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CUASICONTRATOS
CUASICONTRATOS
Como ya advertíamos en el inicio de este apunte, los juristas romanos pudieron observar
que existían obligaciones que no nacían del contrato ni tampoco del delito, por lo que a
estas instituciones se les denomino cuasicontratos.
Por otra parte, el artículo 1377 rige los casos en que el pago se hace al acreedor verdadero,
pero por una persona que no es su deudor (RTD civ.1993.820, RTD civ.1994.101). En
estos casos, se requiere la prueba del error para obtener la restitución del pago. La
diferencia se justifica desde el punto de vista del receptor del pago. En el primer caso, al no
tener derecho de recibir el pago que se le hace, el accipiens que pretende conservarlo es de
mala fe, lo que justifica que tenga que restituir el pago sin más prueba que el hecho de
haberlo recibido; mientras que, en el segundo caso, el accipiens recibe un pago al que tiene
derecho y se requiere una persona dotada de una situación más merecedora para arrancarle
el pago mal hecho. El tercero que, sin ser deudor, paga al acreedor verdadero puede haber
tenido uno de estos cuatro motivos: 1) puede haberse equivocado de acreedor (hipótesis del
artículo 1376), 2) puede haber pagado porque tenía un interés en la obligación, en cuyo
caso queda subrogado por ley en los derechos del accipiens, 3) puede haber gestionado un
negocio del deudor, o 4) puede haber tenido una intención liberal. La subrogación excluye
el error, porque el solvens recibe por ley una transferencia a su favor de los derechos del
accipiens. Gracias a esta transferencia puede accionar contra el deudor. No hay razón para
que pueda además pedir la restitución al accipiens, porque tenía un interés personal en el
pago que hizo, interés que hace inverosímil que se haya equivocado al hacer el pago. El
gestor de negocios está en la misma situación que el que se subroga porque ya que obra con
intención de ser reembolsado por el deudor. El que paga al acreedor con intención de
liberalidad, está gratificando al deudor. El único caso en que procede la restitución contra
los acreedores cuando el pago se hace por error. Aunque para la nulidad de un contrato
celebrado bajo la influencia del error se requiere que el error sea inexcusable, este requisito
no aparece cuando lo que se pretende anular no es un contrato, sino un pago.
Una solución contraria apareció en 1914, cuando la Corte de Casación vió el asunto de un
municipio que había recibido del Estado un subsidio que legalmente correspondía al
municipio vecino. El municipio que tenía derecho al subsidio demandó al municipio que
por error lo había embolsado. Su acción fracasó en razón de que los artículos del Código
Civil relativos al pago de lo indebido contemplan solamente la acción intentada en
devolución del pago por el pagador contra el receptor.
Obviamente las dos sentencias se contradicen. Una sentencia más reciente corrobora esta
última. El médico recibió de la compañía de seguros de su paciente el pago de un servicio
no cubierto por la póliza. Se decidió que la compañía de seguros no tenía acción contra el
paciente que se había beneficiado del pago, sino solamente una acción de pago de lo
indebido contra el médico (RTD civ.l994.1ü2).
Otros asuntos de la misma índole, citados por el autor del artículo sobre L'indu a trois,
también se han presentado. 1) Creyendo que las grietas que aparecieron en una casa eran el
resultado de una sequía, la compañía de seguros indemnizó al propietario, cuando después
se reveló que fueron el efecto de un vicio de construcción. La compañía de seguros pudo
reclamar el pago al constructor. 2) Un médico recibió el pago de su servicio de su paciente,
que fue reembolsado por su aseguradora. Después la aseguradora pagó el mismo valor a un
acreedor del médico, que le había notificado un embargo retentivo. La aseguradora dirigió
su acción contra el médico en lugar de demandar al embargante. Estos asuntos citados por
el autor de este artículo justifican su conclusión de que "la jurisprudencia parece hoy
admitir la posibilidad de una acción directa contra el accipiens intelectual", expresión con
la cual designa al que fue beneficiado por el pago. Pero no todos estos asuntos se
resolvieron en base a la teoría del pago de lo indebido. Algunos se fundamentaron en el
enriquecimiento sin causa. Este fundamento fue acogido en la creencia de que la acción del
pago de lo indebido, en la forma concebida por el Código Civil, solamente hace posible la
repetición del pago de lo indebido contra la persona que lo recibió. En el asunto más
reciente, de 1994, en que fracasó la acción de la compañía de seguros contra el paciente que
se había beneficiado del pago hecho por error al médico, la acción fracasó por haberse
fundado en la teoría del pago de lo indebido, cuando probablemente hubiese prosperado si
se hubiese fundado en la teoría del enriquecimiento sin causa.
El dilema para el litigante ante un caso de indu a trois es adivinar cuál de las teorías, la del
pago de lo indebido o la del enriquecimiento sin causa, tiene la preferencia del juez. El
litigante que escoge mal pierde, a menos que el juez de oficio recalifique la acción, dándole
la naturaleza que para él es la correcta, cosa Asimismo, el pago erróneo hecho por un
tercero al verdadero acreedor (hipótesis del artículo 1377) beneficia al deudor, si no se
produce la subrogación. La cuestión aquí es la de si el tercero que hizo el pago tiene una
acción directa contra el deudor. Veamos tres ejemplos: 1) El heredero aparente paga una
acreencia de la sucesión. Puede reclamar el reembolso al verdadero heredero y no tiene
necesariamente que dirigir su acción contra el acreedor a quien hizo el pago. 2) Una
compañía de seguros, sin darse cuenta de que la póliza había vencido, paga la reclamación
de la víctima de un accidente de tránsito. La compañía de seguros puede demandar al
asegurado, que se benefició de este pago. 3) Un notario, creyendo que el comprador había
depositado el precio del inmueble en su cuenta, paga el precio al vendedor. El notario
puede exigir el pago al comprador que el artículo 12 del Nuevo Código de Procedimiento
Civil francés le permite hacer, pero que raramente utiliza (RTD civ.2006.268, no. 6, en la p.
271). El punto de vista de Perruchot- Triboulet se refleja en el texto de Terré, Simler y
Lequette (ob. cit., no. 1059): "En el caso del indebido entre tres la situación se complica.
Cuando el deudor se desapodera del importe de su deuda en manos de una persona que no
es su acreedor, este último puede, usando la acción oblicua, actuar contra el accipiens. La
jurisprudencia también ha admitido que puede actuar contra él mediante la acción de in rem
verso. Cuando el pago ha sido hecho al verdadero acreedor por una persona distinta del
deudor, el solvens reclama en principio el reembolso al accipiens, quien después se dirige
contra su verdadero deudor. Pero la jurisprudencia parece dispuesta a admitir un recurso
directo del solvens contra el verdadero deudor. Queda por ver si este recurso debe fundarse
en el enriquecimiento sin causa, como lo hacen entender algunas decisiones, o en la
repetición de lo indebido subjetivo, cuya solución sería simplificada".
Más adelante veremos que la acción de enriquecimiento sin causa o acción de in rem verso
está destinada a corregir los desplazamientos patrimoniales indirectos resultantes de
contratos, no de pagos. La acción que corrige el desplazamiento patrimonial resultante del
pago, es la acción de pago de lo indebido. A juicio de Perruchot-Triboulet, cuyo criterio
compartimos, el mejor fundamento de la acción de pago de lo indebido entre tres, no es el
enriquecimiento sin causa, sino la acción directa del que pagó por error contra el que se
benefició injustamente de ese pago.
CAPITULO I
De los cuasicontratos
Art. 1371.- Los cuasicontratos son los hechos puramente voluntarios del hombre, de los
cuales resulta un compromiso cualquiera respecto a un tercero, y algunas veces un
compromiso recíproco por ambas partes.
Art. 1373.- Está obligado a continuar la gestión, aunque muera el dueño antes que el asunto
se termine, hasta que el heredero haya podido tomar su dirección.
Art. 1374.- Está obligado a emplear en la gestión todos los cuidados de un buen padre de
familia. Sin embargo, las circunstancias que le hayan conducido a encargarse del negocio,
pueden autorizar al juez para que modere los daños y perjuicios que puedan resultar por las
faltas o negligencias del gestor.
Art. 1375.- El dueño, cuyo negocio ha sido bien administrado, debe cumplir los
compromisos que el gestor haya hecho en su nombre, indemnizarle de todos los
compromisos personales que haya contraído, y reembolsarle de todos los gastos que haya
hecho, siendo útiles y necesarios.
Art. 1376.- El que recibe por equivocación o a sabiendas lo que no se le debe, está obligado
a restituirlo a aquél de quien lo recibió indebidamente.
Art. 1377.- Cuando una persona que se cree deudora por error, ha pagado una deuda, tiene
derecho a repetir contra el acreedor. Sin embargo, este derecho cesa en el caso en que el
acreedor ha suprimido su título por consecuencia del pago, salvó el recurso del que ha
pagado contra el verdadero deudor.
Art. 1378.- Si ha habido mala fe por parte del que ha recibido, está obligado a restituir, no
sólo el capital, sino los intereses o frutos desde el día del pago.
Art. 1380.- Si el que recibió de buena fe ha vendido la cosa, no debe restituir sino el precio
de la venta.
Art. 1381.- Aquél a quien se le ha restituido la cosa, debe abonar, aun al poseedor de mala
fe, todos los gastos útiles y necesarios que haya hecho para la conservación de ella.