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La Exaltacion de Los Humildes - Inocencio Iii PDF
La Exaltacion de Los Humildes - Inocencio Iii PDF
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la primera epístola de Juan (I Jn 2: 25-26): No améis al mundo ni las
cosas mundanas. Si alguno ama el mundo, no está en la caridad del
Padre. Porque todo cuando hay en el mundo -codicia de carne y
codicia de los ojos y ostentación de la riqueza- no procede del Padre,
sino que procede del mundo. En la versión de la Vulgata:
volveré más adelante, se procura también mediante el rechazo del mundo y de uno
mismo, esto es, mediante la conciencia de nuestra vileza (Bultot, 1961: 446-447).
4 Cito los sermones de Inocencio por Bultot (1961: 447 n. 32).
2
desiderium aeternorum de San Anselmo de Canterbury, las
Meditationes piissimae de cognitione humanae conditionis de
Bernardo de Claraval o el De vanitate mundi et rerum transeuntium
usu de Hugo de San Víctor.5 Ahora bien, el De miseria humanae
conditionis de Inocencio III no es plenamente un tracto de contemptu
mundi. Sería quizá más ajustado atribuirle la institución de un género
penitencial, el del tratado sobre la miseria humana, que tuvo además
un influencia mucho más relevante que la de los escritos espirituales
de sus contemporáneos:6 fue traducido o adaptado a todas las
lenguas europeas desde el siglo XIII,7 impregnó la tradición religiosa
y la literatura vernacular, y generó una tradición propia, porque sentó
un conjunto distintivo de temas y autoridades que perduraría en
obras posteriores. Suscitó, en suma, la escritura de otros tratados de
miseria hominis que perpetúan la materia, la disposición y el estilo de
su obra. Sus huellas pueden rastrearse tanto en géneros religiosos y
ligados a la devoción o a la liturgia (como, por ejemplo, los sermones
de miércoles de ceniza o las guías de meditación cristiana), cuanto en
obras pías de invitación a la virtud, en diálogos, poemas, epístolas y
novelas. Hay recuerdos evidentes de Inocencio en los textos morales
5 Pedro Damián, PL 145 145: 251-292; San Anselmo, PL 158: 677-686; Hugo de
San Víctor, PL 176: 703-740; Bernardo de Claraval, PL 184: 486-508. Sigo en
todos los casos la Patrologia Latina de Migne. Habrían de sumarse a esta nómina el
De fluxa mundi gloria despicienda y el poema De miseria humanae conditionis
Rhythmus de Pedro Damián (Opera omnia III, 429-434 y IV, 23), los versos de
contemptu mundi estudiados por Bertoni (1928) y un tratado de Bernardo de Cluny
(sobre el cual, vid. Maccarrone, 1943). El Apologeticum de Pedro Damián está
dedicado a la vida monástica, y abre una serie de obras sobre esta materia (el De
perfectione monachorum, 141-159; De ordine Eremitarum, 160-163; De suae
congregationis institutis, 164-179; In episcopum Monachos ad saeculum
revocantem, 180-187; y otros sobre el celibato sacerdotal o contra los clérigos
intemperantes). Los textos de contemptu mundi son, por lo general, invitaciones al
abandono efectivo del siglo para ingresar en una orden religiosa, y a menudo
toman la forma de epístolas exhortatorias a jóvenes y adolescentes (como hará,
mucho más tarde, Erasmo en la Epistola de contemptu mundi).
6 Sobre la transmisión del texto, vid. Maccarrone (1955: praefatio).
7 En España, en particular, hay dos adaptaciones de importancia: la del Libro de
miseria de omne, en cuaderna vía, y la catalana en prosa del Llibre del plant de
l'hom. Sobre la presencia de Inocencio en la cultura hispánica, vid. sólo O'Conolly
(1983) y Minervini (1996).
3
de Petrarca y de Poggio Bracciolini, en los teológicos de Vives y
Erasmo, en los devocionales de Boaistuau, o, andando el tiempo, en
los literarios de Quevedo o Gracián. Incluso entre quienes escriben
acerca de la dignidad, y no acerca de la miseria, la obra de Inocencio
es, en muchos casos, el modelo con el que confrontar la
argumentación sobre la nobleza del hombre. No huelga pues
detenerse brevemente en el propósito y la disposición de esta obra,
sobre la que volveré a menudo en los capítulos siguientes.
4
Quis ergo det oculis meis fontem lacrimarum, ut fleam
miserabilem conditionis humane ingressum, culpabilem humane
conversationis progressum, dampnabilem humane dissolutionis
egressum? Consideraverim ergo cum lacrimis de quo factus sit
homo, quid faciat homo, quid futurus sit homo.10
10 De miseria, I, i, 7.
11 "Si vero paternitas vestra suggesserit, dignitatem humanae nature Christo
favente describam" (Lotario, De miseria, Prol.).
12 Sostiene Renato D'Antiga que Lotario no cumplió su propósito no por su precoz
13 Véase también la epístola a los Filipenses (Fl 2: 6-8) donde se invita a imitar a
Cristo, que se "anonadó", tomó la naturaleza del esclavo, se hizo semejante al
hombre y "se humilló a sí mismo" (humiliavit semetipsum) hasta el punto de que se
sometió a la muerte.
14 Disiento pues de Bultot (1961: 447) que sostiene que la obra de Inocencio III
temas del desprecio del mundo, con recuerdo expreso del nolite diligere mundum
de la epístola de San Juan. Se refiere allí, pues, explícitamente, a las dos fases
finales del descenso hacia la humilitas. En uno de sus sermones, Inocencio mismo
había previsto un descenso hacia la humildad -a través de la reflexión sobre la
miseria de esta vida- que culmina con la abiectio, que, a su vez, contiene dos
grados sucesivos: el desprecio del mundo y el ulterior desprecio de uno mismo.
"Primus est abjectio mundi, secundus abjectio sui". Véase, sobre la abjectio en
Inocencio, Bultot, 1961: 446.
7
(exponam id planius, edisseram plenius) de las sucintas respuestas a
estas tres preguntas.
El texto se abre, pues, con la concepción vilísima del hombre en
el hedor de la lujuria y en la putrefacción del útero, y no ahorra
detalles en la descripción del nacimiento doloroso y atroz y del
desvalimiento ignorante de la infancia. Prosigue con las desdichas de
la edad adulta; enumera y detalla los tres enemigos del hombre, al
igual que las tentaciones y las calamidades que lo acechan; considera
las acciones perversas y las perturbaciones del alma, y acomete la
descripción de todos los pecados capitales, desde la avaricia hasta la
soberbia o mors primigenia, que es el último por ser el más grave.
Concluye Inocencio con los novísimos, cuando describe el dolor
terrible de la agonía y la rigidez y putrefacción del cadáver, y cierra,
al fin, la última página con una imagen celebérrima del evangelio de
Mateo (Mt., 13: 41-42), la del horno de fuego al que, a una seña del
Hijo, los ángeles arrojarán a los pecadores. El proceso de utero ad
tumulum se quiere circular, pues no hay detalle de la concepción y
nacimiento del hombre que no se reproduzca, como en espejo, en la
agonía o en la muerte: el hombre es polvo y será polvo, ha sido
concebido en la podrición hedionda del vientre materno, y acabará en
la putrefacción y en el hedor del sepulcro.
al desprecio del mundo. Vid. Lazzari (1972: 44). Sobre la difusión de la meditatio
mortis en particular en la espiritualidad del siglo XII y entre los autores de
contemptu mundi, vid. Lazzari (1972: 119 ss).
17 Es la exposición de la parábola de la cizaña en Mat. 13: 41-42: "Y enviará el Hijo
del hombre a sus ángeles, y recogeran a todos los que en su reino son seductores y
obradores de iniquidad. Y los arrojarán al horno del fuego. Allí será el llanto y el
rechinar de dientes (ibi erit fletus et stridor dentium)."
9
asperitas, calamitas et egestas, angustia et tristitia, oblivio et
confusio, torsiones et punctiones, amaritudines et terrores, fames
et sitis, frigus et cauma, sulphur et ignis ardens in secula
seculorum.18
10
Non te quae pereunt delectent infima, non te
Caelestem foedet pulvere terra suo.
21Sobre el pensamiento religioso sobre el hombre en el siglo XV, vid. Guidi (1999),
que permite ponderar la ubicuidad de los esquemas del De miseria de Inocencio.
11
ejemplo, o del De perserverantia religiones ad Elisabeth et Monicam
sorores, de Maffeo Vegio, que contiene un capítulo titulado De
meditatione vilitatis et miserie humane), al igual que las obras
dedicadas a preparar para la muerte o a disertar sobre el Juicio y las
penas ultramundanas.22 En las prédicas de Cuaresma es frecuente
que comparezca el tema general de quid est homo secundum corpus,
y que concurran, a este propósito, las definiciones más tenebrosas de
la tradición de Inocencio y los contemptores (por ejemplo, que el
hombre es vasija pútrida, cadáver fétido, alimento de gusanos: vas
putridum, cadaver fetidum, esca vermium) así como la tripartición
temporal de todas las desdichas y calamidades del hombre, genitus
per immunditiam, vivens in miseria, moriens in angustia.23
Inocencio determina también un modo de organizar la materia
misma de la vileza humana, distribuida en tiempos y edades,
mediante oposiciones (de estado, de riqueza, de condición), y a partir
de secuencias estables y fijas (de pecados capitales o de enemigos
del hombre). Sus huellas son inconfundibles en los tratados que se
acogen al título, ya programático, de miseria humana o de vileza del
hombre. Baste recordar que el abad Trithemius compuso, a finales
del siglo XV, un Liber de vanitate et miseria humanae vitae que sigue
toma del Axíoco pseudoplatónico el esquema de la parte central, que incluye una
revisión de los males de todas las edades y de todos los estados.
26 Miguel de Alonsótegui, Tratado que muestra la vida miserable, I, i, 10.
13
XVII.27 También es imprescindible para entender los primeros textos
humanistas sobre la dignidad humana, que se presentan como
respuestas o complementos (y sólo posteriormente también como
confutaciones) del De miseria humanae conditionis. Los casos más
tempranos y señalados de diálogos, epístolas y tratados de dignitate
se refieren explícitamente al proyecto incumplido del pontífice. En
una de sus cartas (Seniles, XVI.9), Francesco Petrarca da cuenta de
que el Gran Prior cartujo le había pedido que escribiera un tratadito
como el proyectado y no escrito por Inocencio en el proemio del De
miseria hominis: añade que, en el momento de recibir esa petición,
redactaba un opúsculo moral, el De tristitia et miseria, cuya intención
era el de erradicar esa tristeza sin causa que llaman aegritudo los
filósofos; y que pretendía curar ese mal del alma mediante una
relación de las causas de la felicidad y un repaso de los argumentos
capitales sobre la dignidad del hombre. Esto significa que, de algún
modo, Petrarca acepta concebir el De tristitia et miseria en el marco
discursivo sentado por Inocencio -esto es, a partir de la tradición
penitencial y ascética- por mucho que lo "saque", por así decir, de los
términos de esa discusión (es decir, del sistema de pecados capitales
y de virtudes que se les oponen) para emparentar la miseria con la
tristitia y con la aegritudo, que es el término que habían preferido los
estoicos y el que usó Cicerón en las Tusculanas. No hay apenas
parentesco entre el De miseria de Petrarca y el de Inocencio, a pesar
de la semejanza del título, pero la indicación de las Seniles permite
sospechar que, al menos retóricamente, Petrarca excusa el
compromiso porque ya se ha ocupado de la vileza del hombre en otro
lugar de sus obras.
No es ésta la única petición que un hombre de iglesia dirige a
un humanista para invitarle a escribir el libro de dignitate hominis
que Inocencio nunca compuso. El primer tratado cuatrocentista sobre
la dignidad humana que merece plenamente ese nombre se ha
que procura la inspiración del mayor número de acápites. Sobre esta cuestión
remito a mi libro en preparación sobre la miseria y dignidad del hombre en la
literatura del Renacimiento europeo.
15
libro, la siguiente exhortación: conoce, hombre, tu dignidad, para que
no te enfangues en las cosas terrenas, puesto que las celestes te
están destinadas. Es ésta una invitación no lejana del cur parva cupis
de Roger de Caen, o del precepto de los contemptores de no amar el
mundo ni las cosas del mundo. Se funda, al menos, en idéntico
contraste entre la excelencia del alma del hombre y las vanidades del
siglo. Es también indicio de la naturaleza profundamente moral y
religiosa del tema de dignitate hominis en las letras humanistas del
siglo XV.
Muy poco después, Bartolomeo Fazio escribiría, en efecto, un
tratado que tituló De excellentia et praestantia hominis, y que parece
haberse inspirado -aunque no sin variaciones- en el esquema del
monje benedictino.30 Y aunque no menciona a Antonio da Barga, sí
recuerda la promesa incumplida de Inocencio III (quod promiserat
non praestitisse) y anuncia su intención de escribir un libro sobre la
dignidad y prestancia humanas, aduciendo la escasez de escritos
sobre esta materia y la gravedad del tema, condigno de la majestad
papal de Nicolás V, a quien dedica la obra. Arranca también de la
pregunta por la existencia misma del hombre, celebra su posesión de
un alma inmortal, se detiene en la cuestión angélica, repasa las
implicaciones del acto de la creación en el sexto día del mundo, el
dogma de la Encarnación y la Redención de Cristo, y concluye con
una extensísima descripción de la felicidad beata de los salvos, que
era el tema al que la carta de Antonio da Barga dedicaba más espacio
y esfuerzo. Fazio describe además el ornato de la ciudad celeste, la
majestad de las esferas, el esplendor del empíreo, el cielo cristalino y
las estrellas fijas, hasta llegar a la visión de las sedes angélicas y a la
percepción de la paradójica ubicuidad divina. Las dignidades son, en
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E. Cardinalis Episcopi Ostiensis ordinis S. Benedicti, e congregatione
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argumentis & notationibus illustrata studio ac labore Domini Constantini
Cajetani Syracusani, Parisiis, 1743, III, 121-140.
Pedro Damián, De die mortis Rhythmus, en Sancti Petri Damiani S. R. E. Cardinalis
Episcopi Ostiensis ordinis S. Benedicti, e congregatione Fontis-Avellanae,
Opera Omnia nunc primum in unum collecta ac argumentis &
notationibus illustrata studio ac labore Domni Constantini Cajetani
Syracusani, Parisiis, 1743, IV, 29-30.
Pedro Damián, De fluxa mundi gloria despicienda, en Sancti Petri Damiani S. R. E.
Cardinalis Episcopi Ostiensis ordinis S. Benedicti, e congregatione Fontis-
Avellanae, Opera Omnia nunc primum in unum collecta ac argumentis &
notationibus illustrata studio ac labore Domni Constantini Cajetani
22
Syracusani, Parisiis, 1743, prostant Venetiis, apud Josephum Corona,
III, 429-434.
Pedro Damián, De jejunio, en Sancti Petri Damiani S. R. E. Cardinalis Episcopi
Ostiensis ordinis S. Benedicti, e congregatione Fontis-Avellanae, Opera
Omnia nunc primum in unum collecta ac argumentis & notationibus
illustrata studio ac labore Domni Constantini Cajetani Syracusani,
Parisiis, 1743, prostant Venetiis, apud Josephum Corona, III: 421-423.
Pedro Damián, De miseria humanae conditionis [Rhythmus], en Sancti Petri
Damiani S. R. E. Cardinalis Episcopi Ostiensis ordinis S. Benedicti, e
congregatione Fontis-Avellanae, Opera Omnia nunc primum in unum
collecta ac argumentis & notationibus illustrata studio ac labore Domni
Constantini Cajetani Syracusani, Parisiis, 1743, prostant Venetiis, apud
Josephum Corona, IV: 23.
Pedro Damián, De sancta simplicitate, en Sancti Petri Damiani S. R. E. Cardinalis
Episcopi Ostiensis ordinis S. Benedicti, e congregatione Fontis-Avellanae,
Opera Omnia nunc primum in unum collecta ac argumentis &
notationibus illustrata studio ac labore Domni Constantini Cajetani
Syracusani, Parisiis, 1743, prostant Venetiis, apud Josephum Corona,
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