Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Casación 145-
2010/LAMBAYEQUE
Corte Suprema de Justicia
Sala Penal Permanente
Casación n° 145-2010/Lambayeque (sentencia)
Fecha de Emisión: 10 de noviembre de 2011
PEDIENTE : 05874-2010-32
SENTENCIADO : JUAN ALBERTO FLORES MENDOZA, JOSE LUIS
PALACIOS FARIAS y ALONZO DEL JESÚS MENA RIVERA .
DELITO : EXTORSION.
AGRAVIADO : MARIA ANGELICA FIESTAS TENORIO y ENRIQUE
VILLEGAS MARTÍNEZ
MATERIA : APELACIÓN DE SENTENCIA CONDENATORIA.
CEDENCIA : JUZGADO COLEGIADO “B” DE PIURA
SENTENCIA
CONSIDERANDO:
Cuarto.- Así el defensor del imputado Alonzo Del Jesús Mena Rivera,
Abogado Horacio Timaná Zapata, postula la nulidad de la sentencia para que
se haga un nuevo juzgamiento y se haga una correcta valoración del material
probatorio en base a lo siguiente:
i) Se investiga a tres presuntos coautores por delito de extorsión, el
extorsionador PALACIOS FARÍAS, FLORES MENDOZA y su patrocinado, pero
que no es un supuesto de extorsión, ya que Palacios Farías desde el Penal con
la intervención de Flores Mendoza desarrollaban la extorsión por existir una
decisión común, pero justamente es Juan Alberto Flores Mendoza quien se
convierte en un autor mediato respecto de su patrocinado al utilizarlos para
que cobre un dinero depositado a su nombre, por ello no subsisten los
requisitos de la coautoría.
ii) En la sentencia el procesado que se encuentra en el Penal, Palacios Farías
señala no conocer a su patrocinado sino a Flores Mendoza. su patrocinado ha
sido utilizado en la creencia de cobrar un dinero de procedencia lícita, pero se
da con la sorpresa de que es un dinero procedente de un acto extorsivo, es
decir “ha sido utilizado” y no existe coautoría.
iii) Alternativamente postula que, si las pruebas demuestran la actuación
dolosa de su patrocinado, se le debe ubicar como cómplice secundario, solo el
autor ejecuta el tipo penal, es así que no existe actos ejecutivos desarrollados
por su patrocinado sino solo de los otros dos procesados, es decir su conducta
se limitó a prestar un apoyo material, este hecho se relata en la sentencia
cuando se señala que éste se limitó a cobrar el dinero, por lo que se aprecia
que no hay ningún acto ejecutivo de su patrocinado. En ninguna parte de la
sentencia recurrida se describe actos ejecutivos de su patrocinado sino de
colaboración como cómplice secundario en razón de no ser su aporte de
carácter principal.
iv) Que en el presente caso es un supuesto de TENTATIVA DE EXTORSÍON, ya
que la extorsión efectuada desde el penal de Río Seco de diez mil nuevos
soles, denuncia los hechos y la Policía Nacional simbolizan el depósito de
dinero, por lo cual no hay actos de extorsión sino actos de pesquisa, ya que no
hay desprendimiento del dinero de la víctima, ya que no se consumó el delito,
pues la extorsión ya se frustró y sólo hay tentativa.
Que en resumen su patrocinado es un intermediario material, por haber sido
utilizado por uno de los extorsionadores, ya que el material probatorio no se ha
valorado debidamente, esa así que el defensor de oficio en todo momento ha
manifestado que se abstenía de la defensa de su patrocinado, por lo que se ha
restringido su derecho de defensa.
Octavo.- De la coautoría.
El presente caso se trata de una sentencia condenatoria impuesta a tres
personas acusadas de haber cometido extorsión actuando como coautores, por
lo que se procede a analizar detenidamente esta forma de autoría.
1. La coautoría, conforme al artículo 23º del Código Penal es la realización
conjunta del hecho delictivo, el sujeto individual que interviene “tiene entre sus
manos” el curso del acontecimiento típico efectuado por una comunidad de
personas. Son coautores los que realizan conjuntamente y de mutuo acuerdo
un hecho, los coautores son autores señala MIR PUIG, porque cometen el
delito entre todos, ya que se reparten la realización del tipo de autoría[1]. En
el mismo sentido anota en la doctrina nacional REÁTEGUI SÁNCHEZ que para
que haya coautoría es necesario que el que interviene en el hecho tenga a este
como propio y como tal lo realice[2].
2. En la coautoría cada uno de los coautores puede realizar solo una parte del
hecho pero en algunos supuestos puede realizarlo completamente. El profesor
colombiano FERNANDO VELÁSQUEZ, precisa que esta forma de autoría se
presenta cuando varias personas –previa la celebración de un acuerdo común
expreso o tácito- llevan a cabo un hecho de manera mancomunada, mediante
una contribución objetiva a su realización[3].
3. La coautoría es la realización conjunta de un delito por varias personas que
“colaboran consciente y voluntariamente”[4]. La coautoría por lo dicho, supone
la intervención en un hecho punible de varias personas,-como en el caso
analizado- requiriendo de la presencia del elemento subjetivo constituido por el
acuerdo común de llevar a cabo la ejecución del hecho delictivo y de otro
lado, que se realice la efectiva contribución a la comisión del delito como
elemento objetivo[5].
4. En la audiencia de apelación celebrada, se aludió por la defensa del
procesado Mena Rivera que este actuaba sin tener el dominio del hecho, es el
caso que según la teoría del dominio del hecho en la coautoría se denomina
“dominio funcional del hecho”, a esta dirección del evento criminal, este
dominio es común, cada coautor “domina” el suceso” en cooperación con otro
u otros, por ello se dice que la coautoría consiste en una división del trabajo
que posibilita la comisión del hecho delictivo.
5. Pero también esta forma de autoría se fundamenta en el principio de
imputación recíproca, que consiste (MIR PUIG) en la aceptación, por parte
de todos los que intervienen en un hecho delictivo, “de lo que va a hacer cada
uno de ellos”, en realidad es este el principio que caracteriza a la verdadera
coautoría, por ello en un delito cometido por varias personas que previamente
se han puesto de acuerdo, se han dividido el trabajo o las acciones a realizar,
todo lo que haga cada uno de los coautores es perfectamente imputable a
todos los demás intervinientes, solo de esta manera se puede considerar a
cada coautor, como autor de la totalidad del hecho.
6. Mas aún, para afirmar la tesis incriminatoria de esta forma de actuación
criminal tan poco desarrollada por la jurisprudencia nacional, debemos poner
de relieve que en ésta se presenta el fenómeno de la aportación recíproca
de las aportaciones ajenas al hecho delictivo[6], por el cual los coautores
son autores porque cometen el delito entre todos, ninguno realiza el tipo por sí
solo, por lo que no puede considerarse a ninguno partícipe del hecho del otro,
según este principio, todo lo que haga cada uno de los coautores es imputable
a todos los demás, por ello es preciso el mutuo acuerdo que convierte en un
plan unitario global las distintas contribuciones, a cada uno de los coautores se
le imputan de forma recíproca las contribuciones de los demás al suceso
delictivo como si el mismo los hubiere realizado, siempre que los mismos se
encuentren cubiertos por el acuerdo común que debe existir entre los
coautores.
7. En el presente caso consideramos que se cumplen tanto el requisito
subjetivo de la coautoría consistente en la presencia del plan común, acuerdo
mutuo o “decisión conjunta” de cometer el hecho punible, puesto en evidencia
por las pruebas actuadas en el Juicio Oral, que ponen en evidencia la presencia
del nexo subjetivo entre los actuantes en este hecho, que presenta una
coincidencia de voluntades, una resolución común al hecho, un dolo común en
el sentido de la teoría del acuerdo previo[7], como el elemento objetivo de la
coautoría consistente en la ejecución del hecho en común, por la contribución
objetiva al hecho, que requiere del carácter esencial de la contribución del
interviniente.
8. Es decir que el dominio funcional exige que la intervención del coautor haya
aportado una contribución al hecho total, en el estadío de la ejecución, de tal
naturaleza, que sin aquél no hubiera podido cometerse[8], en este sentido
nuevamente la actuación de los procesados apelantes queda corroborada por
la existencia concreta de este elemento, toda vez que ha quedado acreditado
que cada uno de los aportes de lo imputados en este hecho delictivo ha sido de
carácter esencial y por tratarse justamente de un supuesto de coautoría es que
no puede exigirse una actuación completa del tipo penal de cada uno de los
autores sino del cumplimiento de os requisitos que se han explicado, ya que
nuevamente tiene que ponerse de relieve que no es imprescindible la presencia
personal en el lugar de los hechos del coautor interviniente.
9. Finalmente en el desarrollo de la Dogmática del Derecho Penal, el colegiado
quiere resaltar que se ha identificado a la “Coautoría Sucesiva”, como un
supuesto que se presenta cuando una persona ha iniciado la ejecución del
delito y otros intervinientes enlazan posteriormente su actividad para la
realización del hecho punible, así. quienes intervienen con posterioridad se
entiende, están dando su consentimiento para la realización del delito que otro
inició, siempre que cuando intervengan este delito no haya sido consumado.
En el mismo sentido BACIGALUPO ha referido que este supuesto se verifica
cuando el sujeto participa co-dominando el hecho en un delito que ya ha
comenzado a ejecutarse, y efectúa la precisión que sólo es posible hasta la
consumación del plan delictivo[9]. Se trata como señala REÁTEGUI SÁNCHEZ,
de la incorporación de un coautor durante la ejecución del hecho, siempre y
cuando la totalidad del delito todavía no se ha cometido[10]. Esta forma de
realizar el delito se explica en razón que para fundar un supuesto de
coautoría cada uno de los intervinientes no debe realizar la totalidad de la
conducta típica, sino la función acordada en el reparto de roles ejecutivos, por
lo que la decisión común expresa o tácita puede producirse durante la
ejecución del delito.
que el autor no pretende realizar ningún acto con posterioridad (ánimo de lucro),
sino que su pretensión se realizará por la propia acción y resultados típicos.
5.- Corolario.
Además, dicha regla, al tratar por igual el desvalor de la acción con la del
resultado, aplicándoles las mismas consecuencias jurídicas resulta
desproporcional, por sancionar con igual pena ambas acciones (desiguales);
y por ende, contrario al principio de igualdad en la aplicación de la Ley.
De igual manera, es una antinomia jurídica (dos normas incompatibles entre sí,
que pertenecen al mismo ordenamiento y tienen el mismo ámbito de
aplicación), con respecto a los arts. 24 y 68 Pn. que ordenan un tratamiento
desigual, en cuanto a la sanción a aplicar al delito tentado, con respecto al
consumado, que solo puede ser solucionado con la expulsión del orden jurídico de
una de ellas, en el presente caso, la del literal 2° del art. 2 de la LECE, por
desproporcional e ir en contra de la igualdad en la aplicación de la Ley.
Referencias:
SALA PENAL
VISTOS; de conformidad en parte con lo dictaminado el señor Fiscal Supremo; por sus
fundamentos; y CONSIDERANDO: que, en el presente caso, fluye de autos que en horas de
la mañana del día dos de abril de mil novecientos noventitrés, en circunstancias que los
agraviados retornaban a su domicilio a bordo de su vehículo, fueron intervenidos por los
encausados, quienes aprovechando su condición de efectivos policiales los registraron,
encontrando entre los documentos de Jorge Antonio Cabrera Gonzales un billete de cien
dólares, del cual se apoderaron manifestando que era falsificado; asimismo, les solicitaron
sumas de dinero a fin de ser dejados en libertad, por lo que se dirigieron a dos cajeros
automáticos para retirar dinero de las cuentas de los agraviados; sin embargo, al no lograr su
propósito por no contar con dinero en efectivo ambos cajeros, concertaron una cita a la que
los agraviados debían acudir llevando consigo dinero a cambio de devolverles sus
documentos personales; que, al respecto, se ha establecido que si bien el encausado Juan
Carlos Reyes Inca Ramos, estuvo a bordo del vehículo policial en el que fueron desplazados
los agraviados, desde el momento en que se inicia el hecho hasta cuando éste concluye, no
participó activamente en la comisión del delito de extorsión, de allí que la tesis central de la
defensa, gire en torno a una pretendida atipicidad de su conducta, lo que no lo exime de
reproche moral; que, frente a tal argumento, cabe señalar que nuestro Código Penal vigente le
confiere relevancia jurídica, tanto al aspecto activo del comportamiento humano, constituido
por el ejercicio de la finalidad a través de un hacer, como a su aspecto pasivo, constituido por
la omisión; dicha omisión social y jurídicamente relevante, está referida a la realización de una
acción determinada que le es exigida al agente de allí que estructuralmente, los delitos
omisivos consistan en la infracción de una deber jurídico; pero no todos estos
comportamientos omisivos penalmente relevantes, están descritos por un tipo penal, es por
ello que la doctrina reconoce, la existencia de delitos omisivos impropios o llamados también
de comisión por omisión; respecto de este tipo de delitos omisivos, el Código Penal en su
artículo trece(1), establece una cláusula de equiparación que nos permite adecuar el
comportamiento omisivo al comisivo, pero para ello, es preciso constatar no sólo la causalidad
de la omisión sino también la existencia del deber de evitar el resultado por parte del agente
frente al bien jurídico o posición de garante; que, en el caso de autos se verifica la existencia
de esta causalidad hipotética, es decir, la posibilidad fáctica que tuvo el encausado Juan
Carlos Reyes Inca Ramos, de evitar el resultado; en principio, por cuanto él tenía la condición
de efectivo policial al mando de la patrulla a bordo de la cual se desplazó a los agraviados, ya
que tenía mayor jerarquía frente a sus coencausados, y por cuanto estaba obligado a impedir
la realización del delito, para lo cual tenía plena capacidad, siéndole por ello, el resultado
lesivo perfectamente imputable; también se verifica que el citado encausado, se encontraba
en una posición de garante frente al bien jurídico de los agraviados, ya que ésta surge también
cuando el agente tiene el deber de vigilar la conducta de otras personas, tal como sucede en
el caso de autos; es por ello, que concurriendo en el análisis los dos presupuestos que nos
permiten determinar cuándo estamos frente a una comisión por omisión punible, es correcto
afirmar, que el encausado Juan Carlos Reyes Inca Ramos, es coautor del delito de extorsión:
declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de fojas cuatrocientos noventitrés,
su fecha catorce de junio de mil novecientos noventinueve, que absuelve a Juan Carlos
Reyes Inca Ramos y José Luis Camayo Córdova, de la acusación fiscal por el delito contra la
Administración Pública - Corrupción de Funcionarios - en agravio del Estado; condena a Juan
Carlos Reyes Inca Ramos y José Luis Camayo Córdova como autores del delito contra el
Patrimonio -extorsión- en agravio de Jorge Antonio Cabrera Gonzales y Alberto Fabián
Gutiérrez Laya, a seis años de pena privativa de la libertad; y fija en mil nuevos soles el
monto que por concepto de reparación civil deberán abonar los citados sentenciados en forma
solidaria a favor de cada uno de los agraviados; con lo demás que contiene; y los devolvieron.
-------------------
(1) Código Penal: "Artículo 13o.- El que omite impedir la realización del hecho punible será
sancionado:
1.- Si tiene el deber jurídico de impedirlo o si crea un peligro inminente que fuera propio para
producirlo.
________________
VISTOS; de conformidad en parte con el Señor Fiscal; por sus fundamentos pertinentes;
y CONSIDERANDO: que, el día dos de abril de mil novecientos noventitrés, a horas tres de la
mañana aproximadamente, Jorge Antonio Cabrera Gonzales y Alberto Fabián Gutiérrez Laya,
así como la esposa de éste, se encontraban transitando a bordo de un vehículo por
inmediaciones de la intersección formada por el jirón Tumbes y la avenida Piérola, en el
distrito de Barranco, circunstancias en que fueron intervenidos por tres efectivos policiales,
Juan Carlos Reyes Inca Ramos, José Luis Camayo Córdova y Rodolfo Navarro Peña, este
último sentenciado, los que procedieron a registrarlos personalmente, encontrando en poder
del primero de los mencionados un billete de cien dólares americanos al parecer falsificado,
razón por la cual éstos procedieron a solicitarles la suma de seiscientos dólares americanos
con la finalidad de dejarlos en libertad y como quiera que no se encontraban en posesión de
dicha suma de dinero, fueron conducidos a diferentes cajeros automáticos UNICARD, con el
propósito de retirar dicha suma de dinero, objetivo que no lograron dado que los mismos se
encontraban fuera de funcionamiento, por lo que la entrega del dinero se acordó para el día
siguiente, por inmediaciones de la intersección formadas por las avenidas El Sol y República
de Panamá, en el mismo distrito de Barranco, para lo cual los agraviados tuvieron que
entregar sus documentos personales, hechos subsumidos en el delito de extorsión; que, al
respecto se debe indicar que en el delito de extorsión el bien jurídico preferentemente
protegido es el patrimonio, en concreto, la capacidad de disposición que tiene toda persona
sobre sus bienes, pero además se protege la libertad; que, asimismo, en relación al
comportamiento delictual, se debe señalar que éste consiste en obligar a una persona a
otorgar al agente o a un tercero una ventaja económica indebida, mediante violencia o
amenaza o manteniendo como rehén al sujeto pasivo a otra persona; que, de lo anterior
se advierte, claramente, que los medios para realizar la acción, están debidamente
establecidos en el artículo doscientos del Código Penal; así, por violencia, se debe entender la
violencia física ejercida sobre una persona, suficiente para vencer su resistencia y
consecuencia de lo cual realice el desprendimiento económico; mientras que la amenaza, no
es sino el anuncio del propósito de causar un mal a una persona, cuya idoneidad se decidirá
de acuerdo a si el sujeto pasivo realiza el desprendimiento económico; finalmente, el otro
medio consiste en el mantenimiento como rehén de una persona, esto es, la retención de una
persona contra su voluntad, con la finalidad de que el sujeto pasivo realice el desprendimiento
económico; que, de los medios antes descritos, de plano deben descartarse tanto el primero
como el tercero, pues de ninguna parte de lo actuado, se advierte el ejercicio de violencia
física ni menos el mantenimiento de rehén; que, el único de los medios que ofrece duda, es el
relacionado al empleo de la amenaza, sin embargo, como ya se ha señalado anteriormente, la
idoneidad del mismo se decidirá siempre y cuando el sujeto pasivo haya realizado el
desprendimiento económico, circunstancia que no concurre en el caso que se analiza; que, a
mayor abundamiento, se debe indicar, que la supuesta amenaza ejercida contra los
agraviados (privación de su libertad), no se condice de ninguna manera con el hecho real que
los mismos agraviados manifiestan, en el sentido de que fueron dejados en libertad con la
finalidad de que al día siguiente entreguen la suma de dinero requerida, para lo cual tuvieron
que dejar como "garantía" sus documentos personales, amén de que no existe acta alguna
que acredite que los agentes se encontraban en posesión de tales documentos; que, no
obstante lo anterior, consideramos que racionalmente no es posible afirmar que la sola
retención de un documento de identidad, pueda causar en la víctima un estado de tal
naturaleza de que va a sufrir un mal ya sea directo o indirecto, por lo que consideramos que la
conducta imputada a los acusados Juan Carlos Reyes Inca Ramos y José Luis Camayo
Córdova, es atípica; que, la conclusión a la que se ha llegado, más aún en el hecho de que si
efectivamente se hubiera dado el desprendimiento patrimonial, bajo amenaza, dicha conducta
no se adecuaría al tipo de extorsión, sino al de concusión, pues los verbos típicos de tales
conductas son idénticos, con la diferencia de que en el primer delito, el agente puede ser
cualquier persona, no se requiere una calidad especial, mientras que en el segundo, sólo
pueden ser considerados autores, los funcionarios o servidores públicos, calidad que
ostentaban los acusados, sin embargo, este último ilícito penal no ha sido materia de
instrucción ni de juzgamiento; lo que amerita absolverlos de la acusación fiscal, en aplicación
del artículo doscientos ochenticuatro del Código de Procedimientos Penales, fundamentos por
lo que MI VOTO es porque se declare NO HABER NULIDAD en la sentencia recurrida de
fojas cuatrocientos noventitrés, su fecha catorce de junio de mil novecientos noventinueve,
que absuelve a Juan Carlos Reyes Inca Ramos y José Luis Camayo Córdova, de la
acusación fiscal por el delito contra la Administración Pública - corrupción de funcionarios-, en
agravio del Estado; se declare HABER NULIDAD en la propia sentencia en el extremo que
condena a Juan Carlos Reyes Inca Ramos y José Luis Camayo Córdova, por el delito contra
el Patrimonio -extorsión-, en agravio de Jorge Antonio Cabrera Gonzales y Alberto Fabián
Gutiérrez Laya, a seis años de pena privativa de la libertad; con lo demás que contiene;
reformándola en este extremo; se ABSUELVA a Juan Carlos Reyes Inca Ramos y José Luis
Camayo Córdova, de la acusación fiscal por el delito contra el Patrimonio -extorsión-, en
agravio de Jorge Antonio Cabrera Gonzales y Alberto Fabián Gutiérrez Laya;
se MANDE archivar definitivamente el proceso, y de conformidad con lo establecido por el
Decreto Ley número veinte mil quinientos setentinueve: se DISPONGA la anulación de sus
antecedentes policiales y judiciales generados como consecuencia a dicho ilícito; y
encontrándose sufriendo carcelería los referidos encausados; se ORDENE su inmediata
libertad, siempre y cuando no exista en contra de ellos orden o mandato de detención alguno
emanado de autoridad competente, oficiándose vía fax para tal efecto a la Presidencia de la
Corte Superior de Justicia de Lima; y se devuelva.
S.
Inst. Nº 18-99
C.S. Nº 2529-99
Vuelve a esta Fiscalía Suprema el presente proceso vía recurso de nulidad interpuesto por los
condenados JUAN CARLOS REYES INCA RAMOS y JOSE LUIS CAMAYO CORDOVA,
contra la sentencia de fs. 493, su fecha 14 de junio de 1999, que los Absuelve de la
acusación fiscal formulada en su contra, por el delito de Corrupción de Funcionarios, en
agravio del Estado, asimismo los Condena como autores del delito contra el Patrimonio -
Extorsión- en agravio de Jorge Antonio Cabrera Gonzales y Alberto Fabián Gutiérrez Laya, a
seis años de pena privativa de libertad, y fija en un mil nuevos soles la reparación civil
solidaria a favor de los agraviados. El Fiscal Superior no interpuso recurso de nulidad.
Es de anotar que atendiendo a las circunstancias y la gravedad del evento delictivo, debe
aumentarse la pena impuesta.
1.6 Agravantes
1.8 La Pena
EXPEDIENTE : 02399-2010-39-1601-JR-PE-02
DELITO : EXTORSION
IMPUGNANTE : SENTENCIADA
SENTENCIA
Trujillo, doce de Mayo
a) (…).
b) Participando dos o más personas;… ”
1 BRAMONT ARIAS, Luis. Manual de derecho penal, Lima- Perú, Editorial San Marcos,
2006, pág.367.
5. por su parte el artículo 394 inciso 3) del NCPP, señala como un
requisito de la sentencia “La motivación clara, lógica y completa de
cada uno de los hechos y circunstancias que se dan por probadas o
improbadas, y la valoración de la prueba que la sustenta, con
indicación del razonamiento que la justifique”.
2 MUÑOZ CONDE, Francisco, Teoría general del delito, Bogotá, Editorial Temis, 2001,
pág.395.
a las que ha aludido la sentenciada en el sentido de que si no
recogía el paquete conteniendo el dinero solicitado a través de las
llamadas extorsivas iban a violar a su hija, esta no era actual o
inminente; pues éstas no se encontraban secuestradas ni bajo el
poder físico de aquellos. Fundamentos más que suficientes que han
desvirtuado el miedo insuperable que se ha invocado como causa
eximente en la conducta desplegada por la sentenciada, si no más
bien permiten acreditar que la sentenciada ha actuado con dolo,
estando presente además el elemento subjetivo de este delito cual
es el animo de lucro, conclusión a la que arriba el colegiado de
instancia, postura que comparte esta superior Sala Penal; por lo
que, la sentencia condenatoria, materia de grado, deberá ser
CONFIRMADA.
JUEZA SUPERIOR