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México ha invertido más de tres décadas en la aplicación del modelo industrial exportador
(MIE), el cual no ha contribuido al crecimiento económico ni al incremento de los niveles de
bienestar de la población, por el contrario, han exacerbado los niveles de concentración de la
actividad industrial, de pérdida sistemática de los niveles salariales y de una muy marcada
desarticulación de las cadenas productivas y de valor, lo que ha propiciado una mayor
dependencia con el exterior, especialmente con los Estados Unidos.
2. Con base en lo anterior, elabora una breve reflexión sobre la necesidad de realizar
un análisis retrospectivo y prospectivo crítico, que permita la construcción de
alternativas de política industrial y económica para fomentar la inversión y revertir los
efectos nocivos del MIE.
Tampoco las reformas asociadas al Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) han tenido el impacto deseado en cuanto a la convergencia salarial entre México
y Estados Unidos.
Si bien el MIE pretendía recuperar el crecimiento en México, sus resultados distan de lo
esperado. El promedio de crecimiento del PIB en el periodo 1994-2004 fue de apenas 2.76%
y de solo 2.54% para el periodo 2004-2011, ambas cifras muy por debajo de lo que se
pretendía con las reformas estructurales iniciadas en la segunda mitad de la década de los
años 80, y lejos de la convergencia económica prevista por el TLCAN es sus inicios. Se
muestra en la siguiente gráfica:
Gráfica: Crecimiento porcentual del PIB. Países miembros del TLCAN (19994-2012)
La apuesta del gobierno mexicano al crecimiento derivado del dinamismo del sector externo
no consideró las características del aparato productivo nacional. Del análisis del comercio
exterior mexicano se observa que el componente importado de nuestras exportaciones
fluctúa entre 80 y 90% de su valor, por lo que el saldo remanente se restringe prácticamente
a la derrama salarial y el consumo de algunos bienes y servicios no-comerciales (Marquez
2007).
Mientras que en 1980 el salario manufacturero en México representaba 39 por ciento de las
percepciones pagadas en el vecino del norte, en 2007 sólo fue de 17 por ciento.
Los especialistas advierten que los salarios de los mexicanos son 53 por ciento menos
que los de Estados Unidos hace 30 años.
En el estudio Consolidación del mercado interior, la última llamada para México frente al
siglo XXI, Omar Jiménez y Carlos Canfield puntualizan que el país ha ocupado 30 años
en la aplicación del MIE, que se construye a partir de patrones de especialización
productiva, escasa profundización tecnológica y desintegración de la producción nacional.
Bajo ese esquema y con una mayor inversión en la mano de obra, según la teoría, el
país generará una espiral virtuosa de incrementos salariales, poder adquisitivo,
fortalecimiento del mercado interno, crecimiento y, consecuentemente, bienestar para
toda la población.
Realidad
Esa pérdida no sólo ha representado una reducción real del bienestar de las familias,
sino también una pérdida efectiva de la demanda agregada de bienes y servicios con las
respectivas oportunidades de inversión.
Tanto la aplicación del modelo industrial exportador como la firma del TLCAN han
generado un importante deterioro del entorno laboral mexicano, el cual hoy se
caracteriza por mayor desocupación, informalidad, sobre calificación y mala calidad de
los empleos generados.
Consideran que en el país aún hay márgenes de maniobra para mejorar las
percepciones salariales. Por principio, una mayor racionalización de los gastos de
gobierno y un sacrificio en las utilidades coadyuvarían a detonar el mercado interno a
partir de incrementos en los salarios reales pagados en los sectores público y privado.
La lógica del modelo es muy simple: la apertura al exterior permitiría que la competencia
internacional obligue a las empresas a ser competitivas y el mecanismo de precios de
mercado favorecerá una asignación más eficiente de recursos y un patrón de
especialización en el comercio internacional basado en las ventajas competitivas (mano
de obra) que genere un modelo industrial exportador como motor de crecimiento
económicos sostenido en un marco de baja inflación (estabilidad de precios).
Si bien México hizo acuerdos con el TLC, la competitividad no se alcanzó debido a la falta
de enfoque de competitividad sistémica integral en toda la economía. El MIE es dinámico,
aunque con bajo poder de arrastre porque esta desarticulado y concentrado en un solo
mercado, hay pocas empresas y es de baja tributación. La razón fundamental es que se
ha basado en una ventaja competitiva de mano de obra barata, importaciones también
baratas y aranceles bajo por el TLC, lo cual da competitividad temporal, pero presenta
límites al futuro que se sintetiza en la siguiente formula:
http://idic.mx/wp-
content/uploads/2014/09/LosLimitesAlCrecimiento_1erEd_DrJoseRomero_978-
607-462-577-6.pdf
http://www.fimpes.org.mx/index.php/revista-fimpes