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reconocido compositor de la escuela franco-flamenca del siglo XVI. Creció en la ciudad de Hainaut,
participó del coro de la iglesia de San Nicolás. Siguió al virrey de Sicilia en su periplo por Europa y
quedó impresionado por el arte italiano en Milán, Sicilia y Nápoles. Luego se afincó en Munich
como maestro de capilla del duque de Baviera y realizó frecuentes viajes a Francia e Italia Se
relacionó con los principales personajes de la época, desde el editor Adrián Le Roy hasta músicos
de las cortes alemanas. Recibió condecoraciones y gratificaciones de príncipes extranjeros.
Conoció a Palestrina y tuvo varios discípulos, entre los que se destacó Giovanni Gabrieli. En su
juventud abundaron las obras sobre textos profanos y en la madurez se volcó al estilo religioso.
El contenido de este madrigal "Matona mia, cara" es del todo peculiar: El texto es cantado por un
soldado alemán que apenas sabe hablar en italiano y va dirigido a una amante que le escucha
desde una ventana. La letra está escrita de tal manera que al cantarla se desprende un fuerte
acento alemán e incluye algunas palabras francesas que el soldado parece confundir con el
italiano. Lo más curioso del texto es que presenta muchos dobles sentidos, incluidos los más
picarones que podamos imaginar, siendo realmente difícil la traducción. La habilidad del autor es
extraordinaria para explotar el limitado lenguaje de la soldadesca, utilizando expresiones simples
que ayudan a crear un monólogo francamente divertido.
Durante el siglo XVI, y aunque las principales formas de la música europea estaban representadas
por la misa y el motete, el centro de gravedad se va a ir desplazando paulatinamente hacia las
formas profanas. Es un síntoma característico de la aparición del Renacimiento. El tipo principal de
esta música profana estuvo representado por el madrigal, expresión que al parecer deriva de la
palabra madriale (Mandra = Rebaño), lo cual viene a significar algo semejante a pastoral. Otra
teoría sugiere que el origen de esta forma poética es la expresión Cantus matricalis, esto
es, Cantos en lengua madre. Sea como fuere, los primeros compositores de madrigales no fueron
italianos, como podría esperarse en un principio, sino los llamados Oltramontani, especialmente
franceses y flamencos que en un primer período estuvieron representados por Philippe Verdelot,
Jakob Arcadelt y Adrian Willaert. Los madrigales de esta época se caracterizan por utilizar
generalmente una voz de tiple acompañada por tres partes instrumentales en estricto
contrapunto. Una segunda época se abre con la llamada Musica Nova del propio Willaert y sus
discípulos, a los que pronto se suman Cyprian de Rore, Girolamo Parabosco, Andrea Gabrieli,
Francesco Della Viola y Jacques Buus. Este período es considerado como la época clásica del
madrigal y los compositores suelen escribir incluso piezas para seis voces. Un rasgo característico
de muchos madrigales de este período es su evolución hacia lo pictórico o plástico y cuya estética
se funda en la imitación de la naturaleza, aspecto que será del todo explotado por los grandes
maestros del tercer período, Carlo Gesualdo, Luca Marenzio y Claudio Monteverdi. A ese período
de transición anterior pertenecieron Philippe de Monta y Orlando di Lasso.
Orlando di Lasso ó Roland de Lattre nació en Mons, actual Bélgica, en torno a 1532 y los datos que
se conocen sobre su juventud son más bien legendarios. Se sabe que trabajó en Mantua y en
Milán antes de ser nombrado Maestro de Capilla en San Juan de Letrán en Roma, puesto que
ocupó durante apenas un año y del que fue relevado por otro ilustre compositor, Palestrina. Tras
ello, Orlando regresa a Flandes y publica sus primeras composiciones en Amberes. Trabajó
posteriormente en Munich al servicio de Alberto de Baviera durante muchos años, adquiriendo allí
una reputada fama como compositor. Pese a que numerosos reyes y aristócratas le hicieron
suculentas ofertas, Orlando nunca dejó su cargo en Baviera, siendo nombrado Kapellmeister en
1563. Su prestigio fue tal que el emperador Maximiliano II le otorga un título nobiliario en 1570,
algo realmente insólito para un músico en aquella época. Por si eso no hubiera sido suficiente, al
año siguiente el papa Gregorio XIII le nombra Caballero. Orlando viajó ocasionalmente a Italia,
principalmente a Ferrara, para conocer los nuevos estilos de la vanguardia musical de la época. A
partir de 1590 su salud se empezó a resentir y tuvo que someterse a un curioso tratamiento
médico. Finalmente, el 14 de junio de 1594, el mismo día en que el emperador decidió renunciar a
sus servicios por causas económicas, Orlando falleció en Munich… Afortunadamente, no llegó
a tiempo para leer la nota de despido.
mi ti portar beccazze,
Otros textos “tedescos” muestran tratos similares, incluyendo el uso de raíces infinitivas y sujeto
mi
(Migliorini 1966:331)
Pidgin German and German foreigner-talk routinely use the root infinitive, which
may have reinforced the use of the infinitive in todesche speech. Modern
German-based pidgins as used by foreign workers and border communities
typically use the German infinitive (Holm 1989: 610- 620; but see Meisel 1983
for data suggesting more accurate verbal usage); however, the infinitive is
usually identical to the first person plural and the third person plural, the latter
also being used in the deferential second-person singular. The infinitive has also
been used in most forms of German foreigner-talk and literary imitations of
`exotic' L2 German (Mühlhäusler 1984). Thus the text frequency of the German
`infinitive' is vastly higher than in Spanish or Portuguese.