EL VIRREY TOLEDO Y EL DEBATE EN TORNO A LA LEGITIMIDAD DE
LA CONQUISTA
La incorporación de las tierras americanas a la corona española significaba un
cambio drástico para la política gubernamental de los reyes. No solo por las dificultades que conllevaba administrar territorios en ultramar sino por las nuevas relaciones que se tenían que establecer con los habitantes de estos mismos. Esto no era un tema menor porque, por un lado, no se podía obviar el hecho de que estos habitantes tenían derechos y se discutía hasta donde llegaban; sino que por otro lado, estaba el tema de la administración eficaz y eficiente del territorio y las obligaciones morales que los conquistadores entendían tener con los conquistados, como la cristianización y la educación. Llama la atención que en los debates que se realizaron en torno a la legitimidad de la conquista nunca se cuestiona el sometimiento a la autoridad del rey, o la cristianización. Ya sea que se defendieran los derechos de los indios o que se apelara a la obligación de someterlos, justificando la violencia; siempre se argumentaba sobre la base de la autoridad real y la necesidad de la evangelización. Las Casas y Sepúlveda, Vives y Palacios Rubios establecieron sus argumentos desde el dominio legítimo. Ahora bien, esto se explica por el paradigma cultural y religioso en el que se realizan estos debates. Hecha esta aclaración -por cruel que parezca en nuestro contexto moderno- el discurso del Virrey Francisco de Toledo encaja perfectamente en este paradigma. Designado Virrey del Perú en un contexto especialmente complejo, ya que a pesar de las enormes posibilidades económicas que el territorio ofrecía, estas no eran aprovechadas por la corona. Toledo se reconoce como un representante del rey y vela por sus intereses, tanto desde lo económico como desde lo religioso y moral. El Virrey está consciente de la tarea que tiene por delante y no descuida su labor de cristianización, pero un problema se le presenta y es la dispersión de los indios. Es imposible evangelizarlos porque no viven todos juntos, así que establece un sistema de reducciones. El procedimiento es cruel y para Toledo los indígenas no son más que idólatras y sus ritos deben ser eliminados, pero está resolviendo un problema de manera práctica. Su objetivo era la cristianización de los indígenas y se llevaría a cabo de una u otra forma. Entonces, en el discurso del Virrey Toledo podemos encontrar mucho de lo que los pensadores españoles veían en los indígenas: atraso, idolatría, barbarie, pensamiento irracional y necesidad de dominio. Pero esto no lo pone del todo en contra del discurso lascasiano ya que el objetivo de fondo es el mismo y tanto el político como el religioso considerarían que estaban sirviendo fielmente a los intereses de la corona y aun de la Iglesia. Por ello en el análisis de estos discursos, si bien podemos simpatizar con una postura, por considerar que se ajusta más a nuestro pensamiento moderno, por ejemplo, en las consideraciones de los derechos de los indígenas, no es menos cierto que aún ellos justificaban la dominación. Por lo tanto, no es conveniente emitir juicios de valor acerca de las conductas o discursos de los protagonistas de la conquista ya que estos responden al pensamiento de la época. De seguro tanto Las Casas como Toledo no cuestionaban su propio actuar y cada uno afirmaba estar realizando la labor que le correspondía de la mejor forma que podía.