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Definición de Igualdad PDF
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tas problemáticas. En efecto, la críti- jeres es mucho más compleja que una
ca fundamental que se hace a las po- igualdad formal y señalaré luego algu-
siciones igualitarístas- es que ellas nos problemas que ineludiblemente
acaban por reforzar la estructura de deben enfrentar las mujeres cuando la
dominación de la sociedad patriarcal, reivindican teóricamente y cuando in-
puesto que buscan que las mujeres tentan acceder a ella.
sean, piensen y actúen como los hom- «Igualdad» se dice de muchas ma-
bres. El igualitarismo -se dice- pa- neras, diría Aristóteles. Es un «discu-
rece aceptar, y aún aplaudir, el mode- tible», diría Platón. No es, en efecto,
lo masculino y buscar para las muje- un término unívoco ni simple. Es un
res una asimilación, una integración. concepto abstracto no sustancíalíza-
que no es sino homologación, coopta- bIe,'o que bien puede usarse como
ción, conformación a un paradígrna una suerte de etiqueta simplista para
androcéntríco disfrazado de neutro encubrir más que para revelar. La
universal. Desde tal perspectiva, la igualdad es, ante todo, algún tipo de
igualdad no consistiría. pues, sino en relación. Dejando, claro está. de lado
una absorción en la masculinidad su significación matemática y restrin-
como parámetro de igualdad y el sim- giéndonos al terreno político, debe-
ple igualitarismo sería sólo una ma- mos decir que, a pesar de las reso-
nera de convalidar el sexismo. El pro- nancias cuantitativas de la palabra, la
blema del ígualítarísmo, entonces, es igualdad no es un concepto cuantita-
que conduce a crear una sociedad se- tivo: igualdad política nunca significa
xualmente neutra y una moralidad tener una misma cantidad ni los mis-
universal que de hecho implica una mos grados de alguna característica.
inmersión de la diferencia en lo mas- propiedad, función o derecho deter-
culino.' minados." Para explicitar el significa-
Debe reconocerse que apelar a la do de igualdad política me parece
mera igualdad formal es ínsuíieíente," adecuado enfocarla corno una rela-
Porque la igualdad, ese concepto que, ción de semejanza. Y esto me obliga a
junto con sus dos socias, la libertad y explicar qué ha de entenderse enton-
la fraternidad, nos legó la Revolución ces por «semejanza».
francesa, no es identidad. La equipara- «Semejanza» es también polisémico,
ción de igualdad con identidad es una es otro «discutible» que tiene, por lo
huella impresa por el pensamiento de menos, dos significados básicos."
la Ilustración, para el que la igualdad
pasa por la identidad: no se puede ser A. Semejanza es la relación entre dos
humano sino de una única manera; y o más términos que comparten uno o
la asimilación es siempre pensada más caracteres idénticos, que son en
como identificación con el modelo do- ellos los mismos y respecto de los cua-
minante. Bajo el manto del universalis- les se dice que los términos son seme-
mo, el modo de volverse plenamente jantes entre sí. Esta es, pues, a) una se-
humana para la mujer es volviéndose mejanza recíproca, que se establece
hombre (o imitándolo)," «horizontalmente» entre términos que
En este trabajo quiero presentar al- pertenecen a un mismo nivel, y b) una
gunos elementos que ayuden a preci- semejanza sólo respecto de esa camele-
sar y a acotar el concepto de igualdad. rtstica o caracteristicas idénticas com-
Intentaré mostrar en qué sentido la partidas.
igualdad que se demanda para las mu- B. Semejanza, por otro lado, es la
cíón, seria irrealizable y sólo pertene- mujeres. Aun cuando pueda haber
ciente al dominio de la ciencia-fíe- importantes puntos de contacto entre
cíón." La igualdad compleja que he todas las mujeres, se dan entre ellas
caracterizado y que reivindicamos no diferencias fundamentales que no
es, por cierto, un objeto real, pero sí pueden borronearse ni considerarse
un objeto virtual, algo no existente meramente irrelevantes o secunda-
aun como real pero sí existente como rias. Hoy ya no es posible, ni en el
posible." Postular la igualdad como plano teórico ni en el político, hacer
objeto virtual sirve, por lo menos, a invisible o encubrir la complejidad de
dos propósitos: por un lado, nos per- las diferencias culturales entre muje-
mite analizar críticamente nuestro res tras la cómoda etiqueta de una so-
pasado y nuestro presente e interpre- roridad -biológica o estratégica-
tarlos; por otro, nos incita a planear que nos uniría frente al «enemigo co-
estrategias y diseñar prácticas -in- rnún», Las diferencias en razón de
cluidas las teóricas- tendentes a su raza, religión, nacionalidad, clase so-
realización. Plantear la igualdad cial, posición económica, nivel cultu-
como objeto virtual y como objetivo ral, sexualidad, tradición, etc., ele-
valioso no implica, sin embargo, nin- mentos todos ellos que son los ejes
guna definición ni de lo que las muje- que conforman las identidades perso-
res (y los varones) son ni de 10 que nales, son diferencias que marcan, se-
deberian ser. 35 No supone, tampoco, paran, dividen y aun enfrentan a las
que la igualdad sea condición necesa- mujeres entre sí. Son diferencias que
ria y suficiente de una sociedad mo- interactúan y se entrecruzan, que se
ralmente buena. Supone solamente canalizan conjuntamente de diferen-
que la igualdad es condición de posi- tes maneras en diferentes contextos
bilidad para que pueda diseñarse y histórico-culturales. El aplastamiento
edifícarse un orden social fundado en de estas diferencias en nombre de
el universalismo y la justicía.v una igualdad fundada en un mínimo
Ninguna emancipación de la mujer denominador común es ya inadmisi-
es posible si se realiza sólo en el pla- ble, por perimido, y exige urgente y
no individual y este es un principio seria atención teórica. J9
en el que coinciden posturas muy di- «Debernos tener el coraje de hacer
vergentes entre sU7 Pero al insistir en frente a nuestras diferencias», dice Rosi
la necesidad de establecer relaciones Braidottí." Porque relevar y tematizar
entre mujeres para el logro de objeti- críticamente las diferencias entre las
vos comunes no debemos disimular el mujeres cuando se reivindica su igual.
hecho de que «mujer» o «mujeres) dad no destruye la política feminista,
son términos cuyo significado se res- sino que la complejiza y la enriquece
tringe más y más, palabras cuya com- tanto teórica como prácticamente. Si
prensión es ya mínima." Está bien hemos sido siempre objeto de hetero-
criticar el carácter heteradesignado designación, si se nos ha tomado en
de «las mujeres» y sus connotaciones bloque para pontificar sobre nosotras.
normativas. Pero por tratar de despo- sin discernir entre nosotras, no cometa-
seer al varón del derecho de hablar de mos el error de perpetuar los esquemas
«las mujeres) y en nombre de ellas no que heredamos: por haber sido vícti-
debemos incurrir en el error de ha-. mas de la «falacia de Protarco-" no in-
blar, también nosotras, de todas las curramos, también nosotras, en ella.
NOTAS
1. Cf. Linda Gordon: .What's New in Wo- Theory de Maggie Humm, Nueva York. Harves-
rnen's Hístory», en Teresa De Lauretis (ed.), Fe- ter, 1989.
minist Studies. Critical Studies , Bloomington, In- 9. Cf. F. Collin: art. cit., pp. 131-132; Mary
diana Uníversity Press, 1986, p. 29 Y Francoise Mídgley: «On Not Being Mraid of Natural Sex
Collin: «Praxis de la différence. Notes sur le tragí- Dlfferences», en Morwenna Griffiths y Margaret
que du sujet», Provenances de la pensée. Fem- Whitford (005.), Feminist Perspectives in Philo-
mes/Philosophie, Les Cahiers du Grif, 46 (1992), sophy, Bloomington, Indiana Uníversíty Press,
p.132. 1988, p. 34.
2. Monique Remy: De l'utopie il l'intégration. 10. Cf. M. French: op. cit.• p. 525.
Histoire des mouvements de [emmes, París, Éd, 11. Cf. M. Midgley: arto cit., pp. 34-35,
L'Harmattan, 1990, p. 17. 12. Para trazar la distinción entre dos tipos de
3. Ibid. semejanza me apoyo en las indicaciones que da
4. Rosi Braidotti; «Théoríes des études fémi- Plotino, Enéadas, l. 2,2, cuando trata el proble-
nistes, Quelques expéríences contemporaines en ma de las virtudes. La indístinción entre estos
Europe», Savoir el différence des sezes, Les Cahiers dos tipos de semejanza es la que provoca la caí-
du Grit, 45 (1990), p. 43. da en «e], tercer hombre» en el Parménides de
5. La polémica igualdad-diferencia sigue ocu- Platón 132 d-133 a. Ni en Platón ni en Plotino la
pando un lugar importante dentro de los debates argumentación tiene absolutamente nada que
feministas actuales. Hay, por cierto, una variada ver con cuestiones concernientes ni a la igualdad
gama de posturas teóricas entre quienes apoyan ni a los géneros. Sólo tomo la forma del argu-
una reivindicación de la igualdad que lleva a neu- mento, porque la distinción trazada me parece
tralizar más de la cuenta las diferencias genéricas esclarecedora pata aplicada del modo en que yo
y quienes exageran hasta el escándalo la diferen- lo hago.
cia, adoptando posiciones esencialistas y convir- 13. Cfr. M. Midgley; arto cit., p. 34.
tiendo en fuertemente positivos los caracteres y 14. La autonomía es un rasgo que casi todas
funciones tradicionalmente asociados negativa- las teóricas aceptan como necesario para poder
mente al genérico femenino. hablar de igualdad, en buena parte porque se
6. Fundamentalmente a las ígualltarístas libe- suele considerar a las mujeres privadas de ella
rales. Para el feminismo liberal d. M. Tapper: «por naturaleza», no s610 en los planteas clásicos
«Can a Feminist be a Liberal?» en Janna Thornp- como el de Rousseau. sino en plantees feministas
son (ed.), Women and Philosophy, Australasian partidarias de la «étíca del cuidado» como Gilli-
Associatíon of Philosophy, La Trabe University, gan o Chodorow, Sin embargo, el concepto de
vol. 64 (1986), pp. 37-47 y Susan Wendel: "A autonomía es bastante problemático, como lo
(Qualified) Defencc of Liberalism», Hypatia, 2 han mostrado diferentes autoras, como 1. Cacle:
(1987) 2, pp. 65-93. arto cít., pp. 54-61; Jean Grímshaw: «Autonomy
7. Cf. Lorraíne Code: «Simply Equalíty is not and Identity in Femíníst Thínkíng», en Griffiths-
Enough», en l. Thompson (ed.), op. cit., pp. 48- Whitford (eds.), Dp. cit., pp. 90-108; Alison Assi-
65; Gatens, Moira: «Rousseau and Wollstone- ter: «Autonorny and Pomography», en Ibid.,
craft: nature vs. Reason», en J. Thompson (ed.), pp. 58-71; M. Hurnrn: op. cit.• p. 14. Difícilmente
op. cit.• p. 14-15 especialmente; Marilyn Frenen: pueda calificarse de autónoma a una mujer que
Beyond Power. 011 Women, Mel1 & Morals, Lon- elija o actúe por propia decisión si el principio de
dres, Sphere Books, 1986, pp. 512-514; Diana su acción está condicionado por las expectativas
Coole: Women in Political Theory, Prom Ancient socialmente inscritas en el estereotipo femenino.
Misoginy to Contemporary Feminism, Worcester, Tampoco puede considerarse autónoma a la mu-
Billing & Sons, 1988, pp. 240-241; Alisa Del Re: jer que, pOI' ocupar posturas en el espacio públi-
«Pratiques politiques et bínómes théoriques dans co, actúe siguiendo los patrones masculínarnente
le féminisrne contemporaín». en Savoir et diffe- deseables.
rence des sezes, op. cit., pp. 20-21; Rosi Braídotti: 15. Cf. Celia Amores: «Mujeres, feminismo y
arto cít., p. 40. poder», en Actas del Seminario Mujer y Poder,
8. Dama la atención que en el Diccionario Madrid, U.C. Madrid, 1989, pp, 5-28; «Violencia
ideológico feminista de Víctoría Sau no figuren contra las mujeres y pactos patriarcales», en V.
entre las palabras definidas ni «igualdad» ni «di- Maqueira y C. Sánchez (comp.): Violencia y so-
ferencia». Apenas se refiere a esta última al era- ciedad patriarcal. Madrid, P. Iglesias. 1978.
tal' el «femínísmo de la diferencia», cuyo origen, Quien se ha ocupado particularmente de la cues-
por lo demás, ubica erróneamente en 1978, sin tión del poder, en una perspectiva vecina a la de
precisiones ulteriores. No son de gran ayuda Amorós, es Amelia Valcárcel en Sexo y filosoiia.
tampoco las referencias sobre igualdad y dife- Sobre «mujer» y «poder», Barcelona. Anthropos,
rencia incluidas en The Dictionary of Peminist 1991.
16. Tomo el concepto de equivalencia de A. pp. 108-130. No estoy usando acá la noción de
Del Re, arto ci t., p. 21. «espacio" en el mismo sentido en que la utiliza
17. C. Amorós ha insistido en la necesidad del C. Amoros cuando habla del «espacio de los igua-
reconocimiento mutuo que debe darse entre quie- les» contraponiéndolo al «espacio de las idéntí-
nes constituyen un espacio de iguales, de pares, caso en el articulo antes citado.
un grupo y no una serie. Además de los trabajos 30. Uso la noción de "alteración•• como con-
citados y de los desarrollos de su conocida obra trapuesta a "alienación. en el sentido que le da
Hacía lit/a critica de la razón patriarcal, Madrid, F. Collin, arto cit. Cf. especialmente pp, 134·135.
Anthropos, 1985, ver «Espacio de los iguales, es- 31. «Aportes para una crítica de la teoría del
pacio de la idénticas. Notas sobre poder y princi- género.» Este trabajo, fruto de un interesante
pio de individuación», Amor, 128 (1987), pp. 113- ejercido de pensar en conjunto, fue realizado
126, «El nuevo aspecto de la polís», La Balsa de junto con Alicia Gíanella, Ana Maria Bach, Ma-
la Medusa, 19·20 (1991), pp, 119·135, Y «Hon· ría Luisa Femenías y Margarita Roulet y presen-
gos hobbesianos, setas venenosas». Mientras Tan- tado a las 1 Jornadas Nacionales de Filosofía de
to, 48 (enero-febrero, 1992). la Universidad de Salta y n Congreso de la Aso-
18. Cf. F. Collin: arto cit.• p. 136, quien toma la ciación Filosófica de la República Argentina en
expresión «sujet interloqué» de J, Marion. agosto de 1991. Una versión levemente modifica-
19. Rescato la idea de responsabilidad. sin da se halla en prensa en la revista Feminaria, 9
por ello compartir la línea de pensamiento ex- (octubre, 1992), con el título «Filosofía y géne-
puesta en la obra, de No creas tener derechos de ro •.
la Librería de Mujeres de Milán, trad. cast.: Cua- 32. Ilustración y feminismo, tesis doctoral iné-
dernos inacabados, Madrid, Horas y Horas, 1991. dita, 1987, p. 380.
p.182. 33. Cf. Seyla Benhabib: «Feminisrn and Post-
20. L. Code, arto cít., caracteriza la igualdad modernisrn: an Uneasy Alliance», Praxis Interna-
recurriendo a tres conceptos: autonomía, autori- tional, 11 (1991),2, pp. 146·147. Benhabib sostie-
dad (que hemos retomado aquí) y andrcginía ne que el posmodernisrno ha producido una des-
(que preferimos dejar de lado). Cristina Melina, ventajosa «retirada de la utopía» dentro del femi-
por su parte, sugiere que la igualdad entre los nismo; aclara que no toma «utopía. en su signífi-
sexos buscada por el feminismo quizá deba ser .cado moderno, sino como «principio regulativo
construida como solidaridad, a la manera en que de esperanza», sin el cual se vuelve impensable la
la entiende R. Rorty. Cf, C. Molina: .EI feminis- moralidad y toda transformación radical: «Como
mo en la crisis del proyecto Ilustrado», Sistema, anhelo de lo "totalmente otro" (das ganz Andere),
99, p. 141 (noviembre, 1990). . de lo que aún no es, tal pensamiento utópico es
21. ce. Ibid .. p. 132, un imperativo moral-práctico [...] Pues nosotras,
22. Cf. Daryl McGowan Tress: «Comment on como mujeres, tenemos mucho que perder si
Flax's "Posmodernism and Gendcr Relations in abandonamos la esperanza utópica en lo total-
Ferniníst Theory?», Signs, 14 (1988) 1, p. 197. mente otro».' Ver también M. Humm: op, cit.,
23. Cf. F. Collín: arto eít., p. 139. pp. 228·229.
24. cr, Ibid., p. 70. 34. El concepto de objeto virtual está tomado
25. Cf. especialmente «El nuevo aspecto de la de H.: Lefebvre La revolución urbana, trad. cast.,
polis», arto cít., p. 133 Y «Hongos hobbesíanos, Madrid. Alianza, 1972, especialmente p. 11. El
setas venenosas», arto cit .• pp. 65·66. objeto virtual es pasible de un examen al que Le-
26. Cf. No creas tener derechos, op. cit., pp. 178· fcbvre llama "traducción". Cf. nuestro trabajo ci·
180, si bien no comparto las estrategias propues- tado en nota 31.
tas para dar solución al problema de hallar la 35. Cf. F. Collio: arto cír., pp. 137·138.
mediación entre el ser mujer individua y el ser 36. Cf. A. Vaicárcel: op. cit., p. 70: .V si, en
mujer. efecto. no puede asegurarse que la igualdad entre
27. Cf. F. CoUin: arto cit., p. 134; C. Amor6s: varones y mujeres nos haga mejores a todos,
«El nuevo aspecto de la polís», arto cit, p. 134. como fue la optimista presunción del sufragismo
En un sentido diferente también usan la idea de y el reformismo, debe resaltarse, kantianamente,
ambivalencia A. Del Re: art cit. p. 22 Y Maria que es mejor ella misma por la universalidad que
Luisa Bocela: «La rícerca della dífferenza», De- comporta».
mocraz;la e Diritto (supl. 10), Materiali e atti, 1 37. Como, por ejemplo, A. Del Re: arto cit.,
(1988). p. 26 Y C. Amor6s: .El nuevo aspecto de la polís»,
28. ce. A. Valcárcel: op. cit., p. 109; C. Amo- especialmente p. 135. Y «Hongos hobbesíanos, se-
ros: .EI nuevo aspecto de la polís» arto cít .• tas venenosas, especialmente pp. 65-b7. El con-
p.134. cepto de «pactos entre mujeres» como red de re-
29. Para el significado de la expresión, cf E. laciones entre mujeres no tiene nada que ver con
Gilson: «Regio Dissimilitudinis de Platón a Saint las relaciones de affidamento entre mujeres que
Bemard de Clairvaux-. Mediaeval Studies (1947), propugnan las mujeres de la Librería de Milán en
No creas tener derechos, op. cit. (ver especialmen- ción que comete Protarco al comienzo del Filebo
te pp. 13-19 Y 157-163). de Platón. Una excelente explicación de esta fala-
3&. Cf, Linda Alcoff: "Cultural Ferninísrn ver- cia se halla en 1. Crombie: Análisis de las doctri-
sus Post-strucruralísm: the Identity Crisis in Fe. nas de Platón, trad. cast., Madrid, Alianza, 1963,
miníst Theory», Signs, 13 (1988). 3, pp. 473-497 vol. Il, pp. 354-362. Sobre este punto me be ocu-
(trad. casto en Feminaria, I1 [19&9], 4); R. Braidot- pado en "División y dialéctica en el Fedro», Revis-
ti: arto cit. p. 42. ta Latinoamericana de Filosoiia, XVI (1990), 2.
39. Cf, R. Braidotti: arto cit., pp. 38-42; A Del pp. 157-158. La falacia de falsa generalización es
Re: arto cit. pp. 24-25; Henrietta L. Moore: Antro- desmontada por Platón también en la República
pologia y feminismo, trad. cast., Valencia. Cáte- V, cuando loca el tema de las mujeres guardia-
dra. 1991, pp. 217-228. nas. Sobre este aspecto cf. mi artículo «Justicia y
40. [bid., p. 46. género en Platón, República V., Hiparquia, I
41. Se trata de la falacia de falsa generaliza- (l988), pp, 35-42.