan en terapia individual. A medida de q la terapia de flia progresa y se hace más importante,
podemos “liberarnos” de los terapeutas individuales.
La pregunta crucial es si la terapia individual afecta al sistema y al síntoma q se
presentan ante el terapeuta de flia y se pregunta sólo pede ser respondida si éste ve a la flia. El
hecho de q un miembro de la flia este bajo tratamiento individual no es automáticamente una

138
contradicción pata la terapia fliar. Es responsabilidad del terapeuta determinar la importancia de
la terapia individual para el individuo y para la flia antes de hacer generalizaciones innecesarias.

Evaluación del contexto de la derivación:


Una vez comprendido el contexto es más fácil encarar con eficacia la dinámica de la
familia, como también la dinámica de la relación entre el terapeuta de origen y el que recibe el
caso.
Empecé a advertir que las derivaciones de los colegas podían agruparse en categorías
tales como “amistosa”, “hostil”, ”de buena fe”y “tramposa”. Para mi una derivación amistosa
proviene de un colega q básicamente me aprecia o respeta mi trabajo, y q hace la derivación
por q está realmente estancado o por alguna otra razón legítima, como por ejem q el paciente
desee iniciar una terapia de familia o de pareja. En ese caso no examino tanto el contexto de la
derivación por que el colega derivador ya ha realizado una buena parte del análisis.
El contexto de la derivación hostil o tramposa requiere un examen mucho más
cuidadoso. Si el terapeuta no me aprecia o no me respeta mi trabajo o es muy competitivo hacia
mí, entonces dirijo mi atención a la dinámica de la derivación. En tales casos casi
invariablemente entro en contacto con el terapeuta antes de hablar con la familia, la pareja o la
persona, y trato de averiguar lo que está aconteciendo.
Durante la conversación telefónica con el colega trato de entender la dinámica de la flia
y la dinámica de la derivación como tb de formarme una idea de las razones de la derivación.
A veces recibo derivaciones ambiguas, q tb merece un examen cuidadoso; por lo
general la trato estratégicamente. X ejem: un paciente llama para hacer una cita y cuando le
pret quien le dio mi nombre, o bien mencionan a un terapeuta de quien yo jamás he oído hablar
o bien q olvidó el nombre de la persona q lo envió.
Otra cuestión importante al hablar con el miembro de la flia durante la conversación
telefónica inicial, es si llaman porque desean ayuda o porque otra persona desea q se los
ayude. Durante esa conversación trato de obtener una comprensión del nivel de ansiedad y de
resistencia que hay en el sistema en cuestión.

Evaluación de la resistencia:
Hay muchas maneras de detectar la resistencia durante la conversación telefónica
inicial. A veces esta resistencia se manifiesta de una manera sutil y algunas no tanto. (ejem pag
28)
La resistencia a la psicopatología puede ser evaluada por la cualidad de la entrevista
telefónica inicial, como tb por algunas de las preguntas q el futuro paciente formula. A veces
esta información se expresa en una forma sutil y no verbal; otras veces la resistencia es
evidente. En alguna medida, la forma en q el terapeuta encara esta resistencia durante l
primera conversación telefónica determina el resultado de la terapia.
Una de las cosas q tengo en cuenta mientras recojo información durante la conversación
telefónica es si la flia o el paciente están “maduros” para el tratamiento. Evalúo el grado de
ansiedad y de desdicha del que llama y también si la ansiedad es mayor que la resistencia al
cambio.
En otras palabras, dejo un tiempo más la fruta en el árbol de los sistemas de familias,
por que sé que a su debido tiempo la fruta madurará y la flia estará dispuesta para la terapia.
(caso pag 29)
¿Y qué se puede decir de las cuestiones éticas implicadas en las decisiones de una
terapeuta de no ver a su familia? Para mí, no hay problema alguno porque no se plantea
ninguna cuestión ética.
Las flias q se niegan aceptar las condiciones de la terapeuta para iniciar un tratamiento
pueden buscar atención (u homeostasis) en otras partes.
Jamás se niega tratamiento a una flia, aun q a veces las condiciones impuestas por el
terapeuta sean rechazadas por ella.

139
A veces los terapeutas q trabajan en establecimientos asistenciales tienen q enfrentar
una cuestión diferente debido a q ha aceptado trabajar con flias q no están listas para recibir
tratamiento. Los hospitales pueden inquietarse bastante cuando un terapeuta decide interrumpir
el tratamiento de una familia. Si esta interrupción reduce el ingreso del hospital.
Los sistemas de atención de la salud publicas están atrasados por que sus intensivos
están dirigidos hacia la enfermedad. Lamentablemente, lo usual es que no se les pague por la
eficiencia, sino por la cantidad de horas-paciente de “atención” que se brinda. Mientras no se
reviertan tales incentivos los terapeutas q trabajan en estos establecimientos tendrán q
enfrentarse con flias q no están preparadas para cambiar.
Los terapeutas de los organismos públicos que tienen que tratar a todas las familias,
tienen más oportunidades de lo que parece. Es estas instituciones hay casi siempre mas gente
q solicita tratamientos q terapeutas para tratarlos. La selección de las flias y pacientes
individuales pueden basarse en las cuestiones de resistencias, ello puede dar por resultados q
se trabaje con todas las familias más resistentes y difíciles, pero que también puedan ser las
más ansiosas y por lo tanto las mejores preparadas para el cambio. (caso pag 32)
Creo que el temor de un terapeuta a perder familias le hace perder poder terapéutico y
evita que el sistema cambie. Cuando el terapeuta teme perder una flia y tiene, escasa influencia
terapéutica, realimenta torpemente un cuidado superficial en vez de hacer tratamiento. Solo
cuando la flia necesita al terapeuta mas que este a la flia, el cambio se da en condiciones
óptimas. (Caso pag 34).
Seria útil e instructivo q los hospitales y clínicas dieran a todos sus terapeutas una
especie de año sabática de residencia durante el cual les estuviera permitido perder flias. Sólo
entonces podrían empezar a apreciar el poder q ellos y la terapia pueden llegar a tener cuando
se deciden, estratégicamente perder flias.

Qué miembros de la flia son invitados en la primer sesión:


Hay cuestiones complicadas implícitas en la selección de flias y en “evitar” a las flias
resistentes a iniciar un tratamiento. En este punto se toman decisiones importantes. A quien se
evita la reacción de la flia ante la invitación, como así también la reacción del terapeuta ante la
flia son cuestiones que determinaran, en parte, si el tratamiento ha de empezar y cual será el
resultado q se obtenga.
Cuando hay síntomas graves tales como psicosis, anorexia, depresión suicida o
cronicidad de un síntoma, yo no entrevisto a la familia a menos que todas las personas que
vivan en la casa estén dispuestas a asistir a la primer sesión. Pero cuando en una flia hay un
síntoma grave o crónico, prescindir de alguno/s de los habitantes de la casa le resta al
terapeuta poder, flexibilidad e información para ayudar a la flia a cambiar.
Cuando el terapeuta resuelve trabajar sin algunos fliares invariablemente la eficacia
terapéutica disminuye, por que solo se le permite al terapeuta ver a la parte del sistema familiar
que solo ellos quieren mostrar. Cuando el terapeuta accede a ver sólo una parte de la familia se
convierte en cómplice de la confabulación fliar. Las flias q desean iniciar el tratamiento se las
arreglan parea llevar a todos a la primer sesión y las q no pueden o no desean hacerlo
necesitan tiempo para madurar, todavía no están preparadas para el tratamiento. Mientras más
familiares hay en una sala más información se recoge del sistema familiar. Además es posible
hacer numerosas intervenciones, rituales o interpretaciones. En resumen: al trabajar con una
flia resistente que presenta síntomas graves o crónicos, la probabilidad de efectuar un cambio
de todos los familiares es mínima. Entrevistar solo algunos da por resultado una confabulación
entre el terapeuta y la flia, lo que a su vez hace que el terapeuta estabilice la familia en vez de
modificarla. Muchas veces la flia sale en busca del terapeuta que se adaptará a ella. Lo que
importa es que el terapeuta serio, a quien le interesa cambiar la situación y no estabilizarla, no
tiene por qué adaptarse al plan de la familia.
La situación se complica cuando el paciente identificado tiene entre 20 y 40 años de
edad y todavía vive en la casa paterna.

140
Cuando hay muchos hermanos, todos desparramados por el país, suelo insistir en q la
primera sesión incluya a los padres, al paciente identificado y por lo menos a uno de los
hermanos “no sintomáticos”. Hay muchos motivos para insistir en la inclusión de por lo menos
un hermano no sintomático. Con frecuencia nos damos con una situación en la cual el síntoma
crónico es exhibido por el último pájaro del nido; y nos enteramos q los padres han estado
luchando heroicamente durante los últimos 15 años para “ayudar” a este a crecer y abandonar
el nido. Este triangulo parece “congelado”, estereotipado e inflexible. Las posibilidades de
introducirse en esta flia para descubrir informaciones importantes son mínimas. De algún modo
la inclusión de otro hermano modifica este sistema congelado y da más posibilidades al
terapeuta de penetrar en la familia, obtener información y cambiar el sistema con
intervenciones que incluyan al hermano no sintomático.
Así como el triángulo final ( madre, padre, PI) fue congelándose cada vez más a medida
q los hijos mayores abandonaban la casa paterna, se va haciendo cada vez más tratable
gracias a la inclusión de otros hermanos en la sesión inicial del tratamiento. Mientras mayor
sea el número de hermanos adicionales, más fluido será este triángulo final y congelado y por lo
tanto más oportunidades se presentarán para inducir el cambio terapéutico.
La relación fraterna es especialmente importante cuando hay solo 2 hermanos: uno, el
PI; y el otro, una persona que vive lejos de los padres, está casada, tiene hijos y lleva una
existencia satisfactoria.
La flia busca toda clase de pretextos para excluir a esta persona. Sin embargo, una vez
q ha empezado el tratamiento y el terapeuta ah logrado reunir a la familia, las probabilidades
de lograr que la familia incorpore al hermano no sintomático aumentan considerablemente.

Las maniobras previas a la primera sesión:


Algunas flias son muy emprendedoras y disponen de numerosos medios para impedir el
acceso a la primera sesión. (caso pag 38)
Es importante que el terapeuta distinga entre lo que es resistencia y lo que no lo es; y q
actúe en consecuencias. Recién cuando se han establecido y considerado estas diferencias
puede comenzar un tratamiento eficaz de una familia resistente.

141
CAPÍTULO 2: “Captar familias”:
Se abordarán algunos problemas implícitos en el proceso de la captación de flias
resistentes.
Cuando una flia inicia un tratamiento, empieza a formarse una relación entre ella y el
terapeuta. La forma en que esta relación se desarrolle dependerá en parte de lo que el
terapeuta haga y de lo que la familia muestra. El grupo de Milán da a entender q con frecuencia
lo que una flia muestra es una maniobra o una actitud hacia fuera, y no necesariamente lo que
una flia es o lo que realmente siente o piensa.
Parte del proceso de definir la relación entre terapeuta y flia implica incorporar a la flia en
el tratamiento. El terapeuta tiene muchas opciones.

“Unirse pero conservando la metaposición con el sistema”:


Cuando empiezo a trabajar con una flia resistente me uno activamente a ella de todas
las maneras posibles. Busco oportunidades de vincularme a la familia. Cuando dirijo la
entrevista inicial tb trato de unirme la flia. A medida que la familia despliega su propia historia
subrayaré todas las similitudes entre ella y yo. Estas pueden implicar un pasado similar, una
estructura fliar parecida, intereses, gustos y nivel cultural semejantes.
Los terapeutas deben aprender a vincularse con las familias, pero permaneciendo al
mismo tiempo emocionalmente ajenos, en una posición que podría denominarse
“metaposición”. Hay muchas maneras de mantenerse en una metaposición respecto de una flia.
Una de ellas consiste en considerar a los actos de provocación de la familia hacia el terapeuta
como maniobras. O sea que una de las maneras de mantenerse apartado es considerar a las
maniobras emocionales exactamente como eso, y no como “lo real” (hay un caso y un ejem pag
43)

Captación por medio del jiu-jitsu:


El jiu-jitsu es un arte marcial en el cual uno utiliza la fuerza y el peso del adversario para
derrotarlo. En terapia, es un intento por parte del terapeuta de sacar ventaja de una situación de
elevada ansiedad reduciendo algo la ambivalencia respecto del tratamiento y haciendo
descender el nivel de resistencia de la flia.

Captación con reencuadre, intriga y misterio:


En psicoterapia el reencuadre se produce cuando un terapeuta ofrece una nueva
manera de mirar algo, una manera diferente de aquella en la cual el paciente ha mirado hasta
entonces el mismo fenómeno. Si el reencuadre le es presentado al paciente de un modo
coherente con su manera de pensar, organizar su vía y percibir su mundo, es probable que sea
aceptado.
Cuando un reencuadre es aceptado, no sólo cambia la percepción sino tb la efectividad
asociada a ella. (Ejem pag 47). Si el reencuadre no es sistemáticamente “verdadero”
probablemente tendrá menor poder terapéutico. El reencuadre es una oportunidad de compartir
con una flia una poderosa explicación alternativa de una situación penosa e inexplicable.

Captación por la danza de los 7 velos:


Muchas veces, las familias resistentes que quieren iniciar un tratamiento experimentan
una considerable ambivalencia acerca de si se comprometerán a hacer terapia de familia. Por
una parte, buscan tratamiento debido a la ansiedad y el dolor, por otra, le temen por q perciben
posibles consecuencias del cambio.
Aunque es frecuente que las familias resistentes busquen ayuda, por lo general asisten
a la primera sesión con sentimientos fuertemente ambivalentes acerca del cambio. Cuando el
terapeuta percibe esto debe invertir de un modo q aumente el compromiso de la flia con el
tratamiento. Una de las maneras posibles es reducir la resistencia es usar la actitud q yo llamo
“danza de los 7 velos”, la cual implica q el terapeuta adopte una posición simétrica respecto de
la actitud ambivalente de la flia. cuando ella a su modo expresa: Queremos que usted nos

142
ayude, pero no queremos que nos cambie, mi respuesta es: me gustaría ayudarlos pero no
estoy seguro de poder.
Las escisiones ambivalentes de la flia respecto del tratamiento se reflejan en las
escisiones terapéuticas expresadas en el mensaje. La primera escisión se da entre los
terapeutas y el equipo, y surge de q los primeros expresan analógicamente q desean ayudar a
la flia, mientras q el equipo se muestra dubitativo y pesimista. Una segunda escisión consiste en
decir q los padres afirman q quieren someterse al tratamiento pero q probablemente los hijos
no colaborarán. La tercera es decir q la flia desea el tratamiento pero q su lealtad sería puesta
en peligro si el tratamiento tuviera éxito.
Las escisiones ambivalentes del mensaje terapéutico pretenden contrarrestar las
escisiones ambivalentes de la familia. En consecuencia, esto reduce la resistencia y tiende a
lograr q la flia se acerque a la terapia en vez de alejarse de ella. Por último, el mensaje implica
que los hijos decidirán si la terapia debe comenzar. Esta prescripción moviliza a la flia hacia el
objetivo terapéutico de q los padres vuelvan a hacerse cargo de la flia. Cuando hay una fuerte
resistencia hacia la terapia, se llama a la primera sesión consulta, conversación, reunión fliar, o
charla. La denominación de estas sesiones iniciales forma parte de la danza, hasta q se llega a
un contrato entre la flia y el terapeuta.
El tratamiento empieza cuando se establece el primer contacto con la flia, pero esto no
se reconoce abiertamente hasta q se llega al contrato o se reduce la resistencia. (Ejem pag 54).
¿Cuándo entonces se usa la danza de los 7 velos? Al trabajar con flias resistentes, uno se
encuentra muchas veces con una situación en la cual hay un gran nivel de ansiedad en la flia y
una fuerte resistencia a la terapia y/o al cambio. La danza intenta reducir la resistencia del
sistema y encaminar a la flia hacia el tratamiento, el terapeuta y el cambio. La danza es un
intento, por parte del terapeuta, de aprovechar una situación de elevado nivel de ansiedad,
reduciendo en algo la ambivalencia hacia el tratamiento y haciendo disminuir la resistencia de la
flia.

Captación arrojándole guante al estilo milanes:


Otra manera de captar flias resistentes es la q el grupo de Milán describe en su clásico
trabajo sobre terapia con esquizofrénicos y anoréxicos. Capta flias entablando con ellas un
singular duelo.

Resumen:
Se puede advertir q la primera prescripción dada a una flia resistente contiene con
frecuencia tanto cualidades de captación como movimientos estratégicos iniciales tendientes a
cambiar el síntoma del sistema. Sin las cualidades de captación hay escasas posibilidades de q
la flia permanezca bajo tratamiento el tiempo suficiente para q tenga lugar un cambio.
Los terapeutas deben ser flexibles y creativos para permitir que tanto la captación de los
terapeutas se produzca de las más diversas maneras posibles.

143
PARTE 2:

CAPITULO 3:

Todas las flias tienen la misma respuesta inicial cuando les interrogo acerca de la
posibilidad de una mejoría o un empeoramiento: seria maravilloso, seria terrible, etc; pero si
insisto en al indagación, alguno de los familiares da a entender que la eliminación del problema
podría desencadenar alguna consecuencia negativa para la familia. Cuando la familia no acierta
en imaginar alguna consecuencia negativa de la eliminación del síntoma, las ayudo formulando
la pregunta de otro modo ¿qué peligro significaría para la familia la eliminación del síntoma?.

Los objetivos de la familia:


Siempre es posible obtener importante información sistemática por medio de las
siguientes preguntas: ¿qué esperan los fliares que suceda al iniciar el tratamiento? ¿Cuál es su
objetivo ideal?¿Con qué se conformaría?¿Qué grado de optimismo tienen respecto de la
mejoría?¿Cuál es la historia familiar respecto de anteriores ayudas recibidas?¿Y cual fue Un
hipótesis es la mejor corazonada o su posición tentativa acerca de porque se produce un
síntoma y como sirve para equilibrar un sistema familiar. En el sentido científico se formula una
suposición temporaria y después los datos obtenidos por el investigador confirman o refutan la
hipótesis. Cuando los datos no confirman una hipótesis clínica, se rechaza la hipótesis inicial y
se formula una nueva.
Cuando una hipótesis es inicialmente confirmada por alguno de los datos obtenidos
durante la sesión de tratamiento, por lo general, busco una mayor confirmación formulando mas
preguntas. Cuando mi hipótesis se ve confirmada por medio de líneas de interrogación
diferentes y separadas, estoy en mejores condiciones para elaborar una prescripción o un ritual
como intervención para provocar el cambio en la flia. La forma en q la flia reaccione frente a
esta intervención inicial confirmara o refutara la hipótesis inicial. Por lo gral la retroalimentación
que se origina en la intervención se pondrá en evidencia en las reacciones no verbales de la flia
frente ala intervención, o en un cambio del sistema familiar.
Una de las ventajas es que la hipótesis orienta al terapeuta hacia la obtención activa de
información acerca de un síntoma y del sistema familiar de una manera sistemática. La
información es crucial y de índole digital. Por digital se entiende la descripción verbal que la flia
hace del síntoma tratado y de las soluciones que han intentado para eliminarlo. La obtención de
esta información digital no prohíbe el rastreo de la información analógica, incluyendo todos los
comportamientos no verbales.
Otra ventaja de utilizar una hipótesis clínica es la inherente flexibilidad y el hecho de ser
tentativa le otorga a la hipótesis. Al llamar hipótesis a una hipótesis, el terapeuta permanece
abierto a la posibilidad de cambiarla cada vez que datos diferentes sugieran una solución
diferente para el enigma.
La hipótesis clínica permite tb al terapeuta mantener la distancia emocional respecto del
sistema afectivo familiar.
La formulación de la hipótesis empieza con la llamada telefónica inicial. Mientras hablo
con la flia construyo un primer genograma básico para hacerme una idea de la familia y el
síntoma. En parte, lo construyo, para decidir a quien invitar a la 1era sesión. Comienzo tb a
formular mi hipótesis acerca de la función que el síntoma puede cumplir en la flia.
Trato tb de averiguar algo mas sobre la fuente de la derivación y la historia de
tratamientos anteriores. Cuando una flia presenta una historia impresionante de tratamientos
fallidos, sobre todo con terapeutas competentes, empiezo a pensar que el cambio es lo que
ultimo figura en el programa de vida de la flia. Quizás acudan a mí por otras razones: para
mantener la homeostasis; porque en algún momento estuvo por producirse un cambio y la
familia abandono el tratamiento debido a ello; porque algún cambio en el ciclo vital está
alterando el precario equilibrio del sistema.

144
Una de las cosas que hago cuando me entero de q la flia puede exhibir una
impresionante historia de tratamientos fallidos, es invitar a la sesión a mas miembros de los que
invitaría en otro caso. Sé que si he de cambiar a esta familia, el tratamiento debe ser diferente
de lo que la familia espera. Trato inmediatamente de modificar el juego al que la flia esta
acostumbrada. Si la flia accede, tendré mas posibilidades que el terapeuta anterior de inducir un
cambio,
Al incorporarse a mas miembros de la flia, sobre todo a los de la 3era generación (los
abuelos), hay menos oportunidades de presentar al terapeuta la misma antigua historia
convencional.
Uno de los supuestos que utilizo al formular una hipótesis de diagnóstico es: cuando hay
1 síntoma grave y/o antecedentes de tratamiento fallidos, es frecuente que la solución terapeuta
a la situación este entre la 2da y 3era generación. Aunque los padres inicien un tratamiento
debido a su ansiedad por el hijo sintomático, tb están aterrorizados por tener que enfrentar las
consecuencias de que su hijo se vuelva asintomático: Examinar su matrimonio y la relación con
sus padres.
Al requerir la asistencia de los abuelos a la 1era sesión, el terapeuta:
1. Reúne a los principales personajes.
2. se provee de un mayor volumen de información para verificar la hipótesis clínica.
3. tiene, como en consecuencia, mas posibilidades de cambiar a la familia.
La estrategia implica despejar el camino para ocuparse por alguno de4 los antiguos
asuntos entre los padres y sus padres, e iniciar un trabajo de separación entre estas dos
generaciones: Después los padres podrán “ dejar ir al PI” y continuar su trabajo con sus padres
y con ellos mismos. Si los abuelos han muerto busco reemplazantes que los representen, como
tios/as.

Supuestos para la formulación de la hipótesis:


1. Todos los síntomas de los hijos reflejan alguna disfunción conyugal.
2. mientras más grave es el síntoma del hijo, más intenso y resistente es el conflicto
conyugal.
3. Mientras más encubierto este el conflicto conyugal, más resistente al cambio será
el sistema familiar.
A continuación enumero algunos otros supuestos útiles:
Supuesto: solo se puede estar casado con una persona por vez.
Supuesto: los cónyuges están igualmente confundidos o fusionados con sus respectivas
flias d origen.
Si en un matrimonio uno de los cónyuges esta aun casado con uno de sus padres, es
muy probable que el otro cónyuge este casado con uno de sus progenitores. Por lo tanto,
cuando una pareja inicia un tratamiento porque tiene problemas conyugales, parte de sus
problemas provienen del hecho de que aun no están casados entre sí, sino que todavía están
emocionalmente ligados a sus familias de origen.
Supuesto: las personas incapaces de vincularse, o de establecer relaciones estables con
otros, están aun casadas con sus progenitores, y más bien con sus madres que son sus
padres, o profundamente vinculados al matrimonio de ambos.
Este supuesto explica que con un mínimo de patologización, porque a los pacientes les
resulta difícil vincularse con los otros.
Supuesto: la díada no existe.
Con frecuencia los terapeutas ven ciertos problemas como si se desarrollaran dentro de
una díada, olvidando el 3er lado del triángulo, que está oculto y no aparece como directamente
vinculado con el problema.
En cualquiera de estos casos, el terapeuta necesita reunir a las 3 partes en la 1era
sesión a fin de crear un control terapéutico óptimo, obtener información y suscitar el cambio.
La existencia de los 3 lados del triángulo, se pone también en evidencia cuando una
pareja acude en busca de una terapia.

145
Las preguntas acerca de los síntomas:
Watzlawick, Weakland y Fish, produjeron una guía muy útil para reunir información
acerca de una familia, una serie de preguntas transaccionales y sistémicas que se formulan a la
familia con respecto a la formación del síntoma y las soluciones intentadas por la flia.
El grupo de palo alto afirma que la manera en que la flia se organiza alrededor del
síntoma, es una metáfora de la manera en que la flia se organiza en gral.
Además, la descripción que la flia hace de sus intentos de eliminar el síntoma es tb una
metáfora de su manera de organizarse.
El interrogatorio a la flia empieza con la pregunta más ingenua ¿Quién es el que tiene un
problema? Dirijo esta pregunta a todos los miembros de la flia que hablan. Instintivamente no
les pido a los familiares silenciosos que hablen ni les hago preguntas hasta que estén
preparados por hablar o se mueren por hacerlo.
Un terapeuta que trate d obtener respuestas de los fliares mudos, perderá
inevitablemente poder y se enajenara el respeto de la familia.
¿Quién es el que tiene el problema? Es una pregunta interesante porque a veces hay
más de un paciente identificado en la familia pero, el familiar que presenta abiertamente el
problema suele ser el salvoconducto para iniciar el tratamiento. La familia puede presentar un
paciente o varios. Cuando toda una flia visualiza a uno de sus miembros como el único
problema, probablemente habrá mas resistencia al cambio que cuando existen varios
problemas. Una flia con un solo paciente requerirá intervenciones más fuertes y mayor
flexibilidad por parte del terapeuta.
La pregunta ¿Porqué ese síntoma es un problema? Ofrece al terapeuta una rápida
lectura del nivel de ansiedad que hay en el sistema. Con frecuencia, uno encuentra una
disparidad entre el contenido de lo que la familia dice que es el problema y el nivel de ansiedad
que demuestra no verbalmente.
Un cuestionamiento mas a fondo de la flia acerca del síntoma debe centrarse en la
fuente funcional o efectiva d la ansiedad que ha llevado a la flia a buscar tratamiento.
Otras preguntas como ¿Alguien de la familia no considera que el síntoma sea un
problema? ¿Quién esta mas preocupado por el problema? Proporcionan información sobre las
alianzas y coaliciones familiares abiertas o encubiertas.
Cuando existe una disparidad en el nivel de ansiedad de los padres, se debe buscar
información acerca de cómo el fliar sintomático esta ayudando al progenitor menos ansioso.
Pero también, se debe determinar de qué manera el síntoma ayuda al progenitor más
preocupado. Los síntomas graves sirven a ambos progenitores, aun cuando pueda parecer que
beneficie mas al menos intranquilo.
Al preguntar ¿Qué miembro de la flia esta mas preocupado por el problema? empleo la
técnica de Milán. Esta consiste en pedirle a cada uno de los fliares que clasifique a los otros en
función de su preocupación por el paciente identificado, de mayor a menor. Si uno pregunta
simplemente quien esta preocupado por el síntoma de “x”, la presión social impulsaría a todos
los fliares a responder “todos lo estamos”. Esta respuesta no le proporciona al terapeuta
información sobre el sistema. Al preguntar ¿Quién está más preocupado? El terapeuta está
reconociendo los que están.
Después paso a las preguntas acerca del síntoma ¿Con qué frecuencia se presenta?
¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién reacciona ante el síntoma? ¿De qué modo?, etc. Formulo estas
preguntas a todos los fliares.
Las familias inician su tratamiento con descripciones abstractas del problema, sus
causas y sus solucione. En al medida en q el terapeuta se conforme con las descripciones
abstractas sus hipótesis serán vagas e imprecisas.
Cuando formulo estas preguntas me convierto en una persona concreta, enfatizo las
palabras “hacer” y “demostrar”. No acepto los estados interiores, las interpretaciones, los
estados de animo, ni cualquier otra descripción que yo no pueda visualizar mentalmente.

146
Para convalidar o refutar mi posterior hipótesis de trabajo necesito de una descripción
minuciosa y cronológica al síntoma. Lo más frecuente será que no proporcionen esta
información si no le es pedida. Creen que ayudan al terapeuta al proporcionarle resúmenes y
abstracciones que descripciones.
¿Cuándo comenzó el síntoma? Es una pregunta crucial, la determinación del mes y el
año de las llegadas y de las partidas es una información esencial.
La elaboración de un genograma detallado y de las fechas importantes, permite darse
cuenta de cómo un síntoma se torno abierto cuando se produjo cierto cambio importante en el
sistema familiar, nuclear y/o amplio.
Independientemente del síntoma, he descubierto que es útil tener en cuenta las
interacciones generacionales al considerar la etiología de un síntoma.
¿Por qué esta familia acude ahora? Es otra pregunta importante q debe ser investigada
durante la formulación de la hipótesis. Hay muchas respuestas posibles a esta pregunta: las
soluciones intentadas hasta entonces por la flia no han dado resultado, de modo q los fliares se
sienten cada vez mas desmoralizados; hay mas ansiedad en el sistema fliar; las soluciones no
psicológicas, como salir de vacaciones, comprar una casa, tener un hijo, recurrir a la hipnosis,
los médicos y la medicación con drogas, fueron intentadas y fracasaron, etc.
¿Cómo explica el problema la familia? Vale la pena dedicar tiempo a obtener de cada
fliar una explicación del problema. Se sostiene q a menudo la percepción q la flia tiene del
problema contribuye a mantenerlo. Para mí la riqueza de esta pregunta reside en considerar los
estilos de pensamiento de los diversos miembros de la familia. Utilizo esta información luego,
cuando en el curso del tratamiento elaboro una prescripción, una tarea o un ritual para la flia.
Mientras obtengo información acerca de la percepción familiar del problema, me
pregunto a mí mismo ¿ el síntoma es percibido por la familia como voluntario o como
involuntario? La distinción es importante en función de lo que el especialista en terapia breve
hará para facilitar el cambio. A menudo “loco” puede ser reenmarcado como “malo” y “malo”
como “protector y afectuoso”. Lo más importante en estos casos es que el reencuadre modifica
la percepción que la familia tiene del problema y le da al terapeuta más poder terapéutico.
“Sacrificio” es una palabra que la mayoría de los jóvenes odian, la utilizo con la mayor
frecuencia posible para reencuadrar síntomas, porque es más positivo utilizarla que permitir que
la familia enferme al paciente o lo use como chivo emisario.

Las soluciones que se intentaron:


¿Quién intento qué cosas y por cuánto tiempo? Es una pregunta centrada en los
intentos de la flia por resolver el problema manifiesto. Al igual que en la descripción del síntoma,
la manera en que la familia intenta resolver el problema manifiesto es una metáfora de su
manera de organizarse. La descripción de la flia de los que se intento, quien, y durante cuanto
tiempo, proporciona al terapeuta mas información acerca de cómo esta organizado el sistema
fliar. Tb le indica lo que no debe sugerir como solución para el problema.
¿Cree la familia que alguna de las cosas que intentó podría haber sido más útil? Es una
buena pregunta, porque a veces la familia da con una solución que podría haber funcionado si
la hubiesen seguido utilizando por un período de tiempo más prolongado. Con ayuda del
terapeuta, los padres pueden seguir usando su propia solución y tener éxito.
¿Los padres concuerdan o discrepan acerca de las soluciones? Constituye otra manera
de evaluar las diferencias que la pareja puede tener en su vida matrimonial, a menudo estas,
aparecen encubiertas.
¿Cómo reacciona cada uno de los fliares ante las soluciones propuestas o
implementadas por los otros? ¿Quién se siente involucrado, y de que modo? Las respuestas le
dan al terapeuta más información sistémica e interactiva acerca de la organización de la familia
y de matrimonio.
¿Su reacción ante ellas?
La determinación de lo que la familia espera obtener del tratamiento le da información al
terapeuta acerca de la organización familiar, su sistema, y su lenguaje. Formular preguntas

147
acerca del objetivo ideal y de lo que querría conseguir es una manera de empezar a trasmitirle
a la flia un mensaje: que esta es una terapia fliar breve y q no vamos a reunirnos eternamente,
para hacerlos felices a todos.
La obtención de una historia detallada de las esperanzas de cambio de la familia, como
de la ayuda recibida anteriormente y la reacción ante ella, es una importante medida del grado
de resistencia al cambio que se encontrará en el sistema.

148
CAPITULO 4: Uso y abuso de los equipos.

Las ventajas del tratamiento en equipo desde la perspectiva del tratamiento:


Con un equipo, el terapeuta corre menos peligro de ser arrastrado dentro del sistema
emocional de una flia. Se siente en libertad en zambullirse en una sesión, unirse a la flia y estar
al mismo tiempo seguro de que el equipo elaborara una intervención fuerte y eficaz.
Otra de las ventajas de trabajar con un equipo es que siempre la combinación,
terapeuta-equipo, es más poderosa que un terapeuta solo. Con flias resistentes, un terapeuta
mas un equipo puede dar por resultado una paradoja terapéutica.
Al trabajar en equipo es posible establecer un perfecto equilibrio entre el mensaje
terapéutico y el mensaje de una familia resistente. La utilización de equipos imaginarios
produce mensajes menos poderosos; y los menos poderosos de todos se producen cuando un
terapeuta que trabaja sin equipo elabora una intervención con un mensaje interior dividido.
La potencia de la resistencia de una familia debe ser contrarrestada por una intervención
o interpretación igualmente poderosa, para lograr que el cambio se produzca. Cuando un
terapeuta esta trabajando con un equipo real, produce mensajes terapéuticos más poderosos y
contradictorios respecto del cambio.
Otra ventaja es el número de personas que componen el equipo; la fuerza del equipo
debe ser igual o mayor que el de la flia, y uno de los factores determinantes puede ser el n de
personas que integren cada grupo.
Otra ventaja es la colaboración y el apoyo que se obtienen en él. Con frecuencia las flias
difíciles que están en tratamiento empeoran como respuesta a la intervención terapéutica. El
empeoramiento puede inmovilizar al terapeuta o conducirlo, junto con la flia, a una recaída en la
Homeostasis. Cuando detrás del espejo hay un equipo la escalada de los síntomas es
neutralizada o genera escasa ansiedad en el terapeuta, en parte porque está constantemente
consultando con otros.
Cuando ciertas parejas o flias empeoran para mantener el control sobre la flia o sobre la
terapia, es crucial disponer de un equipo para mantenerse en una metaposición respecto del
sistema familiar, emocional, y para seguir dirigiendo la terapia hacia el cambio. La diversidad de
puntos d vista hará que con frecuencia la escalada de síntomas sea considerada como una
“maniobra” que algo “real”.
La existencia de un equipo proporciona la oportunidad de establecer una competencia
provocativa, por medio de la cual, los fliares son desafiados a derrotar al equipo pero solo
pueden hacerlo eliminando el síntoma y cambiando el sistema.

Desventajas para el trabajo en equipo desde la perspectiva del tratamiento.


Cuando las cosas no andan bien entre terapeuta y el equipo, o dentro de este, la
dinámica del terapeuta y el equipo se impone e influye sobre el pensamiento clínico de una
manera que es frecuentemente mas negativa que positiva.
Cuando se produce una escisión entre un equipo y el terapeuta; o entre 2 coterapeutas;
o dentro del equipo mismo, estas dinámicas deben ser enfrentadas primero y recién entonces
los terapeutas se sentirán libres de reiniciar el tratamiento. Hacer como si todo anduviera bien,
o internarse en pesadas discusiones acerca del proceso son dos métodos que por lo general,
solo constituyen una seudo solución.
Cuando un equipo esta absorbido e inquieto por sus propios problemas, no queda
demasiada energía para elaborar intervención terapéuticas fuertes y eficaces.
Uno de los riegos de la competencia destructiva es el impulso icc a sacrificar el caso
para mantener o recuperar cierto equilibrio dentro del equipo. Cuando el miembro de un equipo
siente que estas dinámicas interfieren en su trabajo clínico, ha llegado el momento de ocuparse
de los asuntos del equipo, y si estos no pueden ser resueltos se sacrificará al equipo y no a la
familia.
Otro peligro potencial del trabajo en equipo es la tendencia a elaborar intervenciones
que van mas allá de lo necesario. Cuando el equipo es mas poderoso que la familia, procederá

149
a elaborar intervenciones basadas más en la inteligencia del grupo de terapeutas que en la
dinámica de la familia.
Lamentablemente el tratamiento de la flia puede asumir una posición secundara frente a
la dinámica del equipo. Una manera de evitar esto consiste en q uno de los terapeutas sondee
el proceso del equipo y decida, antes de iniciar el tratamiento, si realmente para la flia en
cuestión se necesita un equipo.

Cómo prolongar la vida de un equipo:


Recomendaciones:
1. Todos los meses, designar a uno de los terapeutas chivo emisario del equipo; y
cambiar de persona sistemática y regularmente.
2. Trabajar con las familias más imposibles, resistentes y terroríficas, es decir, sacar
la competitividad del equipo y trasladarla a la familia.
3. Elegir los miembros del equipo en función de su desarrollo cerebral.

150
CAPÍTULO 5: Victimas, asesinos y francotiradores.

Mientras más psicoterapia hago y más reflexiono sobre los sistemas, más veo a los
pacientes asumir la posición de víctimas. Asumir una posición de victima implica visualizarse a
uno mismo como indefenso, castigado, dolorido, impotente, temeroso, ingenuo, honesto y por lo
gral reactivo frente a otra persona, vista a menudo por la victima como el “asesino”. Además,
las victimas suelen manifestar vulnerabilidad, ser muy sensibles frente a los otros, anteponer las
necesidades de otros a las suyas y necesitar más la aprobación de los demás que ser capaces
de aprobar.
Las víctimas sufren por muchas razones. Sienten ira, frustración y dolor; y dado q, en su
condición de victimas, son incapaces de expresar directamente o manejar estos sentimientos,
se encolerizan con frecuencia. La ira, la frustración y el dolor son casi siempre el resultado de
asumirse como víctima, es decir, sentirse despojado, considerar ingratas a las personas por las
que uno hace algo y, no saber lo que uno quiere ni quién es, puesto que por lo general las
víctimas están mas vueltas hacia los demás que hacia ellas mismas. Como la ira, la frustración
y el dolor no se expresan abiertamente, el terapeuta tiene q manejar expresiones indirectas,
tales como enfermedades psicosomáticas, depresión y tácticas pasivo-agresivas.
Habitualmente el “asesino” es tan vulnerable e inseguro como la víctima –o más aun-
pero su vulnerabilidad y su inseguridad están ocultas o se manifiestan a través de
comportamientos visualizados por la víctima como agresivos, duros, hostiles, afectados,
omniscientes, perfectos, invulnerables, inexpresivos, calculadores, o egoístas.
Otra posición q vale la pena describir es la del “francotirador”. Cuando el francotirador es
incapaz de soportar la intolerable carga de frustración y de ira, dispara contra los demás, si
estos son vulnerables o están distraídos. En la “realidad” tanto los asesinos como los
francotiradores son también víctimas. El asesino oculta su vulnerabilidad mostrándose como
invulnerable. El tirador, incapaz de soportar la carga de su ira, dispara periódicamente. Aunque
ambos pueden parecer personas o tipos, o actitudes, se les entenderá mejor si se los considera
como percepción que la víctima tiene de los demás en determinados contextos sociales.

Algunas concesiones al pensamiento lineal.


Una persona llega a convertirse en víctima porque ha estado sujeta tempranamente a un
medioambiente agresivo. En muchos casos el niño, para protegerse de este medio agresivo, se
retrotrae emocional o físicamente. Este es el primer paso para convertirse en una buena
víctima.
Con el tiempo, este reflejo de retraerse se convierte en una pauta usada para enfrentar
otras formas de ansiedad en diferentes contextos sociales y la victima aprende a retirarse, a
reaccionare en vez de actuar y defenderse. Las victimas atribuyen el poder a los otros, puesto q
los visualizan como haciéndoles cosas no perciben q están participando en cuna confabulación
victima-asesino.
Las victimas se sienten enormemente despojadas y esta privación es una importante
fuente de frustración enojo y quizás furor.
Uno de los objetivos del tratamiento con victimas es proporcionarles la experiencia de
salir de la situación de inferioridad en q han pasado la mayor parte de su vida. Una vez que las
víctimas, a través de su preparación terapéutica, experimentan lo que es establecer una
relación de igualdad o de superioridad con los otros, empiezan a disfrutar del ejercicio de su
poder, sus derechos y sus privilegios. Se tornan entonces capaces de llevar una vida más
activa dentro de su contexto social y empiezan a obtener las cosas que desean. Además, al
enseñarles a las victimas a salir de su posición de inferioridad e iniciarlas en la dinámica de las
relaciones personales, los terapeutas pueden ayudarlas a tornarse más responsables, a
empezar a adoptar actitudes de afirmación de su “yo”, a dejar de participar inconscientemente
en ceremonias donde hay víctimas y victimarios.

Las víctimas en su contexto.

151
Es necesario considerar el contexto interpersonal en el que tiene lugar la “victimización”.
Jackson describe los tres principales contextos de relación.
Una persona puede encontrarse en una situación de inferioridad dentro de una relación
complementaria donde existe un consentimiento mutuo, explicito o encubierto, entre otras dos
personas: “seré indefenso y me cuidaras”.
En una relación paralela hay cierta alternancia de las situaciones de inferioridad y de
superioridad en diferentes zonas de una relación de pareja. En estas relaciones hay un acuerdo
tácito de que el control y el poder de la relación son iguales y equilibrados desde el punto de
vista de los dos integrantes de la pareja.
La “victimización” empieza a producirse en las relaciones simétricas cuando hay escaso
o ningún acuerdo entre las partes acerca de las diversas posiciones de superioridad e
inferioridad en la relación. Dos superiores pueden luchar por el control en posiciones de
superioridad, y dos inferiores por las de inferioridad. Hay escaso consentimiento y ambas partes
terminan por sentirse victimas.
Con frecuencia la victimización suele equilibrarse en una pareja del siguiente modo: una
de las partes asume abiertamente una posición de victima, mientras q la otra la asume
encubiertamente. La victima encubierta puede tratar de controlar la situación valiéndose de la
culpa y de tácticas pasivo-agresivas, mientras q la victima explicita puede ejercer el control con
quejas, sermones, castigos o agresividad. Lo que sucede por lo general es que después de
cierto tiempo cada uno se siente victimizado por el otro.
En el tratamiento, una de las cosas q hago para romper este circuito es informar a los
esposos q ambos son victimas en esta danza emocional y q ninguno de los dos comprende la
danza ni tiene control sobre esta. Uno de los objetivos del tratamiento es enseñarles a los
pacientes a hacerse cargo de la danza en vez de permitir q esta controle su relación.

Cómo ayudar a las victimas a cambiar.


Al trabajar con victimas siempre me parece útil señalarles q están asumiendo esa
posición. Las consecuencias de este señalamiento son varias:
1. Dado que las víctimas son tan reactivas, el hecho mismo de señalarles la
posición que están asumiendo empieza por sacarlos de ella.
2. Destacar que una persona está asumiendo una posición de víctima es una
manera esperanzadora de describir la situación, puesto que implica que el sufrimiento es
temporario y que finalmente la persona tendrá control sobre la victimización.
3. Subrayarles a las víctimas que ellas colaboran para serlo les da también la
sensación de que tienen posibilidad de actuar de un modo diferente.
Siempre hay victimas q no responden terapéuticamente cuando se les dice q están
poniéndose en esa situación. Con esta gente yo insisto, trato de demostrarles q están actuando
como victimas.
Cuando la insistencia no funciona, me dedico a la resistencia; suelo así indicarle a la
victima la realización de un proceso ritual.
Si la víctima acepta que se está colocando en esa situación empiezo a tratarla dándole
“deberes para hacer en casa” o rituales. Muchas veces trato de que los “deberes” sean
divertidos y desaforados. El humor y lo exagerado de la tarea indicada empiezan a desintoxicar
el sistema, liberándolo de parte de la ansiedad asociada al cambio.

Cómo ayudar a las victimas a habérselas con los asesinos


Al tratar victimas es importante descubrir donde y como estas personas se sienten en
situación de inferioridad respecto de las percibidas como asesinos. Invariablemente hay algo, a
veces sutil, q la victima ve hacer al asesino y q provoca su inseguridad. El terapeuta debe
rastrear ese algo. En el momento en q la danza es comprendida por el terapeuta, por lo gral
será suficiente para revertir la posición o la respuesta, enmarcándola debidamente, para ayudar
a la victima a salir de su situación habitual.

152
Un reenmarque que considero útil y fuerte es decirle a la víctima que probablemente el
asesino es más inseguro y vulnerable que ella misma y que tal vez sus acciones sean el
resultado de su vulnerabilidad.
Para q una inversión sea eficaz, la prescripción de reenmarque debe hacer q la víctima
se torne relativamente activa con respecto al asesino. Las victimas están acostumbradas a dar
marcha atrás. Una prescripción de reenmarque impulsa a la victima a enfrentar activamente al
asesino después del primero o segundo retroceso.
Al prescribirles a las víctimas una revisión de su situación es necesario tener en cuanta
otros factores. En 1º lugar, el terapeuta debe describir q grado de importancia tiene el asesino
para la victima y si esta requiere mantener su vinculación con aquel. Si la persona percibida
como asesino es importante para la victima, entonces ayudarla a salir de su situación es
conveniente. Pero si ambos no tienen futuro y a la victima no le interesa mantenerse vinculada,
entonces la prescripción tendera a instruir a la victima para desvincularse delicada o
juguetonamente.
La 2º cuestión a tener en cuenta es el control del tiempo. Generalmente mientras menor
sea el tiempo q la victima demore en responder al ataque del asesino, mejor será, ya q reduce
el sentimiento de autocompasión de la victima, no le permite dudar sobre el tema, y además,
constituye para el asesino un indicio de q los antiguos ataques ya no funcionaran.
El 3º factor involucra la eficacia de los enfoques directos o “derechos” en esta relación
tan particular. Insto a la víctima a responder con exclamaciones directas: “Lo que estás diciendo
es injurioso!”, basta ya de ataques!
Cuando las exclamaciones no son escuchadas o respetadas por el asesino, se hace
necesaria una intervención as fuerte, como por ej una inversión de la respuesta de la víctima
(ej: si percibe al asesino frió, responder cálidamente).
Otra intervención eficaz con victimas q visualizan a sus asesinos como agresivos,
hostiles, atacantes, es alentar a la víctima a convertir al atacante en un enfermo mental, con
preguntas amables sobre cómo se siente el asesino, esta maniobra ayuda a la víctima a
mantener el control, y la ayuda a salir de la situación respecto de un asesino que la ataca.

Cómo ayudar a las victimas a habérselas con los francotiradores


Los francotiradores son mucho más difíciles de manejar que los asesinos, sobretodo
porque es más difícil identificarlos. Los tiradores sólo atacan de vez en cuando, si ya no pueden
contener su ira; además, la mayoría de las veces sui ataque es absolutamente inesperado. Por
otra parte, hieren con tal rapidez q casi siempre sus victimas recién tomas conciencia de q
están siendo atacadas después de un lapso considerable. Entonces, cuando hay escasas
posibilidades de responder, la victima se enoja.
Uno de los primeros pasos a dar con los tiradores es identificarlos. Estos atacantes
asumen formas diversas, incluso las de victimas o asesinos.
El paso siguiente para enfrentarlos, consiste en reducir el tiempo de reacción de la
victima. Mientras más refinada y elegante la respuesta, y más rápida, mas posibilidades tiene la
víctima de salir de la situación de inferioridad. Mi preferencia es utilizar el humor y la confusión.
Muchas veces, después de un ataque las victimas se sienten tan confundidas o lastimadas q no
pueden reaccionar adecuadamente. Como están perturbadas no pueden pensar. En
consecuencia, lo que sugiero es elaborar una respuesta que no exija pensar. Lo que hago
después de haber sido atacado es besar al tirador en la nariz, sin dar explicaciones.
Esto tiene varios efectos. 1º provoca en el tirador una reacción inmediata y poderosa. 2º
probablemente lo confunde, dado q la ultima reacción q esperaría de la victima seria el afecto.
3º, responder a un ataque con un beso implica algo así como “perdonar”. Así tanto la confusión
del tirador como la actitud de perdonar contribuyen a sacar a la victima de una situación de
potencial inferioridad y a llevarla a otra, de superioridad. La consecuencia puede ser q los
francotiradores lo piensen dos veces antes de volver a atacar.

153
UNIDAD
III:
La Familia en
Tratamiento.

154
"MOMENTOS DECISIVOS".

Frank S. Pittman.

PRIMERA PARTE.

CAPÍTULO 1: Una teoría de las crisis familiares. Ideas sobre la tensión y los obstáculos.

La crisis, según Webster, es un "estado de cosas en el que es inminente un cambio decisivo en


un sentido o en otro". Es un proceso fundamental para la comprensión del cambio y por lo tanto de una
terapia. En chino la palabra crisis está formada por los caracteres "peligro" y "oportunidad". No es
posible lograr ningún cambio sin crisis.

Crisis:
Se produce crisis cuando una tensión afecta a un sistema y requiere un cambio que se aparte del
repertorio usual del sistema. Los límites se aflojan y permiten la entrada en el sistema de un terapeuta o
de cualquier otra persona que influya sobre el modo en que opera este. Las reglas y los roles se
confunden, las metas y los valores pierden importancia e incluso pueden desaparecer. Se reviven los
conflictos irresueltos, que acaparan excesiva atención. Aumenta la tensión sobre los miembros de la
familia.
A esta altura, los miembros de la familia, quizás quieran eliminar la tensión de algún modo
disfuncional que la reducirá sin solucionar el problema, quizá decidan disolver la familia. Quizá la presión
sobre un miembro vulnerable de la familia alcance un nivel suficiente para producir síntomas. Tal vez uno
de ellos haga el papel de chivo emisario y se convierta en el foco de la atención de todos.

Tensión:
Una tensión es una fuerza que tiende a distorsionar. Las tensiones son, de algún modo,
específicas de cada sistema; es decir, lo que es tensionante para una familia o familiar puede no serlo
para otra/o.
La tensión puede definirse de acuerdo con varios parámetros: si es manifiesta u oculta, aislada o
habitual, permanente o temporaria, real o imaginaria, universal o específica, y si se considera como
producto de fuerzas intrínsecas de la familia o de fuerzas extrínsecas que están fuera de su control. En
general, las tensiones crean menos problemas si son manifiestas.
La respuesta frente a la conducta habitual o recurrente es diferente de la que se produce frente a
la conducta aislada.
Cuando la gente atraviesa un período tensionante, se concentra tanto en lo que le pasa que no
logra darse cuenta que la suya es una experiencia universal. Quizá estas individuos se sienten muy
solos, como si esto les ocurriera únicamente a ellos. Cada etapa de desarrollo parece en verdad
pavorosa para alguien que la considera específicamente suya o de su familia en lugar de entenderla
como un hecho universal. Cuando las experiencias son más o menos específicas de determinada
persona o familia, ella debería llevar a sus miembros a reflexionar sobre porqué su experiencia es tan
diferente de la universal.
Las tensiones pueden surgir desde dentro de la estructura familiar, o una familia puede
encontrarse en una situación tensionante provocada por fuerzas exteriores a ella. Las familias cuyas
culpas siempre se exteriorizan quizá no sientan necesidad de cambiar la conducta que origina las
tensiones. Por otro lado, es igualmente inútil interiorizar cada tensión y culpar de cualquier cosa que
ocurre a algún defecto predilecto de la estructura familiar. Al hacerlo así se pierde la oportunidad de
atribuir la responsabilidad que le cabe a cada miembro de la familia, o de escapar, o de comprender las
realidades difíciles.
Cuando la tensión se define con claridad, se torna tangible y específica, y ello señala el camino
hacia el cambio. Cuando la tensión es confusa, la crisis se extiende sin necesidad y se vuelve
incontrolable. Cada crisis envuelve la interacción de la tensión y de las características de la familia, que
hacen que esta sea vulnerable a una tensión en particular. Es eficaz comenzar la evaluación de una
familia en crisis, centrándose en la tensión en sí. Se debe a que la tensión es el factor más inmediato y el
punto de acceso más neutral y discernible al complejo caos familiar.

Cuatro categorías de crisis:

1) Desgracias Inesperadas:

155
(Muerte de un miembro, incendio, quiebra económica, etc.)
Esta es la más simple y menos común. La tensión aquí es manifiesta, aislada, real, específica y
extrínseca.
Si todos pueden realizar un esfuerzo común para definir la tensión y los cambios que esta
requiere, quizá la crisis no destruya a la familia. Tal vez sea necesario un cambio mínimo en la estructura
familiar, según la permanencia de la tensión. Los rasgos más importantes de la desgracia inesperada son
que la tensión es obvia y que surge claramente de fuerzas ajenas a la familia. Es real. No podría
habérsela previsto. Nunca ocurrió antes. No es probable que vuelva a ocurrir.
Lo que puede hacer la familia es concentrar la mayor parte de su atención en lograr el re-
agrupamiento necesario para mantenerse en funcionamiento.
El peligro de las desgracias inesperadas reside en la búsqueda de culpables: el esfuerzo por
encontrar algo que alguien podría haber hecho para evitar la crisis.
En una familia funcional, todos se reúnen en la tentativa de resolver la crisis inmediata, cualquiera
sean los problemas existentes.
Por lo general, las desgracias inesperadas puras no son el motivo que lleva a la gente a terapia,
sino que ocurren mientras la gente está en terapia. La crisis de las desgracias inesperadas ofrecen una
oportunidad para resolver incluso los problemas estructurales más resistentes de una familia.
Cuando los miembros de esta se reúnen, sin culpa, sobre una base emocional intensa, los viejos
problemas pueden resolverse o descartarse, la comunicación se abre y el contacto se entabla sin tener
que volver a pelear viejas batallas. Hay una oportunidad de curación si las emociones que suscita la crisis
en curso adquieren prioridad por sobre las emociones vinculadas a casos pasados.
(Ej. de caso: Caso 1: "La oveja negra de la familia". Pág. 31-2).

2) Crisis de Desarrollo:
Las crisis de desarrollo son universales y por ende previsibles. Deberían ser manifiestas, pero
pueden poseer algunos rasgos encubiertos. Pueden representar cambios permanentes en el status y
función de los miembros de la familia, y no solo fases temporarias. Pueden surgir a raíz de factores
biológicos y sociales, más que de la estructura familiar. Son muy reales. No tiene nada de único y sobre
todo no pueden prevenirse. Las crisis de desarrollo habituales abarcan el matrimonio, el nacimiento de
hijos, el comienzo de la edad escolar de estos, la pubertad, la independización de los hijos y el posterior
abandono del hogar, el envejecimiento, la jubilación, la decadencia y la muerte de los padres.
En cada estado de desarrollo es inevitable una crisis de algún tipo. La familia tiene la obligación
de adaptarse a la cambiante capacidad funcional o al estado emocional de la persona que entra en la
nueva tapa de desarrollo. La respuesta natural de la familia es demorar el cambio, o incluso castigarlo y
evitarlo. Los problemas surgen cuando una parte de la familia trata de impedir la crisis en lugar de
definirla y adaptarse a ella. También puede haber problemas si alguien de la familia desea que los
cambios propios del desarrollo sean más rápidos o más pronunciados.
Una de las crisis de desarrollo más comunes se centra en la sexualidad de los adolescentes.
Las grandes crisis de desarrollo tienen lugar cuando la estructura de la familia parece incapaz de
incorporar el nuevo estado de desarrollo.
(Ej. de caso: Caso 2: "Cinturón de castidad". Pág. 34-6).

3) Crisis Estructurales:
Las crisis estructurales puras son aquellas crisis concurrentes en las que se exacerban de
manera regular determinadas fuerzas (tensiones) dentro de la familia. Aunque estas sean tensiones
extrínsecas, la crisis es en esencia una exacerbación de una pauta intrínseca. Puede ser recurrente, a
menos que la primera crisis de la serie se maneje bastante bien como para resolver el problema interno.
La tensión puede ser manifiesta, pero es mucho más probable que la crisis surja a raíz de causas ocultas.
Estas familias sencillamente funcionan de este modo: de vez en cuando, como respuesta a fuerzas
misteriosas dentro de la familia, repiten la vieja crisis familiar, con lo cual confunde a cualquier pobre
terapeuta que ande cerca.
La mayoría de las familiar verdaderamente patológicas padecen crisis de este tipo. La crisis es un
esfuerzo para evitar que el cambio tenga lugar. Consagran toda su energía en evitar alguna transición
evolutiva.
La familia debe evitar a toda cosa encontrar una solución a los problemas de los que se queja;
olvidará muy pronto su motivo de preocupación original y se unirá en contra del terapeuta.
Una manera típica de evitar el cambio, así como la terapia, consiste en amenazar con desintegrar
la familia con cada coyuntura.
(Ej. de caso: Caso3: "Viernes a la noche en casa". Pág. 39-40).

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4) Crisis de Desvalimiento:
La crisis de desvalimiento ocurre en familias en las que uno o más de sus miembros son
disfuncionales y dependientes. El miembro funcionalmente dependiente mantiene amarrada a la familia
con sus exigencias de cuidado y atención. Los niños, los ancianos y los inválidos requieren, desde luego,
cuidado de los otros miembros de la familia. La crisis de desvalimiento más grande tiene lugar cuado la
ayuda que se necesita es muy especializada o difícil de reemplazar.
Las crisis de desvalimiento pueden sobrevenir cuando las reglas del cuidador cambian o no son
negociables, o cuando toma decisiones sin explicarlas. También pueden ocurrir en cualquier terapia
donde el programa de la familia no concuerda con el del terapeuta, quien trata de provocar un cambio
que la familia intenta evitar.
Si existe incapacidad crónica es necesario que la familia establezca con el responsable de
prodigar los cuidados específicos una relación que tome en cuenta las necesidades del grupo familiar. Y
es igualmente importante que los familiares comprendan la naturaleza de la dependencia y las reglas de
la relación.
La crisis de desvalimiento más típica y obvia se origina en el trato con persona cuya incapacidad
física o mental es reciente y aún no ha sido del todo aceptada.
(Ej. de caso: Caso 4: "El cuidado de la casa". Pág. 42-3).

Descubrir los puntos de tropiezo de la familia:

Definir la tensión es fácil. A menudo las tensiones pueden descubrirse simplemente preguntando
a la familia: ¿Porqué ahora?.
La pregunta compleja e integrante que se plantea al intervenir en una crisis tiene que ver con la
razón por la cual este hecho en particular resulta tensionante para esa familia en particular. En las
familias en crisis hay una tensión, pero también hay algo que obstaculiza la flexibilidad de la familia lo
suficiente como para que los esfuerzos iniciales de esta por reaccionar resulten inútiles. -¿qué le impide a
los miembros de la familia llevar a cabo los cambios?-.
Cada familia es única y ricamente compleja. La naturaleza del estado de crisis produce tal
alteración de los límites familiares, las pausa de asignación de roles y reglas, el funcionamiento dirigido
hacia una meta, el sentido de la historia pasada y la tensión entre los miembros de la familia que, a
menudo, resulta confuso averiguar que elementos forman parte de la crisis actual y cuales de las pautas
familiares.
Hay algunos tipos de estructura que tornan a la familia más susceptible de entrar en crisis bajo la
influencia de ciertas clases de tensión.
Los puntos de tropiezo pertinentes de la familia quedarán expuestos durante el proceso de la
terapia, a medida que el terapeuta alerta advierta las dificultades con las que la familia se encuentra, al
asistir en la terapia, al definir la tensión, al tratar de resolver o de no resolver el problema. Las
inflexibilidades importantes son aquellas que impiden que la familia haga los cambios que exige la tensión
desencadenante de la crisis actual. Dichas inflexibilidades no son siempre predecibles y puede
identificárselas mejor mediante el proceso de la terapia.
El proceso mismo de la terapia de crisis familiar puede romper todas las reglas familiares y
desafiar ciertos puntos de tropiezo:

• Obstáculos en la Comunicación:
Las reglas contra la comunicación abierta son las que más sofocan la solución de los problemas.
Estas reglas son sutiles, no están codificadas ni son evidentes a los miembros de la familia. La tarea
básica de alguien que se dedica a solucionar problemas familiares es atravesar esta maraña y permitir
que los miembros de la familia emitan los mensajes y las opiniones necesarias.
Las familias suelen tener conflictos con respecto a la comunicación. Hay cosas de las que no
puede hablarse, secretos que los miembros de la familia se ocultan el uno al otro y ocultan al mundo. Hay
temas que no pueden discutirse.

• Obstáculos para la Intimidad:


La terapia familiar exige que la gente se reúna, comparte sus problemas e incluso cargue con la
responsabilidad de sus defectos sobre los demás. La terapia familiar alienta la intimidad, a menudo, un
nivel de intimidad más alto que el que la familia puede tolerar fácilmente. Cuando se exige a la familia que

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trabaje en conjunto en la crisis o en la terapia, estas alianzas se refuerzan. La tensión familiar aumenta
(hay relaciones familiares que pueden formar estrechas alanzas).
La tensión familiar es difícil de describir, pero es palpable. El problema se hace más visible
cuando en la familia hay un nivel alto de tensión, todos excluyen a todos y no queda claro dónde empieza
cada emoción ni a quién le pertenece cada problema. Si la tensión es alta, los síntomas y las emociones
se transmiten rápidamente.

• Obstáculo para los Roles:


Todas las familias asignan roles a sus miembros. Algunos roles son funcionales (el que gana el
pan, por ej.) y otros son emocionales (el bromista de la familia, por ej.). Las asignaciones de roles
funcionales por lo general son bastante claras y obvias, aunque pueden resultan conflictivas. La rigidez
de los roles suele originar una tendencia a la crisis. Las familias que funcionan correctamente
proporcionan cierto grado de respaldo a un miembro cuyo papel no se está desempeñando.
Hay familias que asignan roles sobre la base de la diferenciación sexual, pero impide la
flexibilidad necesaria para adaptarse al cambio.
La tendencia a las crisis no es sólo el resultado de la rigidez funcional o emocional. También
puede originarse en la pérdida funcional. Hay familias que prefieren ignorar determinados roles, como si
en realidad no fueran necesarios. Hay otros roles emocionales que ahogan a las familias (por ej: el padre
que debe siempre saberlo todo, o el hijo que siempre está "en falta").

• Obstáculos para las Reglas:


Del mismo modo que los roles de la familia determinan quién hace qué, las reglas familiares
determinan quién no puede hacer qué. Surge una tendencia a la crisis cuando las reglas prohíben que la
familia funcione o forme parte del mundo, cuando las reglas interfieren con la normal socialización y el
desarrollo de los hijos o impide tomar conciencia de los problemas que requieren cambios y discutirlos.
Da la impresión de que las reglas son más rígidas en aquellas familias que se sienten diferentes
del mundo que las circunda. Las familias cuyos miembros influyen más directa y personalmente uno
sobre otros tiene menos necesidad de reglas: se conocen lo suficiente como para poder confiar en los
demás.

• Obstáculos sobre la Historia Familiar:


Cada familia tiene ciertos temas que nunca se han resuelto y se guardan como en un depósito,
para el caso de que se los necesite en una disputa. Estos conflictos pasados entran en dos categorías:
los que son secretos o se tapan con mentiras, y los que son abiertos, simbólicos y superados. Pero los
problemas secretos no pueden resolverse a satisfacción de todos, y los problemas simbólicos existen con
el principal propósito de permanecer irresueltos.
Por lo general, los secretos implican que se quebrantó alguna regla en el pasado. Tal vez se
invierta mucha energía para proteger un secreto de la historia familiar. Puede que en general este secreto
afecte la conducta y las decisiones sólo de modo leve.
En cambio, hay ciertos conflictos irresueltos que conocidos por todos, que forman parte de la
mitología familiar. Existen para impedir que ocurra un cambio.
Desde luego, toda historia sufre graves distorsiones y sirve en primer lugar como fuente de
elecciones prácticas. La insistencia sobre una determinada visión del pasado puede considerarse un
punto de tropiezo, un modo de definir las cosas que se torna rigidizante.

• Obstáculos en las Metas:


Si las familias valoran las metas más que a sí mismas, se deprimen. No es infrecuente que la
gente sufra mucho cuando debe modificar u abandonar una meta que a otros les parecería más bien
tonta o exagerada. Cuando no se puede abandonar una meta que es claramente inalcanzable, esta
inflexibilidad en cuanto a los objetivos puede sabotear la respuesta a la crisis. Las altas aspiraciones y las
nobles ambiciones pueden convertirse en puntos de tropiezo.
Hay familias que establecen como meta evitar ciertas experiencias temibles. Al verse enfrentadas
a ellas, los resultados pueden ser devastadores. Una mancha familiar hace que los esfuerzos posteriores
por mejorar pierdan sentido, pues no vivir esa experiencia temible ya no es posible.

• Obstáculos en los Valores:


Hay peculiaridades de la estructura familiar que son meras pautas en las que ha caído la familia,
estas pautas pueden ser bastantes fáciles de cambiar y no es probable que se mantengan cuando ya no

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funcionan. Los obstáculos más íntimamente conectados con los sistemas de valores son los que resultan
más importantes, los que tiene mayor probabilidad de provocar graves resistencias a la respuesta ante la
crisis.
Las inflexibilidades se aprenden por lo general de la propia familia de origen.
Hay personas que no cuestionan nunca sus razones para creer en lo que creen. Como
consecuencia, quizás se aferren con tenacidad a sus creencias y a sus sistemas de valores, pero sin
examinarlos nunca. Cando las metas y los valores de uno son producto del conflicto y la elección, se los
puede sostener con mayor firmeza.
Las familias que se limitan a reafirmar sus metas y valores sin cuestionarlos nunca pueden
volverse mas bien rígidas y asfixiantes.

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CAPÍTULO 2: Un modelo de tratamiento. Poner orden el en caos:

Para tratar a las familias en crisis, uno debe tener un aire de clama urgencia, un claro sentido de
la naturaleza del mundo y de cómo funcionan las cosas, una impaciente tolerancia para las personas que
prefieren el caos al cambio y una optimista confianza en que la vida es una serie emocionante de
aventurados obstáculos que se vence mejor si uno sabe a dónde va.
Siete pasos para tratar a las familias en crisis:

1. Reacción ante la emergencia.


2. Foco de atención de la familia.
3. Definición del problema.
4. Receta general.
5. Receta específica.
6. Resistencia a la negociación.
7. Terminación.

1) 1° Paso: Reacción ante la emergencia:

Una emergencia no es necesariamente una crisis. El estado de emergencia es simplemente una


situación en la que la gente siente la necesidad de pedir ayuda a alguien de afuera. El terapeuta que
trabaja en una crisis no espera hacer toda la tarea sólo cuando surge la emergencia. Parte de la reacción
ante la emergencia consiste en su admisión de que está dispuesto a ayudar pero no a hacerse cargo de
la situación.
Una característica del estado de crisis es el aflojamiento de los límites de la familia. Otra es la
limitación temporal de la crisis. Debe llegar rápidamente y trabajar con velocidad.
La excepción a esto la constituye la crisis de desvalimiento, en que la crisis se concibe como una
oportunidad para que la familia sea adoptada por un nuevo protector. No se espera ningún cambio ni
mejora alguna del funcionamiento, sino solo un estado más personal de dependencia.

2) 2° Paso: Foco de atención de la familia:

Por lo general en una crisis los miembros de la familia eligen que se cambie a un individuo de
modo tal que el resto de ellos no deba cambiar. Si se encuentran lo bastante preocupados, estarán
dispuestos a comprometerse. El terapeuta comienza con el miembro elegido por la familia y luego va
involucrando a los otros con la mayor rapidez posible.
Al decidir a quienes debe incluirse en la terapia, recordemos que la presencia de los niños
pequeños no es indispensable en todas las ocasiones y tiende a causar interrupciones. No es preciso
involucrar a todos los miembros de la familia. Cualquiera que tenga poder para aprobar o prohibir el
cambio debe ser incluido.
El terapeuta debe profundizar el sentido de familia, para esto hay técnicas: la más utilizada
consiste en pasar por alto la enumeración de las quejas individuales o grupales y, en cambio, trabajar a
partir de la historia familiar, concentrándose ya sea en cómo se llegó a la situación actual, ya sea en qué
es lo que la familia debió enfrentar en los últimos tiempos.

3) 3° Paso: Definición del problema:

En medio del caos, cuando todos culpa a todos y buscan l origen del problema en el pasado, en
los astros o en la sociedad, el terapeuta es la vocecita que no cesa de repetir: ¿porqué ahora?.
Si la crisis consiste en una desgracia inesperada, se lo dirán con bastante rapidez. Si se trata de
una crisis de desvalimiento, también se enterará con bastante rapidez. Si es una crisis de desarrollo, a
información que se le dé tal vez esté bastante distorsionada. Con tenacidad y paciencia, el terapeuta
debe deducir quién es el que está cambiando, qué es lo que este cambio tiene de nocivo y a quién
perjudica.
Las crisis estructurales son las más engañosas. Si se logra concentrar el foco de atención en la
pregunta "¿por qué ahora?" y se descubre que esto forma parte de una serie, es un problema estructural,
por más que el episodio reciente se relacione con otras tensiones. De modo que, además del porqué
ahora, se debe preguntar si eso ya ha ocurrido antes. También deberá explorar bastante el pasado hasta
encontrar cuándo fue la última vez que la familia funcionaba lo bastante bien como para no necesitar su

160
ayuda. Una vez que descubra cuando comenzó la tensión y a qué se debió, podrá construir una
descripción coherente de la secuencia de sucesos.
Si se reúne la información de modo de explicar la interacción y la parte que cada uno ha cumplido
en ella, la conducta sintomática parece una reacción completamente comprensible, aunque no
necesariamente razonable, ante la situación.

4) 4° Paso: Receta general:

Ni bien se define la crisis, puede intentarse calmar a todos con vistas a hacer luego algo sensato.
Si es preciso internar a alguien debe hacérselo en esta etapa o más adelante (nunca antes de los pasos
2 y 3).
En la primer sesión, tiene que dar una impresión de persona confundida pero concienzuda (la
posición de inferioridad), vacilar a lo largo de casi toda la entrevista (con lo cual evitará la resistencia y
logrará la cooperación de la familia que brindará pistas muy útiles), y finalmente, sacar de la galera la
definición del problema.
En situaciones de patología grave, por lo general no es nocivo prescribir medicación a esta altura,
pero, a menos que el problema sea químico en sí mismo, es importante evitar que la medicación se
convierta en la parte más sobresaliente del aporte del terapeuta.
Sobretodo, la receta general no debe sabotear el esfuerzo terapéutico del cambio.

5) 5° Paso: Receta específica:

Ahora que entiende quién le hizo qué a quién y porqué, puede aclarar qué es lo que ha oído.
Puede decirles qué es lo que una persona sensata haría en las mismas circunstancias.
La receta también puede dirigirse hacia el síntoma en cuestión. A menudo surgen conflictos
acerca de quién debe hacer qué, de modo que pueden darse recetas separadas a cada miembro de la
familia. Lo importante es que el desempeño de la tarea de cada persona sea independiente del de las
otras, de modo que ninguna pueda evitar la suya sin que lo haga también otro.
En las desgracias inesperadas, la estructura simple suele ser suficiente. En las crisis de
desvalimiento, uno ya ha cumplido con su trabajo al convertirse en el nuevo cuidador, pero ahora deberá
poner fin a la dependencia. En las crisis de desarrollo, uno se pone del lado de la autoridad de la familia
si el cambio se produce en un adulto, o del de los padres si el que cambia es el hijo.
En las crisis estructurales suele haber un pendenciero que no se hace cargo de su conducta. Las
tareas prescriptas deben implicar que abandone su actitud y alentar a los oros miembros de la familia a
protegerse de ella, mientras se negocia los diferentes puntos de deposiciones de mayor igualdad. A cada
uno se le debe dar un trabajo, aunque quizás con la advertencia de que usted sabe que s probable que
no lo cumplan y que eso está bien, porque si no lo hace usted podrá descubrir el problema real en cuanto
averigüe porqué no cumplieron.
Las tareas debe asignarse del modo más directo posible. La mayoría de ellas son reales; algunas
pueden ser simbólicas.

6) 6° Paso: Resistencia a la negociación:

En la próxima sesión, usted averiguará quién hizo qué y porqué. La tensión puede concentrarse
en le presente, refiriéndose al desempeño de las tareas. Lo más probable es que el individuo que impida
el cambio a la familia no sea el paciente inicial. Las desgracias inesperadas se resolverán enseguida. Las
crisis de desvalimiento volverán rápidamente al punto en que el último cuidador cortó la relación y huyó.
Las crisis de desarrollo siempre exigen algún tipo de negociación pero, por lo común, no se precisan
demasiadas sesiones para que la familia acepte los consejos objetivos brindados por alguien ajeno a ella.
No obstante, las crisis estructurales pueden ofrecer resistencia por tiempo indefinido. Las familias
que las padecen pueden abandonar la terapia antes de tiempo, como algunas, tratar de enviar a ella a
solo uno de sus miembros. Cada vez que uno de sus miembros mejora, hay otro que l sabotea. La
pregunta en esta etapa es "¿qué es, sobretodo, lo que usted no desea cambiar?".
El foco de la tensión terapéutica se aparta de la tensión que provocó la crisis y se concentra en el
punto de tropiezo más preciado de la familia, el que impide la resolución de la crisis y el cambio. Todas
las familias logran por volver al status quo luego de apenas unos pocos cambios.
Durante la negociación de la resistencia y el punto de tropiezo hay dos personajes centrales en la
familia, ninguno de los cuales sea quizás el paciente identificado. Uno es el miembro de la familia que, a
costa de cualquier sacrificio, siente la necesidad de negar que él esté envuelto en el problema. Esta

161
persona parece creer que si todo se conociera y entendiera, se producirían profundos cambios en la
familia y particularmente en su papel dentro de ella. Esta persona quizás haga todo lo posible para que la
terapia naufrague.
El segundo personaje importante de la familia es aquel que posee el poder para facilitar el
cambio. Esa persona carga con la responsabilidad de mantener unida a la familia, de determinar qué es
una conducta apropiada y qué no lo es, y qué valores adoptará la familia. Esa persona es de por sí la
aliada de la terapia.
La técnica usual para resolver este conflicto es apoyar las buenas intenciones de cada miembro
de la familia y ubicar a cada uno de ellos en una situación en que las buenas intenciones puedan
demostrarse mediante un cambio en la conducta.
La paradoja es una técnica muy popular. Si el terapeuta opina que el paciente se resiste al
cambio a causa de que no le gusta ser controlado por el terapeuta, este puede ordenar al paciente que
no cambie o que cambie en ala dirección opuesta.

7) 7° Paso: Terminación:

Parecería que quienes menos necesitan una terapia son los que más se afanan por tenerla y, en
cambio, los que más la necesitan se apresuran a abandonarla. En el tratamiento de las crisis familiares,
el cambio, cuando se logra, es rápidamente producido; con cambio o sin cambio, la crisis concluye en
unas pocas semanas.
En el caso de la crisis de desarrollo y las provocadas por las desgracias inesperadas, si el
terapeuta permite que la terapia evolucione por sí misma, la familia volverá cuando lo necesite.
Es muy posible que el terapeuta siga impulsando el cambio después de que los miembros de la
familia hayan logrado algo para lo cual vivir. En este punto debe soltarlos. Casi todas las terminaciones
de tratamientos deben ser suaves, dejando una puerta abierta para que vuelvan.
(Ej. de caso con los 7 pasos desarrollados: "Fobia a la escuela". Pág. 65-7).

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CAPITULO 4: La naturaleza del matrimonio y sus transiciones:

Todo o nada.

Los matrimonios fracasan con la misma frecuencia con que salen airosos. El matrimonio es
claramente frágil y propenso a la crisis. La gente forma pareja, se casa y se divorcia, echándole la culpa a
la índole del matrimonio, o a la del sexo “opuesto”, o a la del compañero específico, o al momento de la
vida en que se casaron, o a la química, o a los astros, o al desgaste del amor.
Pocas personas se preparan para el matrimonio o incluso creen necesaria dicha preparación. De
algún modo la sociedad trasmite el mensaje de que el matrimonio funciona mágicamente si se produce
entre las personas “adecuadas”, y si no funciona eso se debe a que ninguna de ambas era la “correcta”.
La gente se casa con esquemas y expectativas basadas en su experiencia anterior en la propia
familia, por lo general el matrimonio de los padres que se les ha mantenido en secreto. Si rea
abiertamente conflictivo, es probable que ninguno de ellos haya sido lo bastante objetivo como para dar a
los hijos indicaciones útiles acerca de que es lo que funciona y lo que no. Si los padres se casaron varias
veces, quizás los hijos hayan aprendido algo sobre la transitoriedad de las relaciones o incluso hayan
detectado algunas señales acerca de que es lo que deben evitar. Los hijos de familias divorciadas
parecen más propensos al divorcio. Quizás no han aprendido a solucionar los problemas maritales, pero
sí cómo escapar de ellos.
En teoría, la gente que ya a estado casada antes debería lograr mejores resultados en un
matrimonio que los primerizos. Pero daría la impresión de que en realidad no es así. La tasa de divorcios
para los segundos matrimonios es en verdad más alta que para los primeros. Es muy frecuente que la
gente vuelva a casarse una y otra vez con la misma persona.
Las personas se casan con los ojos brillantes y las esperanzas intactas sin tener en cuenta los
muchos o pocos matrimonios, propios o ajenos, que han padecido antes. Esperan que éste será diferente
porque por fin han encontrado a la persona “perfecta”. No han aprendido que un cónyuge no es alguien
que cayó des cielo sino el producto de una capacitación en el lugar de trabajo. Y esta capacitación en el
lugar de trabajo del matrimonio no es muy romántica que digamos.

Todo lo que no se doble se romperá:

El matrimonio es tanto más propenso a las crisis cuanto menos flexible. Las inflexibilidades
prevalecen más cuando el matrimonio incluye a dos personas rígidamente diferenciadas por su sexo,
cuando depende de que el romance mantenga invariable su altura emocional, o cuando no hay una red
de relaciones funcionales y emocionales que sirvan de apoyo al matrimonio para reforzarlo y darle
ductibilidad. Por desgracia, los mismos factores que hacen a la intensidad del cortejo (romance,
aislamiento de la pareja y fuertes diferencias sexuales) son los que tornan azaroso el matrimonio.

Sexo y tendencia a las crisis


El matrimonio es la unión de un hombre y una mujer. Cada uno ha sido educado para formar la
mitad de una pareja, y es por lo tanto un ser humano incompleto. A los hijos se los prepara para los
rituales de cortejo, extremadamente importantes, y se los va moldeando en los estereotipos de su sexo.
El estereotipo masculino tradicional, cuando se lo toma al pie de la letra, producía seres que reunían
todas las características de un tirano psicópata, adicto al trabajo y obsesivo-compulsivo. El estereotipo
femenino, cuando se lo tomaba al pie de la letra, se parecía bastante a una victima y mártir histérica,
generadora de culpas y pasiva-agresiva.
A las mujeres se les exigía que observaran de cerca las relaciones; a los hombres se les prohibía
hacerlo. A los hombres se les exigía que compitieran en todas las situaciones; a las mujeres se les
prohibía hacerlo directamente. Solo por accidente alguien podía convertirse en una persona completa
después del entrenamiento sexual. Los que no lograban alcanzar el ideal de su sexo, quizá vivieran toda
la vida avergonzados e inseguros. Pero los que sí conseguían parecerse al estereotipo eran a la vez
ineptos para las relaciones e incapaces de sobrevivir sin ellas.
Se supone que los estereotipos sexuales se relacionan con las verdaderas diferencias biológicas
entre machos y hembras. Estas diferencias son, en su mayoría, reales aunque leves. El sexo es mas bien
un conjunto de convenciones culturales, muy influenciado por la raza, la religión, la política y la economía.
Los estereotipos se han morigerado en los últimos años, pero nos han dejado una cantidad de
generaciones de hombre y mujeres muy diferenciados según el sexo, que se sienten desorientados ante
los cambios en las expectativas sexuales de los últimos años. Seguimos produciendo hombres y mujeres
lisiados por su excesivo sentido del sexo.

163
Tal vez el adiestramiento en la diferenciación sexual prepare mejor a la gente para el cortejo que
para la vida. Los estereotipos sexuales son impersonales y, por lo tanto, deshumanizante. Tal vez el
matrimonio no se torne lo bastante personal para funcionar bien hasta que se resquebrajen los límites del
sexo, y esto resulta atemorizante, porque a los niños y a las niñas se les ha enseñado que la vergüenza y
el ridículo esperan a aquellos que no consiguen vivir de acuerdo con el ideal sexual prototípico.
Mas aún, si la gente piensa en su pareja como un “hombre” o una “mujer”, y no como en otro ser
humano, y espera determinada conducta basada en la distinción de sexo, puede sentir confusión,
decepción e incluso indignación al descubrir al verdadero ser humano que se oculta bajo el estereotipo
sexual. Hay quienes se enojan tanto con el sexo “opuesto” que ignoran al ser humano y solo ven al
estereotipo. Estas personas no llegan nunca a funcionar bien en el matrimonio.
Las relaciones entre los sexos no pueden ser verdaderamente iguales mientras el divorcio siga
siendo más desventajoso en lo económico para la mujer que para los hombres, y la moda determine que
los hombres de mediana edad se consideren más deseables como cónyuges que las mujeres de la
misma edad. Tal vez las mujeres no sean capaces de lograr la igualdad dentro del matrimonio, pero son
menos capaces de hacerlo fuera de él. Nuestros convenios sexuales actuales significan que las mujeres
deben valorar más su matrimonio que los hombres: una desigualdad patente.
Estos convenios se hallan en un continuo fluir.
La desigualdad percibida entre ambos integrantes de un matrimonio debilita a este y aumenta la
probabilidad de resentimiento y rebelión. Los roles sexuales estrictos tornan al matrimonio inflexible y, por
lo tanto, propenso a la crisis. La flexibilidad de los papeles sexuales aumenta la adaptabilidad conyugal y
vuelve mas abierto el conflicto marital, lo cual para algunas personas es insoportable.

Romance y propensión a la crisis


El romance seduce a la gente y la lleva a esperar demasiado. El romance es maravilloso. Pero no
tiene nada que ver con la vida real. La mayoría de la gente en edad de casarse no ha aprendido aún la
diferencia entre el amor y el romance: algunos no lo hacen jamás.
El romance, según Webster, es un “cuento ficticio y maravilloso”, por lo tanto “una experiencia
que encarna la cualidad de lo pintorescamente insólito”. Es obvio que tales experiencias, aunque
excitantes, no son muy sensatas. Sin embargo, la sociedad ha decretado que el romance debe ser la
base a partir de la cual elegir a un compañero para toda la vida.
Estar enamorado es, desde luego, una forma de locura temporaria. Puesto que la intensidad de la
excitación romántica es directamente proporcional a lo pintoresco y lo singular- y por lo tanto a lo
inadecuado-de la relación, las combinaciones más disparatadas son justamente también las más
intensas.
Hay mucha gente que desea más la magia del romance que el matrimonio. No se pueden tener
ambas cosas a la vez. Los románticos inflexibles no pueden tolerar la intrusión de emociones carentes de
“amor” o de “cariño”, la ira se convierte en una crisis tan intensa que llega a oscurecer el problema que la
causó tornando así imposible solucionarlo. Algunos tratan de mantener viva la llama de la magia,
evitando la mundanead de la realidad práctica y fomentando experiencias asombrosas y desconcertantes
que provean un marco pintorescamente insólito para una relación que se vuelve cada vez más mundana.
Tal vez esto sirva de algo, pero el costo suele ser la cordura de alguno o de todos.

Aislamiento y propensión a la crisis


El animal humano parece ser, en su estado natural, un cazador que vive en pequeños grupos
comunitarios. La monogamia parecería ser natural; no lo es, en cambio, la familia nuclear como unidad
totalmente separada, independientemente en lo funcional y lo emocional. Por lo tanto, llegar a
establecerla exige cierto trabajo.
La familia nuclear como ideal de la sociedad es bastante reciente en la historia del mundo. En la
actualidad se encuentra aislada de la familia extendida, así como de la pequeña comunidad o vecindario
de personas que comparten una cultura común, se conocen personalmente y se preocupan cada uno por
la vida de los demás. La familia extendida y la comunidad proporcionan apoyo, amortiguación y las
limitaciones que refuerzan las instituciones vitales, incluido el matrimonio. El animal humano no tolera el
anonimato, y cuando se lo aparta de la comunidad y la familia se desmoraliza y se corrompe con
facilidad, se deteriora.
Una familia nuclear no puede cumplir todas las funciones que requieren sus miembros para el
funcionamiento instrumental, para el emocional. Este rumbo ha resultado desastroso. Ha cargado al
matrimonio (sobre todo a las esposas) con toda la responsabilidad de proveer continuidad cultural,
límites, estabilidad y todo lo que antes proporcionaba la comunidad de amigos y parientes.

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Cuando ambos integrantes de una pareja dependen exclusivamente el uno del otro para todo,
las deficiencias de cada uno se tornan evidentes e importantes, y los talentos de cada uno se respetan
menos y se dan más por sentados, la insatisfacción será mayor, y el conflicto, más probable. Pero la
resolución del conflicto será más difícil porque poner distancia se vuelve insoportable. También es
probable que las fuentes exteriores de apoyo, los “íntimos” exteriores, no formen parte de la comunidad o
de la familia que sirve de amortiguador al matrimonio. Tal vez señalen la momentánea conveniencia de
renunciar al matrimonio en vez de tomarse el trabajo de repararlo. En ausencia de otros miembros de la
familia que puedan participar, existe la tentación de establecer las intimidades necesarias fuera del
matrimonio, cuando se las necesita, sexualizando una relación casual para volverla más
instantáneamente íntima.
El grupo de los solitarios de la vida es divergente y abarca a los desdichados y a los que temen
compartir el control con otros. El matrimonio rara vez los ayuda, pero aún así muchos lo intentan. Es
preciso ser bastante sano para hacer funcionar un matrimonio y hay gente que se casa justamente
porque no es sana y les parece que el matrimonio es un medio de evitar la integridad personal. Los
románticos, adolescentes, psicópatas, y personas que se van del hogar o buscan un padre nuevo y
mejor, no suelen lograr matrimonio muy eficaces ni duraderos. Los depresivos, los alcohólicos, los
obsesivos, los paranoides, los fóbicos quizás deseen casarse para que alguien cuide de ellas y las
proteja impidiéndoles hacer las cosas por sí mismas, aunque no es probable que estén dispuestas a dar
tanto como reciben. Con estas personas es imposible establecer una relación en la que cada uno dé y
reciba.
Hemos supuesto ingenuamente que la gente desea igualdad en el matrimonio. La igualdad es un
concepto en extremo sutil que requiere seguridad emocional, madurez y diferenciación, mucha gente
considera al matrimonio como un concurso en el que uno de los integrantes gana mientras que el otro
pierde. No se dan cuenta de que o ganan los dos o pierden los dos. Con este fin, tolera evidentes
defectos de su compañero, defectos que producen un aura de dependencia, prueba de que el otro lo
necesita a él más que él al otro. El ganador en el concurso del matrimonio es, en apariencia, el que mejor
puede escaparse y, por ende, al actuar de este modo no tiene nada que demostrar.
Ni siquiera puede suponerse que la gente desee ser feliz. La mayoría se toman gran trabajo para
casarse con una persona que las hace desdichadas- en nuestra sociedad se trata de un estado muy
apreciado, garantiza un máximo de libertad y mucho de qué hablar-. A los que admiten ser felices en su
matrimonio se les considera socialmente subversivos: hacen sentir vergüenza a todos los demás.

Los momentos de crisis de desarrollo en el matrimonio:

Aunque la institución del matrimonio es inherentemente propensa a la crisis, hay ciertos


momentos del desarrollo de una relación marital que tornan la crisis más probable, sino inevitable. Estos
se documentan en "The Family Life Cycle", de Carter y McGoldrick, y se han popularizado en Pasages,
de Gail Sheehy. En estos tal vez uno de los cónyuges cambie, confundiendo y alarmando al otro y
provocando una crisis de desarrollo.

El enamoramiento
En todas las relaciones de cortejo se produce una crisis alrededor de la tercer salida, cuando uno
de los dos es el primero en sentir cierto afecto hacia el otro. Si el otro aún no empezado a experimentar
romanticismo, tal vez la relación se confunda y se torne algo pegajosa. Uno de ambos debe reconocer
primero que acaso lo que sienta sea “AMOR”. Decir “ te quiero” es aterrador, no decirlo también lo es, y
no oírlo de parte del otro puede ser causa de suicidio. Las personas inseguras quizá sean las primeras en
apartarse de una relación, pues temen que su necesidad de amor no sea correspondida. No les preocupa
en particular el tipo de amor que ellas dan o las necesidades de la otra persona, cada día esperan la
respuesta de amor que desean desesperadamente, si la persona elegida no se enamora de ellos ese día,
se sienten destinados para siempre a una vida de soledad y degradación. Lo más probable es que
cualquier persona que llegue a oler este tipo de desesperación corte con la relación y salga corriendo.
Para muchos, seguir o no con una nueva pareja constituye una crisis mayor que el cáncer terminal. La
mayor parte de la gente madura, y el tema de si son o no amados nunca vuelve a despertarles ese
pánico, pero algunos siguen experimentando la misma inseguridad día tras día y necesitan que se los
tranquilice constantemente, reafirmándoles que en verdad se los ama, no importa lo que hayan o no
echo.

165
Pánico prenupcial
Si un hombre y una mujer logran superar el “pánico de la tercer salida” y se enamoran más o
menos al mismo tiempo, acabarán por llegar al matrimonio. A esta altura, poco antes de casarse, la
mayoría de los hombres y un creciente número de mujeres interrumpirán de pronto el cortejo y se
pondrán a considerar sus implicaciones. El hombre (por lo general) quizás “enfríe” la relación, manifiesta
u ocultamente, durante un tiempo. No es probable que ambos experimenten este enfriamiento a la vez,
de modo que a ella le causará temor. El enfriamiento es un esfuerzo del hombre por dar un paso atrás y
comprobar si aún es dueño de sí mismo, si aún puede controlar su vida y su destino y, sobre todo la
distancia que pone entre él y su amada. Si su prometida reacciona ante esta frialdad entrando en pánico
y tratando de estrecharlo más contra sí, el experimento habrá fallado y él se habrá dado cuenta de que se
pierde en esa relación. Quizás continué retrocediendo y apartándose de la mujer.
La mujer que entra en pánico cuando un hombre pone algo de distancia se conoce con el
apropiado nombre de “chica del adiós”. Cada vez es más frecuente que sea la mujer quien tema al
matrimonio y el hombre quien se muestre ansioso por probarlo, la mujer quien pone distancia entre
ambos; por lo tanto, comenzamos a ver “muchachos del adiós”. Cuando más inseguros sean estos
hombres y, más jóvenes, dependientes e inadecuadas sean las muchachas a las que rondan e intentan
dominar, más seguro es que la chica se asuste y retroceda.

El fin del romance


Lo más típico es que la bruma romántica continúe obnubilando a los cónyuges durante meses,
hasta que lleven ya un tiempo de casados. Aunque se haya enfriado antes del matrimonio, de todos
modos puede llevarse a cabo la boda, pero tal vez uno o ambos recuerde en algún momento que “sabía
que no había que hacerlo”. A la mayoría le resulta un poco triste perder ese reluciente halo romántico.
Comienzan a advertir que su cónyuge es menos maravilloso que lo que habían pensado; no sienten la
misma intensidad sexual; incluso pueden aburrirse. Tal vez les irrite las flaquezas de su compañero,
incluso las muestras más sencillas de humanidad. Tal vez se pregunten si han cometido un error al
casarse con esa persona en particular. A veces la relación es lo suficientemente buena para que ambos
puedan reconocer el fin del romance. Y considerarlo como el comienzo del matrimonio. Si consideran que
este enfriamiento del ardor constituye una traición o un problema, tal vez traten de conservar la atmósfera
romántica, lo cual sólo puede resultar irritante para todos los involucrados. Hay cierto número de
personas que entran en pánico cuando el romance se termina. O bien rechazan al cónyuge por
defectuoso, o corren en pos de una nueva relación con la esperanza de que le brinde un romanticismo
permanente, sin altibajos.
Los que necesitan el constante estímulo de un romance tórrido aparecen como personalidades
peligrosamente psicopáticas, pero suelen tener cierto atractivo y ningún tipo de dificultad para encontrar
compañeros que les permitan llevar una vida de conmociones psíquicas continuas. El matrimonio no
puede proporcionar un estado de romance continuo, y la gente adicta a éste es incapaz de llevarlo
adelante. Pero no todos los que se casan lo saben. Y algunos no lo aprenden ni siquiera después de
muchos matrimonios.
El comienzo de la familia
El comienzo de la familia suele llegar junto con el final de romance. A esta altura la bruma se
aclara y los cónyuges se dan cuenta de que forman parte de algo mayor que la relación de la pareja. Para
quienes pueden elegir tener hijos o no tenerlos, la decisión puede resultar conflictiva. La realidad suele
ser desconcertante; y no son sólo los hijos los que expanden la pareja en una familia. Los cónyuges
también pueden tomar conciencia de sus familias de origen y de su repercusión en el matrimonio.
Cuando dos personas se casan, tal vez no se den cuenta de que cada una sigue siendo en gran
medida parte de su familia de origen. A menudo se espera que mantengan con esta aún mas contacto
que antes, puesto que han madurado y establecido un hogar. Y no es probable que ambas familias sean
compatibles: a veces sí ocurre y esto facilita mucho las cosas. Las mayores peleas de las parejas
provienen de las expectativas opuestas de sus dos (o más) grupos de parientes respecto de los arreglos
de la boda. Y a esto lo sigue el conflicto generado por los planes para la próxima navidad o por el nombre
que pondrán a los hijos. La nueva pareja se ve obligada a diferenciarse como una familia nueva y no
como una rama de la antigua familia. Resulta una amputación dolorosa, generadora de crisis.
Los cónyuges deben poder anteponer su matrimonio a cualquier otra cosa, sin que les sea
preciso romper con sus familias de origen. No deben permitir que ninguna de estas los separe de su
compañero, ni de su propia familia, ni de sus parientes políticos.
Aunque sea posible conservar las relaciones con ambas familias dentro de un marco de
cordialidad y corrección, o incluso de intimidad y compromiso, la pareja deberá aclarar ciertas cuestiones

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relacionadas con estilos y valores. Implica optar por las pautas de una u otra familia y sus orígenes, para
decidir que es lo que debe conservar y que lo que debe descartar.
Después del matrimonio también cambian las relaciones con los amigos. Los matrimonios
necesitan amigos que los refuercen; si el matrimonio y el amigo son incompatibles, éste último debe ser
apartado. Pero si todos los amigos son incompatibles, habrá que examinar a este. Mientras la pareja
atraviesa esta etapa de poda, puede sentirse aislada y solitaria, y es fácil que comience a cuestionarse si
ha valido la pena.

Parentalidad
La Parentalidad no es una pura bendición: estabiliza el matrimonio, pero también atrapa a los
padres. Convertirse en progenitor es la prueba más clara de que alguien ha pasado de la generación
infantil a la adulta y debe abandonar la conducta pueril. Nuestra sociedad rodea de un aura romántica a la
conducta infantil, sobre todo a la adolescente. Esto coloca al nuevo padre o madre en la desagradable
posición de tener que renunciar a todo aquello que se considera divertido en la vida y sacrificarse para
que la nueva generación pueda disfrutar de todo lo divertido. No es de sorprender que uno de los padres
o ambos se resientan amargamente con el monstruito, sencillamente porque es un niño mientras que él
está obligado a comportarse como adulto. A veces los dos rechazan la adultez y unen sus fuerzas para
protegerse del niño, a quien quizá maltraten, abandonen o dejen en manos de otros; se revela así contra
el pequeño como lo hizo antaño contra sus padres, maestros, jefes o cualquier otra persona que trató de
arrebatarles la infancia y convertirlos en adultos antes de tiempo.
La Parentalidad cambia drásticamente al matrimonio. Es la tensión más dramática.

El sexo decae
En el matrimonio el sexo es muy importante. Puede ser el elemento adhesivo para cuando las
cosas comienzan a separarse, la lubricación para pasar los puntos ásperos, la amortiguación contra los
golpes. Pero si se lo emplea como una recompensa para que todo lo demás funcione bien, el matrimonio
pierde su flexibilidad y estabilidad. El sexo sólo cumple esas funciones si existe la exclusividad sexual. No
cumple la misma aglutinante en los matrimonios formados por personas que sólo se avienen a tener
relaciones sexuales con su pareja cuando no pueden hacerlo con otro, o cuando todo marcha
extraordinariamente bien.
En las generaciones anteriores, a las chicas se las alentaba a “mantenerse íntegras hasta llegar
al matrimonio”. En la práctica, a las chicas se las educaba para casarse con hombres que no se sintieran
sexualmente atraídos hacia ellas.
Antes, las parejas se casaban sin tomar en cuenta su compatibilidad sexual. Por lo general el
sexo es intenso al principio de la relación, aunque no sea ni eficiente ni eficaz. En verdad, las parejas han
disfrutado tradicionalmente de su sexualidad más durante el cortejo que en el matrimonio.
Tradicionalmente, había mucho romance, placer y juegos preliminares, pero no mucho sexo en sí, lo cual
por lo común resultaba mucho más divertido y excitante para la chica... y también para el muchacho,
aunque no se diera cuenta. Una vez casados, ya no había barreras, de modo que el sexo se tornaba
frecuente, rápido y desprovisto de romanticismo, placer y juegos preliminares. Su único objetivo era el
acto sexual en sí mismo, acabar, se estuviera listo o no.
El control de la natalidad nos permite separar el sexo de la reproducción y explorar en él en
busca de sus delicias propias. Sin embargo, los sociólogos afirman que a los hombres los inhiben las
mujeres que se encuentran lo suficientemente cómodas en lo sexual como para desear disfrutarlo.
Muchos hombres que desean explorar la sexualidad descubren que sus esposas están inhibidas por lo
que se les ha señalado que debe ser la conducta propia de las damas. Hay muchas que no encuentran
correcto mostrarse agresivas o arriesgadas en lo sexual, antes o después del matrimonio. Hay muchos
hombres que ven en el sexo una trampa sucia y malintencionada que se les tiende a las chicas tontas. Si
una chica acepta, parecería que el hombre se vuelve menos masculino, la chica menos femenina, y toda
la situación pasa a ser un acto de obediencia servil en vez del acto deseado de rebelión.
A la mayoría de la gente de nuestra sociedad le interesa mucho menos el sexo que mantener el
proceder que creen indispensable para cumplir con los requerimientos de la pertenencia a su sexo.
Deben actuar de acuerdo con lo que, según se les dijo, era el ideal de la diferenciación sexual, aunque
para ello deben renunciar a la sexualidad.
Algunas personas, normales en otros aspectos, se enloquecen cuando se aborda el sexo. Hay
gente que arriesga su matrimonio o incluso su vida para evitar hacer lo que se les pide sexualmente. Pero
también arriesgarían todo para hacer lo prohibido. Para ellos el sexo es libertad; pero también cumple
otra función, al reducir la intensidad de sus atemorizantes instintos sexuales. Es probable que los
“pervertidos” sexuales que hacen exhibicionismo o mantienen relaciones con animales o niños no sean

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muy diferentes, en sus impulsos o en su curiosidad, del resto de nosotros, ya que no son capaces de
disfrutar sus fantasías sin actuarlas. Acaso el sexo marital ideal sea el que se produce entre dos
personas que se excitaron con todas las personas que se encontraron a lo largo del día, y reservaron
esas ganas para gastarlas en casa.
Hay personas que consideran vergonzosa su sexualidad y actúan en consecuencia. En lugar de
compartir y disfrutar sus fantasías, las mantienen ocultas y generan crisis cuando se las revela. También
hay a las que no les gusta el sexo. Hay quienes insisten en afirmar que pasan años y años sin
masturbarse, tener relaciones sexuales. Otros prefieren masturbarse sin ser perturbados por la
intromisión de alguien en sus fantasías. Este problema parece ser mayor entre los hombres que entre las
mujeres. Hay hombres que no gustan del sexo y se niegan a practicarlo pese a las presiones. Cuando la
presión para practicar el acto sexual ya no puede soportarse, lo más probable es que no puedan hacerlo;
así es como funciona el equipo masculino. Hay unas cuantas mujeres que se niegan al sexo por
completo, quizás porque tienen la opción de vivirlo de manera pasiva, mientras que a los hombres no les
ocurre lo mismo o así lo creen.
A medida que envejecen, muchos hombres pierden el interés por el sexo, innecesariamente,
pues no existe una clara razón fisiológica para ello. El hombre insiste en decirse a sí mismo o a su
esposa que se debe al envejecimiento de ésta, o acude a cualquier otro motivo de queja. La esposa,
sintiéndose repulsiva, evita perseguir al hombre sexualmente, y todo se va marchitando. Muy pronto el
hombre comienza a pensar que es impotente o que va cuesta abajo. El pene humano, un ser
extraordinariamente fóbico con mente propia, se niega por completo a funcionar bajo presión.
Explicación: en la juventud las hormonas masculinas se producen con abundancia y de la noche a la
mañana, pero después de los 30 años se producen en su mayoría durante la excitación sexual. Si los
hombres de 30 años no las usan, las perderán. No es suficiente experimentar orgasmo, la terapia se
encuentra justamente en la excitación. A las parejas preocupadas por la pérdida de libido del hombre se
les dan indicaciones para que sostengan prolongadas y frecuentes sesiones de estimulación sexual, en
lugar de intentar el acostumbrado y desesperado encuentro sexual rápido.
El sexo necesita ser liberado de los mitos que afirman que existe una diferencia entre hombres y
mujeres. Por lo común, esto no ocurre hasta que se produce una crisis de algún tipo. Después, el sexo
puede mejorar.

Alcanzar la cumbre
Hay por lo menos tres crisis separadas de la mediana edad, y con frecuencia se las confunde. La
del “nido vacío”, la más dramática. La de los “hechos de la vida”, la conciencia de la mortalidad y el
proceso de crecimiento por el que pasaremos al igual que nuestros padres, lo queramos o no, debería ser
la mas liberadora. La de “alcanzar la cumbre” con la idea de que a partir de entonces se va cuesta abajo,
acaso sea la más tonta, pero en nuestra época narcisista es la más popular. Esta crisis de la mediana
edad, prestigiosa pero de ningún modo universal, les sobreviene a las personas, en su mayoría hombres,
que descubren que tienen un tiempo limitado para lograr lo que quieren lograr en la vida. Es la etapa en
que la gente debe hacer un inventario de su trayectoria. Erikson ha descrito la “crisis de la generatividad”,
la etapa de la generatividad opuesta al estancamiento; Freud ha descrito la “neurosis del éxito”, en la que
una persona se deprime justo cuando está por alcanzar la meta de su vida. Shaw lo expresó de la mejor
manera: “En la vida hay dos tragedias. Una es no conseguir lo que el corazón desea. La otra es
conseguirlo”. En uno y otro caso, el individuo reflexiona sobre las cosas que ha evitado hacer hasta
entonces y sopesa si ésta es o no la vida que desea para el resto de sus días.
A esta introspección le sigue un cambio. Puede consistir en un renovado brote de ambición, pero
tal vez se produzca un cambio de rumbo hacia alguna actividad menos competitiva, mas conectada con
el mundo real. También puede postergarse ese planteamiento durante un tiempo más, hasta después de
darse el gusto de la amante joven, el auto deportivo, la cirugía facial.
A esta etapa se la llama “la menopausia masculina”, por la analogía con el cese de la producción
ovárica que pone fin a la fertilidad de la mujer, como si a partir de la mediana edad nadie pudiera producir
nada más. Esta analogía pasa por alto el hecho real de que, después de la menopausia, la mujer tiene
mas libertad para disfrutar del sexo, para proseguir una carrera profesional que había debido interrumpir
o posponer anteriormente, y para llevar a cabo cualquier sueño o ambición frustrada. Hubo una época en
que las mujeres se valoraban mas a sí mismas, y eran valoradas por los demás básicamente por su
función reproductora. La menopausia era como un yermo desolado y el final de la propia utilidad y del
sentido de propio valor, en especial si coincidía con un nido vacío. Las mujeres posmenopáusicas
disfrutan de los mejores años de su vida, pero no resultan atractivas a los hombres que atraviesan su
propia menopausia masculina y luchan por mantener apartados los signos de la avanzada edad en sí
mismos o en su pareja. Si uno de los cónyuges decide comenzar una vida con menos presiones, y el otro

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desea iniciar una lucha contra la edad, puede ocurrir un grave desajuste marital. Un hombre y una mujer
menopáusicos resultan temporariamente incompatibles.
Es muy grave que los hombres que se encuentran en la cumbre de su vida se depriman, se
tornen egoístas y sea muy difícil convivir con ellos. Han orientado su vida al triunfo, siguiendo para ello
patrones de éxito establecidos por sus padres, que tal vez no tomaran en cuenta su comodidad o
felicidad. Necesitan permiso para fracasar y rodar cuesta abajo. No atinan a darse cuenta de que esta es
la mejor parte. Si obtienen ese permiso, acepten la opción o no, a continuación puede irles cada vez
mejor.

Los hechos de la vida


La crisis de “los hechos de la vida” puede o no coincidir con la de la mediana edad; aunque por lo
general sobreviene mas tarde, puede suceder un poco antes. Con frecuencia no se les presta atención,
pero es una crisis muy importante y a menudo dolorosa. En algún momento de la vida marital, una
persona se enfrenta con varias realidades angustiantes. Es imperfecta, también lo son su cónyuge y sus
hijos, no va a conquistar el mundo, se vuelve relativamente más pobre, más fea, mas vieja, mas baja,
mas gorda y cada vez menos deseada por los demás con cualquier propósito... y todo seguirá
empeorando.
Parecería que esto ocurre cuando los padres comienzan a flaquear y a morir y la persona se da
cuenta de qué es lo que le espera. También puede suceder cuando se mira al espejo u observa a los
hijos y nota que se está convirtiendo en el padre o madre de éstos. Hasta ahora, cada año se ha sentido
mas libre y poderoso, y el camino ha sido ascendente; de pronto, comprende que ya ha pasado la
plenitud de la vida. En este punto, debe perdonar a sus padres, si es que ya no lo ha hecho. Si no acepta
su posición como parte de la generación parental, sólo le aguarda la desesperanza.
Como sucede con todas las otras etapas del desarrollo, siempre hay uno de los cónyuges que
entra en ella primero. Tal vez lo haga de manera sutil y gradual; en realidad, acaso su compañero ni
siquiera lo advierta. De pronto, uno se despierta y se encuentra casado con una persona madura, de
mediana edad, que aguarda el futuro mas para envejecer que para tratar de permanecer joven. Advertir
esto puede producir pánico. A menudo está asociado a la muerte o invalidez de uno de los padres,
aunque también puede relacionarse con una enfermedad, la muerte de un amigo o un cumpleaños de
crucial importancia. Se vincula íntimamente a la identificación con el envejecimiento o la muerte de los
padres y al reconocimiento del destino de todo lo viviente.
Su efecto en el matrimonio puede ser drástico ya que el cónyuge que valora sobremanera la
juventud se asusta de estar casado con alguien maduro, alguien cuya energía declina. El que envejece
primero la vez lo haga con tranquilidad y naturalidad, mientras que su compañero teme que la edad sea
contagiosa y desea poner distancia ante ese horror. La edad no se asocia solo con la muerte, o incluso
con la debilidad y la fealdad, sino en convertirse en una persona como los padres. La persona que se ha
llevado bien con sus padres se sentirá bien consigo misma al convertirse en alguien parecido a ellos.
Quienes se perciben a sí mismos como si aún fueran adolescentes con rebelión tal vez se revelen
también contra este hecho de la vida. Quizás el único modo de evitar convertirse en el padre de uno
mismo consista en escapar al cónyuge envejecido, ya sea mediante el divorcio o una aventura amorosa.

Envejecimiento
Tarde o temprano, debemos envejecer; la alternativa es aún peor. Sin embargo, es difícil hacerlo
con gracia. Para la mayoría de la gente, la vida es ridícula y trágicamente breve. Nuestra sociedad no
respeta la edad, y a nadie le gustan sus dolencias. Cuando las personas empiezan a sentir que no
responden y no pueden hacer lo que solían hacer antes, los que los rodean experimentan la impresión de
que los dejan solos. Tal vez la situación sea más triste para los que se sienten abandonados que para los
que la padecen. Por lo general uno de los cónyuges termina cuidando del otro, y es común que ambos se
resientan con los hijos porque no colaboran mas con ellos o no desean hacerles compañía. Parecería
que es una época muy triste de la vida, pero no siempre lo es. En ella uno se libera de las expectativas,
las luchas, las competencias, y pasa a ser el centro de su propia atención.
Esta es la época de la crisis de integridad de Erikson, la etapa de la integridad en contraposición
a la desesperanza, cuando la gente mira su vida retrospectivamente con orgullo, con remordimiento. Los
matrimonios tienden a tornarse extremadamente cerrados, aunque no le haya ido demasiado bien en
otros tiempos. Los que se distancian el uno del otro en esta etapa parecen sufrir graves pulsadas de dolor
por ello. Es probable que la familia adquiera una importancia capital en este estadio. Puede ser una
época de soledad, pero en verdad no hay motivos para que sea una soledad desesperada. No es
menester un gran contacto humano para satisfacer a personas interesadas principalmente en su propia
comodidad y paz. Tal vez se deba a esto que los matrimonios se lleven tan bien al final de su vida.

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Ésta es la parte de la vida en que se experimenta mayor contento. Es la época de mayor
intimidad marital... y todo el mundo sabe que la felicidad es un resultado directo de la satisfacción marital.
En el último tramo de la vida en común, las personas se calman y dejan de pensar en asuntos
insignificantes como la atracción sexual, el desempeño sexual, el éxito mundano, el éxito mundano de
sus hijos. Pueden detenerse a meditar sobre cuestiones del día, el hecho de estar vivos y de no estar
solos. Puede resultar un período muy productivo para la gente productiva.
Los que nunca han sentido interés o compromiso con la vida tienden a intensificar esta actitud.
Hay personas que, cuando se jubilan, se sientan a esperar que los demás los atiendan, hasta morir. Si un
hombre se comporta de ese modo, y su mujer acepta servirlo debidamente, tal vez ella tenga un empleo
de jornada completa durante unos cuantos años hasta que él muera. Quizás luego ella recuerde estos
años como los mejores de su vida y en verdad extrañe la presencia de él en los años que le quedan.
Este momento es muy diferente para un hombre que para una mujer, puesto que el hombre
puede prever que morirá primero y que su mujer lo cuidará mientras esté vivo. Una mujer, que por lo
general es mas joven que su marido y tiende menos a volver a casarse al enviudar, vislumbra los años de
soledad que la aguardan y es posible que valore los años de decadencia de su esposo como la última
oportunidad de estar juntos. Muchas parejas esperan con ansiedad estos años, hacen planes para ellos,
y la crisis se desata sólo si alguno de los dos muere antes. Otras parejas, cuyo matrimonio ha sido
desagradable, no desean tanta interdependencia; quizá teman este período y prefieran que otra persona
se encargue de cuidar a su cónyuge.
La crisis que yo veo en esta etapa de la vida a veces comprende a personas que entran a la
vejez a la fuerza, pataleando y chillando, y están resueltas a aferrarse hasta el final a todo el poder que
esté a su alcance. En lugar de sentir ira por el pasado o angustia por el futuro, tal vez en la vida no haya
nada más acuciante que el esfuerzo por hacer más fácil el presente y preservar alguna dignidad hasta el
final.
El doloroso fin de este período llega cuando uno de los cónyuges decae más rápidamente,
cuando uno enferma de Alzheimer o cualquier otra cosa enturbia la capacidad de responder al presente.
A menudo la pareja debe repararse porque el estado psíquico de uno de ellos pone en peligro el estado
físico del otro.

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CAPITULO 5: La gama de las crisis matrimoniales:

De los incidentes a las catástrofes:

El matrimonio es un montón de problemas que nos caen encima uno tras otro. Y cada uno de
ellos puede agitar aguas que antes estaban mansas, precipitando crisis. Para el terapeuta y la pareja que
se halla en terapia, el mayor peligro reside en que el primero ignore los detalles específicos de la tensión
y las inflexibilidades propias de ese matrimonio, y trate de generalizar.
Esta división puede proporcionar una estructura que sirva de orientación al terapeuta y la pareja.

Desgracias inesperadas:

Las parejas que experimentan una desgracia inesperada acuden a la terapia con un problema
específico, les ha acontecido algo inesperado e imprevisto y no saben qué hacer al respecto. No pueden
decidirse a hacer nada ni lograr ponerse de acuerdo para adoptar algún curso de acción. La tensión
implica cambios en los límites o la seguridad de la familia.
Las personas casadas con individuos que ya estuvieron casados con anterioridad sufren un gran
impacto cuando un día los hijos de su pareja, con quienes mantenían un contacto distante, se presentan
en la casa para quedarse a vivir allí. Otras parejas heredan, súbita o repentinamente, hermanos, sobrinos
o primos.
A veces la desgracia es el nacimiento de un bebé incapacitado. Los embarazos en la menopausia
o en alguna etapa en la que resultan inoportunos. Parejas de mediana edad que creían haber dejado
atrás su tiempo de criar hijos tal vez deban enfrentarse al problema de un hijo ya crecido, quizás
esquizofrénico o drogadicto, que vuelve al hogar para empezar de nuevo.
Los cambios repentinos e inesperados del nivel económico de la familia pueden causar
alteraciones extraordinarias. Los matrimonios invadidos por la riqueza o la pobreza se malogran con
frecuencia.
Hay otro tipo de desgracias inesperadas: un hijo que va a la cárcel, el desalojo de la familia, un
pariente que queda inválido.
La mayoría de las parejas bien avenidas experimentan innumerables desgracias inesperadas sin
necesitar la ayuda de un terapeuta. A diario negocian reglas y roles, libran batallas con el pasado y el
futuro, y funcionan a niveles variables de intimidad y distancia, con diversos grado de seguridad y
diversas amenazas a la igualdad básica de la relación. Tal vez lo hagan mediante trueques que
mantienen la justicia y las reglas básicas. Los problemas que llevan con más frecuencia a las parejas a
terapia son los relacionados con los límites. La quiebra de los límites afecta el equilibrio de igualdad en
una medida mucho mayor que casi todas las demás crisis, incluidas las originadas por cambios de tipo.
Es natural que en un matrimonio justo e igualitario sólo una discusión relacionada con los límites requiera
la intervención que ofrece un árbitro ajeno a la pareja, una persona objetiva.

Crisis de desarrollo del matrimonio:

El matrimonio cambia con el tiempo, pasando las etapas. Cuando las personas entienden el ciclo
vital del matrimonio, no les alarman demasiado la aparición y el desarrollo de las diversas etapas. Pero la
gente busca constancia y considera el cambio como algo perturbador, amenazador, insultante y
peligroso. Desean que su matrimonio sea como fue siempre y renunciarían a él antes que aceptar los
cambios inevitables que ocurren cada tanto. Uno de los cónyuges cambia, el otro se resiste con enojo y
angustia, y de ello resulta una crisis.
Las reacciones características ante las etapas de desarrollo son diferentes en cada una de éstas.
Y en esto juega un papel de importancia la naturaleza de los individuos y la estructura del matrimonio. En
general, cuanto más de por sentado una persona su matrimonio, mas injustamente tratada por estos
cambios se sentirá. Hay muchos que disfrutan del lujo de un matrimonio que no se han detenido a
observar. Cuando un cambio de desarrollo los obliga a hacerlo, acaso no les guste lo que ven.
Inflexibilidades actuales, antes aceptadas o ignoradas, se destacan de pronto. En tales ocasiones suelen
surgir culpabilizaciones frenéticas.
En el matrimonio hay fases esperables, y uno de los cónyuges tiende a entrar en ellas primero;
luego ambos experimentan distancia y conflicto, como si avanzaran en diferentes direcciones. Si un
terapeuta ingenioso o experimentado logra definir el síndrome de manera que resulte sensato a la pareja,
el resultado puede predecirse, influirse. Un diagnóstico como este surte efectos poderosos, como una
profecía que provoca su propio cumplimiento, y hace que las cosas sucedan, de modo que debe haber

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claridad en el simbolismo de la diagnosis ante la pareja. En una crisis de desarrollo, el diagnóstico cumple
un papel calmante y normalizador, y permite que ambos cónyuges se tomen el problema de modo menos
personal.
Tratar un grave defecto de carácter como si fuera “una fase que está pasando” encierra ciertos
peligros, pero no es perjudicial empezar de esa forma; incluso hay algunos beneficios en tomarlo como
punto de partida. Una persona realiza una acción que molesta a otro. A algunas no les gusta que las
culpen y las traten como si en verdad dominaran lo que hacen y lo que no; prefieren pensar que no
pueden evitar sus errores. Cualquier cosa que haga será culpa de otro.
El modo clásico de demostrar que uno no es culpable de algo no consiste en creer que “fue el
diablo quien me obligó a hacerlo”, sino en declararse mentalmente enfermo. Considerar que una
conducta es “enferma” implica que escapa del control del que la perpetro y reclama la sensibilidad y
compasión de todos para tolerar lo intolerable. Cuando calificamos de “fases” a la conducta de alguien,
estamos diciendo que dicha conducta no se origina en una mala intención, aunque su efecto sea
destructivo y detestable.
Este truco sólo funciona cuando la conducta ofensiva es bastante reciente; una fase que dura
demasiado tiempo es algo por entero diferente.
Cuando ocurre una crisis de desarrollo en el matrimonio, debe negociarse todo. Lo que emerge
de elle es un matrimonio totalmente diferente. El terapeuta debe tener cuidado de no tomar partido por los
viejos esquemas, pero tampoco adherir con demasiado entusiasmo a los cambios. Mantiene la
neutralidad poniéndose del lado tanto del matrimonio como del optimismo por el cambio. El matrimonio y
el cambio pueden estar en conflicto, y a veces son incompatibles, pero si se los comprende a ambos por
lo general puede adaptarse. El proceso requiere mas comunicación e intimidad que las que muchos
matrimonios pueden soportar con comodidad.

Crisis de desvalimiento:

Los terapeutas esperan que se produzcan cambios y mejorías en la competencia del


desempeño. De los cuidadores tal vez no pueda esperarse un aumento de competencia o incluso se
contenten con la incompetencia o la consideren válida. Las situaciones más propensas a la crisis ocurren
cuando un cuidador aficionado lucha y compite con un terapeuta profesional para impedir que ningún
elemento terapéutico mueva a alguien del lugar en que se halla y lo encamine a una posición de
competencia.
Has matrimonios que se basan en disposiciones acerca de quien cuida a quien. La palabra
“matrimonio” se adapta mejor a aquellas relaciones que son mas o menos iguales. Hay matrimonios
decididamente desiguales y son particularmente inflexibles y propensos a la crisis. Esta inflexibilidad tiene
un nombre y se halla institucionalizada.
Lo más frecuente es que las personas se sientan atraídas por depresivos o esquizofrénicos en
estado de necesidad crónica. “Él (ella) me necesitaba” es una frase que se usa a menudo para explicar
por qué una persona se casó con alguien completamente trastornado, incompetente, dependiente y
propenso a la crisis. Acaso los individuos que tratan de escapar de una adolescencia y una situación
familiar desordenadas se encuentran atraídas por otros que parecen estar sólo unos pasos atrás en el
mismo proceso. Muchos de los chicos no son sólo individuos que experimentan con lentitud las diversas
etapas de su desarrollo, sino también personas muy alteradas; buscan seguridad y estabilidad en la
institución del matrimonio, pero ellos mismos son tan inseguros e inestables que sólo pueden encontrar
confortación con otros que no se les diferencian demasiado. A la cordura se la comienza a valorar en
estadios posteriores de la vida.
La gente que guarda impresiones muy fuertes acerca de las diferencias relacionadas con los
papeles sexuales, tal vez encuentre al otro sexo tan misterioso e intimidante que no pueda evaluar con
exactitud el carácter o incluso la cordura de un miembro del otro sexo; todos los hombres, o todas las
mujeres, resultan igualmente atemorizantes. Les resulta muy difícil evaluar con precisión a ciertos
extremos estereotípicos, como un hombre brutal y paranoico o una mujer psicópata e histérica.
Otros se casan con individuos emocionalmente dañados que les recuerdan a un padre o una
madre victima de una dolencia similar. Las fantasías del rescate se tornan indetenibles.
El matrimonio con una persona incompetente se ve amenazado por cualquier aumento de
cordura en uno de los cónyuges, ya sea éste el competente o el incompetente. Una buena terapia puede
poner piadoso fin a estos, pero no antes de inducir una horrenda crisis. Se requiere gran delicadeza para
no amenazar a un matrimonio mientras se aumenta la competencia de cada miembro de la pareja en
niveles inevitablemente diferentes.

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La incompetencia de uno de los cónyuges no forma siempre parte del convenio marital inicial.
Hay personas que llevan adelante durante años un matrimonio que es realmente el producto de la fusión
de ambas vidas; hasta que uno de los dos se aparta trágicamente del sendero de la sensatez. En los
matrimonios de larga data ambos tratarán de mantener unida a la pareja, al menos después del primer
episodio. Aunque la recuperación parezca prácticamente completa, da como resultado una inevitable
desigualdad, en la que uno de los cónyuges queda siempre en una sutil posición de sospechoso, y el otro
en la de vigilante y prodigador de cuidados. El matrimonio duradero requiere que se ponga atención en la
unidad del episodio. Si dicho sentido se pierde debido a la recurrencia, el matrimonio se convierte en un
pacto en que uno de sus integrantes cuida al otro.
Si un cónyuge decide seguir casado con una pareja imperfecta que padece de una incapacidad
crónica o recurrente de cualquier grado, va a tener que ocuparse del cuidado del otro, en mayor o menor
medida. Todos deberíamos tener en cuenta la probabilidad de tener que cuidar a alguien alguna vez. El
cuidar a alguien puede resultar gratificante, en especial si uno se siente apreciado por ello. Si a uno, en
cambio, se lo acusa en lugar de apreciárselo puede convertirse en una carga increíblemente pesada.
Es comprensible que los matrimonios con un miembro incompetente resulten propensos a la
crisis; la pareja puede caer abruptamente en crisis cuando el paciente-cónyuge empeora, exige una
medida aún mayor de atención del cuidador-cónyuge o deja de colaborar con su contribución habitual. Si
el paciente-cónyuge es particularmente indefenso, exigente o impredecible, el cuidador-cónyuge
necesitará considerable apoyo y un segundo nivel de cuidadores que se encargue de atender al cuidador-
cónyuge. Cualquier falla de este sistema de respaldo puede provocar una crisis. Las crisis ocurren
cuando uno de los cónyuges debe cuidar del otro y no sabe cómo hacerlo.
Los terapeutas de familia tienden a tratar a los miembros de éstas como copacientes y
confundirlos o envolverlos en paradojas sin esclarecerlos. Nunca puede presumirse que al cuidador-
cónyuge se le ha dado una idea sensata de cómo brindar el cuidado indicado. Y sin instrucciones
operacionales, es probable que el cuidador-cónyuge ponga en práctica sus propias maneras de
solucionar el problema, que será producto de la ignorancia, al cabo de las cuales se sentirá a la vez
fracasado y frustrado. La terapia para estos matrimonios ofrece poco apoyo o supervisión, y en cambio
causa culpa y cólera; a veces socava la nobleza del esfuerzo realizado por el cónyuge-cuidador,
amenazando así la estabilidad del matrimonio ya debilitado por la condición del cónyuge-paciente.
Hay terapeutas que destruyen matrimonios que apenas conocen. Lo hacen llevados por la
influencia de teorías que presumen que los síntomas surgen de la necesidad de éstos por parte del otro
cónyuge.
Los cónyuges competentes pueden despedir a los cuidadores profesionales que amenazan su
propia incompetencia, pero los cuidadores profesionales pueden causar grandes daños antes de que la
pareja comprenda lo que sucede. Es tarea del terapeuta inducir el cambio provocando crisis
“terapéuticas”; evaluar el resultado final de estas crisis mientras están ocurriendo. Tal vez la gente se
sienta mucho más segura si su terapeuta no hace nada terapéutico (que induzca el cambio) y consolida
la relación de cuidados (que impide el cambio).
Los terapeutas también pueden sabotear los matrimonios de desvalimiento de otros modos,
mostrando una imperturbabilidad terapéutica hacia la pareja. O tal vez el tratamiento sea demasiado caro
o inconveniente para permitir la supervivencia de la familia.

Crisis estructurales del matrimonio:


Todos los que han escrito acerca de matrimonios desgraciados han encontrado algún modo de
clasificarlos, empleando para ello una o más series continuas. Minuchin brinda dos categorías:
“enredados” o “desprendidos”. Sager (1973) ha presentado cuarenta y nueve categorías de
“combinaciones de parejas” que se corresponden con sus siete “perfiles de parejas”. Pensar en parejas
“enredadas” y “desprendidas” resulta conveniente.
Podría considerarse que los matrimonios estructuralmente defectuosos, aquellos que se hallan
sujetos a crisis regulares de exacerbación pertenecen a dos categorías muy amplias: los explosivamente
íntimos y los temblorosamente distantes. A veces un mismos matrimonio avanzará o retrocederá entre
estos dos extremos, o uno de sus integrantes se mostrará frenéticamente íntimo con el otro, que se
muestra con él desesperadamente distante, el síndrome de Pepe le Peu.
Las parejas “enredadas” acuden a terapia porque el conflicto se exacerba. El matrimonio es
demasiado intenso. Uno de los cónyuges está harto de algo que el otro hace o no hace. El otro por lo
general se hace el indefenso. Ninguno de los dos desea acabar con el matrimonio, pero tal vez uno
desee cambiarlo y el otro no está seguro al respecto. Estas parejas pelean. Las discusiones se deben al
desempeño de uno de los dos en el trabajo, la administración del hogar, el modo de educar a los hijos, la
desprolijidad, la conducta en las reuniones sociales, los hábitos alimentarios, el manejo del dinero. Se

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llega así a un callejón sin salida. Consideran que el matrimonio es básicamente bueno, pero no pueden
resolver ciertos conflictos, a causa de los cuales deben pelear aunque no les haga bien.
Los matrimonios “desprendidos” no son menos conflictivos. El cónyuge más distante dedica gran
cantidad de tiempo y atención a evitar las responsabilidades del matrimonio, y luego concentra su cólera
en el tiempo y la atención mínimos que el otro cónyuge logra sonsacarle. Los conflictos que sí estallan tal
vez no sean más que trucos pasivo-agresivo para evitar conversar acerca del problema que no quieren
resolver, conversación necesaria para lograr la relación más íntima que ambos preferirán tener en su
matrimonio. Hace falta poner mucha energía para esquivar el propio matrimonio.
A uno le da la impresión de que estas personas pelean o no pelean con el único propósito de
impedir que su relación se torne demasiado íntima o demasiado distante y para perpetuarla en su
carácter de “enredada” o “desprendida”. Estas personas podrían conseguir el mismo efecto hablando del
asunto, y empleando los símbolos de Stewart (1980) o las pautas básicas de Jacobson y Margolin,
ponerse de acuerdo sobre el grado de intimidad o distancia que desean, ésta es la solución sensata a
cuya evitación dedican la vida entera. La mayoría de estos matrimonios tiene en común una falta de
igualdad basada en una serie de asignaciones impersonales de roles según lo prescripto para uno y otro
sexo. Gran parte de su terapia consiste en superar los estereotipos sexuales.
El objeto de esto es hallar una justificación para la distancia que se ha puesto con el otro
miembro de la pareja para ser el “superior”. Son personas que tratan de ganar en el juego del matrimonio
derrotando a su compañero. Si logran que el otro se sienta lo suficientemente inferior, obtiene control con
respecto a la intimidad y distancia de la relación, así como sobre las reglas. Tal vez deban reforzar la
humillación de vez en cuando. El mejor momento para hacerlo, el más eficiente, es cuando se hallan
presentes los amigos. Esta es la conducta contra fóbica característica de los hombres que temen la
intimidad y la dependencia de su matrimonio. También hay mujeres que emplean esta táctica, pero es
menos característico. Lo más frecuente es que las esposas sigan la costumbre social, se muerdan los
labios y se muestren aguantadoras en público, y luego den rienda suelta a la crítica en privado.
Como contrapunto de la posición “superior” de poder está la posición “inferior”, aún más
poderosa, de ser víctima inocente de tal o cual cosa. La posición de víctima permite pasarse la vida en
una actitud de indefensión y demandar a los demás que las obedezcan y cuiden o se muestren
indiferentes y sufran por ello. La fuente de victimización puede variar mucho, para la víctima lo ideal es
haber sido victimizada por un cónyuge malvado. El cónyuge actual no es en verdad una buena alternativa
como victimario, puesto que abandonar al malvado solucionaría el problema. Además el cónyuge podría
a la larga realizar compensaciones de algún tipo. Lo ideal es una inenarrable relación del pasado que
acose al individuo produciéndole un dolor inconmensurable sin darle lugar a abrigar ninguna esperanza
de reparación., un ex cónyuge constituye una excelente alternativa, un padre o madre es todavía mejor.
Muchos individuos, por lo general hombres, sólo pueden operar con comodidad dentro de una
estrecha gama emocional, y tal vez requieran una esposa que permanezca dentro de dicha gama. Un
“homóclita” cree poseer el conjunto correcto o normal de reacciones emocionales, y cualquiera que
reaccione de manera diferente es entonces incorrecto, anormal o defectuoso. Puede volver bastante loco
a cualquiera que lo tome en serio, por el hecho mismo de que parece tan seguro, correcto y normal, atrae
a la gente que duda de sí misma y siente que encontrará seguridad en la supuesta fuerza del homóclita.
Estas personas se apegan a él y se tornan cada vez más inseguras a medida que van dándose cuenta de
que reaccionan “incorrectamente” ante los hechos de la vida. Los “homóclitas” se hallan totalmente
cómodos en su posición y consideran que es una desgracia que todos los que están cercanos a él se
hundan en el estado de vacilante desesperación, resultan desastrosos como cónyuges, padres, amigos,
jefes y terapeutas; son eficaces inductores de inseguridad.
Los matrimonios con fallas estructurales aplican un conjunto de definiciones erróneas que
contribuyen a mantener viva diva falla. Estas barreras auto diagnosticadas siempre parten de la base de
que el problema es permanente e insoluble, como las diferencias étnicas, los mitos sexuales o algún
inolvidable agravio del pasado. Si el terapeuta se deja convencer por una definición como esta, la terapia
fracasará como las anteriores. El terapeuta debe, en primer lugar, encontrar la inflexibilidad específica
que produce un punto de tropiezo recurrente, el cual impide la resolución de la crisis y sirve de
permanente barrera contra la felicidad. Después debe redefinir dicha inflexibilidad.
El punto central del tratamiento reside en la definición de la inflexibilidad estructural. Definir una
inflexibilidad estructural puede contarse entre los actos más creativos que un terapeuta llegue a realizar.
La gama es enorme y cada una de ellas es idiosincrásica. Cómo se expresan estas inflexibilidades es
también importante. Algunas definiciones":Enojarse con ella va en contra de las reglas que ella ha
impuesto, y sin embargo él no ha encontrado el modo de llamar su atención”; “Ella desea que él se
muestre romántico y emotivo antes de abordar el sexo, pero a él las emociones lo ponen incómodo y se
siente más seguro si practica el sexo sin lazos emotivos”

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Si uno ha decidido tener un matrimonio desdichado, siempre podrá encontrar un defecto al cual
echarle la culpa de esa infelicidad. Algún problema del pasado, alguna discrepancia cultural, alguna
imperfección física, incluso alguna diferencia de gustos puede ser suficiente para exacerbar el conflicto y
provocar el nivel deseado de intimidad o de distancia. Si todo esto fracasa puede recurrir a la magia y
decir":ya no te quiero”.

CAPITULO 6: Tratamiento de los matrimonios:

El delicado equilibrio

Una terapeuta matrimonial debe creer en el matrimonio.


Al tratar las diversas crisis del matrimonio, el terapeuta debe tener cuidado en proteger al
matrimonio en un momento en que nadie más lo hace posible. Cualquier decisión referente a un
matrimonio es una decisión de peso, y conviene tomarla entre una crisis y otra y no en lo más reñido de
una de ellas. Por mas que una pareja insista firmemente en su deseo de divorciarse, se halla en su
consultorio, no en el de un abogado, y su tarea consiste en proteger el matrimonio de modo que los
cónyuges puedan liberarse para luchar el uno contra el otro y consigo mismos. El matrimonio está en
manos del terapeuta.

Primer paso: Reacción anta la emergencia:


Uno o ambos cónyuges se han puesto en contacto con usted porque sienten que el matrimonio
peligra. Uno de los dos se ha ido, o amenaza hacerlo, o piensa en ello, y el otro trata de mantener las
cosas en su lugar. El aspecto sensible de la relación del terapeuta ante la emergencia consiste en la
neutralidad. Por lo general, siempre es uno de los cónyuges el que llama para pedir una cita y “trae” al
otro. El terapeuta debe ponerse del lado de la pareja y no del cónyuge que lo llamó, lo cual es
extraordinariamente difícil y nunca resulta una postura del todo acertada. Al terapeuta, aún antes del
llamado inicial, no se lo percibe como una persona neutral. Y nadie comienza una terapia marital con la
esperanza de encontrar ahí imparcialidad o neutralidad; lo que se desea es confirmación o alianza, de
manera que la neutralidad, aún suponiendo que pudiera logrársela, sería una decepción. Los terapeutas
matrimoniales deben mostrarse humildes y colocarse en la posición del derrotado, de modo que no
consigan ser del todo neutrales, su poder puede considerarse inofensivo.

Segundo paso: Comprometer a la familia:


Cuando está claro, o incluso se sospecha, que el problema inmediato es un problema marital, tal
vez el foco de la familia resulte una distracción, un obstáculo o un factor que entorpezca el camino en pos
de una solución.
Por lo general la terapia marital se lleva a cabo sin los hijos y otros parientes. Sin embargo, con
frecuencia los cónyuges procuran la terapia para sí mismos mediante un pedido de ayuda para un hijo o
con él. La familia comienza con los hijos, pero muy pronto la terapia se deriva de ellos para trabajar con el
matrimonio. Cuando los cónyuges acuden al consultorio por sus propios problemas, no se atiende a los
hijos, a menos que se los presente como problema. Si los hijos no son origen de dificultades es útil
atender a la pareja con ellos una sola vez, o quizás dos o tres. Y, en el caso de que tengan
desavenencias con los padres, incluso se los puede atender sin estos en alguna ocasión. En medio de
una crisis familiar disociadora, cuando uno de los adultos se derrumba o el matrimonio peligra, es
beneficioso orientar a los hijos con respecto a la situación. El peligro de continuar la terapia familiar
después de definido el problema marital reside en que quizás se coloque a los hijos en el papel de
amortiguadores, estabilizadores o elementos distractivos, lo cual puede dañarlos o interferir con el
proceso de aprendizaje convivencial de la pareja.
Por lo general, se atiende a los cónyuges juntos. A menudo uno de ambos acudirá a la primera
cita sin el otro aunque se les haya pedido específicamente que lo hagan juntos. A veces uno viene solo
para decir un secreto, con la esperanza de sabotear a cualquier oportunidad de que haya terapia. Con
más frecuencia, uno viene nada mas que para inspeccionar al terapeuta y asegurarse de que le puede
confiar el matrimonio, puesto que el cónyuge no está muy convencido de hacer la terapia y no probará
muchos terapeutas antes de abandonar la idea, o sólo asistirá si se define claramente como paciente al
otro cónyuge. El terapeuta, después de describir que el paciente es el matrimonio, puede llamar al otro
cónyuge y llevar adelante la sesión con uno en el consultorio y el otro en el teléfono. Si no puede

175
comunicarse puede llamarlo mas tarde. Si atiende a uno de ambos por separado deberá hacer lo mismo
con el otro, personalmente o por teléfono.
Tal vez a uno de los esposos le aterre la idea de la terapia, como si los problemas no existieran a
menos que el terapeuta los diagnostique. Tornarse invisible al terapeuta, no ser vistos por éstos, volvería
a la persona, por omisión, mentalmente sana. Si alguien teme aun terapeuta es porque nunca ha
conocido a uno de modo que una conversación telefónica puede curar la fobia.
Me ha resultado útil ofrecer una sesión individual separada a cada uno de los cónyuges. La
mayoría se aferra a esta oportunidad para tratar de fascinarme y contarme sus secretos, aunque yo deje
claro que no estoy dispuesto a guardarlos. La gente necesita verificar que cuenta con seguridad para
revelar las cosas que ocurren en su frágil matrimonio.
También los abuelos pueden formar parte de las crisis que lleva a la consulta con el terapeuta,
quizás como estabilizadores o quizás como elementos exacerbadores en una caso de desgracia
inesperada. Acaso contribuyan a la exacerbación de la crisis con su actitud tendiente a conservar la
inflexibilidad estructural familiar, o constituyan un factor de fundamental importancia en un cambio
evolutivo del matrimonio.
Si una pareja está en crisis, puede haber razones urgentes para ver a los padres o a otros
parientes: hermanos, abuelos, etc. A menudo los cónyuges se han separado y uno de ellos o ambos se
han ido a la casa de mamá y papá, o bien los padres se han mudado a la casa del matrimonio para
“ayudar”. La visita de los padres quizás haya agudizado una situación crónica o dado lugar al inicio de la
terapia. Cuando los padres forman parte de la crisis, deberían formar parte también de la terapia al
principio, y ser apartados de ésta a medida que la pareja se une para estabilizar la relación. Si los padres
tratan de no comprometerse, si obran desde una posición de neutralidad, quizás lo mejor sea respetar
esta actitud. En la terapia marital, sobre todo al principio, tiene que haber una razón que justifique atender
a cualquier otra persona aparte de la pareja.
En una terapia prolongada, después del enfriamiento de la crisis y cuando la pareja comienza a
negociar su resistencia al cambio, es de extremada utilidad ver a las familias de origen una vez, con una
crisis aguda de por medio o sin ella. Me parece que funciona mejor ver a los padres después de conocer
bien a la pareja. Ver a las familias de origen de modo regular tiende a resultar abrumador. Framo (1980):
la terapia de pareja que toma como referencia a las familias de origen es “la cirugía mayor de la terapia
familiar”. Es una operación poderosa, delicada, que requiere que ambos cónyuges confíen en el
terapeuta. Pueden tornarse bastante infantiles en presencia de los padres y mostrarse muy diferentes de
cómo son cuando cumplen el papel que les corresponde como integrantes de la generación mayor. Tal
vez esperen que el terapeuta se sienta igualmente intimidado por esos padres poderosos. Si el terapeuta
reacciona ante éstos como si fueran sus iguales, simples seres humanos, acaso brinde a la pareja un
modelo que le sirva para adoptar una postura de igualdad y camaradería ante los padres.
A veces hay que incluir en la terapia marital otras generaciones, sólo lo suficiente para poder
excluirlas después. Un simple llamado telefónico puede ser el medio de proporcionar la tranquilidad y las
explicaciones que necesitan para hacerse a un lado y permitir el trabajo entre la pareja y usted. Los
terapeutas que trabajan con las familias de origen se muestran destructivos una saben lo que pueden
hacer para ayudar, aunque esto implique quedarse afuera.

Tercer paso: Definición de la crisis:


Casi siempre la peor parte de la terapia consiste en definir el problema: la solución suele ser
obvia y a menudo no provoca discrepancias, y la resistencia adopta la forma de obstrucción del proceso
de definición. En la mayoría de los casos, la definición inicial es una de estas: 1) “no podemos
comunicarnos”, o 2) “quiero divorciarme”, también enunciada como “ya no lo/la amo”. Lo primero implica
que la pareja quiere permanecer unida y le gustaría superar algunas barreras para alcanzar intimidad y
tranquilidad. Lo segundo implica que uno de ellos desea irse pero el otro no. Estas definiciones no sirven
de mucho, puesto que no emana de ellas ninguna acción útil. Para que una definición sirva no debe
originarse en las emociones sino en las expectativas y debe ser lo más específica posible: “no podemos
comunicarnos” podría bien significar “cada vez que la regaño porque bebe mucho, ella me golpea” o bien
“todas las noches él se sienta frente al televisor y no me entretiene para nada”. Cualquiera de estas
definiciones es específica y se refiere a acciones en vez de a emociones.
Los cónyuges que temen demostrar la ira que les causa el otro suelen sofocarla intentando
encontrar una definición neutral, impersonal, “no culpógena” de sus conflictos. Acaso se sientan mejor si
declaran “no enamorados” que “enojados”. Los terapeutas familiares, bajo la influencia de Bowen, han
alentado las afirmaciones en primera persona. Es mucho más amable y respetuoso hacerse cargo de
toda la responsabilidad del propio estado emocional anunciándolo como algo que surge desde adentro, y
no como algo provocado por otra persona. Es importante que los cónyuges expliquen lo que les gusta y lo

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que no y cómo reaccionan uno al otro. Para personas competentes debe ser sencillo modificar sus
acciones, horarios y hábitos. “Enamorarse”, “ser entendido” o “dejar de sentir de ese modo” puede ser
una tarea abrumadora; no es tan difícil, en cambio, “tener relacionas sexuales con mas frecuencia”,
“sacarme pasear a la noche” o “decirme que está enojado en lugar de hacer una escena”.
Igualmente problemáticas son las definiciones que diagnostican una enfermedad o determinan
ciertos defectos de carácter de uno de los cónyuges. Los calificativos no sirven porque no son
específicos. La definición del problema es el proceso mediante el cual la gente quita etiquetas de sus
estados de ánimo y define de manera específica las cosas que no le gustan del matrimonio. Decir “tú eres
un alcohólico” no es tan útil como decir “no puedo soportar que bebas tanto”, o incluso “eres muy
desagradable cuando bebes”. En medio de la crisis lo que se necesita es un perfil directo y específico de
los conflictos, que reduzca el impasse abrumador a sus componentes esenciales.
Al definir el problema, primero hay que establecer si uno de los cónyuges vive una aventura
amorosa. Esto debe preguntarse de manera directa, aunque a menudo ya se conozca la respuesta con
sólo ver el modo en que los dos se sientan. El infiel a veces mentirá al respecto pero de algún modo
trasmitirá la verdad, ya sea en la sesión o más tarde por teléfono o pidiendo una sesión individual por
separado. De otro modo, la terapia seguirá adelante y será misteriosamente saboteada o
desconcertantemente ineficaz, y habrá de hacer esa pregunta nuevamente. Si no hay infidelidad, la
definición que la pareja da de su problema por lo general es específica o se relaciona con la
“comunicación” y otras insatisfacciones de la interacción igualmente vagas. Cuando alguien habla de la
falta de amor o del deseo de salir de ese matrimonio debido a una razón oscura pero urgente, en la
práctica el diagnóstico es casi siempre infidelidad: actual, recurrente o anticipada.
Las desgracias inesperadas son más fáciles de definir. La pareja acude a explorar un problema
específico que puede definir pero no solucionar. Tranquilizan al terapeuta asegurándole que es un buen
matrimonio y estás determinados a que siga siendo de ese modo, y uno puede verlo. Pueden circunscribir
el problema y ubicarlo en el tiempo y espacio. Saben cuando surgió y como. Solamente no saben que
hacer con él. Quizás lo definan con claridad, pero desean que una tercera persona les asegure la equidad
de la solución. Acaso identifiquen bastante bien la situación pero desconozcan las posibles soluciones.
Estas crisis no son necesariamente más fáciles de tratar que otras; sólo son más fáciles de hacer que de
responder.
La identificación de una crisis de desarrollo e basa en la familiaridad y la prebisibilidad de la
situación para el terapeuta. Es común sobrediagnosticar las crisis de desarrollo, aunque la etapa
evolutiva no sea familiar. Reduce bastante la alarma el hecho de diagnosticar un síndrome; todos nos
sentimos más cómodos con los errores a los que podemos dar un nombre que con loe que no tienen
nombre alguno.
Las crisis estructurales no siempre son fáciles de diagnosticar, ya que los cónyuges prefieren
pensar que el problema tiene ciertos grados únicos, que en realidad esta vez no es tan malo como
parece, que “por Dios, nunca pasó nada como esto”. El terapeuta es llevado a creer que una falla
estructural es una crisis de desarrollo. La pregunta determinante es si esto paso antes o no. Si el
terapeuta identifica el síndrome de desarrollo antes de que se le narre la historia de los episodios
pasados, la situación puede ser mal entendida. Esto está muy bien. No es perjudicial aceptar la definición
mas optimista, al menos por un tiempo. Muy pronto se verá que hay un antiguo problema que atraviesa
una etapa de exacerbación o ha evolucionado para convertirse en algo peor.
Muchos de los matrimonios con fallas estructurales las tienen porque uno de los cónyuges, o
ambos, son defectuosos. Tal vez este sea el origen de un conflicto continuo en el que nunca se obtienen
muchos progresos, como si ese conflicto fuera el propósito del matrimonio y cumpliera el resultado
deseado de evitar que uno de los cónyuges cambie mientras el otro se muestra martirizado y protector:
un cuidador aficionado. No todas las personas con incompetentes terminan cuidándolos. La persona
encargada de brindar cuidado puede ser otro miembro de la familia, o incluso un profesional que
mantiene la incompetencia ya sea mistificándola o desconociendo cualquier fuerza que pueda producir un
cambio en la familia. La terapia individual no siempre cumple este papel cuidador, pero los terapeutas
individuales que se niegan a vérselas con las familias pueden muy bien fomentar, aunque sin
proponérselo, una situación de desvalimiento en la que la desigualdad básica del matrimonio se produzca
o se mantenga a causa de la terapia no terapéutica.
Las crisis estructurales y de desvalidamiento se superponen. La diferencia reside en la igualdad y
la capacidad funcional de ambos cónyuges, las crisis estructurales ocurren con regularidad cuando los
dos miembros de la pareja son personas razonablemente competentes que mantienen la distancia una
respecto de la otra, amenazan de manera intermitente el matrimonio y provocan crisis recurrentes para
poner de relieve la fragilidad y la ineptitud de la relación. Las crisis de desvalidamiento se dan en
matrimonios en los que uno de los cónyuges es incompetente y el otro está esclavizado, pero queda claro

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que seguirán siempre juntos, por mas que las cosas empeoren. Hay una gran variedad de matices entre
estos dos extremos y las crisis intermitentes tironean al matrimonio de un lado para otro, a veces
poniéndolo en peligro y a veces tornando imposible la separación del cónyuge más competente.
Si se habilita una persona para actuar, ésta debe aceptar la responsabilidad por lo que haga o no,
lo haya hecho o no. En nuestro afán por asegurarnos de que nadie se sienta culpable de los líos y
fracasos de nuestra vida, a veces dejamos a los demás con una sensación de impotencia. No hay
diferencia alguna entre la culpabilidad y la impotencia, salvo el marco temporal; la no culpabilidad implica
que no hubo acción en el pasado capaz de cambiar la situación en el futuro. La tarea más importante en
un terapeuta de parejas consiste en habilitar a la gente para que supere su impotencia con respecto a su
vida. Si quieren culparse a sí mismos para renunciar a su impotencia, que lo hagan.
Las personas deben reconocer que no son víctimas de su matrimonio. Pueden dejarlo o
cambiarlo si no les gusta, pero siempre deben comprender que se trata de su matrimonio. Les pertenece.
El centro de la terapia de crisis es la definición de ésta. En el matrimonio, lo importante es
habilitar y asegurarse de que las personas consideren al matrimonio como algo propio, aunque esto
signifique considerarlo como su propia falta.

Cuarto paso: Receta general:


Puede trabajarse mucho a partir de los factores no específicos. Por sus propias características,
este tipo de terapia presupone la igualdad de ambos cónyuges y de ambos sexos; este es un asunto de
enorme importancia. En realidad hay diferencias importantes en el modo como los hombres y mujeres
son sociabilizados, como reaccionan a las cosas y que esperan uno del otro. Cualquier noción
estereotipada de HOMBRE o MUJER puede ser ampliamente divergente del hombre o la mujer presente
en este matrimonio específico, en esta situación y en este consultorio. El terapeuta debe tener cuidado de
no confundir a este hombre y a esta mujer con el HOMBRE y la MUJER.
El terapeuta es siempre respetuoso, aunque sus ideas y conductas sean mas bien
desconcertantes y extravagantes, y mostrará su alarma, desaprobación o falta de respeto de manera
cuidadosa y estudiada. El terapeuta es la herramienta terapéutica; su buena disposición para con el
matrimonio, los hombres, las mujeres, la responsabilidad, el conflicto, la emoción y la ausencia de
emoción puede resultar una revelación.
La terapia familiar tiende a favorecer los enfoques no específicos del matrimonio. Mandar a la
gente de vuelta a la casa paterna o visitar el cementerio para enfrentar los problemas de la familia de
origen, por específicos que estos sean para el desarrollo del individuo, es un enfoque general del conflicto
marital, y funciona particularmente bien en los casos de matrimonios propensos a las crisis estructurales.
Cualquier cosa que ayude a la gente verse a sí misma como la ven los otros, o incluso a tomar cierta
distancia de su matrimonio puede parecer terapéutica, en general, para el matrimonio.
Dos puntos de vista aparentemente muy divergentes y muy intensos: un truco terapéutico
consiste en que el terapeuta escuche las dos historias extremadamente incompatibles e insista en
creerlas a ambas, e incluso en explicar que no son incompatibles desde el punto de vista emocional.
Trata de respetar al matrimonio, el compromiso de ambos cónyuges con éste, la buena voluntad y la
humildad básica de ambos integrantes de la pareja, así mismo la honestidad de éstos para con él.
Hay límites para la connotación positiva. La violencia, la deshonestidad y el adulterio no deben
connotarse positivamente. Uno de los factores no específicos más eficaces de la terapia marital es la
aceptación, por parte del terapeuta, de cualquier emoción o falta de emoción, en contraste con el horror
del terapeuta ante la deshonestidad de los cónyuges entre sí. El terapeuta aprueba con una mano toda la
gama de emociones humanas y su expresión dentro del matrimonio, mientras que con la otra exige que la
pareja se trate con respeto e igualdad.
Esto requiere que el terapeuta bien educado se muestre extremadamente descortés y aliente a
los otros a hacer lo mismo. La cortesía es una técnica para poner distancia, similar a la técnica de dejar
estar que empleamos con aquellas personas que consideramos peligrosos latentes: el evitar decir cosas
inesperadas o reconocer que percibimos u observamos cualquier cosa que se aparte de lo común y
aceptado. Hay personas que le tienen tanto miedo a la franqueza, la intimidad y la igualdad de los roles
sexuales que no les agrada exhibir su matrimonio ante un terapeuta. Si éste respeta esta actitud con
demasiada cortesía, no puede haber terapia alguna. El terapeuta se encuentra en la incómoda posición
de tener que llevar los límites de la cortesía mas allá de lo normal y sondear la sensibilidad de la pareja.
Esto es imposible sin romper dichos límites y aguijonear dicha sensibilidad. Algunos pacientes se sentirán
vejados y asustados.
La no culpabilidad es en esencia lo mismo que la impotencia: Presume que el individuo no podría
haber logrado un resultado diferente mediante una combinación distinta de acciones o actitudes, y no
podrá hacerlo en el futuro, cuando las circunstancias se repitan. Quienes necesitan no sentirse culpables

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son enfermos, y su problema consiste justamente en su determinación a ser espectadores inocentes de
su propia vida. Al tratar con estas personas acaso el terapeuta acepte temporariamente la convención de
mantenerlos sin culpas. No obstante, debe estar alerta al adoptar estos enfoques condescendientes; un
acto de deshonestidad emocional por parte del terapeuta puede borrar su compromiso personal con la
terapia y sabotear la relación terapéutica. Como medida correctiva, habrá que llevar el concepto de
inocencia hasta el extremo literal que parodiará la actitud y la tornará absurda y divertida. Esto volverá a
poner en contacto a los actores.
El enfoque general de la crisis marital tiene serias limitaciones, porque acaso la pareja no
padezca el problema genérico preferido del terapeuta y, en realidad, padezca un problema que requiere
una información o acción específica. A los rasgos específicos de una desgracia inesperada se lo puede
tratar de manera directa, mientras que en una crisis de desvalimiento debe prestarse atención específica
a la dolencia que está en las bases de desequilibrio. A una crisis de desarrollo se la puede tratar
genéricamente, pero debe definirse y comprenderse con claridad la etapa evolutiva. Los matrimonios con
fallas estructurales a menudo son tratados de manera mas bien general que específica, o bien se tratan
los rasgos específicos de los individuos apartando a todos de la interacción problemática.

Quinto paso: Receta específica:


Ante la presencia de cualquier falla estructural, habrá una directiva eficaz específica que ordene a
cada cónyuge dejar de hacer algo que acostumbra hacer y que pone en peligro al matrimonio. El que
amenaza la estabilidad de la pareja será entonces “culpado” por actuar de ese modo. Si esto destruye la
neutralidad del terapeuta, que así sea. Aunque la tarea del terapeuta sea evaluar si el matrimonio debe
seguir o no, debe, en primer lugar, observar al matrimonio y su modo de operar cuando nadie lo
amenaza. Una vez que queda claro qué es lo que cada cónyuge quiere que el otro haga de diferente,
pueden recetarse los requisitos para el cambio. Los cambios son muestras de dedicación al matrimonio,
lo cual se considera una virtud. Una vez establecida la actitud de cooperación, los requerimientos
específicos tienden a perder su magia. Mientras esto sucede, el terapeuta distrae a los cónyuges del
conflicto concentrándose en la historia del matrimonio, sobre todo en la historia de sus familias de origen.
Las directivas específicas consisten en decir a las personas que se comporten de modo diferente;
funciona la mayoría de las veces y trasmite optimismo acerca de la naturaleza voluntaria de la conducta y
la capacidad para el cambio y el desarrollo. También fija al terapeuta en el tiempo y en el espacio y le
proporciona un rumbo. A veces la conducta es destructiva; es una mera indicación de pautas que la gente
ha adoptado sin cuestionarlas nunca, y que puede cambiar a voluntad.
Existe una convención según la cual nunca se da a un cónyuge una directiva para el cambio sin
hacer lo mismo con el otro. Al principio de la terapia esto puede ayudar a proteger la neutralidad del
terapeuta hasta que se establezca la confianza, pero no es preciso después de que la relación se torna
cómoda y la cooperación queda asegurada.
Las crisis de desvalimiento requieren que el terapeuta diagnostique y explique la incapacidad y
supervise al cuidador. Los tres deben comprender la enfermedad y deben saber qué hacer con ella. Esto
puede formalizarse en sesiones de psicopedagogía y prestarse a enfoques grupales, pero también se
adapta perfectamente al enfoque ordinario de las crisis familiares.
Tal vez las relaciones de desvalimiento requieran la receta específica de dejar magnificar la
incapacidad mediante un cuidado innecesario. Al cuidador aficionado deben dársele instrucciones
específicas para que renuncie al poder, y al incapacitado, para que adquiera la responsabilidad. El
proceso en su conjunto debe explicarse de modo tal que todos comprendan el cambio de rumbo.
En las crisis de desarrollo, la receta específica importante consiste en dejar de amenazar a la
pareja y explicar el proceso emocional. Énfasis en el aspecto emocional de la etapa del desarrollo. Si éste
puede comunicarse y entenderse, no es preciso separar a los cónyuges. El cónyuge que se ve
amenazado por los cambios que ve en el otro, “en desarrollo”, debe explicar lo que experimenta. Cuando
ambos explican y reexaminan su historia y la historia de sus respectivas familias, obtienen una
perspectiva que les permite comprender la última etapa evolutiva. La directiva vital específica de este
enfoque es dejar de amenazar, sentarse derecho, esperar, hablar del problema y tratar de ver a éste con
perspectiva amplia.
Tal vez el cónyuge amenazado deba hacer algunos cambios complementarios para permanecer
sincronizado con el cónyuge en desarrollo. Acaso el terapeuta deba dictaminar quién debe adaptarse a
quién, de modo que su sistema de valores se volverá parte de la terapia.
Estos conflictos de desarrollo con frecuencia se centran en los valores y en una definición de la
salud emocional y conyugal. ¿El nuevo estadio avanza hacia ese ideal o se aparta de él?. Es el terapeuta
quien debe aclararlo.

179
Por lo general, las desgracias inesperadas exigen tomar una decisión. Acaso el terapeuta logre
resolver bien la disyuntiva acerca de la cual hay que tomar la decisión, pero debe dar una directiva
específica sobre ésta. Por lo común, la receta específica comprende en la reunión de información, sobre
todo mediante conversaciones que se han temido y evitado hasta entonces.
Las recetas específicas del terapeuta deben emanar directamente de las crisis que se han
definido, no el concepto del terapeuta acerca del matrimonio ideal. El terapeuta puede mantener una
actitud de compromiso neutral y tranquilizador para con el matrimonio, mientras apoya el cambio y trata la
resistencia a éste.

Sexto paso: Negociar la resistencia:


Cualquiera sea el tipo de crisis, la gente seguirá siendo gente y se resistirá a hacer lo sensato.
Quizás esto sea muy evidente en los matrimonios con fallas estructurales, cuyos integrantes consagran
sus vidas a producir mucho humo y el menor fuego posible. Y menos evidente en las crisis aisladas,
cuyos integrantes hacen esfuerzos para impedir que ponga en peligro el matrimonio. Pero todo el mundo
tiene un repertorio de conductas que, según piensa, funcionaron bien en alguna situación pasada y deben
aplicarse en cada situación nueva.
Puede haber resistencia a acudir a terapia. Si el terapeuta insiste en ver a los dos miembros de la
pareja juntos o, de lo contrario no verlos en absoluto, se le dan todas las cartas al cónyuge que le tiene
fobia al cambio. Este integrante resistente de la pareja podrá aparecer en la terapia, declarar que estar
allí es un “gesto de cortesía” de su parte y luego negarse a adoptar cualquier compromiso. Esta maniobra
puede llegar a poner furioso al terapeuta. Es posible, y a veces necesario, hacer terapia marital con uno
de los integrantes del matrimonio. Hay muchas parejas en las que la responsabilidad por el matrimonio la
sobrelleva una sola persona. Quizás el terapeuta tenga que contentarse con obtener de la pareja un
compromiso desigual con la terapia y empeñarse en conseguir una igualdad “mayor” en lugar de la
igualdad “absoluta”.
La resistencia ala resolución de la crisis marital se centra en las inflexibilidades específicas que
vuelven al matrimonio propenso a la crisis. Puesto que este rasgo puede otorgar a uno de los cónyuges
poder sobre el otro y mantener el nivel deseado de intimidad o distancia, quizá se lo conserve con
firmeza. Las inflexibilidades pueden ser causa de que la gente se resista al conflicto, rechace el
funcionamiento basado en la diferenciación de roles sexuales, abomine la emocionalidad y persista en la
idealización de sus padres. Tal vez sea preciso realizar una larga elaboración con la familia de origen
para lograr que superen las fantasías que tienen con respecto a sus padres, a sí mismos y al modo en
que, según ellos suponen, debe ser la vida. Mientras dos personas puedan seguir compartiendo una con
otra su reacción ante la experiencia de vivir, pueden enfrentar casi cualquier crisis.

Séptimo paso: Terminación:


Si puede obligarse a la pareja a permanecer en terapia durante un tiempo, podrá aliviarse la
amenaza y lograr que aprendan a adoptar actitudes mas sanas. En cada nuevo momento de crisis se
repiten las mismas consecuencias de conducta una y otra vez, hasta que al fin la pareja comienza a
comprender la naturaleza ineludible del matrimonio: le incumbe a cada uno, no es algo en lo que se
pueda ganar o perder, no se lo puede encarar a medias, y los roles y reglas tienen poco que ver con algo
tan impersonal como las diferencias sexuales.

180
CAPÍTULO 8: Divorcio y Nuevas nupcias: Fragmentos y emulsiones.

Al divorcio siempre se lo ha considerado una medida extrema, desesperada, en ocasiones


necesaria, pero rara vez deseable. Su actual popularidad es sorprendente.

El divorcio lastima a todos:


El divorcio es una experiencia atroz para quienes la viven, y es aún más atroz inflingirla a los
hijos. Además, no da resultado. Ciertamente, no pone fin a las reyertas de una pareja que riñe
constantemente, ni desprende a los hijos del conflicto conyugal de sus padres. Parecería que quienes
reaccionan recíprocamente con tal intensidad no pueden rendirse el uno al otro. La mayoría de las
personas tratan de para el trámite del divorcio por lo menos una vez, antes de concluirlo. Un porcentaje
sorprendente de divorciados se reconcilian, para reanudar el matrimonio imperfecto del que quisieron
salir de cualquier manera. No se trata de reemplazar los propios errores juveniles por elecciones
maduras. De hecho, las segundas nupcias presentan un índice de divorcios mayor aún que el de las
primeras. Aparentemente, no aprendemos de nuestros errores conyugales. Es posible que el proceso del
divorcio, en sí mismo, dificulte este aprendizaje, por cuanto es un proceso entre adversarios, en que
ambas partes se empeñan en demostrar que no han sido las causantes delos problemas.
En el mejor de los casos, el proceso de divorcio es desagradable. Probablemente sea más
traumático que una muerte en la familia, porque se para violentamente a sus miembros en vez de unirlos.
Pocas crisis familiares producen cambios tan profundos en tantas vidas.
La mayoría de los divorcios sobrevienen como resultado directo de una aventura amorosa: en el
momento del divorcio, uno de los esposos está enamorado de otra persona y quiere casarse con ella.
Para él, el divorcio es una experiencia nueva y liberadora, pero el otro cónyuge y los hijos lo viven como
una traición y una deserción. El que se va está emocionalmente fuera de sincronía con el resto de la
familia. La crisis combinada de infidelidad, divorcio y nuevas nupcias con quien "destruyó el hogar" puede
dejar desolados a todos, mientas el infiel/desertor se desconcierta al ver que la familia no comparte su
felicidad ante lo que todo eso tiene de romántico. Por fortuna para todos los involucrados, la aventura
suele terminar precisamente cuando el divorcio se vuelve definitivo y las nuevas nupcias resultan
posibles.
Por eso en muchos divorcios un cónyuge la pasa estupendamente bien, y el otro se siente
desdichado y absorbe toda la energía emocional de la familia.
Esta situación contrasta nítidamente con los divorcios, menos frecuentes, que ocurren cuando la
relación conyugal se ha vuelto tan espantosa que todos desean impacientemente su fin.
Pero esto no sucede a menudo... al menos en los primeros matrimonios de larga data y con hijos.
El divorcio se da a veces en tales matrimonios sin que ninguno de los esposos sea infiel, pero en mi
práctica profesional estos han sido casos atípicos. Hay separaciones pero, en general, los esposos
vuelven a reunirse prontamente, porque no han roto el vínculo y no tienen otro hogar adonde ir.
Los divorcios producidos en matrimonios monógamos de larga data involucran, a veces, a un
cónyuge quizás alcohólico, disfuncional, psicótico o simplemente "arrepentido", en el que no se puede
confiar. Lo más probable es que estos divorcios ocurran en los primeros tiempos del matrimonio, tal vez
no tengan hijos ni hayan formado aún una familia.
Si el matrimonio ha engendrado hijos y ha tenido un período de vida familiar, ha sido tolerado y
hasta cierto punto funcionó, aún cuando a los extraños les parezca insoportable, resulta difícil y doloroso
salir de él, por necesario que sea.
En las nupcias siguientes (segundas, terceras, etc.) en que los hijos provienen de uniones
anteriores y, quizá, viven con varios ex cónyuges, el matrimonio no es totalmente el centro de la familia,
como lo es en una familia "nuclear", y resulta más fácil abandonarlo. Los matrimonios subsiguientes
tienen más probabilidades de acabar en divorcio, y este, cuando ocurre, puede ser mucho menos
traumático.
Empero, en las segundas nupcias, los divorcios pueden causar ciertos traumas peculiares.
El divorcio se ha generalizado a tal punto que muchos lo consideran una parte normal del ciclo
vital de la familia, una etapa evolutiva por la que ésta atraviesa. No lo es. Es algo aberrante, imposible de
prever de una manera sana; de hecho, el preverlo y prepararse para él, bien puede ocasionarlo. El
matrimonio sólo puede funcionar si se lo trata como algo permanente. Si los esposos lo tratan como si
fuese una cosa temporaria, sólo entrarán parcialmente en él, se protegerán contra él y, cada uno por su
lado, mantendrán un ojo abierto en busca de futuros cónyuges.
Si el divorcio no constituye un caso único en la familia, es posible que la crisis no sea tan intensa,
si bien una familia que ha hecho del divorcio un hábito debe ser estructuralmente inestable. Una vez
acaecido un divorcio, sobreviene un sentimiento comprensible de inseguridad y duda acerca de la

181
estabilidad de la vida familiar, que se transmite a los hijos de os divorciados. Estos tienden a enfocar sus
propios matrimonios de un modo desesperado pero, a la vez, receloso, que debe desconcertar al
flamante cónyuge que les toca.
De igual manera, si un divorcio parece temporario y se cree posible la reconciliación, los
miembros de la familia no siguen adelante, reaccionan y se avienen a él, sino que maniobran torpemente
para reconciliar y reunir a la pareja. La fantasía de la reconciliación puede paralizar a una familia y es
particularmente destructiva para los hijos. Esta sensación de cosa pasajera puede persistir aún cuando
los progenitores contraigan nuevas nupcias, y los hijos tratarán a sus padrastros o madrastras como si
fueran usurpadores.
Si un divorcio no es "real", si la pareja hace el trámite legal pero continúa la relación, puede
confundir a todos. Es posible que para entonces la relación extraconyugal haya adquirido un carácter
manifiesto y sea algo así como un matrimonio o compromiso matrimonial, en tanto que el matrimonio se
ha convertido en una relación "extraconyugal" encubierta.
La situación puede ser aun más confusa si el divorcio en sí es encubierto; si la pareja trata de
impedir que sus hijos se enteren o que, sabiéndolo, informen de él a sus posibles fuentes de apoyo, o
bien, si lo ocultan a sus padres y amigos.
Durante el trámite del divorcio, la familia está, en gran medida, en crisis; es una situación
estructural única, que reúne las peores características de lo estructural y de lo singular. Todos se sienten
responsables y culpables mientras examinan su contribución al desastre, pero no pueden detenerlo. No
es raro que los miembros de una familia se vuelvan sintomáticos mientras se tramita un divorcio.
Si la madre y los hijos se quedan en el hogar, como suele disponerse en el arreglo temporario, el
padre es desplazado y lo siente. Al principio puede pasarla muy mal; como padre recientemente
separado, corre un alto riesgo de cometer actos de violencia y suicidio o aun de homicidio. También
puede beber en exceso. El grado de disociación y desestructuración de su vida es mucho mayor de lo
que preveía.
El padre separado tiende a ponerse celoso de su esposa, alejada y enemistada con él, sea quine
fuere el culpable de la infidelidad que los indujo a separarse. Si el culpable es él, tal vez sabotee su
relación extraconyugal volviéndose demasiado dependiente, desplegando todos los malos hábitos y
manifestaciones de desvalimiento que arruinaron su matrimonio. Si no tenía una aventura, quizás
encuentre una que lo ayude a superar el trance del divorcio.
El hombre recién separado notará, quizás, una reducción de su nivel de vida. Con el tiempo, se
recuperará económicamente. Su contacto con los hijos disminuirá en forma drástica en cuanto se
involucre con su próxima esposa; dedicará más atención a sus hijastros que a sus verdaderos hijos.
Al principio, la madre está en el hogar familiar, con los hijos, y suele recibir el apoyo de amigos y
parientes. Su vida está mucho menos disociada que la de su marido, recibe la mayor parte del apoyo de
sus hijos, porque está ahí, es el progenitor que se ha quedado y no el que se fue, y es la dispensadora de
seguridad emocional. Si es una mujer más madura, con más años de matrimonio y sin empleo,
probablemente perderá su identidad y seguridad, caerá en una depresión grave y hasta suicidad, o se
derrumbará sobre sus hijos en una actitud dependiente. Probablemente se sentirá poco atractiva y se
consagrará a las dietas, ejercicios físicos y métodos de autosuperación. Tal vez reanude sus estudios,
vuelva a trabajar o trate de obtener su primer empleo como persona adulta, descubriendo que el mundo
la considera una mujer poco capacitada y sólo empleable marginalmente. A medida que aumente su
actividad, tendrá menos tiempo para dedicar a sus hijos. Logrará reorganizar su vida antes que ellos,
pero no estará disponible. Su nivel de vida será inferior al de su ex marido, será menos requerida
socialmente y sus probabilidades de contraer nuevas nupcias serán algo menores. Si tiene más de 40
años, dichas probabilidades serán marcadamente inferiores a las de su ex esposo. Empero mantendrá
una relación mucho más estrecha con sus hijos, en comparación con su ex marido.
El divorcio es una disputa más, dentro de una serie de contiendas entre dos personas que se
eligieron mutuamente para el juego, creyendo en un momento que formaban una pareja ideal e
igualitaria. Una vez divorciados, tal vez disfruten continuando su riña en trono a quién fue el bueno y
quién el malo, quién el villano y quién la víctima. Esa batalla puede convertirse en el eje posterior al
divorcio. Cuando las personas se divorcian, tienden a abandonar en bloque todo lo bueno que tenía su
matrimonio y retener todo lo malo. El divorcio es la prueba legal de que no tenemos que transar ni hacer
nada sensato que no queramos hacer: la ley protegerá nuestro derecho a persistir en nuestros malos
hábitos, aunque nadie puede convivir con nosotros a causa de ellos.
Así pues, el divorcio libera a los progenitores del deber de ser mutuamente cariñosos,
responsables o dignos de confianza, pero no protege su derecho a seguir riñendo y alimentando su odio
recíproco hasta el fin de los tiempos. Tal vez parezca que una de las partes optó por divorciarse y la otra
trató en vano de aferrarse al matrimonio, pero el divorcio rara vez es una decisión unilateral; en última

182
instancia, suele ser bilateral. En casi todos los casos, el que se va insinúa un retorno. Su propuesta
puede ser fría y hasta constituir un mero tanteo o provocación totalmente malintencionada, o bien
significar tan sólo que regresaría al hogar si el cónyuge abandonado estuviese dispuesto a aceptar todas
sus fallas, sin tratar de inducirlo a cambiar o a sentirse culpable.
Toda esta desestructuración alocada de la vida de todos los miembros de una familia puede ser
deseada por los progenitores y hasta, temporariamente, por algunos adolescentes que desean confundir
y distraer a sus padres lo suficiente para hacer pasar inadvertida alguna otra cosa. Sin embargo, no es
frecuente que los hijos la deseen por mucho tiempo y, en última instancia, son ellos los que más sufren
("Mito de Medea" - lo cuenta en pág. 179-.)
Los hijos también salen perdiendo en otros sentidos, los dos hogares se empobrecen, con las
consiguientes privaciones económicas. Estos suelen sentirse incómodos y hasta pueden ser objeto de
discriminación, como si su nacimiento quedara invalidado por la disolución del matrimonio que los
engendró. Al quedar comprometida su posición dentro de la familia, pierden a sus abuelos y familia
extensa). El hijo ha perdido su seguridad.
Sin embargo, el efecto más importante, entre lo que sufren los hijos, es el cambio en su relación
con sus progenitores. Estos se hallan deprimidos o distraídos, preocupados por los cambios en su propia
vida, y es improbable que estén disponibles para sus hijos. Hasta pueden volverse dependientes de ellos
aunque sean de muy corta edad.
Los hijos tendrá que hacerse adultos rápidamente: lo que la familia necesita, evidentemente, son
menos niños dependientes y más adultos competentes. Algunos niños responden adquiriendo una mayor
madurez (o seudomadurez) y aprendiendo a hacer las veces de padres de sus progenitores. En su
mayoría, parecen desconcertados por este final repentino (y, por lo demás, no reclamado) de su infancia.
Quizás se rebelen experimentando una regresión y exigiendo mayores cuidados parentales, o intenten
ser pequeños adultos y, al fracasar, se vuelvan aún más inmaduros, deprimidos y dependientes. La
regresión, la aparición de síntomas y el aferramiento con característicos. Los hijos castigan de esa
manera a sus padres y, como así obtienen todavía menos de ellos, les exigen todavía más. La situación
puede ponerse fea.
Datos reales sobre la crisis del divorcio han sido recopilados en estudios longitudinales, por
Wallerstein y Kelly, y Hetherington; ambos indican que todos sufren horriblemente y por largo tiempo.
Documentan la regresión intensa de los hijos más pequeños, así como la depresión y retardo en el
desarrollo de los hijos más grandes. Los hijos de todas las edades parecen tener, por lo menos, un año
malo. Los más pequeños son los que más sufren, en particular los de edad preescolar, que son quienes
más dependen de sus progenitores y pueden evidenciar dificultades durante varios años.
Hetherington descubrió que alrededor del 75% de los progenitores divorciados lamentaban el
divorcio al cabo de un año (se sentían solos, había terminado la aventura que arruinó su matrimonio y
muchos volvían a este). Sin embargo, a los dos años de divorciados, sólo un 25% persistía en lamentarlo
(la mayoría de los divorciados contraen nuevas nupcias y, para el segundo años, ya aman a otra persona,
mientras continúan riñendo con su ex cónyuge). El buen ajuste posterior al divorcio parece depender
principalmente -y, quizá, por desgracia- del establecimiento de una relación sólida con una nueva pareja.
Los expertos discrepan acerca de si el divorcio es una catástrofe calamitosa o, simplemente, una
catástrofe. Cohen y Jones examinan los mismos datos y disienten con la antipatía hacia el divorcio,
observando que una familia divorciada puede ser preferible a una familia "desdichada" y señalando que
las personas separadas siguen creyendo en el matrimonio, siempre y cuando no sea con su cónyuge
actual. Pero hasta ellos descubren que el divorcio constituye una crisis más grave para los hijos, y que el
grado de tensión es directamente proporcional a la pérdida de involucración del progenitor que se va.
Ahrons y Wallisch estudiaron una muestra no clínica de familias divorciadas y advirtieron que el
50% de los cónyuges divorciados continuaban en un estado de "conflicto e ira correlacionado
negativamente con la involucración interrumpida del cónyuge que no había recibido la custodia de los
hijos", actuando así contra los mejores intereses de estos. Al parecer, la mayoría de los expertos se
inclinan por la custodia conjunta de los hijos, aun cuando obligue a la pareja divorciada a cooperar entre
sí -actividad en la que, obviamente, no es experta-.
Gloldstein, Freud y Solnit creen, en cambio, que cada hijo debería tener un progenitor psicológico
y que el otro debería mantenerse en la periferia. Aparentemente, la mayoría de los expertos discrepan
con estos autores, pero lo que estos sugieren es, en verdad, lo que sucede habitualmente: después del
divorcio, los hijos acaban por tener un progenitor psicológico (y funcional) y uno periférico.
La crisis del divorcio es extraordinariamente prolongada; se tarda por lo menos un año y, a
menudo, muchísimo más , en tomar algún tipo de resolución. En los lugares donde el trámite de divorcio
es rápido, el matrimonio puede quedar legalmente disuelto antes de que la familia haya reaccionado en
absoluto. En aquellos en que los trámites demoran varios años, el divorcio emocional debe prolongarse

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tediosamente en la misma medida. El proceso emocional lleva más tiempo, si el matrimonio es de larga
data, si uno u otro cónyuge es reacio a obtener el divorcio o si los hijos aún esperan una reconciliación.
Todos pueden actuar como si el divorcio no fuera real, hasta que, pocos años después, uno de los ex
esposos vuelve a casarse y, con ello, le da un cariz definitivo.

Salvándose a duras penas del naufragio:

Fronteras:
La mayoría de los divorcios sobrevienen porque ya se ha abierto una brecha en las fronteras
maritales. Cuando una aventura romántica ha sido la causa del divorcio, éste y el matrimonio dejan de ser
un asunto familiar íntimo, con lo cual aumentan la ira y la sensación de haber sido traicionados. En todo
esto hay una falta de continuidad emocional, junto con un permiso para ensanchar todavía más la brecha
en las fronteras familiares. No obstante, una vez iniciado el proceso del divorcio, dichas fronteras
desaparecen e ingresan en la lista toda clase de personas, en tanto que otras se retiran. Muy pronto,
todos tratan de formar pareja, incluidos los hijos adolescentes que se aferran a sus bienamados y tienden
a sexualizar prematuramente sus relaciones.

Pautas habituales:
Los sobrevivientes del divorcio deben reasignar las tareas y renegociar todas las reglas. Por o
general, el progenitor que permanece en el hogar está sobrecargado y exige que sus hijos funcionen de
manera más adula. Las fronteras generacionales parecen desmoronarse a medida que los sobrevivientes
se vuelven unos hacia otros en busca de apoyo. El progenitor que se va tal vez esté aun más agobiado,
pero todavía hallará tiempo para venir a causar problemas, tratando de mantener su autoridad sobre las
reglas y roles de la familia que acaba de abandonar. Hasta es posible que lo inviten a regresar con tal fin.
Nunca está muy claro quién establece las reglas en una familia en pleno trámite de divorcio. En general,
el funcionamiento de los roles de todos los miembros de la familia cae en picada durante el proceso.

Metas y valores:
El aspecto más deprimente del divorcio es tener que enterrar todos los planes que se acariciaban
para el futuro. La supervivencia es casi lo único por lo que se puede trabajar; las metas menos acuciantes
quedarán en le camino. Asimismo, deben reexaminarse los valores. La revelación de que se vislumbra un
divorcio suele implicar la revelación de algunos secretos bastante perturbadores. Los miembros de la
familia deben modificar su percepción de sí mismos. No sólo han perdido su seguridad y han dejado de
ser una fortaleza; también han perdido su virtud y han dejado de ser un modelo ejemplar.

Revivir los conflictos pasaos:


Ante los ojos de todos, pasan como relámpagos los agravios recibidos a lo largo de la vida
conyugal. Ningún conflicto pasado es demasiado insignificante para dejar de pelearlo durante el proceso
de divorcio; ningún secretillo es demasiado sórdido para no divulgarlo; ninguna pequeña culpa es
demasiado trivial para defenderla. Debe desacreditarse la totalidad de la vida en común: hay que escribir
nuevamente la historia, para convertir a cada uno en héroe y víctima del malvado ex cónyuge. Quizá se
resuelvan algunos viejos problemas. Muchos temen el conflicto y la revelación y deben iniciar el proceso
de divorcio para librar la batalla temida, peor necesaria, que puede hacer o deshacer su matrimonio.
Es espantoso observar un divorcio civilizado, en el que un cónyuge se inclina ante el otro o
ambos dan prioridad a la cortesía. Ese divorcio no resuelve nada, ni enseña nada, ni libera a nadie. La
batalla por el divorcio es vital y no debe posponerse. Empero, no la libran únicamente los esposos: puede
ser horrible para los hijos, a quienes tal vez se obligue a servir de árbitros, a traicionar o abandonar a un
progenitor o, simplemente, a escuchar toda la bazofia.

Tensión:
En la vida de cualquier persona, hay pocos períodos más tensos que este. Nadie puede sentirse
cómodo mientras se tramita un divorcio en la familia. Todos se vuelven tan sensibles a todos, que
cualquiera puede ser el primero en contraer síntomas, cualquier miembro de la familia puede enfermarse
y cualquier síntoma es posible. Tras la ira inicial viene la angustia y, luego, la depresión. El cónyuge
abandonado tal vez quiera suicidarse, o bien tema -quizás, acertadamente- que el otro se vuelva
psicótico, alcohólico grave o suicida. El divorcio es, por lo menos, tan traumático para el que se va como
para el abandonado. También existe la posibilidad de que uno de los hijos se derrumbe, huya del hogar o
intente suicidarse. Los síntomas pueden aparecer más despacio: por ejemplo, uno o más miembros de la
familia tienen un desempeño insatisfactorio en la escuela o el trabajo, o simplemente, andan cada vez

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peor. Por lo común, todos los miembros de la familia sufren y en la mayoría de ellos aparecen síntomas.
La situación no mejora prontamente.

Tratamiento de las crisis de divorcio:

1° paso: reacción ante la urgencia:


A un terapeuta no le es difícil incorporarse a una familia de la que se va, súbitamente, uno de los
progenitores. Las fronteras están totalmente abiertas. El terapeuta no está en condiciones de asegurar la
continuidad de la familia, pero debe transmitir optimismo con respecto a la supervivencia de sus
miembros. Tal vez deba ponerse en contacto, por separado, con el cónyuge que se va y asegurarle que
la reconciliación marital no es obligatoria si algún miembro de la familia presenta síntomas, y que una
decisión sobre el matrimonio o el divorcio es demasiado importante y afecta demasiada vidas, como para
tomarla basándose en lago tan pasajero como una aventura amorosa, una tentativa de suicidio, una
psicosis o una rabieta.

2° paso: compromiso de la familia:


Cualquier miembro de la familia puede ser "el paciente" pero, cuando está en marcha un divorcio,
cabe suponer que el portador del síntoma está buscando ayuda para la familia entera. El terapeuta debe
ofrecerse a entrevistar a toda la familia, incluido el esposo que se va. A menudo, este se halla en una
terapia individual, de la que surgió la decisión de divorciarse. Existe el temor de que la terapia induzca a
la familia a permanecer unida; de ahí que su objetor más enérgico y tenaz sea el miembro deseoso de
divorciarse. El que se va ha elegido ya su terapia -divorciarse, y de ser posible, hasta "borrarse- y está
demasiado enojado y asustado para considerar otras alternativas. Es obvio que, a menudo, el terapeuta
debe tratar únicamente con los miembros de la familia que han sido abandonados.
Mas aún: hay veces en que al terapeuta le queda tan solo un miembro de una familia en
disolución y poco puede hacer, aparte de mantener en pie ese miembro mientras todo se desintegra al su
alrededor.

3° paso: definición de la crisis:


todos deben comprender que el matrimonio está llegando a su fin y por qué. Lo primero no es
difícil de explicar, lo segundo sí, y mucho. A mi juicio, no es necesario ni apropiado evitar que los hijos
conozcan los secretos de la familia, cuando estos sirven de base a una decisión tan disociadora. Los
hijos deben convivir con ambos progenitores, por lo tanto, no deben ser distanciados por los secretos, o
por el sentimiento de culpa de alguno de ellos y su miedo constante a quedar en descubierto.
Es difícil definir las razones de un divorcio. Cada miembro de la familia debe comprender la
historia del matrimonio. Cada uno necesita comprender la realidad, singularidad, evidencia, permanencia
y naturaleza estructural del divorcio, la separación o los esfuerzos por evitarlos. Los hijos deben
comprender qué cuestiones constituyen dificultades insuperables, escuchando las dos campanas. Deben
estar al tanto de cualquier aventura amorosa en curso. No sé si es especialmente bueno para los hijos
conocer el mal comportamiento de sus padres, pero su desconocimiento los distancia.

4° y 5° pasos: recetas:
Con sólo hablar del divorcio, se despeja la atmósfera. Con sólo ver que el problema tiene por lo
menos dos caras, los hijos pueden acercarse más a ambos progenitores. Para ellos es vital saber que no
fueron los causantes del divorcio y que nada pueden hacer por impedirlo.
Se le da a la apareja la oportunidad de reconsiderar exactamente lo que su decisión entraña.
Muchos divorcios podrían prevenirse (para bien o para mal) con una buena pelea. El trámite del divorcio
debería ser más lento, pero no se debería suspender: si un cónyuge quiere poner fin al matrimonio, ese
deseo debe respetarse. No obstante, quienes optan por un procedimiento tan drástico, merecen conocer
qué alternativas existen.
Las parejas que piensan divorciarse deberán conocer los hechos. La mayoría de los divorciados
lamentan, en algún momento de su primer año de separación, el paso dado; muchas parejas vuelven a
reunirse durante el trámite de divorcio o después de él; el divorcio total no existe para las parejas con
hijos, pues deberán seguir tratándose de por vida; a mayoría de los hijos de divorciados retornan a la
normalidad al acabo de unos años; el proceso del divorcio es horrible y debería prepararse para lo peor.
Al asignar tareas específicas, el terapeuta efectúa un doble trabajo: demostrar qué implicaría el
divorcio y señalar qué cambios se requerirían para evitarlo. Planteada la cuestión en estos términos, tal

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vez valga la pena divorciarse... o tal vez no. Lo más importante es dejar en claro que los progenitores
podrían tomar medidas para salvar el matrimonio, pero los hijos no pueden hacerlo.

6° paso: negociación de la resistencia al cambio:


A medida que los esposos empiezan a sumar las pérdidas físicas y emocionales que les
acarreará el divorcio, tal vez se echen atrás horrorizados y consideren la posibilidad de reconciliarse. El
esfuerzo reconciliatorio puede ser un sincero despertar a la realidad, o una mera resistencia a asumir la
responsabilidad por una decisión tan drástica. Al seguir adelante la negociación, la pareja tiende a rebotar
entre los dos extremos -esta casados y no estar casados-, sin que haya ningún punto o arreglo
intermedio. La decisión requiere un acuerdo; la de divorciarse puede ser unilateral.
Parece preferible no apresurarse excesivamente a tomar esa decisión. Aquí, la solución está en
reducir el problema a una serie de tareas simples, de acciones que podrían ejecutarse, y que significarían
un cambio. Si hay una aventura amorosa en curso, o recién terminada, el infiel debería cortar todo
contacto con su amante. Si alguien tiene un hábito detestable, podría interrumpirlo para demostrar que se
esfuerza por volverse aceptable a su cónyuge, y por establecer la prioridad del matrimonio.
Este conjunto de negociaciones puede llevarse a cabo con la pareja viviendo junta o separada.
En general, si la relación es demasiado intensa, tal vez convenga una separación; si es demasiado
desapegada, la separación puede ser deseada pero contraproducente. Si un cónyuge quiere separarse,
su deseo debe ser espetado, aun cuando el otro se oponga tenazmente. Los esposos pueden postergar
el divorcio pero mantenerse apartados por un tiempo, mientras negocian los cambios requeridos antes de
que el cónyuge que se fue se atreva a regresar al hogar. No incumbe al terapeuta decirles si deben vivir
juntos o separados, pero sí debe decirles a quienes estén tramitando el divorcio que el asesoramiento
legal que reciben tiene por objeto proteger sus derechos de propiedad y, si se atienen a él, pueden echar
por tierra toda posibilidad de reconciliación. Deben saber si están riñendo como es normal que lo hagan
los casados, si se están cortejando y poniendo a prueba mutuamente, o si se están divorciando. Los
enfoques son totalmente distintos.
Tal vez quede en claro, al fin, que la pareja no está negociando una reconciliación, sino
divorciándose. Si existen dudas acerca de si se están casando o divorciando, es porque se están
divorciando. Muchas personas son reacias a reconocer que quieren divorciarse, pero nada hacen por
reparar el matrimonio y permiten, pasivamente, que sus cónyuges se divorcien de ellas. Parecen valorar
la posición de "parte perjudicada".
Tan pronto como quede más o menos en claro que la pareja se está divorciando, el terapeuta
quizá deba cambiar de rol: ya no será el guardián del matrimonio, sino el guardián del divorcio. Las
parejas pueden resistirse al divorcio con la misma inventiva con que se resistieron a estar casadas.
Tienden a aferrarse al matrimonio, persistiendo un cónyuge en ejercer la autoridad y el otro en
derrumbarse en actitud de dependencia. Cualquiera de ellos puede producir crisis que requieran la
intervención del otro, o bien insistir en fiscalizar, supervisar, o simplemente, controlar al otro.
Mantener divorciada a una pareja de divorciados puede constituir un desafía para el terapeuta,
especialmente cuando los hijos y, quizás, hasta uno de los cónyuges, persiste en soñar con la
reconciliación. Esta esperanza puede esclavizar a una familia de por vida e inmovilizar eternamente a un
terapeuta en el papel de mediador.

7° paso: terminación:
Aunque la pareja sea feliz enzarzándose, una y otra vez, en su eterna pelea por el matrimonio, el
terapeuta quizá tenga que dividir la terapia prestando apoyo permanente a uno de los cónyuges (a veces,
a los dos por separado) o manteniéndose a disposición de ambos para las crisis inevitables. Después del
divorcio, algunas parejas nunca pueden negociar ni siquiera el conflicto más simple sin recurrir a un
mediador... y el terapeuta es un mediador mucho más seguro que los hijos. Un matrimonio nunca
termina, un divorcio nunca es completo, tal vez el terapeuta deba quedarse indefinidamente entre
bambalinas.

Las nuevas nupcias:


La mayoría de las personas se casan por primera vez dominadas por un frívolo ofuscamiento
romántico, sin pensar mucho en porqué lo hacen: simplemente es el destino de la especie humana. Los
mitos románticos son tan seductores que, en cierto modo, se presume que casi todos los problemas
pueden resolverse "enamorándose", casándose y "sentando cabeza".

186
Las nupcias subsiguientes no son tan inexorables. Aún así, el animal humano no se siente cómo
en soledad: la pareja es la unidad básica social, funcional y biológica. Además, hay razones prácticas
para reincidir en el matrimonio: la forma óptima de criar a los hijos es en pareja, dos personas pueden
vivir a tan bajo consto como una sola, y la relación sexual es más eficiente cuando se hace el amor en
casa. Es difícil que muchas mujeres divorciadas, con hijos pequeños y un ex marido inservible, puedan
sobrevivir -funcional, emocional o económicamente- sin volver a casarse.
El mundo y los profesionales de la salud mental ruega a la gente que espere varios años antes de
volver a casarse. Las personas necesitan saber si pueden vivir solas antes de resolver qué requerirán de
un nuevo matrimonio, si acaso precisan algo de él. Por supuesto, las que menos soporten el estado de
"soltería" serán las más dependientes, exigentes, y desesperadas en sus matrimonios ulteriores... y por
ende, las que más fracasarán en ellos.
Es improbable que quien contrae nuevas nupcias presa de la desesperación y el pánico, porque
la soledad le parece insoportable, elija parejas con mayor sapiencia que la vez anterior. Cuando la elige
mal, en su desvalimiento puede aferrarse a alguien totalmente destructivo para él o ella y sus hijos. Los
peores matrimonios son, al parecer, los de mayor aguante, porque incluyen a alguien que cree que el
matrimonio es crucial para la supervivencia y que todos deben sacrificarse para mantenerlo a cualquier
precio.
Del mismo modo, quienes la pasan muy bien sin estar casados, pueden ser solteros o solteras
"confirmados" o terminan siendo esposos inflexibles, resentidos por compartir su vida con otra persona.
En las filas de los multidivorciados se cuentan aquellos que, en realidad, no desean mucha vida conyugal,
sino incursionar de vez en cuando en el matrimonio.
Muchas personas no soportan la soledad, pero poseen escasa capacidad para la intimidad. Se
casan con el primero que esté dispuesto a ser su pareja y se divorcian tan pronto asoma la primera
batalla. Doméstica.
El matrimonio no es para todos. Hay mucho que decir a favor de la idea de que todo aquel que se
divorcia debería someterse a terapia antes de volver a casarse. Por desgracia, la terapia no funciona bien
a menos que sea impulsada por una crisis que produzca una disposición al cambio, y el cambio que
desean la mayoría de los solteros es un nuevo matrimonio.
Las nuevas nupcias no se parecen del todo a las primeras. Si estas produjeron hijos, los
matrimonios subsiguientes no podrán comenzar con una pareja nada más, y expandirse a partir de allí.
Tampoco hay luna de miel. El nuevo matrimonio ni siquiera marca el fin del anterior: tan solo viene a
complementar una red familiar ya compleja. Ni falta hace decir que cada divorcio aumenta las
probabilidades de que el matrimonio siguiente también acabe en divorcio. Con todo, algunos de los
mejores matrimonios se dan tras sucesivos fracasos. El eventual éxito marital rara vez se debe a que, por
fin, se ha encontrado la pareja correcta; dicho éxito obedece a algún cambio más básico.
Por supuesto, algunas nuevas nupcias constituyen un primer matrimonio desde el punto de vista
funcional, por cuanto las primeras sólo fueron una breve escapada infantil, que nunca "prendió" y no dejó
más residuos que turbación, vergüenza y los regalos de casamiento. Un matrimonio que no ha producido
hijos no tiene la misma fuerza aglutinante que un matrimonio con hijos. Aquél puede ser más
estrechamente unido y hasta más satisfactorio, porque es menos exigente y más flexible, y con el tiempo,
tal vez sea tan difícil de abandonar como el otro, pero una vez que los esposos se hayan separado, quizá
no haga falta ninguna interacción subsiguiente.
Las familias reconstituidas -o sea, las formadas por personas con hijos que contraen nuevas
nupcias- son, por naturaleza desordenadas y vacilantes. Pueden funcionar, pero requieren mayor
atención y transigencia. Las cosas no suceden de manera natural.
Las nuevas nupcias pueden ser, de por sí, una crisis grave. Los restos de las familias anteriores
están presentes, sin fusionarse; las situaciones embarazosas y los desaires son inevitables.
Si el matrimonio precedente no terminó en divorcio, sino en viudez, el cónyuge muerto rondará en
torno a la boda, que pasará a ser simultáneamente un nuevo casamiento y un nuevo funeral. Los hijos se
vuelven especialmente conscientes de la ausencia del progenitor muerto y quizá resuelvan mantenerlo
bien vivo.
En las parejas divorciadas, uno de los ex cónyuges será inevitablemente el primero en volver a
casarse. Es probable que el otro ex esposo haga un esfuerzo, inoportuno y posiblemente insincero, por
reconciliarse o, simplemente, arme un escándalo para no ser pasado por alto. Los hijos tratarán, quizá,
de bloquear la boda, manifestando cualquier síntoma concebible.
Aún suponiendo que la ceremonia se cumpla según lo programado y todos se comporten
razonablemente be, los hijos pueden sabotear la luna de miel con una crisis oportuna. Los hijos que
procuran impedir las nuevas nupcias de un progenitor pueden esta imponiendo la voluntad del otro, o

187
bien expresando su propio egoísmo o sus angustias justificadas, pero a menudo responden a la
ambivalencia del progenitor que se casa.
Nada tiene de sorprendente que las personas tiendan a casarse por segunda vez de un modo
ambivalente y tentativo; a veces llegan a redactar acuerdos de divorcio prenupciales, posponer la boda
una o dos veces o la celebran súbitamente tras varios años de vacilaciones. Los reincidentes son
cautelosos, porque ya fueron heridos en sus sentimientos. Un segundo matrimonio no es el cumplimiento
de las fantasías infantiles y el destino biológico, sino un modo de establecerse con la mayor comodidad y
seguridad posibles, luego de haber visto destrozados los propios sueños ingenuos.
Las nuevas nupcias tampoco reciben el mismo apoyo familiar y social que las primeras.
Convertirse en el segundo, tercero o cuarto cónyuge de alguien no lo transforma automáticamente a uno
en miembro de la familia; eso puede llevar cierto tiempo.
El nuevo matrimonio de un progenitor constituye una crisis significativa para los hijos: como toda
crisis, es a la vez un peligro y una oportunidad.
Emily y John Visher perfilaron 7 áreas problemáticas, derivadas de las características complejas
que presenta la familia reconstruida:

1) hay un progenitor biológico fuente de la unidad biológica reconstruida y un adulto del mismo
sexo en el hogar.
2) en las familias reconstruidas, la mayoría de los hijos siguen perteneciendo a dos hogares.
3) la definición del rol del padrastro o madrastra es igualmente imperfecta.
4) el hecho de que las familias "reconstruidas" provengan de ambientes históricos disímiles
acentúa la necesidad de tolerar las diferencias.
5) las relaciones entre padrastros, madrastras e hijastros son nuevas y no han sido puestas a
prueba; o han sido "dadas", como en las familias intactas.
6) en las familias reconstruidas, los hijos tiene, por lo menos, un par de abuelos adicionales.
7) en las familias reconstruidas, los arreglos económicos adquieren muchas concomitancias
emocionales.

Si bien no existe una estructura estándar para un primer matrimonio, en el caso de las familias
"reconstruidas" no existe ningún mapa de su estructura. Nada puede darse por sentado. Cada familia
reconstruida es verdaderamente única.
Las familias reconstruidas tienen más crisis que las otras, y cada crisis es más disociadora y
peligrosa que las precedentes. La estructura es más compleja, el "reparto" incluye por lo menos algunos
miembros mal dispuestos y, quizá, también algunos miembros inestables; por lo general, el compromiso
de mantener la estabilidad estructural es menor. Las relaciones pueden ser evanescentes. La disociación
de la familia es una amenaza constantemente presente, porque ya ha ocurrido en el pasado.

Crisis específicas en familias reconstruidas:

Intromisiones de cónyuges anteriores:


Si hay hijos, si hay que pagar alimentos o prestar algún otro apoyo pecuniario, o si se mantienen
estrechos vínculos con los ex suegros, se mantendrá el contacto con el ex cónyuge. Este contacto puede
ser desagradable y amenazador, en el pero de los casos peligroso y, en el mejor, turbador. Siempre
resulta embarazoso para el nuevo cónyuge que, inevitablemente, se pondrá un tanto celoso. Los esposos
divorciados no pueden reñir, ni tratarse amigablemente, sin sentirse incómodos. La vieja intimidad debe
ser reemplazada por un distanciamiento prudente y cordial. Tal vez el ex cónyuge esté resuelto a separar
a la nueva pareja, a competir con el nuevo marido o esposa, o a persistir en sus viejos castigos y
justificaciones. Es posible que los ex esposos quieran mantener vigente su antigua dependencia y apelen
el uno al otro en tiempos de necesidad. (ejemplo de caso, pág. 193)

Amenazas de continuar la relación marital:


Siempre suscita dudas la permanencia de un nuevo matrimonio. Uno o ambos esposos pueden
haber dejado a un cónyuge anterior, o haber sido abandonados por él. Las amenazas de divorcio son
más frecuentes en estos casos, y parecen más reales. Ellos saben que pueden hacerlo. (ejemplo de
caso, pág. 193)

Cuestiones de dinero:
Los divorciados quieren mantener separados sus fondos. A veces, la familia depende del subsidio
para vivir que recibe de un ex cónyuge. Las finanzas de las familias reconstruidas tienden a tener una

188
complejidad sobrecogedora: al no haber ningún conjunto de reglas estándar para disponer de las cosas
de manera equitativa, esto abre nuevos caminos y pueden llegar a arreglos extravagantes. (ejemplo de
caso, pág. 194)

Idas de los hijos:


Los hijos del divorcio pueden tener dos o más hogares y familias, y no sentirse "en casa" en
ninguno de ellos. Pueden ir y venir entre dos hogares o pasar los fines de semana en un vecindario muy
diferente de aquel en donde tienen su escuela, disociando así sus relaciones con sus pares. El que vive
lejos (por lo común, el padre) puede llegar a ser negligente con respecto a sus visitas, dejar plantado al
hijo, prometerle cosas que luego no le da, frustrando así también las actividades sociales de la madre.
Los hijos adolescentes pueden modificar o negociar las reglas domésticas mediante amenazas de irse a
vivir con el otro padre. (ejemplo de caso, pág. 194-5)

Una autoridad diferente sobre hijos diferentes:


Las reglas que gobiernan a los hijos de distintos matrimonios pueden diferir mucho entre sí. Las
expectativas de la familia reconstruida pueden derivar de ambiente y experiencias diferentes, así como de
distintas filiaciones étnicas o religiosas. Hijos de la misma edad pueden diferir totalmente en su relación
con la autoridad y el mundo. (ejemplo de caso, pág. 195)

Realidades económicas diferentes para hijos diferentes, en una misma familia:


En un mismo hogar puede haber muchachos ricos y pobres. Esta circunstancia puede influir, a su
vez, en las conductas, expectativas y relaciones. La diferencia económica puede ser leve pero
embarazosa (por ej.: cuando un padre mantiene a sus hijos y otro no), gravemente disociadora (p.ej.:
cuando un padre se asegura de favorecer a sus hijos biológicos, en desmedro de sus hijastros) o absurda
(p.ej.: cuando un hijo recibe un pródigo subsidio de un padre ausente, o de un fondo, en tanto que sus
hermanastros no gozan de esa ventaja). Por lo común las familias tratan de nivelar estas diferencias,
pero esto también puede generar crisis. (ejemplo de caso, pág. 196)

Cuando los hijos se esfuerzan por disolver el matrimonio:


Los hijos disgustados por la pérdida de un progenitor, ya sea por divorcio o fallecimiento, pueden
aferrarse al que les queda. Es posible que la familia reducida funcione bastante bien, y que los hijos y el
progenitor restante formen una unidad funcional satisfactoria. Un nuevo matrimonio puede causar
resentimiento en los hijos, pues pierden emocionalmente al progenitor que les queda. Muchas veces, los
padrastros o madrastras cometen el error de intentar "poner bajo control" a un adolescente parental,
bastante independiente; en tales circunstancias, los hijos quizá procuren echar al nuevo padrastro o
madrastra. Sus esfuerzos pueden ser sutiles o tomar un cariz desesperado. El nuevo progenitor, perplejo
y amenazada, puede reaccionar en forma excesiva, asumiendo una autoridad que intensifica la pelea y
obliga al progenitor biológico a tomar partido. Todos sufren. (Ejemplo de caso, pág. 196-7).

Celos parentales por alianzas de los hijos:


Si los hijos logran trabar amistad con el padrastro o madrastra, es posible que el progenitor
ausente se sienta amenazado e intente socavar la nueva relación, o interprete la tolerancia del padrastro
o madrastra como una infidelidad y reaccione de manera acorde. (ejemplo de caso, pág. 197)

Desdibujamiento de las fronteras sexuales:


El tabú del incesto es tan débil en las familias reconstituidas, que algunos expertos ni siquiera
usan la palabra "incesto", prefiriendo la expresión "abuso sexual doméstico" por ser menos irritativa (El
"Síndrome de Lolita"). Los padrastros cruzan frecuentemente las fronteras sexuales que los separan de
sus hijastras y, aunque el incesto entre madre e hijo es raro, el incesto entre madrastra e hijastro lo es
mucho menos. Los hijos e hijas adolescentes pueden sentir muy poco el tabú del incesto y llevar bastante
lejos sus flirteos e incitaciones sexuales. (ejemplo de caso, pág. 198)

Diferente relación de los abuelos con diferentes nietos:


Los abuelos preocupados por sus herederos pueden ver en los nietos no biológicos unos intrusos
que se interponen entre ellos y sus nietos "legítimos". Cuando tienen ambas variedades de nietos, es
posible que su distingo entre ellos sea mayor del que establecen los progenitores, lo cual fomentará
resentimientos desagradables y desencadenará crisis. (Ejemplo de caso, pág. 198).

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Las familias reconstruidas vienen al consultorio exactamente por las mismas razones y con las
mismas crisis que las familias originales, a las que se añaden estas crisis confusas en torno al proceso de
reconstitución. El terapeuta debe explorar las complejidades de la estructura familiar, antes de proceder.
Todo esto debe conocerse tan pronto se inicia el tratamiento, pues de lo contrario, el terapeuta puede
cometer graves desaciertos.
(Ej: Casi 13: "No era un lecho de rosas". Pág. 199-200).

190
CUARTA PARTE.

LA CRISIS DEL DESARROLLO.

CAPÍTULO 9: Padres e Hijos. Las dos caras de la moneda.

El embarazo como crisis:


La crianza de los hijos ha dejado de ser un trabajo de gran categoría y ofrece muy poca
seguridad en el empleo. Por consiguiente, el número de embarazos que terminan en aborto es casi igual
al de los que terminan con el nacimiento de un bebé.
Los bebés tampoco son muy buenos como aglutinantes del matrimonio. Las mujeres solían
tenerlos para cumplir su destino biológico; los hombres querían tenerlos para demostrar su masculinidad
y asegurarse la inmortalidad. A medida que aumenta el deseo de las mujeres de ser identificadas por su
profesión, más que por su matrimonio o sus hijos, los hombres parecen afirmar su identidad por medio de
la seducción, o acumulando riquezas y juguetes. Hasta es difícil para una mujer adulta encontrar un
hombre adulto que la fecunde. Ella debe tener en cuenta que, probablemente, será una madre sin pareja
(en esencia, si no de hecho) y sacrificará su carrera, su matrimonio o su hijo a la interminable
adolescencia del marido.
El embarazo puede generar toda clase de temores, la mayoría de los cuales son básicamente
temores a crecer y hacerse adultos. El más común sea quizás el de asemejarnos a nuestros
progenitores, poniendo súbitamente de manifiesto las deficiencias parentales que tanto resentimiento nos
causaron en la infancia. Los futuros progenitores, agobiados por sentimientos de culpa, temerán tal vez
que sus hijos lleven las marcas de sus propias imperfecciones. Si se sienten inseguros, pueden temer
que el bebé destruya el matrimonio, ya sea dejando en evidencia las fallas de sus padres o compitiendo
con éxito por granjearse los favores del otro progenitor. El miedo más grande es el de convertir el
matrimonio en algo permanente: una vez que han tenido un hijo de ambos, los cónyuges están atrapados
para siempre.
Si bien las mujeres instruidas, que tiene cierta idea acerca de la inversión emocional que requiere
la crianza de un hijo, parecen sopesar obsesivamente su decisión hasta que todo está perfecto, o hasta
que es demasiado tarde, cada vez suman más los bebés nacidos de madres adolescentes, desdichadas
y pobres, deseosas de amar y ser amadas, que quieres tener a alguien que les pertenezca y no logran
encontrarlo en su familia, ni en su mundo.
Con frecuencia, el embarazo es inesperado y no deseado. La alternativa del aborto lo vuelve
menos automático que en otros tiempos. Casi todas las mujeres solteras piensan en el aborto cuando
quedan embarazadas, y muchas esposas también. La decisión de abortar puede empañar una relación
(ya sea marital o de otro tipo) y dejarle una carga de culpa e inculpación compartida y destructiva.
También puede ser un golpe cruel par los futuros abuelos, con el consiguiente deterioro de potenciales
fuentes de apoyo. El proceso de un embarazo y aborto secretos no es agradable. Las depresiones
posteriores al aborto son comunes.
En cambio, la mayoría de las embarazadas reciben un alto grado de apoyo de sus familiares y
amigos durante el embarazo, aun cuando el padre de la criatura se sienta un poco engañado y excluido
mientras dura el proceso. El embarazo produce realmente un período de gran desequilibrio marital: una
mujer embarazada es un "nosotros". Asimismo, puede constituir una amenaza contra el narcisismo de un
hombre y su sentimiento de ser el centro del universo, y contra los otros niños que integren la familia. No
es raro que, durante un embarazo, el futuro padre se involucre en una relación extramarital, proyecte
divorciarse o aun desaparezca.

La transición del parto:


Ambos progenitores tejen fantasías en torno al niño aún no nacido, le atribuyen rasgos físicos y
de personalidad, le eligen un nombre y hasta planifican su futuro. Haya fantasías de gloria y perfección,
así como de infestaciones monstruosas. Algunas mujeres temen al parto; algunos hombres temen que el
niño no sea verdaderamente su hijo. El parto suele ser menos aterrador, y el niño más aceptable de lo
que se espera. En última instancia, el nacimiento del hijo es un alivio.
Pero no siempre lo es... la típica crisis de desarrollo que rodea el parto es bastante disociadora
en el mejor de los casos, y otros factores contribuyen en ocasiones a hacer del parto un acontecimiento
aun más disociador. Los síndromes que implican crisis de parto comprenden:
1. La depresión puerperal
2. El maltrato del hijo
3. La desesperación causada por un bebé imperfecto.

191
La depresión puerperal, ¿es una crisis de desvalimiento?.
Esta depresión no es bien comprendida. Tiene algunas características de la crisis de
desvalimiento, por cuanto la madre necesita temporariamente que cuiden de ella, pero la criatura necesita
una atención todavía mayor y todos esperan que la madre se la preste. La explicación familiar más
común de esta depresión parece centrarse en que el padre deja súbitamente de interesarse por la madre,
al volcar todos la atención en el hijo. He visto depresiones graves en madres que tenían una historia
familiar de violencia y maltrato de niños, y temían repetirla con su hijo; también he visto madres
deprimidas que no tenían esa historia, ni ese temor. La depresión puerperal rara vez aparece enseguida;
por lo común, tarda unas 6 semanas en desarrollarse. Probablemente intervengan factores químicos.
Tales depresiones responden pronto y bien a los antidepresivos, a menos que madre e hijo sean
separados por la hospitalización de uno de ellos; esto prolonga los temores de la madre de ser incapaz
de cuidar del niño, generando así una fobia hacia él.
La diagnosis de la depresión puerperal es obvia. La patología familiar puede ser considerable o
nula. Una característica constante es la creencia de la madre de que no puede cuidar del bebé por sí
sola. El tratamiento consiste en ayudarla a criarlo. Dicha ayuda puede prestarla el marido, la abuela o una
enfermera o niñera. La hospitalización está enérgicamente contraindicada tal vez sea preciso
administrarle antidepresivos; por lo común, dan resultado.
Los padres pueden experimentar una variante de la depresión puerperal, en la que se sienten
abrumados por la responsabilidad de la paternidad y la pérdida de su propia posición infantil. Quizás
huyan del hogar, dejen su empleo, tengan una aventura amorosa o entren en un cuadro de depresión
clásico. Los padres que, de por sí, son bebés acostumbrados a recibir de sus esposas un cuidado
intenso, son, evidentemente, los más expuestos.
El período inmediatamente posterior al parto es uno de los puntos críticos para el matrimonio y,
con frecuencia, requiere la involucración y apoyo de los abuelos.

El matrimonio del bebé: una crisis estructural que, probablemente, será exacerbada:
Un niño puede ser maltratado desde que nade. La explicación habitual es que la madre
experimenta resentimiento, al ver que el hijo recibe una atención parental mejor de la que ella recibió en
el pasado o recibe actualmente; asimismo, es probable que la desatención del marido le provoque
bastante ira. El padre, o el nuevo compañero de la madre, puede experimentar resentimiento ante la
mayor atención que ella dedica a la criatura y su consiguiente desatención hacia él. Cualquiera de los
progenitores puede descargar su ira en el bebé exigente. Por supuesto, el niño responde poniéndose
molesto y volviéndose aun más exigente e indócil. Bastante pronto, habrá un bebé caprichoso e irritable,
que rechazará a sus progenitores y será todavía menos gratificante para ellos, con lo cual aumentará el
maltrato de estos. En tal caso, puede desarrollarse una pauta horripilante, en la que los progenitores
recomponen su relación torturando alternativamente al niño.
Estas dinámicas familiares son lo bastante permanentes como para servir de base al diagnóstico
y tratamiento. El maltrato de una criatura puede considerarse el primero de una serie que indica un
defecto estructural, posible de exacerbarse. Es una pauta peligrosa, y es probable que se repita con este
niño y los siguientes. Es raro que se maltrate a una criatura una sola vez; por tal razón, un episodio único
basta para requerir procedimientos de emergencia tendientes a proteger l niño. Los progenitores violentos
y dados al maltrato tal vez deban ser separados de su hijo, en forma temporaria o aun permanente.
Si hay alguna estabilidad en la familia, así como cierta seguridad de que cooperará con los
terapeutas, se puede adoptar la decisión de dejar al niño, ante la posibilidad de cambiar la pauta.
Empero, es una decisión seria, que no debe tomarse a la ligera. Los progenitores necesitan recibir una
terapia de apoyo constante y casi parental, hasta que el niño se vuelva menos exigente y llegue a una
edad en que pueda protegerse un poco a sí mismo.

Los bebés imperfectos: una desgracia inesperada:


Algunos bebés presentan lesiones patentes, y, unos pocos, lesiones muy graves. Cualquier
defecto congénito modifica drásticamente la situación. Aun cuando el niño sea prematuro o gemelo, este
hecho puede modelar por completo la identidad del bebé y causar tanta angustia y revoloteo en torno a
él, que probablemente el niño será demasiado protegido por sus progenitores (con el consiguiente
resentimiento de estos) y desatendido por otras personas.
El nacimiento de un bebé imperfecto es una crisis grave para la familia. Los padres pueden
culparse a sí mismo, o el uno al otro, y sacar a relucir antiguas culpas por otras malas acciones. Los
defectos congénitos pueden achacarse al abuso de drogas. Las perturbaciones emocionales, los abortos
anteriores, acciones o pensamientos pecaminosos o fallas genéticas en una u otra familia. Si el bebé

192
presenta lesiones, es mucho más probable que uno u otro progenitor, o uno de los abuelos, sufra una
depresión posparto.
Cuanto más notorio sea el defecto, tanto menos desorientadora será la crisis.
Algunos defectos genéticos o de nacimiento pueden hacer que el niño sea una carga aterradora y
agotadora para sus padres, aislándolos del resto del mundo y, a veces, aun entre sí. Los defectos
insidiosos o desconcertantes, así como los que aparecen gradualmente a medida que el niño crece,
pueden desencadenar una serie de crisis de desvalimiento, mientras la familia intenta comprender qué le
pasa l niño y que debe hacer al respecto. Ante cualquier anormalidad, es vital que los padres y abuelos
estén bien informados acerca de qué cabe esperar y qué se puede, o no se puede, hacer. Criar niños con
defectos constituye un desafío mayor que criar niños perfectos, pero puede ser igualmente gratificante, si
se acepta el desafío y no se interpreta el defecto como un fracaso parental.

Matrimonio y Parentalidad:
Nada hay que modifique una relación conyugal de manera tan definida y permanente como la
parentalidad. Se asemeja al acto sexual: se hace mejor de a dos y, cuando la pareja trabaja bien, es lo
mejor de la vida. Pero no suele ocurrir así. Es más probable que uno de los progenitores (habitualmente
la madre) disfrute la parentalidad y centre en ella su vida, en tanto que el otro tratará de evadirse,
competirá con el hijo o hijos y se sentirá abandonado por su cónyuge. La conducta cada vez más adulta
de este le parecerá, quizás, ofensivamente parental, algo contra lo cual hay que rebelarse. Cuando el
anti-progenitor es el padre, puede evadirse en el trabajo y en los juegos con los demás "muchachos": hay
clubes especiales. El flamante padre puede convertirse en un trabajador fanático o tomar un segundo
empleo. Su esposa, atada al hogar, perderá quizá su capacidad para dialogar con personas adultas y se
transformará en "tan sólo una madre" conversando a diario con su progenitora y con otras madres, pero
perdiendo las demás facetas de su identidad, en particular su matrimonio.
En estos matrimonios, el conflicto puede centrarse e n que uno o ambos cónyuges reconozcan
que la esposa se está convirtiendo en "tan sólo una madre". tal vez adviertan, o no, que el marido se está
transformando en un hijo más.
Si es el marido quien se vuelca por entero a la parentalidad, puede convertirse en abuela,
supervisando a su esposa en el cuidado de los hijos, pero sin asumir ninguna responsabilidad directa; al
cabo de un tiempo, ella preferirá hacerlo todo por sí sola. Por supuesto, también es posible que el marido
se convierta en el principal prestador de esos cuidados. Esta última alternativa se está difundiendo, pero
todavía es raro que se la conciba como el ideal masculino; además, es una clara amenaza para muchos
hombres y algunas mujeres.
Sea cual fuere la distribución de las tareas parentales entre los cónyuges, uno o ambos advierten
que la familia nuclear sencillamente no es lo bastante grande como para sostener un hogar, un
matrimonio, dos carreras, uno o más hijos, y un príncipe disfuncional. Por lo común, se sacrifica la carrera
de la esposa, el hogar, el matrimonio y los hijos a la carrera y el ego del hombre, en tanto que él exige
para sí todo los cuidados parentales. Hay parejas que pueden costear persona de servicio, o tiene
parientes que pueden completar la familia, dándole un tamaño funcional, si el marido le teme a la vida
doméstica. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la familia sigue siendo una frustración y todos
sufren.
A medida que el hijo crece, es posible que uno o ambos progenitores se identifiquen
intensamente con el pequeño y reaccionen ante su cónyuge igual que éste: si la madre le grita a la
criatura, el padre sentirá que le está gritando a él. Si el padre desatiende al niño, la madre se sentirá
rechazada. Si es autoritario y lo rebaja, la madre sentirá humillación. A medida que cada progenitor lleva
a cabo las diversas actividades parentales, el otro volverá a experimentar, tal vez, las vivencias habidas
con sus propios padres, y reaccionará conforme a ellas, reviviendo esa conocida sensación infantil de
pequeñez y desvalimiento frente a los adultos grandes y poderosos.
Observar cómo un amante / compañero de juegos se convierte súbitamente en un progenitor /
autoridad es una experiencia desconcertante... y lo es todavía más cuando el hijo entra en la
adolescencia. Todos nos identificamos en extraña medida con nuestros hijos adolescentes,
especialmente con sus luchas contra el otro progenitor. Esto ya es de por sí bastante malo hasta en los
mejores matrimonios, pero resulta pésimo cuando el otro progenitor es un ex cónyuge. Quienes han
tenido dificultades en su adolescencia y nunca han logrado superar su fase de rebelión contra la
autoridad, probablemente fomentarán la rebelión en su hijo adolescente, se rebelarán contra el progenitor
más adulto de ese muchacho y elegirán este punto de su vida marital para iniciar una aventura amorosa o
poner fin a su matrimonio.
En nuestra sociedad, hay un enorme porcentaje de niños que no crecen junto a sus dos
progenitores. Unos pocos tiene dos progenitores que funcionan y, aunque vivan separados, cooperan en

193
la parentalidad, pero la mayoría vive con un solo progenitor que -ya sea casado, vuelto a casa o
verdaderamente soltero- está en desventaja para criar a sus hijos. Cuando un progenitor debe cumplir
demasiados roles, tal vez imponga un rol parental a uno o varios hijos, situación ésta que tiene ventajas y
desventajas. Los progenitores sin pareja pueden recurrir a los terapeutas para que les ayuden en el
proceso de la parentalidad, e imprimirle a la terapia un carácter en cierto modo permanente.

Crisis de la infancia:
Los terapeutas familiares pueden contemplar a los niños como otros tantos barómetros de la
familia, que contraen síntomas a medida que aumenta la tensión familiar. A menudo, sus síntomas se
tratan como si el niño se limitara a registrar lo que está sucediendo en la familia. Empero, en las
situaciones críticas, conviene reconocer las enormes desigualdades de poder entre adultos y niños, y
suponer que los progenitores deben cambiar para generar un cambio en el hijo.
Los niños normales son controlables, pero no perfectibles. Es normal que quieran "lo que se les
antoje" y, con todo, esperen recibir total aprobación, atención y tolerancia. Si sus progenitores se alarman
ante dicha normalidad y retroceden horrorizados, o identifican al niño en función de esa conducta, o se
sienten derrotados por ella, o inducen al hijo a sentirse culpable y avergonzado, desaprovecharán la
oportunidad de poner fin, simplemente, a ese comportamiento.
A los progenitores aficionados, o echados a perder por un hijo anterior que fue "perfecto", puede
resultarles muy difícil comprender que deben controlar y estructuras a los niños. Hay que dirigirlos,
supervisarlos y recordarles cosas mientras hacen sus deberes escolares, ejecutan sus tares y aprenden a
asumir responsabilidades. La mayoría de las crisis de la infancia derivan precisamente de esta pauta. Los
niños de corta edad se desconciertan ante las amenazas y castigos, pero responden prontamente y de
buena gana a un control benigno y una estructuración constante. Los progenitores que no comprenden
esto, generan inseguridad y rebelión.
La crianza de los hijos es un proceso lento y gradual. Los niños absolutamente normales son
frustrantes, en especial si su normalidad no es comprendida por unos padres angustiados, que desean
tener un "súper niño" o un hijo menos fastidioso. Si algún elemento de angustia parental acelera el ritmo
de la crianza, no acelerará el desarrollo del niño: simplemente, lo confundirá y, en última instancia,
frustrará su desarrollo. Los segundos hijos están particularmente expuestos a ser blanco de la
impaciencia parental, porque no reciben en absoluto la atención tolerante concedida a los primogénitos.
La angustia parental suele ser el producto de fuerzas ajenas al niño. Quizá, la madre está
aburrida de serlo (sobre todo su se siente sola en ese rol) y dispuesta a continuar su propia vida, o bien,
el padre se resiente por las responsabilidades de la paternidad, la preocupación constante de la madre
por su hijo o su descuido de este. Tal vez haya crisis maritales o económicas que alteren la paciencia de
los padres y afecten, por ende, el desarrollo del niño. Sin embargo, el efecto sobre este puede no ser
inmediato.
La mayoría de los niños traídos a terapia son totalmente normales, pero no se ajustan
necesariamente al término medio. Los progenitores pueden equivocarse, en uno u otro sentido, en su
noción de cuáles son las normas aceptables y dañar a sus hijos fijando una norma que de todos modos
no será quebrantada o bien, pasando por alto y aceptando la que sí lo es. El terapeuta que atienda a una
familia con hijos de corta edad debe ser experto en determinar la gama que abarca la normalidad. El
terapeuta deberá confiar, tal vez, en determinaciones objetivas e imparciales, y no debería soslayar las
pruebas psicológicas y evolutivas o los exámenes neurológicos.
Las crisis de desvalimiento ocurren cuando los hijos no son físicamente normales. Si las
imperfecciones no se manifiestan, el esfuerzo por criar a ese niño en forma normal puede ser frustrante y
destructivo. Los niños hiperactivos y los discapacitados para el aprendizaje parecen normales, pero, en
términos realistas, son incapaces de hacer bien ciertas cosas que otros niños llegan a ejecutar fácil y
naturalmente. Sus defectos, muy reales, pueden parecer fallas de carácter. Los progenitores, maestros,
amigos, parientes y baby sitters tienden a aprisionarlos más y a valerse de la vergüenza, y aun de la
culpa, para con ello inducir la iniciativa o el dominio de sí aparentemente faltantes. Cuando los terapeutas
ven, por fin, a estos niños, ya son inseguros y rebeldes, los padres están furiosos y extenuados y los
adultos riñen entre sí por ver quién debe ser el siguiente en esforzarse (inútilmente) por alcanzar la meta
inaccesible. Tomar equivocadamente una deficiencia neurológica por una debilidad de carácter deja a
todos frustrados.
Algunos niños simplemente "no encajan". Tal vez a sus padres les parezcan normales, o aun
ejemplares, pero se desvían del ideal lo suficiente para resultarles inaceptables a otros niños. Esos
chicos se sienten tan excluidos, que la tarea de autosuperación les parece un trabajo ciclópico, que no
vale la pena intentar.

194
Los chicos hiperactivos son una desgracia para todo aquel que valore la paz y el orden. No son
bien tolerados por sus pares, incluso a una edad muy temprana. Causan conflictos entre sus
progenitores, cuando la madre es incapaz de controlar al niño y el padre la inculpa por ello. No bien el
niño hiperactivo empieza a ir a la escuela, los problemas se magnifican.
Las discapacidades para el aprendizaje pueden no ser diagnosticadas hasta que varios años de
problemas escolares hayan dejado exhaustos a todos. Es posible que estos niños se esfuercen
concienzudamente por aprender cosas que la familia cree sencillas, mientras que en muchas otras áreas
les va bastante bien. Por más que le griten y lo castiguen, sus padres no harán de él un buen alumno. El
niño se siente cada vez peor, casi todo le resulta embarazoso y frustrante, y exagera su discapacidad. En
su lucha por conquistar su aceptación, tal vez reaccionen retrayéndose y colocándose a la defensiva, o
convirtiéndose deliberadamente en los payasos de la clase.
El desarrollo del niño entraña algunos puntos críticos inherentes (p.ej.: el destete, el control de
esfínteres y el ingreso a la escuela), en los que la familia tendrá que adaptarse a los cambios en la
situación funcional o los requerimientos del niño. Sin embargo, de ordinario el que debe adaptarse es el
niño, criándose en una familia con una estructura determinada. Los niños pueden ser asombrosamente
elásticos frente a las crisis de la vida. Reaccionan y enseguida se adaptan, pero esta misma
adaptabilidad los deja a merced de su entorno.
El mundo aterra a los niños; en ellos se reflejan los miedos de sus padres y lo que éstos les
enseñaron a temer. Asimismo, deben afrontar la conciencia de su desvalimiento y su dependencia de los
padres. Las fobias son comunes entre ellos. La fobia más común en la infancia es, quizás, el miedo a ser
separado de los progenitores. Si estos también le temen un poco, agrandarán así la fobia del hijo. Que
sus padres estén permanentemente alrededor de él no tranquiliza en modo alguno al niño, en el sentido
de que la separación y las pesadillas serían inofensivas. Hasta las rabietas pueden interpretarse como
una forma de conducta fóbica, en la que el niño se asusta de su propia ira y es presa del pánico. Si el
berrinche asusta a los padres y estos lo castigan en vez de controlarlo, con ello sólo aumentarán el miedo
de todos ante la ira normal del niño.
La crisis prototípica de la infancia es la fobia a la escuela. Constituye una verdadera emergencia
psiquiátrica y el problema central es, probablemente, la angustia de separación, más que algo simbólico.
La fobia suele presentarse a continuación de una enfermedad o ruptura de la rutina, que por un tiempo ha
mantenido al niño alejado de la escuela, por razones válidas; de ahí la posibilidad de que se acepte
literalmente la enfermedad o trastorno que el niño alega tener.
Este síndrome tan conocido se atribuye con frecuencia a la depresión materna, el distanciamiento
paterno y a que el niño se siente protector de la madre y teme dejarla. En general, se lo trata
comprometiendo a ambos progenitores a imponer el retorno a la escuela, por encima de cualquier
objeción que el niño esgrima. Por lo común el niño se calma totalmente al verse dominado y, una vez
dentro de la escuela, no tiene problema alguno. Aunque puede haber en estos caos toda clase de
patologías familiares muchas veces no existe ninguna. No todas las madres de niños con fobia a la
escuela están deprimidas, ni todos sus padres se mantienen distantes; muchos casos requieren una
terapia mínima, una vez conseguido el retorno del niño a la escuela. Sin embargo, se descubre con
frecuencia que uno de los progenitores tuvo la misma fobia y que el niño se muestra perfeccionista e
intolerante y se queda atascado frente a cualquier cosa que esté fuera de su control.
Las pérdidas y amenazas de pérdidas deprimen realmente a los niños. Las depresiones son
normales en la infancia, a medida que los niños toman conciencia de su dependencia, su insignificancia
en el universo, sus limitaciones y su condición mortal. Si sus preocupaciones se tratan abiertamente y sus
padres se muestran tranquilizadores, las depresiones tienden a ser breves. El silencio parental sólo
acrecienta la inseguridad y depresión del niño. En algún nivel, los niños saben lo que sucede, pero les
faltan las palabras para expresarlo.
Muchas cosas pueden ir mal en el proceso de la crianza; pueden sobrevenir las desgracias
inesperadas (por ej.: maltrato sexual) o realineamientos estructurales (p.ej.: divorcio y nuevas nupcias).
Los niños pueden verse expuestos a influencias horribles y grandes traumas, a los que suelen sobrevivir
bastante bien: reaccionan y enseguida se adaptan. Los incidentes esporádicos no los afectan tanto como
las pautas permanentes, que los afectarán por el resto de su vida. No obstante, hay unas pocas pautas
familiares que, al parecer, generan síntomas con mucho mayor rapidez, produciendo niños sintomáticos.
Los niños que se crían en las peores familias no son identificados como pacientes, ni traídos para
que reciban una terapia. Aunque parezca sorprendente, no suelen desarrollar síntomas; quizá se dan
cuenta de que si lo hiciesen, nadie lo notaría. Por cierto que los moldea la conducta disfuncional, impropia
o disociadora de sus padres, y el efecto se manifiesta en la adolescencia o más adelante; pero, aún así,
los hijos de las familias verdaderamente espantosas suelen crecer fuertes y estables quizá porque se
distancian de la familia a una edad temprana. Eso es preferible a creerlos perfectos sabios y

195
prudentemente preocupados por la imperfección del hijo. Todo niño necesita que algún adulto lo
considere maravilloso.
Hay varias pautas estructurales de parentalidad que no funcionan muy bien. Los problemas
pueden surgir en la infancia, pero también es posible que sólo aparezcan en la adolescencia o aún
después. A veces, los niños criados de este modo no son traídos al consultorio como pacientes, a menos
que otra persona empiece a objetar la pauta familiar. Típicamente, alguien interviene y declara un
problema que ni los padres, ni el niño, habrán definido. La escuela, un nuevo padrastro o madrastra, un
hermano mayor o un abuelo pueden desencadenar una crisis familiar, censurando la pauta. Con mayor
frecuencia, esta continúa a lo largo de la infancia y los problemas aparecen en la adolescencia. Estas
pautas corresponden a los 6 síndromes de crisis del adolescente y son sus precursoras. Si se logra
captarlas y revertirlas en la infancia, podrán amortiguarse algunos horrores de la adolescencia.
Los niños no socializados, predestinados al fracaso, crecen en familias que no funcionan bien
en el mundo y crían hijos con hábitos poco atractivos, aceptables para la familia, pero inaceptables para
el mundo. Estos progenitores simplemente son incapaces de organizarse lo bastante bien como para
ejercitar a sus hijos en las habilidades sociales. Los niños pueden ser obesos, enuréticos o
extremadamente tímidos o insociables. Quizá los padres no se percaten de esto, por cuanto no son muy
diferentes de sus hijos; además, aún cuando lo notaran, son demasiados pasivos y derrotistas para hacer
algo al respecto. Su punto de tropiezo es su sensación de desvalimiento frente a las expectativas del
mundo.
Muchas veces, la propia familia predestina a un hijo al fracaso, por las circunstancias que
rodearon su nacimiento, su semejanza a un paria de la familia o alguna acción cometida en su infancia.
La característica ante la que reacciona la familia puede ser admirada o temida, esto poco importa; lo
fundamental es que se convierte en la identidad del niño, en un motivo para ser "diferente".
Los niños angustiados, que temen ser imperfectos, crecen en situaciones exactamente
opuestas a las anteriores. Sus progenitores también temen al mundo, pero creen que es posible tener
éxito si todo se hace verdaderamente bien. Quizá revoloteen ansiosamente en torno a cuanto haga y diga
el niño, tratando de perfeccionarlo para que pueda triunfar en el mundo. El niño, temeroso a la vez del
mundo y de la desaprobación de sus padres, puede contraer síntomas de angustia u TOC y dejar de
funcionar por completo. El punto de tropiezo para estos progenitores es su firme creencia de que la
perfección puede y debe alcanzarse para lograr seguridad en un mundo exigente.
Los niños solapados, destinados a ser sociópatas, crecen en familias donde el conflicto parental
se desarrolla en un nivel más encubierto. Se fomenta la deshonestidad, por cuanto el niño actúa dentro
de una red de engaños y alianzas tendientes a socavar la autoridad. Es probable que la batalla se libre
entre los progenitores y el mundo, más que entre el padre y la madre. Esta pauta puede darse asimismo
en familias con un solo progenitor, de escasos recursos. El punto de tropiezo de estos progenitores muy
difíciles es la creencia de que las reglas del mundo, así como sus reglas recíprocas, existen para ser
quebrantadas o sos layadas, por cuanto el enemigo por vencer es la autoridad, de cualquier tipo.
Los niños parentales o salvadores -típicamente, los primogénitos de un progenitor deprimido-
pueden aprender a aferrarse al progenitor patético y a estar siempre a su alrededor para protegerlo.
Estos niños pueden ser perfectos en todo sentido, y asumir efectivamente un rol parental hacia sus
padres a una edad asombrosamente temprana; también pueden volverse sintomáticos y sufrir angustia
de separación, incluida la fobia a la escuela. Una forma menos tóxica de esta pauta es típica de las
familias con un solo progenitor. Con los años, estos niño pueden contraer síntomas aun más graves, en
sus esfuerzos por salvar a sus padres de la crisis maritales o los romances desesperados. Aquí, el
puente de tropiezo radica en que el progenitor se siente incapaz de desempañar su rol parental sin el
apoyo del hijo.
Los niños desatendidos crecen en familias incompetentes en las que nadie se ocupa de ellos y,
a la larga, "pasan a la clandestinidad", figurada o literalmente. No hay nadie que los atienda porque el
padre y/o la madre están demasiado ocupados en sobrevivir o triunfar. También es posible que,
sencillamente, el hogar no tenga nada que ofrecerles. El punto de tropiezo, en estas situaciones, es que
el progenitor no asume responsabilidad alguna por el niño.
Los niños rebeldes o "mocosos malcriados" están tan ocupados en luchar con sus padres, que
no se adaptan muy bien al resto del mundo. Pueden ser niños asustados y dependientes, que crecen en
familias borrascosas, atrapados tal vez en batallas parentales en las que resulta imposible complacer
simultáneamente a ambos progenitores. Quizá tengan rabietas para distraer a sus padres de sus propias
rabietas. Puede haber una incoherencia absoluta en la conducta de los progenitores, pues estos parten
de la regla de que no deben coincidir en ningún curso de acción, ya sea que involucre a los hijos o a
cualquier otro. El punto de tropiezo de estos progenitores es su falta de atención: no reaccionan ante las
sutilezas.

196
Para tener éxito en la crianza de los hijos, los padres quizá tengan que sobreponerse a su
desesperación, su angustia, su propia rebelión, su dependencia de sus hijos, su irresponsabilidad e
inatención. Tal vez, hasta deban hacer las paces entre sí y con el mundo. La terapia puede dirigirse
simplemente a ese fin.

Tratamiento de las crisis de la infancia:

1° paso: Reacción ante la emergencia:


Hay pocas emergencias genuinas en la infancia. La fobia a ala escuela es una excepción a esta
regla, por cuanto constituye una verdadera emergencia que debe tratarse prontamente.

2° paso: Compromiso e la familia:


En la primera entrevista, se deberá incluir a ambos progenitores y a toda madrastra o padrastro
residente en el hogar, pero casi nunca se alcanza este ideal. Tal vez no haga falta ver a los otros
hermanos, aunque siempre es útil y rara vez destructivo. También deberían incluirse los abuelos y otros
adultos residentes. Los informes escolares y los del pediatra suelen ser importantes y vale la pena
solicitarlos, por cuanto es crucial para el terapeuta saber su el niño está sano desde el punto de vista
neurológico, y si el problema se presenta en otro medios además del hogar. En ocasiones, los padres
insisten en ver primeramente al terapeuta sin el hijo. Cuando les hice caso, y hasta los mimé un poco,
escuchándolos antes de ver al niño, no advertí que eso causara problemas, como sucede a veces con lo
adolescentes.

3° paso: Definición de la crisis:


Es característico que las familias en crisis pidan ayuda intensificando la crisis hasta que uno de
los hijos se vuelve sintomático, para luego enviar a ese hijo en busca de auxilio. Muchos niños
identificados como pacientes sólo buscan un terapeuta que preste ayuda al matrimonio de sus padres.
Quizás estos lo confiesen abiertamente, pero más a menudo se lo descubrirá en el curso de la terapia.
Otras veces, el niño no está alarmado por lo que les ocurre a sus padres, sin a la inversa: los
progenitores están verdaderamente alarmados por el niño. La lista de cosas que los niños pueden hacer
para alarmar a sus padres es interminable. Tal vez busquen a alguien que les garantice que su hijo no es
anormal, pese a una experiencia perturbadora o una reacción emocional intensa. Un progenitor
angustiado puede magnificar una variante de la normalidad, transformándola en problema. Quizá haya
habido, realmente, algún comportamiento malo o peculiar por parte del niño que el progenitor, u otra
persona, considera un motivo de alarma, como si ese episodio aislado fuese una conducta habitual.
Debe quedar en claro si el niño tiene algún defecto neurológico o físico. A menos que haya una
clara evidencia en contra, lo mejor es suponer que el niño es normal y está actuando de un modo que
tiene sentido dentro del contexto familiar.
Si existe un trastorno en los hábitos del niño o en las pautas de parentalidad, se lo debe definir
con claridad. Si, inicialmente, la terapia se mantiene centrada en la conducta del niño, los problemas
estructurales de la parentalidad o aun la relación marital, pronto remanifestarán en la resistencia a
resolver el problema. El desvalimiento parental, la angustia perfeccionista, la rebelión contra la autoridad,
la dependencia con respecto a un hijo, la irresponsabilidad e inatención podrán evidenciarse de
inmediato, pero el método más provechoso consiste en encararlos a medida que interfieran en las
funciones parentales. No es una buena idea diagnosticar inicialmente a los progenitores.

4° paso: Receta general:


El terapeuta puede aliviar la tensión dándole al niño la oportunidad de explicar la conducta
alarmante, sin correr peligro de dar motivos para un castigo o una histeria. El esquema mismo de la
terapia familiar, basada en la democratización de la familia, alivia la tensión del niño. La posición del
terapeuta es delicada y crucial: debe ser más poderoso que los progenitores, sin ser demasiado poderoso
para el niño; debe apoyar la autoridad parental y el derecho del niño a ser escuchado.

5° paso: Receta específica:


La receta habitual es doble y va dirigida a la conducta molesta o transgresora. Se le pedirá al niño
que explique la conducta en cuestión y sus motivos, y a los progenitores, que comprendan los
sentimientos del niño y pongan fin a su proceder. Es un proceso de diagnóstico interesante observar
cómo el niño intenta explicar su conducta y sus padres tratan de impedírselo, pues, la más de las veces,
se han dedicado a explicar o aun a diagnosticar el comportamiento del niño exigiéndole al mismo tiempo
que se controle. Cuando el hijo acosado les explica: "soy tan solo un niño", sus palabras suenan

197
reconfortantes y, en general, son exactas. Tal vez haya que recordarles a los progenitores que ellos, y el
terapeuta, hacían cosas parecidas cuando eran "tan solo niños", hasta que otra persona los frenó o
reconoció que esa conducta era normal.
Cuando el problema atañe a la conducta o a las emociones del niño, se les dice a los padres que
lo controlen y al niño que haga lo que sus padres le digan. No se les dice en principio a los padres que
deben cambiar, pero tendrán que hacerlo si pretenden criar al hijo.

6° paso: Negociación de la resistencia al cambio:


Por cierto que habrá una resistencia a cuanto ponga en tela de juicio los valores tradicionales de
la familia; de hecho, el mismo esquema de la terapia puede cuestionarlos. La mayoría de as familias
harán cuanto puedan por resolver el problema con el menor cambio posible; asimismo, pueden ser muy
creativas y, a menudo, tener éxito, con un plan que es una versión muy modificada del acordado en la
sesión.
Habitualmente la familia se resiste evitando todas las tareas prescritas y haciendo alguna de
estas cosas, una vez que ha vuelto al hogar:
1. No menciona las tareas
2. Riñe acerca de ellas
3. Finge no comprenderlas
4. Sólo habla de las deficiencias del terapeuta y menosprecia las tareas (es muy probable que
haga esto último, si el terapeuta utiliza técnicas paradójicas en una fase demasiado temprana
de la terapia).
A los padres de les ha encomendado la tarea de poner fin a la conducta molesta del hijo, en lo
posible sin amenazarlo ni castigarlo. Una conducta es voluntaria o involuntaria, prohibida o aceptada. Si
un niño hace voluntariamente algo prohibido, se lo puede castigar, pero primero debe establecerse que
esa conducta es voluntaria y prohibida. Los padres pueden reñir entre sí, o con el niño, acerca de un
castigo específico, lanzar toda clase de amenazas y seguir actuando en forma desatinada y aterradora,
sin esforzarse en absoluto por comprender o controlar la conducta en cuestión.
En su mayoría, los 6 puntos de tropiezo conducentes a pautas estructurales de parentalidad
ineficaz son puestos en tela de juicio pidiéndoles a los progenitores que comprendan y, luego, controlen
al niño. Una vez que los padres aceptan la tarea de controlarlo, la conducta transgresora cambia, por lo
general, y también el foco de la terapia. Los padres lucharán entonces con su desvalimiento, angustia,
rebelión, dependencia, irresponsabilidad o inatención, cuando estos hábitos parentales les impidan
ejercer una parentalidad eficaz.
Si la conducta sintomática persiste, los progenitores pueden buscar untos el modo de ponerle fin:
el foco de la terapia sería su dificultad para trabajar de consenso. Al negociar esta cooperación, el
terapeuta puede apoyar un plan presentado por los padres. Llegar a un acuerdo con respecto al plan es
más importante que encontrar el plan correcto. Los planes más insólitos dan resultado, si generan
cooperación.
A menudo, el terapeuta que se ve ante una familia quejosa por la depresión de un hijo pone
rápidamente al descubierto el conflicto marital de los padres, que se convierte en el foco de la terapia. En
tales casos, la tarea del terapeuta bien puede consistir en dejar al niño afuera del resto de la terapia y de
los problemas maritales de sus padres.

7° paso: Terminación:
La mayoría de las crisis de la infancia se resuelven con bastante rapidez; empero, las
perturbaciones en los hábitos estructurales pueden llevar más tiempo. Aun cuando los padres estén
dispuestos a modificar las pautas, y los intenten, la respuesta del niño puede ser lenta y desigual. Al ir
mejorando la situación, se pueden espaciar más las sesiones y dejar librada al niño la decisión de que se
realicen o no; asimismo, se le permitirá participar o no en ellas a voluntad, pero se requerirá su presencia
si el síntoma persiste o reaparece. En muchos casos, se continúa con una terapia de pareja, sin la
participación del niño.
Los niños tienen pocas decisiones y opciones, salvo hacer lo que sus padres les digan. Si esto ni
está claro, serán los progenitores, y no los niños, quienes deben someterse a sesiones regulares de
terapia durante un tiempo. Si los padres son tan destructivos y poco confiables que se vuelve imposible la
terapia, se podrá sacar al niño del hogar como último recurso. La terapia individual de un niño no es un
antídoto contra una familia tóxica.

Niños en crisis:

198
(Ejemplos de casos: Caso 14 "El biberón", pág. 222-223; Caso 15 "El vientre de la ballena", pág.
223).

199
CAPITULO 10: Adolescencia. La época de la psicosis normal.

La adolescencia es una época de psicosis normal. En ninguna época de la vida del individuo se
tiene tanta conciencia de la crisis y el cambio. Hay una cohibición, una conciencia de las deficiencias
personales, una preocupación constante por la posición que se ocupa entre los pares. Los adolescentes
sienten demasiado. Cada momento, cada estado de ánimo parece eterno.
La adolescencia de un miembro de la flia incita a los padres a revivir las luchas y las fantasías
que tuvieron de adolescentes, cuestiona sus valores, disocia las pautas fliares aceptadas, torna obsoletas
las reglas habituales, desafía y pone al descubierto los roles usuales, hace añicos las metas soñadas por
los progenitores para su tan voluble hijo y aumenta enormemente la tensión fliar. La adolescencia es una
crisis para todos a cuantos toca.
Los adolescentes necesitan a sus padres. Los adolescentes mayores tienden a negar la
necesidad de los padres y estos tienden a olvidar que los adolescentes los necesitan más que unos
pocos años atrás. Nos es fácil para los adolescentes combinar sus fantasías con las realidades del
mundo, imperfectamente representadas por sus progenitores, pero a los adultos les es todavía más arduo
representar todo cuanto creían saber acerca de la vida y el mundo cuando los adolescentes cuestionan
estos conocimientos.
Los padres son incapaces de aportar su pericia en cuestiones de estilo juvenil, porque lo que es
social y estilísticamente aceptable para una generación, puede no serlo para la siguiente. Trataran de
seguir las tendencias y comprender los gustos de sus hijos en materia de música, vestimenta y reglas de
cortesía, pero es improbable que los capten bien a menos que estén dispuestos, como sus hijos a
convertirlo en una cuestión constante. Los padres deben dejar que sus hijos sean los peritos en
cuestiones de estilo; podrán notar las diferencias, pero sin juzgarlas
Los progenitores deben aportar en cambio su pericia en las cuestiones esenciales. La moral, en
particular la sexual, posee componentes estilísticos propios. Nuestra sociedad todavía presenta ciertos
ideales, aunque tolera algunas desviaciones.
Los progenitores tendrán, quizás, de cómo es su adolescencia ideal, pero escaso sentido de las
variaciones posibles dentro de la normalidad. Tal vez ignoren que los adolescentes normales se
embriagan, tienen relaciones sexuales, se deprimen, fuman marihuana, mienten, destrozan autos, etc.
Esta conducta, aun siendo normal, puede no ser buena y requerir el comentario, control o intervención de
los padres. Debe mantenerse el diálogo entre el progenitor y el hijo adolescente, pero es imposible si los
padres creen que la adolescencia es una falla en el carácter. Los progenitores son quienes deben
mantener la visión gral de la naturaleza temporaria de todo el caos adolescente, los adolescentes lo ven
todo como algo permanente y, si sus padres hacen lo mismo, nadie tiene una perspectiva global. Para
esto, hace falta una atmósfera de sinceridad franqueza y apertura.
Toda familia debe explorar estas cuestiones esenciales, difíciles para la mayoría. Muchos
predican y enseñan un sistema de valores y practican otro, y esperan que sus hijos sigan sus
enseñanzas pero no sus prácticas. Los hijos tienen la responsabilidad de hacer que sus padres tomen
conciencia de la discrepancia en su propio sistema de valores.

El mundo clandestino del adolescente.


Cuando empieza la pubertad, a la mayoría de los niños les obsesiona la privacidad. Al principio
tal obsesión entraña el ocultamiento de sus genitales en desarrollo, para que no lo vean los padres, hay
una nueva sensación de vergüenza con respecto al cuerpo. La masturbación y cualesquiera otras
actividades sexuales a las que se dedican los adolescentes son ocultas y vergonzosas. Los adolescentes
juegan a ser adultos, pero se sienten avergonzados y procuran hacerlo furtivamente.
Cuando los adolescentes comparten los placeres adultos, como el alcohol o las drogas, también
suelen hacerlo furtivamente.
Tan pronto lo golpee una crisis, el hijo recurrirá quizás a sus padres, descubrirá que en realidad
no tratan de quitarle su pubertad, y confiara un poco mas en ellos en los pocos años de adolescencia que
le restan. Estas pequeñas crisis son decisivas para las relaciones entre el progenitor y el hijo
adolescente. Si los padres no lo ayudan si no que lo castigan y restringen, le provocan un sentimiento de
culpa o se muestran ingenuos o histéricos, pueden pasar años antes de que se les dé otra oportunidad.
Algunos muchachos no tienen otra alternativa que pasar su adolescencia en la clandestinidad.
Los más afortunados tienen otros adultos en quienes confiar, los abuelos, tíos y tías, los padres de sus
amigos, sus maestros e instructores deportivos, los sacerdotes o pastores, sus hermanos mayores. Otros
adolescentes, mas avergonzados de sus actividades, optaran por recurrir a personajes desagradables o a
adultos tontos, o se confiaran únicamente en sus pares.

200
Las drogas y el mundo clandestino del adolescente:
La droga de que abusan con mayor frecuencia los adolescentes es el alcohol. El ambiente y la
herencia lo ayudan a que el alcoholismo persista en las flias. Los progenitores que consumen a diario
bebidas alcohólicas pueden estimular a sus hijos a que hagan lo mismo, sin percatarse de los efectos
deprimentes del consumo cotidiano.
Los adolescentes que descubren el alcohol, abusan prontamente de él y se descomponen.
Algunos aprenden de esta experiencia, en parte porque es difícil de ocultar. Los padres conocen muy
bien los efectos del alcohol y si les prestan atención, los identifican fácilmente. Según parece, algunos
adolescentes, son biológicamente alcohólicos. Reciben el alcohol algo así como un efecto euforizante y
pronto se vuelven adictos, pasando a diario por periodos de retraimiento depresivo y borrachera exaltada;
estos jóvenes estas dispuestos a renunciar a muchas cosas en la vida por amor al alcohol. (Estos hábitos
son difíciles de ocultar pero algunos lo consiguen)
La marihuana actúa no sólo como estimulante, si no también como alucinógeno suave que
paraliza en parte la capacidad de centrar la atención en forma controlada, disminuyendo notablemente el
poder de aprendizaje y la capacidad de estructurarse y de ordenar las prioridades. La marihuana encierra
el mayor peligro para los adolescentes ya que están discapacitados para el aprendizaje; para ellos
aprender es una lucha frustrante aunque le presten toda su atención. A los adolescentes esquizofrénicos
les acarrea consecuencias desastrosas, acrecentando sus trastornos químicos y del pensamiento, su
aislamiento social y otros síntomas.

Los síndromes de la adolescencia.


Algunos adolescentes presentan crisis que vienen arrastrando desde una edad más temprana,
como la fobia a la escuela y el incesto. Otros padecen síndromes usualmente asociados a una edad
posterior, como la anorexia y la bulimia, la homosexualidad y la esquizofrenia; todos ellos son problemas
desconcertantes, en los que la contribución etiológica de la flia es poco clara, o quizás, inexistente. Todos
estos síndromes poseen una gran especificidad a cualquier edad, pero los síndromes típicos del
adolescente no son específicos, sea cual fuere su identidad. Los síntomas pueden tener altos y bajos, si
bien su pauta es tangible.
Goldstein definió cuatro grupos de síntomas, basándose en la adaptación social:
1. antisocial agresivo
2. en conflicto activo con la flia (rebelde)
3. negativo pasivo (de bajo rendimiento)
4. socialmente retraído (angustiado, dependiente)
Stierlin examino adolescentes q habían huido del hogar, integrantes de la “cultura de la fuga” que
caracterizo los años 60 y describió tres modos transaccionales:
1. ligazón
2. expulsión
3. delegación
Corresponden a la emancipación de un vínculo enmarañado, el vagabundeo ocasional para huir
de la desatención, y el salvamento temerario de la flia de sus tediosas inhibiciones.
Me parece útil definir 6 crisis de desarrollo propias de la adolescencia, 6 síndromes de conductas
sintomáticas, cada uno de los cuales corresponden a una estructura fliar bastante especifica:
1- adolescentes clandestinos
Estos adolescentes pueden seguir viviendo en el hogar, o dormir en casa y recibir allí sus
llamadas telefónicas, pero evitan involucrarse con los otros miembros q residen en el hogar. Quizás
vayan a la escuela, finjan ir, y tengan ocupaciones poco pretenciosas, de las que obtengan dinero
suficiente para costear su vida bastante independiente. Rara vez dirigen la palabra a sus padres y,
cuando regresan a casa, se encaminan directamente a su habitación. Es posible que no vuelvan por las
noches, que falten a las comidas familiares. Las conversaciones pueden limitarse a esto: “¿Adónde
vas?”, “salgo”, “¿Qué estas haciendo?”, “nada”.
Si tienen problemas, no lo comunican a sus progenitores. Pueden interceptar o falsificar los
boletines escolares, y tomar o dar en préstamo grandes sumas de dinero. Algunos de estos chicos
poseen cuentas bancarias secretas y cuantiosas, producto de una actividad floreciente relacionada con el
narcotráfico. En el caso de las chicas, se someten a abortos furtivos, o tiene embarazos y aun partos sin
que sus padres lo adviertan.
La vida de un adolescente clandestino puede ser bastante poco estimulante: vagar y fumar
drogas, solo o con amigos tan aburridos como él o ella. Evitan la interacción con adultos, porque tienen
demasiados secretos, y muy escasas actividades como para dar pie a una conversación.

201
Pertenecen a flias q no le llevan el apunte. Por lo común, sus progenitores se han divorciado,
pero a veces viven juntos y ambos trabajan. Estos padres no desean tener ningún problema doméstico
que exija su atención. Sus intereses están en otra parte. Están cansados de su parentalidad, quizá le
temen, y quieren que termine como sea.
Prefieren tomar la reserva de su hijo como una prueba de madurez y funcionamiento
independiente.
La clandestinidad del adolescente tiene un comienzo sexual y puede encerrar algunos secretos
sexuales importantes. Las incursiones leves en la homosexualidad son comunes en la adolescencia
temprana, aunque no universales. La mayoría de quienes participan en ellas pasan, a su debido tiempo, a
los jugueteos heterosexuales, algunos no lo hacen por diversas razones, y de ahí en adelante se
consideran así mismos homosexuales. Haga lo que haga el adolescente con su sexualidad furtiva, rara
vez concordara con las fantasías que hallan tejido sus padres al respecto.
Los progenitores proporcionan y protegen esta vida encubierta, para que sus hijos puedan tener
una sexualidad privada. Algunos no los informan acerca del control de natalidad. Algunos adolescentes
traban relaciones a todas inadecuadas, o bien se enredan en la prostitución o promiscuidad hasta un
punto insospechado por sus padres.
La característica distintiva de los adolescentes fugitivos no es que escapen al control de los
adultos, si no que no son controlados. Probablemente estallen en ira cuando sus padres o alguna
persona intenten controlarlos. Raras veces se sienten contentos con su vida, pero no ven nada tentador
en la de sus progenitores y saben que no quieren crecer para ser iguales a ellos.
A los progenitores que no se interesan por sus hijos, no les es fácil reanudar la tarea parental tras
haberla creído superada. Muchos de estos padres recibieron menos cuidados parentales de los que tal
vez, les habría gustado recibir. Muchos a su vez, fueron adolescentes clandestinos o se casaron muy
jóvenes para alejarse del hogar y tienen escaso sentido de la magnitud de los cuidados parentales que
necesitan los hijos después de la pubertad.
2- adolescentes sociópatas
Todos los adolescentes normales infringen reglas de vez en cuando, pero los infractores
habituales no son todos iguales. Algunos son desatendidos, otros son malos y han aprendido a serlo en
el hogar. Los sociópatas pueden mantener relaciones estrechas con sus progenitores, quienes, a su vez,
pueden sentir afecto por sus hijos, lo que no les gusta es el mundo. Quizás ellos mismos sean
antisociales: mentirosos, jugadores, embaucadores, proclives a falsear declaraciones, etc.
Los hijos de estas flias crecen observando las acciones antisociales de sus padres y aprenden a
imitarlas, o bien son tan sobreprotegidos que nunca tienen que enfrentar las consecuencias sociales de
sus actos. Les enseñan que las reglas existen para ser quebrantadas, que la ley es el enemigo.
La crisis ocurre cuando el hijo se mete en dificultades fuera del hogar. Si lo pillan robando,
engañando o mintiendo y sus padres apoyan la autoridad social, podrá sentirse traicionado y/o resentido
por el cambio de normas, especialmente si los padres no se reevalúan a sí mismos. En tal caso, a veces,
el adolescente tratara de obligarlos a re-evaluarse, lo cual puede resultar desagradable para los
progenitores. Con todo, esa es la maniobra correctiva. Quizás haya que repetirla algunas veces, antes de
que el hijo aprenda que las reglas del mundo son diferentes a las de la familia menos negociables y más
poderosas. Estas flias no siempre llegan a la consulta porque se corrigen por sí solas.
Es más común que un hijo quebrante las reglas del mundo y que sus padres sociopatogénicos lo
protejan de las consecuencias. A veces echan la culpa al mundo, tratan a ese hijo que a cometido un
delito, como si fuese una victima y ponen toda su atención en ayudarlo a defenderse de la acusación.
Este enfoque es particularmente común entre la gente o muy rica o muy pobre, que no se identifica con
las figuras de autoridad de la clase media.
Estas flias traen al consultorio a sus adolescentes sociópatas tras haber llevado esa vida durante
varios años, sin consecuencias; acuden cuando los padres han extendido demasiado su poder protector.
A menudo el adolescente se ha metido en más dificultades de las que la flia puede manejar, y el pedido
de ayuda es fingido: lo que en realidad desea la flia es una excusa psiquiatrita legalmente pertinente, una
carta dirigida al juez, explicándoles que la pobre criatura actúa así porque no puede evitarlo. Otras veces
el pedido de ayuda es valido.
Algunos de estos progenitores se han esforzado por controlar y castigar a sus hijos, aunque al
mismo tiempo les impidieran toda confrontación con el mundo. Es improbable que perciban el nexo entre
su deshonestidad y la de sus hijos. Tal vez por un tiempo haya estado en una pugna entre sí a causa del
hijo, castigándolo uno de ellos y mostrándose el otro protector, con lo cual socavaron aun más el respeto
a la autoridad. Un terapeuta que entre en esta situación puede polarizar rápidamente a la flia en su
contra, con solo indicar que el adolescente necesita afrontar y soportar las consecuencias de sus actos,
el terapeuta se convierte entonces en la autoridad contra la cual deben proteger y defender al hijo.

202
3- Adolescentes rebeldes
Los adolescentes rebeldes se muestras ansiosos por cumplir las reglas del mundo, pero se
mantienen en abierto conflicto con sus padres. Se cercioran de que sus infracciones lleguen al
conocimiento de estos, por lo común antes de cometerlas y a veces después. El conflicto es entre el hijo
y sus padres.
Todos los adolescentes se rebelan contra sus progenitores. Deben hacerlo, para hacerles tomar
conciencia de que es preciso modificar las reglas a medida de que ellos maduran y se desarrollan. La
rebelión puede ser intensa al comienzo de la pubertad, pero normalmente se enfría con el tiempo y
después de los 16 años solo es intermitente: Para entonces el padre, la madre y el adolescente han
aprendido y han llegado a una solución de compromiso.
La rebelión adolescente es una expresión que se aplica a toda clase de conductas, normales y
patológicas. Todos los adolescentes normales deben adelantarse un poco a sus progenitores, para llegas
a sentirse cómodamente independientes en el mundo. Lo ideal seria que infringieran reglas, tuvieran
aventuras amorosas y comunicaran a los padres experiencias y aprendizaje, a fin de que estos pudieran
modificar convenientemente las reglas. Los progenitores o hijos fóbicos pueden producir el síndrome del
adolescente rebelde.
Los jóvenes rebeldes aprenden a identificar los medios de obtener la mezcla exacta de libertad y
dependencia que desean. Si bien la batalla puede parecer un esfuerzo por alcanzar la libertad, ellos
parecen pasar la mayor parte de su tiempo sometidos a alguna forma de castigo restrictivo. Estos
adolescentes están creciendo en flias atemorizadas por su libertad: por consiguiente, tb ellos aprenden a
temerla, y toman medidas para que les sea restringida.
Los adolescentes rebeldes pueden magnificar estupendamente el conflicto parental. A menudo
dividen a los padres en permisivo-denegador, pero en vez de aceptar el permiso obtenido por uno de
ellos, entablan un combate contra el progenitor renuente y provoca tal furia, que el progenitor permisivo
se ve obligado a retractarse. Si no puede dividir a sus padres, el adolescente rebelde peleara con un
hermano, lanzando a la flia a una crisis lo bastante intensa como para ocasionar una limitación de su
libertad.
Los adolescentes pueden rebelarse de diversos modos. Uno de ellos se relaciona con la
vestimenta y el asco personal. A los jóvenes les gusta vestirse de una manera que intenta contrarrestar
dos miedos: el de que la gente crea que sus padres todavía controlan su aspecto personal, y el de que
crea que ellos están tratando de parecer verdaderos adultos. Con esto demuestran al mundo que son
independientes de sus padres pero que no son adultos.
Los padres pueden comprender el temor de su hijo de vestirse de manera infantil, y aun asi,
entender mal su resistencia a hacer el papel de adulto. Tras librar unas pocas batallas por las ropas, los
peinados y maquillaje, el hijo pone fin a su campaña por cobrar aspecto de adulto y se queda en una
etapa anterior: la de demostrar que sus padres no eligen su vestimenta. Las ropas se convierten
entonces en una forma de rebelión, vienen a proclamar: “Todavía no me siento lo bastante seguro como
para actuar igual que un adulto”.
Los adolescentes tb se rebelan de otras maneras, por ej, rehusándose a mantener ordenada su
habitación como querrían sus padres, o a sostener conversaciones en la forma aprobada por los padres,
o acatar el horario fijado por los progenitores, o a visitar a los parientes. Mucho de esto corresponde a la
desorganización e inmadurez normales en el adolescente, además sus prioridades sociales difieren de
las de sus padres. No obstante, gran parte de esta negativa y resistencia constituye un esfuerzo por
lograr que los padres negocien con ellos prioridades.
Hay flias en las que los progenitores no estas dispuestos a permitir que los hijos hagan cosas que
sean normales en un adolescente. Es improbable que tales padres produzcan hijos que se sientan
cómodos con las cosas propias de los adolescentes, los padres socialmente angustiados producen hijos
socialmente angustiados, y este adolescente no es socialmente aceptado por sus pares, por lo que se ve
excluido de las actividades juveniles aceptables. De ahí que su rebelión tome un cariz especialmente
torpe y desesperado. Cuando los padres basan sus restricciones en un sentido exageradote la prudencia,
se autodescalifican como expertos en los peligros del mundo y producen reacciones contrafóbicas en un
adolescente, que de otro modo, se sentiría tan cómodo como puede llegar a estarlo cualquier
adolescente, esto es, que se hallaría dispuesto a enfrentar cualquier peligro con tal de obtener la
aceptación de sus pares.
Desde luego, no todas las rebeliones de la adolescencia son respuestas contrafóbicas a
restricciones parentales. Algunas empiezan como un esfuerzo normal y necesario por aprender a
autocontrolarse, en vez de estar bajo el control parental. Si los padres reaccionan con angustia ante su
búsqueda de independencia y su decisión de experimentar los limites, el adolescente tiene 3 alternativas:

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1- vivir dentro de los limites de la angustia parental 2- rebelarse y lanzar a sus padres una crisis 3- o
proceder con cautela y tranquilizar a sus padres.
Cuando los hijos estiman que sus actividades son inaceptables para sus padres, se angustian y
no aplican el buen consejo que han recibido, o bien dejan de rebelarse abiertamente y pasan a la
clandestinidad.

4- Adolescentes destinados al fracaso


Los adolescentes clandestinos, sociópatas y rebeldes se sienten fundamentalmente desdichados
frente al mundo que los rodea, y manifiestan su infelicidad infringiendo o pasando por alto las reglas del
mundo o las de la familia. Los jóvenes miserablemente infelices, que abrigan pocas esperanzas de
encontrar un lugar en el mundo, son un tanto diferentes. Se consideran predestinados al fracaso; lo único
que hacen en la vida es darse por vencidos y ostentar su fracaso.
Han sido predestinados al fracaso por sus flias, sus pares y el mundo. Su fracaso en la vida se
decide muy precoz y tempranamente, por lo común antes de la adolescencia, a veces en su temprana
infancia, y, en raras ocasiones, aun antes de su nacimiento. Sin duda algunos de estos niños presentan
lesiones, deterioros sensoriales, motores, impedimentos físicos, desfiguraciones o retardo mental. Cuanto
más notorio es el defecto, tanto mayores serán las probabilidades de que el mundo acepte al niño y le
preste apoyo.
Cuando llegan a la adolescencia, los niños predestinados al fracaso, por su hiperactividad, sus
discapacidades de aprendizaje o alguna otra característica que los hace diferentes, esperan ser
rechazados y mitigan el suspenso buscando el rechazo. Algunos se visten o comportan de un modo que
lo provocara prontamente, o bien fingen despreocuparse y dramatizar su indiferencia con una conducta
odiosa.
Para ellos, la adolescencia consiste en una sucesión de crisis sociales, entremezcladas con
esfuerzos desesperadamente inútiles por atraer la atención: hacen todo, desde usar ropas horripilantes
hasta lograr que los arresten, desde trastornar la clase hasta suicidarse. Tal vez se unan a otras
personas mucho mayores o mucho menores que ellos, en relaciones intensas, borrascosas o de
explotación sexual. Los adolescentes impopulares se enredan en cuestiones de drogas y son
antisociales con mayor frecuencia que los adolescentes populares y, en general, son más propensos a
hacer cosas impopulares.
Por lo común los chicos predestinados al fracaso están deprimidos y no tienen donde recurrir.
Resultan embarazosos para sus padres y hermanos, se meten frecuentemente en aprietos en el hogar o
la escuela, y los adultos lo encuentran igualmente antipáticos. Se aferran a alguien con tal desesperación
que hace que a veces modifican hasta al terapeuta.
La terapia fliar apuntara a comprometer a la flia a la torpe lucha del adolescente por aprender a
establecer relaciones dentro y fuera de ella. Tal vez los padres tengan que revelar y reexaminar sus
propios esfuerzos, largamente olvidados, por encontrar su camino a través del laberinto social. Deberán
aceptar la realidad del rechazo y el dolor, comprender el proceso de aprendizaje social y evitar su
tendencia a inculpar al hijo o a su mundo. Lo que les guste o disguste en su hijo puede correlacionarse, o
no, con aquello ante lo cual reacciona el mundo.
La tarea del terapeuta es impedir que el fracaso social sea total, aunque no pueda manipular a la
flia para que proporcione ese elemento amortiguador.
5- Adolescentes imperfectos
Los adolescentes imperfectos son personas cuyas características no se tienen por defectos fuera
de la familia, pero dentro de ella son muy criticados y provocan gran irritación.
Tal vez los padres no se fijen en la imperfección, pero los hermanos, abuelos u otros parientes la
critiquen constantemente. Un abuelo organiza competencias entre los primos. Las tías y tíos pueden
minar la confianza de un sobrino/a envidiando, encontrándole defectos que otros no han notado. Los
hermanos se tratan entre sí con gran dureza, cuanto más triunfe uno de ellos ante los ojos del mundo,
tanto mayor será el empeño de un hermano por buscarle un defecto oculto.
Hay destinos peores que la imperfección. Algunas personas llegan a la edad adulta sin aceptar su
naturaleza imperfecta, ni tolerar todo cuanto esté por debajo de lo ideal. Quizás se limiten a defenderse
contra la toma de ccia de sus flaquezas adoptando una actitud hostil y defensiva, o bien sigan creyendo
que es preciso alcanzar la perfección y se depriman gravemente por fracasos que otros tomarían con
calma.
Todos lo adolescentes son imperfectos y su cohibición innata es tal, que normalmente persisten
en preocuparse por sus defectos reales o imaginarios. Rara vez necesitan que sus padres les llamen la
atención acerca de estos, particularmente en aquellos que son puestos a prueba por el mundo

204
(desempeño académico) o son perceptibles para sus pares (aspectos físicos e interpersonales), si bien
su propia contribución a estos fracasos puede ser tratada compasivamente cuando se desata la crisis.
Los progenitores pueden verse obligados a llamarles la atención con respecto a sus fallas de carácter
como parte de su aprendizaje social, por cuanto los otros adolescentes se despreocupan
asombrosamente por esas cuestiones.
Se han atribuido todo tipo de patologías al intento parental de ayudar a un hijo a superar un
pequeño problema, con lo cual se lo magnifica. El tartamudeo seria el resultado de un excesivo control
parental del habla; la encopresis seria la consecuencia de un aprendizaje prematuro del control de
esfínteres, etc.
La crisis del adolescente imperfecto aparece con máxima frecuencia cuando a uno o ambos
progenitores los obsesiona alguna imperfección real o imaginada. El hijo puede batallar con los padres al
respecto o bien estos se pelean entre sí, mientras él trata de colocarse a una distancia saludable.
Estos adolescentes necesitan dejar el hogar, en tanto que sus padres necesitan regresar a su
hogar de origen para comprender donde encontraron sus valores. Estos casos no son más comunes que
los otros síndromes de la adolescencia, espero, son los más fáciles de tratar y, por regla general, los más
receptivos a la terapia familiar. El mayor peligro estriba en que el terapeuta practique una “parentectomia”
innecesaria, antes de echar los cimientos de la tolerancia intergeneracional que les permitirá, al
progenitor y al hijo, apoyarse mutuamente y aprender uno del otro durante toda la vida.
6- Adolescentes salvadores
Son adolescentes que se ofrecen en sacrificio para salvar a su flia; es un camino doloroso y
algunos no aguantan hasta el fin, pero entre los sobrevivientes esta la próxima generación de terapeutas
fliares.
Las flias alcohólicas son la fuente más segura de adolescentes salvadores. Cuando ambos
progenitores beben o se drogan en exceso, alguien tiene que hacerse cargo de la familia. Uno de los
hijos se convierte en el adulto de la flia durante los periodos de embriaguez o ausencia imprevisible del
hogar. Se espera que asuman el cuidado del hogar, de sus hermanos menores y de sus progenitores
incapacitados sin que nadie les dé una indicación o les exprese reconocimiento y aprecio.
El adolescente salvador debe mentir para proteger al progenitor que abusa de sustancias nocivas
y quizás nunca pida ayuda externa ni revele el secreto. Es una tarea terrible e ingrata. A veces varios
hijos constituyen un equipo viable para ayudar a la flia, pero con frecuencia al hijo que le han asignado un
rol parental no es apreciado por sus hermanos ni por sus padres. Su vida social se resiente, pues no
puede salir del hogar ni recibir visitas de amigos. Tb debe mantener relaciones distantes con sus abuelos
y demás parientes, para guardar el secreto de la mala conducta del progenitor. Salvar a la familia se
convierte en un trabajo y una preocupación de jornada completa.
Los hijos esquizofrénicos, maniacos- depresivos, enfermos crónicos, tb pueden transformarse en
cuidadores y guardianes de sus progenitores y en progenitores de sus hermanos menores. Los
adolescentes hipermaduros pueden convertirse en mártires fríos y tristes o en mandones estrictos e
intolerantes, orgullosos de su fuerza pero enojado por los sacrificios que deben hacer.
En las flias violentas en que un progenitor maltrata al otro, el hijo que haya observado este
proceso durante años podrá tener, finalmente, la edad y el coraje para desenfundar un revolver y
dispararle al progenitor brutal.
Durante las aventuras amorosas de los progenitores, es posible que un hijo tras otro contraiga
síntomas que mantengan a sus padres recíprocamente involucrados: fracasos en la escuela, hurtos en
tiendas, intentos de suicidio, fugas del hogar.
Si la flia se disuelve, los adolescentes pueden evidenciar un cambio formidable en su conducta,
pues suelen considerarse a sí mismos como los causantes de la desdicha y disociación de sus padres,
quienes a su vez, pueden llegar a designarlos “hijos problema”. Los adolescentes parecen exagerar sus
aspectos desagradables para convertirse en el principal motivo de preocupación de todos.
Después del divorcio, los adolescentes pueden fomentar batallas entre sus progenitores
biológicos y no biológicos, u orquestar crisis que disocien ambos hogares parentales, mientras van y
vienen del uno al otro.
En las flias con un solo progenitor, este es muchas veces una persona amargada, solitaria,
recargada de trabajo e insuficientemente amada. La madre sin pareja tal vez empuje a sus hijos a una
adultez prematura, permitiéndoles una adolescencia breve. Se espera que el hijo confíe en sí mismo,
pero se mantenga dependiente del progenitor y comprometido con él. El hijo puede verse tentado a salvar
al progenitor volviéndose competente en el hogar e incompetente en el mundo, capaz de prestar ayuda
pero incapaz de marcharse.
Algunos adolescentes salvadores se vuelven suicidas, en plena riña fliar, amenazan con
suicidarse y corren a encerrarse en el baño. Los adolescentes salvadores pueden tornarse violentos.

205
El adolescente salvador no siempre es consciente de que esta reaccionando de manera
salvadora. Quizá sus padres ni siquiera relacionen los síntomas del hijo con los problemas de los adultos,
y soliciten una terapia individual para aquel, en vez de tomar la medida que aliviaría su sufrimiento: pedir
terapia de pareja para ellos.
Contrariamente a la creencia popular, no todos los adolescentes en crisis procuran salvar a sus
progenitores o rebelarse contra ellos, muchos disturbios de la adolescencia tienen poca conexión directa
con los padres, aun cuando ellos los manejen mal. Las crisis adolescentes son más complicadas que las
fliares porque las normas de los adolescentes son muy difusas y todos ellos quedan atrapados entre 3
conjuntos de fuerzas poderosas, antagónicas y constantemente fluctuantes: el self, el mundo y la flia.
Cuando alguien se alarma ante el comportamiento del otro y pide ayuda, la pregunta pertinente
es: “¿Quién cree que existe el problema y por que?”
Factores a evaluar:

1- Si las preocupaciones del adolescente son reales o imaginadas: si la familia cree que existe un
problema, este puede no ser real, pero la creencia de que si lo es, puede convertirse en un problema real.
La tarea del terapeuta consistirá, tal vez en poner al descubierto lo que esta detrás de la creencia de que
existe un problema, esto es, la necesidad de tener un problema.
La flia puede ser el paciente y es modificable por medio de la terapia, pero es imposible cambiar
la sociedad. Sus opiniones no son negociables en la terapia, de modo que si el mundo considera que
alguien constituye un problema, debe aceptarse la realidad de su anomalía. La conducta desviada no es
una cuestión meramente fliar: el mundo tb esta involucrado.

2- diferencia entre lo manifiesto y lo encubierto: esto es particularmente decisivo en las crisis del
adolescente, por el grado considerable en que progenitores y pares estimulan en él la conducta
encubierta. Podemos estar seguros que en los adolescentes hay alguna parte clandestina, lo difícil es
establecer su magnitud. La mayoría de los progenitores tienen una cierta idea de lo que hacen o traman
sus hijos y estos lo saben.
Con frecuencia los adolescentes quieren consultar en privado con el terapeuta acerca de algún
secreto, para que les dé la seguridad de que puede revelarlo y, cuando l hacen, suelen sentirse aliviados.
Tb los progenitores pueden tener secretos, que son igualmente destructivos y generadores de toda clase
de patologías fliares, pero además, provocan conductas salvadoras en los hijos. En ambos casos, los
problemas no pueden resolverse hasta tanto no se pongan de manifiesto los secretos.

3- Para los adolescentes todo tiende a ser permanente mientras que sus padres esperan que
todo sea una etapa temporaria: los problemas sobre la definición de lo temporario y lo permanente surgen
cuando los padres dejan de tranquilizar a sus hijos y empiezan a ver en ellos deficiencias permanentes.
De pronto su chico les parecerá imperfecto, o trabarán batalla con él tratando de controla en exceso,
provocando así una rebelión. Por otro lado, es posible que definan la sociopatía o el fracaso social del
hijo como algo temporario y se rehúsen a tratarlo. El problema de las flias es que los padres pueden
sentirse alarmados por los defectos que creen ver en sus hijos, en tanto que estos niegan toda
importancia.
En estos casos es de vital importancia saber quien ve el problema como una etapa del desarrollo
y quien lo ve como un presagio de fatalidad. Los errores en uno u otro sentido pueden agravar el
problema. La actitud característica del terapeuta debe ser mostrarse prudentemente optimista y estimar
que todo es superable, pero a la vez importante.

4- Al evaluar las crisis el terapeuta debe diferenciar las conductas y estados aislados de los
habituales: siempre debe formular la pregunta “¿con qué frecuencia ocurre esto?”.
Es probable que este parámetro suscite más discusiones domesticas y conduzca a más
rebeliones que cualquier otro. Como los padres son expertos en detectar tendencias y los adolescentes
piensan que cada balance de la vida tiene un conjunto singular de justificaciones, los hijos pueden
encontrar alguna razón para todo acto de olvido o fracaso o que expliquen porque su acción del momento
constituye una excepción a regla habitual. Para comprender la pauta de una conducta rebelde, o de
cualquier otro comportamiento, hay que delinearla con claridad.
Por otro lado, es posible que los padres tiendan a considerar las sociopatía o el fracaso como
hechos aislados cuando son evidentemente habituales y, por ende, no vean en ellos un problema que
requiera atención o preocupación. Los terapeutas tienen menos éxito en definir los problemas que la flia
no quiere tratar. Aun así, el terapeuta puede llamar la atención sobre la naturaleza reiterativa de las
conductas y hasta puede indicar la frecuencia con que recurren tales pautas.

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5- Diferenciación entre lo intrínseco y lo extrínseco: esto abarca varios interrogantes
• ¿Dónde reside el problema?
• ¿Específicamente en el hijo que crece mal?
• ¿En una sociedad que no respeta la singularidad de ese hijo?
• ¿En una sociedad que lo incita a discrepar con los deseos de los padres?
• ¿En una familia que le esta creando problemas?
• ¿En que él se los está creando a sus padres?
• ¿En que hemos fallado?
• ¿Porqué no pueden ser perfectos en todo sentido, como lo fuimos nosotros?
La familia que hace examen de conciencia y brega con estas cuestiones puede haber tenido un
mayor conflicto con en la definición del problema que acerca del problema en sí. Es más pertinente
preguntarse si el problema está en el adolescente o sus padres; si estos han decidido que los involucre a
los tres, tal vez lo hayan resuelto.
La adolescencia en un proceso de adaptación mutua: a medida que el hijo cambia, la estructura
fliar debe cambiar y ser echada en la licuadora terapéutica junto con la conducta del hijo.

Tratamiento de las crisis de la adolescencia

Primer paso: reacción ante la emergencia


Las crisis del adolescente tienen a irrumpir como u león. En los casos más típicos, la madre
solicita una entrevista individual para un hijo que esta en dificultad y en conflicto, pero que en realidad no
quiere venir al consultorio. Quizás ha habido una gran pelea, fuga del hogar o se han descubiertos
secretos. Hay una gran sensación de emergencia. Si se puede concertar de inmediato una entrevista, es
probable que la familia coopere plenamente.
Hay excepciones: a veces un miembro de la familia telefonea para comunicar un problema muy
grave y luego aparece muy reacio a concertar una entrevista. También puede desconcertarnos el hecho
de que un adolescente halla estado en aprietos por un largo tiempo, y solo ahora su familia esté
dispuesta a hacer algo para que no vaya a prisión.
Podemos utilizar lo que seria una regla empírica relativamente segura para distinguir con certeza
los casos urgentes de los que no lo son: 1- si la queja presentada telefónicamente se refiere a la
conducta haga que los padres asuman el control con firmeza; 2- si la queja se refiere al estado emocional
del hijo, exhorte a los padres a dar máxima prioridad a los sentimientos del hijo.

Segundo paso: compromiso de la familia


Se pide a quien telefonea que traiga a “toda la familia” y se subraya la importancia de esto. Es
obvio que deberían venir los dos progenitores residentes en el hogar y por lo general lo hacen aunque
sea una sola vez. Es preferible que estén presentes los hermanos aproximadamente coetáneos, pero
tampoco se insiste mucho al respecto, en especial si el individuo identificado como paciente preferiría no
franquearse delante de sus hermanos.
Si el adolescente solicita una entrevista individual, eso significa que tiene algún secreto; quizás lo
mejor sea ceder y verlo primero a solas. Si desde el principio queda claro que no existe privilegio alguno
dentro de la flia, el secreto saldrá a la luz de todos modos. No obstante, es posible que el hijo necesite
poner a prueba la gravedad del secreto revelándolo a otro adulto, antes de arriesgarse a contárselo a los
padres.
Una vez definida la crisis aquietado el caos inicial, el número de miembros de la flia que se
presentan en las sesiones tiende a disminuir, esto es bueno algunas veces y otras no.

Tercero y cuarto pasos: definición de la crisis y receta gral


Se evalúa y se determina si cae dentro de uno o varios de los 6 síndromes: clandestinidad,
sociopatía, rebelión, fracaso, imperfección o salvamento.
El plan de trabajo de la terapia fliar resuelve muchos problemas revelando los secretos,
confrontando los problemas, sonsacando las preocupaciones de todos, describiendo a grandes rasgos
las realidades de la adolescencia y poniendo fin a las definiciones disyuntivas del problema.

Quinto paso: receta específica


Aunque no existe ninguna formula basada en la conducta sintomática, hay una solución
especifica para cada síndrome de la adolescencia:

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Adolescentes clandestinos: necesitan ser observados por sus padres y comprometerse mucho
más con su flia. Tal vez haya que ponerlos a prueba en una especie de libertad condicional, recayendo
en los padres la responsabilidad de conocer y controlar sus actividades. No se deben respetar los
secretos y confidencias, por cuanto se ha abusado de ellas. Se establecerán reglas, anotándolas y
adhiriéndolas a la puerta de la heladera. Probablemente este esfuerzo sea saboteado por los padres y no
por el muchacho clandestino, ya sea adoptando una postura abiertamente protectora o abiertamente
restrictiva.
Adolescentes sociópatas: Pueden tener o no a alguien que les este haciendo desconfiar de su
capacidad para acatar las reglas del mundo, pero casi siempre tienen a alguien que los protege de las
consecuencias sociales. El adolescente debe disponer de lo necesario para que esas consecuencias se
den y desistir de toda medida protectora. Es posible que el adolescente se rebeles contra esto, salvo que
la aceptación de las consecuencias pueda ir acompañada de una redención dentro de la flia, lo cual
resulta difícil para aquellos padres que desconfían del mundo y prefieren reírse de las consecuencias
sociales, regocijarse por su triunfo sobre la autoridad y la sociedad y no dejar que el hijo asuma las
fechorías hasta que sean reparadas u olvidadas.
Adolescentes rebeldes: son mucho más fáciles de tratar. Tb aquí la tarea es dejar en claro las
reglas y los castigos por su infracción. Estas reglas fliares deberían ser negociadas por los progenitores y
el hijo, si bien es útil permitir que el adolescente ponga por escrito o redacte el primer borrador. Los
jóvenes suelen ser asombrosamente razonables, coincidiendo básicamente y en la mayoría de sus
detalles, con las reglas de sus padres. Es muy importante comprometer en esto a otros hermanos. La
meta habitual es socavar las reacciones excesivas de los progenitores sin debilitar su autoridad.
Adolescentes fracasados sociales: necesitan de un esfuerzo terapéutico lento y doloroso. Deben
recibir apoyo de alguien, mientras aprenden aceptables. La tarea entraña aceptar la realidad de su
inaceptabilidad y disponer la prestación de asistencia en el proceso dual de practicar una conducta
aceptable. La tarea primordial para el adolescente es suscitar una esperanza que le permita correr
riesgos; la tarea primordial para el resto de la flia es poner fin a la actitud de negación y de protección-
rechazo. Puede iniciarse inmediatamente una terapia individual o grupal, un tratamiento dietético grupal
de apoyo escolar, clases privadas, programas de ejercicios físicos, campamentos, etc.
Adolescentes imperfectos: son los más fáciles de tratar. La tarea es simple, hay que fijar
expectativas más realistas. Es útil que en este proceso los padres tb reconozcan y revelen sus propios
fracasos en insuficiencias.
Adolescentes salvadores: necesitan que se les permita preocuparse más por su vida que por la
de sus padres. La mejor solución puede ser tratar a los padres sin la presencia del hijo, pero es preferible
que esta terapia comience después de una o dos visitas de aquel. Si nos limitamos a dejar al hijo excluido
de la desdicha y agitación parentales, podría asustarse. Es hijo puede quedar libre de su función, en tanto
que se haga cargo de ella otra persona.

Sexto paso: negociación de la resistencia al cambio


La mayoría de los progenitores están dispuestos a prestar atención a sus hijos, establecer reglas
fijas, suavizar los castigos, etc., siempre y cuando, reciban apoyo, dirección y respuesta. La mayoría de
los adolescentes están dispuestos a revelar su vida secreta, a aceptar las consecuencias de sus actos,
acatar reglas, etc., pero únicamente si pueden sentir cierta seguridad y aceptación. A menudo se
negocia la resistencia al cambio haciendo que cada generación advierta las mejoras sutiles logradas por
la otra, y cerciorándose de que ninguna espera que la otra alcance la perfección.
Los padres aceptan de buen grado la mayoría de las tareas prescriptas para resolver las crisis de
adolescente. La más resistida es, probablemente, la intervención legal en los casos de conducta
sociopática.
La resistencia a adoptar la acción prescripta puede indicar cual es la patología fliar y convertirse
en el foco de la terapia. La flia puede resistirse a congregarse como tal, a ver el problema como un
problema fliar o a revelarlo dentro del grupo fliar. Son comunes las resistencias a algunos aspectos del
tratamiento fliar de las crisis del adolescente. Puede haber una lamentable falta de confianza entre los
progenitores, entre las generaciones y entre los hermanos. En ocasiones es preciso tratar estas
cuestiones de confianza antes de que se pueda abordar el problema especifico.
Los padres pueden oponer resistencia a ciertos aspectos:
• a algunos les cuesta reconocer las buenas intenciones del otro progenitor, e interpretan
las diferencias de enfoque o discrepancias en el enfoque del problema como pruebas de
la destructividad del otro

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• Ciertos progenitores tienen dificultad en franquearse ante sus hijos y prefieren
sacrificarlos antes que desilusionarlos.
La resistencia a revelar secretos se convierte en el foco de la terapia y las revelaciones y
desenmascaramientos pasan a ser importantes puntos de penetración y avance.
Lo ideal es que los padres reciban una segunda oportunidad de revivir su adolescencia por
intermedio de sus hijos. Uno abriga la esperanza de que no lo hagan actuando una segunda
adolescencia, sino repensando lo aprendido la primera vez, el cómo y el porqué de ese aprendizaje y el
modo en que podría modificarse ahora.

Séptimo paso: terminación:


El cambio suele ser rápido, como todos los cambios en la adolescencia, pero puede ser
alarmantemente pasajero, a menos que se lo refuerce. Suelen volver de vez en cuando, durante años
para que se los recauchute. La adolescencia es, de por sí, una sucesión de crisis y las terminaciones
rígidas son poco realistas y destructivas. Los fracasos habituales ocurren en aquellas flias en que los
progenitores continúan protegiendo a sus hijos para que no crezcan. La mayoría de los adolescentes
alcanzan realmente la edad adulta y, pese a los mejores esfuerzos de todos, se vuelven alarmantemente
parecidos a sus padres.

209
CAPITULO 11: Emancipación. El abandono del nido:

En su versión más espantosa, el mito del síndrome del nido vacío imagina a una señora menuda
y menopáusica de cabellos grises, que rara vez ha dejado el hogar y nunca a trabajado fuera de él, que
ha horneado tortas de cumpleaños, etc., y se ha despedido, llorosa, de sus hijos cuando partieron a la
facultad.
La vida de las mujeres de mediana edad ha cambiado, y el síndrome del nido vacío ya no es
común, si bien todavía se presenta. Las mujeres que han desarrollado un escaso sentido de identidad
personal, aparte de ser la esposa, madre o hija de alguien, ahora pueden sentirse solas, con poco que
hacer y nadie a quien cuidar. Su identidad depende más que nunca de sus maridos, precisamente
cuando ellos están más comprometidos con el trabajo, menos involucrados en el hogar y son más
deseables para las mujeres más jóvenes. Nada tienen de sorprendente que, en este periodo, aumente el
alcoholismo entre las mujeres.
Una mujer sentada en un nido vacío esta en un pequeño aprieto. La solución obvia para su crisis
es acercarse más a su esposo y/o dedicarse más a su propia profesión y a sus propios intereses. Uno u
otro camino puede desencadenar un conflicto marital que, tal vez, impedirá que el hijo apenas salido del
hogar, se sienta con ánimos para buscar la independencia. A menudo, un marido ocupado, acostumbrado
a no prestar mucha atención a su esposa, no desea una relación conyugal mas intima. Una solución es
que ella se dedique a cuidar a sus padres o suegros ancianos, hasta que lleguen los nietos. Aunque no
parece una solución muy favorable a la autorrealización, al menos protege al marido de la intimidad o la
competencia domestica.
Es una época en que actúan muchas fuerzas. Se los llama “los años peligrosos”, el tiempo de la
“menopausia masculina”. Es cuando se corre el mayor riesgo de que los hombres sean infieles. Tal vez
se sientan engañados, y atrapados, preocupados por su salud, adviertes que sus fuerzas físicas declinan
y empiezan a lanzarse en una ultima arremetida a la búsqueda del éxito esquivo, o gozar de un último
intento por capturar una juventud que se marchita.
El padre tb puede tener el nido vacío, especialmente cuando ha sido el único o principal
progenitor. La crisis paterna suele ocurrir cuando la madre decide repentinamente que debe pasar el
resto de su vida dedicada a su matrimonio, en tanto que el padre ha desistido de la vida marital hace ya
largo tiempo y estima que la emancipación de los hijos redobla su libertad para no estar pendientes del
hogar.
En la sociedad no hay un consenso respecto a cual es la relación apropiada entre los padres, y
sus hijos en vías de emanciparse. El estereotipo cultural predominante se centra en los padres
entrometidos, que quieren saber que hacen sus hijos y los llevan a sentirse culpables de no incluirlos en
su vida. Muchos terapeutas fliares creen que los progenitores no tienen derecho a meterse en la vida de
sus hijos cuando estos pasan los 17 o 18 años y que tal intromisión puede ser destructiva para todos. Se
presume que la relación entre el progenitor y el hijo debería reelaborarse a una edad temprana y que
luego los padres no deberían intervenir en absoluto.
Este enfoque de la no-intervención es contrario a mi experiencia clínica. Las familias más sanas
mantienen de por vida estrechas relaciones intergeneracionales, con mucha participación, conflictos e
interacciones en torno a conflictos. El hogar parental y sus recursos proporcionan un paragolpes y un
refugio, a medida que los hijos se establecen por su cuenta. La partida del hogar se transforma en un
proceso gradual, muy individual y jamás completo. La dependencia va pasando lentamente de una
generación a otra: lo ideal es que haya un periodo extenso en el que ambas generaciones confíen en si
mismas y mantengan una relación intima de igual a igual.
El proceso se tuerce si la generación mas joven permanece demasiado tiempo en una
dependencia excesiva, si la generación mayor se vuelve dependiente demasiado pronto, o si las dos
generaciones conspiran para imposibilitar el necesario periodo de paridad.

La crisis de emancipación.
En aquellas flias en que los adultos jóvenes no se van del hogar, o fracasan reiteradamente en
sus esfuerzos por emanciparse, sobreviene una crisis que esta superando, por su frecuencia, a la del
nido vacío. Las crisis de emancipación corresponden a 3 síndromes:

1- Los nidos acogedores


A veces, uno o varios hijos no se van del hogar, pero esto no preocupa particularmente a sus
padres. Es una situación bastante corriente y puede no ser un problema. Los terapeutas fliares pueden
excederse en su afán de promover separaciones intergeneracionales. Sin duda un hijo incapaz de
sobrevivir fuera del hogar, un progenitor incapaz de sobrevivir en un hogar sin hijos, o un matrimonio

210
incapaz de retornar a su relación de pareja, carecen de la flexibilidad que juzgaríamos propia de una
salud mental ideal, pero la pauta no es necesariamente destructiva. La pauta del nido acogedor es
característica de la esquizofrenia, el alcoholismo y el retardo mental, pero también es típica de ciertos
grupos étnicos y culturales en los que no existe en absoluto una patología. Los hijos que terminan sus
días sin haber abandonado el hogar pueden tener éxito en el trabajo, llevar una vida social activa y
casarse alguna vez, pero no se ven obligados a hacerlo, y ahí esta el problema.
Los nidos acogedores son característicos de los padres o madres sin pareja y su hijo menos o
único. El adulto joven que no deja el hogar no necesita crear gradualmente una patología que justifique
su falta de maduración. Tal vez lo recompensen por quedarse en casa, dispuesto a ayudar. Puede estar
sometido a una presión simbólica para que funcione como adulto, pero a la vez a otra aun mayor para
que permanezca en el hogar y ayude a su progenitor.
Los nidos atestados pueden convertirse en acogedores cuando un progenitor se va o abandona
la lucha. Los nidos acogedores pueden entrar en crisis cuando el progenitor que trabaja se jubila (porque
entonces ambos cónyuges están en casa y el nido se llena un tanto) o cuando los otros hijos empiezan a
ejercer presión.
Las flias con un nido acogedor pueden oponer viva resistencia a la terapia fliar o aun negarse a
considerarlo un problema. Muchas veces estas situaciones quedan al descubierto de manera casual,
cuando se busca tratamiento por otro problema.

2- Los nidos atestados


En estas flias, el hijo es cronológicamente adulto, pero no se va del hogar y ahí radica la tensión.
El joven parece competente, pero sencillamente, se queda en casa con un funcionamiento restringido,
mientras sus padres se enfurecen en vano contra el hijo o entre ellos. Quizás, ambos progenitores, lo
inciten ostentosamente a marcharse, pero si los dos desearan de veras su partida, el hijo se iría: uno o
ambos padres lo están reteniendo en el hogar, de manera manifiesta o encubierta.
En los casos típicos, la madre es razonablemente competente, desdichada en su matrimonio y
muy dependiente de sus hijos, pero criticonas, hostiles y violentas con sus maridos desapegados y tal
vez trabajólicos. Los hijos que no pueden dejar el hogar se ponen de parte de la madre en la batalla
marital, posiblemente la inciten a divorciarse. Atravesarán una sucesión inexorable de exacerbaciones en
la lucha de quién se irá, quién se quedará y quién tiene el problema.
Los muchachos pueden ser gravemente patológicos o no, pueden aseverar que quieren irse, pero
no se van o sus intentos de partir son torpes. Con frecuencia, en su falta de funcionamiento hay algo de
esquizofrénico, así como una profunda sensibilidad al conflicto y la estimulación excesiva. A menudo,
parecen individuos no esquizofrénicos que juegan a serlo. Es difícil verlos como victimas de algo porque
eligen activamente su modo de vida y pueden enloquecer en gran medida, voluntad, para mantenerlo.
Algunos adultos jóvenes y no tan jóvenes son alcohólicos. Ciertas patologías menos obvias,
adoptan la forma de una inhibición para el trabajo, o sea la creencia de que el trabajo es lo contrario del
juego y debería evitarse si no se siente motivado a hacerlo. Tal vez utilice un problema físico para
justificar el disfuncionamiento social. La raíz de esto es la creencia de un progenitor de que la gente no
debería hacer lo que no quiere.
Uno de los métodos descubiertos por los progenitores para impedir que sus hijos trabajen o
lleguen de algún modo, a la edad adulta, es fijarles unas metas quiméricamente altas.
Todos estos jóvenes abrigan expectativas realistas en el sentido de que el matrimonio de sus
padres no podría sobrevivir a su emancipación. Sus madres los necesitan en casa para desactivar la
insoluble insatisfacción que hallan en su matrimonio. Si el matrimonio mejora o termina es posible que la
pauta del disfuncionamiento social continúe, pero sin acompañado de la obligatoria manifestación del
descontento. La relación primordial de estos chicos es con la madre.

3- Los vuelos fatales


En otras flias, los hijos levantan vuelo… y pronto se desploman. Algunos llegan a suicidarse a
poco de haber partido del hogar, otros van a parar al hospital psiquiátrico o a la cárcel. Se diría que
deben optar entre darse por vencidos en la vida o darse por vencidos con respecto a su independencia, y
que preferirían morir antes que regresar. Estas flias se asemejan por tanto a aquellas cuyos hijos son
absolutamente incapaces de irse del hogar, pero se diferencian de ellas en que estas madres son más
desagradables y más violentamente disociadoras. Los hijos se sienten demasiado responsables de sus
desdichadas madres como para hacerse adultos y dejarlas, pero preferirían morir o volverse locos antes
de vivir con ellas.

211
Estas madres son exigentes, nada las complace. Los maridos que aún viven y no han
abandonado el hogar, tienden a ser reservados, pasivo-agresivos y fríos, a menudo son adúlteros. Los
hijos protegen al padre y tratan con desdén a la madre.
El proceso de derrumbe que sufren estos adolescentes o adultos jóvenes, no bien dejan el hogar,
es bastante uniforme. Pese a sus problemas evidentes, se van por un tiempo. Algunos han tenido éxito
en la escuela, a otros les ha ido bien en sus relaciones, pero la vida no ha sido fácil para ninguno. Quizás
sean drogadictos o tenga una patología mas grave, hasta pueden ser esquizofrénicos. Algunos van a la
universidad o donde sea, y cuando no pueden salir adelante no vuelven al hogar, antes que regresar a su
casa se suicidan o se hacen internar en una institución.
Al tratar los casos de nidos atestados (es igual para los nidos acogedores) el terapeuta debe
preocuparse por establecer si la emancipación no dará como resultado un vuelo fatal. Debe dejar de
centrarse en la desdicha de sus padres y, aprender a basar sus idas y venidas en sus necesidades y no
en las de ellos. Muchos jóvenes necesitan estructuración, asistencia y protección al marcharse del hogar,
necesitan tener un puerto seguro en algunos periodos de transición de su vida. Si los progenitores no
pueden hacerlo, quizás puedan hacerlo temporariamente los abuelos o hermanos mayores.

Los nidos vacíos:


La insatisfacción marital de las madres es una valla importante para la emancipación de los hijos.
Los jóvenes que temen dejar el hogar, con frecuencia están en lo cierto al temer el impacto que
puede causar su partida en el matrimonio de sus padres. Muchos matrimonios terminan en este punto.
Algunos maridos mantienen desde hace tiempo una relación extraconyugal y piensan dejar el hogar ni
bien lo hagan sus hijos. Probablemente tienen razón al percatarse de que si esperan la emancipación de
sus hijos para divorciarse, tendrán mejores probabilidades de ganar su aceptación.
Cuando los jóvenes no logran emanciparse, padres, hijos y terapeutas inculpan a las madres. La
contribución de los padres es un poco más sutil pero, aun así, importante para los síndromes. En los
nidos acogedores, los padres tienden a ser blandos y a veces lastimosos (generalmente son alcohólicos).
En los casos de nido atestado y de vuelo fatal, los padres son uniformemente exigentes, criticones y
hasta explosivos, cuando no deprimidos. Estos hombres sienten antipatía por su esposa y usualmente
por sus hijos y la manifiestan. Pese a su carácter desagradable, no parecen ejercer mucho control sobre
lo que ocurre en su flia.

Tratamiento de las crisis de emancipación:

Primer paso: Reacción ante la emergencia:


La característica distintiva de los nidos acogedores es que en ellos falta la sensación de crisis. En
cambio, en los nidos atestados, quizás se intuya un desastre inminente y parezca urgente recurrir a un
terapeuta. En los vuelos fatales, el desastre es real e intenso: el joven que le escapa al hogar tal vez haya
intentado suicidarse. Muchas veces la flia se resiste a concurrir a una entrevista conjunta y solicita una
individual.

Segundo paso: Compromiso de la familia:


En los nidos acogedores, la flia no ve problema alguno. Es los atestados, es posible que intente
mantener separados los tratamientos del hijo y del matrimonio. Después de un vuelo fatal, quizá se
entreviste conjuntamente a los sobrevivientes, de regreso en su nido atestado. Tras un esfuerzo
catastrófico por emanciparse, la flia suele percibir la emergencia de lo suficiente para comprometerse.
Una vez que el hijo ha salido del hogar, el tratamiento por separado de este y sus padres puede prevenir
que el joven vuelva a involucrarse en la desdicha marital o posmarital.

Tercer paso: Definición de la crisis:


Estos 3 síndromes deben diagnosticarse como exactitud y diferenciarse entre sí. La
diferenciación se basa en la sensación de comodidad con la situación. Si todos se sienten cómodos con
la falta de emancipación del hijo, estamos ante un nido acogedor, de modo que debemos proceder
despacio y fijar metas modestas; el cambio será lento o nulo. Si el hijo parece sentirse cómodo en el
hogar y los esposos riñen por eso, estamos ante un nido atestado y el joven debe irse antes de que
podamos tratar al matrimonio. Si el hijo se resiste a permanecer en el hogar, en medio del caos marital,
pero fracasa reiteradamente en sus fugas estamos ante una situación potencialmente peligrosa.
Ante cualquiera de los síndromes en que un joven adulto fracase en su emancipación, debe
definirse su discapacidad que, en gral, se considera una esquizofrenia, lo sea o no. Hacer que la flia
perciba el nexo entre ese fracaso del joven y la infelicidad marital de la madre es una tarea terapéutica

212
delicada. No es preciso que la flia acepte por entero una definición que relaciona los problemas del hijo
con el matrimonio de los padres. En estos casos, se puede proponer una solución antes de alcanzar un
acuerdo gral con respecto a la definición del problema.

Cuarto y quinto pasos: Recetas:


El foco de la terapia debería ser el funcionamiento social del joven, mas que su emancipación.
Ante una situación de vuelo fatal en la que al joven adulto le aterra quedarse en el hogar, casi siempre se
dispone algún refugio neutral que no sea el hospital, no se debe lanzar al joven al mundo sin ayuda.
En los 3 síndromes, la tarea consiste en lograr que el joven se emancipe y que sus padres se
involucren el uno con el otro; quizás haya que empezar por hacer funcionar al hijo.
El ritmo del proceso difiere para cada uno: es muy lento en los nidos acogedores, desafiante y
conflictivo en los nidos atestantes y desesperados en los vuelos fatales. El terapeuta asume el rol de
consejero matrimonial que hasta entonces desempeñaban los hijos.
La terapia grupal o en parejas es, de por si, la principal receta especifica, por cuanto participar en
relaciones diferentes de las maternales resuelve de inmediato la crisis de la madre deprimida y a la larga,
la del hijo incapaz de dejar el hogar.

Sexto paso: Negociación de la resistencia al cambio:


Las tareas de apartar al hijo del matrimonio, promover en el cuanto antes algún tipo de
funcionamiento social, y con el tiempo, sacarlo del hogar, suscitan tan prontas y furibundas resistencias.
Tal vez el terapeuta deba buscar escuelas, empleos o programas asistenciales para sacar al muchacho
del hogar. Es posible que la flia siga riñendo acerca del hijo, o en los nidos acogedores, niegue
completamente el problema, resistiéndose así al esfuerzo del terapeuta por tratar, de algún modo, el
matrimonio.
La resistencia habitual consiste en que la flia encare la cuestión como un problema del hijo. A
veces el tratamiento individual temporario de este ayuda a evitar la interferencia de sus padres en sus
planes de funcionamiento social. Se puede entrevistar por separado a la pareja, en especial si el hijo esta
por dejar el hogar. En el caso del nido atestado y de vuelo fatal, hay que trabajar con ambos progenitores,
aun cuando el hijo se resistiera a continuar la terapia.

Séptimo paso: Terminación:


De ser necesario podemos ver al hijo por separado o derivarlo a otro terapeuta no bien se
emancipe; no obstante mientras este en el hogar, la terapia fliar es el mejor tratamiento. La crisis tiende a
repetirse, sobre todo en los nidos atestados, y es posible que la flia se someta a terapia varias veces
antes de que el hijo deje definitivamente el hogar y la madre se asiente en el matrimonio o llene los
espacios vacíos de su vida.

213
CAPITULO 14: Familias fóbicas: Escondiéndose todos juntos:

Cada fobia tiene nombre. Los hay para miedos insólitos: a las agujas (alemofobia), al hilo
(linofobia), al número 13 (triscaidecafobia). También los hay para miedos más comunes y destructivos: a
los espacios cerrados (claustrofobia), o abiertos (agorafobia), a los extranjeros (xenofobia), a los
deformes (dismorfobia), a los hombres (androfobia), a las mujeres (ginofobia), etc. Hasta hay una palabra
para designar el miedo a las fobias: fotofobias.
Un individuo puede sufrir alguna de estas fobias durante años sin causar grandes problemas, por
cuanto los demás miembros de su familia cederán ante ella y permitirán que el fóbico controle sus
actividades y distanciamiento. Luego, cuando alguno empiece a apartarse de esa pauta, se exacerbara la
fobia y sobrevendrá una crisis. Hasta la fobia más insignificante puede gobernar la vida del individuo y
una flia.
Las fobias enraízan en alguna experiencia real o conexión simbólica, pero tb causan efectos.
Como en todos los casos de conducta recurrente, debemos presumir que el resultado previsible de la
conducta es, en verdad su objetivo. Una fobia puede ser discapacitante, impedir la emancipación de
quien la padece, obligar a la flia a estar siempre a su alrededor protegiéndolo y, por ende, mantenerla
unida.
Una fobia es una manera de decirle a los seres queridos: “el mundo me asusta. No me
abandonen”. Resulta más provechoso tratar el significado interpersonal de la conducta fóbica que
investigar el significado simbólico de una fobia especifica. Sea cual fuere la forma en que comienzan, las
fobias sólo persisten si dan resultado. Por lo común, reciben el estímulo y gratificación activos de fuerzas
que actúan dentro de la familia. Quien la padece puede cumplir sus propósitos, haciendo que la flia
colabore activamente en la superación de la fobia, para lo cual se adentrará con él en la situación fóbica.
Sin embargo, es típico que una misma fobia sea compartida por varios miembros de la flia.

Tratamiento de las familias fóbicas


Cuando existe la posibilidad de una sustitución, la superación de una fobia libera a la persona
para vencer sus otros miedos… por supuesto, siempre y cuando abandonar la fobia no signifique
renunciar a la atención y dedicación que ella provocaba. Una vez que los miembros de la flia empiezan a
aflojar sus fronteras y a aventurarse mas allá del alcance mutuo, es posible que uno de ellos contraiga
una fobia y los atraiga nuevamente a todos dentro de los limites fliares. Podemos presumir sin temor a
equivocarnos que los miembros de estas flias no quieren distanciarse mucho entre sí. Debemos tratar las
cuestiones de distanciamiento y emancipación al mismo tiempo que inducimos al individuo fóbico a
afrontar su situación, mientras la familia gira en torno al proceso de desensibilización de la fobia
propiamente dicha.
Peggy Papp ha descrito las premisas básicas que debe establecer el terapeuta acerca de la
relación reciproca entre el síntoma y el sistema. Ellas son:
1. La aparición del síntoma suele coincidir con algún cambio real o previsto en la flia que amenaza
con trastornar su equilibrio.
2. La angustia con respecto a este cambio activa conflictos hasta entonces latentes que, en vez de
ser resueltos, se expresan por medio de un síntoma.
3. El síntoma puede ser un medio de impedir o de posibilitar este cambio.
La definición básica de la crisis continua dependiendo de estos dos interrogantes fundamentales:
¿Por qué acontece ahora? Y ¿Qué es lo que, principalmente, usted no desea cambiar?
El miedo a volverse fóbico se denomina fotofobia o metaangustia. Puede ser muy problemático
en aquellas situaciones en que cualquier persona sensata se siente, cuando menos, un poquito
angustiada: antes de pronuncias un discurso, al entrar en una habitación colmada de gente desconocía o
al subir a un avión.
Tanto el grupo del Mental Research Institute como Haley, tratan estos casos como una técnica
ideada por Milton Erikson: El terapeuta receta el mismo síntoma, permitiendo así que el paciente
manifieste abiertamente su angustia y compruebe que el mundo no se vendrá abajo por eso.
Agorafobia:
Es un síntoma común, molesto e instructivo, se lo considera casi exclusivo de la mujer. Es el
miedo a la plaza, al mercado, a los espacios abiertos y, en última instancia, a salir del hogar. La
incapacidad de salir de casa puede ser bastante restrictiva y enormemente dominante. La mujer no
puede salir de su casa, tampoco puede ir a trabajar, ir de compras o adaptarse al medio social.
Las teorías psicoanalíticas han relacionado la agorafobia con el miedo a la liberación sexual. Las
teorías feministas discrepan un tanto y ven el hogar como sustituto de las fronteras psicológicas: “la

214
agorafobia y la claustrofobia son representaciones de la prisión psíquica es que se halla encerrada la
mujer al no permitírsele ser dependiente”.
Por supuesto es improbable que una mujer contraiga agorafobia total si no hay alguien dispuesto
a gratificarla con sus cuidados constantes. Es como si la necesidad de estar conectado no pudiera
expresarse de manera genuina y, en cambio, debiera convertirse en una ayuda prestada con la condición
de que ni esa mujer ni su cuidador solicito admitan explícitamente que la desean.
A veces la persona de quien se espera una atención constante no la presta; entonces el síntoma
se intensifica sin recibir respuestas, o bien recibe una respuesta equivocada o de otra persona. En tales
situaciones, puede sobrevenir una escalada de crisis y la persona, aterrorizada se apresurara a pedir
ayuda. Si el individuo deseado responde a esta señal, acudiendo solícitamente, el estado critico puede
prolongarse por tiempo indefinido, hasta que el marido vea aquejada su salud o amenazado su empleo, o
bien hasta que un hijo entre en terapia. Cuando se llega a ese punto, la relación agorafóbica vigente debe
cambiar.
La agorafobia puede exacerbarse en los puntos críticos de un matrimonio. Quizás la esposa se
vuelva agorafóbica cuando el marido inicie una aventura amorosa, emprenda un nuevo negocio o cambie
de empleo, cuando ella empiece a sentirse poco atractiva o cuando un hijo haya dejado el hogar.
También es posible que la agorafobia aparezca en respuesta de una atracción sexual contra la que esa
mujer ha venido luchando, con éxito o sin él. La mayoría de las veces la agorafobia no es una reacción
ante la temeridad sexual de la mujer afectada sino miedo a la temeridad sexual del marido.
La agorafobia suele ir acompañada de depresión, de ahí que los antidepresivos resulten
recomendables y por lo general eficaces. Los ansiolíticos probablemente agraven la situación, haciendo
que la mujer se vuelva menos activa y más dependiente.
El tratamiento especifico para la agorafobia es hacer que el cuidador solicito siempre este
alrededor de la persona afectada, pero fuera del hogar. Al principio no es preciso reducir el grado de
involucración entre ambos; en cambio, se lo puede orientar hacia la expansión del margen de la persona
fóbica.
Fobia al trabajo:
La ergasiofobia es la forma adulta del miedo a la escuela. Quien la sufre, se aterroriza con solo
pensar en ir a trabajar, de modo que opta por esconderse en su casa. Se superpone a la agorafobia y,
como ella, abunda entre los adultos que de niños tuvieron terror a la escuela. La angustia de separación
constituye un elemento medular de esta fobia. El paciente suele ser un hombre y con toda probabilidad
ambas fobias son idénticas: el individuo teme salir del hogar para desempeñar las actividades que se
esperan de él, ya sea ir a la escuela, trabajar o salir de compras. Por lo común, el ergasiofobo ha sido un
trabajador escrupuloso entre periodos de desempleo y tiene en su casa a su esposa o madre. Esta
deprimido, preocupado por algo que anda mal en su relación con esa mujer y teme dejarla; quizás teme
que su esposa lo abandone o que su madre se enferme y muera. Es posible que recurra por un tiempo a
los síntomas físicos o desee evitar alguna relación problemática en su lugar de trabajo, pero la
persistencia excesiva de su fobia indica que es preciso buscarle otra causa.
La fobia al trabajo es diferente de la inhibición para el trabajo y de la neurosis del éxito. La
inhibición para el trabajo el difusa, crónica y caracterológica; consiste en creer que el trabajo es lo
contrario del juego, es algo impuesto desde afuera y se le debe oponer resistencia. Las personas
inhibidas para el trabajo quieren gratificaciones inmediatas. La neurosis del éxito es el miedo a sufrir
represalias por triunfar o hacerse valer, quien la padece se siente incomodo mientras compite y
aterrorizado al vencer a sus rivales.
La esposa de un ergasiofobo tal vez vacile en poner fin al síntoma porque disfruta velando
constantemente por su marido. Los ergasiófobos, algunos, nunca se hacen adultos ni dejan en absoluto,
aun le tienen aversión a la escuela, pero son demasiado grandes para concurrir a ella. Otros llegan a ser
adultos y se van del hogar, pero sufren una recaída al recibir una visita de la madre. O bien puede dejar
el hogar parental y entablar con su esposa una relación similar a la simbiosis madre- hijo. Por ultimo, el
hombre deprimido cuya esposa quiere retenerlo en casa porque esta preocupada por él o por sí misma.
La receta específica para esto es la misma que describimos para la agorafobia: el cuidador
solicito debe inducir al paciente a trabajar. Para negociar la resistencia hay que tratar la relación entre
ambos y tal vez sea preciso recetar antidepresivos o prestar atención al alcoholismo del paciente.
La familia trata conjuntamente la fobia:
El tratamiento de estas flias requiere a veces una amplia supervisión telefónica preliminar. En
ellas hay alguien de quien la persona atacada tema separarse y que por ende puede sacarla del hogar y
llevarla al consultorio. El resto de la flia, tb debería ir, pero oralmente se rehúsa.
Definir una fobia y rastrear su historia es una tarea fácil, tal vez sea más difícil determinar que
amenaza de separación la exacerba en el momento actual.

215
A menudo resulta imposible calmar al paciente hasta tanto no afronte su fobia. Si hay que
medicarlo, se le da antidepresivos, aunque el síntoma temido sea el pánico, más que la depresión
manifiesta. Se exhortara a la flia de rodear solícitamente al paciente cuando este enfrente la situación
fóbica; en cambio se abstendrá de hacerlo si el paciente se aterroriza y no enfrenta al mundo tan temido.
Una vez que se familiarizaron con la situación fóbica, se le enseña a la flia de manera gradual a
estrechar su unión sin pasar por el proceso fóbico: para ello deberán alternar las actividades gregarias
con el distanciamiento. La relación terapéutica debe ser más episódica que continua, a causa del estado
de dependencia en que se encuentra el paciente.

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CAPITULO 16: Abuso de sustancias:

El alcoholismo es una frustración para la familia y los terapeutas por varias razones:
1. Es muy difícil conseguir que una persona deje de hacer algo que esta resuelta a hacer, sobre
todo si disfruta demostrando que usted no puede frenarla.
2. El alcoholismo se ha juzgado pecaminoso, con lo cual se ha transformado en un habito
atractivo, audaz, desafiante y generador de culpa. Se diría que en vez de disuadir al
individuo, el sentimiento de culpa lo estimula a comportarse en forma hostil, escapista y
autodestructiva.
3. El alcoholismo se ha considerado una “enfermedad” que, por ende, escapa al control del
enfermo. Este concepto ha sido objeto de un espantoso error de interpretación. Se ideo como
una metáfora que ayudase al alcohólico a evadirse de la carga moral impuesta y el
desvalimiento porfiado del alcohólico y su familia
4. Se ha creado el mito de que la bebida es un “hábito social", según el cual el funcionamiento
social normal del individuo requiere cierto grado de consumo de alcohol; el abstemio es una
persona triste, débil y descortés.
5. Se ha pensado que los alcohólicos constituyen un grupo homogéneo, como si todos hicieran
lo mismo por idénticas razones, por consiguiente la necesidad de aplicar diversos
tratamientos van conforme a la índole, gravedad, grado de evolución y circunstancias del
problema alcohólico.

Pautas de los problemas relacionados con el alcohol:

Crisis de desarrollo:

Los niños y adolescentes poco experimentados en la materia pueden adoptar un criterio ingenuo
para determinar cual seria la dosis adecuada. Los adolescentes suelen experimentar la necesidad de
aprender a beber y casi siempre parten de una dosis demasiado alta para un principiante. Casi todos los
adolescentes pasan por uno o varios episodios de ebriedad involuntaria antes de hallar un modo de beber
seguro. Durante estos episodios exploratorios tal vez destrocen automóviles, vomiten en la cama, se
desmayen o vayan a parar a la cárcel o a la sala de guardia de un hospital, repitiendo este proceso una y
otra vez hasta que aprenden la lección, estas experiencias universales no tienen nada que ver con el
alcoholismo.
Los niños alcohólicos son los que toman un traguito diario antes de ir a la escuela o acostarse.
Tratan su angustia normal o anormal de adolescentes con una droga enviciadora. Los niños pueden
volverse adictos al alcohol a una edad asombrosamente temprana y el porcentaje de casos entre los
adolescentes y los jóvenes menores de 25 años es inquietante. Muchos se convierten en adultos
alcohólicos y siguen la pauta habitual de quienes parecen haber heredado una tendencia genética al
alcoholismo.
Otro grupo alcohólico es el de las personas mayores que a lo largo de su vida bebieron a diario
una cantidad de alcohol supuestamente moderada, pero luego descubrieron que al ir envejeciendo el par
de copas habituales los excitaba en vez de tranquilizarlas.

Crisis coyunturales:

De vez en cuando aparecen casos de alcoholismo que podrían considerarse crisis coyunturales:
personas abstemias, o que han bebido poco y en forma esporádica, de pronto empiezan a consumir
alcohol a diario o aun a toda hora. Por lo común actúan así en un esfuerzo mal encaminado por tratar una
depresión o sufrimiento físico. Una vez contraído el hábito, el alcohol mismo produce la depresión diaria
que supuestamente debería remediar. Este mecanismo produce mucho insomnio: quien beba algunos
tragos podrá dormir, pero a las pocas horas despertara deprimido y pasara una típica “noche oscura del
alma” complicada con el malestar de la borrachera. El insomne puede agravar aun más este ciclo
ingiriendo somníferos o sedantes suaves que se sumaran a los procesos químicos ofuscadores que ya
vienen desarrollándose en su cerebro.
Este tipo de crisis puede durar varios meses, en cuyo lapso el alcohólico vera en la bebida su
solución mas que su problema. No bien se aborda la depresión y se le aplica un tratamiento mas
adecuado, el alcoholismo desaparece como por arte de magia.
Por otro lado un individuo que entra en un episodio maniaco puede empezar repentinamente a
beber en demasía, en un esfuerzo por gobernar el atascado acelerador de su mente. Muchos alcohólicos

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episódicos y bebedores ocasionales son maniaco-depresivos camuflados. De ahí los impresionantes
efectos terapéuticos que produce el litio en algunos alcohólicos.

Crisis estructurales:

Se presentan en dos variedades superpuestas: Alcoholismo habitual y alcoholismo compulsivo.


EL primero es el que bebe a diario, por lo general al concluir la jornada de trabajo o mientras prepara la
cena. El acto de beber encierra a menudo un elemento de ritual y sociabilidad. Se bebe sin disimulo en
compañía. Poco a poco los bebedores se habitúan a la dosis diaria y empiezan a aumentarla hasta
alcanzar un grado de ebriedad que demora la preparación de la cena, provoca agitación y conflictos o
acaba con uno o varios bebedores dormitando frente al televisor.
Cuesta convencer a un bebedor habitual que la denominación correcta de habito es
“alcoholismo”. Estas personas son adictas al alcohol y tal vez no puedan pasar 48 horas sin beberlo, pero
no encajan en su propia idea del alcoholismo. Quizás ni siquiera beban a diario: algunos alcohólicos
habituales se controlan durante la semana y se emborrachan el sábado y domingo. En sus días de
abstinencia pueden mostrarse más serviciales y accesibles, pero también más imperiosos.
Esta pauta puede persistir por varios años y hasta por décadas, antes de que llegue a un punto
critico. En estas situaciones las crisis sobrevienen cuando un cónyuge decide poner fin a la pauta. Si la
pareja inicia un tratamiento el terapeuta puede cuestionar la conveniencia del habito y tal vez los esposos
deban optar entre divorciarse y continuar bebiendo.
EL bebedor compulsivo es incapaz de beber tan solo un sorbo. Se diría que una gota de alcohol
libera un demonio biológico que lo impele a seguir bebiendo hasta perder el conocimiento y a continuar
emborrachándose con el mismo frenesí cuando lo recobra. Es muy consciente de su problema y trata de
controlarlo, ya sea absteniéndose de beber por periodos variables o procurando mantener su consumo
diario de alcohol en el nivel que él juzga adecuado, para lo cual medirá o contara cuidadosamente las
dosis. Este método puede dar resultado por un tiempo.
Aquí abría una predisposición genética. Quizá estas personas carezcan de alguna reacción
natural ante el alcohol, presente en la mayoría de los seres humanos.
Los alcohólicos compulsivos pueden beber menos por año que los habituales pero son
imprevisibles y, por ende, más disociadores. Un alcohólico puede beber en forma moderada y previsible y
de pronto, reincidir en sus viejos excesos. El alcohólico compulsivo exige una atención y control aun
mayores que los requeridos por el alcohólico habitual, por cuanto nadie sabe que ofensa o decepción
será el desencadenante de la próxima borrachera. Los miembros de la familia deben observar siempre
una conducta perfecta: no pueden relajarse ni actuar de manera normal en ningún momento, por que el
alcohólico podrá utilizar esa palabra o gesto como justificación de su próxima borrachera.
Algunos alcohólicos sádicos alargan un poco los intervalos entre sus borracheras, permitiendo
que la familia se relaje y cometa el error fatal de no centrar toda su existencia en la llamativa sobriedad
del alcohólico, y este se entrega a una nueva borrachera. Cesaran todos los esfuerzos por funcionar
socialmente y la familia aguardara con angustia la culminación del episodio, que puede ser un estallido de
violencia, la desaparición o el suicidio.
Los borrachos episódicos son bebedores compulsivos. Parecen tener realmente una
predisposición genética. Algunos de estos bebedores son capaces de sustituir el alcohol por otras drogas,
en verdad, se habitúan con facilidad a los sedantes suaves o a cualquier sustancia que reduzca el dolor y
la angustia o provoque euforia. Los alcohólicos compulsivos se diferencian de los habituales en que
nunca pueden retornar a un consumo normal de alcohol son correr el riesgo de reincidir.
El alcoholismo tiraniza a la familia del bebedor. Por desagradable que resulte, el alcoholismo
habitual es al menos previsible. Cabe suponer que por las noches el alcohólico estará adormilado o
agitado: será incapaz de mantener relaciones o resolver problemas: necesitara un cuidado atento; es
probable que se muestre irritable o colérico o simplemente reaccione ante los estímulos de manera
inadecuada o extraña, y todavía pretenda monopolizar el poder, la atención y el interés.
La familia que convive con las borracheras esporádicas o la ebriedad habitual de un alcohólico se
encuentra prisionera y en estado de sitio. Le están prohibido los altibajos normales de la vida, las crisis.
El alcohólico genera tanta culpa, está tan dispuesto a destruir a cualquiera en su esfuerzo por achacar a
la imperfección de otro su afición a la bebida, que impone una verdadera tiranía. Estas familias son las
más inflexibles.
Los hijos de alcohólicos pueden sentirse dolorosamente agobiados por la culpa. Reciben pocas
lecciones precisas de sociabilidad, nadie les enseña a ser francos y veraces, pero si los instruyen con
determinismo en el “arte” de la manipulación y la culpa.

218
El Co-alcoholismo:

La interacción entre un alcohólico y su flia es tan sorprendente que se ha pensado que las
familias causan el alcoholismo o lo necesitan. El concepto del “alcohólico” contrasta con l posición d
victima que consumen tanto padres, cónyuges e hijos de alcohólicos. El co-alcohólico es el compañero de
un alcohólico, que se caracteriza por un hiper funcionamiento social. Si bien este concepto podría dar a
entender que ese funcionamiento excesivo causa el alcoholismo, en vez de delimitarse a permitir su
continuación, la terapia familiar para el alcoholismo se ha centrado cada vez mas en el funcionamiento
social excesivo de la familia, encarado como un factor que puede y debe cambiarse durante el proceso
de resolución del problema.
Eric Berne popularizó su descripción del “juego del alcohólico” y los muchos roles asumidos por
quienes años después serían considerados “co-alcohólicos”.
Steinglass, Paulino y McCrady reseñaron las hipótesis sobre la interacción entre el matrimonio y
el alcoholismo existente, todos recomiendan la terapia familiar para el tratamiento del alcoholismo, pese a
la escasez de datos que corroboren su eficacia. El problema radica, en que no se ha formulado ninguna
explicación conveniente acerca del modo en que el matrimonio genera el alcoholismo. Paulino y McCrady
disipan las nociones de que los cónyuges de alcohólicos tienen algún tipo de patología en común, o
incluso de que tienen cualquier tipo de ella en mayor proporción que el individuo medio, y necesitan de la
conducta alcohólica para prevenir su propia descompensación. Steinglass consideraba la idea de que el
alcoholismo es “ un paradigma de conducta homeostática en un sistema en estado estable”. Noto que el
alcoholismo somete a grandes tensiones a los miembros de la flia, sometiéndolos en la frustración y el
desvalimiento, y que se sienten mejor cuando cesa la adicción.
Por lo general, los terapeutas que no pueden resolver un problema siempre han tendido a
inculpar a la familia por haberlo causado, en vez de unirse a ella en su identificación conjunta. La terapia
familiar genérica que se aplica habitualmente puede agravar el alcoholismo, al extender la culpa entre los
miembros de la flia y aumentar su responsabilidad. A partir de estas teorías y reseñas se puede llegar a
una conclusión mas apropiada, los esfuerzos por poner fin al alcoholismo bien pueden causar el efecto
paradójico de asegurar su continuidad. El alcoholismo afrontado por la familia y los terapeutas familiares,
se desalienta a las personas al responsabilizarlas por hechos o situaciones que no pueden controlar. EL
concepto del “co-alcohólico” quizás sea útil, pero únicamente si no esta contaminado con la culpa. La
única persona que puede incluir a un alcohólico a beber o dejar de beber es el mismo alcohólico.
El tratamiento del alcoholismo parece bastante simple hay que dejar de ingerir bebidas
alcohólicas. La pauta o episodio alcohólico puede interrumpirse mediante la hospitalización, por lo común
innecesaria. El rol que cumple Alcohólicos anónimos es encomendar la vigilancia del ebrio a un “padrino”.
A los familiares no les esta vedado tratar de desempeñar este rol. La idea de internarlo durante 30 días
para apartarlo de la bebida parece haber sido dictada por las compañías de seguros, si bien posibilita un
mayor sacrificio por parte de la familia, al menos en lo económico no aporta mucho al tratamiento
después de los primeros días de abstinencia.
Una alternativa mucho mas eficaz es el Antabuse como medio de evitar las internaciones
prolongadas. Es una droga que provoca alergia al alcohol. Quienes están dispuestos a volverse alérgicos
al alcohol pierden su tiranía sobre su familia, su amenaza constante de reincidir en la borrachera. Los que
toman pueden aprender a vivir sin el alcohol y a la vez liberarse de la tentación constante y el
interminable trabajo de decidir si beben o no. Tal vez persista en ellos el ansia de beber, pero pocas
veces se sentirán tentados a soportar la reacción alérgica. El Antabuse podría ser un auxilio adicional
temporario para los alcohólicos habituales, en tanto que los alcohólicos compulsivos que se emborrachan
esporádicamente podrían necesitarlo por tiempo indeterminado. El obvio que el alcohólico debería
tomarlo voluntariamente, es preferible esto a que la familia se lo administre por la fuerza o en forma
disimulada. La flia del alcohólico tiene mucho que aprender y superar. Primero: Los miembros de la flia
deben comprender que no son los causantes del alcoholismo, ni siquiera de los episodios específicos de
borrachera. Segundo: deben comprender que no pueden controlar la ebriedad o sobriedad del alcohólico;
todo intento en tal sentido parecería agravar la situación e iniciar otro round en el juego. Tercero: deben
sobreponerse a sus sentimientos de culpa y responsabilidad, así como a su sumisión cautelosa a la
voluntad del alcohólico. Cuarto: deben aprender a soportar, afrontar y manejar las crisis de la vida, haga
lo que haga el alcohólico. Quinto: deben aprender s premiar la sobriedad incorporando al alcohólico
sobrio a la vida de la flia y al mundo. Sexto: deben aprender a dejar que el alcohólico afronte las
consecuencias de sus conductas, sean cuales fueren. Séptimo: no necesitan tomar en serio nada de
cuanto diga, haga o exija un ebrio, no hay ninguna verdad en el vino, (jajajajaja, entendiste gordo
NINGUNA VERDAD)

219
El meollo de todo esto es que la flia comprenda que el responsable del alcoholismo es el propio
alcohólico y no ella, y que esta adicción se alimenta en parte del sentimiento de culpa de la familia y la
determinación del alcohólico a ser castigado por sus seres queridos mas que por las fuerzas de la
realidad.
Steinglass describe el “desierto emocional” en que se encuentra la flia de un alcohólico apartado
de la bebida. Se ha adaptado a la invasión alcohólica de manera tan absoluta que todos sus rituales han
acabado por girar en torno al alcoholismo. Cuando el alcohólico deja de beber, su flia debe afrontar todas
las transiciones evolutivas que fueron soslayadas mientras la flia, congelada en el tiempo, buscaba “la
estabilidad inmediata de la vida fliar en detrimento de toda otra cuestión”.

Tratamiento de la crisis Familiar:

Primer paso: reacción ante la emergencia:


Hospitalizar o no a un alcohólico es una decisión critica, que debe tomarse relativamente pronto
al efectuar evaluación. La flia esta furiosa con el alcohólico pero siempre lo protege. Quiere que se tome
una medida drástica, punitoria y liberalizadora de su sentimiento de culpa. Suelen interpretar la situación
al revés: cree haber sido la causante del alcoholismo pero no considera necesario comprometerse en el
tratamiento. Tal vez cueste persuadirla de que pruebe un tratamiento sin interacción, si bien podría
convencerse al comparar los costos de la hospitalización y del Antabuse.

Segundo paso: compromiso de la familia:


Las familias de alcohólicos cooperan maravillosamente con el terapeuta. Harán cualquier
sacrificio

Tercer paso: definición del problema:


El término “alcoholismo” abarca tanto la conducta bebedora del alcohólico/s como las pautas
secundarias de apoyo, inculpación, salvamento, actitud posibilitadota y sofocación, pro las que se rige la
flia.
En el caso de los alcohólicos compulsivos el problema podría definirse así: “Parece obvio que
usted es alcohólico, por ende, no puede beber. Ahora que esto ha quedado en claro, tenemos que hallar
el modo de que su flia pueda sentirse cómoda con la idea de que usted no beberá. Así ellos podrán
amarlo en vez de preocuparse por usted”
En el caso de los alcohólicos coyunturales la depresión o manía subyacente puede quedar oculta
tras una conducta alcohólica bastante notoria. El problema se definiría así: “ Su reciente afición a la
bebida no es propia de usted. Mas bien parece un esfuerzo por tratar otro problema. El alcohol no es el
remedio adecuado. Lo primero que debemos hacer es liberarlo de él, luego abordaremos el problema
subyacente”.
En los casos del alcohólico relacionados con crisis de desarrollo, la flia intenta definir como
alcoholismo una mera falta de experiencias con el alcohol. El terapeuta le dirá: “Por lo que parece, el no
sabe beber. Creo que necesita recibir algunas lecciones en vez de hacer experimentos chapuceros por
su cuenta. Esto no es alcoholismo. Todos pasamos por esta experiencia. "¿Usted no? Yo sí, por cierto!”
Los alcohólicos habituales tienden a rechazar y hasta ridiculizar la idea de que su afición a la
bebida constituyen un problema, el terapeuta dirá: “ Su familia ve un problema en su afición a la bebida.
Está preocupada por su salud y funcionamiento social y no puede comunicarse con usted, por que el
alcohol lo vuelve inaccesible. Cree que todos se sentirán mejor si usted abandonara la bebida. Si como
usted dice no es adicto a ella, no debería tener dificultad alguna en dejar de beber por amor a su flia. SI
descubre que se ha vuelto adicto, puede romper el hábito y probablemente se sentirá mejor que estos
últimos años.
También le definirá el problema a la flia: “Ustedes no lo causaron, no pueden controlarlo ni tiene
por que tolerarlo. Sin embargo, en todo este tiempo el problema ha dominado la vida de cada uno de
ustedes. Por consiguiente, tienen que aprender a vivir normalmente, sin toda esta culpa, protección y
cautela”.

Cuarto paso: recta general:


El hecho más importante en el tratamiento de estas familias es quizá la oportunidad que tienen
todos sus miembros de hablar acera del alcoholismo, el proceso de la vida y sus crisis. En una actitud un
tanto impensada, la terapia fliar rechaza las reglas que prohíben reparar en la afición a la bebida y hablar
de ella o referirse a temas que puedan perturbar al alcohólico o impelerlo a bebe.

220
Quinto paso: recta especifica:
Se le dice al alcohólico que no beba, Si la abstinencia o la borrachera inmediata constituye un
problema, se le puede proponer la interacción, su vigilancia pro un cuidador o el Antabuse.
Se le enseña al resto de la familia que ellos no pueden controlarlo, por supuesto ya lo saben,
pero ignoran que es un hecho cierto concerniente al alcoholismo en general. Se les advierte que no
deben salvar al alcohólico, rescatándolo de la bebida. Se les exhorta a no tratar de inducir al alcohólico a
sentirse culpable por beber, sino tan solo por lo que suceda mientras continúe bebiendo, y a que rehuyan
al borracho, no le lleven el apunte y, en caso necesario, lo dejen solo. Deberán ser cariñosos con él y
hacerle participar en la vida familiar cuando esté sobrio. Se sugerirá asimismo que los demás miembros
de la familia dejen de consumir alcohol en el hogar.
Luego se estimula a la flia a que programe su vida en torno a la sobriedad, con comidas,
actividades e interacciones emocionales propias de un grupo de gente normal.
Hay que regir a los borrachos por que cuando pelean no juegan limpio. No se debe honrar,
respetar ni obedecer a una persona bebida, porque ha dejado de ser una figura de autoridad.

Sexto paso: negación de la resistencia al cambio:


Los alcohólicos coyunturales y los que pasan por la crisis alcohólica propias del desarrollo no se
resisten en absoluto a modificar su manera de beber. Si lo hacen, eso significa probablemente que desde
el principio han sido alcohólicos estructurales.
Los bebedores esporádicos y compulsivos suelen aceptar la abstinencia y mantenerla por un
tiempo, si la flia insiste en que lo hagan. Luego volverán a emborracharse. Algunos cónyuges de
bebedores compulsivos se resisten a la intimidad marital posibilitada por la sobriedad del bebedor, por lo
que puede aflorar diversos problemas hasta entonces sumergidos. Tal vez el terapeuta deba prestarle
mucho apoyo al bebedor que pasa por un periodo de sobriedad, si la flia forcejea a su alrededor con los
desechos flotantes de sus propios problemas.
Algunos alcohólicos habituales procuran sabotear la terapia y a menudo lo consiguen.
Defienden su habito, lo practican en forma clandestina o se convierten en alcohólicos
compulsivos. No obstante, el hecho de que no puedan dejar de beber por amor a la flia define el
problema ante todos sus miembros y los libera de su tiranía. El terapeuta debe tener en cuenta si la flia
quiere convivir con un bebedor tiránico. Quizá su cónyuge no se vea obligado a abandonarlo y no quiera
hacerlo pero, sin duda debe ser capaz de dejarlo. La separación puede forzar el cambio que posibilitara
la continuación del matrimonio.
En ocasiones, los alcohólicos habituales proponen una reducción de su dosis de alcohol, pero de
nada sirve. Son adictos al alcohol y deberían interrumpir por completo su consumo, al menos por unos 6
meses. Los alcohólicos habituales no pueden reanudar el consumo diario de alcohol, ni siquiera en dosis
muy bajas.
La terapia fliar puede continuar independientemente de que el alcohólico deje de beber o no.

Séptimo paso: terminación:


La flia de un alcohólico nunca termina una terapia. A veces recae en las viejas pautas y
experimenta con otros terapeutas, pero nunca se cura. La lucha contra el alcohólico dura toda la vida,
esta es una de las máximas de Alcohólicos Anónimos que debe tomarse al pie de la letra. Quizá no se
necesite mucha terapia, sino tan solo un recordatorio de no bajar la guardia en el combate perpetuo
contra la tentación.

La Drogadicción:

La adicción a los opiáceos, barbitúricos, sedantes suaves y aun a los estimulantes y


alucinógenos, difieren poco de la adicción al alcohol. La situación y tratamiento de la flia son básicamente
idénticos.
En las crisis de desarrollo se trata sacando a la luz la situación, educando a todos acerca de la
naturaleza de la droga y poniendo fin a los juegos de control imponente, tal como se hace con la crisis
comprable en las que interviene el alcohol.
También hay crisis coyunturales de abuso de drogas, en las que alguien se vuelve adicto a una
droga que se utilizo inocentemente para tratar otro problema.
El retiro de los barbitúricos exige una supervisión cuidadosa, pues, constituye una pesadilla para
el adicto. El Valium y otras drogas de la misma clase son a la vez depresivas y enviciadoras, a medida
que disminuye su efecto produce angustia, por lo que el consumidor supone que ya es tiempo de tomar

221
otra píldora ansiolítica. Las fluctuaciones en la cantidad de droga contenida en la sangre pueden
desencadenar verdaderos ataques de pánico durante el día.
El proceso de curación de una adición a sedantes suaves es muy prolongado e incluye periodos
de malestar que aparecen y desaparecen a lo largo de muchos meses, produciendo un cuadro extraño y
desconcertante en el que parecen combinarse la depresión maniaca, la angustia y la esquizofrenia. Estas
drogan causan adición en dosis muy pequeñas, pero la intensidad de los trastornos ocasionados por su
retiro dependería de la dosis. En cambio es muy fácil interrumpir el consumo de narcóticos. Hasta el retiro
de la heroína es más fácil que el de los sedantes suaves, ofreciendo la ventaja adicional de ser
extremadamente rápido.
Los alucinógenos no producen adicción física ni trastornos de desintoxicación. El consumidor
presenta reacciones lentas e inapropiadas, poca sensibilidad a las posibles necesidades o deseos de los
de mas y una capacidad mínima para fijarse metas a largo plazo con un nivel de prioridad superior al de
la gratificación inmediata.
Stanton y Todd creen que el abusote drogas esta vinculado a cuestiones internas de la familia de
origen, en particular a la relación con la madre, por lo que es más importante incluir en la terapia a los
progenitores del adicto que comprometer en ella a su cónyuge, como si la madre debería darle permiso
para abandonar las drogas, llegar a adulto y dejar el hogar antes de poder casarse. Estos autores afirman
haber obtenido buenos resultados con las familias de heroinómanos jóvenes de sexo masculino
aplicando un método que asigna connotaciones positivas extremas a la conducta del drogadicto, su
desintoxicación en su domicilio (en vez de tener que internarse en una clínica), los análisis de orina
semanales, la cooperación de los progenitores y el refrenamiento de las crisis internas de la flia.
A diferencia de los adictos compulsivos, que pierden en forma intermitente su capacidad de
funcionamiento social, los drogadictos habituales pueden mantenerse en un estado relativamente
funcional.

222
CAPÍTULO 17: Familias Violentas. El sufrimiento del amor.

Cada año 2.000.000 de niños, 2.000.000 de esposas y 2.000.000 de esposos son golpeados a
puñetazos, puntapiés, apaleados o heridos con un cuchillo o revólver por un miembro de su familia. En el
30% de las parejas que hacen vida marital existe cierto grado de violencia física; el 16% de las parejas
han experimentado la violencia conyugal, en una u otra forma, en los últimos 12 meses; el 20% de los
alumnos del último año del secundario son golpeados por sus progenitores y el 8% de ellos sufren
lesiones. Los norteamericanos son el pueblo más violento del mundo, los más propensos a matarse unos
a otros.

Maltrato de Niños:
La violencia del adulto deriva de la violencia vivida en la infancia. Por lo general, cada progenitor
fiscaliza y refrena de manera sutil los impulsos violentos del otro; en los casos excepcionales en que no
existe tal control, los resultados pueden ser espantosos. Estos casos pueden darse cuando ambos
progenitores se emborrachan o intensifican recíprocamente su conducta violenta como un medio de
aliarse contra sus hijos. Los hijos son frustrantes, pues no se someten en todo momento al control
parental. El niño que se niega a obedecer a la madre y necesita que el padre le dé una paliza quizá se
esté sacrificando por la estabilidad de la familia, obteniendo el único contacto posible con su padre, o
simplemente sea lerdo para comprender la situación.
¿Porqué se elige a un niño como un blanco de malos tratos? Quizá por el simple hecho de haber
nacido en la familia equivocada y en un momento inoportuno, aunque no siempre es así. Con todo, es
muy posible que los niños maltratados tengan un carácter poco atractivo y no proporcionen gratificación
alguna a su padre o madre. la madre ha pasado por el embarazo, el parto y carradas de pañales con la
esperanza de tener un hijo a quien amar; espera recibir mucho amor a cambio de todo eso. Cuando no lo
recibe se siente ofendida y puede descargar violentamente su frustración en esa criatura que -como
tantas otras personas en su vida- le está negando el cariño. Claro está que una vez iniciada la pauta de
maltrato del hijo, éste se vuelve irritable y caprichosos, se retrae y aparta del progenitor que lo maltrata y
se muestra enojado y malhumorado, por mucho empeño que ponga la madre o el padre en acercársele.
Los niños maltratados s hallan en un vínculo muy cruel. Quizá reaccionen con ira ante la crueldad
con que los trata ese progenitor del que dependen por completo. Algunos niños acaban por adoptar una
actitud de subordinación pasiva, y a veces son criticados o castigados por ello.
Ya adulto, ese hombre o mujer tal vez se zambulla de cabeza en un matrimonio en el que
responderá al maltrato del cónyuge tal como aprendió a hacerlo en su hogar: permaneciendo a su
alrededor, abrumado por la culpa. Muchos niños maltratados se transforman en progenitores crueles,
pero suman aun más los que se convierten en cónyuges maltratados. La experiencia del niño golpeado lo
lleva a asumir el rol de "víctima" con mayor frecuencia que el de "malvado".
El terapeuta debe efectuar una maniobra desagradable al tratar los casos de niños maltratados:
ha de identificar al progenitor cruel como "víctima" del niño imperfecto o desamorado, compadecerse de
sus sentimientos heridos y asumir frente a él un rol parental. Si asumiera dicho rol con respecto al niño
maltratado e intensificara el sentimiento de culpa y rechazo del progenitor que o castiga, sólo conseguirá
empeorar el maltrato. Si es preciso apartar al niño del padre o madre cruel, se debe prestar muchísimo
apoyo al progenitor desatendido y agobiado por la culpa.
Tal separación es a veces necesaria, por traumática que resulte para ambos. El maltrato
emocional puede ser tanto o más destructivo que e físico: el niño que ha aprendido a esperar del mundo
hostilidad y críticas desconfiará de las situaciones nuevas, incluidos los hogares de crianza y otros
lugares similares. Los niños maltratados a quienes se aparta de sus progenitores crueles tienden a
sumirse en un aislamiento más feroz aun del que ya venían manifestando. Han recibido un doble golpe:
sus padres los maltrataron y la sociedad los dejó huérfanos. Más vale enseñar a ala familia violenta a
convivir de manera no violenta, en vez de hacer que la sociedad cometa un acto de violencia contra ella;
pero no siempre se puede actuar así. Cuando la separación es inevitable, la disociación de la familia
debe encararse como una nueva y peligrosa crisis, más que como una solución.
Con los años, la desconfianza hacia los adultos induce a los niños maltratados -ya adolescentes-
a desafiar la autoridad y ponerla a prueba o a mirar con desdén las estructuras benévolas. Procurarán
actuar co rudeza pero por lo bajo tendrán miedo. No sólo toleran la violencia, sino que además llevan una
vida cargada de ella. Tienen poca capacidad de ternura y escasa compasión ante la debilidad o la
vulnerabilidad emocional. Pueden parecer paranoides y psicópatas. Hasta utilizan la violencia en un
esfuerzo supremo por hacerse querer... o se sienten amados cuando se los maltrata.

Violencia Marital:

223
El 12,1% de los maridos golpean a la esposa; el 11,6% de las esposas golpean al marido
(Strauss-1978). Stump (1985) cita más estadísticas: el 77% de las víctimas de homicidio son hombres y
el 23% mujeres; el 10% de esos hombres fueron asesinados por su esposa y el 40% de esas mujeres
fueren asesinadas por el marido. O sea que en el 7,7% de los casos de homicidio la esposa mata al
marido y en el 9,2% el marido mata a la esposa. Como se ve, los hombres son un poco más propensos
que las mujeres a asesinar a su cónyuge, aunque tienden mucho más a propinarles palizas que las dejen
lesionadas. La muerte del marido a manos de la esposa se considera las más de las veces, un acto de
legítima defensa.
En el 50% de los incidentes de violencia marital el primer golpe físico lo asesta la mujer. Son
pocas las mujeres capaces de ganar una pelea con sus puños, derramar sangre, romper huesos y
ocasionar quemaduras. Algunas actúan como si en una riña doméstica el triunfo correspondiera al
vencido: el cónyuge que ha sido derrotado físicamente se vale del sentimiento de culpa para conquistar el
matrimonio.
La mayoría de los hombres violentos no son brutales ni enfermos mentales, aunque entre ellos
hay algunos psicóticos. Entre los que golpean a su esposa abundan tanto los hijos de progenitores que
los golpeaban o se golpeaban entre ellos, como los que no vivieron ese tipo de experiencia. De hecho, es
más probable que la esposa golpeada haya sido maltratada en su infancia. A menudo ambos cónyuges
están borrachos cuando ocurren estos incidentes. Sin embargo, el factor más permanente en la
idiosincrasia de los maridos violentos es un sentido de la virilidad demasiado desarrollado. Se sienten
faltos de poder, algunos se avergüenzan de eso y quieren negarlo, otros quieren tener la seguridad de
que eso carece de importancia. Se sienten fracasados y desean parecer importantes ante los demás para
poder ser amados.
Los supuestos tiranos pueden ser individuos brutales e insensibles, u hombres que habiendo sido
maltratados en su infancia, manifiestan el amor del mismo modo en que lo recibieron, o tal vez sólo están
buscando cumplir un rol útil. En este caso, su tiranía expresa quizá su sensación de inutilidad y
prescindibilidad.
Algunos hombres consideran un deber irrenunciable castigar a su esposa si ella los ha
disgustado de algún modo. Semejante conducta nos causa horro, pero estos hombres y mujeres han
aprendido en su infancia a considerarla muy normal.
Everstine y Everstine (1983) distinguen dos tipos de violencia doméstica: el primero, el marido (o
raras veces, la esposa) es un fanfarrón sádico que se encarga de administrar castigos o simplemente
abofetea a toda su familia; En el segundo, los cónyuges entablan un conflicto que va enardeciéndose y
tomando un cariz violento por una o ambas partes. Según mi experiencia, en las clases altas, la violencia
doméstica estalla dentro del contexto de una pelea conyugal intensa y cada vez más acalorada.
Algunos hombres tiene lo que he dado en llamar "el síndrome de Billi Budd", en alusión a la
novela de Herman Melville. Los hombres incapaces de expresarse, frustrados y faltos de labia, pueden
experimentar una regresión a la expresión física de sus emociones. Estallan en una cólera paranoide y
momentánea, rayana en el ataque de locura y muy difícil de controlar, salvo que se intervenga con
rapidez en el momento oportuno y se mantenga a distancia al colérico. Si los estallidos de ira son
frecuentes, carecen de una base orgánica patente y persisten aun después de haber interrumpido el
consumo de alcohol, tal vez el paciente deba tomar Stelazine en dosis suaves o vivir solo.
Muchos matrimonios, quizá la mayoría, han tenido por lo menos un episodio de violencia marital,
pero su la experiencia ha disgustado a uno u otro cónyuge se acabará la violencia... o el matrimonio.
Las esposas golpeadas, las que mantienen una vida conyugal en la que de ordinario salen
perdidosas en las peleas, presentan una psicopatología en cierto modo más característica que la del
marido. Lo menos que se puede decir de ellas es que su nivel de autoestima es bajo. Dan por sentado
que recibirán malos tratos; probablemente los hayan recibido con anterioridad a su matrimonio actual.
Por lo común, se casaron con plena conciencia de que el hombre elegido como esposo toleraba poco las
frustraciones y se ponía violento al sentirse frustrado. Diríase que cree merecer este tratamiento: se
humilla, actúa de manera lastimosa e inepta, acepta la violencia y cuida del hombre que la golpea. Son
mujeres capaces de frustrar a quien pretenda salvarlas, víctimas crónicas que sufren y hacen que todos
los demás se sientan culpables de ese sufrimiento. Se niegan resueltamente a admitir que poseen cierto
poder, no se hacen responsables de vivir como viven.
La posición de víctima es extraña y más aún su popularidad. Las víctimas lucharán con uñas y
dientes por demostrar cuán desvalidas son, como si se premiara la impotencia. Las víctimas absolutas
parecen creer que lograrán hacerse amar si primero se hacen maltratar.
El típico matrimonio violento se compone de un marido que cree que alguien lo amará si es lo
bastante poderoso, y una esposa que cree que será amada si es una mujer impotente y maltratada.
Ambos riñen a causa de sus respectivas incapacidades de manifestar amor al otro.

224
Esta pauta de violencia puede continuar durante muchos años, hasta que uno de los cónyuges
-por lo común, la esposa- se avergüenza de que los hijos o los vecinos presencien ese extravagante ritual
de galanteo e intenta modificar la pauta. Empero, es difícil interrumpir el juego. Una vez establecida la
pauta de violencia, cualquier esfuerzo por modificarla o ponerle fin provocará una escalada rápida,
peligrosa y casi inevitable.
En un matrimonio violento hay cuatro puntos críticos: su comienzo, cuando alguien intenta
modificarlo, cuando otras personas se ven envueltas en él y cuando alguien intenta salir de él.

Su comienzo:
El primer episodio de violencia suele ocurrir durante el noviazgo y las más de las veces pone fin a
la relación. No obstante, la violencia puede producir una sensación de intimidad, seguridad o poder, y
parecerle correcta a uno de los participantes o a ambos. Por lo general, persistir en la relación significa
continuar la violencia e incorporarla al repertorio de la pareja.
A veces la violencia no empieza hasta después de la boda. Por lo general el primer episodio
acontece pronto, quizá poco después del casamiento. Muchos creen que el divorcio es más devastador,
peligroso y vergonzoso que la violencia, de modo que se mantienen apegados al matrimonio y procuran
controlar la violencia con técnicas tan ineficaces como la culpa, la sumisión o la reacción violenta.
La violencia repentina de u cónyuge, sea cual fuere, puede indicar que es psicótico o alcohólico.
También puede ser un intento desesperado por atraer un poco la atención del compañero diferente,
valiéndose de una técnica que pareció eficaz en la familia de origen o en una relación previa.

Alguien intenta provocar un cambio:


Una vez establecida la pauta de violencia, el matrimonio puede durar años o décadas y satisfacer
aparentemente a ambos cónyuges, hasta que en algún momento uno de ellos desea un cambio. La crisis
que interrumpe esta pauta cómoda puede ser interna.
Los terapeutas que no comprenden la pauta de violencia pueden ser peligrosos. Si se esfuerzan
por vencer y humillar al hombre y proteger a la mujer, errarán en el blanco. Reforzar su sensación de
impotencia y ver en ella a una víctima indefensa (o sea, "inocente") podrá ser una maniobra seductora y
un tanto paradójica que irrite a la víctima y la impela a dejar de actuar con tanto desvalimiento. Pero
también es posible que se crea, de hecho, desvalida y, en su esfuerzo obsecuente por alcanzar el amor a
través de la compasión, intensifique su conducta para provocar un maltrato aun mayor: el terapeuta la
amará si es maltratada. Esa mujer necesita que le infundan poder y la amen por su competencia,
fortaleza y coraje.
El "malvado" tiene una imagen mental de sí mismo en la que aparece como la víctima, la persona
que es rechazada, evitada y criticada en vez de ser amada, servida y elogiada. Podrán hacerle sentirse
culpable de su violencia, pero por grande que sea ese sentimiento se creerá más culpable por su
debilidad.
Se puede poner fin a la violencia marital si un cónyuge se mostró cariñoso con su compañero
antes de que aquella comenzara, en vez de posponer la intimidad hasta que desaparezca la violencia. Si
la "víctima" se ha cansado del juego, tal vez responda al movimiento de apertura del "malvado"
creyéndolo perturbado, desdichado y necesitado de amor. Por supuesto, lo primero que debe hacer la
"víctima" es sentirse capaz de dar algo que valga la pena recibir. Este paso -por demás conocido- no
pone fin a la pauta de violencia pero suele terminar el episodio.

Otras personas involucradas:


La pauta puede cambiar cuando alguien más se ve involucrado: los hijos que observan y critican
la conducta violenta, los parientes o vecinos, un terapeuta que interrumpe la pauta o alguien que llama a
la policía. Mis llamados unilaterales a la policía rara vez acababan con la violencia: sólo ponían fin a la
terapia.

Alguien intenta salir del matrimonio:


Si un cónyuge trata de terminar la pauta de violencia distanciando al otro, la violencia se
intensificará y es posible que el cónyuge pacifista intente marcharse del hogar. Cu compañero violento se
aterrará quizás ate esta pérdida de amor y lanzará la amenaza de un suicidio u homicidio... o llegará a
cometerlo. No es fácil abandonar una relación violenta. Margaret Elbow exhorta particularmente a los
terapeutas a abstenerse de salvar a las víctimas de la violencia familiar, señalando el grave peligro que
entraña el abandono de un marido despreciable y violento por una esposa que viene desempeñando el
papel de víctima desde hace largo tiempo.

225
La mujer no puede darse el lujo de mostrarse ambivalente con respecto al abandono de un
matrimonio violento: debe estar dentro de la relación marital o fuera de ella de manera absoluta. Si la
esposa se marcha ostensiblemente (quizá para complacer al terapeuta) pero sigue respondiendo al
"poder" del marido y procurando cuidar de él, lo más probable es que recrudezca la violencia, porque
estas idas y venidas fastidian al hombre y lo incitan a ser aun más violento con la esperanza de que así
logrará recuperar a su esposa. Esta es la pauta que conduce al asesinato.

Casos ilustrativos:
Caso 24: "La tienda del jeque". Pág. 362.
Caso 25: "En la oscuridad". Pág. 362-3.
Caso 26: "Una licencia poética". Pág. 363-4.

Tratamiento de la violencia doméstica:

1° paso: reacción ante la emergencia:


Algunos de estos caso requieren la intervención inmediata de un tercero que separe a los
contrincantes y los calme con su presencia. El terapeuta obtendrá resultados muchísimo mejores si logra
atraer a la pareja a su consultorio u otro lugar neutral, en vez de ir al escenario de los hechos.
También puede darse el caso de tener que manejar estas crisis por teléfono. Hay mucho por
hacer, incluyendo algunas cosas que no caen estrictamente en el campo de la terapia, pero deben
ejecutarse de inmediato. Llamar a la policía, dar intervención a la justicia, establecer la realidad de las
lesiones desde el punto de vista médico y hasta presentar un pedido de divorcio son acciones
perfectamente lícitas, que subrayan la gravedad de la situación. Separar temporariamente a los
contendientes para que se calmen es mucho más eficaz que hacer intervenir a otras personas, pues con
ello se extenderían los alcances de la pelea.
El terapeuta debe mostrarse horrorizado y dejar siempre en claro que la violencia es espantosa,
sea cual fuere su causa. Al mismo tiempo deberá interesarse por la tensión emocional que condujo al
acto d e violencia y expresar simpatía por ambas partes. Por difícil que sea, debe mantenerse neutral con
respecto a todo, salvo la violencia misma.

2° paso: compromiso de la familia:


Estas situaciones deberían tratarse antes de que pierdan intensidad. Escuchar una sola campana
puede dar lugar a horribles errores de interpretación. El terapeuta debe entrevistar a ambos
contrincantes, aunque al principio se encuentren en habitaciones diferentes. La presencia de otros
miembros de la familia es útil y contribuye a moderar los ánimos. Hay que tomar importantes decisiones
inmediatas, entre ellas la de establecer si es preciso separar a la pareja por esa noche o, en el caso de
que haya sido separada, si puede reunirse. Estas decisiones no pueden basarse en la información
obtenida de una sola persona.

3° paso: definición de la crisis:


La mayor parte de los episodios de violencia familiar son reales aunque con frecuencia se los
exagere. La gente recuerda los golpes recibidos con mayor nitidez que los asestados.
La violencia doméstica avergüenza tanto a quienes participan en ella como a los espectadores;
es típico que todos procuren mantenerla encubierta. La violencia doméstica está tan difundida que tal vez
sería conveniente que los terapeutas indagaran acerca de ella como una rutina. Empero, no deben
preguntar a la pareja si ha tenido estos episodios, sino presumir que los ha tenido y preguntarle cómo los
ha manejado.
El parámetro más aplicable a estos casos es en qué medida estos episodios de violencia son
hechos aislados o habituales. Si los episodios de violencia son aislados y la pareja se pone en
tratamiento, ese matrimonio tendrá excelentes posibilidades de continuar su vida marital sin violencia. Si
son habituales, resulta obvio que han sido tolerados y quizá alentados.
Resulta paralizante aceptar cualquier definición del problema que lo achaque a la naturaleza
violenta del animal humano, el sexismo de nuestra sociedad, la noción que tiene algunas religiones de
que por imperativo divino es el hombre el que debe gobernar a su familia o cierto sentido de la
caballerosidad que le permite a la mujer golpear al hombre, pero no tolera que éste devuelva el golpe
porque tal acto sería impropio de un caballero.
La violencia doméstica debe definirse como un problema estructural derivado e cada relación
específica. Por desagradable que le resulte al terapeuta, el problema debe definirse en función de la
secuencia de hechos y actitudes que conducen a la violencia.

226
Las actitudes compartidas y antagónicas de la pareja con respecto a ala violencia, el sexo, el
poder, el control y la naturaleza del matrimonio están contenidas en la definición estructural de la
violencia familiar. Es muy probable que uno o ambos cónyuges hayan sido maltratados en su infancia o
hayan presenciado actos de violencia marital en su adolescencia (cita 2 ejemplos, pág. 367).
Si la "víctima" ignora qué actitud o acción suya condujo la violencia, se encuentra en un
verdadero estado de desvalimiento, pues no sabe qué podría cambiar para impedir que esos episodios
ocurran. No cabe duda de que el conocimiento más liberador es saber qué hicimos mal.

4° paso: receta general:


Ante todo, se les advertirá con claridad a los cónyuges que la violencia es inaceptable y debe
cesar. Luego se les ayudará a formular un plan de emergencia que estipule a dónde irán y que harán en
caso de presentarse un nuevo episodio violento.
La planificación de cómo se manejarán los episodios futuros constituye un elemento fundamental
para controlar la crisis. Quizá baste con un terapeuta al que se pueda telefonear durante los episodios.

5° paso: receta específica:


El terapeuta proporciona a la pareja varias alternativas sobre cómo manejar el conflicto creciente
antes de que estalle la violencia. La más útil es que el cónyuge que acostumbra asestar el primer golpe
aprenda a advertirle al otro que está a punto de perder los estribos y pida una tregua, que el otro deberá
respetar en forma estricta.
Dado que la mayoría de los episodios de violencia doméstica ocurren bajo el influjo del alcohol,
tal vez deba modificarse la pauta de consumo.
No se deben guardar armas de fuego en un hogar habitado por personas violentas.

6° paso: negociación de la resistencia al cambio:


El tratamiento de las parejas violentas debe mantenerse en un bajo nivel de intensidad
emocional. La terapia no puede ser borrascosa. El terapeuta les está enseñando a los cónyuges que
pueden discutir cualquier asunto con calma, sin pirotecnias verbales o físicas.
Las eternas víctimas se resisten a percatarse de que en cierto sentido ejercen un control sobre su
vida. Quizá les resulte difícil aceptar la idea de que sus críticas o desatención del cónyuge brutal ejercen
algún efecto sobre él. A veces necesitan hacer un poco de terapia individual, antes de entirse en
suficiente pie de igualdad para utilizar eficazmente la terapia en parejas.
Un período de terapia individual también puede ser beneficioso para los "malvados", si bien hay
casos en que la terapia grupal les ayuda a percibir con mayor claridad la diferencia entre su sentido del
sexo, el poder y la responsabilidad, y la opinión de resto de la sociedad. Una vez superada la fase de
resolución de la crisis y de definición clara de las pautas sistémicas, el tratamiento óptimo es quizá la
terapia en parejas.

7° paso: terminación:
Es posible que un terapeuta deba quedar a disposición de los matrimonios violentos como un
pequeño "dispositivo de seguridad". Según mi experiencia personal, si la definición de la pauta es
claramente sistémica y al negociar la resistencia al cambio se tienen en cuenta las cuestiones de poder y
la responsabilidad de ambas partes por el control, se acaba la violencia... o el matrimonio.

Caso ilustrativo:
Caso 27: "Incitación a la violencia". Pág. 370-3.

227
CAPÍTULO 18: Incesto. "Asuntos" de familia.

En la prepubertad y pubertad temprana, los niños juegan inocentemente con los genitales de sus
hermanos y primos de la misma edad. El juego se convierte en ultraje si un adulto le suma la genitalidad;
sin embargo, algunos lo hacen. Finkelhor (1978) informa que el 20% de las niñas y el 10% de los varones
mantiene en su infancia una relación sexual con un adulto. Un buen porcentaje de estas experiencias son
incestuosas.

Las pautas del incesto:


Serrano y Gunzburger señalan lo evidente: si la gente pudiera elegir con absoluta libertad, una
opción totalmente biológica, se aparearía con sus allegados más íntimos. Tal vez esto explique porqué
abundan las aventuras amorosas con cuñados, suegros, yernos o nueras, cónyuges de amigos íntimos y
compañeros de trabajo.
De vez en cuando se presentan casos de incesto entre madre e hijo, si bien los únicos que he
conocido se referían a madres que trataban de establecer contacto con sus hijos esquizofrénicos. Las
relaciones sexuales entre padrastro e hijastra son comunes y suelen iniciarse cuando ella es adolescente
o incluso adulta; a menudo provocan la misma reacción que una simple infidelidad y muchas autoridades
no las consideran incestuosas. La relación entre madrastra e hijastro es bastante común, en particular
cuando él es adolescente y ella apenas si ha salido de la adolescencia; rara vez se considera incestuosa.
No es raro que hay una relación incestuosa entre hermanos antes de la pubertad y en esa etapa.
Si ambos tienen casi la misma edad, tal vez se dé poca importancia; si uno es casi adulto y el otro es un
niño, el caso se asemeja bastante a un incesto entre padre e hija o madre e hijo. La relación incestuosa
de una pareja de hermanos adultos implica más bien una situación de enmarañamiento extremo.
Las grandes crisis de incesto, las que reciben mayor atención y repugnan más a la sociedad, son
las que involucran a hombres adultos y niños de ambos sexos. Los hermanos mayores, abuelos, tíos,
padrastros, padres y amantes de las madres abusan de los niños y niñas desde su infancia hasta la edad
adulta. En las historias de hombres homosexuales y heterosexuales aparecen con frecuencia hermanos
mayores que los obligaron a participar en el coito oral, o tíos que compraron sus favores sexuales.
Cuando la relación es entre dos varones se la juzga más homosexual que incestuosa; aunque sea entre
padre e hijo. Es tan vergonzosa que rara vez se denuncia; no obstante, puede determinar la sexualidad
ulterior del niño.

Incesto entre padre e hija:


Aun cuando tenga edad suficiente para rechazar las proposiciones sexuales impropias de su
abuelo, su hermano mayor o aun su padrastro, una hija puede ser casi incapaz de protegerse contra los
requerimientos de su propio padre. Susan Brownmiller establece un distingo mínimo entre el incesto y la
violación. El padre puede llegar a la violencia y el daño físico, pero estos casos no son comunes: su
poder tácito sobre la hija es tan grande que no necesita utilizarlo en forma explícita.
No cabe duda de que el incesto es nocivo para los niños. Las que sobreviven al incesto tienden a
recordarlo como la experiencia que más influyó sobre su sentido de la propia valía y su capacidad
subsiguiente de confiar en los hombres. Muchas de ellas cargan con el peso de una gran culpa, protegen
activamente al padre y dirigen casi toda su ira contra la madre.
¿De qué son culpables?. Rara vez recuerdan la relación sexual con aspectos de goce, aunque
algunas disfrutaron del poder e influencia que les confirió. A la mayoría de ellas les pareció en su
momento una experiencia aterradora, temieron cada episodio subsiguiente y no dijeron nada a nadie...
pero buscaron el modo de evadirse de la familia lo antes posible, quizá fugándose con el primer hombre
que conocieran el camino de salida. Algunas viven creyéndose víctimas inocentes o culpables, pero aún
así procuran que la madre nunca llegue a enterarse del asunto. Creen haber sacrificado su vida para
salvar el matrimonio de sus progenitores, y que su madre nunca apreció ni siquiera reconoció, este
sacrificio.
Lo más importante acerca del incesto entre padre e hija no es que constituya un abuso o estupro
(aunque por cierto lo es), ni tampoco su carácter nocivo (hay otras formas de abuso más perjudiciales),
sino que entraña una infidelidad. La hija se convierte en la esposa subalterna del padre y lo retiene dentro
de la familia.

Las Hijas:
En los casos típicos, la niña o muchacha que se convierte en objeto de la sexualidad del padre es
la hija mayor y se caracteriza por una responsabilidad excesiva que el incesto aumenta aun más. Es a la
vez la esposa subalterna del padre y la madre subalterna de sus hermanos menores (y quizá también de

228
su madre). La relación incestuosa suele comenzar en su prepubertad, aunque por lo común el acto
sexual se posterga hasta la pubertad y dura varios años, hasta que la hija se va del hogar o revela el
secreto (la revelación no basta: alguien debe creerle y armar un escándalo). Es característico que
mantenga el secreto hasta que desee muchachos de su edad y el padre le prohíba salir con ellos, porque
prefiere guardarla para sí.
El dilema del terapeuta -y del sistema judicial- es cómo proteger a la hija del incesto sin destruir la
familia por cuya protección ella se sacrifica. Es preciso preguntarse si esa familia merece ser salvada. En
realidad, tal interrogante se divide en 3: 1)¿el padre cortará la relación no bien sea revelada?, 2)¿ si el
padre reincidiera, la hija lo denunciaría?, 3)¿la madre puede interponerse entre los dos para protegerlos
contra una posible reincidencia?.

Las Madres:
La madre es la hipotenusa del triángulo incestuoso, teóricamente capaz de estabilizar la situación
y mantener una distancia adecuada entre padre e hija. Es una tarea pesada, injusta y a veces imposible.
Para peor, la idea de que la madre es responsable de impedir las reincidencias se ha pervertido hasta
convertirse en la noción de que ella ha sido la causante del incesto. A menudo se supone que la madre
"siempre" se entera, pero no es así. Sin embargo, con bastante frecuencia la hija se lo cuenta a la madre
pero esta no le cree y, por cierto, no quiere creerle. Hasta es posible que castigue a la hija.
Es cierto que en las familias incestuosas la madre es a menudo un ser digno de lástima, incapaz
de imponerse al marido o proteger a sus hijas. Judith Herman dice al respecto: "Socialmente aisladas,
económicamente dependientes, golpeadas, enfermas o recargadas de trabajo con la crianza de muchos
hijos pequeños, estas madres por lo general no están en condiciones de pensar siquiera en una
supervivencia independiente. Por lo tanto, deben preservar su matrimonio a cualquier precio, aunque este
incluya el sacrificio consciente o inconscientemente una hija". Al parecer, esta imagen de la madre como
una persona impotente e incompetente es muchas veces exacta: No pocas de ellas son mujeres
retardadas, esquizofrénicas, alcohólicas o aquejadas de la depresión crónica. Pero muchas otras no lo
son.
La significativa impotencia de la madre en una familia incestuosa tal vez no consista en una
ineptitud general, sino tan solo en su incapacidad de supervisar al marido en forma efectiva. Tal
incapacidad puede obedecer a que el marido sea demasiado débil o demasiado fuerte; en un caso u en
otro, él no gobierna la rectitud de su propia conducta, deja en manos de otros este proceso de control y
luego desafía al supervisor que él mismo se ha generado.

Los Padres:
Por lo general el padre incestuoso es muy consciente de su sexo. Esta característica se hace
sentir en cuatro áreas diferentes:
1. El padre incestuoso cree que un hombre debe ser fuerte y controlar a su familia.
Quizá la tiranice.
Parece cierto que las hijas que han sobrevivido a la relación incestuosa concuerdan en describir
al padre como "perfecto patriarca". No dudo que la víctima de un padre incestuoso tenga esa imagen de
él. Sin embargo, fuera de la familia estos padres no parecen tiránicos; en general son hombres de
modales suaves, ansioso de agradar, muy trabajadores, angustiados, inseguros y asustados porque no
han logrado estar a la altura de su ideal masculino. Alrededor del 66% de ellos son alcohólicos o abusan
de otras sustancias.
2. Los padres incestuosos no se sienten adultos desde el punto de vista sexual.
Con frecuencia dicen tener un pene pequeño o que les parece demasiado pequeño. Tiene
dificultades sexuales y se sentirán incómodos si tuvieran una aventura amorosa. Por lo común han tenido
poca experiencia sexual con mujeres adultas y se consideran apenar púberes. Muchos de ellos han sido
victimas de abuso sexual e incesto; Fowler, Burns y Rochl efectuaron un muestreo e informaron que el
80% de los padres incestuosos investigados habían sufrido malos tratos sexuales o físicos en su infancia.
Durante el incesto no creen estar subyugando a su hija: más bien les parece que juegan al "doctor" con
una de sus pares.
3. Los padres incestuosos se rigen por una doble norma muy rigurosa.
Juzgan perfectamente correcto que un hombre le haga una proposición sexual a una mujer,
diríase que casi se espera de él que lo haga. Por consiguiente, debería incumbirle a ella fijar los límites
sexuales y rechazar esos avances. La consumación del acto sexual debería depender de la mujer y no
del hombre, aunque ella tenga 3 años y él, además de ser adulto, sea su padre. El refrenamiento sexual
no forma parte del sistema de valores masculinos.

229
Estos hombres creen haber entablado la relación incestuosa invitados por la hija. La "invitación"
consiste en cualquier esfuerzo de la hija por aproximarse al padre, sumando a su posterior negativa a
oponerle resistencia suficientemente eficaz. Una vez que la niña le ha permitido algún juego genital, se
convierte en una "pequeña prostituta"; éste no es un calificativo despectivo, sino una evaluación que
exime al padre de toda responsabilidad. Tal vez se avergüencen cuando se revele el secreto. Algunos ni
siquera se avergüenzan, pues dan por sentado que cualquier otro hombre haría lo mismo si una niña se
lo permitiese.
4. El padre incestuoso cree que los hombres no tienen porqué preocuparse por la
observancia de una conducta correcta en el hogar. Eso incumbe a las mujeres.
Su esposa e hija deben encargarse de inducirlo a portarse bien. Quizá se sienta responsaba de
impedir que su familia entenga contacto con l mundo exterior, pero las fronteras internas de la familia no
existen para él. Puede ser un exhibicionista o un voyeur y con frecuencia practica un nudismo de
entrecasa. A su esposa le compete fijar límites a tal conducta. Además, él siempre puede disculpar
cualquier conducta indecorosa alegando que en ese momento estaba ebrio.

Estructura de la familia incestuosa.


No cabe duda de que la doble norma, los estereotipos masculinos y femeninos y el sistema
patriarcal forman parte del problema, pero esto no es todo. Alexander habla del aislamiento en que viven
estas familias y destaca hasta qué punto son "sistemas cerrados", patológicamente enmarañados. No
intercambian información con el mundo exterior, carecen de una negentropía suficiente para permitir la
diferenciación generacional y son demasiados homeostáticas.
Estas familias tienden a mantener por años su estructura desordenada: el padre incestuoso
explota a una hija tras otra, mientras la madre parece absorta y ajena a la situación. El factor
desencadenante de la crisis familiar puede ser la patología de uno u otro progenitor o el hecho de que la
hija orine en la cama, robe mercaderías en las tiendas, se fugue del hogar, intente suicidarse, o bien
caiga en la psicosis o en la promiscuidad sexual. Cuando estos problemas hacen necesaria la
intervención de personas ajenas a la familia, es posible que ésta estreche sus filas para proteger el
secreto del incesto.

La crisis del incesto:


La crisis habitual se desata al revelarse el secreto, ya sea porque la hija queda embarazada, o
bien porque el padre intenta trabar la misma relación incestuosa con otra hija que se muestra menos
protectora y lo denuncia. En raras ocasiones, la madre descubre y denuncia el incesto. El padre jamás lo
hace.
Según parece, las madres están mucho más dispuestas a divorciarse cuando el incesto es entre
padrastro e hijastra y no entre padre e hija.
Algunas madres reacias a destruir la familia natural prefieren expulsar del hogar a la hija y
hacerse a la idea de que su marido incestuoso es un "enfermo", más que un ser "perverso". Hasta es
posible que por un lado protejan al marido y por el otro apliquen a la hija una reprimenda o castigo
bastante enérgico.
Cuando por fin se denuncia el incesto, la hija se siente un tanto aliviada y comienza a establecer
contacto con el mundo exterior. A menudo me sorprende lo bien que se adaptan estas muchachas
cuando reciben un inmenso apoyo extrafamiliar. El padre es capaz de adoptar una actitud lastimera y
negarlo todo, aun cuando al mismo tiempo revele su incapacidad para reconocer fronteras, revelación
que equivale a una confesión directa. Al revelarse el incesto, también se pone al descubierto la ineptitud
del padre.

Tratamiento de las familias incestuosas:

1° Paso: Reacción ante la emergencia:


La hija es quien revela el secreto, ya sea en forma directa o indirecta, provocando un alboroto
que puede ser casi tan nocivo como el incesto.
La situación rara vez constituye una emergencia que obligue a tomar decisiones rápidas con
respecto al futuro de la familia, a menos que exista la amenaza de violencia o violación, o el padre
incestuoso sea el único miembro adulto de la familia. A veces resulta conveniente una separación
temporaria. Ni la separación ni el castigo son sustitutos adecuados del tratamiento psicoterapéutico,
aunque todas estas medidas pueden ser necesarias más adelante.

2° Paso: Compromiso de la familia:

230
Este compromiso debe incluir a los tres vértices del triángulo incestuoso, a quienes hayan
participado en otro incesto anterior y a los demás miembros adultos de la familia. Se alertará a los hijos
más pequeños acerca del "problema de papito" para que puedan protegerse mutuamente. No debe
permitirse que hay secreto alguno en esta familia que los maneja en forma tan destructiva.
Es demasiado inepta o indiferente para proteger a la hija, debe incorporas al tratamiento a las
autoridades judiciales.

3° Paso: Definición del problema:


¿Estamos ante una típica familia incestuosa o el padre tuvo un gesto sexual indecoroso pero
aislado, que suscitó una pronta denuncia y reacción?. Si esta familia posee la típica estructura
incestuosa, ¿porqué la hija denuncia la situación ahora?. El terapeuta debe admitir la posibilidad de que
el padre no sea del todo sincero con respecto a sus actividades sexuales, y que tanto la madre como la
hija traten de protegerlo aún más.
La naturaleza del problema debe definirse a medida que se desarrolla la crisis. Se determinará
hasta qué punto el hecho es real o imaginado, manifiesto o encubierto, aislado o habitual, estructural o
incidental.
Real o imaginario: cuando un niño denuncia un incesto o tentativa de incesto por parte de un
progenitor (padre, madre, padrastro madrastra) se lo debe tomar en serio. Pude haber imaginado el
incesto, pero las tensiones sexuales mal orientadas, la sensación de amenaza sexual y quizá la brecha
en las fronteras generacionales son reales. La denuncia puede interpretarse como un pedido de
protección ante una amenaza sexual. El progenitor no comprometido que desoye la acusación, o no cree
en ella, tal vez trate de evitar una crisis con el fin de sostener una pauta familiar que adolece de un
estado patológico grave en su funcionamiento parental y sexual. Las denuncias de incesto que acusan al
padre biológico suelen ser ciertas... pero no siempre. Las que acusan al padrastro muchas veces no son
ciertas en el sentido literal del término. Todas estas denuncias deben tomarse muy en serio, pero no se
puede creer en ellas de manera automática.
Manifiesto o encubierto: la resolución de una situación incestuosa requiere el compromiso de por
lo menos 3 personas: el hijo o hija, el progenitor acusado y el progenitor desplazado. Cuando el hijo
procura guardar el secreto, no informa del hecho al progenitor desplazado o lo hace pero es desoído, el
foco de la terapia debe ser este proceso de ocultamiento. Es muy importante establecer si dentro de la
familia hay otros hijos que hayan estado involucrados en la situación incestuosa. El principal combustible
que alimenta el incesto es el secreto; de ahí que su revelación constituya en meollo del esfuerzo
terapéutico.
Aislada o habitual: una proposición o hecho incestuosos puede ser un incidente aislado que se
denuncia al progenitor desplazado, se saca a la luz y se maneja como una crisis familia, la patología
puede radicar casi exclusivamente en el adulto incestuoso, tal vez afectado de psicosis o alcoholismo
más que de pedofilia. El incesto recurrente es mucho más grave.
Estructural o incidental: el incesto real encubierto y habitual ocurre dentro de una determinada
estructura familiar patológica. El padre es machista, sexualmente inseguro, dominador, débil y por lo
común alcohólico. Al abusar de su hija efectúa una opción sexual inepta y hostil que lo protege de la
necesidad de aventurarse fuera del hogar en busca de mujeres adultas. La madre es infantil y deprimente
(al menos en el hogar) y ha asumido con su hija el tipo de relación que deseó haber tenido con su propia
madre. La hija es poco sociable, demasiado responsable, se muestra hostil con su madre y protege al
padre.

4° Paso: Receta general:


Las 3 personas que participan en un incesto sufren una tensión enorme, con la consiguiente
posibilidad de que se desarrollen toda clase de patologías. Cada síntoma requiere cuidadosa atención.
Se debe dar la máxima prioridad a brindar alivio y seguridad a la hija, honrándola por la nobleza que ha
manifestado a revelar el secreto y/o al sacrificarse por la familia. A veces conviene apartar al padre del
hogar, pero esta medida no siempre mitiga la aflicción de la hija que ha optado por sacrificar al padre en
aras de un bien mayor.

5° Paso: Receta específica:


La terapia familiar es vital. Se puede reforzar con un tratamiento individual o grupal especializado
para uno varios miembros de la tríada.
El alboroto provocado por el incesto es en sí mismo terapéutico para las familias muy aisladas y
enmarañadas. Toda clase de gente ajena a ellas empieza a pisotear su contexto y abrir violentamente

231
sus fronteras. La terapia familiar debe tender con todas sus fuerzas a restaurar las fronteras y relaciones
de roles adecuadas. Hay que poner en claro los roles, reglas y funciones de padres e hijos.
La tarea inmediata es lograr que la madre se haga cargo de la familia en forma total y vigile la
relación entre su marido y su hija. Para ello tal vez sea preciso que el padre se aleje por un tiempo. Por
otro lado, debe realinearse lo antes posible la relación entre madre e hija.
El padre no puede residir en el hogar hasta tanto la hija pueda confiar en la protección materna.
Aunque el momento parezca particularmente inoportuno, los progenitores deben apresurarse a reanudar
su relación sexual. Quiéranlo o no, la madre ha de convertirse en esposa y madre, pues de ello depende
la continuidad de la familia. Al mismo tiempo se le enseñará a la niña o adolescente a ser una hija, para lo
cual es preciso que alguien haga las veces de progenitor; la tarea puede recaer por un tiempo en un
terapeuta.

6° Paso: Negociación de la resistencia al cambio:


Es posible que en vez de prestar un cuidado maternal a su hija, la madre utilice el incesto como
justificativo de un mayor rechazo de la adolescente e intente empujarla aun más hacia una adultez
prematura, o incluso la eche de la casa, en ves de expulsar al marido, tras evaluar las ventajas y
desventajas económicas de ambas alternativas. En ocasiones la made se diluye en una ineptitud
lastimosa y solicita que su marido e hija aúnen sus fuerzas para dispensarle una atención maternal, o
bien se niega a reanudar las relaciones sexuales con el marido amparándose en el incesto para justificar
un mayor rechazo sexual. Algunas veces el padre adopta una actitud lastimera y se echa encima de su
hija; otras lo niega todo, se muestra resentido en el consultorio del terapeuta y estalla en cólera en la
casa; otras, en fin, lo admite todo y a continuación exige que no se hable más del asunto.
Las autoridades judiciales, los servicios de protección y el terapeuta no siempre concuerdan
acerca de cuál es la mejor solución. Mientras los expertos riñen, el caos familiar aumenta. Por lo general
no se hace nada o se hace demasiado.
Al parecer no hay más remedio que proporcionarle a la hija por lo menos un progenitor
competente.

7° Paso: Terminación:
La terapia debería ser bastante larga, pero por lo común no lo s. No bien decrece el horro,
sobrevienen la negación y la evitación. Tal vez la adolescente reanude el tratamiento más adelante, si su
desconfianza hacia los hombres o la excesiva sexualización de sí misma le causen problemas en tras
relaciones.
La pedofilia es una conducta compulsiva que casi genera adicción: por consiguiente, es probable
que el padre reincida en su comportamiento incestuoso con la misma hija o co otra, a menos que se
modifique l estructura de la familia. Hay que hacer todo lo posible por mantener la familia en tratamiento.

232
ANOREXIA Y BULIMIA: LO QUE HAY QUE SABER.
Un mapa para recorrer un territorio trastornado.

Crispo R., Figueroa E. y Guelar D.

Palabras Previas:
De acuerdo con criterios internacionalmente aceptados, la progresión de la intervención
terapéutica en estos casos debe ser del siguiente orden:
1) Dar información que ayude a conocer el problema;
2) Normalizar la ingesta para que el paciente se recupere física y anímicamente;
3) Brindar asistencia terapéutica cuando lo anterior no ha sido suficiente.
Lo que transmitiremos a continuación tiene por objetivo fundamental poner al alcance de todos la
información relativa a los pasos 1 y 2, de modo que la prevención de este tipo de problemas se vuelva
posible. Al final, daremos sólo algunas pautas del paso 3. Nota: dado que la proporción de varones que
padecen este tipo de trastorno es mucho menor que la de mujeres (5% a 10% contra 90% a 95%), nos
referiremos a los pacientes como si siempre se tratara de mujeres.

INTRODUCCIÓN:
Un mapa para recorrer un territorio trastornado.
(La introducción es un resumen de todo lo que después se desarrolla en el libro, punto por
punto).
Ej. de casos: Laura-16-anorexia y Victoria-14-Bulimia. (Pag. 15-17).

Un fenómeno típico de esta última mitad de siglo XX son los trastornos relacionados con la
alimentación. Nos referimos a la bulimia nerviosa, la anorexia nerviosa y las obsesiones con respecto al
peso, la balanza y la forma del cuerpo, que se denominan trastornos del comer no específicos (o
atípicos).
Estos trastornos, quizá como ningún otro, son claramente de índole bio-psico-social. Con esto
queremos decir que nos encontramos con conductas que:
a) Afectan directamente al cuerpo:
b) Reflejan cierto tipo de vulnerabilidad individual en cuanto a personalidad y maduración;
c) Ocurren en una familia con determinadas características previas a la aparición del
trastorno y que sufre, además, el efecto de la presencia del problema una vez que este
se instala;
d) Ocurren predominantemente en una sociedad particular: la postindustrial de fin de siglo,
marcada por una ética y una estética determinadas, para este caso, la de dar prioridad a
la imagen externa por encima de cualquier otro valor.
Estos conceptos se relacionan con lo que se ha dado en llamar la multideterminación de los
trastornos del comer. Esto significa que no podemos hablar de una causa en el origen del desarrollo de
los trastornos, como tampoco decir que todos los trastornos son iguales. Los factores a los que nos
referimos serán de tipo predisponente: que vuelven a la persona más vulnerable para desarrollar un
trastorno, aunque se combina en una ecuación particular en cada persona.
Por ejemplo, habrá casos de bulímicas en las que lo que más pese sea la presión del contexto
sociocultural. También estarán aquellas para las que un contexto familiar poco flexible, en cuanto a la
modificación de las reglas de convivencia, se convierta en un medio poco propicio para asumir los
cambios propios de una etapa de vida diferente.
Podemos encontrar jóvenes anoréxicas o bulímicas para las que el tipo de interacción familiar
-marcada, por ejemplo, por la presencia de uno de los padres con características depresivas o con
alcoholismo- está determinando desde el origen su patología o por lo menos contribuye a mantenerla.
También existen aquellas para las que un conecto familiar caracterizado por una escasa socialización
dificulta la salida al mundo que ese momento de la vida requiere. Existen otras Jove s anoréxicas para las
que la presión familiar actual no es tan decisiva como ciertas características individuales de personalidad:
timidez excesiva, autoexigencia, o perfeccionismo extremo, inseguridad que resulta de un medio
demasiado protegido o de hogares muy cerrados sobre sí mismos, etc.
Si sumamos a estos índices predisponentes una situación puntual precipitante de la conducta
restrictiva (crisis vital familiar, por ej.) tenemos ya dos de los elementos necesarios para desencadenar

233
este tipo de patología, que no necesitará más que del trastorno alimenticio en sí para mantenerse en una
especia de círculo vicioso.
Existen elementos comunes a todos los trastornos del comer:
• La obsesión por el peso y la figura corporal;
• Las prácticas reiterativas para controlarlo.
Se manifiestan desde los ayunos extremos y las dietas restrictivas que termina en atracones,
hasta diferentes formas de compensación de esos atracones (vómitos, purgas, laxantes, diuréticos,
ejercicio excesivo, etc.). Estas prácticas afectan directamente al organismo y lo trastornan hasta el punto
de que el sistema de control mismo se vuelve perpetuador de la situación de enfermedad, una vez que
esta se ha precipitado.
Por lo tanto, necesitamos de un factor predisponente, de una causa precipitante y del círculo
vicioso que se establece luego.
Conviene repasar ahora algunas cifras reveladoras del estado de nuestra sociedad en cuanto a
estos temas:
• En principio, debemos decir que entre el 90% y el 95% de la gente que tiene trastornos
en la conducta alimentaria son mujeres;
• Según la Asociación Norteamericana de Obesidad el número de mujeres que están
insatisfechas con su imagen corporal es de alrededor del 90%. Es decir, 9 de cada 10
mujeres no están contentas con su cuerpo;
• Más de un 40% de las mujeres viven haciendo dietas en forma discontinua. Comienzan y
abandonan sin obtener los resultados buscados, o al menos sin mantenerlos, dado que
deben recomenzar las dietas;
• Entre el 80% y el 90% de las dietas fracasan o no logran mantener el peso deseado.
Como efecto natural de estas cifras, obviamente, tenemos las siguientes estadísticas:
• Un 10% de las mujeres desarrolla en forma transitoria o permanente un desorden de la
alimentación no específico;
• El 5% de la población femenina padece de bulimia nerviosa;
• El 2% de las estudiantes, anorexia nerviosa.
Una interpretación de estos números nos sugiere que la disconformidad con el propio cuerpo
(que afecta al 90% de las mujeres) es el principal factor de riesgo para entras en el mundo de las dietas y
las obsesiones.
Y en todo este fenómeno el papel de la sociedad es primordial. El modelo ideal de figura y peso
femenino actual atenta contra la salud de la mujer, por exigir un peso que la mayoría de las mujeres no
puede ni debe alcanzar.

En un segundo plano, comenzaremos con las "cartas de navegación" para transitar el camino de
resuperación.
La "primer carta" básica y fundamental es la recuperación de una alimentación natural, después
de comprender porqué no funciona lo que no funciona desde hace años: hacer dieta. ¿Y porqué fracasan
las dietas casi siempre?. El peso corporal es una entidad semejante a la altura. Tiene a resistir el cambio
porque parece estar regulado alrededor de un punto de estabilidad o "set-point". Cada uno tiene el propio
para determinados momentos de su vida y el organismo tiene a "defenderlo", desarrollando
compensaciones fisiológicas complejas cada vez que hay una desviación significativa de ese peso. Por
este motivo, la dieta restrictiva como mecanismo de control del peso es relativamente ineficaz, ya que
habitualmente va en contra de esos determinantes biológicos de peso.
El peso para la mayoría de las mujeres sanas y adultas de nuestra sociedad está generalmente
por encima del peso ideal propuesto por los medios. Eso explica claramente la crónica insatisfacción del
95% de las mujeres y la compulsión a dietas restrictivas del 70%.
La "segunda carta" expone conceptos más vinculados con la modificación de las actitudes
respecto del peso y la figura, que impiden la recuperación y el desarrollo de una relación sana con el
cuerpo. También se tratará la adquisición de habilidades para "resolver los problemas" que se presentan,
en lugar de "desplazarlos" en forma de dificultades con el cuerpo.
Esta es la era del "control". Los avances tecnológicos, efectivamente, nos permiten controla
nuestro ambiente de un modo que nunca se había conseguido en el pasado. Desde cierto punto de vista,
esto nos ha hecho más débiles, menos tolerantes a aquello que no manejamos y ciertamente más
caprichosos. El fracaso en las dietas por lo general no va seguido de resignación y acomodo a la realidad
del cuerpo que nos tocó en gracia. Más bien promueve culpa, depresión y rechazo de uno mismo. Está
probado que la bulimia está ligada a dietas estrictas en las que, cuando se fracasa, ocurre el famoso

234
atracón, que a su vez promueve nuevos esfuerzos para controlarse. Así se consuma el fatídico círculo
vicioso, la solución más fácil.
La idea de enfrentar las situaciones que se nos vuelven difíciles (crecer, relacionarse con el sexo
opuesto, etc.), en vez de intentar resolverlas en el lugar equivocado (controlando el peso, modificando la
silueta) va a ser central en todo el proceso de recuperación. Y esto, cuando no se logra a través de la
ayuda que puede prestar la red natural, requiere una ayuda profesional especializada.
Para los casos de anorexia nerviosa, habitualmente no son las pacientes las que consultan, sino
sus padres o personas significativas que están a cargo. Por este motivo, la primera intervención estará
apoyada en la transmisión a esos adultos a cargo, de la información básica relacionada con la
alimentación y los trastornos que produce la desnutrición. Esto casi siempre posibilita una modificación en
las modalidades familiares de enfrentar a situación, porque entienden que nadie mejor que ellos para
ayudarla. Acompañados por los profesionales que imparten las instrucciones desde un lugar más
periférico -por este motivo, menos confrontable por la paciente- y apoyados en su proceso por el
psicoterapeuta a cargo, por lo general obtiene las primeras respuestas con bastante rapidez.
En los casos de bulimia nerviosa y otras variedades de trastornos del comer, esa información es
impartida a través de grupos psicoeducativos y suele contrarrestar las creencias personales y las
adquiridas a través de los medios de comunicación con relación al tema. Puede observarse, una vez
finalizado el curso de cinco a seis reuniones, que el estado del síntoma muestra una disminución muy
significativa. A partir de esta experiencia se rediseña el tratamiento a seguir, que en general requiere
continuar con una contención familiar pautada y una reeducación nutricional con el especialista en el
tema. Además, se recomienda a aquellas que lo necesiten, incluirse en un grupo de pares diseñado para
aprender a resolver problemas, no sólo alimenticios.
Es imprescindible que todo el trabajo se haga en equipo interdisciplinario.
Para terminar, destacaremos que a nuestro criterio hay dos ejes fundamentales sobre los que se
planifica la intervención:
a) La familia: es el medio natural y deseable para la recuperación de la paciente.
b) Las intervenciones se diseñan aumentando la utilización de recursos sólo cuando lo
anterior no ha sido suficiente. El grado de intrusión terapéutica tendrá relación con la
gravedad de la situación. La idea es ir de menos a mayor. Creemos que es en el propio
medio donde están dadas las mejores posibilidades de recuperación. También creemos
que es nuestro deber que la intervención terapéutica para la salida del territorio
trastornado sea lo más breve posible para que "estar en tratamiento" no termine siendo
una forma de vida.

235
CAPÍTULO 1: ¿Qué es un trastorno del comer?.

Para ser rigurosos en las definiciones de los T del comer, utilizaremos los criterios descritos en el
DSM-IV de la APA. (léanlos de ahí, esta desarrollados igual)
• Criterios DSM-IV para Anorexia Nerviosa y subtipos específicos AN Restrictiva y AN
Bulímica.

• Criterios DSM-IV para Bulimia Nerviosa y subtipos específicos BN Purgativa y BN No


Purgativa.

• Trastornos alimentarios no específicos (TANE):


Esta categoría es para los trastornos del comer que no concuerdan con los criterios
para ninguno de los desórdenes del comer específicos (AN y BN), pero pueden ser
igualmente graves. Es posible que:
1) Se encuentren todos los criterios para una AN, salvo que el individuo tiene
menstruaciones regulares (criterio D de la AN);
2) Se encuentran todos los criterios para una AN, salvo que a pesar de una pérdida
significativa de peso, el peso esperado para el individuo se encuentre dentro del
rango normal.
3) Se encuentren todos los criterios para una BN, salvo que los atracones ocurren con
una frecuencia inferior a 2 veces por semana o desde hace menos de tres meses
(criterio C de la BN).
4) Un individuo de peso normal se embarque regularmente en comportamientos
compensatorios inadecuados después de comer pequeñas cantidades de comida.
5) Un individuo reiteradamente mastique y escupa, pero no trague grandes cantidades
de comida.
6) Exista un desorden compulsivo: episodios recurrentes de atracones en ausencia de
los comportamientos compensatorios inadecuados, característicos de la BN (también
se lo llama BED: "big eating disorder" en inglés; "trastornos del comer por
atracones").

Rasgos centrales de cada uno de los trastornos del comer:


Los elementos comunes a todos los T del comer serían:
• Preocupación extrema por el peso y la forma corporal.
• Prácticas reiterativas de control de peso.
Las características centrales de cada uno de los trastornos del comer se sintetizan en el cuadro
siguiente.

Rasgo Característico. AN-r. AN-b. BN TANE


Preocupación extrema Pte. Pte. Pte. Pte.
por peso y figura.
Prácticas de control de peso Pte. Pte. Pte. Pte.
Mantenimiento peso corporal bajo Pte. Pte. Aus. P/A
Episodios de atracones. Aus. Pte. Pte. P/A

¿Anorexia nerviosa y bulimia nerviosa en hombres?


El porcentaje de varones ha pasado de 5% a 10% en los últimos 5 años. Este dato refuerza la
hipótesis de la fuerte influencia que ejerce la presión del contexto sociocultural en la aparición de estos
fenómenos.
Al igual que las mujeres que sufren de estos problemas, los hombres que desarrollan trastornos
del comer también tienen:
• Historias de obesidad que los han convertido en objeto de burlas en algún momento, o
• La fuerte creencia de que si adelgazan serán más atractivos o más queridos; o
• La obligación de mantener un peso o figura específicos por su trabajo, etc.
Un número significativo de los varones con trastornos de la alimentación es homosexual, lo que
no significa que sea privativo de ese grupo.
Vale la pena destacar que es poco frecuente en los hombres con estos problemas de
alimentación que el objetivo buscado sea un peso determinado achicar el talle de la ropa que usan o

236
"entrar" en un pantalón. Más bien suelen relatar que todo comenzó por querer modificar alguna parte
específica del cuerpo, darle mejor forma o evitar desproporciones. Otro grupo significativo entre los
varones con T del comer lo representan aquellos que sufren la presión de mantener un peso fijo por su
actividad y se encuentran bajo control de manera estricta (deportistas, etc.).
Un dato importante a tener en cuenta en el caso de los varones es que se verifica muchas veces
que lo que inicialmente se presenta como una AN constituye más bien n trastornos del comer secundario
a un trastorno afectivo. Esto quiere decir que el joven ha comenzado con un estado de tristeza o
depresión, debido a causas de diverso tipos. Por no haberse enfrentado a lo que motiva ese trastorno
afectivo, se desarrolla un estado de desinterés por la comida. Las consecuencias terminan siendo las
mismas que las que padece una joven cuando deja de comer por razones estéticas.
Ej. casos: Andrés-16, Julián-19 (pág. 40-41).

Secuelas esperables de la inanición, más allá de su origen.


Muchos de los síntomas que presentan las personas con un T de la alimentación resultan de su
estado de inanición. La gente con desórdenes de la alimentación presenta idénticas características
psicológicas y conductuales que las personas que han estado sometidas a situaciones de restricción
alimentaria, natural o experimentalmente.
Lo importante es destacara que es fundamental la rehabilitación nutricional. Sin una mejora del
estado nutricional, no puede hacerse un buen diagnóstico psicológico ni garantizarse resultados del
tratamiento psicoterapéutico.

¿Existe alguna relación entre los trastornos del comer y la depresión?


Existe una estrecha vinculación entre los T de la alimentación y los T afectivos, más
específicamente: la depresión. Algunos de los signos más comunes de la depresión se encuentran
presentes, con las mismas características, en las personas con T del comer. Casi todas las jóvenes
mencionan algo de esto:
• Sentimientos sobrecogedores de tristeza, sentir que esta "en el pozo"
• Pérdida de interés en casi todo lo que antes le resultaba placentero.
• Sentimientos de culpa e impotencia.
• Desesperanza hacia el futuro
• Aislamiento social e introversión, aún en personas que han sido sociables y extrovertidas
hasta entonces.
• Ideas recurrente de autoagresión (o suicidio).
• Nivel de energía disminuido; fatiga desproporcionada en relación al ejercicio que se
realiza.
• Imposibilidad de concentrase, disminución de la capacidad de pensar.
• Dificultades para conciliar el sueño.
Es muy común encontrar la presencia de depresión en pacientes con problemas como los que
nos ocupan. Se sabe que existe un componente hereditario en ciertas formas de depresión y es frecuente
encontrar antecedentes de depresión en los familiares directos de algunas jóvenes con T del comer.
La terapia con medicación antidepresiva ha mostrado ciertos éxitos con estas pacientes,
especialmente con las que padecen BN. Existe también una correlación entre la severidad de la
depresión y la severidad de la bulimia.
Todos estos datos nos hablan de esa vinculación entre depresión y T de la alimentación. Lo que
no siempre queda claro es qué es lo que surgió primero. Existen varias hipótesis:
1) Que la depresión sea "causa" del trastorno del comer:
Esta hipótesis se basa en que muchos pacientes con AN o BN tienen historias de depresión
previas al desencadenamiento de los T de alimentación. Esto quiere decir que hay motivos específicos
que llevaron a la persona a un estado de ánimo depresivo. Pueden haber sido motivos recientes, o bien
por el contrario, motivos de larga data y que circunstancias específicas actuales desencadenen el estado
depresivo. Observamos que en estos caso el trastorno depresivo aumenta la predisposición a una
perturbación alimentaria. (Ejs: pág 43-44)
2) Que los trastornos del comer, entre sus múltiples consecuencias, provoquen un estado
depresivo:
A estos casos nos referimos cuando dijimos que a veces la depresión puede ser "secundaria" a
un T del comer. Esto significa que comienza y se mantiene a partir de la pérdida de peso y/o del
comportamiento alimentario caótico. O sea, que no sólo no hay desencadenantes actuales de tipo
psicológico que justifiquen el cambio de humor, sino que tampoco hay antecedentes personales,

237
contextuales y/o familiares que puedan considerarse "causa" de un estado de ánimo depresivo de tal
magnitud.
Para respaldar esta hipótesis se alega que es muy frecuente que muchas pacientes con BN o AN
mejoran su estado depresivo con el simple recurso de normalizar la ingesta y de alcanzar el peso normal.
En esos casos parece evidente que la depresión era consecuencia directa del desorden alimentario.
En el experimento de Keys y cols. se investigó sobre los efectos de la desnutrición en el estado
de ánimo. Quedó demostrado experimentalmente que la depresión es un subproducto común de la semi-
inanición (hambruna), un efecto natural de la restricción alimentaría. Muy a menudo mejora y la mayoría
de sus síntomas desaparecen cuando la ingesta se normaliza y el peso corporal comienza a recuperar su
nivel. (Ejs: pág 44-46)
3) Que ambos estados sean causados por un tercer factor.
O sea, que existan, por ejemplo, anormalidades a nivel neurobiológico, que causen depresión o
presenten una sintomatología similar a la de los T del comer, como anorexia o vómitos reiterados.
4) Que varia de estas posibilidades sean ciertas al mismo tiempo en diferentes pacientes.
Por ejemplo, podría darse el caso de que en algunas pacientes la depresión favorezca el
desarrollo de un T de la alimentación, como una especie de mecanismo psicológico para regular los
estado de ánimos, a través de evitar comer o de atracarse y luego vomitar. En otras podría ser a la
inversa: que atrapadas en el circuito de atracones y vómitos que no pueden controlar, bajen los brazos,
se desmoralicen y caigan en un estado depresivo. (Ejs: pág 46-47)

En síntesis, en la actualidad es difícil saber a simple vista qué es la causa de qué, por eso es
fundamental:
a) La evaluación clínica de toda persona que consulta, para descartar la posibilidad de una
enfermedad orgánica y no "nerviosa".
b) Hacer u buen rastreo de antecedentes individuales y familiares del tipo de los
mencionados.
c) Estar alerta a la evolución del consultante.
Lo que sí sabemos es que: La depresión suele estar presente en los T alimentarios y mejora en
muchos casos una vez que se normaliza la ingesta y se alcanza un peso saludable. Por lo tanto,
cualquiera que sea el caso, es imprescindible recuperar un buen nivel de alimentación lo más pronto
posible, porque eso ayudará a ajustar el diagnóstico para saber cómo seguir, qué tipo de terapia hace
falta después de que la persona se ha normalizado a nivel orgánico.

238
CAPÍTULO 2: ¿De dónde nace un trastorno del comer?.

La "multideterminación" de los trastornos del comer:


¿Qué quiere decir? Que existen diferentes factores que inciden para que finalmente alguien tenga
un T del comer, pero ninguno de ellos en sí mismo es suficiente. Se necesita de una combinación de los
distintos factores, que adquiere características particulares en cada caso. Más que pensarlos como
factores distintivos que causan un T del comer, es bueno verlos como factores que hace que una persona
sea más vulnerable para su desarrollo. Presentamos un cuado que es una adaptación del que diseñaron
Garner y Garfinkel (1980):

I. Factores Predisponentes II. Factores III. Factores Perpetuantes.


Precipitantes
-socioculturales -estresores -atracones y purgas
-familiares -actitudes anormales con peso -secuelas fisiológicas y
-individuales. y figura. psicológicas.
-dietas extremas y pérdida de
peso.

Entrando en un sendero sin salida.


(Acá hace la descripción del desarrollo de un T de la alimentación con un ejemplo de un caso,
Ana-15 años. Es muy interesante leerlo. Págs. 54-56).
Es importante recalcar que:
• Frente a períodos prolongados de ayuno,
• Las probabilidades de tener un atracón compensatorio se acentúan,
• Lo que lleva a la niña preocupada a dietas aún más estrictas.
Esta dieta se convierte finalmente en el factor principal de que el trastorno no sólo no se supere,
sino que se perpetúe. Estos continuos fracasos son una recarga adicional para la frágil autoestima de
nuestra joven. El ciclo recomienza.

Carteles que anuncian el peligro.


Como lamentablemente "los números van en aumento", vamos a analizar en detalle cada uno de
los factores predisponentes y precipitantes de los que hablamos al comenzar este capítulo:
Factores predisponentes: socioculturales:
1) La presión social para ser delgada.
Cifras de las estadísticas publicada por la Clínica de Trastornos de la Alimentación del Hospital
de Toronto, Canadá, en 1994:
En una encuesta realizada con la pregunta :"¿Qué es lo que te haría más feliz?"
• El 42% de las mujeres respondió "perder peso"
• El 22% se refirió al éxito en el trabajo
• El 21% optó por una cita con un hombre admirado
• El 15% por el reencuentro con una vieja amiga.
Más datos que surgieron de la encuesta:
• Más del 90% de las mujeres está insatisfecha con su imagen corporal.
• El 75% de las mujeres están preocupadas por su peso, porque consideran que están
excedidas.
• Sólo el 25% está excedido desde el punto de vista médico
• Más del 40% está a dieta como una forma de modificar la situación.
Lo cual arroja los siguientes resultados:
• Entre el 3% y el 5% de las mujeres padecen BN
• Del 1% al 2% de las estudiantes padecen AN
• Entre el 10% y el 15% de las mujeres tiene T alimenticios.
El contexto sociocultural premia la delgadez y tiene prejuicios contra la gordura. Si bien esto no
es reciente, va en aumento en los últimos 30 años.
Los T de alimentación son típico de las sociedades industrializadas del mundo occidental. Es
propio de la clase media y alta. Prácticamente no se registra ahora en las clases bajas. Las personas de
clase baja afectadas por este problema, son aquellas jóvenes que por su trabajo se encuentran inmersas

239
en un ambiente de clase media o alta donde se juegan esos valores como fundamentales y se vuelve
inevitable cierta mimetización. (Ejs. Testimonios Págs. 59-62).
2) La presión social para ser "supermujer".
Pensemos en cómo se espera que se desempeñe la mujer hoy. Con un cuerpo perfecto, sin
duda, debe desarrollar carrera brillante, desempeñarse fluidamente a nivel social, construir un matrimonio
perfecto y ser una perfecta madre. Pero eso sí, deben tener un gran control sobre sí mismas, con logros
bien visibles y ser perfeccionistas. Se sienten culpables por no alcanzar el estereotipo de mujer que
venden los medios.
Se sienten fracasadas por no poder responder a lo que suponen que son las únicas expectativas
que se tiene de ellas. "No seré una mujer maravillosa, pero al menos en lo que hace a la figura sí voy a
lograr lo que me proponga". Así es como el peso se convierte en el área sobre la que sí vana poder
ejercer el dominio exigido. Esto es: si puedo ser exitosa el lograr "la figura esperada", obviamente podré
serlo después en otras áreas. Y así es como manipular el peso se convierte en la actividad central de
muchas jóvenes. Y así aparecen la culpa, la ansiedad, el miedo y la pérdida de control sobre la
alimentación como efecto de "fracasar" en ese intento de manipular el peso corporal. No obstante, en
lugar de hacerla desistir, estos sentimientos la estimulan para "probar nuevamente" con la dieta. Así se
pone en funcionamiento el ciclo. También, como efecto del mismo trastorno, se desarrollan actitudes y
creencias extrañas acerca de la comida, que rondan la obsesión, hasta el punto de no poder hacer ni
pensar en otra cosa. En especial, surge un intenso miedo a ganar peso descontroladamente, que
contribuye a paralizarse más.
Todo esto, combinado con los efectos físicos y psicológicos que trae aparejado el hecho mismo
de comer por debajo del mínimo necesario para el funcionamiento normal del cuerpo y la mente, hace
que la persona comience a aislarse y sentirse cada vez más descontenta con ella misma. (Ejs.
Testimonios Págs. 63-65).
3) Otros prejuicios que también presionan.
En un Congreso Internacional de Obesidad, los especialistas señalaban que es importante:
• Tener en cuenta los factores genéticos contra los que no se puede luchar.
• Cuidar la discriminación a la que están sometidos a los gordos.
Apelaban a la responsabilidad de divulgar información adecuada en relación con los programas
nutricionales más convenientes, ya que, de hecho, está comprobado que el avance de la AN y BN trae
consecuencias mucho más perniciosas que la obesidad contra la cual se lucha.
Veamos algunos prejuicios en relación con la obesidad:
• Se tiene la idea de que los obesos lo son porque comen más que los no obesos, cuando
en realidad las investigaciones demuestran que no es así.
• También se cree que los obesos tienen más problemas psicológicos que nos no obesos.
Varias investigaciones han demostrado que el factor obesidad en sí mismo no produce ni
más ni menos problemas emocionales.
• Se piensa que la obesidad, aun moderada, está asociada con un incremento de la
mortalidad. Los riesgos de salud más altos están asociados con la hiperobesidad y se
han extrapolado a casos de obesidad moderada. Está demostrado que la mayor
mortalidad se produce en mujeres de bajo peso y que la menor mortalidad de produce en
las mujeres que pesan entre un 10% y un 20% por encima de su peso esperado. Se está
investigando la hipótesis de que los problemas de alta presión sanguínea y muerte por
infarto, asociados a personas con sobrepeso, se deban más a los efectos en el
organismo de la repetición del ciclo dieta-pérdida de peso-recuperación de peso, que al
factor obesidad en sí mismo.
• Y esto nos lleva a la consideración del último prejuicio que queremos analizar acá: los
tratamientos con dietas prolongadas son satisfactorios. Es verdad que la probabilidad de
perder peso inicialmente es alta, pero en varios seguimientos a largo plazo de pacientes
que han bajad de peso con dietas restrictivas se ve claramente el fracaso. Se ha
estimado que sólo un 5% de las personas obesas que hacen dietas consiguen mantener
un bajo peso, durante dos o más años.
La mayoría de la gente piensa que no tener éxito con las dietas (o ser gordo) se debe a una "falta
de voluntad" por parte de los que lo intentan e ignorar los efectos relacionado con el solo hecho de hacer
dietas estrictas o reiterativas.
Esta creencia sólo sirve para perpetuar sentimientos descalificadores respecto de uno mismo y
atribuirse la culpa por no lograr los objetivos propuestos. La idea de que "no se ha puesto la voluntad

240
suficiente" funciona como un estimulante para atraparnos en un ciclo de dieta "esta vez voy a lograrlo",
que aparte de reiterar el fracaso, incrementará aun más la sensación de inseguridad.

241
CAPÍTULO 3: ¿Quién desarrolla un trastorno de la alimentación?.

Los T del comer afectan tanto la personalidad que se vuelve difícil separar los rasgos
característicos de la persona de los que aparecen como resultado una vez que se instala el T del comer.
Una experiencia que se realizó en Minnesota en los años ´40 comprobó que la inanición aguda
provocada por una dieta estricta genera cambios de personalidad y comportamientos aberrantes con la
comida, iguales a los que se observan en las personas con AN o BN. Estos cambios, entonces, no son
genuinos sino aparentes, ya que a medida que la persona va recuperándose del T alimenticio, van
desapareciendo.

Factores predisponentes: individuales y familiares:


Intentaremos describir algunas características comunes a muchas de las jóvenes. (Comentarios
que hacen los padres sobre sus hijas al consultar, "que reflejan tanto las características personales de las
jóvenes, como la de sus padres o del tipo de interacción propia de la familia", Págs. 70 y 71).
Ahora veamos las características individuales y familiares más comunes en las personas
afectadas por un T del comer:

1) Problemas con la autonomía:


Una posible predisposición a los T de la alimentación es la dificultad que tiene ciertas personas
para funcionar de forma discriminada de la familia o de otros patrones externos. Esto es, jóvenes que
viven muy pendientes de lo que otros esperan de ellas, de cumplir con los ideales de sus padres, o de
darles satisfacción a los demás. La obligación de ser siempre "adecuada" les deja poco margen de
seguridad para desarrollar un pensamiento personal o para hacer los planteos propios de una etapa de
crecimiento. Planteos que seguramente mostrarán diferencias con los padres o provocarán
distanciamientos y dejarán temporariamente insatisfechos a otros.
Cuando la seguridad está puesta exclusivamente en el exterior es inevitable que se tenga cierta
sensación de ineficacia personal, una gran dificultad para resolver las cosas apelando a recursos
personales, porque se termina siempre dudando de sí mismo.
En general, las jóvenes que padecen estos trastornos transitan una etapa que naturalmente está
llena de situaciones bastante cambiantes. Muchas veces, es la dificultad para encarar estas situaciones y
resolverlas lo que hace que una persona vulnerable a desarrollar un T de la alimentación convierta su
cuerpo en el símbolo y la fuente e autonomía, control, eficacia personal e identidad. (Ejs. Testimonios
Págs. 73-74).

2) Déficit en la autoestima
El grado en que el individuo se acepta a sí mismo es conocido como "autoestima" cuanto menos
parecido a los la persona considere como "ideal" es el concepto que tiene de sí misma, más baja estará
su autoestima.
En la mujer de nuestra sociedad, en general, la autoestima está más conectada con factores
como la imagen externa o apariencia, la aprobación del otro, cumplir con las expectativas y responder a
las necesidades de los demás, etc. Una joven puede sentirse tan insegura acerca de sus posibilidades de
cumplir con esos parámetros que concentra en el peso el área de triunfo y aceptación. (Ejs. Testimonios
Págs. 74-75).

3) Camino a la perfección y el autocontrol.


El sufrimiento y la sensación de ineficacia las hace muy exigentes, a tal punto que nunca sienten
que lo que hacen es suficientemente bueno. Si no van a poder hacer a la perfección algo que se
proponen, directamente no lo intenta.
Esa búsqueda de perfección también se desplaza al peso corporal: para alcanzar la perfección es
preciso mantener el cuerpo ideal, a cualquier costo. Paradójicamente, este perfeccionismo refuerza la
sensación de inseguridad, porque exige no fallar, en lugar de afirmar al individuo en sus recursos.
También es bastante frecuente encontrar en las jóvenes con T del comer una tendencia muy
marcada a controlar todo en sus vidas, lo cual incluye, obviamente, un férreo control del cuerpo. Se
sienten poderosas manipulando el peso corporal, seguramente como compensación de sensaciones de
impotencia que surgen frente a situaciones que les son difíciles de manejar.
No es esperable que alguien que enfrenta situaciones nuevas sepa desde el comienzo cómo
desempeñarse o cómo resolverlas. Pero estas jóvenes no soportan que las cosas no estén bajo su
control y tiene una gran dificultad para ensayar alternativas de salida, porque suponen que "deberían

242
saber" cómo hacer todo bien desde el comienzo. Entonces, surge el área de la comida y el peso como un
campo que sí es posible controlar.
Pero lo más dañino y lo más frustrante de esta forma de encara las cosas es que, de hecho, la
persona con T del comer no logra nunca ese control por el que lucha tanto. (Ejs. Testimonios Págs. 75-
77).

4) Miedo a madurar.
Los T de la alimentación se desarrollan por lo general en el período que va desde la pubertad,
pasando por la adolescencia, hasta la juventud.
Los cambios físicos vienen acompañados, entre otras cosas, de un aumento natural del peso
corporal, que es lo que finalmente le da al cuerpo una forma más "de mujer". Para muchas jóvenes que
tienen T de la alimentación, éste puede ser el factor precipitante.
Generalmente, estas jóvenes están muy "estancadas en la niñez", y tiene temor a crecer y a
manejar la independencia que eso implica. O bien, perciben claramente el temor de sus padres a que eso
suceda y sufren en realidad por la falta de estímulos de parte de ellos para animarse a entrar en el mundo
adulto.
Otro aspecto de ese temor a crecer, de ese mantenerse como niños, es que conservan un
pensamiento infantil que se mueve entre los extremos:
• Bueno o malo / Todo o nada / Obeso o delgado.
Pensamientos dicotómicos y extremistas, más propios de un niño que no acepta la realidad ni el
hecho de que cualquier cosa que uno quiere lograr requiere un esfuerzo continuado. (Ejs. Testimonios
Págs. 78-79).

5) Rasgos familiares.
Nuevamente, resulta complejo diferencias cuáles son los factores característicos de las familias
antes de que se desarrolle un T del comer y los que se desprenden una vez que el mismo se ha
instalado.
Sabemos que un T de este tipo termina generando una relación muy distorsionada en el seno de
la familia y originando sentimientos de enojo, ansiedad y culpa, luchas por el poder y crecientes
dificultades en la comunicación. Tanto la paciente como sus padres o hermanos pueden ser considerados
alternativamente "el que más sufre" o "el más responsable" de lo que sucede.
Y podemos afirmar sin temor a equivocarnos que este tipo de interacción suele estas más
relacionado con la evolución de la enfermedad que con su origen. O seas que no es justo de ningún
modo declarar a priori que las familias son "causantes" de la situación.
Se han identificado ciertas características familiares comunes a muchas personas que han
consultado por este tema. Las mencionaremos a modo de orientación, pero sin intención de rotular de ni
de manifestar que las familias con esos rasgos necesariamente van a "producir" un T del comer en su
seno:
• Escasa comunicación entre sus miembros.
• Incapacidad para la resolución de los conflictos que se presentan
• Sobreprotección por parte de los padres.
• Rigidez y falta de flexibilidad para encarar las situaciones nuevas, o regular las reglas familiares
adecuándolas a los cambios de etapa.
• Ausencia de límites generacionales.
• Expectativas demasiado altas de los padres respecto de sus hijos.
• Historias familiares que incluyen depresión y alcoholismo.
• Existencia en el seno de la familia de abuso sexual o físico.
(Ejs. Testimonios Págs. 81-82).
Lo que sí es innegable es que las familias tienden a reflejar en pequeño los conflictos sociales
más amplios, o las actitudes e ideologías imperantes en cada época social.
Para una joven que crece en el seno de una familia donde el cuidado de la imagen externa es lo
fundamental, donde la figura y el peso corporal ocupan un lugar predominante en las preocupaciones de
los adultos, es muy difícil escapar a esa influencia.
• Es muy difícil no terminar midiéndose con la vara de "cuánto se acerca lo que logro a la imagen
que me proponen"
• Es lógico por lo mismo sentirse muy poco valiosa por no llegar a ese ideal.
• Es casi inevitable, como resultado, una autoestima muy baja.

243
La edad de consulta ha ido bajando en los últimos años. Ahora vienen niñas de 11 y 12 años, con
una problemática con su cuerpo que no es esperable hasta los 14 o 15 años.

Escuchando la voz de los familiares: Testimonios.


Carta escrita por una madre desesperada por el comportamiento de su hija -Luisa-16 años-
(Págs. 83-86)
Esquela enviada por la hermana de una joven con BN -Julieta-19 años-. (Págs. 86-87).

244
CAPÍTULO 4: ¿Cómo se mantiene un trastorno del comer?.

Una vez explorados los factores predisponentes y precipitantes, vamos a considerar a


continuación las complicaciones de orden fisiológico y psicológico que derivan de dichos T y que viene a
convertirse en los factores perpetuantes. Veremos de qué modo las prácticas del control de peso y las
obsesiones con las dietas dejan de ser el problema para convertirse justamente en lo que lo mantiene, lo
perpetúa sin fin.
Se ha demostrado en la experiencia clínica que poseer una información cabal acerca de los
problemas físicos y emocionales que se asocian con la mala alimentación constituye un primer paso
fundamental para la modificación de estas conductas. El conocimiento d los efectos que provocan la mala
alimentación, ya sea en el campo orgánico como en el anímico, ayuda a "normalizar" muchas de las
cosas que están pasando. En principio, esto tiene un doble efecto:
• Los padres sienten que es posible intervenir para ayudar a modificar la situación,
porque hay algo concreto que ellos pueden hacer.
• Las jóvenes sienten que no son tan "locas" ni es tan raro lo que les pasa. Muchas
veces, disminuye la sintomatología después de obtener esta información.
La dieta es el factor perpetuante por excelencia. El cuerpo, que está subalimentado, causa el
malestar anímico y emocional, y la falta de fuerzas en la persona. Es insoslayable la necesidad de
empezar a recuperarse físicamente, a alimentarse correctamente para recuperar la estabilidad orgánica y
volver así a sentirse mejor emocionalmente.

La investigación de Minnesota en los años ´40:


Consistió en reducir el aporte calórico en la alimentación de un grupo de 36 hombres jóvenes y
sanos, y aparentemente normales psicológicamente. Es decir, no constaba que hubieran tenido nunca
antecedentes de las conductas que se desarrollaron con posterioridad.
El relato de esta experiencia sirve para demostrar cómo, aun en personas sin problemas
psicológicos ni familiares, el someterse a una dieta muy restrictiva produce una cantidad de efectos muy
similares a los que observamos en una AN o BN.
El experimento se dividió en 3 etapas:
• Durante los 1° 3 meses, cada uno recibió la alimentación a la que estaba
acostumbrado, al mismo tiempo que se estudiaban su conducta, personalidad y
patrones alimenticios habituales.
• Durante los siguientes 6 meses, su dieta fue restringida a la mitad, lo que ocasionó
en muchos de ellos pérdidas cercanas al 25% de su peso original.
• A este período le siguió una etapa de rehabilitación de 3 meses, durante la cual les
fue administrada la dieta original, anterior a la experiencia.

1) Transformaciones anímicas:

Se observó en el grupo de una manera muy significativa lo que comúnmente las jóvenes
describen como "un bajón general" en el estado de ánimo. De hecho, muchos de los integrantes llegaron
a una situación de depresión anímica profunda. Esto se reflejaba en una visión pesimista sobre sí mismo,
sobre el futuro y sobre las posibilidades de pensar o hacer algo diferente al respecto.
También se detectaron claros signos de intolerancia e irritabilidad, comportamientos
autodestructivos y cambios abruptos del humor. Como consecuencia del nerviosismo que sentían,
aparecía un grave estado de ansiedad que se manifestaba, entre otras cosas, en la incorporación de
nuevos hábitos como el fumar o comerse las uñas.
El grado de apatía creció en algunos de ellos al punto de perder el interés en todo lo de afuera y
hasta en el aseo persona; a otros, si bien no estaban totalmente apáticos, les resultaba extremadamente
difícil continuar con el ritmo habitual de sus tareas cotidianas y perdían la motivación para hacer cosas
que antes disfrutaban mucho.
Los tests de personalidad a que fueron sometidos durante la experiencia revelaron también
signos de hipocondría, histeria y desorganización general de la conducta.
Los disturbios emocionales de irritabilidad, negativismo, obsesividad, etc. perduraron en algunos
sujetos más allá de la finalización del experimento, incluso una vez reestablecida la alimentación normal y
alcanzado el peso original.
(Ejs. Testimonios de pacientes con AN y BN, Págs. 92-94).

245
Los pensamientos obsesivos alrededor de la comida, muy característicos de estos T, van a
introducirnos en el otro punto de la investigación. En el experimento de Minnesota, una de las primeras
actitudes observadas en los miembros del grupo, con posterioridad a la privación alimenticia, fue una
tendencia inevitable a preocuparse obsesivamente de diversas maneras por la comida. Mientras
realizaban otras actividades, se descubrían a sí mismo pensando en la comida. Aparecía el pensamiento
de una forma muy intrusiva, que impedía continuar concentrado en otra cosa. Así la comida se convertía
en el principal tema de conversación y hasta aparecía recurrentemente en los sueños en forma de
banquetes de los que no podían sustraerse.
Un 40% de los participantes mencionaron su intención de encarar e n el futuro proyectos
vinculados de un modo u otro con la alimentación, como carreras universitarias directamente
relacionadas.
Muchas jóvenes con T de la alimentación, a la hora de elegir, se inclinan por profesiones u oficios
relacionados con los alimentos. También se preocupan en cocinar para otros y preparar la mesa,
observan lo que comen los demás y ocupan mucho de su tiempo en una meticulosa planificación de sus
propias comidas.
En el experimento también se pudo comprobar que cuando se acercaba la hora de la comida,
empezaban a ensimismarse y la ingesta se producía en silencio, absortos en lo que hacían, con el
propósito de prestar toda la atención a lo que comían y extender el momento de la alimentación todo lo
posible.
Un punto clave de este experimento lo constituyó la comprobación de las reacciones que tuvieron
las personas al incremento del apetito que se producía como consecuencia de la imposición de la dieta
hipocalórica. Todos los voluntarios experimentaron un aumento del apetito, que para la mayoría resultó
intolerable. Los pocos que soportaron la sensación de apetito y mantuvieron la dieta como estaba
previsto continuaron bajando de peso, tal como podemos observarlo en las personas que padecen AN.
Pero muchos de ellos fracasaron a menudo en el seguimiento de la dieta y, como consecuencia, llegaron
a tener episodios "bulímicos": momentos de descontrol durante los cuales ingerir grandes cantidades de
comida de alto valor calórico (de la que se los estaba privando), seguidos de reproches a sí mismo y
sensaciones de culpa y, en algunas oportunidades, seguidos de vómitos que intentaban reparar el
descontrol o de ejercicio físico practicado en forma exagerada.
Durante el experimento:
Se observaron otras conductas vinculadas con el apetito, como buscar en tachos de basura,
robar comida y guardarla para consumirla a escondidas. Todos los testimonios de las pacientes con BN y
AN así como los de los participantes del experimento muestran claramente cómo la restricción alimentaria
lleva a episodios de atracones y a la sensación de un "hambre" que no se satisface con nada, es decir, a
los primeros síntomas de BN.
Las conductas obsesivas en relación con la comida persistieron en los voluntaros del experimento
de Minnesota entre 3 y 6 meses después, aún cuando estaba en condiciones normales de alimentación.
Muchos de ellos se quejaron de continuar con apetito después de abundantes comidas e incluso se les
acrecentaba el apetito después de la ingesta. Después de 5 meses de rehabilitación de sus patrones
habituales de alimentación, todavía unos pocos continuaron con ataques bulímicos aun teniendo la
posibilidad de comer cuando y cuanto quisieran.
Es decir que los efectos de este tipo de restricciones son suficientemente "trastornantes" del
organismo como para perdurar aun cuando la persona haya incorporado nuevos hábitos con la idea de
recuperarse. La recuperación lleva tiempo y se da con "recaídas" inevitables.
Los voluntarios reportaron dolencias asociadas con estas "atracones", como dolores de cabeza,
molestias gastrointestinales, apatía y somnolencia. También aumentaron los malestares seguidos de
náuseas y vómitos.
(Ejs. Testimonios de pacientes con AN y BN, Págs. 94-98).
La subalimentación tiene impacto también en otras áreas, como la social. Los voluntarios
sometidos al experimento de Minnesota, los extrovertidos y sociables, fueron paulatinamente cayendo en
un estado de aislamiento y ensimismamiento. Se negaban a participar en actividades grupales y sentían
incomodidad en la interacción con otros. Manifestaron también una disminución marcada en su interés
amoroso y sexual. En el período de rehabilitación, la recuperación del interés social y sexual demoró
entre 3 y 8 meses en reestablecerse.
En la AN, esta falta de interés en el sexo opuesto está presente en la mayoría de los casos.
(Ejs. Testimonios de pacientes con AN y BN, Págs. 98-99).
Los voluntarios también mostraron dificultades en la concentración, en la comprensión y el
estado de alerta durante la experiencia, del mismo modo que muchos jóvenes con estos T mencionan
problemas para seguir con sus estudios. (Ejs. Testimonios de pacientes con AN y BN, Págs. 99-100).

246
2) Transformaciones físicas:

La lista incluye:
• Cefaleas
• Hipersensibilidad a la luz y a los ruidos
• Molestias gastrointestinales: acidez, constipación, diarrea
• Adormecimiento de los miembros (especialmente pies y manos).
• Problemas de visión y auditivos
• Calambres, pérdida de cabello y desarrollo de lanugo (vello finito, tipo bebé) en zonas
donde habitualmente no hay pelo.
• Enlentecimiento metabólico
• Disminución de la tolerancia al frío por atermia: pérdida de temperatura corporal.
• Cambios cardiológicos: bradicardia y taquicardia
• Interrupción de la menstruación en las mujeres (amenorrea)
• Debilidad muscular y deshidratación, etc.
La respuesta del cuerpo a una restricción calórica tan severa sea un enlentecimiento general de
todas las funciones corporales. Cuando la ingesta es menor a la necesaria para el funcionamiento
general del organismo, automáticamente y como una forma de adaptarse, el cuerpo va a quemar menos
calorías por medio de la disminución del metabolismo basal, que es el que se ocupa de estas funciones
mientras descansamos
Personas que se someten a severas dietas para adelgazar, se encuentran en la paradójica
situación de que cuanto menos comen, menos adelgaza, porque las calorías son quemadas más
lentamente como un modo de preservar la energía y de utilizar todo lo que entra para el mantenimiento
de los procesos físicos básicos necesarios para sobrevivir.
Los voluntarios vieron reducida también su actividad física y se mostraron cansados, abúlicos,
débiles y faltos de energía. A pesar de esta debilidad, pasaban por períodos de imposición de grandes
dosis de ejercicio físico, como justificación para una mayor ingesta.
Durante la rehabilitación, estos cambios metabólicos fueron revirtiéndose como consecuencia de
la ingesta progresiva de una mayor cantidad de calorías.
Al final de la etapa de inanición, el metabolismo de los voluntarios había disminuido hasta un 40%
en su velocidad. Cuando comenzó la etapa de renutrición, aquellos que comieron más desde el comienzo
fueron los que recuperaron más rápido su ritmo metabólico. (Ejs. Testimonios de pacientes con AN y BN,
Págs. 101).

Algunas reflexiones acerca del experimento:


La gran diferencia entre los voluntarios y las personas que padecen T del comer reside
justamente en la autoimposición de la dieta restrictiva. Pero lo sorprendente es que esta diferencia de
motivación para comenzar con la dieta no tiene consecuencias diferentes a la hora de evaluar los efectos
que produce la mala alimentación.
• Cayeron en esas reacciones extremas como una consecuencia pendular lógica del
"extremo ayuno" anterior.
En el origen de todo T de la alimentación hay siempre un período de dietas restrictivas que llevan
a la semi-inanición, con su consecuente correlato de síntomas orgánicos y emocionales. Una vez que se
ha instalado, se vuelve difícil identificar si la sintomatología que aparece es un subproducto del trastorno
o se debe a características de personalidad, para lo cual será preciso primero establecer las condiciones
físicas.
Además, la privación alimenticia es formadora de hábitos. Quedó claro cómo las personas
sometidas a una restricción alimentaria severa desarrollan modos de vincularse con la comida y hábitos
relacionados con el tema de los que es muy difícil escapar. Los carbohidratos, postres o las llamadas
"comidas malas", como están absolutamente prohibidas se convierten en un polo de atracción irresistible,
como podría ser una droga.
• Después de este experimento podemos decir que, sin duda, lo adictivo es la dieta y no la
comida en sí misma.
Es decir, hacer dieta es lo que lleva a la sintomatología descrita (obsesiones, depresiones,
aislamiento, malestares físicos, inseguridades, etc.) de la cual se pretende salir, paradójicamente, con
nuevos esfuerzos de control con la comida, para esta vez "sí lograrlo" y recuperar el bienestar.

247
Por eso es esencial volver a una alimentación normal, que incluya todos los alimentos, de forma
tal que, al no haber prohibiciones, se vuelvan innecesarias las compulsiones compensatorias de la
privación.
• El experimento también expresa claramente que no se puede, sin riesgo, manipular el
cuerpo para lograr un peso bajo, y menos aún reprogramarlo para mantener ese peso por
debajo de los parámetros naturales de cada individuo, sin graves consecuencias de todo
tipo.
Así como el individuo tiene una altura predeterminada por sus componentes hereditarios, de un
modo semejante aunque no idéntico, también tiene un peso corporal que le es propio. Esto se llama unto
de partida o "set point".
La predeterminación del peso corporal explica las diferencias marcadas que existen entre los
individuos para situarse en distintas escalas de peso, así como las distintas propensiones a ganar o
peder peso con mayor o menos facilidad. La expectativa de situarse en un peso alejado de aquel
predeterminado encontrará grandes resistencias por parte del propio organismo.

248
CAPÍTULO 5: ¿Qué ocurre en el cuerpo cuando se tiene anorexia o bulimia nerviosas?

Obviamente los daños que se producen son mayores cuando mayor es la gravedad de la
alteración de la conducta alimentaria.

Consecuencias físicas de la BN:


Estar inmerso en el circuito bulímico (ayunos, atracones, purgas diversas -vómitos, laxantes,
diuréticos, exceso de ejercicio, etc.- y nuevamente ayuno) afecta enormemente a nivel anímico o
psicológico. Sin embargo, es imprescindible considerar que el circuito descrito consiste en acciones
concretas, que involucran al organismo y, por lo mismo, el físico también sufre de variadas formas. Esto
explica que se vuelva tan difícil lograr una mejoría anímica de la persona afectada si no se empieza por
sacar al cuerpo del campo minado. Una vez repuesto mínimamente, es más factible encontrar los
vericuetos psicológicos que llevaron a ese camino sin salida.
Entonces, es muy importante conocer las causas a nivel físico y subsanarlas cuanto antes, para
empezar a sentirse mejor. A continuación vamos a ir mostrando parte por parte de qué modo se
encuentran afectado el cuerpo de una joven que tiene un T del comer de tipo BN.:

• Boca:
Cuando uno vomita, vuelve a la boca toda la comida que sale del estómago y junto con eso
también viene ácido clorhídrico. Ese ácido se encuentra en el estómago para ayudar a digerir lo que uno
ingiere. En la boca, este ácido puede:
a) Producir la pérdida del esmalte dentario en la cara interna de los dientes. Esto facilita
el aumento en la producción de caries. Además el daño es irreversible. Se ve mucho
en las jóvenes que han tenido episodios por tiempo suficientemente prolongado.
Tienen los dientes en pésimo estado o arreglado con fundas que suplen el diente
original.
b) Dañar las encías, el paladar y la garganta, produciendo inflamación de los mismos.
Las manos u otros elementos introducidos en la boca para estimular el vómito
pueden provocar heridas en la gargantea y el paladar, que en ocasiones llegan al
sangrado.

• Glándulas salivales:
Suelen aumentar de tamaño como consecuencia de la acción de vomitar. El resultado es un
rostro de aspecto regordete. Esto se revierte cuando cesan los vómitos.

• Alteraciones hidroelectrolíticas:
- Potasio:
Una de las complicaciones más graves de la BN es la reducción del potasio en sangre. La
pérdida del mismo se produce:
a) A través de los vómitos (el jugo gástrico es rico en potasio)
b) Al tomar diuréticos
c) Por la combinación de amos métodos. Esta situación es de altísimo riesgo.
La disminución del potasio en la sangre afecta el funcionamiento del corazón, ocasionando
arritmias cardíacas que pueden llevar a la muerte por paro cardíaco.
- Sodio:
También como consecuencia de los vómitos y/o del uso de laxantes suele disminuir el sodio en
sangre. Como la alimentación suele ser tan desordenada, en general la ingesta de sodio es de por sí
reducida.
La reducción de sodio en sangre produce disminución de la presión arterial y mareos.
- Magnesio:
Puede disminuir en sangre y en los tejidos en general como consecuencia del uso de laxantes y
diuréticos, solo o combinados. También se pierde magnesio al vomitar.
La pérdida de magnesio en sangre ocasiona debilidad muscular, hormigueos y calambres.
- Agua:
Suele haber pérdida de agua y electrolitos a través de los vómitos y del uso de laxantes y
diuréticos, solos o combinados. La pérdida de agua y electrolitos genera deshidratación.

• Aparato digestivo:

249
- Esófago:
Puede irritarse como consecuencia del pasaje de ácido clorhídrico en forma reiterada, lo que
produce esofagitis. El gran esfuerzo realizado para vomitar puede provocar la ruptura esofágica, cuadro
de suma gravedad que requiere tratamiento quirúrgico de urgencia. A veces este cuadro se anuncia con
una fisura esofágica.
También como consecuencia de los vómitos reiterados, es frecuente la aparición de reflujo
gastro-esofágico, lo que significa el pasaje espontáneo del contenido gástrico hacia el esófago. Es decir,
cuando el cuero se acostumbró a vomitar, puede ocurrir que lo que está en el estómago vuelva
espontáneamente a la boca, aun sin tener que hacer ningún esfuerzo.
- Estómago:
Es bastante común en una persona vomitadora la aparición de gastritis, debido a la pérdida a
través del vómito del moco que protege la mucosa gástrica del ácido clorhídrico. Como consecuencia, en
ocasiones pueden producirse vómitos de sangre.
También es frecuente que el vaciamiento gástrico se haga más lentamente. Como si el estómago
se volviera "perezoso" y generara sensación de estar "lleno" que dificulta la regulación de la ingesta.
Aunque con menor frecuencia, ocurre la dilatación gástrica y la ruptura gástrica, cuadro de suma
gravedad.
- Intestino:
Como efecto inmediato del uso de laxantes, pueden aparecer diarreas y dolores abdominales,
llamados cólicos.
Pero lo más frecuente es la aparición de constipación grave, como consecuencia del uso
prolongado de laxantes. Con el agravante de que esa constipación se traduce como "gordura" en la
percepción de las jóvenes y dispara nuevos ciclos de ayunos y purgas.

• Aparato cardiovascular:
Las consecuencias cardíacas más frecuentes ya fueron mencionadas, pro conviene repasarlas:
- Disminución de la presión arterial por la pérdida de líquido y sodio.
- Aumento de las pulsaciones cardíacas o taquicardia.
- Aparición de arritmias cardíacas como consecuencia de la pérdida de potasio, calcio
y magnesio, que puede producir arritmias graves que ocasionen paro cardíaco y
muerte.

• Aparato respiratorio:
No es frecuente, pero, en ocasiones, se produce el pasaje hacia las vías aéreas de pequeños
contenidos gástricos que suben del estómago al autoinducir el vómito. Esto produce cuadros de
bronquitis o de neumonías aspirativas, especialmente si el vómito se provoca en un estado de alteración
de la conciencia (por ej.: por alcohol).

• Aparato urinario:
No es difícil que se produzcan daño -de leves a moderados- en el funcionamiento de los riñones
como consecuencia de la deshidratación y el abuso de diuréticos. Puede producirse una necrosis renal
con la consecuente pérdida del riñón. También son frecuentes las infecciones urinarias y la producción de
litiasis urinaria (cálculos o arenilla).

• Aparato genital:
Es muy frecuente la aparición de irregularidades menstruales. La ausencia de menstruación o
amenorrea secundaria no es privativa de las anoréxicas o las personas muy delgadas. La menstruación
puede retirarse, aun en pacientes con BN y peso normal, simplemente como consecuencia del caos
alimenticio que altera el funcionamiento del sistema endocrino.

• Manos:
Suelen aparecer callosidades y erosiones, o lastimaduras en los nudillos de los dedos, o en el
sitio de roce contra los dientes, cuando se utiliza la mano ara provocar el vómito.

Consecuencias físicas de la AN:


Algunas de las consecuencias físicas de la anorexia nerviosa son semejantes a las descritas
antes. Otras son específicas.

250
• Gasto energético:
Se encuentra disminuido como adaptación a la baja ingesta de calorías.

• Temperatura:
Se encuentra disminuida como resultado de la disminución del gasto energético. Por esto muchas
jóvenes con anorexia se quejan de sentir frió.

• Aparato cardiovascular:
Como consecuencia de la disminución del gasto energético, es muy frecuente la disminución de:
a) Las pulsaciones cardíacas: bradicardia.
b) La presión arterial: hipotensión (baja presión).
Este es uno de los elemento que provoca esas descomposturas repentinas de las que hablan las
jóvenes, cuando relatan que se levantan de golpe de una silla, o estando acostadas intentan incorporarse
y "se les pone todo negro".
Las paredes del corazón disminuyen su grosor, en especial en ventrículo izquierdo (debido a la
disminución del músculo cardíaco) y es posible que aparezcan arritmias cardíacas provocadas por el
déficit de determinados nutrientes, como calcio, potasio y magnesio. Estos déficit de nutrientes en
ocasiones son causa de muerte por paro cardíaco consecuencia de una arritmia.

• Piel:
Se encuentra seca, áspera y quebradiza, también consecuencia de los déficits nutricionales, y
fría como efecto de la disminución del gasto energético que describíamos más arriba.
Las extremidades -manos y pies- suele estar bastante frías y con frecuencia de un color violáceo,
debido a las alteraciones circulatorias. También puede hallarse un color amarillento en las palmas de las
manos y las plantas de los pies -hipercarotenina-, debido a la ingesta excesiva de calabaza y/o
zanahoria, propia de la dieta que llevan estos pacientes. También es posible observar en zonas que
normalmente no tiene vello -espalda, brazos, mejillas- la aparición de un vello finito y largo, tipo pelusa,
llamado lanugo.

• Aparato digestivo:
- Estómago:
Es frecuente el retardo en la evacuación gástrica por dificultades en la contracción normal del
tubo digestivo, ocasionada por el déficit de nutrientes que describíamos anteriormente (magnesio, calcio,
potasio). La consecuencia lógica es que aparece una sensación de saciedad precoz, que favorece aun
más la perpetuación del cuadro anoréxico. Esta situación se revierte mediante la realimentación
progresiva y pautada.
- Intestino:
La motilidad intestinal también está disminuida como consecuencia del déficit de calcio, potasio,
magnesio. Esto, junto con la baja ingestión de alimentos, favorece la aparición de constipación pertinaz,
que en ocasiones puede requerir la utilización de enemas evacuantes.

• Aparato genital:
Uno de los síntomas distintivos de la AN es la amenorrea, por un período de 3 meses o más, con
niveles bajos de estrógenos. La amenorrea se debe no sólo a la pérdida de peso, sino también al estrés
psicológico permanente que ocasiona el control alimentario riguroso, típico de esta clase de pacientes.

• Fertilidad:
Puede ocurrir una disminución en la fertilidad, como consecuencia de una alimentación restrictiva
prolongada.

• Sistema óseo:
Es posible que se produzca una disminución del calcio en los huesos, generalmente en la
caderas y la columna lumbar, con la posibilidad de fracturas espontáneas. Esto se llama osteoporosis. Se
debe a una ingesta de calcio disminuida por la mala alimentación y agravada por la dificultad en la fijación
del calcio en los huesos, como consecuencia de la baja producción de estrógenos.

• Tejido celular subcutáneo:

251
Es factible encontrar edemas en determinadas partes del cuerpo, generalmente en piernas y pies,
sobretodo cuando la paciente comienza a realimentarse. El edema es una retención de líquido en el tejido
celular subcutáneo. Se produce por un aumento en la retención de sodio.

• Sangre:
Es frecuente la aparición de anemias por déficit de hierro, lo cual aumenta la sensación de
cansancio y un estado de tipo depresivo por la falta de fuerzas. También es frecuente el aumento del
colesterol: hipercolesterolemia.

Aspecto alimentario del tratamiento nutricional para la BN y TANE:

1) Aprender a comer nuevamente:


La clave de la recuperación está en el ordenamiento de la alimentación, que traerá aparejado el
restablecimiento no sólo orgánico sino también anímico. Por lo tanto, la intervención inicial a este nivel
consiste fundamentalmente en diseñar un plan alimentario específico y adecuado a las características
únicas de cada paciente, pero con 2 objetivos comunes a todos los caso:
• Normalizar el patrón alimentario para evitar los atracones y las purgas
• Normalizar el peso en caso de que haya sobrepeso.
Hay que remarcar lo que ya sabemos, que es exactamente opuesto a lo que piensa la joven con
bulimia:
• El descenso de peso sólo puede empezar a producirse una vez que se terminan los atracones.
• Los atracones comienzan a desaparecer cuando se normaliza el patrón alimentario.
La primer meta: volver a aprender a comer.

2) El programa de alimentación:
El plan de alimentación que se requiere para que una joven con BN se cure y empiece a tener
una alimentación sana tiene las siguientes características:

• Es muy bien pautado:


Si es necesario, hay que especificar qué es lo que se va a comer día por día. Esto es importante
ya que las pacientes tienen pánico a engordar, y este miedo aumenta cuando piensan en no utilizar más
las purgas como compensación. Por lo tanto, deben tener la seguridad de que lo que ingieren es
adecuado para mantener su peso o bien disminuirlo si poseen sobrepeso. (Ej. Testimonio de paciente
con BN, Pág. 116).

• Es normal en calorías:
Nunca debe realizarse un plan de alimentación bajo en calorías o restrictivo, ya que es la
restricción alimentaria la que contribuye a la instalación y mantenimiento del T. En la medida en que las
calorías están por debajo de lo necesario, se empieza a "juntar apetito", lo que desemboca
indefectiblemente en el atracón. Por lo tanto, debe evitarse la aparición del apetito intenso. (Ej.
Testimonio de paciente con BN, Pág. 116).

• Es normal en hidratos de carbono:


Se remarca la necesidad de ingerir de un 50% a un 60% de la calorías diarias en forma de
hidratos de carbono. La razón es la misma: la ausencia de hidratos de carbono por restricción a la larga
desemboca en una ingesta desaforada de los mismos. (Ej. Testimonios de pacientes con BN, Pág. 116-
7).

• Es fraccionado:
En 4 a 6 comidas diarias, nunca menos de 4.
Esto es clave, sobretodo al comienzo de la recuperación, en que las sensaciones de apetito y
saciedad están muy vinculadas al atracón y el vómito.
Comer cada menos tiempo:
- Evita tener que consumir en cada ingesta cantidades abundantes que dan la
sensación de estar desbordándose.
- Evita tener espacios prolongados sin comer, que también da la sensación de estar
juntando el apetito, lo que llevaría a un descontrol.

252
• Incluye todo tipo de alimentos:
Teniendo en cuenta, básicamente, los gustos de la paciente, pero no dejando de lado nada que
sea necesario para la buena salud. Los alimentos que son "temidos" se van incluyendo al ritmo de cada
paciente.
No hay criterio de alimentos "permitidos" porque no hay alimentos "prohibidos". Todos los
alimentos pueden ser incluidos, y se orienta en la cantidad con que conviene comerlos (aun de los
alimentos calóricos) para mantener el peso. (Ej. Testimonio de paciente con BN, Pág. 117).

3) Con respecto al peso:


Se sugiere a la paciente delegar en la nutricionista el control del peso. Se le pide que confíe en
que el objetivo de ambas es que alcance el peso adecuado, pero que ella todavía no está en condiciones
de regular nada al respecto, por el nivel de distorsión de la percepción que le ha provocado el trastorno
en sí. Por lo tanto, se le pide que no se pese más sola, y en la consulta semanal se la pesa de frente o de
espalda, según la tolerancia de cada paciente a ver las oscilaciones de peso, que suelen ser normales en
una etapa en que el organismo se está reestableciendo. Se refuerza el concepto de "peso posible" para
cada una, es decir, aquel que se logra y mantiene como consecuencia de:
- Comer moderadamente y sin privaciones,
- Junto con una actividad física moderada.
Ese peso posible no necesariamente coincide con el peso ideal o deseado.

4) Los registros del aprendizaje.


Es de suma utilidad trabajar al comienzo con registros alimentarios, donde la paciente anota qué
y cuánto come, con quién, a qué hora, y la sensación acompañante (apetito, ansiedad, miedo, culpa,
cansancio, etc.)
De ese modo, aprende a reconocer situaciones que la predisponen al atracón, ya sean:
- De índole netamente nutricional: apetito, restricción, necesidad de hidratos.
- De tipo anímicas: fastidio, soledad, aburrimiento, inseguridad, frustración, etc.
(Ej. Testimonios de pacientes, Pág. 119).

Aspecto alimentario del tratamiento nutricional para la AN:


Igual que para los otros T del comer, también en el caso de la AN, la clave de la recuperación
empieza por el ordenamiento de la alimentación. El plan alimentario específico, en estos cuadro, tendrá 2
objetivos fundamentales:
- Recuperación del peso y del estado nutricional.
- Normalización del patrón alimentario.
Es importante explicarles a la paciente y sus padres que el objetivo de ninguna manera es que
"sea gorda", sino que pueda estar delgada de un modo que la mantenga sana.
En este punto justamente es clave que la persona a cargo del programa de renutrición se ocupe
de que en el proceso de recuperación no se produzca un efecto péndulo. Por eso, en el diseño del plan
de alimentación se tendrá en cuenta que el aumento de peso sea gradual y nunca más allá de lo
esperado.

1) ¿Cuál es el peso esperado?


El peso teórico que le corresponde a cada persona se establece de acuerdo con la relación entre:
- Sus factores hereditarios
- Su historia en relación con el peso
- Su altura
- Su contextura física.
Ese peso teórico no se expresa con un número fijo único (al que suelen atarse las jóvenes con T
del comer como un ideal rígido e inmodificable) sino como un rango posible, que en general abarca hasta
más o menos 6 kilos. Esto implica que la persona está bien y en su peso mientras esté dentro de ese
rango.
Es fundamental que tanto la paciente como sus familiares tengan en claro que:
- Hay un peso mínimo al que hay que llegar, que se establece considerando estos
factores, y que para no correr riesgos de salud, nunca puede estar por debajo del 10%
del peso teórico
- Que se irá llegando a este objetivo en forma gradual, no sólo por considerar que
cualquier persona que ha bajado bruscamente de peso tiene temor de engordar de golpe

253
apenas empieza a comer, sino porque es preciso ir a un ritmo que le permita al
metabolismo hacer los ajustes necesarios a la nueva situación.
El control de peso se hace semanalmente -excepto en casos muy graves, que peden requerir un
control diario o día por medio- y, por lo general, se las pesa de frente, salvo que la paciente pida
explícitamente lo contrario. A diferencia de los casos de BN o TANE, a las jóvenes con AN las tranquiliza
más tener cierto control del aumento del peso, y se disponen mejor a colaborar al comprobar que van con
un ritmo que concuerda con lo pactado. (Ej. Testimonios de pacientes, Pág. 120).

2) El programa de alimentación:
Con respecto al plan de alimentación que se requiere para que una joven con AN se recupere:
• Debe ser personalizado:
Teniendo en cuenta la selectividad de la paciente y las posibilidades concretas que se van
presentando de enriquecerlo. ("¿Qué te animarías a comer?, ¿Te parece bien esto?"). Se trata de ir
incluyendo, a lo largo de las consultas, todo tipo de alimentos para cubrir los requerimientos de proteínas,
grasas e hidratos de carbono, así como los de vitaminas y minerales.

• Debe ser fraccionado:


Remarcando la importancia de las 4 comidas principales y las colaciones correspondientes.

• Debe ser pautado:


Indicando claramente las cantidades explícitas a consumir en cada ingesta, para evitar el temor a
engordar ilimitadamente.
Para algunas pacientes, es conveniente dejar cierto grado de decisión en las comidas no
fundamentales (por ej.: poder postergar una colación).

• Las calorías que incluye:


Al comienzo son levemente mayores a las que viene ingiriendo la paciente y se van aumentado
lentamente a medida que avanza el tratamiento y la paciente recupera el peso.

3) Los miedos y los mitos sobre lo que engorda.


Es muy importante explicitar con cada paciente cuáles son sus miedos y de qué forma se
presentan, para encontrar diversas formas de superarlos. Muchos de los miedos provienen, más que de
algo real y comprobable, de mitos tejidos social o individualmente, sobre los efectos "engordantes" de
ciertos alimentos. Por lo tanto, una parte importante de la recuperación consiste en obtener información
clara al respecto y animarse a experimentar con esos alimentos, para comprobar cómo pueden ingerirse
en cantidades adecuadas de modo tal que no influyan negativamente en el peso.

4) La relación paciente-nutricionista:
La relación de la paciente con la persona a cargo de su recuperación nutricional es fundamental
para lograr este nivel de compromiso que se requiere para avanzar. En determinados puntos, será
necesaria su disponibilidad para implementar ciertas estrategias que ayuden a superar esos miedos. Por
ejemplo: tomar juntas un té con medialunas en el consultorio, o en un bar, para que se anime la primera
vez a reincorporar algo que le gusta mucho pero a la vez le da mucho miedo comerlo.

Aspecto educacional del tratamiento nutricional de los trastornos del comer.


Desde el primer contacto con la paciente, los profesionales van dándoles a ella y su familia
información que permite entender determinados mecanismos, y por lo tanto colaborar en su modificación.
Consideramos conveniente recordar algunos de esos aspectos de la fisiología del organismo que
muchas veces no se toman en cuenta o están distorsionados por todos los intereses que rodean al
mundo de las dietas. Conocerlos posibilita modificar actitudes, algo imprescindible para el
establecimiento.

1) El círculo: dietas restrictivas, atracón y purgas diversas:

Hacer dieta es la forma más común de controlar el peso entre las personas con T del comer.
No hay nada secreto acerca de las dietas: todas llevan a la restricción de calorías, por debajo de
lo que el cuerpo requiere para funcionar sanamente. Cuando la restricción es suficientemente severa, el
cuerpo comienza a producir su propia energía: almacena y utiliza el tejido adiposo (graso) para cubrir el

254
déficit de energía y, como consecuencia, uno comienza a perder peso. El cuerpo está equipado como
para manejarse sin demasiados problemas, con reducciones calóricas a corto plazo. Sin embargo,
mantener a mediano o largo plazo la restricción calórica provoca cambios internos en el cuerpo. Una de
las consecuencias es el comer descontroladamente porque la dieta restrictiva ocasiona apetito y
necesidad de ingerir hidratos de carbono.
El hidrato de carbono es el principal combustible energético del organismo y, en una dieta
balanceada, entre el 50% y el 60% de las calorías deben ser aportadas en forma de hidratos de carbono.
Lo que sucede generalmente, cuando se realiza una dieta restrictiva o hipocalórica:
a) Se suprimen los alimentos ricos en hidratos, y por este motivo aparece la necesidad
imperiosa de comerlos
b) Si uno se resiste a ellos, a lo largo de los días esa necesidad crece hasta que el
organismo no resiste más y puede entonces manifestarse el primer atracón o descontrol
alimentario.
El atracón es una consecuencia natural de la privación calórica.
Un atracón se caracteriza por la ingesta de una enorme cantidad de alimentos ricos en hidratos
de carbono, n muy poco tiempo, y con la sensación de no poder controlar qué ni cuánto se come,
después de lo cual la persona se siente culpable y disgustada consigo misma.
c) Como consecuencia de ello y de la ansiedad que le produce el miedo a engordar, se
recurre a una purga o compensación inapropiada: vómitos autoinducidos, laxantes,
diuréticos, exceso de ejercicio.
El vómito autoinducido comienza implementándose como un sistema para recuperar el control
después de un atracón, y termina siendo un fracaso en el control, ya que de hecho el vómito "legitima" el
atracón y, por lo tanto, el descontrol.
d) Recomienza el ayuno o dieta restrictiva (hipocalórica)
e) Que conduce nuevamente a una situación de hambre y necesidad d hidratos de carbono,
que seguramente desembocará en el atracón.
f) Con las subsiguientes purgas de diferente tipo. Así se cierra un círculo vicioso que se
consolida cada vez más.

Dieta restrictiva

Purga Apetito y necesidad de hidratos

Atracón

Una investigación que se realizó en una escuela en EEUU, demostró que la gente que no hace
dieta habitualmente se autorregula en forma natural: Si come un poco de una cosa, después come menos
de la otra. En cambio, parece quedar claro que la gente que suele estar a dieta, "contrarregula" su
ingesta: come más cuando ya comió, y menos si mantiene la dieta. "Romper" la dieta da un permiso para
seguir comiendo aunque no sea necesario. (Se describe la experiencia en Pág. 126).
La conclusión salta a la vista: la dieta es el principal factor de mantenimiento de un T del comer.

2) Incidencia del "set point" del peso o peso programado.

El set point es un punto de equilibrio que determina el peso que cada individuo tiene, y que está
establecido genéticamente (por lo tanto no puede ser modificado). Hay momentos en que se define, como
en el primer año de vida, en la pubertad, en la menopausia. Hay momentos en que es más flexible, como
en la adolescencia, durantes los embarazos. O sea que algunos factores influyen en su establecimiento
(edad y herencia) y otros parecen tener impacto en su regulación y ser capaces de descenderlo, como
por ejemplo, el nivel de estrés en un momento determinado, el cigarrillo, el ejercicio. De todos modos, el
efecto de cualquiera de ellos es pequeño.
Cuando por medios de dieta restrictiva se intenta descender en forma marcada ese peso, el
organismo se protege disminuyendo el gasto energético, para mantener el peso cerca del nivel que tiene
asignado. Esto explicaría la afirmación del apartado anterior: la dieta es el principal factor de
mantenimiento de un T. del comer. Además, también explicaría porqué los que hacen dietas restrictivas
fracasan en mantener bajo el peso a largo plazo.
Muchas de las jóvenes que consultan por T del comer de diversos tipos se encuentran por debajo
de su "set-point".

255
• En la AN, por ejemplo, la persona logra mantener u peso corporal muy por debajo del
nivel necesario para funcionar sanamente. Algunas logran ese peso bajando de un peso
más alto en su adolescencia o juventud temprana. Otras comienzan a restringir antes,
con lo cual no logran bajar de peso a medida que crecen.
• Muchas de las personas que desarrollan BN o TANE también están por debajo de su
set-point, aunque aparenten estar en su peso normal porque no tiene es aspecto
esquelético de las personas con AN.
• Otras personas con T alimenticios están cercanas al peso natural, pero no pueden
reconocerlo a causa de la relación caótica que tienen con la comida, y continúan con las
prácticas de control de peso.
Pero básicamente, no podrán evitar la urgencia por comer que las lleva al atracón, hasta que no
estén en un peso más sano, debido a la presión en contra que el organismo le pone a es estado de
privación. También la depresión, la ansiedad y el consumo de alcohol aumentan las ganas de comer en
los que hacen dietas restrictivas.
Cuando en estas circunstancias de restricción se producen los atracones o descontroles
alimentarios, lejos de bajar de peso lo que sucede generalmente es lo contrario: un aumento de peso
importante. Las calorías consumidas en un atracón, después de ayunos autoimpuestos, es menos
probable que se consuman como combustible y más seguro que se almacenen como grasa. La ecuación
es simple:
Ingreso de muchas + gasto energético disminuido = aumento
calorías por atracón por el estado de restricción de peso.

A la larga se llega aun peso mayor que el peso programado, o sea, el peso natural de la persona,
previo a la dieta. (Ej. Testimonios de pacientes, Pág. 130).
Para salir de esta situación es necesario volver a un patrón alimentario normal, con 4 comidas por
día como mínimo, que tiene como efecto:
- Aumentar nuevamente el gato energético, quemando en forma normal las calorías que
corresponde;
- Evitar la aparición del apetito y la necesidad imperiosa de hidratos porque no es
restrictivo
- En consecuencia, disminuyen o desaparecen los atracones.
(Ej. Testimonio de paciente, Pág. 130)

Centrarse en volver a comer normalmente, en lugar de en el aumento de peso, es la única


posibilidad de superar el T alimenticio.

3) Algo más sobre atracones.

Si bien este síntoma es un rasgo típico de las personas con BN, entre el 50% y el 60% de las
personas con AN terminan experimentándolo también.
Describimos más arriba en qué consiste un atracón y qué lo origina. La situación se experimenta
en su totalidad como algo fuera del propio control, que de algún modo le sobreviene a uno.
Es común que estos episodios se practiquen en secreto y sólo se interrumpan si alguien entra en
el lugar, o cuando se acaba la comida, o por la dolorosa sensación de distensión abdominal muy
frecuente después de tal ingesta. A veces las jóvenes manifiestan que previo al atracón experimentaron
sentimientos de ansiedad, depresión, frustración o aburrimiento. Mientras dura el atracón, uno se distrae
de estos sentimientos desagradables, pero invariablemente retornan apenas "la comilona" termina. A esto
se le suma una sensación de frustración y la consiguiente depresión, que llevará al aislamiento y el
encierro en una misma.
La asociación entre empeoramiento del estado anímico-episodio de atracón lleva a muchas
jóvenes a "explicarse" sus comilonas como respuestas a esos sentimientos o ideas angustiosas al estilo
de "descargas". Y concluyen definiéndose como "comedoras emocionales", como su lo que les sucede se
debiera casi exclusivamente a su falta de control frente a situaciones adversas. Esto es un malentendido
de los mecanismos que realmente subyacen a este comportamiento alimentario.
Los estados de ánimo negativos disparan un atracón sólo si la persona está crónicamente a
dieta. Sin hablar de que también es casi seguro que gran parte de los sentimientos que a menudo
preceden a un atracón pueden ser consecuencia directa, justamente, del estado de privación nutricional,
en la forma de baja glucosa en sangre.

256
No cabe duda, entonces, y podemos descartarlo una vez más que: Los atracones son una
respuesta natural a la dieta crónica y a los esfuerzos sostenidos por mantener un peso corporal más bajo
que el programado.
La secuencia típica consiste en:
- "Comenzar el lunes" con la firme decisión de "cumplir con la dieta", salteando comidas, y
cuando se come, restringiendo calorías,
- pero a medida que avanza la semana, el apetito creciente y la ingesta de comidas varias
conducen a:
o la preocupación por "traicionar" su propósito y
o El descontrol y consecuente atracón si las circunstancias lo permiten.
Circuito que inevitablemente se vuelve autoperpetuante del T del comer. Y además genera
hábitos alimenticios y relaciones con la comida muy difíciles de modificar, que a veces se interpretan
como adicciones.
Es el proceso -o sea, hacer dieta- y no las sustancias -diferentes comidas- lo que es adictivo.
Cuando se normaliza la ingesta, cesa la sensación de descontrol, porque deja de haber largos
períodos de ayuno y ya no existen los alimentos prohibidos, por largo tiempo anhelados.
(Ej. diálogo entre 4 pacientes de un grupo terapéutico, Pág. 134-5)

4) Ineficacia de las purgas.

Muchas jóvenes siguen un razonamiento que parece de sentido común pero que es
esencialmente falso: "Si vomito, uso laxantes para evacuar el vientre o diuréticos, y trato de no comer
nada, adelgazaré siempre".
Esta es la explicación de porque es falso ese razonamiento.

- Laxantes:
Estas sustancias son peligrosas e ineficaces para eliminar calorías, porque, primariamente,
afectan el vaciamiento del intestino grueso mientras que la absorción de nutrientes se produce en el
intestino delgado.
Aun con dosis exageradas sólo se puede lograr una pérdida del 5% de las calorías ingeridas. La
diarrea que ocasionan se debe a que aumentan la secreción de agua y sodio hacia el interior del intestino
grueso, y además estimulan en forma directa la contractilidad del intestino. La disminución del peso de
debe a la pérdida de agua y no de tejido graso. O sea que los laxantes sólo logran volver disfuncional al
intestino, por la pérdida de contractilidad natural, y producir desequilibrios electrolíticos y deshidratación,
que llevan a complicaciones médicas potencialmente muy serias, de las que hablamos al comienzo de
este capítulo.

- Diuréticos:
Actúan a nivel de los riñones, ocasionando un aumento en la pérdida de agua y potasio por la
orina. Al igual que con los laxantes, la disminución del peso se debe a la pérdida de agua y no de tejido
graso, lo cual significa que la persona puede esta seriamente deshidratada y no necesariamente más
delgada.

- Vómitos, ayuno y dieta restrictiva:


Ya hemos explicado que, si bien evitan o compensan las calorías ingeridas, vuelven a producir
apetito y necesidad de hidratos. De esta manera, se prepara el terreno para un nuevo atracón o
descontrol alimentario, que a la larga resultará en un aumento de peso, objetivo contrario al buscado.
El vómito también produce disturbios electrolíticos internos, que colocan al individuo frente a
severos riesgos de salud. Y como no sirve para eliminar todas las calorías del estómago, de hecho el
ciclo atracón-vómito no produce baja de peso, pero sí crea problemas serios en el medio interno del
organismo.
(Ej. Testimonios de pacientes, Pág. 137-8).

5) Ejercicio físico.
Muchas de las personas con desórdenes alimenticios utilizan el ejercicio para quemar calorías, o
sea, como una forma de purgarse. Oras no se permiten comer si no han cumplido con su cuota de
ejercicio diario.

257
Uno de los peligros del exceso de ejercicio combinado con dietas restrictivas es el esfuerzo
intenso que exige al corazón. Recordemos aquí los efectos de la privación nutricional sobre el sistema
cardiovascular. De todos modos, nunca el ejercicio, por más intenso que sea, logra compensar la
disminución del metabolismo que producen las dietas estrictas.

"Para muestra basta un botón": testimonios.


Testimonios escritos por jóvenes en distintos momentos del tratamiento (Pág. 138-143).
Diálogo entre pacientes durante una sesión evaluativa (Pág. 143-148).

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CAPÍTULO 6: ¿Cómo y cuándo recibir ayuda profesional?

Primeros pasos para armar un equipo de trabajo:

1) Definiendo prioridades:
Existe la posibilidad de que una joven atraviese por períodos de dificultad con su cuerpo y esto se
manifieste en problemas con la alimentación del tipo de los que hemos descrito. También es posible que
pueda resolverlos con la ayuda de la red social en la que vive: apoyo de padres, consejo de amigas,
propias fuerzas, buena orientación médica, etc. algunas veces, sin embargo, esto no sucede y el
problema se va haciendo más complicado a medida que continúa internándose en el territorio
trastornado.:
- Porque la joven en cuestión se aísle (conducta típica) y nade se entere de lo que está
pasando
- Porque voluntariamente lo oculte, o minimice la sintomatología ante los profesionales
- Porque la familia esté demasiado ocupada en otras cosas como para prestarles atención
a los síntomas que van expresándolo, etc.
Es en estos casos que es útil recurrir a la ayuda especialista. Esta comprobado que:
- No existe terapia eficaz de la AN que no esté acompañada de un proceso de renutrición
- No existe terapia eficaz de la BN o de T del comer en general que no este acompañada
del restablecimiento de hábitos correctos de alimentación.
Es falso e inoperante pensar que, si se cambia primero la actitud interna hacia la comida o hacia
el propio cuerpo, o si se modifican ciertos aspectos psicológicos en primer lugar, la conducta alimentaria
se ordenará espontáneamente a continuación.

2) Primero el cuidado del cuerpo:


El primer paso debe ser siempre ponerse en manos de un médico clínico que pueda evaluar, a
través de un completo chequeo médico, la situación clínica de los pacientes, los efectos que la mala
alimentación ha causado, el peso en que se encuentra, funcionamiento cardíaco y demás. De esta
evaluación se decidirá si hace falta alguna medicación y cuál es la dieta indicada para la joven.
Cuando el médico es experto en nutrición y conoce este tipo de T, se ocupa él mismo del plan.
De lo contrario, en general deriva a algún especialista en nutrición. Después de que se verifique que esto
está marchando, se dará lugar a los aspectos psicológicos y de cambio de conductas y hábitos.
Se vuelve imprescindible que los primeros esfuerzos de todos los involucrados en el proceso de
recuperación estén destinados a lograr una correcta alimentación, que restablecerá a la paciente no sólo
físicamente sino también emocionalmente. Y sólo una vez que este aspecto está encaminado se dará
lugar a otras cuestiones, como la falta de contacto social, los problemas de relación en la familia, etc.

3) ¿Quién está más interesado en solucionar el problema?


En primer término es muy importante determinar si se cuenta o no con la motivación suficiente
para curarse por parte de la joven que está padeciendo el problema.
No es habitual que la paciente quiera curarse, ya que la mala alimentación ayuda a producir
distorsiones en:
- La percepción
- La voluntad
- La expectativa de mejorar
- La autoestima
(Ej. Testimonios de pacientes, Pág. 150-1).

Pero si no contamos con las ganas de salir del trastorno, de la que lo padece o de alguien
significativo que inicialmente pone las ganas para colaborar en el proceso de recuperación, no podemos
avanzar. Alguien tiene que quererlo, y ese pedido es nuestro motivo principal para ponernos en camino
con la paciente, su familia, o quine la acompaña.
Cuando no contamos inicialmente con la colaboración de la paciente es posible aun intentar
convencerla a partir de darle información acerca de lo que padece y de cómo eso influye en su estado
anímico; ayudándola a entender que ella no es "culpable" de lo que le está pasando, que una vez que se
instala un T del comer los efectos se desencadenan más allá de la voluntad de la que lo padece. También
es importante explicarle en qué consiste la terapia que va a realizar; hacerle entender que uno sabe de
los sufrimientos y los miedos por los que ella está pasando, y hablarle de cómo se va a sentir cuando

259
supere los actuales inconvenientes. Es fundamental que pueda vernos como aliados de ella y no sus
enemigos que queremos hacerla engordar a cualquier precio (ya que casi siempre es esa precisamente
la fantasía de las jóvenes que nos consultan).
Si aún así no se logra motivación de la paciente para cambiar, todo el trabajo inicial para sacar a
la paciente de la situación de riesgo se apoyará centralmente en la familia de la joven. En los casos de
AN esta es la regla más que la excepción
Queda claro, entonces, que una de las primeras cosas que es importante detectar es: con qué
fuerzas contamos y con qué resistencias.

4) La ayuda imprescindible de los padres:


Para empezar a coordinar esfuerzos en la dirección deseada, es útil indagar qué cosas ha hecho
la familia hasta ese momento para enfrentar la situación (si es que ya ha hecho algo). Es importante
aprovechar lo que sí ha ayudado y desestimar las actitudes que comprobadamente no dieron resultado.
Algunas veces los padres pusieron en práctica soluciones que de haber persistido en el tiempo
hubieran dado resultados, pero que se abandonaron prematuramente. Lo más frecuente es que se fluctúe
entre diversos intentos de solución, que al no tener efecto inmediato, se abandonan y se reemplazan por
actitudes opuestas. Por ej.:
- Muy a menudo, los padres mezclan intentos tímidos de persuasión con estallidos de
violencia, producto de la frustración.
- Otras veces, adoptan la actitud de no prestarle atención al problema porque piensan "ya
se le va a pasar, son cosas de la edad".
- Otros padres apenas ven un signo del problema adoptan una actitud alarmista y se
desesperan. Esto les da a las hijas una buena ocasión de manejarlo a su voluntad; al
convertirse en el centro de atención de su casa utilizan ese "poder" para llamar la
atención y compensar de esa manera su sensación de no tener nada bajo control.
Lo principal es que los padres no se sientan "culpables" por la situación que se ha planteado, y
mucho menos que sean los profesionales los que los carguen con ese fardo. Cuando empieza a jugar la
culpa, los padres se sienten deprimidos o derrotados y pierden sus recursos para colaborar activamente
en el proceso de recuperación. En todo caso, si ha habido errores es bueno considerarlos como producto
de la necesidad desesperada de hacer algo, de encontrar una solución en medio de una situación que de
por sí es muy crítica y que casi siempre los enfrenta con la "testarudez" propia de una hija con T del
comer y por lo tanto no dispuesta a cambiar las cosas.
En general solemos pedirle a los padres que "tiren juntos del carro" en una actitud firme y sin
claudicaciones ni excepciones a la hora de cumplir con la dieta de alimentación propuesta por el
nutricionista. Y es en este punto donde se pondrá el máximo de las energías al comienzo.
Son innumerables las formas en que las jóvenes con estos problemas y que no están dispuestas
a colaborar tiene de persistir en sus conductas y engañar a los padres. Pueden decirles que ya comieron
y sin embargo haber tirado la comida por el inodoro. Pueden intentar negociar con los padres que si estos
les permiten comer la mitad del desayuno indicado ellas luego comerán un poco más a la hora del
almuerzo, para luego volver a intentar postergar la compensación hasta la hora de la cena, y así sucesiva
y agotadoramente. Cuanto más resistente sea la actitud de la paciente, más constante deberá ser el
seguimiento por parte de los padres.
(Esquela enviada por una mamá de una paciente, Pág. 154-5).
En los casos de consultas que tiene un diagnóstico de AN, "el camino de salida" suele continuar
basado fundamentalmente en esta orientación y apoyo a los padres y la progresiva integración de la
paciente en un proceso terapéutico a través de:
- Sesiones vinculares con sus padres y/o familiares o con personas ligadas estrechamente
a la paciente, que se ofrecen o colaborar cuando los familiares no están cerca o no
existen.
- Sesiones con amigas, que suelen ser excelentes coterapeutas por la disponibilidad que
tiene para ayudar y porque de hecho pasan muchas horas del día juntas.
- Sesiones individuales, cuando ya la paciente está más motivada a trabajar por sí misma
y su recuperación.

5) Sintetizando hasta aquí.


(Ej. Testimonio de una paciente, Pág. 156).

260
La salida del territorio trastornado es transitable pero es esencial tener claro que es imposible que
se lleva a cabo el proceso de curación sin el trabajo constante y firme de la familia, y mucho más
necesario cuando la paciente no está aún en condiciones de aportar su colaboración.
En general, las personas que transitan esos caminos hace mucho tiempo, ya no se preguntan
cómo salir, sino más bien cómo sobrevivir a pesar de todo, si es que se preguntan algo. Sus padres o
personas significativas ya no suelen buscar salidas para ellas, derrotados por tantos fracasos; y las
posibilidades de modificar la situación se vuelven mínimas. Un "prolongado" T del comer tiene un
pronóstico más reservado respecto a su curación.
De todos modos, y mientras la gravedad del caso no requiera otro tipo de intervenciones,
creemos que las cosas pueden -y es conveniente que así sea- resolverse en casa.
Es fundamental la creación de lazos cercanos de los terapeutas con los consultantes y sus otros
significativos. El cambio finalmente se hará posible por el compromiso de todos, trabajando en equipo.
Este tipo de patologías requiere la intervención de muchos profesionales diferentes.

Grupos psicoeducativos para los trastornos del comer:

1) ¿Por qué los grupos psicoeducativos?


En los casos de consultas que tiene un diagnóstico de BN o TANE, que son la mayoría, un
recurso que utilizamos habitualmente es reunir a las jóvenes en grupos en los que se imparte
dosificadamente una información semejante a la que hemos vertido en este libro, y se trabaja sobre
soluciones y estrategias para enfrentar las dificultades más comunes por las que atraviesan.
Como lo decíamos en palabras previas: El primer paso y el comienzo del proceso de tratamiento
para la recuperación de un T del comer es proveer información acerca de la naturaleza del desorden.
A esta primera instancia la llamaos psicoeducación.
En los casos de AN, la psicoeducación es impartida a los padres, en sesiones de orientación
familiar -con la hija presente o no- fundamentalmente porque las pacientes no se encentran en
condiciones de integrarse a un grupo en esta etapa del tratamiento, y de hecho quienes están a cargo no
son ellas mismas.
En cambio, en los demás casos, en general no hay contraindicaciones de incorporarse a un
grupo, sino más bien lo contrario.
Desde la primera entrevista con las pacientes y sus padres, se vuelve imprescindible comenzar a
dar información para que puedan ir tomándose las medidas necesarias referentes a la parte clínica y la
reeducación alimentaría. También se les informa sobre la conveniencia de incorporarse oportunamente a
un grupo psicoeducativo, por las ventajas que describiremos a continuación.
Se trabaja sobre la imagen corporal, cómo evitar ser arrastrada por los dictados de la moda, y
sobre las cuestiones psicológicas que están en juego al "desplazar" hacia e cuerpo con tanta intensidad
todo el foco de atención.
De ese modo se cubre la parte "educativa". También se desarrolla el autoconocimiento y el
descubrimiento de recursos personales para ir resolviendo los problemas propios de cada una, que seria
la parte más "psico(lógica)".
El poder transmitir esta información en un contexto grupal conlleva beneficios tales como:
- Ser un ámbito específico para evacuar todo tipo de dudas respecto al tema, que en
general no tienen claro porque les da vergüenza
- Entender y comprobar que uno no está solo en esto
- Verificar que hay muchas otras jóvenes que padecen el mismo tipo de problema y no por
eso están "locas"
- Aumentar, por lo mismo, la motivación a mejorar
- Compartir y aprender de otras experiencias
- Aprender a expresar sentimientos
- Aprender a pedir y animarse a recibir ayuda de otros
- Poder ayudar a otros a pesar de sentirse muy mal
- Tener una red de contención importante para esa etapa de cambios en la que muchas
veces uno se siente muy solo.

2) ¿Cómo son los grupos psicoeducativos?


Los grupos psicoeducativos tienen una naturaleza breve y fundamentalmente didáctica. Por lo
general, se forman grupos de 6 a 12 participantes, y duran entre 5 y 8 semanas, con una sesión semanal

261
de una hora y media de duración, coordinados por 2 profesionales de la salud (psicólogo, psiquiatra o
médico).
Se realiza al comentar un contrato verbal que implica no faltar a ninguno de los encuentros,
guardar reserva sobre lo que se comparta en el grupo, completar y retomar todas las semanas unas
planillas de automonitoreo (Anexo 1, pág. 205-206) que se les entregan al final de cada reunión. Se
verifica que efectivamente hayan hecho el contacto con el médico que se ocupará del chequeo clínico.
A veces las jóvenes prefieren hacer el curso antes de cambiar sus hábitos alimenticios, porque
temen descontrolarse y/o engordar súbitamente. Se les da la alternativa de postergar la orientación
nutricional, pero a medida que avanzan en el análisis y comentario de la información que se va
impartiendo, muchas resuelven no esperar y comenzar su reeducación alimentaria cuanto antes,
convencidas de que ahí está gran parte de la posibilidad de recuperación.
Al finalizar el primer encuentro, se entrega a las participantes el primer capítulo de un "manual
psicoeducativo" para grupos de T del comer, con el que se trabajará a lo largo del tiempo que dure el
curso. Este manual contiene toda la información que nos parece esencial impartir durante las regiones,
gran parte de la cual se encuentra desarrollada en este libro. Además, contiene estrategias específicas
para aplicar durante el proceso de regularización de la alimentación (Anexo 2, pág. 207-211), así como
pautas de problemas de diversa índole, que si no se encaran inevitablemente serán desplazados una vez
más al cuerpo.
Una cosa es cuidarse y otra es "tapar" con una obsesión por el cuerpo otros problemas o algún
conflicto afectivo más difícil de resolver.
Se espera que el contenido del capítulo sea el tema principal para discutir en el siguiente
encuentro, y para cada reunión hay una nueva sección del manual que es imprescindible leer. También
se les pide a las participantes que ese material sea leído por sus padres.
Hacia el final del curso, se hace una reunión con los padres de todas las participantes, para
intercambiar experiencias, dudas, temores y esperanzas. También para compartir ideas de cómo
ingeniárselas para llevar a sus hijas a buen puerto.
Todos los encuentros, entonces, tienen un tema organizado a partir de la lectura propuesta. Las
dudas y reflexiones que el material les genera son aclaradas y compartidas con el resto del grupo y los
coordinadores a cargo. También, al finalizar cada reunión, se les entrega la planilla de automonitoreo,
que deben completar día a día y que sirve fundamentalmente:
- Para evaluar el efecto del curso y de la orientación nutricional paralela sobre la
sintomatología propia del T del comer
- Para aumentar el autoconocimiento.
Con esos datos se trabaja al comienzo de la reunión siguiente. En general, a partir de la
información recibida y de la incorporación de nuevos hábitos alimentarios, suele disminuir notoriamente
los atracones y consecuentemente los sistemas de purga que utiliza cada una. Cuando reaparecen, se
descubre por la planilla que se debe a que dejaron el plan de alimentación incurriendo nuevamente en
ayunos, que indefectiblemente terminan en comilonas. También se trata de averiguar, a partir de las
recaídas, con qué situación vivida se relaciona el cambio de actitud con la comida. (Ej. Testimonios de
pacientes, Pág. 162).

Para terminar con las características de estos grupos:


Gran parte de la información que reciben durante el curso acerca del peso y la figura corporal, las
conductas alimentarias y las cuestiones relativas a los beneficios y perjuicios de las dietas, suele ser
contraria a las que están acostumbradas a escuchar en los medios. Por eso mismo, es importante que se
animen a tomar el desafío de confrontar sus creencias y prejuicios, con esta nueva información. Y la
propuesta es "abrir la cabeza" para que pueda entrar, y hacer un voto de confianza al menos por 6
semanas.

3) ¿Ayuda el psicoeducativo?. Testimonios.


Diálogo entre pacientes en una sesión del psicoeducativo (Pág. 163-4).
Testimonios de pacientes (Pág. 164-6).

4) Y después del psicoeducativo, ¿qué?


Al finalizar esta primera etapa del tratamiento, se evalúa a cada participante del grupo para poder
hacerles a ella y a sus padres la recomendación del camino a seguir.
Cuando la consulta se hace tempranamente, el T del comer es incipiente y por lo tanto tiene
menos consecuencias a todo nivel. Si la joven no tenía otros conflictos que los generados por esa

262
situación puntual, con la información recibida más el apoyo de sus padres, que recibieron una orientación
específica para acompañar el proceso, y con el monitoreo periódico por un tiempo de la nutricionista; no
hace falta continuar con la psicoterapia.
Si es así, se conversa con la paciente y sus padres. Se recomienda atención especial en relación
con el tema de la alimentación y se propone hacer seguimientos periódicos cada 2 o 3 meses.
Igualmente, la comunicación se mantiene y los padres conocen ya las alarmas para consultar antes de
que la situación esté fuera de control. En las sesiones de seguimiento posterior, se irá definiendo cuándo
se puede considerar "dada de alta"
Con más frecuencia, se considera conveniente trabajar en la resolución de algunos puntos
críticos personales, que de no encararlos seguramente fomentará un nuevo desplazamiento del problema
hacia el cuerpo y así se recomenzaría con las preocupaciones por el peso o la figura corporal. Los puntos
que se trabajan suelen ser comunes a varios de los miembros del grupo, y es lo que en general está
vinculado con la situación desencadenante (o factor precipitante) de la entrada de la joven en este
territorio trastornado.

Grupos psicoterapéuticos para la resolución de problemas:

1) La indicación de psicoterapia en grupo.


Decíamos que, finalizado el grupo psicoeducativo, algunas participantes eran invitadas a
continuar trabajando sobre actitudes personales problemáticas, que de no hacerlo probablemente
incidirían de manera negativa en su recuperación. Salvo excepciones, que requieren continuar con otros
formatos, a estas pacientes, en reunión con sus padres, se les propone incorporarse por un período
promedio de unos 9 meses a un "Grupo Psicoterapéutico para Resolución de Problemas", donde se
trabajan objetivos individuales de cada participante.
Asimismo, en forma periódica los padres participan de reuniones grupales para continuar con la
orientación y resolver también ellos cuestiones vinculadas con el manejo de la problemática de su hija y
de las interacciones que se suscitan a nivel familiar a causa dl problema o del momento de cambio propio
de cuando la adolescencia llega a la familia. En casos en que hace falta, se complementa el tratamiento
con sesiones familiares, vinculares, individuales, y demás.
Obviamente, es indispensable que la paciente continúe con el monitoreo periódico de su
programa de alimentación para completar el proceso de reeducación alimentaría que es clave para
garantizar la finalización del T del comer.

2) Funcionamiento y objetivos de los grupos.


El grupo es el elemento natural para los jóvenes de esta edad y por lo mismo facilita procesos
que de otro modo serían más dificultosos de hacer. El hecho de animarse a mostrarse con dificultades y
necesitado de ayuda es un modo de aceptar que uno solo no puede y necesita de otros, punto bastante
difícil para la mayoría de esta jóvenes generalmente muy perfeccionistas y omnipotentes.
Los grupos:
- Se integran preferentemente con adolescentes o jóvenes de edad similar pero de
problemática diversa, propia de la etapa de la vida en que se encuentran (relación con
pares o el sexo opuesto, timidez, problemas con los padres, T de conducta, T del comer,
etc.)
- Si son mixtos, mejor
- Se reúnen semanalmente, con coordinación profesional, por una hora y media. A medida
que avanzan en el logro de sus objetivos, pueden variar la frecuencia y el formato.
También puede ser mayor la frecuencia al comenzar la terapia en grupo.
(Diálogo entre pacientes en una sesión del grupo psicoterapéutico (Pág. 170).

3) El grupo como "red" alternativa y multiplicadora.


Un objetivo calve para el grupo es que resulte una red alternativa de apoyo al tratamiento, tanto
para los pacientes como para sus padres, quienes también trabajan en grupo los temas relacionados con
los cambios y problemas típicos de los jóvenes de esta edad.
Cuando la red natural no ha sido suficiente para llevar nuevamente la situación a la normalidad,
estos grupos de "pares" cumplen con esa función, de modo que se vuelven grupos primarios de sostén.
Se fomenta la comunicación y el apoyo entre ellos, y cuando hay situaciones criticas, se establecen
cadenas de ayuda entre sesión y sesión. Pero, como los objetivos de cada uno son conocidos por otos,
también se evalúa el proceso mensualmente, se les presta especial atención a los que no están

263
comprometidos o no están cambiando de acuerdo con lo que se habían propuesto y se trabaja muy
seriamente e ir dando los pasos que cada uno se ha fijado para esta etapa.
El beneficio mayor, además del cambio individual, es que los lazos creados en la relación
terapéutica no necesitan ser sostenidos por lo profesionales sino que se ven enriquecido y multiplicados a
partir de esa nueva red que se teje entre los pacientes y desde ellos hacia a fuera.
Es esa nueva red y sus sucesivas multiplicaciones la que finalmente posibilitará hacer
prevención, porque se transmitirá los recursos descubiertos.

Temas que suelen abordarse durante el proceso terapéutico:

Como ya dijimos, una vez en marcha el proceso de renutrición (en el caso de la AN) o de que se
hayan comenzado a cambiar los hábitos de atracones y vómitos (en el caso de la BN o TANE) es
importante considerar otros temas que por lo general están presentes en este tipo de pacientes.
Estos temas están relacionados con lo que al comienzo llamábamos "factores precipitantes" o
desencadenantes de un T del comer (cap 2), y también tiene que ver co las características individuales
de las personas más vulnerables a desarrollar un T del comer: la tendencia al perfeccionismo y el
autocontrol, las dificultades con la autonomía o cierto déficit en la autoestima, etc. que constituyen los
"factores predisponentes" en este tipo de problemas (cap. 3).

1) La adolescencia como momento de cambio.


Existen los problemas reales por los que todas las jóvenes atraviesan, propios de su edad, ya sea
que los estén padeciendo o que los hayan pospuesto por sus problemas alimentarios.
En muchas pacientes adolescentes los problemas de alimentación, que absorben toda su
atención, "sirven" para evitar enfrentar situaciones para las que no se sienten aún capacitadas.
Un ejemplo de esto es tener que comenzar a lidiar con el sexo opuesto. Muchas veces las
jóvenes evitan salir y conocer varones hasta lograr objetivos tales como: "cuando tenga el cuerpo que
quiero", "hasta que no baje por lo menos 4 kilos". Otras rechazan invitaciones a bailar o a fiestas "porque
nada de la ropa que tengo me queda bien". La mayoría de ellas, en un primer momento del tratamiento,
negaría cualquier sugerencia de que en el fondo utilizan sus obsesiones para evitar enfrentar un tema
que les cuesta. Pero, por lo general gracias al grupo, pueden empezar a registrar que estos puntos son
comunes a varios participantes, aunque de diverso modo. Les es más fácil aceptarlo a partir de verlo en
otros.
Muchas veces recomendamos la inclusión en espacios de expresión (teatro, plástica, música etc.)
la idea es tener una actividad que pueda intermediar en el intercambio y la comunicación con los demás
para que la interacción deje de ser tan difícil.
Otro ejemplo típico de este momento de cambio es el de dejar de ser niña. Internamente se vive
la incertidumbre de dejar un mundo en el que uno ya se sentía bastante segura, para entrar en esa etapa
indefinida.
Si es una persona que tiene dificultades para moverse en el ámbito exterior a la familia porque
pertenece a esas familias muy cerradas sobre sí mismas, o si tiene características personales como las
que describamos e el cap. 3, es probable que este sea un paso muy difícil de dar sin la ayuda de los
adultos cercanos y amigos que tal vez sean un poco más osados. Si la joven ha ocupado un lugar muy
central en su familia y se acostumbró a tener todo lo que quisiera con sólo pedirlo, o a veces hasta sin
pedirlo, probablemente le costará entrar en esa otra etapa en la que los padres o bien ni parecen
dispuestos a tratarla más como adulta y no consentirla como antes, o bien la vida compartida con sus
pares se hace más intensa y necesariamente requiere que ella comience a asumir compromisos a los
que no está acostumbrada.
(Ej. Testimonios de pacientes, Pág. 173-6).

2) Actitudes psicológicas acerca del peso y la propia figura.


Muy relacionado con el punto anterior, en la de casi todo problema de alimentación, puede
encontrarse un miedo irracional a engordar. Es este miedo el que da comienzo a las dietas, que luego
desencadenan los T propiamente dichos. Es habitual que las jóvenes con estos problemas estén tan
obsesionadas con la forma de su cuerpo que tiendan a verlo más grande de lo que en realidad es. Así
que, una vez puesta en marcha una correcta alimentación, es necesario abocarse a tratar esto miedos
irracionales a los que se agregan con el tiempo las prácticas reiterativas de control de peso.
Tan significativas son estas actitudes subyacentes que se las considera una característica
indispensable para saber que estamos ante una verdadera AN o BN o TANE.

264
Es muy importante en la terapia abordar estas actitudes para que puedan modificarlas. Es
recomendable acompañar el proceso con un trabajo corporal, en el que se ayude a la joven a tomar
contacto con la verdadera forma de su cuerpo.
(Ej. Testimonios de pacientes, Pág. 177).

3) Patrones extremistas de pensamiento.


Los patrones extremistas de pensamiento suelen exacerbarse como parte del T alimentario y
terminan guiando la conducta de la paciente no sólo en relación con la comida. El resultado de
"obsesionarse" con un tema hace que uno pierda perspectiva con respecto al mismo. Se pierde
objetividad.
En las jóvenes con T de la alimentación encontramos alteraciones del pensamiento que siguen
ciertos patrones generales y que parecen guiar la conducta de la paciente más allá de lo racional. Un
ejemplo de esto es el pensamiento del todo o nada. Es común en esto T la existencia de un pensamiento
extremo, que les confirma la hipótesis de que o tienen un control "total" (restricción) o sino sobreviene el
caos "total" (atracón).
- Si comen una barra de chocolate, ya no podrán evitar comerse el chocolate entero.
- Si un muchacho no les prestó atención, ya nunca más ninguno se fijará en ellas.
- Si tuvieron un atracón cuando pensaban que se estaban recuperando, ya nunca
retomarán la buena senda.
Otro ejemplo común es el pensamiento mágico, que es más propio de niños que de adultos.
Cuando uno piensa "mágicamente" tiende a relacionar cosas que de hecho no necesariamente se siguen
unas de otras, o tiende a creer que las situaciones pueden resolverse sin la intervención de uno.
- Estar delgada es lo que logra la felicidad y la posibilidad de triunfar
- Controlarse con la comida es igual a tener seguridad en una misma y evitar los
imprevistos de la vida
- Usar determinado tipo de ropa me convierte inmediatamente en esa modelo que la
publicita, etc.
Por supuesto que los medios ayudan a creer en este tipo de "resultados mágicos" con su
publicidad, pero también es cierto que hay características particulares de esa joven que la vuelven más
vulnerable.
El pensamiento catastrófico es otra forma de pensamiento extremo típico de este tipo de
pacientes, que hace creer, por ejemplo
- Si tengo algunos kilos de más nadie me va a apreciar
- Si abandono el vómito empezaré a aumentar de peso sin detenerme nunca más
Este tipo de pensamientos sólo sirven para paralizar a la persona, y si bien disminuyen bastante
una vez que se normaliza la situación alimentaria, es preciso también trabajar en su modificación dentro
de todo el proceso terapéutico.
(Ej. Testimonios de pacientes, Pág. 177-8).

4) El contexto familiar.
Algunos de los problemas que se presentan en la familia en el momento de la consulta pueden
anteceder al desencadenamiento del T del comer, e incluso haber contribuido a producirlos; muchos otros
pueden ser efecto de lidiar con este problema, que suele alterar hasta a las familias mejor constituidas.
En algunas familias, por ej., no se ha puesto el énfasis suficiente en educar para ser libre. Esto
implica transmitir a los hijos que muchas veces es importante oponerse a la masa para respetar la propia
individualidad. No vivir pendiente únicamente de la imagen externa.
El grupo es el elemento natural dentro del cual se mueven los jóvenes. Cuando se es
adolescente no es fácil animarse por ej., a decir "no" aun en medio de muchos "sí" de su grupo de pares.
Poder tener una postura diferente, tener la libertad de no adherir cuando uno siente que no quiere, o
adherir con matices propios, no es algo que se improvisa justamente en esta etapa de la vida. Llegar
preparados supone haber recibido esos mensajes en casa desde chicos, haber visto que también sus
padres valoran sus propias elecciones aunque no sean las de la mayoría.
Dentro de esta misma temática, muchas de las jóvenes con problemas de alimentación tiene
dificultades para individualizarse, ser ellas mismas y diferentes del resto. Trabajar este punto se vuelve
fundamental para encarar lo que significa crecer en esta etapa. El grupo terapéutico es un buen
"laboratorio" para experimentar esas actitudes nuevas que les permitan discrepar, diferir, discriminarse
del resto cuando lo requiere la situación.

265
Muchas de las muchachas que termina con AN, que comienzan una dieta y no la abandonan
hasta casi la muerte, sean extremadamente perfeccionistas: siempre las primeras en la escuela, las más
estudiosas, las más prolijas y ordenadas, pero también las menos expresivas de sus afectos, quizás un
poco solitarias, bastante estrictas con el deber, poco flexibles para cambiar de opinión, etc. en general en
sus padres encontramos la misma tendencia al perfeccionismo, la autoexigencia, altas expectativas de
rendimiento en relación a sus hijos y por lo tanto una explícita aprobación de las actitudes de la hija.
Muchas parecen haberse "sobreadaptado", es decir, han hecho siempre lo que se esperaba de
ellas. Y ahora les toca adaptarse a lo que la sociedad les impone a nivel corporal.
En otras familias, en cambio, se trata a las hijas como más pequeñas de lo que son. Algunas por
un exceso de protección. Esto les impide tener un marco propio de seguridad. Otras se quedan pequeñas
porque ocupan un lugar de preferencia en la familia por ser efectivamente las menores y los padres no se
resignan a terminar con la etapa de crianza de los hijos; o por ser las más consentidas, y se encuentran
cómodas sin tener que encarar la resolución de sus propias cuestiones. Otras por ser las que se meten
en el medio cuando sus padres pelean y cumplen la función de "pacificadoras", que les impide salir de la
casa. Otras porque han sido siempre un poco caprichosas, se les ha permitido ser "despóticas" en cierta
forma, y realizar sus propios impulsos más allá de las necesidades del resto de la familia. Que nadie les
haya marcado un límite es lo que contribuye a conservarlas en un estado de infantilismo que les impide la
adaptación mínima para entrar en un mundo más adulto.
Dentro de esta orientación a la familia, es importante tomar en consideración los problemas de
celos o postergación en las necesidades que los hermanos de la paciente puedan presentar. No hacerlo
os hace correr el riesgo de pasar por alto un posible foco de resentimiento que no favorezca la
recuperación del equilibrio tanto de la paciente como de la familia.

5) La autonomía necesaria para crecer.


Durante muchos momentos de la terapia, pero sobre todo al comienzo, se le pide a la familia que
tenga una posición muy activa de cooperación con los profesionales y control de la paciente, y se
refuerza la contención familiar. Eso puede implicar que no la dejen sola en determinado momentos, o que
estén con ella cundo tiene que comer. La idea es brindarle un marco de contención que, si no hay riesgo,
le posibilite la recuperación dentro de su medio natural.
Cuando la terapia está llegando a su fin, es importante devolverle la confianza y credibilidad a la
paciente y progresivamente ir reasegurándole el ejercicio de su autonomía ya no hará falta que los
padres y hermanos la vigilen tanto o le estén encima, y al contrario, es importante abrir espacios nuevos y
nuevos modos de interacción entre los miembros de la familia.
Este proceso de individualización debe hacerse cuidadosamente respetando los tiempos de
todos. Pero es inevitable cuando se trata de crecer.
Es muy común que cuando la paciente mejora y puede comenzar a desempeñarse con más
autonomía, los adultos que estuvieron a cargo se sientan inseguros. Cuanto más cercana haya sido la
relación con la madre, más necesario se hará en este momento del desarrollo un espacio de separación
entre madre e hija. Si no es así, no se puede crecer.
Por este motivo se vuelve muy importante sostener el cambio no sólo apoyando los pequeños
pasos que la paciente puede ir dando, sino orientando a sus padres para que puedan acompañarla en su
búsqueda de autonomía sin abandonarla, y a la vez encontrar el nuevo equilibrio familiar. Es difícil que el
cambio que la joven debe hacer se mantenga si paralelamente no se da un cambio en el contexto que la
rodea.

6) Los "ideales" de la mayoría.


Retomamos el tema de la vulnerabilidad de las jóvenes que desarrollan este tipo de problemas
-por su tendencia a priorizar el agradar a otros o responder a expectativas del grupo más que saber qué
les gusta o qué quieren-.
Los ideales con los que los jóvenes se identifican suelen ser comunes en su grupo de pares, por
eso mismo es un tema interesante para ser tratado en terapia grupal. Por supuesto que esto también está
fuertemente influido por las empresas de la moda o del mundo artístico. Pero básicamente, lo que
queremos destacar aquí es que el proceso de idealización se da en forma grupal y no aislada. El peso
que tiene para una joven la opinión de la mayoría de sus amigos es enorme.
En los grupos terapéuticos de adolescentes, solemos discutir abiertamente los modos en que las
jóvenes (con o sin T del comer) viven esclavizadas por alcanzar un determinado formato corporal, y la
validez de perder tantas cosas (hasta su salud) con tal de adaptarse a los dictados de la moda. También
se discute sobre la forma en que los varones a su manera se esclavizan por sostener una imagen de
potencia a través de tener cosas, ser atractivos o estar a la moda.

266
Y más allá de la figura corporal o la imagen, se discute sobre la dificultad propia de la edad para
"tener personalidad" y no dejarse esclavizar, trabajando en grupo, varones y mujeres, se ayudan a
objetivar un poco la situación y minimizar esas "idealizaciones".

¿Crecer depende sólo de mí? Testimonios.


Conclusiones de un trabajo grupal que hicieron jovencitas de entre 13 y 15 años con T del comer
(pág. 184-8)

Problemas directamente vinculado al trastorno del comer:

Por último, si bien estos grupos terapéuticos de resolución de problemas no están centrados en el
T del comer exclusivamente, ya que se integran con adolescentes con diferentes problemáticas propias
de la edad, como muchos de sus integrantes están en procesos de recuperación de un T del comer,
cuando es necesario se busca también salidas alternativas a problemas específicos del T.
Por ejemplo, cómo manejarse con los atracones y vómitos.
Como dijimos al comienzo, la orientación nutricional esta a cargo de la especialista, y por lo
mismo, en general este tipo de temas se maneja más en el consultorio de la nutricionista que en el grupo.
Pero en el espacio terapéutico también surgen.
Con el paso del tiempo, los atracones y los vómitos dejan de ser sólo un método e sacarse la
comida de encima y evitar engordar, para transformarse en un mecanismo para regular estados internos
de tensión, tales como mal humor, angustia, incertidumbre, aburrimiento, tristeza, etc. mecanismo poco
sano e ineficaz a largo plazo, ya que los verdaderos problemas siguen allí sin moverse.
Es necesario implementar estrategias especiales para ir desarticulando ese mal hábito. Como
cada persona es distinta, sus motivaciones son personales y la historia de desarrollo es individual, las
estrategias se diseñan para cada caso particular. Subrayamos que estas estrategias sólo sirven si ya se
ha comenzado el proceso de normalización alimentaria:

• Pedir ayuda :
Es un punto muy difícil para estas jóvenes en general bastante omnipotentes y autoexigentes, o
en el otro extremo, impulsivas e impacientes. Cualquier de estas estrategias implica partir de la base de
que "sola no se puede" y que necesitamos de otro que nos den una mano, para salir del territorio
trastornado. (Ej. Diálogo entre pacientes, Pág. 189-190).
• Distracción:
A veces uno puede interrumpir el impulso de tener un atracón buscando una actividad alternativa
para distraerse en ese momento. Debe ser una actividad suficientemente poderosa como para captar
toda nuestra atención: llamar a una amiga por teléfono, salir de la casa, recurrir a un hobby, etc. (Ej.
Diálogo entre pacientes, Pág. 190-1).
• Postergación:
Uno puede decidir que posterga, por ejemplo, por media hora, el atracón. Hay ocasiones en que
es tan urgente la necesidad de comer en exceso y consecuentemente vomitar que parece impensable no
hacerlo. Aún así es posible darse a uno mismo la oportunidad de esperar tan sólo media hora antes de
hacerlo; y eso puede traer el respiro que estábamos necesitando para tomar control de nosotros mismos.
Si en media hora no se modificó la urgencia, quizás éste sea otro tropezón. Pero existen muchas
posibilidades de que la urgencia disminuya y media hora después ya no haga falta recurrir al atracón o a
la purga habitual.
Una de las estrategias es aprovechar esa media hora para seguir los pasos para la resolución de
problemas, que es una de las herramientas que se aprende a utilizar en estos grupos terapéuticos.

Historias de esclavitud y postergación de la vida: testimonios.


Testimonios de pacientes (Pág. 192-4).

Entrenamiento en resolución de problemas:


Como decíamos más arriba: a medida que se va normalizando la alimentación, los atracones y
vómitos aparecen más vinculados a situaciones que la paciente enfrenta y no sabe cómo resolver, o que
le dan miedo y prefiere evitar.

267
Es muy útil como parte de la terapia, adiestrar a los pacientes en un método sencillo de
resolución de problemas. Si lo aplican en forma consistente, les permitirá sentirse más equipados a la
hora de enfrentar dificultades.
La idea básica de la técnica para resolver problemas es:
• Ir lentamente y paso a paso
• Identificar, en la forma más precisa posible, cuál es exactamente la dificultad frente a la
que se encuentra
• Ver qué soluciones tiene disponibles, entre las ya conocidas
• Ir al encuentro de nuevos recursos para resolver la situación, sin autocríticas o
censuras, que impiden generar salidas alternativas.
Esto intenta contrarrestar esas típicas formas de pensamiento extremista que describimos, en las
que la paciente piensa en términos de todo o nada, en forma catastrófica, o que los problemas se
resolverán mágicamente y sin necesidad de su esfuerzo pautado y continuo. Formas de pensamiento que
por ser globalizantes, no permiten distinguir un problema de otro y, por lo tanto, generan un gran
desaliento a la hora de buscarle una salida a la situación conflictiva.

Tradicionalmente ese divide el proceso de resolución de problemas en 7 pasos sucesivos:


1. El problema debe ser identificado y especificado tan precisamente como sea posible. En los
casos en que un problema pueda ser dividido en 2 problemas menores y relativamente
independientes, es aconsejable hacerlo.
2. Deben identificarse todas las alternativas imaginables para enfrentar la dificultad. Es bueno hacer
un listado de soluciones posibles, sin censuras que limita las alternativas y sin recortar ideas
porque parezcan banales o irracionales.
3. Evaluar las consecuencias de cada una de esas acciones posibles, consecuencias favorables y
desfavorables, ventajas e inconvenientes que puede acarrear según las circunstancias propias y
específicas. Examinar si cada una de esas soluciones es practicable y si resolverá la situación.
4. Elegir una de las alternativas. Este paso suele ser difícil ya que muchas veces nos atascamos
aquí y no nos animamos a dar el paso siguiente que es comprometerse con uno de los caminos.
Es importante haber considerado no sólo las ventajas de esa alternativa en particular sino sus
inconvenientes. Evaluar racionalmente y optar por un camino. Aunque muchas veces también, la
elección de una alternativa termina siendo un acto intuitivo.
5. Definir los pasos que se requieren para implementar esa solución. Practicar mentalmente cada
uno de los pasos y hacer una lista de los posibles inconvenientes que podrían surgir.
6. Poner en práctica la solución elegida
7. Evaluar todo el proceso para saber si es preciso introducir modificaciones. Más tarde es bueno
reevaluar todo el proceso de toma de decisión y de resolución del problema presentado.

La medicación como ayuda para la recuperación.

1) Los prejuicios sobre la medicación psiquiátrica:


Es cierto que algunas medicaciones siquiátricas tiene efectos colaterales indeseables, tales como
pérdida o aumento del apetito, disminución del deseo sexual, aumento de la somnolencia, sequedad de
boca, etc. pero es importante aclara que en los últimos años ha habido muchos avances en ese campo y
que se han desarrollado drogas nuevas con muchos menos efectos indeseados.
Otro temor muchas veces presente es el de no poder evitar la dependencia del fármaco. Cuando
está bien indicado por el médico y es él quien regula la dosis y la conveniencia de aumentar, disminuir o
suspender el uso, ese riesgo prácticamente no existe. El problema, como con toda droga, no es la
sustancia en sí misma sino el mal uso que puede hacerse de ella (automedicarse, prolongar el uso, etc.)
Uno de los temores más frecuentes cuando uno debe utilizar medicación psiquiátrica es el de
creer que al tomarla una recibe el certificado de "loco". Mucha gente cree también que si toma una
píldora para sentirse mejor y poder cumplir con los pasos necesarios para recuperarse, ya no es ella
misma la autora de su mejoría, sino la píldora. Este prejuicio está basado en la atribución de una
importancia exagerada a la medicación
La medicación no hace milagros ni puede reemplazar aquello que sólo se logra cuando hay
ganas de estar mejor y se aplica la inteligencia y la voluntad. De ningún modo nos transforma en
autómatas sin voluntad propia.

2) Cómo actúa la medicación psiquiátrica:

268
Allí donde está bien indicada, la medicación viene a corregir un déficit a nivel cerebral que no nos
permite funcionar tan bien como podríamos de no padecer tal problema.
En las pacientes con T del comer, así como algunas depresiones y en algunos casos de TOC,
ese déficit suele estar en el nivel de los neurotransmisores. La medicación que suele utilizarse con mayor
frecuencia en estos casos (ansiolíticos y/o antidepresivos) actúa aumentando la transmisión de alguno de
estos neurotransmisores.
Se ha comprobado que la medicación tiene más beneficios en los casos de BN o TANE que en
los casos de AN en los que no se recomienda su utilización salvo cuando el componente depresivo es
muy persistente.
Es importante recordar, tal como desarrollamos en el cap.1, que muchas de las manifestaciones
psicológicas que se observan en pacientes con T del comer, tales como abulia, depresión, desgano,
ansiedad, irritabilidad, obsesiones, etc. pueden ser consecuencia del desarreglo alimentario más que su
causa.
Por lo tanto, en general se recomienda, antes de probar con la utilización de un fármaco, regular
la ingesta -es decir, poner en orden la alimentación en cantidad y tiempo- salvo que del diagnóstico surja
claramente que el T del comer o que el estado de la paciente requiere una intervención inmediata para
evitar una situación de mayor gravedad.

A modo de cierre.
Las premisas básicas que determinan nuestros criterios de elección del tipo de abordaje
psicoterapéutico son:

a) La familia es el medio natural y deseable para la recuperación de la paciente, y los padres


tiene recursos para acompañar el camino, siguiendo las directivas de profesionales idóneos.
Por lo tanto, mientras sea posible y de acuerdo con la gravedad del caso, no conviene
separar a la paciente de su medio natural. La orientación a los padres y familiares es el eje
donde se asienta el cambio que comienza con la recuperación nutricional.

b) El medio social natural de estos pacientes, teniendo en cuenta que se trata en su mayoría de
jóvenes, es el grupo de pares. Es por eso que se vuelve fundamental para la elaboración de
su problemática y la total reinserción social de los pacientes, un espació terapéutico grupal
desde el inicio en los casos de BN o TANE, y recomendable después de comenzada su
recuperación, en los casos de AN.

c) En todos los casos, las intervenciones se diseñan aumentando la utilización de recursos sólo
cuando se comprueba que lo anterior no ha sido suficiente. El grado de intrusión terapéutica
tendrá relación directa con la gravedad de la situación. La idea es ir de menor a mayor, y si la
internación o el hospital de día son inevitables es recomendable la reinserción progresiva de
la paciente en su medio familiar y social en el menor tiempo posible.

269
Epílogo: Manteniendo el buen camino:

• La recuperación requiere tiempo.


- El camino de la recuperación no suele ser lineal ni simple. Por el contrario, suele estar
sembrado de dificultades, avances y retrocesos.
- Una recaída en hábitos que se consideraban abandonados, no es más que un resbaló en
un proceso gradual de recuperación.
- Lo esencial es evitar la sensación de fracaso y de pánico, que no es mas que otra forma
del pensamiento "todo o nada". La recaída puede ser convertida en una experiencia
aleccionadora.

• Cada día es un nuevo día.


- No debe olvidarse que durante la recuperación el atracón o purga es un acontecimiento
aislado en el espacio y el tiempo, y que no indica cómo serán las cosas en el futuro.
- Después de un exceso o atracón, por más grave y frustrante que haya sido, es posible
volver al camino indicado con el simple acto de comer en forma normal en la siguiente
comida planada.
Así como para una persona que no practica dietas, el exceso ocasional en la ingesta es algo
usual, para una persona en procesos de recuperación también es admisible, y el cuerpo se encargará
espontáneamente de equilibrarse en el tiempo y no producirá un aumento de peso por un único
desborde.

• Darse aliento con los progresos.


- Es fundamental mirar lo ya recorrido y no el trecho faltante. El pensamiento
perfeccionista sólo lleva a restarle crédito a los avances logrados.
- Es importante reconocer los cambios en el pensamiento y la acción aunque estos sean
pequeños.
- La evaluación acerca del progreso no debe referirse a las últimas horas sino al tiempo
transcurrido desde el inicio del trabajo de recuperación.

• No apurarse a dejar las estrategias a corto plazo.


- No debe olvidarse jamás que existe una elación directa entre los atracones y la
restricción alimentaria exagerada.

• Una recaída no es empezar de cero.


- Las personas que tienen actitudes extremistas son proclives a creer que una recaída en
el proceso de recuperación es sinónimo de fracaso total, porque todo aquello que no
implique el control absoluto es entendido como el caos.
- Todo problema tiene varias soluciones "posibles" aunque no todas sean "perfectas" y,
aunque en un momento determinado no aparezca una alternativa salvadora, es un
enorme avance reconocer que hay otras opciones

• Si al comienzo parece un "trabajo", es señal de que se está haciendo bien.


- Corregir hábitos muy arraigados es difícil y requiere de mucho esfuerzo y
perseverancia.
- Superar un T alimenticio puede llegar a ser muy arduo y el camino de la recuperación
debe ser recorrido paso a paso, como un trabajo cotidiano y tedioso.
- Porque se deberá, entre otras cosas: modificar los horarios para disponer de tiempo y
espacios adecuados para las comidas, comer en momentos en no se sienta hambre,
tolerar incomodidades físicas asociadas a los cambios de patrones alimenticios, y
mucho más.
Pero todo el esfuerzo que requiera volver a comer normalmente irá disminuyendo en forma
notable junto a la normalización
El trabajo no será siempre tan duro, aunque aún tendrá que disponerse de algo más de
paciencia: es muy probable que las preocupaciones por el peso y las calorías persistan por un tiempo.
Sólo desaparecerán completamente una vez que las energías dedicadas a desarrollar y mantener
un T alimenticio puedan canalizarse para rearmar áreas vitales relegadas. Entonces es posible volver a
"estar bien".

270
ANEXO 1: Planilla de monitoreo. (Pág. 205-6).
ANEXO 2: estrategias para no abandonar tu camino de recuperación. (Pág. 207-211).

271
TERAPIA PARA RESOLVER PROBLEMAS.

Jay Haley

El enfoque terapéutico tiene por objeto principal solucionar dentro del marco familiar los
problemas que se le presentan a un cliente. Se encara cada problema con técnicas adecuadas para cada
sistema especifico. La tarea del terapeuta es formular con claridad el problema y planear una
intervención en la situación social del cliente para modificarlo (se centra en el problema y no en síntomas,
acentúa el problema social de los problemas humanos).

Definición del problema.


No lo hace computando síntomas como actos concretos ni como un estado mental o trastorno del
carácter. No se hace hincapié en el individuo. Se centra en la situación social mas que en la persona (si
bien define el síntoma con la mayor precisión posible)
El problema es un tipo de conducta que integra una secuencia de actos realizados entre varias
personas. La terapia se centra en esa secuencia reiterada de comportamientos. El síntoma es la
cristalización de una secuencia que tiene lugar dentro de una organización social.
Esta concepción social del problema tiene consecuencias para el terapeuta ya que ha de
considerarse como un miembro mas de la unidad social dentro de la cual esta contenido el problema.
El terapeuta se incluye dentro del problema ya que él contribuye a definirlo. El problema también
incluye a otros sistemas (psiquiatra, escuela, tribunal).
El modo en que clasifiquemos un dilema humano puede cristalizar un problema y volverse
crónico y volverlo crónico.
La obligación del terapeuta es definir la unidad social que él puede cambiar para resolver así el
problema del cliente.

CAPITULO 1: como conducir la primer entrevista.

Un terapeuta debe saber como formular un problema y como resolverlo para que la terapia sea
exitosa. Se necesita flexibilidad y espontaneidad en el enfoque.
Para que una terapia termine adecuadamente debe empezar del mismo modo. Para esto debe
establecerse un concepto en torno a un problema soluble y descubriendo la situación social que lo
genera. El acto terapéutico empieza por la manera de examinar el problema. El acto de intervención saca
a la luz los problemas y la situación social que lo genera (especialmente si es un niño).

Casos en los que no se aplica la entrevista inicial:

o Perturbaciones graves.
o Consulta para test
o Consultas obligatorias (mandados por un tribunal, o la escuela)
El terapeuta no debe dejar que el paciente decida la forma de la terapia a seguir, por ejemplo,
muchas veces los jóvenes no quieren involucrar a la familia, o un esposo no quiere que venga su mujer.
Cuanto más personas participen en las entrevistas, más rápido y eficaz será la terapia.

Etapas de la primera entrevista.


Comienza con el contacto telefónico en el que ya se recoge información.
Al presentarse la familia la entrevista recorre las siguientes etapas:
7. Etapa social (incluye el saludo a la familia y la presentación de cada uno)

Al entrar al consultorio se sentaran donde y como deseen. El terapeuta se presenta y le pregunta


a cada uno su nombre. Averigua quien vive en el hogar (para ver si alguien falto).
Lo que sucede generalmente es que:
 Están a la defensiva con respecto al problema, ya que este pedido de ayuda muestra su
fracaso anterior.
 Están en desacuerdo entre ellos acerca del problema o de la consulta al terapeuta.
 Algunos llegan a nosotros creyendo que será acusados del problema

272
Nuestro enfoque prefiere que el terapeuta trabaje solo, si necesita ayuda se puede consultar con
un supervisor detrás de la pantalla, no se hace co-terapia.
El terapeuta observara el estado de ánimo de la familia, dato que necesita para conseguir que
cooperen en el cambio. Se pueden sentir más animosos, irritados, a modo de castigo para con el
paciente identificado, desesperados, vienen por obligación.
El terapeuta observara las relaciones existentes entre padres e hijos, disciplina que imponen los
padres, colaboración de los hijos. Entre los adultos observara las diferencias en el trato para con los
niños o similitudes. Padres e hijos venden una imagen esto es una ilustración pero no quiere decir que
sean así realmente.
El terapeuta también observara como cada uno se conduce con él.
Vera si el niño es temeroso (si le han dicho que esta visita es un castigo), o si es curioso, amable.
Vera también que miembro intenta ponerlo de su parte. Si alguno de los padres se adhiere enseguida a el
o si se muestra frío distante.
Al sentarse los miembros revelan la organización de la familia.
El terapeuta no de be comunicar sus observaciones, las debe tomar como hipótesis a verificar en
siguientes sesiones y no como ideas firmes por las equivocaciones que pueden darse.

8. Etapa de planteamiento del problema ( se pregunta sobre el problema)


El terapeuta pregunta porque han venido o cual es el problema que los queja. La pregunta tiene
dos aspectos:
a. En que modo lo hace.
b. A quien va dirigida.

Modo de formular la pregunta.


El terapeuta explica que pidió que vengan todos para saber la opinión de cada uno con respecto
al problema que dijeron tener por teléfono. El terapeuta siempre debe hablar en un nivel que todos
entiendan.
Luego se le pregunta directamente cobre el problema. Por ejemplo:
¿Cuál es su problema? (define que se hablara del problema)
¿En que puedo serles útil? (obliga a pensar el problema en termino de qué es lo que puede
hacer el terapeuta con él)
¿Qué cambios desean lograr? (se define el problema en función del cambio que se espera)
¿Por qué motivo han venido a verme? (da la posibilidad de centrarse en el problema o en el
cambio que desean)
Cuanto más general y ambigua sea la pregunta tanto mas campo se dará a los miembros de la
familia para exponer sus puntos de vista.

¿A que miembro de la familia debe dirigirse la pregunta?


Se la puede dirigir al grupo en general o a una persona en particular. En el caso ultimo, el
terapeuta elige según sus inclinaciones personales.
El terapeuta tiene que tener en cuenta que:
- Siempre hay algunos mas preocupados por el problema.
- Alguno puede venir a regañadientes.
- Debe respetar la jerarquía interna de la familia. (aquí juegan sus ideas, preguntara a quien vea el
terapeuta como autoridad)

Tiene que ver quien tiene el poder dentro de la familia. El terapeuta no puede eludir la jerarquía
(no puede intentar tratar todos por igual y la personas a ser interrogadas al azar).
Recomendamos dirigirse en primer termino al adulto que parezca estar mas desligado del
problema, tratando con la mayor atención y respeto a la persona capaz de traer a consulta a la familia.
En el caso que el problema lo tenga un niño, puede ser el mas preocupado tanto el padre como la madre
según sea la cercanía que tengan con él.
Todo terapeuta competente debe tomar conciencia de las coaliciones explicitas o implícitas
fundada en el sexo. Por ejemplo, si el terapeuta es mujer y discute con la madre el padre se siente
excluido y por tanto debe ser integrado.
Al niño es mejor hablarle mas adelante. El terapeuta debe calmas los temores del niño de estar
loco o a que lo encierren, explicando porque esta él allí.

273
Se le puede preguntar al niño, involucrarlo ya que nos puede proporcionar información
interesante.
La pregunta codirigida a nadie saca a relucir al vocero de la familia.
No hacer la pregunta sobre el problema, dejar que la charla derive en el debate familiar no es
bueno. Se necesita enfocar claramente un problema para poder cambiar las relaciones familiares y estas
no se modifican hablando, si demandando una nueva conducta.
¿Cómo escuchar la exposición del problema?
• El terapeuta no debe hacer ninguna interpretación para ver el problema de otra forma y
debe aceptar lo que le dicen, aunque debe preguntar si la respuesta es confusa.
• Puede repetir lo que dijeron para comprobar si ha comprendido.
• No dará consejo aunque se lo pidan, dirá que necesita más información con respecto a
algo.
• Debe mantener una actitud de interés sin distraerse de lo que llevo a la familia a la
consulta.
• Debe hacer que todos hablen.
• No es recomendable el diálogo entre dos personas en esta etapa.
• Debe adaptarse al ritmo de la familia.
• Debe manejar la situación evitando el monopolio de la conversación, persuadir al niño
que hable, tener juegos para el niño pequeño.

Observación del terapeuta.


Mientras inquiere sobre el problema y estimula a hablar, debe observar como actúa y que dice
cada uno, sin comunicar sus observaciones.
Vera si la persona que habla esta enojada, si se refiere al niño como si fuese un objeto, si le
preocupa lo que piensan los demás sobre lo que dice, si la persona expone el tema como si ya lo hubiese
hecho o si es la primera vez, a quien culpa del problema. Mientras uno habla vera las reacciones d de los
demás (aburridos, en desacuerdo), vera si los padres están en desacuerdo, cual es la actitud del niño
problema (aburrido, perturbado, indisciplinado)
Vera globalmente si la familia al escuchar se irrita o intenta calmar o es indiferente.
El terapeuta debe tener en cuenta los mensajes indirectos que le transmiten de eso que no se
habla directamente.
El terapeuta nuca debe relacionar los problemas del niño con el matrimonio y decírselos.
Primero hay que dejar que expresen el problema metafóricamente, luego, de forma mas concreta
para determinar las metas a alcanzar. Al final de la entrevista pedir que le definan los cambios deseados,
que metas quieren alcanzar.

Contenido del problema presentado.


El problema puede ser:
• Un individuo (un hijo)
• Dos o más personas (mi hijo y yo, mi marido y yo)

El terapeuta aceptara la formulación de la familia, pero el terapeuta pensara el problema


abarcando más de una persona. Por ejemplo el problema es un niño que se porta mal, no obedece, tiene
problemas en la escuela. El terapeuta debe preguntar que la pasa en la situación total que hace que el
niño se comporte de esa manera.

9. Etapa de la interacción (se pide a los miembros que conversen entre ellos).

Hay que hacer que los miembros dialoguen entre sí sobre el problema, que expongan sus
discrepancias.
El terapeuta pasa a segundo plano, si se dirigen a el deberá reintegrarlos a la conversación
familiar. Tal vez convenga acercarlos físicamente para esta charla.
Siempre hay que completar primero la primera etapa de recabar la opinión de cada uno para
después dialogar entre ellos. No hay que dejar en esa primera etapa que dos miembros comiencen una
discusión.
En esta etapa de interacción cuando dos se quedan atrapados en una discusión el terapeuta
debe hacer terciar a otro, por ejemplo pidiéndole que les ayude a ponerse de acuerdo.

274
El terapeuta debe preferir la acción a las palabras como fuente de información. No debe limitarse
a presenciar una conversación sobre el problema, en esta etapa hay que `procurar traer la acción
problema al seno de la reunión. Por ejemplo, el niño muestra su síntoma y la familia muestra como
reacciona ante él.
En cuanto a la organización de la familia el terapeuta observara las secuencias y pautas de
conducta al ver como se conducen entre sí (si la madre se alía con su hijo contra su marido, o la abuela
se alía con su nieto en contra de su madre, o si el hijo ocupa un lugar parental)

10. Etapas de fijación de la meta (se pide a la familia que especifique los cambios que
desean lograr).

Se obtiene de la familia una formulación clara de los cambios que quieren alcanzar mediante la
terapia. Es el punto de partida para fijarlas metas de la terapia.
Aquí el terapeuta establece una cuestión: cuanto más clara, más exitosa mayor cooperación se
lograra.
El problema debe ser formulado de forma concreta, operacionalizable para que sea resoluble.
Los diagnósticos tradicionales no sirven, como por ejemplo la angustia, el problema será en que se
manifiesta esa angustia.
Los síntomas o quejas deben ser observables, medibles, computables, que permita observar
algún modo de influencia que ejercemos en ellos.

Preguntas para obtener información del problema.


El problema:
¿Es intermitente o constante?
¿Cuándo se manifiesta, en que momento?
¿Aparece inesperadamente o es previsible?
Se pregunta si hubo un tratamiento anterior

11. Conclusión de la entrevista.

Se fija el día y la hora de la nueva sesión a la que asistirá toda la familia o parte de ella. Es
posible que se dé una tarea.

12. Evaluación del terapeuta.

Se observa el video y se juzga si el terapeuta ha conducido bien la entrevista.


El terapeuta debe ser capaz de enfrentar una sesión sin nerviosismo, debe sentirse cómodo con
la familia, deberá poder entrevistar a familias de diferentes clases sociales, realizar la entrevista en el
consultorio o en el hogar y ser competente ante una familia numerosa, ante una madre y su hijo o ante
una persona sola.
El supervisor se plantea algunas preguntas al observar la primer entrevista:
♦ el terapeuta, ¿establece claramente el encuadre?
♦ ¿Es flexible? ¿Enfrenta cuando tiene que hacerlo?
♦ ¿Sabe cuando fomentar la discusión y cuando apaciguarla?
♦ ¿Evita ofrecer soluciones antes de que se aclare el problema?
♦ ¿Trata que todos participen?
♦ ¿Genera esperanza y voluntad de hacer un esfuerzo?

275
CAPITULO 2: como impartir directivas.

Es esencial saber impartir directivas de manera tal que sean ejecutadas.

Finalidad de las directivas.


Las directivas o tareas impartidas a los individuos y familias tienen las siguientes finalidades:
I.El objetivo principal de la terapia es hacer que la gente se comporte de manera diferente., para
que así tenga experiencias subjetivas diferentes. Las directivas son un medio para lograr estos cambios.
II.Se las emplea para intensificar la relación entre el cliente y terapeuta al decirles a aquellos qué
deben hacer el terapeuta entra a participar en la acción y adquiere importancia, porque el individuo debe
hacer o no hacer lo que él dice. Si deben hacer algo durante la semana, el terapeuta permanece ligado a
sus vidas durante todo ese lapso, pues piensan qué pasara si no cumplen con la tarea, o si la cumplen a
medias, si la alteran para hacerla a su modo. En la próxima entrevista el terapeuta habrá adquirido más
importancia para ellos de lo que habría tenido si no les hubiese dado la directiva.
III.Se usan para obtener información. La manera ñeque reacciona la gente al recibir una directiva es
esclarecedora con respecto a ellos y a como responderán a los cambios deseados. Ya cumplan la tarea,
no la cumplan, la olviden o lo intenten infructuosamente, el terapeuta tendrá una información que de otro
modo no poseería.

¿Qué es una directiva?


Peden darse de modo directo o implícito (por una inflexión de voz, un ademán o un silencio
oportuno deslizado durante la conversación).
Todo cuanto se haga en terapia puede ser visto como una directiva. Ejemplo: cuando se le dice a
alguien, -“hablame de eso”.
Toda acción del terapeuta constituye un mensaje para que la otra persona haga algo, en ese
sentido esta impartiendo una directiva.
El terapeuta haga lo que haga, diga lo que diga, calle lo que calle, le esta indicando al paciente
que haga algo o deje de hacerlo.
Es mas cuando hace notar al paciente que esta tratando de que él dirija su conducta, al obrar así
estará orientando su conducta. (Ejemplo: cuando el paciente le pregunta al terapeuta si debe dejar su
trabajo y este le responde que es algo que debe decidir el paciente).
Puede pasar que un terapeuta puede considerarse actor de una directiva y responsable de un
determinado curso de acción pero tal vez sea el cliente quien lo indujo a impartir esa directiva. A menudo
la responsabilidad que asume el terapeuta le es conferida por el cliente de manera directa. (Ejemplo: una
madre pide que se hable de un tema y el terapeuta acepta).

Tipos de directivas.
Hay dos maneras de impartir una directiva:
1) Decirle a la gente qué debe hacer con el propósito de que cumplan:
a. Ordenarle a alguien que deje de hacer algo. (Pedirle a la madre que deje de
entrometerse en la conversación entre padre e hijo) es más fácil cuando las cosas no son graves ya que
las personas están más dispuestas a obedecer. Una directiva de este tipo debe ir acompañada de otros
mensajes, por ejemplo, repitiéndolo varias veces, o magnificarlo poniéndose el terapeuta de pie, o pedirle
ayuda a los otros miembros.

b. Pedirle que haga algo diferente. El terapeuta debe tratar de cambiar el comportamiento
de una familia pidiéndole que adopten una conducta diferente, que prueben nuevas habilidades. El
pedido de cambio de conducta puede hacerse: mediante buenos consejos; dando directivas para cambiar
la secuencia que tiene lugar dentro de la familia para cambiar la forma de tratarse entre sí. Los consejos
suelen ser inútiles ya que ya lo han recibidote otras personas o porque ya saben como comportarse,
siendo el problema que no pueden lograrlo (por ejemplo: No discutir, escucharse y ser amable). En el
caso de que tenga que darlos es preciso que introduzca al consejo preguntándose: ¿Qué les diría si les
quisiera dar un buen consejo? Y en este caso oirá todo lo que el tenia en mente ya que es muy probable
que el consejo que esta por dar se lo hayan dado antes múltiples personas.

2) Decirle algo con el propósito de que no lo cumplan, o sea que cambie por vía de rebelión
(tareas paradójicas).

276
¿Cómo motivar a la familia para que cumpla las directivas?

Motivar a alguien a hacer algo significa persuadirlo de que extraerá algún beneficio de dicha
acción.
Cuando un terapeuta desea motivar a los miembros de una familia a que realicen una tarea,
tiene que convencerlos de que por su intermedio alcanzaran los objetivos individuales, recíprocos y
familiares que ellos desean.
El modo en que lo hagan dependerá de la naturaleza de la tarea, de la naturaleza de la familia y
del tipo de relación establecida con ella.
En el enfoque directo lo común es que el terapeuta les diga que conoce y comparte su deseo de
resolver el problema. Una vez convenido el objetivo se ofrece la tarea como un medio de alcanzar el fin
deseado través de la terapia.
Cuando hay discrepancias entre los miembros sobre los propósitos que persiguen, es necesario
hallar un modo de que la tarea le reporte alguna ganancia a cada uno de ellos. (Por ejemplo: la madre
necesita cerciorarse que su hija se porte bien, la hija no desea las peleas con la madre y el padre no
quiere ser árbitro de las peleas. Entonces todos deben cumplir la tarea).
El enfoque indirecto se emplea cuando se prevé que la familia no cooperara fácilmente con la
tarea.
Consiste en hacer que los miembros de la familia hablen de sus dificultades de manera tal que
estén prontos a escuchar a quien pueda sugerirles qué deben hacer. Por ejemplo se les pide que hablen
de todos los intentos fallidos de resolver el problema, así se obtiene información de lo que han hecho y
se evita pedirles que hagan algo que no funciono.
El terapeuta subraya los fracasos anteriores (afirmando: ¡y eso también fallo!) Para tener mas
probabilidades de que escuchen su ofrecimiento.
También el terapeuta subraya lo mala que es la situación por la que pasan para que haya mas
probabilidades de que lo escuchen y hagan la tarea que les ofrece (acentúa a angustia y la utiliza como
motivación).
También puede hacerlos proyectar en el futuro e imaginar los desastres para mejorarlos más
aun.
Puede motivárselos a hacer una tarea en el hogar iniciándolos en la ejecución de pequeños
trabajos durante la entrevista (practicas de las tareas para el hogar dentro de la entrevista.
El terapeuta debe adecuar las tareas a las personas (por ejemplo si hacen hincapié en hacer
cosas lógica y ordenadamente se le dará una tarea lógica y ordenada)
Otro punto importante es el modo en que se descubre la magnitud de la tarea.
Ante ciertas familias y tareas podemos optar por empequeñecer a estas, cuando la familia se
muestra renuente a realizar la tarea lo mejor es definir a esta como un pequeño
Favor que se le pide. Si dramatizan las cosas se les dice que se les esta pidiendo algo
importantísimo.
Para algunas familias una tarea agrande es demasiado para ellos mientras que otras
despreciaran tareas por pequeñas.
El terapeuta debe valerse de su autoridad, de s posición de experto para tener mas posibilidades
de ser obedecido.
También puede conseguir el cumplimiento haciendo que la gente los lleve a cabo pensando que
así le demostraran que esta equivocado (para evitar que le discutan la tarea puede decir: “voy a pedirles
algo estúpido, pero igual quiero que lo hagan”).

Precisión.
Una vez motivada la familia, se les debe impartir instrucciones claras (a menos que se requiera
ser confuso por alguna razón).
Mas que sugerirlos, las directivas deben impartirse abiertamente: “quiero tal y tal cosa”.
El terapeuta debe ser preciso, diciendo exactamente lo que quiere que se haga. Observará si la
familia lo ha comprendido bien. Preguntara si es necesario y aclarara lo no comprendido.
Ser claro evita el incumplimiento de la tarea por falta de comprensión y precisión.

Participación total.
El terapeuta debe hacer que todos intervengan en la tarea (puede excluir a algunos por razones
especiales). Así se le pide a algunos abstenerse de intervenir se le esta pidiendo que haga algo. La tarea
se estructurara así, alguien que lo ejecute, alguien que lo ayude, alguien que supervise, alguien que
compruebe su ejecución, etc.

277
Previsión de la tarea.
Cada miembro repasa cada papel que le toco en la tarea. Esto es para asegurarse de que han
comprendido bien la tarea.
Durante este repaso el terapeuta puede prever las dificultades que puedan surgir (si advierte por
ejemplo que alguien quiere zafarse de la tarea el terapeuta debatirá con ellos las maneras en que creen
poder eludirla).
Ejemplos de tareas:
1. Abuelo apoya al nieto contra su madre. Tarea: para el nieto hacer algo que irrite a la
abuela y madre salir en defensa de su hijo (para unir a la madre con el hijo).
2. Pedir al esposo que haga algo que su mujer no espera de él.
3. Hacer que padres charlen sin interrupción de los hijos.
4. que todos en la familia se interrumpan, haciendo que hable el que tiene el sombrero.

El informe sobre la tarea


Se la solicita en la próxima entrevista. Esta arroja tres resultados posibles:
1. la tarea se ha cumplido.
2. la tarea no se ha cumplido.
3. la tarea se cumple parcialmente.

En el primer caso se los felicita, en el último se pregunta porque no o terminaron (no debe
perdonarlos con ligereza porque resta importa).
Cuando no cumplieron y no tienen excusas. El terapeuta modifica que ellos han fracasado que no
le han fallado a el sino a ellos mismos. Han pedido una oportunidad. Este requerimiento no debe llevar
implícito la idea de que el terapeuta ha fracasado y se siente decepcionado. Hay que decirles que la tarea
era importante y que esta muy mal que no la hayan cumplido. Si les responden que ellos creían que la
tarea no serviría de nada, el terapeuta responde que eso nunca lo sabrán porque no lo hicieron.

Tareas metafóricas. El uso de analogías.


La formulación explicita de una tarea de lo que el terapeuta quiere que hagan los miembros de
una familia, no siempre es el enfoque mas acertado, pues a veces la gente esta más dispuesta a cumplir
una directiva si no tiene conciencia de haberla recibido. Un modo de impartir este tipo de directivas
consiste en expresarse con metáforas. Esta es una expresión o formulación que se parece a otra.
Una metáfora es la relación de analogía entre una cosa y otra. Cuando el terapeuta quiere que
los miembros de una familia se comporten de un modo determinado hace que se conduzcan de otro
bodoque, sin ser el mismo, se le asemeja; entonces se portaran espontáneamente como él quiere. Por
ejemplo, un niño adoptado tiene temor a los perros, entonces la directiva seria que el niño adopte un
perro.
Las metáforas no se expresan únicamente con palabras, sino también con acciones. Por ejemplo,
la forma en que el terapeuta trate al niño puede influir en el modo en que los padres lo traten en su casa,
aun sin hacerles ninguna observación, su modo de actuarles esta diciendo como hacerlo.
En este enfoque el terapeuta elige como meta cambiar alguna actividad familiar (relaciones
sexuales) como segundo paso elige una parecida a lo que quiere modificar (cenar juntos) pero que les
resulta más fácil a los miembros de la familia, conversa sobre ello para informarse e influir sobre sus
opiniones. Luego les asigna una tarea dentro de esa actividad, pero que permita alcanzar los resultados
deseados tanto en ella como en lo que se quiere cambiar.

Tareas paradójicas
Cuando el terapeuta quiere que se resistan a la tarea y de ese modo cambien. Estas tareas
pueden parecerles paradójicas a los clientes porque habiéndoles dicho que desea ayudarlos a cambiar, al
mismo tiempo les esta pidiendo que no cambien.
Este enfoque se basa en la idea de que algunas familias que acuden pidiendo ayuda rechazan la
que se les brinda.
Generalmente las familias en situación estable reaccionan al cambio., las familias inestables, en
estado critico suelen seguir dócilmente las directivas porque tratan de estabilizarse.
Lo que sucede en el primer caso es que al pedirles que cambien el terapeuta los esta invitando a
la inestabilidad. Por lo común una familia que se ha estabilizado en torno al hecho de que uno de sus
miembros constituye un problema. Al tender modificar la situación de la persona problema el terapeuta

278
también tiende a desestabilizar a la familia, por lo que encontrara resistencia de variable intensidad. Las
tareas paradójicas tienen por fin abordar esta dificultad.
Con ellos podemos adoptar dos enfoques generales:
1. encarar a la familia en un sentido global.

Con el intento de cambiar a la familia se hace una ……………… de los impulsos de


mejoramiento de sus miembros (por ejemplo que pasaría si el niño se normalizara en el control de
esfínteres.
El enfoque paradójico presenta siempre dos mensajes a niveles diferentes: “cambien” y dentro
del marco del mensaje “no cambien”.
El uso de este enfoque requiere habilidad porque se trata de comunicar diferentes cosas a la vez.
Cuando el enfoque paradójico tiene éxito, los miembros de la familia logran alcanzar el objetivo
de la terapia, que es demostrarle al terapeuta que son tan normales como él. Cambian espontáneamente
para acentuar la continuidad del cambio el terapeuta que tal vez sea algo temporario, y que quizás sufran
una recaída la familia entera se empezara en continuar el cambio para demostrarle que no es algo
transitorio.
También puede pedirles que vuelvan a la situación anterior diciendo que el cambio se dio muy
rápido. Así se asegura que no habrá tal retroceso.
Si llegan a tener recaídas, lo harán bajo la dirección del terapeuta, o sea que están siguiéndolas
directivas y cooperando con él. Después podrá pedirle que no vuelva a recaer.
La tarea paradójica es motivar a la familia a desafiar al terapeuta a desobedecerle, entonces así
consigue el cambio.

2. Impartir directivas que involucren solo a una parte de la familia.

El procedimiento es el mismo, les pide que permanezcan estacionarios escuchando este


requerimiento en el propósito de ayudarlos a cambiar. Por ejemplo una madre sobre protectora se le
exige que sea aun más sobre protectora. A ella no le gustara dedicarse mas al hijo si ya se siente exigida
por él. Empezara a insistir en que el niño debería bastarse por si mismo, o sea evolucionara en la
posición deseada por el terapeuta.
En este enfoque el diseño de las directivas es simple, se debe observar como se tratan unos a
otros y se les pide que se comporten de la misma manera.

Las etapas de la intervención paradójica son:


1. Antes que nada en toda terapia directiva, hay que establecer una relación que se define
como tendiente a provocar el cambio. Esta definición suele estar implícita en el encuadre de la situación
cuando alguien solicita una terapia, pero puede hacerse hincapié en ella.
2. definir claramente el problema.
3. fijar los objetivos con claridad.
4. ofrecer un plan. Conviene dar una explicación lógica que haga razonable una directiva
paradójica, aunque también podemos limitarnos a impartir la directiva dejando que el plan permanezca
implícito.
5. Descalificar diplomáticamente a quien es tenido por autoridad en la materia, que puede
ser un cónyuge, la madre, o cualquier otro miembro; por lo general alguien ya esta tratando de ayudar a
la persona a resolver su problema, y debe explicarse que ese individuo no esta haciendo lo correcto.
6. impartir la directiva paradójica.
7. observar la reacción y seguir alentando el comportamiento usual. El terapeuta no debe
ablandarse ante una mejoría rebelde o al ver turbado al cliente, sino que insistirá una vez mas en el plan
y su explicación lógica, definiendo como falta de cooperación todo progreso que implique una disminución
de la conducta usual, ya que el solicito “mas conducta problema”.
8. A medida que continúa el cambio el terapeuta deberá evitar que se le acredite como un
logro de él, dado que ello significaría que las recaídas están en relación con el terapeuta. Una forma de
evitar todo mérito propio es mostrarse perplejo ante una mejoría.

Diseño de las tareas. Las pautas.


 Sea cual fuere la tarea siempre ha de ser lo suficientemente simple como para que la
familia pueda cumplirla (a menos que haya una razón especial para desea que fracase).
 Debe adecuarse a la situación financiera y al tiempo disponible de la familia.

279
A veces las disposiciones tomadas para ejecutar una tarea resuelven por si solas un problema de
organización sin que sea necesaria cumplirla (importa mas su negociación que su cumplimiento). Por
ejemplo: el terapeuta dice que no se asignara ninguna tarea hasta que no estén todos en la sesión.
Otras veces la amenaza de impartir una tarea bastara para que se produzcan cambios.
En la terapia que emplea directivas, estas se convierten en un tema de conversación para la
familia, desalojando de esa función a sus problemas o a su pasado.
Una tarea puede ser simple se imparte en una etapa en que el objetivo principal es intensificar la
relación con el terapeuta; Entre los que cumplen esta finalidad figuran: pedir que hagan una lista de los
problemas, que se conduzcan de una determinada manera durante la semana, que s reúnan a conversar
una hora fija.
Cuando se busca un cambio en la organización, la tarea a asignar exige mayor colaboración, lo
mejor será que se valga del problema presentado para producir un cambio estructural en la familia. Por
ejemplo desligar a la madre de un hijo temeroso a los perros, haciendo que padre e hijo elijan un perro
para la casa.

280
CAPITULO 4: comunicación, secuencia y jerarquía.

Poder y organización.
Los hombres se tratan entre sí de acuerdo con formas de conducta. Estar organizado significa
seguir modos de conductas estandarizadas y redundantes y existir dentro de una jerarquía con estatus de
poder con algunos por encima y otros por debajo.
Es importante que el terapeuta no confunda la existencia de una jerarquía injusta con una
estrategia para cambiarla. Si notamos que un niño es oprimido por su familia eso no significa
necesariamente que se deba aliar con el niño en contra de sus padres, el resultado podría ser un niño
mas desgraciado y unos padres mas desdichados y restrictivos.
La jerarquía es mantenida por todos sus integrantes. Los de mayor estatus se hacen respetar
mediante sus acciones, pero si alguno de ellos no lo hiciera los de estatus inferior actuaran para imponer
su jerarquía.
Visto en términos jerárquicos, la organización familiar incluye personas de distintas generaciones,
de distintos ingresos y de diferentes grados de inteligencia y destreza. Estas complicadas líneas
jerárquicas guardan relación con las múltiples funciones de una familia.
La jerarquía más elemental involucra el límite generacional, lo más común es que haya tres
generaciones en funcionamiento: abuelos, padres e hijos y que son tres niveles de poder o estatus
Hoy los abuelos poseen poder y estatus; el poder suele radicar en los padres mientras que los
abuelos tienen un rol de asesor.
Sea cual fuere el ordenamiento adoptado, toda la familia debe organizarse jerárquicamente
elaborando reglas sobre quienes tendrán mas estatus y poder y quienes ocuparan un nivel secundario.
La manifestación de síntomas por parte de un individuo es señal de que la organización en que
vive tiene un ordenamiento jerárquico confuso (nadie sabe quien es su par y quien es su superior, o tal
vez un miembro que ocupa indeterminado nivel jerárquico se empeña en formar coaliciones contra uno
de sus pares con otro miembro de nivel diferente violando así las reglas básicos de toda organización.
Cuando en una jerarquía las posiciones de estatus son confusas o poco claras existe una pugna,
una lucha por el poder.
Si hay una regla fundamental de organización social es la de que esto peligra cuando se
establecen coaliciones entre diferentes niveles jerárquicos particularmente si son secretos. Si la coalición
es ocasional no tiene importancia, pero si es reiterativa se trastorna la organización y los participantes
experimentan una angustia subjetiva.
En el contexto de la terapia aparece a menudo la lucha por el poder. Por ejemplo, cuando un
terapeuta se define como experto aceptando dinero por su asistencia, y luego se rehúsa a serlo y hasta
preguntar la paciente que cree que debe hacerse, la jerarquía pierde nitidez, y el paciente se esforzara
por esclarecer la relación.

Secuencias.
Una jerarquía pude delinearse observando las secuencias de hechos que ocurren dentro de una
organización. Si vemos que fulano le dice a mengano que haga algo y este lo hace, puede tratarse de un
acto aislado, si el acto se repite una y otra vez, inferimos que fulano es jerárquicamente superior a
mengano.
Una estructura esta compuesta por actos reiterados entre las personas. Uno de los objetivos de
la terapia es cambar las secuencias de hechos que acaecen entre las personas dentro de un grupo
organizado, cuando esa secuencia cambia, también experimentamos un cambio en los miembros del
grupo.
Puede definirse al cambio terapéutico diciendo que es aquel que se produce en los actos
reiterados de un sistema autorregulante, preferiblemente el que da paso a un sistema mas diversificado.
La secuencia rígida y repetitiva dentro de los límites estrechos es lo que determínale caso patológico. La
gente parece tener ciertas dificultades o renuencias para observar y describir las pautas repetitivas
existentes en una cadena de tres o más acontecimientos, sobre todo en aquellos que se ve involucrado.
La video cinta ayuda a ver las secuencias.
La secuencia se repite cíclicamente, hay una serie de pasos sucesivos que siempre vuelven al
principio.
Ejemplo de secuencia.
Paso 1: padre incompetente (deprimido o perturbado).
Paso 2: niño con problemas de conducta.
Paso 3: madre incompetente fracasa en el intento de controlar al niño.
Paso 4: padre reacciona se vuelve competente, trata al niño con eficacia.

281
Paso 5: niño con buena conducta.
Paso 6: madre competente, junto con el padre y el hijo.
Paso 7: padre se vuelve nuevamente incompetente.
La tarea terapéutica consiste en cambiar la secuencia interviniendo en forma tal que imposibilite
su continuación.
Nada se logra con hacer que los miembros de la familia “tomen conciencia de ello”
señalándoselo, con esto es probable que no se cambie la secuencia sino que puede despertar mayor
resistencia.
Asimismo parecería que cambiar cualquiera de los pasos o el comportamiento de cualquiera de
los tres individuos no suele bastar con provocar un cambio en la secuencia. Deben modificarse por lo
menos dos de las conductas.

Comentario sobre la normalidad.


Al examinar el contexto de un síntoma, se puede advertir una confusión de niveles jerárquicos en
la familia, pero esto no significa que para criar niños normales sea preciso tener niveles jerárquicos
nítidos.
Hay muchas familias normales y sus pautas son muy diversas. No hay una familia normal. El
método de crianza adecuado del niño que debería aplicar una familia normal es un misterio.

El funcionamiento defectuoso y la familia.


Un terapeuta debe ser capaz de pensar en función de por lo menos tres pasos de secuencia y
tres niveles jerárquicos. Una vez que ha coordinado secuencia y jerarquía esta en situación de elaborar
ideas estratégicas para producir el cambio de manera racional y no por mera intuición. Su objetivo más
simple es cambiar una secuencia impidiendo que se formen coaliciones a través de los límites
generacionales.
Cuando modifica una secuencia en la que el padre se alía con su hijo contra su madre, hace que
la familia comience a funcionar de modo diferente y que los individuos que lo integran abandonen su
angustia subjetiva.
La organización con funcionamiento defectuoso considerado en su carácter de unidad triangular
de tres niveles presenta ciertas particularidades:
1. Los tres individuos que reaccionan ente si no son pares sino que pertenecen a tres
generaciones diferentes.
2. El miembro de una generación forma una coalición transgeneracional generando un
conflicto bigeneracional (padre e hijo contra l madre) o trigeneracional (abuelo y nieto contra el padre).
Existe una diferencia entre coalición (acción conjunta contra un tercero) y alianza (dos personas que
comparten un interés común del que no participa un tercero).
3. El problema es mas grave cuando se oculta o se niega la existencia de tal coalición.

El funcionamiento defectuoso de una organización obedece a la reiteración de las coaliciones


transgeneracionales en el sistema.

Conflictos trigeneracionales.
Los problemas deben examinarse en función de la jerarquía y la secuencia vigentes que hacen
que los individuos se comporten así.
Un de las secuencias problema más comunes es la trigeneracional en cuya situación clásica
interviene la abuela, la madre y el niño. Es la situación típica de la familia pobre, donde falta uno de los
progenitores, y de la familia de clase media en que la mujer se ha divorciado y vuelve a vivir con su
madre.
En el ejemplo clásico tiende a definirse a la abuela como dominante, a la madre como
irresponsable y al niño como el niño con problemas de conducta. La secuencia típica se desarrolla así:

Paso 1: abuelo se hace cargo del niño y protesta porque la madre es insoportable y no atiende al
niño como debería, así como el abuelo se une al nieto en una condición transgeneracional contra la
madre.
Paso 2: la madre se retira, deja que el abuelo cuide al niño.
Paso 3: el niño se porta mal (síntoma)
Paso 4: el abuelo protesta que no tendría que decepcionar al niño, que ella ya no cuida a su hijo,
que la madre debería cuidar al hijo
Paso 5: padre comienza a hacerse cargo de su hijo.

282
Paso 6: el abuelo protesta y dice que no lo cría correctamente, se hace cargo de el para salvarlo
de la madre.
Paso 7: la madre se retira.
Paso 8: niño se porta mal.
Paso 9: el abuelo protesta.
Cuando pensamos en las líneas generacionales como líneas jerárquicas de poder resulta
evidente que e clásico conflicto trigeneracional puede producirse con un experto que sustituya al abuelo.

El niño en función parental.


En algunas familias, sobretodo en aquellas que tienen un solo progenitor y muchos niños, hay
una tercera generación que no esta claramente definida como tal. Esta la madre y su hijo pero en un nivel
intermedio aparece un hijo yo hija mayor que aparece en función parental con los más pequeños. No
pertenece a la generación adulta sin embargo desempeña un rol adulto al encargarse de sus hermanos
menores.
Su posición es difícil, es responsable de los más pequeños sin tener el poder de gobernarlos. Por
ejemplo, cuando los pequeños se portan mal, la madre insiste en hacerlo responsable de ellos, pero sin
delegar en él sus plenos poderes, sin darle autonomía suficiente como para manejar la situación. Cuando
pasa algo la madre apoya a los más pequeños contra el mayor.
Conflicto bigeneracional.
Hay dos pautas típicas que aparecen como conflictos bigeneracionales, la primera, la madre
agobiada, la segunda oposición entre progenitores.
La madre agobiada: en una familia con muchos hijos la madre se ocupa de todos y cada uno de
ellos sin que haya jerarquía entre niños, cada niño se maneja con su hermano a través de la madre. Una
madre así par3ece agobiada por las constantes demandas de los niños.
Oposición ente los progenitores: el conflicto bigeneracional más clásico es cuando un progenitor
de coaliga con el niño contra el otro progenitor. La secuencia puede darse también entre padres
separados que aun se disputan al niño o el matrimonio donde hay un padrastro o madrastra.
Los síntomas del niño desempeñan una función en el matrimonio, muchos problemas
matrimoniales imposibles de curar abiertamente pueden comunicarse en función del niño y por ende a
través de él: el niño pasa a ser el medio de comunicación estabilizando así el matrimonio. Discutiendo
sobre el hijo, la pareja puede encarar la cuestión conyugal sin plantearlo explícitamente.

El dilema terapéutico. ¿Qué produce el cambio?


No provoca el cambio manifestar las emociones y descubrir el porqué de su conducta con una
explicación de su pasado. Descubrir la secuencia lleva a seguir la secuencia. El terapeuta puede
desarrollar una teoría de la resistencia para justificar el no cambio.
El cambio se produce por obra del terapeuta que se pliega al sistema vigente y lo modifica por
medio de su participación interna.
Hay que cambiar las emociones expresadas para generar nuevas respuestas. Si el marido falla
que exprese su ira verbalmente entonces la esposa responderá de modo diferente. El cambio de la
secuencia de comunicación hace que cambie el sistema. En un sistema homeostático gobernado y
mantenido por la reiteración de secuencias de conducta, el terapeuta cambia estas secuencias
modificando los modos de reaccionar.
El terapeuta no debe coaligarse permanentemente con un miembro, pero si puede hacerlo
temporariamente para intuir al cambio. Deberá unirse temporariamente en diferentes coaliciones pero sin
apoyar a nadie contra nadie. En los casos de familias donde uno de los integrantes sufre graves
perturbaciones, el terapeuta debe formar múltiples coaliciones simultáneas. Por ejemplo: debe respaldar
a los padres en su función ejecutiva respecto de un joven perturbado, a l par de apoyarlo a este en el
objetivo final de ayudarlos superar esta situación perturbadora.
A veces también es preciso provocar una crisis, coligándose con una sola persona por un lapso
aparentemente indeterminada. Ante un matrimonio en que los cónyuges son estables y desdichados el
terapeuta puede inducir a la inestabilidad apoyando a uno u otro diciendo que esa persona tiene toda la
razón. El método más típico para mantener el equilibrio dentro de las diferentes coaliciones temporarias
es proceder en etapas:
1. Determinar el tipo de secuencia que esta manteniendo el problema.
2. fijar un objetivo específico. En todos los casos el objetivo será trazar un límite
generacional e impedir coaliciones transgeneracionales (por ejemplo en el caso de que el abuelo se alíe
con el nieto contra la madre, que el abuelo actúe como asesor de la madre).

283
3. El sistema no se normaliza de una sola vez. El cambio va en etapas. La primera es crear
una anormalidad.
Una de las maneras de planear una estrategia y las etapas de la terapia es pensando cómo pasar
del sistema presentado a otro diferencien y anormal, que puede ser el problema presentado por otra
familia. No se puede pasar de la anormalidad a la normalidad. Lo que hay que buscar es pasar de la
anormalidad a otra situación anormal y luego si buscar una situación normal.

Secuencia y jerarquía.
Las secuencias definen jerarquizas. Estas son determinadas por el comportamiento de las
personas involucradas, en tanto la conducta sea repetitiva. Si la persona se desvía de la conducta
repetitiva definiendo así una jerarquía diferente, los demás reaccionaran contra esa desviación y vuelven
a modelar la conducta dentro de la pauta habitual.
El comportamiento patológico surge cuando la secuencia reiterada define simultáneamente dos
jerarquías diferentes opuestas.
Si la persona ordena a otro que desobedezca, esta definiendo la jerarquía de dos maneras
incompatibles: quien recibe la orden es jerárquicamente inferior porque le dicen qué hacer, pero también
es jerárquicamente igual o superior porque se espera que desobedezca o actúe de modo espontáneo.
Al transmitir mensajes paradojales se ofrecen al mismo tiempo dos definiciones incompatibles de
la jerarquía
La tarea del terapeuta es cambiar la secuencia, modificando así la jerarquía de la familia y
procurar no dejarse atrapar por una secuencia de forma tal que este perpetuando el mismo problema que
se supone debe resolver.
Hay que aceptar que la flia es un sistema, que la conducta se repetirá y que cuando se produzca
un cambio surgirán las fuerzas para tratar de mantener la estabilidad anterior del sistema.
La terapia implica cambios de relación entre el terapeuta y su cliente. El objeto de la terapia es
que terapeuta y cliente alcancen una relación de pares, es decir que el segundo no necesite del primero.
La estrategia del terapeuta variara según la familia y la etapa del ciclo vital que este atravesando.

284
“Pautas en Terapia Fliar Breve. Un enfoque ecosistémico”
De Shazer

Capítulo 1: “Una teoría binocular del cambio”

* Isomorfismo:

Una vez que los integrantes del equipo terapéutico dejaron de ser observadores para convertirse en
participantes, se les hizo evidente que era indispensable una epistemología ecosistémica.
A partir de ese momento, los elementos básicos de la situación terapéutica se concibieron como
pautas que envolvían a las familias y los terapeutas (el equipo terapéutico) así como a la interacción o
intercambio de información entre estos dos componentes del sistema terapéutico. Los dos subsistemas
interactúan de modo tal que crean una nueva pauta o pautas, y por ende un suprasistema.
Este cambio radical en nuestras descripciones y métodos de observación implica alterar la estructura
general del trabajo y la teoría. Exige una nueva teoría o modelo del cambio, que reconozca la
“imposibilidad de separar al observador científico de los fenómenos observados”.
Así la teoría del cambio de los terapeutas debe basarse en la nueva pauta emergente. Dicha teoría
tiene que guiar la descripción de esta pauta, que a su vez debe ser descripta en términos interaccionales.
Por añadidura, la descripción debe incluir, en primer lugar, el motivo de consulta o queja de la familia;
luego, la pauta de intervención terapéutica; seguido, lo que la familia informa sobre su respuesta frente a
esta intervención; a continuación, la próxima intervención, y así sucesivamente.
Este esquema conceptual sugiere que en la pauta de intervenciones terapéuticas, en la pauta del
motivo de consulta familiar y en la interacción entre estas dos pautas debe haber “algo” que promueva el
cambio. Desde que el equipo terapéutico pasó a estar constituido por participantes capaces de definir ese
“algo” y cómo la interacción entre los dos subsistemas puede poner en marcha el proceso de cambio,
surgieron dos conceptos primarios: los de “isomorfismo” y “cooperancia”.
Bateson describe: “Si uno anda por ahí con la pauta A y se topa con la pauta B, todo lo que llega es
su propia pauta A más un híbrido de A y B; jamás ve B”.
Por consiguiente, si la intervención terapéutica se designa como “pauta B” y el motivo de consulta
como “pauta A”, la familia recibirá a lo sumo una mezcla de A y B. Igualmente si el equipo terapéutico
anda por ahí con la pauta B y se topa con la pauta familiar A, jamás verá A: a lo sumo, recibirá una
mezcla de B y A. La diferencia entre “mezcla de B y A” y “mezcla de A y B” es decisiva para la teoría
binocular del cambio. La familia que recibe una intervención nunca recibirá el mensaje sino como parte de
un híbrido. Si se pretende que se produzca un cambio es estas pautas emergentes, es menester que la
pauta B esté íntimamente vinculada a la pauta A, de modo tal que la intervención terapéutica sirva para
reencuadrar o redefinir la pauta A.

- El concepto de isomorfismo: se dice que dos estructuras complejas son “isomorfas” cuando pueden ser
homologadas entre sí de modo tal que para cada parte de una de ellas hay una parte correspondiente en
la otra; y aquí correspondiente significa que las dos partes cumplen funciones similares en sus
respectivas estructuras. “Isomorfo” deriva de una noción matemática más precisa.
Hofstadter insiste en que “son estas percepciones del isomorfismo las que crean significados en la
mente de las personas”. Y en la situación terapéutica, este significado puede llamarse “cambio”. En
general, el proceso de cambio se inicia con una “idea” o noticia de una diferencia que es el “resultado” de
reencuadrar o cambiar los significados contextuales de un conjunto de “hechos” concretos. Sin embargo,
el reencuadre no es un acto, sino un proceso que modifica la percepción que la familia tiene de su propia
situación y da lugar a nuevos comportamientos, que a su vez crean nuevas experiencias subjetivas.
El concepto de isomorfismo sugiere que si la descripción del equipo terapéutico y su pauta de
intervención B es semejante a una pauta A1 (versión reencuadrada de la misma pauta A), la familia
percibirá en el híbrido formado por A y A1 un significado que probablemente promueva el cambio.
Así, es dable aplicar el concepto de isomorfismo entendiéndolo como la capacidad del equipo
para describir de tal modo la pauta expuesta por la familia (A), que su descripción reencuadrada
(A1) sirva de guía para planear una intervención homóloga a aquella. Es necesario que los
elementos que componen la descripción del equipo guarden correspondencia con los elementos que
componen la descripción de la familia y con las pautas que ésta ha exhibido en la o las sesiones
terapéuticas.
Además, el equipo debe hacer su descripción (A1) desde un ángulo distinto para que la familia pueda
recibir la noticia de una diferencia, una variación perceptual que promueva el cambio. Esta descripción
isomorfa permite al equipo planear intervenciones isomorfas, en particular el “subconjunto del elogio”

285
dentro del conjunto de la intervención terapéutica compuesta por “el elogio y el indicio” (reencuadre y
tarea).
Pero si se incluye el concepto de isomorfismo en la teoría binocular del cambio sin considerar las
ideas de Bateson acerca de la noticia de la diferencia, se puede incurrir en el error terapéutico de “ser
absorbido por la familia”.
En síntesis, el concepto de isomorfismo se refiere principalmente a los significados, contextos o
marcos perceptuales y emocionales en que se experimenta una situación.

* Cooperancia:

Al desarrollarse la teoría binocular del cambio, el concepto de isomorfismo se le sumo el de


cooperancia: Cada familia (también cada individuo o pareja) exhibe una modalidad singular de intento de
cooperar, y la tarea del terapeuta consiste, en describir para sí esa modalidad particular presenta la
familia, y luego en cooperar con ella y de ese modo promover el cambio.
Anteriormente, la manera en que las familias respondían a las tareas se describía con el
concepto de resistencia. Aquí usamos la palabra “cooperancia” en lugar de cooperación por que el
proceso consiste en una interacción continua entre ambos subsistemas. El concepto de cooperancia es
más útil y adecuado a una epistemología ecosistemita que el de resistencia, al cual reemplaza. Se refiere
principalmente a los comportamientos concretos de la situación que experimenta el cliente. Este
concepto es concurrente con el de isomorfismo, ya que el cambio terapéutico envuelve a la vez
modificaciones conceptuales y de conducta.
Originalmente, el concepto de resistencia se empleaba para describir la renuencia del sujeto a
evocar experiencias ansiógenas del pasado.
A partir de su concepción de la hipnosis Milton Erickson formulo una definición que amplia el
concepto de “resistencia” para incluir algunas de las conductas que el terapeuta desarrollaba en la
situación: “si usted les sugiere que se abstengan de hablar… ellos se abstienen. Y en la medida en que
vayan a abstenerse, usted debe alentarlos a que se abstengan”. La primera ley de Erickson es “en la
medida en que el sujeto vaya a resistirse, el terapeuta debe alentarlo a que lo haga”.
Los especialistas en terapia breves del IIM perfeccionaron los conceptos de Erickson e
incluyeron las conductas del terapeuta frente a la resistencia del paciente, equiparándola con la técnica
del judo donde la fuerza del adversario es aceptada y ampliada en lugar de oponerla.
Según esto la resistencia sigue situada en el cliente y se la describe como algo que el sujeto
hace y no como producto de la interacción entre él y el terapeuta. Esto obedece a que se dividió el
ecosistema jijando un limite entre terapeuta y cliente, con lo cual se crean “oposiciones imaginarias” entre
sus dos componentes. En lugar de ello el concepto de cooperancia define estos comportamientos como
parte de la pauta de interacción que se da entre el subsistema de la familia y el subsistema del terapeuta
o del equipo.
Erickson desarrollo un modelo basado en la teoría del equilibrio, donde sostenía que el problema
era sostenido por los mecanismos homeostáticos. El modelo incluye orientadores para que el terapeuta
inicie el cambio de la familia desde un tipo de organización (o sea, un cierto estado de equilibrio) a otro
tipo de organización (un estado de equilibrio diferente), se postula que las situaciones desquilibradas
tienden a desplazarse hacia un estado equilibrado. Entonces si las relaciones entre las personas son
distintas, el sistema tendera a alcanzar un estado estacionario cualquiera, diferente del estado de
equilibrio anterior: a este estado estacionario se refirió Bateson con la expresión “tautología autocurativa”.
Todo sistema cerrado desde el punto de vista organizacional es tautólogo, en el sentido de que cada uno
de sus aspectos implica al resto del sistema. De ahí que uno puede intervenir en cualquier punto del
sistema, ya que una vez modificado cualquier punto de sus aspectos, cambia en consecuencia la
organización del sistema en su totalidad.
Este modelo sigue considerando a sus clientes como algo extrínseco, de un modo similar que
sucede con Erickson o con el IIM. Un modelo de sistema cerrado, que traza un límite entre los
componentes del ecosistema. Donde los estados de equilibrio de las relaciones se equiparan, demasiado
ligeramente, con la ausencia de cambio o la resistencia al cambio. Resulta un modelo conceptual
deficiente para la terapia familiar.
Una vez que el equipo comenzó a intervenir en las familiar como “equipo terapéutico”, el
concepto de resistencia fue sustituido por el de cooperancia. Tan pronto la pausa para la consulta se
volvió rutinaria, notaron que el término “resistencia” y “utilizar y fomentar la resistencia desaparecían del
vocabulario”.

286
El equipo comenzó a enviar a la familia, luego de la pausa, importantes mensajes de reencuadre
que incluían tareas. Ahora lo que le interesaba al equipo era injerirse en la situación terapéutica, y la
familia dejó de ser algo extrínseco a él.
En este modelo ya no se describe a la familia como un subsistema que se resiste, un subsistema
cristalizado por mecanismos homeostático o que no cambia debido al estado de equilibrado de las
relaciones.
El interrogante pasó a ser este: ¿Qué es lo que la familia le esta manifestando al equipo acerca
del modo en que éste podría ayudarla a aceptar un mensaje que contribuya a sacarla de su encuadre
original, de modo tal que pueda haber un cambio?
Para una terapia basada en una epistemología ecosistemita y en la teoría binocular del cambio, el
concepto de cooperancia es más útil que el de resistencia. Las conductas específicas que antes se
habrían definido como de resistencia, se describen ahora como de cooperancia, como un producto de la
situación interaccionad y no como una propiedad del subsistema familiar.
Si el terapeuta atiende a la resistencia del sistema, no podrá ver sus intentos de cooperar, ya que
cada una de estas visiones excluye a la otra. Si atiende a la cooperancia, será incapaz de observar la
resistencia.
El concepto de cooperancia, basado en la teoría binocular del cambio, codifica la información de
un modo distinto; por ello, de acuerdo con el principio sistémico del totalismo, su empleo efectivizara el
resto del esquema conceptual (un sistema), ya que es acorde a los procesos de la terapia que se
suceden a lo largo del tiempo: cada parte del sistema esta relacionada con las demás. Un sistema se
comporta de manera coherente como una totalidad inseparable.
La teoría binocular del cambio, con sus conceptos concurrentes de isomorfismo y cooperancia,
nos sugiere un modelo de terapia en el que ésta no es concebida como un combate, ya que excluye el
concepto de resistencia. En su conjunto, ambos conceptos pueden servir para orientar al equipo en su
descripción de las pautas ecosistemitas y en las intervenciones basadas en dicha descripción.
Mediante el concepto de isomorfismo el equipo puede planear mensajes reencuadrantes desde
un ángulo distinto, capaces de promover el “adicional de profundidad” que origina el cambio.
Mediante el concepto de cooperancia, puede diseñar tareas que promuevan un cambio de
conducta isomorfo con las pautas del subsistema, pero desplazado un cierto ángulo –lo cual a su vez
contribuye al “adicional de profundidad”-. Vale decir, el reencuadre apunta a los significados o aspectos
cognitivos del sistema familiar, allanado el camino para el cambio de conducta (ya que significado y
conducta pertenecen al mismo sistema).
Las tareas o prescripciones apuntan a la parte conductual del sistema, allanando el camino para
el cambio en los aspectos cognitivos (la tarea debe ser también isomorfa, pero desplazada en un cierto
ángulo).
Esto quiere decir que el elogio y el indicio (o sea, el reencuadre y la tarea) tienen que ser
isomorfos, lo cual confiere a la intervención mayor “profundidad” por la relación que se entabla entre
ambos conceptos al instrumentárselos.
Empleando los conceptos de isomorfismo y cooperancia, el terapeuta puede generar
intervenciones que acepten plenamente la situación familiar, aunque desde un ángulo distinto, pues ya
Erickson nos ha enseñado que cualquier respuesta de la familia a cualquier tarea puede describirse de
modo tal que defina la modalidad singular que tiene esa familia de cooperar.
Tanto una respuesta positiva como una negativo o una ausencia de respuesta se definen como
“conductas responsivas”. Las conductas son “una manifestación de cooperancia”. Al comienzo de cada
una de las sesiones subsiguientes a la primera, el terapeuta solicitara de la familia sus respuestas frente
a las tareas. Esto suministrara al equipo información acerca de la modalidad singular de cooperar de esa
familia, independientemente del tipo de respuesta de que ella dé cuenta. Y esta modalidad de cooperar,
ayudara al equipo a refinar o redefinir sus descripciones, de manera tal que el reencuadre y las tareas se
vuelvan cada vez más isomorfos.

Paradoja:
Muchos terapeutas tienen dificultad para comprender la naturaleza de las intervenciones
paradójicas, y esto se debe a la falta de una teoría abarcadora.
La teoría binocular del cambio (con los conceptos concurrentes de isomorfismo y cooperancia)
permite conceptualizar a las intervenciones paradójicas como miembros de una clase de “intervenciones
isomorfas”, en vea de considerárselas una clase por sí mismas. Esto vuelve a poner de relieve que esta
técnica tiene la naturaleza de una “doble ligadura contraria”, y proporciona a las intervenciones
paradójicas una base ecosistémica con un marco teórico. Merced a esta construcción, el terapeuta puede

287
decidir, basándose en información suprasistémica, en qué casos resulta apropiada una intervención
paradójica.
El primer es usar este adjetivo parece haber sido Víctor Frankl (29-30). Haley (32) describió el
uso de estas técnicas paradójicas en la inducción del trance, y Jackson (46) las utilizo con pacientes
paranoides. Mas adelante, muchos otros terapeutas describieron el empleo de estas técnicas, basados
principalmente en el modelo IIM (62`- 64`).
El modelo del IMM se funda en la teoría de los Tipos de Russell: “si algo abarca a todos los
miembros de un conjunto, no puede ser uno de los miembros del conjunto”.
El modelo parte de la hipótesis de una relación intima, como la que se da en la familia, e incluye
un mensaje descrito de modo tal que:
1. Afirma algo;
2. afirma algo acerca de su propia afirmación y
3. estas dos afirmaciones son mutuamente excluyentes. Así, si el mensaje es un mandato,
para ser obedecido debe ser desobedecido; si es una definición de uno mismo o del otro, la persona así
definida solo es esa clase de persona si no lo es, y no lo es si lo es.
Como vemos es imposible decidir el significado del mensaje. Por lo demás el “receptor” del
mensaje no puede efectuar ningún comentario acerca de él, ni tampoco retirarse de la relación.
La teoría de los Tipos desempeñó un papel central aportando la “teoría de la doble ligadura” o
“Doble vinculo” en “Hacia una teoría de la esquizofrenia”. Este articulo influyo en la manera de ver y
describir a las familias por parte de los terapeutas y en su manera de tratarlas. “Hacia una teoría…”
ofrece un “lenguaje” al cual sirve para orientar tanto al pensamiento como la observación.
Este lenguaje permite describir la situación familiar en la cual la comunicaron se vuelve críptica,
donde los participantes aprenden a eludir toda contradicción patente y se vuelven expertos en el uso de
la paradoja. Aprovechan la capacidad propia del hombre de comunicarse simultáneamente en el nivel
verbal y el no verbal.
Este lenguaje sirve, no solo para describir la interacción familiar, sino también para describir las
intervenciones terapéuticas.
Las intervenciones paradójicas se consideran factores curativos, porque es difícil imaginar que
una doble ligadura sintomática pueda ser rota por alguna otra cosa que no sea una doble ligadura
contraria. Así pues, el tratamiento de doble vínculos “patógenos” implica el uso de dobles vínculos
contrarios o intervenciones paradójicas.

Características de las intervenciones paradójicas:

1. Una doble ligadura contraria presupone una relación intima muy valorada por la persona que acude a
consulta.

2. Se da un mandato construido de modo tal que:


• refuerza el comportamiento que el paciente suponía que debía cambiar
• implica que este refuerzo es el vehículo del cambio y
• crea así una paradoja, pues se le dice al paciente que cambie sin cambiar.
3. Impide al paciente efectuar algún comentario efectivo sobre la paradoja y/o retirarse.

Esto se apoya en la idea de romper la doble ligadura sintomática con una doble ligadura
contraria, idea congruente con la Teoría de los Tipos, de Russell: Según ésta, es preciso eliminar de la
lógica las proposiciones autorreferenciales.
Su empleo en el campo de la terapia familiar parece haber eliminado nuestro pensamiento y
obstaculizado el desarrollo de descripciones ecosistémicas de los fenómenos observados. La fascinación
por la paradoja ha llevado a embrollos en la terapia familiar.
Utilizando la teoría binocular del cambio, las intervenciones paradójicas son una entre las varias
formas de intervención isomorfa que un terapeuta puede planear y administrar.
Es importante advertir que la intervención paradójica es una doble ligadura contraria, una imagen
especular, congruente con la estructura de la doble ligadura patógena de la familia. Tendrá que
adecuarse isomorfamente a las pautas observadas, que es precisamente lo que hace la pauta de la doble
ligadura contraria cuando espeja la doble ligadura patógena de la familia.
La intervención terapéutica, sea o no paradójica, debe ser isomorfa con las pautas de la familia, y
serle presentada a ésta desde un ángulo diferente para que pueda obtener el adicional deseado.

288
La fascinación por las paradojas y las intervenciones paradójicas procede también del uso de la
“psicología inversa”: el terapeuta le dice al paciente que haga algo deliberadamente, para que deje de
hacerlo. A este procedimiento suele denominárselo, erróneamente, “uso de la paradoja”.
El terapeuta que opera con una concepción ecosistémica o interaccional tiene la cabal
expectativa de que el método de la “psicología inversa” pondrá fin al síntoma. Para el cliente este
desenlace lo puede comprender, pero esto es por que lo esta contemplando desde otra perspectiva,
fundada en premisas aristotélicas, y dado ese marco el sujeto se sorprende por que tales premisas
resultan sistemáticamente invalidas. Así, el resultado parece absurdo o mágico. La conclusión obtenida
suena absurda, y la psicología inversa es la única explicación racional que puede sustentarla; por ello, la
intervención es erróneamente llamada “paradójica”.
Se han elaborado muchísimas estrategias de investigación destinadas a poner a prueba los
efectos de la paradoja y de las intervenciones paradójicas, pero la mayoría de estas investigaciones han
resultado inconclusas. Lo que ocurre con mayor frecuencia es que los investigadores cosifican la doble
ligadura o la paradoja. Emplean uno de los elementos de un concepto sistémico en forma lineal, sacando
así de su contexto a la paradoja y a la intervención paradójica. No advierten que las intervenciones
paradójicas integran una pauta de equiparación isomorfa de la intervención (paradójica) con la pauta
(paradójica) de la familia. Estos investigadores y terapeutas utilizan la aparadora cosificada de manera
lineal (causa-efecto) para estudiar y promover el cambio. Parecen creer que esa cosa denominada
“paradoja” es el agente del cambio, y entonces, “paradojizan” a sus clientes, en vez de advertir que lo
fundamental para promover el cambio es la adecuación entre la pauta de intervención y la pauta de la
familia.
La teoría binocular del cambio sugiere que el reencuadre isomorfo de los mensajes puede ser útil
con independencia del “tipo” de pautas familiares observadas y cosificadas. Las intervenciones
paradójicas son uno de los tipos de intervenciones isomorfas a que el terapeuta puede recurrir si las
pautas que observa se describen como paradójicas; pero si estas pautas no se describen como
paradójicas, la intervención isomorfa debe atenerse a un diagrama o mapa diferente. Esta manera de
pensar puede ampliar nuestras concepciones dentro del campo de la terapia familiar, y contribuir al
desarrollo de conceptos ecosistémicos cada vez más útiles, que nos permitan resolver algunos de los
problemas generados en la conceptualización y la metodología de la investigación.

289
CAPÍTULO 5: La cinta de Moebius:

Confusión Sistémica:
Antes de que se formulara la teoría binocular del cambio, el concepto de isomorfismo fue
desarrollado como una herramienta descriptiva para explicar, a posteriori, el diseño e las intervenciones.
Luego, el concepto se amplió, utilizándoselo como una herramienta prescriptiva que orienta los empeños
del terapeuta para promover el cambio interviniendo desde un ángulo distinto, sobre la base de la
descripción de las pautas familiares. Esta evolución llevó a las técnicas de diagramación.
El modelo de terapia breve no ofrece al terapeuta lineamientos claros para el tratamiento de
parejas o familias que se muestran incapaces de describir una meta concreta y específica en la terapia, ni
tampoco para tratar a aquellas familias en las que cada miembro tiene una meta específica que excluye
las metas de los demás.
La "técnica de la confusión" de Erickson es una técnica de inducción del trance que se basa en crear una
confusión tras otra en el sujeto, hasta que este se muestre dispuesto a aceptar una formulación clara del
hipnotizador. Erickson se apoya en el principio básico de aceptar lo que el cliente trae (su confusión, en
este caso), y utiliza ese mismo comportamiento a fin de desarrollar un procedimiento o técnica para la
inducción del trance. Por analogía, puede describirse a una pareja o familia con metas mutuamente
excluyentes, o con metas que son incapaces de formular, como un "sistema confundido", en el cual ni los
propios integrantes ni el observador saben a dónde apunta la familia, o qué es lo que quiere, o ni siquiera
qué es lo que está sucediendo en ella.
Desde esta perspectiva, puede decirse que el problema que se le presenta al terapeuta es "la
confusión". A partir de esto, es posible establecer una "meta implícita" que consiste en poner término a la
confusión. De este modo, puede ampliarse el uso de la técnica de Erickson haciéndolo extensivo a los
sistemas confundidos. Vale decir, el terapeuta de familia acepta lo que el sistema familiar trae -su singular
modalidad de mostrar cómo coopera (sus pautas confundidas)- y utiliza estas pautas para crear
intervenciones isomorfas, introduciendo una confusión tras otra, hasta alcanzar alguna claridad.
La confusión sistémica parece adoptar múltiples formas, todas las cuales pueden considerarse
"vagas". Es demostrable que los subsistemas confundidos y algunos otros subsistemas revelan unas
pautas vagas, así como modalidades raras de cooperancia, que a menudo dejan a los terapeutas mismos
sumidos en la confusión. En este capítulo explicaremos el uso de los conceptos de cooperancia e
isomorfismo aplicados a las pautas familiares vagas.
Los dos ejemplos clínicos escogidos describirán los procesos de cambio discontinuo que
atravesaron dos parejas en el curso de su terapia ("cambio discontinuo" significa aquí proceso de cambo
que ocurre "a los saltos", mientras que "cambio continuo" designa los procesos que ocurren "paso a
paso"). Las dos parejas a que hacemos referencia efectuaron saltos o cambios repentinos con
posterioridad a una "intervención isomorfa"; esto recuerda la cinta de Moebius, superficie que se vuelve
sobre sí misma. Como las intervenciones isomorfas se basan e una descripción que es una imagen
especular (aunque desde un ángulo distinto) de las pautas familiares, el uso recurrente de intervenciones
"tipo cinta de Moebius" permitió al CTFB estudiar los procesos de cambio discontinuo.
(En pág. 109, gráfico de la cinta de Moebius y explica que es -yo no lo entendí-).
En un sistema abierto multicausal, es difícil establecer la "causa-efecto" diciendo que "el suceso 1
causó el suceso 2". Esto no basta para describir una cadena circular de sucesos. Los procesos de
cambio discontinuo son el resultado de la interacción compleja de diversos factores. Aunque el orden en
que estos factores se presentan es variable, los más notorios entre ellos parecen ser:
- la confusión sistémica de la familia (tal como fue diagramada por el terapeuta)
- la demostración que la familia hace de su modalidad vaga de cooperancia
- el malestar que la familia percibe en sí misma y describe
- el temor de que el sistema se desintegre
- Y una intervención basada en todos estos factores (tipo cinta de Moebius) que describe
la situación desde un ángulo distinto.
Cada uno de estos factores interactúa con los demás en forma individual y conjunta.

El Prototipo:
Describe cómo se llegó a usar la técnica de la confusión y la intervención isomorfa,
ejemplificando con un caso: "Bárbara y Peter" -1° sesión, 2°, 3°, 4° y sesiones posteriores- (Pág. 109-
120).
La intervención hecha a esta pareja se basó en la técnica de la confusión desarrollada por
Erickson. En general, cuando se aplica este tipo de intervención, el conductor puede descargar una

290
andanada de palabras dentro de un marco de referencia cambiante o ambiguo. Se modifica el contexto a
fin de crear una falta de patrones de referencia, lo cual impide a las personas concentrarse en los
pormenores de lo que dice el conductor. La pareja necesita focalizarse o encontrar algún sentido en lo
que sucede, y en cambio es frustrada cada vez más, hasta que se rebela, y exige claridad. Una vez
iniciado este procedimiento, el conductor abordará las sesiones posteriores con el mismo tipo de
ambigüedad y confusión.
El estudio de esta intervención prototípica permitió al CTFB aprender muchísimo acerca del modo
en que las familias muestran sus afanes por cooperar según su propio y singular estilo. Además, se
aprendió cómo promover la cooperancia entre la familia y el equipo. La intervención tipo cinta de Moebius
destacó la utilidad de las intervenciones isomorfas. A partir del diagrama homólogo de esta intervención,
el equipo podía desarrollar otras intervenciones semejantes cuando las quejas de la pareja formasen
parte de una secuencia conductual de reacciones mutuas:

La queja de A respecto de B, tal como se le comunica a B,

Es descrita como una medida que protege a A,

Lo cual a su vez impide a A alcanzar una meta deseada,

Por lo tanto, esta protección debe continuar.

El diagrama tipo cinta de Moebius parece útil para orientar la intervención con parejas cuyas
quejas mutuas componen las etapas sucesivas de una secuencia, relacionadas entre sí. En el mapa de
arriba, "A" representa a una sola persona en un momento determinado, en tanto que las quejas de la otra
persona ("B") se consideran por separado: al planear la intervención, el mapa es utilizado en dos
oportunidades. El par de quejas debe ser "interaccional y secuencial"; vale decir, tiene que ser posible
describir que la conducta de "B" es "una respuesta a" la queja de "a". Por otra parte, la pareja debe
encuadrar sus quejas considerándolas "mutuamente causales". Parece importante tener en cuenta esto
al utilizar un mapa tipo cinta de Moebius, ya que la pauta de interacción descrita que le sirve de base
define la estructura del mapa. Si las quejas mutuas -con o sin confusión sistémica- están distanciadas en
el tiempo o forman parte de secuencias diferentes, estos territorios exigen un mapa distinto.

Segundo ejemplo clínico:


Describe un caso: "Meg y Tony " -1° sesión, 2°, 3°, 4° y seguimiento- (Pág. 122-132).

Isomorfismo:
Las secuencias de conducta correspondientes a los dos casos analizados pueden presentarse
juntas en un mismo esquema:
Secuencia de conductas:

Caso 1 Caso 2
Tristeza de Bárbara Desencadenante desconocido Silencios de Meg.

Conducta Lúdica Reacción Preguntas de Tony.


de Peter

Mayor tristeza Acción Más silencios

Peter se aparta. Reacción. Más preguntas.

Y así sucesivamente.

Lo llamativo es que el diagrama de las intervenciones tipo cinta de Moebius permite describir las
intervenciones efectuadas en ambos casos, y los dos diagramas pueden combinarse:
Intervención tipo cinta de Moebius:

291
La queja de A respecto de B,
tal como se le comunica a B, A Bárbara su tristeza A Meg sus silencios
A Peter su conducta lúdica A Tony sus celos.
es descrita como una medida
que protege a A, Protege a Peter / Bárbara Protegen a Tony / Meg

lo cual a su vez impide a A Verse obligado a creer que Comprobar la


alcanzar una meta deseada usted realmente lo ama perdurabilidad de sus
sentimientos hacia él.
Por lo tanto, esta protección Verse obligada a creer que Descubrir cuánto se
debe continuar. su amor por él es real. preocupa ella por él.
Lo llamativo es el isomorfismo que prevalece entro los dos diagramas y la similitud de los
informes de las parejas sobre sus respuestas. Ambas parejas parecen haber atravesado un período de
creciente confusión, al par que disminuían sus respectivas lamentaciones; luego, repentinamente (o al
menos así lo parecía desde la perspectiva de un observador), hicieron grandes cambios. Ambas parejas
se reorganizaron dejando de lado sus antiguas pautas de lamentaciones. En suma, aparentemente había
desaparecido la confusión / vaguedad sistémica.
Se diría que hay algún nexo entre la intervención tipo cinta de Moebius y los cambios posteriores. La
teoría binocular del cambio nos sugiere que, luego de la intervención, las parejas podían visualizar la
secuencia desde un ángulo distinto. Vale decir, en el momento en que ella parecía iniciarse, los rótulos
aplicados a diversos elementos del contexto eran los bastante "escurridizos" o indefinidos (o sea, había
empezado a atribuírseles un significado diferente) como para que surgiera espontáneamente una nueva
secuencia. Existe cierta probabilidad de que el significado de la conducta lúdica de Peter y/o la tristeza de
Bárbara sea lo bastante indefinido como para promover un cambio de conducta.
La intervención incorporó la posibilidad de introducir una conducta aleatoria, perteneciente a una
clase de conductas no incluidas en la secuencia original. Es imposible saber de antemano cuál sería esa
conducta o conductas específicas.

292
"CLAVES PARA LA SOLUCIÓN EN TERAPIA BREVE"

Cap 8: "Llaves maestras"

La mayor parte de los escritos sobre terapia breve, terapia sistémica y terapia estratégica se han
centrado en intervenciones "a medida", diseñadas para situaciones peculiares. Pero este capítulo
describe intervenciones que han resultado útiles en una amplia variedad de situaciones difíciles. Tanto la
"prescripción" de Selvini Palazzoli (que sigue una fórmula) como nuestras "tareas de fórmula" (cada una
de las cuales está estandarizada) sugieren algo sobre la naturaleza de la intervención terapéutica y el
cambio, que no ha sido descrito claramente antes: las intervenciones pueden iniciar el cambio sin que
medie una primera comprensión detallada del terapeuta en cuanto a lo que ha estado sucediendo.
Tanto el equipo del Centro de Terapia Familiar Breve (CTFB) como el equipo de Milán parecen
pensar que el terapeuta no necesita conocer muchos detalles de la queja a fin de por lo menos iniciar la
solución del problema en consecuencia, las intervenciones sólo tienen que impulsar la iniciación de
algunas nuevas pautas de conducta. La naturaleza exacta de la perturbación no parece importante para
la generación efectiva de soluciones, porque la intervención sólo necesita ajustarse. Solamente se
necesita una ganzúa o llave maestra, y no la llave única diseñada para copiar específicamente el perfil de
una cerradura específica.

"Escribir, leer y quemar":


Ejemplifica con un caso de una joven (pág. 134).y describe los pasos de la técnica:
1) Tenía que encontrar un lugar cómodo en el que pudiera pasar a solas un rato
tranquilo por día, siempre a la misma hora. El lapso no debía ser menos de una hora,
ni mayor de una hora y media; todos los días tenía que concentrar sus esfuerzos en:
2) En los días impares, debía poner por escrito todos sus buenos y malos recuerdos
sobre el tema (ex novio). Tenía que escribir durante todo el período, aunque no más
de una hora y media, incluso aunque ello significara repetir una y otra vez las mismas
oraciones.
3) En los días pares, debía leer las notas del día anterior y después quemarlas.
4) Si estos pensamientos indeseados volvían a ella en otros momentos, fuera de
horario, ella debía decirse a sí misma "ahora tengo otras cosas sobre las que pensar;
pensaré sobre esto en el horario que corresponde", o bien tomaría una nota para
recordar esos pensamientos y volver sobre ellos en el horario asignando.
(Al cabo de 5 días cesaron los pensamientos obsesivos sobre la ex pareja. Entonces la joven
abandonó la tarea, porque tenía cosas más interesantes que hacer. Los pensamientos no volvieron a
aparecer).
El ritual de escribir, leer y quemar debe ser transmitido con fe por el terapeuta, porque a algunos
clientes les parece improbable que pasar de pensar algo a escribirlo y quemarlo pueda constituir una
solución. A lo largo de los años, los clientes han explicado cómo opera este ritual:
1. Objetiva sus preocupaciones o les da un carácter más concreto.
2. No caer en los pensamientos perturbadores es más fácil porque hay tiempo previsto para
ellos.
3. Puesto que los pensamientos "malos" ya no están prohibidos, resultan más fácil pensar
sobre otras cosas.
4. Las perturbaciones se van literalmente con el humo.
5. El cliente comprende que tiene "cosas más interesantes que hacer".
Esta fórmula es útil cuando el cliente se queja de "pensamientos obsesivos" o "depresivos".

La tarea de la "pelea estructurada":


La tarea de la "pelea estructurada" fue inventada con la finalidad de que se ajustara a una
peculiar situación problemática de la pareja, con algunos resultados sorprendentes. Esta fórmula ha
demostrado ser útil en el proceso de promover la solución cuando ambos miembros de la pareja se
quejan de sus disputas o peleas. El ritual comprende 4 pasos:
1) Arrojar una moneda al aire para ver quién comienza.
2) El vencedor se dedica a echar pestes durante 10 min. ininterrumpidos.
3) Es el turno del otro miembro de la pareja, que también se toma 10 min.
4) Deben pasar 10 min. de silencio antes de que se inicie otra vuelta arrojando de nuevo
la moneda.

293
Esta intervención está específicamente diseñada para ajustarse a situaciones en las cuales
ambos miembros de la pareja se quejan simultáneamente de peleas o disputas que no parecen conducir
a ninguna parte. No es útil para solucionar la gama más amplia de queja que los clientes llevan al
terapeuta, por ejemplo, cuando sólo uno de los esposos se queja de las disputas. Sin embargo, la
transferibilidad de estas 2 "tareas de fórmula" nos da la idea de que ciertas tareas construidas
adecuadamente pueden emplearse una y otra vez, con ligeras modificaciones, en una variedad de casos
semejantes. La misma solución se pude emplear reiteradamente sin tener en cuenta los detalles
específicos de la queja.

"Haga algo diferente":


Los criterios para el empleo de esta fórmula fueron rápidamente reconocidos: una persona se
queja sobre la conducta de otra y, habiéndolo intentado "todo", queda fijada a la misma reacción
reiterada, mientras la conducta perturbadora continúa. El enunciado de la tarea ha sido completamente
normalizado, sería:
"-Desde ahora y hasta la próxima vez que nos encontremos, nos gustaría que cada uno de
ustedes, una vez, cuando (conducta o hecho "problema"), en lugar de hacer lo que debe, haga algo
diferente, por más extraño, fantástico o disparatado que pueda parecerle. Lo único importante es que sea
lo que fuere lo que se decida hacer, es necesario que sea algo diferente".
La tarea "haga algo diferente" es fácilmente transferible a una amplia variedad de casos, en parte
porque el enunciado no es específico. Puesto que no se prescribe una acción en particular, los clientes
pueden optar entre una amplia gama de modos posibles de cooperar. Además, el enunciado puede ser
fácilmente adaptado por el terapeuta para que se ajuste a los rasgos específicos de un caso. Otra clara
ventaja consiste en que, para emplear estas fórmulas, el terapeuta no necesita saber específicamente
qué es lo que los clientes ya han hecho; es decir que la queja puede esta construida con vaguedad.
La llave maestra "haga algo diferente" se ajusta a situaciones particulares y sin embargo es tan
general que puede ser transferida de situación a situación sin grandes variaciones. Las quejas parecen
tener una estructura muy similar en situaciones múltiples. Un pequeño cambio "Espontáneo" en
respuesta a una indicación generalizada ("haga algo diferente") puede impulsar las soluciones. Es muy
frecuente que el terapeuta no pueda predecir qué respuestas diferentes desplegará espontáneamente los
clientes.
En términos simples, las soluciones involucran hacer la diferente de lo que se ha hecho antes y
que no dio resultado.
(Ejemplo -"policía inspira miedo a un muchachito"- pág. 137-8).
La queja o el tipo de queja particulares no parecen importar mucho, y tampoco parece ser
importante cuál es la cosa diferente que se haga; basta con que sea lo bastante diferente y eficaz y que
se ajuste.
Cuando los clientes describen lo que los está perturbando, por lo general refieren todas las cosas
"diferentes" que han resultado inútiles. No obstante, un examen más estrecho de esas cosas con
frecuencia revela que todas ellas pertenecen a la misma clase de lógica: por lo tanto, no eran
suficientemente diferentes. Puesto que los clientes no parecen encontrar la cosa diferente que deben
hacer, o la cosa que deben hacer de modo diferente, continúan quejándose.
Con frecuencia, la tarea "haga algo diferente" es más útil cuando los clientes se quejan de la
ineficacia de su reacción a algunas secuencias reiteradas de acontecimientos (por ej. : cuando un niño
tiene berrinches ante los cuales los padres reaccionan de la misma manera ineficaz). Esta intervención
directa pero inespecífica ofrece al cliente una amplia gama de nuevas conductas posibles y asegura que
la conducta elegida se ajustará a ellos y no irá más allá de sus posibilidades.
(Caso ejemplo: "Bizcochos" - Pág. 139); (Caso ejemplo: "Miedo a lo desconocido" - Pág. 140);
(Caso ejemplo: "Excremento de toro" - Pág. 140-2); (Caso ejemplo: "Un toque vale por muchas palabras"
- Pág. 143-4); (Caso ejemplo: "Anticipación" - Pág. 144-5)
La tarea "haga algo diferente" parece promover en el cliente cierta conducta fortuita, o
aparentemente fortuita, permitiéndole alterar las secuencias conductuales que son parte de las quejas
presentadas en terapia. En parte, esta tarea parece eficaz porque reafirma en el cliente la expectativa de
que el cambio puede producirse y se producirá, y de que el propio cliente puede cambiar y resolver el
problema.
Esta tarea parece más útil cuando la queja es interaccional, es decir, cuando los padres se
quejan de la conducta del hijo y/o también de sus propias reacciones a ella, o cuando una esposa se
queja de la conducta de su pareja y/o sus reacciones a ella. La misma idea de que es necesario "hacer
algo diferente" se aplica asimismo cuando la persona se queja de su propia conducta, pero hay una tarea
distinta que parece más útil en este último caso.

294
"Preste atención a lo que hace cuando supera el impulso de...":
La principal variante de la tarea "haga algo diferente" es "preste atención a lo que hace cuando
supera la tentación o el impulso de..." (por ej., deprimirse, comer en exceso, gritarle a su esposa,
embriagarse). Está destinada a emplearse cuando una persona se queja de su propia conducta, o, de
algún modo, de sí misma.
Toda queja puede verse como si involucrara una regla, o un conjunto de reglas, que determinan
la conducta. No obstante, también hay excepciones a la regla. Es decir que aunque los clientes tienden a
afirmar que la conducta perturbadora se produce siempre, hay condiciones más o menos similares en las
cuales aquella conducta no aparece. Estas excepciones constituyen frecuentemente el mejor modelo
para construir intervenciones, porque la conducta involucrada ya forma parte del repertorio del cliente, y
en consecuencia la intervención se ajustará automáticamente. También será diferente, porque la
excepción se aplica a ala situación ligada a la regla, y sirve como algo nuevo o fortuito y en consecuencia
respalda cierta probabilidad de impulsar respuestas nuevas o diferentes. Desde luego, señalar esta
excepción como excepción a los clientes puede no ser muy útil, a causa del "siempre" con el que rotulan
a la conducta o conductas. No pueden ver la excepción como excepción; la ven como algo accidental y
desvinculado. Parece más útil para el terapeuta ayudar a crear un contexto en el cual los clientes puedan
descubrir por sí mismos que algunas excepciones son posibles y pueden aprovecharse fructíferamente.
La tarea "preste atención a lo que hace cuando supera la tentación de..." tiene la finalidad específica de
ayudar a clientes y terapeutas por igual para que descubran (y utilicen) las excepciones a la regla.
(Caso ejemplo: "Racconto" - Pág. 146).
El encuadre sugerido por esta tarea presupone que el cliente (los clientes en general) superará
los impulsos o tentaciones por lo menos durante parte del tiempo, y que el cliente quizá realizará algo
diferente para vencer los impulsos. La construcción de la tarea también se propone que el cliente preste
atención a lo que hace, es decir a su conducta, antes que a algún estado interior. En la sesión siguiente a
la asignación de la tarea, el terapeuta suele comenzar con una pregunta como la siguiente: "Bien, ¿qué
hizo usted cuando superó las tentaciones durante esta semana?". Esta pregunta presupone que el
cambio se produjo y que el cliente hizo algo para vencer por lo menos algunas de las tentaciones. Con
independencia de su respuesta, se lo alienta a percibir y emplear herramientas con las cuales ya ha
derrotado la tentación de "volver a las antiguas costumbres". Una vez que el pensamiento en términos de
"esto o aquello" ha sido reencuadrado para abarcar las clases de conducta excluidas, el cliente puede
hacer alfo diferente que se ajusta a él, puesto que es una idea suya y no del terapeuta.
(Caso ejemplo: "¿Quién será el primero?" - Pág.147); (Caso ejemplo: "La crítica callada" -
Pág.148)

Conclusión:
Las intervenciones de fórmula y el material de casos ilustran la creatividad de los clientes y los
recursos que ya tienen antes de solicitar terapia. En cierto sentido, la terapia no añade realmente nada (la
técnica del Mago de Oz): el terapeuta no le dice al cliente qué es lo que debe hacer diferente ni le
enseña ninguna técnica nueva. Estas intervenciones son mínimamente intrusivas pero sus efectos
parecen sumamente amplios. El efecto de irradiación o el concepto de totalismo nos proporcionan
algunas ideas sobre el modo en que una pequeña diferencia puede convertirse en una diferencia lo
suficientemente grande.

295
VIOLENCIA Y ABUSOS SEXUALES EN LA FAMILIA.

Reynaldo Perrone, Martine Nannini

PRIMERA PARTE:

VIOLENCI A Y FAMILIA

Cuando el aprendizaje de la aceptación de la diferencia y de la autoridad, el respeto de las reglas,


la tolerancia a la frustración, la experiencia el compromiso y de la negociación no se llevaron a cabo,
aparece la violencia, y ésta se vuelve el modo habitual de resolver los conflictos familiares.
Hoy en día la justicia interviene de modo más activo en los asuntos familiares, hay un
derribamiento de las barreras que hacían creer que en el ámbito de la familia cualquier persona podía
sustraerse a la ley general e igualitaria.

La necesidad de introducir una lógica diferente nos llevó a adoptar 4 premisas básicas que nos
permitan encarar el problema de manera dinámica y considerarlo desde la perspectiva del cambio.
1) La violencia es un fenómeno interaccional, que solo puede ser explicado en un contexto
relacional, puesto que es el resultado de un proceso de comunicaciones entre dos más personas.
2) Todos cuanto participan en una interacción se hallan implicados y son por lo tanto
responsables (en sentido relacional, no legal).
3) Todo individuo adulto, con capacidad suficiente para vivir de modo autónomo, es el
garante de su propia seguridad. Si no asume esta responsabilidad, estimula los aspectos incontrolados y
violentos de la otra persona, alimentando una relación de tipo violento.
4) cualquier individuo puede llegar a ser violento, con diferentes modalidades o
manifestaciones, dependiendo del contexto o la situación. La violencia o no-violencia, más que estados
excluyentes y opuestos, corresponden a una situación de equilibrio inestable en un mismo individuo.

La agresividad sirve para definir el territorio de cada uno y hacer valer su derecho. La violencia,
en cambio, rompe los propios límites y los del otro. Invade la relación y los vuelve confusos. El acto
violento es “todo atentado a la integridad física y psíquica del individuo, acompañado por un sentimiento
de coerción y de peligro”.
Las secuencias comunicacionales son unidades de análisis no causal que integra las
transacciones interpersonales. Una transacción es la relación entre dos mensajes contiguos (el modo en
que un mensaje se enlaza con el que lo precedió y con el que le sigue, y así sucesivamente). Una

296
secuencia puede comprender varias transacciones. La primera información que se debe usar es la
interacción y no las características del individuo particular.
Nuestra hipótesis es que el acto violento no representa una forma de desorden sino que obedece
a un orden prioritario, resultante de las secuencias circulares, de interacciones y de mensajes repetitivos
intercambiados entre varios protagonistas, cuya implicación es innegable. Preferimos hablar de actores
de la violencia, y diferenciar emisores (quien manifiesta la violencia con hechos y actos) de los receptores
(los que la reciben, a nivel descriptivo). Llamamos participantes a las personas que se hallan presentes e
el momento de la acción violenta.

1) LA INTERACCION VIOLENTA

La violencia adopta dos formas distintas:


• Violencia agresión, que se encuentra entre personas vinculadas por una relación de tipo
simétrico, igualitaria;
• La violencia castigo, que tiene lugar entre personas implicadas en una relación de tipo
complementario, desigualitaria.
En la relación simétrica A y B se hallan en situación de rivalidad y en actitud de escalada. Si A
define un valor, B da a su vez una nueva definición, con lo que provoca a A. los partenaire reivindican el
mismo status y se esfuerzan por establecer y mantener la igualdad entre sí.
En la relación complementaria A y B están de acuerdo sobre la definición del papel y el lugar que
le corresponden a cada uno. A define un valor y B lo acepta. El partenaire no tiene igual status.

VIOLENCIA AGRESIÓN
Puesto que se trata de una relación igualitaria, la escala desemboca en una agresión mutua; la
relación se define en un nivel existencial. Aquí los actores tienen conciencia de esta forma de violencia
bipersonal, recíproca y pública. Cuando la confrontación es entre adultos, se ve que éstos la aceptan.
Cuando la violencia agresión es entre adultos y niños el caso más corriente es el estallido de
cólera seguido de golpes a un niño que no se somete. Éste, a pesar de la paliza, mantiene su oposición y
desafío.
En ambos casos, y en la continuidad de la relación simétrica, tras la agresión suele haber un
paréntesis de complementariedad denominado pausa complementaria. El que ejecutó el acto violento
pide perdón, pasa a la posición baja y puede encargarse de curar al que sufrió la violencia. Este
abandona momentáneamente que el enfrentamiento y acepta que lo atiendan. Entonces viene la
reconciliación, y los actores olvidan y refuerzan la alianza. En este período suelen pedir ayuda fuera del
sistema, aunque luego paradójicamente, pueden rechazarla con el pretexto de haber vuelto al equilibrio
relacional.
La pausa complementaria tiene dos etapas:
• La aparición del sentimiento de culpa, que será el momento de la voluntad de reparación
• Los comportamientos reparatorios como mecanismos de olvido, canalización, la
desresponsabilización y la desculpabilización, sirven para mantener el mito de la armonía.
En la violencia agresión, la identidad y la autoestima están preservadas: el otro es
existencialmente reconocido. El pronóstico es favorable con pocas consecuencias psicológicas. Ambos
son conscientes del problema y tiene la voluntad de salir adelante.

VIOLENCIA CASTIGO
En ésta, (ésta) uno de los actores reivindica una posición superior a la del otro y se arroga el
derecho de infligirle sufrimiento. La violencia es unidireccional e íntima. El que actúa la violencia se define
como existencialmente superior al otro, y éste lo acepta. Quien controla la relación justifica el castigo
porque ha descubierto una “falta”.El otro debe estar a su servicio y respetar su ley.
Cuado se trata de castigo hacia un niño se ve que éste ha sufrido golpes, privación de afecto y de
cuidados. Estos niños crecen con sentimientos de indignidad, creen merecer castigos, no pueden mirar
de frente, y a veces son victimas propicias de sus pares.
En la violencia castigo no hay pausa. Al no haber pausa, esta violencia permanece escondida.
Ninguno de los actores habla de ello al exterior. Más allá del aspecto interactivo, ocurre que ambos tienen
una muy baja autoestima. El maltratado presenta un importante trastorno de la identidad, y su sentimiento
de deuda respecto de quien lo castiga lo lleva a justificar golpes. El emisor es a menudo rígido, carente
de toda empatía, impermeable al otro y su diferencia puede parecerle peligroso para sí mismo.

297
En la violencia castigo está afectada la identidad de la persona en posición baja y la autoestima
está quebrantada, y quien ejerce la violencia tiene poca conciencia de tal y un confuso sentimiento de
culpa. En estos casos resulta difícil la intervención porque no hay pausas y porque nos encontramos con
un consenso falaz en cuanto a la disparidad de la relación.

2) ORGANIZACIÓN RELACIONAL VIOLENTA

Estas secuencias interaccionales son de carácter repetitivo y estereotipado. Todo parece estar de
acuerdo, sin embargo nada parece controlable: Todos saben qué sucederá pero ninguno decide
protegerse ni evitar el riego. Los autores construyen un marco relacional que luego los entrampa. Es lo
que llamamos el consenso implícito rígido (CIR), en cuyo interior determinados mensajes verbales o no
verbales desencadenan el acto. La violencia aparece como un modo de mantener el equilibrio entre cada
uno de ellos y los otros. Aquí los límites y las prohibiciones se plantean de modo paradójico: establecen
más posibilidades que imposibilidades. El límite define todo lo que se puede hacer “con excepción de…
(Gritar a los niños, insultar a mi madre, etc.)”. Tal acuerdo funciona como cerrojo relacional respaldado
por la baja autoestima. Y la violencia es la confirmación.
Este acuerdo o contrato posee tres aspectos: espacial, temporal y temático.

• ASPECTO ESPACIAL: es el territorio donde se admite la violencia y se desarrolla.


• ASPECTO TEMPORAL: es el momento en que se desencadenan la interacción y la
cronología de los hechos está predeterminado. Son momentos ritualizados en los que es muy probable
que irrumpa la violencia, como por ejemplo las comidas, al irse a acostar, etc.
• ASPECTO TEMÁTICO: son acontecimientos, circunstancias o contenidos de
comunicación que desencadenan el proceso (pasado, hijos, dinero, etc.)
Estos aspectos tienen una fuerte carga emocional, relacionada con la historia personal de los
actores y con la de su interacción.
Sin duda, los actores de la violencia tienen necesidad de explicar sus historias personales, pero
pensamos que es importante contextualizar la evocación del tema en el marco general del CIR.
Aunque tiene implicaciones muy precisas, el consenso no es objeto de ninguna comunicación
clara entre los protagonistas. No hay metacomunicación, ya que toda explicación del consenso llevaría a
salir del marco establecido y mostraría el carácter ilusorio del conflicto. Sin embargo, un simple cambio en
algunos de los aspectos modifica el consenso. En ese momento uno de los actores puede romper el
contrato y sustraerse a las obligaciones impuestas por la relación (por ejemplo, hacer una denuncia).

LOS DISPARADORES DE VIOLENCIA


Siempre hay un poderoso activador que autoriza al pasaje al acto y anuncia el episodio violento.
Es necesario identificar ese mensaje particular en las transacciones, ya que él provocará inmediatamente
la agresión física.
En la relación complementaria se introduce una secuencia de simetría fugaz, pero determinante
en el proceso, ya que infaliblemente desencadena la violencia. Es la activación puntual simétrica. El que
se encuentra en la posición dominante decodifica el comportamiento del que está abajo como
amenazante, porque supone que apunta a situarse en un nivel igual o superior al suyo. Para reestablecer
el equilibrio, actúa con violencia.
En el caso de la relación simétrica se producen activaciones puntuales complementarias, donde
todo aumento de poder obliga a un inmediato reequilibrio.
Lo importante es que el emisor perciba el mensaje del receptor como amenaza y como
activadores para el receptor, independientemente de la intención del emisor.
Es importante detectar las activaciones puntuales, porque para los actores constituyen la
justificación de sus comportamientos violentos. Por un lado, nos muestran el “hilo conductor” de quien
ejerce la violencia, y por otro nos brindan la ocasión de echar luz sobre el sistema de justificación que los
constriñe y los condena a producir actos violentos.

3) EL ACTO VIOLENTO

SISTEMA DE CREENCIAS Y MODELO DEL MUNDO

298
El “el modelo del mundo” puede designar el sentido subjetivo y singular dado a las percepciones,
el orden dado a los objetos percibidos o bien el valor relativo comparativo dado a estos objetos.
Un sistema de creencias es más que un modelo del mundo, supone haber integrado en su mapa
un orden del mundo establecido por generaciones anteriores, el que por otra parte resulta compatible con
la propia clave personal de decodificación.

AMENAZA Y RUPTURA DEL SISTEMA DE CREENCIAS


Nuestro sistema de creencias está a prueba constantemente, y se ponen en juego estrategias de
acomodación o de defensa o también mecanismos que posibilitan las transformaciones, en el propio
sistema y en el del otro. Mediante sucesivas redefiniciones del contexto se garantiza la coherencia de la
lógica utilizada. Pero cuando la coherencia se rompe, entonces se deben efectuar acomodaciones.
Gracias a éstas y mediante síntesis creativas e inéditas, se vuelven nuevas integraciones que a su vez se
vuelven compatibles con el sistema de creencias y lo modifican, haciéndolo evolucionar. Cuando la
acomodación no se puede llevar a cabo, se plantea una situación de ruptura inminente del sistema de
creencias y, por ende, de la idea global que la persona hace de su propia existencia. Reconocer
diferencias y aceptar la singularidad del otro es manifestación de acomodación creativa.

NORMALIZACIÓN Y ACTO VIOLENTO EN SU CONTEXTO


Los actores de comportamientos violentos pertenecen a la categoría de personas que viven las
diferencias como amenazas. Sus sistemas de creencias contienen muchos modelos formales e
idealizados que conducen a expectativas inalcanzables (cómo ser un buen padre, cómo tener un buen
bebé, etc.).Para no sentirse amenazados en su coherencia (o incoherencia) se ven obligados a impedirle
al otro a que muestre las diferencias.
Cuando el propio sistema de creencias está amenazado en su coherencia, se pone en marcha
una acción dirigida a normalizar la “otra realidad”.El acto violento puede interpretarse como tal.

4) TEORÍA DEL RELAIS

Además de los actores y los participantes hay una tercera instancia (el relais), que propone
detener la violencia. Aunque lo logra momentáneamente, de modo indirecto impide que los actores
encuentren los medios para pararla por sí mismos.
Este funcionamiento lo hemos encontrado más especialmente en casos inscritos en una relación
simétrica, lo que resulta coherente con el carácter público de este tipo de violencia.
Cuanto más complejo es un sistema, mayor es su disponibilidad para “tomar nota” de sus
disfunciones y corregirlas. A veces necesita de una instancia externa que le informe acerca de sus
dificultades. Cuando dicha instancia se encuentra en el interior del sistema, éste puede volverse
autónomo respecto de ella. Cuando se ha llevado a cabo este proceso, la instancia externa interiorizada
se convierte en regulador.
Un relais hace las veces de puente entre dos polos, y además ejerce un control sobre la corriente
que pasa. Cuando se establece una comunicación entre dos personas existe una “corriente
comunicacional”, con un grado de tensión óptimo que tiende a la estabilidad. Hay un grado de simetría o
complementariedad que satisface bien a ambos actores y les permite, durante un tiempo, no preguntarse
quién controla. Nuestra hipótesis es que existe un conocimiento inconsciente de la “dosis” de poder que
cada uno necesita para que el problema de la relación no invada constantemente sus intercambios.
El relais se activa cuando detecta una perturbación en la “estabilidad ideal de la relación”. Esta
intervención apunta por lo general a que el sistema sobreviva. Generalmente se activa inmediatamente
antes o después del acto violento. El relais condiciona la duración del sistema y se convierte en parte
integrante de él. Al evitar los aprendizajes, el relais puede y debe seguir interviniendo.
La existencia del relais hace posible la repetición de secuencias que conducen al acto violento. Al
quedar restablecido el nivel óptimo después de cada crisis, el sistema tiene garantizada su continuidad.
Consideramos que le relais ocupa un lugar estable en la relación. El tercero interviene, sirve de
mediador y posibilita una triangulación esporádica, pero no queda integrado de manera estable.
Pueden existir tres niveles diferentes de relais involucrados en la relación:

1º nivel: son individuos que gracias a su posición pueden detectar una diferencia respecto a la
tensión óptima entre dos polos de comunicación.
Generalmente pertenecen a la familia o a la red social contigua a la familia.

299
2º nivel: son exteriores al sistema familiar y a su red, se activan cuando el nivel precedente es
ineficaz. Pueden ser asistentes sociales, terapeuta, etc.

3º nivel: son personas pertenecientes a diferentes instituciones (policía, justicia, hospital), que
intervienen sobre individuos y no sobre la relación. Apuntan a interrumpir la comunicación entre los polos.

5) TERAPIA DE LA VIOLENCIA

Existen dos maneras de salir de la violencia. Cuando los actores encuentran los medios para
prevenir el acto violento, sin modificar las condiciones que producen la violencia: son las salidas de
evitación.
Una segunda forma d escapar de la violencia en la que se tiende a modificar las condiciones de
su aparición. Estas salidas introducen diferencias que vuelven muy difícil el uso de la violencia. Son las
salidas de resolución.

SALIDAS DE EVITACIÓN.
Las salidas de evitación en las relaciones simétricas.
 en la salida complementaria, uno de los sujetos acepta la superioridad del otro, adoptando
una posición inferior.
 Sin aceptar la superioridad, uno de los dos se sustrae a la relación con un síntoma (dolor de
cabeza, ataque de asma).
 Acciones de forma de ritual que sirven para evitar la violencia (ir a beber algo, romper un
objeto, fumar un cigarrillo, etc.)
 A veces un tercero interviene evitando la violencia momentáneamente.
 Cuando el tercero se estabiliza, se convierte en relais.
 La separación puntual o la ruptura más definitiva es otro modo de hacer frente a la
imposibilidad de resolver las diferencias.
Las salidas de evitación en la relación complementaria.
En la violencia castigo, quien tiene la posibilidad de encontrar estrategias de transformación de la
violencia es el se encuentra en posición baja. Al que está posición alta, sólo la culpa o el remordimiento
de fracaso pueden motivarlo para tratar de evitar la violencia.
 Buscar alianzas en exteriores o descubrir una perdida de fuerza e el otro, le servirá para
reintroducir la simetría en la relación.
 El uso de síntomas.
 También hay quienes se auto acusan, se auto castigan en una escalada de
complementariedad que apunta a que el otro se abstenga de castigar, de golpear. Es la
sobrecomplementariedad.
 Luego de algunos vuelcos en las alianzas o cambios de situación con el cónyuge el que
estaba e posición inferior puede pasar a la posición superior. Es la complementariedad invertida.
 El relais.

El modo en que se presentan las salidas de evitación va desde la más funcional a la más
patológica.

SALIDAS DE RESOLUCIÓN
Salidas resolutivas posibles en los dos tipos de violencia.
 Interiorización de la ley: el sujeto reconoce una instancia superior a la que ha de
conformarse y que le sirve para regular su propia conducta.
 Cambio del sistema de creencias: cuando se modifica la visión del mundo cambia en
consecuencia el comportamiento con respecto al otro y puede3n realizarse otras acomodaciones, con
más flexibilidad y tolerancia.
 Cambio del consenso implícito rígido

300
 Cambio de representación: en algunos casos se produce un cambio en las
representaciones que puede repercutir sobre el conjunto del sistema cognitivo del sujeto y hacer que
éste cambie su comportamiento.
 Aprendizaje ligado al estado (bioquímico): cuando el sujeto vive una experiencia
emocionalmente significativa se producen anclajes bioquímicos y neurológicos que condicionan
ulteriormente su comportamiento.
 Metacomunicación: quien tiene la posibilidad de hacer un metacomentario con respecto a
la situación puede sustraerse a la violencia. Sin embargo, otras veces cuando los intercambios de la
pareja están focalizados a los aspectos relacionales, a expensas del contenido, esta observación
permanente es fuente de violencia.
 Reguladores (ver teoría del relais).

PROTOCOLO DE TRATAMIENTO
(1) Diagnostico de la violencia: conocer si saber si se trata de violencia agresión o violencia
castigo. El relato que la persona tratada haga de su vivencia, de los hechos, su posición existencial, la
importancia y las intenciones que le atribuya al otro serán esenciales para el diagnóstico. A veces,
cuando se observan situaciones de violencia entre u adulto y un bebé o un niño pequeño, podría creerse
que se trata de violencia castigo. Pero si se escucha el relato del adulto se llega a la conclusión de que se
le atribuye al niño (o al bebé) la intención de un adulto. La relación entonces es simétrica, y la violencia
de tipo agresión.
(2) Transmitir el significado de la ley: Ninguna acción terapéutica puede llevarse “acabo
afuera” de la ley en complicidad con la familia. El esclarecimiento de la relación con la ley es fundamental,
particularmente con la relación complementaria.
La relación con la ley es diferente según sea violencia agresión o castigo.
En las primeras la ley no es extraña. A pesar de ello la transgreden con un sentimiento de
malestar y culpa. Aquí la ley debe ser explicada.
Para las segundas, la ley carece de significación. La ignoran y viven una paracultura
donde la violencia es legítima. No hay culpa. El operador debe dejar claro que la ley existe y que
todos los integrantes de una comunidad deben conformarse a ella. Se trata, pues, de hacer el
carácter obligatorio de la ley, de enmarcar el sistema dentro de la justicia y darle término a la
excepción.
(3) Introducción del relais: en esta etapa en operador hace las veces de relais o pide a otro
perteneciente a la red para que cumpla esa función en casos de violencia.
(A partir de este momento las etapas se distinguen según sea violencia agresión o violencia
castigo)

VIOLENCIA AGRESIÓN
(4) Análisis del sistema de creencias: aclarar cuáles son los modelos de comportamiento a
los que los pacientes se refieren, qué modelo educativo los guía, qué condición e importancia les dan a
los conceptos de obediencia, respeto, violencia, etc.
(5) Búsqueda de alianza: alianza con todo el sistema apuntado al cambio. El trabajo consiste
en posibilitar un reconocimiento mutuo del sufrimiento. Cada uno debe aceptar que no sólo el otro debe
cambiar. Su implicación y responsabilidad respecto del surgimiento de la violencia. Si se alcanza esta
meta, luego se puede definir la violencia como un fenómeno interactivo.
(6) Introducción de un tercero o de un ritual: este tercero que puede ser un miembro del
sistema, debe tener el poder, la “neutralidad” y la disponibilidad para intervenir en la relación y evitar la
violencia.
Los rituales que proponemos se sitúan después de las escenas de violencia o las
disputas que podrían haberse evitado. Apuntan a reforzar la toma de conciencia respecto de la
gravedad del acto y el sufrimiento infligido a todos los participantes, canalizar la violencia de
manera que no vuelva a surgir. Ejemplo: si es desocupado, cada vez que hay violencia, donar 2
kilos de su propia ropa, la próxima 3, etc. La ropa representa el “costo” relacional (pág. 74)
(7) Reencuandramiento de las acciones puntuales y cambio en el CIR: reencuadramiento
consiste en sustituir las imágenes que desencadenan la violencia por otras imágenes alternativas,
bloqueando el desencadenamiento automático de la violencia tras la activación puntual.
Cambio en el CIR: El operador explica las reglas del CIR para desmontar el marco, salir
de la rigidez, hacer imposible que las parejas ignoren su juego y sus modalidades. Hay que
trabajar sobre los temas, el lugar y la secuencia.

301
(8) Bloqueo de la pausa complementaria: debe apuntar a que no se use más para anular la
gravedad de la violencia, que produzca más ilusión de una relación buena. Se debe proscribir la
reparación inmediata y volver imposible la desculpabilización.
(9) Integración de los reguladores: la confrontación con el juez, la policía, la cárcel o la
participación en grupos terapéuticos sirven a este objetivo.
(10) Otras terapias: una vez detenida la violencia emergen otros síntomas que hasta entonces
había mantenidos ocultos, como la depresión o trast. Del narcisismo. La terapia apunta a trazar un
conjunto de problemas estructurales de la persona, la pareja o la familia, en un sentido más amplio.

VIOLENCIA CASTIGO
(4) análisis del sistema de creencias: indagar el conjunto de creencia del actor que se
encuentra en posición alta. Luego, comprender de qué modo uno y otro pertenecen a clases
diferentes en su modo de ver las cosas, y cómo el que domina la relación define al otro como objeto.
La organización de la alianza estratégica se basará en las “verdades” del cliente, ya sea para
utilizarlas o bien para evitar la confrontación directa con sus modelos. Si no procedemos así, quien se
encuentra en posición dominante puede sentirse amenazado y esto a veces lleva a un repliegue de
toda la familia o a una intensificación de la violencia.
(5) Búsqueda de la alianza: es imprescindible trabajar prioritariamente con el actor emisor,
puesto que lo inverso produce una escalada de la violencia. El tratamiento se organiza de maneras
diferentes según que la alianza con la persona e posición alta sea o no posible.

(A) si se puede:
(2) Cambiar ciertas representaciones: Introducir imágenes diferentes de las que provocan el
acto violento. Metáforas como equivalente de marchitez o destrucción han demostrado ser eficaces.
(3) Reencuadrar las actividades puntuales: (Ej.: ella no hace sus deberes porque tiene miedo
a equivocarse. Prefiere recibir un bife a escribir una tontería.)
(4) Cambiar el sistema de creencias
(5) Integrar el regulador: En la violencia castigo, el sujeto verdugo nunca suspende la
violencia de pura gana. El comparecer ante el juez o ante una autoridad culturalmente aceptada, la
promesa ritualizada mediante u contrato de abstenerse de infligir penitencias, la amenaza explícita de
una internación o de la privación del derecho de guarda, son formas de incorporar reguladores.

(B) si la alianza resulta imposible: si tras los primeros contactos el actor violento rehúsa el
tratamiento o cualquier forma de seguimiento, si se muestra irresponsable o intratable y si la alianza
con él es imposible, se debe organizar una separación física y hace lo necesario para proteger a la
víctima y trabajar con el actor en posición baja.

(6) Cambiar la representación de sí mismo y la de sus relaciones con la persona violenta.


(7) proponer modelos de simetría relacional: Se trata de brindarle una red solidaria en vista
de facilitar el crecimiento psicosocial de aquel que ha sufrido la violencia.
(8) Hacerle conocer su dignidad: mostrarle la fragilidad del actor violento, respaldar la
decisión de cambiar la relación y convencerlo de su derecho a reivindicar su igualdad y respeto.
(9) Cambio en el sistema de creencias: cambiar la idea de destina, de fatalidad que han sido
aceptadas como inmutables. Hay que favorecer el aprendizaje emocional de tipos de relación
diferentes de la relación complementaria, para llegar a ampliar la red, enriquecer las experiencias y
alternativas, y reconocer los sentimientos que impiden la autoafirmación y hacen al papel de víctima.
(10) Otras terapias: en casos extremos de violencia castigo, la persona en posición baja esta
sometida a una influencia psicológica que se manifiesta por u estado de conciencia alterada idéntico
a un estado de trance. En estos casos, el acercamiento terapéutico debe organizarse alrededor de la
influencia de que es víctima la persona castigada.

302
SEGUNDA PARTE:

ABUSO SEXUAL E INCESTO

1) PERFIL DE LOS PRTAGONISTAS


Las informaciones recogidas nos ofrecen un panorama de los contextos familiares donde pueden
producirse abusos sexuales, así como la posibilidad de identificar las configuraciones relacionales que
suelen aparecer en las familias con transacciones incestuosas.

PERFIL DE LA PAREJA Y LA FAMILIA


En las familias multiparentales cuando sucede el divorcio y el nuevo matrimonio se producen un
relajamiento de los lazos de filiación. A veces el sentimiento de responsabilidad del adulto con respecto al
niño puede volverse difuso, al igual que ciertas fronteras intergeneracionales: Los abusos sexuales
cometidos por el padrastro son extremadamente frecuentes (en las familias restituidas el riesgo es dos
veces más alto).
Se ve también una alta incidencia en las familias monoparentales, frecuentemente durante las
visitas de fin de semana al padre. Asimismo, debido a una falta real de la madre motivada por causas
laborales, abandono, relaciones extra conyugales, enfermedad, alcoholismo, depresión, hospitalización,
etc.
En las familias aparentemente bien estructuradas, la particularidad es que presentan es la
discrepancia entre la imagen que muestran al entorno y lo que ocurre en su interior.
A las revelaciones siempre se le atribuye un fuerte matiz de peligro, porque pueden hacer sufrir a
uno u otro o hacer que estalle la estructura familiar. El padre puede llegar a imaginar que en el territorio
familiar se aplica su propia ley y que puede sustraerse a las leyes de la sociedad. Ha que proteger
prioritariamente a la familia. Se considera una traición el solo hecho de que el adolescente intente
vincularse con otros compañeros de su edad exteriores a su familia. El predominio del padre se
acompaña del borramiento de la madre, quien no puede brindarle ningún tipo de socorro a la hija.
Después de la revelación, algunas madres siguen siendo leales a sus maridos. El replegamiento de las
funciones de la madre y la distancia, hace posible que la hija ocupe el lugar de la pareja del padre, y
cumpla al mismo tiempo las funciones de hija, esposa y amante. El padre se convierte en padre, esposo
e hijo.
En las familias con transacción incestuosa la interdicción del incesto se desplaza a la de la
palabra: está prohibido hablar. El secreto se guarda celosamente mediante amenazas verbales o
violencia.

LA PAREJA CONYUGAL
El lazo conyugal pierde su carga afectiva a partir del momento en que padre e hija comparten
todos los espacios. La problemática incestuosa es correlativa a la de la pareja.
En algunos casos el incesto se inscribe como una continuidad de una actividad sexual sin objeto
diferenciado. El marido tiene además una actividad extraconyugal explícita.
En ciertos casos, la pareja conyugal está construida según una configuración en la que la mujer
protege al marido como lo haría una madre protectora a un adolescente, que toma sus desviaciones
como “perdonables”.

PERFIL DEL ABUSADOR


El abusador ha alcanzado su desarrollo sexual, y tiene la capacidad de discernimiento y
discriminación respecto de la ley. Se trata de hombres integrados en una sociedad estable, y sus delitos
se inscriben en una cronología, un marco espacial y temático bien integrado. Los acosos sexuales forman
parte de una construcción voluntaria y consciente, conforme a una lógica de referencia.

Se dividen en dos categorías:


1. En una el abusador manda un mensaje de fragilidad asexuada, suave, poco viril. En la relación
se muestra sumiso, acepta el predominio de la mujer. La unión del abusador-víctima se caracteriza por un
estrecho repertorio de intercambios focalizados en la ternura y la búsqueda de gratificaciones
bipersonales.
Se trata de individuos solitarios con aversión a la sexualidad adulta. Testigos impotentes de
relaciones extraconyugales de sus parejas solicitan al niño para sustituirlos. Cuando hay patología
identificable, situación poco frecuente, corresponde a la paidofilia.

303
Las mujeres que abusan del niño corresponden a este perfil. El rasgo común con el abusador
hombre es la seducción lúdica. El amor sacrificado hacia la víctima, sin demanda de reciprocidad, ni
violencia.
Las mujeres abusadoras se benefician con la coartada de la consagración maternal. Los gestos
de erotización e incitación no pueden ser claramente connotados como abusivos.
2. La otra posición es la agresiva y violenta, donde el abuso es cuasi una violación. Cuando
existe una psicopatología, se trata de individuos con una estructura psicopática egocéntrica, que no
pueden establecer un cambio equitativo. La relación se basa en una búsqueda del placer genital sin
ninguna preocupación por la experiencia del niño.

A estas dos posiciones existencia les corresponden dos formas de sexualidad:


En el primer tipo, es reprimida pero selectiva. El abusador se une fuertemente a su víctima, sin
frecuentar otras personas. El objeto de deseo es claramente el niño, aislado de la red social.
En el segundo tipo la sexualidad es normal o intensa pero indiscriminada. La relación conyugal
es un epifenómeno entre múltiples relaciones estables u ocasionales. Filma o fotografía a los niños, exige
que gocen o participen sexualmente, les hace regalos.

PERFIL DE LA MADRE
En lo social, estas aparecen como extenuadas y muy ocupadas con un trabajo exterior. La
mayoría permanece en una actitud ambivalente. Como si la revelación no bastara para romper el vínculo
que las une con su marido. La inmadurez afectiva se manifiesta en forma de complicidad impotente o
ausencia del vínculo maternal con el niño abusado, o a través de una búsqueda incesante de pareja,
atrayendo ocasionalmente a hombres peligrosos.
Tres características dignas de atención:
a) La madre defiende a cualquier precio a idea de la familia normal. Suele tener una historia
caótica, con fracasos sentimentales, abandono y violencia. La dependencia material puede impedir la
emergencia de cuestionamiento de las relaciones padre-hija.
b) Sus percepciones son seleccionadas automáticamente para mantener el status quo.
c) El discurso es de tipo omnijustificativo, de defensa y supervivencia ( estaba demasiado
ocupada, no me lo imaginaba, mi marido los mimaba mucho)
EL PERFIL DEL NIÑO-VÍCTIMA
La edad promedio es variable, pero la mayoría se sitúa entre los 12 y 13 años, y los casos de
caricias y tocamientos se dan desde los 7-8 años. Para el abusador la feminización del cuerpote la niña
es señal de que ya puede pasar a la siguiente fase.
Esta experiencia, secreta e imposible de compartir hace que, en le mundo exterior, la niña no
pueda crear relaciones profundas y de confianza con sus pares.
Al igual que la familia, la víctima suele vivir aislada, y tiene una red social poco desarrollada.
Dentro de la familia, la victima tiene una posición doble: es a la vez sacrificada y la que goza de
un privilegio con respecto al padre.
Por lo general la hija mayor es la primera que sufre el abuso, la posibilidad de que el abusador
haga lo mismo con las otras hermanas a veces la índice a no aceptar más la situación y a revelar el
incesto. Otras veces ella puede sacrificarse por los demás hermanos.

2) CARARTERÍSTICAS DE LA RELACIÓN
Todas las características enumeradas son variables que confluyen para construir una
organización relacional del tipo del hechizo-

RELACIÓN COMPLEMENTARIA
En estas relaciones toda la energía está puesta para mantener el status relacional, con la
consiguiente tendencia a la inmovilidad. En la relación incestuosa, esta tendencia excluye las
escapatorias.
RELACIÓN DESIGUAL
En los casos de abuso, el poder se vuelve un medio para dominar y controlar el niño, y no para
protegerlo, como en una relación normal. El adulto la usa en provecho propio.
RELACIÓN ABUSIVA
El abusador se vale de su ventaja intelectual y física, y de su poder para desarrollar una relación
tendiente a la gratificación sexual.

304
Cuando el incesto se prolonga durante varios años, la víctima queda atrapada en una relación
que le come sus resistencias y posibilidades de oposición.
RELACIÓN DE IMPOSTURA
Hay impostura cuando alguien se aprovecha de la confianza del otro, y lo induce a error
voluntariamente.
El adulto le hace creer al niño que es normal que la relación se organice de esta manera. Los
argumentos apuntan q que la víctima crea que es la única beneficiaria o la única sacrificada del grupo.
PERVERSIÓN DE LA DIALÉCTICA AUTORIDAD / RESPONSABILIDAD
En la relación sexual el poder es fluctuante, incierto e invertido. La dialéctica entre poder y
responsabilidad sufre un desplazamiento, ya que le niño se ha vuelto responsable de la autoridad del
adulto. El adulto tiene el poder pero no es responsable.
RELACIÓN AL MARGEN DE LA LEY
Puesto que durante e proceso de socialización el abusador no ha interiorizado la prohibición, no
surge en él el sentimiento de culpa ni trasgresión. La ley le es extraña.
RELACIÓN FUERA DE CONTEXTO
La familia deja de ser un lugar de protección y pasa a ser un grupo cerrado y rígido que se
mantiene por el secreto. Hay un borramiento de la frontera intergeneracional y del marco de referencia, y
se altera la significación del tiempo y el lugar de cada uno dentro del sistema familiar. Al niño le han dado
la jerarquía de un adulto y queda alienado de su grupo de pares.
RELACIÓN FUERA DE CONTROL
Una de las características de estas relaciones es su opacidad respecto de los observadores
exteriores: el secreto está bien guardado, no hay palabra que pueda revelarlo. La dificultad de control
social puede asociarse con la dificultad que tiene cada uno para manejar sus propios comportamientos.
RELACIÓN DE HECHIZO
El padre no seduce a la hija sino que la confunde y le hace perder el sentido crítico, de suerte que
a esta le resulta imposible cualquier rebelión. El abusador descubre que su acción provoca estupor y
confusión en loa sentimientos de la familia, y observa que cada vez puede llevar más lejos su práctica.

3) CARACTERÍSTICAS DE LA COMUNICACIÓN
En las familias donde hay problemática de incesto, el estilo comunicacional y el tipo de lenguaje
predisponen a la relación abusiva, al paralizar las capacidades de respuesta.

RUPTURA DE LOS REGISTROS COMUNICACIONALES


Los mensajes se transmiten en registros contradictorios, lo que provoca sorpresa y perplejidad. El
cambio de tono y la calidad emocional impide la anticipación necesaria para decodificar los mensajes de
manera coherente, la autoridad y la brutalidad se mezclan con la suavidad y la compasión. El padre
nunca es el mismo, carece de continuidad, por ende la anticipación resulta imposible. Estos niños se
automatizan en el nivel corporal y se bloquean en el nivel cognitivo, experimentando profundas
perturbaciones en el nivel emocional también.
Las rupturas frecuentes en la lógica de la comunicación desorganizan y desestabilizan a la
víctima. Tal tipo de comunicación es coherente, pero no congruente, en ruptura con el contexto. Al
quebrarse las referencias del niño, se perturba su capacidad para descodificar los mensajes del entorno.

EL LENGUAJE DE CONMINACIÓN (amenaza, orden)


La comunicación va en un solo sentido, porque no hay escucha del otro sino la voluntad de
obtener u resultado predeterminado al margen del diálogo.
Dos tipos de conminación: de conformidad y de culpabilidad.
En el primer caso, el niño debe aceptar la situación que el adulto le presenta como
“normal”:”Todos los padres son así”, “esto no te hará daño”. En el segundo caso la frase típica es “la
familia se desintegrará por tu culpa”.

LA REPRESALIA OCULTA (en oposición a la represalia explícita)


La represalia oculta provoca una perturbación más intensa, porque conlleva la idea de que el mal
y las consecuencias se originan en la acción defensiva de la víctima. El abusador no participa.

4) CARATERÍSTICAS DEL HECHIZO

RITUALES-TRANCE

305
A menudo la escena de abuso sexual tiene lugar después de una especie de ceremonia
destinada a paralizar psicológicamente a la victima. Sirve para fortalecer el poder del abusador y debilita
la capacidad de resistencia de la victima, provocando fenómenos psíquicos singulares como por ejemplo
modificación de la conciencia, pérdida del sentido crítico, etc.
Se denomina trance a los estados de conciencia alterados que se caracterizan por una
disminución del umbral crítico y una focalización de la atención.
El hechizo es un ritual bipersonal y no consensual. Se caracteriza por la influencia de una
persona sobre la otra sin que ésta lo sepa. La persona sometida registra el comportamiento del otro, pero
el contexto o los medios que dispone no le permiten escapar de esta relación, por lo que queda atrapada
en una relación de alienación.
LA DINAMICA DEL HECHIZO.
El estado de hechizo se crea a través de tres tipos de prácticas relacionales o praxis: de
efracción, de captación y de programación.
EFRACCIÓN
Significa penetrar en una propiedad privada por medio de la fuerza, transgredir la frontera y los
límites del territorio. La efracción inicia la posesión, la prepara.
El acto sexual entre padre e hija es una efracción no susceptible de elaborar, porque ni siquiera
es metafórica. Además se ve reforzada por el hecho de que casi siempre constituye la primera
experiencia sexual de la niña. La efracción también significa que el abusador irrumpe en el mundo
imaginario del niño y destruye su tejido relacional al romper los vínculos con la madre, los hermanos y
sus amigos de su misma edad. Para lograr el hechizo no basta provocar una efracción son que se le ha
de asociar la captación.
CAPTACIÓN
La captación apunta a apropiarse del otro, captar su confianza, atraerlo, retener su atención y
privarlo de su libertad. Para lograr la captación se utilizan tres vías que confluyen en un mismo resultado:
-la mirada
-el tacto
-la palabra
La mirada. Es el canal más útil e inasible. Su interpretación es incierta y aleatoria, y siempre
pueden quedar dudas en cuanto a su significación, su intencionalidad y su contenido comunicacional.
Cuanto más sostenida y cargada sea, mayor es la duda que acompaña su experiencia subjetiva. Para la
víctima, el mensaje que pasa a través de la mirada es “indecible” y al mismo tiempo inevitable, porque
anuncia el paso al acto y excluye las escapatorias. Estas miradas, descriptas como “ilegibles”, confunden
las fronteras entre la ternura, el amor, el deseo sexual y el crimen.
El tacto. Aquí los contactos tienen una intensidad sensorial desconcertante y van asociados a
mensajes de trivialización (“jugar”), de protección o afecto (“dormir juntos”, “abrazarse”), de cuidado (“dar
un baño”), etc. Además, al focalizar la atención y desviar la crítica, crean un anclaje en el que se mezclan
la excitación sensorial y las consignas verbales de aprendizaje, que condicionan los comportamientos
ulteriores de los niños.
La palabra. A menudo se utiliza para trivializar situaciones o tabúes. Para desnaturalizar los actos
reprensibles o para inducir voluntariamente a error. Las palabras del abusador resultan incomprensibles.
Siempre se enuncian en niveles múltiples: cuando habla el padre, también lo hace el amante, el marido
de la madre, etc.
El niño se aferra a la idea de que es imposible que las cosas sean así. Escucha y trata de traducir
las palabras en una lógica compatible con su condición y edad. O de lo contrario se abstiene de traducir,
y las palabras quedan a la espera de un sentido.
LA PROGRAMACIÓN
Hay una diferencia cualitativa entre el concepto de aprendizaje y el de programación. La
programación se lleva a cabo unilateralmente, desde el exterior del sujeto. Éste obedece a la orden sin
integrar completamente la información En ésta, los mensajes se acompañan de la imposibilidad de
prestar atención a quien da la orden. El aprendizaje, en cambio, requiere la participación y asimilación. El
sujeto puede resistirse al aprendizaje, hay una posibilidad de elección y conciencia de la alternativa.
La programación constituye el acabado del hechizo.
DESPERTAR SENSORIAL
El potencial de sensualidad y de erotización presente en estado de latencia en el niño se activa
de modo brutal cuando es objeto de una relación abusiva. El niño se encuentra ante experiencias que
superan su capacidad de asimilar e integrar las emociones. La intensidad sensorial no está mediatizada
por elementos relacionales y comunicacionales de la vida normal. Tal despertar va ineluctablemente

306
asociado a las sensaciones de violencia, malestar, angustia y miedo, que hacen que el niño se vuelva
vulnerable y accesible a la influencia del adulto.
EROTIZACIÓN
En la relación abusiva, el cuerpo del niño, sensibilizado y preparado para reaccionar anta las
estimulaciones sensoriales, no puede evitarlo, o lo hace a expensas de una disociación imposible. La
erotización y la excitación no tienen un destinatario adecuado. No puede transferir su excitación a un
objeto sexual integrado en su red social. Cuando lo intenta, los otros niños suelen rechazarlo, tratándolo
de anormal. Paradójicamente, la catarsis sólo es posible con el abusador. Así se crea la repetición.
REPETICIÓN
En algunos casos extremos, la excitación provoca en la víctima un condicionamiento y una
dependencia que la conducen a mantener el vínculo morboso que la une al abusador. Pero aún en estos
casos extremos, el abusador es el único que da origen a estos comportamientos paradójicos. Señalar
que la víctima busca la repetición no equivale a decir que desea al abusador. La repetición, que es
consecuencia del traumatismo, se sitúa fuera del campo del deseo.

EVOCACIÓN DEL ANCLAJE


Llámese anclaje a la unión entre el estado emocional y la memoria. Gracias a este vínculo, el
abusador no necesita realizar cada vez todas las operaciones necesarias para llevar a cabo el acto
sexual. Le basta utilizar una mirada, una palabra o un gesto que evoque el hecho del abuso, para que en
la víctima aparezca un inmediato malestar, y para que cada uno quede instalado en su papel.
SECRETO
El carácter transgresivo del abuso sexual hace que los hechos queden encapsulados en el
espacio comunicacional de la familia, sin posibilidad de ser compartidos en el interior ni en el exterior. El
silencio organiza la relación y garantiza la supervivencia del sistema. El secreto supone la convicción de
que las vivencias en cuestión son incomunicables.
PACTO
La relación de hechizo se apoya en un pacto contra natura entre el abusador y la víctima. Es
transtemporal, no negociable e indisoluble. Por ello aún cuando el secreto es revelado, la víctima sigue
sintiéndose obligada a no denunciar a nadie. Romper el secreto pues, no implica romper los vínculos
entre actores y pacto.
RESPONSABILIDAD
Todo se presenta a los ojos del niño de modo tal que éste cree ser enteramente responsable de
lo que pudiera sucederle a su familia, en muchos casos la niña mayor se sacrifica para que los otros
niños puedan quedar a salvo del sufrimiento. La responsabilización de la víctima es una operación
sofisticada que practica el abusador, a veces en asociación con el medio familiar o social. Apunta a
obtener una lealtad rígida y a que la víctima respete el pacto aun si logra alejarse de la familia.
FATALIDAD
El miedo al destierro, a la marginación y a la designación forma parte de los temores de la
víctima. La programación consiste en activar las imágenes de aislamiento y soledad.
VERGÜENZA
La vergüenza es el resultado del comportamiento humillante del abusador con respecto a la
víctima. Las palabras obscenas hacen creer a la víctima que es indigna por naturaleza, la vergüenza
persiste más allá d la revelación y el final de la relación. Sólo cesa definitivamente cuando la víctima logra
colocar ese sentimiento en el acusador.
Al proceso de programación se le deben las retractaciones, las revelaciones tardías, el silencio,
las “complicidades” y las ulteriores contradicciones.
Fuera de la dimensión sexual, el hechizo existe en los casos extremos de violencia, como cuando
una persona explota o coloniza abusivamente a otra, cuando un empleado jerárquico se ve obligado a
sacrificarse por su empresa.

5) TERAPIA DEL HECHIZO:

LAS TRES ÁREAS DE LA INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA


Las intervenciones terapéuticas deben organizarse en tres áreas: las secuelas de efracción,
captación, y programación.
El trabajo sobre la efracción abarca todo lo que apunta a restaurar el territorio, la envoltura y el
espacio personales.

307
Por lo general, la primera parte del trabajo se realiza con la víctima sola, quien en alguna medida
recupera el sentimiento de igualdad gracias a que no está presente el abusador, y al mismo tiempo se
prepara a confrontarse con él. Esta primera etapa apunta a restablecer la frontera personal, y marcar la
intimidad y la pertenencia al grupo de pares. Se trata de que la víctima vuelva a encontrar la voluntad de
protegerse de las intrusiones y salir de la confusión y la indiscriminación, diferenciando lo que es
personal de lo que no lo es, por ejemplo, la reflexión acerca de las responsabilidades en el abuso sexual.
Cuando a la par de esta tarea se desarrolla una investigación policial resulta todavía más
necesario empeñarse en definir, junto con la víctima, su frontera protectora. Si ésta no escoge bien sus
palabras o su interlocutor, ello puede indicar la ruptura del espacio personal.
El trabajo sobre la captación apunta a que el paciente pueda sustraerse del hechizo. Consiste en
revelar las técnicas usadas por el abusador y descubrir los gestos las miradas y los comportamientos.
El trabajo sobre la programación tiende a desactivar los aprendizajes relacionados con el hechizo
y a abrir el acceso a niveles de meta aprendizaje. Se trata de un trabajo metódico en el que es preciso
examinar detalladamente todas las instrucciones que condicionan y siguen condicionando el
comportamiento de la víctima. El terapeuta se interesa por las premisas del razonamiento y los a priori, y
trata de borrar en el espíritu de la víctima los sentimientos de vergüenza, culpa y fatalidad y explicarle
cómo fueron transferidos de abusador a la víctima.
Se trabaja en contra de las normas éticas de la terapia, sobre el tercero ausente. Se definen sus
comportamientos como intencionales y se lo responsabiliza de sus actos.
ETAPAS DEL TRATAMIENTO
Hasta ese momento, la victima solo puede asociar los hechos, las vivencias y las experiencias
con el incesto y el abuso. Se trata prioritariamente de que empiece a verlos como fenómenos asociados a
una alteración de la conciencia.
Por ello es que se necesita evocar con la victima el momento en que se produjo un cambio en su
relación con el abusador (evocación de la “puesta bajo hechizo”).
En este momento la victima muestra comportamientos que parecen ser la manifestación actual de
las instrucciones recibidas en la relación. Conviene explicárselas como tales, con lo que a veces impide
que interrumpa el tratamiento.
Luego se trata de que la paciente se vuelva observador del abusador, viéndolo en perspectiva y
tomando la iniciativa.
En la etapa siguiente se pasa a su método sus maneras de proceder con la victima y los
allegados, y sus rituales y comportamientos.
Solo entonces se pueden abordar los aspectos más confusos, contradictorios y complejos de la
experiencia de la victima, y tratar de que esta pueda expresar lo inconfesable y manejar la ambigüedad
de sus sentimientos, (trabajo sobre la intensidad sensorial de la relación).
El hechizo solo cesa cuando la victima llega a darse cuenta de que puede retirarle al abusador el
poder que le había concedido. Por otra parte este paso involucra a todas las personas implicadas en el
proceso (salida del hechizo).
MANEJO DEL TRATAMIENTO.
Los equipos que intervienen en el tratamiento deben ser capaces de explicar, tranquilizar y actuar
de modo pedagógico. El operador adopta una posición directiva, metódica y constructiva.
El trabajo debe adaptarse a la realidad de la victima, a su madurez, a su necesidad de hablar, a
sus medios de expresión y a su capacidad para digerir la experiencia de la terapia. Hay que utilizar el
protocolo con una actitud de respeto y empatía.

PROTOCOLO DE TRATAMIENTO.
Revelación del hechizo a la victima
Revelar la existencia del hechizo como modo relacional, y hacer posible que la victima
rescriba su historia en el marco de una nueva manera de comprender:
 Nombrar el hechizo y explicarlo como un fenómeno interaccional y comunicacional en el que
uno ejerce dominación sobre el otro.
 Para que esta contrarevelación pueda ser escuchada, se debe crear un estado emocional
adecuado, de receptividad, permeabilidad y atención reforzada.
 Revelar que era imposible decir “no” a causa de la complejidad y Banalidad del estado de
trance y por la amplitud de los efectos que este provoca sobre los estados de conciencia.
 Explicar el objetivo de las entrevistas y de las preguntas que se plantean, estableciendo una
diferencia entre las preguntas destinada a averiguar la verdad (procedimiento policial o judicial) y las
destinadas a comprender los procesos psicológicos que acompañaron el abuso sexual. Esto es muy

308
importante para evitar u discurso justificativo o reivindicativo de la víctima, del orden más judicial que
terapéutico.

Evocación de la “puesta bajo hechizo”


Se puede definir de modo más preciso el comienzo de la situación, buscar los primeros
comportamientos desviados del abusador (gestos y argumentos que han provocado perplejidad en el niño
y lo han inducido a quedar paralizado, a replegarse y a encerrarse) y los comportamientos inadecuados
de los otros miembros de la familia. Se procura evocar el momento preciso en que la relación cambió.
 Este periodo corresponde al momento en el que el niño tuvo que integrar en su imagen
del padre la imagen del abusador, perdiendo sus referencias lógicas al verse obligado a aceptar
semejante incompatibilidad; tal es el comienzo del hechizo.
 A partir de aquí se pasa a escuchar el relato de la efracción.

Vínculo entre el comportamiento actual y el hechizo


En situaciones del momento y en la relación con el operador, aparecen comportamientos
“respuesta” programados durante el hechizo.
La víctima tiende a restar importancia a los hechos, retractarse, manifestar temores, dudas, culpa
y una ciega lealtad hacia su familia. Se observa una resistencia a hablar, evocar y utilizar sus
capacidades críticas.
El terapeuta tiene que mostrar la relación ente los problemas actuales de la víctima, el estilo de
sus relaciones con sus interlocutores y lo que aprendió en el hechizo

Descripción detallada del abusador


Esta etapa consiste en hacer que la víctima pueda pasar del lugar de objeto al de sujeto, que
tome distancia con respecto al abusador y se anime a tomar la iniciativa.
Cada uno debe hacerse cargo de lo suyo, y la culpa le corresponde al abusador. Las víctimas
suelen tener imágenes muy “míticas” de éste. Hacen que el personaje del abusador parezca
inalcanzable. Tal representación constituye el blanco de esta etapa. Cuando el abusador vuelve a
presentar una figura humana ante los ojos de la víctima, pierde su capacidad de hechizar.
La descripción del abusador tiende a agrandar dicha distancia. ¿Cómo era? ¿De qué hablaba?
¿Cómo actuaba? ¿Qué relaciones tenía con otras personas? ¿Cuáles eran sus puntos fuertes y sus
puntos débiles?

Descripción de las técnicas del abusador y de los rituales familiares


El terapeuta se ocupa aquí de los aspectos relacionados con la captación. Algunas preguntas
pertinentes d esta etapa pueden ser, por ejemplo “¿en qué momento sentía usted l inseguridad, la
amenaza, el malestar con respecto a su integridad personal?” o “¿qué comportamiento previo funcionaba
como anuncio y la paralizaba?”.Hay que hacer un inventario de las diferentes maneras de abordaje
utilizadas por el abusador y de su impacto sobre la víctima y los otros miembros de la familia.
El terapeuta debe invitar a la víctima a describir minuciosamente la secuencia, las palabras y los
gestos, pedirle que también describa el comportamiento del abusador con respecto a los otros miembros
de la familia, y las reacciones, la pasividad, la complicidad, la inconciencia, la ceguera de éstos.

Intensidad sensorial de la relación


Las vivencias contradictorias, el doble vínculo d sentimientos agradables y desagradables, de
proximidad deseada rechazada. Se trata de una respuesta paradójica a una situación imposible cuando
la víctima no ve escapatoria alguna.
Esta etapa consiste en alentara la victima para que reconozca los aspectos ambiguos de lo que
percibió y diferencie la excitación del deseo, la pasividad del consentimiento y la participación de la
responsabilidad. Este pasaje es el más difícil desde el punto de vista terapéutico. A veces, para abordar
el tema con mayor facilidad, se solicita la ayuda de otro terapeuta del mismo sexo que l paciente. El
terapeuta puede sugerir que una duda ha podido instalarse en el espíritu de su cliente con respecto a su
eventual placer secreto (auto condenándose dadas las circunstancias de la experiencia), y explicar que el
cuerpo, al “ignorar” las leyes de lo prohibido, reaccionó según las leyes que lo rigen fisiológicamente.

Salida del hechizo

309
El hechizo, solo acaba cuando la víctima se da cuanta de que pude retirarle al abusador el poder
que le había concedido.
Aunque a lo largo de las etapas previas haya recuperado su dignidad, todavía le falta obtener el
reconocimiento familiar y social por los daños que ha sufrido y la reparación de parte de todos los que
hirieron su integridad.
Recuérdese que la víctima recupera su dignidad cuando su posición existencial le permite mirar
de frente al abusador y exigirle reparación. La respuesta del abusador es un epifenómeno.
El objetivo del tratamiento no es obtener la reparación sino que esta sea exigida,
independientemente de lo que ocurra después.
Cuando el abusador acepta participar en sesiones con su antigua víctima, el encuentro sólo
puede resulta positivo si ésta ha adquirido suficiente fuerza y libertad para no depender enteramente de
la confesión de culpa por parte del agresor. De lo contrario, puede reactivarse el fenómeno del hechizo.
La presencia del terapeuta puede permitir a al víctima hablar de su sufrimiento y expresar su
pedido de reparación, cuáquera que sea la respuesta del abusador.
Si se utilizan los medios adecuados, el abusador puede recorrer el camino que va desde la
negación hacia la responsabilización.
Consideramos que el perdón debe ser merecido, y que nunca se lo ha de acordar antes de que
haya sido pedido.
El pedido de perdón constituye la única vía posible para la reparación para la reparación y
restauración del vínculo, pero la víctima no tiene ninguna obligación de acordarlo si no lo desea.
Este ritual parece ser la acción más pertinente y más estructurante, para la víctima, para el
abusador y aún para el terapeuta. La víctima puede decir que ha sufrido a causa del comportamiento
abusivo del autor de la violencia sexual y que espera una reparación de su parte.
El abusador tiene la posibilidad de admitir la ofensa cometida y asumir su responsabilidad y su
falta. Debe comprometerse explícitamente a nunca jamás cometer otro acto de esa naturaleza. Se le
solicita que pida perdón a la víctima sin que ésta deba sentirse obligada a otorgárselo.
Proponemos que la etapa final de la terapia se organice en torno a la idea de que el abusador
debe pedirle perdón a la víctima y que ésta debe permitirse exigir una reparación.
Antes que nada el abusador debe demostrar que su actitud es genuina, que lo lamenta de
verdad. La víctima debe evitar perdonar precipitadamente y sin autenticidad, lo que crearía la ilusión de
tener poder sobre el abusador. En esta fase de crisis se ha de conducir el tratamiento con mucho tacto. El
terapeuta debe cuidar que cada etapa satisfaga la coherencia del tratamiento.
El mismo proceso se utiliza con los miembros de la familia que estaban más o menos al tanto del
abuso sexual, para señalarles que no supieron o no quisieron proteger a la víctima.
El terapeuta y la familia deben evaluar si el abusador es sincero. Si se considera que no se
vuelve a empezar en cada sesión hasta que se exprese con toda buena fe.

310
FAMILIAS MULTIPROBLEMÁTICAS Y MODELO SISTÉMICO.

Rodríguez Martínez

Introducción:

Con la revolución industrial la marginalidad comienza a ser parte del interés científico. Durkheim,
desde la sociología, describe la anomia es 1897 como la ausencia o desintegración de normas capaz de
conducir al sujeto de la construcción. Schneider, desde la psiquiatría, 1934 hace referencia a individuos
socialmente desadaptados.
Durante la segunda guerra mundial hubo un impulso importante de la psiquiatría, debido a las
neurosis traumáticas. Hear y Redlich en 1955 hablaron sobre la influencia de la clase social sobre la
salud mental describen la pobreza y la marginación social, el lugar donde proliferan el alcoholismo,
drogadependencia, abandono de niños, etc.
La Era Industrial puso en crisis la flia patriarcal hay una transformación: de la flia extensa se pasa
a la nuclear para poder adaptarse a los limites del espacio.
A fines de los 50 (postindustrialismo)la civilización postmoderna da lugar a la relativizan de los
vínculos fliares, divorcio y reconstrucción.
La metáfora postmoderna es el cosmos y la flia que mejor se adapta a ella es la reconstruida. Los
dos trastornos postmodernos son la drogadependencia y la anorexia y bulimia.
Las Flias multiproblemáticas también son emblemáticas de la postmodernidad. Son poco
productivas por lo gral y su relación con el consumo es ambigua, ya que puede faltar lo básico al nivel de
necesidades primarias y sin embargo tienen repetido un electrodoméstico.

La flia multiproblemática: problema terminológico


Termino construido alrededor de los 50 por profesionales he investigadores provenientes del
trabajo social. Al principio se refiere a flias bajas en extensión socioeconómica y no a las relaciones
interpersonales y sociales de los miembros.
También otros autores han observado flias que están por encima del umbral de pobreza y que no
saben administrarse bien, entonces alternan estados de bienestar y crisis.
Los sistemas fliares que se caracterizan por vivir en circunstancia de pobreza se caracterizan por
ser designadas como: organizadas y desfavorecidas, multiproblemas, multiasistidas, múltiples
progenitores. Este problema terminológico incluye a terapeutas y científicos sociales, para que no caigan
en un reduccionismos conceptual. Al describir el funcionamiento deficitario de un tipo de sistemas fliares,
el terapeuta, el sociólogo, el trabajador social, el político, etc se arriesgan a contribuir a la reducción de
las posibilidades de progresar de esos mismos sistemas, implicándose en una difusa cuestión moral.
Minuchin y colaboradores en 1967 resuelven la cuestión describiendo el funcionamiento de dichas
flias a nivel comunicacional, estructural y del sistema afectivo. Los datos de las observaciones realizadas
hacen evidente para estos terapeutas que no existe una topología de la organización fliar especifica de la
cultura de la pobreza, destruyendo el mito de que la pobreza era siempre sinónimo de desorganización.
Oros autores concentran su atención en la estructura de grupos y de las modalidades relacionales
con el ambiente social circundarte define así a las flias multiproblemáticas:
Flias aisladas: en el ámbito de las flias extensas, faltando apoyo en las fases criticas de la vida fliar,
independientemente de la clase social a la que perteneces.
Flias excluidas: para resaltar la separación en estas flias y el contexto parental, institucional y
social, que se da también en las clases sociales medio-altas.
Flias suborganizadas: para resaltar las características disfuncionales desde el punto de vista
estructural debido a las grande carencias de constancia en el desarrollo de los respectivos roles sobre
todo a niveles del subsistema parental.
Flias asociales: para subrayar sobre todo los aspectos
que conciernen al desarrollo de comportamientos desviados en el ámbito social.
Flias desorganizadas según Minuchin 1967.
El uso restringido del termino se ha hecho posible debido a la observación clínicas sobre la
diferencia que existe entre dos modalidades de flias:
Flias cuyo comportamiento sintomático funciona como factor de equilibrio para las dificultades
emocionales de los otros miembros del sistema y para el sistema en su globalidad.(flias donde el paciente
designado mayoritariamente presenta problemas psiquiátricos.
Flias multiproblemáticas en las que el comportamiento sintomático funciona como un elemento de
dificultad y de disgregación añadidas para el comportamiento de los otros miembros del sistema

311
Los terapeutas fliares han verificado:
La coincidencia cronológica entre el desarrollo de los comportamientos sintomático asociado a una
grave dificultad personal y los cambios en el ciclo vital.
La eficacia de los comportamientos sintomáticos para bloquear el paso de una fase a otra
manteniendo equilibrios que deberían de ser superados y desarrollando comportamientos congruentes
con un sistema de convicciones y fantasías que corresponden a la fase que había sido necesario
superar.
En las flias multiproblemáticas el desarrollo de los comportamientos sintomáticos se verifica
regularmente en tono a los primeros cambios de fase del ciclo vital: formación de la pareja, nacimiento y
desarrollo de los niños.
Los comportamientos sintomáticos son eficaces bloqueando el paso de la fase sucesiva, pero no
consiguen mantener el equilibrio precedente, colaborando en cambio de forma importante a la
organización y a la disgregación del núcleo fliar y preparando así en el tiempo una situación caracterizada
por:
- Mal funcionamiento del sistema fliar que no es capaz de realizar tareas organizativas y
expresivas.
- Una búsqueda afanosa de personas externas capaces de desarrollar dichas tareas.
Las características definitorias de las flias multiproblemáticas son, Cancrini 1995:
- Presencia simultanea de 2 o más miembros de la flia de comportamientos problemáticos
estructurados, estables en el tiempo y lo bastante graves como para requerir una
intervención externa.
- Insuficiencia grave, mas por parte de los padres, de las características funcionales y
expresivas necesarias para asegurar un correcto desarrollo de la vida fliar.
- refuerzo reciproco entre las características señaladas en el punto 1 y 2.
- Labilidad de los límites.
- Estructuración de una relación crónica de dependencia de la flia respecto a los servicios
( equilibrio ínter sistémico = homeostasis).
- desarrollo de algunas modalidades características no usuales de comportamientos
sistemáticos en los pacientes identificados en este tipo de procesos, del que un ej clásico
quede ser el de las toxicomanías de tipo D.

Características de la flias multiproblemas:


Nivel social: la miseria es un factor de riesgo importante para este tipo de patologías, porque la
falta de medios y de competencias sociales reconocidas hace más fácil la aparición de comportamientos
problemáticos. Marcelo Packman argumentaba que lo escandaloso de la pobreza es que es predecible lo
que va a suceder: se da con mas frecuencia el paro, aparición de enfermedades, menos oportunidades
sociales, educativas, etc.
La desorganización económica y de la vivienda a las flias multiproblemática agrava las
consecuencias de la miseria. Casas precarias, abandonadas, puertas constantemente abiertas, o
ausencia de ellas lo que genera que no allá delimitación de los espacios. Tanto estructuración espacial y
temporal experimenta aspectos caóticos porque hasta las comidas cuando las hay, no tienen horarios.
Minuchin observa que estos niños y adolescentes desarrollan una vivencia del tipo: no tengo un
lugar propio en el mundo y el mundo sirve para estimularme. Yo soy un recipiente pasivo de la
estimulación que me lleva, nunca podré controlarla.
Las entradas económicas son a menudo ilegales o provienen de distintos subsidios. Las suma
global es incierta.
También hay que tener en cuenta flias que han formado parte de la clase social mas integrada por
un tiempo y la miseria es el resultado de una desorganización crónica del comportamiento de sus
miembros más significativos.

Ciclo vital de la vida fliar: presentan un ciclo de vida especifico, sus etapas patrón se aglutinan y no
presentan etapas diferenciadas como en las demás flias. Flumer 1989 compara flias de profesionales y
flias de “ghetos” urbanos.

Flias pobres Flias de profesionales


- formada por 3 generaciones - formada por 2 generaciones
-nacimiento del 1er hijo ronda entre los 15 y 17 - ronda los 30 o 35 años
-aceleración de las etapas, inestabilidad de la - alarga/ de la adolescencia. Padres

312
estructura fliar que no puede colaborar con la preocupados por la autoestima de
necesidades del desarrollo individuales de sus sus hijos. Generan dependencia.
miembros.
- empleo es solo medio para conseguir un salario. -Empleo: fuente de gratificación
- la escuela no es significativa (por que su -escuela: condición indispensable
horizonte es el desempleo) para el éxito.

Parentalidad y conyugalidad: en la flias multiproblemáticas están deterioradas las funciones


parentales. No dan nutrición emociona, es decir, no trasmiten que quieren a sus hijos que los valoran.
Por otro lado no socializan, no los protegen, no les enseñan normas sociales, ni valores sociales. Esto
inhibe el respeto a la sociedad por lo que de niños establecen una relación de conflicto con el entorno.
También hay un deterioro en la conyugalidad, las parejas se eligen de forma utilitario se dan afecto
ni reconocimiento. Con frecuencia se da el abuso sexual y el maltrato ya que los impulsos agresivos
fluyen libremente. Hipervaloración en la función maternal y deterioro del rol de pareja. El hombre es hijo,
marido, y a la vez dependiente y autoritario de la relación de su esposa. El hombre, según Minuchin
siente celos de la importancia que tienen los hijos para la mujer y de la atención que ella les dedica.
El carácter de la figura paterna es periférico por la falta de sentido de a responsabilidad y
desconfianza en su capacidad de reaccionar. Se presentan tanto conflictos externos (paro) e internos
( peleas con la pareja) son resueltos por el abandono físico y o psicológico (alcoholismo, drogadicción)
los hijos varones por tanto se quedan sin modelo de identificación y lo sustituyen por lideres de bandas,
traficantes que los hace asociar masculinidad con violencia. Otra configuración típica son matrimonios de
breve duración. Uno o ambos con historias problemáticas. La última configuración es aquella que un
trauma dramático e imprevisto determina una modificación brusca del funcionamiento de la flia: flia
petrificada, esta salta por el aire con un acontecimiento... por ej la muerte de un hijo. Son flias cuya
procedencia social y nivel cultural son menos débiles que la de las otras flias multiproblemáticas. Es muy
útil escucharles para que puedan elaborar el duelo que la flia no es capaz afrontar.

Comunicación y sistema afectivo: estas flias vives acontecimientos como transitorios, que ocurren
aleatoriamente y producen rápidas alteraciones emocionales. En la transición no existen normas ni
siquiera entre adultos y niños, la disciplina depende del estado de animo de ellos. Se da una experiencia
afectiva del tipo todo o nada, no discriminando diferencias, matices, etc. Limitado repertorio verbal para
expresar estados de ánimo y las relaciones, hay gran rigidez que potencia la indiferenciación de la
experiencia afectiva interpersonal. No integran las experiencias emocionales o interpersonales, no se las
evalúa cognitivamente por eso no se aprende de ellas.
Por todo esto repiten una y otra vez el mismo patrón de conducta esteriotipado.
Las emociones se expresan con mucha intencionalidad y poco control. El paso al acto suple la falta de
reflexión. En estas flias actuadoras siempre ocurre alguna cosa, protagonizada por distintos miembros
que llevan a otros a torbellinos fuera de control. Siempre esta pasando algo sin tiempo para pensarlo.
Las características fundamentales del proceso de socialización son:
- Las respuestas de los padres al comportamiento de los hijos no siguen un patrón
previsible, siendo casi íntegramente aleatorios.
- no existen reglas, implícitas, de conducta que pueden ser interiorizadas.
- el control ejercido por los padres es básicamente efectuado intentando la inhibición de la
conducta.
Las características de la comunicación, Minuchin:
las personas no esperan ser oídas, las conversaciones se yuxtaponen. Cualquier asunto es muy
difícil llevarlo a una conclusión. las situaciones de comunicación interpersonal con seudo-diálogo.
La intensidad del ruido, tapa el contenido o tema de interacción. Los comportamientos no verbales
y paralinguísticos poseen una cualidad contagiante. El elevado nivel de ruido viene asociado a la
presencia de la madre. Su ausencia o pasividad provoca un aumento todavía mayor del nivel de ruidos en
formas de confusión, gritos, etc.
En cuanto al contenido de la comunicación, estos parecen tener como fundamento la idea de que
“el mundo es peligroso”.
En la comunicación entre hermanos se dan amenazas y comparaciones. Raramente se refuerzan
aspectos positivos del comportamiento. La narrativa en estas flias va de las más pobres y estereotipadas
hasta algunas sorprendentemente ricas. El sufrimiento crónico debilita y rigidiza las narrativas.

313
Recursos: existen en su seno mecanismos de compensación. Cuando deterioro y desarmonía
coinciden, el ecosistema no permanece pasivo y pone en marcha procesos protectores que garantizan la
continuidad de la vida. Por ej, en estas flias se dan relevos de parentalidad que no se dan tan
frecuentemente en otras flias disfuncionales.
Las características de estas flias provocan con facilidad la intervención externa. La mayoría de las
veces ocurre por las causas naturales, empezando por la familia extensa y continuando con vecinos,
conocidos, etc. De esta manera, se ahorran una intervención profesional, obteniendo del ecosistema toda
clase de ayuda, desde la material hasta figuras de identificación sustitutoria.

Intervención:

Salud mental:
demanda: estas flias no suelen realizar demandas de terapias porque aunque existan síntomas y
sufrimiento, falta la petición de ayuda psicológica, porque tb falta el reconocimiento de cualquier problema
de esta naturaleza. Muchas veces niños y adolescente son motivo de petición de ayuda y la mayoría de
las veces quien hace la demanda es una institución.
Uno de los objetivos fundamentales es evitar la dependencia de los Servicios. La carencia de
cuidado, acompañado por otro tipo de carencias de las otras estructuras de socialización ( guardería,
escuela), conlleva al desarrollo de trastornos caracterizados por la tendencia del paso al acto. Los
trastornos de adaptación son frecuentes así como los comportamientos delictivos, toxicomanía y
alcoholismo.
Problemas del contexto del control: son las intervenciones de vigilancia(intervención jurídica,
sociales) las que deben dar el marco a la intervención psicoterapéutica, ya que hacen ver al terapeuta si
la flia esta cambiando realmente. El terapeuta que se mantiene con la flia permanece en el ámbito del
conocimiento. Se mantiene la obligatoriedad de la terapia y el contexto y lo objetivos son los definidos por
el tribunal. Lo más difícil es que la flia reconozca que necesita ayuda, que existe un conflicto, requisito
indispensable para un verdadero terapeuta para el cambio. Cuanto más grave es la situación de
disgregación, más difícil es motivar a la flia para cambiar.

Evaluación e intervención: para trabajar con flias multiproblemáticas hay que modificar el abordaje
con respecto a las técnicas de uso habitual.
Los objetivos de la evaluación e intervención fliar iniciales deben incluir(Nieto 1997):
- Delimitar el área de intervención de forma que no quede ahogado por otros aspectos, ya
que continuamente aparecen acontecimientos estresantes en estas flias. Es importante que
el terapeuta se centre en los aspectos subyacentes.
- Redefinir el problema dentro del ciclo vital fliar y dentro de las relaciones fliares.
- Conducir a la flia a ver al PI (paciente identificado) de modo distinto, señalar la importancia
de seguir con la terapia y acudir a la próxima sesión marcada.
Hines (1989) Nieto, 1997, propone las siguientes orientaciones para la intervención terapéutica:
- Ser claro en el tipo de ayuda que se puede aportar.
- Encuadrar el problema en el marco de los múltiples sistemas con los que la flia se
encuentra implicada. Es importante incluir en la conceptualización del problema y en
algunas sesiones terapéuticas ( se es posible) a profesionales de esa red terapéutica.
- Definir y llevar a cabo objetivos terapéuticos que sean claros y significativos para la flia.
Mediante la distinción entre observador y actor llevar a los distintos miembros de los distintos
sistemas observar las emociones que subyacen a las relaciones para posteriormente realizar un
feedback. Técnica utilizada por Minuchin
- Conferir poder personal a cada miembro (poder y control sobre su conducta y vida)
- Trabajar en vista a desarrollar y expresar las capacidades no utilizadas por la flia y que
están latentes
- Pensar contextualmente.
- No intervenir en todas las situaciones de crisis, concentrarse en los procesos que
mantienen el problema y el síntoma.
- Dar prioridad al entrenamiento de actitudes y conductas. Es más fácil para las flias cambiar
des de la conducta que de las opiniones y sentimientos.
- Evitar quemarse. Trabajar con otros terapeutas que traten las mismas problemáticas.
Para Minuchin los puntos centrales a tener en cuenta son:
- Poner orden

314
- Reducir el ruido
- Volver explicitas y claras las normas de conversación en el contexto terapéutico. Ej.: no
hablar a la vez.
- Distinguir desde el principio los componentes de contenido y de relación de los mensajes
- Reestructurar a la flia en distintos niveles y en los diferentes subsistemas.
- Reestructurar el sistema afectivo.

Familias centrífugas. Roberto Beavers (1990):


No facilitan el tratamiento uno a mas miembros pueden negarse a asistir. Es mejor aceptarlo
diciendo que aun no están preparados. Difícil definir el número de integrantes de la flia. Ayudar a estas
flias a definir claramente a sus miembros es una tara útil.
Son flias psíquicamente caóticas(diferente a las centrípetas que son verbalmente caóticas), la
conducta es el modo de expresión y prefieren hacerlo de un modo duro, negativo y brusco. Se niega la
ambivalencia, lo que debe hace el terapeuta es hacer aflorar sentimientos positivos.
Herramienta terapéutica básica: reformulación positiva. Estas redefiniciones pueden confundir pero
tb inhiben la acción ciega compulsiva.
Hay necesidad de coherencia en estas flias. Es muy importante fijar limites en las sesiones. El
terapeuta debe mantener el orden o insistir a que lo mantengan. Controlar, refrenar y separar físicamente
a los miembros son herramienta legitimas y necesarias para lograr coherencia conductual.
Una parte del trabajo es el aumento de la eficacia paterna ya que los padres carecen de autoridad
afectiva y a los ojos de sos hijos son un igual, mas que un adulto.
Los miembros no se juntan mucho entre ellos, no tienen rotos, buscan satisfacción fuera de la flia.
Es necesario evitar discusiones. Su conducta es provocadora y se tiene la tentación de poner mas
limites de los que los miembros puedan tolerar.
El terapeuta no puede tener miedo a separar los subsistemas y trabajar con ellos.
Las flias centrífugas mono parentales contribuyen un reto especial. Son casi siempre mujeres que
se sienten abrumada por sus tareas, suelen tener malas habilidades parentales y poco apoyo de la red.
Los cursos para padre en combinación con la terapia formal da buenos resultados.
Es muy conveniente ser sinceros con estas flias y contraproducente prescribir síntomas o predecir
recaídas, porque puede producir efectos desestabilizantes no deseados.
Es frecuente la falta de horarios comunes y ritos reconocidos. Estos invaden el setting de la terapia.
Por tanto, interpretar el retraso o el olvido de una sesión como resistencia al cambio no tienen ningún
sentido.
Juan Luis Linares, en el congreso de terapia fliar se dedico a este tema, proponía como línea guía
de la intervención:

En el ámbito individual: como los sentimientos y las conductas son intensos y el nivel cognitivo
pobre y monótono, el trabajo terapéutico debería ir dirigido a facilitar el control y la maduración al nivel de
excesos de sentimientos y conductas al igual que estimulas para su desarrollo lo cognitivo.

En el ámbito fliar: ayudar a hacer creencias y valore marginales que entorpezcan la evolución, así
como facilitar el aumento de ritos y el combatir emociones. Es beneficioso tener en mente estas dos
preguntas: ¿ que hay que potenciar? ¿ Que hay que frenar?

Servicios sociales:
La familia multiproblemática genera intervenciones desde distintos metacontextos, de los cuales el
más paradigmático son los Servicios Sociales.
Las líneas generales de pensamiento e intervención son:
Todo requerimiento a intervenir debe ser escuchado como una llamada de un conjunto en
dificultad, más allá de la persona concreta que lo exprese.
Es necesario tener una visión global e interaccional de los fenómenos, procurando entender los
juegos relacionales en curso ínter e intrasistémicos.
Los profesionales deben ser cuidados relacionalmente.
En toda situación problemática, residen recursos que sólo se podrán despertar si se presuponen
posibles.
La protección a individuos debe ir unida a la protección de la situación a la que remiten, es decir,
las actuaciones originadas por alarma ante riesgos para alguien tienen el sentido de promover, en lo
posible, redes naturales más sanas.

315
El fenómeno circular de la delegación sólo se puede detener aceptando el papel que los técnicos
tienen en él y usar la intervención para luchar contra la dependencia en sus inicios, o en su
mantenimiento.
La devolución de funciones es un proceso lento, paciente y que precisa apoyo emocional para las
personas en juego. Y los operadores necesitan el reconocimiento de que su buen hacer los convierte en
menos necesarios.
todo proceso de cambio ocurre (se encarna) en una relación que la hace posible.
a. Metacontexto y profesionales
Como las familias multiproblemáticas incluyen en sus historias a una serie de profesionales es
necesario limitar desde el inicio la información a manejar, puesto que la inundación de datos no garantiza
un mejor trabajo.
La claridad informativa recíproca es importante, si se explicita desde el principio lo que se conoce
de la situación, la relación se fluidifica. También es importante exponer claramente los motivos del
encuentro.
Conviene incluir la información y las opiniones de los profesionales anteriores.
las familias multiproblemáticas están acostumbradas a las situaciones circulares de delegación, su
manera de contactar con los servicios es a través de una queja, ante la cual creen que los profesionales
actuarán en lugar de ellos.
Es decir, es necesario percibir las carencias o disfunciones familiares como llamadas de alerta y
trabajar sobre ellas.
Hoy en día se da bastante menos las actitudes competitivas de los profesionales de Servicios
Sociales respecto a la educación en la familia. Es muy importante en los profesionales tener una lente
transcultural constante, ya que esta ilumina la situación con su prisma valorativo, cultural y moral
creándose así una disonancia cultural. Lo deseable sería que el profesional pudiera actuar de mediador,
de traductor, entre lo social y la familia.
Muchas veces el profesional experimenta una identificación sin contrapunto con alguna persona,
cuyo sufrimiento lo engulle hacia una posición de salvador. Ayuda el que otra persona también intervenga
en la situación y aporte otra mirada. También es frecuente otra dificultad debido a la inundación de las
emociones y es que se organice una intervención a raíz de tomar la versión del solicitante como verdad
inmutable (Alegret y Baulenas, 1997).
2. b. - Técnicas y comportamientos comunicativos.
El primer contacto con los solicitantes.
Al principio se produce una acomodación y definición de la relación entre el sistema familiar y los
sistemas profesionales e institucional.
Lo primero necesario es que se extraiga la petición que hace la familia. La primera dificultad surge
en el sentido de delimitar cuanta información es necesaria para comprender el tipo de petición que se
está haciendo.
Dentro del servicio se conocen ya a las familias o aunque sea la primera vez que consultan, forman
parte de un colectivo conocido. El mito y el estereotipo pueden dificultar el sentido de la información y de
la relación. El profesional puede adaptar una posición de descalificar la historia o de quedarse fascinado
por ella. Desde ninguna de ellas se puede trabajar.
Como ya hemos visto, no es fácil delimitar el sistema para la intervención. No es conveniente llevar
a cabo esta delimitación al inicio, puesto que no se posee suficiente información. Tampoco se puede
tomar como punto de referencia la familia nuclear convencional, puesto que las funciones propias de un
miembro pueden estar delegadas en otros.
La delimitación debe irse haciendo a lo largo del proceso de intervención comprendiendo así la
organización familiar y los roles que cada miembro juega en la misma.
Es necesario admitir la flexibilidad con estas familias, pero jugando también con la puesta de
límites. Es el profesional quien debe distinguir cuándo puede y cuándo no hacer esto.
II. Definición del contexto de intervención.
Según Neuburger (1984), deben tenerse en cuenta tres características relacionales para analizar la
demanda: Síntoma, Sufrimiento y Petición de Cambio. Permite indicar el nivel de intervención a realizar.
Así si el síntoma, el sufrimiento y la petición se encuentran en la misma persona, la indicación de
intervención será la individual. Si están repartidas en miembros de la familia, la intervención será familiar
y si, por último, se encuentran repartidas en diferentes sistemas humanos la indicación de intervención
será la red.
Existen cuatro modalidades de primer contacto:

316
1.Mínimo: no hay demanda. No existen las tres características anteriores y tampoco existe crisis.
Sólo un contacto esporádico para conseguir algo puntual. El objetivo de la intervención sería establecer
una relación más estable que permita la aparición de demandas en el futuro.
2. Externo al sistema: se presentan síntoma y sufrimiento en el interior del sistema familiar, pero no
hay petición de cambio por parte de ningún miembro de la familia (suele encontrarse más bien una
negación de los hechos) La petición viene de fuera del sistema en forma de denuncia. Crisis planteada
desde el exterior. Intervención a nivel de red.
3.Masivo: las tres características dentro del sistema, pero en personas diferentes que suelen cruzar
acusaciones mutuas, muy intensamente. Estas acusaciones mutuas hacen que se desencadene la crisis
por la que son llamados a intervenir sistemas externos. Está indicado una intervención a nivel de sistema
familiar.
4. Concreto: las tres características de la demanda se encuentran en la misma persona. La crisis se
desencadena al perder o creer perder esa persona un apoyo importante y se desestabiliza el precario
equilibrio anterior. Intervención indica-da en el ámbito individual.
Según Carlos Lamas (Coletti y Linares, 1997) en Servicios Sociales es posible que se den diversos
contextos
1. Contexto de consulta: Existe un tiempo de escucha y de preguntas. De este modo el con-texto
de consulta finalizará o se redefinirá la intervención desde otro nivel con-textual.
2.Contexto asistencial: Son peticiones de ayuda económica. Delegan en los Servicios Sociales su
resolución. Abren los limites del sistema familiar a la intervención salvadora de un tercero. Esta
intervención puede estar indicada en:
- Situaciones de evidente necesidad precipitada por crisis.
- El profesional se propone acrecentar la confianza y la relación, como primer paso para explorar
otras necesidades.
3.Contexto de control: Intervenciones que no pueden dejarse de hacer al ser solicitadas por una
institución. Es muy importante dejar claro que al profesional no le compete un enjuiciamiento moral o
penal. Hay una ley, que somete a ambos, al profesional y usuario a tales decisiones.
4. Contexto terapéutico: Puede ser el más indicado para la familia multiproblemática cuando la
dependencia crónica está instaurada o cuando hay evidencia de que los recursos asistenciales no
mejoran la autonomía de la familia. Para llevar a cabo esto es necesario:
- Una formación relacional
- Trabajo lento de redefinir los relatos de la familia y otros profesionales para analizar la estrategia
más apropiada de intervención.
- Contacto colaborativo con otros profesionales
- Ver los efectos de las intervenciones para reorientar los objetivos mínimos
- Una buena dosis de paciencia y humildad.
III. Conexión con la red social relevante
La red social extraprofesional suele estar empobrecida en las familias multiproblemáticas y los
profesionales están presentes en modo inversamente proporcional. El objetivo de las intervenciones es
recuperar la funcionalidad de las primeras para que disminuyan las segundas.
Para comenzar lo mejor es que la red de profesionales conecte entre sí. Es muy deseable la
reunión si es posible. Uno de los objetivos más importante es el de descentrarse y descentrar a los
demás de la versión única de la historia de la familia. También el diferenciar objetivos dentro de lo
posible, contando siempre con el papel activo de la familia, ya que es ella quien lo posibilita o no, además
de tener una mayor relación de confianza con algunos de sus profesionales que con otros.
2.c - Evaluación
Según Alegret y Baulenas (Coletti y Linares, 1997) es importante incluir criterios de evaluación
desde el comienzo del trabajo y a lo largo del mismo. Las funciones de estos son:
- Permitir al profesional o al equipo orientarse en cada momento.
- Adquirir criterios más o menos claros que permitan constatar cómo los efectos de la intervención
han podido contribuir a mitigar situaciones de cronicidad, a disminuir o superar la interdependencia
usuarios-servicios, reducir la repetición de esquemas y pautas de conductas dis-funcionales de una
generación a otra.

Las emociones del profesional:


El trabajo con familias multi-problemáticas implica un desgaste serio del profesional puesto que el
recurso fundamental es el mismo. Cada profesional sólo puede poner en juego sus propios recursos, sus
ideas, sus capacidades etc, pero sobre todo es, a través de su propia persona, como se irán elaborando
los distintos acontecimientos que se van a dar en el proceso relacional.

317
Por esto, es muy importante que las instituciones para las que trabajamos tengan conciencia de
ello y hallen formas de resguardar al profesional. El trabajo en equipo, el acudir en parejas, la alternancia
dentro de las funciones (tare-as de intervención directa por trabajo más interno).
Independientemente de esto, es fundamental que los equipos dispongan de espacios de
supervisión, ya que estos ofrecen un ámbito para reflexionar, tomar distancia, recomponer los objetivos y
las intervenciones, expresar atas-cos, desalientos y emociones. La gran cantidad de sufrimientos,
incongruencias, violencia y miseria que se dan en estas familias produce reacciones emocionales muy
fuertes y variadas en el profesional que trabaja con ellas. Estas reacciones son parte integrante de la
intervención y pueden facilitar o bloquear su evolución.
Maurizio Coletti (Coletti y Linares. 1997) describe algunas de estas reacciones y las analiza:
La Angustia de la Espera. Cuando se quiere sustituir en vez de activar.
En muchas ocasiones la intervención va guiada por un espíritu de reparación que lleva al
profesional a tomar decisiones en lugar de la familia. en vez de esperar, ya que genera mucha angustia e
irritación se le ofrecen ciertas soluciones que están al alcance y aliviarían la situación. Es importante
confiar en los recursos de la familia y activarlos para que sean ellos quienes decidan.
La Ansiedad de la cronicidad. La Ansiedad del fracaso. Las recaídas.
La cronicidad es una de las características de estas familias y de la relación que se instaura entre
ellos y los servicios.
Suele ocurrir que se vuelve a dar la urgencia económica una y otra vez, lo que genera en el
profesional rabia, ansiedad, sentimiento de fracaso.
También ocurre en caso de situaciones donde se dan síntomas graves y de carácter crónico
(alcoholismo, incapacidades físicas o psíquicas). La vivencia de inmodificabilidad de la situación crea
sentimientos de rendición y de resignación que pueden terminar en indiferencia y en repetir las
intervenciones sin reflexión, negando la ansiedad de la cronicidad.
Otra fuente de ansiedad se relaciona con el fracaso: a veces cuando el profesional ve que la
posibilidad de mejoría es relativamente fácil de obtener, se crean expectativas de éxito altos e
inmediatos. El profesional puede vivir el sentimiento omnipotente de ser capaz de modificar las cosas con
poco esfuerzo. A la primera desilusión disminuirán sus expectativas, se sentirá inútil y desarrollará una
ansiedad respecto al fracaso que lo podrá acompañar en el próximo trabajo.

Las peores vivencias para un profesional son las recaídas por el sentimiento de impotencia y de
frustración que generan. Existen pocos momentos de gratificación y satisfacción en un trabajo como este.
El exceso de motivación como problema. El "Burn Out".
La experiencia del trabajo social es una de las causas, cuando no la única, de numerosos
acontecimientos que perturban el equilibrio psicofísico y el curso normal de la vida de los profesionales
que lo ejercen.
Es importante reflexionar sobre los motivos que llevan a escoger esta profesión. Un trabajo
profundo de reflexión pone de manifiesto las motivaciones inconscientes que existen para ello. Muchas
veces se ha tenido en la familia de origen un rol de hijo prestigioso y comprometido con el cuidado
familiar o también el tener un origen familiar gravemente problemático y al elegir la profesión quieren
desarrollar una función en la que han fracasado antes.
También a veces, inconsciente-mente, se elige para reparar el daño que creen haber causado en
su propia familia de origen en personas que han sido protagonistas de situaciones delicadas e incluso
violentas.
El burnt out aparece como resultado de lo insoportable que se vuelve el ambiente de trabajo, de los
colegas, de los jefes, de la organización.
Marcelo Pakman (Pakman, 1997), ante el agotamiento que implica el trabajar con familias que
consideran al profesional parte del sistema, explicita los efectos que se suelen sufrir. Estos efectos serán
perjudiciales para la familia en vez del campo quirúrgico donde poder aplicar los modelos aprendidos en
formaciones idealizadas, y se expresan a través de las siguientes estrategias:
- Insensibilizarse ante la dimensión política de la opresión, reduciéndose a "hacer lo que tengo que
hacer".
- Limitarse a sí mismos en términos de técnicas, convirtiéndose en especialistas en un área de
intervención aun más estrecha
- Saltar a la dimensión política convencido de que no hay nada que hacer en el nivel terapéutico
(intervención que termina no siendo ni política ni terapéutica).
- Elegir determinados pacientes y quedar muy implicados en ayudarlos a ellos en todos los niveles
posibles. El precio es abandonar a la mayoría de los pacientes.
Estas estrategias mantienen el status quo y a los terapeutas agotados.

318
Las Emociones en el Equipo Normalmente se dan:
a.- Problemas de alianzas y coaliciones
b.- Problemas de jerarquías
Coletti insiste en la importancia del trabajo centrado en sí mismo a tres niveles:
- Psicoterapia individual
- FOT. (familia de origen del terapeuta)
- Formación: incluir el trabajo centrado en la persona del terapeuta

La terapia como práctica social critica: las reflexiones de Marcelo Pakman.


Pakman (1997) argumenta que en los contextos de pobreza y disonancia cultural es donde nos
resulta más fácil ser conscientes de las limitaciones teóricas, prácticas y sociales de la psicoterapia.
Estas limitaciones provienen del hecho, entre otros, de que se pretende "resolver problemas" con medios
técnicos-racionales, ocultando en realidad que muchas veces se tratan de dilemas para los que no se
pueden adoptar soluciones claras y que reclaman que se adapten posiciones morales.
Marcelo Pakman (1997) dice que existen tres clases de historias:
- Historias que narramos: relatos, descripciones.
- Historias de las que somos parte: Acontecimientos interactivos.
- Historias encarnadas: que somos y dentro de las cuales vivimos (aspectos filogenéticos,
ontogenéticos, aspectos culturales, etc.). Los órdenes morales varían según las historias encarnadas en
las formas arquitectónicas (número de dormitorios que condicionará sus prácticas sexuales, barrio, casa
sin persianas).
Pakman mantiene que la terapia como práctica social crítica de la normalidad tiene un papel
descolonizador, político y espiritual. Comenta que la práctica descolonizadora genera una dimensión
espiritual en la que la solidez del mundo es cuestionada y cree que una organización de sujetos humanos
sólo se mantiene así misma si encarna un proyecto utópico que sería la construcción cotidiana de un
espacio espiritual. Sabe que la tarea es difícil y enorme, pero nos anima a todos a comprometernos a
resistir en damos por vencidos, porque sabe que no quedan muchos espacios donde ejercitar este
proceso reflexivo. Como terapeutas tenemos diariamente la posibilidad de recrear un espacio así.

319
TERAPIA FAMILIAR COMUNITARIA
un abordaje para los tiempos que corren
Rojano.

La Terapia Familiar Comunitaria (TFC) nació de la necesidad de buscar un método que permitiera
enlazar los asuntos clínicos con los asuntos sociales dentro del mismo marco de referencia terapéutico.
Básicamente, la TFC está orientada a generar poder a través de la intervención. Aunque esta necesidad
de generar poder a través de la terapia ha sido ampliamente reconocida, las intervenciones siempre han
estado más ligadas a la generación de poder intrínsico que extrínseco. Aunque se continúa aceptando la
importancia de trabajar con las redes familiares y sociales para generar poder extrínseco, en la práctica,
ese trabajo se ha dejado en manos de otros profesionales. Varias profesiones tales como "case
managers" (Gestionadores de Casos) o "Community Outreach workers" ( Trabajadores que prestan
servicios a los clientes en su propia comunidad) (1) emergieron y se volvieron comunes. La TFC
reconoce la importancia de estas intervenciones y la necesidad de que los terapeutas se entrenen en
estas áreas.
La TFC funciona a dos niveles. Por un lado, trabaja los casos integrando al individuo a su familia y
a su pertinente marco de referencia social, y, por otro lado, la TFC forma equipos de trabajo que cuyo
objetivo es lograr modificaciones en la familia extendida y en el entorno comunitario.

¿Por qué se mejoran los clientes?:


Factores relacionados con la mejoría clínica:
Una investigación acotada realizada en Hartford, CT, analizó los casos de 25 clientes, cuatro o
cinco años después de haber participado en terapia. Todos ellos habían experimentado una mejoría de
los síntomas por los cuales habían solicitado consulta y además habían mejorado dramáticamente sus
condiciones generales de vida. En entrevistas individuales a todos ellos se les preguntó cuáles eran los
factores más importantes que habían causado la mejoría. Para nuestra sorpresa, se encontró que ellos
casi no mencionaron la terapia como una variable importante, sino que mencionaron otros factores como
causales de sus mejorías. Los factores más comúnmente mencionados fueron:
VARIABLES
- Apoyo de la familia inmediata
- Apoyo de la red social
- Presencia de buenos mentores
- Experiencia positiva de amor
- Asociación con grupos religiosos
- Asociación con grupos culturales
- Altruismo
- Posición de liderazgo, entre otros...
Si bien algunas de esas variables estuvieron asociadas con la intervención terapéutica, en la
mayoría de los casos, fueron los clientes quienes, por su propia cuenta, habían desarrollado otras
iniciativas o habían conseguido recursos adicionales. La conclusión que se extrajo de esta investigación
fue simple: si esas variables impactan tan positivamente el estado emocional y las vidas de los clientes,
entonces tiene sentido incorporarlas desde el comienzo a las intervenciones terapéuticas. Tomemos por
ejemplo el altruismo. Se encontró que éste era uno de los factores más poderosos mencionados. No sólo
es útil como generador de autoestima, sino que además induce un sentido de responsabilidad personal
en los clientes. Al estar ayudando a los otros ya uno empieza a ser observado como un modelo. Este
factor introduce una presión positiva para exhibir comportamientos positivos o para generar niveles
mayores de éxito. Sabiendo esto, el terapeuta en la sesión puede sugerir o ayudar a conectar al cliente
con oportunidades para ejercitar el altruismo.
Dos nuevas necesidades han emergido. Una: la necesidad de conocer y utilizar efectivamente los
recursos disponibles y otra la necesidad de funcionar globalmente. La necesidad de controlar el ambiente
externo y la necesidad de generar poder se agigantan ahora. La TFC busca activamente generar o
incrementar poder como uno de sus objetivos terapéuticos fundamentales.

La propuesta terapéutica:

Más que una técnica específica la TFC es un templete terapéutico. Es una macro-formulación que
permite mirar el caso de una forma global. La TFC es visionaria en el sentido que plantea metas altas, a
sabiendas de que quizás esas metas no se pueden lograr en su totalidad. Sin embargo se presume que

320
por lo menos se debe intentar. Muchas ocasiones los terapeutas se inmiscuyen tan profundamente en
situaciones particulares que pueden perder la noción de que hay principios elementales y básicos que la
gente anda buscando. Por ejemplo, la gente por principio, busca ser feliz. La gente no viene a terapia
porque quieren arreglar un problema que tienen. El problema es formulado de esta forma porque hemos
adquirido una manera negativa de mirar a la profesión. La gente no va a l médico para que le curen una
enfermedad. La gente va al médico para que le remuevan un obstáculo que les impide o les puede
impedir tener una larga vida feliz y de alta calidad. El objetivo final no es remover los obstáculos, sino la
satisfacción y la realización personal y/o familiar.
El modelo de la Terapia Familiar Comunitaria propone una plataforma para la acción. Presentada
de un modo sencillo, casi simplista, este enfoque es una combinación de terapia familiar, de
intervenciones de organización comunitaria, de gestión de casos y de programas de liderazgo Este
enfoque también expande el foco de la teoría de sistemas pasándola de niveles mono o bidimensionales
a una perspectiva global y multidimensional.

Terapia orientada a la acción y el desarrollo:

La TFC define al terapeuta como un facilitador de un proceso de autodesarrollo personal y familiar.


La TFC se basa en el principio de que todos los seres humanos desean vivir una vida de alta calidad y
que siempre tienen metas para el futuro. Se presume que todos tenemos motivaciones de logro. La TFC
busca clarificar o redefinir esas metas. En el proceso de motivar al cliente a luchar por esas metas, allí se
encuentran algunas dificultades específicas con las cuales hay que bregar terapéuticamente. Puede, por
ejemplo, que una señora de cuarenta años haya pasado por varias experiencias negativas en sus
relaciones de pareja. En el estilo de la TFC no se pregunta primero ¿"Le ha ido mal en sus relaciones de
pareja?", sino " ¿Cuál ha sido su ideal de relación de pareja?". Se trabaja con la visión, las aspiraciones y
el deseo siempre por delante. Se deja que las frustraciones u otros sentimientos negativos aparezcan en
el proceso. Llegar a los sentimientos negativos a través del camino positivo tiene sus grandes ventajas
clínicas. Por ser una terapia de acción y movimiento, la TFC trabaja los aspectos negativos desde la
perspectiva de " necesitamos remover esos obstáculos mentales para poder lograr lo que queremos". No
se acepta no por respuesta tan fácilmente.
Lo que se busca es una especie de optimismo mesurado. Se supone que todas las personas que
vemos tienen una versión personal de cómo han funcionado frente a sus metas personales. Esto no es
nuevo. Todos en el pasado hemos tratado de luchar con nosotros mismos para impulsarnos hacia
adelante. La revisión de esos antecedentes nos va a marcar la pauta para ser más efectivos en nuestras
intervenciones.

Tres tipos de vínculos:

Vínculos de primer orden:


En la búsqueda de paradigmas y metodologías de acción más efectivos y menos rígidos, se hace
necesario revisar el concepto de vínculo terapéutico. Desde un punto de vista conceptual ampliado, la
relación terapéutica entre el terapeuta y la familia puede ser vista como vínculo de primer orden. En este
tipo de conexión, el terapeuta practica su "arte" dentro del los confines de su oficina. Allí practica las que
pudiéramos llamar intervenciones "transparentes" o "neutrales". Desarrollado por Salvador Minuchin, la
introducción del concepto técnico de joining (vincularse) al campo de la terapia de la familia se constituyó
en un verdadero avance en su época. A través de este concepto, Salvador Minuchin le dio a los
terapeutas una forma articulada de operar y trasladar la teoría de sistemas del plano conceptual a la
realidad de la práctica clínica estableciendo, además, el método para desarrollar una relación terapéutica
con la familia entera. Según Minuchin, así como el antropólogo se tiene primero que juntar a una nueva
cultura antes de poder investigarla, así el terapeuta de familia tiene que vincularse e integrarse como
parte del sistema antes de poder intervenir.
Este joining es practicado como un arte en el cual el terapeuta "danza" con la familia entera
juntándose con cada miembro a la vez que con todo el sistema simultáneamente.
Al trabajar con un enfoque expandido del sistema familiar, yendo mas allá de la familia nuclear y de
la familia extendida, otros dos tipos de vínculos (joinings) son necesarios para poder relacionarse con los
sistemas de prestación de servicios y con la comunidad en general. El terapeuta familiar comunitario

321
interviene en un territorio más amplio en el cual se establece un análisis y un plan de intervención en el
ambiente inmediato de la familia.

Los Vínculos de Segundo Orden permiten que terapeutas culturalmente competentes se acerquen
más a las realidades que viven las familias. En este tipo de encuentro, ellos se reúnen con las familias en
sus hogares, forman alianzas con otros proveedores de servicios de la comunidad formando un equipo
comunitario en beneficio de la familia. En este caso el terapeuta establece un vínculo con el sistema
familiar extendido de sus clientes. Se espera que el terapeuta establezca una relación efectiva con las
agencias, instituciones, centros, programas, redes familiares o sociales en general que son necesarios
para producir un cambio real en la vida del cliente y/o de su familia. Como parte rutinaria de la
intervención el terapeuta familiar comunitario forma un equipo de trabajo que le ayude en el proceso.
Basándose en la necesidad del cliente y la disponibilidad de otros sistemas, el terapeuta construye con el
cliente(familia), una red de apoyo específica que podemos llamar el Equipo de Terapia Familiar
Comunitaria.

El Tercer Orden: El vínculo de tercer orden se establece con la comunidad en general. Aquí el
terapeuta no es sólo un proveedor de servicios sino un miembro activo de la comunidad. Este tipo de
profesionales que pudieran llamarse terapeutas ciudadanos expresan sus opiniones no sólo a nivel
intelectual alejado del mundanal ruido sino desde el llano, en reuniones de vecindarios, abogando así por
obtener soluciones colectivas a los problemas que rodean a muchos de sus clientes simultáneamente. Se
espera que se ayude a los clientes a establecer vínculos con su comunidad inmediata. Para esto se hace
necesario proveer algún tipo de entrenamiento en liderazgo, pues no es posible esperar que personas
que han estado tradicionalmente marginadas de los procesos de tomas de decisiones puedan, de buenas
a primeras, empezar a expresarse públicamente y a tomar acción en la lucha por sus derechos básicos.

Desarrollo individual y familiar: el cambio permanente

El desarrollo individual y/o familiar sigue un curso histórico mientras experimenta cuatro
movimientos a través del tiempo, a saber:
Evolución a través del desarrollo normal; Mutación debida a los procesos específicos de vida;
Sublimación / espiritualización debida a la exposición al ambiente sociocultural cercano; y Transformación
resultante de los procesos de adaptación y aculturación. Mientras experimentan permanentemente estos
cuatro movimientos, los individuos y las familias adoptan las "posturas" más convenientes a cada
momento específico. Según esta perspectiva, no existen personalidades o comportamientos estáticos.
Comportamientos que parecen únicos o estilos de funcionar que parecen intrínsicos a ciertos individuos o
familias están siempre en constante transformación, productos de la constante interacción y reacción a
las circunstancias sistémicas, históricas o ambientales.
Basándose en esta teoría se postula que si una intervención puede moldear tanto el ambiente
externo como el proceso interior de adaptación entonces, puede también lograr cambios fundamentales
en el comportamiento individual o en el funcionamiento familiar. Ese cambio puede ser mantenido y
solidificado si los clientes se vuelven a la vez los líderes de su propio proceso terapéutico.
En el seno de este proceso normal de adaptación, los siguientes mecanismos son necesarios para
mantener una buena salud mental:
Auto - reflexivo objetivo; procesador de infortunios; sanador de heridas; sublimador de dolores;
pacificador de conflictos; compensador de vacíos; controlador de impulsos; facilitador de comunicación;
generador de soluciones; etc.
Visto desde el punto de vista familiar-sistémico se entiende que en diferentes momentos del ciclo
vital la familia ayuda a los individuos brindándoles estas funciones o ayudándolos a desarrollar esos
mecanismos. Simultáneamente, en familias saludables, diferentes miembros funcionan como líderes en
cada una de esas áreas mencionadas. En sistemas altamente funcionales un mecanismo de
complementariedad es puesto en acción y los unos se ayudan a los otros con esas tareas adaptativas.
Cuando este proceso grupal no existe o está alterado, las sesiones de TFC ayudan a las familias a
desarrollar un sistema balanceado de complementariedad. Se presume que el éxito familiar se logra de
tres maneras:
1)si el sistema es capaz de ayudar a los niños a desarrollar las destrezas mencionadas; 2) si ofrece
a los miembros oportunidades de desarrollar liderazgo; y 3) si la mayoría de los miembros están
dispuestos a tomar acción en procura de salir adelante como familia.

322
La evaluación:

LA TFC evalúa la familia en su totalidad, teniendo en cuenta no sólo los aspectos psicológicos de la
existencia humana, sino también las dimensiones sociológicas, culturales y adaptativas. Se asume que la
historia y las experiencias ambientales específicas moldean ciertos comportamientos y estilos
individuales de comunicación, y hacen que se genere una dimensión (estructura) adaptativa resultante
de la interacción constante entre los individuos y el medio ambiente. Las condiciones sociológicas, los
factores estresantes, las experiencias traumáticas, las variables culturales y los valores espirituales
constantemente influyen en la psicología individual y familiar. La Dimensión Adaptativa resulta de la
necesidad de aculturarse o de sobreponerse a situaciones específicas, y es la estructura personal o
familiar en la cual los terapeutas intervienen.

La dimensión adaptativa:

El trabajo en la dimensión adaptativa trae de por sí un nuevo estilo de intervención clínica. Se trata
de buscar que los individuos asuman control de su propio destino. Para lograrlo es indispensable que
asuman control de sus propios procesos de adaptación. Otros tipos de estrategias terapéuticas ponen al
cliente en una posición pasiva. Son técnicas que se aplican a ellos con la esperanza de que "la técnica"
produzca resultados en las personas. La TFC trabaja con otro estilo en el cual el cliente es el protagonista
principal. Se trabaja basándose en las competencias que ya existen. La intervención se fija más en las
competencias que en las deficiencias. Se revisan las experiencias pasadas en las que la familia ha sido
exitosa usando sus propias destrezas y se construye sobre esa base. Se opera fortaleciendo los
mecanismos de adaptación, exponiendo a las personas a experiencias positivas complementarias.
El terapeuta se alía con la dimensión adaptativa del cliente, operando inicialmente desde adentro y
luego saliéndose poco a poco. Se busca engendrar constantemente capacidad y autosuficiencia, tratando
siempre de prevenir la generación de dependencia.

Variables relacionadas con problemas emocionales:

A continuación se presenta la manera como la TFC conceptualiza la salud mental o los trastornos
emocionales. Las variables mencionadas están escritas en forma negativa. Si se escriben en forma
positiva, entonces se entiende que éstos son los aspectos necesarios para la buena salud mental.
• Versión autobiográfica desafiante
• Diseños de vida inapropiados o extremadamente complicados
• Falla en la carta de navegación.
• Procesos incompletos de educación o enriquecimiento.
• Sobresaturación o deficiencias en los mecanismos de adaptación.
• Entornos sociales extremadamente tóxicos
• Balances negativos en: necesidades vs. recursos
• Deficiencias en las fuentes de energía o en los sistemas de retroalimentación.
• Posición existencialmente incómoda en la constelación social inmediata.
• Aprisionamiento pasado y/o presente en contingentes alienantes
• Carencias en la experimentación de aceptación y/o amor.
• Variables físicas que comprometen la integridad y/o disposición del Sistema Nervioso Central.
Estos factores no están categorizados en orden de importancia y en su mayoría están descritos en
forma metafórica. Este tipo de presentación de hecho propone una forma de construir la historia. Se
espera que esta formulación tenga tres componentes básicos:
1. Que no sea culpabilizadora; 2. Que pueda ser bien entendida y asimilada; y, 3. Que invite a la
acción. Dado el hecho de que el TFC siempre busca formar un equipo de trabajo con el cliente, el
desarrollo de un lenguaje común es imprescindible.
Sin descuidar la importancia de los factores biológicos (Factor 12), la TFC explora en cada caso los
demás once factores. Si se encuentra que hay dificultades en uno o más de los factores, se establece un
plan de intervención. Por ejemplo, al trabajar con personas de bajo ingreso en ambientes urbanos es muy
frecuente encontrar que parte del problema es que los clientes están constantemente expuestos al factor
6 ( Ambiente social tóxico). Si este es el hallazgo, entonces parte de la intervención tiene que
encaminarse a eliminar o minimizar este factor negativo.

323
TERAPIA FAMILIAR COMUNITARIA:

Estrategias Terapéuticas
La Terapia Familiar Comunitaria trabaja en tres niveles simultáneamente: Los objetivos generales
de cada nivel de intervención se presentan en forma resumida en el siguiente recuadro:
• Terapia individual y/o familiar ( Vínculo de Primer Orden)
Re-edición de autobiografía
Reformulación de descripciones
Búsqueda de paradigmas saludables
Descubrimiento y utilización de destrezas
• Acceso y utilización de recursos comunitarios ( Vínculo de Segundo Orden)
Servicios de gestión de casos
Activación de la red social nuclear
Utilización de recursos disponibles
Acceso a oportunidades de movilidad social
• Desarrollo de liderazgo ( Vínculo de Tercer Orden)
Desarrollo de destrezas de liderazgo
Re-posicionarse en el contexto social
Hacer valer los derechos civiles
Ayudarse a sí mismo mientras se ayuda a otras personas.

Intervenciones de primer orden:

Estas incluyen la aplicación de técnicas tradicionales y no tradicionales de terapia individual, grupal


o familiar. En esta área la TFC no establece mandatos sobre cuál método de intervención se debe usar.
Cada terapeuta es libre de usar las estrategias o técnicas preferidas. Eso sí, se establece que cualquiera
sea el método utilizado, la meta fundamental de esta intervención es crear paradigmas saludables que
faciliten e inviten a la acción. Esta es un área en la que muchos terapeutas han trabajado a través de los
años. Muchas técnicas han sido efectivas produciendo transformaciones en los llamados sistemas de
creencias, paradigmas, o descripciones familiares. Estas intervenciones de primer orden son necesarias
para remover los obstáculos conceptuales que dificultan el desarrollo de autoestima o la motivación para
actuar.
Una de las técnicas usadas como parte del repertorio de CFT es la llamada Videoterapia. Esta
técnica consiste en grabar toda la historia de una persona en videocasete. Se espera que toda la historia
sea contada resumidamente en 45 o 60 minutos al máximo. La cámara enfoca únicamente al cliente.
Detrás de la cámara el terapeuta conduce la entrevista haciendo preguntas secuenciales y específicas
como si fuera un reportero filmando la crónica de la vida de una persona. La entrevista se hace después
de dos o más sesiones cuando el terapeuta ya conoce un poco de la persona. En sesiones posteriores
los dos, terapeuta y cliente, revisan el video casete con el fin de re-editar la biografía. Después, si es
necesario, se graba otro video con una mejor versión de la historia. Se puede además aumentar el
conocimiento de sí mismos y se puede planear mejor el futuro.

Intervenciones de segundo orden:

Aquí se espera que el terapeuta establezca una relación efectiva con las agencias, instituciones,
centros, etc, necesarias para producir un cambio real en la vida del cliente y/o su familia. Como parte
rutinaria de la intervención, el TFC forma un equipo de trabajo que lo ayude en el proceso. Basándose en
la necesidad del cliente y la disponibilidad de otros sistemas, el terapeuta construye con el cliente(familia)
una red de apoyo específica que podemos llamar el Equipo de Terapia Familiar Comunitaria.
Es decir, se espera que el terapeuta dedique tiempo a formar su propia red de apoyo. Sean
miembros del departamento de policía, oficiales de probatoria, asistentes sociales, etc. De este grupo de
"socios" escoge los que necesita y les adiciona los miembros del sistema familiar extendido que estén
dispuestos a ayudar.
Montaje del equipo de TFC: en el apunte hay un ejemplo de cómo se forman los equipos... el que
quiera que lea es apunte a mi ver...NI CALIENTA!
La familia verdadera o red nuclear
Desde temprana edad y como parte del proceso natural de socialización, un nuevo "sistema
familiar" empieza a formar parte de la vida de cualquier individuo. Esto es más palpable en el caso de los

324
adultos quienes luego de crecer, se enfrentan con la realidad de que ya no pueden esperar y a veces
tampoco desean seguir siendo apoyados por los miembros de la familia de origen. En la práctica todos
desarrollamos lo que podemos llamar la "Familia del Adulto" o la "Red Nuclear". Las relaciones con los
miembros de la nueva "familia" pueden reproducir los estilos de relaciones o pueden ser hasta mucho
más poderosas e influyentes que las sostenidas previamente en el hogar de origen. A veces estas
relaciones llenan vacíos que existieron por muchos años.
Estas redes nucleares o "familias verdaderas" cumplen las siguientes funciones: facilitar y ayudar a
resolver las necesidades básicas, proveer apoyo emocional, proveer un círculo social amigable y
enriquecedor, proveer compañía de buena calidad para goce y entretenimiento, facilitar oportunidades de
autorrealización y brindar experiencias de afecto y/o amor.
En la búsqueda de desarrollar poder en la familia, el trabajo con la red nuclear puede ser una de las
herramientas más útiles que tenemos. La TFC interviene no sólo ayudando a las personas a construir o
desarrollar la red nuclear, sino también tratando de incrementar su utilización y el acceso a ella.

Intervenciones de tercer orden:

Existe una correlación directa entre el nivel de dominio que se ejerce sobre el ambiente inmediato y
la capacidad de controlar las emociones propias o de resolver problemas personales o familiares. Este
hallazgo puede explicar porqué es tan difícil motivar a algunos clientes a seguir las recomendaciones
terapéuticas o aún simplemente a venir a las citas. Parece ser que las personas se sientan tan
"derrotadas" por las realidades de su entorno que ya han perdido la esperanza de que las cosas puedan
cambiar realmente. Según se ha visto, se necesitan programas en los que las personas se entrenen
formalmente como líderes, aprendiendo así a generar soluciones a problemas comunitarios. El currículum
de estos programas debe incluir: comunicación, relaciones interpersonales, cómo hablar en público,
desarrollo de programas, administración de proyectos, los derechos ciudadanos, autogestión efectiva,
organización de grupos, dirección y coordinación de reuniones, y otros tópicos similares.
Parece que este tipo de entrenamiento tiene efectos positivos en la salud mental de los individuos
aunque no hayan tenido acceso a servicios terapéuticos.

REFLEXIONES Y RECOMENDACIONES FINALES

Según se ha demostrado en muchos casos, la Terapia Familiar Comunitaria es un estilo de


intervención que produce resultados positivos con diversos tipos de personas y situaciones. Sin embargo,
es importante remarcar que para el ejercicio efectivo de esta terapia no sólo se requiere un entrenamiento
teórico y práctico, sino que además se requiere un cambio de actitud hacia el campo de la salud mental y
hacia la forma de relacionarse con los clientes en general. Según la TFC estos son vistos como los socios
principales del equipo de trabajo y como los protagonistas de sus propias vidas. Igualmente es necesario
reconocer las limitaciones en el alcance de nuestras intervenciones tradicionales y la necesidad de
aliarse con otros para lograr buenos resultados.
Un buen Terapeuta Familiar Comunitario trabaja mano a mano con los clientes, su familia y su
comunidad. Igualmente un buen terapeuta ciudadano, desde su propia esquina y en diversas formas, se
convierte en un líder comunitario. En alguien que cree firmemente en la potencialidad del ser humano y
que está siempre dispuesto a luchar por lograr un mundo mejor para todos.

325
DINÁMICA DE LAS FAMILIAS ENSAMBLADAS EXITOSAS

Emily B. Visher, John S. Visher

En los últimos años las familias con segundo o ulteriores matrimonios han pasado de ser una
forma familiar alternativa a ser el tipo predominante de familia en los Estados Unidos.
Las percepciones de la familia ensamblada están cambiando, los investigadores han comenzado
a alejarse del punto de vista de que son atípicas o patógenas. Incluso algunos van más allá como Carter
y McGoldrik quienes incluyen al divorcio y a los matrimonios ensamblados como algo en el ciclo vital
familiar.

Exigencias y tareas de las flias ensambladas:

Las flias ensambladas existen de muchos tipos y tamaños – hogares en donde el marido o la
mujer tienen hijos, otros donde los dos adultos son padres que se han vuelto a casar, aquellos formados
después de una muerte-. A pesar de las diferencias todos comparten la tarea básica de lograr una
transición satisfactoria de previas culturas familiares a la cultura de la familia ensamblada. Dentro de la
casa la exigencia es trasladarse de una ausencia de vínculos emocionales entre la gente, que ahora vive
bajo el mismo techo, a un sentido de pertenencia a un grupo que se sienten conectados el uno con el
otro.
Tareas o exigencias básicas:
• Solidificación y maduración de la nueva relación de pareja.
• Los vínculos padre / hijo previamente existentes deben ser mantenidos o mejorados.
• El desarrollo de nuevas relaciones en la flia (particularmente aquellas entre padrastros e
hijastros y entre hermanastros)
• Desarrollo de un sentido de pertenencia a la nueva unidad fliar.

Estas tareas “dentro del hogar” están ligadas a las “relaciones suprafamiliares” comprendiendo a
los otros hogares conectados entre sí a través de los niños por que contienen al otro padre de los niños o
parientes cercanos como los abuelos. Otra exigencia es el contacto entre los niños y su padre no
residente y el establecimiento de una coalición parental cooperativa entre los hogares.
Definimos como flia ensamblada exitosa, aquella que ha manejado con efectividad las exigencias,
de un modo tal que la mayoría de los integrantes del hogar estén generalmente satisfechos con su nueva
constelación familiar.

Características de las flias ensambladas exitosas:

Existen seis características importantes de los adultos de estas flias que están asociadas a un
ajuste satisfactorio a este tipo de flia.

1. Se ha realizado el duelo de las perdidas: los adultos deben hacer realizado el duelo y
estar listos para proceder con un nuevo modelo de vida
2. Las expectativas son realistas: Deben tener expectativas realistas de que su flia será
diferente de la flia de su primer matrimonio. Aferrarse a la idea de que el matrimonio anterior fue la flia
ideal obstaculiza el progreso hacia la integración de la flia ensamblada, ya que hay pocas semejanzas
entre una y otra. Algunas de las razones por las cuales este tipo de flias son diferentes de las flias
nucleares:
• Los adultos y niños se unen en una flia en muy diverso lugares de sus ciclos de vida
individual, marital y fliar
• Todos los miembros traen maneras de hacer cosas que son diferentes debido a los modelos
fliares previos.
• Los vínculos padre / hijo preceden en lugar de suceder la formación de la relación de pareja.
• Existe un padre biológico en otra casa o en la memoria.
• El 50 % de los niños de flias ensambladas se trasladan constantemente entre las casas
parentales.
• Los padrastros tienen poca o ninguna relación legal con sus hijastros.
Las investigaciones han demostrado que la flia ensamblada es una forma de flia viable y
productiva que no debe considerarse una copia inferior o de alguna manera dañada de la flia nuclear

326
“perfecta”. En las flias ensambladas exitosas, los miembros han aceptado la complejidad de este tipo de
flia. Han llegado a apreciar la diversidad de modelos diferentes en flias de matrimonios ensamblados y a
tomar conciencia de las relaciones y de lo que entraña formarlas y mantenerlas. También han tomado
conciencia de que las expectativas de amor y adaptación instantánea no son realistas.
La integración es un proceso que lleva tiempo (según un estudio donde hay hijos mayores este
proceso dura unos 6 años) que depende de la edad de los hijastros y la cantidad de tiempo que pasan en
la casa de la flia ensamblada. Es un periodo de mucha angustia y dolor. Sin embargo, esto no es
necesariamente señal de disfunción.

3. Existe una pareja fuerte y unida: A menudo los adultos de estas flias tienen dificultades en
confiar nuevamente en una relación, o se sienten culpables por desviar algo de su atención hacia sus
hijos para poder formar un vínculo sólido con su nueva pareja. En la flias ensambladas exitosas los
padres se dan cuenta de que, a pesar que sus hijos siguen necesitándolos, también necesitan la
sensación de seguridad que provine de una pareja estable y el reaseguramiento de que la unidad familiar
ulterior continuará.

4.Se establecen rituales constructivos: El establecimiento de rituales y tradiciones es una


característica importante para que estas flias sean exitosas. Cuando es posible, tradiciones importantes
del pasado son mantenidas o combinadas en nuevas maneras a medida que se establecen nuevos
rituales. La flexibilidad y creatividad son una señal de éxito y una de las características positivas, que los
adultos deben tener.

5. Se han formado relaciones ensambladas satisfactorias: Estas relaciones necesitan ser


desarrolladas y el tiempo que esto tarda depende de: la edad de los niños; el número y edades de los
hermanastros y si los miembros familiares son residentes o no residentes, que vienen y van y tienen
menos tiempo de relacionarse con el nuevo hogar. Es importante que los padrastros entren al sistema
familiar lentamente formando una relación amistosa con los hijastros antes de tomar un rol disciplinario

6. Las casas separadas cooperan: Es necesario que se produzca una “coalición parental” que
incluye a los adultos de ambos hogares que están involucrados en la crianza de los niños. Muchas veces
los padrastros se convierten en parte de la coalición, ya sea que estén involucrados directa o
tangencialmente con sus hijastros. Esto hace que se establezcan límites permeables, que los niños se
muevan entre las casas con mayor facilidad y evita que tengan conflictos de lealtad.

Conclusión:

Se ha encontrado que las familias ensambladas son menos coherentes que las familias
biológicas. Tal vez más que en otros tipos de flias los patrones de relaciones se desvían y cambian.
Relaciones difíciles se convierten en cálidas y cariñosas, relaciones cortadas se arreglan, y se liman las
asperezas a medida que los niños crecen. Niños y adultos reconocen las exigencias que han superado y
su autoestima crece. Está probado ser una forma familiar viable y productiva, con potencial de
satisfacción y felicidad para sus miembros.

327
UNIDAD
IV:
La Pareja.

328
"EN BUSCA DE SOLUCIONES"

O´Hanlon

CAPÍTULO 6: “Prescripciones para el cambio”

Alterar la “forma de actuar” y la “forma de ver” el problema

En la terapia orientada hacia las soluciones son tres las cosas que intentamos hacer:
1. Cambiar la “forma de actuar” en la situación percibida como problemática. Queremos
cambiar las acciones e interacciones que intervienen en la situación, dando a los clientes libertad para
usar otras acciones, atípicas, que tengan mas probabilidades de resolver el problema que la repetición de
pautas sin éxito. Un cambio en lo que hacen puede producir también un cambio en su marco de
referencia. Además pueden generar recursos y capacidades nuevas u olvidas.
2. Cambiar la “forma de ver” la situación percibida como problemática. Cambiar los marcos
de referencia, tanto en la sesión como fuera de la terapia, puede llevar a cambios en las acciones y a la
estimulación de potencialidades y recursos no utilizados.
3. Evocar recursos, soluciones y capacidades que se pueden aplicar a la situación que se
percibe como problemática. Recordar a las personas sus recursos y fomentar estas fuerzas y
capacidades puede llevar a cambios en sus acciones y en su punto de vista.

Intervenciones sobre patrones: El efecto mariposa:


En un reciente libro sobre el paradigma emergente de las ciencias físicas (Gleick, 1987) aparecen
varias ideas que resumen los conceptos relacionados con la intervención sobre patrones. Los científicos
que estudian situaciones caóticas y complejas han empezado a descubrir algunas formas nuevas de
entender estos fenómenos. La primera es el descubrimiento de que en las situaciones aparentemente
aleatorias y complejas existen patrones subyacentes que las organizan. El caos es sorprendentemente
ordenado. Estos sistemas caóticos son también sorprendentemente susceptibles de cambiar. Cuando
son perturbados, responden reorganizando sus patrones. Esto fue observado por primera vez por el
meteorólogo Edgard Lorenz, quien empleaba un ordenador para analizar los efectos que tendría un
pequeño cambio sobre los patrones climatológicos globales. Lo que encontró fue que los cambios más
diminutos tienen un profundo efecto sobre los sistemas complejos como el tiempo atmosférico. Este
efecto fue denominado “Efecto Mariposa”. Lorenz decía: “si una mariposa batiera sus alas en Brasil,
podría producir un tornado en Tejas”. El se encontró con que, cuando el ordenador representaba
gráficamente estos patrones de cambio, había puntos de orden- “extraños puntos de atracción”- que
organizaban el caos convirtiéndolo en bonitas curvas y patrones.
En terapia, tratamos de alterar los “extraños puntos de atracción” de las pautas individuales y
sociales introduciendo en ellas un pequeño cambio. Encontramos los puntos de orden en el aparente
caos de la situación que presenta el cliente y perturbamos sistemáticamente estos organizadores del
patrón. Siguiendo nuestra máxima: “donde había patrones rígidos, habrá flexibilidad”.
Aquí se describirán diversas formas de intervenir en los patrones que constituyen la queja a fin de
cambiar estos contextos de modo que ya no contengan problemas o “síntomas”.

Intervención sobre el patrón de la queja: El terapeuta hace que el/los cliente/s introduzcan alguna
modificación pequeña o insignificante en el desarrollo de la queja (o síntoma, pero se prefiere el término
queja ya que no hace referencia a la existencia de alguna patología subyacente).
El trabajo de Milton Erickson ofrece muchos ejemplos de este tipo de intervención. Él podía pedir
a alguien que se lavaba las manos compulsivamente que cambiara la marca de jabón; a un fumador que
guardara los fósforos en el ático y los cigarrillos en el sótano y a una persona que se chupaba el pulgar
que lo hiciera todos los días durante un periodo de tiempo establecido, etc. (siguen algunos ejemplos,
ver en paginas 141 y 142).
Al alterar el desarrollo de la queja altera el contexto. A menudo la queja desaparece,
gradualmente o de forma abrupta.

Clases de intervenciones sobre patrones:

1. cambiar la frecuencia o tasa de la queja. Pedir a un cliente que comía frenéticamente


golosinas durante episodios de voracidad que comiera dulces lentamente cuando no tuviera un episodio.

329
2. cambiar el tiempo de ejecución de la queja. A una clienta deprimida se le dijo que fijara
un tiempo para su depresión todas las noches, en vez de esperar a que le ocurriera al azar.
3. cambiar la duración de la queja. A una persona que se lavaba las manos
compulsivamente se le podría decir que lavara su mano izquierda durante al menos 5 min. Y su mano
derecha no más de 30 seg. en cada lavado.
4. cambiar el lugar en el que se produce la queja. Una pareja que se quejaba de tener
discusiones inútiles y viciosas que luego lamentaban. Se les pidió que la próxima vez que comenzaran
una discusión, se retiraran al baño. Una vez allí, el marido debía quitarse la ropa y echarse en la bañera.
La mujer debía sentarse (vestida) sobre el inodoro. Si podían, debían seguir discutiendo. No pudieron.
Empezaron a reírse de lo absurdo de la situación. Luego de un tiempo cuando comenzaban una
discusión, alguno de ellos miraba el baño y ambos empezaban a reír, evitando así la pelea.
5. añadir (al menos) un elemento nuevo al patrón de la queja: a un cliente que comía
compulsivamente se le dijo que se pusiera sus zapatos favoritos antes de empezar a comer. Esto fue
suficiente para interrumpir la pauta y que dejara los atracones.
6. cambiar la secuencia de elementos/eventos en el patrón de la queja: a una adolescente,
harta de oír sermones de sus padres sobre su mala conducta, se le dijo que los grabase en una cinta y
que cuando llegara el momento adecuado, se adelantara a su padre poniéndole la cinta con el sermón
grabado.
7. descomponer el patrón de la queja en piezas o elementos más pequeños: A una pareja
se le dijo que solo podían pelearse por escrito. Él tendría 5 min. para escribir su parte, luego pasar el
papel a su mujer para que ella pudiera escribir la suya.
8. Unir la realización e l aqueja a la de laguna actividad gravosa: una pareja donde él
llegaba a casa a las 21hs cuando salía del trabajo a las 17hs y durante los fines de semana no hacia mas
que mirar TV. La mujer prefería los domingos visitar a sus padres o a los de él, no quedarse en la casa.
Entonces lo esperaba todos los días y lo recibía con insultos y se peleaban. Se acordó que ella no haría
mas eso, pero anotaría cuantos minutos se pasaba de las 17hs y al final de la semana él debía pasar ese
tiempo visitando a la familia sin refunfuñar.

Intervención sobre el patrón del contexto:


Se utiliza cuando la intervención sobre el patrón no tiene resultado o no es aconsejable.
Consiste en alterar las pautas personales o interpersonales que rodean o acompañan la queja, es
decir, que se modifican los patrones que no tienen que ver directamente con la realización de la queja.
Ejemplo: una mujer que se da atracones, evita las salidas con sus amigos luego del hecho.
Aunque no salir con los amigos no esta directamente relacionado con los atracones, es un patrón que lo
acompaña y que puede modificarse mediante la asignación de tareas. Se le puede pedir que los días en
que crea que se va a dar un atracón insista en salir con los amigos.
Ejemplo: una bulímica que los días que se daba atracón nunca se arreglaba, se le puede decir
que si cree que se va a dar un atracón se ponga sus mejores ropas y se maquille, y luego si aun siente la
necesidad de hacerlo que lo haga.

Aunque estos patrones regulares que acompañan la queja no están directamente involucrados
con ella, alterarlo puede producir un cambio en el contexto de la queja, llevando a su resolución. El
terapeuta debe pedir descripciones de las acciones e interaccione no relacionadas directamente con la
queja y alterar aquellas que parecen acompañarla habitualmente. Se considera irrelevante cómo y por
qué se constituyeron los patrones, qué significado o función tienen. La tarea principal es: descubrir las
pautas de acción e interacción que rodean la queja y modificarlas. Esto incluye aspectos como quién está
presente cuando se da la queja y lo que otros (no implicados directamente) dicen o hacen respecto de la
queja con la persona o personas directamente incluidas.
Ejemplo de esta intervención pagina 146 y 147.

Prescripciones de soluciones; Formulas para el cambio.


Los equipos del BFTC (equipo de investigación del Centro de Terapia Familiar Breve el modelo
de terapia desarrollado se denomina terapia breve centrada en las soluciones.) y de Milán han
desarrollado determinadas intervenciones para resolver muy diversos problemas. El equipo del BFTC
denomina “tareas de formula”, mientras que en el grupo de Milán se denomina “prescripción invariable”.
Los terapeutas no necesitan saber mucho sobre la dinámica de las dificultades para ayudar
resolverlas. Las características específicas del patrón problema parecen no estar relacionadas con el
proceso de solución.

330
Aunque las tareas invariables pueden estar orientadas tanto al problema (es decir, diseñadas
para interrumpir la secuencia de la queja), como a la solución (es decir, diseñadas para desarrollar
soluciones y recursos preexistentes), las prescripciones de soluciones que se describen aquí fomentan
nuevas conductas y percepciones al crear la expectativa de cambio en el futuro. Están diseñadas para
orientar la atención de los clientes hacia las soluciones. Esto es un cambio de la “forma de ver” la
situación.

Tarea de formula de la primera sesión:


“Desde ahora y hasta la próxima vez que nos veamos, a mí me gustaría que observaras, de
modo que puedas describírmelo la próxima vez, lo que ocurre en tu (puede ser familia, vida, matrimonio,
relación) que quieras que continúe ocurriendo”.
Con esta tarea el cliente va a su casa con sus “gafas-de-buscar-cosas-positivas”, y para sorpresa
suya, suelen descubrir bastantes cosas que quieren que continúen. El otro aspecto interesante es cómo
los clientes responden, aunque no se les pide que hagan algo nuevo o diferente, suelen precisamente
modificar su comportamiento. A demás otros miembros de la pareja o familia advierten los cambios
(también llevan las “gafas-de-buscar-cosas-positivas”) y reaccionan cambiando a su vez.
Desde el punto de vista clínico, lo más interesante de estas nuevas conductas es que, por lo
general, constituyen precisamente los cambios necesarios para resolver el problema.
Cuando los clientes vuelven a la segunda sesión se les pregunta: “Bien, ¿Qué esta sucediendo
que te gustaría que siguiera sucediendo?”. El lenguaje de soluciones tanto en la intervención como en la
pregunta de seguimiento indica que el terapeuta esta seguro de que suceden cosas positivas y de que
han sido advertidas. Una vez que se han descrito las cosas positivas, el terapeuta hace una serie de
preguntas presuposicionales para generar información acerca de las excepciones. Esto sirve para
amplificar y mantener los cambios.

La tarea de la sorpresa para parejas o familias.


“Haz al menos una o dos cosas que sorprendan a tus padres (cónyuge, en terapia de pareja). No
les digas qué es. Padres, su tarea consiste en adivinar qué es lo que el/ella esta haciendo. No
comparen sus notas; haremos eso en la próxima sesión”.
Esta tarea introduce un poco de azar en las pautas que caracterizan a las relaciones: las cosas
se vuelven más impredecibles. De nuevo, los clientes fijan su atención en nuevas conductas. Aquellos
que están intentando nuevas conductas no tendrán que preocuparse de que sus esfuerzos pasen
desapercibidos.
Esta tarea tiene cierto carácter lúdico. Hace cambiar el contexto de sus dificultades: lo que tal vez
haya sido una batalla durante mases o años adquiere ahora un carácter lúdico.
Cuando regresan a la sesión siguiente, en vez de preguntar a la persona A lo que hizo para
sorprender a los demás, preguntamos a la persona B: “¿qué cosas has notado que ha hecho A durante
esta semana?” y viceversa. Por lo general se describen más de dos sorpresas, y a veces a A se le
atribuye algo que no había hecho con la intención de “sorprender”. A veces la persona A se calla,
aceptando la sorpresa que le atribuyen, y así todos salen ganando. Habitualmente hay risas cuando se
comparan las notas. Y lo más importante, las “sorpresas” que se llevaron a cabo suelen convertirse en
soluciones.

La tarea genérica:
Una vez que los clientes han descrito cual seria su objetivo, es posible emplear su lenguaje para
diseñar una intervención que cree la expectativa de cambio. Por ejemplo: si un cliente quiere “mayor paz
interior”, digerirle:”fijate en lo que haces esta semana que te da mayor paz espiritual”. Podemos sugerir
que anoten sus observaciones, o que simplemente vuelvan preparados para contarnos sus
descubrimientos. Otra ventaja de esta tarea es que los clientes que se expresan en términos vagos
vuelven habiendo definido con mayor claridad sus objetivos.

Hipnosis orientada a las soluciones:


Aquí hablamos de la hipnosis basada en el trabajo de Milton Erickson y ajustada hacia una
orientación hacia las soluciones. Parte de su trabajo con la hipnosis constituía una labor de búsqueda,
dirigida a encontrar el significado, la función o el origen “inconsciente” del problema, pero otra gran parte
estaba orientada directamente hacia las soluciones.

331
Erickson borro los límites entre terapia hipnótica y no hipnótica. Desarrollo una técnica de trance
“naturalista” que no requería un ritual obvio de inducción al trance. A veces ni siquiera decía al cliente que
estaba empleando hipnosis.
En la hipnosis orientada a las soluciones pretendemos despertar capacidades que el cliente ya
tiene, pero no ha empleado en el contexto del problema. En terapia no hipnótica centrada en las
soluciones nos centramos en los puntos de vista o acciones que los clientes pueden usar
conscientemente para alcanzar sus objetivos, mientras que en la hipnosis orientada hacia las soluciones
nos ocupamos de las experiencias automáticas, acciones que están mas allá del control deliberado de la
persona. Por ejemplo, si, sin estar en trance, te piden que insensibilices alguna parte de tu cuerpo,
normalmente no eres capaz de conseguirlo deliberadamente. En la hipnosis, por alguna razón, muchas
personas pueden insensibilizar partes de su cuerpo. Esto es lo que llamamos una habilidad involuntaria.
La hipnosis es muy útil para generar este tipo de capacidades que están más allá del control consciente
deliberado.
¿Cómo se evocan estas habilidades? Una forma simplemente es hablar de experiencias que
pertenecen a la misma clase de soluciones que se quieren evocar. Por ejemplo, si la clase de solución
que ayudaría al cliente es la “relajación”, el terapeuta podrá hablar sobre los momentos en los que el
cliente se tiende en la bañera llena de agua caliente, o puede mencionar vacaciones o un masaje en la
espalda. Otra forma es sugerir de forma permisiva que la persona tiene la capacidad de relajarse. Esto no
es lo mismo que la sugestión hipnótica autoritaria tradicional, que habitualmente indica al sujeto que se
relajará o que esta relajado. En este enfoque se dice al cliente que se puede relajar. A menudo esto
supera cualquier “resistencia” y permite al cliente encontrar sus propios medios para solucionar el
problema. El terapeuta se limita a sugerir. Ver ejemplo de esto en página 153 y 154.
Otro uso de la hipnosis centrada en las soluciones es ayudar a recordar experiencias que puedan
servir como referencia para desarrollar las habilidades necesarias para resolver la dificultad presentada.
De nuevo esto contrasta con el empleo tradicional de la hipnosis, en el que se anima a los clientes a
recordar experiencias traumáticas y elaborarlas. Ver ejemplo de esto en pagina 155.
A veces cuando la terapia ha alcanzado un punto muerto, inducimos un trance y preguntamos al cliente
que hay que hacer. Erikson tenía una forma favorita de presuposición que llamaba” ilusión de
alternativas”, esta técnica consiste en dar a elegir al cliente entre varias alternativas, que producen igual
el resultado deseado.
El propósito de la hipnosis orientada a las soluciones es estimular y emplear procesos, recuerdos
y experiencias mediados de forma inconsciente, para resolver las quejas de los clientes y crear la
expectativa de cambio.

332
TERAPIA PARA RESOLVER PROBLEMAS.

Jay Haley

CAPITULO 6: la terapia del matrimonio vista como un triangulo.


Para algunos autores el matrimonio no es una díada, sino una tríada porque esta definida en
función de la inclusión o exclusión de un tercero. Esta perspectiva permite captar diferentes etapas dentro
del matrimonio. Los terapeutas advirtieron que la díada era inestable y necesita la intervención de un
tercero para evitar un colapso, para estabilizarse. Este tercero puede ser un hijo, un terapeuta, un amigo.
La unidad entonces es una tríada. Un problema marital no solo es exclusivo de cada pareja, sino
que varía de acuerdo con el modo en que esa pareja ha acudido al terapeuta. Los cuatro modos
principales en que las parejas legan a presentar un problema marcan diversos modos de enfoque
terapéutico:

1. A través de un síntoma individual.

Cuando un terapeuta trata con eficacia los síntomas de un cliente casado se ve necesariamente
envuelto en cuestiones matrimoniales. Por ejemplo cuando nos encontramos ante una mujer deprimida,
debemos ver que función cumple el síntoma dentro de la relación matrimonial.
Algunos terapeutas trataran de persuadir a la pareja de que el verdadero problema es de orden
marital, otros continuaran centrándose en el síntoma, a la par que tratan el problema marital,
estableciendo quizás un nuevo concepto para tratar este último una vez que se haya producido una
mejoría.
Siempre que un individuo casado presenta un síntoma grave Este desempeña una función en su
matrimonio y su cura acaecerá consecuentemente en él.

2. A través de un niño.

En la mayoría de las terapias con niños perturbados se ha de suponer que si los padres pudieran
admitir fácilmente sus dificultades maritales el niño no estaría exteriorizando el problema. Algunos
matrimonios parecen capaces d librar batallas sin involucrar a sus hijos. En tanto que otros centran en
ellos su desavenencia conyugal.
Cuando un terapeuta ayuda a los progenitores a excluir al niño de sus choques, a menudo
también excluirá de ellos a sus suegros, y a la inversa, al resolver un problema de un suegro los padres
se abstienen de triangular con un hijo. Si un matrimonio trazo un limite generacional con los hijos,
también lo hará con los parientes políticos
Cuando hay padres divorciados, el terapeuta deberá limitarse a tratarla cuestión del niño y no del
matrimonio.
Cuando el hijo es un adolescente o un adulto joven que ha alcanzado la edad de abandonar el
hogar sus padres celebran en verdad un nuevo concepto de matrimonio, el terapeuta enfrentado con esta
clase de problemas debe ayudarlo a lograr un nuevo conjunto de temas de que ocuparse.

3. Por una crisis familiar.

El terapeuta también se ve ante una cuestión matrimonial cuando el problema presentado es una
crisis familiar (cuando hay amenaza de violencia o de suicidio o un comportamiento familiar que irrita a la
comunidad). En estos casos el enfoque de las cuestiones maritales demandadas más acción que
reflexión, de modo que a menudo que el terapeuta debe asumir la responsabilidad y tomar decisiones en
nombre de la persona cuyo estadote animo no le permita hacerlo.
Algunas crisis familiares suceden solo una vez, pero ciertos matrimonios los tienen regularmente
como parte de un circulo (amenazas de violencia o suicidio, comportamiento amistoso y nuevamente las
amenazas).
El terapeuta marital necesita reunir a los cónyuges y cambiar ese ciclo de erupción o ayudarles a
separarse sin consecuencias desafortunadas.
En los momentos de crisis es cuando más puede hacerse por una pareja, cuando más se le pide
al terapeuta.
Crisis significa inestabilidad, trabajar con una pareja en un momento así puede perturbar
emocionalmente al terapeuta, pero la pareja obtendrá el máximo beneficio.

333
Si aquel emplea la mediación para tranquilizar a los cónyuges alterados puede impedir el cambio
y demorar la resolución de las dificultades hasta la próxima sesión.

4. El matrimonio como un problema presentado. Un pedido de asesoramiento familiar.

Cuando una pareja presenta un problema matrimonial, las decisiones del terapeuta pueden varar
según cual sea la persona a quien entrevista. Lo mejor es verlo en forma conjunta. Lo que se ve es muy
diferente a lo que diría cada cónyuge por separado. El terapeuta así no cae en la tentación de ponerse
del lado de un solo cónyuge. La terapeuta ve como se tratan entre sí en vez de escucha r información
sobre sus actos. Ver a la pareja dentro de un grupo familiar agrega un nuevo matiz de comprensión de
matrimonio porque se los mira insertos en un contexto. Generalmente una pareja presenta un problema
marital en un intento de permanecer unida, a veces uno de los esposos esta resuelto a separarse, pero
no ha revelado su decisión y pide asesoramiento matrimonial para lograr un divorcio amigable. Eso se
averigua en una entrevista individual.
A veces también las sesiones individuales son el único medio de obtener cierta clase de
informaciones, como por ejemplo aventuras amorosas.
En la mayoría de los problemas maritales subyace una actividad protectora que hace que el
problema continúe. Por ejemplo la esposa al tratarlo mal al esposo hace que este salga de su depresión-.
El examen de un problema marital pone en evidencia que la pareja sigue reglas habituales de conducta y
que el problema radica en ellos. Un ejemplo es que el esposo a de ser irresponsable mientras que la
mujer debe ser responsable.
Para cambiarlo el terapeuta debe intervenir de modo que no puedan seguir comportándose así.
Sea cual fuesen las reglas de la pareja el terapeuta forma parte de ellas. La influencia terapéutica se
hace sentir en la forma en que el terapeuta cambia esa regla tal como se la aplica en relación con él y no
comentándosela objetivamente a la pareja.
No solo hay reglas como comportase mutuamente, como relacionarse con extraños, sino que
también hay sobre como negociar reglas y quien ha de instruirlos. Las dificultades conyugales se dan en
términos de manejo de flexibilidad. Cuando las reglas de un matrimonio son demasiado rígidas, los
cónyuges sufren tensión porque no puede adaptarse a los cambios.
Una de las funciones de la terapia marital es ampliar las posibilidades de ambos cónyuges para
que tengan un campo de comportamiento más amplio.
Un comentario del terapeuta no es un simple acontecimiento sino también una condición de un
cónyuge respecto del otro o con la unidad conyugal contra otro grupo mayor.
La premisa fundamental es: si la pareja se separa durante la terapia no habiendo acudida a esta
para plantear el problema de la separación el terapeuta es parte del mismo y ha contribuido a que se
produzca estableciendo coaliciones. Aunque no es preciso que el terapeuta adopte una postura
totalmente contraria al divorcio. Algunas parejas desean vivir separadas mientras tratan su matrimonio.
Hacer terapia matrimonial con una pareja separada es pérdida de tiempo. Las sesiones tienden a ser
conversaciones sobre problemas en vez de intentar resolverlos. Lo mejor es frenar las cosas y pedirles
que vivan juntos.
Si el terapeuta se coliga a una de las partes contra la otra pasa a integrar el problema y no la
solución, pero como inevitablemente queda involucrado en las cuestiones en juego, sea cuales fueran
puede verse tomando partido le guste o no.
La acción depende de los sentimientos del terapeuta, mientras lucha con las dificultades
maritales, salen forzadamente a relucir los propios prejuicios sobre hombre y mujer y su actitud respecto
del matrimonio. Suele advertir que su propia experiencia conyugal experimenta modificación en cuanto a
su experiencia con su pareja.

Guías para la terapia.

Algunas de las cosas que deben evitarse en el tratamiento de un matrimonio son:

1. No debe restarse importancia a os problemas. La persona se debe sentir comprendida. Un


problema pequeño puede ser analogía de otro mayor.

2. deben evitarse las abstracciones. Hay que pedirle a la pareja que se concentre en conductas
especificas: por ejemplo: falta de afecto de su mujer, más concreto le dice el terapeuta, ¿Cómo
quiere ser recibido al llegar del trabajo? El terapeuta necesita buscar un comportamiento
específico para poder idear una directiva que conduzca al cambio.

334
3. Deben evitarse las coaliciones persistentes. La coalición de un cónyuge contra el otro debe
formarse de un modo calculado y con un propósito especifico. El dilema del terapeuta es como
evitar la intromisión de sus propios prejuicios en los cambios buscados por la pareja. Un colega o
supervisor puede ayudarlo a evitar coaliciones encubiertas. Si nos vemos atrapados en una
coalición lo mejor es entrevistar individualmente al cónyuge contra ale cual nos coligamos sin
descuidar al otro para equilibrar la situación. Otra solución es traer más gente a la sesión. La
coalición se utiliza para estabilizar un matrimonio y así producir un cambio. Apoyando a uno dirá
que el otro esta equivocado, esto sacar a la luz emociones y acciones en una pareja.

4. deben evitarse los debates sobre la vida. Cuando surgen cuestiones más filosóficas, se llevara a
la pareja hacia temas más concretos. El objetivo es que traten de mejorar mutuamente y no
cambiar ideologías.

5. evitar hablar despasado. Abstenerse de investigar como llegaron al sistema presente. Del pasado
solo se buscaran cosas positivas para motivar a la pareja a cambiar.

6. no debe creerse que los problemas son idénticos entre sí. Cada problema es único.

7. El terapeuta joven, no debe tratar de parecer mas sabio de lo que es.

8. No deben dejarse objetivos sin formular. Sin meta no hay rumbo.

9. no se obligara a la pareja a formular explícitamente lo que desea el uno del otro.

10. deberían evitarse que se cristalicen las luchas por el poder.

11. la pluralidad del terapeuta puede dificulta r por el cambio. La categoría y la combinación de
terapia de pareja mas la individual es desaconsejable ya que el terapeuta individual es aliado de
uno de los cónyuges, esta coalición dificulta el cambio de matrimonio.

12. No se permitirá adoptar posiciones irreversibles. Hay que evitar que uno de los cónyuges adopte
una posición que no pueda modificar. La terapia no debe permitir la libre expresión de la pareja
sino solo aquella que logre un propósito. El terapeuta debe evitar que digan algo que después no
puedan deshacer.

335
“POR QUE FRACASAN LOS MATRIMONIOS”

Jhon Gottman

La sustancia cotidiana real del matrimonio, esa lenta acumulación, a lo largo de años, de
incontables pautas de interacción que conforman o rompen un matrimonio sigue siendo para la mayoría,
cónyuges y terapeutas incluidos, una terra incógnita.
Esto no quiere decir que los terapeutas no hayan ayudado a innumerables parejas a salvar su
matrimonio, o que no hayan reunido con el tiempo un cúmulo de conocimientos informales sobre la vida
matrimonial; pero las razones por las cuales ciertos matrimonios tienen éxito o fracasan continua siendo
un enigma, y en gran medida el asesoramiento matrimonial (funcione o no funcione) tiene muy débiles
cimientos empíricos.
Estudios realizados indican que el tratamiento suele ser a menudo ineficaz o inútil. En un estudio
de Neil Jacobson y M.E. Adeis en 1.993 la mitad de las parejas que recibieron algún tipo de terapia
marital no mejoraron. Los estudios del autor (Gottman) demostraron que la correlación entre las parejas
sometidas a terapia y el divorcio es alrededor del 50%, en otras palabras muchas parejas utilizan la
terapia como vía hacia el divorcio.
Se han vertido ríos de tinta con el objeto de identificar los factores sociales culpables, como la
incorporación de la mujer al mundo laboral, la creciente violencia social, etc. No obstante, muy poco se
sabe aun sobre lo que sucede dentro de la privacidad del matrimonio.
Si la explicación de algunos de los misterios de la estabilidad o disociación de un matrimonio ha
de hallarse en los mensajes privados de las parejas, su modo de hablar, de escucharse, mirarse, lo que
piensan y sienten sobre el otro y sobre su matrimonio. Habría entonces que observar y examinar de
manera sistemática estos elementos. Realizar experimentos sólidos, que investiguen a lo largo del tiempo
tanto a los matrimonios estables como a los perturbados, podría determinar qué costumbres protegen a la
pareja del divorcio y cuáles otras las sitúan ante un riesgo mayor.

Junto a otros colegas, Gottman desarrollo un modelo de investigación. Poseen una base de datos
de 20 estudios fundados en tres diálogos filmados con un total de 2.000 parejas, correlacionados con
reacciones fisiológicas medidas en formas electrónicas y respaldadas por cuestionarios y entrevistas. Se
utilizo un código para relacionar las expresiones faciales con la emoción y medir otros índices de
expresión emocional, incluida la voz, el lenguaje, a fin de poner de relieve los niveles de afecto, interés,
diversión, alegría durante los diálogos, así como los de ira, temor o tristeza. También se han observado y
escuchado conductas verbales y físicas. Se sincronizo la obtención de datos fisiológicos (ritmo cardíaco,
índice de irrigación sanguínea, sudor, movimientos musculares, etc.) con las interacciones observadas en
la pareja. Luego se entrevistaba a los esposos, para averiguar que habían pensado y sentido en
momentos específicos de la filmación. Por ultimo, reunimos sus relatos orales y sus respuestas a los
cuestionarios.
Aun debemos recorrer un largo camino para comprender cabalmente los complejos procesos del
matrimonio, pero hemos reunidos datos suficientes sobre la forma en que interactúan las parejas como
para formular una teoría acerca de los factores que, si no se les pone fin, conducen a la pareja al divorcio.
De las 2.000 parejas hemos seguido a lo largo del tiempo a 484, a muchas de ellas durante 10
años, indagándolas 4 años después de la entrevista inicial a fin de averiguar la repercusión de aquellos
factores, que a nuestro juicio, podían predecir un divorcio. Encontramos un vinculo tan fuerte entre el
estado del matrimonio (o sea si se había divorciado o no) que en la actualidad confiamos en nuestra
capacidad de predecir. Bastan 6 variables de nuestra entrevista común de “historia oral” para predecir,
con una precisión del 94%, cuales son los matrimonios que se encaminan al divorcio.
Ya contamos con datos suficientes como para desterrar algunas trivialidades de la terapia marital,
entre ellas que es lo que constituye un “buen” matrimonio. Según el saber terapéutico convencional es el
estilo matrimonial convalidante: sus integrantes son profundamente compatibles: no necesariamente
con el mismo origen étnico, religioso ni de clase. Pero si deben concordar en cuestiones como el sexo,
dinero y crianza de los hijos, y poder tranzar en todo lo demás. Sus discusiones jamás se vuelven
acaloradas, reconocen sus conflictos y diferencias abiertamente, con calma y sinceridad. Se escuchan y
comprenden el punto de vista del otro.
Concebir este estilo matrimonial como ideal ha simplificado la tarea de los terapeutas: su objetivo
fundamental consiste en ayudar a las parejas infelices para que retornen a la compatibilidad básica de la
que el matrimonio presumiblemente tendría que haber partido si era viable de entrada. Ya sea que la
pareja se pelease o no, lo que necesitaba era poner sobre el tapete sus diferencias y discutirlas a fondo,

336
para llegar a una transacción que les permitiera alcanzar el tipo de equilibrio representado por la pareja
convalidante.
Sin embargo, por lo que vimos en el laboratorio, esta idea es equivocada. Asimismo, las
creencias ortodoxas de que la compatibilidad es indispensable para la felicidad conyugal y de que la
reducción del conflicto es decisiva para salvar a un matrimonio perturbado son un mito.
Nuestra instigación indica que no es la falta de compatibilidad la que predice el divorcio, sino la
forma en que la pareja maneja sus incompatibilidades inevitables. Lo que determina el bienestar de una
pareja es el saldo de las interacciones emocionales positivas y negativas, o sea, que los buenos
momentos de pasión, placer mutuo, buen humor, apoyo, bondad y generosidad sobrepasen a los malos
momentos de crítica, lamentación, ira, disgusto, desdén, defensividad y frialdad.
Comprobamos que las parejas satisfechas eran aquellas en las que había una proporción de 5
momentos positivos por cada momento negativo. Poco importaba que se peleasen mucho o nada, que
parecieran distantes o apasionados, y sobre todo que fueran compatibles en el plano social, económico o
sexual: lo que contaba era el saldo global de sus interacciones positivas y negativas.
El ejemplo más clásico es el del matrimonio de tipo explosivo: los esposos parecen vivir
peleándose, son intensamente emocionales, se caracterizan por épicas reyertas, muchos celos,
indirectas sarcásticas y descargas impulsivas. Cuando discuten atacan ferozmente al otro y no se
escuchan. Pero esto no significa que no constituyan buenos matrimonios. En una pareja exitosa de este
tipo hay 5 caricias por cada bofetada. Los integrantes de estos matrimonios tienen propensión de ser más
románticos y dramáticos que otros. Son personas de vida intensa y apasionada, sus relaciones suelen
ser, cuando son satisfactorias, mucho más excitantes y profundas.
Estas parejas explosivas tienen defectos: los integrantes no se preocupan demasiado por herir
los sentimientos del otro, por tanto la proporción de 5 a 1 corre más riesgos de ser vulnerada.
En el extremo opuesto están los matrimonios evitadotes del conflicto: los integrantes evitan o
minimizan sus conflictos. Si no pueden mitigar o ignorar sus diferencias, es probable que su
procedimiento para resolverlas consista en no resolverlas. Llegan a la conclusión de que sus conflictos no
son tan importantes como su gran cantidad de coincidencias. Todas sus discusiones, que no llegan a
serlo, terminan en empate: están de acuerdo en que están en desacuerdo, pero ninguno procura
persuadir al otro.
Según las teorías de terapia marital, la unión de estas parejas esta destinada al fracaso mas que
los matrimonios convalidantes y explosivos. Su compatibilidad se ha transformado en algo demasiado
bueno y tienen terror de discrepar. El pronóstico es que o bien estos esposos se convertirán en serenos
antagonistas que viven bajo un mismo techo vidas paralelas, o bien, según la teoría “volcánica” de la
interacción conyugal, su furia reprimida puede estallar en violencia lisa y llana en cualquier momento.
Nuestro estudio muestra que estos matrimonios “condenados” sobreviven. Por que al igual que
los explosivos, tienen una proporción de 5 momentos positivos a 1 negativo en sus interacciones. Su
vínculo es menos emocional, es menos probable que entablen luchas apasionadas, pero también que se
amen con pasión. Es muy posible que sean verdaderamente compatibles, suelen provenir del mismo
ambiente social y económico, con creencias similares. El matrimonio es para ambos una especie de
seguro bastión. El ejemplo más claro son los matrimonios tradicionales durante muchos siglos: la pareja
casada, institución social tan inconmovible como la iglesia y el estado lo determinaran, no necesitaban de
una relación romántica, ni siquiera de una buena camaradería, para apuntalar una unión que por
naturaleza, por ley y por religión se juzgaba indisoluble.
Desde luego estos matrimonios también tienen fallas. Como estas parejas dan tan poco lugar en
sus interaccione a su negatividad, es posible que no sepan abordar con eficacia sus desacuerdos cuando
estos no pueden soslayarse ni eludirse, en cuyo caso deben convivir con una buena dosis de desdichas y
de frustraciones irresueltas. En su empeño por evitar todo enfrentamiento, se convierten en una pareja
más bien fría y distante. Si bien mantienen menos interacciones negativas, también son menores sus
interacciones positivas. Pese a todo, al igual que las parejas explosivas, las minimizadoras de conflicto
consiguen con frecuencia establecer y conservar un sólido matrimonio de por vida.
En efecto, en los tres tipos de matrimonios (convalidante, explosivo y evitador del conflicto)
comprobamos una congruencia tal de su éxito si se mantenía la proporción 5 a 1 que nos inclinamos a
considerar a esta última como una constante universal. El matrimonio, al igual que todo ser vivo, debe
mantener una suerte de equilibrio emocional ecológico si pretende sobrevivir. Necesita un poco de
negatividad y mucha positividad. Las cantidades totales varían de un estilo matrimonial a otro, pero la
proporción de interacciones positivas y negativas debe ser la misma.
De acuerdo con nuestros estudios, solamente las parejas que correspondes a estos tres estilos
afectivos son capaces de mantener la proporción indispensable para una relación satisfactoria. En

337
síntesis, los matrimonios duraderos parecían corresponder a tres tipos separados, y no hay ninguna otro
tipo intermedio que funcione bien o dure mucho.
Un conflicto entre dos estilos distintos bien puede representar una discrepancia básica acerca de
lo que constituye una pareja feliz o desdichada. Así, si un convalidante (un individuo temperamentalmente
dispuesto a tratar racionalmente y con calma los problemas de la pareja) o un minimizador del conflicto (a
quien no le importa dejar los problemas sin resolver), se casa con un explosivo (que medra al calor de las
batallas apasionadas), es casi seguro que el matrimonio tendrá serias dificultades. Típicamente el
cónyuge explosivo (que a menudo es la esposa) se siente al principio desconcertado e impaciente, luego
frustrado y tratado con condescendencia, y finalmente enloquecido por la negativa del otro cónyuge,
convalidante o minimizador del conflicto, a entrar en una pelea mano a manos con él (o ella). Nuestros
estudios nos indican que en este caso uno o el otro tendrá que hacer un intento muy concertado y difícil
de modificar su estilo de pelear, lo que puede implicarle transformar también algunas actitudes
personales muy básicas.
Paradójicamente, las parejas que logran éxito matrimonial son compatibles, pero no en la forma
que tradicionalmente propone la terapia marital. Se comprueba que los esposo, cada uno según su estilo,
son peleadores compatibles: concuerdan tácticamente en su modo de discrepar.
Nuestra investigación indica que si bien las discrepancias y peleas no son agradables y ninguna
pareja (salvo las explosivas) parece disfrutar de ellas, resultan indispensables en cierto grado en todo
matrimonio. El reconocimiento de la discrepancia y su abordaje, por mas que nunca se alcance una
solución de compromiso, ayuda a las parejas a hacer frente a las cuestiones difíciles, a la vez que las
enriquece y estimula.
La función de la negatividad (incluida la ira) es crear un equilibrio dinámico, en lugar de un
equilibrio estático. La ira cuando se la dirige a una cuestión particular y se la expresa sin desdén o sin
una critica global del otro, es saludable, tal vez incluso necesaria. Parece inmunizar al matrimonio contra
la decadencia.
Sin embargo, no todas las formas de negatividad son iguales, algunos son a todas luces más
peligrosas o toxicas que otras. Hay cuatro intercambios particularmente corrosivos: la critica, la
defensividad, el desdén y el amurallamiento. A ellos hemos denominado “los cuatro jinetes del
Apocalipsis”.
Si bien toda pareja incurre de tanto en tanto en ellos, es preciso que este alerta para que no
comiencen, poco a poco, a ocupar una proporción cada vez mayor de sus disputas normales. Por
consiguiente, tanto las parejas como los terapeutas, deben comprender la diferencia entre otras formas
menos dañinas de negatividad. La ira y la discrepancia, son muy diferentes de la critica y el desdén. En el
primer caso un marido puede reprocharle a su mujer: “me molesta que no hayas controlado nuestra
cuanta corriente. Hay me llamaron del banco por cheques sin fondo y me sentí muy fastidiado”. En el
segundo caso, sus observaciones serán menos especificas, mas generales y apuntaran no tanto al
proceder de la esposa como a su ser: “como de costumbre, hiciste un lío con nuestro saldo de la cuenta
corriente y me humillaste ante el banco. Es verdad que no sos una experta en matemáticas, pero creo
que sumar y restar no es tan difícil.” Aquí la esposa no cometió un error, sino que siempre comete
errores, y para colmo, es una incapaz y una estúpida.
Es evidente que en el segundo caso se están cerrando los canales de comunicación sin dejar
margen de maniobra para un intercambio más tolerable. Lo típico es que cada cónyuge ataque al otro a
cambio del ataque recibido: probablemente la esposa pegue unos gritos y el marido recurra el “jinete
numero cuatro”: el amuralllamiento. Se apartará de ella, emocional o físicamente, se negara a prestarle
atención o saldrá del cuarto echando pestes.
El amurallamiento es una conducta característicamente masculina. En nuestro estudio el 85% de
los hombres incurrían en él. También pudimos encontrar diferencias fisiológicas entre el hombre y la
mujer.
Las reyertas conyugales tienen, junto a su componente psicológico, un significativo componente
fisiológico. Al principio de una pelea, el hombre muestra mayores señales fisiológicas de perturbación
(medida por el ritmo cardiaco y la presión arterial) y permanece angustiado durante más tiempo, mucho
después que la mujer se haya calmado.
Es probable que esta diferente excitación haya tenido ventajas para la supervivencia en el plano
evolutivo: a fin de proteger a su hembra y cría, el macho prehistórico debió estar mas alerta y más
sensible fisiológicamente ante el peligro exterior que la hembra; o sea, mas dispuesto a atacar y a pelear
o huir ante un peligro ambiental. En la vida moderna, esto no cumple el mismo papel adaptativo, produce
malestar y un agudo desasosiego, y para evitarlo es más probable que el hombre se encierre en sí
mismo, se rehúse a responder y trate en lo posible de convertirse en una piedra insensible. Pero esta
estrategia de reducción del dolor es terrible para el matrimonio. El amuralllamiento aumenta los

338
sentimientos de activación fisiológica desagradable en la mujer mucho más que cualquier otra cosa que
pueda hacer su marido.
Los hombres participan en este tipo de conductas evitativas enloquecedoras (al menos para sus
esposas) precisamente por que las peleas los activan fisiológicamente en forma desagradable mucho
más que ellas.
Nuestra investigación no confirma la muy difundida teoría de que los hombres son menos
expresivos, emocionalmente hablando, que las mujeres; mas aun, en los matrimonios satisfactorios no
encontramos, en general diferencia de expresión emocional asociadas al género; es tan probable que un
hombre comparta sus emociones íntimas como que lo haga una mujer. En estos matrimonios, es más
probable que un hombre nos revele información personal sobre sí mismos (insatisfacción consigo
mismos, heridas recibidas, sueños, aspiraciones, etc.). Y cuando estos hombres se enfurecen, no se
amurallan, sino que le hacen saber francamente a su mujer lo que sienten.
Por desgracia, el matrimonio sigue siendo, para la mayoría de los hombres, una de las únicas
vías de salida de su expresión emocional. Las mujeres cuentan con una red de apoyo más amplia que la
pareja, amigos y parientes, en tanto el hombre solo se confía a su esposa y a nadie más. De ahí que no
deba sorprendernos que los hombres casados insatisfechos sean profundamente solitarios.
Lo llamativo es que pudimos comprobar que si los hombres participan en los quehaceres
hogareños, era más probable que, cuatro años después de la primera entrevista, fuese más feliz y
estuviese mas comprometido con su matrimonio, menos solitario, tensionado y propenso a contraer
enfermedades. Los quehaceres hogareños permiten la participación y el apoyo mutuo de los cónyuges en
un buen matrimonio, lo cual se traduce en bienestar orgánico.
Un matrimonio infeliz no le hace físicamente bien a ninguno de los cónyuges, pero sus efectos
difieren en uno y otro genero. Los hombres se inclinan a replegarse y apartarse de la interacción
conyugal y de la tensión que les provoca la activación física, pero luego de eludir durante años la
sensación física y emocional de ser invadidos por la ira de su esposa, el empleo de un monto tan enorme
de energía para aislarse y amurallarse se cobra un alto precio en su salud física.
A la inversa, las mujeres efectivamente se enferman después de dar topetazos durante muchos
años contra un muro de piedra tratando de obtener respuestas de alguien que se niega a contestar. De
hecho, encontramos que el desdén del marido por su esposa predecía, con el tiempo, la tendencia de
ésta a enfermar.
Una verdad desagradable, pero ineludible, es que algunos matrimonios no pueden ni deben ser
salvados. No solo por que las pautas de interacción marital tóxica mantiene al cuerpo en estado insalubre
de activación física, sino por que crean un clima psicológico de desdicha impotente: ninguno de los
cónyuges es capaz de superar la negatividad y hostilidad que han impregnado virtualmente en todas las
interacciones de la pareja.
En las interacciones negativas se establece un complejo circuito de realimentación que incluye un
ir y venir de activaciones fisiológicas negativas, padecimiento psíquico y conducta destructiva. El trauma
reiterado de estas interacciones hace que estos arraigados estados de activación ya no sean controlables
a voluntad. Los cónyuges ya no pueden dominar las aptitudes cognitivas y sociales que, en otras
relaciones menos dañadas, los ayudarían a superar la situación hasta que sobrevengan tiempos mejores.
En los buenos matrimonios, la pareja puede reparar sin grandes dificultades las lesiones sufridas
durante sus peleas. Sin embargo, en los matrimonios muy dañados, estos mecanismos de reparación ya
no funcionan.
En este punto es más probable que los empeños por salvar el matrimonio sean catastróficos y no
una ayuda.
Si bien el divorcio nunca es deseable, las investigaciones de A. Cherlin, M. Hetherington y otros
sugieren que, en la medida en que las tareas propias de la coparentalidad estén bien manejadas, para los
hijos es mejor el divorcio que un matrimonio agresivo.
¿Cómo puede entonces el terapeuta contribuir a preservar y mejorar un matrimonio? El mejor
enfoque terapéutico para todas las parejas afectadas fisiológica y emocionalmente, ya sea que terminen
divorciándose o que su matrimonio se reencamine, podría ser lo que hemos dado en llamar “Terapia
marital mínima”: es una especie de entrenamiento en técnicas de apaciguamiento, previo a la terapia,
que ambos cónyuges pueden aplicar para calmarse a sí mismos y al otro. Recomiendo que en el curso
alguna interacción particularmente ardua, las parejas controlen su ritmo cardiaco e interrumpan el diálogo
tan pronto el corazón empiece a latir a diez pulsaciones por minuto por encima del pulso de base. En ese
momento, la pareja realizara un ritual de apaciguamiento, por ejemplo, establecerá una pausa
predeterminada (no menos de 20 min.) durante el cual ambos evitaran pensar en los defectos del otro. El
propósito de esta técnica es disminuir el ritmo de acción de la apareja y amortiguar la activación
fisiológica que les impide escucharse. También se les puede pedir que sustituyan las ideas de

339
indignación por otras de apaciguamiento (por ejemplo: “el no cree en el fondo lo que esta diciendo”, “sé
que me quiere a pesar de su rabia”).
Puede enseñársele a los cónyuges a apaciguarse uno al otro, escuchándose sin ceder a la
tentación de interrumpir al otro con quejas defensivas, negaciones y contraacusaciones; o bien puede
enseñársele el empleo deliberado de respuestas “convalidantes”: mirarse a los ojos, relajar el rostro,
respirar suave y profundamente, y responder con breves comentarios que indiquen que el otro es al
menos escuchado y comprendido (“ya veo”; “esta bien”; “aja”). En un nivel mas avanzado, puede
aprender a transmitirse simples expresiones de cariño (“Mirá, el problema económico no es solamente
tuyo, es de ambos y lo resolveremos juntos como siempre lo hemos hecho).
Esta terapia mínima puede parecer insustancial par muchos terapeutas, pero ni siquiera la terapia
más sutil y brillante del mundo desde el punto de vista filosófico tendrá efectos en un apareja que no esté
preparada corporalmente para escucharla, y mucho menos para ponerla en practica. La idea es que si los
esposos practican este conjunto simple de técnicas una y otra vez, podrán poner término en forma
temporaria a la sobrecarga fisiológica en apariencia indetenible, que les impide controlar sus
interacciones sociales. Una vez que hayan comenzado a respirar mas normalmente y que estén en
mejores condiciones de pensar y de procesar la información que reciben, podrán aprovechar la terapia o
recurrir a sus aptitudes, momentáneamente perdidas, para reparar sus relación. Es importante, desde
luego, que sean los cónyuges quienes realicen esta tarea de reparación y no el terapeuta.
Las conclusiones que surgen de nuestra investigación muestra que no es válido el intento de
transformar los matrimonios explosivos o minimizadores del conflicto, que pueden ser perfectamente
satisfactorios, en los matrimonios del tipo convalidante preferidos por los terapeutas.
Una teoría de la disolución del matrimonio, capaz de explicar por que se produce, debe predecir
con precisión cuales son las parejas que corren mayor riesgo mucho antes de que inicien su precipitada
caída. Cuando observamos profunda y cuidadosamente los más pequeños fragmentos de conducta,
hallamos que aun en los matrimonios en apariencia más caóticos, opera una trama de pautas intrincada
pero en definitiva predecible. Descubrimos entonces que las relaciones humanas, al igual que otros
procesos naturales, no son aleatorias e incognoscibles, sino que parecen obedecer a ciertas leyes.

340
SIETE REGLAS DE ORO PARA VIVIR EN PAREJA.

Gottman.

CAPITULO 1: el laboratorio del amor. La verdad sobre los matrimonios.

El autor puede medir el éxito o el divorcio de un matrimonio en un 91% con datos científicos.
Los matrimonios emocionalmente inteligentes, impiden que sus pensamientos y sentimientos
negativos hacia su compañero ahoguen los positivos. También saben comprender y respetar a su
compañero y la relación. Tienen mayor probabilidad de ser felices en su relación. Y por esto la
inteligencia emocional puede impedir el divorcio.
Una de las razones más triste por el que un matrimonio fracasa es que ninguno de los dos
reconoce su valor hasta que es demasiado tarde.
Un matrimonio infeliz aumenta la posibilidad de caer enfermo y acortar la vida. En un matrimonio
infeliz hay estrés mental y emocional, desgaste extra para el cuerpo y la mente, esto trae aparejado
enfermedades físicas y trastornos psicológicos (depresión ansiedad y violencia).
El divorcio inhibe la función del sistema inmunológico.
En el matrimonio feliz viven mas tiempo y tienen mejor salud, los cónyuges se cuidan
mutuamente se beneficia el sistema inmune, los hace más sanos.
Cuando un matrimonio comienza a hundirse además de los cónyuges también sufren los hijos,
porque vivencian el estrés teniendo mas tarde problemas como fracaso escolar, depresión, agresión.
No es sensato tolerar un mal matrimonio por el bien de los hijos, ya que es dañino criar niños en
un ambiente de hostilidad matrimonial. Un divorcio pacífico es mejor que un matrimonio en guerra.
Rara vez son pacíficos los divorcios, la hostilidad se mantiene después de la ruptura. Por eso los
hijos de divorciados tienen problemas tanto como los que viven bajo el fuego cruzado de un mal
matrimonio.
El autor realizo una investigaron innovadora, estudio parejas de distintas edades y etapas del
ciclo vital familiar. Las técnicas que utilizo fueron: videos, medición del pulso, sudor, función
inmunológica, tensión / relajación. Los resultados de estos estudios son la base de los 7 principios para el
buen funcionamiento. Los 7 principios es una medida angular de una terapia a corto plazo para
matrimonios en crisis.

¿Por que fracasan la mayoría de las terapias matrimoniales?


El mayor mito es que la comunicación y aprender a resolver conflictos es la receta para un
matrimonio feliz. El mensaje es aprender a comunicarse mejor. La técnica más común para casi todas las
terapias matrimoniales es la escucha activa donde la mujer escucha su queja respetuosamente diciendo
lo que siente mientras que el hombre expresa con sus palabras lo que dijo su mujer para demostrar que
lo entendió. Debe validar los sentimientos de ella, que respeta y comprende lo que dice aunque no piense
lo mismo. No debe imponer su punto de vista y responder a la defensiva.
Al forzar a los cónyuges a ver la perspectiva de su pareja se espera una solución del conflicto sin
ira. Este método se origina en C Rogers, que decía que había que aceptar los sentimientos y
pensamientos del paciente (empatía) para que el paciente confíe en el terapeuta y pueda explorar
pensamientos y sentimientos íntimos. La pareja, al encontrarse en una relación que se sienten a salvo,
debe hacer lo mismo, ser empáticos con el otro.
La escucha activa no da resultado y si los da en poco tiempo hay recaídas. Fracasa porque el
esposo no es un terapeuta, escuchando las quejas hacia un tercero desconocido, sino que son quejas
referidas a él mismo.
Tampoco funciona porque para la pareja es casi imposible practicarlo bien y porque la resolución
de conflictos no es lo que hace funcionar a un matrimonio.
Se descubrió que las parejas felices rara vez practican la escucha activa, estas pueden tener
peleas a gritos, las discusiones no necesariamente dañan al matrimonio.

Más mitos sobre el matrimonio:


Son potencialmente destructivos para el matrimonio.

1. Las neurosis o problemas de personalidad arruinan el matrimonio: esto no tiene porque


interferir en el matrimonio, ya que todas las personas tienen rasgos particulares, la clave de un
matrimonio feliz no consiste tener una personalidad normal sino en encontrar a la persona con la que más
concordamos. Ej.: un hombre que tiene miedo a la autoridad y tiene una esposa autoritaria nos da como

341
resultado un fracaso matrimonial. Si este mismo hombre busca una esposa compañera nos dará como
resultado un matrimonio feliz.

2. Los interese comunes mantiene unida a la pareja: todo depende de cómo se relaciona la
pareja al perseguir esos intereses.

3. Toma y daca: los matrimonios exitosos funcionan con un contrato implícito de ofrecer
recompensas por cada palabrea o hecho amable. Los malos matrimonios se ha roto el contrato. Si se
hacen consciente de los puntos del contrato la relación puede recuperarse.

4. Evitar el conflicto salva el matrimonio: La sinceridad no es la mejor recomendación para


todos los matrimonios, muchas relaciones sobreviven felizmente aunque la pareja tienda a esconder el
polvo bajo la alfombra. Las parejas tienen distintos tipos de conflictos, algunos evitan las peleas a toda
costa, otras discuten con frecuencia, otros son capaces de solucionar sus diferencias mediante el diálogo
sin levantar la voz. Ningún estilo es necesariamente mejor siempre que funcione para ambos miembros
de la pareja. Los problemas surgen cuando uno de los cónyuges quiere siempre solucionar un conflicto
mientras que el otro prefiere evitarlo.

5. La infidelidad es causa principal del divorcio: las mayorías de las parejas se divorcian por
falta d amor o aprecio, lo que lleva a buscar muchas veces relaciones extramatrimoniales. Cuando se
busca esa relación eterna lo que se busca no es el sexo, la mayoría de los casos lo que se busca es
mistad, apoyo, atención cariño, todo lo que un matrimonio debería ofrecer.

6. Los hombres no están biológicamente hechos para el matrimonio: esta teoría sostiene
que los hombres son infieles por naturaleza, y que por lo tanto no están hechos para la monogamia. Es
supuestamente la ley de la jungla: el macho busca procrear todo lo posible de modo que su fidelidad a
una hembra es superficial. La hembra encargada de cuidar a los hijos busca un único compañero que
cuide de ellos. Entre los seres humanos la frecuencia de relaciones extramatrimoniales no depende tanto
de que la persona sea hombre o mujer sino más bien de las oportunidades disponibles. Hoy la mujer
trabaja fuera del hogar, su índice de relaciones extramatrimonial ha aumentado al nivel de los hombres.

7. Hombre y mujer son de distintos planos: La diferencia de sexos puede contribuir a los
problemas matrimoniales pero no son la causa de ellos. El factor determinante tanto como para que un
hombre como una mujer se sienta satisfecho con el sexo, romance y pasión en su matrimonio es en un
70% la calidad de la amistad con su pareja. De modo que hombre y mujer parecen venir del mismo
planeta.

¿Por que funciona el matrimonio?


Lograr que las parejas discutan de forma más agradable puede reducir su nivel de estrés, pero
esto no basta para superar la crisis.
Según una investigación quedo claro que los matrimonios felices no son uniones perfectas,
tienen distintos temperamentos intereses, el conflicto era frecuente. Si los matrimonios felices guardan
entre ellos significativas similitudes siguiendo 7 principios. Los matrimonios infelices en cambio fallan en
uno o más de estos.
Los 7 principios, según Gottman, hacen prosperar a un matrimonio, no se basan en los factores
que los hacen fracasar como otras terapias matrimoniales.
Los talleres basados en los 7 principios resultan beneficiosos para diferentes parejas en crisis ya
que hay un menor índice de recaídas.
Los matrimonios felices están basados en una profunda amistad, se reconocen íntimamente,
muestran consideración por el otro, la amistad ofrece la mejor protección contra los sentimientos
negativos hacia la pareja. Ay una preponderancia de sentimientos positivos. Los sentimientos positivos
sobre el otro y su matrimonio son tan dominantes que imperan sobre los sentimientos negativos. En este
tipo de matrimonios para perder el equilibrio hace falta un conflicto mucho más serio que en cualquier otra
pareja. Esta posibilidad les hace sentirse optimistas hacia su matrimonio y vida común. La positividad y la
negatividad operan en el matrimonio de forma similar. Una vez que el matrimonio establece cierto grado
de positividad, hará falta mayor negatividad para dañar la relación. La mayoría de los matrimonios
comienzan con un grado alto de positividad pero a menudo este estado dura poco. Al cabo de un tiempo

342
puede crecer la irritabilidad hasta el punto que la amistad se torna una abstracción. Finalmente acaban
con una preponderancia de sentimientos negativos. Todo se interpreta de forma cada vez más negativa.
Una vez alcanzado este punto, parece muy difícil volver al lazo fundamental que unió la pareja
inicialmente. Sin embargo, empleando los 7 principios se puede fortalecer la amistad.

El arma secreta de una pareja feliz (amistad) intento de desagravio.


La amistad no evita que las parejas discutan, pero si les da un arma secreta que impide que las
peleas se le escapen de las manos.
Las parejas pueden emprender “un intento de desagravio” donde cualquier frase o acción cómica
o no impidan que la negatividad aumente sin control. Los intentos de desagravio sumados a una buena
amistad son el arma secreta de las parejas emocionalmente inteligentes.
Si una pareja se encuentra en un estado de negatividad, un intento de desagravio tendría poco
éxito.
Plexito o el fracaso de los intentos de desagravio es uno de los factores primordiales que indican
si el matrimonio prospera o se hunde. Lo que determina el éxito de los intentos es la fuerza de la amistad
matrimonial. Casi todo el mundo pierde el control durante un conflicto, lo importante es que la reparación
sea efectiva.

El propósito del matrimonio.


La mayoría de los desacuerdos matrimoniales no tienen solución. Las parejas pasan años
intentando cambiarse el uno al otro, pero esto es imposible y eso es así porque la mayor parte de sus
desacuerdos están basados en diferencias de personalidades, valores o estilos de vida. Discutir por estas
diferencias es una perdida de tiempo, y una forma de dañar el matrimonio. Deben comprender las
diferencias esenciales que provocan el conflicto y aprender a vivir con estas diferencias honrándose y
respetándose el uno al otro.

343
CAPITULO 2: cómo predecir el divorcio.

Primera señal: planteamiento violento.


Cuando en una discusión hay criticas y sarcasmo que es expresión de desprecio la conversación
ha tenido un planteamiento violento. Inevitablemente termina en un estado negativo aunque se intente ser
agradable durante la discusión. Un planteamiento violento es garantía del fracaso.

Segunda señal: los 4 jinetes.


Alguna clase de negatividad (interacción negativa) que se escapa de control es letal para la
relación. Los 4 jinetes son: critica, desdén, actitud defensiva y actitud evasiva.
La crítica: siempre hay una queja sobre la persona con la que vives, la queja es distinta a la
crítica. La queja se refiere a una acción específica en la que un cónyuge ha fallado. La crítica en cambio
es más global, incluye palabras negativas sobre el carácter y personalidad del otro. Incluye la culpa. La
crítica es muy común en las relaciones. El problema de estas es cuando se hacen constantes. Allanan el
camino para los otros jinetes más peligrosos
El desprecio: el sarcasmo y el escepticismo son forma de desprecio al igual que los insultos, la
burla el humor hostil, gestos. El desprecio envenena la relación porque significa disgusto. Es imposible
resolver un problema cuando el mensaje que se le da a la pareja es que estas disgustada con él.
Desprecio aumenta siempre el conflicto. Las parejas que muestran desprecio tienen mayor probabilidad
de sufrir enfermedades infecciosas, resfríos y gripes. El desprecio se exacerba por los pensamientos
negativos (cuando las diferencias no se resuelven) sobre la pareja, guardados durante mucho tiempo. La
beligerancia (enfado agresivo) es letal para una relación porque contiene una amenaza o provocación.
La actitud defensiva: aunque el cónyuge agredido se defienda no se arregla nada. El cónyuge
agresivo no da su brazo a torcer ni pide perdón. Esto sucede porque la actitud defensiva es en realidad
un modo de culpar a la pareja. El mensaje es: el problema no soy yo sos vos. La actitud defensiva agrava
el conflicto. Cuanto más a la defensiva se pone uno mas ataca al otro.
Actitud evasiva: después de las discusiones finalmente un cónyuge se distancia. Cuando mas se
cierra uno (en evasión) mas grita el otro, finalmente uno se va, no se enfrentan. Al apartarse uno evita la
pelea pero se pone en peligro el matrimonio.
La actitud evasiva es más común entre los hombres. La persona evasiva actúa como si no le
importara en absoluto lo que el otro le dice, como que ni siquiera lo oyera la actitud evasiva suele llegar
mas tarde que los otros jinetes

Tercera señal: sentirse abrumado


Generalmente las personas recurren a la evasión como protección para no sentirse abrumado.
Esto sucede cuando la negatividad de uno de los cónyuges, ya sea en forma de crítica desprecio o
actitud defensiva resulta tan súbita y abrumadora que la otra persona se siente conmocionada, tan
indefensa frente a ala agresión que haría cualquier cosa para evitar una replica. Más abrumado esta uno
más pendiente esta de las señales de que la pareja va a explotar otra vez. La forma de protegerse de los
ataques del cónyuge es distanciarse emocionalmente de la relación. El naufragio de un matrimonio puede
predecirse por los habituales planteamientos violentos y el hecho frecuente de que alguno de los dos se
sienta abrumado por la presencia de los 4 jinetes durante las discusiones. Aunque cada uno de estos
factores puede predecir por si solo un divorcio, por lo general es que los 4 coexistan en un matrimonio
que no es feliz.

Cuarta señal:
Cuando observamos los cambios físicos de una pareja durante una discusión tensa, podemos
comprobar hasta que punto se estresa físicamente l persona que se siente abrumada.
Las reacciones físicas son: aceleración del ritmo cardiaco, cambios hormonales (segregación de
adrenalina que estimula la respuesta de lucha o huida), aumento de la presión sanguínea. (Si uno de los
cónyuges se siente abrumado con frecuencia durante las discusiones es fácil que acabaran
divorciándose).
El hecho de que una persona se sienta abrumada con frecuencia lleva al divorcio por dos
razones:
1. Indica que al menos uno de los cónyuges siete una grave tensión emocional al tratar con
el otro.
2. las sensaciones físicas que provoca el sentirse abrumado imposibilitan cualquier
conversación productiva capaz de solucionar un conflicto. (estas reacciones suceden porque el
organismo percibe la situación como peligrosa)

344
Cuando las reacciones físicas de estrés se dan durante una discusión con la pareja, las
consecuencias son desastrosas. Nuestra habilidad para procesar información queda reducida, lo cual
significa que es más difícil prestar atención a lo que el otro esta diciendo. Nos quedamos con las
respuestas mas reflejas y menos intelectuales de nuestro repertorio, como lo son: luchar (criticar, mostrar
desdén o ponernos a la defensiva) o huir (evadirnos). Desaparece cualquier posibilidad de solucionar el
problema. De hecho lo más probable es que la discusión no haga sino empeorarlo

Hombres y mujer son distintos.


En el 85% de los matrimonios el evasivo es el esposo. Una explicación para que esto suceda, es
que la confrontación en el matrimonio tiene un mayor impacto físico en el hombre, disparando la señal de
alerta y todos los síntomas propios de estrés.
Las diferencias a nivel fisiológico entre hombres y mujeres son notorias, el corazón del hombre
late 10 veces mas que el de las mujeres, por tanto tarda mucho más en recuperarse, influyendo esto en
lo que hombres y mujeres piensan cuando experimentan tensión en el matrimonio. Los hombres tienden
a tener pensamientos negativos que mantienen su tensión, mientras que las mujeres tienen a tener
pensamientos tranquilizadores que los ayuda recuperar la calma y mostrarse reconciliadoras.
A causa de estas diferencias los matrimonios siguen un patrón similar en los conflictos, incluso
los matrimonios felices: la esposa, que es constitutivamente más capaz de enfrentarse a la tensión con
éxito, saca a colación algún tema de conflicto. El esposo, que no es capaz de enfrentarse a la tensión
intenta evitar el tema. Tiene dos posturas posibles, o toma la defensiva o la evasiva, o incluso puede
tornarse despectivo para silenciar a la esposa.
Esto no lleva necesariamente al divorcio, ya que los 4 jinetes también se dan en los matrimonios
felices, aunque la diferencia con uno que marcha hacia el divorcio es que estos son constantes.
Una persona abrumada se distancia de su pareja y el otro toma esto común signo de abandono.
Esto necesariamente desemboca tanto en el divorcio como también en continuar con vidas separadas
bajo el mismo techo.

La quinta señal: intentos de desagravio fracasados.


Hace falta tiempo para que los 4 jinetes acaben con el matrimonio. Aun así el divorcio puede
predecirse con solo escuchar una discusión entre recién casados. Al analizar cualquier descuerdo en una
pareja podemos tener una idea clara del patrón que tienden que seguir.
Un factor crucial en ese patrón es si los intentos de desagravio funcionan o no. Los intentos de
desagravio salvan al matrimonio. Entendemos por desagravio los esfuerzos para mitigar la tensión
emocional entre los cónyuges y con esto evitan las reacciones fisiológicas que llevan inevitablemente a
que las personas se sientan abrumadas. Cuando los 4 jinetes gobiernan la comunicación de una pareja o
si alguno de ellos se siente abrumado los intentos de desagravio pasan desapercibidos.
En los matrimonios infelices se desarrolla un círculo vicioso entre los 4 jinetes y los intentos de
desagravio fallidos. Cuanto más agresiva es una de las partes mas defensiva será la otra, esto da como
resultado que el atacado se sentirá mas abrumado, y que será más difícil escuchar los intentos de
desagravio. Lo que conduce a un mayor desdén y aumentar la actitud defensiva, aumentando a su vez el
estado abrumado lo que hace más difícil aun escuchar nuevos intentos de desagravio, hasta que uno
termina distanciándose. Cuanto más fracasan los intentos de desagravio la pareja más recurre a ellos.

La sexta señal: malos recuerdos.


Cuando una relación queda inmersa en l negatividad, el pasado se rescribe para peor, se
recuerda lo malo o directamente no hay recuerdos.
Puede suceder que una pareja, que ya no se comunica, ni rescribe su historia, acuda a terapia.
En la superficie puede parecer que no pasa nada malo. No discuten, no muestran desdén ni actitudes
evasivas. Hablan con calma y con distancia sobre sus relaciones y sus conflictos. Un terapeuta inexperto
podría suponer que sus problemas no son profundos. Pero lo cierto es que uno de los cónyuges o ambos
ya se han distanciado emocionalmente del matrimonio.
Algunas personas abandonan su matrimonio divorciándose, otros llevando vidas separadas bajo
el mismo techo.
Existen 4 etapas finales que señalan la muerte de una relación:
1. Considerar que los problemas del matrimonio son muy graves.
2. Hablar parece inútil. Cada uno intenta solucionar los problemas por sí solos.
3. Empezar vidas separadas.
4. Sentirse solos.

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Cuando una pareja llega a la ultima etapa, uno de los cónyuges puede llegar a tener una
aventura que es un síntoma de que un matrimonio esta muriendo y no la causa de dicha muerte. Antes
de llegar a una relación extramatrimonial los problemas incipientes pueden verse en:
• lo que se dicen los cónyuges entre sí, planteos violentos, existencia de los 4 jinetes,
negativa a aceptar el enojo.
• Fracaso de los intentos de desagravio.
• Reacción fisiológica (sentirse abrumado)
• Constantes negativos sobre el matrimonio.

Cualquiera de estas señales sugiere una separación emocional y está presente en la mayoría de
los casos de divorcio.
A pesar de esto hay matrimonios que pueden salvarse si reciben ayuda precisa, que no es
resolver las diferencias y mejorar la comunicación, ni tampoco es discutir sin dar cabida a los 4 jinetes y
hacer que funcionen los intentos de desagravio. La clave esta en fortalecer la amistad que existe en el
matrimonio
Para salvar o fortalecer el matrimonio debemos segur estos principios:
(Si desean tener más precisiones sobre los ejercicios por favor remitirse al libro)

Primer principio: “Mejorar sus mapas de amor”.


Muchos matrimonios no prestan atención los detalles de la vida de su cónyuge, apenas conocen
los gustos, alegrías o miedos del compañero. Las parejas emocionalmente inteligentes, por el contrario,
conocen íntimamente a su pareja. Tienen un “mapa de amor” (información detallada sobre la vida de
nuestra pareja) bien detallado.
Conocernos es amarnos: el conocimiento surge no solo del amor, sino de la fortaleza para
enfrentar y superar los problemas.
Una de las principales causas de divorcio es el nacimiento del primer hijo. Algunas parejas caen
en su satisfacción. Estas parejas pierden el rumbo por no tener n mapa detallado. Por tanto cualquier
cambio drástico puede desequilibrar la vida matrimonial.
En cambio las parejas que se fortalecen con el nacimiento del primer hijo son las que tienen un
detallado mapa de amor. Estos tienen la costumbre de mantenerse informados y son plenamente
conscientes de que el otro piensa y siente; y esto es lo que impida que se pierdan en el desequilibrio que
provoca la maternidad. La experiencia de la maternidad es tan profunda que cambia el sistema de
valores y hasta la propia identidad de la mujer y por tanto también se ve afectada la del hombre.
El autor da algunos ejercicios para ver cuanto conocemos a nuestra pareja. El juego de las 20
preguntas, el juego de ¿Quién soy? En donde cada uno responde por la otra persona y luego
intercambian la información, y el juego por el cual se traza el mapa de amor, haciendo preguntas y
tomando notas de ellos, otra variante del juego es, “mis luchas y triunfos”, “mis heridas y sanaciones”,
misión y legado, quien quiero llegar a ser” que describen el mundo emocional de la pareja.

Segundo principio: “Cultivar el cariño y la admiración”.


El cariño y la admiración son dos de los elementos más importantes en una relación duradera y
gratificante. Aunque las parejas felices pueden distraerse por fallas de su compañero todavía siente que
la persona con la que se casaron es digna de respeto y cariño. Cuando esta sensación desaparece de un
matrimonio, la relación no puede reavivarse.
La mejor prueba de que una pareja todavía cuenta con un sistema de cariño y admiración suele
ser la forma en que recuerdan su pasado. Al concentrarnos en el pasado es posible encontrar chispas de
sentimientos positivos. Algunos matrimonios han destruido sus recuerdos positivos y no pueden salvarse.
En un 94% de los casos en que las parejas contemplan de una forma positiva su historia tienen
mucho mas probabilidades de un futuro feliz, en cambio cuando estos recuerdos quedan distorsionados
es una señal que el matrimonio necesita ayuda.
Una visión fundamentalmente positiva de la pareja es un arma poderosa en medio de malos
tiempos.
El cariño y la admiración son antídotos contra el desprecio e impiden la invasión de los 4 jinetes.
Se mantiene una sensación de respeto por tu pareja es menos probable que muestres disgusto hacia ella
cuando se discute.
Los ejercicios que propone el autor son:
Cuestionario de cariño y admiración. Si el cariño y la admiración están desapareciendo el camino
para recuperarlos comienza siempre en el darse cuenta del valor de la otra persona. Sirve a los fines de

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reavivar el cariño y la admiración y sacar a la luz los pensamientos positivos hay que pensar y hablar de
ellos. Se puede hacer meditando en su pareja. Si no hay rabia o tensión se pueden seguir los siguientes
ejercicios:
• “Yo aprecio”: marcar tres características de una lista que tenga tu pareja (cariñoso,
inteligente, sincero, etc.). Luego ilustrar la elección con una anécdota. Escribir y contárselo a la pareja.
• “La historia y filosofía de tu matrimonio”: hay grandes beneficios al hablar de los sucesos
felices de su pasado hay una serie de preguntas sobre su pasado (como se conocieron, que recuerdan
de esa época, como fue el noviazgo, cuando decidieron casarse, como fue elemento donde se propuso el
matrimonio, transición a la paternidad, momentos más felices, los más difíciles y como lo superaron, etc.)
y creencias (preguntarse porque algunos matrimonios funcionan, hablar de otras parejas y comparar con
la propia, historia del matrimonio de los padres, repasar la historia del propio matrimonio) que la pareja
tiene que ir repasando y comentarlas juntos. El comentario sobre la historia de la pareja renueva la
relación actual al responder sobre el amor y las expectativas que los llevo a casarse.
• “Un curso de 7 semanas sobre el cariño y la admiración”: cada día del curso hay un
pensamiento positivo (piensa cada frase, recuerda un episodio al que la frase podría aplicarse), seguido
de una tarea.

Tercer principio: “acercarse al otro”.


Los esposos se conectan, se acercan cotidianamente con charlas triviales y actividades
cotidianas.
En las parejas que se divorcian o no son felices estos breves momentos de conexión son muy
escasos.
La pasión en la vida real se aviva mediante el proceso de estar conectados. Se mantiene viva
cada vez que hacemos saber a nuestra pareja que es valorado en la vida cotidiana.
A veces las personas hacen peticiones a su pareja, reclamando su atención, afecto, sentido del
humor o apoyo. Su pareja puede acercarse o dar media vuelta. Acercarse es la base de la conexión
emocional, la pasión y una vida sexual más satisfactoria.
Cuenta bancaria emocional de la pareja.
Los acercamientos crean ahorros emocionales que les servirán de ayuda en tiempos difíciles ante
conflictos o crisis.
El acercamiento cotidiano además de ayudar en las crisis también es la clave de una pasión
duradera. Muchas personas piensan que el secreto para conectar nuevamente a una pareja esta en
realizar cosas fuera de lo común como una cena romántica a la luz de las veas, mientras que el
verdadero secreto es estar mas presente en las pequeñas cosas de todos los días.
Ejercicios:
• La cuenta bancaria emocional: anotar en una hoja un punto cada vez que te hayas
acercado a tu parea en el día (¿lo llame?). Esto no debe convertirse en una competición. El objetivo es
concertarse en que es lo que podemos hacer para mejorar la relación. El balance puede ser diario o
semanal. Este ejercicio implica sinceridad. también se pueden realizar listas de actividades que se
realizan juntos (cocinar, ir a pasear, ir de compras, comentar como ha sido el día, etc.)
• Conversación para reducir la tensión: la actividad más efectiva para la conexión
emocional es reunirse al final de la jornada para comentar como ha sido el día. Esta conversación
debería ayudar a que ambos carguen con las tensiones que no son provocadas por el matrimonio, al
mismo tiempo que se evita que las tensiones que no se deben al matrimonio se viertan sobre el mismo.
Esta conversación puede durar entre 20 y 30 minutos y la regla es hablar de cualquier cosa menos del
matrimonio. Este ejercicio requiere escucha activa, comprendiendo el punto de vista de la pareja sin
emitir juicios. Las instrucciones para esta clase de conversaciones son:
1. Hablar por turnos.
2. No dar consejos si no lo piden.
3. Mostrar sincero interés.
4. Comunicar la comprensión.
5. ponerse del lado de tu pareja.
6. expresar una actitud de nosotros contra el mundo.
7. expresar afecto.
8. validar las emociones
• ¿Qué hacer si tu pareja te da la espalda? Se trata de un cuestionario que indaga ¿cómo
ha sido el estado emocional de la pareja, reconociendo cuales han sido las emociones predominantes,

347
qué ha provocado dichas emociones, reconocimiento de los sentimientos sobre el matrimonio y de donde
provienen, cuales han sido las contribuciones para solucionar el problema?

Cuarto principio: “deja que tu pareja te influya”.


Esta demostrado que los hombres que permiten que sus esposas los influyan mantienen
matrimonios más felices y tienen menos posibilidades de divorcio que aquellos hombres que se resisten a
dicha influencia (un 81% de los matrimonios fracasan).
La mayoría de las mujeres, incluso en los matrimonios inestables, permiten que sus esposos
influyan en sus decisiones teniendo en cuenta sus opiniones y sentimientos. Se trata de lograr una
influencia mutua en el matrimonio y no que uno de los dos deposite todo su poder en el otro permitiéndole
dirigir su vida.
Está comprobado que los matrimonios más felices y estables son en los que los hombres tratan a
su mujer con respeto, comparten su poder y toman decisiones con ellas. Cuando la pareja disentía, estos
hombres buscaban un terreno común, en lugar de insistir en que se hiciera lo que ellos querían. Se
observo también que aunque las mujeres respondían con enfado u otras emociones negativas hacia sus
maridos, rara vez respondían ante ellos aumentando su negatividad, sino que la mayoría de ellas
intentaba mitigarla.
Utilizar uno de los 4 jinetes en las discusiones para establecer una escalada es signo de que el
hombre se está resistiendo a ser influido por su esposa, no reconociendo su pensamiento ni sus
sentimientos respecto de un tema determinado. Respetar, honrar y amar a la esposa es aceptar su
influencia. Aceptar la influencia del cónyuge no significa que nunca se expresen sentimientos negativos,
los matrimonios pueden sobrevivir a muchos estallidos de rabia, quejas o incluso de criticas. Intentar
suprimir estos sentimientos delante de la pareja, no beneficiaria al matrimonio.
Las esposas de hombres que aceptan su influencia tienen menos probabilidades de ser bruscas
con sus esposos dentro de una discusión.
Cuanto mejor se sepa escuchar a la mujer y considerar su punto de vista con respeto, más
probable será encontrar una solución al problema que satisfaga a los dos.
Los hombres deben aprender de las mujeres:
• Que cuando un hombre acepta su influencia se mejora la relación y se fortalece su
amistad, con esto le resultara más fácil seguir los primeros principios.
• Las mujeres expresan y comprenden mejor los sentimientos. Generalmente las mujeres
son más inteligentes emocionalmente, ya que desde chicas lo aprenden a través de los juegos. Puesto
que sus juegos enfatizan la interacción social y los sentimientos, al final de la infancia las niñas han
recibido una extensa educación sobre las emociones. En cambio los niños tienden a juegos de
cooperación y resolución rápida de problemas. Esta diferencia se ve reforzada en que los niños rara vez
juegan con niñas.

Los esposos emocionalmente inteligentes es la clase de esposos que respetan y honran a su


mujer, estarán mas abiertos a aprender de sus mujeres y llegara a comprender el mundo de ellas y el de
sus hijos. Estos harán de su carrera algo menos prioritario que su familia. A diferencia de otros esposos
estos incorporan de modo más natural los tres primeros principios en su vida. Esto no solo beneficia al
matrimonio, sino a sus hijos, ya que estos esposos tienden a ser mejores padres llevando una vida plena.
Ejercicios para aumentar la capacidad de compartir el poder:
• Aceptación de influencia: se responde por verdadero o falso a varias consignas como por
ejemplo, me interesa la opinión de mi pareja, puedo escuchar a mi pareja.
• Ceder para ganar: imaginar situaciones, escribir la petición implícita de tu pareja, escribir
luego lo que dirías para expresar tu cooperación.
• Juego de supervivencia de la isla de Gottman: lo primero es reconocer el problema que te
cuesta aceptar la influencia de tu pareja. Lo segundo es que tu pareja te señale los momentos en que
intentas dominar, estas a la defensiva o eres irrespetuoso. Compartir el poder permite llegar a acuerdos y
ayuda a enfrentarse mejor a los conflictos matrimoniales.

348
CAPITULO 7: las dos clases de conflictos matrimoniales

Todos los conflictos matrimoniales, las discusiones más rutinarias hasta las guerras abiertas, se
clasifican en dos categorías:
1. Las que pueden ser resueltas.
2. las perpetuas las que formaran parte de nuestras vidas.

Problemas insolubles.
La mayoría de los problemas matrimoniales se inscribe en esta categoría, a través de los años la
pareja sigue discutiendo por los mismos temas.
Ejemplos: uno quiere tener un hijo el otro no, uno quiere hacer el amor con mayor frecuencia, uno
no hace las tareas domesticas, sobre la educación de los hijos.
En las parejas felices han encontrado una manera de tratar con sus problemas insolubles, de
modo que nos asfixien. Han aprendido a mantener el problema en su lugar, y a contemplarlo con sentido
del humor. Evitan situaciones que lo empeoren, desarrollan estrategia que les ayuden a tratar con él.
“Cuando elegimos un compañero a largo plazo estamos eligiendo inevitablemente una serie de
problemas insolubles con los que deberemos convivir durante años”. Los matrimonios `prosperan si
saben tratar con los problemas que han elegido. En los matrimonios inestables los problemas perpetuos
acaban por matar la relación. En lugar de tratarlos de forma efectiva la pareja se queda estancada en
ellos. Sostienen las mismas conversaciones a respecto una y otra vez sin resolver nada al ver que no
avanzan van sintiéndose cada vez mas heridos frustrados y rechazados por los otros. Los 4 jinetes se
hacen presentes cuando discuten, mientras que el buen humor y el afecto van desapareciendo. Cada uno
se enquista más en su posición hasta que se siente abrumado. Entonces comienzan el lento proceso de
intentar aislar el problema. Pero lo cierto es que han empeorado a distanciarse el uno del otro.
Signos de estancamiento:
- El conflicto hace que la persona se sienta rechazado por su pareja.
- Hablan del problema varias veces pero no avanzan.
- Cada uno se enquista en su posición y no están dispuestos a ceder.
- Cuando discuten el tema terminan frustrados y heridos.
- Las conversaciones sobre el tema carecen de buen humor y afecto.
- Cada ve mas se ponen en suposición lo que lleva a insultarse.
- Al insultarse mas se extreman los puntos de vista de cada uno, por lo tanto disminuye la
posibilidad de llegar a un acuerdo.
- Se distancian.

La forma de salir de esta parálisis es con motivación y disposición para explorar las causas
ocultas que provocan el estancamiento. La clave será, descubrir y compartir los sueños personales que
tienen en la vida. Los sueños no realizados están en la base de todo conflicto paralizado. Las
discusiones sin fin simbolizan profundas diferencias entre los esposos que requieren ser definidos para
poner el problema en su sitio.

El problema soluble.
Pueden causar mucho sufrimiento. El que un problema tenga solución no significa que se
solucione. Cuando un problema provoca una tensión excesiva, es porque la pareja no ha aprendido
técnicas efectivas para solucionarlo, la culpa no es de ellos, muchas terapias matrimoniales propones
aprender a escuchar, lo cual no resulta fácil sobre todo si uno esta enfadado
Ante la presencia de problemas solubles, se deben tratar los problemas planteados los temas con
suavidad y no con violencia. Utilizando efectivamente los intentos de desagravio. Monitorizar su fisiología
mediante las discusiones tensas en busca de señales que indiquen que se siente abrumado. Se debe
tratar de llegar a un compromiso / acuerdo. A ser mas tolerante con las imperfecciones del otro.
Diferencia entre problema soluble e insoluble.
Los problemas solubles parecen menos dolorosos, menos intensos. Esto es así porque al discutir
sobre un problema soluble nos concentramos solo en un dilema o situación particular. No existe un
conflicto subyacente que intensifique la disputa, como en los problemas insolubles. Se puede utilizar un
cuestionario para valorar los conflictos matrimoniales respondiendo a preguntas tales como por ejemplo:
nos estamos distanciando emocionalmente y hay que responder si es soluble insoluble o en realidad no
es un problema.

349
La clave de la resolución de todos los conflictos.
La base para enfrentarse de forma efectiva a cualquier clase de problema es la misma:
comunicar tu aceptación básica de la personalidad básica de tu compañero. No aceptamos consejo de
una persona que no nos comprende. La regla básica es: antes de pedir a tu pareja que modifique su
modo de conducir, comer o hacer el amor, debes hacerle sentir que lo comprendes. Si alguno de los dos
se siente juzgado incomprendido o rechazado por el otro no se podrán enfrentar a los problemas del
matrimonio. Las personas solo pueden cambiar si se sienten aceptados como son. Si se sienten
criticados o poco apreciados, no pueden cambiar. Si al contrario se sentirán asediados y se pondrán a la
defensiva para protegerse.
Para mejorar un matrimonio tienen que sentirse aceptados por su pareja. Otra lección es que en
todas las discusiones las que tienen solución y las que no ninguna de las partes tiene toda la razón. No
existe una verdad absoluta en el conflicto matrimonial, sino dos verdades subjetivas. Ejercicio: “tu ultima
discusión” sirve para aceptar el punto de vista del otro aunque sea diferente al propio. En mi última
discusión me sentí………., que provoca este sentimiento……….. Aquí se relaciona la reacción con el
pasado. Otra pregunta es que pudo haber contribuido a la discusión.
Las parejas felices han aprendido a aceptar los defectos del compañero, de modo que aunque se
exprese la rabia, la irritabilidad, la decepción o el sufrimiento, también se expresa su respeto y cariño.
Sea cual sea el tema sobre el que discute, ambos reciben el mensaje de que son amados y aceptados
con defectos incluidos.
Cuando una pareja no es capaz de hacer esto, a veces el problema es que los cónyuges son
incapaces de perdonarse el uno al otro. Es muy fácil guardar rencor. Para que un matrimonio prospere
tienen que perdonarse mutuamente y olvidar los sentimientos pasados.

350
CAPITULO 8: quinto principio: resuelve los problemas solubles.

Pasos:
1. Se deben tratar los problemas planteando los temas discusión con suavidad y no con
violencia.
2. aprender a ofrecer y recibir los intentos de desagravio.
3. Monitorizar su fisiología aprendiendo a tranquilizarse a sí mismo y a su pareja.
4. Tratar de llegar a un compromiso / acuerdo.
5. ser tolerante con las imperfecciones del otro.

El quinto principio se refiere a los buenos modales implica tratar a nuestra pareja con el mismo
respeto que ofrecemos a otra persona.
Paso 1: Se deben tratar los problemas planteando los temas discusión con suavidad y no con
violencia.
Un punto en común entre los matrimonios felices e infelices es que en ambos lo más probable es
que sea la mujer la que saque a relucir los temas conflictivos y la que insista en resolverlo. La diferencia
radica en como saca a relucir la mujer estos temas. Si replantea en forma suave existe una ausencia de
los 4 jinetes. Si se da un planteamiento agresivo se da la presencia de estos y es donde se provoca que
alguno de los dos se sienta abrumado y lleva al máximo distanciamiento emocional que acaba con el
matrimonio, pierden su amistad y su conexión. Un planteamiento suave no tiene que ser diplomático, solo
es necesario que no conlleve ninguna crítica o desprecio. Son quejas directas no críticas ni acusaciones.
Saber suavizar el inicio de una discusión es crucial para resolver conflictos porque las discusiones
terminan siempre con el mismo tono con el que empezaron. Si comenzamos con suavidad la discusión
será productiva. Si las mayorías de las discusiones comienzan suavemente es probable que el
matrimonio sea estable y feliz.
El autor propone un cuestionario de planteamiento violento para saber si este existe y es un
problema en el matrimonio. Se contesta verdadero o falso a las siguientes preguntas: por ejemplo: mi
pareja critica mi personalidad; tengo que defenderme de sus acusaciones.
Trabajar en los primeros 4 principios para que los planteamientos violentos se suavicen. Los
planteamientos violentos suelen ser una reacción natural cuando la mujer siente que su esposo no
responde a sus quejas o a su irritabilidad, cuando no se siente respetada, amada.
Sugerencias para suavizar el planteamiento de la discusión:
1. Quéjate sin echar la culpa a tu pareja: quéjate de una situación particular, no ataques no
te quejes de la personalidad o carácter de tu pareja.
2. Emplea frases que empiecen con yo en lugar de tu: Las frases en primera persona suelen
ser menos críticas y provocan menos actitud defensiva que las frases en segunda persona. Son más
suaves. Céntrate en lo que sientes, en lugar de acusar a tu pareja, esto hace que la solución sea más
productiva.
3. Describe lo que esta pasando sin evaluar o juzgar: Describe lo que ves, no agredas ni
acuses.
4. exprésate con claridad, no esperes que tu pareja te lea el pensamiento.
5. Sé amable: por favor, et agradecería que.
6. Se agradecido: Si tu pareja ha sabido manejar la situación mejor en otros casos hazle
saber que aprecias lo que hizo y que ahora lo hechas de menos.
7. No guardes nada no esperes para sacar un tema, no dejes que se acumulen adentro.

A veces una de las partes plantea de forma suave, sin embargo, la otra parte no responde de
forma amable, tal vez porque espera criticas. Ante esto hay que seguir planteando suavemente hasta
lograr un cambio en la respuesta del otro.
Los ejercicios que se proponen son:
 Planteamiento suave: ofrecer un planteamiento suave a cada uno de las alternativas
descritas

Paso 2: aprender a ofrecer y recibir los intentos de desagravio.


Si una discusión empieza mal se puede evitar un desastre si se sabe frenar. Este freno son los
intentos de desagravio. Lo que distingue los matrimonios emocionalmente inteligentes no es que sus
intentos de desagravio sean más hábiles o mejor pensados, sino que logra escuchar al otro y recibe la
queja. Esto es así porque la relación no esta cargada de negatividad. Para esto el autor presenta un

351
cuestionario para valorar la efectividad de los intentos de desagravio, se contesta por verdadero o falso a
las siguientes preguntas: ¿sabemos frenar?, ¿mi pareja aceptó mis disculpas?, ¿Tenemos sentido del
humor?, ¿Nos escuchamos cuando tenemos distintos puntos de vista?
En los matrimonios felices se dan y reciben los intentos de desagravio. No hay que esperar a que
mejores el matrimonio para que funcionen los intentos de desagravio, sino que hay que prestar atención y
aprender a reconocerlos cuando se dan para salir del ciclo de negatividad.
Una de las razones por las que no se percibe un intento es porque este no se dice de forma dulce
o positiva. Si nos enfocamos en el tono de nuestra pareja y no en sus palabras pasaremos por alto el
mensaje de “alto”.
Como es difícil oírlos si la relación es negativa la mejor estrategia es expresar intentos de
desagravio de forma formal hasta acostumbrarse a ellos y adaptarlo a nuestra forma de hablar. Al
emplearlo evitamos que las discusiones se salgan de control.
Los ejercicios son:
 Siento que (eso hiere mis sentimientos, eso me parece irresuelto, me abruma; necesito
calmarme, necesito tu apoyo, necesito que me ayudes)
 lo siento he metido la pata, admito que.
 Para por favor dejémoslo un momento.
 Discutir un problema y utilizar un intento de desagravio de la lista y anunciar antes de
darlo. Aceptar el intento de tu pareja al mismo tiempo que dejar que te influya.

Paso 3: Monitorizar su fisiología aprendiendo a tranquilizarse a sí mismo y a su pareja.


Cuando se está abrumado no se escucha lo que se dice y por eso no se recibe los intentos de
desagravio del otro. Se presenta un cuestionario de abrumados donde se contesta con verdadero o falso
a afirmaciones como: mi pareja se enoja demasiado; me cuesta mucho calmarme; mi pareja grita sin
necesidad.
Otro de los ejercicios es “tranquilizarse a uno mismo”. Sirve para no explotar o distanciarse. La
estrategia consiste en decirle a la pareja que se siente abrumado y que necesita un respiro. El descanso
debe durar 20 minutos porque es el tiempo que trata el cuerpo en tranquilizarse. Durante ese tiempo hay
que evitar pensamientos de indignación o victima. En esos minutos hay que hacer algo para distraerse o
calmarse. Utilizar técnicas de relajación, de visualización.
Un ultimo ejercicio es calmarse mutuamente, es después de calmarse individualmente, se
beneficia el matrimonio, porque es un modo de condicionamiento inverso, con frecuencia vives la
experiencia de que tu pareja te calme dejaras de ver lo como un detonador de tensión y lo asociaras con
una sensación de relajación. Esto aumenta la posibilidad en la relación. Para calmarse mutuamente
deben hablar de lo que los hace sentirse abrumados, darse masajes, meditar juntos.

Paso 4: tratar de llegar a un compromiso / acuerdo. La única solución para los matrimonios es
llegar a un compromiso.
La negociación sólo es posible después de un planteamiento suave, intentos de desagracio y
mantener la calma. Estas tres cosas preparan para la negociación ya que forman un entorno de ánimo
positivo. Para llegar al compromiso hay que aceptar la influencia y la opinión del otro. Aunque no
coincidas con el otro por lo menos debes estar abierto a considerar su punto de vista.
Para llegar a un compromiso no hay que discutir las diferencias y preferencias de cada uno de
forma sistemática, sino encontrar una solución con la que ambos se sientan cómodos.
El autor plantea un ejercicio llamado “buscar un terreno común”. Para esto hay que tener en claro
cales son los aspectos en los que están dispuestos a ceder y en cuales no. Así se intercambia
información y buscan un terreno en común para llegar a un acuerdo. Para ello hay que utilizar el
planteamiento suave, la calma, ver en que están de acuerdo, cuales son sus sentimientos, que objetivos
son comunes, como se puede llegar a ellos y como comprenden este problema. Una vez elegida la
solución hay que ponerla a prueba.
Otro de los ejercicios que propone es la torre de papel y se utiliza para resolver un problema que
no tenga que ver con el matrimonio trabajando juntos como equipo.

Paso 5: ser tolerante con las imperfecciones del otro.


No se podrá llegar a ningún acuerdo si no aceptas los defectos y debilidades de la pareja. Para
resolver un conflicto no hace falta que una persona cambie, hace falta negociar, encontrar un terreno en
común y una solución satisfactoria para los dos.

352
CAPITULO 9: “Típicos problemas solubles”

Cuando existe conflicto en uno de estos seis aspectos por lo general es porque el marido y su
mujer sostienen ideas diferentes sobre estas tareas, su importancia y la forma de realizarlas.

• Estrés laboral.
Los esposos vuelcan sus tensiones laborales en la realización.
La tarea diaria es hacer de tu matrimonio un remanso de paz
La solución es relajarse antes de relacionarse con el otro, un momento cada día, luego comentar
la jornada juntos, este es el momento justo para una sesión de quejas, cada uno de lo que le ha ocurrido
y el otro escucha ofreciendo su comprensión y apoyo.

• La familia política.
Las tensiones en las familias suelen darse entre suegras y nueras por el amor del esposo / hijo.
Las dos están atentas para ver a quien apoya él. Él las quiere a ambas toma un papel de mediador que
empeora la situación.
La tarea es establecer un sentido de solidaridad entre marido y mujer.
La solución es que el hombre debe ponerse del lado de la mujer para establecer solidaridad entre
ellos. El hombre debe hacerle saber a la madre que su esposa esta primero, que él es primero esposo y
luego hijo.
Para lograrlo debe hacer que los padres acepten su estilo de vida, apartarse en cierto modo de
sus familias, el hombre no tiene que tolerar ningún desprecio de sus padres hacia su mujer.
Un ejercicio que podemos realizar es que cada uno de la pareja marque con que familiar político
tiene el problema y una vez intercambiada la información ver de qué modo se puede lograr apoyo y
solidaridad.

• Dinero.
Estas disputas algunas veces evidencian un problema irresoluble, ya que el dinero representa
necesidades emocionales como la seguridad o el poder. Pero otras veces un problema financiero es
soluble.
La tarea es equilibrar la libertad y la esclavitud que el dinero representa con l seguridad y la
confianza que también simboliza.
La solución es establecer un presupuesto. Calcular cuanto quieren gastar y en qué. El
matrimonio debe trabajar en equipo para resolver los problemas financieros. Para esto se pueden seguir
los siguientes pasos:
Paso 1: realizar un inventario de gastos actuales a modo de un formulario (comida, servicios,
ropa, casa, salud, regalos, viajes, coche)
Paso 2: gestión de las finanzas día a día. Cada uno escribe que gastos de la lista anterior le
parecen esenciales para el bienestar. Ver el ingreso y hacer un presupuesto para gestionar los gastos
cotidianos. Comentar ideas, llegar a un terreno en común.
Paso 3: planificar el futuro financiero. Pensar que quieren en el futuro y que desastre quieren
evitar. Ejemplos: pagar el estudio de los hijos.

• Sexo.
La tarea es el aprecio y la aceptación mutua. A las parejas les resulta tan difícil hablar con
claridad de este tema. Muy a menudo lo expresan vagamente, la cuestión es que cuanto menos claros
seamos sobre lo que queremos, menos probabilidades tendremos de obtenerlo. El sexo nos ofrece una
magnifica posibilidad de profundizar la intimidad. Pero si la comunicación esta cargada de tensión, es
probable que nos sintamos frustrados o heridos.
La solución es aprender a hablar de sexo de modo que ambos se sientan cómodos, esto significa
aprender a pedir de forma correcta lo que se desea y la forma correcta de reaccionar a las peticiones del
otro. Puesto que la mayoría de las personas no se sienten seguras y temen no ser atractivos o no ser
buenos amantes, la clave para hablar de sexo es ser amable y evitar la critica. Cuando hables con tu
pareja sobre sexo, tu actitud debería mostrar siempre que quieres hacer algo bueno, algo todavía mejor.
Incluso si no estas satisfecho con tu vida sexual, tienes que acentuar lo positivo. En la sexualidad, al ser
maleable es posible hacer concesiones mutuas que resulten placenteras para ambos.
En una relación sexual debe existir variedad, pero tiene que haber ocasiones en las que el sexo
sea expresión de amor. Cuanto más suceda esto mejor resultado tendrá a nivel pareja.

353
La mejor forma de enriquecer nuestra vida sexual es aprender sobre los gustos del otro. Una
característica de las parejas que tienen una vida sexual satisfactoria es que consideran al sexo como una
expresión de intimidad, pero no se toman de modo personal las diferencias de sus deseos.
La vida sexual puede mejorar si comparten sus fantasías sexuales y las realizan juntos. El
resultado es una gran intimidad, pasión y excitación.
Todas las fantasías o deseos de tu pareja son aceptables, de hecho te puedes negar a realizarlos
pero nunca despreciarlos.
El problema más común en lo referente al sexo es la falta de conocimientos básicos sobre el
sexo.

• Labores del hogar.


La tarea es crear una sensación de equidad y trabajo en equipo. Los hombres no suelen darse
cuenta de la importante que es para la mujer tener la casa en orden. Cuando un hombre no cumple con
las tareas que acordó realizar, la mujer siente que no la espeta ni la apoya, y esta lleva al resentimiento y
un matrimonio menos satisfactorio.
Muchos hombres no suponen que las labores del hogar suponen tanto trabajo para la mujer, ya
que han sido criados en ambientes culturales donde el hombre no hacia tareas domesticas. Muchos
consideran estas cosas solo como de mujeres. Cuando un hombre ayuda siente como que deberían
aplaudirle, pero en vez d eso la esposa le pide que haga mas, con lo cual él tiene ganas de hacer menos
todavía. A l par de esto muchos hombres sobreestiman la tarea que ellos realizan a diario.
La solución radica en que los hombres deberían realizar más tareas en la casa. A veces no
tienen motivación para ello pero deben considerar que las mujeres encuentran extremadamente erótico
que ellos ayuden en casa. Cuando el hombre colabora en la casa afirma al mismo tiempo tener una vida
sexual más satisfactoria. En estos matrimonios el ritmo cardiaco de la mujer es más lento durante las
discusiones, lo que significa que es menos probable que las inicien común planteamiento agresivo.
Para esto la pareja puede discutir una lista en la que se marquen las cosas que cada uno realiza
y discutir que es lo que deberían hacer.

• Hijos.
Un niño es una conmoción en el matrimonio. Durante el primer año tras el nacimiento del primer
hijo el 70% de las mujeres experimenta menos satisfacción en su matrimonio. El hombre empieza a sentir
insatisfacción mas tarde como reacción a la infelicidad de la mujer.
Las razones pueden ser:
 La falta de sueño.
 Sensación de ser poco apreciadas.
 La enorme responsabilidad de cuidar al bebe
 Combinar la maternidad con el trabajo.
 Falta de tiempo personal.

Sin embargo hay un 30% de madres que son felices y la diferencia no radica en la salud del
bebe (si duerme bien, si trabaja menos) sino es si el esposo vive junto con ella esta transformación a ser
padres o si queda atrás. Un hijo provoca una metamorfosis en la madre. Si su esposo no la vive con ella
ocurre el distanciamiento.
Cuando la mujer experimenta un nuevo significado de solidaridad que incluye a su hijo, el esposo
puede estar todavía anclado en el antiguo “nosotros”. Entonces se resiente por el poco tiempo que la
esposa le dedica por lo cansada que esta siempre.
La solución radica en que el esposo no puede recuperar a la esposa que tenia antes, entonces
deben acompañarla en este cambio de ella. Solo así la relación crecerá. Si el hombre es capaz de esto
no estará resentido con el niño, ya no se sentirá tan solo como esposo sino que también se sentirá padre.
Los consejos para seguir unidos luego del nacimiento del primer hijo son:
o “Concentrarse en su amistad”: Si están bien unidos antes del nacimiento será más fácil la
transición. Conocer a su mujer antes permite estar más sintonizado con ella cuando se convierta en
madre.
o “No excluyas al padre del cuidado del niño”: se da “la envidia del pecho”, el hombre
puede participar llevando el bebé par que la madre lo alimente, acariciándolo y meciéndolo hasta que
eructe, acariciarlo mientras toma el pecho.
o “El padre como compañero de juegos”: no debe esperar a que crezca, puede jugar con el
bebé desde que nace, al bañarlo, al darle de comer.

354
o “Reservar un tiempo para el matrimonio”: No debe tomarse como un fracaso pasar el
rato solos hablando de su hijo.
o “Se sensible a las necesidades del padre” el hombre se sentirá abandonado por su mujer,
por las incesantes necesidades que el niño tiene de la madre. Cuando más reconozca la mujer a todo lo
que él ha perdido. Cuanto más le haga saber lo importante que él es para ella mas comprendió será el
hombre y más apoyo le dará.
o “Un descanso para la madre”: ayudarla con la casa para que ella pueda salir a ver una
amiga, ir al cine, etc. Esto la ayudara a saber que sigue formando parte del mundo.

355
CAPITULO 10: Sexto principio: “Salir del estancamiento”.
(Sobre los problemas irresolubles)

Se puede convivir con los problemas como si fueran una alegría. El objetivo no es solucionar. El
objetivo no es solucionar el problema sino pasar del estancamiento al diálogo, hablar del conflicto, sin
hacerse daño mutuamente.
Hay que aprender a vivir con el problema irresoluble, es el caso de que él sea ateo y ella católica.
Para salir del estancamiento lo primero que hay que hacer es comprender su causa. Tanto si el
problema es trascendental o trivial, el estancamiento indica que se tienen ciertos sueños que no se están
realizando o que no respetan sus sueños-esperanzas de cada uno.
Muchos de nuestros sueños más profundos tienen sus raíces en la infancia. Ninguno en si es
dañino para el matrimonio. Pero pueden causar problemas si están ocultos o siniestra pareja no los
respeta. Cuando esto sucede tal vez tengamos peleas abiertas sobre el tema, o tal vez el tema queda
oculto y se exprese solo en forma simbólica.

Cuando los sueños se respetan.


La pareja feliz comprende que unote los objetivos del matrimonio es ayudar a realizar sus
sueños. Los cónyuges incorporan los objetivos de su pareja en su concepto de matrimonio. Esos
objetivos pueden ser concretos o intangibles. Ninguno insistirá o manipulara al otro para que renuncie a
sus sueños, sino que trabajaran en equipo. Ambas tendrán en cuenta los deseos del otro.
El concepto de matrimonio implica para los dos a sus sueños, su modo de tomar de decisiones,
con respeto mutuo y reconocimiento de sus aspiraciones es en parte lo que hace que su matrimonio
tenga significado para ellos.
Cuando uno de los cónyuges no aprecia la importancia de apoyar los sueños del otro, el
estancamiento es casi inevitable.

Cuando los sueños están ocultos.


Para muchas parejas el sueño que provoca el conflicto no es tan evidente. Solo descubriéndolo
podrá salir del estancamiento. Ejemplo: bautizar o no al niño en el caso de diferencias de religión en los
padres.
Si sientes que tu matrimonio ha quedado estancado en un problema el primer paso es identificar
que sueños son la causa del conflicto. Un buen indicador de que estas tratando con sueños ocultos es
pensar que tu pareja es la única culpable del problema. Esto es señal de que existe ensueño oculto. Tu
no te sientes culpable en absoluto del conflicto porque no puede ver tu participación en él. Descubrir un
sueño oculto no es fácil. Es improbable que el sueño emerja hasta que sientas que puede hablar de él
tranquilamente con tu pareja. Por eso es tan importante trabajar con los primeros tres principios.
Cuando comiences a reconocer y aceptar tus sueños, tal vez parezca que el problema con tu
pareja empeora en lugar de mejorar. Hay que tener paciencia. El reconocimiento y la defensa de tus
sueños en el matrimonio no son fáciles. La misma naturaleza del estancamiento significa que tu sueño y
el de tu pareja están en oposición, de modo que cada uno mantiene su posición y teme la influencia de
otro.
Pasos para salir del estancamiento.

Paso 1: “convertirse en detective de sueños”.


Cuando nos adaptamos al matrimonio enterando un sueño, el sueño se vuelve a surgir bajo la
forma de un conflicto estancado.
Se presenta un ejercicio a partir de 6 ejemplos de problemas estancados. Se debe leer cada uno
y pensar que sueños se encuentran ocultos. Inventar una breve historia que explique el sueño y l postura
del cónyuge.

Paso 2: trabajar en un problema estancado.


Escoger un problema estancado y escribir una explicaron de tu postura. No criticar ni culpar a tu
pareja. Expresar lo que necesitas, deseas sientes sobre la situación. Escribe a continuación la historia de
los sueños que se ocultan bajo tu postura. Explica de donde provienen y por que son tan importantes
para ti.
Una vez que tu pareja y vos comprendan los sueños que están provocando el conflicto es
momento que hablen de ellos. Cada uno hablara durante 15 minutos. No intentes resolver el problema
porque puede ser contraproducente. El objetivo es simplemente entender porque el problema los afecta
tanto a cada uno.

356
La tarea del que habla es hablar sinceramente de su postura y de lo que significa para él,
descubrir el sueño que lo motiva. Descubrir de donde proviene el sueño y que simboliza. Hablar con
sinceridad y claridad sobre lo que quieres y por que es tan importante. No intentar censurar o
minimizarlos sentimientos por miedo a herir a tu pareja o a discutir. Lo que sientas hacia tu pareja en
relación con este sueño no lo debes tratar en este momento.
Tarea del que escucha. No juzgar. Escucha como si fueras un amigo, no o tomes como algo
personal, es un sueño de tu pareja, aunque este en oposición a tu sueño. No estés pensando que vas a
responder como resolver el problema. La tarea es oír a tu pareja y animarla a explorar su sueño. Di a tu
pareja que apoyas su sueño, esto no significa que creas que el sueño pueda o no realizarse. Existen tres
niveles en los que puedes honrar el sueño de tu pareja:
El primero es expresar tu comprensión e interesarte en saber más sobre el sueño aunque no lo
compartas.
El segundo nivel seria ofrecerle apoyo financiero. El tercero seria formar parte del sueño.
Reconocer las esperanzas y sueños más profundos y personales del otro es la clave para salvar
y enriquecer el matrimonio

Paso 3: tranquilizarse el uno al otro.


Discutir sueños en oposición puede ser estresante. Toma un descanso antes de intentar salir del
estancamiento.

Paso 4: salir del estancamiento: Hacer las pases con el conflicto, acercar las diferencias entre
ambos y establecer algún compromiso inicial que los ayude a seguir discutiendo el problema de forma
amistosa comprender a tu pareja no es resolver el conflicto, lo más probable que nunca desaparezca por
completo. El objetivo es limar las asperezas, intentar suavizarlas de modo que dejen de ser causas de
gran sufrimiento. Este proceso se inicia con el ejercicio de los círculos para llegar a un compromiso. En él
se grafica que es lo que estas dispuesto a ceder y que no.
Ejercicio: problemas estancados.
Los sueños dentro de este punto: los de ella y los de él.
Aspectos no negociables
Aspectos flexibles.
Compromiso temporal
Conflicto insoluble
Paso 5: dar las gracias ver las cosas buenas del otro y agradecerlas.

357
CAPITULO 11. Séptimo principio: “crear un sentido de trascendencia”.

Aunque cumplas con los seis puntos y tu matrimonio sea estable puedes llegar a sentir que te
falte algo y esta es la sensación de trascendencia.
El matrimonio además de educar a los hijos, dividir tareas y de hacer el tiene dimensiones
espirituales que se refieren a la posibilidad de crear una vida interior juntos, una cultura familiar con ritos y
una apreciación de los papeles y objetivos que lo9s lleve a comprender lo que significa ser parte de una
familia.
Desarrollar una cultura es una mezcla de ambos en que cada uno respeta sus sueños incluso sin
compararlos. Cuando en un matrimonio existe el sentido de trascendencia los conflictos son menos
intensos y los problemas insolubles no suelen llevar al estancamiento. Un objetivo crucial de cualquier
matrimonio es crear un ambiente que anime a los cónyuges a hablar de sus convicciones. Cuanto más
hablan con sinceridad y respeto, mas se acercan sus respectivas opiniones sobre el sentido de la vida.
Cuantos más valores profundos puedan compartir más gratificante será la relación, fortaleciendo mas su
amistad.
El autor brinda un cuestionario de trascendencia.
o Rituales de conexión. (coincidimos en rituales de las cenas, festejos, programas de TV o
fines de semana)
o Papeles de cada uno (compartimos valores en cuanto a los papeles de mando y mujer,
de padre, sobre el trabajo, amistad, normas en la vida)
o Objetivo de cada uno (compartimos los objetivos en nuestra vida, objetivos financieros,
aspiraciones personales y de pareja, los sueños de cada uno)
o Símbolos de la pareja (estamos de acuerdo con lo que significa una hora, la familia, el
sexo)

Estas categorías rituales papeles objetivos símbolos, forman la base del sentido de trascendencia
entre marido y mujer.

Rituales familiares.
Estos no tienen porque derivar de nuestra historia familiar o nuestra infancia, la pareja puede
creare sus propios rituales y estos pueden surgir de lo que cada uno siente de lo que faltaba en su
infancia.

Ejercicio 1: crear un perfil propio de ritual familiar.


Las preguntas (¿Cómo queremos que sean los sueños, la hora de acostarnos, los fines de
semana, las vacaciones, las fiestas?)
Se pueden crear rituales de conexión estableciendo un rito semanal sin hijos, celebraciones,
invitaciones a amigos, rituales en torno al sexo, reuniones familiares con parejas.

Nuestro papel en la vida.


Compartir las mismas expectativas sobre los papeles de cada uno hace mas profundo el
matrimonio, se fortalece si se coincide en os papeles que se esperan al ser padres, en cuanto al trabajo,
a los parientes. Esto no significa se deba coincidir en todo.

Ejercicio 2: la función es comentar la idea sobre nuestra función en la vida.


Preguntas tales como: ¿Cómo te sientes? ¿Qué significa el papel de esposo, padre, hijo,
trabajador, amigo? Y ¿Cómo lo veían tus padres?

Objetivos personales.
Al comentar nuestros objetivos aumenta nuestra intimidad.
Ejercicio 3: las preguntas son: que objetivos tienes para ti, para la vida, para tu esposo, para tus
hijos.

Símbolos compartidos.
El matrimonio esta rodeado de cosas que representan los valores y creencias que comparte.
Ejemplo, un crucifijo, historia familiares, un hogar.

358
Ejercicio 4: las preguntas son, que símbolos, objetos, fotos muestran quienes son nuestra familia
y que significa para nosotros ser quienes somos. Comentar historias familiares. Que significa un hogar,
¿Cómo era tu hogar en la infancia? ¿Que cosas o actividades simbolizan tú filosofa sobre la vida?

359
TERAPIA DE PAREJA: PRESCRIPCIONES PARA
UNA EXPERIENCIA SISTÉMICA.

Carlos Sluzki

No importa desde que ángulo sea considerada, la terapia, como el arte, es inenseñable. Solo
pueden ser transmitidos repertorios de formas, junto con un cierto fundamento intelectual para ellos.
Capítulo dirigido a proponer algunas de esas formas y a sustentarlas con una discusión de sus raíces
conceptuales.
La terapia familiar no es simplemente un método de tratamiento. Es todo un nuevo modo de
conceptualizar los problemas humanos, de comprender la conducta, el desarrollo de síntomas y su
resolución.
El cambio cualitativo en el marco de trabajo conceptual que caracteriza la aproximación
interpersonal, sistémica, a la familia requiere que uno utilice las transacciones entre individuos como
primer dato, más que las características de cada individuo. Aún cuando la atención sea dirigida a una
persona, su conducta es analizada en términos de su poder para dar forma y afectar la conducta de otros
miembros y en término de las variables del eco-sistema que puede haberlo afectado. Esta aproximación
está basada en una epistemología original relacionada, hablando en sentido amplio, con las nociones de
información y organización, con los procesos comunicacionales tal cual ocurren dentro de los sistemas.
Al observar interacciones de parejas, un terapeuta con orientación sistemática, tomará en cuenta
los efectos más que las intenciones. Los efectos de las conductas sobre las conductas, el modo en que
las secuencias interpersonales están organizadas, será cuidadosamente anotado, mientras que, no será
hecha ninguna inferencia sobre las motivaciones de los participantes, las discusiones sobre las
motivaciones o intenciones serán consideradas irrelevantes; esas inferencias no agregan ninguna
información para los propósitos de conceptuar y /o tratar los desórdenes maritales desde una perspectiva
de los sistemas.
La utilización de una perspectiva de los sistemas para la comprensión y modificación del modo
en que las parejas interactúan, exige necesariamente focalizarse sobre ciertas conductas y procesos
interpersonales a expensas de otros, observar selectivamente los hechos, infiltrándose en aquellas
variables que son relevantes para el modelo. Esta presentación trabajará con gruesas simplificaciones de
procesos interaccionales altamente complejos pertenecientes a sistemas sociales con una desarrollada
historia propia de ellos e inmersas en organizaciones sociales múltiples, más amplias, constantemente
cambiantes y superpuestas. Tal simplificación no debe ser considerada una falacia del modelo, ya que el
poder del modelo como invención científica está en su capacidad para simplificar y organizar el tema en
cuestión.
Enseñar a los terapeutas a “pensar los sistemas” ha sido mi principal actividad durante los últimos
años. Para ello iba de la teoría a la técnica; comenzaba hablando sobre los principios generales y
progresivamente explicaba la aplicación concreta de esos principios. Esa táctica no demostró ser la mejor
elección. Esa observación me estimuló a hacer un giro de 180 grados en mi estrategia de entrenamiento
y comenzar con lo concreto y lo específico, difiriendo para estados posteriores la instilación gradual de
algo de teoría.

1- Si Habla en Primera Persona Plural con Respecto a Opiniones, Juicios o Valores,


Entonces Dígale a A que Use La Primer Persona Del Singular

Desde los primeros pasos de un tratamiento, es conveniente establecer y mantener un conjunto


de premisas comunicacionales dirigidas a neutralizar, o al menos hacer evidentes, ciertas reglas fijas de
la pareja sobre la interlocución y los roles, como se refleja en su estilo lingüístico.
Como sucede con toda relación, desde el mismísimo comienzo de la terapia los participantes
proponen reglas acerca de la definición de la relación terapéutica. En realidad hay muy pocas premisas
básicas sobre las cuales los participantes tienden a estar de acuerdo, tales como quién será rotulado
como el experto (no cómo, no para qué, no para quién, sólo quién), a quién se le pagará (no quién paga),
y dónde se van a encontrar (no cuándo). Pero incluso esas premisas son vacilantes. Ejemplo: la pericia
del terapeuta es a menudo cuestionada o alterada siempre que la conducta del experto no encaje con las
expectativas a priori de la pareja.
El caso es particularmente bramante en aquellas parejas en las que un esposo es rotulado como
“el paciente” y otro como “el informante” o “intermediario colaborador”.El último usará frecuentemente la
primer persona del plural, y ese uso expresa y explora el acuerdo colectivo sobre ese rol. Cuestionarlo

360
cambia radicalmente ese rol, y por lo tanto una regla de la pareja. Esto explica por qué puede encontrar
resistencias inusuales, aplíquela suave pero persistentemente.

2- Si Habla en Términos Impersonales sobre Cuestiones Personales (Tales como Juicios


de Valor y Opiniones) Entonces Dígale a A Que Haga Una Declaración Personal

Ejemplo: A: “ La gente no regresa a su casa a las 3 de la mañana sin hacerle saber a uno que
van a venir tarde”
T: (a A) “ O sea que a usted la hace sentir mal cuando Joe regresa a casa a las 3 de la
mañana sin advertirla previamente sobre su demora. Para ser más precisos, qué siente usted cuando ello
sucede?”
Una proposición establece la base de una premisa fundamental que debe ser mantenida y
comunicada a toda costa, que los juicios de valor emanan de los seres humanos, y no de los objetos o
situaciones per se, son opiniones, no hechos inmutables. Desmitificar los juicios de valor es un paso
necesario hacia el cambio de ellos o, al menos, hacia la introducción de la posibilidad de sus valores o
significados alternativos puedan ser igualmente legítimos, sin consideración de cuán compatibles puedan
ser con los de la corriente sustentadora o principal de la cultura.
Devolver el juicio de valor al hablante elimina dramáticamente un aliado fuerte del hablante, el
“otro generalizado”, un poderoso enemigo colectivo contra el que el cónyuge tiene que pelear.
El establecimiento de esta premisa puede también representar para la pareja un paso hacia el
logro de un primer acuerdo: que ellos están en desacuerdo en términos de valores y opiniones, lo que es
un punto de partida para las negociaciones radicalmente diferente de la convicción por parte de ambos de
que uno es idóneo y uno equivocado, o, de que uno está sano y el otro loco, o de que uno está bien y
otro mal.

3- Si A Hace una Referencia Insustancial del Estado Subjetivo de B (“Adivinación del


Pensamiento”) Entonces Pregúntele a A que es lo que A Percibe, Diferenciando Percepciones de
Inferencias

Ejemplo: A: “Y a ella no le gusta que yo diga esas cosas sobre nosotros”


T: “Más que confrontarlo con usted B, permítame preguntarle, A, como es que usted sabe que a
B no le gusta?”
Adivinar el pensamiento es suponer que uno puede saber lo que está en la mente de la otra persona- sus
pensamientos, sentimientos o intenciones, motivaciones- sin la necesidad de la información o verificación
por parte del otro. Puede ser una herramienta interaccional poderosa con consecuencias devastadoras: si
un esposo sabe lo que su consorte piensa o siente mejor que lo que él sabe, entonces ningún argumento
va a convencer al esposo de lo contrario.
Es una intervención frecuente de los padres con los hijos y de los que lavan cerebros con
respecto a las víctimas. La diferencia entre un extremo y otro de la situación puede a veces ser evaluada
tanto por el contexto y la expresión de la adivinación del pensamiento como por la respuesta del receptor.
No hay otro camino mas que esa ligazón dentro del sistema. Cierra y perpetúa los roles y las reglas sobre
quién está enfermo o mal y quién sano o bien.
El sistemático cuestionamiento de las expresiones de la adivinación del pensamiento logrará a
veces cambios dramáticos en los modelos de interacción de la pareja. Con mayor frecuencia frustrará las
suposiciones previamente dadas por supuestas por la pareja, y contribuirá a establecer la regla general
de que, en la sesión, cada uno será considerado un experto con respecto a sí mismo y no con respecto al
cónyuge.

4- Si A le habla a usted sobre B ( en vez de a B), entonces: a) quédese mirando a A en lugar


de a B mientras A habla; y b) dígale a A que hable a B; o c) pregúntele inmediatamente a A como
se siente el/ella el respecto; o d) dirija un comentario sobre A a B.

Mientras que el estudio de la patología de la pareja requiere un análisis de los sistemas diádicos,
el estudio del tratamiento de los desórdenes maritales implica el análisis de los sistemas triádicos.
Una característica inevitable de las tríadas humanas es su tendencia a establecer coaliciones,
alianzas de 2 de los miembros establecidas para su mutuo beneficio o fuerza en presencia de un 3º, que
implica relaciones caracterizadas por la inclusión y por la exclusión.
El proceso de búsqueda de coalición requiere un cuidadoso monitoreaje y una calibración
laboriosa si el terapeuta desea establecer reglas instrumentales de base, o principios metacomunicativos

361
que compondrán o guiaran un curso del tratamiento efectivo. Una de esas reglas es que “el terapeuta va
establecer coaliciones solo cambiantes, instrumentales, sin ceñirse a las estables y apriorísticas ni seguir
los modelos de negociación culturalmente establecidos”.
Esta prescripción esta constituida por 4 partes.

a) Si A le habla a usted sobre B ( en vez de a B), entonces quédese mirando a A mas que a B
mientras A habla.

La expresión comunicada mirando al miembro de la pareja que está hablando sobre el otro
puede ser tal vez mal clarificada por su opuesta. ¿Qué podría implicar que el terapeuta mirase a B
mientras A esta hablando sobre el/ella?. “Ahora, ¿qué tiene que decir en su defensa?” o “¿Entonces eso
es lo que él/ella hace?”. O sería el equivalente de aliarse con A y de tomar las expresiones de A como
descripciones de la realidad, y no como percepciones y opiniones de A. Sucede que cuando A está
hablando sobre B, A está en realidad hablando de A, y el terapeuta debería tenerlo claro y actuar
consecuentemente.

b) Si A le habla a usted sobre B (en lugar de a B), entonces dígale a A que hable hacia, y no
sobre B.

Cuando el terapeuta es el receptor de la queja, el pedido explícito de esa expresión es que él /ella
haga algo al respecto. Al contrario, cuando los miembros de la pareja se hablan uno al otro, el peso de la
responsabilidad para el cadmio es transferido a la pareja misma. Al mismo tiempo, el terapeuta tiene mas
definida la naturaleza de su relación con la pareja.
La instrucción “hable a, no sobre” es una herramienta poderosa para activar la sesión para
descubrir el drama del conflicto, ya que permite el acceso directo al proceso de la pareja bajo coacción.
Es importante que el terapeuta sea consecuente con esta prescripción, dirigiéndose a los
participantes en 2º persona en vez de en 3º siempre que sea posible. O sea, él /ella también tiene que
hablar a, no sobre los pacientes.
Una excepción a esta advertencia es el uso del diálogo con un co-terapeuta sobre la pareja, en
presencia de la pareja, que es una táctica que puede ser utilizada ocasionalmente para apagar
intervenciones pesadas o establecer los fundamentos para las prescripciones paradójicas.

c) Si A le habla a usted sobre B (en vez de a B), entonces pregúntele a A como se siente al
respecto.

Puede ser utilizada como versión menos intensa del “hable a, no sobre”, ya que le última puede
comportar para la pareja una desviación mucho mas radical con respecto a sus expectativas sobre las
conductas del terapeuta. Aparentemente, se espera de los terapeutas que pregunten por los
sentimientos, pero no que se dirijan al flujo de la interacción.
Esta intervención propone y modela un estilo de comunicación más efectivo, estableciendo el
precedente de que los afectos pueden ser explícitamente incluidos como partes de la información en vez
de ser dados por supuestos (dando de este modo lugar a las innumerables erróneas “adivinaciones del
pensamiento”).
La expresión de sentimientos complementa otras maniobres, y enriquece la interacción.

d) Si A le habla a usted sobre B (en lugar de a B), entonces diríjale a B un comentario sobre A.

Ejemplo: A: “cuando él hace ese tipo de cosas me vuelve loca”.


T: ( a B) “¿Ella parece realmente enojada, no?. ¿Qué tipo de
sentimientos despierta en usted su enojo?
Este tipo de intervención es especialmente útil cuando la comunicación entre los miembros de la
pareja se está haciendo difícil debido al intenso enojo de ellos, una situación que requiere cierta difusión
antes de que pueda intentarse una intervención más directa entre ellos. En tales circunstancias,
constituye una poderosa maniobra dirigida a mantener una equidistancia en aguas turbulentas. A través
de expresiones tales como la de arriba se les dice tanto a A como a B que el terapeuta no ha
establecido una coalición con A o con B, y que la terapia está focalizada sobre una perspectiva recíproca,
sin haber destituido a A por lo que A dijo ni a B por lo que se ha dicho de B. Le seguirán intervenciones
subsecuentes consistentes con esta aproximación para establecer mas la regla de una coalición
circunstancial con, aunque una básica equidistante de, ambos miembros de la pareja.

362
5- Si A es constantemente definido como el “victimario” (o como el “paciente
identificado”) por B, entonces: a) reduzca la distancia física con A; y/o b) refleje la posición
corporal de A.

Estas prescripciones expanden el repertorio de técnicas que pueden usarse para evitar una
coalición con B. Ellas señalan que el terapeuta no aceptará la definición de la pareja sobre la relación con
el terapeuta como aquella en la que él /ella se alía con las “victimas” o los “no-pacientes”, como es
esperado y prescripto por las normas sociales.
Los conceptos de “victimario” y de “victima” son utilizados aquí en términos de una configuración
de roles recíprocos, como una regla en la relación en la que ambos miembros participan con igual
responsabilidad. Lo mismo puede decirse de “paciente identificado” (PI), un rol contra-roles
complementarios que atribuyen tanto como de PI al mantenimiento del sistema. La presencia de estas
configuraciones nos permiten predecir el que la pareja vaya a proponer una definición de la relación
terapéutica que implique una coalición entre el terapeuta y la “victima” versus 2l “victimario” o entre él
/ella y el “sano” en contra del “PI”. Si el terapeuta cae en ello, pierde tanto la perspectiva como toda
posibilidad de modificar el sistema.
Para señalar la falta de acuerdo con la proposición de ellos con respecto a la definición de
nuestra relación, el terapeuta despliega signos corporales que indique el deseo de unirse con el otro. Las
2 conductas contenidas en esta instrucción señalan esa intención.
Esta no es una alianza estable y el terapeuta permanece en ese vínculo hasta tanto el mensaje de que
él /ella no se engancharán en otra configuración, sea percibido por la pareja. Una vez que ello esté claro,
él /ella tendrá que apartarse dentro de las oscilaciones estratégicas que caracterizan el proceso
coalicionario en las terapias de pareja.

6- Si A y B se hallan de acuerdo en definir a A como la victima y a B como el victimario,


entonces encuentre un modo de revertir los roles /rótulos y establezca forzosamente la inversa.

Las posiciones de la “víctima” y “victimario” son el resultado de una puntuación en la secuencia


de sucesos, o sea, de una decisión arbitraria por parte de uno o ambos participantes sobre quién
conduce y quién sigue.
En el caso de parejas víctima-victimario así como en díadas sintomático-no-sintomático, puede
decirse que es difícil para los miembros cambiar desde dentro los roles que gobiernan el sistema.
Necesitan de una intervención externa para salir de los modelos recurrentes.
Si el acuerdo de la pareja sobre quién es la víctima o el victimario le impresiona al terapeuta
como muy traído por los cabellos, el acuerdo puede representar una “folie a deux” o algún otro fuerte mito
familiar, en cuyo caso podría elegirse ya desafiarlo muy cautelosamente, ya en curso alternativo como
trabajar hacia un cambio del modelo al mismo tiempo que estar ajustando a la definición de la pareja de
ello ( Prescripción num. 15)

7- Si A y B Describen en una secuencia de Sucesos que llevan al Conflicto o a la


emergencia de síntomas, Entonces busque los Hechos o Pasos que Precedan lo que ha sido
descrito como el Primer paso en la Secuencia. Si usted no lo Puede Especificar, Manifieste no
obstante su Existencia. Si ha sido detectado, y es aceptado por A y B como posible, repita
entonces el ciclo (o sea, busque un paso previo aun o al menos afirme su existencia)

Excepto tal vez en las primerísimas etapas de las relaciones padre-hijo, no hay una posición
totalmente pasiva. Todos los miembros contribuyen en parte a las secuencias interaccionales, siendo la
conducta de cada miembro inducida por y a su vez induciendo al otro. A lo sumo, en ciertas
circunstancias uno de los actores parece ser la víctima; esto constituye una “ilusión óptica” derivada del
hecho de que los observadores puntualizan la secuencia arbitrariamente.
La puntuación de la secuencia de sucesos es el resultado de la arbitraria y casi inevitable
introducción de indicadores del contexto en la secuencia de interacciones ( Bateson y Jackson, 1964).
Cada acto comunicacional puede ser considerado “simultáneamente un estímulo, una respuesta y un
reforzamiento, de acuerdo a cómo deslicemos nuestra identificación... a lo largo de todas las series”
(Bateson, 1963 pag.176)
La mayoría de las parejas llegan a un acuerdo sobre la puntuación de los sucesos, tanto en la
historia de ellos como en sus vidas presentes, y toda averiguación por puntuaciones alternativas puede
encontrarse en considerable resistencia por parte de ellos. Aún así, la persistencia puede encubrir

363
muchos mitos familiares y otros acuerdos tapados, y puede dar los lineamientos hacia la dramática
reestructuración de las reglas de la relación.

8- Si A se Queja por un Síntoma, Entonces encuentre un Modo de Cumplimentar a A por lo


que A hace por B

Esta prescripción es la primera de una serie de posturas centradas en la connotación positiva,


prescripciones de síntomas e intervenciones paradójicas. Puede ser utilizada para establecer en
movimiento la noción de que el terapeuta va a aplicar una lógica dialéctica en lugar de la tradicional
casual utilizada hasta el momento por la pareja. Hay varios mensajes metidos en esta prescripción: A es
definido como teniendo el control sobre los síntomas hasta un cierto nivel; se cambia la connotación del
síntoma, de negativo a positivo, ya que es definido como teniendo algún valor positivo (logra una función
útil para el otro miembro de la pareja), está implicada una cierta responsabilidad compartida de A y B
sobre el síntoma; y el terapeuta no afrontará el sistema por medio de la supresión del síntoma, se
introduce una perspectiva caracterizada por el énfasis en los procesos interpersonales y la
responsabilidad compartida.

9- Si el Miembro Sintomático A informa sobre una Disminución en la Intensidad de los


síntomas en la Ultima semana (s), Entonces exprese Vagas Preocupaciones y Recomiende una
Ligera Recaída, Solicitando incluso la Ayuda de B para Lograr tal Recaída: y /o Exprese la
Preocupación de que B Desarrolle algunos Síntomas

Los pacientes sintomáticos y sus cónyuges pueden evitar cambiar inventando definir el síntoma
como algo desprovisto de contexto. La visión internacional permite al terapeuta ver además: que los
síntomas llevan a cabo funciones para el sistema, y que todos los miembros contribuyen de algún modo a
su mantenimiento.. El riesgo está en parecer estar explícitamente alineados con las tendencias del
sistema hacia el cambio. La respuesta habitual de los miembros de esta alineación es apresurarse y
estabilizar el sistema siguiendo los modelos ya familiares para ellos y fortaleciendo por tanto es status
quo y los síntomas.
En realidad, el orden (propiedades morfostáticas) y el cambio (morfogénesis) son tendencias
complementarias de los sistemas interpersonales. Mantiene en perfecto equilibrio a través de los
complejos procesos homeostáticos. El triunfo de las tendencias morfostáticas es la total rigidez y muerte
del sistema. El triunfo de la morfogénesis es la disolución total e, igualmente, la muerte del sistema. El
equilibrio entre ambas tendencias es esencial para la estabilidad como para el cambio dentro del sistema.
Si el terapeuta quiere favorecer el cambio dentro de un sistema rigidificado, deberá transitar a lo
largo de esa fina línea, puede hacerse manteniendo una estabilidad frontal defensiva al mismo tiempo
que liberando al sistema de las reglas restrictivas que impiden a los miembros efectuar cambios. Los
síntomas, frecuentes barómetros de estos procesos, pueden ser herramientas útiles en este tipo de
intervención paradójica.
La prescripción de síntomas es una poderosa herramienta terapéutica que puede ser introducida
a través del nuevo plan de acción seguido por esta prescripción ( y las próximas hasta la núm. 13)

10-Si A tiene un Síntoma que Fluctúa en el Día o la Semana, Entonces indique a A que
seleccione los Momentos en los que el Síntoma mejore Para Decirle a B que está Peor

Prescribiendo u síntoma al miembro sintomático en presencia del cónyuge, el terapeuta apunta a


destrozar al mismo modelo que perpetúa el síntoma. Ese efecto ocurre por dos mecanismos: (a) cuando
al paciente se le dice “finja el síntoma, y fínjalo bien”, se le está implícitamente diciendo al otro miembro
de la díada; y (b) incrementa sutilmente el consenso sobre el control del paciente sobre el síntoma y
disminuye las posibilidades de su pretendida espontaneidad. Al mismo tiempo, evoca su contrapartida, tal
que si el sujeto puede producir un síntoma a través de una prescripción, él /ella puede también reducirlo.
Uno de los atributos interaccionales claves de los síntomas, el hecho de que sean considerados
espontáneos por los participantes, es drásticamente cuestionado por una prescripción de síntoma bien
ubicada.
Ejemplos: Corresponde a una primer entrevista con una pareja cuyo problema explícito estaba
centrado en el terco insomnio de ella, reciente pérdida del apetito, y la debilidad e irritabilidad fluctuantes
que ella relacionaba con su insomnio. Ella tenía cuatro hijos de cónyuges previos y había estado viviendo
con este esposo por cerca de tres años. Él expresó temores por los síntomas de ella y toleraba
elegantemente la condición de ella así como el rol de él como cónyuge sano de una mujer enferma. La

364
exploración del contexto u origen, como también la de alguna función a la que el síntoma pudiera haber
estado sirviendo en el sistema, (los efectos del síntoma sobre la conducta de ella, o sobre la conducta de
cualquier otro miembro de la pareja) no produjeron ninguna información significativa adicional.
En el curso de la entrevista, el terapeuta dijo que lo que la mujer estaba presentando eran
correlatos de depresión sin sentimientos de tristeza. El hombre reaccionó diciendo, defensivamente, que
ella no tenía ninguna razón para estar triste. Para defusionar, el terapeuta propuso que podría ser que
tuviera ver con una vieja tristeza e indicó que, en el curso de la semana siguiente, ella debería
comportarse como si estuviera muy, muy triste, especialmente en esos días en que ella estuviera menos
tristes, y le pidió a él que la ayudara en esa tarea permitiéndole expresar su tristeza sin contradecirla.;
agregó que ellos probablemente encontrarían sorprendentemente difícil cumplir con la tarea. Ella dijo que
ello estaba en contra de la índole de sus tendencias a mostrar su lado triste. El hombre dijo que no veía
ninguna dificultad en participar, ya que, “ después de todo, ella estaría sólo actuándolo”.
En la sesión siguiente, contaron que ella lloró como nunca lo hubiera hecho antes, y que él sintió
que la estaba ayudando a liberarse por el sólo hecho de estar allí, en lugar de estar a la defensiva por
ello. Le siguieron dos turbulentas sesiones en las que fueron discutidas varias frustraciones corrientes, y
las crisis amenguaron con un cambio drástico en el estilo de la pareja de superar el conflicto. Los
síntomas presentados no fueron ni siquiera mencionados en ese período, y cuando fueron explorados, se
dijo que habían desaparecido.(puse el ejemplo porque un punto esta cortado)
La prescripción del síntoma pareció llevar a cabo la función de facilitar una ruptura en otro círculo
repetitivo que los mantenía, hasta entonces, encerrados en sus respectivos roles de enfermo y sano.

11- Siempre que una Prescripción de una Conducta o de un Síntoma sea hecha, Cuanto
Más Básico sea el Cambio Implicado, Más Trivial deberá Parecer: Comprometa a Ambos Miembros
en la Prescripción: E Indique que, en lugar de Sonar Trivial, Encontrarán Difícil Cumplirla

El mantenimiento y exacerbación de los conflictos, problemas o síntomas son frecuentemente el


resultado del lazo retroalimentador positivo creado por aquellas mismas conductas de otros miembros del
sistema que pretenden resolver la dificultad: por lo tanto, la solución intentada se hace parte del problema
(Haley, 1963, Watzlawick y col., 1974; También Wender,1968, y Hoffman, 1971)
La prescripción benevolente del terapeuta de las mismas conductas que son consideradas
sintomáticas por los miembros del sistema desafía severamente las mismas reglas que tienden por otro
lado a perpetuar los síntomas. La misma conducta que fuera usada previamente como un indicador de
roles pasa a ser ahora el resultado de una prescripción por el terapeuta. Le es robada al sistema una
regla básica.
Cuanto más desafiante sea el cambio implicado por la prescripción, menos debe parecer serlo:
de otra manera, la investidura del terapeuta en el cambio específico es en sí misma un indicador, y los
miembros de la pareja pueden tender a utilizar los resultados alternativos de la prescripción para premiar
o castigar al terapeuta, o ambos. Por la misma razón incluimos la expresión de duda: sea cual fuere el
resultado, el terapeuta habrá hecho una predicción correcta, la que evita todo mejora de la recaída hecha
“en su favor”. Más aún, las recaídas pueden ser incluso alentadas, una estrategia que, comporta la
noción de que la conducta sintomática o problemática está bajo el control del actor, más que un proceso
casual como se pretende. Una vez que eso está establecido, el principal valor interaccional de un
síntoma, su estar allí a pesar de los participantes- es perdido, y con él, el síntoma mismo.
La razón detrás de la recomendación de prescribir conductas a ambos miembros debe ser
bastante clara: establecer más la responsabilidad compartida de ellos para el problema y su solución, a
través de hacer más borrosa la distinción entre síntomas o conductas problemáticas y sus contrapartidas
en cada miembro.

12- Si la Pareja dice Haber Obedecido la Tarea o Prescripción, Entonces Exprese Sorpresa
y Prediga Amablemente que eso No puede Durar y Que Lo Encontrarán Difícil o incluso Fallar la
Próxima Vez

La maniobra envuelve las tres previas. Su explicación es la misma que para la prescripción de
dificultades en la obediencia de una prescripción de síntoma aparentemente trivial despojar al síntoma
de todo valor de “premio” o “castigo” en presencia del terapeuta.
Esta presentación puede ser más realzada si el terapeuta también premia a la pareja por haber
logrado algo que es difícil, obedecer una prescripción de síntoma, una expresión que reenmarca más al
síntoma como una conducta no-espontánea, al mismo tiempo que envuelve a la pareja en una

365
experiencia positiva de creación conjunta (en lugar del hecho de que lo que hayan creado sea idéntico a
lo que los trajo a la consulta)

13- Si A (y /o B) Expresan y /o Atribuyen al Otro Sentimientos que tienen Connotaciones


Negativas en Nuestra Cultura- O sea, una Connotación de que tener ese Sentimiento es Estar Loco
o Mal o Enfermo- Entonces Re- Rotule o Re- Enmarque ese Sentimiento en uno de Connotación
Positiva

Reenmarcar o rerotular consiste en cambiar el marco de referencia por el cual un suceso dado es
considerado o juzgado, o sea, cambiar el significado o juicio de valor del suceso (sin ningún cambio en el
suceso mismo).
La realidad depende de nuestras creencias. No hay una interpretación dada de ella que sea más
“correcta” que la otra. A lo sumo, hay algunas que son más consensuales que otras. Por lo tanto,
diferentes observadores pueden dar diferentes significados al mismo acto dado. Con la atribución del
significado viene conectado un juicio de valor; la adjudicación de un valor dado dentro de diferentes
“escalas”. Y esos valores, cuando están firmemente enganchados a los miembros de un sistema familiar,
los sujeta a roles fijos, a la vez que consolidan roles interaccionales de la familia.
El simple acto de re-rotular el “enojo” de alguien como ofensa, o la “depresión” de alguien como
tristeza; el síntoma de alguien como un acto de bondad y buena voluntad, ejerce un efecto dramático,
conjurante sobre el sistema.
Es importante señalar que re-rotular un problema o síntoma no significa minimizarlo. Pero, sobre
todo, minimizar simplemente un síntoma puede ser no sólo un inútil pensamiento sino incluso una
descalificación que puede poner en peligro la terapia.

14- Si A Habla “Loco” en el Medio de una Interacción entre Usted y B, Entonces Dígale a A
que No Interrumpa o Distraiga y Continúe su Interacción con B

Esta prescripción sobre “charla loca” es una ilustración del principio de que, si la conducta
sintomática es despojada de su poder interaccional, de su valor como mensaje, ha ocurrido una
contribución sustancial a su eliminación. A través de tratar con la conducta “loca” como si fuera mera
“inconducta”, el terapeuta de facto rerotula el síntoma con un rótulo no-patológico. Al mismo tiempo, él
/ella dará al otro miembro, no-sintomático, un modelo de cómo puede ser manejada la conducta
sintomática.

15- Si Usted Detecta un Mito Familiar, No lo Excluya, Manéjelo con Cuidado. A lo Sumo,
Desmitifíquelo Despaciosamente Mientras lo Sustenta con Palabras. Aún cuando los Mismos
Miembros de la Pareja Sugieran que Ellos Puedan no Reflejar la Realidad, Muéstrese Dudoso.

Una pareja puede ser descripta como un sistema gobernado por reglas, en el que la relación
entre los miembros es estructurada por, u organizada a través de, modelos de interacción típicos y
repetitivos. Las reglas que subyacen a esas redundancias pueden ser abstraídas como un principio
gobernante de la vida familiar,
Desde una perspectiva sistemática, la noción de regla reemplaza en gran medida a la noción de
rol, que tiene una connotación individual como también una definición a priori. Requiere que las
transacciones entre individuos sea usada como dato primario, en lugar de las características de cada
individuo dado.
Los mitos familiares son un caso especial de reglas familiares inflexibles. Ferreira ha definido un
mito familiar como “creencias bien-sistematizadas compartidas por todos los miembros de la familia,
sobre sus roles mutuos en la familia, y la naturaleza de sus relaciones”, aún cuando esas creencias
desafíen la evidencia existente. También señaló que, una vez desarrollado, el mito familiar tiende a
permanecer inquebrantable como una fuerza de ordenamiento en la relación, logrando en el nivel de la
pareja casi la misma función de las defensas que sirven a los individuos. Un cuestionamiento directo de la
validez de un mito puede amenazar seriamente la continuidad del tratamiento.
La prescripción núm. 15 enfatiza más la noción, propuesta en la núm. 11, de que el terapeuta
trabaje a lo largo del modelo básico del sistema en lugar de desafiar frontalmente las reglas que lo
perpetúan (este “trabajar a lo largo de” es lo que Minuchin llamó “operaciones asociadas”). A través de la
entrevista el terapeuta prueba diferentes reglas, e intenta delicadamente desafiarlas. Esto resultará
factible con aquellas reglas que no son cruciales para el mantenimiento de los mecanismos
homeostáticos; en tanto que la pareja puede reaccionar defensivamente cuando algunos principios

366
organizacionales-los mitos familiares logran tal función- sean cuestionados, No significa que no deban ser
tratados, sino que esas cuestiones deben ser trabajadas sin desafiarlas explícitamente; la función que el
mito lleva a cabo para el sistema debe ser descubierta, y convertida en innecesaria, dejándole a la pareja
quitarle el velo al mito, si ellos así lo eligiesen, o dejarlo perderse en el olvido, si ellos lo prefiriesen. El
objetivo es ayudar a la pareja a lograr “despegarse” de los modelos en lugar de convencerlos a cualquier
nivel intelectual, de que están equivocados.

16- Si Usted Ve que No Comprende que está Pasando con la Pareja, Entonces Deje de
Prestar Atención al Contenido, y Observe los Modelos Verbales, las Secuencias, Gestos y Poses,
y /u Observe sus Propias Emociones, Actitudes o Posturas.

Esta y las subsiguientes prescripciones son variaciones de la sentencia “Si a usted no le gusta lo
que le pasa, cambie su conducta”.
La prescripción núm. 16 se relaciona con el hecho de que una de las maneras en que el
terapeuta puede perder distancia y quedar enredado en un pequeño proceso grupal es a través de
dejarse llevar por una fascinación por el contenido. En ese caso, puede comenzarse de nuevo desviando
el foco de atención a otras fuentes de información igualmente ricas que pueden proveer más índices sin
defensas sobre los procesos interaccionales.
Una cuestión práctica que debe ser propuesta es: “Si usted encuentra que no comprende...”, por
cuánto tiempo?, esa pregunta no puede encontrarse con una respuesta en blanco. Una regla empírica es
que cuando un terapeuta nota que está enganchado en un activo diálogo interno en el que se dice a sí
mismo “No entiendo”, en ese momento está comenzando un movimiento hacia un diferenciarse del
sistema, lo que indica que el terapeuta ha sido previamente “succionado”; constituye buena oportunidad
para aplicar esta prescripción y /o las que siguen.

17- Si la Observación Actual del Proceso de Interacción de la Pareja no le da a Usted una


Comprensión Significativa, Entonces Desvíese a la Exploración de la Historia de la Pareja

Este artículo ha trabajado con observables más que con reconstrucciones. Esa elección radica en
la convicción de que si algún proceso o hecho en la historia de la pareja ha tenido alguna repercusión en
su relación presente, lo que cuenta no es el suceso original sino el actual, la representación isomórfica en
los modelos, estilos y reglas presentes. Pero, hay ocasiones en las que el terapeuta no logra desarrollar
una hipótesis viable sobre la base de esos observables. En tales circunstancias, el terapeuta puede
concentrarse en el desarrollo de las hipótesis que relacionan el conflicto presente con la historia de la
pareja y /o con la historia de la vida de los miembros previa al establecimiento de la díada. Esta
prescripción reflejando ese cambio de foco, toma el proceso histórico como una importante fuente de
información para el desarrollo de las estrategias terapéuticas. Su valor no está solamente en proveer los
índices hacia la reconstrucción de la evolución de las normas, acuerdos y mitos de la pareja. El re-
reconocimiento de anécdotas puede demostrar ser también un modo útil de trabajar a través de
incomprensiones demoradas. El proceso de recolección de información puede ser en sí mismo un rico
terreno para observar el proceso interaccional e incluso estilos específicos evocados por la discusión de
diferentes períodos en la historia de la pareja. Finalmente es crucial para estudiar cómo ha negociado la
pareja “pasajes” familiares previos y predecir el mal-manejo de futuras crisis previsibles.
El nuevo acto de compartir con la pareja la hipótesis de que el desarrollo del conflicto o síntoma
marital presente es parte de una crisis de transición en el ciclo de vida de la familia tiene a menudo un
poderoso efecto positivo, ya que ellos comienzan a ver su situación menos como un hecho arbitrario,
caprichoso o idiosincrático, y más como un problema explicable. Aún así, ese consuelo no es equivalente
al cambio.

18- Su Aún Entonces Usted se Halla Incapacitado de Detectar Regularidades Significativas


y /o de Producir cambio, Entonces Aumente el Número de Participantes en la Sesión (Introduzca
Hijos o Padres o Coterapeutas)

Esta prescripción deriva de dos observaciones: una que a veces la pareja puede no ser la unidad
de análisis crítica; puede que no incluya a todos los protagonistas del drama interpersonal; la segunda
observación tiene que ver con el hecho de que el mismo efecto del salto puede ser logrado por la
introducción de un coterapeuta, quien realinea drásticamente el campo coalicionario y libera al primer
terapeuta de entrampes interpersonales.

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Es necesario dominar la mayoría de las prescripciones de este repertorio para ser un terapeuta
completo. Pero eso no nos dice nada sobre: el tiempo, intervenciones combinadas, el estilo usado para
transmitirlas y otras variables sui generis que, a pesar de poder ser corregibles hasta la formalización en
el largo curso, constituye exactamente ahora lo que debe ser descrito como el arte de la terapia.

Resumen completo de las nociones teóricas claves que subyacen y proveen la homogeneidad
conceptual de las prescripciones:
 Los síntomas llevan a cabo funciones en los sistemas; la rerotulación y prescripción de síntomas
puede socavar drásticamente esas funciones y volverlas innecesarias.
 Las ambigüedades semánticas contribuyen a definir las reglas interaccionales sobre los roles y
sobre la realidad; cuando estas ambigüedades son clarificadas, los roles se reestructuran y la
realidad readaptada
 A través de la terapia, terapeutas y pacientes negocian y renegocian constantemente la
naturaleza de su relación; el proceso de formación de la coalición y reestructuración refleja ese
proceso y es una arena significativa para las intervenciones terapéuticas.
 Los roles, tales como víctima/ victimario, y paciente /no-paciente, son el resultado de reglas
familiares conjuntamente definidas y convenidas por todos los miembros; desafiar esas reglas
desafía esos roles
 El modo en que una secuencia de sucesos es puntuada y en que la realidad es organizada,
resulta de acuerdos (arbitrarios) de los participantes; el principio tiene consecuencias claras en la
planificación de intervenciones terapéuticas; en cambio en la puntuación se rompen los
estereotipos y puede alterar radicalmente las reglas interaccionales y los mitos familiares.

Considerando otro nivel de abstracción más general, este capítulo representa un mayor cambio
epistemológico en las ciencias de la conducta, un salto cualitativo que resulta de la incorporación del
punto de vista de los sistemas. Afecta a la unidad de análisis, al proceso que es observado, al tipo de
objetivos y al tipo de significados, e incluso a la lógica que se utiliza. Esta revolución epistemológica está
caracterizada por:
- Un corrimiento desde los individuos a los sistemas más amplios
- Un corrimiento desde el contenido al proceso
- Un corrimiento desde las interpretaciones a las intervenciones
- Un corrimiento desde las intervenciones a los efectos
- Un corrimiento desde los orígenes a los lazos presentes, autoperpetuantes
- Un corrimiento desde los roles a las reglas
- Un corrimiento desde los síntomas a las funciones
- Un corrimiento desde la causalidad lineal a la circularidad cibernética

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QUID PRO QUO MARITAL
Reglas familiares.

D. D. Jackson

Los matrimonios en nuestra sociedad son habitualmente descriptos en términos de sus diferencias
sexuales. La heterosexualidad no es la única característica del matrimonio.
A saber:
• Es una relación voluntaria
• Es una relación permanente (hasta que la muerte nos separe).
• El matrimonio en el mundo occidental es una relación exclusiva, con marcada excusión de
terceros y de relaciones externas.
• Es en general una relación orientada hacia objetivos con muchas tareas vitales mutuas para ser
desarrolladas sobre una base de largo plazo y marcadas por periodos de tiempo, cada uno con
problemas especiales.
Estas premisas no son necesariamente realizadas y los participantes no entran al matrimonio con
esto en mente.
Desde este modo es posible que uno pueda describir al matrimonio como un asunto puramente no
sexual, casi excluyendo todas las diferencias sexuales o al menos minimizando el rol causal
habitualmente asignado a estas diferencias.
La visión del rol sexual del matrimonio esta tan ampliamente aceptada que la posición recién
tomada parece imprudente. El concepto de reglas fliares representa una de esas herramientas, la
observación de interacción es fliares hace obvias ciertas redundancias típicas y repetitivos patrones de
intervención, que caracterizan a la flia como una entidad súper individual. Una de las reglas más
sencillas se propone en este trabajo: QUID PRO QUO MARITAL, una alternativa a la teoría de la
diferencia individual en el matrimonio.
Los esfuerzos y éxitos del matrimonio no necesitan ser atribuidos a diferencias personales,
sexuales o aun individuales, pero podría concebirse como esperable y verdaderas de cualquier relación
hipotética que también sea voluntaria, permanente, exclusiva y orientada hacia una tarea.
La definición en la que se concuerda QUID PRO QUO es dar algo por algo, es una expresión de
naturaleza legal de un pacto o contrato, o negación, en que cada parte debe recibir algo por lo que da y
la cual consiguientemente define los derechos y deberes de los participantes en la negación.
El matrimonio también puede ser asociado a una negociación que define los diferentes deberes y
derechos de los esposos. Quid pro quo, entonces es una metáfora descriptiva para una relación basada
en las diferencias y es expresión de las redundancias que se observan en la interacción marital. Uno de
los más comunes QUID PRO QUO observados en flias suburbanas blancas de clase media. El marido
se ocupa de los asuntos de manera lógica e intelectual y es considerada practica y realista. Su mujer
sensitiva, afectiva, sensible.
Este tipo de Quid Pro Quo es extremadamente sutil para el tipo de vida que esta pareja tendrá
que llevar. Desde que el intercambio implica una clara división de trabajo que define a la contribución
hecha por cada uno llevada al extremo, este quid pro quo que puede resultar en rigidez y mal
entendidos, aunque probablemente no sea tan proclive a patología como otros tipos de relaciones.
De este modo, a pesar de que este quid pro quo es un arreglo común y culturalmente conveniente,
no es intrínseco a los roles sexuales en el matrimonio. Mas bien lo contrario. La relación fliar continua,
aparentemente, recorta la negociación marital a su particular situación.
Otro tipo de quid pro quo es la relación en limites de tiempo, esta es aquella en la cual, el acuerdo
marital es seriado. El esposo puede sugerir a su esposa ir al cine, ella le dice si, entonces ella tiene el
derecho de decir: podemos tomar algo luego.
La flexibilidad de este sistema del tiempo es probablemente otra palabra para confianza en la
relación y este debe ser el más trabajable de los quid pro quo.
La confianza es obviamente un concepto fundamental, es la creencia de que el otro hará por uno
lo que uno ha hecho por él y desde que no sabe cuando ocurrirá, la confianza parece no estar limitada en
el tiempo.
No hay relaciones maritales que sean equilibradas o empobrecidas para uno de los esposos.
Es importante establecer que el concepto de reglas fliares es gral y el quid pro quo es particular, es
solo una metáfora descriptiva impuesta por el observador basada en las redundancias que observa en la
interacción.

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