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1 – Ahorro en costes
La construcción independiente hace necesario duplicar muchos gastos, tanto en materiales que
hay que desechar (por ejemplo, el cierre provisional y otros elementos del límite que no pueden
ser reutilizados). También se aumentan los costes de gestión y tramitación: nuevas licencias,
proyectos separados…
Por otro lado, se aumenta el coste de otros gastos al perderse la ventaja de la economía de escala
obtenida con la obra conjunta, encareciéndose los suministros y la mano de obra al tratarse de
un menor volumen a construir.
Además, hay que considerar que este tipo de construcción obliga a soluciones técnicas más
costosas en partidas importantes para dejar previstas las actuaciones posteriores, tanto en
estructura como en instalaciones.
2 – Ahorro en eficiencia
Es muy difícil evitar interferencias entre la parte en la que se está trabajando y la que se está
construyendo, de tal manera que es muy probable que tengan que interrumpirse los trabajos en
varias ocasiones, incluso por períodos considerables de tiempo. Minimizar las interferencias es
posible, pero con un coste muy elevado (duplicidad de instalaciones, estructura…) y no es viable
eliminarlas del todo.
3 – Ahorro en tiempo
Es obvio que el tiempo total de ejecución es menor en el caso de la obra conjunta y no solo por
el tiempo de obra, sino también, como ya se ha mencionado, por la necesidad de duplicar
trámites administrativos.
4 – Ahorro en mantenimiento
Necesariamente se van a generar, entre los dos elementos discontinuos en el tiempo, juntas
constructivas que en los puntos más delicados requerirán de soluciones más costosas y una
vigilancia y un mantenimiento mayor, ya que es probable que den mayores problemas que la
solución única.