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CARRERA: MAESTRIA EN PSICOANALISIS - AÑO 2016

ESPACIO CURRICULAR: TALLER CLINICO: LA DIRECCIÓN DE LA CURA

Alumna: MARTA ALICIA IMBURGIA

Universidad del Aconcagua

Facultad de Psicología

Maestría en Psicoanálisis

Taller clínico: La dirección de la cura.

Docente responsable: Mgter. Hilda Karlen

Docentes a cargo del dictado: Mgter. Hilda Karlen

Mgter Ana Laura Rodríguez

Mgter. Aldo Cicutto.

Maestrando: Lic. Marta Alicia Imburgia


Año de cursado: 2016
Mendoza; fecha de entrega del trabajo: 29/07/2016

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CARRERA: MAESTRIA EN PSICOANALISIS - AÑO 2016

ESPACIO CURRICULAR: TALLER CLINICO: LA DIRECCIÓN DE LA CURA

Alumna: MARTA ALICIA IMBURGIA

“El psicoanalista sin duda dirige la cura. El principio de esta


cura, el que le deletrean en primer lugar, y que vuelve a encontrar
en todas partes en su formación hasta el punto de que se impregna
en él, es que no debe dirigir al paciente.”1
“La dirección de la cura es otra cosa. Consiste en primer lugar en
hacer aplicar por el sujeto la regla analítica…”2

INTRODUCCION

El taller clínico, que se dicta en esta Maestría, apunta justamente a esto: orientarnos en
la dirección de la cura siguiendo las enseñanzas de J. Lacan. La puesta en lectura de los
casos clínicos de colegas, que están o estuvieron en tratamiento nos permite orientarnos en
la teoría, aplicar conceptos, revisar los caminos de las intervenciones e ir rectificando
nuestros actos como practicantes del psicoanálisis.
En este texto, La dirección de la cura, Lacan nos enseña cómo aplicar conceptos
fundamentales sin caer en la educación o reeducación emocional del paciente. Hacer uso de
la estrategia que tiene que ver con poner en suspenso sus sentimientos, sus esquemas de
valores para dar lugar a lo que emerge por parte del sujeto.
Hacer uso de la táctica midiendo las intervenciones e interpretaciones teniendo en
cuenta el fenómeno transferencial.

DESARROLLO

El escrito de Lacan “La dirección de la cura y los principios de su poder”, es un


texto que propicia una lectura minuciosa y exhaustiva, a la letra, palabra por palabra, es
un escrito para leer al detalle, prestando atención a las sutilezas del acto analítico. Tal
vez como ocurre con toda la producción de Lacan, este escrito no es sino en relación a
algo, en esta ocasión a una conferencia realizada por Lacan en 1958, como parte de un
Coloquio en Royaumont, organizado por la Sociedad Francesa de Psicoanálisis con un
estatuto de internacional. En dicho coloquio Lacan plantea un reencausamiento del
1
Lacan J. Escritos 2. La dirección de la cura y los principios de su poder. 2008. Pág. 560. Siglo veintiuno
editores.
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Ídem

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analista en su acto. Ubica en el centro de la escena el quehacer del analista, sus ideas
acerca de la contratransferencia, el concepto de inconsciente freudiano, la maniobra de
la transferencia, el poder de la interpretación, el deseo y fundamentalmente el deseo del
analista.
El análisis en ese momento había dado un giro, se presentaba el analista como
modelo para su paciente, fomentando la identificación imaginaria con la persona del
analista, centrando la contratransferencia como eje de la relación analista-analizado,
propiciando la reeducación emocional del paciente llegando finalmente a una
identificación con el analista.

Dice Lacan en la pág. 561…”volveré pues a poner al analista en el banquillo, en la


medida en que lo estoy yo mismo, para observar que esta tanto menos seguro de su
acción cuanto que en ella está más interesado en su ser”… 3

 Poner al analista en el banquillo, expresión que toma del derecho para poder pensar
las cuestiones éticas del analista y su práctica, para trabajar sobre la implicancia del
analista en el dispositivo. Entonces poder pensar la ética de una práctica que implica al
analista, que apunta a un horizonte: la huellas del deseo en el sujeto, las improntas de su
goce, el deseo del analista, su de-ser.

El furor curandis de la época impedía la función del deseo del analista, el empuje a
curar, a aliviar la sintomatología donde el analista oficiaba como curador de su paciente,
privilegiando la defensa y la fortaleza yoica, se ubicaba como ideal para “su” paciente.
La subversión que ocultaba este funcionamiento dice Lacan tiene que ver con la
impotencia de llevar adelante una praxis, con el ejercicio de un poder. Lacan dice que
hay un poder en juego en la cura analítica, el analista ordena el tratamiento, duración de
las sesiones, fija un encuadre. El analista es quien soporta ese poder, es responsable por
ello. Pero la acción analítica no es un ejercicio de un poder sino todo lo contrario:

 Es sostener con el silencio, con el semblante sin creerse superior. Esto es lo


que lacan llama infatuación del analista.

3
Lacan Jacques. (1958). Escritos 2. La dirección de la cura y los principios de su poder. Siglo XXI editores.
Año 2002

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 Apunta a la escucha, a las discontinuidades del discurso, al sin sentido de lo


que se dice.

Este escrito entonces apunta a recuperar la vía del deseo más allá de la defensa
del yo.

El analista sin duda dirige la cura dice Lacan. Surge la pregunta entonces: ¿De
qué dirección se trata?

El texto mismo responde: hacer aplicar al sujeto la regla analítica. Decir todo lo
que se le ocurra, sin miramientos, ni prejuicios. El analista provoca un decir en el sujeto
mientras él mismo escucha. Esa es su función, escuchar sin prejuicios teniendo presente
que el decir del paciente son palabras que están en relación con la subjetividad misma
del sujeto. Escuchar desde la falta en ser. La escucha analítica supone un sujeto que
habla pero que también fue hablado, un sujeto que se equivoca, que vacila, que se
escabulle, pero que también en algunos casos se implica, advierte que el material que
trae le pertenece.
Entonces esta escucha analítica no es ingenua, se sostiene de sólidas líneas
teóricas: se sostiene del concepto mismo de inconsciente y sus leyes, de la idea de un
sujeto sujetado al discurso del otro, de un saber del cual el sujeto es dueño y el analista
ignora, de una doctrina del deseo, de una ley que regula el goce, de la transferencia
como fenómeno esencial para la producción.

La escucha analítica también es una cuestión de deseo, el deseo del analista se


pone en funcionamiento. Deseo del analista, no de la persona del analista El deseo del
analista remite a la falta del analista que se puso a trabajar en su propio análisis, en el
control de casos, en la rigurosidad de práctica que no significa su propia mortificación
como analista.

Lacan afirma, en la pág. 561 de estos escritos, que el analista también debe
pagar:

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-         Paga con palabras, en su efecto de interpretación. Implica un acto ético de


establecer una lectura y no otra. De una interpretación pero no abierta a todos los
sentidos.
-         Paga con su persona, en cuanto que, diga lo diga, la presta como soporte a los
fenómenos singulares que el análisis ha descubierto en la transferencia. Es la
implicación de su acción al escuchar.
-         Paga con su ser en tanto que es por su carencia que se pone en juego en la
experiencia analítica. Es con su falta en ser, haciendo semblante del objeto a. Ser la
causa de deseo. Puesto que el deseo es el deseo del Otro. 

La transferencia como eje de la situación analítica que posibilita la apertura del


inconsciente, el  desdoblamiento de la persona del analista4 y que es allí donde hay que
buscar el secreto del análisis.

CONCLUSION

Como practicantes del psicoanálisis resulta fundamental la formación que nos da la


impronta de nuestro quehacer, el análisis personal que nos posibilita como sujetos
divididos y el control de casos que nos permite tomar una distancia del caso que de la
posibilidad a rectificaciones e intervenciones más precisas.
Lo trabajado en este taller nos posibilita y nos orienta en este sentido. Resulta
indispensable la conversación clínica para orientarnos en la práctica individual.

BIBLIOGRAFIA
- Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en
Escritos 2. Buenos Aires, Siglo XXI. (pp. 565-626)
4
Ídem pág... 562

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