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La terapia de pareja en la práctica clínica: un modelo de diagnóstico e intervención

Por Diane Scarleth Troncoso Soto

Se investigo que la convocatoria del conyugue permite dirigirse a una dirección de

recursos. Antiguamente se veían dificultades en la relación de parejas, en algunos casos los

usuarios hacían referencias explícitas de que no existía ningún problema con la pareja, pero

esas dificultades se mantenían ocultas y enmascaradas. Cuando se conseguía la

colaboración del conyugue se ampliaba el repertorio terapéutico, así se prevenía que en las

intervenciones individuales entraran en coalición de acuerdo a los intereses de la persona

que se atendía. La conducta de una pareja es circular, el terapeuta debe considerar que la

puntuación de secuencias son arbitrarias pues así no se hace cómplice de una visión sesgada

(Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).

Campo (op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014) dice que en el proceso terapéutico se

deben contestar dos preguntas: Qué les está ocurriendo y cómo los podemos ayudar.

Es relevante indagar en el pasado las experiencias relevantes de los conyugues, ya que

nos permite entender las necesidades de cada uno de ellos (Campo, op.cit. Medina, Laso y

Hernández, 2014).

Tipología de conflictos

Existen tres: los desajustes en torno a la organización de la convivencia; diferencias en

torno a la comunicación y resolución de los conflictos; y los desacuerdos de la definición

de relación (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).


Cuando existen los tres tipos de conflicto hay mayor grado de incompatibilidad que

podría tener un pronóstico negativo (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).

Desajustes en torno a la organización de la convivencia

Cada conyugue considera normal su propuesta o costumbre y se siente incomodo con la

rutina del otro. El terapeuta debe tener una flexibilidad de los distintos planteamientos,

independiente de sus costumbres personales. Los desacuerdos son menos complicados si el

marco de la familia de origen tiene varios referentes. Cuando las parejas o conyugues viven

juntos sin un conocimiento suficiente presentan más dificultades (Campo, op.cit. Medina,

Laso y Hernández, 2014).

Cada pareja puede presentar dificultades en aspectos diversos, para

facilitar su evaluación hemos clasificado estos desacuerdos en diez

grandes áreas: Manejo del espacio y del tiempo/ Tareas

Domésticas/ Relación con familias de origen/ Sociabilidad/ Ámbito

laboral/ Hijos/ Economía/ Ocio/ Enfermedad/ Valores y Creencias

(Campo y Linares, 2002, p.258).

Diferencias en torno a la comunicación y resolución de los conflictos

Las diferencias se dan cuando no pueden expresar de manera clara sus necesidades, o

cuando no escuchan atentamente lo que el otro expresa. A veces se antepone la crítica o la

descalificación en lugar de la queja. La pareja tiende a una dificultad de un buen uso de la

articulación de canales verbales y no verbales. En algunas parejas esta la idea de que el otro

sin decirlo sabe lo que el otro necesita (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).
Otro problema es cuando uno de los conyugues realiza un cuestionamiento en términos

de verdadero o falso de las emociones del otro, porque se sienten desconfirmados de lo que

dicen (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014). También se presenta una

dificultad cuando uno de los conyugues resuelve el conflicto aprovechando su habilidad

verbal para convencer a la pareja (Gottman, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014). O

bien uno de los dos expresa sus emociones de forma explosiva para que el otro ceda; o el

otro se desconecta para evitar conflictos (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).

Campo (op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014) dice que un aspecto relevante es saber

si hay rencor por infidelidades. Es importante si existe la renuncia de proyectos personales.

Desacuerdos de la definición de relación

Según Sager (op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014) cuando se une una pareja los dos

aportan un contrato no escrito pero el conflicto es cuando los dos han suscrito algo

diferente. Por lo general ocurre esto cuando los conyugues tomaron la decisión de estar

juntos por urgencias (un embarazo), por la necesidad de tener una pronta autonomía de la

familia de origen por problemas relacionales, o bien cuando no hay un suficiente

conocimiento de ambos es difícil calibrar expectativas en común (Campo, op.cit. Medina,

Laso y Hernández, 2014).

Campo (op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014) dice que en otras circunstancias se

inicia la relación con el convencimiento de que la otra persona cambiara, pero aunque se

haya contado con un permiso previo es difícil que esto ocurra; por otro lado la no

aceptación hacia el otro influye en la autoestima del conyugue; y cuando hay una
resistencia pasiva puede haber sintomatología de falta de control de impulsividad o un

abuso de sustancias.

Otro problema se hace visible en los cambios del ciclo vital que vivencia la familia,

porque hay nuevos valores que se integran en un solo conyugue por ejemplo en la etapa

adolescente de los hijos (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).

Intervención

El número de sesiones varía entre 10 y 20 según la gravedad de la problemática, suelen

ser quincenal al inicio, y espaciadas en la etapa final. Se realizan sesiones de seguimiento

después de un año que no asisten a terapia (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández,

2014).

En las primeras sesiones se debe construir una demanda adecuada y una alianza sólida

con ambos conyugues (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).

La demanda es óptima cuando los dos conyugues solicitan ayuda, hay un mejor

pronostico de la terapia por ello podrían tener una menor cantidad de sesiones. Pero por lo

general uno suele ser el más interesado (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).

En la primera sesión se abarcan los datos personales y la interrogante de cómo

decidieron hacer la consulta. En la segunda sesión se ven los modelos de crianza de cada

uno, visualizar las experiencias negativas y recursos. También se ve si la familia de origen

tiene una influencia en los problemas actuales de la pareja. En la tercera sesión se indaga en

la historia de amor de la pareja, se les solicita que la narren los dos, información de las

expectativas y los tipos de desacuerdos (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014);
preguntar cómo se conocieron por lo general favorece recuerdos positivos (Bornstein y

Bornstein, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014). Es también importante indagar el tipo

de expectativas que tenían sobre la relación, y los posibles desacuerdos ya sean por la

relación complementaria, afectividad que deseaban, o problemáticas sobre proyectos

personales (Campo, op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014).

Campo (op.cit. Medina, Laso y Hernández, 2014) refiere que en la devolución se les

debe ayudarles a entender lo que está ocurriendo y señalar que tienen tres posibilidades:

Mantener la situación del presente, cambios de los dos por una unión, o la separación. Si

uno de ellos presenta una actitud negativa o bien no tiene una demanda se le ofrece tiempo

a la persona para que tome una decisión. Y si desean trabajar en conjunto se debe orientar

hacia interacciones positivas y nuevas maneras de solución de conflictos.

Bibliografía

Medina, R., Laso, E., & Hernández, E. (2014). Pensamiento Sistémico. México: Litteris.

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