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NOTAS Y DISCUSIONES

Sobre el concepto de igualdad:


algunas observaciones
ISABEL SANTA CRUZ
Universidad de Buenos Aires

El feminismo contemporáneo, como asistimos a la constitución de grupos


sabemos, dista de ser homogéneo, y subgrupos que resisten todo intento
Todo feminismo, por cierto, denuncia de clasificación. Sin embargo, como
la sujeción de las mujeres, subraya su afirma Rosi Braidotti, «en este tejido
injusticia, tiene la convicción de la complejo, polivalente, de grupos pro-
posibilidad de modificar la situación ductores de prácticas discursivas, po-
y la voluntad compartida de superar demos relevar dominios de preocupa-
la estructura de dominación que afec- ciones comunes, coaliciones de inte-
ta a la diferencia de sexos) Podernos reses que hacen del movimiento una
decir, de un modo general, con Moni- máquina política gobernada por la
que Remy, que «considerarnos corno voluntad compartida por todas de
feminista toda palabra, todo escrito, o mejorar el estatus de las mujeres».'
todo movimiento relativo a la condi- Parece innegable que, para mejorar
ción de las mujeres en la sociedad, si el estatus de las mujeres, lograr su
denuncia esta condición como resul- igualdad es un objetivo válido y valio-
tado de una relación de dominación so del pensamiento y de la acción fe-
de un sexo (masculino) sobre el otro ministas. Exigir la igualdad, entendi-
(femeníno)».' A pesar de este denomi- da ésta como igualdad formal, como
nador común, hay dentro del feminis- igualdad ante la ley, como igualdad
mo divergencias importantes en las lí- de oportunidades en lo que toca a
neas teóricas como en las estrategias educación, empleo, propiedad de bie-
prácticas. No hay, pues, una teoría nes, paga por trabajo y, en general,
general del feminismo. En todos los todo lo referente a derechos huma-
grupos que, desde hace mucho tiem- nos, es inobjetable en nombre del
po, reivindican la emancipación de universalismo y de la justicia." Pero
las mujeres operan temáticas empa- está claro que la igualdad para las
rentadas y próximas, pero no idénti- mujeres de la que se trata no es una
cas. A lo sumo, dice M. Remy, «el fe- igualdad de las mujeres entre sí, sino
minismo podría ser definido corno un una igualdad entre los sexos, una
conjunto de doctrinas que poseen ni- igualdad de las mujeres con los varo-
veles de estructuración muy diver- nes. Y, en este aspecto, la igualdad
SOS».3 Más aún, en los últimos años como objetivo presenta algunas aris-

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tas problemáticas. En efecto, la críti- jeres es mucho más compleja que una
ca fundamental que se hace a las po- igualdad formal y señalaré luego algu-
siciones igualitarístas- es que ellas nos problemas que ineludiblemente
acaban por reforzar la estructura de deben enfrentar las mujeres cuando la
dominación de la sociedad patriarcal, reivindican teóricamente y cuando in-
puesto que buscan que las mujeres tentan acceder a ella.
sean, piensen y actúen como los hom- «Igualdad» se dice de muchas ma-
bres. El igualitarismo -se dice- pa- neras, diría Aristóteles. Es un «discu-
rece aceptar, y aún aplaudir, el mode- tible», diría Platón. No es, en efecto,
lo masculino y buscar para las muje- un término unívoco ni simple. Es un
res una asimilación, una integración. concepto abstracto no sustancíalíza-
que no es sino homologación, coopta- bIe,'o que bien puede usarse como
ción, conformación a un paradígrna una suerte de etiqueta simplista para
androcéntríco disfrazado de neutro encubrir más que para revelar. La
universal. Desde tal perspectiva, la igualdad es, ante todo, algún tipo de
igualdad no consistiría. pues, sino en relación. Dejando, claro está. de lado
una absorción en la masculinidad su significación matemática y restrin-
como parámetro de igualdad y el sim- giéndonos al terreno político, debe-
ple igualitarismo sería sólo una ma- mos decir que, a pesar de las reso-
nera de convalidar el sexismo. El pro- nancias cuantitativas de la palabra, la
blema del ígualítarísmo, entonces, es igualdad no es un concepto cuantita-
que conduce a crear una sociedad se- tivo: igualdad política nunca significa
xualmente neutra y una moralidad tener una misma cantidad ni los mis-
universal que de hecho implica una mos grados de alguna característica.
inmersión de la diferencia en lo mas- propiedad, función o derecho deter-
culino.' minados." Para explicitar el significa-
Debe reconocerse que apelar a la do de igualdad política me parece
mera igualdad formal es ínsuíieíente," adecuado enfocarla corno una rela-
Porque la igualdad, ese concepto que, ción de semejanza. Y esto me obliga a
junto con sus dos socias, la libertad y explicar qué ha de entenderse enton-
la fraternidad, nos legó la Revolución ces por «semejanza».
francesa, no es identidad. La equipara- «Semejanza» es también polisémico,
ción de igualdad con identidad es una es otro «discutible» que tiene, por lo
huella impresa por el pensamiento de menos, dos significados básicos."
la Ilustración, para el que la igualdad
pasa por la identidad: no se puede ser A. Semejanza es la relación entre dos
humano sino de una única manera; y o más términos que comparten uno o
la asimilación es siempre pensada más caracteres idénticos, que son en
como identificación con el modelo do- ellos los mismos y respecto de los cua-
minante. Bajo el manto del universalis- les se dice que los términos son seme-
mo, el modo de volverse plenamente jantes entre sí. Esta es, pues, a) una se-
humana para la mujer es volviéndose mejanza recíproca, que se establece
hombre (o imitándolo)," «horizontalmente» entre términos que
En este trabajo quiero presentar al- pertenecen a un mismo nivel, y b) una
gunos elementos que ayuden a preci- semejanza sólo respecto de esa camele-
sar y a acotar el concepto de igualdad. rtstica o caracteristicas idénticas com-
Intentaré mostrar en qué sentido la partidas.
igualdad que se demanda para las mu- B. Semejanza, por otro lado, es la

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relación que se establece entre uno o de igualdad y esbozar su significado.


más términos con otro término al que Me contentaré, por lo demás, con se·
imitan y que les sirve de referente. ñalar algunas dificultades que derivan
Este tipo de semejanza ya no es recí- de la primera exigencia que acabo de
proca sino unidireccional y «vertical». puntualizar.
Supone que dos o más términos se La igualdad, entendida no como
asemejan a otro sin que éste, inversa- identidad ni uniformidad ni estandar-
mente, se asemeje a ellos. Se trata de dización," comporta, en primer lugar,
la clase de semejanza que se verifica la autonomía, es decir, la posibilidad
entre la copia y su modelo, entre la de elección y decisión independientes,
imagen y su original. Los términos de que involucra la posibilidad de autode-
la relación están en niveles diferentes y signación.!' En segundo lugar, ígual-.
la semejanza comporta entonces una dad supone autoridad o, lo que es lo
jerarquía, una relación de derivación y mismo, la capacidad de ejercicio de
dependencia de los semejantes respec- poder, el "poder poden>, como dice Ce-
to de lo semejado. lia Amores:" «sólo puede llamarse
iguales a quienes son equípotentes».
La igualdad política debe entenderse En tercer lugar, y estrechamente co-
como una relación de semejanza que nectada con. la equípotencia, la igual-
responda al modelo A y no al modelo B. dad requiere lo que podríamos llamar
Una igualdad concebida sobre el mo- equifonia. es decir, la posibilidad de
delo B es, sin duda, pasible de las críti- emitir una voz que sea escuchada y
cas a las que antes hicimos referencia, considerada como portadora de signifi-
en la medida en que significaría una cado y de verdad, y goce, en conse-
mera asimilación a un modelo ya dado cuencia, de credibilidad. El cuarto ca-
como paradigma y nos permitiría de- rácter exigido por la igualdad es la
cir, a la manera del Orwell de Rebelión equivalencia: tener el mismo valor, no
en la granja, que todos los seres huma- ser considerado ni por debajo ni por
nos son iguales. pero que hay algunos encima de otro.> No basta con poder,
que son más iguales que otros. sino que también hay que valer, con la
Ahora bien, tomar la igualdad respetabilidad que ello implica.
como una semejanza recíproca nos Los caracteres señalados tienen por
impone, al menos, dos exigencias: 1. re- base necesaria la reciprocidad y el mu-
conocer que los términos iguales, tuo reconocimiento" que pertenecen
para poder serlo, deben ser diferentes por definición a la relación de igual-
entre sí, dado que la semejanza no es dad. Otras dos notas que en buena me-
entre ellos una identidad absoluta, dida están implícitas en las que deslin-
sino sólo respecto de algunos determi- damos son la interlocución, es decir, la
nados caracteres y puede darse si y situación en la que se dé una relación
sólo si ellos son diferentes en otros dialógica tal que sean todos interlocu-
múltiples caracteres; 2. precisar cuá- tores y ninguno "interlocutado?" y la
les son los caracteres mínimos que responsabilidad en el diseño y el meca-
deben poseer idénticamente los igua- nismo de la vida social." Y al hablar
les. Estas dos cuestiones que acabo de vida social no me refiero únicamen-
de señalar están vinculadas entre sí. te al terreno de lo político, sino a todo
Dados los límites fijados al presente el entramado de relaciones interperso-
trabajo, no podré sino enumerar los nales, incluyendo, claro está, las rela-
caracteres implícitos en el concepto ciones familiares y duales."

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La condición de posibilidad de la ble ambigüedad o ambivalencia, que


igualdad tal corno la hemos delineado ha sido tematizada por más de una
es que las mujeres sean, corno los va- teórica.t?
rones, sujetos, no en un sentido onto- El mundo masculino ha sido cons-
lógico sino corno quienes pueden tituido como un espacio de iguales,
«aparecer por la palabra y por la ac- esto es, como un cosmos estructura-
ción en el mundo público y privado, do, con sus reglas de juego, en el que
volverse actores, actrices del mundo cada uno tiene un puesto que ocupar.
común, actores que no puedan ser Las mujeres, como genérico coloniza-
nunca confundidos con autores», do y heterodesígnado, fuera del pac-
para decirlo con palabras de Francoi- to,28 han sido dejadas fuera del espa-
se Collín." Cada uno de los iguales ha cio. Están donde han sido puestas: en
de ser un ego, un sí mismo, un self 22 las margenes, en la regio dissimilitudi-
La igualdad ha se opera sino en el re- nis.t? En este sentido, las mujeres
conocimiento de la multiplicidad he- corno genérico son a-tópicas. no están
terogénea de los ego, de que cada ego en ningún puesto del espacio, senci-
es una relación consigo mismo, que llamente porque no han intervenido
se prefiere a sí mismo, pero que reco- en su diseño y mecanismo. Y obtener
noce a la vez que los demás también un puesto en el espacio les exige ha-
son ego.23 cerse a-ttpicas, alterarse." El acceso a
Recapitulando: la igualdad reivindi- la igualdad somete a la mujer a una
cada para las mujeres es una relación tensión, a una suerte de flexibiliza-
no ídentíficativa de semejanza recípro- ción de su identidad, a ser lo que po-
ca, que comporta autonomía, equipo- dríamos llamar una «anfibia»: una
tencia, equífonía, equivalencia, interlo- individua que adopta el género po-
cución y responsabilidad de los indivi- sicionalmente. La posicionalidad en
duos-sujetos actuantes en todas las re- el género como acto de pensamiento
laciones sociales, familiares y duales. y gesto de existencia ha sido caracte-
Pero para las mujeres la igualdad es rizada en un trabajo anterior," en el
una dura empresa. "Cada centímetro que intentamos mostrar que posicio-
de igualdad cuesta», dice Amelía Val- narse en el género, eligiéndolo corno
carcel,> Y cuesta porque requiere de punto de partida de prácticas y signi-
las mujeres una emergencia como su- ficados entre los otros múltiples ejes
jeto y, a la vez, una desidentificación de identidad, es de importancia fun-
con su genérico, colectivo de idénticas damental, en la medida en que la des-
heterodesignado, como lo ha mostrado igualdad sexual -para decirlo con
Celia Amorás. 25 Los esquemas patriar- palabras de Cristina Molina- es «la
cales no han hecho lugar para las mu- más insidiosa, más antigua y la más
jeres en lo que a la relación individuo- pertinaz de todas las desigualdades»."
colectivo genérico se refiere. Para la Si para dejar de ser a-tópicas las
mujer es problemático compaginar la mujeres deben volverse a-típicas sin
voluntad de distinción personal, la au- olvidar, empero, el horizonte de iden-
toafirrnación, con la demanda de su tidad genérica, ese proceso exige que
genérico de «no ser distinta», de «ser sean -pennítaseme jugar con las pa-
como las otras». El orden simbólico labras- en cierto modo u-tápicas, Y
social, diseñado masculínamente, pare- digo en cierto modo, porque no pre-
ce no ofrecer salida a este problema-' y tendo defender una utopía en el senti-
sume a las mujeres en una considera- do de ideal que, por su propia perfec-

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cíón, seria irrealizable y sólo pertene- mujeres. Aun cuando pueda haber
ciente al dominio de la ciencia-fíe- importantes puntos de contacto entre
cíón." La igualdad compleja que he todas las mujeres, se dan entre ellas
caracterizado y que reivindicamos no diferencias fundamentales que no
es, por cierto, un objeto real, pero sí pueden borronearse ni considerarse
un objeto virtual, algo no existente meramente irrelevantes o secunda-
aun como real pero sí existente como rias. Hoy ya no es posible, ni en el
posible." Postular la igualdad como plano teórico ni en el político, hacer
objeto virtual sirve, por lo menos, a invisible o encubrir la complejidad de
dos propósitos: por un lado, nos per- las diferencias culturales entre muje-
mite analizar críticamente nuestro res tras la cómoda etiqueta de una so-
pasado y nuestro presente e interpre- roridad -biológica o estratégica-
tarlos; por otro, nos incita a planear que nos uniría frente al «enemigo co-
estrategias y diseñar prácticas -in- rnún», Las diferencias en razón de
cluidas las teóricas- tendentes a su raza, religión, nacionalidad, clase so-
realización. Plantear la igualdad cial, posición económica, nivel cultu-
como objeto virtual y como objetivo ral, sexualidad, tradición, etc., ele-
valioso no implica, sin embargo, nin- mentos todos ellos que son los ejes
guna definición ni de lo que las muje- que conforman las identidades perso-
res (y los varones) son ni de 10 que nales, son diferencias que marcan, se-
deberian ser. 35 No supone, tampoco, paran, dividen y aun enfrentan a las
que la igualdad sea condición necesa- mujeres entre sí. Son diferencias que
ria y suficiente de una sociedad mo- interactúan y se entrecruzan, que se
ralmente buena. Supone solamente canalizan conjuntamente de diferen-
que la igualdad es condición de posi- tes maneras en diferentes contextos
bilidad para que pueda diseñarse y histórico-culturales. El aplastamiento
edifícarse un orden social fundado en de estas diferencias en nombre de
el universalismo y la justicía.v una igualdad fundada en un mínimo
Ninguna emancipación de la mujer denominador común es ya inadmisi-
es posible si se realiza sólo en el pla- ble, por perimido, y exige urgente y
no individual y este es un principio seria atención teórica. J9
en el que coinciden posturas muy di- «Debernos tener el coraje de hacer
vergentes entre sU7 Pero al insistir en frente a nuestras diferencias», dice Rosi
la necesidad de establecer relaciones Braidottí." Porque relevar y tematizar
entre mujeres para el logro de objeti- críticamente las diferencias entre las
vos comunes no debemos disimular el mujeres cuando se reivindica su igual.
hecho de que «mujer» o «mujeres) dad no destruye la política feminista,
son términos cuyo significado se res- sino que la complejiza y la enriquece
tringe más y más, palabras cuya com- tanto teórica como prácticamente. Si
prensión es ya mínima." Está bien hemos sido siempre objeto de hetero-
criticar el carácter heteradesignado designación, si se nos ha tomado en
de «las mujeres» y sus connotaciones bloque para pontificar sobre nosotras.
normativas. Pero por tratar de despo- sin discernir entre nosotras, no cometa-
seer al varón del derecho de hablar de mos el error de perpetuar los esquemas
«las mujeres) y en nombre de ellas no que heredamos: por haber sido vícti-
debemos incurrir en el error de ha-. mas de la «falacia de Protarco-" no in-
blar, también nosotras, de todas las curramos, también nosotras, en ella.

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NOTAS

1. Cf. Linda Gordon: .What's New in Wo- Theory de Maggie Humm, Nueva York. Harves-
rnen's Hístory», en Teresa De Lauretis (ed.), Fe- ter, 1989.
minist Studies. Critical Studies , Bloomington, In- 9. Cf. F. Collin: art. cit., pp. 131-132; Mary
diana Uníversity Press, 1986, p. 29 Y Francoise Mídgley: «On Not Being Mraid of Natural Sex
Collin: «Praxis de la différence. Notes sur le tragí- Dlfferences», en Morwenna Griffiths y Margaret
que du sujet», Provenances de la pensée. Fem- Whitford (005.), Feminist Perspectives in Philo-
mes/Philosophie, Les Cahiers du Grif, 46 (1992), sophy, Bloomington, Indiana Uníversíty Press,
p.132. 1988, p. 34.
2. Monique Remy: De l'utopie il l'intégration. 10. Cf. M. French: op. cit.• p. 525.
Histoire des mouvements de [emmes, París, Éd, 11. Cf. M. Midgley: arto cit., pp. 34-35,
L'Harmattan, 1990, p. 17. 12. Para trazar la distinción entre dos tipos de
3. Ibid. semejanza me apoyo en las indicaciones que da
4. Rosi Braidotti; «Théoríes des études fémi- Plotino, Enéadas, l. 2,2, cuando trata el proble-
nistes, Quelques expéríences contemporaines en ma de las virtudes. La indístinción entre estos
Europe», Savoir el différence des sezes, Les Cahiers dos tipos de semejanza es la que provoca la caí-
du Grit, 45 (1990), p. 43. da en «e], tercer hombre» en el Parménides de
5. La polémica igualdad-diferencia sigue ocu- Platón 132 d-133 a. Ni en Platón ni en Plotino la
pando un lugar importante dentro de los debates argumentación tiene absolutamente nada que
feministas actuales. Hay, por cierto, una variada ver con cuestiones concernientes ni a la igualdad
gama de posturas teóricas entre quienes apoyan ni a los géneros. Sólo tomo la forma del argu-
una reivindicación de la igualdad que lleva a neu- mento, porque la distinción trazada me parece
tralizar más de la cuenta las diferencias genéricas esclarecedora pata aplicada del modo en que yo
y quienes exageran hasta el escándalo la diferen- lo hago.
cia, adoptando posiciones esencialistas y convir- 13. Cfr. M. Midgley; arto cit., p. 34.
tiendo en fuertemente positivos los caracteres y 14. La autonomía es un rasgo que casi todas
funciones tradicionalmente asociados negativa- las teóricas aceptan como necesario para poder
mente al genérico femenino. hablar de igualdad, en buena parte porque se
6. Fundamentalmente a las ígualltarístas libe- suele considerar a las mujeres privadas de ella
rales. Para el feminismo liberal d. M. Tapper: «por naturaleza», no s610 en los planteas clásicos
«Can a Feminist be a Liberal?» en Janna Thornp- como el de Rousseau. sino en plantees feministas
son (ed.), Women and Philosophy, Australasian partidarias de la «étíca del cuidado» como Gilli-
Associatíon of Philosophy, La Trabe University, gan o Chodorow, Sin embargo, el concepto de
vol. 64 (1986), pp. 37-47 y Susan Wendel: "A autonomía es bastante problemático, como lo
(Qualified) Defencc of Liberalism», Hypatia, 2 han mostrado diferentes autoras, como 1. Cacle:
(1987) 2, pp. 65-93. arto cít., pp. 54-61; Jean Grímshaw: «Autonomy
7. Cf. Lorraíne Code: «Simply Equalíty is not and Identity in Femíníst Thínkíng», en Griffiths-
Enough», en l. Thompson (ed.), op. cit., pp. 48- Whitford (eds.), Dp. cit., pp. 90-108; Alison Assi-
65; Gatens, Moira: «Rousseau and Wollstone- ter: «Autonorny and Pomography», en Ibid.,
craft: nature vs. Reason», en J. Thompson (ed.), pp. 58-71; M. Hurnrn: op. cit.• p. 14. Difícilmente
op. cit.• p. 14-15 especialmente; Marilyn Frenen: pueda calificarse de autónoma a una mujer que
Beyond Power. 011 Women, Mel1 & Morals, Lon- elija o actúe por propia decisión si el principio de
dres, Sphere Books, 1986, pp. 512-514; Diana su acción está condicionado por las expectativas
Coole: Women in Political Theory, Prom Ancient socialmente inscritas en el estereotipo femenino.
Misoginy to Contemporary Feminism, Worcester, Tampoco puede considerarse autónoma a la mu-
Billing & Sons, 1988, pp. 240-241; Alisa Del Re: jer que, pOI' ocupar posturas en el espacio públi-
«Pratiques politiques et bínómes théoriques dans co, actúe siguiendo los patrones masculínarnente
le féminisrne contemporaín». en Savoir et diffe- deseables.
rence des sezes, op. cit., pp. 20-21; Rosi Braídotti: 15. Cf. Celia Amores: «Mujeres, feminismo y
arto cít., p. 40. poder», en Actas del Seminario Mujer y Poder,
8. Dama la atención que en el Diccionario Madrid, U.C. Madrid, 1989, pp, 5-28; «Violencia
ideológico feminista de Víctoría Sau no figuren contra las mujeres y pactos patriarcales», en V.
entre las palabras definidas ni «igualdad» ni «di- Maqueira y C. Sánchez (comp.): Violencia y so-
ferencia». Apenas se refiere a esta última al era- ciedad patriarcal. Madrid, P. Iglesias. 1978.
tal' el «femínísmo de la diferencia», cuyo origen, Quien se ha ocupado particularmente de la cues-
por lo demás, ubica erróneamente en 1978, sin tión del poder, en una perspectiva vecina a la de
precisiones ulteriores. No son de gran ayuda Amorós, es Amelia Valcárcel en Sexo y filosoiia.
tampoco las referencias sobre igualdad y dife- Sobre «mujer» y «poder», Barcelona. Anthropos,
rencia incluidas en The Dictionary of Peminist 1991.

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16. Tomo el concepto de equivalencia de A. pp. 108-130. No estoy usando acá la noción de
Del Re, arto ci t., p. 21. «espacio" en el mismo sentido en que la utiliza
17. C. Amorós ha insistido en la necesidad del C. Amoros cuando habla del «espacio de los igua-
reconocimiento mutuo que debe darse entre quie- les» contraponiéndolo al «espacio de las idéntí-
nes constituyen un espacio de iguales, de pares, caso en el articulo antes citado.
un grupo y no una serie. Además de los trabajos 30. Uso la noción de "alteración•• como con-
citados y de los desarrollos de su conocida obra trapuesta a "alienación. en el sentido que le da
Hacía lit/a critica de la razón patriarcal, Madrid, F. Collin, arto cit. Cf. especialmente pp, 134·135.
Anthropos, 1985, ver «Espacio de los iguales, es- 31. «Aportes para una crítica de la teoría del
pacio de la idénticas. Notas sobre poder y princi- género.» Este trabajo, fruto de un interesante
pio de individuación», Amor, 128 (1987), pp. 113- ejercido de pensar en conjunto, fue realizado
126, «El nuevo aspecto de la polís», La Balsa de junto con Alicia Gíanella, Ana Maria Bach, Ma-
la Medusa, 19·20 (1991), pp, 119·135, Y «Hon· ría Luisa Femenías y Margarita Roulet y presen-
gos hobbesianos, setas venenosas». Mientras Tan- tado a las 1 Jornadas Nacionales de Filosofía de
to, 48 (enero-febrero, 1992). la Universidad de Salta y n Congreso de la Aso-
18. Cf. F. Collin: arto cit.• p. 136, quien toma la ciación Filosófica de la República Argentina en
expresión «sujet interloqué» de J, Marion. agosto de 1991. Una versión levemente modifica-
19. Rescato la idea de responsabilidad. sin da se halla en prensa en la revista Feminaria, 9
por ello compartir la línea de pensamiento ex- (octubre, 1992), con el título «Filosofía y géne-
puesta en la obra, de No creas tener derechos de ro •.
la Librería de Mujeres de Milán, trad. cast.: Cua- 32. Ilustración y feminismo, tesis doctoral iné-
dernos inacabados, Madrid, Horas y Horas, 1991. dita, 1987, p. 380.
p.182. 33. Cf. Seyla Benhabib: «Feminisrn and Post-
20. L. Code, arto cít., caracteriza la igualdad modernisrn: an Uneasy Alliance», Praxis Interna-
recurriendo a tres conceptos: autonomía, autori- tional, 11 (1991),2, pp. 146·147. Benhabib sostie-
dad (que hemos retomado aquí) y andrcginía ne que el posmodernisrno ha producido una des-
(que preferimos dejar de lado). Cristina Melina, ventajosa «retirada de la utopía» dentro del femi-
por su parte, sugiere que la igualdad entre los nismo; aclara que no toma «utopía. en su signífi-
sexos buscada por el feminismo quizá deba ser .cado moderno, sino como «principio regulativo
construida como solidaridad, a la manera en que de esperanza», sin el cual se vuelve impensable la
la entiende R. Rorty. Cf, C. Molina: .EI feminis- moralidad y toda transformación radical: «Como
mo en la crisis del proyecto Ilustrado», Sistema, anhelo de lo "totalmente otro" (das ganz Andere),
99, p. 141 (noviembre, 1990). . de lo que aún no es, tal pensamiento utópico es
21. ce. Ibid .. p. 132, un imperativo moral-práctico [...] Pues nosotras,
22. Cf. Daryl McGowan Tress: «Comment on como mujeres, tenemos mucho que perder si
Flax's "Posmodernism and Gendcr Relations in abandonamos la esperanza utópica en lo total-
Ferniníst Theory?», Signs, 14 (1988) 1, p. 197. mente otro».' Ver también M. Humm: op, cit.,
23. Cf. F. Collín: arto eít., p. 139. pp. 228·229.
24. cr, Ibid., p. 70. 34. El concepto de objeto virtual está tomado
25. Cf. especialmente «El nuevo aspecto de la de H.: Lefebvre La revolución urbana, trad. cast.,
polis», arto cít., p. 133 Y «Hongos hobbesíanos, Madrid. Alianza, 1972, especialmente p. 11. El
setas venenosas», arto cit .• pp. 65·66. objeto virtual es pasible de un examen al que Le-
26. Cf. No creas tener derechos, op. cit., pp. 178· fcbvre llama "traducción". Cf. nuestro trabajo ci·
180, si bien no comparto las estrategias propues- tado en nota 31.
tas para dar solución al problema de hallar la 35. Cf. F. Collio: arto cír., pp. 137·138.
mediación entre el ser mujer individua y el ser 36. Cf. A. Vaicárcel: op. cit., p. 70: .V si, en
mujer. efecto. no puede asegurarse que la igualdad entre
27. Cf. F. CoUin: arto cit., p. 134; C. Amor6s: varones y mujeres nos haga mejores a todos,
«El nuevo aspecto de la polís», arto cit, p. 134. como fue la optimista presunción del sufragismo
En un sentido diferente también usan la idea de y el reformismo, debe resaltarse, kantianamente,
ambivalencia A. Del Re: art cit. p. 22 Y Maria que es mejor ella misma por la universalidad que
Luisa Bocela: «La rícerca della dífferenza», De- comporta».
mocraz;la e Diritto (supl. 10), Materiali e atti, 1 37. Como, por ejemplo, A. Del Re: arto cit.,
(1988). p. 26 Y C. Amor6s: .El nuevo aspecto de la polís»,
28. ce. A. Valcárcel: op. cit., p. 109; C. Amo- especialmente p. 135. Y «Hongos hobbesíanos, se-
ros: .EI nuevo aspecto de la polís» arto cít .• tas venenosas, especialmente pp. 65-b7. El con-
p.134. cepto de «pactos entre mujeres» como red de re-
29. Para el significado de la expresión, cf E. laciones entre mujeres no tiene nada que ver con
Gilson: «Regio Dissimilitudinis de Platón a Saint las relaciones de affidamento entre mujeres que
Bemard de Clairvaux-. Mediaeval Studies (1947), propugnan las mujeres de la Librería de Milán en

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NOTAS Y DISCUSIONES

No creas tener derechos, op. cit. (ver especialmen- ción que comete Protarco al comienzo del Filebo
te pp. 13-19 Y 157-163). de Platón. Una excelente explicación de esta fala-
3&. Cf, Linda Alcoff: "Cultural Ferninísrn ver- cia se halla en 1. Crombie: Análisis de las doctri-
sus Post-strucruralísm: the Identity Crisis in Fe. nas de Platón, trad. cast., Madrid, Alianza, 1963,
miníst Theory», Signs, 13 (1988). 3, pp. 473-497 vol. Il, pp. 354-362. Sobre este punto me be ocu-
(trad. casto en Feminaria, I1 [19&9], 4); R. Braidot- pado en "División y dialéctica en el Fedro», Revis-
ti: arto cit. p. 42. ta Latinoamericana de Filosoiia, XVI (1990), 2.
39. Cf, R. Braidotti: arto cit., pp. 38-42; A Del pp. 157-158. La falacia de falsa generalización es
Re: arto cit. pp. 24-25; Henrietta L. Moore: Antro- desmontada por Platón también en la República
pologia y feminismo, trad. cast., Valencia. Cáte- V, cuando loca el tema de las mujeres guardia-
dra. 1991, pp. 217-228. nas. Sobre este aspecto cf. mi artículo «Justicia y
40. [bid., p. 46. género en Platón, República V., Hiparquia, I
41. Se trata de la falacia de falsa generaliza- (l988), pp, 35-42.

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