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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Aplicación del Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja en un


estudio de caso único.

Verónica SARMIENTO JARA1

Resumen

El Diagnóstico Relacional Sistémico en Terapia Familiar y de Pareja es considerado un valioso


instrumento, tanto por favorecer la contextualización del problema dentro de un marco relacional, así
como por posibilitar una guía y orientación del proceso terapéutico.
En este artículo se presenta el estudio de un caso único de terapia de pareja a través de la aplicación del
Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja. Se analizan las cuatro primeras sesiones
de una terapia efectuada en la Escuela de Terapia Familiar del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.
Siguiendo con lo propuesto por el Protocolo, se realiza un análisis de la viabilidad de la terapia previa
al contrato terapéutico, se detalla información relevante personal y de la pareja, y por último, se obtiene
un Diagnóstico Relacional de la conflictiva conyugal.

Palabras clave: diagnóstico relacional sistémico, terapia de pareja, caso único.

INTRODUCCIÓN

En los comienzos de la Terapia Familiar Sistémica, con la intención implícita de alejarse de modelos
lineales que depositan su mirada únicamente en la patología, descontextualizando al individuo de sus
sistemas de interacción; no se contemplaba la posibilidad de distinguir tipologías familiares o de
plantearse diagnósticos, al menos, de la forma tradicional. Sin embargo, considerando que en la
práctica los psicoterapeutas no dejamos de comparar y contrastar familias, Linares (1996) señala que,
no es posible negar las redundancias que se detectan en el comportamiento humano y sus interacciones,
y por tanto, no hay forma de eludir la responsabilidad de conceptualizar y categorizar tipos familiares.

Los terapeutas familiares se han vuelto especialistas en el uso de hipótesis relacionales como una forma
de organizar la gran afluencia de información proveniente de la familia, de establecer conexiones con
el arsenal teórico y de orientar el proceso terapéutico. Para Papp, (1988), el terapeuta debe saber lo que
está investigando, y el propósito de esta investigación es definir la reciprocidad entre el síntoma y el
sistema, para ello, debe plantearse una serie de interrogantes que le ayuden a establecer esta conexión,
interrogantes que serán especulativas y tendrán que ser confirmadas o refutadas.

A partir del concepto y uso de las hipótesis, y estrechamente relacionado con este, muchos terapeutas
se refieren al Diagnóstico Relacional como un instrumento básico clínico-teórico para cualquier
psicoterapeuta sistémico (Selvini, 2008). Este diagnóstico no está vinculado a categorías tradicionales
enfocadas a la psicopatología, al contrario, favorece la contextualización del problema, proporciona un

                                                            
1
Alumna del Máster de la Escuela de Terapia Familiar del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Fundación Robert,
Universidad Autónoma de Barcelona.


 
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sentido al síntoma, intenta averiguar qué función cumple dentro de la dinámica familiar y libera al
paciente identificado de la etiqueta de “enfermo”. Incluso, se asevera que el diagnóstico es en sí
mismo, toda una intervención, no es inocuo ni insignificante (Biscotti, 2006).

Siendo coherentes con la visión Sistémica no podemos olvidar que, si bien el Diagnóstico Relacional
es un elemento significativo que guía el proceso terapéutico, es siempre una postura desde la cual se
observa a la familia o a la pareja. A fin de cuentas, la importancia de una hipótesis radica en la
respuesta que genera en el sistema y si es aceptada o acogida por el mismo. Si es así, nos dará pie a la
posibilidad de introducir cambios, crear nuevas alternativas, ampliar significados y movilizar a la
familia o la pareja del estancamiento en el que se encuentra.

Una de las áreas terapéuticas que desde hace varias décadas viene cautivando a muchos profesionales
sistémicos, es el trabajo con parejas. Desde los inicios de la terapia familiar se depositó gran interés en
las interacciones de la misma. La relación conyugal fue considerada como una de las variables más
importantes en la producción de síntomas (Selvini Palazzoli, M., Cirillo, S., Selvini, M. y Sorrentino,
1990). No obstante, el objetivo y trabajo terapéutico estaba siempre dirigido hacia el sistema familiar
en su totalidad. Uno de los aportes actuales apunta a diferenciar con mayor claridad entre conyugalidad
y parentalidad (Linares J. y Campo C., 2000). Es indiscutible que la relación entre los progenitores
influye en el desarrollo de los hijos, pero, la pareja puede mantener una relación más o menos
satisfactoria como cónyuges, al tiempo que sus funciones paternas están deterioradas, o la inversa,
puede existir una relación conflictiva como pareja y conservar un rol parental nutricio.

Existe un gran número de experimentados terapeutas sistémicos especializados en parejas, que nos han
transmitido parte de su experiencia y del modelo que han ido desarrollando a lo largo de los años. Sus
aportes van, desde la incorporación de las familias de origen a la terapia, (Canevaro, 2006), la
utilización de metáforas (Biscoti, 2006) y dibujos (Robber, 2009), a un sinnúmero de técnicas
aplicables con la pareja. Todas estas, con la intención de ayudarles a escapar del impasse en el que se
hallan, reducir considerablemente el sufrimiento y los síntomas que en tantas ocasiones están
presentes. Todos estos aportes son de gran utilidad para quienes empezamos en el campo de la Terapia
Familiar y de Pareja desde el Enfoque Sistémico, y por qué no, también para quienes ya lo vienen
haciendo desde algún tiempo; pero, no podemos dejar de reconocer que antes de emprender el proceso
terapéutico y de aplicar técnicas, es fundamental empezar con bases firmes, y para ello, es preciso un
Diagnóstico Relacional, que de un norte a la terapia y encamine nuestro trabajo. Los interrogantes que
nos planteamos entonces serían: ¿qué es necesario tomar en consideración para llegar a este
diagnóstico?, ¿qué información relevante se debe profundizar?, ¿qué herramientas nos pueden facilitar
alcanzarlo?, ¿hasta qué punto nos da la voz de alarma de un buen o mal pronóstico?, ¿cómo no quedar
entrampados en el juego relacional de la pareja?

Para responder a muchos de estos cuestionamientos el trabajo propuesto por Campo, psicóloga titular
de la Unidad de Terapia Familiar del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau,
nos aporta alternativas claras y concisas. Campo (2010) ha desarrollado un modelo psicoterapéutico, en
el que recalca la importancia del Diagnóstico Relacional como un elemento básico para entender los
conflictos de la pareja. Para obtener dicho diagnóstico, estima como imprescindible contar con un
cúmulo de información que permita conocer y comprender a cada uno de los miembros de la pareja
como individuos, a la problemática que traen y a su dinámica interaccional. Es posible obtener todos
estos datos, una vez que se ha efectuado un proceso evaluativo inicial, a través de tres sesiones semi-
estructuradas.

Siguiendo la línea de investigación de Terapia Familiar Sistémica, aplicada a la Terapia de Pareja del
Hospital de la Santa Creu i San Pau; se ha elaborado un primer esbozo de herramienta diagnóstica


 
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relacional con parejas (Allepús, Linde, Fresnada, Gabarró, 2009), según los criterios diagnósticos
propuestos por Campo (2002; 2010), que recoge y sistematiza la información obtenida durante el
proceso evaluativo. Esta herramienta es el Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de
Pareja, destinado a parejas con conflictiva conyugal con o sin patología concomitante. Las autoras
consideran que dicho Protocolo puede ser un instrumento útil para alcanzar un Diagnóstico Relacional,
mediante el análisis de tres puntos claves: la viabilidad de la terapia previa al contrato terapéutico, los
datos descriptivos y el análisis de la Tipología de Desacuerdos y conflictos en la pareja. Véase Tabla 1.

Tabla 1.
Apartados del Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

1. Análisis de la Viabilidad Previa al Contrato.


1.1. Derivación
1.2. Demanda
1.3. Definición del Problema
1.4. Complicaciones Añadidas para el Terapeuta
1.5. Aspectos que Facilitan el Manejo Terapéutico

2. Datos Descriptivos del Caso:


2.1. Datos Personales (edad, procedencia, estudios, trabajo, salud)
2.2. Relación con Familia de Origen (pasada y presente)
2.3. Historia de Amor (inicio de la relación, etapa hijos, infidelidades, propuestas de separación)

3. Criterios para el Diagnóstico Relacional


3.1. Desacuerdos Tipo A: Expectativas Diferentes en torno a la Definición de la Relación
3.1.1. Expectativas Respecto a la Vinculación Afectiva
3.1.2. Expectativas Respecto a la Jerarquía Interna
3.1.3. Expectativas Diferentes en Torno a los Proyectos Básicos

3.2. Desacuerdos Tipo B: Expectativas Diferentes en torno a la Organización de la Convivencia


3.2.1. Manejo del Espacio y el Tiempo
3.2.2. Las Tareas Domésticas
3.2.3. Relación con las Familias de Origen
3.2.4. Sociabilidad
3.2.5. Profesión / Área Laboral
3.2.6. Crianza de los Hijos
3.2.7. Gestión de la Economía
3.2.8. Uso del Ocio y del Tiempo Libre
3.2.9. Gestión de la Enfermedad
3.2.10. Valores y Creencias
3.2.11. Sexualidad en la pareja

3.3. Desacuerdos Tipo C: Expectativas Diferentes en torno a la Resolución de Conflictos

Esta es una propuesta piloto que no ha sido testada ni validada, por lo que nos parece importante
enfatizar en los aspectos teóricos en los que se apoyaron para la elaboración de la misma. Sobre todo,
lo relacionado a la propuesta de las sesiones evaluativas semi-estructuradas, y a los conceptos más


 
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representativos de la Tipología de Desacuerdos en la Pareja (Linares y Campo 2000; Campo y Linares,


2002). Las tres sesiones semi-estructuradas abordan temas específicos y generalmente siguen el mismo
orden:

En el primer encuentro con la pareja hay muchos aspectos a los que prestar especial atención, uno de
ellos, es la demanda, es decir, la decisión y motivación de cada uno de los cónyuges para buscar ayuda
profesional. Es fundamental entender qué definición hacen del problema y qué es lo que les preocupa
en ese momento. A lo largo de esta sesión se indaga también información sobre los síntomas
psicopatológicos o relacionales, de modo que, podamos conocer sus inicios y desarrollo, entender la
función que cumplen dentro del sistema conyugal y qué representa para la pareja. Una vez explicitadas
estas dos cuestiones, se realiza una serie de preguntas que nos ayudan a visualizar la imagen que cada
uno construido de sí mismo, para ello, se explora información sobre: su edad, procedencia, estudios,
trabajo, relación con la autoridad, sociabilidad, salud física, intereses personales y aficiones, redes
sociales e hijos.

La segunda entrevista, está destinada a conocer a cada uno de los miembros de la pareja más
profundamente, a través del tipo de relaciones que han mantenido y mantienen actualmente con sus
respectivas Familias de Origen. Lo más relevante no es tener información detallada sobre las
dificultades en sí mismas, sino, llegar a comprender qué posición han ocupado, qué papel han jugado
como hijos y hermanos, que características relacionales han establecido y principalmente, que
significado han otorgado a dichas experiencias. Lo primordial es estar al corriente de sus aprendizajes a
nivel relacional, afectivo y normativo. Esta exploración se aborda siempre desde dos ejes: pasado y
presente.

La última fase del proceso diagnóstico está enfocada al relato de la historia de pareja y a entender
cómo se ha construido el vínculo conyugal. Se hace un recorrido por las diferentes etapas de la relación
(elección, etapa inicial, convivencia, parentalidad, etc.), subrayando la experiencia y significación que
cada uno atribuye a los diferentes eventos, determinando qué tipo de relación han establecido
(simétrica o complementaria), y si sus posiciones al respecto han variado con el tiempo o se han
mantenido rígidas. Qué estilos comunicativos y de resolución de conflictos han empleado, y qué
expectativas han depositado en el otro como pareja. De la misma forma se exploran otras áreas
indispensables como: organización de la convivencia, área sexual, equilibrio entre deberes y placer,
manejo de los roles paternos, etc.

Una cuarta entrevista tendría el propósito de explicitar en forma de devolución, el Diagnóstico


Relacional al que se ha llegado después de analizar toda la información derivada de las sesiones
anteriores. Se esclarecerá a la pareja la opinión que el terapeuta tiene acerca de su problemática
fundamental, y la factibilidad o no, de emprender una terapia, llegando finalmente a establecer un
contrato terapéutico.

No podemos dejar de resaltar que, aunque de manera general es posible hacer estas entrevistas en el
número y el orden mencionado, hay que conservar la suficiente flexibilidad para proceder en cada caso
según su particularidad, habrá ocasiones que la fase diagnóstica tome más de tres sesiones, o que sean
necesarias sesiones individuales antes de la entrevista de devolución. Igualmente importante, es
destacar que desde el primer momento con la pareja estamos haciendo terapia, las preguntas en sí
mismas, son una gran intervención, simplemente, que el foco en esta etapa es recoger información
significativa, comprender la dinámica conyugal y fortalecer una alianza con cada uno de ellos.

Otro de los puntos a destacar en este período evaluativo es la viabilidad o no, de realizar la terapia de
pareja. Campo (2009) reitera que durante estas entrevistas hay aspectos que deben ser debidamente


 
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analizados, y que tienen que ver con conceptos referidos a: la demanda, la derivación, la definición del
contexto y la relación.

Referente a la derivación, de entrada, es casi ineludible conocer quién es el derivante, si mantiene


alianzas con uno de los cónyuges y qué expectativas ha generado respecto a la terapia. Es necesario
valorar hasta qué punto la derivación está condicionado el trabajo terapéutico, y si es posible
neutralizar los efectos de la misma.

En cuanto a la demanda, se evalúa si los dos miembros de la pareja solicitan terapia, o si parte
solamente de uno de ellos, si es así, habría que preguntarse cómo implicar al que se muestra más
pasivo. Es primordial que la demanda sea genuina y compartida por la pareja, y que los dos estén
dispuestos a solucionar sus conflictos. Si la demanda no es legítima, si hay otras motivaciones de
trasfondo que no implican una actitud proactiva y de colaboración, fácilmente podrían obstaculizar los
esfuerzos terapéuticos. Un detallado análisis de la derivación y la demanda nos posibilita no dejar
pasar por alto, el riesgo de que el terapeuta quede triangulado en el juego relacional de la pareja. No es
posible dar continuidad a la terapia, si la pareja no ofrece unos mínimos de compromiso.

Campo y Linares (2002) distinguen tres áreas o categorías en la pareja que pueden estar en conflicto:

Desacuerdos Básicos en torno a la Definición de la Relación

Los aprendizajes y experiencias previas en la familia de origen y en otros contextos significativos


(escuela, redes sociales, parejas anteriores, etc.), influyen en lo que cada uno entenderá por querer y ser
querido, en las expectativas y en el significado que otorguen al “ser pareja”. El conflicto aparece
cuando estas expectativas no coinciden, cuando ninguno de los dos comprende que es lo que necesita el
otro, y tampoco consiguen expresar sus propios requerimientos. Este tipo de desacuerdos pueden verse
agravados cuando la pareja quede entrampada en intentos, muchas veces nocivos, de forzosamente
acomodar al cónyuge y a la relación, a su ideal de pareja. Alimentando la ilusión de cambiar al otro,
negando la diferencia y la individualidad y manteniendo una lucha por el poder implícita o explícita.

Desacuerdos Básicos en torno al Contenido de la Relación

Tiene que ver con los conflictos que afronta la pareja a la hora de organizar su convivencia, de llegar a
acuerdos tanto a nivel de responsabilidades como de disfrute. Cabe recalcar, que las dificultades en esta
área frecuentemente son expresiones de problemáticas más profundas (diferencias en la jerarquía,
expectativas diferentes en el vínculo amoroso, etc.). Este tipo de desacuerdos pueden manifestarse en
tres niveles: el deber versus el placer, el consenso de rutinas y rituales, el consenso de los espacios
individuales y de pareja. A la vez, estas dificultades se reflejan en aspectos de la vida diaria, tales
como: el manejo del espacio y el tiempo, la distribución de las tareas domésticas, la relación con las
familias de origen, el área laboral y profesional, los hijos, etc.

Desacuerdos Básicos en torno al manejo de los Conflictos

Una comunicación respetuosa, abierta, flexible y clara, juega un papel decisivo a la hora de solucionar
los problemas en una pareja, pero lamentablemente no siempre los cónyuges cuentan con esta
capacidad asertiva y negociadora. Cada pareja, y lo que es más, cada individuo tiende a utilizar
determinado estilo comunicativo al momento de afrontar los conflictos. Campo considera útil la
propuesta de Gottman (1995, en Campo y Linares, 2002) en la que distingue tres estilos
comunicacionales: convalidante, explosivo y evitador. No solo representa un riesgo la utilización
sistemática de estos estilos, sino también la convergencia de dos estilos contrapuestos, si uno de los


 
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cónyuges suele enfrentar los conflictos hablándolos y negociando y el otro, lo hace a través de la
evitación, difícilmente podrán encontrar un equilibrio entre estos dos estilos tan diferentes.

Sabiendo de la diversidad de aspectos que deben ser explorados en una terapia de pareja, así como de
la cantidad de información proveniente de las primeras sesiones, nuestro principal objetivo es,
ejemplificar la aplicación del Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja, a través el
análisis de un caso, como un instrumento eficaz para organizar y sistematizar dicha información,
gracias al cual será posible obtener, tanto el pronóstico de viabilidad de la terapia, como el Diagnóstico
Relacional Sistémico. Parte de nuestro objetivo será también proponer la mejora de esta herramienta si
se diera el caso.

METODOLOGÍA

La Metodología es cualitativa, mediante la observación y el análisis de las sesiones terapéuticas


grabadas directamente en video. Sesiones desarrolladas dentro del enfoque Sistémico de Terapia
Familiar. Teniendo en cuenta la singularidad de cada caso, y la necesidad de examinar al detalle el
paso a paso de la construcción del Diagnóstico Relacional a través de la aplicación del Protocolo, se
consideró que lo más conveniente sería llevar a cabo una investigación de Estudio de Caso Único, que
nos permita acceder a información substancial que de otro modo sería muy difícil de alcanzar, y sin la
que no lograríamos comprender el procedimiento en su totalidad. El Estudio de caso único nos facilita
una investigación profunda de un caso concreto, adentrarnos en la complejidad de la singularidad, y
nos brinda la oportunidad de afirmar una teoría o un tema.

Este estudio se lleva a cabo en la Escuela de Terapia Familiar del Servicio de Psiquiatría del “Hospital
de la Santa Creu i Sant Pau” de la cuidad de Barcelona, siendo efectuadas las sesiones por Campo,
profesional de amplia experiencia tanto a nivel práctico como teórico.

Descripción del Caso

La pareja objeto de estudio es una pareja heterosexual de nacionalidad española. Inicialmente es ella
quien acude al Hospital de Sant Pau para recibir tratamiento farmacológico, debido a un diagnostico de
depresión. En este contexto, durante los últimos meses de tratamiento, refiere al profesional que la
atiende un malestar constante respecto a su relación de pareja, se le recomienda realizar terapia en la
Escuela de Terapia Familiar de la misma Institución. Tanto ella como su esposo consienten asistir a las
sesiones y acuerdan una cita. Se contó con el consentimiento expreso de los pacientes para la grabación
de las sesiones. Demás datos como, nombres y lugares de residencia, serán obviados o modificados
para garantizar el anonimato y la identidad de los participantes. Véase Anexo 1.

La pareja está compuesta por: Susana de 38 años de edad, y Eduardo de 39 años. Susana tiene una
educación de nivel superior en Ingeniería (aunque no completa su carrera) y trabaja desde hace varios
años como técnica. Ha sido diagnosticada de depresión en dos ocasiones. Eduardo termina los estudios
básicos a los 14 años y desde entonces se inserta en al ámbito laboral. Actualmente trabaja como
operario. No ha sido diagnosticado con ninguna patología, sin embargo, afirma sufrir de “nervios”, y
ha tomado medicación por problemas de sueño. Susana y Eduardo mantienen una relación de 22 años,
11 de noviazgo y 11 de casados. Son padres de dos niños pequeños, de 7 y 2 años. Viven en un pueblo
cercano a la cuidad de Barcelona. Véase Figura 1.


 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

66   70  62 

42  34  36  23 

38     39
39

Susana Eduardo

7  2
Nicolás Juliana

Figura 1. Genograma de Familia de Origen y Nuclear

Materiales

Además de la observación de las entrevistas en video y del análisis de las transcripciones, se utiliza
como principal instrumento el Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja. El
Protocolo está organizado en 4 apartados: 1) Análisis de viabilidad previa al contrato terapéutico; 2)
Datos descriptivos del caso; 3) Criterios para el diagnóstico relacional; 4) Cronograma. El Protocolo
incorpora además un Manual de Instrucciones con indicaciones específicas sobre cómo contestar a las
preguntas y cómo orientar la interpretación de las respuestas, dicho de otra manera, plantea una serie
de hipótesis asociadas a cada temática, favoreciendo la construcción de conclusiones.

Procedimiento

La terapia se llevó a cabo en 8 sesiones a lo largo de seis meses aproximadamente, al empezar la


terapia, la periodicidad de las visitas fue quincenal, después se prolongó el tiempo de una visita a otra
entre tres semanas o más. Cada sesión tuvo una duración en promedio, de hora y media. La terapia
finalizó debido a que la pareja cambió de lugar de residencia y además, se habían obtenido ya cambios
positivos significativos. Las entrevistas se realizaron en el contexto del Hospital, dentro de un ambiente
que aseguró su intimidad y confidencialidad.

Las primeras cinco sesiones se observaron a través de video, y las restantes directamente en sesión
como co-terapeuta. Cada sesión fue transcrita textualmente, y una vez transcrita se identificó los
principales datos relacionados con los criterios diagnósticos. Se aplicó el Protocolo para el Diagnóstico
Relacional en Terapia de Pareja, y se confirmó los datos analizados para finalmente obtener un
Diagnóstico. Se estudiaron las sesiones subsiguientes y las respuestas de la pareja a las intervenciones
terapéuticas.


 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

RESULTADOS

Análisis de las sesiones iniciales, a partir del Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia
de Pareja.

A continuación, presentamos los resultados del análisis del caso, de acuerdo al orden propuesto por el
Protocolo, orden que ha sido anteriormente descrito en Materiales. Véase Tabla 1.

Apartado 1: Análisis de la Viabilidad previa al Contrato Terapéutico.

Derivación

La derivación puede ser: parcial o total. Es parcial, cuando uno de los dos conserva aún una fuerte
alianza con el derivante (un terapeuta individual, por ejemplo), manteniéndose bajo los efectos de la
misma y afectando por tanto, el manejo terapéutico. En este punto, el interés está depositado en
conocer cómo surge la derivación, y en caso de existir una alianza, cómo las intervenciones
terapéuticas podrían ayudar a neutralizarla. Suele pedirse a la pareja que, al menos mientras dure la
terapia conjunta, suspendan cualquier otro tipo de tratamiento psicoterapéutico. Únicamente, cuando
hay la presencia de síntomas que requieren atención médica o psiquiátrica, se deja de lado esta
solicitud.

En el caso de Susana y Eduardo, la derivación es de tipo Parcial, ya que es realizada por el psiquiatra
que trata los síntomas depresivos de Susana. Cabe resaltar, que actualmente sus síntomas han remitido
y está por finalizar el tratamiento. Al parecer, Susana ha intentando aliarse con el profesional que la
trata, quejándose en varias ocasiones sobre los síntomas “ansiosos” que cree ver en su esposo y de
cómo éstos le afectan a ella y a la relación. En ese espacio, siente que sus percepciones son
confirmadas e intensifica la petición a Eduardo de que realice un tratamiento, aunque él se niega a
hacerlo. A pesar de que acuden juntos a terapia de pareja, Susana deja entrever que el problema es de
su esposo y que hay un profesional de salud que lo corrobora, (aunque de manera indirecta).
Colocándolo a él en una posición de desventaja. En los siguientes fragmentos de la primera sesión, es
posible reconocer esta búsqueda de alianza con el derivante y de cierto modo con la terapeuta:

S (Susana): exacto, es la segunda depresión que tengo y...hablando con ella (psiquiatra) yo le decía
que yo y mi marido teníamos problemas, que yo lo veía a él que estaba muy tenso....que yo creía que
tenía problemas de ansiedad y...
T (Terapeuta): que los tenía él
S: yo creía que él también, o sea, yo los míos los sé, los reconozco y les estoy poniendo solución, pero
yo creía que él tenía problemas de ansiedad...

S: sí, cada vez que venía ella me preguntaba y yo le decía lo mismo: que yo creía que mi marido tenía
un problema de ansiedad y por los síntomas, ella me decía que sí. Ella me corroboraba que eran
síntomas de ansiedad, pero que él se negaba, de alguna manera, a tratárselos o a mirarse por un
profesional.

Concluimos que, si bien la derivación es Parcial y hay un intento de mantener la alianza, esta no es lo
suficientemente fuerte para sostenerse a lo largo de las sesiones. No podemos olvidar que el pedido de
terapia es iniciativa de Susana y no de la derivante, y que existe cierta consciencia de la problemática
de pareja por parte de los dos.


 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Demanda

La demanda puede ser, unilateral o bilateral, según si la solicitud de terapia parte de uno de ellos o de
los dos miembros de la pareja. Las hipótesis planteadas por el Protocolo sugieren que, en caso de
conflictos abiertos, lo habitual es que la demanda sea hecha por los dos o por quien siente que está
perdiendo poder en la relación, si el conflicto es enmascarado, lo más probable es que la demanda surja
de parte del derivante.

Particularizando a la situación de Susana y Eduardo, la demanda es valorada como Bilateral. Aunque


es ella quien promueve la terapia, los dos declaran estar de acuerdo en realizarla. Inicialmente Eduardo
se muestra menos interesado en implicarse y ve la terapia como una opción ante la cual no tiene nada
que perder, aunque, al mismo tiempo, no tiene inconvenientes a la hora de exteriorizar su malestar en
cuanto a la relación y su interés por cambiar la situación.

No hay discordancia entre la demanda formulada en la Hoja de Solicitud 2 y lo explicitado en sesión.


En la solicitud definen sus problemas de forma escueta, refiriéndose simplemente a problemas de
pareja y a su dificultad por solucionarlos, sin ahondar en detalles.

Desde el primer encuentro, se hace visible que las expectativas depositadas en la terapia tanto de
Susana como de Eduardo, están focalizadas a que sea el otro cónyuge quien lleve a cabo la mayor parte
de cambios, sin que este pedido de cambio sea consensuado o admitido por el otro. Susana espera que
su esposo “arregle” sus problemas ansiosos, sea más independiente y cariñoso. Mientras que Eduardo
tiene la esperanza de que su esposa le dedique más tiempo y atención. Pese a ello, los dos expresan
necesitar ayuda para resolver sus problemas, pues solos no se sienten capaces de hacerlo, tal como se
enuncia en el siguiente fragmento de la sesión:

T: aha!, entonces...por tanto a la primera que se le ocurre que a lo mejor esta situación, pues podría
quizás mejorar con algún tipo de ayuda más específica es a usted (Susana)
E: a ella
T: y usted (a Susana) entonces se lo explica a...
S y E: si
T: a usted (a Eduardo), y entonces usted piensa: “bueno, pues vamos a probar...”o...
E: si, a ver, tampoco se pierde....tampoco se pierde nada
T: aha!
S: bueno, de hecho estas...en enero tuvimos una discusión muy seria y llegamos a...él llegó incluso a
hablar con mi hijo de 6 años, nuestro hijo de 6 años, para decirle que nos separábamos...entonces
ya...fue como...es como nuestra última esperanza, no? Que alguien nos haga ver cuáles son nuestros
problemas y cómo solucionarlos. Porque, por mucho que nosotros intentamos, creemos que ambos
ponemos todo de nuestra parte, pues hay...cosas yo creo, que son bastante profundas en las que no nos
entendemos.

Es la primera vez que buscan ayuda profesional, ninguno de los dos había planteado en el pasado la
terapia de pareja como una alternativa. La amenaza de separación después de una intensa discusión
hace un mes atrás (explicada en el ejemplo anterior), ha sido un factor precipitante para iniciar la
terapia. Contrario a lo sucedido en discusiones pasadas, es Eduardo quien propuso irse de casa, aunque
no llegó a hacerlo, según afirma, por los niños. Generalmente es Susana quien insinúa la posibilidad
de un divorcio y Eduardo quien se niega vehementemente. Susana admite que en esta ocasión estuvo
de acuerdo con la separación, pero deja claro que ya lo había considerado como una salida ante sus
                                                            
2
 Requisito de derivación de la Escuela de Terapia Familiar del Hospital de Sant Pau.  


 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

conflictos, aunque aún no se lo había mencionado a su esposo. Esta afirmación nos ayuda a no perder
de vista la dificultad que Susana tiene de abandonar su posición, de no ser ella quien determine el
futuro de la relación (pulso simétrico).

Es un punto a favor de la terapia que la demanda sea Bilateral, pues acorde a las hipótesis sugeridas en
el Protocolo, el conflicto es abierto y por lo tanto, existe mayor probabilidad de ser tratado
frontalmente y con la implicación de los dos.

Aparición de Síntomas

Susana ha sido diagnosticada de trastorno depresivo en dos oportunidades, la primera, cuando contaba
con 22 años de edad, era estudiante universitaria y ya había iniciado el noviazgo con Eduardo. Y por
segunda ocasión, hace año y medio aproximadamente. Susana está casi segura que su problema de
fondo no es la depresión, sino la ansiedad y el estrés. Los síntomas que menciona haber sufrido son:
mareos, dolor de cabeza y pérdida de concentración. En su primera depresión, estuvo 3 meses de baja y
año y medio en tratamiento. Durante la etapa más crítica recuerda que pasaba muchas horas del día
durmiendo y la única persona que “soportaba” a su lado era su madre. A las tres semanas de
tratamiento empezó a mejorar, asegura que se recuperó totalmente y que llegó a sentirse tan bien, que
“la gente no se creía que había tendido antes una depresión”.

Susana sostiene que sobrellevó otra “fase de ansiedad”, y que esta vez fue tratada con ansiolíticos, pero
sin que se obtuviera un diagnóstico específico. Dice reconocer claramente cuando padece de síntomas
depresivos porque “somatiza”, (mareos y falta de concentración). Siempre se ha considerado una
persona positiva, luchadora y que busca soluciones, no recuerda haber sentido pérdida de esperanza.

En cuanto a la salud de Eduardo, presenta problemas de los “nervios” y del sueño, por lo que ha
tomado medicación ansiolítica, ahora dice sentirse mejor y consume la medicación solamente cuando
se encuentra nervioso o agobiado. Hace un año experimentó dos o tres desmayos, le realizaron una
serie de pruebas médicas y desecharon cualquier tipo de complicación orgánica. Se adjudicó su
malestar a los “nervios”. La pareja relaciona los síntomas de Eduardo con un cambio importante en el
ámbito laboral. No fue la primera vez que recibió tratamiento farmacológico, ya hace 4 años se sintió
muy tenso y con una fuerte contractura muscular, solucionando estos malestares también con
medicación. Susana atribuye estos síntomas a la ansiedad, lo asocia a un fuerte altercado en la pareja en
el que se habló de divorcio, y donde Eduardo reaccionó explosivamente amenazando con hacerse daño
a sí mismo.

Tanto Eduardo como Susana presentan síntomas que interfieren en su relación de pareja: ella mediante
un diagnóstico de Trastorno Depresivo y síntomas ansiosos, y él, mediante problemas de sueño,
expresiones de descontrol, y somatizaciones (desmayos, dolores musculares).

Definición del Problema

Al explorar en la sesión qué es lo que más les preocupa en este momento como pareja, Susana
manifiesta que para ella la indiferencia y la rutina son un tema fundamental. Lamenta que de los 21
años de relación, siempre ha sido ella quien “se ha visto con la obligación de llevar la iniciativa” y que
Eduardo, muchas veces, “le ha supuesto un freno muy grande” para alcanzar sus proyectos.
Eduardo en cambio, presume que la depresión y el tratamiento farmacológico que ha sido prescrito a
Susana, influyen en su estado de ánimo, provocando que ella, “vaya a la suya”, es decir, haciendo que
su relación se limite a escasos contactos, pues, según él, Susana llega a casa, toma la medicación y
duerme. Se queja de que el tiempo que pasan en familia es insuficiente. Otra de las preocupaciones

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

que Eduardo destaca, corresponde a su función paterna. Explica que su hijo mayor presenta
dificultades en el ambiente escolar y en casa, por mostrarse sumamente inquieto y “movido”.

Para Susana, el conflicto surge cuando Eduardo siente que ella no le dedica suficiente tiempo, cuando
su atención se dirige al negocio que decidieron emprender hace ya varios años. Susana se esfuerza cada
vez más por ampliar el negocio, y Eduardo, a la inversa, piensa que el tiempo que ella concede al
trabajo es demasiado. Susana reclama a su esposo apoyo y respaldo en relación a esta actividad,
señalado que para ella es muy importante, que disfruta trabajando, que se ha convertido en una “vía de
escape” y que tienen muchas expectativas depositadas en este. A su vez, Eduardo reprocha a Susana
dejar atrás aspectos importantes de la familia por concentrarse en el negocio, a pesar de que
inicialmente él estuvo de acuerdo en promoverlo, ahora que los niños han crecido, siente que es
incompatible con la vida familiar.

Susana siente que es ella quien invariablemente ha cargado con el peso de impulsar los proyectos de
pareja. Atribuye características de dependencia en Eduardo, que se traducen en persistentes exigencias
hacia ella de proximidad y cercanía. Califica esta dependencia como un impedimento para desarrollar
sus aspiraciones laborales y personales. Insiste igualmente, en que desde el inicio de la relación,
Eduardo no ha sabido ser recíproco ante sus muestras de afecto y cariño, recalca que ella necesita más
a menudo constatar a través de detalles románticos, lo que su esposo siente por ella.

Según lo estipulado en el Protocolo, podemos concluir que sus principales áreas de dificultad tienen
que ver con:
- Demasiada cercanía emocional versus demasiada distancia emocional: Eduardo expresa mayor
necesidad de cercanía, vislumbra el entusiasmo de su esposa en el área laboral, como falta de
interés hacia él y los hijos. Mientras que Susana, vive la posición de su esposo como
dependencia excesiva, reaccionando a ello con un mayor alejamiento.
- Desajustes en los espacios individual/pareja/familia: Eduardo prioriza el compartir espacio y
tiempo en pareja y familia, y en Susana prevalece el interés por un desarrollo a nivel
individual.
- Hijos: existe una preocupación como padres enfocada principalmente al hijo mayor, debido a
una extrema inquietud y un déficit de atención.

Complicaciones Añadidas

Este apartado hace referencia a situaciones que pueden complicar el curso de la terapia, tales como:
secretos, rencores, infidelidad, violencia, etc. Se entiende que a más complicaciones, mayor es el riesgo
de un mal pronóstico.

En Susana y Eduardo, no hay presencia de complicaciones añadidas determinantes, a excepción de lo


explicitado por Susana en la cuarta entrevista, pues revela que le cuesta mucho perdonar, y que hay un
rencor acumulado de su parte debido a eventos dolorosos del pasado; de ahí que el objetivo terapéutico
fuera valorar la posibilidad de su neutralización. Susana expresa:

S: “yo creo que tengo ahí mucha parte de culpa...Creo que cargo con mucha, mucha parte de la
relación para bien o para mal. Cuando...yo soy una persona muy rencorosa y yo no me olvido de las
cosas. Cuando él me hace alguna que me duele de verdad...o cualquiera, yo no olvido. Entonces
supongo que lo tengo latente...la situación y...me voy volviendo más fría...”

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Aspectos que Facilitan el Manejo Terapéutico (Factores de buen Pronóstico)

Es importante no perder de vista, no sólo los factores negativos que afectan a la pareja, sino también
los aspectos que nos revelan las potencialidades y puntos fuertes de la relación. A lo largo de las
entrevistas de exploración, las parejas dejan entrever sí han sido o no, capaces de compartir un tiempo
donde reine el bienestar en lugar del malestar, así como, su habilidad de llegar a acuerdos.

Los dos, Susana y Eduardo, reconocen que han vivido momentos agradables juntos, sea, durante el
noviazgo o en la convivencia. De igual forma, en otros niveles como, las tareas domésticas o la
educación de los hijos, han conseguido llegar a arreglos satisfactorios para ambos. Durante las
entrevistas, es posible observar muchos aspectos en los que han sido capaces de llegar a consensos.

Véase Tabla 2.

Tabla 2.
Viabilidad de la Terapia
Apartado 1: Viabilidad Previa al Contrato Terapéutico
Análisis de la Derivación y la Demanda
Sub-aparados Resultados
Derivación Parcial
1. Derivación
Alianza leve con derivante
Demanda Bilateral
Expectativas de cambio no coincidentes
2. Demanda
Factor precipitante: Amenaza de separación
Presencia de Síntomas (ELLA: depresión. ÉL: descontrol)
Diferencias en: Distancia emocional vs cercanía
3. Definición del Problema
Desajustes en espacio individual vs. espacio pareja
4. Complicaciones Añadidas ELLA: rencor (no irreversible)
5. Aspectos que Facilitan la Llegan a puntos de acuerdo
terapia Recuerdos agradables: disfrutaban juntos

Apartado 2: Datos Descriptivos del Caso

Datos Personales

Procedencia y Cambios de Domicilio: Eduardo y Susana, oriundos de Cataluña, no especifican


cambios de residencia significativos.

Estudios: En general refieren satisfacción en la etapa escolar, buena sociabilización y ausencia de


problemas con las figuras de autoridad. Eduardo a los 14 años de edad culminó los estudios básicos y
empezó a trabajar en una empresa familiar. Dice no guardar ningún mal recuerdo de la escuela.

Susana logró sacar el bachillerato, pero para ello tuvo que repetir dos años, ya que por necesidades
económicas se vio forzada a trabajar. En los primeros años escolares, no era una estudiante notable, a
su entender, porque venía demasiado preparada de casa, aburriéndose en las clases. En los siguientes
años mejora su aprovechamiento, aunque reconoce que tenía ciertas dificultades académicas porque

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

nadie le había enseñado a estudiar y no contaba con hábitos de estudio. Esto no causó ningún tipo de
conflicto con los profesores, pues cumplía con las tareas escolares y se esforzaba por estudiar. En la
adolescencia tuvo pocas amistades y señala que formaba parte del grupo de “las menos agraciadas
físicamente”, lo que no le permitió crear vínculos con el resto de compañeros de la clase. Más tarde,
como estudiante universitaria vivó con mucha presión y autoexigencia el armonizar exitosamente
estudios y trabajo. Inició la carrera de Química, pero la abandona tras un período de año y medio, al no
poder compaginar las obligaciones laborales con las universitarias (ya había contraído matrimonio
cuando esto sucede).

Trabajo: Susana siendo aún estudiante, después de unas prácticas laborales, es contratada como
técnica y desde entonces desempeña la misma tarea. Lleva seis años en su último trabajo y dice sentirse
a muy a gusto con lo que hace. Asegura también, que disfruta mucho compartir su tiempo entre el
trabajo y el negocio, aunque no lo puede hacer plenamente por la actual situación con su esposo.
Eduardo actualmente tiene un trabajo estable que es de su agrado. Cumple con sus labores y se muestra
eficiente.

El tema del negocio ha ocupado la atención de los dos desde el segundo año de matrimonio. La idea de
arrancar con el mismo fue de Susana, aunque Eduardo, por un buen tiempo la apoyó. Lo emprendieron
con la ayuda de la hermana de Eduardo, quien se encargaba de la tienda cuando ellos no podían
hacerlo. Con el tiempo, el negocio prosperó, pero su hermana debió coger la baja maternal y lo
abandona, Eduardo se involucró aún más, pero poco a poco, se fue cansado. Para ese entonces ya eran
padres y se dieron cuenta del poco tiempo que comparían juntos como familia. Eduardo encuentra un
trabajo de jornada completa y deja la tienda, momento en el cual ya había perdido la ilusión por el
negocio, mientras que Susana la sustenta y disfruta dedicándose a este.

Salud: Además de los síntomas depresivos y ansiosos de Susana y de los problemas de sueño,
“nervios” y descontrol de Eduardo; no presentan enfermedades orgánicas de importancia.

Relación con Familias de Origen

Relación con las Figuras Parentales en el Pasado y Presente: Susana es la segunda hija de tres
hermanas. Relata su infancia y adolescencia como muy normativa y estricta. Describe a su padre como
una persona dominante, controladora y con valores bastante tradicionales, quien además pasaba
muchas horas fuera de casa y se gastaba el dinero que ingresaba para la familia, dejándolos
frecuentemente con serias dificultades económicas. La amenaza con golpearla a ella y sus hermanas era
constante, no obstante, reconoce que fue “el ojito derecho de su padre”, lo que generó sentimientos
ambivalentes respeto a él, lo recuerda con cariño y temor a la vez. A los 18 años se le enfrenta por
primera vez, y desde entonces lo hará en varias ocasiones, cosa que sus hermanas no logran hacer.

La imagen que ha construido de su madre es de una persona trabajadora y sacrificada, pero que obtiene
poca recompensa por su sacrificio. Siempre ha intentado defender a sus hijas de las reacciones del
padre, asumiendo la responsabilidad y culpándose. La describe como una madre protectora y
“perfecta”. De entre las hermanas, piensa que la menor es quien ha establecido un vínculo más
estrecho con la madre. Desde la infancia, la relación con sus hermanas ha sido buena, aunque aclara
que, con la menor la relación fue y aún sigue siendo más cercana. Puntualiza que desde hace algún
tiempo se ha convertido en el centro de referencia de sus hermanas, pues acuden a ella cuando tienen
dificultades. Se considera a sí misma como la más independiente y quien ha asumido el rol de
protegerlas, tal como antes lo hacía su madre.

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

En el presente, la relación con sus padres ha mejorado, nota que su padre ha cambiado mucho, es más
tranquilo y tolerante, y como abuelo ha establecido un vínculo especial con los nietos, principalmente
con Nicolás (primer hijo de Susana y Eduardo). A su madre le aquejan varios problemas de salud:
diabetes, nivel alto de colesterol, artrosis, asma y obesidad. Relaciona el estado de salud de su madre
con lo duros años de trabajo y esfuerzo, así como al cuidado que tuvo que proporcionar a su abuela
cuando ésta enfermó de alzhéimer. Comenta que, tanto ella como su madre y hermanas, han padecido
de depresiones, que todas tienen “problemas de ansiedad latentes” (utiliza el término ansiedad y
depresión indistintamente).

Eduardo de igual forma, pasó por intensas y dolorosas experiencias dentro de su familia de origen.
Dice no recordar nada bueno de su padre, lo define como una persona sumamente autoritaria e
indiferente del bienestar de sus hijos. A su madre la describe con una actitud de total sumisión hacia su
esposo. Durante su infancia Eduardo y su familia nuclear vivieron en casa de su abuela paterna,
compartiendo la vivienda con ella y sus tíos, enfatiza que durante esta época la ley siempre fueron su
padre y su abuela.

A los 17 años rompe la relación con su padre y marca una clara distancia con su madre. Esta fractura
en la relación con sus progenitores se debe a que, a los 16 años descubre que su padre visita prostíbulos
y le es infiel a su madre. Se arma de valor, y en un intento de defenderla, decide seguir a su padre y
desenmascarar esta situación, pero cuando lo hace, su madre no da crédito al relato de su hijo y prefiere
creer a su esposo. A partir de ese momento, Eduardo es expulsado de casa y pasa a vivir con su abuela
materna. Refiere que durante algún tiempo su madre intentó aproximársele, pero al advertir que su
padre “estaba siempre detrás”, Eduardo rechaza estos acercamientos; se da cuenta que, repetidamente
su padre deja a su madre en situaciones económicas lamentables, obligándola casi a solicitar ayuda y
apoyo de los hijos, y cuando ella al fin logra salir adelante, él regresa y nuevamente se aprovecha.
Eduardo vive esta circunstancia como un engaño y termina alejándose aún más de su madre. Después
de varios años, su padre abandona definitivamente a su madre y forma otra familia, dejándola con
deudas y una casa embargada. El único contacto que Eduardo ha tenido con su madre ha estado
mediatizado por su abuela materna, al morir esta, poco tiempo después de que Eduardo contrajera
matrimonio, el distanciamiento con su familia se incrementa. Actualmente mantiene contacto con su
hermana menor y unos tíos maternos.

La valoración general que hace Eduardo de las figuras parentales es negativa. Existe una experiencia
de abandono por parte de los dos progenitores, del padre, más explícitamente desde una posición de
autoritarismo y desinterés, y de su madre, al “traicionar” la lealtad de su hijo en aras de mantener la
precaria relación de pareja con su esposo. Se observa un escaso cumplimiento de funciones nutricias,
vividas como falta de apoyo y reconocimiento. En casa de sus padres el nivel de exigencia era muy
alto, en especial por parte de su padre y abuela paterna. Su abuela materna logra cubrir muchas de las
necesidades emocionales y relacionales de Eduardo, al acogerlo como hijo, al brindarle cariño y
reconocimiento, convirtiéndose en su principal figura de afecto. Un tío paterno y su esposa son
también referentes de apoyo y protección, aunque Eduardo rechaza su interés al percibirlo como un
intento de suplir a sus padres. Desde su adolescencia hasta ahora, no existe ningún tipo de vínculo con
el padre, más bien, se destaca un fuerte resentimiento hacia él. Con la madre la relación es distante y
pobre, permaneciendo en Eduardo la sensación de haber sido traicionado por ella.

La valoración de Susana referente a las figuras parentales en el pasado es también negativa,


específicamente del padre, retratado como demasiado exigente y normativo. A pesar de ello, a
diferencia de sus hermanas logra un mayor reconocimiento por parte de él, lo que tal vez le facilita
diferenciarse de las demás mujeres de casa. Su madre es la figura de afecto, protección y apoyo, pero

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

enmarcada dentro de sumisión y falta de decisión. Durante los últimos años, la relación con sus padres
ha alcanzando un mayor acercamiento y reconciliación.

Historia de Amor

Inicio de la Relación: Susana y Eduardo llevan juntos 22 años. Empiezan su relación siendo aún muy
jóvenes, él con 17 años y ella con 16. Explican que al conocerse hubo una atracción mutua. Cuando
empiezan a salir, Eduardo vive ya en casa de su abuela. Le comenta enseguida a Susana su situación
familiar, pues prefiere que las cosas sean claras desde el principio. A ella esto no le parece relevante,
ya que deposita su interés en él como persona.

La iniciativa de entablar una relación fue también mutua. Expresan haberse sentido atraídos
físicamente el uno por el otro desde el principio. Susana además del físico, valora la nobleza y la
honestidad de Eduardo. Menciona: “a mí lo que más me gustó y me sigue gustando de él...el valor más
fuerte que tiene, es su nobleza...sabes, que por la espalda nunca...”. Esta afirmación nos permite
pensar que, la seguridad de no recibir un “golpe por la espalda”, y de no ser traicionada, es un factor
atrayente para ella. Parece de este modo, asegurarse tener a su lado un hombre en el que puede confiar.
Dar relevancia a esta característica, puede tener que ver con su historia pasada, con el hecho de
proceder de un hogar donde las mujeres acataban y el padre imponía rigurosamente las reglas. Intenta
crear un modelo de pareja opuesto al de sus padres.

Enfatiza como otro de los aspectos que le atrajo de su esposo, su actitud defensora, es decir, el ponerse
de su lado y apoyarla en contra de las excesivas normas de su padre, (no podemos olvidar que Susana
empieza a enfrentarse a su padre a los 18 años, cuando Eduardo estaba ya presente en su vida). Dando
la impresión de que Eduardo le ayuda a fortalecer su posición y revelarse. Valora como muestra de
cariño y afecto esta postura protectora. Destaca también, la capacidad que tenían de divertirse juntos y
de pasarlo bien.

Eduardo tiene algo de dificultades para manifestar lo que le gustó de su esposa, pero finalmente logra
expresar que se sintió atraído por el físico de Susana y por su carácter, al cual lo define como simpatía.
No es explicitado por Eduardo como un punto de atracción, pero no podemos dejar de especular, que la
aceptación incondicional de Susana ante su situación familiar, agrada ampliamente a Eduardo, le da
seguridad y certidumbre.

El noviazgo tuvo una duración aproximada de 11 años. La valoración general que hacen de esta etapa
es ambivalente, por un lado la disfrutaban, pero al mismo tiempo la sufrían: “...ya desde los inicios no
era demasiado fluida...costaba de llevar...”, dice Susana. Tuvieron dos rupturas importantes durante
este lapso de tiempo.

Susana se considera un persona muy detallista y expresiva, y Eduardo, al contrario, tiene serias
dificultades a la hora de expresar sus emociones. Durante todos estos años, ella le ha reclamado más
demostraciones de cariño, (abrazos, recordar fechas importantes, decir “te quiero”). La primera ruptura,
a los 3 años de relación, es propiciada por Susana y tiene que ver con esta falta de expresividad, pero
en especial, con la percepción de que Eduardo es una persona demasiado absorbente y dependiente.
Susana asegura que se sintió agobiaba al ver cuánto la necesitaba y cómo se convertía en un obstáculo
para promover sus planes personales. Estuvieron separados por dos meses, la decisión de regresar fue
de ambos.

Continúan con el noviazgo, pero después de 4 años, Susana sufre sus primeros síntomas depresivos y
nuevamente rompe con la relación. Sentía que no podía manejar todo los aspectos de su vida, por lo

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

renunció a los estudios, el trabajo y también a la relación con Eduardo. Estuvieron separados por 5 o 6
meses, aunque durante este tiempo siguieron en contacto, pues compartía el mismo grupo de amigos.
Eduardo comenta que Susana empezó a mostrarse interesada por él, lo buscaba, pero luego se alejaba,
era un: “hoy si, mañana no”. Susana explica que nuevamente se sintió atraída por él, porque notó que
empezaba a mostrarse dinámico y emprendedor. Cuando reinician la relación, atraviesan una etapa de
estabilidad de la que guardan muy buenos recuerdos. A los 7 años de noviazgo comienzan a pensar en
matrimonio y los dos comparten la ilusión de una boda (no hubo convivencia antes de casarse).

No mencionan experiencias amorosas previas significativas, sin embargo, cabe destacar una corta
relación de Susana (durante la primera ruptura con Eduardo), con un joven que, al contrario que su
esposo, expresaba fácilmente sentimientos de afecto. Susana lo percibió como poco sincero,
confirmando su idea de que no todas las personas detallistas y expresivas son genuinas y valorando aún
más la nobleza y honestidad de Eduardo.

A los 11 años de ser pareja, contraen matrimonio con el beneplácito de sus respectivas familias de
origen e inician la connivencia. Refieren que los primeros años fueron algo difíciles, al menos, hasta
ajustarse a las costumbres y hábitos del otro. A los 3 años de matrimonio tienen una primera crisis,
Susana lo relaciona con que Eduardo dejó de ser una persona activa y se acomodó a una rutina. Como
un intento de promover un cambio y también porque se sentía cansada de luchar sola por la relación,
Susana dejó de expresar afecto, en espera de que su esposo reaccione, aunque no lo consiguió, pues
asegura que, si ella no estimula el acercamiento Eduardo no se mueve de su lugar. En las
reconciliaciones suele ser Susana quien da el primer paso e inicia el diálogo.

Etapa con Hijos: La pareja tiene dos niños pequeños: Nicolás de siete años y Juliana de dos.
Describen a su hijo mayor como un niño “muy movido”, bastante bueno “con un corazón de oro”, pero
excesivamente inquieto. Esto ha provocado persistentes quejas por parte del colegio. Le han aplicado
pruebas psicométricas, y han llegado a la conclusión de que tiene un déficit de atención. Los padres,
aunque no se lo mencione en el informe psicométrico, creen que Nicolás posee “cierto grado de
hiperactividad”. Susana dice haber notado la inquietud de su hijo prácticamente desde que nació.
También sostiene que es demasiado dependiente y absorbente.

La niña pequeña, Juliana, a pesar de su corta edad, es vista como independiente y decidida, en tono
positivo comentan: “toda la inocencia que tiene Nicolás, Juliana no la tiene”, igualmente dicen:
“cuando quiere una cosa, la quiere, y hace lo que sea para conseguirlo”. Aseguran que Nicolás se
parece al padre y Juliana a la madre.

La paternidad no fue un asunto que la pareja abordara con la antelación y la seriedad suficiente.
Durante los primeros años de matrimonio se acoplaron a la vida de pareja, pero sin tener en mente la
posibilidad de ser padres. A partir del tercer año, surgió en Susana el deseo de ser madre y comenzó a
insistir a su esposo en tener un niño. Eduardo en principio no estaba de acuerdo, pues se sentía poco
preparado. Finalmente accedió a la petición de su esposa y decidió darse la oportunidad de ser padre.
Después de 5 años de matrimonio tuvieron a su primer hijo. No es de sorprender, que el cuidado del
niño quedara en manos de Susana y que los dos estuvieran de acuerdo en que fuese así. Inclusive
Susana presume que de esta manera “descarga” a su esposo, ya que dejó de exigirle cariño, volcando
toda su atención hacia el niño.

A los 6 años del nacimiento de Nicolás, Susana propone a su esposo ser padres nuevamente, Eduardo
no se ve capaz de tener otro bebé, le molesta que su esposa planifique la llegada de un nuevo hijo. Esta
discrepancia entre los dos fue motivo de tensión y peleas, no es de poca importancia que en relación a
este tema, se desarrollara una de las más grandes disputas entre los dos.

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Aunque los hijos de Eduardo y Susana, son aún pequeños, hay signos más o menos claros de cómo los
conflictos relacionales de sus padres los pueden estar afectando. No es irrelevante que Nicolás presente
problemas de conducta en la escuela y en casa. A partir del nacimiento de Nicolás, Susana depositó
todo su interés en el niño, distanciándose de su esposo y remplazando sus pedidos de cariño por el
cumplimento de su rol materno, reforzó el vínculo con el niño, a quien considera dependiente e
inseguro (igual que su esposo). Esta situación se consolidó con su segundo embarazo, pues por
cuestiones de salud, Susana se vio obligada a guardar reposo y quedarse en casa, pasando mucho más
tiempo con Nicolás. Con el nacimiento de Juliana, no cambiaron las cosas. Cuando los conflictos entre
la pareja se acentuaban, Susana prefería pasar todo el tiempo que tenía en casa con los niños, evitando
así, enfrentarse a su esposo. Este involucramiento indirecto de los hijos en los conflictos de pareja,
corre el riesgo de afectar el desarrollo de los niños y cronificar la relación insana de la pareja. No
menos importante, es la posición que Nicolás asumió en el último altercado de sus padres, en el que
Eduardo decidó irse de casa. Nicolás adoptó un rol protector sintiéndose responsable de su madre y
hermana, diciéndoles: “ahora el padre soy yo”, al mismo tiempo se mostró muy nervioso, llorando,
llamando insistentemente a su padre y pidiéndole que regrese.

Infidelidades: No refieren nada concerniente a este tema.

Propuestas de Separación: Ya desde el noviazgo las dos rupturas de la pareja fueron promovidas por
Susana. De la misma forma, en las discusiones más fuertes de su matrimonio era Susana quien sugería
la opción de separarse, provocando la negativa de su esposo. Destacan particularmente un
enfrentamiento, como uno de los eventos que marcó su matrimonio: en medio de una fuerte discusión,
Susana plantea el separase, Eduardo se niega y reacciona “explosivamente”, diciendo: “no me hagas
hacer algo, que me haga salir en la tele”, y amenazando con suicidarse. Susana se asusta mucho, no
por lo que él pudiera hacerle (por que afirma que nunca ha sido agresivo con ella), sino ante la
posibilidad de que Eduardo pudiera ponerse en peligro a sí mismo. Esta discusión tiene lugar hace 4
años y uno de los motivos por los que se desencadena, tiene que ver con la planificación del segundo
embarazo. La solución a dicho conflicto fue que, Susana descubre que realmente está embarazada de
Juliana y resuelven sacar adelante la relación, “no tirar la toalla”.

Llama la atención que en la última discusión, hace un mes atrás, fue Eduardo quien toma la iniciativa
de separarse. Considera que la situación era inllevable y que llegó a un límite. Se fue de casa, pero
estuvo fuera pocas horas.

Apartado 3: Criterios para el Diagnóstico Relacional

Desacuerdos de tipo A: Expectativas Diferentes en torno a la Definición de la Relación.

La relación no se inició por ningún tipo de urgencia, (como, embarazos, salidas precipitadas de la
familia de origen, búsqueda de autonomía, etc.), al contrario, su noviazgo se alargó por varios años y
la decisión de contraer matrimonio fue tomada sin precipitaciones.

Expectativa de cambio

Desde el inicio de la relación ha existido por parte de los dos la expectativa de que su pareja cambie
alguna característica substancial, sin su consenso.
Como sabemos, Eduardo participó indirectamente en el proceso de individuación y autonomía de
Susana, lo que en parte preservó la relación, pero, al mismo tiempo, su requerimiento de cercanía y

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

dependencia, no eran compatibles con la necesidad de desarrollo personal de Susana. Es importante


remarcar que, una de las motivaciones de Susana para buscar a Eduardo después de su segunda ruptura,
fue que observó que él estaba más activo y “con ganas de hacer cosas”, ella se sintió atraída
nuevamente, y posiblemente alimentó la esperanza de que él se mantendría con el mismo nivel de
actividad, aunque no fue así. Susana ha esperado desde el primer momento que su esposo sea una
persona expresiva y cariñosa, independiente, activa y colmada de iniciativas. Dice intentar adaptarse y
aceptar que Eduardo no será nuca detallista y afectuoso, pero no termina de hacerlo, mantiene la
esperanza de un cambio:

T: es como que usted entonces se acomodó a su estilo...usted ya sabía, “no voy a recibir más rosas por
Sant Jordi”, “ni voy a esperar muchos detallitos, porque él no es de detallitos”...
S: sí...bueno, quiero aceptarlo, pero tampoco lo aceptas del todo porque cuando...yo es que soy muy
así, es algo que llevo muy dentro de mi...”

Eduardo desea que su esposa sea más pasiva y familiar, no se siente tranquilo cuando advierte que su
esposa se aleja, espera que ella renuncié a su proyectos laborales en pro de la pareja y la familia. Este
deseo suele ser expresado en forma de reclamo o a través de demostrarle que se “pierde” a los niños.

Expectativas respecto a la Vinculación Afectiva

En general, el grado de involucración emocional en las parejas puede ir, desde un deseo ferviente de
fusión, pretendiendo compartirlo todo con el otro, hasta un deseo de independencia y búsqueda de
lejanía, con la presencia de diferentes graduaciones entre estos dos polos.

En el caso de Eduardo y Susana, uno de los aspectos más cruciales se relaciona con este tema. Él desea
una relación bastante fusionada, en oposición a ella, que desea lejanía. Situándose cada vez más hacia
extremos diferentes. La percepción que cada uno tiene de la proximidad, es muy disímil, mientras que
para Eduardo la cercanía emocional es experimentada como seguridad, confirmación o expresión de
afecto; Susana lo vive con agobio, como dependencia exagerada, como una limitación de su espacio
individual. Provocando que ella intente alejarse más, y él enfadándose y reclamando con mayor
obstinación. Estas tendencias son el punto de partida de malentendidos y malestar, pues existe la
sensación de rechazo y control respectivamente. Susana expresa en una de las primeras sesiones:

S: y sigue...es que constantemente va saliendo esto y es la dedicación...él siempre ha querido que le


dedicara mucho más tiempo, cuando yo estudiaba se quejaba mucho de: “vas a estudiar, y no nos
vamos a ver”... y recuerdo que la primera vez que los dejamos...incluso iba a hablar con mi madre y
mi madre volvía destrozada y decía: es que ella necesita estudiar, le decía mi madre a él. “Yo solo con
verla como estudia tengo bastante”...Pero no era cierto, él me absorbía, le pasaba un poco como a mi
hijo, que es una persona dependiente, absorbe mucho. Yo necesitaba mi tiempo para poder estudiar,
para poder hacer mis actividades. Yo me siento, me sentía y me siento, periódicamente agobiada, me
siento que no puedo realizar cosas por mi misma porque él me necesita mucho...es la sensación que al
final me acaba dando...Todo al final son interpretaciones porque como él no...

El grado de participación

Tiene que ver con el punto anterior, ya que se refiere a la expectativa de compartir o todas las esferas
relacionales con la pareja, o solo algunas de ellas. El grado de participación puede ser total (si desea
compartir toda la vida con el otro) o parcial (cuando espera compartir determinadas áreas, y no todas).
Es claro que Eduardo espera un grado de participación total y Susana parcial, ella tiene interés en
desarrollarse más allá de la pareja y la familia, y ve a su esposo como un obstáculo para ello. Estas

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

posiciones seguramente tienen que ver con las experiencias en sus propias familias de origen. Susana,
por ejemplo, ha desarrollado una gran sensibilidad ante cualquier señal de control, lo que puede estar
relacionado con la presencia de su padre, advertida como autoritaria e intransigente. Ella ha luchado
desde adolescente por sentirse una persona independiente y activa, por lo que, no sorprende que
proteste ante cualquier circunstancia que realmente, o aparentemente se lo impida. Eduardo debido a
sus experiencias de abandono, es probable que perciba la distancia de su esposa como peligrosa. No
diferencia entre independencia y abandono, ya que en su familia nuclear no contó con una vinculación
afectiva lo suficientemente fuerte que le permitiera moverse con libertad, sin que la relación se viera
comprometida. Al no hallar coincidencia en el grado de participación se dificulta aún más la relación.

El grado de apertura de la relación

Puede ser, abierta o cerrada. Cerrada cuando hay un pacto de fidelidad y abierta cuando se aceptan
relaciones emocionales o sexuales con otras personas. Susana y Eduardo mantienen un tipo de relación
cerrada y exclusiva.

Jerarquía Interna

Concerniente a la Jerarquía, podemos hallar posiciones opuestas orientadas hacia la simetría o hacia la
complementariedad. Mientras más rígidas e inflexibles sean estas posturas, mayor riesgo de
disfuncionalidad habrá en la relación de pareja. El grado de flexibilidad viene dado por la alternancia
en las posiciones, cuando los dos pueden moverse en ambas direcciones y en diferentes áreas de la
pareja, y no es solamente uno de ellos, quien invariablemente ocupa una posición, sea “up”, o “down”,
respecto al otro.

Eduardo y Susana aparentan una relación complementaria, da la impresión de que Susana lleva las
riendas de la relación, siendo ella quien generalmente promueve las rupturas en la pareja y quien toma
las decisiones importantes, (parentalidad, laboral, etc.). Eduardo accede a sus propuestas sin explicitar
ningún malestar; pero esto hace que acumule tensión y disgusto, en cuanto siente que su voz no tiene
cabida o en cuanto percibe la lejanía de su esposa, utiliza las explosiones como mecanismo
disfuncional de igualar su posición. Igualmente, los síntomas de Susana aparecen como una forma de
expresar el malestar relacional que siente y de lograr el distanciamiento emocional que necesita, sin
que aumente el conflicto explícito. Al examinar más detalladamente esta interacción y la función que
cumplen los síntomas en la relación, podemos llegar a la conclusión de que, a pesar de las apariencias,
la pareja mantiene en un patrón de tipo simétrico, aunque caracterizado por la “inestabilidad”, pues
utilizan la inclusión de los síntomas como un intento de igualar sus posiciones, de establecer un
equilibrio, pero a través de una lucha de de poder. Es inestable, porque hay una constante oscilación
entre posiciones de igualdad, inferioridad y superioridad.

Función del Síntoma

Si miramos retrospectivamente, los síntomas de Susana afloran por primera vez cuando ella aún vive
con sus padres, siendo estudiante y con una relación de noviazgo de tres años. Acorde a su ciclo vital,
realiza los primeros intentos de autonomía. En su necesidad de encontrar un espacio que le permita
completar su individuación, Susana se opone a su padre (figura de rigidez y autoritarismo), respaldada
por Eduardo logra de cierta manera, priorizar sus propios proyectos personales por encima de las
normas y autoridad de su padre. Pero al mismo tiempo, entra en una crisis personal, tanto por deteriorar
la relación con su progenitor (que había sido privilegiada hasta el momento), como por verse obligada
a sostener su posición. Probablemente, Susana sintió mucho miedo ante la posibilidad de no poder
sostener todos los proyectos en los que se involucra. El síntoma depresivo por lo tanto, frena su intento

19 
 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

de autonomía y el enfrentamiento con su padre. Se ve “obligada” a retraerse en casa, abandonando


estudios, trabajo y la relación con Eduardo, pero lo hace a través de un diagnóstico que es aceptado
socialmente, sin que se ponga en juego su posición y su intento de emancipación. Si bien, por un lado
Eduardo ayuda a Susana a enfrentarse a su padre, por otro, él no encaja con sus intereses y proyectos
individuales, así que, se aleja y rompe la relación. Más tarde, seguramente su depresión la obliga a
renunciar o disminuir sus expectativas personales, acercándose nuevamente a él y reiniciando la
relación.

Parte de la identidad de Susana está constituida en ser una persona activa y luchadora, se exige a sí
mismo hasta alcanzar límites muy altos. Siente que es el motor en su relación de pareja y un referente
en su familia de origen. Sin embargo, llega determinado momento en que se agota física y
emocionalment, utiliza los síntomas depresivos y ansiosos como un medio justificado para detenerse.
Concretamente en la interacción con su esposo, los síntomas parecen activarse cuando se ve a sí misma
como la única que incentiva y estimula la relación de pareja. Tiene la expectativa de que Eduardo
reaccione ante su apatía e inactividad, que se mueva del lugar en el que se encuentra y sea él quien
tome la posta, siendo más activo, enérgico y expresivo, cuando ella no se siente habilitada para hacerlo.
Al mismo tiempo, los síntomas depresivos le permiten aumentar la distancia con su esposo, al estar
desmotivada y cansada, no puede responder a su persistente requerimiento de cercanía y atención.

Los síntomas de Eduardo se hacen visibles después de varios años de matrimonio y están relacionados
con el descontrol y las “explosiones”. El descontrol puede tener que ver con la dificultad de expresar
sus emociones, de manifestar lo que piensa y siente. Su falta de aprendizaje y su intento de atenuar los
conflictos lo llevan muchas veces a callar, acumulando tensión y malestar. Sus síntomas pueden
también estar conectados con la imposibilidad de dar respuesta a las exigencias por parte de su esposa,
de mayor actividad e iniciativa. Pero sobre todo, la experiencia de abandono vivida por Eduardo en el
pasado, hacen que la independencia y el distanciamiento de su esposa, sean percibidos como
peligrosos, activando sus demandas de proximidad. Algunas de sus “explosiones” más fuertes, se han
producido como reacción ante la posibilidad de incrementar la distancia de Susana y ante el riesgo de
una separación.

Expectativas diferentes en torno a los proyectos básicos

Los proyectos de la pareja se enmarcan en tres categorías: desacuerdos en torno al compromiso, en


torno a la parentalidad y en torno a los proyectos individuales. La compatibilidad o no, de cumplir con
estas necesidades y deseos, puede comprometer el futuro de la pareja.

Los cónyuges exhiben diferencias significativas en los proyectos básicos. Uno de estos proyectos es el
de parentalidad. El deseo de ser padres fue motivado por Susana, Eduardo no se sentía preparado para
ello, aunque terminó aceptando la propuesta de su esposa. Después de ser padres, parecen haber
encontrado un equilibrio, Eduardo no se arrepiente de su decisión, pero ha delegado muchas de las
funciones parentales en Susana, suele sentirse abrumado y sin muchos recursos a la hora de manejar a
los niños. Como hipótesis, puede vincularse las experiencias previas infantiles de Eduardo de
desvinculación afectiva, con su dificultad de verse a sí mismo como capaz de ofrecer protección y
afecto a un niño pequeño.

Otra situación concerniente a la realización de los proyectos es, el anteponer la realización personal a la
realización de la pareja. No han conseguido ajustar sus intereses personales con los familiares y de
pareja, siendo este el punto de partida para muchos disgustos e incomodidades. Susana demuestra la
necesidad de desarrollarse laboralmente y continuamente plantearse actividades, mientras Eduardo
espera compartir más tiempo con ella.

20 
 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Véase Tabla 3.

Tabla 3.
Análisis de la Definición de la Relación

Apartado 3: Diagnóstico Relacional


Tipo A: Expectativas diferentes e torno al Definición de la Relación
Tienden a la incompatibilidad en:
ÉL: tiende a la fusión
A.3 Expectativas diferentes respecto a la Vinculación Afectiva
ELLA: tiende a la lejanía
ÉL: Total
A.7 Expectativas referentes al Grado de Participación
ELLA: Parcial
Jerarquía Interna: Alternancia entre Complementariedad y Posiciones alternas "up" y
A.13 Simetría (Simetría Inestable). Pulsos Simétricos
"down"
Expectativas diferentes en Proyectos Básicos, relacionados a: ÉL: no desea parentalidad
A.19 parentalidad y proyectos personales.
ELLA: proyectos individuales

Desacuerdos tipo B: Expectativas Diferentes en torno a la Organización de la Convivencia.

Lo que interesa resaltar en este apartado, es la capacidad de los cónyuges de lograr ajustes de tipo
pragmático en la convivencia; si llegan a acuerdos o no, y cómo manejan sus hábitos, rituales o reglas.

Manejo del Espacio y el Tiempo, Común e Individual

Susana y Eduardo comparten intereses comunes. Acostumbran practicar actividades familiares de ocio
con los niños, aunque el espacio individual se reduce al ámbito laboral, son pocas las actividades
recreativas que realizan solos. El espacio de pareja está muy poco preservado, la mayor parte de su
tiempo está limitado a las obligaciones, responsabilidades y tareas de casa.

Es interesante señalar las discrepancias concernientes a las diferencias en el estilo de cada uno. Susana
se define como una persona muy activa, que se abruma al instante en que se queda quieta e inactiva, y
Eduardo, en el polo opuesto, disfruta de actividades relajadas y pasivas, que no impliquen salir de casa.
El estilo de Susana es activo, y el de Eduardo contemplativo. Durante las sesiones, fue también posible
distinguir las diferencias en los ritmos circadianos. Eduardo cuando tiene la oportunidad, es capaz de
desvelarse hasta altas horas de la madruga, y despertase muy tarde en la mañana. Susana en cambio, se
levanta muy temprano en la mañana, pero un sueño irresistible le arremete antes de las 10 de la noche.
Por lo que se ve en la constante necesidad de compaginar estos estilos y hábitos personales. Como
ejemplo, podemos citar:

....T: entre una y dos, tú eres más predominantemente nocturno


E: si
T: por ahí los ritmos circadianos
E: si, yo soy más nocturno, a ver, tampoco soy normal nocturno eh... está....por la mitad...o sea, no
aguanto tampoco hasta digamos las seis... no, yo hasta las seis de la mañana no podría, pero bueno,
las dos, tres de la mañana sí, me voy a dormir
...T: y si tú estuvieras sola, que ritmo tendrías para sentirte bien con tu propio cuerpo
S: yo lo que el cuerpo me pide es estar a las diez en la cama ya

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

T: a las diez de la noche?


S: asiente
T: huy!, tú sí que eres muy diurna
S: y a los ocho o nueve ya estoy en pie...duermo muchas horas

Reparto de Tareas Domésticas

Uno de los aspectos en los que no se pone de manifiesto desacuerdo alguno, es la distribución de tareas
en casa. Los dos parecen haberse repartido las actividades más o menos equitativamente. Han
negociado y llegado a consensos, sin que se evidencie disgusto por parte de ninguno de los dos al
referirse a este tema.

Relación con Familias de Origen

La pareja ha logrado acuerdos satisfactorios en cómo relacionarse con las familias de origen, tanto con
la propia, como con la del cónyuge. Comparten con sus familias el tiempo que consideran conveniente
y sienten que el trato con ellos es el adecuado. Inclusive, Susana ha facilitado a Eduardo mantener el
vínculo con su propia familia de origen.

Desde los primeros años de relación, Susana fue acogida con mucho agrado por la familia de origen de
Eduardo, al menos por parte de la abuela, las hermanas y los tíos maternos. Al ser Eduardo una persona
poco expresiva le resulta una tarea muy difícil preservar el contacto con su propia familia, pero gracias
a Susana ha podido conservar activos estos vínculos, pues ella se ha convertido en el medio a través del
cual circula la información, manteniéndolo al tanto de lo que sucede con sus tíos y hermanas. Eduardo
posee también una buena relación con su familia política. Durante el noviazgo tuvo algún
enfrentamiento con el padre de su Susana al considerar que era demasiado estricto con ella, pero con el
tiempo la relación ha mejorado considerablemente.

Sociabilidad

La pareja comparte un interés similar ante la sociabilidad, no revelan discrepancias en cuanto a la


importancia y el valor que cada uno otorga a las relaciones sociales. No se exigen mutuamente mayor
tiempo de sociabilidad con amigos y familia, en pareja o de forma individual.

Profesión / Área Laboral

En esta área existe insatisfacción por parte de los dos. Hay una evidente diferencia en la dedicación y la
valoración que Eduardo y Susana dan al trabajo. Para Susana, el área laboral es parte de su desarrollo
individual, y por lo tanto le brinda todo el tiempo que considera necesario. Para Eduardo, el trabajo no
debe interferir con la vida familiar y debe dedicársele el tiempo justo. En la primera sesión, Susana
nos deja ver su posición frente al respecto:

S: y esta nueva tienda necesita trabajo, yo sé los fallos que hubo aquella época con aquel negocio y no
quiero que vuelva a pasar. Si se tiene un negocio es para trabajar por el, por y para el. Así que yo
necesito un tiempo...necesito...poderme dedicar a el y ahí es donde chocamos, porque él considera que
dedico demasiado tiempo y yo considero que dedico demasiado poco. Además de que necesito su
implicación, que no lo consigo demasiado...

22 
 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Crianza de los hijos

Los aspectos normativos y afectivos los ejerce Susana, Eduardo juega también un papel en el área
normativa, pero es menos afectuoso con sus hijos. No declaran desacuerdos concernientes a la
educación de los niños. Han llegado al acuerdo implícito de que sea Susana quien mayoritariamente se
encargue del cuidado de los niños. Eso hace que ella tenga más experticia y destreza para manejarlos, y
que en cambio, Eduardo se agobie y pierda la paciencia fácilmente cuando está sólo con ellos. Los dos
aceptan que su hijo Nicolás es inquieto y “movido”, dando por sentado que es así y que no hay mucho
que se pueda hacer al respecto.

Gestión de la Economía

Los ajustes referentes a la gestión de la economía no constituyen fuente de conflicto.

Uso del Tiempo Libre

El uso del tiempo libre es muy diferente entre los dos. No hay satisfacción en referencia a este tema.
Susana, como ya se indicó, se divierte con actividades deportivas, pasear, ir al cine, pero sobretodo, su
tiempo libre lo dedica al negocio, a trabajar. Eduardo, si bien, hace algo de deporte, y acompaña a su
hijo al baloncesto, disfruta mayoritariamente quedándose en casa, descansando, durmiendo, viendo
televisión. A los dos les cuesta mucho seguir el ritmo del otro, ella se fastidia con la pasividad de
Eduardo, y él se preocupa cuando su esposa está demasiado activa. El siguiente fragmento lo
ejemplifica:

S: pues, yo soy muy activa, que yo me tire dos o tres días tumbada al sol o tumbada a la piscina…me
pone nerviosa, pues voy a querer ir al T o P, o a algún sitio, moverme, yo quedarme encerrada tres
días seguidos no…
T: y lo habéis empezado a hablar esto?
S: no, no, nos pasa cada año
T: cómo?
S: que nos pasa cada año

E: y yo soy totalmente lo contrario


T: vale, y entonces en tú caso puedes estar los treinta días tomando el sol
E: no, no, no solo el sol, pero bueno, salir alguna vez sí, siempre nos vamos cada verano a la E, con
los amigos que tenemos, y salimos, bueno…esta ultima nos fuimos un fin de semana… a E
T: o sea que, entonces, a ver, tú lo que me estás diciendo es: no es que yo esté en el otro extremo que
me pase el día sin hacer nada
E: no, pero no soy tan activo como ella
S: pero si salimos es porque lo programo yo, sino, no saldría eh…el verano pasado hicimos un
crucero y tuvimos un disgusto mayúsculo porque hicimos excursiones, él quería quedarse en el barco
y yo, estar en y tener mil sitios para ver y no ver ninguno, pues, me sabía mal

Gestión de la Enfermedad

Ninguno de los miembros de la pareja o familiares cercanos, padecen de una enfermedad física que
requiera de atención especial, por lo que no se ha puesto a prueba la distribución de roles y
responsabilidades referentes al cuidado y la atención de un ser querido enfermo.

23 
 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

En la pareja, en general, no aparecen posiciones rígidas referentes a la sobrevaloración o


infravaloración de la enfermedad, o en cuanto a los roles de cuidador y enfermo. Acorde a la dificultad
de expresión de Eduardo, él tiende a ocupar menos el rol de cuidador, suele demandar atención, más
que conceder cuidados, lo que se pone de evidencia cuando surgen los síntomas depresivos de Susana.

Valores y Creencias

No refieren desacuerdos significativos en temas tales como: orientación política, religión, etnia,
economía, educación, clase social, etc.

La Sexualidad

La sexualidad en la pareja es descrita como poco satisfactoria, la principal queja viene de parte de
Susana, y está relacionada a la falta de expresividad y pasión de su esposo, espera más complicidad y
romanticismo; afirma: “podríamos estar mucho mejor”.

Véase Tabla 4.
Tabla 4.
Análisis de la Organización de la Convivencia

Apartado 3: Diagnóstico Relacional


Tipo B: Expectativas diferentes en torno al Organización de la Convivencia
Presentan desajustes relacionados a:
ELLA: prioriza espacio individual
B.1 Insatisfacción en el manejo de Espacio y Tiempo
ÉL: prioriza espacio familiar

B.5 Insatisfacción en Área Laboral /Profesión ELLA: prioriza área laboral

ELLA: prefiere actividad constante


B.8 Insatisfacción en el uso del Ocio y Tiempo Libre
ÉL: más pasivo e inactivo

B.11 Sexualidad de la pareja ELLA: poco satisfactorio.

Desacuerdos tipo C: Expectativas Diferentes en torno a la Resolución de Conflictos.

Estilos Comunicativos y Expresión de la Ira

Las parejas intentan resolver sus problemas utilizando diferentes estilos comunicativos. Estos estilos
pueden ser: Convalidante, donde prima la predisposición a la negociación y la tolerancia. Explosivo,
cuando se intenta manejar los conflictos a través de la pelea y la intolerancia, con insuficiente control
de las emociones. Y por último, Evitador, consistente en un verdadero temor en afrontar los problemas,
con tendencia a la represión y la negación, dificultad en reconocer y confrontar los conflictos.

El estilo comunicativo de Eduardo tiende a ser evitativo, silencia muchos de sus pensamientos y
sentimientos de disgusto, no habla abiertamente de los conflictos por temor a agravarlos o simplemente
porque no ha aprendido a identificar y expresar sus emociones. Sostiene que ante la sensación de ser
desaprobado por Susana, ante la impotencia y como una forma de evitar los conflictos, prefiere callar y
dejar que ella tome las decisiones, apartándose, e intentando de este modo, evitar malos ratos. Él no

24 
 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

comunica su malestar, pero este no desaparece, sino que, todo lo contrario, se acumula, haciendo que la
manifestación de su ira, sea mediante la explosión descontrolada de las emociones. Eduardo expresa:

E: y bueno, pues llega un momento que...te vas callando...supongo que, como todo...se te va haciendo
todo, todo, todo. Y llega un momento que a la mínima, o sea, a la mínima tontería es cuando: pumba! y
explotas.

E: cómo lo recuerdo? Pues...que llegó un momento en ya no sabía...no sabes por dónde tirar, y te
sientes impotente y saltas por...yo pierdo mucho la fuerza por la boca. Yo puedo decir, puedo dejar de
decir, pero bueno, de aquí para afuera. O sea, el llegar a esa situación...ostia...a ver, no lo creo, pero
bueno llegó un momento en que ya te digo...eran un tanto que no sabía para donde ya...estaba ya todo
tan intentado para todos los lados y veías que nada...pues...ya...pues mira...pierdes los papeles y...

Susana, pretende utilizar un estilo comunicativo verbal-convalidante y asertivo, intentando resolver los
conflictos discutiéndolos, aunque generalmente no obtiene respuesta alguna por parte de su esposo.
Ante este silencio termina asumiendo o imaginando lo que él podría estar pensando o sintiendo, en
base a lo que cree conocerlo después de tantos años de relación. Interpreta como síntomas ansiosos las
explosiones de Eduardo (atribuyéndoles algún tipo de causa médica), pues no comprende realmente lo
que pueda estar pasando en su interior.

Esta combinación de estilo convalidante y evitativo puede ser un fuerte impedimento para la resolución
de los conflictos, pues los cónyuges están situados en polos opuestos.

Estilos de apego

Las categoría definidas son: Seguro, inseguro-evitativo, inseguro-resistente-ambivalente, inseguro-


desorganizado. En el caso de la pareja, aunque no se encasillen rígidamente, sí parecen tener una
propensión a: Eduardo al tipo Inseguro-resistente o ansioso ambivalente, demostrado por la persistente
solicitud de cercanía a su esposa, por su intenso reclamo para conseguir su proximidad. Susana, por
otra parte, está más cercana al estilo Inseguro evitativo, por la sensación de control que le produce los
pedidos de su cónyuge, que los vive con angustia y agotamiento. Siente frustración por no cumplir con
sus objetivos personales al tener que poner en primer plano a su pareja.

Mecanismo de freno en las peleas

Los dos participan activamente en la escalada, Susana provocando verbalmente, Eduardo reclamando y
reaccionando impulsivamente cuando llega a un límite. Los síntomas, las explosiones y la depresión,
parecen ser utilizados como mecanismo de freno.

Rencores latentes

Susana señala que es una persona rencorosa, que hay ciertas situaciones que le cuesta mucho olvidar, y
cree que mantener este rencor la vuelva más fría y distante hacia de Eduardo. Empero, es positivo que
explicite este sentimiento, su dificultad para manejarlo y que incluso lo reconozca como un factor que
lo aleja de su esposo. A pesar de que el rencor es un tema importante, en este caso, no mostró ser tan
destructivo o irreversible como para abordarlo terapéuticamente de una manera específica.

Cabe también indicar las diferencias en la forma de comunicarse entre Susana y Eduardo, pues ella es
eminentemente verbal y él analógico. A Susana se le dificulta comprender la falta de habilidad de su
esposo para expresarse verbalmente, valora sus acciones pero se mantiene a la espera de sus

25 
 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

explicaciones. Han establecido una interacción en la que, ante el silencio de Eduardo, Susana se
acostumbró a dar significado a las acciones en base a sus propias sus interpretaciones, sin molestarse
en preguntar y cerciorarse. Mientras que Eduardo, está casi convencido que su esposa sabe lo que él
necesita y siente. Esto da lugar a muchos mal entendidos, porque Susana termina dando por hecho que
las explicaciones que ella ha imaginado, son la única posibilidad; y Eduardo perpetúa este circuito, al
dejar que su esposa lo haga, sin aclararle lo que realmente le está pasando.

Véase Tabla 5.
Tabla 5.
Análisis de Resolución de Conflictos

Apartado 3: Diagnóstico Relacional


Tipo C: Expectativas diferentes e torno a la Resolución de los Conflictos
Presentan diferencias relacionadas a:
ÉL: Explosivo
C.1  Diferencias en la Expresión de la Ira
ELLA: Verbal-convalidante
ÉL: Evitativo
C.2  Diferencias en los Estilos Comunicativos
ELLA: Asertivo
ÉL: descontrol
C.4  Mecanismo Disfuncional de Freno de las Peleas (Síntomas)
ELLA: síntoma depresivo
   C.5  ‐  ELLA: rencor por disputas
Existencia de Rencores Latentes (no irreversible)
C.6  pasadas

Cuarta Sesión y Contrato Terapéutico:

Nos pareció relevante destacar algunos puntos estratégicos abordados en la cuarta sesión, pues fue ahí,
donde se establecieron los temas fundamentales que serían tratados en el proceso terapéutico. Además,
en esta sesión, se ratificó la disposición y el compromiso por parte de la pareja, como ingrediente
indispensable para la terapia. En este cuarto encuentro, Susana y Eduardo advierten cambios positivos
en la relación. Manifiestan que desde hace algunos días, el diálogo entre los dos se ha intensificado,
son más tolerantes el uno con el otro y han podido compartir momentos agradables, cosa que no
sucedía hace ya mucho tiempo. Susana afirma que ésta tranquilidad le permitió nuevamente ser más
cariñosa con su esposo. Eduardo de igual forma, confirma que las cosas están mejor, aunque le cuesta
describir hechos concretos que lo confirmen.
Susana durante las últimas semanas ha notado que Eduardo está más receptivo ante sus muestras de
afecto, y esto a la vez, la motiva a continuar siendo cariñosa. Eduardo reconoce que reacciona
descontroladamente ante las ofensas y discusiones, pero pide a su esposa que deje de usar el término
“violento” para referirse a sus descontroles, pues cree que no se ajusta al concepto que tiene de sí
mismo, no se ve como una persona violenta y se siente molesto cuando su esposa lo define de ese
modo. Susana reconoce que él no es violento y rectifica su posición, usando el término “explosivo” (en
terapia se ha estado utilizando también el término “descontrol” para referirse al síntoma de Eduardo).

La terapeuta anima a la pareja a que siga cultivando los gestos positivos que ya han implementado de
manera espontánea. Califica como indispensable contar con una actitud de colaboración y compromiso
por parte de los dos. Deja claro que, la finalidad de la terapia no es eliminar las dificultades, ya que
éstas son parte de una relación, sino más bien, encontrar fórmulas más adecuadas para afrontarlas, sin
que se pongan en riesgo. Recalca que lo que se busca es favorecer un intercambio positivo y fomentar

26 
 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

el bienestar mutuo. No deja de recordarles que los síntomas, si bien, tienen un componente personal, no
son independientes del estado de malestar de la pareja. Se insiste en la idea de que, permanecer juntos
no es la única opción, ante un vínculo marital donde prima la insatisfacción, la separación puede ser
una alternativa sana. Si deciden permanecer juntos, es porque lo quieren hacer. Susana y Eduardo
reafirman su disposición de continuar como pareja.

En su caso, el objetivo terapéutico estará enfocado a neutralizar “las piedras en el zapato”, es decir, el
descontrol de Eduardo, y los rencores de Susana.

Susana opina que el compartir tiempo juntos le podría ayudarla a “pasar hoja” de los recuerdos
negativos; pero al mismo tiempo, explica que, tanto a ella como a su esposo, les invade la culpa de solo
pensar en dejar a los niños en casa de algún familiar para salir y disfrutar los dos como pareja. No
recuerdan la última vez que lo hicieron. Ante esta circunstancia, la terapeuta acentúa la importancia de
darse el espacio necesario para compartir intercambios positivos. Afirma que esto favorecerá
indirectamente a los niños, pues, “para ser buenos padres, primero tienen que ser buenos esposos”, en
terapia aunque los niños no asistan a sesión, nunca se pierde de vista lo que puede ser provechoso para
ellos, “lo que es bueno para los padres, lo es también para los hijos”.

Se les solicita que, al menos, una vez por semana, por un lapso de dos horas, planeen actividades para
pasar tiempo en pareja. Estas actividades deben ser planificadas alternativamente por cada uno, y
deben centrarse en situaciones placenteras que los dos puedan disfrutar, con la consigna principal de no
hablar de los problemas, pues eso ya se lo hará en sesión. Susana se ofrece para ser quien inicie la tarea
asignada.

Sesiones Intermedias y Finales:

Las preguntas formuladas en las sesiones iniciales, no solo fueron un vehículo para recabar
información y entender la problemática de la pareja, sino que, se convirtieron también en importantes
intervenciones que permitieron fomentar la alianza terapéutica, brindaron a Susana y Eduardo la
oportunidad de escuchar su propio relato y del cónyuge, de recordar los aspectos positivos que los
unieron, reconocer sus capacidades, (y no solo sus deficiencias) y empezar a concientizarse de que los
dos participan en la consolidación de su conflictos. Esto se hizo evidente en la cuarta sesión, en la que
la pareja verbaliza sentirse mejor y discutir menos, demuestran una implicación para continuar con la
terapia y la disposición de cumplir con las prescripciones propuestas por la terapeuta.

Una vez que se da este importante paso, las sesiones subsiguientes se orientan a fortalecer los cambios
que la pareja ya emprendió, a intentar flexibilizar sus posiciones, y claro, a disminuir los síntomas que
les pone en riesgo, tanto a ellos, como a los niños.

A continuación exponemos una breve recapitulación de algunas de las intervenciones realizadas y de


los progresos de la pareja en las sesiones posteriores. Nos parece fundamental subrayar que ésta es
solamente una síntesis de las sesiones, y no un análisis profundo de las mismas, nuestra pretensión no
es transmitir todas las intervenciones realizadas por la terapeuta, sino únicamente es un modo de poner
de manifiesto los cambios que se observaron en la pareja a lo largo del proceso terapéutico.

Susana y Eduardo pese estar sobrecargados en el ámbito laboral, han logrado “no salpicar” al otro, no
se han generado las habituales discusiones. Se refuerza el ambiente positivo que la pareja ha empezado
a crear, y se destaca su capacidad de utilizar nuevos instrumentos a la hora de afrontar las dificultades.
Instaurar este ambiente armonioso, es uno de los principales aspectos que se fomentan en las sesiones,
para ello se incentiva a la pareja a realizar gestos de buena voluntad, en los cuales deben estar atentos a

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

reconocer qué de lo que hacen, fomenta en el otro una actitud positiva, pensar en: “qué de lo que yo
hago, favorece una respuesta positiva en mi pareja”, y a la inversa: “qué actitudes de mi pareja me
ayudan a sentirme mejor y demuestran su interés por mi”; en lugar de quedar entrampados en un pulso
simétrico. Este ejercicio además de ayudarles a revertir el circuito negativo que han instaurado, les
ayuda a fortalecer la idea de circularidad, destacando cómo cada uno participa en crear un circuito
negativo o positivo, según como se posicionan y según la puntuación que hagan en la comunicación.

La terapeuta acentúa como prioritario conservar el espacio de la pareja y recuperar la capacidad de


disfrutar juntos; de reencontrarse, conocerse y adentrarse en “el mundo” del cónyuge. Se destaca que
esto no significa renunciar a tener una vida propia. De este modo, se reconoce la necesidad de
fortalecer el vínculo, y de cierta manera, el pedido de cercanía de Eduardo, pero sin que Susana se
sienta “atrapada” o atada. Se envía como tarea que cada uno planifique al menos, una actividad por
semana, que sea exclusiva para la pareja, “un espacio para cargar pilas”, solamente con el fin de
disfrutar y promover el encuentro.

La actitud de cambio es también favorecida responsabilizándolos de sus acciones, cuestionando su


creencia de que las “cosas son así”, y que no hay cabida para el cambio. Se intenta flexibilizar esta
posición subrayando que, muchas cosas tienen que ver con un aprendizaje, en el caso de Eduardo, por
ejemplo, su dificultad de ser expresivo está relacionada con sus experiencias pasadas. Y que aunque
cueste esfuerzo, es posible establecer nuevos comportamientos y hábitos.

No se deja de lado a los hijos, se dedica un tiempo de la terapia para intentar desplazar al hijo de la
posición triangulada en la que se encuentra. Se destaca la pesada carga que puede representar para un
niño de su edad, pretender proteger a su madre y hermana; son ellos quienes deben mostrarse como
adultos capaces de resolver sus dificultades, sus conflictos son asunto de la pareja y nunca de los hijos.
Los niños no deben ser un pretexto para permanecer juntos, pueden ser buenos padres sin ser pareja. A
este respecto, la pareja realiza importantes cambios: explican a los niños que necesitan relajarse y salir.
Los niños responden mucho mejor de lo que sus padres esperan, y son ellos, a pesar de su corta edad,
quienes por iniciativa propia proponen quedarse a dormir en casa de familiares.

Una vez que logran establecer un contexto positivo, se presta atención a las cosas que no funcionan en
la pareja. Las discusiones que traen a sesión sirven de ejemplo para visualizar y explicitar el circuito en
el que participan, como cada uno colabora para mantener o intensificar los conflictos. Ante la dificultad
de Eduardo de expresar afecto, la terapeuta le facilita colocarse en lugar del otro, resaltando el placer
de dar y recibir gestos de cariño. Se redefine la “ansiedad” de Eduardo con los niños, como una
dificultad de poner límites. Se les responsabiliza como padres y como pareja. Mucho de lo que les pasa
depende de cómo lo resuelvan, de las decisiones que tomen. Las cosas no son independientes de lo que
ellos hagan. La terapeuta reflexiona sobre cómo los síntomas se ponen en marcha cuando fallan las
fórmulas que han intentado para solucionar las dificultades. Los síntomas “no caen del cielo” tienen
que ver con las cosas que hacen.

A través de la planificación del verano, se promueve la negociación, el ajuste y el consenso de sus


diferentes estilos de manejo del tiempo y espacio. Las vacaciones son valoradas como una oportunidad
para emprender nuevas rutinas. En este ejercicio de acoplamiento, se motiva a Eduardo a esforzarse por
proponer más actividades de manera concreta, y a Susana a darle la oportunidad de hacerlo, sin exigirle
y criticar, valorando las propuestas de su esposo, aunque sea ella quien acostumbraba promoverlas.

Un punto central de la terapia estuvo dirigido a las fallas comunicativas de la pareja. A partir del relato
de una discusión, se ejemplifica el tipo de interacción disfuncional, en el cual, Eduardo da por sentado
que su esposa sabe lo que él siente y piensa, y Susana cree interpretar correctamente las intenciones de

28 
 
Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Eduardo, de tal manera, que no da crédito al sentimiento verbalizado por Eduardo en sesión. La
terapeuta deja claro que no se pueden cuestionar los sentimientos de la otra persona, pues él sabe lo que
realmente piensa y siente. Puede no estar de acuerdo con sus acciones, pero nuca poner en duda o
negar un sentimiento. Anima a Susana a estar dispuesta a escuchar y a preguntar a su esposo,
ayudándole a ser más expresivo, de igual forma, alienta a Eduardo a explicar lo que siente, pues tiene
que entender que nadie puede adivinar lo que realmente pasa en su interior.

T:.... bueno, bueno, pero fijaros, vamos bien, porque os estáis dando cuenta de que hay una parte, una
parte, de este desencuentro vuestro, que tiene que ver, con que ella no puede ser que imagine, porque
entonces no acierta, y pues acaba entonces, pensando cosas que nos son ciertas; y tú, claro, no estás
acostumbrado, pero vas a tener que acostumbrarte a explicar un poquito, lo aquí has hecho, porque
no te he pido nada del otro mundo…pero que nos por…es que, fíjate, tú has repetido varias veces: es
que ella ya lo sabe, y yo te he dicho: no lo sabe, no lo sabía…a ver, si tú no se lo dices, ella no lo sabe,
y la mejor manera de que ella no piense en cosas que no son, es que se lo digas, porque claro, es como
que, si no se lo dices, ella entonces fantasea, se lo imagina, habrá cosas que sí acertará, pero hay
muchas cosas que no....

T:...la combinación de una buena oreja y una buena voz, claro quiere decir que, no des por sentado
que ella sabe, ella no tiene rayos x…eh, ella no sabe lo que piensas; es que nadie puede saber lo que
piensas si no se lo dices, y el que piensa lo contrario, se equivoca, y así a veces vamos, porque
atribuimos cosas que no son, entonces ahí.....o sea, tú (S) atenta a lo que él dice, si no dice, no te lo
inventes, pregúntale, y tú (E) intenta explicárselo, que cuando te pones, puedes...

Se valora los esfuerzos de Eduardo por controlarse, se ve como positivo el que no se vea tentado a
entrar en la escalada simétrica, que ponga un freno sea, callando o alejándose momentáneamente, de
este modo, el reclamo no sea hecho cuando están enfadados y molestos. Se da igual importancia a
cultivar la costumbre de retomar la discusión y manifestar lo que les molesta, una vez que están
calmados, buscando el momento adecuado; la idea no es dejar de expresar lo que les pasa o disgusta,
sino hacerlo correctamente y sin ponerse en riesgo.

Les alienta a usar las palabras, no sólo gestos y acciones, que también son muy válidas, pero por el
momento crítico que están pasando es importante poder hablar.

T: sí, con una mirada, pero a veces, sobre todo si ha habido una etapa como habéis pasado vosotros,
una etapa así un poquito complicada, yo acostumbro a animar a que la gente durante un tiempo, le
ponga palabras, luego cuando el ajuste va ya un poquito más…entonces las miradas sirven, eh…o
quien dice las miradas, las acciones, porque es verdad a través de las acciones también decimos
cosas, no solamente se puede decir te quiero con palabras, o se puede decir te quiero con un gesto
amoroso, con una acción, con una cosa que… haciendo algo que al otro le guste mucho, es un manera
también de decirle te quiero, no?, o sea que, hay varias modalidades para decir las cosas, ahora sí que
es cierto que ante la duda, la palabra, la palabra de uno, la palabra del otro, y cada vez, bueno, pues
lo podáis confirmar o no....

En la penúltima y última sesión, revelan cambios concretos como: Eduardo afirma que le es más fácil
controlarse, si es que se han dado discusiones, no se ha descontrolado. Refieren que las peleas han
disminuido considerablemente, se reconocen gestos positivos mutuamente, y ya no se siente culpables
de dejar a los niños una noche, para planificar actividades juntos (aunque les cuesta buscar actividades
placenteras que no involucren alguna responsabilidad o tarea doméstica).

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Eduardo logra manifestar a su esposa (en sesión, con la ayuda de la terapeuta) su pedido de cercanía,
no como un reclamo, sino de forma más cariñosa. Y ella lo puede escuchar desde otro lugar. Susana, es
más cuidadosa al referirse a su esposo, evitando dar por sentado que lo que imagina es verdad, diciendo
frases como: “tengo la sensación de que él....aunque es solo mi impresión, no sé si él lo vea así”.

El negocio poco a poco deja de ser un problema, Eduardo acepta la idea de que su esposa seguirá
yendo, parece importarle cada vez menos, a medida que la pareja se va fortaleciendo. Susana está
realizando más actividades con su esposo y ha buscado quien la remplace en el negocio los fines de
semana para pasar más tiempo en familia.

Han colaborado juntos en proyectos de familia. Planifican las vacaciones y llegan a consensos respecto
a cómo organizarse. Muestran interés por temas más triviales (como, el “mal ejemplo” que pueden dar
a su hijo con su hábito de fumar cigarrillos). Dando indicios de que la tensión en la pareja se ha
reducido y son capaces de pensar en otros temas.

En esta última sesión comentan anécdotas graciosas, mostrándose más relajados y riendo al contarlas.

DISCUSIÓN Y CONLUSIONES

La aplicación del Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja mostró ser de gran
utilidad para el análisis del caso y el consecuente diagnóstico. Gracias a los puntos estipulados en el
Protocolo, fue posible integrar y a la vez sistematizar información relevante adquirida en las primeras
sesiones, las mismas que corresponden a la fase inicial exploratoria de la terapia de pareja, según el
abordaje terapéutico desarrollado por Campo y Linares (2000).

En el caso analizado, fue posible discernir, a través del Análisis de la Viabilidad previa al contrato
Terapéutico, factores que debían ser atenuados o neutralizados para que no se conviertan en una
dificultad ulterior de la terapia. Entre ellos no puede dejar de mencionarse: una derivación de tipo
parcial, la presencia de síntomas en los dos y las diferencias en las expectativas de cambio. Si bien,
estas complicaciones deben ser contempladas, no se considera que exista un mal pronóstico, pues la
pareja presenta una demanda bilateral, no hay presencia de complicaciones añadidas y demuestran su
compromiso y colaboración por la terapia.

Por otro lado, el Diagnóstico Relacional plantea: expectativas diferentes en torno a la vinculación
afectiva y en torno al grado de participación, la presencia de simetría inestable, diferencias en los
proyectos básicos, insatisfacción en la organización del espacio y tiempo así como en el uso del ocio y
tiempo libre. Y no menos importante, las expectativas en torno a la resolución de conflictos marcadas
por, distintos estilos comunicativos y diferentes maneras de expresar la ira.

El Protocolo favoreció realizar esta lectura sistémica y contextual del caso, reconocer los aspectos
medulares de la problemática conyugal y enlazar el diagnóstico relacional con las intervenciones
realizadas a lo largo de la terapia. El análisis del mismo como herramienta diagnóstica, ofrece
múltiples beneficios, pero al mismo tiempo, al ser un instrumento sin validación, contiene aún algunos
puntos que pueden ser objeto de mejora:

En el apartado sobre el Análisis de la viabilidad previa al contrato terapéutico, pensamos que sería
importante incorporar preguntas sobre la actitud de la pareja ante la terapia y/o el terapeuta, en cuanto

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

si existe o no una actitud de colaboración, y si se producen cambios a este respecto gracias a las
intervenciones terapéuticas.

Otra consideración sería que, en el apartado sobre los Criterios para el Diagnóstico Relacional, los
aspectos organizativos de la convivencia sean analizados en primer lugar, ya que la problemática
conyugal puede tener que ver solamente con este ámbito. Luego, el análisis de la definición de la
relación, puede confirmar esta idea, o al contario enmarcar estas diferencias dentro de aspectos más
profundos de la relación.

Nos parece importante incluir, dentro de la exploración de los síntomas, preguntas específicas que
aclaren la función que cumplen dentro del sistema conyugal.

En los datos descriptivos de la pareja, añadir un apartado que contenga información sobre posibles
triangulaciones o parentalizaciones de los hijos de la pareja, puede ser también información útil a tener
en cuenta. Dentro de este mismo apartado, en relación a la organización del espacio y el tiempo, sería
relevante detallar las posibles discrepancias de la pareja, en cuanto a: puntualidad/impuntualidad,
activo/contemplativo, ritmos circadianos, etc. (Campo y Linares, 2002).

Uno de los puntos centrales relativo a las diferencias de la pareja en torno a la definición de la relación,
es el de la jerarquía interna, por lo que resulta necesario incluir un apartado específico sobre Simetría
Inestable, en base al papel que tienen los síntomas como resultado disfuncional de las escaladas de
corte simétrico, pues en la Simetría Inestable se genera una oscilación constante entre posiciones de
igualdad, inferioridad y superioridad (Linares y Campo 2000).

En el último apartado dedicado a la resolución de conflictos, puede adjuntarse uno de los temas más
estudiados por la Terapia Sistémica y de Pareja, referido a la comunicación humana. Especificar, por
ejemplo, qué tipo de comunicación prima en cada uno de los miembros de la pareja, (analógica o
digital) o si existen muestras de comunicación patológica, como: descalificaciones, “rechazo” de la
comunicación, desacuerdos a nivel de contenido y relación, discrepancias en la secuencia
comunicacionales, desconfirmaciones, etc. (Watzlawick, 1981).

Acorde a la visión Sistémica, que deposita el foco de atención no solamente en la patología o en la


disfuncionalidad, juzgamos como primordial, conceder un espacio que resuma lo que sí funciona en la
pareja, las capacidades y potencialidades que pueden ser desarrolladas. Una tabla final que sintetice la
conflictiva conyugal, que proporcione una visión rápida y general, puede igualmente ser conveniente
para no perdernos en la mar de información registrada en todo el Protocolo.

Sabemos que las recomendaciones que podemos aportar son muy limitadas, pues están basadas en el
análisis de un solo caso, seguramente, a medida que sea aplicado a un número mayor de casos,
aparecerán otras dudas o sugerencias dirigidas a perfeccionar este instrumento. Véase Tabla 6.

Tabla 6.
Cambios propuestos para la mejora del Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Cambios Propuestos para el Protocolo para el Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

1. Análisis de la Viabilidad Previa al Contrato


1.1. Derivación
1.2. Demanda

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

1.3. Definición del Problema


1.4. Función del Síntoma
1.5. Complicaciones Añadidas para el Terapeuta
1.6. Aspectos que Facilitan el Manejo Terapéutico
1.7. Actitud Frente a la Terapia y/o Terapeuta

2. Datos Descriptivos del Caso:


2.1. Datos Personales (edad, procedencia, estudios, trabajo, salud)
2.2. Relación con Familia de Origen (pasada y presente)
2.3. Historia de Amor (inicio de la relación, etapa hijos, infidelidades, propuestas de separación)
2.4. Relación con los hijos (triangulaciones y/o parentalización)

3. Criterios para el Diagnóstico Relacional:

3.1. Desacuerdos Tipo A: Expectativas Diferentes en Torno a la Organización de la Convivencia


3.1.1. Manejo del Espacio y el Tiempo (se reformulan preguntas, por: ritmos circadianos, activo –
contemplativo, orden-desorden, organización de espacio físico)
3.1.2. Las Tareas Domésticas
3.1.3. Relación con las Familias de Origen
3.1.4. Sociabilidad (se replantea las preguntas)
3.1.5. Profesión / Área Laboral (se reformulan preguntas)
3.1.6. Crianza de los Hijos
3.1.7. Gestión de la Economía
3.1.8 Uso del Ocio y del Tiempo Libre
3.1.9. Gestión de la Enfermedad (se replantean las preguntas sobre gestión de la enfermedad)
3.1.10 Valores y Creencias
3.1.11. Sexualidad en la pareja (se eliminan algunas preguntas)
Conclusión del Apartado A

3.2. Desacuerdos Tipo B: Expectativas Diferentes en torno a la Definición de la Relación


3.2.1. Expectativas Respecto a la Distancia Emocional
3.2.2. Expectativas Respecto a la Jerarquía Interna (se agrega apartado para simetría inestable)
3.2.3. Expectativas Diferentes en Torno a los Proyectos Básicos (se cambia los existentes por:
desacuerdos en torno al compromiso, desacuerdos en torno a la parentalidad, desacuerdos en torno a
los proyectos individuales)
Conclusiones de Apartado B

3.3. Desacuerdos Tipo C: Expectativas Diferentes en Torno a la Resolución de Conflictos


3.3.1. Estilos Comunicativos (se agrega la opciverbal o analógico)
3.3.2. Estilos de Resolución de Conflictos (contemplativo, explosivo, evitador)
3.3.3. Comunicación Perturbada (descalificación, desconfirmación, etc.)
Conclusiones de Apartado C

4. Recursos de la pareja

Véase Anexo 3.

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo no hubiera podido llevarse a cabo sin la contribución de todos quienes forman parte de la
Escuela de Terapia Familiar del Hospital de Sant Pau, tanto los maestros quienes nos han sabido
transmitir sus conocimientos y experiencia generosamente, así como a mis compañeros de formación,
con quienes comparto esta desafiante pero a la vez gratificante tarea.

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Diagnóstico Relacional en Terapia de Pareja

Quisiera expresar un especial agradecimiento a la Dra. Campo por su apoyo a lo largo de esta
investigación, por concederme la oportunidad de usar uno de sus casos como objeto de estudio, por
compartir sus valiosos conocimientos tras años de experiencia y trabajo, por su orientación y acertados
consejos.
De igual forma, extiendo mi agradecimiento a la Dra. Anna Vilaregut, tutora de investigación, quien
con paciencia y aprecio me ha guiado y orientado a lo largo de este proceso.

No puedo dejar de mencionar el apoyo incondicional de mi esposo, quien a mi lado ha sido mi


estímulo y soporte.

Sin todo ello, este trabajo no hubiera sido posible.

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