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El libro que he escogido para la realización de la segunda pec es Cultura: la versión de los

antropólogos escrito por Adam kuper.

En el prefacio del libro Kuper hace un resumen de la evolución del concepto de cultura desde que
Robert Lowie proclamase en 1917 que la cultura “es, en verdad, el solo y exclusivo tema de la
etnología, así como la conciencia es el tema de la psicología,…,” en un momento en que no se
identificaba cultura con etnología, o no todo el mundo lo hacia, algunos antropólogos
consideraban que su objeto de estudio era la evolución humana y que para otros el término cultura
solo podía aplicarse a las grandes civilizaciones.
Durante el texto va a desarrollar la evolución de el concepto de cultura desde el punto de vista de
los antropólogos desde principios del siglo XX hasta más o menos la época actual, tratando en
profundidad la edad dorada de la antropología cultural en Estados Unidos, periodo que va desde el
final de la Segunda Guerra Mundial hasta más o menos los años setenta. Pero ya nos avisa en el
prefacio de que su visión no es parcial, que tanto por sus vivencias en Sudáfrica donde vivió como
por su formación académica de postgrado en Cambrige, su posición personal es de rechazo hacia
las teorías que consideran la cultura como algo que sirve para explicar en vez de algo que hay que
explicar.
Aunque actualmente se le otorga una gran importancia al concepto de cultura esto no es nuevo ya
que, como nos explica Kuper en la primera parte del libro, entre los años veinte y cincuenta se
realizaron muchas aproximaciones teóricas al concepto de cultura, basándose en las ideas de
autores de los siglos anteriores. Se suelen identificar una teoría de la cultura francesa, alemana e
inglesa, sin que estas identificaciones sean estrictas. Estas teorías se identifican, igualmente a
grosso modo, con las ideas ilustradas, románticas y clásicas.
La tradición francesa se considera la civilización como un logro característicamente humano, que
es progresivo y acumulativo. Para esta teoría la civilización francesa es la más elevada, la mejor, a
la que tenderán las demás civilizaciones menos evolucionadas, ya que esta guiada por la razón,
que es la que, junto con la ciencia, combatirá la tradición y las supersticiones.
Frente a este concepto ilustrado de civilización se alza el concepto alemán de la Kultur que se
refiere sobre todo a hechos intelectuales, artísticos y religiosos y que defiende la tradición
nacional frente a la civilización. Para estos la sabiduría de la cultura es subjetiva y además es
relativa, hay cosas aquí que son distintas en Francia, por poner un ejemplo. Es una concepción
romántica de la cultura.
Los ingleses, sin involucrarse del todo en esta polémica entre Kultur y civilización, y ante la crisis
de valores provocada por la industrialización veían en la cultura, que era la depositaria de los
valores morales eternos, la manera de superar esta crisis espiritual.
Entre los años 1930 y1958 aparecieron en Europa tres genealogías sobre la cultura, escritas por
Febvre, Elias y Williams que corresponden, más o menos, con las distintas corrientes europeas, y
que se apoyan en las opiniones de intelectuales de los siglos anteriores. Mientras tanto en 1937 en
Estados Unidos Talcot Parsons publicaba su genealogía en la que, a diferencia de las de los
europeos, solo figuraban científicos sociales. Además no se contentó con una descripción de la
idea sino que ofreció su propio resumen.
Parsons se propuso llevar a cabo una síntesis completa del positivismo y del idealismo, ya que
consideraba que en cada una de estas escuelas había hechos incontestables que había que unir, ya
que ambas tenían parte de verdad, como el que, en ciertos aspectos y casos, las ideas humanas son
racionales, algo incuestionable para Parsons y que rechazaban los idealistas.
Parsons considera que se debe dividir el mundo objetivo en varios sistemas: sistema social,
sistema de la biología y personalidad del individuo y sistema cultural. Cada uno de estos sistemas
debía ser estudiado por una disciplina diferente: el social por la sociología, el de personalidad por
la psicología, y quedaba el sistema cultural. Este había estado siempre en manos de las
humanidades, pero esto no había traído consigo respuestas satisfactorias, por lo que proponía que
fuese la antropología la que se encargase del estudio científico de la cultura, entendida como un
mundo simbólico de objetos y valores.
Aunque esta concepción de Parsons de la antropología triunfo no fue sin encontrar resistencia
entre los propios antropólogos, que se resistían a dejar de lado otras facetas que tradicionalmente
se encontraban dentro de esta disciplina, especialmente del estudio de la estructura social.
Cliford Geertz y David Schneider, jóvenes antropólogos considerados por Parsons como
representantes de la nueva generación parsoniana, se embarcaron en proyectos interdisciplinares,
aunque pronto empezaron a distanciarse de las ideas de Parsons que consideraba el estudio de la
cultura como una parte de un todo, y decidieron estudiar la cultura como un sistema autónomo
que podía ser investigado por sí mismo.
Cliford Geertz es considerado como uno de los más influyentes antropólogos, aunque, como el
mismo afirma, llegó a la antropología por casualidad. En su carrera se pueden distinguir dos fases:
en la primera, que coincide con el fin de la Segunda Guerra Mundial, época en la cual EEUU
estaba financiando la reconstrucción de Europa y promoviendo el fin del colonialismo, se creía
que las ciencias sociales podían ayudar a crear un mundo mejor, siguiendo las teorías parsonianas
que consideraban las conexiones entre las ideas y los procesos sociales.
En una segunda fase Geertz se aleja de Parsons y de las teorías positivistas y se acerca a
posiciones idealistas cuyo objetivo es interpretar las culturas más que explicarlas científicamente,
es decir, se acerca a las posiciones de los humanistas. En definitiva considera la cultura como el
elemento esencial en la definición de la naturaleza humana y se olvida de la economía, la política
y la historia social.
David Scheinder, otro de los seguidores de Parsons en un primer momento, trabajó en
colaboración con Geertz y Fallers en la reestructuración del departamento de antropología de
Chicago a la manera de Parsons, con la idea fundamental de que la antropología era la ciencia de
la cultura.
Sin embargo pronto surgieron discrepancias entre los tres debido a temas políticos ya que
Scheinder se situaba a la izquierda mientras que Geertz y Fallers lo hacían a la derecha. Cuando se
separaron Scheider inicio el trabajo que le daría la fama como antropólogo: el estudio del
parentesco en términos estrictamente culturales en EEUU. En sus estudios intentó probar que las
teorías sobre el parentesco se asentaban sobre una ilusión etnocéntrica, que los conceptos básicos
del parentesco eran creaciones culturales de europeos y norteamericanos, dejando de lado tanto el
componente sociológico como el biológico para explicar las relaciones de parentesco.
Aunque estas corrientes eran mayoritarias tenían sus detractores. Uno de ellos fue Marshall
Shalins, educado en las corrientes evolucionistas, consideraba la cultura como un sistema de
adaptación del hombre al medio. Shalins abandonó posteriormente las teorías evolucionistas para
posicionarse a favor del determinismo ideológico.
La siguiente generación ce antropólogos estaba llevando a cabo sus estudios durante los años
sesenta, en un momento en el que parecía que se iban a producir cambios importantes, la época de
la descolonización, la guerra de Vietnam,…,. En este contexto histórico, en el que se veía a la
antropología anterior como un a criada del colonialismo, surgió la llamada antropología
posmoderna, que llevó al extremo las teorías de Geertz, y pretendía mostrar las diferentes formas
en las que se podía interpretar las etnografías.
Este grupo de antropólogos se anunció mediante la publicación de un libro llamado Writing
Culture y, aunque existen diferencias entre ellos todos se mueven sobre unos temas centrales: la
cultura se esta globalizando, la imposibilidad de la objetividad del etnólogo sobre otros estilos de
vida y la defensa y la exaltación de las minorías culturales. Es decir, en la lucha entre las ideas de
la ilustración y las ideas del romanticismo, los antropólogos posmodernos se sitúan
definitivamente del lado romántico, que aboga por la resistencia de las minorías ante la
globalización cultural.
En la parte final de su libro Kuper nos plantea los retos a los que se enfrenta la antropología
cultural en la actualidad. La cultura se ha generalizado y ya no son los antropólogos los únicos
que tienen algo que decir sino que más bien se les ve como ajeno a la realidad política y social,
investigando en tierras lejanas, desvinculados de “la vida real”.
En este viaje a través de lo que ha significado el concepto de cultura Kuper se posiciona contra el
determinismo cultural y lo hace avisando desde el principio del texto. Considera que no se puede
separar la cultura de la economía, de la biología o de las relaciones con los demás ya que somos
un todo que se va mezclando y no se puede estudiar cada cosa por separado. Además piensa que
los estudios sobre cultura tienden a marcar las diferencias entre las personas en vez de fijarse en
las similitudes, lo que nos separa en lugar de unirnos, que debería ser el objetivo. Esto no significa
igualar todas las culturas sino enseñarnos las semejanzas para poder así entendernos mejor unos a
otros.

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