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Mulá Nasreddin o Nasrudín

Es un personaje mítico de la tradición popular sufí, una especie de antihéroe del


Islam, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas sufíes. Se
supone que vivió en la Península de Anatolia en una época indeterminada entre los
siglos XIII y XV.

Su nombre: Nasr-ed-Din significa "victoria de la fe", también se le conoce como


Nasreddin Hodja ("maestro Nasreddin"). Es un Mulá (maestro) que protagoniza una
larga serie de historias, aventuras, cuentos, anécdotas; representando distintos
papeles. Cada una de estas historias cortas hace reflexionar a quién la lee u oye, y
además suelen ser humorísticas, a veces con contrasentidos y aparentes absurdos.

Los cuentos de Nasrudín actualmente llegan a ser aproximadamente 378. Estos


fueron compilados en Occidente por J. A. Decourdemanche en el siglo XIX e Idries
Shah en el siglo XX, entre otros autores. Son textos que tratan de distintos temas,
generalmente morales, cuyas enseñanzas se amparan del ingenio y el humor.

Shah, divulgador de la cultura sufí en occidente, siempre consideró que la sabia y


absurda lógica de los cuentos de Nasrudín era uno de los métodos más ingeniosos
que tenían los sufíes para romper la forma de pensar habitual, adentrándose así en
un mundo despojado de prejuicios.

Nasrudín es considerado un Don Quijote islámico porque acostumbra a ser cuerdo en


su locura y abarca todo el ingenio popular de Oriente Medio transmitiendo de forma
simplificada las enseñanzas del sufismo.

Acostumbra a realizar una crítica caústica y mordaz de los comportamientos


inadecuados del islamismo, representado en muchos cuentos por imanes, jueces y
personeros de la religión, representando él mismo los valores de un religioso sufi.

(https://es.wikipedia.org/wiki/Nasreddin)

Algunos relatos
Al mulá Nasrudín le concedieron una entrevista en una compañía naviera. El director
le dijo: - Nasrudín, es un trabajo peligroso. Algunas veces el mar se embravece. Si
estás en medio de una gran tormenta, ¿qué harías con tu barco?
- Ningún problema. Simplemente bajaría el mecanismo de defensa que tienen todos
los barcos, pesas, enormes lastres que mantienen el barco estable incluso en medio
de una gran tormenta.
- ¿Y si viene otra gran tormenta...?
- Ningún problema. Volveré a bajar otro gran lastre.
- Y si viene una tercera tormenta, ¿qué harías?
- Ningún problema... más lastre.
El director no sabía qué hacer con aquel hombre. Le preguntó:
-"¿De dónde sacas todo ese lastre?".
-"¿Y de dónde saca usted todas esas tormentas?"

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Una noche Nasrudin caminaba en solitario por una calle. De repente se dio cuenta de
que unos cuantos hombres a caballo se dirigían hacia él.
Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle.
O que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el
servicio militar o cualquier otra cosa mala. Se asustó y cuando los hombres y el ruido
de sus caballos se acercaron, se puso a correr y entró a toda prisa en un cementerio.
Para esconderse se tumbó rapidamente en una fosa abierta.
Los jinetes – que eran simples viajantes – se sorprendieron al ver a aquel hombre
corriendo. Siguieron Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. Él estaba allí
con los ojos cerrados como si estuviera muerto.
Los hombres le dijeron:
- ¿Qué te sucede?
- ¿Por qué te has asustado tanto de repente?
- ¿Qué pasa?
Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin
motivo. Abrió sus ojos y dijo:
- Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme porqué estoy
aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía.

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Un ladrón se introdujo en casa de Nasrudin.


Tan pronto como éste advirtió su presencia, se escondió en un rincón. El ladrón se lo
llevó todo. Nasrudin asistió a la operación, siguió al malhechor hasta su casa y le
abordó educadamente.
- Gracias, extranjero, por haber querido trasladar todos mis efectos y mis muebles – le
dijo. Has hecho que abandonamos mi sórdido alojamiento en el que tanto mi familia
como yo nos estábamos pudriendo. Ahora, vamos a poder vivir aquí. ¡Voy ahora
mismo a buscar a mi mujer y a mis hijos para que disfruten sin más tardanza de tu
generosa hospitalidad!
El ladrón, angustiado ante la idea de tener que cargar con toda aquella gente, le
devuelve en el acto todos sus bienes:
- ¡Tómalo todo de nuevo – exclamó -, y guárdate para ti tu familia y tus problemas!

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Cierto día, un campesino fue a visitar a Nasrudin, atraído por la gran fama de éste y
deseoso de ver de cerca al hombre mas ilustre del país. Le llevó como regalo un
magnífico pato. El Mula, muy honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su
casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato.
A la mañana siguiente, el campesino regresó a su campiña, feliz de haber pasado
algunas horas con un personaje tan importante. Algunos días más tarde, los hijos de
este campesino fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la casa de Nasrudin.
- Somos los hijos del hombre que le regaló un pato - se presentaron. Fueron recibidos
y agasajados con sopa de pato.
Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Mula.
- ¿Quiénes son ustedes?
- Somos los vecinos del hombre que le regaló un pato.
El Mula empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal
tiempo buena cara e invitó a sus huéspedes a comer.
A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Mula.
- Y ustedes ¿quiénes son?
- Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regaló un pato.
Entonces el Mula hizo como si se alegrara y los invito al comedor. Al cabo de un rato,
apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y llenó cuidadosamente los
tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido, uno de ellos exclamó:
- Pero... ¿qué es esto, noble señor? ¡Por Alá que nunca habíamos visto una sopa tan
desabrida!
Mula Nasrudin se limito a responder:
- Esta es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los
vecinos de los vecinos de los vecinos del hombre que me regaló el pato.

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Al bajar de la terraza de su casa, donde acababa de hacer la siesta, Nasrudín da un


traspiés al pisar un escalón y rueda escaleras abajo.
- Pero ¿qué pasa? - le grita su mujer que, desde la cocina, ha oído el ruido de su caída.
- Nada importante - responde Nasrudín, poniéndose en pie como puede - Ha sido mi
abrigo que se ha caído por la escalera.
- ¿Tu abrigo?.. pero ¿y ese ruido?
- El ruido ha sido porque yo iba dentro.
(http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com/2011/12/cuentos-divertidos-de-mula-
nasrudin.html)

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Nasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un
renombrado maestro de música:
– ¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta? – preguntó Nasrudín.
– Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes – contestó
el maestro.
-¡Perfecto! – dijo Nasrudín; – comenzaré en el segundo mes.

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Nasrudin conversaba con un amigo.


– Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
– Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta.
Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero
ella no sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la
materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita,
religiosa, y conocedora de la realidad material.
– ¿Y por qué no te casaste con ella?
– ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.

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Cuenta el sufi Mula Nasrudin que cierta vez asistió a una casa de baños pobremente
vestido, y lo trataron de regular a mal y ya para salir dejó una moneda de oro de
propina.
A la semana siguiente fue ricamente vestido y se desvivieron para atenderlo…y dejó
una moneda de cobre, diciendo:
-Esta es la propina por el trato de la semana pasada y la de la semana pasada, por el
trato de hoy.

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– La gente preguntó al Mula Nasrudín “¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre,


al frente, en la parte trasera, o al lado?”
Nasrudin contestó: “¡No importa donde vayas, mientras no vayas dentro del ataúd!”
(https://www.psicoactiva.com/blog/cuentos-de-nasrudin/)

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