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Es sabido que el patrimonio del deudor constituye la garantía común de los acreedores.
De todos modos, el CCyC establece una excepción: que el deudor haya actuado con el
propósito de defraudar a futuros acreedores.
La prueba de la excepción corre por cuenta del acreedor, que podrá valerse de cualquier
medio.
Si dicha insolvencia se produce con posterioridad al acto, no dará acción para solicitar
la declaración de inoponibilidad.
c. que quien contrató con el deudor a título oneroso haya conocido o debido conocer
que el acto provocaba o agravaba la insolvencia.
El acto fraudulento supone que se verifique la intención del deudor y del adquirente de
defraudar o concilio fraudulento.
Se presume la complicidad del tercero si conocía o debía conocer que el acto provocaba
o agravaba la insolvencia (art. 340 CCyC).
Se trata de una presunción que admite ser desvirtuada por prueba en contrario, ya que
está prevista solamente para aligerar la carga probatoria del acreedor por cuanto probar
un estado psicológico, como es la complicidad en el fraude, puede resultar
extremadamente complejo.
Aquella supone carencia de bienes patrimoniales para que los acreedores se cobren
sus créditos. En la cesación de pagos importa que el acreedor carezca de liquidez para
hacer frente a sus deudas.