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ADELA CORTINA

ÉTICA EMPRESARIAL Y OPINIÓN PÚBLICA


En las sociedades avanzadas se levantan voces anunciando que la
moral ha muerto. Viviríamos, pues, en una época no sólo post-
metafísica y post-moderna, sino también post-moral. Sin embargo,
estas mismas voces proclaman a la vez que la ética se está remozando
en las llamadas «éticas aplicadas»: bio-ética, gen-ética, eco-ética, ética
económica, ética de la información, etc. Y esto no sólo en los medios
académicos, sino —lo que resulta más sorprendente— incluso en
la vida cotidiana. Una opinión pública consciente de sus derechos
exigiría a los agentes de las distintas actividades que se conduzcan
éticamente, o sea, que respeten los derechos del público, si es que
quieren «vender sus productos». ¿Cómo se explica esta contraposición
entre el presunto advenimiento de una época post-moral y el reco-
nocimiento de que la ética constituye, de hecho, una necesidad social?
He ahí la pregunta que la autora del presente artículo se plantea
de entrada. Para responder a ella nada mejor que analizar una de
esas éticas aplicadas: la ética empresarial. El análisis a fondo de la
ética de la empresa le hace concluir que los agentes económicos no
pueden prescindir de los factores morales, si quieren conseguir el fin
propio de su actividad.
Ética empresarial y opinión pública, Claves de Razón Práctica 56
(1995) 48-75.

De la moral individual a la rechos de todos los hombres


ética de las instituciones frente a las diarias violaciones.
Además, el proceso de moderni-
Se ha dicho que la moral ha zación ha supuesto la diferencia-
muerto. Hay quien piensa que la ción funcional de distintos ámbi-
que ha muerto ha sido la moral tos sociales, que cuenta cada uno
kantiana: la moral de los deberes con una lógica propia y una auto-
individuales. En una moral así lo nomía relativa. Ante ellos el indi-
que importa es el móvil de la ac- viduo se siente una vez más im-
ción y no sus resultados, la buena ponente. Por esto precisaría una
voluntad y no las consecuencias ética «indolora» que coordinase
buenas. No sería la ética «doloro- las acciones individuales de una
sa» de los héroes, dispuestos a forma tan inteligente que el re-
sacrificarse, la que necesitamos. sultado final fuese el mayor bien
Hoy esta ética huelga. Porque la posible para todos, independien-
buena voluntad individual resulta temente de la buena o mala vo-
impotente para defender los de- luntad del individuo. «Lo que im-

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porta, en último término, no es la entre las que entresaco tres:
buena voluntad, sino que lo bue- 1ª. Para una empresa moderna
no acontezca» (K.O. Apel, La ¿es superflua no sólo la moral de
transformación de la filosofía, Ma- la intención, sino la moral a secas?
drid 1985, vol. II, p. 406). 2ª. Si la respuesta es afirmativa: ¿a
La clave de la ética «indolora» qué viene una ética para proteger
de los nuevos tiempos democrá- los derechos de los individuos, si
ticos no es el respeto a la ley, sino ya hay normas jurídicas y políti-
la astucia del entendimiento, no cas? 3ª. Y, por último, ¿quién está
es la buena voluntad, sino los legitimado para juzgar como bue-
buenos resultados. De ahí que la nos o malos los resultados de las
antigua moral del individuo deba acciones colectivas?
ser superada por una ética de las Ante estas preguntas propon-
instituciones. go como respuesta la siguiente
Esto resultaría particularmen- tesis: una concepción de la activi-
te comprensible en el ámbito de dad empresarial moderna, tomada
la economía moderna, que se ca- en su integridad, contiene aspectos
racteriza por la división del traba- morales que los agentes económicos
jo, intercambios anónimos, cre- deben atender, si quieren llevar ade-
ciente interdependencia y eleva- lante la tarea que les es propia. Para
da complejidad. Para el resultado que esto sea un hecho, hay que
de un proceso de estas caracte- contar con una opinión pública crí-
rísticas son irrelevantes tanto los tica y con empresarios dispuestos
motivos de la acción individual a confrontarse críticamente con
como sus consecuencias. Porque su propia actividad empresarial.
el resultado total es el producto Primero expondré en qué
de incontables acciones. Sin con- consisten los aspectos morales
tar con que el resultado de mi de una empresa moderna. Luego
acción no sólo depende de mí, intentaré precisar la naturaleza
sino también de lo que los demás de la opinión pública en la activi-
hacen. Urge, pues, sustituir la lógi- dad empresarial y el lugar que
ca de la acción individual por la ocupa en ella, como uno de los
lógica de la acción colectiva o, al lugares de lo moral. Finalmente
menos, complementarla con ella. propondré un modelo de autore-
La racionalidad de la econo- gulación crítica de la empresa.
mía moderna se caracteriza por
mecanismos que, a primera vista, Lo moral en la actividad
están reñidos con las exigencias empresarial moderna
de una moral kantiana. Si a los
agentes económicos sólo les Ante todo conviene aclarar
mueve el afán de lucro y el máxi- qué entendemos por moral. La
mo beneficio y si la piedra angular acepción de lo moral que aquí
de una economía moderna es la nos interesa la expresó Ortega y
competencia, parece que en ella Gasset así: «Me irrita este voca-
la moral está de más. Todo esto blo moral. Me irrita porque en su
plantea un sinfín de preguntas, uso y abuso tradicionales se en-

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tiende por moral no sé qué aña- supuesto, se comprende que Ha-
dido de ornamento puesto a la bermas distinga entre la ética, que
vida y ser de un hombre o de un consistiría en la correcta realiza-
pueblo. Por eso yo prefiero que el ción de una política legítima, co-
lector lo entienda por lo que sig- nectada con las formas de vida de
nifica, no en la contraposición una comunidad concreta, y la mo-
moral-inmoral, sino en el sentido ral, que consistiría en el cumpli-
que adquiere cuando alguien se miento de deberes universaliza-
dice que está desmoralizado. En- bles. Una y otra estarían subordi-
tonces se advierte que la moral nadas al género supremo del dis-
no es una performance suplemen- curso racional, que sería moral-
taria y lujosa que el hombre aña- mente neutro.
de a su ser para obtener un pre- Sin embargo, si al tratar de
mio, sino que es el ser mismo del moral no comenzamos la casa por
hombre cuando está en su quicio y el tejado, hablando de normas
vital eficacia. Un hombre desmora- (Apel, Habermas), principios de
lizado es simplemente un hombre justicia (Rawls) o reglas (Bucha-
que no está en posesión de sí mis- nan), sino de la vita activa (H. Aren-
mo, que está fuera de su radical dt), de las actividades por las que
autenticidad y por ello no vive su los seres humanos desarrollan sus
vida, y por ello no crea ni fecunda, vidas, habremos de reconocer que
no hinche su destino» (Por qué he la moral de tales actividades consis-
escrito «El hombre a la defensiva»: te en su plena realización.
Obras completas IV, p. 72). ¿Qué significa desarrollar una
Me importa mucho destacar actividad plenamente? En una so-
que, desde esta perspectiva, la ciedad moderna, el pleno desa-
moral no puede ser nunca algo aña- rrollo de una actividad requiere
dido desde fuera al ser del hombre o atender, al menos a cuatro puntos
a una actividad concreta, sino su de referencia: 1º, las metas sociales
propio desarrollo cuando está «en por las que cobra su sentido; 2º,
su propio quicio y vital eficacia». los mecanismos adecuados para
Aplicada esta concepción a las alcanzarlas; 3º, el marco jurídico-
actividades humanas, la moral político correspondiente a la so-
nunca puede consistir en algo su- ciedad en cuestión; y 4º, las exi-
plementario, venido de un tribu- gencias de la conciencia moral críti-
nal ajeno, sino en el pleno ejercicio ca. En una sociedad moderna
de la actividad misma en una so- post-industrial esas exigencias
ciedad que se autocomprende son las propias del nivel post-con-
históricamente. vencional. Esto significa que las
Entender la moral en otro instituciones han de reconocer
sentido está llevando a autores que todos los afectados por deci-
como Habermas a intentar libe- siones y normas son interlocuto-
rar el derecho y la política de la res válidos, es decir: que las nor-
moral, como si los juicios mora- mas que regulan las actividades
les constituyesen una injerencia han de ser aceptadas por todos
externa para esos ámbitos. Esto ellos tras un diálogo racional.

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Cualquier actividad social co- optimización de los recursos,
bra sentido porque persigue una muy especialmente los humanos.
meta determinada y así se con- Pasando al tercer punto de refe-
vierte en lo que algunos denomi- rencia, para que una actividad em-
nan práctica. Justamente una prác- presarial sea legítima debe ate-
tica es una actividad cooperativa nerse a la legislación vigente, que
que cobra su sentido de perse- marca las reglas de juego de la
guir determinados bienes internos, empresa y de las demás institu-
distintos de los de otras prácti- ciones. Pero esto no basta para
cas. Para alcanzarlos, es menester constituir una empresa en el ple-
que quienes participan en esta no sentido de la palabra, ya que la
práctica determinada desarrollen legalidad no agota la moralidad. Y
ciertas virtudes que componen el no sólo porque el marco legal
ethos propio de esa actividad. Las puede dejar lagunas. Sino tam-
distintas prácticas se caracterizan, bién, al menos, por otras dos ra-
pues, por los bienes que sólo a tra- zones: porque el ámbito de lo
vés de ellas se consiguen, por los que ha de hacerse nunca está to-
valores que en la persecución de talmente juridificado ni es conve-
esas metas se descubren y por las niente que lo esté; y porque una
virtudes cuyo cultivo se exigen. constitución democrática es di-
Sin instituciones sería imposible námica y tiene que ser reinter-
desarrollar esas prácticas. Por pretada históricamente desde al-
esto importa diseñar, junto a la gún lugar.
ética individual, una ética de las ins- En una sociedad moderna ese
tituciones, en el bien entendido de lugar no puede identificarse con
que el sentido de las instituciones los intereses sectoriales de los
consiste precisamente en prestar diferentes grupos, sino que ha de
apoyo a las prácticas. Por esto re- ajustarse —cuando menos— a la
sulta necesario también diseñar fórmula del contrato social: la le-
una ética de las actividades o prác- gislación debe atenerse a lo que
ticas que sustente la ética de las todos podrían querer. Esto significa
instituciones. El lugar de lo moral que el consenso es necesario para
en la empresa no sólo el de las legitimar el marco económico.
reglas e instituciones. Pero consenso no significa «pacto
Desde esta perspectiva, la ac- de intereses sectoriales», sino
tividad empresarial se caracteri- acuerdo en torno al interés univer-
zaría por perseguir un determi- salizable, en torno a lo que todos
nado bien interno: la satisfacción podrían querer.
de necesidades humanas. Y esto Con esto pasamos al cuarto
lo haría —y con esto pasamos al punto de referencia. Este consenso
segundo punto de referencia— a es exigible, en última instancia,
través de mecanismos específicos: porque estamos hablando de la
el mercado, la competencia y la actividad empresarial en socieda-
búsqueda del beneficio. Esto exi- des cuya conciencia ha accedido
ge encarnar valores peculiares, al nivel moral post-convencional, lo
como la búsqueda de calidad y la cual modula internamente el

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modo de entender la empresa. En político es público. Sus metas y
la línea kantiana del término mo- sus efectos son públicos. Y, por
ral, que constituye el punto de re- tanto, precisa una legitimación
ferencia de una moral crítica, pública. En este modo de enten-
cualquier actividad o institución der la publicidad constituyen un
que pretenda ser legítima ha de jalón indispensable los conceptos
responder a las exigencias de jus- kantianos de «publicidad» y de
ticia que su sociedad plantea y «uso público de la razón», que
que corresponden al nivel de hoy perduran —matizados— en
conciencia moral en el que se en- la filosofía de Rawls y Habermas.
cuentra. Según esto, «sólo serían En los tres casos el concepto
válidas normas de acción con las de publicidad está ligado a la legiti-
que podrían estar de acuerdo to- midad de la política, que sólo
dos los posibles afectados como puede proceder de leyes racional-
participantes de un discurso mente queridas: un Estado justo
práctico» (Habermas). no puede fundarse en la voluntad
Sin entrar en el giro que se particular —y, por tanto, arbitra-
produce en la filosofía de Haber- ria— de un soberano o de un
mas, de la ética discursiva a la grupo social, sino en la voluntad
teoría del discurso, al que hemos racional de lo que todos podrían
aludido a propósito de su distin- querer. Y, a la hora de determinar
ción entre ética y moral, nos inte- lo que todos podrían querer, es in-
resa aquí destacar que, desde el dispensable el papel de una publi-
punto de vista de una conciencia cidad razonante.
moral crítica que ha alcanzado el Dado que, desde el siglo XVIII,
nivel post-convencional, son válidas se han producido cambios en la
las normas de acción con las que sociedad que obligan a revisar el
podrían estar de acuerdo todos concepto de publicidad, tras co-
los afectados por ellas, porque mentar la aportación kantiana,
satisfacen —en terminología kan- explicaremos los cambios que
tiana— intereses universalizables. obligan a Rawls y Habermas a
Esta conciencia moral crítica matizar dicho concepto.
es una exigencia que nunca puede
institucionalizarse totalmente, 1. La publicidad crítica como
pero tiene un lugar privilegiado de mediadora entre la sociedad bur-
expresión en una sociedad mo- guesa y el poder político (Kant).
derna: el de una opinión pública crí- Kant utiliza el concepto de publi-
tica, tal como ha entendido cierta cidad en un doble sentido: como
tradición kantiana. principio del ordenamiento jurí-
dico y como método de ilustra-
La opinión pública como ción.
lugar de lo moral Como principio de ordena-
miento jurídico, la publicidad es
Al menos desde el siglo XVIII condición indispensable de la jus-
el concepto de publicidad va liga- ticia de las leyes. Por esto, la fór-
do al mundo político. El poder mula trascendental del derecho

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público dice así: «Son injustas ca de los «ilustrados», que media
aquellas acciones que se refieren entre el Estado y la sociedad a
al derecho de otros hombres y través de la opinión pública.
cuyas máximas no soportan ser Desde esta perspectiva, la res
publicadas». publica lo es porque tiene como
En la obra de Kant se entre- objetivo el bien público, pero
cruzan, además, dos formas de en- también porque preconiza como
tender la publicidad: la representa- procedimiento para alcanzarlo la
tiva, por la que el soberano repre- creación de un espacio público
senta al pueblo, y la republicana, en el que los ciudadanos puedan
en la que el soberano sigue go- deliberar acerca de lo que les im-
bernando la res publica, pero ha porta. La existencia de ese espa-
de promulgar sus leyes contando cio público es conditio sine qua
con lo que todos podrían querer. En non para la opinión pública y la
virtud de este entrecruzamiento, crítica al poder político y, en últi-
siempre es el soberano el que ma instancia, para la moralidad de
asume el papel de representar al lo político.
pueblo, el cual está jurídicamente
ligado al soberano, mientras que 2. Una razón pública domestica-
éste queda obligado con el pue- da (Rawls). El liberalismo político
blo sólo moralmente. de Rawls recoge la doble línea
Sin embargo, Kant no deja el apuntada por Kant en el concep-
cumplimiento del contrato social to de publicidad, aunque matizán-
en manos del soberano sin adju- dola. En realidad, la estructura de
dicarle expresamente una «voz la sociedad ha cambiado desde el
de la conciencia» que se lo re- siglo XVIII, sobre todo en dos as-
cuerde y que empalma con el se- pectos: 1º, la forma política de
gundo concepto de publicidad al gobierno es la democracia y, por
que nos hemos referido: la publi- tanto, los ciudadanos ejercen pú-
cidad como método de la ilustra- blicamente su razón, no para cri-
ción, o sea, el «uso público de la ticar al soberano, sino para cons-
razón» por parte de los ciudada- tituir juntos un orden legítimo y
nos maduros. Pues son los ciuda- justo; y 2º, la economía y la empre-
danos «ilustrados» los que han sa ya no forman parte de la esfera
de criticar públicamente a los po- privada, sino que han pasado a la
deres públicos. La libertad de la esfera pública por sus repercu-
pluma es el paladín de los dere- siones en ella y necesitan, por
chos del pueblo. tanto, legitimación. De ahí los
Así, la sociedad en su conjun- cambios también en el doble con-
to queda estructurada en dos cepto de publicidad.
ámbitos: el público, correspon- Por lo que se refiere al princi-
diente al poder político, y el priva- pio del ordenamiento jurídico,
do. Pero en este segundo cabe considera Rawls que la estabili-
distinguir entre la esfera corres- dad del orden político exige pro-
pondiente a la familia y al tráfico mulgar unos principios de justicia
mercantil, y a la publicidad políti- que puedan ser aceptados por

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todos los miembros de la comu- Pero también es cierto que ejer-
nidad política. De ahí que idee el cerla constituye el deber moral
experimento mental de la «posi- de la civilidad. Serán ciudadanos
ción original»: en su condición de maduros, imbuidos de ese deber
libre e igual, cualquier ciudadano de civilidad, los que se apresten a
podría estar de acuerdo con tales hacer uso público de su razón,
principios. Una vez decididos los que aquí persigue el consenso
principios públicos de la justicia, con los demás ciudadanos en
se aplicarían a las instituciones todo aquello en lo que sea posi-
públicas. ¿Cómo lograr que se en- ble estar de acuerdo.
carnen en la vida cotidiana? Este concordismo liberal en
Aquí entra en juego el segun- lo que ya se comparte tiene una
do concepto de publicidad —el dimensión positiva: destaca que,
uso público de la razón—, al que en sociedades pluralistas y multi-
Rawls presta especial atención. culturales, la construcción de la
Utiliza públicamente su razón el vida común exige aunar esfuer-
ciudadano maduro que trata de zos. Pero tiene también el incon-
aducir aquellas razones que los veniente de ser conformista: de
demás ciudadanos pueden acep- adaptarse fácilmente a lo que ya
tar, sea cual fuere su teoría com- existe.
prehensiva del bien. Quien así Además este conformismo
procede cumple el deber moral de afecta muy especialmente al ám-
civilidad, que consiste en reforzar bito económico, ya que Rawls reco-
el consenso ya existente en una noce que, en lo que afecta a la
sociedad democrática en torno a distribución justa de los bienes
unos mínimos de justicia. Precisa- materiales, la base más amplia
mente la convivencia en una so- que puede alcanzarse es la de un
ciedad pluralista es posible por- mínimo social que cubra las nece-
que todos comparten esos míni- sidades básicas de todos los ciu-
mos.Y es un deber moral civil re- dadanos. Por el contrario, el prin-
forzarlos para fortalecer la cohe- cipio de la diferencia, según el
sión de la comunidad política. cual una distribución desigual de
La razón pública lo es en un la riqueza sólo es justa si favorece
triple sentido: 1) porque, como al menos aventajado, no parece
razón de los ciudadanos iguales, que pueda alcanzar un amplio
es la razón del público; 2) porque acuerdo en su sociedad y por
su objeto es el bien público; y 3) esto queda excluido de las «esen-
porque su contenido es público. cias constitucionales».
El contenido de la razón pú- En el liberalismo político el
blica es la concepción política de uso público de la razón ha perdi-
la justicia y lo han de poder acep- do la capacidad crítica de la que
tar todos los ciudadanos. De lo gozaba en la propuesta kantiana.
contrario, no ofrecería una base Esta capacidad crítica la recupera
pública de justificación. Rawls in- Habermas.
siste en que esta idea de razón
pública es esencialmente política. 3. La voz crítica de la sociedad

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civil (Habermas). Habermas se si- base sociocívica. Ese espacio social
túa en la línea de Kant. Para él, sin es también un espacio público, en
publicidad política crítica es im- el que es posible encontrarse con
posible una democracia auténti- libertad. De este modo continúa
ca. Ella representa el elemento la tradición kantiana de una publi-
mediador entre la sociedad civil y cidad preocupada por la res publi-
el poder político. Pero los cam- ca, que funciona como «concien-
bios estructurales sufridos en cia moral» del poder político,
una y otro obligan a modificarla porque le recuerda que debe to-
considerablemente. mar las decisiones atendiendo a
El poder político no se legitima lo que todos podrían querer: a inte-
mediante un hipotético contrato reses universalizables. Y, como en la
social, sino comunicativamente, tradición kantiana, la publicidad
que es como se ha manifestado la pertenece a la sociedad civil.
soberanía del pueblo. Por tanto, Pero, se han producido, al menos,
el poder administrativo ha de legiti- tres cambios sustanciales respecto
marse a través de la comunica- a Kant.
ción. Y no recurriendo a supues-
tos tradicionales o autoritarios, 1. El concepto de sociedad civil.
sino a argumentos capaces de En Kant se trataba de la «socie-
convencer a los afectados por sus dad burguesa», que Hegel carac-
proyectos. De ahí la necesidad de terizó como «sistema de las ne-
escuchar a la ciudadanía, que se cesidades»: un sistema de merca-
expresa a través de canales insti- do de trabajo y de intercambio
tucionales, pero también a través de mercancías. Por el contrario
de una opinión pública no institu- para Habermas, la sociedad civil
cionalizada. no incluye el poder económico y
La opinión pública la compo- la configuran aquellas asociacio-
nen aquellos ciudadanos que po- nes voluntarias, no estatales y no
seen unas antenas especiales para económicas, que arraigan las es-
percibir los efectos de los siste- tructuras comunicativas en el
mas, ya que son los afectados por mundo de la vida. Estas asociacio-
ellos. Cierto que es el poder ins- nes perciben los problemas de
titucionalizado el que toma las los ámbitos privados del mundo
decisiones. Pero el poder público vital, buscan interpretaciones pú-
ha de percibir y tematizar los blicas para sus intereses y expe-
problemas de la sociedad comu- riencias sociales e influyen en la
nicándose con los afectados po- formación institucionalizada de la
tenciales. opinión pública.
Ciertamente, es preciso crear
el espacio institucional para el es- 2. Los sujetos de esa opinión
pacio público. Pero la publicidad pública no son, como en Kant, los
es, en principio, un fenómeno so- «ilustrados», sino aquellos suje-
cial elemental, una estructura de tos, afectados por los sistemas,
comunicación enraizada en el que defienden intereses universali-
mundo de la vida a través de su zables y colaboran, por tanto, en

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la tarea de formar una voluntad es un interlocutor válido. De este
común discursivamente y por reconocimiento se derivan las si-
medio del diálogo. guientes consecuencias para el
ámbito empresarial:
3. Habermas va más allá que
Kant, al pretender que las exigen- 1. Las reglas de juego de la
cias generadas por la opinión pú- economía han de someterse al
blica se institucionalicen, al me- marco constitucional, que es ob-
nos en parte, convirtiéndose en jeto de un consenso. En él se en-
un auténtico poder comunicativo cuentra ya incorporado un mo-
a través del poder político. mento moral. Sin embargo, si el
Pero tampoco Habermas marco constitucional es única-
considera explícitamente la nece- mente fruto de un consenso fác-
sidad de legitimar desde la opi- tico, en el que las distintas fuerzas
nión pública la actividad econó- políticas y económicas tratan
mica. Esto no deja de ser una gran sólo de obtener sus ventajas par-
laguna. Pues hoy día se acrecienta ticulares sin satisfacer los intere-
entre los ciudadanos la concien- ses universalizables, entonces el
cia de que cualquier actividad con ordenamiento económico se en-
metas y repercusiones sociales cuentra situado por debajo del
requiere legitimación. Por tanto, nivel moral exigido por una con-
también la actividad económica. ciencia social post-convencional.

Una ética empresarial 2. Las exigencias de los inter-


anticorporativa locutores válidos recuerdan que
es preciso revisar constantemen-
Ya dijimos, que la moral de te el orden económico para que
una actividad social consiste en se oriente por intereses universali-
intentar desarrollarla de modo zables. Estas exigencias se canali-
que alcance «su quicio y eficacia zan a través de una opinión pública
vital». Por esto carece de sentido crítica razonante, que, desde intere-
hablar de nuestra época como de ses universalizables obliga a rein-
un tiempo post-moral. Lo que terpretar la Constitución.
realmente importa es tratar de Pero, para que la opinión pú-
aclarar en qué consiste el desa- blica sea un verdadero lugar de lo
rrollo moral de cada actividad. moral es preciso potenciar el de-
En concreto, por lo que se re- ber de civilidad, ya que las exigen-
fiere a la actividad empresarial cias de ciudadanos egoístas care-
urge investigar qué bienes inter- cen de calidad moral. Tal civilidad
nos persigue, qué valores aspira a debería invitar no sólo al concor-
realizar y qué virtudes exige. Sa- dismo, sino sobre todo a la crítica,
bemos que en una sociedad mo- porque la concordia podría lo-
derna post-industrial con demo- grarse a costa de sacrificar los in-
cracia liberal se ha alcanzado un tereses universalizables en benefi-
nivel de conciencia post-conven- cio de los intereses particulares.
cional, según el cual toda persona Esa crítica debe ejercerse so-

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bre cuantas actividades e institu- sea preciso, recuerde a los empre-
ciones tienen metas y efectos so- sarios que las exigencias sociales
ciales. Por tanto, también sobre la no están satisfechas o que los efec-
economía. Por consiguiente, la pu- tos externos son perversos. Pero
blicidad política debe ser ampliada tan necesaria, al menos, es la actua-
a una publicidad económica. Según ción de empresarios dispuestos a
esto, la opinión pública crítica de la satisfacer esas exigencias y expre-
sociedad tendría que encontrar sar públicamente qué principios y
eco en ciudadanos económicos, dis- prácticas debe seguir su actividad
puestos a conceder a los principios para poder alcanzar «su quicio».
éticos de la res publica la primacía Los «ciudadanos del Estado» y los
sistemática frente a sus intereses «de la economía» son a la vez ciu-
económicos particulares. dadanos «de la sociedad civil» que
integran la opinión pública. La críti-
3. La conducta de los empre- ca de la opinión pública al poder
sarios ha de moralizarse en dos administrativo y a la economía no
sentidos: a) han de prestar oído a ha de venir sólo desde fuera. La crí-
la opinión pública crítica y consi- tica externa debe recordar, en
derar a los ciudadanos adultos todo caso, lo que no se está cum-
como amigos y no como enemi- pliendo. Pero, si no hay una remora-
gos de los que hay que defender- lización desde dentro del sistema
se; y b) deben emprender la tarea económico, si los agentes econó-
de construir ellos mismos una micos no hacen también un uso
ética de la economía y de la em- público crítico de su razón, no hay
presa. Se trata de reflexionar so- ética económica posible, porque, a
bre qué principios y valores mo- diferencia del derecho, la moral no
rales posee la actividad económi- puede imponerse, sino que debe ser
ca y empresarial como específi- asumida desde dentro.
cos de una ética de la empresa. Por esto creo que no ha llega-
do el tiempo de una ética «indolo-
4. La especificación de esos ra», en que los empresarios pue-
principios, manifestada a través de dan liberarse de la responsabilidad
los códigos de conducta y/o las de- de tomar decisiones morales, tras-
claraciones públicas, debería satis- pasando esa responsabilidad a los
facer la aspiración de autorregula- marcos institucionales. Más bien es
ción expresada a menudo por los tiempo de que los empresarios
empresarios. Pero debería ser a la promocionen la ética de la empre-
vez una autorregulación crítica anti- sa desde una autorregulación no
corporativista, que huya de cualquier corporativista, abierta tanto a la
gremialismo. crítica interna como a la externa
Por esto es indispensable una de quienes se preocupan de intere-
opinión pública crítica que, cuando ses universalizables.
Condensó: MÁRIUS SALA

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