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Kenneth Delgado Santa Gadea

EVALUACIÓN EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Unidad de Post Grado de la Facultad de Educación


de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Tercera edición:
Lima, 2008.

© Kenneth Delgado Santa Gadea.


© Unidad de Post Grado de la Facultad de Educación
de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Serie:
Textos de la Maestría en Educación.

Edición:
Elena Soto Loayza.

UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS


FACULTAD DE EDUCACIÓN
UNIDAD DE POST GRADO

Rector : Dr. Luis Izquierdo Vásquez


Decano : Dr. Carlos Barriga Hernández
Director de la UPG : Dr. Elías Mejía Mejía
Comité Directivo de la UPG : Dra. Elsa Barrientos Jiménez
Dr. Kenneth Delgado Santa Gadea
Mg. Rubén Mesía Maraví

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ÍNDICE

Introducción 004

Guía de estudio 005

Capítulo I: Evaluando la evaluación


1. Una mirada a nuestra cultura evaluadora 007
2. La calidad de la educación 013
3. El campo de la evaluación 023

Capítulo II: Del proceso al producto


1. Niveles y etapas de la evaluación 029
2. Análisis categorial del aprendizaje 036
3. Procedimientos, técnicas e instrumentos 046

Capítulo III: Evaluación de logros


1. Competencias y logros del aprendizaje 062
2. Planeamiento de la evaluación 073
3. Diseño y elaboración de instrumentos 086

Capítulo IV: Evaluación docente y curricular


1. Evaluación del ejercicio profesional docente 102
2. Evaluación del profesorado y del currículo 106
3. Evaluación institucional y acreditación 112

Preparación del informe de evaluación 116

Anexo
Patología general de la evaluación educativa
Miguel Santos 119

Bibliografía 141

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INTRODUCCIÓN

En la Unidad de Post Grado de la Facultad de Educación de la UNMSM, hemos decidido


efectuar importantes cambios o innovaciones en la concepción y práctica educativas, con
el propósito de ofrecer a los estudiantes una formación académica más exigente, que les
posibilite mayores oportunidades para desenvolverse exitosamente en un mundo laboral
cada vez más competitivo y, en este sentido, puedan desempeñarse con mayor idoneidad.

Por eso, con este texto, el autor pretende ofrecer un material que sirva para el desarrollo
de conocimientos, habilidades y actitudes, en la perspectiva de una autoformación
permanente de los estudiantes. De este modo, esperamos contribuir a una mejor
formación académica de los maestristas en ciencias de la educación, de acuerdo a nuestro
tiempo y entorno social.

Abordar la realidad y problemática de la evaluación educacional en general, y de la


Educación Superior en particular, nos obliga a reflexionar acerca de la situación de crisis
de la educación y la sociedad en su conjunto. Esto se ha confirmado con los resultados
internacionales, provenientes de la aplicación de la Prueba Internacional Pisa. Se le dice
PISA por corresponder a “Program International Students Assessment” o, traducido al
español, “Programa Internacional de Valoración de Estudiantes”. Como se puede
observar, se prefiere decir “assessment” en lugar de evaluation, o “valoración” en vez de
evaluación.

El estudio, a cargo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico


(OCDE), comparó el desempeño escolar en 15 países de ingresos medios con el de los
países desarrollados, ubicando a Chile en el lugar 36 entre los 41 que rindieron el examen.
Cuba no estuvo considerado en la muestra.

El autor se complace en presentar este manual, con el propósito de hacer del mismo un
texto muy práctico que oriente el desarrollo de las asignaturas que correspondan a la
modalidad semipresencial. El texto aborda, en el capítulo I, los aspectos teóricos
fundamentales para comprender cabalmente el proceso de evaluación, como una
valoración del trabajo educativo que comparten los estudiantes con los profesores.

Asimismo, en los capítulos II y III, hay varias propuestas para la ejecución del proceso
evaluativo, la preparación de itemes, la evaluación del comportamiento, y la evaluación del
grupo expositor. Mientras, en el capítulo IV, se profundiza en lo instrumental.
Finalmente, este texto presenta una guía para elaborar el informe final de evaluación, para
que los estudiantes sean concientes del sentido de la evaluación, más allá del simple acto
administrativo de colocar notas o calificaciones.

KENNETH DELGADO SANTA GADEA

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GUÍA DE ESTUDIO

OBJETIVO GENERAL

• Producir y aplicar diversas técnicas e instrumentos de evaluación sobre el proceso


educativo en el nivel de la educación superior.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

• Motivar el desarrollo de experiencias de aprendizaje colaborativo.

• Identificar los niveles, las etapas y los procedimientos en la evaluación educacional.

• Reconocer categorías y dominios de aprendizaje.

• Planear el proceso de evaluación educativa.

• Diseñar y aplicar pruebas o instrumentos de evaluación.

• Investigar algunos problemas de evaluación educacional.

PAUTAS PARA LOS TRABAJOS DE APLICACIÓN

• Este texto será utilizado como material de apoyo importante para el desarrollo de la
asignatura en la modalidad semipresencial. Es indispensable estudiarlo de una manera
sistemática y ordenada, siguiendo las indicaciones del docente, para efectuar la
reflexión individual, el debate y, cuando corresponda, para efectuar diversos ejercicios
y trabajos de aplicación o investigación.

• Además de la lectura comprensiva se desarrollarán actividades aplicativas. Para ello


deberán organizarse grupos de hasta seis integrantes cada uno. Es indispensable que,
desde el comienzo del curso, los maestristas puedan observar y analizar la práctica de
programación de sílabos y de evaluación del aprendizaje que ejecuten los docentes.
Esto es necesario para desarrollar el sentido crítico al respecto y plantear opciones que
sean alternativas.

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• El aprendizaje de esta asignatura implica una comprensión de la problemática de la
evaluación educacional en toda su extensión: evaluación del estudiante, evaluación de
la práctica docente y evaluación curricular, que deberá ser investigada en grupos.

• Además de la práctica investigativa mencionada líneas arriba, los estudiantes tendrán la


oportunidad de programar un sílabo y diseñar el plan de evaluación correspondiente,
hasta la preparación de una prueba o instrumento, además de su aplicación y el
consiguiente análisis e interpretación de los resultados.

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CAPÍTULO I

EVALUANDO LA EVALUACIÓN

1. UNA MIRADA A NUESTRA CULTURA EVALUADORA

OBJETIVOS

• Identificar las características principales de nuestra cultura evaluadora.

• Discriminar los conceptos de evaluación y medición.

Cuando hablamos de cultura evaluadora nos estamos refiriendo a los hábitos, las ideas,
las creencias y los valores que expresamos en relación a la acción evaluadora. No
solamente debemos pensar en prueba o examen.

Sin embargo, mucha gente no posee una visión amplia sobre la evaluación. Al contrario,
reducen la problemática de la evaluación educacional a un asunto de rendimiento, no la
comprenden de una manera integral. Y la evaluación del rendimiento es limitada a la
preparación y aplicación de pruebas. Pero es más, este acto se limita todavía más si lo
asumimos como un simple acto de tipo administrativo que consiste en poner notas o
calificativos. Por eso decimos que es preciso reflexionar sobre el asunto de fondo: en la
necesidad de impulsar una nueva cultura evaluadora.

Renovar la cultura evaluadora implica reconceptualizar los hábitos y las ideas que hemos
ido desarrollando individual y socialmente en torno al hecho de evaluar que
lamentablemente, reiteramos, la redujo solamente a un simple proceso administrativo de
asignar calificativos o notas a resultados del aprendizaje sin tomar en cuenta los procesos
que llevaron hacia ellos.

Se trata, entonces, de asumir que la evaluación es realmente una valoración o apreciación,


donde la persona que está aprendiendo es más importante que la calificación de su
rendimiento.

Actualmente, a propósito de esta renovación de la cultura evaluadora, es frecuente


hallarnos frente a tres puntos de incomprensión y controversia. Nos referimos a las
relaciones entre evaluación formativa-evaluación sumativa, evaluación cuantitativa-
evaluación cualitativa y la evaluación por norma frente a la evaluación por criterio.

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Veamos cada una de esas controversias o puntos de disenso. La evaluación formativa se
caracteriza por motivar positivamente y facilitar el aprendizaje de los estudiantes al mismo
tiempo que otorga oportunidades al docente para mejorar su proceso de enseñanza.
También sirve para valorar el esfuerzo de los estudiantes por aprender, ofreciéndoles
oportunidad de retroalimentación de la información. Sin embargo, debemos advertir que
muchos de los docentes no la aplican adecuadamente porque están habituados, por
ejemplo, a utilizar los promedios para evaluar el aprendizaje, con lo cual se desanaturaliza
el sentido de la evaluación.

Otro asunto de controversia es la pretendida oposición entre evaluación cuantitativa y


evaluación cualitativa, al confundir el concepto de evaluar con el uso de escalas numéricas
para calificar y, además, al identificar el concepto de escala con la vigesimal, como si no
existieran otras.

Finalmente, y no por ello menos importante, está la escasa difusión que hay sobre la
evaluación por criterio frente a la masiva y ciega aplicación de la evaluación por norma.

Vale decir, la controversia entre evaluación flexible de acuerdo a logros de aprendizaje,


frente a una evaluación de carácter rígido que solamente pone atención al punto crítico
que separa los puntajes de quienes resulten aprobados de los que desaprueben.

Es importante que hagamos un breve análisis sobre la cultura evaluadora ya existente.


¿Qué ideas y qué prácticas equivocadas existen al respecto? Veamos algunas, unas diez
que son fáciles de identificar. Ustedes, los que llevan este curso por Educación a
Distancia, podrían seguramente encontrar una o más.

1. Existe una confusión entre los conceptos de medición y evaluación

Esta es una confusión muy frecuente. Se utilizan como si fueran sinónimos, cuando
realmente no significan lo mismo; medir es asignar un valor numérico, es cuantificar las
dimensiones de algo o, en caso del rendimiento, a la perfomance de los estudiantes de
acuerdo a determinados parámetros.

Evaluar, en cambio, es una valoración o apreciación que puede basarse o no en un acto


previo de medición. Así, por ejemplo, si mido una silla podría saber la altura del asiento
con relación a una mesa y entonces afirmar que está bien o no. Algo similar diremos con
relación a una carpeta o cualquier otro objeto.

Pero también puedo decir que un estudiante me parece destacado por ser muy
responsable, generoso, con iniciativa, etc. sin haberle tomado una prueba o examen
formal. En este caso estamos valorando sin haber medido.

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2. Improvisación cuando se preparan las pruebas

Por lo general las pruebas o exámenes no son preparados con la debida anticipación. No
es extraño que algunos docentes recién piensen en las preguntas durante el trayecto de su
domicilio al centro educativo o, inclusive, en la misma aula pidiendo el cuaderno de
alguno de los estudiantes. Esto es más frecuente en el caso de las pruebas de ensayo.

Se desconoce o no hay la costumbre de efectuar un planeamiento cuidadoso de las


pruebas ni tampoco suele prepararse un banco de preguntas a iniciativa personal. Las
veces que existe es porque fue solicitado a nivel de la institución en la que se trabaja.

3. Desconexión con logros de aprendizaje

Un error muy frecuente, relacionado con el anterior, es el de preparar pruebas sin tomar en
cuenta los objetivos o las capacidades y actitudes que se hayan programado. Lo que se hace
varias veces es pensar en los contenidos o temas pero no en los logros de aprendizaje.

El problema es que los contenidos no están, ni pueden estar, expresados como


indicadores de aprendizaje. Para eso existen los objetivos o las capacidades de aprendizaje
y, entonces, cuando los profesores pretenden hacer la evaluación dando a conocer
determinados temarios, están sugiriendo una improvisación ya que no puede hacerse nada
realmente si no contamos con los objetivos o las capacidades de aprendizaje y actitudes
que deseamos logren los estudiantes.

Sin embargo, en las programaciones se consideran objetivos o capacidades de aprendizaje,


los cuales quedan sin utilización. En este sentido, se formulan aquellos logros de
aprendizaje solamente para cumplir con un requerimiento de tipo administrativo, sin una
previsión realmente práctica.

4. Hay solamente heteroevaluación

Normalmente los procesos de evaluación están circunscritos a la iniciativa de los


docentes. No suele considerarse la evaluación que cada estudiante efectúa sobre su propio
proceso de aprendizaje, o la interevaluación que es la que se hacen los estudiantes entre sí
o de ellos hacia el docente.

Además de estos tres procesos, existen también la paraevaluación o análisis y valoración


del programa educativo y la metaevaluación, que es una evaluación de la evaluación. Es
decir, la evaluación del planeamiento, de los criterios, procedimientos, técnicas e
instrumentos de evaluación. En otras palabras, la metaevaluación es una evaluación de la
evaluación.

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5. No existe evaluación formativa

Primeramente no hay claridad conceptual acerca de la evaluación formativa. Unos la


interpretan como “evaluación sin notas” o evaluación referencial sin relación alguna con
la evaluación sumativa, que sería la verdadera y/o más importante.

No faltan aquellos que traducen la palabra “formativa” como lo actitudinal, los valores o,
propiamente, lo que es formativo del estudiante. No es así.

Otros, entre los que me incluyo, consideramos que la evaluación formativa es la más
importante porque consiste en el acompañamiento del estudiante en el proceso de
aprendizaje para ayudarlo a superar sus errores y reforzar sus aciertos. Al mismo tiempo
ayuda al docente para revisar su propia labor y hacer reajustes al programa curricular que
se esté ejecutando.

Lo más importante es aplicar la evaluación formativa. Dejarla de lado es dar toda la


preferencia a la evaluación de los resultados finales; es decir, a la que es evaluación
sumativa o confirmatoria, que solamente sirve para emitir los certificados o constancias de
haber aprobado un determinado proceso educativo.

6. Los promedios como evaluación sumativa

Pensemos en el siguiente caso. Al aplicarse tres pruebas sucesivas de comprensión lectora,


un niño obtiene 06, 10 y 14; si calculamos el promedio obtendría 10 y, por tanto, quedará
desaprobado no obstante haber logrado ya una comprensión lectora satisfactoria.

Con la aplicación de los promedios recortamos al estudiante el derecho a equivocarse. La


prueba, cualquiera que sea, se convierte en una amenaza de desaprobación y la aplicación
de varias pruebas no toman en cuenta el avance o progreso del estudiante, sino las veces
en que comete errores. Y cada error, o la suma de ellos, se expresa en la nota final sin
tomar en consideración el esfuerzo desplegado.

Lo preocupante es que el concepto de “promedio” está muy arraigado en la conciencia


colectiva; no se percibe el proceso de aprendizaje como un avance acumulativo de
información, habilidades, destrezas y actitudes, sino como un promedio parcial o final.
Sin embargo, el aprendizaje implica un progreso y el avance no siempre es lineal; al
contrario, puede existir algún estancamiento y tal vez un retroceso, lo importante debe ser
estimular para el avance sostenido hacia los logros o metas de aprendizaje.

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7. Uso arbitrario de las escalas de calificación

A lo largo de muchos años se ha venido aplicando la escala o el sistema de calificación


vigesimal. Esta práctica estuvo respaldada por una norma: la Ley General de Educación
23384, del año 1982, que ya sabemos ha sido reemplazada por la 28044, del año 2003. En
la Ley de 1982 existe un artículo, el 91, que disponía el uso de la escala de calificación
vigesimal; en la nueva ley esta precisión ya no existe y, en consecuencia, hay mayor
libertad para la aplicación de las escalas.

Sucede que socialmente nos hemos acostumbrado a la escala vigesimal, pero son muchos
los docentes que no la utilizan en toda su extensión. Es decir, hay profesores que, por
ejemplo, ponen “15” como máxima nota; para esos docentes el 15 no vale “15” sino
“20”. De otro lado, también hay una amplia costumbre de considerar el “05” como nota
mínima. ¿Qué quiere decir esto? Que un estudiante puede no responder nada en una
prueba pero obtendrá la nota “05” por el simple hecho de haber estado presente.

Si quisiéramos ser realmente justos y equitativos, habría que aumentar “05” a todos los
estudiantes y, en esa circunstancia, podría suceder que quien haya logrado “10” termine
con “15”, como resultado de la adición ya planteada. Es una situación absurda pero
evidentemente posible en la situación que estamos presentando.

Pero además, cuando se utiliza la escala literal (A, B, C…) se había dispuesto la traducción
de las actas a la escala vigesimal, para no estar en contra de lo que se decía en la Ley
General de Educación anterior (23384). Felizmente que el año pasado, la Resolución
Ministerial 0309 indica que ya no es necesario preocuparse en hacer ese tipo de
conversiones.

Pero el mismo Ministerio de Educación no tiene claridad en relación a la escala que


debiera utilizarse. La R. M. 0048-2005, que aprueba la Directiva para el año escolar 2005,
establece escalas de calificación diferenciadas según sea el nivel educativo: literal en
Educación Inicial y Educación Primaria, pero numérico vigesimal en el caso de Educación
Secundaria. ¿Por qué esa diferencia?

8. Subjetividad al calificar

Junto a la arbitrariedad en la concepción y uso de la escala vigesimal, está la marcada


subjetividad del acto de calificar. Ésta es, obviamente, otra forma en que arbitrariamente
se pretende ejecutar una evaluación.

Esto tiene que ver con la base comparativa para que se pueda decidir la atribución de los
puntajes en cada una de las pruebas aplicadas. En el caso de una prueba de tipo objetivo

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no queda dudas en relación a la necesidad de usar una clave de respuestas; ésta es la base
de comparación y servirá para efectuar la calificación.

¿Pero qué sucede cuando estamos usando una prueba de ensayo, es decir en el caso de
una prueba tipo cuestionario con preguntas abiertas? Sucede que, por lo general, no existe
la iniciativa de preparar una clave de corrección. La base de comparación está en la cabeza
del presunto evaluador que está calificando cada una de las pruebas. Y, evidentemente, la
subjetividad se impone con facilidad pues no hay modelos de respuesta ni criterios claros
para determinar la atribución de los puntajes.

Esto es muy notorio en la calificación de productos de aprendizaje tales como las


monografías o los informes de investigación, casos en los cuales el profesor suele poner
una nota solamente mirando la carátula del trabajo que se presentó. Esta es la evaluación
que se conoce también como “juicio de expertos”.

9. Los roles de exámenes

Como todos sabemos se llama rol de exámenes a la programación de pruebas escritas, por
lo general de frecuencia mensual o bimensual. Esta es una práctica muy arraigada, sobre
todo en el caso de las instituciones educativas particulares, para condicionar el pago de las
pensiones por concepto de enseñanza.

El rol de exámenes condiciona negativamente el ritmo de aprendizaje de los estudiantes y


distorsiona el funcionamiento del proceso educativo y la evaluación, haciendo que ésta sea
de aplicación periódica y no permanente o continua.

Pero además, reduce el concepto de evaluación a la simple aplicación de una prueba o


examen escrito, como si todo aprendizaje pudiera evaluarse mediante ese procedimiento.

La presencia de los roles de exámenes dividen el tiempo educativo en dos partes: época de
clases y época de exámenes, esta última con sobrecarga de tareas, de notas y estrés para
profesores y estudiantes.

10. Sólo vale la evocación

Finalmente, un defecto constante en la elaboración de las pruebas es el de dar mayor


importancia al saber de memoria; es decir, a recordar nombres, fechas, clasificaciones,
nombres de teorías, etc.

Posiblemente abundan este tipo de pruebas porque son relativamente fáciles de hacer y
pueden sacarnos del apuro cuando no hemos planificado la evaluación. Y, de otro lado,

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también abundan estas preguntas porque hay la tendencia a enseñar con una perspectiva
enciclopédica: demasiada información que está no sólo desorganizada sino dispersa. Ante
esta situación la única alternativa está en memorizar.

Las preguntas que solamente piden recordar información son habituales en el caso de las
pruebas objetivas y las de ensayo, en todos los niveles del sistema educativo.

ACTIVIDADES

• Tomando en cuenta los diez errores que hemos presentado aquí, ¿Cuáles considera
que serían los más graves? ¿Por qué?

• ¿Hay alguno que no ha sido mencionado? ¿Cuál?

• ¿Qué debería de hacerse para cambiar la cultura evaluadora que actualmente


predomina en nuestra sociedad?

2. LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN

OBJETIVOS

• Explicar el significado o sentido de la expresión “calidad educativa”.

• Valorar los indicadores de calidad propuestos.

• Opinar sobre la posición del Banco Mundial en relación a la Educación.

Por una invitación de la Universidad de Buenos Aires, tuve oportunidad de participar


con una ponencia en el Congreso Internacional “Educación, Crisis y Utopías”. El
certamen fue organizado de manera conjunta por el Departamento de Ciencias de la
Educación y el Instituto de Investigaciones Educativas de la Facultad de Filosofía y
Letras, del 23 al 27 de julio de 1996.

Ha sido muy provechosa la experiencia, tanto por la dinámica de los intercambios


humanos y profesionales entre expertos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, México,
España, Panamá y Perú, presentes en el evento, como por la amplísima divulgación de
fresca y nutrida producción de libros y revistas.

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Uno de los asuntos que concentró la mayor atención de los asistentes fue el de “calidad
educativa”. Los estudios en torno a ello, que se realizan en América Latina, suelen
referirse a tres ámbitos o sectores: el aula o sala de clases, la escuela frente a la comunidad
local y la escuela en relación a la sociedad.

En lo concerniente a la escuela-aula, se asume que la calidad educativa debe estar en


función del logro de los objetivos, mediante determinados indicadores. En tal sentido, el
mejoramiento de la calidad educativa es un problema que se relaciona con el de la
tecnología educativa necesaria para optimizar los procesos educativos.

Cuando se aborda la perspectiva escuela-comunidad, interesa que los estudiantes puedan


alcanzar diversos aprendizajes que respondan a sus necesidades y a las de la comunidad.
Se ha cuestionado con mucha razón que en nuestra región (Latinoamérica), la educación
haya tomado como referencia los sistemas educativos de Europa y Estados Unidos, sin
lograr eficacia en mejorar la calidad educativa. De ahí que sea necesario poner atención a
las raíces de nuestra cultura, trabajando con el concepto de “cultura popular”, para así
recuperar la identidad colectiva de nuestros países, al valorar o revalorar los rasgos
culturales que nos sean propios y evitar la imposición de una cultura ajena.

En cuanto a la relación escuela-sociedad, se toma en consideración lo macrosocial. Se


evalúa la calidad educativa en relación a los efectos de la educación sobre el sistema
económico además de su impacto en la movilidad y estructura social.

Mejorar la calidad de la educación se vincula tanto con la disminución del fracaso escolar
como con la capacitación para acceder al mercado de trabajo. La creciente preocupación
por la calidad educativa en el Perú, y América Latina en general, nos obliga a pensar en los
problemas de la creciente inequidad y discriminación frente a los beneficios de la
educación. Es el caso de las comunidades nativas en nuestra amazonía, la población rural
en general y los sectores urbano marginales, añadido a una limitada participación de la
mujer, especialmente de sectores populares.

Juan Carlos Tedesco, en el contexto del Proyecto Principal de Educación para América
Latina y el Caribe,1 delimita el problema de la calidad educativa en términos de las
demandas de la sociedad contemporánea, incluyendo la actividad científica, la
democratización y recuperación de valores culturales autóctonos. En tal sentido el
mercado laboral debería tener importancia en la definición de las demandas sociales. Para
ello es indispensable actualizar o renovar constantemente la educación básica para
incorporar y retener al conjunto de la población en el sistema educativo.

1TEDESCO, J. C. La investigación educacional en relación con el proyecto principal. Lima,


OREALC, 1982.

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En síntesis, para Tedesco el mejoramiento de la calidad educativa está relacionado tanto
con la disminución del fracaso escolar como con la capacitación para acceder al mercado
de trabajo.

Tal como se manifestó en la Conferencia Mundial Educación para Todos (Tailandia,


1990) -y ratificada diez años después en Senegal, con ocasión de la Evaluación de la
Educación para Todos o EPT- la satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje es
el objetivo fundamental en la educación.

Desde mediados de la década del ochenta se realizaban acciones evaluativas en numerosos


países de la región. Es el caso de diversos modelos de pruebas nacionales para acreditar
grados académicos, como en Costa Rica, o para medir el rendimiento escolar de manera
estandarizada como sucede en Chile.

En varios eventos pedagógicos organizados por los profesores de base afiliados al


SUTEP, se fue difundiendo crecientemente el término “calidad total” a tono con la
llamada “modernidad social”, tomándolo del mundo empresarial. Es valiosa la creciente
inquietud del magisterio por elevar los niveles de su preparación, no obstante las
limitaciones económicas para aportar de manera más significativa en su trabajo diario.

Sin embargo cabe manifestar que no es necesario enfatizar la “calidad total” si no es


posible aceptar una “calidad parcial” como meta del trabajo educativo. Toda concepción
sobre calidad deberá de entenderse como total porque la calidad parcial deja de ser calidad
significa, útil y real.

Quien originalmente impulsó la expresión “calidad total” fue Edward Deming, un


estadounidense, después que por la década de los años cincuenta viajara a Japón y
observara el desarrollo vertiginoso de las empresas niponas debido a la aplicación de
innovaciones en la gestión de los procesos productivos, con amplia participación del
personal y asegurando la satisfacción del cliente. A esto se denominó “calidad total”.

En la década de los años ochenta se crea el Organismo Internacional de Normalización


(ISO, por las iniciales en inglés), que publicará a partir de 1987 unas normas
internacionales para estandarizar las técnicas y actividades que se desarrollan a fin de
lograr la calidad. Las normas ISO serie 9,000 son normas genéricas que entregan
principios aplicables en las empresas prestadoras de servicios y en las empresas
productoras o industriales. Estas son normas relativas a la gestión de la calidad Total
(TQM) y su aseguramiento, considerando el factor humano y el proceso de producción.

El ISO está considerado por institutos de normalización en más de 94 países,


representando el 95 por ciento de la producción mundial. Las normas ISO 9001 están
dirigidas a las empresas productoras o de servicios que sean aplicables al modelo de
aseguramiento de la calidad en lo relacionado al diseño, desarrollo, fabricación, instalación

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y servicio. Las que llevan el código ISO 9002 son para las empresas que requieren generar
confianza en la agregación del valor al producto o servicio y en referencia a la fabricación
e instalación.

Finalmente las normas ISO 9003 son para aquellas empresas productoras o de prestación
de servicios que no agregan valor al producto y se refieren al mantenimiento, la
inspección y la distribución mayorista.

Un término afín al de la “calidad total” es el de “reingeniería”. Este significa “comenzar


de nuevo” o “rehacer”. No basta reformar o arreglar el sistema existente para que
funcione mejor, sino abandonar procedimientos establecidos hace tiempo y examinar
desprevenidamente el trabajo que se requiere para la creación del producto o servicio.
Para Michael Hammer y James Champy, promotores del movimiento de “Reingeniería”
desde que aparece a mediados de la década de los años ochenta, aplicarla consiste en la
revisión fundamental y el rediseño radical de los procesos para alcanzar mejoras
espectaculares en aspectos críticos que inciden en el rendimiento tales como los costos,
calidad, servicio y rapidez.

En el Sector Educación se han venido introduciendo desde mediados de los años noventa
los términos de “calidad total” y “gerencia educativa”, pero no así el de “reingeniería”. No
obstante, la gestión educativa tiene mucha relación con la necesidad de hacer
“reingeniería” para lograr calidad en el trabajo educativo.

De todos modos hay que considerar que la actividad de una empresa no es similar a la de
una escuela, en la medida que se trata de entidades de diferente naturaleza e intención.

CALIDAD EDUCATIVA: ¿PROCESOS O RESULTADOS?

El diseño curricular por competencias sigue siendo algo muy discutible entre quienes
reflexionan y proponen alternativas teórico-curriculares. Hay por lo menos dos
observaciones importantes que hacer al respecto:

1. Quienes propusieron un diseño curricular por competencias pretendieron


contraponerlo con el de objetivos, argumentando que el primero es constructivista y
el segundo conductista. Sin embargo es inevitable ser conductista al programar el
aprendizaje de competencias, si se requieren indicadores de desempeño para efectuar
la evaluación.

2. El diseño curricular por competencias pone énfasis en los procesos de aprendizaje,


porque se interesa en recuperar los saberes previos y hacer con ellos unos
organizadores de avance para lograr aprendizajes significativos. Esto se conoce como
procesos didácticos no finalizados o abiertos. El diseño curricular por objetivos, en

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cambio, pone énfasis en los resultados. Esto es lo que se llama diseño curricular por
procesos didácticos finalizados o cerrados.

Ambas propuestas no deberían ser excluyentes, en la medida que todos los docentes
siempre planteamos logros de aprendizaje deseables como “metas de llegada”, para el
trabajo didáctico que hacemos.

Los logros de aprendizaje se llamaron objetivos generales (anuales o terminales), objetivos


específicos por cada unidad didáctica y objetivos inmediatos (conductuales), para cada
sesión de aprendizaje o, a veces, semana de clases. Los objetivos debían formularse en
función del estudiante y con suficiente claridad para facilitar la evaluación. Los objetivos
podían corresponder a los dominios cognitivo (conocimiento), afectivo (actitudes y
valores) y psicomotriz (destrezas).

Según la teoría de los procesos didácticos no finalizados o abiertos, lo que más interesa
del trabajo educativo son los procesos de aprendizaje, antes que los resultados del mismo.
Los logros de aprendizaje se llaman competencias (de un alcance mayor: varios años), que
a su vez comprende las capacidades (de un alcance menor, de hasta un año), las actitudes
(de alcance variable) y los indicadores, para identificar con mayor precisión los resultados
que se esperan alcanzar.

Las competencias tienen tres componentes (conceptual o declarativo, actitudinal y


procedimental), pero en varios documentos del Ministerio de Educación para los niveles
Inicial, Primaria o Secundaria, están redactados de tal forma que no llevan esos tres
componentes sino dos o, a veces, solamente uno. De otro lado, el componente
conceptual se entendió como una simple lista de contenidos teóricos, asumiendo que
todo lo concerniente a las habilidades (manejo de la información) correspondería a lo
procedimental y no debe ser así. La habilidad de explicar o la de clasificar
(conceptualización o concepto definido), por ejemplo, tienen una connotación teórica y
no implican habilidad práctica.

El enfoque basado en procesos didácticos no finalizados dificulta el planeamiento de la


evaluación del aprendizaje y hace más compleja la programación curricular, cuando se
consideran a las actividades como “objetivos expresivos”, por ejemplo. No debiéramos
rechazar a rajatabla la programación por objetivos, pues en caso se trabajara con niñas o
niños con dificultades o lento aprendizaje, la propuesta de procesos didácticos finalizados
o cerrados no sólo sería la mejor, sino la única alternativa para programar y evaluar.

Debería plantearse una programación curricular por logros de aprendizaje, a partir del
modelo de programación por procesos finalizados (objetivos), lo cual no significa
abandonar el concepto de competencia sino, más bien, reorientarlo. Para esto hay que
replantear el actual significado curricular de competencia dándole su verdadero lugar,
ligándolo al mundo laboral y como un logro complejo que abarcaría un amplio conjunto

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de objetivos terminales o generales, al finalizar la Educación Secundaria, la Técnico-
Productiva y la Superior.

Es necesario pensar y debatir estos cambios. Toda reforma toma su tiempo y tengamos
en cuenta que esta programación se comprende mejor que la clásica programación por
competencias, que muchas veces fue confusa e inmanejable.

INDICADORES DE CALIDAD EDUCATIVA

Los estudios en torno a calidad educativa realizados en América Latina suelen referirse al
nivel escuela-aula o sala de clases, al nivel escuela-comunidad y al nivel escuela-sociedad.

La calidad constituye un criterio que de manera similar a eficiencia o efectividad, se utiliza


para evaluar ciertas características de procesos y logros de programas o sistemas
educativos, haciendo comparación. Así, se dirá que un sistema educativo es de calidad
luego de comparar, admitiendo ciertos matices de baja, media o alta calidad.

A veces se identifica con el rendimiento y otras veces con la eficiencia externa o interna
del sistema educativo. Suele identificarse, además, con los resultados y no con todo el
desarrollo del proceso educativo.

Por mucho tiempo la calidad fue entendida solamente como opuesta a cantidad y no
factible de medición, sino limitada a simple apreciación subjetiva. Así, paulatinamente se
comenzará a hablar de “cualidades mensurables” al referirse a figura, lugar, tiempo,
movimiento y distancia; pero se han dejado de lado otras como color, sabor, olor y
sonido.

Un investigador educacional colombiano, Ángel Facundo (1993), propone el concepto


de “necesidad social” como referencia obligada para determinar la calidad educativa.

En tal sentido, una educación es de calidad cuando sus características hacen posible
satisfacer las necesidades sociales de formación, o necesidades básicas de aprendizaje, que
se plantea en la sociedad. Por tanto una educación puede ser de calidad en determinado
tiempo y para un determinado sitio, pero eso no implica que lo sea siempre en cualquier
época y lugar. Ello dependerá de las necesidades de la sociedad a la que sirve.

Pero aunque el referente geográfico y el temporal son ineludibles, debemos precisar que
las necesidades sociales son cambiantes. Una educación que pretenda ser de calidad tiene
que ser tan dinámica como la sociedad misma; una educación de calidad debe estar acorde
con las necesidades sociales que están en movimiento. Y será necesario llegar a un
consenso en torno a esas necesidades en una sociedad y época concretas; junto a ello

18
habrá que ver la calidad en relación con la totalidad del proceso educativo y no solamente
con los resultados finales o su evaluación sumativa.

Hablar de indicadores de calidad nos obliga a pensar en los factores de calidad y los
criterios para considerar la calidad de los fines, métodos, medios, acción docente y acción
institucional.

En cuanto a los factores, tenemos cuatro: la naturaleza humana en su desarrollo


biopsicosocial, los intereses que expresan la política de las instituciones, la relación entre
el estudio-aprendizaje y la cultura popular y, cuarto, la indispensable relación democrática
entre educadores y educandos. Los cuatro factores confluyen al proceso de búsqueda de
calidad en el servicio educativo.

De manera general podríamos decir que los criterios básicos para determinar, por
ejemplo, la calidad de los fines serán aquellos que identifiquen las capacidades a
desarrollar en los educandos, para lograr una visión científica de la realidad y un creciente
compromiso de participación creativa, crítica y responsable.

Asimismo, se consideraría de alta calidad cuando métodos y medios educativos


promueven sesiones de trabajo grupal y una ampliación de los círculos de comunicación,
como lo menciona Mudrik (1986), haciendo referencia a un aporte muy valioso de la
escuela de la época soviética consistente en asegurar que cada estudiante posea un círculo
bastante amplio de comunicación, integrado por coetáneos de uno y otro sexo,
muchachos menores y mayores, además de adultos diferentes a sus profesores y padres.
Que diferencia con las aulas-isla de varios centros educativos en nuestro país, que hacen
de la resta y la división una práctica cotidiana que llega al fanatismo con el enfrentamiento
de grupos estudiantiles de diversas secciones y colegios.

La calidad docente también debe apreciarse confrontando la práctica con la teoría


pedagógica. Una docencia de calidad debe coadyuvar al fortalecimiento de una red de
interacciones cognitivo-afectivas que enlace a docentes y alumnos para producir
conocimientos nuevos y resolver problemas cotidianos; además debe demostrar capacidad
crítica para adecuarse a la realidad de los educandos en el marco de un proyecto
educativo, orientado a superar los problemas o dificultades del presente.

Finalmente, en relación a los criterios para considerar la calidad de la acción institucional


sería deseable la existencia de un sistema integrado de investigación e información-
documentación, que facilite una evaluación permanente de la gestión institucional para
mejorar la previsión de los planes de trabajo y desarrollo.

Siguiendo a Pedro Lafourcade (1990), para apreciar la calidad de la educación debiéramos


recoger información confiable acerca de:

19
• Los niveles de logro que estén alcanzando los miembros de diferentes cohortes
(conjuntos o agrupaciones), que estén próximos a egresar de un determinado nivel
educativo.

• La calidad de las condiciones de trabajo educativo (infraestructura, medios, acción


docente, etc.), en relación a los objetivos y metas del proyecto educativo concreto que
se promueva en la escuela.

• Lo observado por los docentes de un nivel en relación con la preparación adquirida


por los alumnos procedentes del nivel educativo anterior.

• Lo que perciben los empleadores o directivos de instituciones acerca de la capacidad


de quienes egresan de la educación superior o de la educación ocupacional.

Además de lo anterior interesaría averiguar si el sistema educativo ha sistematizado


información y la ha diseminado para su análisis, discusión y toma de decisiones.

También si el centro educativo promueve investigaciones y ensayos tanto en las aulas


como en las instancias intermedias de conducción institucional, para aumentar la calidad
de la educación a partir de la experiencia controlada. Es evidente que interesa conocer, de
otra parte, las iniciativas del Gobierno en asegurar fuentes de financiamiento para trabajos
de investigación sobre los determinantes de la calidad y propuestas de como alcanzarla.

La búsqueda de una educación de calidad se relaciona con la esperanza de alcanzarla


dentro de una sociedad superior. En este sentido, tenemos que destacar el esfuerzo
desplegado por los integrantes del Movimiento Pedagógico, quienes han venido
trabajando por una educación alternativa a la educación tradicional mediante la aplicación
de diversos proyectos educativos experimentales, caracterizados por estimular actitudes
democráticas, educación en el trabajo, sentido de identidad local-regional en diálogo
intercultural y atención integral a los niños puesto que la desnutrición es una problemática
persistente en los sectores populares, duramente golpeados por la crisis y la política
neoliberal del Gobierno actual.

Un documento del Movimiento Pedagógico (Perú) proponía algunos indicadores de


calidad por niveles. Así, en el caso de Educación Inicial considera la globalidad e
integralidad del currículo, la participación de los padres de familia, la educación
democrática y el respeto a la individualidad del niño. En Educación Primaria; la
interculturalidad, la integralidad que relacione educación-trabajo, educación-alimentación
y educación-salud; el sentido de la identidad personal, cultural y nacional, además la
interrelación de la escuela con las instituciones de la comunidad.

20
En cuanto a Secundaria, se ha planteado la calidad partiendo de la identificación de
solamente dos categorías que son: sujetos de la educación y currículo. Para “sujetos”, hay
diecisiete indicadores en el caso del educando y catorce para el educador. De otra parte, el
currículo se considera en cuanto a programación, evaluación, materiales e infraestructura.

Se aprecia a lo largo del documento -en esta parte- que se ha trabajado en paralelo.
Entendemos que falta una organización y sistematización mayor de los indicadores de
calidad, que son el resultado de una creación colectiva a propósito de un Taller Nacional
de Educadores que se realizó entre el 29 de agosto y el 1º de setiembre del año l993. Hay
varios indicadores comunes a los tres niveles, que deben de remarcarse:

• El comportamiento democrático en las relaciones profesor-alumno y alumno-alumno,


por ejemplo.

• La consideración o respeto por la personalidad del niño, por su curiosidad y


movimiento.

• La articulación entre los niveles, para que no sean compartimentos estancos,

• La interrelación escuela-comunidad para hacer posible una integralidad de la


educación, vinculándola con salud y alimentación además de empresa y trabajo.

• El trabajo en equipo al interior de las aulas y entre los docentes, generando redes o
amplios círculos de comunicación.

• Integración y correlación de asignaturas, para una apreciación global e integral del


currículo.

• Que los educadores tengan notable autoestima y valoración de su trabajo.

• Utilización de la evaluación integral de la acción educativa, como autoevaluación


individual y grupal además de la heteroevaluación. Esta última con diversidad de
técnicas: la observación directa, pruebas grupales o de discusión, pruebas prácticas y
sociométricas, en relación al perfil y los objetivos, prefiriendo la apreciación
individualizada y cualitativa a la simple percepción masiva y cuantitativa.

21
DETRÁS DEL MITO DE LA CALIDAD

En agosto de 1998 Foro Educativo realizó un conversatorio con sus asociados, sobre un
estudio de las propuestas del Banco Mundial para la educación. La investigación ha sido
realizada por José Luis Coraggio, economista argentino, y Rosa María Torres, educadora
ecuatoriana, que estuvieron presentes en la reunión.

El Banco Mundial ha venido sosteniendo una política favorable a la privatización de los


servicios educativos. Considera que la educación es simplemente un servicio que se
compra y se vende. En consecuencia, las escuelas no serían más que empresas gerenciadas
por sus directores y susceptibles de quebrar si les va mal.

Por eso se necesita analizar costos reduciendo al máximo los posibles gastos. Para ello se
requiere:

• Descentralizar al máximo los servicios educativos, buscando la autonomía de cada


centro o escuela.

• Precarizar la estabilidad laboral de los docentes debilitando a los sindicatos y


prefiriendo personal contratado a personal nombrado.

• Subsidiar a las familias que lo soliciten, para que no tengan limitaciones económicas al
escoger dentro de una amplia oferta de escuelas o colegios. Esto en lugar de continuar
subsidiando escuelas.

• Competir entre las escuelas poniendo en práctica diferentes proyectos educativos, que
en nuestro país tomaron el nombre de “Proyectos de Desarrollo Institucional” (PDI).
Desde el punto de vista teórico se supone que cada uno de los proyectos buscará
mayor calidad educativa, aunque en la práctica varios de ellos sean solamente copias
mal hechas de modelos-tipo que se difunden comercialmente mediante publicaciones
o consultores externos, al margen de una real participación de los profesores, padres
de familia y alumnos que debieran estar comprometidos en el proyecto. Esto significa
que la comunidad educativa, llamada a ser verdadera protagonista del proyecto, puede
quedar fuera del mismo.

La calidad educativa, según el Banco Mundial, sería nada más que la presencia de ciertos
“insumos” considerados como determinantes para lograr un aprendizaje efectivo, en la
educación primaria, de acuerdo a estudios realizados en diferentes países (BM, 1996).
Esos estudios aconsejaron un orden de prioridad para los nueve insumos: 1. bibliotecas,
2. tiempo de instrucción, 3. tareas en casa, 4. libros de texto, 5. conocimientos del
profesor, 6. experiencia docente, 7. laboratorios, 8. salario de los profesores y 9. tamaño
de la clase.

22
Como podemos observar, no son prioritarias la inversión en laboratorios o en
remuneraciones para los docentes; tampoco reducir el tamaño de la clase. Se da
preferencia, en cambio, al tiempo educativo sea mediante alargue del año escolar o
flexibilizando horarios y disponiendo tareas para la casa.

Asimismo, se prefiere recomendar que se deje en libertad a las empresas editoriales que
quieran producir y distribuir libros de texto, subordinando a los profesores al uso de ellos
y convirtiéndolos en simples pasadores de hojas. Recordemos que acá, en el Perú, una
editorial llegó a la audacia de convocar en enero del año anterior (1997) a un congreso
pedagógico internacional, al margen del auspicio de alguna universidad o gremio de
docentes. Es evidente que las intenciones han sido solamente comerciales.

ACTIVIDADES

• ¿Cuáles serían los factores principales que pueden caracterizar a una educación de
buena calidad? ¿Por qué?

• ¿Por qué decimos que el Banco Mundial ha difundido un mito en torno a la calidad de
la educación?

• ¿Qué debería hacerse para alcanzar mejor calidad educativa al interior de un centro o
institución educativa? ¿Por qué?

3. EL CAMPO DE LA EVALUACIÓN

OBJETIVOS

• Identificar el ámbito de la evaluación como campo de estudio.

• Discriminar los conceptos de evaluación educativa y educacional.

El estudio de la evaluación constituye uno de los asuntos que son materia de


preocupación para las ciencias pedagógicas. Los otros son la teoría curricular, la didáctica
o teoría general de la enseñanza, la orientación educacional y la gestión o administración
de los servicios educativos.

En 1937, el profesor francés Henri Piéron propuso el nombre de docimología a la


disciplina dedicada al estudio sistemático de las pruebas pedagógicas o comúnmente
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

23
llamadas exámenes, a partir de las comparaciones sobre sistemas de calificación entre
diversos examinadores, para apreciar el aprendizaje de los estudiantes.

El año 1958, con ocasión de un certamen internacional de educación celebrado en


Hamburgo, Alemania, con auspicios de la UNESCO, en torno a una investigación sobre
el uso de los exámenes en varios países, el término “docimología” será ampliamente
difundido entre científicos y profesionales de la educación en todo el mundo.

El campo de la evaluación se fortaleció más durante esa década de los años cincuenta,
cuando se difunde y consolida la propuesta de evaluar por objetivos. El modelo de
evaluación por objetivos surge con Tyler a fines de la década de los años cuarenta y
desarrolla mucho más algún tiempo después con Roberto Mager, durante los años
cincuenta.

Es verdad que la base teórica conductista propició una atomización de los contenidos,
pero al mismo tiempo le agregó una exagerada orientación resultadista. Aunque es
necesario precisar que la evaluación por objetivos no implica necesariamente un interés
exclusivo o prioritario por la evocación de contenidos. Que algunos lo hayan hecho no
nos debería llevar a una generalización.

Es evidente que el dominio de los contenidos no debe ser solamente teórico ni limitarse a
la simple evocación sino también a lo aplicativo, práctico o procedimental y que esto
requiere la propuesta de técnicas e instrumentos adecuados. Sin embargo, la naturaleza de
las técnicas e instrumentos de evaluación, el uso de situaciones reales, el empleo de una
evaluación formativa, etc. tienen que ver con la manera en que se va a evaluar y no
cuestiona el uso de indicadores o resultados de los aprendizajes.

Asumo que toda evaluación, sea en procesos educativos presenciales o a distancia, implica
una valoración; un juicio de valor sobre la persona que aprende y no solamente sobre los
resultados sino -principalmente- sobre los procesos de aprendizaje. Pero no debemos ir al
otro extremo, propuesto por las opciones de evaluación etnográfica, iluminativa y otras,
que sólo se interesan por los procesos de aprendizaje y satanizan la atención por
los resultados, considerando que esto sería buscar solamente el eficientismo, por estar
algo así como “contaminados” por una percepción positivista que se sustenta en el
conductismo o neoconductismo, con su intención resultadista.

El profesor belga Gilbert De Ladsheere (Universidad de Lieja), recientemente fallecido,


ha sido uno de los difusores de la docimología en el mundo. Él la define como una ciencia
cuyo objeto es el estudio sistemático de las pruebas, incluyendo los sistemas de
calificación y el comportamiento de los examinadores y examinados.

En sus inicios la docimología se limitaba a someter a experimentación la falta de


confiabilidad y validez de los exámenes. Más adelante ha venido investigando sobre

24
métodos y técnicas para mejorar el diseño de las pruebas y los medios para asegurar que
haya justicia en el proceso de evaluación educativa.

Consideramos que es importante estudiar los efectos inhibidores o bloqueadores y


estimulantes de las distintas alternativas de pruebas o instrumentos de evaluación, las
reacciones de los estudiantes y las consecuencias de la opinión de los profesores sobre los
estudiantes, en la calidad del trabajo educativo. Asimismo, en la actualidad, los efectos de
los procesos automatizados de calificación, la evaluación grupal o interevaluación y la
autoevaluación.

Todo lo anterior entra en el ámbito de la docimología y sus dos ramas: la docimástica,


encargada del estudio del diseño y aplicación de pruebas o exámenes en general y la
doxología, para el estudio de los aspectos comportamentales implícitos entre los
evaluadores y evaluandos.2

Francia y Bélgica son los países donde se han realizado con mayor intensidad trabajos de
investigación docimológica. Destacan las publicaciones de J. Guillaumin y Anna Bonboir
en París y los trabajos de Gilbert De Landsheere en Lieja y Bruselas, con la colaboración
de Roger de Bal y Jean Paquay-Beckers.

INVESTIGACIONES

Es un hecho fácil de constatar que en el campo de la educación se han hecho menos


investigaciones que en otros campos. La complejidad, la dinámica y el
multicondicionamiento del fenómeno educacional, así como lo difícil de medir los
resultados explica en gran medida por que el fenómeno educativo, es menos veces el
objeto de la investigación.

Parece que la investigación pedagógica se ha orientado con preferencia hacia el estudio de


la didáctica, mediante la cual las variables son más factibles de aislar y enfocar en las
investigaciones. Pero no es tan normal que la separación entre la educación y la
instrucción se mantenga. Es necesario que la investigación enfoque estas dos categorías de
manera unitaria ya que así es como se manifiestan.

Se habla sobre la investigación interdisciplinaria, la investigación básica y aplicada, el


enfoque sistémico del proceso educacional y la necesidad de aproximar la investigación
pedagógica a los requisitos de la enseñanza, pero no se ha hecho mucho en este sentido.

2 DE LANDSHEERE, Gilbert. Evaluación continua y exámenes. Buenos Aires, El Ateneo, 1973.

25
La integración de la investigación, la docencia y la producción es un principio esencial de
nuestra labor docente y hace muy poco ha empezado a impulsar la investigación científica
en diferentes campos. Es tiempo que en la investigación pedagógica se dé un avance
significativo también, que se ofrezcan a la práctica soluciones verificadas, que sirvan para
acelerar el proceso en el campo educacional y social. En este sentido, la Educación a
Distancia y, dentro de ella, la incorporación de las nuevas tecnologías de información y
comunicación han ayudado mucho para avanzar. La teleformación o el e-learning y el uso
que en algunos estudios presenciales se hace del acceso a internet a generado el blended-
learning o b-learning (aprendizaje mezclado).

Se han sugerido, por diferentes autores, modalidades concretas de colaboración y cierta


división del trabajo en el campo de la investigación. Así planteaban que los educadores
podrían investigar un problema pedagógico en el ámbito de su asignatura o escuela en que
trabaja, el profesor universitario en el ámbito de la región y el investigador especialista en
el ámbito de país o inclusive en el ámbito internacional. Por supuesto que una división de
este tipo de las tareas, zonas o asignaturas, por niveles o campos es un tanto forzada y
poco razonable.

Lo cierto es que todos los que se comprometen en la investigación pedagógica tienen que
partir de algunas ideas comunes, desde el punto de partida especifico en la investigación
desde el campo de la educación, el carácter interdisciplinario de la misma, el enfoque
sistémico y ofrecer soluciones verificadas y aplicables.

Las vías del perfeccionamiento de la actividad educacional son múltiples y variadas, pero
ninguna puede ignorar la investigación científica. La experiencia individual representa una
gran fuente de perfeccionamiento de la actividad de educación, pero no puede ya
satisfacer las exigencias actuales del perfeccionamiento. El experimento, la organización
de ensayos pilotos, la constitución de estudios interdisciplinarios y alguna investigación-
acción se hacen indispensables.

La pedagogía experimental ha demostrado su eficiencia sin la posibilidad de que sea


refutada. Aunque no se puede responder a todas las esferas, se ha demostrado que donde
se ha aplicado correctamente ha ofrecido soluciones válidas y operativas: contenido,
metodología, docimología. El hecho de que se hable y escriba sobre proyectos
experimentales internacionales, investigaciones interdisciplinarias e innovaciones en
diferentes campos de la pedagogía constituye una prueba de lo que afirmamos.

Es conocido el hecho de que el experimento sea más complejo en la educación que en


otros campos, pero nadie ha negado su utilidad, sólo han demostrado sus deficiencias
relacionados con la dirección de la investigación. El experimento es mucho más difícil en
el campo de las ciencias pedagógicas, pero por eso mismo nunca ha dejado de ser tan
necesario.

26
La investigación científica psicopedagógica puede llegar a ser un instrumental clave o
fundamental del perfeccionamiento de la actividad educativa, en cuanto a la orientación, el
contenido, la metodología y el marco organizativo o de gestión.

Se hace cada vez más importante orientar la investigación hacia los problemas
prioritarios, los asuntos fundamentales que condicionan el éxito del trabajo educativo.
Semejantes problemas son, por ejemplo, los referentes a la calidad de los egresados,
donde son más necesarios, la educación de los estudiantes en el espíritu del trabajo, el
aprendizaje de habilidades y el destino ocupacional o laboral, etc. Y en esto investigar
sobre la evaluación del proceso educativo es indispensable.

Con respecto al contenido de la investigación hay que tener presente que esta debe cubrir
los principales sectores de la actividad educacional, se trata por una parte, de los aspectos
del contenido de la enseñanza que se ofrece a la investigación y por otra parte con el
contenido de la investigación relativo a la formación de las varias componentes del perfil
del egresado en los diferentes niveles del sistema educativo. Los problemas educativos
ocuparán su lugar merecido y la investigación no se limitará a temas menores, estrechos y
no eficientes, sino que también enfocará el sistema, su estructura, la tecnología y la
eficiencia de los modelos de gestión educativa.

EVALUACIÓN EDUCATIVA

Cuando decimos evaluación educativa, estamos aludiendo solamente a la evaluación del


estudiante, a la evaluación del aprendizaje, pero cuando decimos Evaluación Educacional,
nos estamos refiriendo a la Evaluación de todo el sistema educativo en su conjunto. En
consecuencia, estamos hablando de investigaciones que no se limiten a la evaluación del
aprendizaje sino que vayan más allá y comprendan al docente, al programa educativo y la
gestión de los modelos educativos.

La metodología de la investigación debe incluir todo lo que la pedagogía y la psicología


han adquirido en los últimos años, al darle un carácter operativo, moderno y dinámico a
cualquier investigación. La visión cibernética, sistemática y modular se combina con los
medios tradicionales y el procesamiento de los resultados de la investigación se beneficia
de los métodos estadísticos, aumentando de esta forma la validez de las conclusiones. Sin
exagerar el valor de los procesamientos matemáticos no podemos ser indiferentes con los
procedimientos que hayan probado su valor y eficiencia.

Sin embargo, también es posible recurrir a los estudios de carácter cualitativo, que ha sido
manejado principalmente por los investigadores de Antropología y Psicología Social. Son
los estudios etnográficos que recogen el contexto sociocultural en el cual se desarrollan
los hechos o fenómenos investigados.

27
El carácter interdisciplinario de la investigación, imprime una nota activa a las mismas y
hace del experimento el apoyo principal de cualquier investigación, incluyendo por
supuesto los campos de la educación.

En cuanto al marco organizativo debería generalizarse la idea de hacer de las aulas el


principal laboratorio para las investigaciones pedagógicas y la mayoría de las docentes
jóvenes deberían de ser movilizados en tales investigaciones. Se trata de crear las
condiciones adecuadas para que la investigación se desarrolle con éxito, en la organización
de los equipos docentes al interior de cada centro educativo, la coordinación, la aplicación
de los resultados y otros. Pueden vincularse a esto organizaciones estudiantiles, políticas
que en una acción dirigida y coordenada podrían brindar mucho mas apoyo a la actividad
educacional.

La participación de los profesores en las experiencias organizadas y comparadas con otras,


puede impulsar un progreso constante en la educación más aún si se ha declarado en
emergencia al sector educación. De cualquier forma, tal hecho mantendría vivo el espíritu
de investigación y perfeccionamiento entre los cuadros docentes.

Se debe establecer en cada centro un plan realista de investigación pedagógica que se


pueda controlar, realizando periódicamente encuentros para intercambio de experiencias
entre los diferentes centros. Solamente así los intentos y las búsquedas podrían ser
sustituidas por una actividad organizada y sostenida en el tiempo, capaz de contribuir a la
obtención de calidad en el trabajo educativo.

ACTIVIDADES

• ¿Es lo mismo decir evaluación educativa y evaluación educacional? ¿Por qué?

• ¿Podría decirse que el ámbito de la docimología es el campo de la evaluación educativa


o del aprendizaje?

• ¿Qué problemas relativos a la evaluación educativa son de urgente solución? ¿Por


qué?

28
CAPÍTULO II

DEL PROCESO AL PRODUCTO

1. NIVELES Y ETAPAS DE EVALUACIÓN

OBJETIVOS

• Reconocer los niveles evaluativos.

• Discriminar las etapas o fases del proceso de evaluación educativa.

NIVELES EVALUATIVOS

La evaluación valora críticamente los logros de la acción educativa y los factores que
influyen en ella. Para esto recoge información sobre el proceso educativo antes, durante y
después de su desarrollo, con la finalidad de mejorarlo y ayudar en el aprendizaje de los
estudiantes. Es decir, evaluar el aprendizaje significa valorar a la persona y el esfuerzo
que haga por aprender.

Cuando hablamos de evaluación del estudiante, podemos diferenciar hasta cuatro niveles
evaluativos.

1. Nivel de reacciones

Corresponde a la valoración de las reacciones de los alumnos en el curso, en términos de


actitudes u opiniones acerca del profesor, utilidad e importancia que se atribuye a la
asignatura, partes que podrían cambiarse, etc.

Es una lástima que este nivel evaluativo casi sea desconocido entre docentes y
estudiantes, en los diversos niveles y modalidades del sistema educativo. También hay
prejuicios, particularmente en la universidades, porque se considera que al tomarlo en
cuenta se promueve la “tacha” contra ciertos docentes por razones políticas, cuando
justamente sería la garantía de evitar ese tipo de tachas o censuras, que son manipuladas
con facilidad antidemocrática, no precisamente contra la mediocridad académica.

La información sobre las reacciones del estudiante pueden recogerse durante el proceso
educativo o después de la evaluación sumativa. Los educadores experimentados y

29
sensitivos obtendrán bastante información si inspiran suficiente confianza, observan y
escuchan a los alumnos.

Sin embargo, en determinadas circunstancias será necesario utilizar cuestionarios


sociométricos, con escalas graduadas para recoger las opiniones al terminar una clase o al
finalizar un curso. Son escalas de diferencial semántico.

En estos cuestionarios se pide a cada uno de los estudiantes que pongan un aspa o
marca en una escala de cinco puntos. Por ejemplo, un modelo de escala graduada
podría ser así:

Ha encontrado esta clase:

Muy mal hecha 1 2 3 4 5 Muy bien hecha

Durante el curso:

He aprendido muy 1 2 3 4 5 He aprendido muchas


pocas cosas nuevas cosas

Como puede apreciarse, marcar el 5 indica mayor satisfacción. Sin embargo, hay otras
cuestiones o reactivos en que el punto intermedio es el óptimo. Veamos:

Intervención de los estudiantes:

Muy poca 1 2 3 4 5 Demasiada

Tiempo utilizado:

Muy corto 1 2 3 4 5 Demasiado largo

La información obtenida puede analizarse fácilmente y divulgarse entre los estudiantes


para ser objeto de discusión con el profesor.

Los cuestionarios sobre reacciones inmediatas son de mucha utilidad para decidir
acerca del desarrollo de una asignatura con ocasión de una nueva programación, o
cuando se está haciendo la ejecución curricular. Por lo general el momento en que se

30
obtiene realimentación sobre las reacciones de los estudiantes es al finalizar el programa
educativo anual o semestral según corresponda, pero tal vez no sea el momento más
oportuno si se producen situaciones de desafección entre docentes y alumnos al
comienzo o a mediados del desarrollo de la asignatura.

De todas maneras queda a criterio del personal responsable de las acciones de


supervisión, determinar la oportunidad y frecuencia del proceso de evaluación de
reacciones. En todo caso es responsabilidad directa de cada profesor para su propia
seguridad y como saludable ejercicio democrático al conceder a los estudiantes otra
alternativa de evaluación, que complemente a la heteroevaluación y que, podríamos decir,
forma parte de una estrategia de autointerevaluación.

2. Nivel de aprendizaje

Es el más conocido y muchas veces el único nivel evaluativo que suele considerarse. Sirve
para obtener información acerca del logro de los objetivos de aprendizaje durante el
proceso educativo y al finalizar el mismo.

En este nivel interesa el incremento y modificación de conocimientos, habilidades,


actitudes y destrezas en todos y cada uno de los estudiantes. Para ello se utilizan diversas
pruebas o exámenes y otro tipo de instrumentos, cuyo planeamiento y aplicación
trataremos después.

3. Nivel de aplicación laboral

Este nivel evaluativo en realidad sólo correspondería a los programas de capacitación o


educación ocupacional,3 aunque también serían aplicables a los de actualización y
perfeccionamiento, si hablamos de educación superior o universitaria. En este nivel se
recoge información acerca de si los estudiantes han aplicado o no su aprendizaje en la
forma de cambios de conducta en el trabajo. También se le denomina evaluación de
resultados inmediatos.

Para esto se requiere que los evaluadores se involucren activamente ellos mismos, hasta
donde sea posible, en la situación laboral de los participantes. Sólo así podrían obtener
datos primarios acerca del comportamiento laboral.

3 KIRPATRICK, D. L. “Techniques for evaluating training programs”. En: HAMBLIN, A. C.


Evaluación de la capacitación. England, School of Anagement - Bath University of Technology, 1972,
mimeo.

31
En el caso de trabajos manuales, cuyos componentes de conocimiento y destrezas han
sido identificados claramente, se puede evaluar con relativa facilidad empleando una guía
de observación. Pero si se trata de un trabajo administrativo o intelectual, la evaluación
se hace más difícil de realizar.

La dificultad puede superarse a condición de fijar claramente los criterios de evaluación,


de acuerdo a los objetivos que se consideraron en el proceso educativo correspondiente.
Además de la guía de observación pueden utilizarse diarios personales donde cada
participante registra diariamente sus propias actividades, muchas veces usando un
formulario donde basta marcar en determinada columna a intervalos de media hora o
de una hora. También considera detalles o especificaciones de la actividad realizada.

Otra técnica a considerar es la apreciación de parte de los superiores, pero procurando


descripciones concretas o específicas de comportamiento en el trabajo como, por
ejemplo: ¿Puede usted especificar algunos casos en que él demostró mejoramiento en sus
conocimientos, habilidades o actitudes?

4. Nivel de funcionamiento o de impacto

Se recoge información para evaluar las consecuencias del comportamiento laboral en la


productividad de la empresa o en la eficiencia de la organización o institución en que
trabaja el participante. Esto también se conoce como evaluación de impacto o de
resultados finales, diferenciándolo de los niveles anteriores.

La evaluación del nivel de funcionamiento se hace basándose en indicadores e índices de


rentabilidad. Se trata de medir determinados aspectos de la incidencia que tiene el
aprendizaje del participante sobre la productividad o eficiencia de empresa, o en una
parte de la misma. Esto podría reflejarse en las tasas de ausentismo o de apatía laboral.

Se puede usar cualquier índice de funcionamiento que se relacione con los objetivos del
proceso de capacitación y una vez que se aísla el efecto de la capacitación sobre el
funcionamiento de la empresa, es un paso relativamente sencillo valorar el costo-
beneficio resultante de la capacitación.

La dificultad fundamental estará en determinar hasta que punto los cambios


producidos son resultados de la capacitación y no de otros factores. Si se han definido
con precisión los objetivos del proceso de capacitación es posible la evaluación adecuada
en este nivel.

Sería muy interesante, también, que los estudios de maestría y doctorado consideraran
la aplicabilidad de los niveles de conducta laboral y funcionamiento o impacto; de esa
manera se aseguraría una mejor evaluación de los mismos. Lamentablemente no

32
tenemos investigaciones sobre estos niveles evaluativos en los estudios universitarios
de pregrado o en lo concerniente a los estudios de postgrado: maestría y doctorado.

En el caso específico de cursos de educación ocupacional (técnico productiva), podría


contarse con un grupo de control que no reciba capacitación pero que sea, con respecto a
los demás factores, similar al grupo de participantes. Se puede, entonces, comparar los
cambios en el grupo de control y de esta manera aislar los efectos de la capacitación. Sin
embargo hay que reconocer la existencia de dificultades prácticas para construir
adecuados grupos de control en el ambiente real de una empresa industrial, agropecuaria
o de servicios.

Tenemos que admitir, no obstante, que donde no exista un grupo de control habrá
siempre un elemento de subjetividad al suponer que los cambios observables son
resultado de la capacitación recibida y no de otros factores que se han producido
simultáneamente. Mientras mejor se diseñe la evaluación, interrelacionado los objetivos
con los cambios finales que son esperados en situaciones reales de desenvolvimiento
laboral, habrá mayores posibilidades de reducir los elementos conjeturales y la
subjetividad.

Reiteramos que la evaluación consiste en obtener y seleccionar información sobre el


proceso y los efectos del trabajo educativo. El valor de esa información está determinado
por la utilidad que presta a las personas que la reciben. Aplicar los cuatro niveles
evaluativos a plenitud en cualquier centro o institución educativa puede ser costoso y
demandar mucho tiempo; asimismo, pueden producir efectos colaterales imprevistos e
indeseables incluso.

Por eso consideramos indispensable la concertación entre las instituciones educativas y el


mundo de la empresa, para que mediante convenios4 se prevea la aplicación y uso de los
datos de la evaluación. Indudablemente que esto corresponderá a una vinculación entre
educación y empresa, particularmente en el caso de la educación superior para la
investigación, la transferencia de tecnología y las prácticas pre-profesionales.

ETAPAS DE LA EVALUACIÓN

Podemos considerar tres fases o etapas de evaluación: la evaluación inicial, que


comprende a la evaluación de contexto y evaluación diagnóstica; la evaluación de proceso
o evaluación formativa y la evaluación de resultados o evaluación confirmatoria.

4 El Foro Educativo y el IPAE han venido propiciando el acercamiento y la colaboración entre el

sistema educativo y la empresa. Hubieron dos encuentros nacionales por la educación, que fueron
convocados por el Foro Educativo en abril de 1993 y mayo de 1994, en las instalaciones del IPAE,
San Miguel, Lima.

33
1. Evaluación inicial o diagnóstica

Cuando nos hacemos cargo de algún curso, debemos pensar en su posible desarrollo o
ejecución. Esto implica preparar una programación curricular que se plasma y divulga
mediante el sílabo. Prepararlo constituye una tarea fundamental en la educación superior
pero no suele serlo en la escuela de educación básica (primaria- secundaria), cuando
debiera hacerse también.

Para planear el desarrollo del curso debemos de averiguar las necesidades educativas y
características del alumnado con el cual se va a trabajar, además de tomar previsiones
acerca de los medios necesarios para la ejecución curricular. A esto se llama evaluación de
contexto.

La evaluación inicial comprende también a la evaluación diagnóstica, que puede ser de


entrada o de prerrequisitos. Es de entrada cuando exploramos los aprendizajes que
presenta el estudiante en relación a lo que se espera logre en el curso que vamos a
enseñar, permitiéndonos comparar posteriormente sus condiciones de ingreso, con las
que presente a la salida de la asignatura o curso.

Se llama evaluación de prerrequisitos cuando averiguamos los aprendizajes previos que


presenta el estudiante y que juzgamos son indispensables para llevar el curso, de tal
manera que al constatarse la carencia de conocimientos o habilidades esenciales, debiera
replantearse la programación curricular o -quizás en algunos casos- organizar un
programa preliminar de duración variable, para cubrir esos prerrequisitos.

Esto sería particularmente imprescindible en el aprendizaje de la matemática, por ejemplo,


sea cual fuere el nivel o modalidad del sistema educativo.

Notemos que no da lo mismo decir evaluación de entrada que decir evaluación de


prerrequisitos, aunque varias veces se les confunde en la medida que son evaluaciones
tipo diagnóstico y es que en las pruebas de entrada suelen utilizarse tanto las preguntas o
reactivos para averiguar prerrequisitos, como las que corresponden estrictamente a una
evaluación de entrada.

Para la evaluación diagnóstica también pueden emplearse pruebas psicopedagógicas (test


de inteligencia o de personalidad, por ejemplo), análisis del rendimiento en cursos
anteriores, informes de profesores, encuestas y observación. Lo mejor es siempre el
contacto directo con el grupo de estudiantes mediante entrevistas y/o alguna
oportunidad de generar discusiones en grupos pequeños para una posterior puesta en
común.

34
2. Evaluación de proceso

Es la aplicación sistemática de procedimientos e instrumentos para seguir, acompañar y


controlar el aprendizaje del estudiante, con el propósito de revisar el desarrollo del
proceso educativo para orientar a los alumnos en el momento oportuno y ayudarlos a
superar errores.

La evaluación de proceso, por ello, también se denomina evaluación formativa o


progresiva. Al revisar su propio trabajo y reajustar el desarrollo del proceso educativo, los
docentes tiene la oportunidad de retroalimentar el aprendizaje de los estudiantes.

Una de las mayores dificultades en la aplicación de las evaluaciones formativas, es la falta


de habilidad en muchos docentes para utilizarlas dada la tendencia a calificar y clasificar a
los estudiantes. La evaluación formativa no consiste en poner notas, pero tampoco
prescinde de ellas; lo ideal es interrelacionar la evaluación de proceso con la evaluación
de resultados o evaluación sumativa.

Dicho de otro modo, la evaluación de proceso puede ser cuantitativa o cualitativa pero se
caracteriza por ser siempre de tipo provisional, modificable, de acuerdo al avance de los
aprendizajes.

3. Evaluación de resultados

Como su nombre lo dice, es la evaluación final o evaluación sumativa que se expresa en


calificativos al término del proceso educativo, con fines de certificación.

La evaluación de resultados se relaciona con tres niveles evaluativos, tal como se


manifestó anteriormente; con el de aprendizaje (resultados inmediatos), con el
comportamiento o aplicación laboral (resultados intermedios) y con el impacto o
funcionamiento (resultados finales o de largo plazo), aunque -reiteramos- suele limitarse
exclusivamente a los resultados inmediatos.

La evaluación sumativa o de resultados debe hacerse al término del desarrollo curricular


de una asignatura, anual o semestral. En nuestro medio escolar, la evaluación sumativa se
efectúa mensual, bimestral y anualmente.

ACTIVIDADES

• ¿Cuál de los niveles evaluativos se podría considerar como el más importante? ¿Por
qué?

35
• De las tres etapas de evaluación, ¿Cuál o cuáles consideras que pueden tener una
importancia estratégica con relación al proceso educativo?

• ¿Sería lo mismo decir evaluación formativa que decir evaluación progresiva? ¿Por qué?

2. ANÁLISIS CATEGORIAL DEL APRENDIZAJE

OBJETIVOS

• Discriminar las taxonomías de aprendizaje propuestas por Bloom y Gagné

• Identificar las categorías propuestas por R. Gagné.

El aprendizaje no significa solamente participar, adquirir conceptos, hábitos, habilidades,


destrezas, actitudes y convicciones. A través del aprendizaje cada sujeto crea -a veces sin
ser plenamente consciente de ello- su propia realidad y forma de percibir las cosas.

Aprendemos para organizar y cultivar diversas facultades, cambiando nuestra capacidad


humana y desenvolvimiento en diversas circunstancias. Los cambios conductuales que
tenemos están condicionados tanto externa como internamente; cuando hablamos de
aprendizaje nos referimos a cambios no atribuibles al proceso de maduración biológica,
que son relativamente estables en el comportamiento a partir de la experiencia cotidiana
de cada persona, en interacción con el medio ambiente.

Existen varias teorías del aprendizaje, que históricamente podemos agruparlas en tres:
conductismo, psicoanálisis y cognitivismo, con diversas variantes que no corresponde
detallar aquí: conductismo clásico, neoconductismo, gestaltismo, etc. El interés por hacer
una psicología más objetiva trajo como consecuencia el surgimiento de la teoría
conductista.

Solamente aquello que es medible y observable es lo que interesa y será la posición


predominante desde fines de los años treinta (conductismo clásico) hasta el
neoconductismo de los años setenta, con Skinner.

Después, desde fines de la década de los años ochenta, ha tomado fuerza la teoría del
procesamiento de la información o psicología cognitiva, logrando una auténtica ciencia
en base a la observación científica y planteamientos susceptibles de contrastación, no
obstante que permanece en deuda con los enfoques conductista y psiconalítico para ir

36
más allá de los procesos cognitivos racionales e incorporar el lado afectivo o irracional
del comportamiento humano, según lo dice Mayer.5

El aporte de Benjamín Bloom, además de los años de Skinner y el trabajo de Roberto


Gagné han sido muy útiles para desarrollar la evaluación educacional. Gagné ha
evolucionado desde un conductismo cerrado y neoconductismo hacia la teoría del
procesamiento de información. Esa evolución hizo que en opinión de algunos estudiosos6
haya asumido una posición ecléctica.

Hay una tendencia pendular en relación a las teorías psicológicas; ninguna es completa o
superior a otra, se acepta que existen limitaciones. El defecto del conductismo ha sido
otorgar excesiva importancia a lo exterior, a este “tomar de afuera” y acumular, sin ver
cómo el sujeto reelabora o procesa la información no acumulando simplemente, sino
relacionando lo nuevo con lo conocido: procesar, valorar y recuperar la información.

Existen algunos investigadores que contribuyeron a su desarrollo desde la teoría Gestalt


de los psicólogos alemanes Wertheimer, Kohler, Kofka y Lewin; el intencionismo del
estadounidense Edward Tolman; la psicología genética del biólogo suizo Jean Piaget (que
mantiene vigencia en lo concerniente a los procesos de asimilación, adaptación y
acomodación en el aprendizaje); Bandura y su teoría del aprendizaje social; Bruner con la
teoría del descubrimiento, además de Vigotsky y la teoría sociocultural de los aprendizajes,
añadido a la teoría del aprendizaje significativo, en oposición al repetitivo, según lo
propone David Ausubel.

Volviendo al aporte de Benjamín Bloom, rescatamos la importancia de su propuesta de


“aprendizaje para el dominio”,7 complementada por la clasificación de los aprendizajes y
su conocida taxonomía de objetivos educacionales. Bloom decía, con mucha razón, que la
gran mayoría de los estudiantes “(tal vez más del noventa por ciento) pueden dominar lo
que tenemos que enseñarles”. El docente deberá organizar el proceso educativo para
buscar los medios que permitan a los estudiantes dominar la materia en cuestión. No
debemos pensar que solamente una pequeña parte de los estudiantes tiene capacidad para
aprender lo que debemos de enseñar.

La clasificación de los aprendizajes planteada por Bloom es la siguiente: saber de


memoria, comprender, aplicar, analizar, sintetizar y evaluar o juzgar.

5 MAYER, R. E. El futuro de la psicología cognitiva. Alianza Editorial, Madrid, 1981, p. 27.


6 CHADWICK, Clifton. Teorías del aprendizaje para el docente. Editorial Universitaria, Santiago de

Chile, 1990, p. 99.


7 BLOOM, Benjamin S. y otros. Evaluación del aprendizaje. Troquel, Buenos Aires, 1975, p. 73.

37
1. Saber de memoria (conocimiento)

Se refiere a datos específicos como nombres, fechas, hechos, partes, símbolos, etapas.
También a recordar modos de tratar esos datos como son las clasificaciones, criterios o
métodos. Asimismo, recordar datos universales como principios, leyes o nombres de
teorías.

La diferencia entre recordar datos específicos, maneras de tratarlos y recordar datos


universales, sólo es un asunto cuantitativo. Saber de memoria las fechas de proclamación
de la independencia en los países latinoamericanos, por ejemplo, o evocar la teoría de la
relatividad, requieren diferentes esfuerzos de memorización pero igualmente bajos o
inferiores en desarrollo del pensamiento. Se pueden recordar muchos datos sin necesidad
de comprender.

Anteriormente decíamos que un defecto constante en la elaboración de las pruebas o


exámenes está en la exagerada tendencia a evaluar solamente la capacidad de recordar.
¿Cuántas preguntas desde la escuela primaria hasta la educación superior se refieren
solamente al saber de memoria?

2. Comprender

La comprensión implica tres operaciones diferentes que son la traducción, la


interpretación y la extrapolación.8 Mediante la traducción se expresa un mensaje conocido
en palabras diferentes, o pasa de un tipo de simbolismo a otro.

Así, hay comprensión cuando una persona expresa verbalmente lo que observa en un
cuadro estadístico sobre la variación del dólar con relación a la moneda peruana, por
ejemplo. También la hay cuando decimos el significado de una palabra o de un enunciado
en idioma ingles o francés, pasándolo al castellano. Y cuando decimos que A>B significa
“A” es mayor que “B”.

Otro nivel de comprensión es la interpretación, cuando más allá de las partes separadas
en una comunicación se pueden descubrir las interrelaciones entre ellas. El tercer nivel de
comprensión es la extrapolación; en esta categoría se espera que quien recibe la
comunicación no se quede en los aspectos literales de la misma, sino que infiera
consecuencias más allá de lo que se percibe.

En el caso del ejemplo sobre la variación del dólar, hay interpretación cuando se
relacionan los datos del gráfico con los hechos reales y existe la extrapolación cuando se

8 BLOOM, Benjamín S. y otros. Op. cit., pp. 221-222.

38
proyecta hacia un ámbito mayor en el tiempo. En tal sentido se puede encontrar que la
devaluación de la moneda peruana fue mayor o menor en relación a determinados meses
o años.

Conviene remarcar que la interpretación implica una nueva visión del material aprendido
en base al reconocimiento y captación de las principales ideas de una comunicación y de
comprender sus interrelaciones. En tal sentido, se interpreta al escribir un resumen de
uno o dos párrafos basado en materiales leídos, observados o escuchados.

Si los estudiantes pueden traducir, interpretar y extrapolar, entonces han avanzado más
allá de la simple reproducción del conocimiento y han logrado entendimiento o
comprensión.

3. Aplicar

La aplicación quiere decir que una persona diferencia los rasgos comunes a dos
situaciones o problemas. Dicho de otra manera, la aplicación supone una abstracción.
Aplicar principios o generalizaciones a nuevas situaciones o problemas es una
demostración de haber comprendido plenamente. Para comprobar la aplicación es
necesario que los problemas a resolver sean diferentes a los utilizados en el momento de
la instrucción. Lo mismo en el caso de los ejemplos, que deben ser distintos a los que
puso el profesor.

Es oportuno que podamos distinguir entre principios y generalizaciones. Los principios


son enunciados que se refieren a un proceso o relación, que se consideran verdaderos o
una ley científica. Por ejemplo: “Un cuerpo permanece en reposo o en estado de
movimiento uniforme y rectilíneo, a menos que una fuerza actúe sobre él”. En el caso
de las generalizaciones, son afirmaciones o inferencias generales que pueden aplicarse a
nuevas situaciones. Las generalizaciones resumen varias informaciones. Por ejemplo: “Los
peruanos somos latinoamericanos” o “las mujeres con menor grado de instrucción tienen
mayor número de hijos”.

Varios principios y generalizaciones se establecen por definición y otros son el resultado


de investigaciones experimentales; también hay generalizaciones que derivan de la simple
observación cotidiana. Es el caso de la afirmación siguiente: “Los niños que cursan la
educación inicial aprenden mucho mediante el juego”.

4. Analizar

Consiste en hallar los elementos de un mensaje o comunicación, además de las relaciones


que hay entre esos elementos y los principios de organización que tiene el conjunto. Por

39
ejemplo: Encontrar los aspectos o variables en el enunciado de un problema, o hallar las
variables involucradas en la formulación de una hipótesis.

Analizar implica el uso del saber de memoria o conocimiento, de la comprensión y de la


aplicación. Es más completo, lento y difícil que la comprensión, pero necesario para
desarrollar la inteligencia. En el ejemplo anterior, el estudiante debe saber la relación entre
los aspectos o variables en el enunciado de un problema o de una hipótesis, determinan si
ésta es de causa-efecto o de covariación. En el caso de las variables, podría identificar la
relación entre variable dependiente e independiente.

5. Sintetizar

Sintetizar es lo contrario del análisis, es reunir elementos o partes que están dispersas
para organizarlos de tal manera que conformen un todo. La síntesis se relaciona con la
creatividad y, por tanto, con el pensamiento divergente o “lateral” a diferencia de las
categorías anteriores (saber de memoria, comprensión, aplicación y análisis) que se
relacionan con el pensamiento convergente.

En el pensamiento divergente no es posible fijar una respuesta definitiva anticipadamente,


como cuando se formulan preguntas de opción múltiple. En el caso del pensamiento
convergente, en cambio, sí es posible establecer de antemano la respuesta correcta a una
pregunta o problema.

La síntesis -dentro del planteamiento de Bloom- constituye uno de los propósitos


fundamentales de la educación: lograr que el estudiante sea capaz de producir ideas o
planes de acción. Un ejemplo de síntesis será narrar un cuento en base a un viaje realizado
o preparar una propuesta de plan de trabajo para alguna actividad, basado en
determinadas indicaciones.

También lo es formular una hipótesis basándose en el análisis de diversos factores como


son las variables del problema y los objetivos de la investigación. Se espera que el
estudiante produzca algo original y diferente cuando se le presenta una tarea o problema,
un conjunto de especificaciones o una colección de materiales.

Esto hace que la interacción profesor-alumno pase a convertirse en una interacción


“maestro artesano- aprendiz”;9 una relación nueva y de mayor exigencia para el docente
y el estudiante.

9 BLOOM, B. y otros. Op. cit., p. 293.

40
6. Evaluar o juzgar

Consiste en la elaboración de juicios cualitativos o cuantitativos, para establecer el valor de


ciertas ideas, trabajos, métodos o soluciones. Evaluar supone utilizar determinados
criterios y normas para apreciar o valorar.

Aprender a evaluar es importante para desarrollar el sentido crítico y hacerlo en base a


criterios bien definidos o fundamentados. Evaluar o juzgar implica formarse una opinión
con base de sustentación adecuada. Y esto debe ser objeto de atención desde la escuela,
puesto que los objetivos educacionales correspondientes se encuentran principalmente en
la educación secundaria o en el tercio superior de los grados de la educación básica.

En la educación superior es indispensable la presencia de este aprendizaje; pero es


posible que varios docentes lo incluyan casi al final de los estudios profesionales, cuando
ya es relativamente tarde. Un ejemplo es formular juicios acerca de un trabajo o material,
comparándolo con otros trabajos o materiales importantes. También, reconocer los
argumentos que fueron utilizados para juzgar una obra literaria o una actitud política.

Las seis categorías de aprendizaje, planteadas por Bloom, se complementan con sus tres
dominios fundamentales: cognitivo o cognoscitivo, afectivo y psicomotor. Los tres han
sido divulgados ampliamente en el Perú desde los años iniciales de la Reforma Educativa
que promovió el Gobierno Militar del General Juan Velasco, en el marco de la llamada
“tecnología sistémica”, que fue difundida por el ahora inexistente INIDE (Instituto
Nacional de Investigación y Desarrollo de la Educación).

Es verdad que se cometieron algunos errores al pretender implantar esa tecnología


educativa, importada desde Tallahasse, Florida (EE. UU.), pero también es cierto que se
la satanizó; hasta por el simple hecho de ser de origen estadounidense. Ahora, varios
años después, debe reconocerse que contribuyó a ordenar de mejor manera el trabajo de
planeamiento, organización, ejecución y evaluación del proceso educativo. Esa
contribución permanece, aunque sin la rigidez ni el dogmatismo que algunos de los
divulgadores expresaban cuando sostenían, por ejemplo, que con ellos recién surgía la
tecnología educativa.

El aporte de Benjamín Bloom, sin embargo, ha sido cuestionado por tender


excesivamente a lo cognitivo, restando atención a los dominios afectivo y psicomotriz. De
las seis categorías solamente la evaluación o juicio tendría relación clara con lo afectivo;
pero Bloom decía que nunca tuvo la intención de minimizar o soslayar lo afectivo,10
porque “Toda conducta afectiva tiene como contrapartida algún tipo de conducta
cognoscitiva y viceversa”.

10BLOOM, B. y otros. Taxonomy of educational objectives: The classification of educational


goals. New York, Mc Kay, 1964, p. 342.

41
Ello indica que las cualidades afectivas podrían estimarse indirectamente, al evaluar el
dominio cognitivo. No obstante Bloom y sus colaboradores han pretendido avanzar hacia
una taxonomía afectiva, recomendando a los docentes que presten atención cuidadosa a
las conductas para detectar la presencia o ausencia de algún componente afectivo en el
estudiante. La taxonomía de lo afectivo consiste en la presentación de un continuo de
interiorización, dividido en cinco categorías: atención o recepción (sensibilidad a ciertos
estímulos o fenómenos), respuesta (atención activa y voluntaria), valoración,
organización y caracterización. Esta última es más completa e integra a las cuatro
restantes, sistematizando valores, creencias, ideas y actitudes.

A continuación vamos a tratar sobre la propuesta de Roberto Gagné. Para él, se aprende
cuando se produce un cambio en una capacidad o disposición humana y que persiste
durante cierto tiempo, no pudiendo ser explicado como consecuencia de los procesos de
maduración. Hay dos elementos muy importantes en el modelo de procesamiento de
información, planteado por Gagné;11 son el control ejecutivo y las expectativas. El
primero determina como buscar la información para llevarla al generador de respuestas y
las expectativas son aquellos factores que estimulan a la persona para codificar y
decodificar la información.

El control ejecutivo sirve para mejorar los procesos del pensamiento, aprendiéndose
estrategias para aprender (estrategias cognitivas). De otro lado, las expectativas
constituyen una estructura interna que puede generar expectativas en el aprendiente
semejante a las que pueden haber desde el medio ambiente. Esta estructura está en la
base de los sistemas de autoaprendizaje o interaprendizaje, en los cuales cada persona
individual o grupalmente debe asumir el control pleno del proceso.

A nuestro modo de ver, la parte más interesante y valiosa de la propuesta de Gagné, por
su notable utilidad para la evaluación de los aprendizajes, está en el hecho de establecer
cinco categorías o variedades de resultado de aprendizaje. Estas serán presentadas a
continuación.

Una categoría es la información verbal. Los estudiantes aprenden mucha información en


la escuela: nombres, fechas, clasificaciones, etc. La conducta a demostrar se expresa en
palabras escritas que muestran el dominio de la información recordada; conforme haya
mayor significación en el contexto de la misma y, por tanto, exista posibilidad de
asociación, será más fácil de aprender.

Otra categoría es la destreza o habilidad motriz. Esta requiere de coordinación


neuromuscular y es muy frecuente su aprendizaje en los deportes, en idiomas y en
aquellas profesiones que requieren del uso de diversos instrumentos tangibles y de mayor
o menor precisión. En este tipo de aprendizaje interesa la regularidad de las respuestas y
su uniformidad, hasta el punto de convertirse en rutina.

11 GAGNÉ, Robert. Principios básicos del aprendizaje para la instrucción. México, Diana, 1975.

42
Una tercera categoría o variedad de resultado de aprendizaje es la habilidad intelectual,
llamada también destreza intelectual; comienza con la adquisición de discriminaciones y
cadenas simples hasta llegar a conceptos y reglas. Conviene detenernos un poco en esta
categoría, porque constituye la estructura fundamental y la más amplia de la educación
formal.

Gagné12 dice que el aprendizaje de las habilidades intelectuales se inicia en los primeros
grados con aritmética, lectura y escritura, extendiéndose de manera indefinida hasta donde
sean los intereses o las propias dotes intelectuales de la persona. La habilidad de
discriminar es, por ejemplo, una de las más importantes para llegar a la adquisición de
conceptos y reglas, las cuales a su vez serán de uso indispensable para la habilidad de
resolver problemas. Discriminar es hallar diferencias y esto es muy importante
aprenderlo desde la niñez mediante cadenas de respuesta. Estas son motoras o son
verbales: Dibujar una figura usando líneas rectas por ejemplo y decir grande-chico,
verano-invierno, etc. respectivamente. En cuanto a la adquisición de conceptos, tenemos
que distinguir los conceptos primitivos o concretos de los obtenidos por comprensión o
desarrollo conceptual, que son los conceptos definidos. Estos últimos se adquieren
mientras que los primitivos se forman. Los conceptos se adquieren por definición, cuando
el que aprende puede expresar en sus propias palabras el significado de cierta clase de
objetos, acontecimientos o relaciones: dar la definición de “presidente” por ejemplo,
“universidad”, “campeonato”, etc.

A diferencia de estos conceptos, los concretos o primitivos se forman al identificar una


propiedad del objeto como el color, forma o tamaño: una rueda, un animal, etc. También
se aplica en el caso de posición del objeto: arriba, abajo, en medio, a la izquierda, etc. La
habilidad para identificar o reconocer un concepto concreto también se llama rotulación.
Por ejemplo cuando un niño señala correctamente la figura de un gato en una lámina con
diferentes imágenes de animales.

Los conceptos definidos llevan a reglas de clasificación. Clasificando informaciones el


ser humano puede discriminar e identificar elementos comunes a diferentes situaciones de
aprendizaje; las experiencias anteriores ayudarán a resolver nuevos problemas. Se
aprendió una regla cuando la persona que aprende pone en ejecución una “regularidad”
durante variedad de situaciones.

Por ejemplo, comenzar a escribir con letra mayúscula o construir una oración utilizando
cualquier palabra como sujeto. La resolución de problemas se hace cuando combinamos
reglas en procura de una regla de orden superior; ésta es inventada o descubierta. Eso es
aprender por descubrimiento.

12 GAGNÉ, Roberto y BRIGGS, Leslie. La planificación de la enseñanza. México, Trillas, 1982.

43
Una cuarta categoría de aprendizaje está constituida por las actitudes, que corresponde al
llamado “dominio afectivo”. Se refieren al estado de ánimo al elegir o preferir algo,
estamos a favor o en contra de algo o de alguien. Las actitudes favorables a la
cooperación, a cierto tipo de música o deporte; la actitud de rechazo a las drogas y al
conformismo, por ejemplo, son muy importantes de aprender. Gagné las define como un
estado interno que debe medirse a través de la conducta manifiesta: “Una actitud influye
en que el individuo haga la elección de una acción. Así, pues, la actitud se define como el
estado interno que afecta la elección que el individuo hace de cierto objeto, persona o
acontecimiento”.13

Las actitudes tienen tres componentes; uno es el intelectual, otro el afectivo o sentimental
y el restante es el tendencial o volitivo. Esto quiere decir que se piensa, se siente y se actúa
o muestra voluntad hacia algo.

Finalmente, la quinta categoría o variedad de aprendizaje es la estrategia cognitiva o


cognoscitiva. Ésta se aplica a la capacidad de combinar varias habilidades para elegir y
orientar los procesos requeridos para definir y resolver problemas novedosos. Las
estrategias cognoscitivas tienen por objeto los procesos de pensamiento del educando
para aprender a aprender eficientemente. Esta capacidad se adquiere por espacio de varios
años hasta llegar a gobernar los procesos de atender, aprender y pensar. Chadwick14 lo
llama metaaprendizaje.

Encontramos similitud entre los planteamientos de Roberto Gagné y los de Marc Belth,
cuando se refieren a la importancia que debe haber en la educación por “enseñar a
pensar” y que los estudiantes deben de tener la oportunidad de aprenderlo. Para Belth15
la educación es una ciencia que estudia el desarrollo de la creación conceptual y que, por
tanto, si la responsabilidad de la educación -o educología- es desarrollar la capacidad de
pensar, “las características del proceso de pensamiento serán primordiales para los
intereses del educador”. La capacidad de pensar, como señala Antonio Corral,16 consiste
en la posibilidad de percibir o plantear problemas, resolverlos y reflexionar sobre el
pensamiento mismo.

Volviendo al aporte de Roberto Gagné, diremos que en su libro Las condiciones del
aprendizaje (1970) había presentado una jerarquía de ocho tipos o condiciones; actualmente
se refiere más categorías o variedades de aprendizaje. Los tipos son parte del “proceso”
de aprender en tanto que las categorías son los “resultados” del aprendizaje. Los ocho
tipos son: aprendizaje de señales, aprendizaje de estímulo-respuesta, encadenamiento

13 GAGNE, R. y L. BRIGGS. Op. cit., p. 78.


14 CHADWICK, Clifton. Op. cit., p. 109.
15 BELTH, Marc. La educación como disciplina científica. Buenos Aires, El Ateneo, 1971, p. 11.
CORRAL, Antonio. El funcionamiento cognoscitivo del adulto. Madrid, Instituto de Ciencias de la
16

Educación - UNED, 1986, p. 37.

44
motor, asociación verbal, discriminaciones múltiples, aprendizaje de conceptos,
aprendizaje de principios y resolución de problemas.

Las cinco categorías de resultados de aprendizaje identificados por Gagné, tienen la


ventaja de haber posibilitado que cualquier aprendizaje se pueda clasificar en una sola o en
una combinación de aquellas. A diferencia de la taxonomía de Bloom, la de Gagné parece
más completa e integral ya que abarca los tres dominios conocidos (cognitivo, afectivo y
psicomotor) incluyendo una categoría relacionada a la capacidad de dominar el
aprendizaje: estrategias cognitivas.

Además, Gagné también se interesó en los principios del aprendizaje para promover las
variedades o categorías; vale decir, en los principios a tomar en cuenta para la instrucción.

Como puede notarse, la información verbal requiere de un contexto organizado y


significativo. Para ello es necesario que el profesor active la atención mediante variaciones
en los estímulos: inflexiones de la voz, reiteraciones oportunas y material de lectura con
diferentes letras, gráficos y color. Asimismo, en el caso de la habilidad intelectual, habrá
que estimular la recuperación de habilidades requeridas que ya se aprendieron. Después
deben darse indicaciones verbales o escritas para el ordenamiento de las combinaciones de
habilidades necesarias, fijando ocasiones para ensayarlas.

La estrategia cognitiva requiere de una adecuada descripción verbal o escrita y presentar


ocasiones cambiantes para ejercitarla con frecuencia. Si comparamos las taxonomías
propuestas por Bloom y Gagné, observaremos que la información verbal se relaciona con
el conocimiento o saber de memoria y las habilidades intelectuales con el resto de
categorías de aprendizaje, planteadas por Bloom.

Las estrategias cognitivas se expanden sobre todas las categorías o resultados del
aprendizaje, pero principalmente se relacionan con la síntesis y el juicio o evaluación. De
otra parte, las actitudes con el dominio afectivo y las destrezas o habilidades motoras con
el dominio psicomotriz.

La propuesta de Gagné se encuentra racionalmente organizada y se considera como la


única teoría verdaderamente sistemática,17 aparte de asumir una posición ecléctica en la
medida que utiliza aportes significativos de varias corrientes, particularmente del
conductismo y del cognoscitivismo. Hace pocos años, visitando Chile (Universidad de
Tarapacá), Gagné manifestó que se consideraba un conductista preocupado de los
eventos cognitivos o elementos internos del proceso del aprendizaje.18

17 CHADWICK, Clifton. Ob. cit. p. 99.


18 Idem, p. 120.

45
Es oportuno remarcar que la teoría de Gagné ofrece aportes al desarrollo de la didáctica
contemporánea, cuando contribuye a una teoría de la enseñanza-aprendizaje. Va más allá
del cómo aprenden las personas, interesándose también por el desarrollo de situaciones
de aprendizaje; en éstas identifica cuatro elementos que son: el estudiante, aprendiz o
aprendiente, la situación de enseñanza- aprendizaje o situación de estimulación en la cual
se hará el aprendizaje, la conducta de entrada y la conducta final. Precisamente la
adecuada formulación de objetivos se justifica en la necesidad de establecer las respuestas
que se esperan del estudiante.

ACTIVIDADES

• Hacer un cuadro comparativo de las categorías de aprendizaje de acuerdo a las


propuestas de Benjamín Bloom y Roberto Gagné.

• ¿Por qué aprender habilidades puede ser más importante que aprender
conocimientos?

• Se afirma que en teoría del aprendizaje la posición de Gagné es ecléctica ¿Por qué?

3. PROCEDIMIENTOS, TÉCNICAS E INSTRUMENTOS

OBJETIVOS

• Discriminar procedimientos de técnicas e instrumentos

• Recordar y aplicar adecuadamente los procedimientos evaluativos.

Se entiende como procedimiento a la acción o modo de proceder del evaluador y la


técnica es una situación evaluativa a la que se somete el educando; en consecuencia, toda
prueba implica un procedimiento pero todo procedimiento no siempre implica el
desarrollo de una prueba. Procedimientos y pruebas requieren de una técnica de
aplicación o manejo y los instrumentos son los materiales que hacen posible recoger y
registrar la información.

Podemos decir que históricamente hay unos tres procedimientos generales de evaluación:
la situación de prueba oral, la situación de prueba escrita o gráfica y la situación de prueba
de ejecución. Pero nos parece conveniente añadir las pruebas grupales o de discusión y
la observación. Además creemos que la prueba oral es en realidad una variante de la
prueba de ejecución o, en ciertas circunstancias, de la prueba de discusión. En

46
consecuencia, los procedimientos deben ser la observación, la prueba escrita, la prueba
práctica o de ejecución y la prueba grupal o de discusión.

1. La observación

La observación como procedimiento evaluativo puede servir también como técnica de


investigación; se relaciona con los instrumentos que registran conductas tal como
aparecen y en el momento en que ocurren. Puede hacerse una observación directa a un
grupo de estudiantes, utilizando un sociograma -por ejemplo- o también podemos
observar indirectamente la organización del grupo al revisar un trabajo monográfico en
base a una tabla de criterios; en este caso, la falta de uniformidad en el tipeo (diferentes
tipos de letra y tamaño de hojas) será indicador de la desorganización en el trabajo grupal.
Por tanto, la observación puede hacerse mediante sociogramas, psicogramas, tablas de
criterios, guías y escalas de observación, listas de cotejo y anecdotarios.

• Sociograma

Es una técnica que consiste en dibujar el sentido de la comunicación en el grupo,


utilizando flechas. Las hay de tres clases; las enteras indican comunicación hacia la
totalidad del grupo, las partidas señalan comunicación bilateral (de persona a persona) y la
flecha quebrada y retorcida es indicativa de hablar en voz muy baja o al oído y hacia
afuera del grupo, al margen del asunto que es materia de la reunión grupal.

Se considera que hay un buen proceso de comunicación en el grupo, cuando el índice de


rentabilidad es igual o superior a 0,60. El índice varía de 0 a 1, pero difícilmente podrá
llegar a uno porque en el proceso de la discusión varias veces hay necesidad de dirigirse a
alguna persona en particular, así sea para responder alguna pregunta o quizás para
hacérsela. Veamos el siguiente gráfico:

SOCIOGRAMA

11 centradas + 15 Laterales
+ 7 Quebradas = 33

IR = 0,33
Tiempo de observación = 10 minutos

47
Interpretación: La comunicación ha sido deficiente, puesto que el índice de rentabilidad
de la comunicación en el grupo se obtiene dividiendo el número de intervenciones hacia
el grupo en su conjunto, entre el número total de intervenciones. El tiempo de
observación debe ser entre cinco y diez minutos como máximo.

• Psicograma

Es una técnica que permite graficar la atracción o rechazo dentro del grupo, así como
también identificar a quienes tiene mayor popularidad. Para aplicar el psicograma basta
con solicitar a todos los estudiantes de un aula que anoten los nombres de tres
compañeros con quienes les gustaría salir de paseo o cualquier otra alternativa (ir de viaje,
estudiar, etc.); al mismo tiempo se les pide que pongan el nombre del compañero que -en
el ejemplo del paseo- no quisieran que vaya. A continuación, la persona que elige debe
anotar su propio nombre.

Posteriormente reunimos los “votos” y ponemos puntaje diferenciado según la elección


efectuada: 3 pts. a quienes figuran en el primer lugar, 2 pts. para el segundo lugar y 1
punto para los que estén en el tercer lugar. Si el estudiante sólo puso dos nombres, al
primer lugar se le otorgará 2 pts. y 1 punto al segundo. En el caso de los rechazados se
considera puntaje negativo: -1 si solamente hay 1 ó -2 para el primer rechazo y -1 para el
segundo.

A continuación se hace un cuadro de doble entrada o matriz, colocándose los nombres


de los electores verticalmente en orden alfabético y el número de orden horizontalmente.
Finalmente se suman los puntajes de elección positiva, restando los de negativa. Hay que
interpretar adecuadamente el psicograma, no sólo fijándose en la suma total que
corresponda a cada estudiante, sino considerando también el número de personas que le
eligen positivamente. Por ejemplo, tiene más importancia o valor que alguien sea
elegido por nueve en tercer lugar (9 puntos), que lo sea por tres en primer lugar no
obstante la igualdad de puntaje.

En algunos textos se planteaba que al darles el cuestionario, que servirá para la posterior
elaboración de la matriz sociométrica o psicograma, se indique al estudiante que ponga
los tres nombres en orden de preferencia, tanto para la elección positiva como para los
rechazos. A nosotros nos parece que pedirlo expresamente no es lo mejor, porque se
trata de un asunto que debe tratarse con cierta delicadeza y más aún tratándose de niños
o adolescentes que pueden ser susceptibles frente al lugar en que son colocados por
algún compañero o compañera.

Además, nos parece que cada estudiante pondrá los tres nombres de manera espontánea
según la preferencia que considere. De otro lado, en el caso de los rechazos tampoco
podemos forzarlos a colocar tres rechazos; algunos pondrán dos, uno o ninguno.

48
Una consideración final para la interpretación es no preocuparse de quienes no tengan
puntaje, por no haber sido elegidos. Los casos que deberán interesarnos son aquellos que
tienen alto puntaje positivo (estrellas) y quienes tengan muchos rechazos, para darles
atención individualizada. Debemos saber que los resultados de un psicograma pueden
graficarse con flechas, similares al sociograma, para ilustrar las elecciones entre unos y
otros. En ese caso el dibujo toma el nombre de psicosociograma, llevando a los de mayor
puntaje en su parte central. Pero, en caso que el grupo sea numeroso (más de veinte), el
psicosociograma puede perder claridad.

• Tabla de criterios

Se establecen criterios o indicadores que pueden servir tanto para una autoevaluación,
como también para la interevaluación o coevaluación y la heteroevaluación. Se usa para
evaluar conductas y al evaluar el producto en sí mismo o también para evaluar
indirectamente a la persona que lo elaboró.

• Guías y escalas de observación

La guía de observación es un formulario que nos permitirá observar sistemáticamente


alguna conducta específica como podría ser, tal vez, los hábitos alimentarios de los
estudiantes, cuando revisamos loncheras y lo que compran en hora de recreo o al salir
del colegio. Para ello hacemos una lista de lo que suelen comer los niños, especificando lo
mejor posible (por ejemplo no basta considerar “galletas”, hay que precisar sin son
dulces o saladas) y en el lado derecho, al cabo de una semana, hacemos un cuadro-
resumen que tenga en cuenta la frecuencia. Es importante advertir que esta guía de
observación requiere la utilización previa de una guía similar, pero de uso diario y que sólo
considere la presencia o ausencia de cada uno de los rubros o cosas que se observa en la
lonchera.

GUÍA DE OBSERVACIÓN SOBRE LONCHERAS SEMANA Nº …


RUBROS FRECUENCIA
Siempre Casi siempre A veces No
1. Beb. gaseosas X
2. Frutas X
3. Ref. de sobre X
4. Ref. naturales X
5. Gall. dulces X
6. Gall. saladas X
7. Caramelos X
8. Otros

49
Esa guía de uso diario es lo que llamamos lista de cotejo, la cual sólo nos indicará si está
o no lo que esperamos encontrar en la lonchera, para el caso que estamos presentando.
Para llenar la guía de observación correspondiente a la semana, marcaremos “siempre”
si el alimento está en la lonchera durante los cinco días; “casi siempre”, si está por cuatro
días y si es de tres o dos días consideraremos “a veces”. A continuación presentaremos
otra guía de observación que incluye una escala de medición, razón por la cual suele
llamarse también escala de observación o escala de estimación. Ésta tiene mucha utilidad
para evaluar la participación durante un trabajo grupal; para ello debe hacerse el listado de
los participantes en forma vertical, en una hoja de papel cuadriculado, poniendo a la
derecha de cada nombre la escala.

Otra alternativa es elaborar una matriz, poniendo en la parte superior la escala y


entonces bastará marcar con una cruz en relación con cada nombre de la lista. La segunda
guía de observación, que se presenta en la página siguiente, detalla cualitativamente el
comportamiento del estudiante en el aula o la escuela.

ESCALA DE OBSERVACIÓN
0 1 2 1 -1
No participa Participa Participa muy Participa Domina la
algunas veces bien (opina y libremente, a discusión,
(prefiere admite veces demuestra
escuchar) opiniones) monopoliza intolerancia

• Lista de cotejo

También se le llama lista de comprobación y consiste en una lista de palabras o


afirmaciones que expresan conductas positivas o negativas, secuencia de acciones -como
en el ejemplo anterior, sobre la lonchera- un conjunto de cosas en relación a las cuales se
comprobará su existencia o no existencia.

La lista de cotejo es de utilidad para evaluar destrezas en educación inicial, en dibujo,


música y educación ocupacional o técnico- productiva; situaciones en que deberá
recurrirse a la observación para evaluar determinados aprendizajes.

Cabe señalar que la suma de los “sí” y los “no”, servirá como una referencia de lo que el
aprendiente puede hacer y no necesariamente como una medición para la evaluación
sumativa.

50
• Anecdotario

Es una libreta o cuaderno de apuntes, que tiene utilidad como diario de clase. Allí se
harán diversas anotaciones en relación al desenvolvimiento de los estudiantes, tanto en
lo que se considere positivo (participación voluntaria, solidaridad, etc.) como en lo
negativo (tardanzas, agresividad, etc.)

• La prueba escrita

La situación de prueba escrita es uno de los procedimientos más antiguos de evaluación


y tiene diferentes alternativas de clasificación. Una primera es la prueba gráfica o no
verbal, que utiliza signos o figuras convencionales que deben ser interpretadas. Como es
de suponerse, se aplica con personal iletrado o con niños que aún no saben leer ni
escribir. En educación inicial suele llamársele “hoja de aplicación”.

Otra es la prueba escrita propiamente dicha, consistente en responder a determinadas


preguntas hechas por los examinadores. Hay dos clases de prueba escrita: las pruebas de
ensayo o composición y las pruebas objetivas. En el caso de la pruebas de ensayo, las
hay de tipo convencional y las de material abierto. En el primer caso los estudiantes no
pueden consultar apuntes ni libros para resolver la prueba, mientras que en el caso de
las otras sí es posible hacerlo.

Las pruebas de material abierto son superiores a los demás tipos de examen clásico e
inclusive a las pruebas objetivas, decía Luiz A. de Mattos19 hace másde treinta años,
porque se asemeja a las condiciones reales del trabajo intelectual sin las tensiones que se
provoca con las medidas de vigilancia. Desde aquí compartimos esa opinión, pero
advertimos que su aplicación debe estar en correspondencia a la evaluación de habilidades
intelectuales y estrategias cognitivas.

Es una prueba para desarrollar el pensamiento y obligar a la reflexión; por eso es


importante su aplicación. Antes de abordar la preparación de pruebas de ensayo o
composición y de pruebas objetivas, mencionaremos otra modalidad de prueba escrita
que suele llamarse prueba de preguntas o de cuestionario libre. Esta sirve también para
estimular el pensamiento o reflexión; consiste en pedir que los estudiantes planteen
preguntas en una hoja en blanco, en vez de respuestas a preguntas formuladas por
nosotros.

La prueba de cuestionario libre requiere de un número limitado de preguntas y no


necesita ser respondida por el estudiante, basta que escriba las preguntas. Y es que las
mejores preguntas serán de aquellos que mejor se hayan preparado. Nos interesan las

19 MATTOS, Luiz. Compendio de Didáctica General. Buenos Aires, Kapelusz, 1971, p. 380.

51
habilidades de los estudiantes para manejar la información, interrelacionando los
conocimientos.

El cuestionario libre puede complementarse con una puesta en común o discusión


plenaria, en que el docente responde a las preguntas planteadas. Estas deben ser
seleccionadas previamente por dos estudiantes, que las recojan. Este tipo de prueba es
muy útil como evaluación formativa, convirtiéndose en prueba grupal o de discusión.

• Pruebas de ensayo o composición

Como se dijo líneas arriba, es preferible utilizar las de material abierto. La ventaja de la
prueba de ensayo está en brindar a los estudiantes mayor libertad de exponer sus ideas
que en las pruebas objetivas, la desventaja está por el lado de la redacción de las preguntas
y la subjetividad para calificar.

En cuanto a las preguntas, deben ser claramente formuladas. Muchas respuestas


equivocadas podrían deberse a una falta de comprensión sobre la pregunta. Y en lo que
respecta a la subjetividad, ésta puede neutralizarse con la presencia de una buena base de
comparación, clave o patrón de calificación. Más adelante, en otra parte del libro,
ampliaremos sobre elaboración de pruebas y su aplicación, además de la asignación de
puntajes o calificación.

• Pruebas objetivas

Constituye una alternativa a la prueba de ensayo y están estructuradas por diverso tipo
de preguntas o reactivos que pueden ser: de respuesta corta y completamiento, de opción
múltiple, de apareamiento o asociación de dos listas de nombres, de ordenamiento
cronológico basadas en otro criterio y las preguntas de opción doble (verdadero-falso),
“que deberían ser descartadas” por su alta probabilidad de azar.

Posteriormente abordaremos el diseño o preparación de las pruebas objetivas; por el


momento debemos remarcar que cualquier tipo de prueba escrita está orientado a medir
los aprendizajes que corresponden al dominio cognitivo.

• La prueba práctica o de ejecución

Tiene utilidad para registrar y evaluar los aprendizajes procedimentales o del dominio
psicomotor. Comprende las prácticas de laboratorio (uso de herramientas o instrumentos
y materiales), la práctica artística (canto, instrumentos musicales, pintura, la danza), la
educación física y los deportes, la educación ocupacional en electricidad, mecánica, corte y
confección, etc.

52
La prueba está destinada a verificar el manejo de reglas o procedimientos o la destreza o
habilidad psicomotriz, en cuanto a la secuencia de movimientos que se requieren para
alguna ejecución y también sobre los resultados o productos, los cuales pueden ser
tangibles como el tallado de un diente en odontología o intangible como un número
artístico de teatro o danza, por ejemplo.

Los informes monográficos que elaboran los estudiantes son resultados o productos,
correspondientes a una situación de prueba práctica o de ejecución. Algo similar sucede
con los ejercicios de elocución, tratándose de una materia de estudio como lenguaje o
comunicación.

En este último caso podemos apreciar que una prueba oral puede considerarse prueba
práctica o de ejecución. Lo mismo si fuera una exposición individual o colectiva de algún
tema determinado, frente a un conjunto de alumnos que conforman el auditorio. Y si se
trata de una entrevista individual o colectiva, podemos estar frente al caso de una prueba
de discusión.

• La prueba grupal o de discusión

Está destinada a la evaluación en el dominio afectivo, básicamente. Se evalúan actitudes


mediante la valoración de opinión o la manifestación de preferencias y valores, son muy
útiles también para evaluar la interacción y como instrumentos de autoevaluación.

Las llamamos pruebas grupales, entonces, no por el hecho de aplicarse colectivamente y


en oposición a “pruebas individuales”, sino porque la evaluación tiene alcance sobre el
grupo; se evalúa sobre la interrelación de las personas aunque la aplicación sea individual.

Además, si bien es cierto que el objeto de evaluación es fundamentalmente el dominio


afectivo, también puede proyectarse hacia la evaluación en los otros dominios de acuerdo
a las circunstancias de aplicación. En este sentido, por ejemplo, si en el caso de Historia
del Perú preguntamos por la cultura preincaica cuya creación artística más les agrade, la
respuesta que ponga cada estudiante debe estar fundamentada.

De esa manera cualquier opinión al respecto deberá tener una sustentación que
corresponde al dominio cognitivo. Lo mismo sucede en el caso de las intervenciones
orales, donde voluntariamente el estudiante pregunta o responde motivado por el docente
o por la intervención de otros compañeros.

A continuación presentamos diversos tipos de prueba grupal o de discusión:


cuestionarios, pruebas duales, entrevistas, intervenciones orales, pruebas de debate o
discusión y las autoevaluaciones en general.

53
• Cuestionario

Está constituido por una serie de preguntas, para averiguar intereses, actitudes y
opiniones. Es el caso de los cuestionarios sociométricos para evaluar en el nivel de
reacciones. Pero también puede ser una pregunta, caso o problema que será discutido
en pequeños grupos; situación que requiere del conocimiento y manejo de hechos,
clasificaciones, teorías, etc. que deberán intercambiarse para elaborar la respuesta que
corresponda.

Esa respuesta grupal puede ser presentada posteriormente, con la finalidad de lograr una
discusión ampliada o intergrupal.

• Prueba dual

Esta es similar a una típica prueba escrita de ensayo o composición pero realizada entre
dos personas. Aquí se cumplen dos propósitos: interaprendizaje y colaboración recíproca.
Tiene mucha utilidad como evaluación formativa.

Debemos observar algunas recomendaciones. Primeramente, la prueba es dual; esto


quiere decir en pares o parejas y excepcionalmente tres cuando el número total de
estudiantes sea impar, en cuyo caso la persona que sobra se integra a cualquier pareja.

Es preferible aplicarla a mediados del desarrollo de un curso, cuando conocemos más a


los estudiantes y sin previo aviso, aunque también puede utilizarse como prueba de
entrada. No es aplicable mediante prueba objetiva.

Finalmente debemos decir que una prueba escrita de cualquier tipo, ya calificada, se
puede usar para confrontar las respuestas en pareja y corregir los errores. A esto
llamamos confrontación dialogal y es una magnífica manera de hacer que la evaluación
sumativa pueda convertirse en evaluación formativa, para retroalimentar el aprendizaje.

• Entrevista

Podríamos decir que es una prueba oral de base estructurada, que sirve para evaluar
actitudes, habilidades intelectuales e información verbal. No compartimos el criterio de
clasificación de Lafourcade,20 quien la considera una técnica de observación. Mediante la
entrevista se establece una relación interpersonal en base a un cuestionario preparado con
antelación, denominado guía de entrevista. Esa es la base estructurada.

20 LAFOURCADE, Pedro. Evaluación de los aprendizajes. Buenos Aires, Kapelusz, 1979, p. 180.

54
Lafourcade sostiene que durante la entrevista no solamente obtenemos información de la
persona entrevistada sino que también podemos observar el tono de la voz, los gestos,
inhibiciones, etc. Esto es verdad, pero no justifica convertir la entrevista en una técnica
de observación.

Característico de la observación es apreciar una conducta sin establecer una relación


interpersonal y si ésta existiera, será eventual u ocasional. Es que, como dice Hayman,21
uno de los mayores problemas del investigador cuando realiza un estudio observacional es
tratar de no influir sobre la conducta que está observando.

Es evidente que mediante la entrevista podemos influir en la conducta de la persona


entrevistada, más aún si hay una relación profesor-alumno y un proceso de evaluación. La
entrevista sirve de mucho como evaluación formativa, al corregir errores y retroalimentar
rápidamente el aprendizaje.

La guía de entrevista puede complementarse con alguna tabla de criterios o escala para
calificación, como podemos ver en el modelo que presentamos en la siguiente página.

21 HAYMAN, John. Ob. cit., p. 94.

55
EVALUACIÓN DE LA ENTREVISTA INDIVIDUAL22

Nombre del practicante……………………………………………………………..


Domicilio…………………………………………………………………………...
Teléfono…………….. Área de esp…………………... Zona de trabajo…………...

PUNTAJE

FACTORES O CRITERIOS ANTES DE LA DESPUÉS DE LA


DISCUSIÓN DISCUSIÓN

1. Vivir en el lugar o cerca ……………….. 0-1-2-3-4-5 …………………...


2. Disponibilidad de tiempo ……………….. 0-1-2-3-4-5 …………………...
3. Intención de participar ……………….. 0-1-2-3-4-5 …………………...
4. Potencial de liderazgo ……………….. 0-1-2-3-4-5 …………………...
(personalidad y madurez)
5. Expresión oral ……………….. 0-1-2-3-4-5 …………………...
6. Rendimiento académico ……………….. 0-1-2-3-4-5 …………………...
7. Cal. de la práctica anterior ……………….. 0-1-2-3-4-5 …………………...
8. Experiencia previa ……………….. 0-1-2-3-4-5 …………………...

Resultado preliminar: Aceptable ( ) Dudoso ( ) Rechazable ( )

Observaciones o comentario….............................................................................................
………………………………………………………………………………............

Miembro de la comisión………………………………......... Fecha………………...

DECISIÓN FINAL

Puntaje total preliminar de la comisión………………………


Puntaje total reajustado de la comisión………………………
Aceptado ( ) Dudoso ( ) Rechazado ( )
22 Esta guía de entrevista se ha utilizado con estudiantes de Educación de la Universidad San Martín de

Porres que pasan al noveno ciclo y desean ser considerados para participar en práctica especial, o no
escolarizada, en programas de investigación y promoción educativa comunal con niños trabajadores o de
sectores urbano-marginales.

56
• Intervenciones orales

Por primera vez se hace referencia a la intervención oral como factor de evaluación, a
propósito de las normas sobre evaluación permanente que dispuso el Ministerio de
Educación el año 1969 (R. M. 0623 del 9 de abril de 1969).

Se consideró a la intervención oral como la participación activa del estudiante por medio
de preguntas, respuestas o planteamiento de ideas a través del diálogo libre. La
intervención es voluntaria, libre y espontánea o provocada por alguna pregunta dirigida a
todo el colectivo de la clase; se produce en cualquier momento a petición del estudiante.

Sin embargo se le confundió con la tradicional prueba oral, que muchas veces se ha
convertido en medida represiva contra el alumno distraído. A partir de 1969 la clásica
prueba o paso oral fue sustituida por la intervención oral.

Antes de la R. M. 0623 se habían promulgado el D. L. 17402 (4 de febrero de 1969)


y el D. S. 009 (12 de marzo de 1969), que normaron la supresión de los exámenes
tradicionales de fin de año y la aplicación de un sistema de evaluación permanente en
todo el país, respectivamente.

Tiempo después la R. M. 069 del 31 de enero de 1972, dos meses antes de la Ley de
Reforma Educativa, reajusta la evaluación permanente con el propósito de hacerla más
ágil y flexible, basándose en las experiencias obtenidas y los resultados de una encuesta a
docentes en diversas regiones del Perú.

Consideramos que la intervención oral forma parte del conjunto de pruebas de discusión,
en la medida que surge durante la dinámica de una clase realmente activa y porque suelen
producirse colectivamente: varios levantan la mano para intervenir y decir su palabra
libremente.

• Prueba de debate o discusión

Esta es la prueba de discusión propiamente dicha. Se aplica a propósito de la exposición y


debate de un tema, generalmente a cargo de un grupo de estudiantes o, alguna vez, a
cargo de una persona invitada.

La prueba de discusión sirve para estimular la atención de los estudiantes a la exposición


del grupo y hacer alguna pregunta o comentario acerca del tema tratado. La aplicación
dura aproximadamente quince minutos en educación superior o universitaria,
ampliándose al doble en la escuela secundaria.

57
El éxito en la prueba está condicionado a una buena toma de apuntes, pero en el caso de
la educación superior no consiste en hacer un resumen. La simple reproducción de la
información no sirve; se requiere comparar, sintetizar, seleccionar e interrelacionar la
información obtenida con exposiciones anteriores o con temas similares, planteados en
diferentes ocasiones.

Es conveniente iniciar su aplicación desde la vida escolar, gradualmente, hasta los estudios
universitarios de postgrado, con diferentes niveles de exigencia: desde un resumen hasta
una síntesis y la identificación de aspectos relevantes, conclusiones e interrelación con
diversos temas. Lo que no debe faltar es la opinión sobre el grupo expositor y la pregunta
o comentario sobre el tema.

Algunas veces, por indicación expresa del profesor, la prueba de discusión puede
realizarse entre dos personas, de manera semejante a las pruebas duales pero sin la
posibilidad de ampliarse a tres personas.

• Las autoevaluaciones

La autoevaluación constituye la mejor prueba para apreciar el sentido de crítica y


autocrítica del estudiante. Es de aplicación individual y grupal, en cuyo caso también se
llama interevaluación o coevaluación.

Puede aplicarse de manera informal, sin una base estructurada, pero es preferible hacerlo
utilizando una tabla de criterios. Para esto se pide a los estudiantes que hagan una
valoración de sus logros con relación a los objetivos educacionales que se les comunique,
a mediados o al final del desarrollo de un curso, utilizando una escala de 1 a 5 puntos.

También es aplicable a la participación del grupo de investigación, valorando en este caso


el grado de colaboración de todos y cada uno de los miembros. El análisis de ambas
valoraciones traerá como resultado un puntaje referencial sobre el nivel de satisfacción
acerca del trabajo realizado, tanto desde el punto de vista personal como desde el grupal
o colectivo.

Debemos habituar a los estudiantes en la práctica de la autoevaluación, sea cual fuere el


nivel educativo. Con niños pequeños puede aplicarse de manera más informal y
espontánea que con adolescentes o adultos, pero debe hacerse.

En el caso de los universitarios, es indispensable la autointerevaluación en base a una


escala, la apreciación sobre el desempeño de los compañeros de grupo incluyéndose y una
opinión acerca del curso o sugerencias al profesor. Hemos considerado a la
autoevaluación dentro del bloque de pruebas grupales o de discusión, por razones obvias.

58
Se orientan fundamentalmente hacia el dominio afectivo y su aplicación en la parte
coevaluativa, se debería realizar de manera interactiva.

La autoevaluación durante el proceso educativo es uno de los instrumentos que posibilita


una adecuada evaluación formativa, pero también puede considerarse en la evaluación
sumativa si le otorgamos un puntaje fijo al margen de los puntos que resulten del proceso
de autoevaluación. Esto se hace para neutralizar la subjetividad y el cálculo personal de
posibilidades, que podrían desnaturalizar una sincera autoevaluación.

Se considera que una autoevaluación estará bien realizada cuando está completa en sus
tres partes, prescindiendo del contenido. Si faltara alguna parte tendrá menos puntaje. De
acuerdo a nuestra experiencia, la autoevaluación puede tener dos o tres puntos como
máximo.

EVALUACIÓN DE UN GRUPO EXPOSITOR

Tema……………………………………………. Fecha………………………………...
Técnica………………………………………….. Hora…………………………………
Grupo………………………………………….... Material………………………………

PUNTAJE GRUPAL

M
3 3 2 2 3 3 2 2 3 3

Marcos Juana Luis Rosa Carmen María Julio Flor Miguel


2+1 3 2 3+1 2+1 1+1 2 2+1 3

Observaciones y comentarios……………………………………………………………..
…………………………………………………………………………………………....
…………………………………………………………………………………………....
………………………………………………………………………………………........

Esta es una ficha que sirve como guía de observación en el caso de la exposición de un
grupo en el aula. Primeramente diremos que los mismos estudiantes eligen al que sea
moderador o director de debates.

59
El profesor o profesora pasa a formar parte del auditorio de manera que tiene mayor
libertad para seguir el desarrollo de la exposición, haciendo anotaciones sobre la
información vertida, intervenciones o preguntas y datos a complementar, por intermedio
del moderador, dando así ejemplo de comportamiento democrático.

La exposición consta de dos vueltas; una corresponde a la temática que expone el grupo y
otra al diálogo o debate con el auditorio. La primera vuelta se califica usando una escala
de tres puntos, tanto al moderador como a los ponentes, según los indicadores siguientes:

• Demuestra mucha seguridad, no lee = 3 puntos.

• Demuestra seguridad, a veces lee = 2 puntos.

• Demuestra timidez y solamente lee = 1 punto.

• Muestra intolerancia frente a otros


o se equivoca en algo fundamental = 1 punto.

• Ausente = 0 puntos.

En la segunda vuelta la calificación es sólo de +1 ó -1, puesto que el puntaje resultante no


puede ser mayor a tres.

Recordemos que la escala a utilizarse es de 1 a 3 en lugar de vigesimal, porque forma parte


de una sumatoria parcial; ese puntaje se añade, por ejemplo, a la calificación de un trabajo
práctico que utiliza una tabla de criterios como la siguiente:

GRUPO Nº………………………………… TEMA………………………………......

• 3 puntos. Organización y solidaridad =

• 1 punto. Puntualidad en la entrega =

• 1 punto. Bibliografía ordenada y con


datos completos =

• 1 punto. Presencia de citas =

60
• 1 punto. Ilustraciones =

• 1 punto. Conclusiones =

• 3 puntos. Exposición grupal =

Supongamos que un estudiante tiene 2 en su exposición y 9/11 en una asignación o


trabajo grupal de investigación: la sumatoria es 11 en relación a 14 puntos posibles.
Posteriormente en una prueba escrita logra cuatro sobre una escala de cinco puntos, que
se añade a una calificación por intervenciones en clase que es en base a tres puntos y a
razón de uno por cada intervención destacada y medio punto por cualquier tipo de
intervención oral, a condición que sea voluntaria.

En el caso mencionado imaginemos que consigue dos puntos; hacemos la suma total y
tendremos 17 como calificativo final para el bimestre, en caso de ese estudiante. ¿Qué ha
sucedido? Hemos eliminado los promedios constantes y cada alternativa o procedimiento
evaluativo se hace con escalas diferentes, pero de acuerdo a un plan de evaluación que
estableció la selección de procedimientos y la ponderación correspondiente, de acuerdo a
la importancia que atribuyamos a cada uno de los objetivos o indicadores de la
programación curricular.

ACTIVIDADES

• Observar el comportamiento de los estudiantes agrupados en el aula y efectuar el


registro correspondiente por medio de un sociograma.

• Haga una breve descripción del rendimiento del estudiante, escribiendo en dos o tres
líneas al respecto. ¿De cuántos estudiantes puede hacerlo? ¿Cuánto tiempo está
trabajando con él o ella?

61
CAPÍTULO III

EVALUACIÓN DE LOGROS

1. COMPETENCIAS Y LOGROS DEL APRENDIZAJE

OBJETIVOS

• Fundamentar las razones por las cuales se dice que la competencia es una expresión
polisémica y multívoca.

• Identificar las teorías didácticas de los procesos finalizados y los procesos no


finalizados, en relación a los logros de aprendizaje.

A partir de los años noventa aparecieron nuevas propuestas de políticas y enfoques o


conceptos, entre los cuales abordaremos uno de los más difundidos y menos claro: las
competencias. Dicho término se está escuchando con mucha frecuencia en el ámbito
educativo, desde mediados de la década pasada. Al comienzo se aplicó a la formación
laboral o la educación ocupacional, pero ahora su uso se ha ido extendiendo a todos los
niveles del sistema educativo, evidenciando así su importancia. Lamentablemente, su
difusión es tan grande como la confusión acerca de su verdadero significado. Y esto,
obviamente, habrá de repercutir en la práctica de la evaluación del aprendizaje.

A partir de 1995 el Ministerio de Educación implanta el llamado “nuevo enfoque


educativo”, para darle prioridad al aprendizaje respecto de la enseñanza y efectuar la
programación curricular orientada al desarrollo de competencias, especialmente en
Educación Inicial y Primaria, aprovechando que se iniciaba una articulación curricular
entre ambos niveles. Esta concepción fue divulgada desde Argentina a mediados de la
década de los años ochenta, como respuesta a un acelerado proceso de cambios
tecnológicos y la consiguiente aparición de nuevas y cambiantes necesidades de
organización y funcionamiento de las empresas. En otros países, como en el caso de
Colombia, se les llamó capacidades, pero no necesariamente vinculadas al mundo laboral.

La presencia de cambios acelerados en el ámbito productivo hizo que los modelos y


contenidos de capacitación pronto se vuelvan caducos, al no responder con eficiencia a
una realidad cambiante. Eso trajo consigo una notable discrepancia entre lo que ofertaba
el sistema educativo y la demanda de la sociedad en materia laboral, lo cual incidió en una
disminución de la eficiencia laboral, la pérdida de posibilidades de empleo y un aumento
del desempleo.

62
Cabe destacar que los constantes cambios en el ámbito laboral han generado mucha
incertidumbre en los nuevos mercados laborales. Esto exige adquirir una permanente
disposición para adaptarse a lo nuevo y estar motivado para renovar conocimientos,
habilidades y destrezas de manera continua. Es decir, a estar dispuesto para capacitarse de
modo permanente. La realidad demanda ahora -y más que antes- contar con trabajadores
técnicos flexibles, capaces de lograr conversiones rápidas y que promuevan así su propia
estabilidad en el mercado de trabajo, pues sólo esa capacitación podría mediatizar la
creciente amenaza de inestabilidad laboral. Por tanto, se entendió que además de poseer
un conocimiento especializado, los técnicos debían tener otras capacidades profesionales
para asegurar su eficiencia laboral.

Entonces, ante la necesidad de replantear enfoques para relacionar mejor el mundo del
trabajo con el mundo de la educación, es que se propuso la concepción de competencias
laborales. El surgimiento del concepto de “competencia” no sólo tiene su explicación en
los cambios técnicos y organizativos de las empresas, sino también en la falta de
adecuación oportuna del sistema educativo a estas necesidades cambiantes del aparato
productivo y la sociedad. Tal adecuación se garantizaría verificando la pertinencia de lo
aprendido a través de su aplicación práctica.

Por eso, de acuerdo al nuevo enfoque ya no interesaba solamente la adquisición de


conocimientos, el simple saber, sino que se empieza a dar importancia al hecho de
adquirir un “saber utilizable”. De ese modo, considerando la idea de competencia laboral,
todo aprendizaje estaría conectado y en armonía con la realidad laboral, en la medida que
pueda responder a ella.

Para identificar la calificación requerida en un puesto de trabajo o en el mercado laboral, el


método tradicional era el análisis ocupacional, que tenía por objetivo hacer un inventario
de todas las tareas que comprendía una ocupación. El punto de referencia era el inventario
de tareas, que describía el quehacer del técnico. Sin embargo, en un ambiente de
continuos cambios tecnológicos y de organización en las empresas, las tareas también
cambian, por lo cual no se consideró conveniente tomarlas como referencia invariable.

Según el “nuevo enfoque”, se busca la identificación de competencias partiendo de los


resultados o los objetivos deseados de la organización en su conjunto (que son menos
cambiantes). De allí se derivan tareas y éstas en conocimientos, habilidades y destrezas. Se
considera que en la medida que se asimila el carácter cambiante y evolutivo de las
exigencias de las tareas y la movilidad de los puestos, tenderá a imponerse el enfoque de
competencias, lo cual implica un claro replanteamiento de la capacitación.

Así, del tradicional enfoque orientado a capacitar para calificaciones estables, se está
pasando a uno nuevo, de tipo sistémico, que está orientado a desarrollar la formación de
los trabajadores dentro de la atención integral a los requerimientos del ámbito productivo.
Entonces, se trata de pasar a un ámbito donde los contenidos formativos dejan de estar
preconcebidos por los centros de educación ocupacional, para constituir respuestas

63
específicas frente a las demandas expresadas en el campo de la producción de bienes y
servicios.

En estas consideraciones está uno de los aspectos centrales del cambio de enfoque. Por
tanto, se entiende como competencia, desde el punto de vista laboral, al conjunto de
capacidades necesarias para un desempeño exitoso. Pero conviene advertir que se trata de
una conceptualización difícil de definir con precisión, porque encierra varios sentidos y
aplicaciones, habiendo pasado por diferentes definiciones desde distintos enfoques, lo
cual hace confusa su comprensión y redacción.

De otro lado se hace difícil su plena comprensión, por resultar extraño a los tradicionales
enfoques educativos y más aún si no se tiene claro el contexto en el cual se origina. Por
eso no puede haber entendimiento cabal cuando se intenta difundir y enseñar su
significado, a partir de una concisa definición (decir que es una macrohabilidad, por
ejemplo), sin presentar ni explicar previamente el contexto que le da sentido. Esto es lo
que ha producido cierta confusión al respecto, inclusive entre los “especialistas” y
capacitadores que estuvieron al servicio de la divulgación del nuevo enfoque. No es
casual que varias veces se intercambien los conceptos de competencia con el de
componente de la misma, diciendo -equivocadamente- que habrían tres clases de
competencia: declarativa o conceptual, procedimental y actitudinal.

APRENDIZAJE CENTRADO EN EL DESEMPEÑO

Basándonos en lo expuesto, resulta necesario precisar el concepto. Podemos decir que la


formación basada en competencias implica el desarrollo de una concepción del
aprendizaje centrada en el desempeño, eso significa fusionar conocimientos (el saber)
con la aplicación práctica (el hacer). Por eso la competencia laboral se define, en los
términos más breves, como el “saber hacer bien”. Entonces, desarrollando más la idea,
puede afirmarse que competencia es tener la capacidad de realizar un desempeño laboral
eficiente, lo cual significa alcanzar ciertos resultados exigidos en una determinada
circunstancia laboral. Para lo cual se toma en cuenta el contexto ya mencionado.

Ese “saber hacer bien” supone pasar por una formación que permita adquirir los
conocimientos, habilidades y destrezas necesarios para ello. Implica aprendizajes de tres
tipos, que están interrelacionados:

• Conceptuales o declarativos. Referidos a la parte teórica, conceptos definidos y


hechos o datos que sustentan la aplicación técnica.

• Procedimentales. Referidos al manejo de técnicas, métodos y estrategias que se


aplican de acuerdo a una secuencia ordenada, para conseguir una meta.

64
• Actitudinales. Que suponen una determinada disposición de la persona, con valores
e intereses específicos, necesaria para un desempeño laboral eficiente.

Desde otra perspectiva, la competencia laboral supone la capacidad de combinar


adecuadamente esos componentes en una situación de trabajo específica y no en una
situación pedagógica. Desde este enfoque, recogiendo la demanda del entorno laboral, se
conciben los perfiles profesionales y a partir de ello es posible definir la propuesta
educativa organizándola en módulos, haciendo así que el sistema educativo responda
adecuadamente a los nuevos retos y exigencias planteados por los cambiantes escenarios
laborales. En resumen, la competencia laboral pretende ser una respuesta innovadora y
pertinente ante la exigencia de reformular y/o fortalecer la relación entre la educación
técnica y el mundo del trabajo, para evitar su separación y garantizar que la educación
responda a los nuevos requerimientos del campo laboral.

Cabe añadir que además de la aplicación del enfoque basado en competencias, también se
debe enfrentar el preocupante divorcio entre la oferta educativa y la demanda laboral, en
tanto existe una oferta excesiva en algunas carreras y un déficit en otras, que genera
subempleo, desempleo y desajuste laboral cuando se trabaja fuera de la especialidad, así
como un sector empresarial con demandas y necesidades laborales no bien satisfechas. Lo
anterior se agrava en el actual contexto socioeconómico, donde el mercado laboral está
bastante restringido en general, contribuyendo a incrementar los índices de subempleo y
desempleo. Ante esta situación es fundamental el desarrollo de acciones de reconversión
profesional u ocupacional para facilitar la inserción laboral de los que buscan empleo o
pretenden cambiarlo.

Se deben desarrollar redes informativas que permitan la confluencia entre trabajadores y


empleadores y servicios de apoyo para facilitar el acceso al empleo de los primeros. Se
considera también muy importante el desarrollo de sistemas de información laboral,
dirigidos especialmente a los estudiantes de los últimos grados de secundaria, que
permitan saber cómo se encuentran las diversas profesiones (universitarias y no
universitarias) en el mundo del trabajo y cuáles son sus perspectivas de desarrollo futuro,
tanto en el mercado laboral nacional como en el contexto internacional, para que tengan
así mejores criterios al momento de decidir por su preparación profesional. En la medida
que esto se pueda concretar se estará contribuyendo al desarrollo del país, porque se
conseguirá un mejor aprovechamiento del potencial humano y de los recursos
económicos.

CONFUSIONES Y PREOCUPACIONES

Preocupa que la noción de competencia en el Perú se esté aplicando al nivel de la


educación básica (inicial y primaria), sin haberse hecho una clara diferenciación entre lo
que se entiende por competencia laboral, que atañe al ámbito de la educación técnica, y el
concepto de competencia aplicado a la educación básica. Si bien hay algunos puntos
coincidentes, hay que aclarar y destacar las diferencias para evitar confusiones. El

65
problema surge cuando el “saber hacer” se convierte en un nuevo paradigma pedagógico
y, por tanto, se intenta aplicar a campos ajenos a su lugar de origen. Veamos.

Primeramente, mientras que por un lado está claro el motivo por el cual se introduce el
concepto de competencia en la educación técnica; por otro lado no se ha fundamentado
de manera clara y convincente, su pertinencia para la educación básica. Por eso será
necesario preguntar ¿por qué surge la necesidad de introducir el concepto competencia en
la escuela con niños y adolescentes?. Al respecto se sostiene la necesidad de reorientar la
educación básica, dando prioridad a la práctica como parte del proceso mismo de la
enseñanza-aprendizaje, es decir el “aprender haciendo”. Esto responde a la concepción de
una didáctica orientada por el constructivismo.

Por otra parte, se busca aliviar el excesivo peso teórico tradicional que predomina en la
práctica de muchos docentes, para plantear un enfoque orientado a darle mayor
aplicabilidad y utilidad al aprendizaje. Se afirmará, entonces, que no basta con adquirir
conocimientos teóricos sino que, además, el estudiante debe aprender habilidades para
saber aplicarlos; así consolida y da valor real a su aprendizaje. Adicionalmente, resultaría
pertinente para la educación de los niños y adolescentes definir los aprendizajes con los
tres componentes considerados en la estructura de las competencias laborales:
conceptuales, procedimentales y actitudinales.

El problema surge cuando esa concepción, que da prioridad a la aplicación como parte
del proceso educativo, se asocia con el “saber hacer” de la educación técnica. El haberse
convertido esta última en paradigma, es la razón de fondo que ha hecho tomar prestado
el significado de competencia del ámbito laboral para aplicarlo también al ámbito de la
escuela de niños y adolescentes, mezclando y confundiendo campos. En el primer caso es
un enfoque que permite garantizar la relación entre educación y el ámbito laboral, en el
segundo caso es una nueva propuesta o enfoque pedagógico orientado a lograr
aprendizajes que sean significativos, resaltando su aplicabilidad y su pertinencia en el
entorno. Sin embargo, el punto clave está en no haberse dado cuenta que hay una
significación muy distinta entre el “hacer” del mundo del trabajo y el que debe
corresponder a la educación básica, donde sería más pertinente plantear un “saber aplicar”
antes que un saber hacer.

Observemos que en el discurso oficialista que presentó la propuesta de competencia en el


mundo de la escuela, está prácticamente ausente la fundamentación acerca del porqué se
toma esa denominación de competencia. Esto realmente se ha desatendido, ya que la
preocupación se ha centrado en difundir como justificación la necesidad de recuperar los
saberes previos y a partir de ellos desarrollar las potencialidades del sujeto que aprende,
con lo cual se ha simplificado en extremo la compleja noción de competencia como
“macrohabilidad” o multicapacidad.

Sobre la definición de competencia, cabe comentar que, tomando como referencia el


concepto de competencia laboral, se ha construido una definición más amplia, para que

66
tenga cabida en la educación básica. Pero no se ha hecho un claro deslinde, pues por un
lado parece darse un traslado conceptual, donde las nociones pierden sentido o no es fácil
encontrarlo fuera del ámbito de la educación técnica y/o del ámbito laboral, como es el
caso del “saber hacer” que implica, como ya se dijo, un saber “utilizable”, lo cual es de
discutible aplicación en el campo escolar, ya que allí no todo saber puede o debe tener un
sentido utilizable. Es necesario precisar la significación de ese “saber hacer”.

Sin embargo, al añadírsele contenidos más amplios, el concepto de competencia se vuelve


muy genérico, cosa que está siendo percibida por los que trabajan y reflexionan sobre el
asunto. Esa impresión, que tiende a generalizarse, puede llevar a confusiones a tal punto
de considerar que la competencia “sirve para todo pero no es nada”. En consecuencia,
por los motivos antes expuestos, en tanto no haya un claro deslinde, la noción de
competencia resulta aún mucho más difícil de ser comprendida fuera del ámbito técnico y
laboral, más todavía habiendo amplios sectores del magisterio que no lo entienden ni lo
manejan adecuadamente.

Siguiendo con la preocupación del deslinde conceptual, cabe indicar que la competencia
laboral (como su propia denominación sugiere) se ejecuta o realiza sólo en el mundo del
trabajo, por eso es saber hacer, donde “hacer” se refiere a la práctica laboral. En cambio
en el sistema escolar es otro tipo de hacer, que puede realizarse también en el ámbito
académico, comprende pues el quehacer académico, cosa que no cabe en la concepción
de competencia laboral que se refiere al quehacer en el mundo del trabajo.

De otro lado, es importante revisar el origen, es decir cómo se gestan o determinan las
competencias y dentro de qué marco conceptual se contextualizan. En el ámbito de la
educación técnica, las competencias se arman a partir de la información que se recoge del
ámbito productivo, entrevistando empresarios de diversa procedencia, a los que se les
pregunta sobre el perfil del técnico que demandan, así se diseña un listado de todo lo que
un determinado especialista debe saber hacer para tener un desempeño laboral eficiente,
lo cual posteriormente se agrupa en diversas unidades de competencia que servirán para
formular el perfil profesional. En consecuencia, es evidente que el perfil no puede
definirse desde el centro educativo ni en el aula. Ese perfil una vez concluido es llevado al
ámbito educativo para organizar la propuesta de capacitación que sea pertinente y haga
posible que los estudiantes adquieran el perfil. Es en esta instancia que los profesores
participan programando, ejecutando el currículo y evaluando.

Por su parte, el diseño de las competencias en la escuela primaria o secundaria es muy


diferente, ya que se efectúa detalladamente sólo en el centro educativo, al momento de
hacerse la programación curricular, dependiendo exclusivamente de la capacidad técnico
profesional de los mismos educadores. En el caso de la educación técnica, como ya se
dijo, la propuesta educativa no está preconcebida desde el ámbito educativo sino que es
una respuesta concreta frente a las demandas específicas del mundo laboral, el cual es
directamente consultado. Finalmente, las competencias en la educación primaria o la
secundaria no definen una ocupación particular a diferencia de los perfiles ocupacionales
de los profesionales técnicos.

67
¿LOS PROCESOS O LOS RESULTADOS?

Además de lo manifestado líneas arriba, debemos puntualizar que el diseño curricular por
competencias es algo muy discutible entre los que reflexionan y proponen alternativas
teórico-curriculares. En realidad habrían dos observaciones importantes que cuestionan
esta propuesta:

• Los que proponen un diseño curricular por competencias han pretendido


contraponerlo con el de objetivos, considerando que el primero es constructivista en
tanto que el otro sería conductista. Sin embargo, no habría nada tan conductista como
el hecho de plantear aprendizaje de competencias, las cuales además de llevar una
connotación ocupacional o de desempeño, requieren de ciertos indicadores para ser
evaluados.

• La discusión de fondo es simplemente un asunto de enfoque: el diseño curricular por


competencias pone el énfasis en los procesos de aprendizaje, en la medida que se
interesa por recuperar los saberes previos y hacer con ellos unos organizadores de
avance para lograr aprendizajes significativos. Esto es lo que se conoce como procesos
didácticos no finalizados. El diseño curricular por objetivos, en cambio, pone énfasis
en los resultados de aprendizaje sin darle verdadera importancia a los procesos que
conducen hacia esos resultados. Esto es lo que se denomina diseño curricular por
procesos didácticos finalizados.

Consideramos que ambas propuestas no tienen por qué ser excluyentes, en la medida que
todos los docentes siempre se plantean determinados logros de aprendizaje deseables
como metas o “puntos de llegada”, para su trabajo pedagógico o de acompañamiento al
grupo de estudiantes que se le encarga.

Esos logros de aprendizaje -en el marco de la teoría de los procesos finalizados- se


llamaron objetivos generales (anuales o terminales), objetivos específicos por cada unidad
didáctica o de aprendizaje y objetivos inmediatos (operacionales o conductuales) para
cada una de las sesiones de aprendizaje o, a veces, para cada semana de clases. Los
objetivos tenían que estar formulados en función del estudiante y con suficiente claridad
para facilitar la evaluación. Los objetivos podían corresponder a los dominios cognitivo
(conocimiento), afectivo (actitudes y valores) y psicomotriz (destrezas).

De acuerdo a la teoría de los procesos no finalizados, aún cuando el énfasis está en los
procesos, no se pueden obviar los resultados pues se les denomina indicadores. En este
sentido, los logros de aprendizaje se llaman competencias (de un alcance mayor: varios
años), que a su vez comprende las capacidades (de un alcance menor, de hasta un año), las
actitudes (de alcance variable) y los indicadores; para las unidades, proyectos o sesiones
de aprendizaje. Se consideró que las competencias tienen los tres componentes indicados
anteriormente (conceptual o declarativo, actitudinal y procedimental) pero en varios

68
documentos del Ministerio de Educación para los niveles Inicial, Primaria o Secundaria,
las competencias no tienen esos tres componentes sino dos o, a veces, solamente uno. De
otro lado, el componente conceptual o declarativo se ha entendido como una simple lista
de contenidos teóricos, asumiendo que todo lo concerniente a las habilidades (manejo de
la información) correspondería a lo procedimental y no debe de ser así. La habilidad de
explicar o la de clasificar (conceptualización o concepto definido), por ejemplo, tienen
una connotación teórica y no implican habilidad práctica (destreza).

En consecuencia, el enfoque basado en los procesos no finalizados dificulta la evaluación


del aprendizaje y hace más complejo y muchas veces inviable la programación curricular.
Al rechazarse la programación por objetivos, calificándola de conductista, el remedio
resultó peor que la enfermedad. Además si trabajáramos con niños o niñas que están con
dificultades o con lento aprendizaje, la propuesta de procesos finalizados no sólo sería la
mejor sino tal vez la única alternativa para programar y evaluar.

Por tanto, debe plantearse una programación curricular por logros de aprendizaje, a partir
del modelo de programación por procesos didácticos finalizados (objetivos curriculares),
lo cual no implica abandonar el concepto de competencias, capacidades o habilidades de
aprendizaje y actitudes, sino más bien reorientarlo para fortalecerlo. En este sentido,
habría que replantearse también el sentido actual de competencia dándole su verdadero
lugar, ligándolo al mundo laboral, y como un logro complejo que abarcaría un amplio
conjunto de objetivos terminales o generales, al finalizar la Educación Secundaria.

Se sugiere una programación por objetivos generales (anuales o terminales), específicos o


intermedios (por mes o unidad) e inmediatos (por sesión o semana de clases), que deba
tomar en cuenta los dominios cognitivo (información verbal y habilidades intelectuales),
afectivo (actitudes y valores) y psicomotriz (destrezas).

Creo que es importante realizar estos cambios, aunque no deberían hacerse con
apresuramiento ni limitarse a la secundaria. Toda reforma toma su tiempo y no nos
preocupemos mucho acerca de las capacitaciones a los docentes, pues será más fácil de
comprender que la clásica programación por competencias, una propuesta que muchas
veces fue confusa e inmanejable. Además, no obstante el deterioro formativo en el
magisterio, no deberíamos partir de un supuesto que lesiona su autoestima, ya que,
implícitamente, se asume que serían profesionales limitados o disminuidos, carentes de
suficiente criterio técnico personal para decidir sobre la programación curricular si es que
no reciben capacitación, lo cual es inaceptable.

LA EVALUACIÓN CUALITATIVA

El Ministerio de Educación, junto a su nueva propuesta de programación curricular por


competencias, ha venido difundiendo un sistema de evaluación cualitativa que acompaña
con la adopción de una escala de calificación que utiliza las letras A, B y C, para expresar

69
que el aprendizaje está logrado, que está en proceso o que puede encontrarse al inicio,
respectivamente.

Esta escala literal se aplica en la Educación Primaria y posiblemente se extienda a la


Educación Secundaria, puesto que ambas constituyen la Educación Básica de acuerdo a la
nueva Ley General de Educación.

Esta atribución de los calificativos es completamente distinta a la conocida escala


vigesimal y a cualquier otra de tipo numérico o cuantitativo, que se utilizan para efectuar
una evaluación sumativa; es decir, para clasificar a los estudiantes según los resultados de
su rendimiento final.

Y cuando decimos rendimiento final no nos referimos de manera exclusiva a las notas de
fin de curso o de año, que se materializan en actas y certificados. Estamos hablando de
rendimientos parciales que se registran al finalizar partes o porciones de desarrollo
curricular, aunque no sean estrictamente rendimientos finales.

Allí está parte del problema: que no siendo realmente rendimientos finales, hay costumbre
entre profesores y estudiantes a considerarlos como tales. Por eso existe el hábito de
promediar calificativos parciales.

Esta costumbre, tan arraigada, de identificar la evaluación con los actos formales de
medir, promediar y clasificar bajo presión o amenaza y orientada hacia el aprendizaje
repetitivo, es lo que algunos investigadores llaman una cultura evaluativo-
precuantificacional. Es decir, la reducción del proceso de evaluación a simple trámite
administrativo para aprobar o desaprobar y orientado por la sanción negativa, que
inevitablemente compara a unos con otros según el rendimiento.

Aplicar la escala literal ha hecho que los profesores y padres de familia se sientan
obligados a encontrar una equivalencia con relación a la escala vigesimal.

De ahí que, en ese sentido, seguramente son varios los profesores que habrán decidido
añadir a cada letra el signo + o el signo -, aumentando innecesariamente el rango de la
escala.

Tengamos en cuenta que a menor distancia entre el puntaje mayor y el menor, las
escalas son más objetivas.

Por tanto, si a la escala literal de cuatro opciones calificatorias (A, B, C, D) se


añadiese los signos “+” o “-”, los calificativos suman doce y pueden ser más si es que
consideramos las letras E y F. Veamos:

70
• A+, A, A- / B+, B, B- / C+, C, C- / D+, D, D- etc.

• 20, 19, 18 / 17, 16, 15 / 14, 13, 12 / 11, 10, 09 etc.

Esta es, realmente, una desnaturalización del acto de aplicar una evaluación que se
pretende sea cualitativa. Otras veces, tal como me lo decía un profesor que labora en
a Universidad Privada de Tacna, la directora del colegio en el que estudia su hija le
manifestó que se había establecido una tabla de equivalencias entre la escala literal y la
vigesimal, a pedido de un sector de padres de familia que declaraban no entender la nueva
escala. Esa tabla de equivalencias era la siguiente:

• A = 15 a más.

• B = 11 a 14.

• C = 10 ó menos.

¿Qué podemos observar en esta situación? Que los rangos no son uniformes: la nota “C”
tiene el rango mayor, que equivale a diez puntos de la escala vigesimal y la nota “B” tiene
el menor (equivale solamente a cuatro puntos de la escala vigesimal).

A partir del año 2000 la escala A-B-C fue modificada, añadiéndose la nota “AD” (A
destacada) y generalizando el hábito negativo de buscar equivalencias de acuerdo a la
escala vigesimal. Es decir, se ha continuado aplicando el sistema tradicional de evaluación
sumativa y con la escala vigesimal, pero encubierta por la escala literal “AD-A-B-C”, que
podría muy bien haber sido “A-B-C-D”.

Es indudable que para juzgar el desempeño del educando, debemos tener en claro lo que
pretendemos que aprenda, de acuerdo al proceso educativo que hayamos diseñado, y
después de haber concluido éste. Pero también debemos tener en cuenta los aprendizajes
que se producen sin haber sido previstos; es decir, sin que hayan sido planeados.
Diremos, con Giussepa D’Agostino,23 que los resultados no planeados tienen una amplia
significación: comprende las consecuencias no previstas, los efectos marginales y el
aprendizaje incidental. Dentro de esas consecuencias no previstas pueden haber, inclusive,
efectos negativos. Sobre eso, Sawin24 hace referencia al caso de aquellas asignaturas que
son objeto de rechazo por unos, mientras son del agrado de otros. El desagrado por una

23D’ AGOSTINO, Giussepa. Aspectos teóricos de la evaluación educacional. San José, EUNED,
1998, p. 27.
24 SAWIN, E. I. Técnicas básicas de evaluación. Madrid, Magisterio Español, 1991, p. 34.

71
asignatura es un dato tan importante como el logro de objetivos o capacidades de
aprendizaje.

ALGUNAS RECOMENDACIONES

Lo que estamos diciendo acá nos lleva al planteamiento de ciertas precisiones, a manera
de supuestos básicos, para hacer una evaluación alternativa:

• Evaluar no es calificar ni tomar pruebas. Es mucho más. Evaluar es valorar a la


persona como tal, implica tomar decisiones en base a parámetros de comparación
usando determinada información que se ha recolectado.

• La evaluación del aprendizaje debe servir para ayudar al estudiante, para hacerle notar
sus errores o estados carenciales de aprendizaje y brindarles la oportunidad de
mejorar. La evaluación en estas condiciones no sirve como instrumento de selección
negativa y, por lo mismo, no tiene por qué suscitar temores. La evaluación del
estudiante, tal y como lo planteamos, debe ser permanente. No caben evaluaciones
periódicas, sino solamente las que son sumativas o confirmatorias, llamadas a verificar
el aprendizaje al finalizar el curso.

• Se evalúa principalmente el proceso de aprendizaje. No solamente los resultados. Por


eso en una propuesta de evaluación cualitativa, el acompañamiento que se hace al
estudiante, durante su proceso de aprendizaje, cobra singular valor dentro de esta
nueva concepción y se aplica verdaderamente una evaluación formativa.

• Al evaluar los resultados deberíamos evaluar no sólo resultados previstos, sino


también los resultados que fueran imprevistos. En tal sentido, se evalúa el logro de los
aprendizajes que se desean alcanzar mediante la aplicación del programa curricular y
otros que, aunque no previstos, aparecen o surgen a consecuencia de la ejecución de
las actividades educativas.

• Evaluar competencias significa hacer una evaluación integral y, por tanto, no caben
evaluaciones de tipo fragmentario que aíslan a los tres componentes de la
competencia: conceptual, actitudinal o valorativo y procedimental. Es de suma
importancia apreciar cómo se combinan estos tres componentes en el desempeño de
cada persona que aprende.

• Aplicar una evaluación cualitativa no implica dejar de lado cuantificadores y escalas,


sino hacer uso de ellos para describir o interpretar el avance o, tal vez, algún eventual
estancamiento del aprendizaje. Esta descripción o interpretación en forma de
comentario es lo que se divulga, además de la escala literal.

72
• Todas las personas tienen derecho y capacidad para evaluar en la medida que valoran
y toman decisiones en correspondencia con esa valoración. Por eso una evaluación
moderna debería incluir siempre las opciones de efectuar autoevaluación y
coevaluación, lo cual también se puede materializar de una manera cualitativa.

• Lo afirmado en la consideración anterior implica que la evaluación debe estar al


servicio de los procesos de cambio o innovación educativa; es decir, que debe tener
impacto en las prácticas educativas. Por eso debe de incorporar la paraevaluación y la
metaevaluación.25 La primera es la evaluación de contenidos, objetivos y conducción
del programa educativo y la segunda, es la evaluación de los procesos, criterios,
técnicas e instrumentos de la evaluación.

ACTIVIDADES

• ¿Es cuestionable utilizar las competencias como logros de aprendizaje? ¿Por qué?

• Investigar en su centro laboral la manera en que se utilizan las escalas para la


calificación del aprendizaje. ¿Usan números? ¿Usan letras? ¿Combinan?

• ¿Conoce alguna innovación que se esté aplicando en la evaluación del aprendizaje? De


haberla, haga una descripción de la misma.

2. PLANEAMIENTO DE LA EVALUACIÓN

OBJETIVOS

• Diseñar un plan de evaluación del aprendizaje.

• Identificar los procedimientos evaluativos de acuerdo al plan.

Todo proceso de evaluación requiere de la precisión de los objetivos o logros de


aprendizaje que se hayan previsto. No podemos elaborar ninguna prueba, aplicarla e
interpretar los resultados, si hubiera una deficiente programación curricular.

Varios autores propusieron una tabla de especificaciones o matriz del instrumento de


evaluación, para diseñar una prueba, desde los aportes de Wilfredo Huertas y José

25SANTOS, Miguel. La evaluación: Un proceso de diálogo, comprensión y mejora. Málaga, El Aljibe,


1995, p. 31.

73
Anicama a mediados de los años setenta en el INIDE y a propósito de las investigaciones
sobre tecnología educativa, correlacionando objetivos específicos y categorías de
aprendizaje según la taxonomía de Gagné.

Sin embargo, algunos correlacionan ciertos contenidos y categorías prefiriendo la


taxonomía de Bloom o elaboran la tabla de especificaciones utilizando indistintamente
objetivos o contenidos para correlacionarlos con los dominios y las categorías de
aprendizaje, correspondientes a la clasificación de Bloom.

El planteamiento de Domínguez parece más sencillo de utilizar y deja en libertad al


profesor para que seleccione las categorías -que llama niveles de aprendizaje- y los
correlacione con los objetivos o contenidos. Las categorías o niveles deberán
estructurarse de acuerdo al dominio en que se va evaluar: cognitivo, afectivo o
psicomotriz.

Existe una evidente ambigüedad en la propuesta, cuando se dan dos posibilidades:


“objetivos” y “contenidos”. Aquí notamos un error, porque ambos términos no son
equivalentes y porque toda evaluación que pretenda ser científica o rigurosa debe hacerse
de acuerdo a los objetivos o logros de aprendizaje que se hayan previsto y no en función
de contenidos.

En otra parte del texto el autor presenta un ejemplo de tabla de especificaciones


correlacionando adecuadamente objetivos específicos y niveles de aprendizaje, aunque
esta clasificación (conocimiento, comprensión, aplicación, etc.) no nos parece la mejor.

Como hemos observado, hay varios aportes para elaborar una tabla de especificaciones
y diseñar una prueba. Esto es lo que llamaríamos planear el diseño de una prueba. Pero
hay un proceso de previsión anterior al planeamiento de una prueba concreta, consiste en
determinar los procedimientos y su frecuencia de aplicación a lo largo del desarrollo
curricular de una asignatura o de una parte de la misma. Esta es una decisión
indispensable porque sirve de base a lo otro. No hemos encontrado propuestas al
respecto, razón por la cual se ha elaborado una, correlacionando los objetivos específicos
con los dominios de aprendizaje (cognitivo, afectivo y psicomotor). A esto llamamos
planeamiento “grueso” de la evaluación, para diferenciarlo de la preparación de una tabla
de especificaciones o proceso al cual denominamos planeamiento “fino” de la evaluación.

En consecuencia, el planeamiento de la evaluación tiene dos niveles: planear la evaluación


para alguna unidad didáctica con la finalidad de escoger los procedimientos a emplear y
hacer un nuevo planeamiento para elaborar la tabla de especificaciones, a fin de diseñar
las pruebas o los instrumentos correspondientes. Estos niveles forman parte de una
secuencia de pasos que presentamos a continuación.

74
Niveles de aprendizaje (1) (2) (3) (4) (5) (6) Total de ítems

Objetivos o contenidos

Total de ítems

Como se puede notar, el proceso de planeamiento de la evaluación comprende siete fases:


propuesta de objetivos específicos, establecimiento de la importancia de los mismos,
diseño del plan de evaluación o primera matriz, elaboración de una segunda matriz (que
lleva el nombre de tabla de especificaciones), preparación de las preguntas o ítems de los
diversos procedimientos evaluativos, estructuración de las pruebas o instrumentos y
determinación de la base comparativa o patrón de calificación.

1. Propuesta de objetivos o logros de aprendizaje de la unidad didáctica.

2. Establecimiento de la importancia relativa: Objetivos o logros indispensables,


necesarios y complementarios.
3. Diseño del plan de evaluación o matriz principal:
3.1. Clasificación de objetivos específicos de acuerdo a los dominios de aprendizaje y
asignación de puntajes utilizando una escala quinaria.
3.2. Selección de procedimientos evaluativos según los dominios de aprendizaje.
3.3. Reajuste de puntajes en función de la importancia relativa de los objetivos.
4. Elaboración de la segunda matriz de evaluación o tabla de especificaciones,
basándose en el análisis de la matriz anterior.
5. Preparación de las preguntas o ítems de las diversas pruebas o instrumentos
considerados en los procedimientos.
6. Estructuración de las pruebas o instrumentos de evaluación.

7. Determinación de la base comparativa o patrón de calificación.

75
a. Desagregado de objetivos específicos

Se sustenta en la jerarquización de los aprendizajes; es decir, que unos están subordinados


a otros en una secuencia de pequeños aprendizajes que llevan a un aprendizaje de mayor
magnitud. Unos aprendizajes son prerrequisitos de otros, más complejos; así por ejemplo,
“restar números enteros de cualquier tamaño” supone una secuencia de aprendizajes
menores tales como “resta simple”, “restar en columnas sucesivas de resta simple”,
“restar entendiendo el -0, para pedir prestado”, “restar cuando se requiere sólo un
préstamo en cualquier columna”, etc.

El desagregado se hace a partir de los objetivos terminales del año o del semestre, según la
organización del período académico. Cuando hay una programación curricular anual
(larga duración) se desagregan objetivos mensuales o de unidad didáctica, que se
desprenden de los anuales o se distribuyen los objetivos anuales en los periodos
bimestrales o trimestrales.

Tratándose de objetivos semestrales, no es necesario efectuar desagregados específicos


(mensuales o bimestrales). Basta bajar directamente a los objetivos inmediatos o de clase.
En consecuencia, desagregar objetivos terminales implica descomponerlos en objetivos
subordinados que se alcanzarán en diferentes tramos del desarrollo curricular (bimestral,
mensual o a nivel de una clase). Los objetivos a nivel de clase son los objetivos más
concretos y se llaman objetivos inmediatos (operacionales o conductuales), para que se
puedan diferenciar tanto de los generales (terminales del año o semestre), como de los
específicos (parciales o de unidad didáctica).

Christine Möller26 distingue tres tipos de objetivos de aprendizaje: directriz, general y


preciso. El primero corresponde al objetivo general que nosotros manejamos en la
programación curricular, a veces con la connotación de objetivo permanente o de
alcance mayor al período anual como, por ejemplo, “identificarse con la herencia cultural
de lo peruano”.

El objetivo general, siempre siguiendo a Möller, es lo que corresponde al objetivo


intermedio (bimestral) en relación al anual. Tiene mayor precisión que el anterior y es el
caso de “conocer el origen de la música peruana”. El objetivo inmediato es más preciso,
es el que describe la conducta final que se espera del estudiante: “dada una lista de
alternativas, subrayará la correspondiente al origen del vals criollo”. Para efectos de la
evaluación del estudiante, nos interesa destacar la importancia que tiene formular los
objetivos precisos o inmediatos -por ser de corto alcance- y desagregarlos adecuadamente,
desde los objetivos terminales de la programación de larga duración.

26MOLLER, Christine. Technik de lernplanung (Técnica de la planificación del aprendizaje). En:


PETERSSEN, W. J. La enseñanza por objetivos de aprendizaje: Fundamentos y práctica. Madrid,
Santillana, 1986, p. 70.

76
Los objetivos inmediatos o precisos sirven de mucho porque ayudan en la evaluación
progresiva o formativa de los estudiantes, aumentando la validez de los instrumentos
evaluativos: La prueba mide lo que se propone medir, a la luz de esos objetivos. Además
ayudan al docente a planificar su trabajo didáctico con mayor exactitud y también
motivan y orientan el aprendizaje de los estudiantes haciendo que se den cuenta lo que se
espera de ellos, dándoles las oportunidades de aprender con mayor independencia.

Ahora tratemos sobre la redacción de esos objetivos. Hay que observar que describen la
conducta del estudiante y no una acción del profesor o un tema a desarrollar.

Robert Mager27 como fruto de sus investigaciones entre los años 1962 y 1971, identificó
tres componentes en el objetivo de la clase. Algunos años después Leslie Briggs y Robert
Gagné28 sostendrán que los objetivos conductuales (inmediatos) tienen cinco
componentes, ampliando los anteriores.

Mager consideraba componentes del objetivo a la situación, el verbo y la eficacia.


Situación es el conjunto de condiciones que están expresadas en el objetivo en calidad de
limitaciones, materiales o ayudas que pueden estar presentes o ausentes en el momento de
la evaluación. Ejemplo: “Dado un conjunto de formas geométricas (…)” o “Sin la ayuda
de un mapa (…)”. El verbo representa la acción como resultado del aprendizaje,
describiendo claramente la conducta que se espera del sujeto. Esto es lo que suele
llamarse verbo de conducta manifiesta, para diferenciarlo del verbo de conducta
interiorizada; el primero no admite muchas interpretaciones.

Por ejemplo, son verbos de conducta manifiesta:

• Escribir, redactar.

• Diferenciar, distinguir, discriminar.

• Resolver, solucionar.

• Comparar.

• Construir.

27 HUERTAS, Wilfredo y otros. Tecnología educativa. Lima, Retablo de papel - INIDE, 1975, p. 247.
28 GAGNE, R, y L. BRIGGS. La planificación de la enseñanza. México, Trillas, 1978, p. 95-97.

77
• Contrastar, demostrar.

• Identificar, reconocer.

• Medir, calcular.

• Decir en otras palabras.

• Explicar, fundamentar, sustentar.

• Aceptar, defender.

• Localizar, señalar, indicar.

• Programar.

• Interpretar.

Los verbos de conducta interiorizada no tienen la misma claridad que los anteriores y
solamente podrían utilizarse en objetivos generales: conocer, saber, apreciar, estimar,
valorar, tomar conciencia, entender, comprender, etc.

La eficacia es el indicador o criterio que hace aceptable o satisfactoria la actuación, para


demostrar que se aprendió y, por tanto, que el estudiante ha logrado dominio del objetivo.
Cuando el grado de eficacia es cuantitativo, estamos ante un objetivo operacional
propiamente dicho, por ejemplo: “Ante un mapa del Perú, dibujado sin especificar las
capitales de departamento, el estudiante indicará el nombre de por lo menos veinte
departamentos”.

Otras veces la expresión “sin error” puede ser el indicador de eficacia. Algunos utilizaron
porcentajes, pero nos parece ya una exageración. Para Gagné y Briggs los objetivos de
tipo conductual (inmediatos o de clase) tienen cinco componentes para precisar mejor la
situación y el desempeño, aunque omiten la eficacia. Ellos son: la situación, los
instrumentos o limitaciones, la capacidad a ser aprendida, la acción que indica la forma de
demostrarla y el objetivo de la capacidad a ser aprendida; es decir el “que” se está
aprendiendo. Veamos algunos ejemplos:

78
Dada una carta recibida… Situación.
redáctese… Capacidad aprendida.
una carta de respuesta… Objeto.
mecanografiándola… Acción.
en una máquina eléctrica haciendo
una copia en papel carbón. Instrumento y otras limitaciones.

Frente a una carta manuscrita… Situación.


ejecutará… Capacidad aprendida.
una copia en pantalla imprimiéndola
con una computadora e impresora
usando el programa Word. Instrumento y otras limitaciones.

Expresadas oralmente varias palabras… Situación.


identificará… Capacidad aprendida.
la consonante inicial de cada una de ellas… Objeto.
escribiéndola… Acción.
a lápiz en una hoja de papel en blanco. Instrumento y otras limitaciones.

Gagné y Briggs advertían la importancia que tiene la elección de “verbos de acción”


para evitar ambigüedad en el enunciado del objetivo. Normalmente aparece en forma de
gerundio: terminaciones “ando” y “endo”.29

En cuanto a los verbos que describen la capacidad aprendida, los citados autores han
seleccionado determinados verbos que tienen cierto grado de abstracción mayor que los
indicativos de acción -tratándose de las habilidades intelectuales- porque consideran que el
funcionamiento intelectual no debe confundirse con verbos que describen acciones
observables. En estos simplemente se observa la acción mientras que en los anteriores hay
que hacer inferencias sobre la conducta.

A continuación se presentan los verbos tipo que han sido seleccionados por Gagné y
Briggs,30 para describir las capacidades según las categorías o variedades de aprendizaje.

La lista de verbos-tipo ha sido tomada textualmente, pero difiere un tanto de la


presentada por Chadwick.31 El pone “genera” donde dice “redacta”, “origina” por
“elabora” y “expresa” en vez de “enuncia”.

29 GAGNE, R. y BRIGGS, L. Ob. cit., p. 99.


30 Idem, p. 101.

79
A nosotros no nos parece pertinente el verbo “genera” porque puede implicar creatividad
y sería más aplicable a una estrategia cognitiva; sí podría ponerse el verbo “resuelve” o
“soluciona”. En los casos de “origina” y “expresa”, pueden ser alternativas válidas. Gagné
y Briggs dicen hacer elegido los verbos con mucho cuidado para que cada uno de ellos
indique la capacidad aprendida con la mayor precisión posible, aunque aceptan que
algunos tienen sinónimos. Esto es evidente en el verbo “discrimina” en relación a
diferencia o distingue.

Son interesantes las dos razones por las cuales no consideran la eficacia dentro de los
objetivos:32 primero, que los indicadores pueden ser diferentes según el tipo de capacidad
(variedad o categoría de aprendizaje) y, segundo, que los criterios de ejecución
corresponde a las técnicas de evaluación y no al enunciado de los objetivos. La
fundamentación nos parece buena y la compartimos, pero debemos cuestionar una
formulación de objetivos tan larga y engorrosa como la siguiente:33 “Nos parece poco
práctico utilizar una redacción tan complicada para plantear los objetivos de la clase,
aunque estamos de acuerdo en lo inconveniente de especificar la eficacia o criterio de
rendimiento añadiendo una tercera razón: que el enunciado del objetivo se alargaría más”.

Gagné y Briggs defienden el uso de los cinco componentes en cada objetivo, porque es
la única manera de especificar lo mejor posible la capacidad aprendida en términos de
habilidad intelectual, diferenciándola de lo que son las subvariedades o subcategorías de
discriminación, concepto concreto, o rotulación, concepto definido, regla y resolución de
problemas o regla de orden superior.

Dadas dos ecuaciones de una incógnita… Situación.


usar los signos x e = para demostrar… Capacidad aprendida.
cual es el factor desconocido en una de
las ecuaciones… Objeto.
sustituyendo en ella la incógnita a partir
del factor conocido de la otra y escribiendo
el valor desconocido. Úsese la propiedad
conmutativa de la multiplicación. Instrumentos y otras limitaciones.

A nosotros nos parece suficiente especificarlo después de hacer la segunda matriz de


evaluación o tabla de especificaciones, cuando se preparan fichas con los ítems o
preguntas. En el esquema siguiente se presenta un paralelo entre los componentes de un
objetivo conductual según los autores tratados.

31 CHADWICK, Clifton. Teorías del aprendizaje para el docente. Santiago de Chile, Editorial

Universitaria, 1990, p. 116.


32 GAGNE R. y BRIGGS, L. Ob. cit., p. 104.
33 Idem, p. 97.

80
Como puede apreciarse, no hay muchas diferencias entre ambas propuestas. Sin
embargo debemos remarcar la separación o distinción que Gagné y Briggs hacen entre
los verbos de acción y los verbos de capacidad aprendida; con eso Gagné confirma su
posición ecléctica al combinar conductismo con cognoscitivismo. En efecto, no sólo
interesa lo visible o la acción directamente observable sino también la conducta
subyacente que debe ser inferida u “observada” indirectamente. Ha sido muy valioso
sugerir una lista de verbos en relación a cada categoría de aprendizaje, incluyendo los
correspondientes a las subcategorías de habilidades intelectuales.

En lo relacionado a situación, Gagné y Briggs especifican de un lado la situación en sí y,


de otro, los instrumentos o herramientas y otras limitaciones que se presentan para que el
estudiante muestre o realice la conducta esperada. Creemos que la situación debe
presentarse en forma breve, no es necesario detallarla tanto porque al hacerlo estamos
proponiendo criterios a utilizar en la evaluación y esto ya corresponde a la preparación del
procedimiento o del instrumento.

Estimamos que los objetivos conductuales (inmediatos) tienen como elementos


indispensables el verbo de capacidad aprendida y el objeto de la misma. Es recomendable
ponerlos en futuro imperfecto, se deben tomar como referencia los verbos-tipo de
acuerdo a las categorías de aprendizaje, o sinónimos aproximados. La situación es un
elemento complementario que contextualiza la interrelación del aprendiz o aprendiente
con el verbo y el objeto.

Veamos como queda un objetivo específico sobre aprendizaje de la matemática, cuya


formulación cuestionábamos líneas arriba: “Demostrar el factor desconocido en una
ecuación”. Y en caso de ser objetivo inmediato o conductual:

Demostrará… Capacidad aprendida.


el factor desconocido en una ecuación… Objeto.
aplicando la propiedad conmutativa de
la multiplicación. Situación.

Hay varias palabras menos en relación al ejemplo cuestionado pero consideramos que el
objetivo no pierde claridad y que mejora en su redacción. Cuando se programan
competencias, capacidades e indicadores de logro, se redactan los verbos en modo
indicativo y en tiempo presente.

b. Importancia relativa de objetivos y competencias

Después de haber formulado los objetivos específicos y los inmediatos o conductuales,


debemos establecer la importancia relativa de los mismos. Todos no pueden tener el
mismo valor o importancia.

81
Por eso debemos identificar aquellos que sean indispensables diferenciándolos de los
que tengan segunda prioridad y de otros que consideremos de menor importancia.
Todo evento curricular tiene objetivos y contenidos de diversa importancia: los
indispensables o esenciales(i), cuyo no dominio implicarían la desaprobación de la
asignatura; los necesarios o de segunda prioridad(n) que son de utilidad para mostrar un
aprendizaje más consistente y los objetivos complementarios o convenientes(c), que son
casi opcionales o de tercera importancia.

Los objetivos y contenidos indispensables(i) son considerados como tales porque pueden
tener amplia vigencia y transferencia. Esto quiere decir la trascendencia de los
aprendizajes en lo espacial y lo temporal (vigencia) y la potencialidad que puedan tener
para lograr objetivos de una complejidad similar o mayor (transferencia).

La vigencia espacial amplia consiste en la posibilidad de actuación más allá del ámbito
local o regional; es decir, a nivel nacional o tal vez internacional. Y la vigencia de tipo
temporal se refiere a la magnitud de su duración en el tiempo, antes de volverse obsoleto.
Esta se encuentra condicionada al avance de la ciencia y tecnología, que es actualmente
muy veloz internacionalmente.

La vigencia temporal amplia supone una mayor resistencia a la obsolescencia del


aprendizaje: diez años o más. Una vigencia temporal media corresponde a los objetivos y
contenidos cuyo lapso de obsolescencia pueda estimarse para cuatro o cinco años y será
restringida si lo estimamos para una duración menor. Desde el punto de vista profesional
puede considerarse también la vigencia operacional o funcional de los objetivos o logros
de aprendizaje, de acuerdo a su utilización en el desempeño de alguna carrera, ocupación
o profesión.34

Vigencia operacional amplia tienen los aprendizajes que sirven para enfrentar y resolver
los problemas cotidianos de menor frecuencia y, finalmente, la vigencia restringida
corresponde a los logros de aprendizaje que se relacionan con situaciones eventuales o
excepcionales dentro del desempeño de una profesión. Podría decirse que la distribución
de los tres tipos de objetivos y contenidos (esenciales o indispensables, necesarios y
convenientes o complementarios) es aproximadamente tres tercios casi iguales: 40%, 30%
y 30% respectivamente, pero puede variar la proporción si tomamos una parte de la
programación. Así, es posible que en la segunda mitad de una asignatura se hayan previsto
más objetivos complementarios que en la primera mitad.

Lo que nunca debe suceder es el predominio de objetivos y contenidos complementarios


o convenientes, en relación a los demás objetivos o logros de aprendizaje de alguna
asignatura.

“Análisis de campo en los objetivos de aprendizaje”. En: Seminario-Taller de Tecnología Educativa:


34

Teoría y Técnica Curricular. Cusco, UNSAAC, 1995, pp. 135-137.

82
También puede ocurrir que los objetivos y contenidos ahora convenientes o
complementarios, se hagan necesarios o sean indispensables en una asignatura posterior.
Esto puede ser cuando no presentan una transferencia amplia; es decir, cuando no son
prerrequisito para un aprendizaje posterior. Y es que, en caso contrario, serán
indispensables o esenciales.

Tener presente la importancia relativa de los objetivos es de mucha utilidad para el


trabajo didáctico de los profesores a fin de poner mayor atención y cuidado al logro de los
objetivos esenciales y necesarios. Los objetivos y contenidos de tipo conveniente o
complementario suelen ser alcanzados básicamente por los alumnos más estudiosos y
por aquellos que están motivados circunstancialmente. Los objetivos indispensables, en
cambio, deben ser alcanzados por todos los estudiantes obligatoriamente.

La determinación de la importancia relativa de los objetivos o logros y contenidos está en


relación al perfil del estudiante en el grado y nivel educativo correspondiente, según sea
educación inicial, primaria, secundaria, educación ocupacional, educación superior
tecnológica y educación universitaria de pregrado o de postgrado. Para ello debería
trabajarse en equipo un análisis de funciones a realizar por los egresados, particularmente
en caso del ejercicio de alguna profesión.

Ese análisis consistirá en investigar situaciones problema en relación a las cuales el


egresado deberá trabajar, una vez que estén completados sus estudios formales. Ese
análisis hará posible, además, que el perfil del egresado sea congruente con la realidad.

Un programa educativo gana en calidad cuando los egresados desarrollan capacidades


aprendidas para enfrentar diversidad de problemas, incluyendo situaciones nuevas e
imprevistas. Esto es lo que se llama el sentido de anticipación en el aprendizaje, que se
complementa con el de participación. Ambas características (anticipación y participación)
forman parte del aprendizaje innovador o aprendizaje productivo,35 adquirir ese
aprendizaje minimiza la posibilidad de aprender por “shock”.

A partir de 1995 el Ministerio de Educación ha introducido el término “competencia”, a


propósito de la experimentación de programas articulados de Educación
Inicial/Educación Primaria.

La competencia implica desarrollar capacidades o habilidades que pueden estar


potencialmente presentes en los niños, en tanto que los objetivos son logros por alcanzar.
Las competencias, como se dijo al inicio de este capítulo, son macrohabilidades o
multicapacidades. Tanto las competencias como las capacidades se redactan utilizando el
verbo de lo aprendido en tiempo presente, tercera persona y modo indicativo, sin

35DELGADO, Kenneth y CÁRDENAS, Gerardo. Aprendizaje eficaz y recuperación de saberes.


Lima, Editorial San Marcos, 2004, p. 32.

83
mencionar situación o condición. Ejemplo de capacidades: “controla los movimientos
globales y específicos de su cuerpo” o “explica las necesidades de aprendizaje sus
compañeros”.

c. Diseño del plan de evaluación

Cuando ya hemos establecido la importancia relativa de los objetivos o logros de


aprendizaje de acuerdo a nuestra propia experiencia docente o, mejor, de acuerdo a una
experiencia grupal docente, procederemos al diseño del plan de evaluación.

PLAN DE EVALUACIÓN

UNIDAD 1. La expansión europea y la conquista de América.

OBJETIVO 1.2. A partir de una visión nacionalista, identificarán los estudiantes de


manera crítica los aportes de la sociedad colonial, destacando el testimonio del hombre
peruano durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DOMINIOS PUNTAJE PROCEDI-


Cognit. Afect. Psicom. BASE MIENTO
1.2.1. Discriminar causas y 3 2 0 5 PE
consecuencias de la invasión de
América.
1.2.2. Clasificar las características de la 4 1 0 5 PE
cultura occidental y americana,
previa comparación.
1.2.3. Elegir una posición crítica 2 3 0 5 PG
frente a la cultura occidental
señalando ventajas y
desventajas.

Notemos que a cada uno de los objetivos se le ha dado un puntaje base de cinco
puntos, que se distribuye entre las columnas de los dominios cognitivo, afectivo y
psicomotor, con mayor énfasis en alguno de ellos. Por ejemplo, los dos primeros
acentúan el dominio cognitivo, razón por la cual seleccionamos el procedimiento “prueba
escrita”.

En el tercer objetivo podemos percibir que el énfasis está en lo afectivo; por eso
seleccionamos como procedimiento evaluativo una prueba grupal (PG). Y en el objetivo
restante, cuando se trata de verificar el logro de una destreza, nótese el mayor “peso”
asignado a lo psicomotriz; en consecuencia, escogemos una prueba práctica o de
ejecución (PP).

84
A continuación pasaremos a reajustar el puntaje-base de acuerdo a la importancia relativa
de los objetivos. En consecuencia, los objetivos primero y tercero -que son
indispensables- deben tener mayor puntaje y el cuarto objetivo -que es complementario o
conveniente- el menor. Por tanto, al primer y tercer objetivo le consideramos seis puntos,
el segundo continua con cinco y el cuarto baja a cuatro puntos.

Veamos ahora el Plan de Evaluación para un programa curricular por procesos didácticos
no finalizados, correspondiente a la Unidad 1, donde apreciamos que los aprendizajes
esperados (capacidades y actitudes) se distribuyen de acuerdo a los tres componentes de
una competencia (declarativo, actitudinal y procedimental),según sea el peso que hayamos
considerado para determinado aprendizaje y elegimos el procedimiento que sea más
pertinente.

En esta matriz o plan de evaluación, en la capacidad número 1 tiene más peso lo teórico
o declarativo y por eso debe ser evaluado por medio de una prueba escrita. En la siguiente
capacidad, se espera que los niños escriban ejemplos de sustantivos según sus clases; en
este caso lo declarativo y lo práctico aparecen con el mismo puntaje y entonces
podríamos escoger entre una prueba escrita o una prueba práctica, escogimos la escrita.

En el número 3 no hay una capacidad sino una actitud acerca de la valoración del
sustantivo al leer y escribir. Esto no se podría “examinar” (tomar una prueba), entonces
decidimos hacer una observación de los niños para estimar esa valoración. Recordar que
el aprendizaje con más énfasis en lo declarativo se evalúa con prueba escrita, el que tenga
mayor énfasis por lo actitudinal con una prueba grupal (de discusión) o mediante la
observación. Y en caso que el aprendizaje implique demostrar algo procedimental
(destreza), se aplicará una prueba de tipo práctico o también podría utilizarse la
observación si fuesen productos del aprendizaje (informes, monografías o movimientos
físicos también).

Se ha generalizado mucho llamar conceptual al saber teórico o declarativo, pero no todo


lo declarativo puede ser conceptual ya que la información verbal o “saber de memoria”
no implica la formación o la adquisición de algún concepto.

d. La tabla de especificaciones

Una vez terminado el plan de evaluación (primera matriz) debemos elaborar una segunda
la matriz o tabla de especificaciones. Ésta servirá para decidir el número mínimo de ítems
(preguntas, consignas o indicadores de observación) a utilizar en los diversos
procedimientos de evaluación. La tabla de especificaciones correlaciona los objetivos
específicos con las categorías de aprendizaje, de acuerdo a la propuesta de Gagné y
Briggs.

85
Las preguntas se diferencian de las consignas en que estas últimas no llevan signos de
interrogación. La consigna es una indicación imperativa o un mandato: “Haz un
gráfico…”, “Resuelve…”, “Describe…”

ACTIVIDADES

• En caso de desempeñarse como docente haga una reflexión sobre su trabajo


evaluativo: ¿Cómo ha venido preparando las pruebas y otros instrumentos de
evaluación? ¿Basado en qué criterios o consideraciones?

• Elaborar un plan de evaluación para el desarrollo de alguna unidad didáctica de una


asignatura cualquiera.

• Revisar los logros (objetivos o capacidades y actitudes que se han previsto) y de


acuerdo a cada uno de ellos identificar las categorías o subcategorías de aprendizaje
que se van a considerar.

3. DISEÑO Y ELABORACIÓN DE INSTRUMENTOS

OBJETIVOS

• Diseñar instrumentos evaluativos de acuerdo al plan que se haya propuesto.

• Aplicar algunos de ellos y procesar los resultados.

La preparación de las preguntas o ítems de evaluación a la vista de la tabla de


especificaciones, es un asunto que demanda suficiente atención y cuidado.
Recomendamos escribir los ítems en fichas, a razón de uno por ficha y especificando la
categoría de aprendizaje que se pretende medir.

Hacerlo en fichas facilita el proceso de estructuración de la prueba -o las pruebas-,


porque podemos variar la secuencia de las preguntas o elaborar ítems alternativos para
el mismo objetivo o capacidad a evaluar. De esta manera podemos formar nuestro banco
de preguntas y recurrir a él las veces que necesitemos. Si contamos con una computadora,
tanto el banco de preguntas como el proceso de estructuración de las pruebas o
instrumentos ganará en rapidez y eficiencia.

Para preparar las preguntas o ítems de evaluación debemos tomar en cuenta el tipo de
prueba o procedimiento. Son diferentes según se trate de una prueba escrita o de una
prueba práctica, por ejemplo.

86
A continuación vamos a referirnos a los ítems objetivos y a los de ensayo, que son los más
utilizados y donde suele cometerse mayor número de errores.

a. Itemes objetivos

Existen cinco tipos de ítems objetivos: de completamiento o respuesta corta, de opción


múltiple, de apareamiento o asociación de dos listas, de ordenamiento, y de opción doble
(si-no o verdadero-falso). Si descartamos la última “porque puede responderse por azar”,
tendremos cuatro tipos que vamos a tratar enseguida.

• Completamiento

Este es un ítem de respuesta breve, por lo general una sola palabra que debe ponerse en
un espacio en blanco.

Otras veces hay una interrogante que debe responderse en una o más palabras, pero con
mucha brevedad. Son ítems que sirven para medir la simple retención de datos o
información verbal.

Veamos un ejemplo:

• El 18 de enero de 1535 se fundó la ciudad de.........................................................................

La otra forma es:

• En qué fecha se fundó la ciudad de Lima?...............................................................................

En el caso de estos ítems o preguntas hay que evitar la omisión de varias palabras en el
mismo enunciado.

Veamos:

• El....................año.......................se.......................fundó la.......................de………………...

Se nota claramente que la falta de varias palabras hace perder el significado de la pregunta
o ítem. Otra recomendación es dejar el espacio en blanco al final del enunciado. Una sola
es la respuesta correcta, no es posible manejar diversas alternativas.

87
• De opción múltiple

Este es el tipo de ítem más preferido en las pruebas objetivas que se aplican en los
exámenes de admisión a universidades y otras entidades de educación superior. Son útiles
para medir habilidades intelectuales (discriminación, conceptos concretos, conceptos
definidos, uso de reglas, solución de problemas), actitudes e información verbal.

No sirve, sin embargo, para medir estrategias cognitivas ni evaluar habilidades de


redacción porque solamente hay que marcar una de cuatro o cinco alternativas posibles
de respuesta a determinada pregunta o reactivo.

Se recomienda que el enunciado de la pregunta exprese claramente un problema o alguna


cuestión de manera directa. Así:

Todo proceso de evaluación educativa requiere como cuestión previa:


a. Desarrollar una parte del curso ()
b. Organizar los contenidos ()
c. Revisar teorías del aprendizaje ()
d. Formular objetivos específicos ()
e. Considerar la evaluación final ()

Hay que evitar la presentación del ítem o pregunta en forma negativa; siempre debe
hacerse de manera afirmativa para evitar confusiones o errores en la lectura rápida del
ítem.

Tampoco deben repetirse en alguna de las opciones, ciertas palabras que están presentes
en el enunciado principal o base del ítem, porque puede proporcionar una clave para
hallar la respuesta correcta. De igual manera deben evitarse los artículos en las opciones
si es que sugieren la respuesta, como en el caso siguiente:

Ejemplo de fruta cítrica es una:


a. Papaya ()
b. Palta ()
c. Melón ()
d. Naranja ()

La respuesta correcta es la “d”, las demás opciones son los distractores; pero como en
la base del ítem se ha puesto el artículo “una”, podría ser utilizada como clave gramatical
para acertar con la respuesta. Mejor sería:

88
De la lista presentada a continuación: ¿Cuál es el ejemplo de fruta cítrica?
a. Papaya ()
b. Palta ()
c. Melón ()
d. Naranja ()

Otra recomendación a tomarse en cuenta es evitar el uso de expresiones como “ninguna


de las anteriores”, sobre todo si es la respuesta. En el caso de ser un distractor, tampoco
hay que utilizarlo.

Una señora compra tres kilos de tomate y consume dos unidades el primer día, cinco el
segundo y diez el tercero. ¿Cuántos tomates le sobran para consumir el cuarto día si cada
kilo es igual a ocho tomates?
a. 25 ()
b. 13 ()
c. 10 ()
d. 17 ()
e. Ninguna de las anteriores ()

En el ejemplo anterior la respuesta es la “e” pero mejor habría sido poner directamente
7 porque, además, la longitud de la opción”e” lo hace más evidente. Otra posibilidad a
descartar sería una opción que diga: “La resta de c y d”. Aunque la respuesta sea siete,
presentarla de manera diferente a los distractores puede dar una clave para responder.

• De apareamiento o asociación

También se le llama de correspondencia y aunque son diferentes a los de opción múltiple


en su presentación, en cierto modo implican una selección entre varias opciones que se
presentan en listas paralelas. La lista de la izquierda será de las premisas y la de la derecha
se llamará de las respuestas. No hay que utilizar el mismo número de premisas y
respuestas; la cantidad de respuestas debe ser mayor que las premisas. Las listas deben ser
cortas, de preferencia no más de cinco premisas y seis o siete respuestas. Ejemplo:

Relacionar las dos columnas que se presentan a continuación, poniendo el número que se
considere:
1. Conductismo () Bandura
2. Psicología genética () Gagné
3. Neoconductismo () Piaget
4. Aprendizaje social () Watson

89
5. Eclecticismo () Kohler
() Skinner
() Vigotsky

Los ítems de apareamiento pueden usarse en la medición o la verificación de habilidades


intelectuales, que implicasen la relación o interrelación de diversos conjuntos: personas,
lugares, símbolos, corrientes o teorías, etc. En el ejemplo anterior, precisamente, se busca
evaluar conceptos concretos mediante la identificación de las corrientes o teorías del
aprendizaje, en relación a determinados representantes. La respuesta debe ser: (4), (5),
(2), (1), (-), (3).

• De ordenamiento

Es similar al tipo anterior, en lo que se refiere a preguntar por la relación de elementos


dentro de un conjunto; pero difiere en que se deben ordenar palabras, frases o fechas
siguiendo el criterio cronológico o alguno que se indique expresamente, dentro de una
sola lista. Ejemplo:

Ordenar las siguientes tareas, indicando cual va en primer lugar, cual en segundo lugar y
así sucesivamente, poniendo el número que corresponda.
1. Prep. de instrumentos de evaluación ( )
2. Elaborar la tabla de especificaciones ( )
3. Hacer la programación curricular ()
4. Diseñar el plan de evaluación ()
5. Form. un banco de preguntas o ítems ( )

Seguro que no habrá sido difícil hacer el ordenamiento adecuado: (5), (3), (1), (2), (4) es
la respuesta correcta.

b. Ítems de ensayo o composición

En los ítems o preguntas de ensayo, el estudiante escribe la respuesta y no se limita a


marcar una posibilidad en base a lo que le mostremos; además, prepararlo requiere de
menor tiempo que una prueba con ítems objetivos.

También debemos reconocer que la categoría “estrategia cognitiva” puede evaluarse con
una prueba de ensayo, pero no con una prueba objetiva. Debe hacerse por medio de una
prueba de ensayo con material abierto.

90
Sin embargo los ítems de ensayo suelen tener algunas desventajas: la asignación de
puntajes demanda mayor tiempo que en el caso de los ítems objetivos, varios profesores
no están habituados a preparar un patrón o clave de respuestas en este tipo de pruebas
y a veces la extensión de la respuesta suele ser indicador de acierto, sobre todo cuando
el calificador está fatigado y no pone suficiente atención a lo contestado en las pruebas.
Esto último se agrava cuando la caligrafía del manuscrito se muestra un tanto ilegible y
entonces una respuesta larga puede ser no tomada en cuenta.

A continuación presentamos algunas recomendaciones para elaborar los ítemes o


preguntas de ensayo:

1. Hay que tomar en cuenta la claridad de lo que se pregunta, a fin de hacerlo


comprensible. No debe preguntarse acerca de “...todo lo que sabe sobre...”, porque no
hay precisión o exactitud en la interrogante.

2. Las preguntas deberían formularse de manera familiar o informal sobre todo cuando
se efectúan a niños o adolescentes. Es decir, no deben presentarse tratando de “usted”
al estudiante porque añade un factor adicional de dureza o desconfianza al ambiente
de la evaluación.

3. Revisar las preguntas por lo menos un par de veces y preferentemente en equipo,


cuando sea posible.

4. Preparar la base de comparación, redactando las”respuestas modelo” y fijar la clave


de corrección o patrón calificatorio para asignar los puntajes. Cada respuesta no
debería valer más de dos puntos porque es difícil de establecer con objetividad más
de dos modelos de respuesta, uno que valdría dos puntos y otro para un punto o
medio punto, según corresponda. La prueba no deberá exceder de tres o cuatro
preguntas, de acuerdo al tiempo disponible.

5. En el caso de las pruebas de material abierto, las preguntas pueden darse con varios
días de anticipación o en el mismo día de aplicación, según la complejidad de la
materia y el tiempo disponible: cuarenta y cinco o noventa minutos, de acuerdo a la
duración de la clase ( hora simple u hora doble).

6. No hay que ofrecer la posibilidad de elegir entre dos o más preguntas, como suelen
hacer algunos docentes universitarios, a no ser que se refieran a la medición del
mismo objetivo específico.

Ahora vamos a referirnos a la aplicación y calificación. Consideramos que en general


todas las pruebas o procedimientos de evaluación deben aplicarse de manera continua o
permanente, como parte normal del proceso educativo. Queda entendido entonces que

91
recusamos la preparación y difusión de un “rol de exámenes”, porque condiciona
negativamente el ritmo de aprendizaje de los estudiantes, habituándolos a la
improvisación de acumular esfuerzos a última hora. Además, se sobrevalora el peso del
“examen escrito” -sobre todo si se le considera como “la evaluación bimestral” o
principal- en detrimento de todo un proceso constante de evaluación formativa.

En cuanto a la calificación o asignación de puntajes, es oportuno manifestar algunas


recomendaciones:

• Es aconsejable agrupar las pruebas en paquetes de diez ejemplares, al azar o siguiendo


la lista de grupos de trabajo estudiantil.

• Hay que calificar pregunta por pregunta y no prueba por prueba, sobre todo si se trata
de pruebas de ensayo o composición, porque:
- Facilita los juicios del evaluador, mediatizando la subjetividad.
- Aumenta la exactitud de los puntajes.
- Tiende a reducir el tiempo en la calificación.

• Siempre debe tenerse presente el modelo de respuestas con el patrón de calificación,


sea cual fuere el tipo de prueba aplicada.

A continuación presentaremos tres ejemplos de utilización de escalas para calificación.


Quizás sea obvio, por todo lo tratado hasta aquí, que la escala vigesimal no es la única
que puede usarse.

c. Calificación de monografías o productos

La subjetividad está usualmente generalizada en la calificación de monografías o trabajos


de investigación de los estudiantes, sobre todo si son universitarios. Ellos dan por
descontado que el profesor no leerá los trabajos y entonces sólo ponen el énfasis a la
presentación puntual y voluminosa. Ante un documento así, varios docentes se limitan a
dar una rápida y superficial mirada y lo califican globalmente con una nota basada en
“juicio de experto”. Es necesario establecer los criterios que serán indicadores para la
calificación de los trabajos monográficos o informes que varias veces son sometidos a
sustentación grupal o individual. A continuación recomendamos una alternativa de patrón
calificador para esos productos; por supuesto que los criterios o indicadores no son
rígidos, pueden ampliarse o reducirse:

92
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

GRUPO N

Organización y solidaridad = 3 puntos.


Puntualidad de presentación = 1 punto.
Fuentes - citas = 1 punto.
Bibliografía ordenada alfabéticamente y con datos completos = 1 punto.
Conclusiones = 1 punto.
Ilustraciones = 1 punto.

TOTAL = 8 puntos.

Como podemos apreciar, el trabajo en su conjunto vale, en el ejemplo mostrado, ocho


puntos. Esa suma se desagrega en tres para la organización y solidaridad, que nos hace
valorar el grado de cohesión interna del grupo.

Un punto para la puntualidad, que podemos considerar tanto al momento de hacer la


exposición grupal como en la entrega del trabajo monográfico; esto en el caso de no
coincidir la fecha de exposición con la fecha de entrega del informe monográfico o
trabajo. Conviene precisar que no deben coincidir necesariamente, porque la exposición
y debate pueden enriquecer el contenido del documento a entregar.

Otro punto corresponde al uso de fuentes o citas a pie de página. Esto es muy importante
para habituar al estudiante en la correcta recopilación de información de datos
secundarios (provenientes de libros, artículos de revistas o diarios), porque varios se
limitan a transcribir las ideas de diversos autores copiando a veces párrafos enteros sin
respetar la fuente, presentándola con datos incompletos.

En cuanto a la bibliografía, que vale otro punto, se establece su presentación ordenada y


completa. Si no hay datos editoriales en alguna de las fuentes bibliográficas o si las
publicaciones no están ordenadas alfabéticamente, se considera medio punto. Los puntos
restantes corresponden a las conclusiones y a las ilustraciones. Aunque parezca
inverosímil, varios universitarios no saben escribir conclusiones y redactan algunos
párrafos sin enumerar, o sin relación con el trabajo realizado.

A continuación presentamos un modelo de instrumento para calificar la exposición de


un grupo de estudiantes. Es una escala para calificar la exposición grupal; se trata de una
escala móvil. Toda disertación implica dos partes; una, consiste en la presentación de

93
informaciones o propuestas y otra destinada al intercambio, debate o discusión de lo
presentado.

Cada una de las fases se califica por separado utilizando una escala trinaria (de 1 a 3). En
el ejemplo citado, Marcos y Julio comenzaron mostrando inseguridad porque se limitaron
a leer sus fichas, pero más adelante se superaron un poco y lograron “dos”. Caso diferente
al de Flor, Elba, Rosa, quienes siempre expusieron con soltura y por eso permanecieron
con tres puntos.

Tanto la moderadora, Carmen, como el estudiante Miguel subieron de “2” a “3” al pasar
de la primera a la segunda fase, en la discusión con el auditorio. Luis y María, de otra
parte, permanecieron con dos puntos cada uno desde su primera intervención.

Es oportuno precisar que la guía de observación presentada en la figura, encabeza una


hoja en la cual el evaluador hará algunas anotaciones tanto sobre la materia de exposición,
como acerca del desenvolvimiento más detallado del grupo y sus integrantes. Puede, por
ejemplo, escribir que se inició puntualmente o con quince minutos de retraso; que alguno
de los integrantes llegó tarde o que no se presentó, en cuyo caso figurará con “0”.

Junto a la guía de observación debemos tener la lista de los estudiantes, para identificar
los nombres que los panelistas pondrán sobre su mesa o carpeta en relación a los
apellidos del listado oficial o del registro auxiliar, que prepararemos siguiendo la relación
de grupos y no la nómina general de la clase.

OBSERVACIÓN AL GRUPO EXPOSITOR

Tema : Experiencias de educación a distancia


Grupo : 4
Fecha : 20.06.1988
Hora : 05.00 PM
Puntaje grupal : 2,55

2 3 2 3 M 2 2 3 3

Marcos Flor Luis Rosa María Julio Elba Miguel Carmen

Primera vuelta : 1 3 2 2 2 1 3 2
Segunda vuelta : +1 = = +1 0 +1 = +1

94
CRITERIOS PARA CALIFICAR TRABAJOS DE EVALUACIÓN
DEL APRENDIZAJE

1. Planeamiento de la evaluación: Plan o matriz principal de evaluación (hasta 3


puntos)
- Presencia de objetivos inmediatos o indicadores, sin error.
- Discriminación de dominios, sin error.
- Determinación de número de ítems, sin error.
- Asignación de puntajes según la importancia relativa, sin error.

2. Diseño del instrumento de evaluación (hasta 3 puntos)


- Clara redacción de los ítems o preguntas en fichas, a razón de una por ficha (0,5 – 1
punto).
- Hay variedad de categorías de aprendizaje y no el predominio de “información
verbal”.
- El instrumento tiene relación con la tabla de especificaciones.

3. Base de comparación
- Presenta dos o tres opciones de respuesta como máximo, indicando el puntaje posible
por pregunta.
- Si es prueba objetiva presenta la clave de respuestas.
- Si es prueba grupal o prueba práctica, establece los criterios para calificarla mediante
un patrón de calificación o clave de corrección.

Es preferible que los panelistas se identifiquen con su nombre o con el nombre y la inicial
del apellido, que exclusivamente por el apellido; esto para que se sientan en confianza, en
un ambiente más informal que no vaya a bloquear la participación de quienes suelen
manifestar timidez para hablar en público.

En cuanto a la hora, puede ser conveniente anotar la de inicio y la hora de término de


la disertación, mejor se diferencian las dos fases de la reunión. Esto nos dará mayores
elementos para el análisis e interpretación del desenvolvimiento grupal e individual.

A continuación presentamos un patrón de calificación para otro tipo de prueba práctica.


Es una tabla de criterios para calificar trabajos del curso “Evaluación del aprendizaje”.

Como vimos en el esquema anterior, es de mucha importancia fijar de antemano la tabla


de criterios que servirá como patrón de calificación o base de comparación, al momento

95
de calificar trabajos prácticos. Solamente así estaremos procediendo con la mayor justicia
y objetividad posibles.

La evaluación de los aprendizajes no debe limitarse a la verificación de resultados. Es


mucho más importante preocuparse por el proceso; no interesa tanto la “cantidad” de
lo aprendido en etapas sucesivas sino el “como” va aprendiendo el estudiante, para
atenderlo en el desarrollo de sus capacidades de aprendizaje. Esto implica una posibilidad
constante de corrección y autocorrección a partir de la percepción de errores o carencias,
tanto en los estudiantes como en el profesor o profesora responsable.

Hay mucho temor por los errores o equivocaciones durante el proceso de aprendizaje,
cuando justamente la superación de ellos será la evidencia de haber aprendido. Quien
no se equivoca no tiene nada que aprender; el aprendizaje no es un proceso lineal, recto y
sin obstáculos, el aprendizaje es -podríamos decir figuradamente- en forma de espiral,
con avances y retrocesos, porque todo avance o progreso es una superación de
situaciones anteriores y porque los objetivos o logros de aprendizaje no son alcanzables
por todos los estudiantes, con la misma rapidez y superando similar número de errores.

Ya desde la época de la Reforma Educativa (1972-1977), se había generalizado el


convencimiento de que cada estudiante aprende a su propio ritmo, de acuerdo a las
limitaciones y circunstancias del entorno social en que se desenvuelve. Por eso se
estableció acertadamente la promoción automática y la no repitencia, aunque no fue
plenamente comprendida por profesores y padres de familia.

Las equivocaciones son doblemente formadoras porque hacen posible la reflexión y


buscar las alternativas de corrección; desarrollan el razonamiento, la inteligencia y el
carácter. Lo que debe evitarse es el error sin alternativas o el fracaso sucesivo que parece
interminable, porque lleva a la frustración, que hace subestimar las propias fuerzas.

Las personas hacen una imagen de sí mismas como perdedores y triunfadores desde muy
jóvenes.36 Los padres, hermanos, amigos y profesores al hacer referencia a las notas
refuerzan esa imagen de perdedor o triunfador. Por eso compartimos con Louis Not37 la
idea de aplicar una educación “fundamentada en la afirmación de sí mismo mediante el
éxito”.

a. Calidad de los instrumentos de evaluación

La calidad de los instrumentos, como lo dicen varios autores, tiene que ver con la
validez, la confiabilidad y la practicidad.

36 JAMES, M. y JONGEWARD, D. El libro de todos: Análisis transaccional para estudiantes. México,


Fondo Educativo Interamericano, 1987, p. 8.
37 NOT, Louis. Las pedagogías del conocimiento. México, Fondo de Cultura Económica, 1987, p. 454

96
Validez. Corresponde al grado en que una prueba mide lo que pretende medir. Es decir,
llamaremos validez a la cualidad de un instrumento para medir los objetivos o logros de
aprendizaje que se hayan considerado en el plan de evaluación y la tabla de
especificaciones, para una programación curricular determinada.

Confiabilidad. Es la exactitud o precisión que una prueba o instrumento tiene. Una


prueba es confiable cuando hay estabilidad en los resultados de su aplicación, si hacemos
mediciones sucesivas. La confiabilidad puede estimarse de tres maneras:38 repetición de la
misma prueba, administración de una segunda forma “equivalente” a la prueba y
subdivisión de la prueba en dos o más fracciones equivalentes.

Lindeman39 nos da un ejemplo que facilita comprender rápidamente la confiabilidad.


Supongamos, dice, que vamos a medir el largo de una caja utilizando un centímetro
común; para ello decidimos medir el largo de la caja diez veces, de manera que el
promedio de las diez mediciones sea nuestra estimación. Si el centímetro tuviera las
señales inexactas, el error afectaría a todas las mediciones que hiciéramos. Lo mismo
sucedería si el instrumento estuviera hecho de un material elástico.

Ahora, para entender la validez con el mismo ejemplo, se nos ocurre lo siguiente:
supongamos que la medición del largo de la misma caja se la encargamos a otra persona,
la cual se lo dice a otra y ésta al ejecutor de la medición, quien por recibir el mensaje
distorsionado entiende que debe medir el ancho y la altura de la caja en vez del largo.
Aquí hay falta de validez porque no se midió lo que se pretendía medir, con el
instrumento.

Una prueba puede ser confiable, por el hecho de medir con exactitud o precisión, pero
puede carecer de validez por no medir lo que pretendía medir. Y en otro caso, cuando
una prueba es no confiable o de baja confiabilidad tampoco tendrá validez, en los
resultados de su aplicación.

¿Qué sucede cuando damos a conocer un “temario para el examen”, o indicamos a los
alumnos desde que parte tendrán que estudiar? Simplemente estamos habituando a que
los estudiantes se preocupen de los contenidos sin poner atención a los logros de
aprendizaje. En consecuencia, nuestras pruebas o instrumentos de evaluación (elaborados
sin referencia a determinados indicadores) carecerán de validez.

Practicidad. Quiere decir utilidad práctica del instrumento. Una prueba muy extensa o de
difícil aplicación es poco práctica; lo mismo sucede si no hemos elaborado el patrón de
calificación y la base de comparación correspondiente, porque el proceso de asignación de

38 RODRÍGUEZ, Héctor y GARCÍA, Enrique. Evaluación en el aula. México, Trillas, 1992, p. 19.
39 LINDEMAN, Richard. Tratado de medición educacional. Buenos Aires, Paidós, 1971, p. 58.

97
puntajes se hace tedioso, impreciso por la subjetividad y cansador. Consideramos la
practicidad de una prueba o instrumento en relación a su aplicación y al proceso de
atribuir los calificativos e interpretar los resultados.

b. La promoción del éxito

En cualquier grupo de estudiantes se espera que un pequeño porcentaje reciba


calificaciones altas y que un porcentaje similar sea desaprobado; los profesores actuamos
como si solamente una pequeña parte de los estudiantes tuviera capacidad para aprender
muy bien la materia que pretendemos enseñarles.

Varios autores han venido cuestionando el empleo que hacemos de la curva normal o
campana de Gauss, para calificar. La hemos utilizado tanto que se ha vuelto intocable, a
tal punto que se ha desarrollado el “mito de la curva de Gauss”,40 o el “culto de San
Gauss”.41

Y es que la famosa campana de Gauss refleja el azar que está presente en una serie de
rasgos físicos o de personalidad que podamos tener, en una localidad y también a nivel
regional o nacional, por eso los test de personalidad o los de aptitud académica para
ingreso a universidades, por ejemplo, son muy buenos instrumentos de selección.

Sin embargo, la misión de los educadores no es la de seleccionar… ¿No sería lo mejor que
todos aprendieran a leer muy bien, comprensivamente, que todos aprendieran diferentes
habilidades y conocimientos en general que pretendemos enseñarles? Si enseñar significa
dejar aprender o facilitar el aprendizaje, los profesores tenemos que esforzarnos para que
todos los estudiantes tengan éxito. En consecuencia, debemos “luchar contra la curva de
Gauss tomada como modelo de selección”.42

Cuando los niños se incorporan a primer grado, la mayoría de ellos aún no saben leer
pero algunos tal vez ya lo hacen desde que estuvieron en educación inicial. Tanto la
profesora como los padres de esos niños pueden estar seguros que después de un año o
algo más la mayoría de aquellos alumnos leerán con fluidez; en ese momento la curva de
los logros de aprendizaje se parecerá a una “J”aunque a mitad de todo el proceso de
aprendizaje los más hábiles se adelanten y los menos dotados se rezaguen, estando los
regulares entre ambos grupos.

40 DE LANDSHEERE, Gilbert. Evaluación continua y exámenes. Buenos Aires, El Ateneo, 1973, p.

187.
41 MIALARET, G. Docimologie et education. Discussion, Colloque Aipelf, Sc. Educ. Nº 2. París, 1969.
42 DE LANDSHEERE, Gilbert. Ob. cit., p. 189.

98
Es decir que durante el proceso puede apreciarse una curva gaussiana pero al final del
mismo se parecerá a una curva en “J”. Veamos el gráfico de las curvas. Gilbert de
Landsheere consideraba que el espíritu de concurso43 ha formado parte de la enseñanza
durante siglos debido a tres razones:

Socioeconómicas. Cuando las familias de menores posibilidades o recursos dejan


terminar la escuela solamente a algunos de sus hijos. Esto sucede claramente en áreas
rurales, donde hay mayoritaria población analfabeta femenina.

Intelectuales. Cuando hay la preocupación de seleccionar a los más capaces para cubrir
vacantes en educación superior o universitaria y posteriormente someterse otra vez a
concurso para ocupar un puesto de trabajo. Aquí en Lima, como en otras ciudades, no es
raro que los niños egresados de la educación inicial deban concursar para seguir la
educación primaria en determinados colegios de prestigio.

Antiguamente los conocimientos psicológicos y pedagógicos eran muy precarios, por eso
los profesores no estaban preparados para atender las diferencias individuales.
Nosotros diremos que esa dificultad persiste hasta ahora, considerando la cantidad de
docentes no titulados y sin estudios pedagógicos que hay en los diferentes niveles y
modalidades del sistema educativo, en todo el territorio peruano.

GRÁFICO

Número
de
alumnos

Lectura fluida Lectura fluida


(durante) (al final)

Muchos son los estudiantes que pueden superar sus errores y aprender exitosamente, a
condición de dedicarse el tiempo necesario para lograrlo. La aptitud para dominar una
materia es la cantidad de tiempo que el estudiante necesita para conseguirlo.

En consecuencia, todos los alumnos pueden lograr un resultado positivo o muy bueno si
se les otorga el tiempo necesario. Bloom, Hastings y Madaus coinciden con De

43
Idem, p. 194.

99
Landsheere44 en que la curva normal es la distribución más apropiada para la actividad
casual; mientras que la educación tiene un propósito intencional, consistente en lograr que
todos los estudiantes aprendan lo que vamos a enseñar.

Si somos eficaces en el trabajo pedagógico, la distribución del rendimiento debería de ser


diferente a la famosa campana o curva normal. Hay que encontrar las estrategias
adecuadas para la atención de las diferencias individuales, promoviendo la superación de
todos los estudiantes.

Precisamente la evaluación formativa servirá para promover el éxito en el aprendizaje de


los estudiantes, valorando el esfuerzo. Cuestión clave será proponernos a guiar al
estudiante en su ascenso a mayores aprendizajes; es decir, hay que reemplazar el “jalar
hacia abajo” (desaprobar) por el “jalar hacia arriba” o “jalonar la ascensión al saber”,
como lo dice De Landsheere.45

La evaluación formativa puede establecer metas para el aprendizaje y plazos para cada
unidad didáctica de cualquier asignatura, empleando una puntuación acumulativa y
modificable de acuerdo a la superación de los errores. De esta manera la evaluación
sumativa se va haciendo realmente aditiva y estrechamente vinculada a la evaluación
formativa. Y algo muy importante, la promoción del éxito tal y como lo estamos
planteando implica eliminar las calificaciones como resultante de un promedio.

Es perfectamente posible desterrar el uso de los promedios y reemplazarlos por un


sistema de evaluación integral que promueva el éxito en base a la acumulación de
puntajes, modificables de acuerdo a la superación de los errores. De esta manera
interrelacionamos adecuadamente evaluación formativa con evaluación sumativa.

De Landsheere propone algunas recomendaciones para guiar al alumno que nos parecen
interesantes: organizar el trabajo de la clase en subgrupos; que los alumnos tengan
libertad de consultar y pedir explicaciones a cualquier profesor del centro educativo, que
enseñe la misma asignatura; poner a disposición de los estudiantes diferentes libros o
textos que presenten el material por aprender de diversas maneras, variando en la
abstracción y, en general, no fijar a todos el mismo tiempo para aprender. Al final del
proceso veremos triunfar a la pedagogía de la curva en “J”, porque se pudo orientar a los
estudiantes de acuerdo a sus aptitudes reales.

La curva en “J” nivela hacia arriba pero no lo hace evidentemente, hacia el superdotado o
genio. Algunos centros educativos vienen trabajando en tres, cuatro o cinco niveles

44 BLOOM, B. y otros. Evaluación del aprendizaje. Buenos Aires, Troquel, 1975, p. 76.
45 DE LANDSHEERE, Gilbert. Ob. cit., p. 199.

100
diferentes de aptitudes, en diversas materias y principalmente en matemática e inglés
como lengua extranjera.

ACTIVIDADES

• Hacer una revisión de su labor docente e informar la manera en que se concibe y


aplica la evaluación de los aprendizajes en su centro de trabajo educativo.

• Diseñar una prueba escrita o una prueba práctica, de acuerdo a lo que haya sido
previsto en el respectivo plan de evaluación.

• ¿Por qué no deberían de usarse los promedios en las evaluaciones sumativas?

101
CAPÍTULO IV

EVALUACIÓN DOCENTE Y CURRICULAR

1. ANÁLISIS DEL EJERCICIO PROFESIONAL DOCENTE

OBJETIVOS

• Explicar las razones por las que el magisterio no se afirmó como verdadera profesión.

• Proponer alternativas de evaluación para desarrollar el profesionalismo docente.

1. Dificultades para ejercer la profesión

El magisterio es una de las ocupaciones que más dificultades tiene para desarrollarse
como una verdadera profesión, tanto por el lado de la formación misma como en materia
de condiciones de trabajo. Tal como lo expresa Gymarti,46 la deficiente formación del
profesorado ha tenido consecuencias para su limitada capacidad de negociación con la
comunidad. El poder de negociación está relacionado con tres condiciones: que la baja
calidad o ausencia del profesional pueda afectar a la sociedad, la dificultad inherente al
trabajo que realiza y que exista relativa autonomía ocupacional.

No puede haber capacidad de negociación cuando casi la cuarta parte carece de título
profesional. Tampoco existe reconocimiento público a las dificultades técnicas del trabajo
pedagógico si la investigación educacional no sólo es insuficiente sino casi inexistente,
sobre todo desde 1990, debido a la desactivación del INIDE y porque hay universidades
que han establecido formas aceleradas de titulación sin el requisito de sustentar una tesis.
Algo similar sucede en muchos institutos pedagógicos, donde se llegó al extremo de
titular a cambio de donaciones y/o construcciones. Mientras tanto son varias las
personas que dejan el magisterio, empujados por la crisis y los bajos sueldos.

Carr y Kemmis47 dicen que las profesiones modernas tienen tres rasgos fundamentales
que si no se cumplen las convierte en semiprofesiones. Estos son: la unidad entre teoría,
practica e investigación; percepción de la respuesta de satisfacción con el cliente y una
autonomía profesional.

46
GYMARTI, Gabriel. El nuevo profesor. Santiago de Chile, Universidad Católica de Chile, 1970. En:
RUIZ, Graciela. Bases para un desarrollo programado de formación magisterial. Tesis Doctoral.
Lima, PUCP, 1976, p. 175.
47
CARR, W. y KEMMIS, S. Teoría crítica de la enseñanza. La investigación-acción en la formación
del profesorado. Barcelona, Editorial Martínez Roca, 1988, Cáp. IV.

102
Lamentablemente podemos constatar que ninguna de esas condiciones suele cumplirse.
No hay relación entre teoría pedagógica, práctica profesional e investigación y tampoco
habrá una respuesta de satisfacción con el cliente si existe un profundo deterioro en la
calidad del servicio educativo. Hace falta una autonomía profesional suficiente porque la
inmensa mayoría del profesorado trabaja en situación laboral de dependencia y porque la
agremiación correspondiente se limita a lo sindical.

El derecho a la colegiación se ha postergado varias veces, no obstante que por la ley


nº 24029 -promulgada el 7 de junio de 1990- se creó el Colegio de Profesores del Perú.
Posteriormente, con ocasión del Día del Maestro, tanto en 1993 como en 1994 se
publicaron comunicados de saludo en algunos diarios de circulación nacional, a cargo de
presuntos decano y secretarios nacionales que nadie sabe cuándo ni cómo fueron
elegidos. Es decir, una cúpula sin bases.

Posteriormente por la ley 25231 se crea el Colegio Profesional de Profesores del Perú,
modificada por la ley 28198 (30 de marzo de 2004) para disponer la constitución de una
comisión que elabore el Estatuto del Colegio de Profesores del Perú. Actualmente existe
una Comisión Organizadora que viene efectuando el proceso de inscripción y
carnetización, el cual dará paso a los comicios para elegir a la primera junta directiva
nacional, a fines del mes de octubre del presente año (2005).

2. Evaluación de la formación, capacitación y actualización

No todas las profesiones se hallan cuestionadas en su formación, capacitación o


actualización. Sin embargo esto es una constante cuando se trata del magisterio; si se dice
que requieren de “capacitación” o de “actualización”, nos encontramos ante un
requerimiento muy sensible que confirma problemas de orden formativo. A casi nadie se
le ocurre decir que a los médicos peruanos, o a los economistas, les hace falta capacitación
o actualización para trabajar, pero esto es normal decirlo cuando nos referimos al
profesorado.

Sin embargo no hay suficiente claridad conceptual sobre el significado de estos términos.
A veces se utilizan como si fueran sinónimos o difieren solamente por la duración que se
les atribuye. Así, documentos oficiales del Ministerio de Educación han venido
distinguiendo entre los eventos de pocas horas (dos o tres días) llamados de actualización
y programas de dos o más semanas, considerados de capacitación, o inclusive de
perfeccionamiento o de “postgrado” según los convenios que se firman con algunas
universidades, institutos pedagógicos y otras entidades, generalmente en los meses de
verano.

Necesitamos poner en cuestión todo lo que se hace y sigue haciéndose en materia de


formación, actualización y capacitación de educadores porque tenemos también un

103
problema de identidad: ¿qué somos y qué queremos ser, profesionalmente hablando?48
¿el que enseña historia hubiera querido ser historiador? ¿el que enseña biología, se siente
un biólogo frustrado? ¿les interesará la educación como objeto de investigación, más que
la historia o la biología en sí mismas? La marginalidad intelectual del problema
pedagógico y del estatus en la ocupación del pedagogo, son advertidos también por
Joaquín García49 y Marco Mejía.50 El profesor Mejía sostiene que el maestro suele
desconocer el “saber” sobre su quehacer: el saber pedagógico ha estado invadido y su
discurso suplantado por otros saberes. Así la reflexión sobre el sentido y práctica del
quehacer pedagógico fue asumida por disciplinas colaterales. Esto ha producido “una
usurpación de la reflexión educativo-pedagógica, que se puede diferenciar en cada época
de la historia. En Grecia, los filósofos hicieron la reflexión sobre una práctica de
formación y de primera instrucción, que curiosamente era desarrollada por esclavos
llamados paidólogos. En Roma la práctica estaba a cargo de libertos cultos mientras que la
reflexión sobre el como y el sentido de la formación era función del Senado Romano”.51

Cuando en la Edad Media algunos monjes se dedicaron a formar e instruir, la reflexión y


la decisión sobre ello estará a cargo de los teólogos; en el Renacimiento reflexionarán los
humanistas. A fines del siglo XIX el desarrollo del positivismo, las ciencias naturales y la
psicología condicionarán la gestación del Movimiento de Escuela Nueva en procura de
un “aprender a aprender”; allí la psicología dirá su discurso en nombre de la pedagogía
hasta hace poco, con la tecnología educativa sistémica y el auge de sus “diseños
instruccionales”.

Pero no sólo es cuestión de discursos, dice Mejía, porque en la práctica también se ha ido
borrando la pedagogía como un saber constituido que conceptualiza, aplica y experimenta
los conocimientos sobre la enseñanza de saberes específicos en las diferentes culturas. Ese
olvido, silencio o exclusión es propiciado hoy como educador-pedagogo a todo aquel que
tenga un saber específico; de ahí que el abogado enseñe derecho o el ingeniero enseñe
matemática, sin preguntarse por la pedagogía que haga exitoso el proceso educativo en sí.

No siempre hemos sabido distinguir entre los procesos de formación e información, al


no reflexionar sobre la práctica pedagógica desde una perspectiva educacional,
reconociéndose a los profesores como simples transmisores de saberes de otros y no
como generadores de un espacio que estimule el desarrollo del pensamiento y la
solidaridad. Es natural que un profesor formado exclusivamente para transmitir “no
conozca más que la repetición, la vigilancia, la disciplina impuesta y el examen”, dice
elocuentemente Alberto Martinez.52

48DELGADO, Kenneth y otros. Formación docente en el Perú. Tres ensayos. Lima, Editora
Magisterial, 1992, p. 20.
49 GARCÍA, Joaquín. Ciencia de la Educación ¿Pedagogos, para qué? Madrid, Santillana, 1983, p. 20.
50 MEJÍA, Marco. Hacia otra escuela desde la educación popular. Lima, Tarea, 1990, p. 77.
51 MEJÍA, Marco. Ob. cit., p. 78

52 MARTÍNEZ, Alberto. “Saber y enseñanza”. En: Revista de Sociología. Medellín, UNAL, 1988. En:

MEJÍA, M. Ob. cit., p. 77.

104
Es indispensable, entonces, que los educadores sean recuperados desde su práctica y
con un saber pedagógico que deben conocer, practicar, desarrollar y reconstruir.
Precisamente esa es la intención que declara el Movimiento Pedagógico de Colombia,53
para que cada educador se reconozca en su práctica y supere la historia de exclusión a
la que fue sometido el trabajo educativo-pedagógico, desde que la reflexión sobre el
sentido de su quehacer siempre lo hicieron otros.

Desde otra perspectiva, se está produciendo una reconstrucción de la figura del profesor,
que va en dos direcciones: el paso del profesor de la materia al profesor de la didáctica de
la materia y el cambio de la situación “profesor de la clase” o aula, a “profesor del centro
o institución”. Aquí está realmente un asunto medular en cualquier propuesta de mejorar
la calidad de la educación.

En cuanto a lo primero, según lo manifiesta Miguel Zabalza,54 implica una mayor


atención a las metodologías que a los contenidos y una labor de integración de las
didácticas especiales con la didáctica general, en función de objetivos de aprendizaje a
lograr y reforzar o consolidar. En lo que respecta a lo segundo, hay nuevas funciones y
demandas: elaborar diagnóstico situacional, diseñar un proyecto educativo y un currículo
adecuado a la realidad del centro, etc. son procesos de toma de decisiones en que se
participa no como profesional individual sino como miembro de un grupo e institución.

Nuevas necesidades formativas y de capacitación o actualización se presentan, entonces,


al plantear un proyecto educativo y el currículo de manera integral y original para el
propio centro educativo; como llegar al consenso en las decisiones, como diagnosticar
necesidades educativas que sean básicas de aprendizaje, como establecer estructuras de
coordinación que vayan más allá de la formalidad burocrática y puedan otorgar coherencia
al trabajo conjunto, en equipo interdisciplinario.

Pero también hay algo que debemos destacar como un hecho singular en nuestro país, a
diferencia de otros como Argentina, Bolivia, Venezuela, Costa Rica o España, por
ejemplo, donde hay una clara diferenciación entre las funciones del profesor y las del
licenciado en ciencias de la educación. Aquí, en el Perú, las funciones y el título de
profesor que corresponden a los institutos pedagógicos son equivalentes a los de
licenciatura, que otorgan las universidades, cuando los perfiles profesionales deberían ser
diferentes en algunos aspectos.

La formación de profesores en los institutos pedagógicos se orienta fundamentalmente al


ejercicio de la docencia de acuerdo a una diversidad de áreas especializadas, en tanto que
la formación de licenciados en ciencias de la educación se refiere principalmente a la

53 CEID. “La calidad de la educación y el movimiento pedagógico”. En: Revista Educación y Cultura.
Nº 18. Bogotá, 1987, p. 13.
54 ZABALZA, Miguel. “La formación de profesores y sus dilemas”. En: Ponencias y comunicaciones

sobre formación del profesorado. Madrid, UNED, 1992, p. 37.

105
investigación educacional, la gestión educativa y la promoción educativa comunal o
educación comunitaria, siendo la enseñanza un asunto complementario y relativo a
formación de educadores en general. Las menciones de los licenciados podrían ser:
planificación educativa, educación comparada, educación a distancia, educación de
adultos, educación ambiental, educación intercultural, etc.

ACTIVIDADES

• Entreviste a unos diez docentes que laboran en escuelas del distrito donde usted vive.
Pregunte sobre su nivel de estudios profesionales y perfeccionamiento, sus
condiciones de trabajo y grado de satisfacción en el mismo. ¿Qué proponen al
respecto?

• Solicite opinión acerca del Colegio de Profesores. ¿Qué piensan al respecto?

• A partir de las entrevistas realizadas y la propia observación, ¿Qué debería de


evaluarse en el ejercicio profesional de los docentes?

2. EVALUACIÓN DEL PROFESORADO Y DEL CURRÍCULO

OBJETIVOS

• Evaluar las condiciones de trabajo de los docentes.

• Proponer alternativas para mejorar la evaluación del docente y del currículo.

CONDICIONES DE TRABAJO

Sin los profesores y licenciados en ciencias de la educación no se podrá superar el atraso y


deterioro educativo que padece el país. Esto significa que los educadores tienen cierto
poder del cual no siempre hay conciencia colectiva.

La dinámica de las relaciones sociales en medio de las cuales ejercen los educadores,
plantean tres desafíos a la práctica pedagógica, como lo afirma Cussianovich:55 “El
contexto escolar, la institución escolar y el magisterio”. En lo relacionado al contexto
escolar, tenemos la pobreza que implica la presencia de problemas en alimentación, salud
y desnutrición. A esto se añade la violencia, el fracaso escolar y la deserción. Preocupa que

55CUSSIANOVICH, Alejandro. “El ejercicio docente en el contexto escolar”. En: Ser maestro en el
Perú: Reflexiones y propuestas. Lima, Foro Educativo, 1994, p. 120.

106
varios docentes justifiquen mecánicamente el fracaso escolar por el contexto de pobreza y
no perciban cual es la parte de responsabilidad que les corresponde en relación a ello,
sobre todo cuando el lento aprendizaje se convierte en fracaso escolar aparente.

La diversificación curricular en la institución escolar es un desafío para ejercitar la


imaginación pedagógica y, con ello, crear alternativas partiendo de la realidad concreta.
Esto también significa reformular la didáctica tradicional, centrada en contenidos “a
transmitir” por deducción o inducción, que confunde la metodología didáctica con la
metodología lógica. Esa confusión fue generalizada en los años veinte.56 El tercer desafío
está vinculado al magisterio mismo. ¿Cómo se desarrollan las vocaciones por la carrera y
cómo se produce la “desvocacionalización”, estimulada por el maltrato del Estado?
¿Cómo es la relación entre profesores y estudiantes? ¿Los docentes, en su condición de
adultos, perciben a los niños y adolescentes como sujetos sociales de derechos, como lo
plantea el Código del Niño y del Adolescente?

Sigfredo Chiroque57 sostiene que a los consabidos problemas de pauperización y bajo


nivel académico se sumó la “desvocacionalización” y después la frustración y el desánimo.
Con 321 nuevos soles de remuneración líquida, a junio de 1994, los docentes sólo
compraban el 34% de lo que podían adquirir en julio de 1990.

Al iniciarse el gobierno de Perú Posible, en julio del año 2001, el promedio de los
docentes obtenía una remuneración líquida de 672 nuevos soles, lo cual representaba el
48,8% del poder adquisitivo que tenían en 1990. A junio del año pasado (2004), el
promedio de docentes al servicio del Estado recibe una remuneración líquida de 868
nuevos soles o aproximadamente 250 dólares.58

Durante los diez años que gobernó Alberto Fujimori, cesaron por diversos motivos
cerca de la mitad de los docentes al servicio del Estado. Estamos hablando de ciento
cincuenta mil más o menos; pero ingresó masivamente una cantidad similar. Por eso
podemos decir que la población docente es relativamente joven, la media de edad debe
estar en 35 años y la mayoría no tiene más de quince años de servicio. Sería interesante
saber la procedencia de quienes ingresaron masivamente al magisterio durante los
gobiernos del APRA y de Cambio 90 - Nueva Mayoría. Es posible que muchos lo hayan
hecho al amparo de programas de profesionalización que se multiplicaron por todo el
territorio nacional, pero que dieron muchas veces una formación acelerada y de dudosa
calidad. En este sentido, varios son los que habrán ingresado para resolver su problema de

56SALAZAR, Carlos. “Situación, necesidades y soluciones aconsejables para el desarrollo de la


educación secundaria en América Latina”. En: Revista Educación. Nº 14. Lima, Facultad de
Educación de la PUCP, 1964, p. 30.
57 CHIROQUE, Sigfredo. “Es hora de levantar cabeza”. En: La República. Lima, 6 de julio de 1994,
p. 17.
58CHIROQUE, Sigfredo. “Maestros peruanos en cifras y algo más”. En: IPP. Informe Nº 25. Lima,
2004.

107
desempleo al haber estudiado otra profesión o, también, porque al postular a otras
carreras no alcanzaron vacante. Todo esto condicionó un desánimo.

De acuerdo a datos muy recientes,59 hay 322,515 docentes trabajando para el Estado,
de los cuales 292,609 se hallan en situación de nombrados (plazas ocupadas, 2004) y
como contratados la diferencia; o sea 29,906, que representa algo más del 9% del total de
docentes al servicio del Estado.

La mayoría de los profesores admiten estar comprometidos con la educación, pero que las
condiciones de trabajo, determinadas desde el Ministerio de Educación, dificultan la
expresión y plena realización de los valores o ideales educativos. Muchos profesores
sienten su trabajo extremadamente burocratizado, al estar regulado por una serie de
procedimientos administrativos rutinarios y sistemáticos que anulan o bloquean las
oportunidades de juzgar profesionalmente la calidad del servicio educativo.

Kemmis60 plantea, con mucha razón, que “los valores educativos de los profesores,
ampliamente afirmados por la tradición de la ilustración, aparecen así maltratados por la
burocratización de la sociedad y sus instituciones educativas”.

Esto es muy cierto; los educadores se han hecho dependientes de los sistemas
burocráticos en la educación. Se llega al extremo de pensar y actuar instrumentalmente a
favor del fortalecimiento de la trama burocrática. La política del Estado reemplaza los
valores de los profesores como guía en la práctica y como las políticas educativas
cambian con frecuencia en el Perú -hasta con el relevo del ministro del sector- se espera
que los profesores se porten como operarios neutrales dentro del sistema, como si se
pudiera ejercer la docencia sin enseñar valores.

Por eso es necesario reivindicar el derecho a la imaginación pedagógica y no esperar que


la diversificación curricular venga “digerida” desde la USE, o unidades de gestión
educativa local (UGEL) como se les dice ahora. También por esa razón, las diversas
facultades de educación de las universidades no deben estar pendientes de la política
educativa del gobierno, o ministro de turno, para hacer investigación curricular y
proponer alternativas de mejoramiento del currículo, o nuevas áreas de especialización
pedagógica.

Replantear los estilos de capacitación y actualización del profesorado significa también


poner en tela de juicio la formación recibida en los institutos pedagógicos y universidades,
incluyendo la llamada profesionalización docente, cuyos resultados cualitativos dejan
mucho que desear. Esta profesionalización consiste en aplicar programas de habilitación

59Idem.
60KEMMIS, Stephen. El currículo: Más allá de la teoría de la reproducción. Madrid, Morata, 1988, p.
138.

108
profesional pedagógica, utilizando un régimen de estudios que combina una fase
presencial con otra a distancia.

Una cuestión clave está en la manera que producimos el currículo, lo cual implica tanto
la relación entre teoría y práctica como la relación entre educación y sociedad. La
educación no es solamente reproducción de las relaciones existentes en la sociedad, sino
también un medio por el cual la sociedad cambia continuamente; como lo dice Kemmis,61
la educación funciona de forma simultánea reproduciendo y transformando la sociedad.
Ese poder reproductor y transformador no sólo actúa en el currículo a nivel de la clase o
la escuela sino más allá, en el desarrollo y la regulación del currículo.

Toda estrategia formativa y de reciclaje tiene que promover un proceso democrático-


participativo de investigación, organizado a nivel local, relacionando teoría y práctica en
ciclos constructivos de acción y reflexión. De esa manera se irán rescatando también
valiosas experiencias de diversos lugares, como es el caso de los talleres pedagógicos o
talleres de educación popular para docentes, que se han sistematizado para su difusión por
medio de un libro.62

En cualquier proceso de reciclaje se requiere de una fase motivacional que puede hacerse
a grandes grupos y exige periodos de corta duración donde el protagonista principal de los
intercambios es un expositor que informa y motiva. La otra fase es lo que Zabalza llama
“desarrollo práctico de procesos”,63 donde el protagonismo del trabajo se traslada al
grupo de participantes. Se ingresa a lo que también se conoce como formato didáctico de
taller, aunque esto debe estar condicionado a finalizar con la entrega de un producto del
aprendizaje.

En las dos fases debemos preocuparnos por incentivar la sustitución de una arraigada
tendencia de “asimilar”, por la de “acomodar” siguiendo los conocidos conceptos
piagetianos.64 Asimilación es la incorporación de nuevas informaciones y acomodación es
cuando nuestros esquemas conceptuales se modifican y reestructuran de acuerdo a la
nueva información.

Como se sabe, el aprendizaje es verdadero cuando implica la reestructuración de los


esquemas conceptuales previos en base a nueva información y experiencias. Sin embargo
los actuales programas de capacitación o actualización, desde el Ministerio de Educación
o algunas universidades e institutos, suelen orientarse más a la “asimilación” que al
aprovechamiento de las experiencias de los participantes o “acomodación”. Esta implica

61 KEMMIS, S. Ob. cit., p. 153.


62 SANTILLANA, María y otros. Autocapacitación docente, experiencias y propuestas. Lima, editora
Magisterial, 1993.
63 ZABALZA, Miguel. Ob. cit., p. 39.
64 PIAGET, Jean. Estudios de psicología genética. Buenos Aires, Emecé, 1973.

109
el manejo de las variables tiempo y práctica, porque se requiere de tiempo para ir
asentando las ideas y práctica para irlas consolidando.

Ese proceso de “acomodación” requiere de un tiempo que no se puede acelerar, pero


también requiere de oportunidades de aplicación que nos haga percibir su funciona-
miento y utilidad en la práctica. El problema está en que quienes organizamos o
conducimos cursos de reciclaje (capacitación o actualización y perfeccionamiento), no
llegamos al seguimiento o práctica guiada en el centro laboral.

Goble y Porter65 enfatizan la importancia del rol mediador del trabajo educativo, para
enseñar a vivir en época de cambios. En ese contexto el trabajo docente consiste en
ayudar a las personas para que desarrollen actitudes favorables al cambio, pero con
sentido crítico y de rapidez de reacción hacia una nueva “acomodación” o adaptación.
Tanto el proceso de formación inicial en los institutos o universidades, como los
reciclajes posteriores deben tenerlo presente.

Esto supera la visión individualista y masiva de los procesos formativos, para asumir
un compromiso de organización colectiva hacia una calidad de la educación. Y esta
responsabilidad compete en primerísimo lugar a los educadores mismos y sus gremios
o entidades representativas.

USOS Y ABUSOS EN LA SUPERVISIÓN

Las funciones de supervisión deben ejecutarse siguiendo un trabajo sistemático y


científico, alejado de cualquier empirismo e improvisación. En ese sentido, la supervisión
implica un proceso de investigación descriptiva sobre diversas variables del quehacer
educativo y también un trabajo de asesoramiento a los sujetos intervinientes (docentes,
alumnos, comunidad), a fin de potenciar su participación en la mejor aplicación del
servicio educativo.

Sin embargo, muchas veces se confunde a la supervisión -que es un servicio de


orientación y asesoría técnica- con el control, que es proceso de verificación y evaluación
sobre la aplicación de la normatividad vigente e información para la toma de decisiones.
El objeto de la supervisión es la acción educativa misma en tanto que para el control, el
objeto es la gestión educativa.

Por ello la supervisión es concurrente y permanente, en tanto que el control es posterior


y eventual o esporádico. Otras veces se confunde a la supervisión con la inspección, que
es un elemento del sistema de control y que se ha institucionalizado con el nombre de

GOBLE, N. y J. PORTER. La cambiante función del profesor, perspectivas internacionales.


65

Madrid, Narcea, 1980, p. 56.

110
inspectoría. Esta es fundamentalmente fiscalizadora o coercitiva, al plantear medidas
correctivas de orden disciplinario para evitar la reiteración de faltas, desviaciones o
errores, cautelar el cumplimiento de las normas y propiciar la moralidad administrativa.

También hay confusión entre supervisión y evaluación, cuando la primera incluye a la


segunda tanto en lo pedagógico como en lo administrativo. La supervisión es en realidad
un servicio al docente, en la medida que le incentiva u orienta hacia un mejor desempeño
profesional; también lo es -indirectamente- para el alumnado y los padres de familia, en la
medida que asegure mejores niveles de calidad educativa y también lo es para el sistema
educativo en su conjunto, para perfeccionar su funcionamiento como tal.

Otoniel Alvarado66 sostiene que la supervisión ha atravesado por tres momentos históricos
diferentes: de fiscalización, de ayuda o colaboración y de creación. Se considera de
fiscalización cuando actúa como instrumento de inspección y vigilancia, sobre todo en el
aula. Este estilo se correlaciona con un liderazgo autocrático que sólo exige sumisión y
dependencia (más emotiva que racional) en el marco de un contexto burocrático y vertical,
en la medida que las decisiones están concentradas en muy pocas manos.

Hay estrecha relación entre supervisión fiscalizadora y autoritarismo en política y


educación. Es en este caso cuando se materializa lo que hemos denominado “abusos de
supervisión”. En un segundo momento, siempre siguiendo el planteamiento de Otoniel
Alvarado, se asume que la supervisión debe ser abiertamente colaboradora para ayudar al
supervisado en el mejor cumplimiento de sus funciones docentes. Esta es una supervisión
horizontal y estimulante, que promueve el intercambio de experiencias y ofrece un
ambiente de cierta libertad par identificar errores y subsanarlos.

Actualmente se cuestionan los conceptos anteriores de fiscalización o de ayuda al docente,


sustituyéndolo por una supervisión creadora que pueda promover cambios significativos
para desarrollar la innovación en los sistemas educativos y en concordancia con los
avances científicos, sociales y culturales del país. Esto se relaciona con el análisis e
investigación constante sobre el quehacer educativo, para la autosuperación personal y
profesional, “llegando al autocontrol y autoconocimiento”.67 Así, dice Alvarado, la
supervisión puede funcionar como instrumento propulsor, reforzador y dinamizador de
los cambios en el sistema educativo y a través de él en los demás sistemas.

Esto guarda relación con el derecho a la imaginación pedagógica, que mencionábamos


líneas arriba y con la recuperación de los valores educativos de parte de los profesores,
como lo afirma Kemmis. Una supervisión creadora hace comprender la amplitud del
contexto sociocultural, integrando las relaciones individuales en una red más extensa

66 ALVARADO, Otoniel. Supervisión educativa, teoría y práctica. Lima, Editorial Educativa–INIDE,


1991, p. 10.
67 Idem, pp. 79-80.

111
de relaciones institucionales, sociales y culturales. Es decir, la acción individual con el
contexto global del cambio social.

Al mismo tiempo, la evaluación de los profesores no puede separarse de la evaluación del


currículo, en la medida que se requiere de personal docente calificado para efectuar los
estudios necesarios sobre el potencial del centro educativo y todos sus recursos. Sería
importante investigar al respecto.

ACTIVIDADES

• Averiguar acerca del funcionamiento de los programas de actualización y/o de


capacitación docente que se realizan en la ciudad. ¿Cómo se convocan? ¿Cómo
funcionan? ¿Cómo se verifica la puesta en práctica de lo aprendido?

• Observar la metodología que se utiliza en el desarrollo de estos programas. ¿Se


aplican pruebas de entrada? ¿Se usan métodos activos?

• ¿Hay diferencias entre los programas de capacitación y de actualización? Si hay,


¿cuál es la diferencia?

• ¿Cómo debería realizarse la supervisión y de qué manera puede utilizarse para


evaluar el currículo?

3. EVALUACIÓN INSTITUCIONAL Y ACREDITACIÓN

OBJETIVOS

• Identificar alternativas de evaluación institucional.

• Discriminar el concepto de evaluación del de acreditación.

EVALUACIÓN INSTITUCIONAL

Todo programa de evaluación debe ser un proceso en el cual los que participan
aprenden sobre ellos mismos, en forma organizada, colectiva y democrática, dándole
prioridad a lo cualitativo sobre lo cuantitativo. Recordemos lo que se decía en el primer
capítulo de este libro, al diferenciar evaluación de medición.

112
La evaluación institucional involucra a todos los actores del proceso educativo y su
entorno: estudiantes, profesores, directores y personal jerárquico, padres de familia y
comunidad. El significado de evaluación institucional ha venido atravesando tres etapas
de conceptualización, por decirlo así:

• De los años cincuenta a los sesenta, había creencia firme en la inversión educacional y
en la evaluación externa.

• En los años setenta, se observa un conflicto entre educación e inversión frente al


desarrollo y se da preferencia a lo cuantitativo.

• En los años ochenta e inicios de los noventa, se desarrollan teorías sobre la


autoevaluación, superándose al mismo tiempo los planteamientos iniciales de la
investigación-acción. La evaluación institucional ahora se entiende como evaluación
en, desde y con la institución misma, y no solamente en lo didáctico sino también en
lo relativo a la gestión.

El proceso de evaluación o, mejor, autoevaluación institucional supone tres condiciones


básicas:

• Crear un clima de confianza.

• Conducir a un planteamiento alternativo y transformador de la institución.

• Cuidar el cumplimiento de los plazos de ejecución. La evaluación institucional guarda


afinidad conceptual con el término evaluación curricular, en la medida que implica la
evaluación de elementos, sujetos y procesos del currículo. Al mismo tiempo, nos
obliga a relacionar el aprendizaje individual-social de un lado y, de otra parte, la
institución escolar y la política educativa del Estado.

Se llama investigación-acción a una metodología investigatoria que consiste en la


producción de conocimiento para guiar la práctica de transformar la realidad. Con ello
también se procura cambiar la separación tradicional entre investigadores e investigados,
haciendo que estos últimos participen activamente conociendo y usando los resultados de
la investigación. En la autoevaluación institucional la separación no existe, pues los
investigados son al mismo tiempo los investigadores.

113
Acreditación

Es el reconocimiento que hace un organismo nacional o internacional acerca de si una


institución cumple o no con los estándares mínimos de calidad que se hayan
establecido previamente. Su propósito es promover la calidad en la educación,
haciendo que la institución sea merecedora de confianza de parte de la sociedad.

La acreditación atraviesa tres etapas:

• Autoevaluación institucional. Proceso mediante el cual la propia institución


hace la evaluación basándose en un conjunto de estándares, que sirven de
referencia.

• Evaluación externa. Proceso a través del cual determinados especialistas (pares


académicos) evalúan a la institución de acuerdo a unos estándares ya establecidos.

• Acreditación propiamente dicha. Es la última etapa, por medio de la cual un


organismo competente se encarga de efectuar la acreditación. Esta tendrá vigencia
por un periodo determinado, a cuyo término la institución deberá de acreditarse
nuevamente.

En el Perú son las universidades las primeras instituciones que iniciaron procesos de
acreditación. Pero se extenderá a todo el nivel de Educación Superior, a la Educación
Técnico-Productiva (antes llamada Educación Ocupacional) y a la Educación Básica. Es
decir, a todo el sistema educativo. Para eso la Ley General de Educación, en su artículo
15, ha considerado la creación de un organismo especializado con el nombre de Sistema
Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa
(SINEACE).

Los conceptos de evaluación y acreditación están relacionados, obviamente, pero la


acreditación es una consecuencia de la valoración efectuada.

ACTIVIDADES

• Investigar acerca de la institución educativa donde se labora. Haga entrevistas para


saber si existe algún nivel de información acerca de la acreditación.

• ¿En caso de haber la información necesaria, la institución ha definido la forma y/o


estrategia en que se aplicará la acreditación?

114
• ¿En qué difieren y en qué se asemejan los procesos de evaluación y acreditación?

• ¿Cuál de las alternativas de evaluación institucional puede ser mejor? ¿Por qué?

115
PREPARACIÓN DEL INFORME DE EVALUACIÓN

La finalidad de este documento es ofrecer la oportunidad de diseñar algún instrumento


para evaluación educativa, aplicarlo e interpretar los resultados, siguiendo las siguientes
pautas:

A. PREPARACIÓN Y APLICACIÓN DE LAS PRUEBAS

1. Utilizando las fichas de ítems, hay que diseñar o preparar hasta dos instrumentos
diferentes: sean pruebas escritas (objetiva o de ensayo), una prueba práctica o una
grupal y/o una guía de observación, según se haya revisto en el plan de evaluación
correspondiente a la unidad programada.

2. Es suficiente aplicar uno de los dos instrumentos, el cual puede restringirse a una
asignatura o también cabe la posibilidad de considerar ítems para dos o más cursos,
según las tablas de especificaciones, si se van a preparar y aplicar entre dos
evaluadores.

3. Cada prueba o instrumento deberá aplicarse a treinta o cuarenta estudiantes,


correspondiendo calificar a cada uno de los evaluadores aproximadamente veinte
pruebas.

B. PROCESO DE CALIFICACIÓN

1. Se debe preparar una clave de corrección para proceder a la asignación de puntajes,


incluyendo los modelos de respuesta ideal en caso de las pruebas tipo ensayo.

2. Agrupar las pruebas en paquetes no mayores de diez y hacer la calificación


contrastando cada respuesta con la clave, pregunta por pregunta y no prueba por
prueba.

3. Sumar los puntajes parciales para obtener la nota o el calificativo de la prueba.

C. INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS (EVALUACIÓN


CUANTITATIVA)

1. ¿Cuál es la media y la desviación estándar, del grupo que se ha examinado?

2. ¿Cuántos hay en el grupo superior? (obtener la M y sumarle la DS, para hallar el punto
crítico superior).

116
3. ¿Cuántos hay en el grupo inferior? (obtener la M y restarle la DS, para hallar el punto
crítico inferior?

4. ¿En cuáles preguntas se acierta más y en cuáles hay mayor número de errores? ¿Por
qué será?

5. ¿Cuál fue el índice de dificultad (Id) en algunas de las preguntas de la prueba?

6. ¿Cuál fue el poder discriminativo (Pd) de algunas de las preguntas?

7. ¿Se podría decir que se lograron los objetivos previstos? ¿Cuáles sí y cuáles no? ¿Por
qué?

8. ¿Qué categorías y/o subcategorías de aprendizaje deberían cubrirse o reforzarse?

9. ¿Qué porcentaje aprueba y desaprueba en el puntaje total?

D. PAUTAS PARA EL INFORME DE EVALUACIÓN CUALITATIVA

1. Logros esperados. ¿Qué se esperaba lograr? (considerar los objetivos o los


indicadores correspondientes).

2. Logros efectivos. ¿Qué se logró realmente? (ver resultados de la aplicación del


instrumento).

3. Contraste entre lo esperado y lo logrado. ¿Cuál es la diferencia entre lo que se ha


esperado y lo que se logró realmente?

4. Fundamentación. Expresar las razones por las cuales pudo haber mayor o menor
diferencia entre lo esperado y lo logrado.

5. Decisiones correctivas. Especificar las acciones que deberán efectuarse para cubrirlo
que no se aprendió, corregir lo equivocado y reforzar los aprendizajes que se
consideran indispensables.

117
E. ESTRUCTURA DEL INFORME

1. Datos generales. Centro educativo donde se aplicó, turno, grado de estudios, curso,
fecha, hora de aplicación, etc.

2. Descripción de la prueba. Tipo de prueba, objetivos y categorías de aprendizaje a


medir, duración, etc.

3. Interpretación de resultados. Según la opción cuantitativa o la cualitativa. Se


adjuntan las pruebas.

ACTIVIDADES

• Desarrollar una investigación grupal sobre alguno de los problemas de la evaluación,


vinculados al estudiante (evaluación educativa), al ejercicio docente o al desarrollo del
currículo. La recogida de información impresa o electrónica debe hacerse mediante
fichas, las cuales se utilizarán para efectuar las ponencias.

• Exponer y debatir los informes de investigación grupal, utilizando alguna de las


técnicas grupales de presentación (panel, mesa redonda, conversatorio, etc.). Los
integrantes del auditorio desarrollarán una prueba de discusión o debate.

• Presentar el informe de la investigación en anillado y con las fichas empleadas.. una


semana después de la exposición grupal.

• Preparar el informe final de evaluación, de acuerdo a la guía que se indica en este


manual.

118
ANEXO

PATOLOGÍA GENERAL DE LA EVALUACIÓN EDUCATIVA

Miguel Ángel Santos68

El desarrollo curricular, en cualquier de sus niveles, está recorrido por un proceso


evaluador de triple naturaleza: la evaluación diagnóstica, la evaluación procesal y la
evaluación de término. En el buen entendido de que el proceso es circular, no meramente
lineal, dinámico en su entraña.

En el complejo mundo de la educación, por tantos motivos particulares y cambiantes, se


realizan diversos procesos evaluadores del currículo que están afectados de las patologías
más diversas.

Cada uno de los desórdenes que afectan a ese proceso (en el marco de referencia
macrocurricular = sistema, mesocurricular = centro, y microcurricular = aula) puede ser
estudiado en sus signos, en sus síntomas y en su fisiopatología, es decir, en el mecanismo
por el que se produce esa enfermedad.

Hablamos de patología general porque nos interesa el estudio global que siente las bases
de cualquier posterior subdivisión analítica. Podríamos hablar también de patología social
(término introducido por la escuela organicista) de la evaluación, ya que se trata de
desórdenes de procesos que afectan a colectivos y a relaciones entre individuos.

La evaluación (tanto la de carácter funcional como la investigadora) puede ser manejada


para servir los intereses del evaluador ya que éste puede llamar “evaluación” a la
operación que desee, puede evaluar aquello que le interese, en las formas y momentos que
determine, con los instrumentos que considere oportunos y -desde luego- para utilizarla
en los fines que su particular interpretación aconseje.

El poder que dimana del proceso evaluador es tan grande que permite atribuir causalidad
arbitrariamente, catalogar éticamente, justificar decisiones y clasificar realidades.

La apariencia de rigor se convierte en una amenaza de perfiles contundentes. Los ribetes


científicos disminuyen la capacidad de crítica y prestan un peligroso aval. Si
entendemos/practicamos la evaluación como un proceso difícilmente contestable en su
concepción, en su desarrollo, en su utilización, difícilmente podrán ser discutidas las
conclusiones. “Este alumno ha suspendido”, “este centro escolar es malo”, “esta

68 Universidad de Málaga.

119
experiencia educativa es excelente”, “esta actividad tiene que desaparecer”, “estas
personas tienen que se excluidas”.

Los criterios que se aplican para la evaluación no siempre se ajustan a patrones


rigurosamente elaborados. Y así, una reforma puede considerarse “buena” porque
aumenta el número de los conocimientos de los alumnos, un centro puede etiquetarse
como “estupendo” porque aprueba la selectividad un porcentaje alto de alumnos
presentados y un alumno es considerado “excelente” porque ha contestado correctamente
una prueba objetiva.

Más aun, de una evaluación superficial pueden nacer explicaciones explícitas/implícitas


que consagran una determinada realidad, estableciendo nexos causales gratuitos. “Este
alumno suspende porque no estudia”, “ese programa de renovación no funciona porque
los profesores son incompetentes, este centro tiene eficacia educativa porque posee
grandes instalaciones”.

La patología que afecta a la evaluación afecta a todas y cada una de sus vertientes por qué
se evalúa (y para qué), quién evalúa, cómo se evalúa, para quién se evalúa, cuándo se
evalúa, qué se evalúa, a quién se evalúa, con qué criterio se evalúa, cómo se evalúa la
misma evaluación, etc.

Algunas patologías lo son en cuanto hipertrofian un aspecto o dimensión que, planteado


en su justa medida, sería positivo. Valorar los conocimientos. , por ejemplo, no es error,
pero sí lo puede ser el valorar exclusivamente, obsesivamente, los conocimientos, sin
coordinación con otros conocimientos, etc.

Otras patologías se deben a la atrofia de funciones que son consustanciales con un estado
de salud educativa. No se desarrolla, por ejemplo, un tipo de evaluación democrática
(Stenhouse, Elliot) en la que tanto el proceso de evaluación como el manejo de la
información resultante es responsabilidad directa de los protagonistas de la experiencia
educativa.

1. SÓLO SE EVALÚA AL ALUMNO

En este sentido sí es protagonista el alumno. Se le examina siguiendo una temporalización


determinada. Se le dan los resultados prácticamente inapelables y, en general, se le
considera único responsable de los mismos.

No parece concebirse el currículo sin la evaluación del alumno, pero sí sin la evaluación
genérica del mismo. Los argumentos -cargados de lógica- que se utilizan para avalar la
ineludible necesidad de la evaluación del alumno no se aplican a otros elementos del
currículo.

120
A cada alumno se le asigna en el expediente un valor numérico (al menos, cuantificado)
que parece ser de su exclusiva responsabilidad. La calificación del alumno -para muchos
padres, profesores y para los mismos alumnos- es el resultado de su capacidad y de su
falta o derroche de esfuerzos. En el caso de fracasar será él quien deberá pagar las
“consecuencias”. Sólo él deberá cambiar. Lo demás, podrá seguir como estaba. La
evaluación se convierte así en un proceso conservador.

La distinción socorrida de evaluación suficiente y evaluación satisfactoria vienen a poner


de manifiesto otro flanco de la patología. Porque se utiliza como criterio referencial la
consecución de unos conocimientos mínimos (será el profesor quien lo compruebe
según sus particulares criterios), estableciendo en la gama de puntuaciones una
comparación con el resto de los escolares a todas luces discutible.

¿Qué es lo que se ha comparado para colocar a los individuos en la escalera de


suspensos/aprobados/notables/sobresalientes/matrículas…? No se sabe si se comparan
las capacidades de los sujetos, los esfuerzos realizados, los conocimientos adquiridos, o la
suerte de que han gozado. Lo cierto es que la etiquetación que nace de la evaluación
educativa figura estampada en impresos, debidamente rubricada por la autoridad
académica y refrendada por los sellos oficiales.

Este ejercicio enmascara una injusticia grande, no sólo por la arbitrariedad de asignación,
por el capricho atributivo (agravado por la apariencia de rigor científico), sino por la
desigualdad radical de condiciones naturales y contextuales. Partir de situaciones
desiguales y pretender comparar los resultados utilizando los mismos criterios
estandarizados es una forma radicalmente injusta de ejercitar una aparente justicia.

Lo cierto es que, en este mecanismo, sólo se incluye al alumno, quiera o no, quedando
muchos otros responsables del proceso educativo sin esa consideración evaluadora y sin
las consecuencias que llevaría aparejadas.

2. SE EVALÚAN SOLAMENTE LOS RESULTADOS

Los resultados han de ser tenidos en cuenta dentro del proceso evaluador. Pero no
solamente los resultados. Los presupuestos de los que se parte, las condiciones que se
tienen, las estrategias que se ponen en marcha, los procesos que se desencadenan, los
ritmos de consecución, la proporción rendimiento/esfuerzo, etc. son también elementos
que deben evaluarse. No sólo porque la consecución/no consecución de unos resultados
(y el grado de su logro) está supeditada a aquellos factores sino porque ellos mismos
constituyen el objetivo de la mirada evaluadora.

Analizar los resultados obtenidos es, cuando menos, parcial y la parcialidad suele ir
acompañada de imprecisión y de tergiversaciones.

121
3. SE EVALÚAN SÓLO LOS CONOCIMIENTOS

El proceso de enseñanza/aprendizaje se realiza sobre un cuerpo de conocimientos más o


menos estructurados, más o menos interesantes, más o menos conexionados con la
práctica, más o menos “autónomos” (los grados de libertad del currículo pueden ser
variables). No se puede aprender en el vacío. Cuando hablamos de “aprender a aprender”
-dejando al margen los conocimientos- estamos haciendo simples piruetas mentales.

Aprender a aprender es un slogan tan utilizado como desprovisto de sentido real. Porque
sólo se aprende aprendiendo.

No se puede, rechazar el aprendizaje de contenidos. Porque son necesarios para articular


el pensamiento, para adaptarse a la realidad y para poder manejarla.

Otra cosa es la selección de los contenidos, su articulación, su significación de


organizadores del pensamiento.

Ahora bien, limitarse a la evaluación de conocimientos supone un reduccionismo


escandaloso. Existen otra serie de pretendidos logros (véase cualquier formulación
curricular, véase incluso la legislación de cualquier rango que defina objetivos educativos
del sistema) que no se contemplan debidamente en el proceso evaluador: actitudes,
destrezas, hábitos, valores, etc.

Una persona que adquiriese un abundante caudal de conocimientos para mejor


destruir/oprimir a los otros, un alumno que llenase su cabeza de conocimientos pero que
odiase la sabiduría, un individuo con un gran almacén de datos en la cabeza pero incapaz
de comunicarse, etc. no estarían auténticamente formados.

Luego veremos que la evaluación de estas otras facetas no es tarea fácil. Muchos
profesores no tienen conciencia profesional de que se trata de aspectos educativos
relevantes. Otros no conocen la forma de acercarse a una evaluación adecuada de los
mismos. La administración, conocedora de esas limitaciones, nacidas de una deficiente
formación del profesorado, desconfiando de que puedan realizar espontáneamente estas
tareas, pretende implantarlas de golpe. Pero es totalmente ineficaz. ¿De qué sirvió
implantar la evaluación continua cuando los profesores seguían instalados en sus viejas
prácticas evaluadoras? Sencillamente para repetir “continuamente” aquellas prácticas de
evaluación memorística.

122
4. SÓLO SE EVALÚAN LOS RESULTADOS DIRECTOS, PRETENDIDOS

La puesta en marcha de muchos proyectos curriculares que siguen un criterio de


encadenamiento lineal (objetivos propuestos-contenidos-métodos-evaluación de objetivos
propuestos) no tienen en cuenta la evaluación de aquellos efectos laterales, secundarios,
imprevistos.

Estos efectos existen, casi inevitablemente. Y, en ocasiones son muchos más importantes
que los resultados buscados directamente en el proyecto. La pretensión, de que el
alumnado adquiera un elevado nivel de conocimientos, ejercida de manera despótica,
puede engendrar una aversión hacia el estudio que es muy perjudicial.

La pretensión, en algunos centros educativos religiosos, de que los alumnos adquiriesen


una práctica religiosa acendrada, llevó a muchos a una postura de rechazo y resentimiento
hacia lo religioso.

Lo mismo habría que decirse de un centro o de una reforma. El resultado directo del
programa es evaluado, pero sin tener en cuenta los efectos secundarios (llamémosles así,
aunque en ocasiones tengan mayor relevancia que los buscados) que se han generado.

Introducir una mejora en un centro puede suponer, quizás, el enfrentamiento entre dos
sectores del claustro o el enrarecimientos de las relaciones entre la dirección y los
profesores.

Bien es cierto que los efectos secundarios, en un momento incontrolables e


impredecibles, no deben frenar la innovación o la implantación de un programa
seriamente estudiado. Lo que decimos es que la evaluación del mismo debe tener en
cuenta tanto los resultados que se buscaban como los que se hayan provocado a lo largo
del desarrollo curricular.

5. SÓLO SE EVALÚAN LOS EFECTOS OBSERVABLES

Existen efectos que no son directamente observables. Estos efectos -buscados o no-
suelen pasar inadvertidos a los ojos del evaluador.

Los modelos de evaluación basados en la programación por objetivos operacionales


(Mager, 1970), (Bloom, 1972), (Popham, 1975), exigen un modelo correlativo de
evaluación que descanse sobre la aplicación de instrumentos de comprobación de carácter
experimental.

123
Se podría objetar que no es posible evaluar los efectos no observables. No es así. Lo no
observable no es equivalente a lo no existente. Ni a lo no relevante. Ni, por supuesto, a lo
no evaluable. Al menos, desde una concepción del proceso evaluador que pretenda
profundizar en la entraña educativa.

Eisner (1981), dice que la mayoría de los aprendizajes que realiza el alumno en la escuela
no se hallan programados en el currículo explícito.

Las limitaciones metodológicas que impone una concepción experimentalista de la


evaluación, no debe hacernos olvidar todo el bloque del iceberg curricular que permanece
por debajo de la superficie de las aguas.

Es precisamente un modelo de evaluación más exigente, más riguroso, más ambicioso el


que, paradójicamente, nos lleva a explorar otras capas que no son reconocibles “a simple
vista” o a golpe de mediciones pretendidamente objetivas.

Estas dimensiones de la evaluación exigen, eso sí, la utilización de técnicas de exploración


adecuadas al intento de llegar a descubrir e interpretar lo oculto del currículo y de sus
resultados.

6. SE EVALÚA PRINCIPALMENTE LA VERTIENTE NEGATIVA

En la práctica habitual del docente, la evaluación está marcada por las correcciones. El
mismo lenguaje descubre la actitud predominante: “corregir” significa “enmendar lo
errado”. El subrayado de las faltas de ortografía es mucho más frecuente que la explícita
valoración de las palabras escritas.

Sirva esta anécdota como punto de referencia para referirnos a esa actitud no solamente
mala por negativista, sino por parcializante.

Una evaluación rigurosa requiere un tratamiento holístico de los fenómenos y de los


productos. La comprensión de un proceso adquiere sentido en un análisis estructurado y
estructurante en el que la interconexión de todos los elementos permite la explicación y el
significado.

El desequilibrio de perspectiva hace que la escuela esté más atenta a los errores que a los
aciertos de los alumnos y que los equipos de evaluación externa se apresten más a
describir problemas y deficiencias que a resaltar valores y logros.

124
Además de factores actitudinales puede influir en esta dinámica selectiva la mayor
facilidad que existe de describir la tensión que la calma, el error que el acierto, la guerra
que la paz, etc.

7. SÓLO SE EVALÚA A LAS PERSONAS

Es un error “someter” a los alumnos o a los profesores de un centro, o a los


coordinadores de una reforma a una evaluación (lo cual encierra juicios de valoración, no
meras descripciones de actuación) sin tener en cuenta las condiciones, los medios, los
tiempos, los contextos en que se mueven.

Cronbach (1963), distingue tres grandes áreas sobre las que la evaluación toma decisiones:
el material de instrucción, los individuos y la regularización administrativa. No son sólo
los individuos los responsables de un proceso o de un resultado. Hay que contemplar
cuáles son los medios con los que cuentan, las condiciones en las que trabajan y los
márgenes de autonomía real con que cuentan.

Los mecanismos de atribución pueden hacer descansar en el sistema, en la carencia de


medios, en la presión de los programas oficiales, en la mala organización de los centros,
en la irracionalidad de los calendarios, etc. toda la responsabilidad de un proceso
educativo.

Esos condicionantes/estimulantes existen. Hay que tenerlos en cuenta a la hora de la


evaluación. No solamente como coadyuvantes del intento educativo, sino como
elementos que pueden ser modificados y/o mejorados para un posterior desarrollo.

8. SE EVALÚA DESCONTEXTUALIZADAMENTE

Bertalanffy (1976, 1978), plantea la necesidad de tener en cuenta un contexto amplio


cuando se pretende comprender la realidad de un sistema actuante.

Pretender dar significado a la actuación de un alumno desde la óptica y el código del


evaluador, prescindiendo de las claves de interpretación del contexto, es vaciar de
contenido la realidad (Oates, 1975).

Encasillar un centro dentro de la plantilla elaborada por el evaluador con unos criterios
genéricos de pretendida validez, es negarse a entender todo lo que sucede en el mismo.

Una calificación sobresaliente puede ser considerada “algo despreciable” en un contexto


determinado. Una clase indisciplinada puede estar en el eje de la admiración de la mayoría

125
de los alumnos de un centro. Una experiencia pedagógica “modelo” puede ser valorada
en su contexto de forma negativa.

Si el evaluador, en aras de una pretendida objetividad, busca la creación y realiza la


aplicación de instrumentos de medida confiables y válidos técnicamente y no tiene en
cuenta la realidad viva, compleja y dinámica de ese todo, de ese sistema organizativo que
tiene en sí mismo los códigos sintácticos y semánticos, se verá enredado en un caudal de
datos muertos y desprovistos de auténtico significado.

La actuación de un alumno podrá ser atendida e interpretada justamente (con justeza y


con justicia) en el marco de innumerables redes codificadoras que se producen en el
sistema del aula que, a su vez, está en conexión con el sistema del Centro que, a su vez,
etc.

9. SE EVALÚA CUANTITATIVAMENTE

La pretensión de atribuir números a realidades complejas es un fenómeno cargado de


trampas en el área de la educación.

En las calificaciones escolares utilizamos escalas nominales, ordinales y de razón. Un


aprobado es distinto de un suspenso, un 5 es una nota inferior a un 8, y un 6 es el doble
de un 3. Parece que todo está claro, que todo es muy preciso.

El peligro de la evaluación cuantitativa no es solamente la imprecisión sino -y sobre todo-


las apariencias de rigor: “La asignación de números de una manera mecánica, como es
común en los procedimientos cuantitativos, no garantiza la objetividad” (Cook, 1986).

Pero, como aparentemente tiene objetividad, genera en los usuarios y destinatarios una
tranquilidad mayor que mata las preguntas más hondas.

Algunos padres de alumnos de EGB que ahora reciben informes sobre la marcha de sus
hijos con la expresión: “Progresa adecuadamente”, preguntan a sus profesores: “Progresa
adecuadamente ¿equivale a un 8 de antes?”. La puntuación parece un lenguaje más claro.
Engañosamente más claro. El padre tiene, además, el punto de referencia de otros
alumnos que tienen puntuaciones de 4, 6 ó 9.

También el profesor puede sentirse más “seguro” después de estampar sobre la prueba
objetiva, corregida con una fórmula matemática (P=A-E/N-1), el número exacto, con
decimales, correspondiente a la calificación. Además, puede establecer claramente,
matemáticamente, la línea divisoria del apto/no apto.

126
El alumno con este procedimiento calificador, sabe lo que tiene que estudiar, cómo ha de
estudiarlo y -después de la calificación- saber cuánto ha aprendido.

El problema, además del que entraña la pretendida objetividad de esas puntuaciones


estriba en que la luz cegadora de esa “claridad” no deja ver cuestiones más importantes:

• ¿Cómo aprende el alumno?

• ¿Cómo relaciona lo aprendido?

• ¿Cómo inserta los nuevos conocimientos en los ya asimilados?

• ¿Para qué le sirve lo aprendido?

• ¿Ha disfrutado aprendiendo?

• ¿Estudiaría “esas cosas” por su cuenta?

• ¿Tiene ganas de aprender cuando terminan las pruebas?

10. SE UTILIZAN INSTRUMENTOS INADECUADOS

Es una reciente recopilación de instrumentos en curso para la evaluación de centros


escolares (Plaza, 1986), se ha podido comprobar que la casi totalidad tiene una
configuración estática, anecdótica, aséptica, cuantificadora, descontextualizada, etc.

Los cuestionarios, escalas de estimación, listas de control, plantean el interrogante de la


triple adecuación realidad-percepción, percepción-interpretación, interpretación-
expresión. Se añade a esta problemática la complejidad de la explicación de los datos
cuantificados. Valorar con 3 puntos sobre 10, el funcionamiento de la Biblioteca del
Centro nos deja en la duda de si la baja puntuación se debe a algunas de estas causas (a
otras posibles):

• No hay libros.

• No está actualizada la documentación.

127
• No existen ficheros que permitan la localización rápida y fácil.

• No existen locales.

• No hay tiempo para su apertura.

• No existe personal que la atienda.

• No hay afición por la lectura.

• Los libros no tienen interés para los alumnos.

• No están informados los alumnos de sus normas de funcionamiento.

• Existe mucho ruido y es difícil la concentración.

• El bibliotecario es una persona indeseable.

• Está mal visto entre los alumnos acudir a la biblioteca.

Decir de que el 48% de los profesores valoran con una media de 3 puntos el
funcionamiento de la biblioteca, es un modo de esconder, bajo la cifra porcentual, las
innumerables causas que han llevado a los opinantes a conceder una puntuación.

Ese modo de evaluar hace difícil la comprensión de la realidad, su interpretación y,


obviamente, la posibilidad de efectuar mejoras que solucionen los problemas o potencien
los aciertos.

Lo mismo sucede en el aula. Un instrumento de valoración “objetivo” no puede estar más


cargado de subjetividad/arbitrariedad. He aquí una escala de ambigüedad que no siempre
es tenida en cuenta:

• ¿Lo que aparece en el currículo como contenido mínimo es lo realmente importante,


valioso, interesante, etc.?

• ¿Lo que ha seleccionado el profesor para la prueba es significativo de lo que tenía que
aprender?

128
• ¿Lo que pregunta el profesor es exactamente lo que quiere saber sobre lo que ha
aprendido el alumno?

• ¿Lo que el alumno lee es lo que el profesor ha querido preguntar?

• ¿Lo que responde es exactamente aquello que sabe sobre la cuestión?

• ¿Lo que interpreta el profesor es lo que el alumno realmente ha expresado?

• ¿La valoración corresponde a lo que el profesor entiende que ha expresado el alumno?

Nada digamos de la dificultad de mejorar el aprendizaje a través de ese tipo de pruebas. A


lo sumo, el alumno prestará atención al mejor modo de contestarlas en próximas
ocasiones. Lo cual es distinto al propio proceso de enseñanza/aprendizaje.

Existe otra complicada cuestión en la aplicación habitual de este tipo de pruebas


“objetivas” bajo el pretexto de que son más justas, ya que “miden” a todos por igual. Lo
cierto es que no existen mayor arbitrariedad que la de querer “medir” de la misma forma a
personas que son radicalmente diferentes. Así, un alumno tímido no desearía realizar una
entrevista o examen oral. Quien no se expresa bien por escrito preferirá una prueba
diferente.

La naturaleza de la prueba lleva dentro de sí un componente sesgado de valoración,


independientemente del tipo de contenidos que plantee y de su forma de presentarlos.

11. SE EVALÚA DE FORMA INCOHERENTE CON EL PROCESO DE


ENSEÑANZA/APRENDIZAJE

El camino es circular, no rectilíneo y unidireccional. Se evalúa como se enseña y se enseña


como se evalúa. O más bien, se estudia para la evaluación. De tal forma que es este
proceso el que dirige el aprendizaje. Los alumnos estudian “para” el examen. No sólo en
función de ese momento sino “de forma” que les permita hacer frente al mismo con
suficientes garantías de éxito.

Si el examen consiste en una prueba objetiva de verdadero-falso, estudiará de forma


distinta que si se le enuncia una prueba de ensayo o si se le exige un diseño creativo. Es
más, los alumnos tratarán de acomodarse a las expectativas del profesor, a sus códigos de
valor.

129
La incoherencia se establece cuando se quiere realizar una aprendizaje por comprensión y
se realiza luego una prueba de carácter memorístico, rígido y repetitivo.

Un proceso de enseñanza basado en la explicación oral, se cierra con un modelo de


examen escrito.

Un modo de trabajo asentado sobre el grupo concluye en una evaluación individual.

Un proceso de enseñanza/aprendizaje teóricamente asentado sobre el desarrollo integral


del individuo, acaba con una evaluación exclusivamente preocupada por los
conocimientos adquiridos.

Otras veces, el enfoque exclusivo en el aprendizaje de contenidos intelectuales pretende


concluirse con una evaluación que va mucho más allá de lo que se ha trabajado.

12. SE EVALÚA COMPETITIVAMENTE

Creo que una de las ventajas que encierra el enfoque cualitativo es el afinar la sensibilidad
del evaluador ante los procesos de aprendizaje.

El auténtico significado de un proceso educativo se encuentra en el análisis de todos los


elementos que lo integran y que lo circunscriben. Pero no en el contraste, comparación y
competencia con otros procesos similares, diferentes o antagónicos.

La evaluación habitual del alumno parece cobrar sentido en la comparación y la


competencia. Para algunos padres, profesores y alumnos importa el “cuánto” del
aprendizaje, y que ese cuánto esté por encima de.

El carácter positivo que se pretende dar a la emulación en algunos ámbitos educativos, se


trastoca frecuentemente en una burda o camuflada contienda. “Saber más que”, “saber
menos que”, son puntos de referencia cruciales.

Lo mismo sucede con la evaluación de centros. La valoración cuantitativa es propensa a la


comparación. Las escalas tienen en ella su justificación más evidente. Este en un centro
“mejor”, este es un centro que ha obtenido 90 puntos sobre 100, se dice.

La localización de la mirada se sitúa en el exterior del proceso mismo, con el agravante de


que se establecen comparaciones arbitrarias ya que pocas veces se parte de condiciones,
medios, historia, personas y fines similares.

130
Por otra parte, es frecuente justificar la comparación con el pretexto de que sirva de
estímulo y emulación. Durante toda la enseñanza primaria y secundaria tuve que trabajar
con émulos. Cada alumno tenía un compañero que era un competidos. Con él había que
medirse. El éxito consistía en aventajarle.

Se desvía la atención del auténtico proceso de aprendizaje de cada individuo, de cada aula,
de cada centro. Y si es posible pensar que el “ganador” se sentirá satisfecho y el
“perdedor” estimulado, no es menos imaginable que el primero se sienta ridícula y
estúpidamente orgulloso y el segundo, humillado.

En las evaluaciones que he visto realizar sobre los profesores (por sus alumnos), siempre
he visto solicitar y exigir cautelas para que los resultados no se hiciesen públicos a través
de escalas valorativas. “No se trata de establecer comparaciones”, se dice. Los profesores
no consideran positivo que se publiquen unas listas donde unos aparecen como mejores y
otros como peores. Pero colocan sin delicadeza, las calificaciones escalonadas de sus
alumnos, muy bien matizadas con decimales…

13. SE EVALÚA ESTEREOTIPADAMENTE

Los profesores repiten una y otra vez sus esquemas de evaluación. Cada año los alumnos
se preocupan de saber cuál es la costumbre evaluadora del profesor.

De forma casi automática, el profesor repite sus fórmulas. Ni siquiera negocia con los
alumnos el planteamiento habitualmente practicado. Al comienzo de curso fija el número,
el momento, la forma y los matices.

¿Ha sometido a evaluación sus propios mecanismos de evaluación? No de una forma


rigurosa. Cuando ha pensado en ello ha sido para confirmar los estereotipos.

En un curso con cinco asignaturas un alumno deberá “someterse” a cinco proyectos


diferentes de evaluación. Los profesores evalúan de formas muy diferentes. Pero cada
profesor, en los diferentes cursos en que imparte docencia, evalúa de una forma idéntica.

Se multiplican los trabajos sobre evaluación, pero no son los protagonistas -los propios
profesores- los que emprenden esta labor. Stenhouse (1984) dice que lo que mejora la
acción educativa no es tanto la investigación “sobre” los profesores sino la de los
profesores que analizan su propia actividad.

En los centros, la mecánica de la confección de las memorias tiende a convertirlas en pura


rutina. Y, en la medida que se establezcan pautas “generalizables”, esas rutinas serán
similares en casi todos los centros. Tan similares como inútiles.

131
14. NO SE EVALÚA ÉTICAMENTE

Además de los problemas técnicos acechan al proceso evaluador numerosos conflictos de


carácter ético.

La evaluación puede convertirse en un instrumento de opresión. ¿Qué sucedería en las


aulas si el profesor estuviese desprovisto del “arma” de la evaluación? Cuando se articula
el proceso de enseñanza/aprendizaje sobre el resultado de la evaluación -más que sobre la
riqueza y profundidad del saber- se corre el riesgo de la manipulación y el sometimiento
del alumnado. La “hora de la verdad” no es la del aprendizaje sino la de la evaluación.
Cuando es el profesor quien lo decide todo respecto a ese momento decisivo, todo el
poder descansa en sus manos.

La evaluación ha sido un instrumento de control, de amenaza e, incluso, de venganza,


respecto a algunos alumnos que se han permitido ejercitar el derecho a la crítica, la
discrepancia o la indisciplina. Cuando apoyándose en la evaluación, se establecen nexos
causales poco rigurosos, habría que pensar cuáles son las intenciones y los intereses que
motivan la manipulación.

En la evaluación institucional se plantean numerosos problemas de carácter ético. Uno de


ellos es la confiabilidad de los informes. ¿De quién son los datos? ¿Para quién son los
datos? No puede revelarse el contenido de informes identificables, tanto por lo que
respecta a su emisor como al destinatario de los juicios.

La independencia de los equipos que realizan evaluación externa al servicio de la


administración o de entidades que financian los proyectos, no siempre está garantizada.
John Elliot, Helen Simon y Savel Kousner insisten (Elliot et alt., 1986) en la necesidad de
conseguir la independencia de los técnicos frente a las posibles exigencias del poder
(académico, político, financiero, etc.)

A nadie se le oculta que una evaluación puede ser dirigida, condicionada o manipulada al
servicio de unos intereses determinados, o de unas decisiones pretendidas: retirar
subvenciones, modificar proyectos, sustituir personas, clausurar centros, cortar
experiencias, etc.

15. SE EVALÚA PARA CONTROLAR

La evaluación en educación, paradójicamente, no suele ser educativa. No repercute en la


mejora del proceso. La evaluación se cierra sobre sí misma, constituye un punto final.

132
Se habla de “calificación fina”. Cuando es justamente un momento más en el momento
de mejora. No se puede confundir control con evaluación, aunque las dos funciones
pueden ser necesarias. El poder sancionador de la evaluación no constituye su esencia
más rica, más dinámica.

Cuando los profesores se niegan a explicar a sus alumnos (o se muestran reticentes a


hacerlo, por pensar que se trata de una pérdida de tiempo) de dónde proceden las
calificaciones que les han atribuido, están desaprovechando un buen elemento de
aprendizaje.

Disparar con los ojos vendados sobre una diana sin saber dónde se ha producido el
impacto, hace imposible la mejora de la puntuación en ensayos posteriores. Solamente
conociendo el resultado se puede mejorar en próximos disparos. Pero, no solamente será
preciso conocer y analizar lo que ha descubierto como fracaso o acierto.

Este efecto retroalimentador se suele perder en las evaluaciones educativas. Y así, la


evaluación que suponen los informes finales de los centros, en nada iluminan el nuevo
proyecto del curso siguiente. Los puentes de la eficacia están volados por la falta de
análisis, la inercia inveterada y la despreocupación de muchos profesionales.

El mundo educativo está lleno de situaciones en las que no se aprovecha esta riqueza
potencial que lleva en su interior el proceso evaluador. Los profesores y alumnos repiten
los mismos errores casi son obstinación, los cursos que finalizan una especialidad en nada
benefician con el análisis de su historia a los cursos siguientes, los centros no aprenden de
la reflexión rigurosa sobre su experiencia.

“La evaluación es el proceso de diseñar, obtener y proporcionar información útil para


juzgar alternativas de decisión”, dice Stuffelbeam (1971). Según este planteamiento,
cuando la información no repercute en la toma de decisiones perdería su misma esencia.
La nueva decisión, al ser puesta en práctica, deberá ser también evaluada. Este proceso
dinámico, abierto, facilita el cambio y posibilita la mejora.

16. SE EVALÚA PARA CONSERVAR

Hemos apuntado ya que la evaluación suele cerrarse sobre sí misma, limitándose a


desarrollas una función sancionadora. En ese sentido, no impulsa el cambio.

Pero, hay algo más grave, escondido en la patología de su funcionalidad. La utilización de


la misma para justificar la permanencia del profesor, de la dirección del centro, de la
administración escolar.

133
Si los malos resultados o el mal funcionamiento del proceso se pueden atribuir libremente
(arbitrariamente) a quien se quiera con la apariencia de la objetividad, del rigor científico y
del argumento de autoridad del que maneja la evaluación, el “interesado en no cambiar”
que, a la postre, tiene en su poder la interpretación de la evaluación, podrá mantener
tranquilamente los mismos planteamientos.

Y los cambios introducidos afectarán a las capas y esferas menos comprometedoras, más
superficiales o más económicas a la hora de realizar el diagnóstico de la innovación y la
estrategia y la temporalización de la misma.

Lo cierto es que se evalúa constantemente en la escuela, pero se cambia muy poco.

17. SE EVALÚA UNIDIRECCIONALMENTE

La evaluación tiene sentido “descendente”. El Ministerio “evalúa” a inspectores, los


inspectores “evalúan” a los directores escolares, los directores “evalúan” a los profesores,
los profesores “evalúan” a los alumnos. Si bien es cierto, que en la parte más baja es
donde más de nota el peso de esa función.

No se produce una evaluación en sentido “ascendente”. Ni desde luego, en sentido


horizontal.

Un modelo de evaluación democrático supone que los interesados manejan la evaluación.


Deciden sobre ella. Y ellos son los que dicen lo que piensan, los que analizan lo que
hacen.

“Para conocer la realidad y sus significados relevantes hay que sumergirse en el curso real
y vivo de los acontecimientos y conocer las interpretaciones diversas que hacen de las
mismas aquellos que las viven” (Pérez Gómez, 1983).

Sólo la evaluación democrática puede propiciar un cambio en profundidad. Esa


evaluación, solicitada o emprendida por la comunidad en cuestión, revierte sobre ella en
informes rigurosos, claros y significativos.

No es que la evolución democrática pueda prescindir de los expertos en evaluación. Pero


no son éstos los que pueden atribuir significado de espaldas al mundo de los
protagonistas. Y no son los expertos los que tienen el poder de la evaluación. Los
expertos tienen la técnica, pero no las claves de la interpretación y no los resortes del
poder pedagógico.

134
En la evaluación externa sólo la participación directa de los protagonistas podrá dar
fiabilidad y validez a la lectura de los signos, a su metalectura posterior y a su utilización
para el cambio.

Los que desean conocer el resultado de la evaluación y los que la llevan a cabo son
integrantes de un proceso. También por eso la evaluación debe ser democrática (Mc
Donald, 1976).

18. NO SE EVALÚA DESDE FUERA

Una experiencia educativa necesita la evaluación externa para poder realizar una mejora
sustantiva. No hacerlo así significa cerrar el horizonte valorativo y arriesgarse a la miopía y
a la deformación óptica del que mira algo que está sobre sus mismos ojos.

Cerrar el círculo de la planificación de objetivos, métodos, evaluación, desde la exclusiva


mirada del protagonista del proceso entraña el riesgo de quedarse atrapado en la propia
limitación.

El evaluador externo goza de un punto de vista privilegiado, en cuanto tiene:

• Una distancia afectiva de la dinámica y del resultado.

• Unos criterios de independencia respecto al resultado.

• Unos puntos de referencia más amplios y complejos.

• Una mayor disponibilidad en el tiempo y la dedicación.

Esto no quiere decir que se pueda prescindir de los protagonistas de la experiencia, como
apuntábamos más arriba. Tanto es así, que dentro de la metodología etnográfica de la
evaluación es aconsejable la aportación del observador participante.

No decimos que el evaluador externo tenga que ser aséptico o ejercer una neutralidad que
ni es posible ni siquiera deseable. El evaluador no solamente mira, sino que busca. Y para
ello ha de interpretar. Y la interpretación necesita unos códigos estructurados en los ejes
de una sólida teoría.

135
19. NO SE HACE AUTOEVALUACIÓN

La autoevaluación es un proceso de autocrítica que genera unos hábitos enriquecedores


de reflexión sobre la propia realidad.

Dice Popper que realizamos más progresos al reflexionar sobre nuestros errores que al
descansar en nuestras virtudes.

John Elliot plantea la autoevaluación de los centros como una tarea de investigación en la
acción (1986).

Las técnicas de diseño, de exploración y de interpretación y utilización de esas


autoevaluaciones han de ser conocidas, asumidas y llevadas a término por los miembros
de la comunidad escolar. ¿Tendría sentido un proyecto de evaluación que no fuese
deseado, aceptado y conocido por los protagonistas de la experiencia?

Muchas de las reticencias, de los miedos y de los conflictos que provoca una evaluación
externa/impuesta desaparecen ipso facto en el proceso de autoevaluación.

También los alumnos pueden/deben practicar estos procesos autoevaluadores.

El profesor debe poner en sus manos los instrumentos precisos para ello. Y ha de
negociar con él, el reparto de las cuotas de decisión que lleva consigo la evaluación.

No es aceptable la práctica del juego evaluador, en cual el alumno hace reflexiones y


análisis sobre su aprendizaje, pero no puede materializar el resultado en una parcela de las
calificaciones.

El profesor suele actuar con muchas reticencias en este sentido, suponiendo que el
alumno no se calificará con criterios justos, por falta de objetividad o por carencia de
referencias exteriores que le sirvan de contraste.

Contaré una experiencia reveladora al respecto. En un claustro de profesores de un centro


escolar oí cómo los profesores se resistían a practicar la autoevaluación con sus alumnos
por considerar que eran “demasiado pequeños, que no tenían capacidad para ello”. Ese
mismo día, en un departamento universitario, otros profesores argumentaban que “la
autoevaluación de los alumnos no era posible en el ámbito universitario porque no tenían
experiencia de haberla practicado en centros de nivel inferior”.

136
Cuando los profesores utilizan estas excusas no están en condiciones de realizar esa
experiencia. Del mismo modo que cuando dicen que el número de alumnos o las
condiciones de trabajo y de tiempo les obligan a realizar una evaluación superficial y
masiva, no podemos afirmar con seguridad que con menor número y mejores condiciones
harían las cosas de otro modo.

20. SE EVALÚA DISTEMPORALMENTE (FUERA DE TIEMPO)

Entiéndase aquí el prefijo en su acepción griega (dis = mal), a sabiendas de que la palabra
compuesta no debería utilizarse.

Cuando se habla de “evaluación continua” se quiere decir algo que casi nunca se hace.
Más bien, ha tenido el efecto contrario como apuntábamos anteriormente. El deseo de
eliminar una mala forma de evaluar (anecdótica, memorística, superficial, etc.) llevó a
multiplicar las veces en que esto se hacía.

Porque el núcleo del concepto está más en el cómo que en el cuándo, más en el fondo
que en la forma. El concepto exigía una actitud distinta, un enfoque nuevo. Pero no hacer
muchos más controles del mismo tipo que los que se hacían.

No se hace, pues, una buena evaluación sincrónica respecto al proceso de aprendizaje o,


más ampliamente, de educación.

Pero tampoco se hace una adecuada evaluación diacrónica. Entendemos por “evaluación
diacrónica” aquella que se realiza a través del tiempo, con una perspectiva temporal que
ofrezca nuevos elementos de referencia.

Veamos un ejemplo relativo a la evaluación de centros escolares. ¿Cómo evalúan los ex


alumnos de un centro, su experiencia educativa transcurridos uno, dos, tres, cinco años?.
El antiguo alumno tendrá unos elementos de comprobación/contrastación que no tiene el
individuo que está inmerso en la experiencia. Sabe si “aquello” sirvió para algo, si le
permitió adaptarse a los problemas.

Además de estas ventajas se encierra la de una independencia más clara, más firme, más
abierta. Ahora puede opinar sin ningún tipo de restricciones.

En ese grupo que llamamos ex alumnos de un centro habrá que integrar a los que lo
abandonaron y a los que -de una u otra forma- se les instó a cambiar de centro o a
quedarse en la calle.

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21. NO SE HACE PARAEVALUACIÓN

La evaluación a la que aquí nos referimos se ciñe a cuestiones de la misma índole que la
evaluación. Veámoslo con algunos ejemplos. Un evaluador externo analiza la eficacia de
una institución militar en la formación de sus alumnos. Y puede llegar a la comprobación
de que realmente existe un buen planteamiento en los métodos que intentan lograr esos
objetivos. Realmente se han conseguido. Supongamos que esos objetivos “no son
deseables”, que esos métodos utilizados “no son éticos” y que esos logros “son
contraproducentes para la formación de la persona”. ¿Termina la función evaluadora con
el informe de que el funcionamiento es bueno porque se está desarrollando el programa
de forma eficaz?

Un sistema educativo de un gobierno dictatorial incluye entre sus objetivos la formación


de los profesores y de los alumnos en el ideario y el proselitismo sectario. Y el análisis del
funcionamiento del sistema, permite al evaluador comprobar que se están consiguiendo
esos objetivos de forma rápida, eficaz y profunda. ¿Termina su tarea al realizar un informe
en el que se describa y analice la eficacia del sistema?

Entendemos que no. De alguna manera Scriven (1973) se refería a esta cuestión cuando
diferencia la evaluación de la estimación del logro de los objetivos.

Nosotros pensamos que la “paraevaluación” (para = junta a, al lado) supone un análisis de


contenidos y un juicio de valor que va más allá de la simple descripción y análisis de la
coherencia del programa y de la eficacia del mismo.

22. NO SE HACE METAEVALUACIÓN

El proceso de evaluación es tan complejo que ha de ser necesariamente evaluado para


poder atribuirle un valor.

En cualquiera de esas vertientes puede encerrar numerosas trampas, numerosos riesgos,


numerosas deficiencias. Por eso se hace imprescindible establecer criterios que permitan
evaluar los mecanismos de evaluación.

No solamente para analizar el rigor del proceso, sino para ver cómo esa misma función
condiciona lo que se estaba haciendo. Ahora, la evaluación de un programa se convierte
en otro elemento que ha de ser evaluado porque está actuando como una variable
poderosa que puede distorsionarlo o modificarlo sustancialmente.

138
En esta vuelta de tornillo, vuelven a aparecer todos los componentes de la evaluación con
un nuevo nivel de complejidad: quién metaevalúa, para quién. por qué, cuándo, con qué
instrumentos, qué, de qué modo, etc.

Un proceso riguroso de metaevaluación no sólo permitirá valorar de manera rigurosa los


resultados, sino que permitirá tomar decisiones eficaces para mejorar el planteamiento, la
dinámica y los modelos de evaluación.

BIBLIOGRAFÍA

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• STUFEELBEAM, D. L. Educational evaluation and decision making.


Bloomington, 1971.

ACTIVIDADES

• Seleccionar individualmente los tres supuestos evaluativos que consideras son más
importantes.

• Discutir la selección en pequeños grupos. A continuación debatir a nivel de todo el


aula, con los demás grupos y el profesor.

• Seleccionar individualmente las tres “patologías” que consideras podrían ser más
importantes.

• Discutir la selección en pequeños grupos. A continuación debatir a nivel de todo el


aula, con los demás grupos y el profesor.

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BILIOGRAFÍA

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