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Transicional Nagy
Corrientes de
Corriente Bowen
Corriente transicional
Corriente existencial
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b) Whitaker: Terapeuta de terapeutas, trabajó muchos años con esquizofrénicos,
incorporando en la terapia el empleo de los estados emocionales y hasta los procesos
irracionales del mismo terapeuta para atacar la rigidez defensiva de los miembros
familiares.
Corriente sistémica
Se propone el cambio del sistema familiar como contexto social y psicológico de sus
miembros, poniendo en la terapia el énfasis en los procesos interpersonales
disfuncionales.
La familia sufrió cambios paralelos a los cambios de la sociedad, y cumple dos fines
distintos: interno (proteger y socializar a sus miembros), y externo (acomodarse a una
cultura y transmitirla).
La matriz de la identidad
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Aunque la familia es la matriz del desarrollo psicosocial de sus miembros, debe
también acomodarse a la sociedad y garantizar alguna continuidad a su cultura. En
EEUU y Rusia se advierte esta transición: hay familias que siguen tradicionales a
valores culturales perimidos y no se adaptan a los cambios sociales, y otras que sí. No
es rara la emergencia de conflictos, como por ejemplo el movimiento feminista que
acusa a la institución familiar de ser un reducto machista (la autoridad paterna como
valor tradicional).
Estructura familiar
Transacción: Es una interacción donde está especificado cómo, cuándo y con quién
relacionarse en un momento dado. Por ejemplo: una madre dice a su hijo que beba su
jugo y éste obedece.
a) Genérico: universal, común a todas las familias. Ejemplos: los padres mandan y los
hijos obedecen; el padre y la madre operan en equipo complementándose y aceptando
su interdependencia.
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resistencia al cambio: toda desviación que va más allá del umbral de tolerancia induce
mecanismos que restablecen el nivel habitual. En situaciones de desequilibrio, es
habitual que los miembros consideren que los otros no están cumpliendo sus
obligaciones, apareciendo entonces requerimientos de lealtad familiar y maniobras
para inducir culpabilidad.
Limites: Los subsistemas tienen límites que los diferencian unos de otros, y por lo
tanto protegen la diferenciación del sistema. Están constituídos por las reglas que
definen quiénes participan, y de qué manera.
a) Los límites claros (familias normales) son necesarios para el funcionamiento familiar
adecuado. Han de ser lo suficientemente precisos como para permitir a los miembros
de los subsistemas desarrollar sus funciones sin interferencias, pero al mismo tiempo
permitir el contacto entre los miembros del subsistema y con los otros.
c) Los límites rígidos (familias desligadas) implican comunicación difícil entre los
miembros, cada uno vive en su microcosmos, y se ven perjudicadas las funciones de
protección de la familia. Los miembros desligados pueden funcionar en forma
autónoma, pero tienen un desproporcionado sentido de independencia careciendo de
lealtad, pertenencia y capacidad de interdependencia, y no pueden requerir ayuda
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cuando la necesitan. Sólo un alto nivel de estrés individual puede repercutir en los
otros miembros.
Cualquier familia puede situarse en algún punto entre estos dos extremos, aunque la
mayoría está dentro del espectro normal (límites claros). Desligamiento y
aglutinamiento definen tipos de interacción más que situaciones funcionales o
disfuncionales, pues la mayor parte de las familias tienen subsistemas aglutinados y
desligados. Por ejemplo, el subsistema madre-hijo tiende al aglutinamiento frente a los
niños, y un subsistema padre-hijo puede tender hacia el desligamiento a medida que
los niños crecen. Los extremos sin embargo, señalan posibles patologías (madre e hijo
pueden estar demasiado aglutinados, excluyendo al padre que quedará muy
desligado).
Este subsistema puede servir de refugio ante el estrés externo y como espacio de
aprendizaje, creación y crecimiento. Actualiza aspectos positivos que habían estado
latentes, pero también los cónyuges pueden estimularse mutuamente rasgos
negativos, como insistir en mejorar la pareja y así, la descalifican. El terapeuta muestra
el vínculo sin intervenir en las motivaciones (por ejemplo dice "usted protege a su
mujer de un modo que la inhibe").
Subsistema parental.- Adviene cuando nace el primer hijo para cumplir las tareas de
su socialización, pero sin renunciar al mutuo apoyo implicado en el subsistema
conyugal. Debe poder adaptarse a nuevos factores de socialización extra familiares
(escuela, etc.), que pueden afectar su relación con sus padres y la de éstos entre sí (o
sea las transacciones internas al subsistema conyugal).
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Subsistema fraterno.- Es el primer laboratorio donde los niños experimentan las
relaciones de igual a igual: aquí aprenden, se apoyan, se aíslan y descargan sus
culpas, así como también a negociar, competir y cooperar, y aliarse y enfrentarse.
Cuando los hijos son muchos el subsistema fraterno puede a su vez subdividirse (hijos
grandes, hijos pequeños). La importancia del subsistema fraterno se ve en el hijo
único, que tiene un desarrollo muy precoz por su exclusivo contacto con adultos.
Bajo la influencia extra familiar aprenden formas alternativas de relación, que pueden
incorporarlas al subsistema fraterno, y si la familia tiene modos de relación muy
particulares, los límites de ésta con el mundo pueden rigidizarse, y el niño tendrá
dificultades para integrarse con el sistema extra familiar. Por otro lado, el subsistema
fraterno debe proteger a los niños de interferencias para poder ejercer su privacidad,
sus propios intereses y su derecho a equivocarse.
Adaptación de la familia
En otro ejemplo, los padres pueden tener problemas laborales, se critican mutuamente
y luego desvían el conflicto hacia los hijos: esto aminora el peligro del subsistema
conyugal pero afecta al hijo. La mujer puede aliarse con el hijo criticando a su marido,
instaurándose un subsistema transgeneracional (madre-hijo) demasiado rígido contra
el padre: se generó una pauta transaccional transgeneracional disfuncional. Otro
ejemplo de estrés es un problema del niño en la escuela, en cuyo caso debe
averiguarse primero si el problema tiene un origen extra familiar o intrafamiliar.
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2) Contacto estresante de la familia en su conjunto con fuerzas extra familiares.- Como
por ejemplo por una depresión económica o una mudanza, en cuyo caso debe
adaptarse a los nuevos vecinos o la nueva cultura. Una familia puede ser normal pero
tener dificultades de adaptación, en cuyo caso el terapeuta podrá enseñar a la familia
la manera de manipular en beneficio propio la nueva situación.
Unión y acomodamiento
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la familia o con todo el sistema familiar. El acomodamiento se usa cuando se pone el
acento sobre las adaptaciones del Terapeuta tendientes a lograr la alianza.
Cuando traspasa los umbrales familiares, debe prestar atención a los mecanismos de
estabilidad del sistema. Los choques del Terapeuta con la familia sirven para
conocerla. El proceso no es unilateral: también la familia se acomoda al Terapeuta
para unirse a él.
Hay terapeutas que prefieren no analizar estas técnicas porque temen que el análisis
de las técnicas de acomodación del Terapeuta puede inhibir su espontaneidad.
Puede pasar que las técnicas de unión no dirijan a la familia en la dirección de los
objetivos terapéuticos, pero son exitosas si garantizan que la familia vuelva la próxima
sesión.
Mantenimiento
El sistema puede ser mantenido en todos los niveles, desde la estructura familiar como
un todo, hasta las características individuales de cada miembro. El Terapeuta puede
optar por mantener las pautas transaccionales de un sistema familiar. Se relaciona con
la técnica de acomodación (de un apoyo programado a la estructura familiar) ya que
esta operación de mantenimiento requiere la confirmación activa y el apoyo de los
subsistemas familiares.
El apoyo a los subsistemas por parte del Terapeuta se da cuando alienta a los
cónyuges a apoyarse mutuamente al afrontar a un adolescente, o al apoyar a un
subgrupo adolescente en un sistema fraterno amplio, etc.
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ejemplo comentar cuán perceptivo ha sido un niño, o elogiar la manera en que alguien
enfrentó una situación).
El Terapeuta no cuestiona lo que se dice sino que asiente con la cabeza, repite una
frase, estimulación a seguir hablando, mostrando interés. El rastreo fortalece a los
miembros al estimular la información. El rastreo del contenido de las comunicaciones
puede ser útil en la exploración de la estructura familiar.
También puede usarse como una técnica de reestructuración. Por ejemplo, para que el
Terapeuta se ubique en un papel de receptor de la atención de los padres,
reemplazando a una hija (por ejemplo la anoréxica no admite el discurso de los padres
para que coma) y convirtiéndose el Terapeuta en un límite entre los padres y la hija.
Mimetismo
Diagnóstico (D)
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Un diagnóstico familiar requiere la acomodación del Terapeuta a la familia para formar
el sistema terapéutico, seguido por la evaluación del Terapeuta a partir de las
experiencias de interacción, en el presente.
Explora las formas en que los síntomas del paciente identificado son utilizados
para el mantenimiento de las pautas preferidas por la familia.
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Se considera que las familias y los individuos se relacionan y cambian de acuerdo con
su contexto social. La ventaja de un D evolutivo relacionado con su contexto es que
proporciona aperturas para la intervención terapéutica.
Contrato terapéutico
Es por eso necesario este contrato, que en un primer momento puede ser limitado,
pero que se desarrollará y cambiará con el tiempo, a medida que la terapia progresa,
al igual que el D.
El contrato plantea una promesa de ayuda para la familia con el problema que ha
traído. También explicita la logística de la terapia. Especifica la frecuencia de las
sesiones, el tiempo de extensión. Estos términos pueden modificarse a medida que la
terapia evoluciona.
El trabajo con los diferentes segmentos de la familia puede ser una técnica
reestructurante, y así se puede dividir a los miembros de una coalición, y los miembros
enfrentados ser vistos en forma conjunta para intentar una modificación de esta pauta
transaccional.
Unión y reestructuración
Grupo transferencial
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Se considera que el proceso de reestructuración se produce como resultado de las
interpretaciones del Terapeuta que opera desde una posición desligada, exterior,
aunque mirando hacia adentro.
Grupo existencial
Enfoque estructural
Estas escuelas representan un enfoque teórico, más que una conducta del terapeuta.
Capítulo 8: Enfoque
Cuando observa a una familia, el clínico es inundado por los datos. Es preciso
deslindar fronteras, poner de relieve los lados fuertes, señalar problemas, investigar
funciones complementarias. El terapeuta seleccionará y organizará esos datos dentro
de un esquema que les confiera sentido. Pero esta organización debe ser al propio
tiempo, un esquema terapéutico que promueva el cambio. En consecuencia, el
terapeuta organizará los hechos que percibe de manera que formen trabazón entre
ellos y posean también pertinencia terapéutica. Para hacer esto hace falta: 1) que el
terapeuta seleccione un enfoque y 2) que elabore un tema para trabajar sobre él. Al
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mismo tiempo desechará los diversos campos que, siendo interesantes, no son por el
momento, útiles para su meta terapéutica.
El esquema del terapeuta incluye tanto una meta estructural, como una estrategia para
lograr esa meta. Por ejemplo, si quiere cuestionar una familia fusionada, puede
enfocar las desdibujadas fronteras entre sus miembros. El modo en que lo haga estará
determinado por el contenido y la marcha de la sesión. Pero los datos experimentarán
una transformación impuesta por el tema terapéutico.
Esta es una lección difícil de aprender. Los seres humanos, todos nos orientamos
hacia el contenido. Nos gusta seguir la trama de un relato, impacientes por conocer el
final. En cambio, el terapeuta que elabora un tema, investiga en profundidad un campo
limitado. Su actividad de recopilación de datos atañe al proceso de cambio, no al
historial o a la descripción de la familia, mientras rastrea los contenidos que la familia
le ofrece, se concentra en un pequeño segmento de la experiencia de aquélla. Y como
las interacciones de la familia tienden a ser isomórficas, la investigación en
profundidad de ese pequeño segmento, le proporcionará información útil sobre las
reglas que gobiernan la conducta en otros muchos campos de la vida familiar. Es
evidente la participación del azar en este proceso de enfoque. El terapeuta desarrolla
una “visión en túnel” y es preciso que tenga conciencia de ello. Tiene que advertir que
tan pronto como ha empezado a elaborar un enfoque, que programado. Empieza a
ignorar información. En consecuencia, debe mostrarse hiper sensitivo a los
indicadores de alerta. Tiene que prestar oídos a la familia si ésta le dice: “no le
responderemos”. Deberá recoger la realimentación que le diga “Usted se refiere a sus
teorías, no a nosotros.
El terapeuta tiene que saber también que el enfoque lo hace vulnerable a los peligros
de la absorción. Cuando se acomoda a la familia y selecciona datos, puede verse
inducido a elegir precisamente aquellos que a la familia le resulta cómodo presentar. El
oficio del terapeuta es asistir al cambio familiar, no hacer que ellos se sientan
cómodos.
Trampas.- La reorganización jerárquica del tema familiar es otro aspecto del enfoque;
en efecto, por el hecho de destacar el terapeuta temas que a su juicio de primera
prioridad, suele modificar la idea que la familia se ha formado sobre lo que es
importante. En ocasiones el terapeuta enfoca un aspecto mínimo de la terapia e
ilumina la interacción que es nuclear para la estructura de la familia. Esta, aceptando
ese enfoque, experimenta la transformación del suceso trivial e inadvertido en un tema
de gran importancia. El hecho mismo de que el terapeuta haya destacado un tema lo
vuelve importante. La interacción mínima, enteramente cotidiana, se vuelve de repente
extraña, desde ese instante, la realidad de la familia, que se lleva puesta como un
zapato viejo, empezará a pinchar un poco.
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El enfoque al servicio del cambio.- Aquí se desarrolla un ejemplo de una familia de
gran disfuncionalidad. Lo que se trata de hacer es resaltar los rasgos positivos (para
detalles ver ejemplo en el libro).
Capítulo 9: Intensidad
Ciertos terapeutas son capaces de suscitar un drama intenso con intervenciones muy
suaves, mientras que otros, para lograr esa intensidad, tienen que recurrir a un alto
grado de participación. También las familias presentan diferentes modalidades de
respuesta al mensaje del terapeuta. Las familias ya proclives al cambio, pueden
aceptar la alternativa del terapeuta como un apoyo que los empuja en la dirección
hacia la cual, de algún modo querían marchar. Otras familias acaso parezcan aceptar
el mensaje, pero de hecho lo absorberán en sus esquemas previos, son cambiar:
otras, en fin, presentarán franca resistencia al cambio.
Las construcciones cognitivas por sí mismas, rara vez tienen el poder suficiente para
provocar el cambio familiar. No obstante, los terapeutas con frecuencia, consideran
que el mensaje se recibió por el solo hecho de haberlo enviado. Pero un mensaje
terapéutico tiene que ser “reconocido” por los miembros de la familia, lo que significa
que deben recibirlo de un modo que los aliente a experimentar cosas según
modalidades nuevas. Los terapeutas no tienen que quedarse con la verdad de una
interpretación, sino avanzar hacia su eficacia. Lo pueden hacer si prestan atención
sobre el terreno, a la realimentación que reciben de los miembros de la familia, como
indicador que el mensaje ejerció realmente influjo terapéutico.
Cuando en una sesión los miembros de la familia dan muestras de haber alcanzado el
límite de lo alcanzado emocionalmente y emiten señales en el sentido de que sería
conveniente disminuir el nivel de la intensidad afectiva, el terapeuta tiene que aprender
a ser capaz de no responder a ese requerimiento, a pesar de haber sido educado toda
su vida en sentido opuesto. Una vez que el terapeuta ha observado las interacciones
de la familia y aprendido sus pautas habituales, la meta es hacer que la familia
experimente la modalidad de su interacción; esto será el comienzo de un proceso que
llevará al cambio. El problema es cómo hacer para que la familia “oiga” el mensaje.
Son diversas las técnicas para hacerse oír
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Las intervenciones destinadas a intensificar mensajes varían según el grado de
participación del terapeuta:
Que el terapeuta no hable de otra cosa durante toda la sesión indica que el asunto es
importantísimo. El terapeuta produce intensidad en el orden del proceso. Si él se niega
a moverse, la familia estará forzada a hacerlo, es decir, que se producirá un
reordenamiento en torno del terapeuta estático. Pautas que en pasado fueron
inflexibles, tienen que ser ahora modificadas para acomodarse al terapeuta inmóvil.
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dirigidos a interacciones isomórficas dentro de la estructura familiar. La estructura
familiar se manifiesta en una diversidad de interacciones que responden a un mismo
sistema de reglas y que en consecuencia son equivalentes desde el punto de vista
dinámico. El cuestionamiento de estas estructuras (morfos) equivalentes (iso) produce
intensidad por la repetición de mensajes dentro de un proceso. Esta intervención
puede enfocar interacciones que interesen a la terapia y reunir sucesos en apariencia
desconectados en un significado orgánico único, con lo cual se acrecienta la
experiencia que los miembros de la familia, tienen de la regla familiar constreñidora.
Intervenciones únicas, por inspiraras que sean, rara vez son eficaces para modificar
pautas de interacción que han regido años de años. Los sistemas poseen una inercia
que resiste al cambio y hace falta la repetición para que sobrevenga una repetición de
pautas. La meta terapéutica, que consiste en alcanzar pautas interactivas nuevas y
más funcionales para la familia, permanece en la mente del terapeuta durante toda la
sesión. Guía su repetición de de intervenciones de valor terapéutico.
Estos movimientos de avance y retroceso que los dos terapeutas hacían para
mantenerse a la distancia “correcta” fueron automáticos, no conscientes. Esto es
válido no solo para la distancia física medible, sino para distancias psicológicas menos
visibles. El cambio de la distancia que se mantiene, automáticamente puede producir
un cambio en el grado de atención al mensaje terapéutico.
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Resistencia a la presión de la familia.- En ocasiones, “no hacer” puede producir
intensidad en la terapia.
Esto es verdadero, sobre todo cuando el terapeuta no hace lo que el sistema familiar
“desea que haga”. De manera necesaria e inadvertida, los terapeutas son absorbidos
en el sistema familiar, en su condición de miembros del sistema terapéutico. En
ocasiones esta absorción contribuye a mantener una homeostasis familiar
disfuncional. Con su resistencia a ser absorbido por el sistema, el terapeuta introduce
intensidad en la terapia.
Algunas de las técnicas empleadas por Carl Whitaker desde su posición de terapeuta
inmóvil, obedecen a esta inspiración, por ejemplo: preocupación por ganar la batalla
del liderazgo al comienzo de la terapia.
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