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ANTOLOGIA

CIENCIA FICCION:

TRAMA DE DICTADURA:

TRAMA DE GENOCIDIO:

POLICIAL:

Secretos en la penumbra de Crestwood


En una tranquila noche en la ciudad de Crestwood, dos crímenes
estremecieron a sus habitantes. El primer cuerpo fue descubierto en un
oscuro callejón detrás del bar Old Tavern. La víctima, un hombre de mediana
edad, yacía sin vida con un agujero de bala en el pecho, la luz de un farol
parpadeando sobre su cuerpo inerte.
El segundo crimen tuvo lugar en la lujosa mansión de los Vanderbilt. La
señora Vanderbilt, una mujer de belleza inigualable y famosa por su
elegancia, fue encontrada sin vida en su estudio, estrangulada con un
elegante pañuelo de seda. La pregunta que llenó de misterio el aire de
Crestwood era si estos dos crímenes estaban relacionados.
El detective distraído Iván, conocido por su despiste, pero aguda inteligencia,
se hizo cargo del caso. Con su gabardina arrugada y su cabello desordenado,
Iván comenzó a examinar las escenas de los crímenes. Pronto encontró cuatro
pistas aparentemente sin conexión: una carta anónima que sugería la
existencia de un secreto en la vida de la señora Vanderbilt, una huella dactilar
en la escena del primer crimen que no coincidía con ningún registro policial,
un testigo que afirmaba haber visto a un hombre sospechoso cerca del
callejón esa noche, y un collar de perlas que faltaba en la mansión Vanderbilt.
Iván se enfrascó en el caso, pasando noches en vela y descuidando su propia
vida personal. Mientras seguía las pistas, descubrió que el hombre
sospechoso del primer crimen tenía una coartada sólida. La huella dactilar
resultó ser un callejón sin salida, y el testigo se desvaneció en la oscuridad de
Crestwood, sin dejar rastro alguno. La carta anónima solo generaba más
preguntas, y el collar de perlas no aparecía en ningún mercado negro de la
ciudad.
Finalmente, Iván decidió visitar nuevamente la mansión Vanderbilt, donde se
dio cuenta de que algo no cuadraba en la escena del crimen. La ventana del
estudio estaba abierta, a pesar de que era una noche fría de otoño. Allí, en el
jardín, encontró una pequeña caja de joyería cuidadosamente escondida.
Cuando la abrió, descubrió una nota que decía: "Para Iván, el detective
distraído".
El final inesperado llegó cuando Iván se dio cuenta de que había pasado por
alto un detalle crucial. La señora Vanderbilt había fingido su propia muerte
para escapar de un matrimonio infeliz y comenzar una nueva vida en secreto.
Los dos crímenes estaban relacionados, pero no de la manera en que todos
habían pensado. Crestwood nunca olvidaría el misterio de los crímenes que
involucraron a un detective distraído y a una mujer que buscaba la libertad
bajo una nueva identidad. La ciudad se sumió en el silencio, mientras la dama
Vanderbilt desaparecía en la noche, llevándose consigo los secretos que
habían desconcertado a todos.

MARAVILLOSO:

El escondite magico
Había una vez, en un pueblito de La Rioja perdido en medio de los cerros, un
chico huérfano que vivía en un ranchito con su abuela. Un día, quiso salir a
“rodar tierra”, como decía la gente de antes. La abuela le preparó una canasta
con provisiones, y el chico se fue por un camino. Al poco tiempo, se encontró
con un halcón hambriento que le pidió comida. Sacó entonces un poco de
charqui de la canasta y se lo dio. Siguió caminando, y le salieron al paso unas
hormigas que tampoco habían comido. Sacó un pedazo de pan de la canasta y
también se lo dio. Cuando estaba por llegar al pueblo, se encontró con un
zorro que estaba a punto de morir de hambre. Lo convidó con un trozo de
queso que le quedaba en la canasta y retomó el camino.
Llegó por fin al pueblo, y allí se enteró de que el rey ofrecía la mano de su hija
al que lograra esconderse sin ser visto. La princesa tenía en su poder unos
anteojos mágicos que le permitían divisar los lugares más ocultos. Al
enterarse de esto, el chico se asustó mucho, porque pensó que jamás lograría
pasar la prueba. Decidió, sin embargo, intentarlo. El rey le dio tres
oportunidades y lo llevó a un descampado para que se escondiera.
Apareció entonces el halcón al que el muchacho había alimentado y lo llevó
volando hasta el cielo para que se ocultara detrás de una nube. La princesa se
puso entonces los anteojos mágicos. Miró al suelo y no lo encontró. Miró al
cielo y, apenas salió el sol, vio asomar la cabeza de un chico entre las nubes.
Así fracasó la primera prueba.
Al día siguiente, el rey llevó al chico a la punta de un cerro. Vinieron entonces
las hormigas agradecidas, y lo cubrieron con un montón de hojas. La princesa
volvió a ponerse los anteojos mágicos. Miró al cielo y no lo encontró. Miró al
suelo y vio asomar la punta del zapato del chico por debajo de un montículo
de hojas. Así fracasó la segunda prueba.
Al tercer día, el rey le advirtió al chico que ésa era su última oportunidad. Lo
llevó hasta la orilla de una laguna y le ordenó que se escondiera. Llegó
entonces el zorro, con otros zorros amigos, y entre todos cavaron un pozo
bien cerca del agua, justo a los pies de la princesa. El chico se metió en el
pozo, y los zorros lo cubrieron con tierra. La princesa se puso los anteojos
mágicos por tercera vez. Miró al cielo y no pudo encontrarlo. Miró al suelo y
tampoco lo halló. Fijó su vista en el agua y tampoco lo pudo divisar. Se
encandiló con el reflejo del sol en la laguna, y se sacó los anteojos, dándose
por vencida.
El chico salió entonces del pozo y se casó con la princesa. Hicieron una gran
fiesta, a la que invitaron a la abuelita, que se quedó a vivir con ellos en el
palacio. Y zapatito roto, otro día te cuento otro.
Cuento de autonomía:

El portal de los desafíos


Había una vez un pequeño pueblo llamado Macondo, situado en el norte de
Colombia. Era un lugar muy pequeño, con poca población, donde no sucedía
nada extraño, hasta que, en este lugar vivían varios personajes: Rapunzel,
Mariana, el Lobo, Caperucita Roja y la Princesa Susanita.
Un día, mientras exploraban el bosque del pueblo, la princesita descubrió un
antiguo libro de hechizos en una cueva oculta. Susanita no se resistió a la
tentación. Comenzó a leer las páginas llenas de palabras místicas y, sin darse
cuenta, dijo una palabra que liberó un poder incontrolable. El bosque se
estremeció y una niebla cubrió el pueblo. Los personajes se encontraron
atrapados en una dimensión paralela, donde cada uno enfrentaba un desafío
personal. Rapunzel tenía que vengarse de su "madre", Mariana debía
encontrar su verdadera identidad, el Lobo y Caperucita tenían que arreglar
sus problemas entre ellos, y Susanita tenía que encontrar un portal que los
llevaría de vuelta al pueblo.
Tiempo después, todos pudieron completar sus desafíos. Pero antes de
atravesar el portal, los personajes se detuvieron. A pesar de haber superado
sus desafíos individuales, sentían que algo en ellos había cambiado, habían
crecido, aprendido y se habían convertido en seres más fuertes y sabios.
Miraron el portal, se miraron entre sí y sostenían en sus ojos la incertidumbre
de lo que encontrarían al otro lado. ¿Volverían al pueblo como si nada
hubiera pasado? ¿O seguirían adelante en busca de nuevas aventuras y
descubrimientos?

FANTASTICO:
Jan Carew El amor perdido
Esto sucedió hace casi diez años.
- Yo vivía en la ciudad, pero el tiempo era muy caluroso y decidí salir al campo
y respirar un aire más fresco. iba feliz en mi auto, había sido un buen verano.
El campo estaba hermoso en la mañana temprana: el sol caliente, el cielo azul
y los pájaros cantando en cada árbol. Entonces mi auto se detuvo
repentinamente.
—¿Qué pasa? —pensé. No tengo nafta. ¡Qué tonte-ría! Ahora deberé
caminar hasta algún pueblo y comprar algo de nafta. Pero, ¿dónde estoy?
Busqué en el mapa. No había ningún pueblo cerca. estaba perdido en el
campo.
Entonces vi a la joven. Caminaba por el camino con flores en la mano. Llevaba
un vestido largo y su cabello era largo también. El cabello era largo y negro y
brillaba al sol. Era muy hermosa. Quise hablarle y me detuve:
—Hola, estoy perdido, ¿dónde estoy?
Vi una mirada de temor en su rostro, entonces continué serenamente:
—No tengo mapa. ¿Dónde puedo encontrar nafta?
Sus ojos azules me miraron y sonrió.
—¡Qué hermosa es! —pensé.
—No sé -me dijo—. Venga conmigo a la aldea. Tal vez podamos ayudarlo.
La seguí alegremente a través del campo.
—Tal vez sea una aldea pequeña —pensé y no figure en el mapa.
Había una aldea, una aldea antigua y hermosa. Las casas eran blancas y
negras y muy pequeñas. Por todos lados se veían animales.
—Tal vez sean granjeros —pensé.
La joven se detuvo ante una casa y me sonrió.
—Pase, por favor —dijo.
Entré. Era una casa muy limpia y extraña. Había un fuego y comida en un
caldero. La olí y sentí hambre.
—Es extraño —pensé —, cocinan su comida con leña.
Tal vez sean muy pobres. Conocí al padre y a la madre. Me gustaron. Gente
agradable a pesar de sus ropas extrañas.
—Siéntese —dijo el viejo—. Tendrá sed después de la caminata.
Me ofreció una bebida que agradecí. Pero la bebida.
Me miró, pensó un rato y dijo:
-Había una aldea allí. Pero no hay nada ahora. Corren
historias, historias muy raras que tal vez sean ciertas.
—¿Qué dicen? —exigí.
—Quemaron la aldea hace mucho. No hay gente ni casas ahora.
- ¿Quién la quemo? -pregunte ¿Por qué?
Dijo entonces:
-Cromwell y los soldados quemaron la aldea y mataron a toda la gente. El
pueblo había apoyado al Rey durante la Guerra Civil
Yo no podía hablar.
—No puede ser cierto —pensé. La Guerra Civil fue ace trescientos cincuenta
años.
Entonces recordé las extrañas ropas, el largo cabello, el caldero en el fuego y
las viejas casas. Y recordé lo de los caballos.
—Pero no entiendo —grité. Yo vi la gente y la aldea comí con ellos. Es verdad.
-Hay una historia sobre la aldea: por un día entero, cada diez años, la aldea
vuelve a vivir. Sólo por un día. luego vuelve a perderse por diez años. En ese
día cualquier hombre puede encontrarla. Pero debe abandonarla antes de la
mañana o deberá permanecer allí para siempre.
—¿Puede ser cierto? —pensé —. Tal vez lo sea. María dijo que debía irme. Tal
vez me amaba, pero dijo: "Debemos decirnos adiós"
Estaba asustada por mí. "Ahora entiendo", pensé.
No quería creer la historia. Pero volví atrás y la aldea o estaba allí. Busqué una
y otra vez, pero no encontré nada, sólo vi el pasto y los árboles y el sonido del
viento y los pájaros.
Estaba muy triste y me senté en el pasto a llorar.
Esto ocurrió hace nueve años y diez meses, pero no lo e olvidado. Aún
recuerdo a María y continúo amándola.

Ahora debo esperar solo dos meses. El pueblo regresara otra vez.
En el día exacto volveré a buscarla, a mi amor con el largo cabello. Y esta vez
no me iré antes del amanecer. Y me quedaré con ellos para siempre.

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