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El limpia ventanas sideral.

Como cada día, Donovan estaba cumpliendo con sus obligaciones: limpiar los
cristales de la estación espacial desde fuera. La estación espacial era tan
grande que tardaban tres meses enteros en limpiarlos todos.
Donovan no entendía por qué había que limpiar los cristales. La tarea no solo
era terriblemente aburrida, sino que era completamente inútil Pero ahí lo tenían
todo el día colgado, literalmente, enganchado a un tubo por si sus botas
magnéticas fallaban, para no quedarse flotando en el espacio.

Pero aquel día Donovan no estaba en su mejor momento. Tras años haciendo
lo mismo, día tras día, el muchacho había sucumbido al aburrimiento. Y el
aburrimiento le hizo bajar la guardia. Así que, poco a poco, Donovan dejó de
prestar toda la atención que debía a lo que hacía.

-¡Cuidado! -oyó gritar Donovan por el transmisor. Era el supervisor. El aparato de


limpieza se había caído y no estaba enganchando al traje, como debía estar.
Donovan se inclinó para cogerlo.

-¡Lo tengo! -dijo el muchacho. Pero parece que el aparato de limpieza no era
lo único que el muchacho no había comprobado. Una de las botas no estaba
bien fijada y se soltó. Y la otra tampoco estaba muy bien, así que acabó
flotando junto a la nave.

-¡Rápido! ¡Comprobad el tubo! -dijo el supervisor-. Como todo lo hayas hecho


igual, Donovan, vas a acabar a medio año luz de aquí.

Afortunadamente, el servicio de seguridad llegó a tiempo de sujetar el tubo que


mantenía a Donovan unido a la estación espacial, pues este estaba a punto
de soltarse justo cuando llegaron.

-¿Qué? ¿Querías ir a limpiar las ventanas de la luna? -bromeó el supervisor-. Eres


el auténtico y genuino limpia ventanas sideral, chaval.

Lejos de enfadarse con la broma, Donovan se tomó con humor el nuevo mote
que parecía que le habían puesto. Ese día Donovan recuperó el interés por el
trabajo que hacía e ideó formas de hacer más entretenido aquel tedioso
quehacer diario.

Para empezar, animó su traje espacial y lo convirtió en lo más parecido a un


traje de superhéroe que se podía. Si iba a ser el limpia ventanas sideral tenía
que notarse, ¿no?
Autor:
Eva María Rodríguez
Edades:
A partir de 6 años
Valores:
Optimismo, buen humor, aprendizaje.

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