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PARTIDOS POLÍTICOS: HACIA UNA CULTURA POLÍTICA PARTICIPATIVA*

JAIME ERNESTO PALMA BAQUERO**

RESUMEN.

La baja participación en la democracia colombiana lleva a replantear una categoría para


clasificar la cultura política colombiana. En este sentido, se hace necesaria la
comprensión histórica de los partidos políticos como modelos que configuran las
actitudes de los ciudadanos. Es también tema de este trabajo la teorización acerca de
una nueva cultura política que debe ser más participativa y crítica sobre una base
histórica común que edifique una identidad nacional, involucrando en su construcción
tanto a los partidos políticos como a los politólogos.

PALABRAS CLAVE: Cultura política, partidos políticos, ciudadanía, participación,


historia.

ABSTRACT.

In Colombia’s democracy, low participation makes us to redefine a new category for


classifying the Colombian political culture. Thus, it is necessary the historic
comprehension of the political parties as models which shapes the attitudes of the
citizens. This work also seeks a theoretical frame about a new political culture which
must be more participative and more critical. This culture has to be build on the common
history creating a national identity and involving in its construction both political parties
and political scientists.

KEY WORDS: Political Culture, Political Parties, citizenship, participation, history.

1
INTRODUCCIÓN.

El presente trabajo surge a partir de la investigación hecha en esta mesa de trabajo


acerca de la confianza de los jóvenes en las instituciones1. De esta manera, lo que más
nos motivó fueron algunas respuestas acerca de la definición de político por parte de
los encuestados. Si se tiene en cuenta que el político por lo general forma parte de un
partido, inmediatamente surge la relación entre el accionar de los partidos y sus efectos
en las dimensiones evaluativas que más adelante generan pautas de comportamiento
en el ciudadano.

Estas actitudes del individuo en respuesta al accionar político del partido nos llevo a
preguntarnos más a fondo acerca de la cultura política de los colombianos, al revisar
los resultados de procesos democráticos (elecciones presidenciales y de senado por
ejemplo) en los últimos años nos hemos encontrado con cifras alarmantes que
demuestran el bajo nivel de participación de la sociedad colombiana. Inmediatamente
surgió la pregunta del por qué de esos índices y más allá del estudio de esta
problemática surgió la necesidad de hacer propuestas desde la política.

En resumen, este estudio busca: (1) el entendimiento del comportamiento del


colombiano actual como sujeto influyente en la vida política del Estado y (2) brindar
propuestas prácticas para el fortalecimiento de una cultura política participativa. Para
esto se intentará explicar las actitudes que puede desarrollar el ciudadano en el
contexto de una democracia como la colombiana. Esto último, nos llevará a un
recorrido histórico por la cultura política de los partidos, pasando por un análisis de los
últimos resultados de procesos democráticos. Después se intentará definir la cultura
política colombiana de acuerdo a las categorías propuestas por varios teóricos del
tema. Finalmente, se enunciaran las propuestas hacia una cultura política participativa
que involucran tanto a los partidos como a los politólogos.

* Ponencia a ser presentada en el Primer Congreso de Ciencia Política, Universidad de los Andes en la
línea “Sistema de Partidos y Representación Política”. Mesa de Trabajo: La deliberación participativa.
** Estudiante de IV Semestre de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la Universidad Militar
Nueva Granada. Correo: jaime.palma.b@gmail.com
1
Al respecto, consultar la ponencia de esta misma mesa de trabajo: La Responsabilidad de los
Politólogos en la Representación política.

2
ACTITUDES DESARROLLADAS POR EL CIUDADANO EN UNA DEMOCRACIA
COMO LA COLOMBIANA.

Sin necesidad de una definición apriorística de la cultura política colombiana, se puede


intentar explicar las actitudes que desarrolla el ciudadano en el marco de una
democracia2. Para empezar, hay que decir que los partidos políticos son poseedores
de cultura política y por lo tanto son influyentes en la cultura política de los
colombianos. De esta manera, se puede definir a la cultura política como aquel
“conjunto de conocimientos, sentimientos, representaciones, imaginarios, valores,
costumbres, actitudes y comportamientos de determinados grupos sociales, partidos o
movimientos políticos dominantes o subalternos, con relación al funcionamiento de la
acción política en la sociedad, a la actividad de las colectividades históricas, a las
fuerzas de oposición, a la relación con el antagonista político, etc.” (LÓPEZ de la Roche
1993: 95).

Así, el partido es el representante de una cultura política ciudadana que ha sido


institucionalizada primeramente a través del apoyo hacia la ideología del mismo, esas
actitudes del individuo hacia el Estado pueden ser de mayor intervencionismo o de
mayor permisividad3. Pese a esto, lo importante es que en una democracia se tienda
hacia el centro de estos extremos generando un equilibrio entre intervencionismo y
permisividad.

Pero el mal o el buen accionar político de los miembros del partido genera otras
actitudes que van del ciudadano hacia la agrupación política y que son generadas a
través de las dimensiones evaluativas del individuo, esto nos permite llevar el análisis a
un nivel más micro. ¿Cuál es, entonces, la nueva relación del ciudadano con el partido
y que actitudes se desarrollan?, encontramos pues, que los ciudadanos desarrollan
actitudes en contra o a favor de la política de acuerdo a lo que perciben en el entorno

2
El criterio de esta clasificación tiene en cuenta a todas las variables posibles.
3
En esta ponencia se defiende la idea de que el individuo como el ser que nace y se constituye en una
democracia (conocedor de su sistema político) cree al principio en la ideología de un partido y más
adelante es que toma posiciones negativas como volverse apolítico.

3
político. En este desarrollar de actitudes hacia los partidos políticos el individuo opta
por:

1. Volverse anti-político, se rechaza la participación política como forma de


intervención en los asuntos políticos y el ciudadano deja de ejercer sus
derechos políticos a causa del mal accionar de los que son considerados
representantes corruptos. Sin duda alguna esta es una de las posiciones más
nocivas para la democracia porque gran parte del electorado deja de tomar
decisiones de la vida nacional que lo involucran y lleva a que solo unos cuantos
sean los que verdaderamente decidan4. Esta categoría es complementada por el
ciudadano que toma el camino de las armas y que intenta instaurar un nuevo
sistema5.
2. El apoyo total hacia la ideología del partido, la persona opta por posiciones de
apoyo total al partido y su participación se convierte en un voto ciego, una
decisión tomada sin pensar en consecuencias. Este “apoyo ciego” en la cultura
del colombiano actual normalmente gira alrededor de una figura que es
considerada mesiánica o caudillista y que el partido la ha convertido en su
imagen de campaña (normalmente el presidente del partido o movimiento
político) lo que finalmente lleva a la pérdida del análisis de la ideología y
programa político de la agrupación. De cierta forma, en esta variable se pueden
encontrar tanto las personas que votan por el partido por tradición, como las que
a través de la agrupación política desarrollan actitudes autoritarias propicias a la
implantación de dictaduras.

Sin embargo, es necesario que en las estructuras democráticas las personas que
tienen capacidad de ejercer sus derechos políticos los ejerzan y tomen decisiones
conscientes, un voto que piensa en consecuencias.

4
Se puede tener en cuenta, por ejemplo, las elecciones de 2006 donde se re-eligió al presidente Álvaro
Uribe. Según cifras del Concejo Nacional Electoral, el potencial de votación era de 26’731.700 de los
cuales solo 12’041.737 ejercieron su derecho político al voto. De los que participaron 7’397.835 eligieron
al actual presidente.
5
El término anti-política no será tomada en su definición estricta.

4
Por otro lado, encontramos al individuo crítico, conocedor del sistema político y
participativo que desarrolla actitudes de respeto hacia las instituciones, que ve a la
democracia como la mejor forma de gobierno para el desarrollo del país y que posee
actitudes propias de la cultura participativa que enuncian ALMOND y VERBA (1989:
18)6.

Quedaría una actitud propia de la sociedad colombiana actual y es aquella que asumen
los colombianos que no son conocedores del sistema político. Esta forma de actuar no
es de anti-política como tal, pero es una actitud no participativa; en tanto que los
individuos tienen un entorno más cercano que tiene que ser resuelto, no ven para qué
participar en política si lo que necesitan es una solución a necesidades básicas que el
Estado no ha podido resolver y que ven en la política una respuesta a muy largo plazo7.
Esta actitud es propia de la idea que CAMPS (1994: 17) ha desarrollado en torno a la
crítica de la teoría de la justicia rawlsiana. Al respecto, sostiene que “no basta
proclamar y asegurar, constitucionalmente y con leyes positivas, la libertad civil y
política de los ciudadanos. Sabemos que esa libertad es solo formal, ya que el uso que
puede hacer de ella el marginado y desposeído no es el mismo que le es dado al
ciudadano satisfecho”.

HACIA UNA DEFINICIÓN DE LA CULTURA POLÍTICA COLOMBIANA.

Hasta el momento se han tratado de exponer las actitudes que el individuo crea en el
contexto de una democracia como la colombiana. Sin embargo, es necesario echar un
vistazo a la historia colombiana para rastrear el abstencionismo de los colombianos
contemporáneos. En un trabajo de NOGUEIRA (1991) se cita a PYE quien propone
que “una cultura política es, a la vez, el producto de la historia colectiva de un sistema
político y de las biografías de los miembros de dicho sistema, debido a lo cual sus
6
Al respecto sostienen: “…The participant culture, is one in which the members of society tend to be
explicitly oriented to the system as a whole and to both the political and administrative structures and
processes: […] to both the input and output aspects of the political system.[…]They tend to be oriented
toward an “activist” role of the self in the polity, though their feelings and evaluations of such a role may
vary from acceptance to rejection”. (ALMOND y VERBA 1989: 18)
7
Esta actitud es también producto de una satanización que ha sufrido lo popular a través de años de
privatización política de las elites políticas. Esta idea será desarrollada más adelante.

5
raíces hay que buscarlas tanto en los acontecimientos públicos como en las
experiencias individuales”8. En concordancia con este principio y con lo que ya se ha
propuesto, este apartado del estudio sugiere el entendimiento de la cultura política de
la sociedad colombiana a lo largo de la historia con el fin de elaborar una categoría en
la que la podamos encasillarla.

Clasificar a Colombia en el fenómeno de lo que algunos han llamado modernización o


posmodernización9 de la cultura política (INGLEHART 1977, 1997) no nos permite
entenderla ya que estas categorías describen procesos que no son lineales en América
latina10 y mucho menos en Colombia. Para esto, propongo mejor el estudio de la
cultura política de los partidos como del ciudadano, la primera puede ser evaluada a
través de la historia de la conformación y evolución de los partidos y la segunda se
puede evaluar a través de cifras de participación y de las actitudes que puede tomar
este de acuerdo a lo que percibe del partido como modelo de cultura política.

1. Cultura política a la colombiana

¿Cómo se pueden, entonces, rastrear los bajos niveles de participación del colombiano
actual? La respuesta a la pregunta radica en un análisis de acontecimientos políticos
que relacionan a los partidos políticos con el ciudadano y que configuran las actitudes
del individuo. Para esto, se hará un recorrido por la historia de Colombia a partir de lo
que se ha denominado “la regeneración” hasta la actualidad. Una vez hecho este
análisis se puede definir la cultura política de la sociedad colombiana como fruto de un
proceso histórico común.

1.1 Regeneración y radicalización ideológica (1886 – 1946).

Sin duda alguna, se puede afirmar que en Colombia la cultura de los partidos políticos y
de los ciudadanos ha sido permeada por la iglesia. Desde épocas de la regeneración,

8
Si se desea remitirse a la fuente, consultar (PYE 1968)
9
Un buen resumen acerca de la obra de INGLEHART, es el que hace SODARO (2006: 217, 218)
10
Por ejemplo, “Los proyectos de Industrialización no necesariamente trajeron consigo la democracia”
(ASSIES y otros 2002: 74) y las bajas cifras de participación, ¿no significan, en cierto sentido, menos
confianza en las instituciones y el relajamiento de los vínculos con los partidos políticos?

6
la educación de los colombianos fue dejada a cargo de la religión tal como se puede
constatar en la constitución de 1886 que establecía en su artículo 41:

En las universidades y colegios, y en los demás centros de


enseñanza la educación y la instrucción pública se
organizará y dirigirá en conformidad con los dogmas y la
moral de la Religión Católica.

De esta manera, al colombiano se le formó a partir de manuales11 que eran creados por
la iglesia católica y que satanizaban a la modernidad europea que solamente va a
encontrar cabida, más o menos, a partir de la república liberal (LÓPEZ De La Roche
1990: 108). La regeneración de Núñez conciliaba así, la política con la religión dándole
mayor poder a la iglesia que “asumirá una actitud de abierta confrontación y de
contención de la modernidad en un intento por evitar la erosión de su dominación”
(LÓPEZ De La Roche 1990: 104). Ideas como la de libertad, justicia e igualdad social
que vienen a desarrollarse durante los 20’s y 30´s, encontraron en la educación de la
época una deformación al ser rechazadas por ser ideales liberales y socialistas que
iban en contra del casamiento entre la iglesia y la política.

Esta influencia clerical en la cultura política de los colombianos ha sido la creadora de


factores de intolerancia en el individuo que se vendrán a matizar, más adelante, en el
sectarismo de los partidos durante La Violencia. En este orden de ideas, en la cultura
política colombiana se crearon factores de incomprensión entre los partidos; se
deslegitimaba el simple hecho de ser liberal, por ejemplo, gracias a la imposición de
una educación conservadora.

Además, esta educación propició en los colombianos “el simplismo y el facilismo en la


mirada sobre la realidad y la falta de asimilación crítica de los hechos”; durante la
regeneración “no se nos educó para la duda sino más bien para la definición
apriorística y emotiva, para la ubicación cómoda en uno de los dos extremos” (LÓPEZ
De La Roche 1990: 112). Se consolidaron así, como fruto de una educación

11
Estos manuales, según LÓPEZ De La Roche (1990: 113), “se usaron en la educación hasta la década
de los años 60”.

7
ultramontana, unos partidos más radicales, simplemente se era conservador o liberal
sin espacio a críticas que resaltaran lo bueno y lo malo de cada partido.

Así pues, la radicalización ideológica encuentra sus principios a partir de la guerra de


los mil días12, donde se pueden apreciar expresiones de oposición por parte del
liberalismo hacia lo que consideraban una constitución autoritaria. Sin embargo, ROLL
(2003: 150) afirma que “el partido conservador tuvo un poder hegemónico que se
consolidó con la guerra de los mil días (1899 – 1902) y se prolongó hasta bien entrado
el siglo”. En este sentido, los 46 años de relativa paz sectaria que van desde 1902 –
1948 permitieron una dinámica de competencia que evitó el conflicto de manera abierta
y que al fin en 1930 permitirán la llegada al poder del liberal Olaya Herrera, gracias a la
división interna del partido conservador que lo llevaría a su derrota en las urnas13.

Se instauraba así la república liberal (1930 – 1946) que representa una ruptura
importante en la cultura política colombiana. Más adelante, las reformas lopistas van a
romper con el viejo esquema de educación retirándole a la iglesia la facultad para
imponer los textos de instrucción, permitiendo, de esta forma, la libertad de conciencia
y de enseñanza. Además, el sufragio universal masculino fue restablecido durante el
mandato López (ROLL 2002: 152). Poco a poco, la idea de una democracia más
inclusiva tomaba forma a pesar de que los largos años de la regeneración ya habían
causado un daño irreversible en una sociedad que seguía estando dominada, en gran
parte, por una educación anti-moderna; la reforma constitucional de 1936 no duraría
mucho, en el horizonte se gestaba, una vez más, el regreso del fantasma del
sectarismo.

1.2. La Violencia y la dictadura (1946 – 1957).

En 1946 llegaría al poder nuevamente el partido conservador en cabeza de Mariano


Ospina Pérez como resultado de la división liberal causada por el UNIR14 que se

12
No se pueden tomar en cuenta las guerras civiles de 1885 ni la de 1895 porque no estaban en contra
del conservadurismo en sí, sino que se configuraron en torno a la oposición a Núñez y a Caro
respectivamente.
13
El resultado de las elecciones fueron los siguientes: Olaya Herrera 375.168 votos; Guillermo Valencia
246.747; Vásquez Cobo 213.180.
14
Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria.

8
“oponía al concepto formalista de la igualdad del liberalismo clásico y a la poca
contundencia de las reformas liberales” (ROLL 2002: 154) y que consolidaba el
respaldo de popular hacia Gaitán. Pero, el camino hacia una futura presidencia del
partido liberal sería opacada por el 9 de abril de 1948; la lucha armada entre los
partidos reaparecería en La Violencia con el asesinato del caudillo liberal que “estimuló
poderosamente el sectarismo partidista y la polarización ideológica de los colombianos”
(LÓPEZ De La Roche 1990: 129), conflicto que no finalizaría sino hasta bien entrados
los años del frente nacional. Reaparecían nuevamente los rasgos de intolerancia de la
cultura colombiana a un nivel más generalizado15.

Siguiendo a DÁVILA y BOTERO (2003: 268) “la cultura política colombiana se habría
constituido de forma absolutista de manera que las controversias tendían a ser
manejadas en términos casi religiosos y altamente moralistas”; los estragos causados
por la regeneración seguían estando presentes en el imaginario político y social de los
colombianos en el trasfondo de un Estado débil y parcialmente derrumbado que
permitía que la violencia sectaria se instaurase como mecanismo de interrelación de los
partidos (DAVILA y BOTERO 2003: 267).

Las contra-reformas hechas por el partido conservador en oposición a las reformas de


la república liberal conllevan a que en 1953 el general Rojas Pinilla se tome el poder
apoyado por el partido liberal y una parte del conservador16. Retornaban así, los
intentos populistas que habían quedado de lado con la muerte de Gaitán; la
conformación del Movimiento de Acción Nacional (MAN) y de la Confederación
Nacional de Trabajadores (CNT) fueron los intentos del general rojas por conformar un
movimiento nacional populista, pero que van a encontrar grandes resistencias de parte
del bipartidismo poco propenso al populismo (LÓPEZ de la Roche 1990: 152).

En adición, hechos como el asesinato de los estudiantes que conmemoraban la jornada


de 1929, el 8 de junio de 1954, acrecentarán la oposición a la dictadura de parte de los
partidos tradicionales hasta que en 1957, a través del paro cívico nacional dirigido por

15
A pesar de que hubo zonas en el país donde el fenómeno pasó desapercibido.
16
El sector ospinista del partido conservador.

9
Lleras Camargo, hará que el 10 de mayo del mismo año el general delegue el poder en
la junta militar.

Otro aspecto positivo en la propiciación de espacios para una cultura política más
tolerante y más participativa será primero, el reconocimiento de la paridad política de
los partidos en los ministerios, cámaras, asambleas y concejos municipales, y
segundo, la plenitud de derechos políticos de la mujer. De esta manera, la junta militar
a través de la reforma plebiscitaria de 1957 echaba no solo las bases de la transición
democrática sino también las del Frente Nacional.

1.3. El Frente Nacional y el camino hacia la constitución de 1991 (1957 – 1991).

El Frente Nacional se instauró a partir de 1958 con la elección de Alberto Lleras


Camargo y “contribuyó, sin duda alguna a la disminución del sectarismo partidista”
(LÓPEZ de la Roche 1990: 132). Este pacto bipartidista estaba configurado para durar
16 años. Sin embargo, dicho plazo se extendió más de lo debido, monopolizando el
poder político en manos del partido liberal y conservador dejando por fuera otras
fuerzas políticas que comenzaban a formarse en los 60’s.

Además, “el carácter excluyente del pacto y la ausencia de reformas que respondieran
a las demandas de sectores populares y medios en auge, producto de la
modernización y urbanización de la sociedad, dieron vida a una nueva modalidad del
conflicto: la de las guerrillas antisistema” (DAVILA y BOTERO 2003: 269)17. Se
mantenía todavía el desprecio hacia nuevas formas de política18, confirmando la
frustración histórica del populismo en Colombia que ha llevado a que hoy hayan niveles
tan bajos de participación.

Sin embargo, no todo fue retroceso, hay que recordar que durante la época se da
también la relativa democratización de la educación19 que aumentará el número de
ciudadanos críticos en las partes de Colombia donde había acceso a educación

17
A principios de los 60’s las FARC, en 1965 el ELN, en 1967 el EPL y en 1973 el M-19. Cfr.:
http://www.presidencia.gov.co/prensa_new/historia/hispol.htm. Última Consulta: 13 de septiembre de
2008
18
Se estigmatizaba lo popular, actitud propia de las elites dirigentes donde “la colectividad es juzgada
“peligrosa” teniendo en cuenta la “inmoralidad” típica del carácter colombiano” (OCAMPO 1990: 59)
19
Sin esta hubiese sido casi imposible la creación de guerrillas comunistas.

10
superior y que permitirán, asimismo, tanto el aumento de las protestas y los
movimientos sociales, y el nacimiento de nuevos partidos como la ANAPO que con su
“cuasi- triunfo electoral en 1970 constituyó para el bipartidismo una campanada de
alerta” (LÓPEZ de la Roche 1990: 158). De esta manera, se inicia el proceso de
apertura del sistema político que seguirá estando marcado por los dos partidos
tradicionales20.

El final del Frente Nacional en 1974 dará vía libre para que se produzcan espacios de
concertación de paz con los grupos guerrilleros. Aunque solo fuera ilusión, la amnistía
general a la guerrilla de Belisario Betancur, como resultado de los diálogos entre
Estado – grupos guerrilleros lleva a la creación en 1984 de la Unión Patriótica21 que
será el punto de inicio de los partidos de Izquierda en Colombia. Estos diálogos,
permitieron que en el gobierno de Virgilio Barco empezaran los procesos de paz con
los movimientos guerrilleros M-19, EPL y las FARC. Procesos que serán consolidados
en el periodo de Gaviria (ROLL 2002: 159 – 161, 242) con la desmovilización del M-19
de donde surgiría el partido Alianza Democrática M-19 que, “pese a un inicio promisorio
con avances electorales que incluyen una votación alta a la Asamblea Nacional
Constituyente de 1991, rápidamente perdió el capital político adquirido en sus inicios y
se desintegró” (RODRIGUEZ 2005: 198).

Por último, vale la pena mencionar, que el proceso constituyente de 1991 fue
propiciado por el ciudadano participativo, conocedor del sistema político, ya que la
iniciativa emanó de “un grupo de estudiantes universitarios [quienes realizaron] un
plebiscito en 1990. Este fue aprobado y se dispuso la conformación democrática de la
Asamblea Constituyente, integrada por diferentes fuerzas (estudiantes, indígenas,
guerrilleros reinsertados, liberales, conservadores, etc.)”22. De esta manera, la
constitución de 1991 representa una ruptura total de la cultura política que era fruto de
la Regeneración y, al mismo tiempo, demuestra que los grandes cambios políticos en la
sociedad colombiana son posibles con una ciudadanía participativa.

20
Continuidad que termina con la elección de Álvaro Uribe.
21
Partido político “conformado por miembros desmovilizados de las FARC, militantes del partido
comunista y otros sectores de izquierda” (RODRIGUEZ 2005: 197).
22
http://www.presidencia.gov.co/prensa_new/historia/hispol.htm. Última Consulta: 13 de septiembre de
2008.

11
1.4. Los 90’s y el nuevo milenio (1991 – 2008).

El gobierno de Gaviria terminaría con la apertura de la economía colombiana y en 1994


un nuevo presidente liberal sería elegido. El escándalo desencadenado por la
financiación de la campaña de Samper no se haría esperar, el llamado proceso 8000
sería el primer “motor” de actitudes antidemocráticas en la cultura política de la década
y desencadenaría un alto grado de desconfianza en las instituciones política
colombianas. Así, por ejemplo, según algunos datos basados en el latinobarómetro de
1998 que presenta ALCÁNTARA y FREINDERBERG (2001: 28) se destaca que a la
pregunta ¿diría Ud. Que tiene mucha, algo, poca o ninguna confianza en los partidos
políticos?, de una población de 1200 personas: 3 contestaron mucha, 14 algo, 36 poca
y 45 ninguna. Pese a esto, lo que más impresión causa es que 1102 personas o no
sabían o no contestaran, lo cual ya supone un problema en el proceso de educación
política23.

Después de los constantes problemas del gobierno Samper, este terminaría su


mandato en 1998. Los escándalos políticos harían que, en este mismo año, el partido
conservador regresara al mando, después de 12 años, en cabeza de Andrés Pastrana.
En esta elección el factor abstención jugaría un papel preponderante. Según ROLL
(2002: 243) quien cita a HOSKIN, “la tasa de abstención también tiene una influencia
en la definición del ganador del proceso electoral. Una participación alta,
tradicionalmente habría beneficiado al candidato liberal, dada la distribución partidista
del país”. De esta manera, se reforzaba la anti-política en la tradición cultural de la
Colombia de la década de los 90’s como resultado de lo que la gente consideraba
“corrupción” en el gobierno Samper.

El siglo XXI en Colombia empieza en 2002 con la elección de Álvaro Uribe. Su llegada
al poder representa una singularidad no solo porque fue el primer candidato que salió

23
Aunque muchos sostienen que las encuestas de opinión son poco confiables, estas respuestas se
pueden contrastar con otras encuestas. Según datos presentados por RESTREPO (2007: 63), en una
encuesta realizada por CAPEL en 1994 sobre la percepción de de las entidades públicas y las
organizaciones partidarias, la encuesta arrojo: Partidos políticos: 3,5 de grado de confianza en una
escala de 1 - 10.

12
elegido de un partido no tradicional con un porcentaje del 53%24, sino también porque
es quién ha propiciado una de las reformas más importantes a la constitución con su
re-elección. En el 2006 sería nuevamente re-elegido con un porcentaje de 62.35% con
un total de participación de 12.041.73725 personas26.

Antes de finalizar, cabe resaltar que, aunque la cultura política colombiana ha tendido a
asumir posiciones no participativas, la izquierda se fortalece como una tercera vía en el
espectro político. Esto último se puede constatar en el triunfo del Polo Democrático en
el segundo puesto más importante del país, la alcaldía de Bogotá. Dos periodos
seguidos han estado en manos del Polo, primero, Luis Eduardo Garzón y después,
Samuel Moreno.

Por último, la violencia sectaria permanece aún con la muerte de varios de los
integrantes de la Unión Patriótica, Jaime Garzón y Álvaro Gómez Hurtado, por citar
algunos ejemplos. Sin embargo, en el actual periodo de Álvaro Uribe se han dado
golpes contundentes a las FARC y ahora, más que nunca, hay una percepción de que
la guerra contra la insurgencia puede tener una solución pronta. Además, los últimos
movimientos sociales representan una forma de participación que no ha tenido tintes
políticos y que deben ser aprovechados por encima de la crisis de legitimidad que
enfrenta el congreso, como forma de construcción de una nueva cultura política más
participativa, igualitaria e incluyente.

*****

Antes definir la cultura política colombiana, conviene detenerse un poco a reflexionar


acerca de esta pregunta: ¿Qué es lo que nos identifica como colombianos? Muchos
responderán que la bandera, otros dirán que una cumbia y así un sinfín de cosas por el
estilo. Sin embargo, no habría unanimidad si decimos que lo que nos representa son
las instituciones políticas. Y es que, en años de una historia cíclica al mejor estilo deja-
vu, se ha construido un nacionalismo a medias que muchas veces resalta solo malo del

24
5.862.655 personas votaron por él de un total de 11.249.734, potencial de votación: 24.208.311. Cifras
del Consejo Nacional Electoral. http://www.cne.gov.co/ última consulta: 15 de septiembre de 2008.
25
Cifras del CNE. Página web
26
Véase nota al pie No. 4.

13
colombiano. Ya sea por sectarismo o por falta de participación, en Colombia no ha
habido una reivindicación entre el Estado y el pueblo. Muchos argumentan que lo que
se necesita es una dictadura para que valoremos nuestras libertades políticas, pero lo
que de verdad necesitamos, es un mayor compromiso social en la construcción de una
cultura política basada en la participación y en la tolerancia de todas las formas
pacíficas de política.

2. Definición de la cultura política colombiana actual

En el recorrido histórico anteriormente expuesto encontramos varias subculturas


políticas que se han ido formando de las particularidades históricas de nuestro sistema
político. ALMOND y VERBA (1989: 11 – 26) proponen tres categorías en las que se
pueden encasillar las culturas políticas, sin embargo, decir simplemente que la cultura
política colombiana es, en mayor parte, una mezcla entre provincianos y participantes
no describe a cabalidad todas las subculturas. Entonces, conviene mejor, basarnos en
el criterio de dividirla entre los que no conocen el sistema, los que lo conocen y los que
pueden o no conocerlo (Véase gráfico #1).

Gráfico #1. Cultura Política Colombiana

14
Antes de empezar a explicar la subdivisión de las culturas políticas, hay que aclarar
que en Latinoamérica el concepto adquiere un carácter socioeconómico. Esto quiere
decir que, no será igual la cultura de un ciudadano que crece en las ciudades
importantes del país (y por lo tanto tiene un mayor contacto con la democracia) en
comparación con el ciudadano de las zonas marginales y alejadas. Sobra aclarar que
no se puede llegar a generalizar acerca de la cultura política porque muy seguramente
se encontrarán excepciones en las que el ciudadano interesado de las zonas
marginales conoce más del sistema político y viceversa. Una vez hecha estas
aclaraciones se puede proceder con el debido análisis27.

2.1. Los que no conocen el sistema.

En esta categoría se pueden ubicar a los provincianos, no en el sentido estricto en que


ALMOND y VERBA utilizan el término. Sino más bien forman parte de los provincianos
aquellas personas que no tienen conocimiento del sistema político, pueden participar o
no en la democracia, pero si no conocen su funcionamiento son en últimas
provincianos. Esta subcultura es propia de la Colombia que tiene bajos niveles de
educación y de la que habita las zonas alejadas y marginales. En resumen, este grupo
de personas es producto tanto del alejamiento del Estado en algunas zonas del país
donde los procesos democráticos son escasos y los partidos hacen su aparición cada
temporada electoral. También es parte de esta subcultura, el ciudadano que tiene poco
o nulo interés en la política.

2.2. Los que conocen el sistema político.

27
Se sugiere al lector que revise el primer apartado de esta ponencia: “ACTITUDES DESARROLLAS
POR EL CIUDADANO EN UNA DEMOCRACIA COMO LA COLOMBIANA”.

15
Aquí se encuentran dos subculturas muy diferentes pero que como se decía
anteriormente, están agrupados a partir del conocimiento que tienen del sistema
político. Estos dos grupos son:

1. Los Participantes: conocen el sistema político y normalmente han tenido tanto un


mayor acceso a educación como un mayor contacto con la democracia. Están
orientados hacia los inputs y outputs del sistema28. Es aquel ciudadano crítico
que tiende a jugar un rol activista en el marco de la democracia y que hace uso
constante de su dimensión evaluativa, y a partir de esta toma sus decisiones.
Los participantes, son propios de la Colombia de las ciudades importantes
donde hay mayores garantías para la participación.
2. Los Anti-políticos: generalmente tienen un alto nivel de educación y conocen el
sistema pero han optado por no participar porque consideran que la política es
manejada por partidos y personalidades corruptas. Estos, son producto de los
efectos que ha causado el mal accionar político de los partidos y de los demás
miembros del Estado.
En esta categoría se encuentra, asimismo, el anti-político, anti-sistema, que ha
decidido tomar las armas y son el fruto de décadas de monopolización del poder
en mano de los partidos tradicionales. Sin embargo, este grupo de personas
pueden participar en el espectro político que ofrece, ahora, la izquierda. Hay que
tener en cuenta que en esta categoría cabe, por ejemplo, el guerrillero
consciente de sus ideales. Por lo tanto, no caben en esta categoría aquellos que
han tomado las armas y que no conocen el sistema; en este sentido, siguen
siendo parte de los provincianos.

2.3. Los que pueden conocer o no el sistema político.

En esta categoría se ubican:

1. Los radicales: pueden conocer o no el sistema y unos desarrollan actitudes de


apoyo total hacia los partidos políticos, en tanto que muchos otros creen en la
imposición de una dictadura. Los primeros son producto de la tradición sectaria

28
Véase nota al pie No. 6.

16
de los partidos políticos que los ha llevado a apoyarlos por tradición y, los
últimos, son producto de los factores de intolerancia que han creado décadas de
mala educación política y que desarrollan este tipo de actitudes porque no ven (o
creen no ver) resultados eficientes en el sistema democrático.
2. Los alienados:29 aquí se ubican todas esas personas que pueden conocer o no
el sistema pero que han sido sometidos a tomar decisiones políticas, a través,
de la amenaza del uso de la fuerza y provienen de la violencia ocasionada por el
continuo conflicto armado de nuestra sociedad.

*****

En esta clasificación hecha de la cultura política colombiana se puede ubicar a cada


ciudadano colombiano, lo importante es tener en cuenta que el criterio de clasificación
se reduce al conocimiento o no del sistema. En teoría, los partidos políticos se pueden
ubicar en los participantes aunque no hay que olvidar que dentro de cada subcultura,
pueden estar inmersas otras. Por citar un ejemplo, los partidos tradicionales siempre
han estado en esta subcultura, pero dentro de estos habrá personas que pueden ser
radicales, como provincianos, como alienados; de todas formas nunca se podrá ubicar
dentro de los participantes, la categoría a los anti-políticos.

En el análisis hecho encontramos que lo ideal es que el resto de culturas tiendan y se


acerquen hacia los participantes, y este debe ser precisamente el objetivo por el que se
comprometan a trabajar tanto los partidos políticos como el Estado. Las ventajas de
lograr una mayor cultura participativa, permite que se elimine el abstencionismo y que
se logre, en ultimas, un mayor consenso social. Además una mayor participación
permite que fenómenos como la llegada al poder por corrupción, en cuanto a votos
comprados, se disminuya ya que será más difícil para el político corrupto comprar una
mayor cantidad de apoyo de acuerdo a unos niveles altos de participación.

Por último, se debe destacar el hecho de que hay otra subcultura que podría ser la de
los corruptos, esta se puede ubicar en cualquiera de las subdivisiones menos en la de
los alienados ya que esta última implica una decisión por coerción. En este sentido,

29
Nótese que el término no se toma estrictamente en el significado marxista.

17
encontramos que el elemento ético de la política ha estado ausente no solo en las
elites dirigentes sino que también no ha estado presente en la cultura política del
ciudadano común que puede dejar de participar conscientemente al cambio de la venta
de su voto30.

PROPUESTAS

La cultura política no participativa se debe combatir desde todos los frentes, para esto,
esta mesa de trabajo ha planteado varias propuestas. Sin embargo, hay que entrar a
teorizar acerca de la nueva cultura democrática que se intenta construir. La nueva
cultura política colombiana debe:

1. Tener un marco de referencia colectivo (LECHNER 1987: 255). Aunque en


muchos de los países latinoamericanos ha sido más fácil crear una identidad
nacional a partir de las dictaduras, en Colombia el proceso de creación de una
identidad, es mucho más difícil. Sin embargo, dicho marco de referencia
colectivo puede ser creado a partir del recuerdo que han dejado décadas de
violencia31. Esto se puede llevar a cabo a través del fortalecimiento de grupos
como la Comisión de la Memoria Histórica donde se tiene en cuenta todas esas
historias propias de los ciudadanos que han sido víctimas de las atrocidades del
conflicto armado, en un proceso que “viene más de los procesos regionales
hacia el centro que del centro hacia la periferia” (SÁNCHEZ 2008: 17). De esta
forma, se construye un vinculo mucho más fuerte entre ciudadano – Estado
abriendo paso a que el individuo sea el mismo creador de la memoria colectiva.
Siguiendo nuevamente a LECHNER (1987) quien propone que el mejor camino
en la construcción de identidad es la sacralización de los principios políticos, se
puede articular el proceso de formación de la memoria colectiva junto con la
revalorización de la democracia como el sistema que da cabida a una mayor

30
Llámese voto en una elección, firma en un referendo, etc.
31
Según SÁNCHEZ (2008: 17) “aunque la violencia ha fragmentado, también ha transformado y
articulado, en su proceso de reflexión, a las comunidades locales con los procesos nacionales”, y más
adelante agrega: “Ignorar la violencia no es resolverla. De hecho, negándola, contribuimos a su
reproducción”

18
participación y que permite el enfrentamiento político por las vías
institucionales32. En últimas, se trata de la sacralización33 de la democracia como
medida para evitar recaer en posiciones de intolerancia y de sectarismo político.
2. Construcción de una cultura de la discusión. No basta con contar las cosas que
han sucedido en el transcurso de la historia, es necesario que la superación de
la intolerancia a través de una cultura de la discusión que genere cierta dosis de
autocrítica y de intención rectificadora de los problemas del pasado (LOPEZ De
la Roche 1990: 200). En la creación de una sociedad más autocrítica debe haber
una involucración tanto de la educación como del partido que tiene
complementar ese vacío de educación política propia del ciudadano provinciano.

Si se logran seguir estos dos pasos34 a través de las propuestas que se exponen a
continuación, se logrará una cultura política participativa y crítica; una cultura política
que mas allá de decidir, sabe cómo decidir. Así las cosas, hemos llegado al punto más
importante que son las propuestas, desde los partidos como modelos de cultura política
y desde los politólogos como conocedores de la política en su conjunto.

1. Desde el partido.

ALCÁNTARA y FREINDENBERG (2001: 19) afirman en un estudio acerca de los


partidos políticos en América Latina que “la personalización de la política, la aparente
verticalidad en el proceso de toma de decisiones partidista y las denuncias de que los
partidos son oligarquías que representan cada vez menos a los ciudadanos han llevado
a muchos a desestimar la importancia de los partidos como instrumentos del sistema
político, poniendo en duda la capacidad movilizadora y de representación de estas
agrupaciones”. En Colombia, estas percepciones del ciudadano sumadas con la crisis

32
CRICK (2001: 197) lo llamaría el “reconocimiento de la existencia de cierto grado de conflicto y la
institucionalización del mismo”, como una de las condiciones para el buen funcionamiento del sistema
político.
33
Asimismo, se deben “sacralizar”, movimientos sociales como los del 4 de Febrero, que fueron políticos
en la medida en que se habló de política y afectaron las relaciones intersubjetivas (LANDI 1988: 203) de
los ciudadanos en la medida en que se configuro en el imaginario político y social la creencia en una
sociedad cada vez más pacífica.
34
Articulado con unos medios que realmente indaguen, esclarezcan y fiscalicen, que son sus tareas
fundamentales en un contexto de conflicto. (SÁNCHEZ 2008: 17). Para un entendimiento mayor, acerca
de cómo los medios pueden jugar un papel importante en la formación de cultura política, véase la
ponencia de esta misma mesa de trabajo: Medios de Comunicación y Cultura Política.

19
de legitimidad que vive el congreso por estar vinculado a grupos al margen de la ley
pueden llegar a reforzar la falta de participación.

Al ser los partidos políticos modelos de cultura política de los ciudadanos, la agrupación
política corrupta debe ser castigada con mayor fuerza. Para esto, la comisión de ajuste
institucional ha elaborado varias propuestas dentro de las cuales se crean un régimen
de responsabilidad dentro del cual habría causales de supresión de los partidos,
teniendo en cuenta cuando la responsabilidad es de la agrupación política y cuando la
responsabilidad es de un miembro. En este sentido, estas propuestas permiten que el
ciudadano pueda observar un castigo real en caso de que haya problemas de
corrupción partidista y que paulatinamente se restaure la confianza en la agrupación
política.

Adjunto a estas propuestas, debe planearse una en la que se le obligue al partido a que
esté en un contacto continuo con el ciudadano. En un estudio hecho en 2006
(PUERTAS y otros 2006: 115 – 127) se anexa una propuesta para transformar la
cultura política de los partidos. En resumen, el estudio propone que la agrupación
política debe reforzar los canales de comunicación con la comunidad con miras a
aumentar el nivel de confianza a través de la efectividad en la respuesta a las
demandas, todo esto, en el marco de un proceso democrático en la relación partido –
ciudadano. A pesar de que la propuesta ha funcionado en las ciudades importantes, el
estudio se queda en el papel a la hora de aplicarlo a los sectores marginados de la
sociedad. Dadas así las cosas, la propuesta de esta mesa de trabajo, sostiene que es
necesario que se cree una ley estatutaria que obligue a los partidos a mantener estos
canales de comunicación en las zonas alejadas donde muchas veces el partido se
hace presente únicamente en temporada electoral.

2. Desde los politólogos

Finalmente, las propuestas en la construcción de una cultura política participativa


deben involucrar a los politólogos como actores de cambio en la sociedad. En esta

20
mesa se han hecho dos propuestas. La primera sostiene la creación de un año rural35,
para complementar un proceso de educación política36 en las zonas donde el
ciudadano tiene un menor acceso a la democracia creando mayores espacios para que
el politólogo pueda ejercer su capacidad de liderazgo. La segunda, tiene como base la
microfísica del poder para influenciar en el entorno más cercano, en este sentido, el
politólogo tiene el compromiso ético y social de contribuir en la construcción de una
cultura política participativa desde núcleos como su propia familia, sus amigos, trabajo.
Todo esto, utilizando el discurso que sacraliza a la democracia como la mejor forma de
gobierno donde se pueden resolver los conflictos de intereses de la sociedad y al
mismo tiempo siendo participe en la creación de la cultura de la discusión.

A MANERA DE CONCLUSIÓN.

No cabe la menor duda de que los partidos políticos son configuradores en las
actitudes de los ciudadanos y que están llamados a jugar un papel de mayor
responsabilidad en el cumplimiento de sus acciones. Así, evitar la baja participación
ciudadana, es el método para eludir la erosión de unos partidos que son considerados
cada vez más corruptos. Sin embargo, este proceso de resurrección de la legitimidad
de los partidos tiene que ser un proceso que involucre tanto a la sociedad como a las
agrupaciones políticas en un régimen de mayor responsabilidad para crear en el
imaginario político y social del individuo el afecto hacia unas instituciones que
realmente lo representen.

Asimismo, si se logra construir una nueva cultura política más crítica e incluyente se
encontrará el camino hacia la creación de una identidad nacional que realmente
involucre a todos los sectores sociales en una democracia más participativa y menos
elitista, donde se puedan ejercer realmente los derechos políticos de todos y cada uno
de los ciudadanos.

35
Véase la ponencia de esta misma mesa de trabajo: La Responsabilidad de los Politólogos en la
Representación política.
36
Para ver las propuestas desde la educación remitirse a HERRERA y otros (2005).

21
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