Está en la página 1de 1

1.

DESCRIPCIÓN DEL CASO


Marisa es una atractiva adolescente de 17 años que ha abandonado sus estudios y quiere incorporarse
al mundo laboral. Después de varios meses intentándolo, acude a consulta por estar convencida de
que, si no recibe ayuda para su problema, nunca encontrará ni trabajo ni pareja.
A los 14 años tuvo que cambiar de colegio, pues sus padres atravesaban un mal momento
económico y no podían permitirse la enseñanza privada. Cuando comenzó a ir al instituto no le costó
hacer nuevas amigas, y lo que más le importaba era que la aceptaran. Los chicos de su clase eran
bastante descarados y un día, en el recreo, se pusieron a piropearla a coro y a meterse con ella. Ella
sintió una ansiedad enorme, se puso “roja como un tomate”, se echó a llorar y salió corriendo, pues,
a pesar de saberse atractiva, no estaba preparada para gustar a los chicos y no supo qué contestar.
Desde entonces, siempre quería pasar desapercibida ante ellos y evitaba participar en clase –a pesar
de haber sido siempre una alumna brillante- porque, cuando intentaba hablar, se angustiaba tanto que
la taquicardia, el sudor de las manos, el nudo en el estómago y el rubor (que ella considera excesivo)
le llevaban a quedarse callada para que los chicos no percibieran su activación y se rieran de ella. En
algunas ocasiones, si se veía obligada a contestar o a salir a la pizarra, sus sensaciones se disparaban
y creía estar al borde del desmayo: cuando volvía a su pupitre, se sentía como si le hubieran dado una
paliza y tardaba bastante tiempo en recuperarse. Reconoce que este temor era excesivo y que no tenía
por qué reaccionar así, pues, desde aquella situación en el patio, no habían vuelto a reírse de ella.
Siempre ha sido un poco tímida, muy insegura y con mucho sentido del ridículo. Con sus amigas esto
no ocurre y es capaz de comportarse normalmente, como cualquier otra chica, e intervenir en
cualquier conversación. Sólo si le presentan a algún chico (si es chica esto no ocurre) sus síntomas
vuelven a aparecer; de hecho, sus amigas comienzan a “pasar de ella” porque siempre que se les
acerca cualquier muchacho comienza a comportarse de manera “rara”: o bien desaparece, o balbucea
o permanece callada como una momia por miedo a no poder decir nada interesante. Esto le ocurre
también cuando tiene que ir a comprar algo y el dependiente es joven (si es mayor no le ocurre). Sabe
que tiene un problema, pero hasta ahora se autoconvencía diciendo que simplemente era tímida y que
no tenía ganas de conocer a nadie nuevo, pues era muy joven para tener novio (la sintomatología
aparece siempre en situaciones en las que puede aparecer o estar presente algún pretendiente o chico
que le guste, por el miedo “a que su rubor, sosera y timidez le espante”).
Desde que acabó en junio sus estudios (hace ahora diez meses) ha estado intentando conseguir trabajo,
pero, cada vez que tenía que hacer una entrevista para solicitar el empleo, sus miedos se disparaban
comenzando la sintomatología descrita, hasta el punto de haber estado en la puerta de la empresa y
haberse dado la vuelta a casa sin atreverse a entrar en más de tres ocasiones. Su familia está pasando
un mal momento económico y, realmente, necesita el dinero que ella pueda aportar. Hace dos meses
su madre le ha conseguido un trabajo de auxiliar en una farmacia y lo está intentando, pero, cada vez
que entra a comprar algún chico que no conoce (esto no le ocurre si es una mujer o un hombre mayor),
se ruboriza y se encuentra fatal, hasta el punto de que, si puede, se mete a la trastienda para no tener
que atenderle. Sabe que no va a poder mantener esta situación durante mucho tiempo y no puede
permitirse perder el trabajo… “sus padres no se lo perdonarían”. Además, hay un chico que le gusta,
pero, por su-puesto, cada vez que le ve procura esconderse para que él no se dé cuenta de su rubor y
nerviosismo. Aparte del cuadro descrito, nunca ha presentado ningún otro problema ni enfermedad
médica alguna.

También podría gustarte