CAPÍTULO 11: PERSONA, SEXUALIDAD Y FAMILIA
despierta únicamente en los períodos de fecundidad.
El ser humano comparte una serie de funciones específicas de los vivientes inferiores a
él: nutrición, crecimiento, reproducción, conocer y apetecer a nivel sensible; todas
llevadas a «modo humano», según la naturaleza humana, gobernada por la inteligencia
y voluntad. Gracias a ello se configura la «cultura humana». Por ejemplo, la nutrición,
que garantiza la supervivencia del individuo, se vuelve «gastronomía», se vuelve «arte»;
de manera análoga, la función reproductiva es más que un mero instinto que garantiza
la supervivencia de la especie, pues ésta se vuelve «erótica». Si no fuese así, no habría
diferencia substancial entre la reproducción humana y la meramente animal.
LA PERSONA SEXUADA: La sexualidad es inseparable de la persona humana. En
abstracto cabe hacer una consideración de la persona prescindiendo de la sexualidad,
sin considerarla ni hombre ni mujer. Esta consideración permite ir a aquellas cosas
esenciales sobre la persona humana respecto a su fin último y jerarquización de
potencias. Pero como «espíritu humano» está orientado a informar el cuerpo (anima
forma corporis, el alma es forma del cuerpo) y éste es siempre necesariamente hombre
o mujer: la sexualidad no es un simple atributo, sino un modo de ser de la persona
humana (en abstracto, la persona humana tiene la potencia reproductiva; en concreto,
esa potencia está actualizada en un modo de ser particular: hombre y mujer). De esta
forma, la masculinidad y la feminidad caracterizan todos los componentes de la unidad
personal de cuerpo-alma que llamamos hombre o mujer. En ese sentido, la sexualidad
abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma,
sin reducirse a la genitalidad meramente biológica (en el ser humano todas las
dimensiones y funciones orgánicas están incorporadas a la racionalidad). Así, no hay
nada en el hombre que sea infrahumano; por ejemplo, la realización de la necesidad
nutritiva no es algo infrahumano, pero el hombre se nutre «a modo humano», y por
tanto, de modo racional y libre; algo similar sucede en la sexualidad que se expresa «a
modo humano»: No se puede ver en la conducta sexual humana tan sólo el resultado de
unos estímulos fisiológicos y biológicos, ya que aquí también hay distinción, puesto que
1 Doctrina que sincretiza ciertas corrientes filosófico-religiosas, que llegaron a mimetizarse con el cristianismo, en los tres
primeros siglos después de Cristo. El gnosticismo es dualista en el sentido de que considera dos componentes en el humano
(debido a su influencia platónica): la materia y el espíritu. Se le dice monismo en el sentido espiritualista debido a esta tajante
escisión entre materia y espíritu: el mal y la perdición estaban ligados a la materia, mientras que lo divino y la salvación
pertenecían a lo espiritual. El gnosticismo prefigura el futuro maniqueísmo.
2 El maniqueísmo es un dualismo de principios opuestos: el bien y el mal. Consideraban que el espíritu del hombre es de Dios
pero el cuerpo es del demonio. En ese sentido, se habla de que es un monismo del tipo espiritualista: el espíritu (o luz) se
encuentra cautivo por causa de la materia corporal; por tanto, creen que es necesario practicar un estricto ascetismo para
iniciar un proceso de liberación de la luz atrapada. “Los elegidos” practicaban el celibato y eran vegetarianos; “los oyentes”
podían casarse (aunque se les desaconsejaba tener hijos) y practicaban ayuno semanal. Éstos esperaban reencarnarse en
“elegidos” después de su muerte.
3 El error fundamental del jansenismo consiste en no tomar en cuenta el orden sobrenatural. La visión de Dios es el fin
necesario de la naturaleza humana; por lo tanto se sigue que todos los dones originales designados en teología como
sobrenaturales o preternaturales, incluyendo la exención de concupiscencia, resultaban simplemente debidos al hombre.
Como resultado del pecado de Adán, nuestra naturaleza, despojada de elementos esenciales a su integridad, es radicalmente
corrupta y depravada. Dominado por la concupiscencia, que en cada uno de nosotros constituye propiamente el pecado
en el caso del hombre, a diferencia del animal, la sexualidad no es automática, ni se
Una visión no unitaria (una sola substancia individual que posee una naturaleza
compuesta de dos co-principios, alma y cuerpo, animal racional), nos lleva a diferentes
formas de entender la sexualidad humana, veamos dos:
DESDE EL DUALISMO (PLATÓNICO O CARTESIANO): Desde una concepción
antropológica dualista, según la cual la unidad entre el alma y el cuerpo es
entendida en términos de causalidad instrumental: la persona sería el
espíritu, y el cuerpo sería el instrumento del que aquél se serviría para obrar.
Es lo que sucede en el hedonismo y en utilitarismo, en donde el cuerpo no es
reconocido en su dimensión personal (carece de dignidad). De tal manera es
reducido a su materialidad por lo que pasa a ser considerado como objeto de
placer o de explotación y utilidad. Al afirmar que «yo soy dueño de mi cuerpo y
hago lo que quiero con él» da la impresión de esconderse un latente dualismo
antropológico.
DESDE EL MONISMO (MATERIALISTA Y ESPIRITUALISTA): Un monismo
«pesimista» se expresa en el gnosticismo1, maniqueísmo2, jansenismo3,
catarismo4, puritanismo5, etc.6. Estas posturas, ligadas a un pensamiento
religioso fuertemente «espiritualista» de raíz neoplatónica, consideran el
cuerpo de manera negativa, como fuente de pasiones que esclavizan a la
persona. En la modernidad, por reacción a esta postura «pesimista», se tiende
a exaltar el placer corpóreo como un bien humano que no requiere ser
«reprimido», porque es «naturalmente» bueno. Ésta concepción hunde sus
raíces en el psicoanálisis de Freud y es en realidad la postura «naturalista» tan
difundida en nuestros días. A pesar de encontrarse en las antípodas, ambas
posturas responden a la misma concepción monista de la persona; en el
primero despreciando todo lo sexual y lo corpóreo en favor de un
espiritualismo desencarnado, mientras que en el segundo caso se olvida la
original, la voluntad es impotente para resistir; se ha tornado puramente pasiva. No puede escapar a la atracción del mal
excepto si es ayudada por un movimiento de gracia superior a, y triunfante sobre, la fuerza de la concupiscencia. Sólo la
intervención de la iniciativa divina puede salvarnos (gracia divina), sosteniendo que Dios predestina a los hombres a salvarse
o condenarse. Nótese que es una visión del monismo espiritualista, donde no podemos resistir la concupiscencia y que el
impulso de la concupiscencia es debido a la caída original (un mal).
4 Movimiento de carácter gnóstico iniciado en el siglo X y arraigado en el siglo XII. Con influencias del maniqueísmo, afirmaba
una dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaba la salvación mediante el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material,
percibido por los cátaros como obra demoníaca. Para los cátaros, los hombres son una realidad transitoria, una “vestidura” de
la simiente angélica. Afirmaban que el pecado se produjo en el cielo y que se ha perpetuado en la carne.
5 Facción radical del protestantismo que tuvo su origen en el periodo reformista inglés. En su sentido original significó “aquellos
que luchan por lograr un culto purificado de toda contaminación de papismo”, sin embargo, una definición más expandida
dice: “Las numerosas y variadas sectas y personas que caen dentro de esta definición, fueron usualmente caracterizadas por
una aversión por el regocijo y por un amor apasionado por la libertad cívica”. Esta aversión al regocijo desembocaría, además
de otras causas, a un tipo de moral sexual.
6 Éstas corrientes, en menor o mayor grado, consideran el placer como malo o como “permitido”; descartando la posibilidad
del placer (sexual) como naturalmente bueno.
 dimensión espiritual (y racional) de la persona, afirmando exclusivamente lo
biológico (lo sexual sería «natural» en el sentido de que, a partir del apetito
sexual, este impulso natural no debe ser reprimido ni «controlado» por la
razón). Desde este último punto de vista, la sexualidad humana no se
diferenciaría esencialmente con la sexualidad animal (excepto con la llamada
«mentalidad anticonceptiva» y la «ideología de género»).
SER VARÓN Y SER MUJER: Dentro del planteamiento antropológico unitario (no dualista)
se ha de afirmar que la condición de varón o mujer pertenece tanto al ámbito de la
biología como del espíritu, de la cultura y de la vida social. «La sexualidad afecta a toda
la amplia variedad de estratos o dimensiones que constituye la persona humana. La
persona humana es hombre o mujer, y lleva inscrita esta condición en todo su ser» 7. El
sexo, por tanto, está inscrito en la persona humana, según diversos niveles ascendentes
que vamos a señalar a continuación:
a) En primer lugar, el sexo radica en una determinada configuración
cromosómica, y por tanto genética; en este nivel se encuentra la explicación
del origen biológico de la diferenciación sexual. En efecto, la formación del
organismo masculino o femenino depende de las hormonas sexuales que a su
vez dependen de los genes x e y. Por eso, en condiciones normales, el
organismo humano se plasmará anatómica, morfológica y fisiológicamente de
una manera distinta en el hombre y en la mujer, y de manera complementaria
entre ellos según la configuración genética.
b) En segundo lugar, el sexo es una diferenciación de los órganos corporales
orientados a la reproducción sexual: la genitalidad. A veces, se suele reducir la
sexualidad humana a la genitalidad (de forma negativa: la sexualidad sería sólo
genitalidad; de forma optimista, la sexualidad sólo sería meramente
reproductiva8).
c) En tercer lugar, la diferenciación corporal no afecta sólo a los órganos sexuales
sino a una distinta morfología anatómica. Así, la mujer tiene la pelvis más
ancha, una distinta proporción entre tronco-extremidades; menor estatura; el
aparato esquelético y muscular es más pequeño, el tejido adiposo más
abundante, el aparato fonador más delicado, etc. Por otro lado, el desarrollo de
la mujer sigue un ritmo distinto al del hombre, puesto que alcanza la pubertad
unos dos años antes que el hombre.
d) En cuarto lugar, estos rasgos se completan con unos diferentes rasgos
psicológicos, afectivos y cognitivos, propios de cada sexo. La sexualidad
7 RUIZ RETEGUI, A., «La sexualidad humana», en Deontología biológica, p. 265.
8 Esencialmente esto es así, pero en sentido de «fin» y «término» de la sexualidad humana. Es decir, hacia dónde apunta y a
hacia dónde está ordenada. Esto debe verse en los fines de la sexualidad y la familia.
9 Siendo rigurosos sobre este tema, no sólo no se oponen sino que es imposible su oposición. La persona humana requiere del
cuerpo para «ser» persona humana (es un ser corpóreo, una substancia compuesta de alma y cuerpo). Para poder «abstraer»
humana, a diferencia de la animal, modula también la psicología y la vida
intelectual. Las diferencias al nivel psíquico son más de intensidad y tonalidad
que de presencia o ausencia de características propias. La mujer generalmente
es más sensible que el hombre: se da cuenta con más facilidad de los pequeños
detalles. Tiende a ser más afectiva y emotiva: llora y ríe con más facilidad, se
conmueve más ante estímulos casi imperceptibles para el hombre. Su
sensibilidad y emotividad influyen en la inteligencia que se desarrolla de
manera distinta que la del hombre. La inteligencia femenina es más intuitiva,
mientras que la masculina es más discursiva. Sobre esa base la educación y el
ambiente pueden modificar esos rasgos distintivos, pero permanecen como un
tono general de vivir la propia vida de modo masculino o femenino.
IDEOLOGÍA DE GÉNERO: Desde la segunda mitad del siglo XX se ha ido desarrollando
esta ideología. Se trata de una propuesta teórica (con grandes repercusiones prácticas)
según la cual la sexualidad es sólo una realidad biológica inicial sobre la cual el hombre
o mujer «construye» libremente su «identidad sexual» o «género» que puede no
coincidir con la dotación biológica natural. El término «sexo» hace referencia a la
naturaleza humana y supone dos posibilidades –varón y mujer-, y el término «género »,
que proviene del campo lingüístico, implica las variaciones de masculino, femenino y
neutro. Según esta ideología, las diferencias entre varón y mujer no derivarían de una
naturaleza dada en el principio, sino que serían más bien construcciones culturales,
hechas por la sociedad a lo largo del tiempo. Es decir, corresponderían a roles
socialmente construidos.
RAÍZ FILOSÓFICA: La inspiración filosófica de esta teoría se encuentra en
autores marxistas como H. Marcuse (1898-1979) y Simone de Beauvoir (1908-
1986). Esta última acuñó el famoso aforismo: «No naces mujer, te hacen
mujer», completado más tarde por la idea paralela «no se nace varón, te hacen
varón». De esta manera se concibe la maternidad no como una inclinación
biológico natural, sino una imposición cultural y social que obstaculiza la
configuración de una sociedad igualitaria y libre de discriminaciones. En el
fondo de esta ideología se encuentra una oposición dialéctica entre naturaleza
y libertad: lo natural (identificado aquí con lo meramente biológico) implica una
determinación de la que es preciso desprenderse para que la libertad sea real.
OBJECIÓN: La principal objeción que se puede hacer a este planteamiento es
que la libertad humana no se opone a lo natural o dado nativamente 9. La
he utilizado «mi cuerpo» (a menos que admitamos una serie de ideas innatas junto con Platón); por tanto, para realizar el
juicio «libre» (racional) sobre que el cuerpo se opone a la libertad, he utilizado el cuerpo para poder abstraer las esencias
necesarias para realizar dicho juicio. Es decir, para ser libre como persona humana requiero mi cuerpo; por tanto, no es posible
su oposición, es contradictoria. Lo que sí puede decirse es que son dos realidades distintas, pero no opuestas.
 persona humana nace con un sexo biológicamente diferenciado; pero para
configurar la identidad personal como varón o mujer es preciso la interacción
social y cultural. La persona humana no se reduce a lo biológicamente dado,
pero su identidad personal no puede construirse al margen o en oposición a
lo biológico. En la persona humana, el sexo y el género, es decir, el fundamento
biológico y su expresión cultural, no son idénticos, pero tampoco son del todo
independientes. Varón y mujer tienen la misma naturaleza humana, pero la
tienen y la realizan de modos distintos y complementarios. El varón tiende por
ello a la mujer de modo constitutivo, y la mujer tiende igualmente al varón. Es
un hecho biológico que sólo la mujer puede ser madre y sólo el varón puede ser
padre.
FIN DE LA NATURALEZA SEXUADA DE LA PERSONA HUMANA: Las diferencias de la
sexualidad humana están encaminadas a la maternidad y a la paternidad: la
diferenciación entre varón y mujer se comprende únicamente en relación al bien
familiar. En efecto, las diferencias corporales, psicológicas y afectivas se corresponden
con el diferente papel que cada uno desempeña en el conjunto de tareas que lleva
consigo tener hijos y criarlos. La diferenciación sexual posee una finalidad familiar (es
decir, procreativa), y por tanto social y cultural. Estas diferencias y complementariedad
están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. Esto no
añade nada a la dignidad, derechos y deberes de ambos (ambos son dignos por su
condición de «persona», substancia individual de naturaleza racional).
10 Dichas prácticas correspondían a un momento histórico-cultural. Esto quiere decir que hay que analizar el papel de la mujer
en el transcurso de la historia según el momento histórico determinado pues, de no hacerlo así, no podrá valorarse con
objetividad el desarrollo de los derechos tanto de las mujeres como de los hombres. Un ejemplo de «juzgar» la actuación de
la mujer con una mentalidad «moderna» podría ser el referido a las «leyendas negras» que pululan alrededor de lo que fue la
Cristiandad (la edad media) y el rol de la mujer. El adjetivo de « ¡oscurantista!, ¡misógina y retrógrada!, ¡autoritaria!» se suele
utilizar para calificar ese momento histórico. Como respuesta, cito una parte de un artículo muy bien fundamentado: «La
situación legal de la mujer antes de la venida de Cristo y específicamente bajo el Imperio Romano, no era de lo mejor:
considerada como una res, es decir como una cosa salvo que fuese liberta o “ingenua” (es decir, nacida en libertad), carecía
de existencia jurídica al igual que un esclavo y si bien vivía en el ámbito familiar, el poder del mismo sólo residía en el pater
familias, es decir, el padre, quien oficiaba como único propietario y sumo sacerdote de la morada. Era el padre y no la madre
o las hijas quien poseía el derecho de vida y de muerte sobre los hijos; determinaba los matrimonios de sus hijas y hasta tenía
el ius gladii (derecho de la espada) sobre las hijas mujeres que cometieran adulterio, pudiendo matarlas en caso de ser
encontradas culpables, como señala el famoso jurista Robert Villers: «En Roma, la mujer, sin exageración ni paradoja, no era
sujeto de derecho… Su condición personal, la relación de la mujer con sus padres o con su marido son competencia de la
domus, de la que el padre, el suegro o el marido son jefes todopoderosos…la mujer es únicamente un objeto». Fustel de
Coulanges, el gran amante del mundo clásico, llega a afirmar no sin asombro que «la mujer (…) soltera, asistía a los actos
religiosos de su padre; casada a los de su marido», por lo que agrega, «aquí es cuando las leyes antiguas, a primera vista,
parecen extrañas e injustas. Se experimenta alguna sorpresa cuando se ve en el derecho romano que la hija no hereda del
padre si se casa, y en el derecho griego que no hereda en ningún caso». Cfr. Olivera, J., «Feminismo medieval, cinturón de
castidad y derecho de pernada» disponible en: http://quenotelacuenten.com/2015/10/07/feminismo-medieval-cinturon-de-
castidad-y-derecho-de-pernada-1-3/#more-2293
11 Por ejemplo, la moda andrógina: mezclar las prendas femeninas y masculinas hasta difuminar su frontera. Esta moda empezó
con la mujer, pasando en la actualidad a los hombres. Algunos casos en el ámbito artístico podría verse en David Bowie o Mick
Jagger.
FEMINISMO: En algunos momentos del pasado histórico la práctica de la
dignidad de persona humana a la hora de participar en la vida social y cultural
ha sido «injusta»10 para con el sexo femenino. De aquí arranca el movimiento
feminista que nació para erradicar toda forma de discriminación de la mujer en
los distintos niveles de la sociedad y de la organización de las instituciones. Sin
embargo, no pocas veces se ha entendido el feminismo como una
reivindicación de igualdad frente al varón, no sólo en cuanto a la igualdad de
dignidad y derechos, sino también en todo aquello que se refiere a la función
social y familiar de la mujer. Se propone entonces un «igualitarismo » que
tiende a obviar las profundas diferencias que separan a los dos sexos. Un
feminismo así entendido tiene como ideal «ser como el hombre»; y esto se
manifiesta de muy diversas maneras: desde la moda 11 hasta la «co-educación»
(o educación mixta). «La igualdad les pertenece en lo que tienen de personas -
derechos y deberes, condición económica, jurídica, posibilidades sociales, etc.-
, aunque su realidad sea enormemente distinta, y el igualitarismo respecto a
ella es una violencia y por tanto una injusticia». Hoy en día se reconoce desde
algunas posturas feministas que el ideal de la mujer es llevar los rasgos
femeninos a su plenitud en ella misma y en la sociedad, incrementando así la
armonía con el varón y con los rasgos masculinos que parecen haber
conformado la cultura de modo predominante. Se trata de respetar la diferencia
de unos y otros, buscando la complementariedad y no la oposición entre ellos12.
LOS FINES DE LA SEXUALIDAD: AMOR, MORAL SEXUAL Y FAMILIA: Hemos dicho que la
finalidad de la sexualidad humana (la persona sexuada) apunta hacia la procreación (a la
12 Como botón de muestra de esta justa valoración de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad, ya Chesterton decía a
principios del siglo XX: «Henry Ford opina que la mujer no debe dedicarse a los negocios, porque la gente de negocios debe
tomar decisiones. Yo diría más bien que las madres tienen que tomar muchas decisiones. Una buena parte de una gran
empresa marcha por rutina, y toda la parte técnica de la empresa del señor Ford marcha literalmente sobre ruedas engrasadas.
Tal sistema se jacta, por encima de cualquier otro alarde, de que sus productos se hacen con rapidez porque la cadena de
montar es regular y rígida, con una eficacia de noventa y nueve sobre cien, según lo previsto. Pero un niño pequeño casi nunca
sale según lo previsto. Solo la suma de problemas que plantea veinticuatro horas equivale a la explosión y vuelo por los aires
de un Ford. Además, el niño es individual y no puede ser recompuesto con piezas de recambio ni de otro niño. Por eso, en su
casa, la mujer está verdaderamente obligada a tomar decisiones, y no hay duda de que lo hace maravillosamente.» Ayllón,
J.R., «Ciudadano Chesterton. Una antropología escandalosa.» (Antología de textos), 2da edición, Palabra: Madrid, 2003, pp.73.
Sobre el mismo punto, sobre el papel de la paternidad/maternidad en las organizaciones, Nuria Chinchilla (profesora del IESE
Business School) dice: «La confusión sobre la paternidad es hoy muy grande, porque existe una corriente en la cultura
contemporánea que considera a los hijos como una carga económica que, además, limita significativamente el campo de
desarrollo del ego en lugar de subrayar el enorme desarrollo personal y profesional que supone la paternidad. Una buena
amiga noruega, gran política y excelente profesional, madre de cuatro hijos, se apartó del mercado laboral durante seis años
tras decidir con su marido que en esa etapa de su vida lo prioritario era cuidar de sus hijos. Cuando quiso reincorporarse a la
profesión, experimentó el prejuicio de los entrevistadores ante el escaso valor que estos otorgaban al ejercicio de la
maternidad. Comparaban su currículum vitae con el de otros candidatos más jóvenes con un comentario del tipo: «lleva usted
seis años de retraso con respecto a…». En la siguiente entrevista, ella ya había reflexionado sobre esto, y argumentó: «Yo no
quiero compararme con nadie, pero si ustedes lo quieren así, el chico que opta al mismo puesto que yo va a salir perdiendo…»
y continuó: «Este joven aún no ha demostrado su capacidad de comprometerse con nadie, yo ya lo hice con un marido y con
cuatro hijos para toda la vida; además durante seis años de trabajo en mi casa he desarrollado numerosas habilidades
necesarias para el día a día en cualquier empresa: la paciencia, la fortaleza levantándome por la noche con los bebés o
enfermedades de los niños; la empatía entendiendo al bebé cuando dice “güe”, la planificación de compras, intendencia,
higiene; la negociación con mi marido, mi madre, mi suegra, etc.; la capacidad de delegar en los niños en cuanto pueden asumir
pequeños encargos y en la empleada de hogar que nos ayuda; el coaching y liderazgo con todos ellos para desarrollar sus
fecundidad y a la familia). Esto nos parece más que evidente desde cualquier punto de
vista objetivo pues, independientemente de cualquier otra finalidad de la sexualidad
humana, la finalidad procreativa sería la principal razón por la cual la persona humana
es sexuada. De esa finalidad y sus implicancias éticas y sociales nos encargaremos en el
siguiente punto. Por ahora nos enfocaremos en una finalidad secundaria (en sentido que
está ordenada a la primaria procreativa): el amor.
 SEXUALIDAD Y AMOR: Brevemente podemos decir que la sexualidad está
orientada a expresar y realizar la vocación del ser humano al amor: «En cuanto
modalidad de relacionarse y abrirse a los otros, la sexualidad tiene como fin
intrínseco el amor»13.
Ya habíamos definido el amor, desde una perspectiva clásica, como «querer el
bien del otro», siendo este un «amor de persona», es decir, desinteresado y
buscado en sí mismo. Hemos dicho también que el amor se experimenta a
través del amor de benevolencia (querer el bien del otro) y amor de
concupiscencia (buscar la propia plenitud), estando ordenado el segundo al
primero para que sea un amor verdadero.
Pues bien, si amar es «querer el bien del otro», ¿qué mayor bien hay que
nosotros mismos? (poseemos bienes, como dinero o cosas; pero el mayor bien,
el único e irrepetible, es nosotros mismos14). Esto se ve claramente en la
manifestación «donación». La persona puede amar porque puede «donarse a sí
misma», empezando por su «intimidad»: corpórea (pudor) y «mundo interior»
(ideas, sentimientos, anhelos, quereres). Ya habíamos visto que una persona sin
intimidad no podrá amar (le costará más). Dice Juan pablo II sobre esta realidad:
«La capacidad de expresar el amor: ese amor precisamente en el que el hombre-
persona se convierte en don y —mediante este don— realiza el sentido mismo
de su ser y existir»15.
El carácter relacional de la persona humana tiene su máxima expresión en la
sexualidad entendida como «don de sí al otro». En la donación sexual se expresa
la donación de todo el ser, puesto que el cuerpo no es algo que se posee como
una cosa, sino algo que me constituye como persona. Con el lenguaje de la
sexualidad estamos manifestando la donación y entrega plena al ser amado (no
sólo se dona el cuerpo, sino la intimidad, la voluntad de unión y de posesión, la
voluntad de entrega). En ese sentido, la sexualidad es algo de por sí valioso por
habilidades desde pequeños; el trabajo en equipo, etc.». Esta mujer es hoy profesora de la universidad de Oslo y asesora de
la Comisión de Defensa y Energía de la UE.» Chinchilla, N., «Dueños de nuestro destino», Ariel: Barcelona, 2007, pp. 172-173.
Esto puede resumirse en la siguiente frase de Madeleine Albright: «De todo lo que me ha enseñado la maternidad, lo más útil
para mi carrera diplomática ha sido… ¡conseguir que todos quieran jugar juntos!».
13 CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA, Sexualidad humana: verdad y significado, 8.XII.1995, n. 3.
14 Lo que nos lleva a la conclusión de que si una persona no se posee a sí misma –a través de virtudes morales (libertad moral)-
no puede verdaderamente amar a nadie.
el hecho de pertenecer a la intimidad de lo humano y no sólo por cumplir una
función reproductora.
Ahora bien, hemos visto también que el amor expresa una cierta
«exclusividad», que se desprende de la experiencia de «poseer el bien amado»
(amor de concupiscencia u amor de posesión) perfectamente natural. Así pues,
«la única manera de amar con amor exclusivo a alguien es no amar a nadie más
con ese amor exclusivo. Entregarse del todo significa entregarse una sola vez, a
una sola persona, y guardar todo para ella (...). Cuando el amor es verdadero,
es incondicionado, no admite cláusulas de temporalidad, restricciones ni
reservas. Sólo el amor exclusivo y perpetuo es un amor total, y sólo el amor total
llena de verdad a la persona»16. Puede verse, en ese sentido, que el amor sexual
es un amor conyugal, que funda una institución: el matrimonio y la familia. Dice
Chesterton: «el sexo es un instinto que produce una institución (...). Esa
institución es la familia: un pequeño estado o comunidad que, una vez iniciada,
tiene cientos de aspectos que no son de ninguna manera sexuales»17. De esto
puede desprenderse, de manera indirecta, que el matrimonio es exclusivo y
perpetuo. Esta argumentación, sin embargo, debe ser asistida desde un punto
de vista esencial, desde la ética (pues la «donación» debe responder a un
criterio en la «naturaleza», no es simple arbitrariedad de «donar un poco más»).
 SEXUALIDAD Y FECUNDIDAD: ÉTICA SEXUAL: Como mencionamos con
anterioridad, la sexualidad humana existe primariamente (como fin primario)
para la procreación. Esto se debe a que la naturaleza misma de la facultad
sexual (específicamente la finalidad de cada facultad) apunta o está inclinada
naturalmente a dicho fin (esto puede verse incluso en el apetito sexual,
manifestado en forma sensitiva).
Ahora bien, ¿qué criterios objetivos existen para determinar el uso de la
facultad sexual? ¿Es posible hablar de una moral sexual o depende de la vida
privada de cada persona? Ese tema corresponde a un análisis ético, cuya base
está en la naturaleza humana.
MORAL EN GENERAL: Si bien el análisis moral del actuar libre humano
corresponde a un curso de ética general, podemos aventurarnos a dar
15 JUAN PABLO II, Alocución 16.I.1980, n. 1.
16
Yepez Stork, R., & Aranguren Echevarría, J. (2003). Fundamentos de Antropología. Un ideal de la excelencia humana (6ta ed.).
Pamplona, España: EUNSA, pp. 207.
17 CHESTERTON, G.K., El amor o la fuerza del sino, 2.ª edición, Madrid 1994, p. 283.
 algunos criterios generales que sirvan de base para ofrecer unas bases
para afrontar la realidad sexual.
El bien y el mal, al menos en el común sentir de los hombres (el
«sentido común»), pueden verse reflejados en aquello que «nos hace
bien», es decir, «aquello que nos conviene para nuestro crecimiento y
perfección»; y aquello que «nos hace mal», es decir, «aquello que no
nos conviene para nuestro crecimiento y perfección». Esto es visible a
cualquier nivel de nuestra vida: así, para permanecer con vida tenemos
una facultad llamada nutrición, la cual requiere cierto tipo de «bienes»,
que corresponden a dicha facultad para poder permanecer en la vida.
Cabe decir que esos bienes son variados y que no existe una «lista» de
aquellos «bienes» que nos corresponden (aunque dicha lista pueda
resultar útil, como por ejemplo, para realizar una dieta). Lo que sí es
universal es lo siguiente: mientras la facultad llegue a la «consecución
de su fin», aquello con lo cual se ha conseguido dicho fin es
considerado un «bien», algo «bueno» para la persona humana.
Teniendo esto en cuenta, podemos dar al menos un argumento que
nos servirá de criterio para fundamentar la moral de las acciones
humanas.
EL ARGUMENTO DE LA FACULTAD PERVERTIDA : El argumento de la facultad 18
pervertida nos puede dar un criterio objetivo de actuación moral, y que es
aplicable para cualquier facultad humana. El argumento, dicho de manera
«formal», puede exponerse como sigue:
«Donde una facultad F es natural a un agente racional A y por naturaleza existe
para la consecución de un fin E (y existe en A precisamente par que A pueda
perseguir E), entonces, es metafísicamente imposible que sea bueno para A
utilizar (actualizar) su facultad (potencia) F de una manera contraria a E».
Es prudente dar algunas aclaraciones sobre este argumento:
 Este argumento es sólo válido para un agente racional. Esto se debe a que
la moralidad tiene que ver con agentes racionales y el uso con respecto a
la propia naturaleza del agente racional. Por ello, este argumento no
quiere decir que no pueda usarse una planta, animal u objeto de forma
contraria a la naturaleza de esa planta, animal u objeto; es sólo si es usado
contra la naturaleza del agente racional.
 El argumento tampoco dice que la facultad F no pueda tener más de una
finalidad E, y tampoco indica que se deba de utilizar F de todas maneras.
18 Cfr. Feser, E. «In defense of the perverted faculty argument», in Neo-Scholastic Essays, Ignatius Press: 2015
Esto se debe a que “diferente de E” u “otro además de E” no incluye
“contrario a E”.
 El argumento tampoco incluye que debemos siquiera usar de F. De hecho,
como F, que es una parte de A, existe sólo para el bien del agente A como
un todo. Esto es incluso perfectamente consistente con la premisa de que
se puede destruir F (u bloquear de forma temporal), si al hacerlo resulta
que se preserva A (como cuando uno tiene un órgano canceroso que debe
ser removido quirúrgicamente). Esto se debe al principio de totalidad que
se fundamenta en la misma base que el argumento de la facultad
pervertida: la naturaleza humana (el ser es antes que el obrar; el ser vivo
es antes que la facultad, debe de priorizarse la vida sobre el
funcionamiento de alguna facultad en especial, etc.).
 Esta tesis no incluye que A deba conscientemente intentar llegar a E cada
vez que se utilice la facultad F (por ejemplo, si tiene más de un fin una
facultad), e incluso cuando se utilice la facultad de forma casi inconsciente
o mecánicamente (o con miras a un objetivo diferente, aunque no
contrario a E).
Teniendo esto en cuenta, veamos algunas aplicaciones prácticas de dicho
argumento:
En lo que se refiere a la facultad nutritiva (que incluye todo el sistema digestivo,
desde la boca hasta el ano, pasando por el esófago, estómago, etc.), ella existe
en nosotros para la consecución de un fin principal: la nutrición, es decir,
conseguir permanecer en la vida (permanecer en el ser, seguir siendo
«vivientes»). Esta facultad, con todos los órganos que la posibilitan, existen
precisamente para que el agente racional (nosotros) podamos conseguir
permanecer en la vida. De esta forma, es imposible que sea bueno para
nosotros utilizar dicha facultad nutritiva de una manera contraria a la nutrición.
Un ejemplo de dicho uso contrario a la moral puede ser la bulimia (trastorno
psicológico con consecuencias morales en el cual, básicamente, la persona
realiza el acto nutritivo pero evitando la nutrición debido al vómito o diarrea
auto inducida). Dicho trastorno, además de las implicaciones morales, se hace
más evidente que otros debido a las repercusiones orgánicas de dicha actividad
(enfermedades corporales).
Otro ejemplo análogo es el de la facultad sensible visual (que incluye los órganos
ojos, nervio óptico, cerebro, etc.). Dicha facultad tiene como finalidad principal
el «ver», conocer sensiblemente. Utilizar dicha faculta de manera contraria a su
finalidad sería considerado inmoral. Por ejemplo, utilizar la vista para nutrirse
 o, mejor dicho, emborracharse, como suelen hacer jóvenes en EE.UU. y
España19. Este tipo de comportamientos, nuevamente, tienen graves
consecuencias morales y fisiológicas adversas. Nótese que en ambos casos, el
placer derivado del uso de la facultad es un feliz añadido al uso de la facultad y
no el fin principal (que a uno le «guste» nutrirse o ver lo que está observando
es indiferente para este análisis).
Ya en el plano sexual, la facultad reproductiva (cuyos órganos son los genitales,
las gónadas, etc.) tienen como principal fin precisamente la reproducción
(supervivencia de la especie a nivel animal, colaboración con la creación en el
humano). Dicha facultad existe en el ser humano precisamente para que
nosotros podamos actualizar dicha potencia (independientemente que de
hecho lo hagamos). Siguiendo el razonamiento anterior, no es posible que sea
considerado «bueno» la utilización de la facultad reproductiva de una manera
contraria a su fin reproductivo (fin principal). Esto nos lleva a concluir, en el caso
de la moral sexual, que cualquier uso «contrario» a la finalidad reproductiva es
inmoral, como el uso de preservativos, anticonceptivos, relaciones sexuales
entre personas del mismo sexo, relaciones sexuales con bestias u objetos,
masturbación, etc. De manera análoga, el placer es algo añadido pero no
necesario para la consecución del fin de la facultad reproductiva.
Este criterio nos conduce a otros corolarios, relacionados con el tema del amor
y la familia. Primero, el sexo pre-matrimonial no es inmoral per se, sino que, en
tanto y en cuanto lo inmoral es impedir la finalidad procreativa, se deduce que
la sexualidad debe de realizarse en el marco de un matrimonio establecido
(dichas relaciones tendrán como fruto un hijo que requiere de una familia, no a
la inversa). Segundo, si la sexualidad es para el matrimonio, es exclusiva de una
relación amorosa del tipo conyugal (con lo que se sustenta el hecho de que la
«donación completa» en el amor sólo puede darse en el marco de un
matrimonio constituido). Tercero, debido a que la sexualidad tiene como
finalidad la generación, el fruto de ese acto (el hijo) requiere de un amor
establecido de padres (ambos sexos, en condiciones normales), es decir, sólo
existiría el matrimonio entre hombre y mujer por una parte, y este sería
convenientemente exclusivo (por la experiencia del amor y por la necesidad del
hijo), es decir, monógamo y permanente (estable en el tiempo). Cuarto, la moral
sexual tiene que ver con la consecución de la finalidad del acto (para ser más
19 «Tampones con alcohol y vodka por los ojos, nueva moda para emborracharse», ABC.es, 24 de mayo de 2013. Disponible
en: http://www.abc.es/sociedad/20130521/rc-tampones-alcohol-vodka-ojos-201305211247.html
20 PhD. en psicología clínica, quien formó parte de la comisión del APA (Asociación Psicológica Americana) que redacto una
serie de resoluciones sobre la «adopción por parte de las parejas homosexuales». En una declaración para el periódico
“Monitor on Psychology”, Rhea Faberman afirma que, tomando los resultados de dichas resoluciones del APA, no hay
investigación que muestre que “a las parejas del mismo sexo se les deba negar los derechos del matrimonio”, y que una
“revisión (científica) clama porque se reconozca a los padres homosexuales el derecho a adoptar hijos conjuntamente, y a co-
adoptar a los niños previamente adoptados por parejas” Cfr. Monitor on Psychology, octubre 2004, pp.24. El Dr. A. Dean Byrd,
rigurosos aún, la finalidad directa es la eyaculación por parte del hombre en el
canal vaginal de la mujer, que el espermatozoide llegue a fecundar es un tema
accidental que no está bajo el imperio de la voluntad), lo cual permite que la
sexualidad sea un «arte», siempre que se termine en dicho fin (esto va en contra
de cierto puritanismo sexual que cree que ciertas prácticas son inmorales, por
ejemplo ciertas posturas sexuales incluidas en el kamasutra o el sexo oral).
Existen otros corolarios, pero nos parece suficiente por el momento.
SED CONTRA: Alguien podría argüir que el criterio de la facultad
pervertida no tiene ninguna validez, para lo cual tendría que probarlo.
Normalmente sus atacantes «directos» suelen basar su argumentación
en una cuestión que es la base de todo el argumento: ¿existe
naturaleza humana?, ¿hay fines objetivos de la naturaleza humana?
Por lo visto hasta el momento creemos que es evidente que existe la
naturaleza humana, cuyos fines podemos conocer (incluso, la biología
moderna se ha dado un «vuelco» hacia la teleología). Trataré de dar un
ejemplo que sirva para mostrar, por reducción al absurdo, las
incoherencias que resultan de considerar que no existe una
«naturaleza» humana con fines objetivos.
Por ejemplo, la comunidad homosexual alega como uno de sus
argumentos, que no existe naturaleza humana, la sexualidad es
construida (ideología de género). De ser así, lo dado biológicamente no
limita, uno elige las finalidades de su propia existencia. En ese sentido,
Sharon Duchesneau y Candace A. McCullough20, mujeres sordas de
nacimiento, desataron un polémico debate que puede resumirse en lo
que sigue: Sharon Duchesneau (pareja lésbica de Candace) fue
inseminada artificialmente con esperma de un donante sordo para
tener más probabilidad de que sus hijos nazcan sordos, por su creencia
de que la sordera no es una condición de salud, sino una identidad
cultural (¡!). Ambas son reincidentes en este tema, pues ya tienen una
hija de 5 años (en 2002) que fue «diseñada» para que sea sordomuda.
A abril de 2002 su hijo de cuatro meses sólo oye muy levemente por
un solo oído. Ambas afirmaron que esta «opción» no es diferente de
miembro de la Asociación nacional de investigación y Terapia de la Homosexualidad (NARTH), contesta la aserción de la APA
de que la citada declaración se basa en recomendaciones cuya comisión carece de imparcialidad (estaba compuesto por
Armand Cerbone, que fue recibido por el Salón de la Fama Gay Lésbico de Chicago 2003;… Beverly Greene, editora de la serie
de libros ´Perspectivas Psicológicas sobre asuntos Lésbicos y Gays; Kristen Hancok que desarrolló ‘Pautas para psicoterapia
con clientes lesbianas, gays y bisexuales’, Lawerence A. Kurdek, miembro del Consejo Editorrial de la serie de libros
Perspectivas Contemporáneas sobre psicología lésbica, gay y bisexual; y la propia Candace A. McCullough. Cfr. Byrd, Dean A.,
When activism masquerades as science: potential consequences of recent APA resolutions, disponible en:
http://www.narth.com/#!narth-and-the-apa---a-brief-history/c226l
 «elegir» el «género» que el niño tendrá21. Dado que la facultad al fin primario. Esta dualidad de bienes del matrimonio es pertinente en la
reproductiva no tiene una finalidad (no apunta o tiene hacia una medida en que sirve para clarificar lo esencial del matrimonio. Sin querer asumir
finalidad, no hay “naturaleza”), ninguna facultad tendría una finalidad el fin primario del matrimonio se puede decir que no hay tal; sin embargo, si
objetiva, por lo que todo sería un “constructo” social y libre. Sin existe el deseo de cumplir con el fin natural primario sí existe pacto
embargo, hasta en medicina sabemos que la sordera es una matrimonial22.
enfermedad. Por otra parte, muchos grupos lésbicos han alabado la
Por último, es preciso subrayar la profunda diferencia entre la sexualidad animal
“opción” de Sharon y Candance, aunque para Nancy Rarus, de la
y la humana. La facultad sexual humana es una cooperación con el amor creador
Asociación Nacional de Sordos (US) es una acción incomprensible. Por
de Dios, porque «pone las condiciones necesarias y suficientes para que Dios
otra parte, si se alegase que en temas de oído no debe tenerse el
cree el espíritu humano y así una nueva criatura entre en la existencia». La
mismo criterio para temas sexuales, debe de existir alguna razón
sexualidad humana está orientada a la concepción de una nueva persona
objetiva para hacerlo de esa forma. La cual, por supuesto, no existe o
humana, mientras que la sexualidad animal es sólo un medio para la
es sencillamente arbitraria.
reproducción y la continuidad de la especie.
 SEXUALIDAD Y FAMILIA: La finalidad de la sexualidad, su recto uso según la
CELIBATO O VIRGINIDAD: Desde el punto de vista antropológico este estado parece la
naturaleza humana y la expresión del amor personal que emana de dicha
privación de un bien esencial de la persona humana, en la medida en que la sexualidad
condición humana, da origen a una institución natural en el ser humano: El
no cuenta (aparentemente) con un referente personal con quien relacionarse y a quien
matrimonio. amar con amor de donación. Sin embargo, es perfectamente comprensible el hecho de
dejar ese bien de lado en favor de un bien mayor (como por ejemplo una causa social de
El matrimonio es un compromiso voluntario y libre de los contrayentes pues se
importancia). Sin embargo, es cierto que sólo desde una perspectiva teológica se puede
funda en el amor, que es libre (es «querer», es voluntario), mediante el cual
captar el valor profundo del celibato entendido como don de sí mismo a Cristo, pues es
deciden quererse y entregarse el uno al otro, en exclusividad y permanencia. El
la única persona que puede suplir aquel amor de donación (Cristo dio su vida por
pacto matrimonial consiste en el consentimiento de ambas partes y puede ser
nosotros, nosotros le correspondemos con la nuestra).
definido como: «el acto de la voluntad por el que varón y mujer se dan y aceptan
plena, perpetua y exclusivamente, como tales, en todo cuanto concierne a
aquella unión de vida orientada a la generación y educación integrales de los
hijos y al bien de los esposos. Este consentimiento debe darse entre personas
capaces y ha de manifestarse en forma legítima». Gracias al pacto matrimonial
queda establecida la primera comunidad natural humana: la familia.

La familia es además natural en el sentido de que su estructura interna no es

arbitrariamente decidida por el hombre. No existen «modelos» distintos de
familia según las circunstancias históricas. Pueden existir diversos tipos de
uniones entre los hombres y las mujeres, pero la institución llamada familia es
naturalmente estable y monógama.

El matrimonio tiene, debido a su concepción, dos fines o bienes objetivos: la

procreación y educación de los hijos; y el amor mutuo entre los esposos. A estos
bienes se les suele denominar primario y secundario, respectivamente. Es
preciso aclarar que secundario no significa menos importante, como si se
tratara de dos fines yuxtapuestos. Secundario quiere decir que está ordenado

21 «Couple ‘choose’ to have deaf baby», Abril de 2002, BBC.UK, disponible en: http://news.bbc.co.uk/2/hi/health/1916462.stm 22«De hecho, la amistad conyugal puede faltar y sin embargo cumplirse el fin primario del matrimonio, aunque no
adecuadamente. En este caso se trataría de un matrimonio al que le falta algo para ser perfecto, pero que no deja de ser
matrimonio». García López, J., Elementos de filosofía y cristianismo, EUNSA, Pamplona 1992, pp. 73-74.