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Instituto de Estudios Universitarios

MARCO ECONÓMICO ACTUAL


Actividad #4. Analizar las consecuencias que ha tenido la aplicación del Modelo
Industrial Exportador (MIE) en México.

Docente: Dra. Rocío Bocanegra Guzmán

Alumno: Jesús Cruz Díaz

Matricula: 96810 26 de Febrero del 2018


Grupo I006
Instrucciones:
1. Lee detenidamente el siguiente planteamiento:

México ha invertido más de tres décadas en la aplicación del modelo industrial exportador
(MIE), el cual no ha contribuido al crecimiento económico ni al incremento de los niveles de
bienestar de la población, por el contrario, han exacerbado los niveles de concentración de la
actividad industrial, de pérdida sistemática de los niveles salariales y de una muy marcada
desarticulación de las cadenas productivas y de valor, lo que ha propiciado una mayor
dependencia con el exterior, especialmente con los Estados Unidos.

2. Con base en lo anterior, elabora una breve reflexión sobre la necesidad de realizar
un análisis retrospectivo y prospectivo crítico, que permita la construcción de
alternativas de política industrial y económica para fomentar la inversión y revertir los
efectos nocivos del MIE.

Antes de que se aplicara el MIE en nuestro país, el modelo de Sustitución de


Importaciones (ISI) por sus siglas en inglés imperaba en varios países de América Latina.
A partir de fronteras cerradas se gestaron periodos importantes de estabilidad y
crecimiento (Blecker, 2010).

Al término de la vigencia de este tipo de modelo económico, entro en vigencia el MIE


(Modelo Industrial Exportador) que a pesar de tener más de 30 años de aplicarse, no ha
traído ningún beneficio para el país. Carlos Canfield Rivera y Omar Jiménez Sandoval,
profesores del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Instituto
Tecnológico de Monterrey campus Estado de México, señalan que ese modelo no ha
podido frenar la pérdida del poder adquisitivo que experimenta el salario desde la
década de los setenta.

Tampoco las reformas asociadas al Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) han tenido el impacto deseado en cuanto a la convergencia salarial entre México
y Estados Unidos.
Si bien el MIE pretendía recuperar el crecimiento en México, sus resultados distan de lo
esperado. El promedio de crecimiento del PIB en el periodo 1994-2004 fue de apenas 2.76%
y de solo 2.54% para el periodo 2004-2011, ambas cifras muy por debajo de lo que se
pretendía con las reformas estructurales iniciadas en la segunda mitad de la década de los
años 80, y lejos de la convergencia económica prevista por el TLCAN es sus inicios. Se
muestra en la siguiente gráfica:

Gráfica: Crecimiento porcentual del PIB. Países miembros del TLCAN (19994-2012)

La apuesta del gobierno mexicano al crecimiento derivado del dinamismo del sector externo
no consideró las características del aparato productivo nacional. Del análisis del comercio
exterior mexicano se observa que el componente importado de nuestras exportaciones
fluctúa entre 80 y 90% de su valor, por lo que el saldo remanente se restringe prácticamente
a la derrama salarial y el consumo de algunos bienes y servicios no-comerciales (Marquez
2007).
Mientras que en 1980 el salario manufacturero en México representaba 39 por ciento de las
percepciones pagadas en el vecino del norte, en 2007 sólo fue de 17 por ciento.

Los especialistas advierten que los salarios de los mexicanos son 53 por ciento menos
que los de Estados Unidos hace 30 años.

En el estudio Consolidación del mercado interior, la última llamada para México frente al
siglo XXI, Omar Jiménez y Carlos Canfield puntualizan que el país ha ocupado 30 años
en la aplicación del MIE, que se construye a partir de patrones de especialización
productiva, escasa profundización tecnológica y desintegración de la producción nacional.

Bajo ese esquema y con una mayor inversión en la mano de obra, según la teoría, el
país generará una espiral virtuosa de incrementos salariales, poder adquisitivo,
fortalecimiento del mercado interno, crecimiento y, consecuentemente, bienestar para
toda la población.

Realidad

Sin embargo, la realidad contradijo a la teoría, porque las remuneraciones al trabajo no


crecieron, lo que se confirma con la pérdida de 75 por ciento del poder adquisitivo de los
mini salarios de 1976 a 2010.

Esa pérdida no sólo ha representado una reducción real del bienestar de las familias,
sino también una pérdida efectiva de la demanda agregada de bienes y servicios con las
respectivas oportunidades de inversión.

Tanto la aplicación del modelo industrial exportador como la firma del TLCAN han
generado un importante deterioro del entorno laboral mexicano, el cual hoy se
caracteriza por mayor desocupación, informalidad, sobre calificación y mala calidad de
los empleos generados.

Esta "situación que en su conjunto ha producido una exclusión social, ya que la


precarización del trabajo ha contribuido a polarizar a la población, donde una mitad se rige
por relaciones salariales y la otra se encuentra relegada del mercado".
En su análisis, Canfield Rivera y Jiménez Sandoval plantean que el gobierno y el sector
privado deben darse cuenta de que el consumo representa una gran oportunidad para
reestablecer el aparato productivo interno, ya que 86 por ciento del gasto privado se
destina a la compra de bienes de origen nacional.

Consideran que en el país aún hay márgenes de maniobra para mejorar las
percepciones salariales. Por principio, una mayor racionalización de los gastos de
gobierno y un sacrificio en las utilidades coadyuvarían a detonar el mercado interno a
partir de incrementos en los salarios reales pagados en los sectores público y privado.

La política de cambio estructural (apertura al exterior, liberalización de mercados internos y


privatización de la economía) y la estabilización macroeconómica se consideraron en los
noventa como la estrategia de transición adecuada para promover un crecimiento eficiente y
competitivo de las empresas y la economía, tanto de México como de América Latina.

La lógica del modelo es muy simple: la apertura al exterior permitiría que la competencia
internacional obligue a las empresas a ser competitivas y el mecanismo de precios de
mercado favorecerá una asignación más eficiente de recursos y un patrón de
especialización en el comercio internacional basado en las ventajas competitivas (mano
de obra) que genere un modelo industrial exportador como motor de crecimiento
económicos sostenido en un marco de baja inflación (estabilidad de precios).

Si bien México hizo acuerdos con el TLC, la competitividad no se alcanzó debido a la falta
de enfoque de competitividad sistémica integral en toda la economía. El MIE es dinámico,
aunque con bajo poder de arrastre porque esta desarticulado y concentrado en un solo
mercado, hay pocas empresas y es de baja tributación. La razón fundamental es que se
ha basado en una ventaja competitiva de mano de obra barata, importaciones también
baratas y aranceles bajo por el TLC, lo cual da competitividad temporal, pero presenta
límites al futuro que se sintetiza en la siguiente formula:

Mano de obra barata + importaciones baratas + aranceles bajos = competitividad temporal.


Actualmente México se enfrenta a una paradoja de la competitividad, ya que a pesar de
ser uno de los países más abiertos al mantener acuerdos económicos con 31 países de
tres continentes, la baja competitividad del país la ubica en el lugar 43 de 59.

El modelo funcionó durante 4 décadas, la economía creció y la industria alcanzo una


fase superior, pero el modelo se agotó en 1976 y tuvo una crisis en 1982, por las
siguientes razones:

 La sobreprotección excesiva, permanente e indiscriminada, lo que generó


un sesgo anti exportador
 La sobrerregulación de los mercados dio lugar a monopolios, oligopolios
e ineficiencia en la asignación de recursos
 El fomento fue general, indiscriminado y permanente, generando
empresas poco competitivas en escala internacional.

El sistema se basó en 3 pilares fundamentales:

1. La apertura comercial y financiera y la inversión extranjera


2. La liberación de los mercados internos
3. Una política de fomento industrial pasiva “la mejor política industrial es la que
no existe”

Por todo lo anterior, la política macroeconómica afecta de manera directa al sector


productivo y externo de la economía, por lo que no es suficiente una macroeconomía con
estabilidad de precios para generar un crecimiento competitivo con equilibrio externo. Es
necesario avanzar en una etapa de la industrialización exportadora como la articulación
de cadenas productivas que disminuyan el coeficiente de importaciones y generen un
proceso de sustitución competitivo de importaciones esto permitiría relajar la restricción
de la brecha externa al crecimiento.
Una de las propuestas para mejorar el panorama económico es la estrategia de
industrialización abierta tridimensional (IAT) basada en tres pivotes:

El exportador, El de la sustitución competitiva de importaciones y el endógeno.


Estos 3 impulsores han creado la híper competencia global, en donde los países han
tenido que abrir sus economías para participar en los mercados internacionales, al tiempo
que defienden sus mercados internos. Esto ha generado un nuevo paradigma: la
competitividad sistémica: empresa-industria-gobierno-país.

La nueva economía mundial y de los negocios se caracteriza por la globalización de los


mercados, la era de la información, del conocimiento y del cambio continuo, rápido e
incierto y por otro lado tenemos la vieja economía que se basaba en la producción
masiva estandarizada, es decir, en economías de escala de producción y mínimo costos
en un mercado interno con una red de distribución física. El mercadeo se sustentaba en
el producto uniforme y estandarizado, el ciclo del producto era largo el precio se daba
por el costo de la unidad más el margen de utilidad.

Sin embargo, la apertura de México y la paradoja de la competitividad se explican porque el


país carece de un enfoque integral de competitividad sistémica que encare de manera eficaz
la globalización y las brechas del desarrollo. Por ello es necesario instrumentar un paradigma
alternativo de la competitividad de las naciones ante la globalización (más allá de la apertura
y la macroestabilización): un modelo de competitividad sistémica para el desarrollo con tres
pilares fundamentales, con un enfoque denominado ICOP en este trabajo: 1) la estrategia de
crecimiento equilibrado con ambos motores: el externo y el interno; 2) la estrategia de
industrialización tridimensional apoyada en los pivotes exportador, de sustitución competitiva
de importaciones y endógeno de crecimiento, y 3) la política de competitividad sistémica
basada en los seis niveles y los diez capitales: nivel microeconómico (empresas), con los
capitales empresarial y laboral; nivel mesoeconómico (cadenas empresariales,
conglomerados productivos y polos regionales) y capitales organizacional, logístico e
intelectual; nivel macroeconómico (competitividad cambiaria, financiera y fiscal, demanda
plena y sostenida) y el capital macroeconómico; nivel internacional (fomento de las
exportaciones y programa activo y preventivo ante prácticas de competencia desleal y de
contrabando) con el capital comercial; nivel institucional, con los capitales institucional y
gubernamental (gobierno con calidad: promoción y fomento de los servicios públicos y estado
de derecho) y, por último, el sistema político-social (desarrollo social integral y estabilidad
política), con el capital social.
BIBLIOGRAFÍA

 Isabel Becerril. (2010). Fracasa el modelo industrial exportador del país. 25 de


junio 2015, de Universidad Nacional Autónoma de México Sitio web:
http://biblioteca.iiec.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=114
28&Ite mid=146

 http://idic.mx/wp-
content/uploads/2014/09/LosLimitesAlCrecimiento_1erEd_DrJoseRomero_978-
607-462-577-6.pdf

 http://www.fimpes.org.mx/index.php/revista-fimpes

 Rene Villareal y Roció Ramos de Villareal. (Septiembre 2001). La apertura de


México y la paradoja de la competitividad: hacia un modelo de competitividad
sistémica. 27 de junio del 2015, de Bancomext Sitio web:
http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/32/2/villa0901.pdf

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