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Irene Greiser, es psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación

Mundial de Psicoanálisis, Directora de la carrera de Psicología Jurídica del colegio de psicólogos de


la Universidad de la Plata, supervisora de centros de salud, hospitales, defensoría jurídica y centros
asistenciales. Autora de los libros “Delito y trasgresión” (2008) y “Psicoanálisis sin diván” (2012)

Irene es invitada por el Diplomado de intervenciones psicoanalíticas en Instituciones de salud, de la


Pontifica Universidad Católica, a participar de dos actividades, la primera en el marco de la “Segunda
jornada de psicoterapia: foco en el quehacer institucional” organizada por la Escuela de Medicina
en coordinación con el diplomado, donde presenta la conferencia “Práctica analítica en los
dispositivos de encierro”, logrando transmitir cómo opera un analista en contextos institucionales
(jurídico-asistenciales), por la tarde participa de una “conversación clínica”, en la que comenta 4
casos presentados por colegas chilenos. Finalmente realiza una conferencia para alumnos y ex
alumnos del diplomado titulada “La pérdida de la autoridad del padre y su influencia en la clínica
contemporánea”. Es en este contexto en que el que tengo la posibilidad de poder entrevistarla
acerca de la inserción de un analista en instituciones regidas por la ley y los discursos jurídicos, tema
que me interesa particularmente.

Durante la entrevista Irene abordará la posición de un analista frente al discurso universitario, su


apreciación acerca de la victimización generalizada y la escucha de un analista.

María José: A propósito de tu percepción del contexto chileno, en el cual cada vez con más fuerza
se le demanda a los analista insertos en las instituciones evaluar, clasificar, reparar, tratar a las
víctimas de diversas vulneraciones, entonces ¿Cómo dar una respuesta desde el psicoanálisis de la
orientación lacaniana al creciente auge de la evidencia y la estandarización, propia del discurso
universitario?

Irene: En principio el psicoanálisis de orientación lacaniana es incompatible con cualquier forma de


standards. La clínica lacaniana se resiste a una cura tipo, y se orienta por las variantes del caso por
caso, es una clínica de lo singular y lo inclasificable que es todo sujeto, ello no quiere decir que el
analista no tenga una orientación. El discurso universitario es una nueva forma que toma el amo
moderno al proponer un protocolo burocratizado el sujeto entra en la casilla o queda out. Por eso
Lacan se refirió al astudado como modo de referirse al evaluado.

El discurso analítico se orienta a través de la experiencia del análisis. El análisis personal, el análisis
de control y la formación son pilares para devenir analista, la universidad no produce analistas, ello
no quiere decir que en la universidad no se enseñe psicoanálisis, pero un analista no deviene analista
por la universidad sino por atravesar la experiencia del análisis y dar testimonio de ello a través del
dispositivo del pase, si es que lo desea –

María José: ¿Cuál es tú opinión respecto de este nuevo síntoma social “todos víctimas” y cómo
poder ubicarse como analista frente a la demanda de un Otro institucional atravesado además por
un discurso jurídico que ordena evaluar la ocurrencia o no de ciertos hechos?

Irene: Los todismos no se llevan bien con el discurso analítico, las victimas menos. Víctima es un
significante que no es de nuestro campo y hoy en día se ha generalizado. Estrictamente surge del
ámbito jurídico. Para el discurso jurídico existe una víctima y un autor del delito. La criminología en
un principio se orientó al perfil del criminal y ahora se hace hincapié en la víctima. Para el
psicoanálisis es incompatible la posición de sujeto responsable con el calificativo de víctima. En su
texto “La ciencia y la Verdad” Lacan afirma que de nuestra posición de sujetos somos siempre
responsables, y aunque se trate de un sujeto víctima de un abuso, otro síntoma generalizado que
va de la mano de las víctimas, si un analista escucha a un sujeto siempre lo hace desde la perspectiva
de la respuesta que ese sujeto da al acontecimiento que fuere. Hay muchos sujetos que desde lo
jurídico son etiquetados como víctimas y se verifica que en su posición subjetiva son amos
absolutos. El femicidio es un ejemplo de ello.

María José: En ese sentido al abordar temas ligados al abuso, a la “victimización”, se hace muy
interesante y orientadora la distinción que propusiste durante las Jornadas respecto de los hechos
de dichos y los hechos de hechos, que se debe tener en cuenta sobre todo en la clínica en contextos
jurídico – asistenciales, podrías profundizar sobre este tema.

Irene: Es importante enmarcar el contexto de esa frase, la misma la enuncie en una conversación
clinica en la cual se presentaron casos que respondian a la demanda de evaluacion efectuada por
un juez, pero en cierto sentido es válida también para la experiencia de un análisis. Un analista
escucha un relato, el acontecimiento quedo perdido. En ese sentido para un jurista es lo mismo
respecto de la confesión. Solo se tienen relatos, construcciones de los hechos a través de los dichos
de un sujeto. Esto se emparenta con las diferencias que hay en el terreno de la verdad, para el
discurso jurídico la verdad puede ser toda y hoy en día hay una decadencia de ella por que se basan
en los instrumentos de videocámaras y entonces se cree que se muestra la verdad de los hechos,
pero para un analista la verdad se articula a la palabra, es entredicha, no- toda y no existe la verdad
sino que Lacan utilizó un neologismo para referirse a ella como varite, variedades. Un analista
escucha los dichos, esos son nuestros hechos, que estan hechos de dichos, y en los insterticios del
discurso del analizante pueda hacerse presente su saber inconsciente. Los hechos de hechos no nos
incumben eso es para la investigación policial y es importante que un analista no se preste a
funcionar ni como juez ni como policía.

María José: Irene muchas gracias por la entrevista y por lo transmitido a lo largo de esta jornada.

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