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El Libro de Josué
agosto 26, 2008 Libros Historicos Biblia, Josué, Libros Historicos
Este es bosquejo general del libro de Josué. Material enviado por Hector Luna de
Lima Perú. Gracias por contribuir con este espació y esperamos que le sea de
mucha utilidad a nuestros lectores.
Saludos,
II. El libro. III. Análisis del libro: 1. Preparación de la conquista: capítulos 1-2; 2.
Penetración al otro lado del Jordán: capítulos 3-5; 3. La conquista de Jericó y de
Ay: 6,1-8,27; 4. Desde el altar sobre el monte Ebal hasta la conquista de toda la
tierra: 8,30-12,24; 5. Distribución de la tierra: capítulos 13-21; 6. Ultimas
disposiciones de Josué: capítulos 22-24;- IV. Aspecto religioso del libro de Josué.
1. EL HOMBRE.
Josué (en hebreo, Yehósua’: Yhwh es salvación) es el gran personaje bíblico con el
que está ligada la conquista hebrea de la tierra de Canaán y del que toma su
nombre este libro que la narra. Parece ser que Josué, hijo de Nun, de la tribu de
Efraín, antes de ser elegido por Moisés como su sucesor, se llamaba Hósea’
(Números 13,8; Números l6, Deuteronomio 32,44Exodo 17,9-l4Exodo 23,13 Ex
32,l7Nb 14,6.38); tuvo un papel decisivo en la superación del desánimo que cundió
entre el pueblo después de aquella exploración, y, finalmente, fue elegido por Dios
como representante y luego sucesor de Moisés, por el cual fue investido en su
nueva tarea mediante un rito especial y solemne (Nm 27,15-23). Recibió más tarde
la seguridad de que entraría en la tierra prometida (Dt 1,38), mientras que se vio
excluida de ella toda la generación de la peregrinación por el desierto, con
excepción de Caleb. Finalmente, fue testigo de los últimos instantes de la vida de
Moisés, sucediéndole plenamente en la dirección del pueblo por las estepas de
Moab, frente a Jericó: “Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría,
porque Moisés le había impuesto las manos. A él obedecieron los israelitas, como lo
había ordenado Moisés” Dt 34,9). Así pues, su misión había sido largamente
preparada por Dios al lado del gran legislador, cuyo espíritu había heredado.
La prudencia, la voluntad, el tesón fueron las dotes naturales que más brillaron en
la vida de Josué. Su nuevo oficio es presentado en la Biblia con acentos
exquisitamente religiosos: “Moisés, mi siervo, ha muerto; ahora comienzas a
actuar tú. Pasa el Jordán… Yo estaré contigo como estuve con Moisés; no te dejaré
ni te abandonaré. Sé fuerte y ten ánimo, porque tú deberás dar a este pueblo la
posesión de la tierra que a sus padres juré dar” (Jos 1,2-6). Josué murió a la edad
de ciento diez años (como José), tras la epopeya de la conquista y de la división de
la tierra prometida, y fue sepultado en Timná Séraj, en las colinas de Efraín, en el
territorio que le habían asignado los hijos de Israel (Jos 24,29-30). La versión
griega de los LXX añade aquí una observación curiosa: “Junto a él, en la tumba
donde lo sepultaron, depositaron los cuchillos de sílex con que había circuncidado a
los israelitas en Guilgal…; todavía están allí’. Un testimonio de la admiración que en
la época posterior al destierro la tradición judía demostraba todavía por la persona
y la obra de Josué es el largo pasaje que le dedica el Sirácida: “Josué, hijo de Nun,
fue guerrero valiente, sucesor de Moisés en la misión profética; él fue -según su
nombre- grande para la salvación de los elegidos de Dios, para tomar venganza de
sus enemigos y dar posesión a Israel de su heredad. ¡Qué magnífico era al elevar
sus manos y al blandir su espada contra las ciudades!… ¿No se detuvo el sol al
extender su mano, y un solo día fue como dos? Invocó al altísimo y poderoso al
presionarle por todas partes sus enemigos, y el Señor, que es grande, lo escuchó,
haciendo Üover piedras de granizo de gran potencia…” (Si 46,1-5). Hasta aquí las
noticias biográficas sacadas de la Biblia, pero de las cuales sólo es posible verificar
el ambiente general, e incluso esto parcialmente, sin que se pueda esperar otra
cosa. Todas las noticias encuentran un encuadramiento histórico general plausible,
si se piensa -según la sentencia hoy más común- que el establecimiento en
Palestina tuvo lugar por los años 1250-1225 -1532.
II. EL LIBRO.
Desde el punto de vista literario, hasta hace pocos años (por el 1945) los críticos
preferían ver en Josue el libro sexto de un ideal,’Hexateuco’: señalaban en él las
mismas fuentes literarias del ¡Pentateuco (es decir, las fuentes yahvista, elohísta,
sacerdotal, deute-ronomista), movidos sobre todo por la idea de que Jos
representaba el cumplimiento de la promesa tan destacada en los cinco libros
anteriores. Además, parecía impensable que el Pentateuco terminase con la
conquista de las regiones de Trasjordania, sin decir una sola palabra de la
conquista, mucho más importante y significativa, de Cisjordania.
Pero en 1945 apareció un estudio de M. Noth que llamó la atención de todos los
autores y los puso ante una perspectiva muy distinta: todos los que
acostumbramos llamar “libros históricos’ de la Biblia, y que en el canon hebreo son
llamados más bien los “profetas anteriores’, son elementos individuales de una
gran obra de recopilación, que en su redacción definitiva podemos considerar
(desde el punto de vista literario) como una “obra historiográfica deuteronomista’;
esta obra comienza en el libro de Jos y sigue hasta el segundo libro de los Reyes.
La obra del deuteronomista es un trabajo de. Ordenación y de conservación de
materiales diversos, a veces paralelos, a veces contradictorios, dispuestos según
un plan dotado de una índole orgánica sustancial aceptable.
Es inútil preguntarse si la obra que nos ocupa se debe a una sola persona; se trata
del trabajo de una escuela, que actuó durante el período del destierro e
inmediatamente después.
Esta es, por tanto, la ubicación cronológica de Josué. Desde el punto de vista de la
autenticidad histórica, la cuestión consiste ante todo en ver si las diversas
narraciones corresponden o no a la tradición que tenía delante de sí el
deuteronomista; en este sentido (de enorme interés para todos los autores) cada
vez se acepta con mayor convicción que el deuteronomista no hizo opciones
arbitrarias ni introdujo distorsiones de ningún tipo. Por otra parte, se trata de un
material que un historiador tiene que manejar con atención y con mucho respeto,
incluso en el aspecto histórico, evitando racionalizar a toda costa todo lo que el
editor no quiso especificar ulteriormente o bien escribió inspirándose en su fe.
Desde que se han perfeccionado los medios de la investigación exegética, tenemos
la posibilidad de insertar la narración de la conquista en el cuadro topográfico,
geográfico y político de la historia general, y esto es ya algo positivo. Sin embargo,
no podemos llegar a determinar con precisión el tiempo, la sucesión y la fecha de
cada uno de los sucesos. Hay una cierta generalización seguida por los redactores;
aunque no da motivo para negar cada uno de los sucesos, nos avisa de hasta qué
punto el marco de conjunto es inadecuado para expresar la cualidad específica de
cada suceso. Esto se verifica cuando, el colorido épico sirve de base a un
formulario enfático y a unas cifras exageradas; cuando se acentúa preferentemente
lo maravilloso, de forma que resulta a veces laborioso comprender cómo se
desarrollaron concretamente los hechos. Cuando leemos desde el principio las
palabras: “Vuestro territorio abarcará desde el desierto y el Líbano hasta el gran
río, el Eufrates, y por el oeste, hasta el mar Mediterráneo” (Jos 1,4), no se puede
menos de recordar las palabras de san Jerónimo: “Haec tibí promissa, non tradita”
(‘Estas cosas se te prometieron, pero no se te dieron’: PL 22,1105). Al final de la
vida de Josué se dice: “La tierra que queda por conquistar es mucha” Jos 13,1);
por tanto, es importante corregir la impresión que se deriva de una primera lectura
del libro y que fue la causa del escepticismo tan difundido en los pasados años,
pero que ahora finalmente ha vuelto a entrar en unos límites racionales.
1. Preparación de la conquista:
Josué 3-5. Resulta singular el rito de aproximación al río: abren paso los
sacerdotes llevando el arca; apenas tocan el agua sus pies, el río se detiene; los
sacerdotes se paran en mitad del Jordán hasta que pasa todo el pueblo; cuando,
finalmente, los sacerdotes ponen también el pie en la tierra de Canaán, el río
reanuda su curso normal. Entretanto, Josué había ordenado que doce hombres,
uno por cada tribu, tomasen cada uno una piedra para erigir luego un monumento
en el lugar de la primera reunión: Gilgal; parece ser que se erigieron otras doce
piedras como monumento en medio del cauce del río, en el lugar donde se habían
detenido los sacerdotes con el arca. Toda esta narración representa la famosa crux
interpretum de nuestro libro, ya que son muchas las cosas que no se comprenden.
Hay una cosa cierta: el redactor quiso elevar la entrada en la ¡tierra por encima
incluso del maravilloso éxodo de Egipto, sacando de las tradiciones cualquier dato
que creyó interesante para su objetivo.
Grandiosa epopeya, a la que faltan todavía dos actos para que sea completa: la
circuncisión de todo el pueblo (testimonio de la realización de la promesa a
Abrahán: Genesis 17,25-27) y la celebración solemnísima de la pascua, dado que
el período en que los israelitas llegaron a la tierra prometida (el día décimo del mes
de Nisán, marzo-abril) correspondía a la fecha de la pascua. Así pues, primero la
circuncisión y luego la pascua (5,2-1 1), que celebraron por primera vez con los
frutos de la tierra prometida. Estos sucesos extraordinarios -que escapan también
a un examen literario serio- deben juzgarse más con la medida de la fe y de la
reflexión religiosa posterior que con el ojo severo del historiador, aunque sería
demasiado simplista e injusto eliminarlos como no históricos. Otro suceso que se
olvida con frecuencia, pero profundamente arraigado en el ánimo y en la historia
hebrea, está íntimamente relacionado con estos días de la llegada a la tierra
prometida y que preceden al comienzo de la conquista: la aparición del jefe del
ejército del Señor” (5,13-1 5).
Josué 8,30- 2; Josué 8,24. Queda así abierta la puerta hacia el centro de Palestina
para ejecutar lo que había ordenado Moisés: “Cuando hayáis pasado el Jordán,
levantaréis estas piedras sobre el monte Ebal… Alzarás allí al Señor, tu Dios, un
altar de piedras que no hayan sido labradas… (Dt 27,4ss). Israel fue conducido al
valle de Siquén, subió al monte Ebal y aquí Josué escribió la ley (Sobre las piedras
escribirás con caracteres bien claros todas las palabras de esta ley’: Dt 27,8).
Después de ofrecer sacrificios sobre el monte, bajaron al valle entre los dos
montes, Garizín por una parte y Ebal por otra: Josué leyó la ley y el pueblo se
comprometió a observarla [!Ley! Derecho II, 2], consciente de las bendiciones y de
las maldiciones que suponía la observancia o la no observancia de la misma (Jos
8,30-35). Como no está claro que la región de Siquén hubiera sido ya ocupada por
los israelitas, independientemente de las diversas hipótesis que se han formulado,
es muy oportuno recordar lo que dijimos antes [1 supra II] sobre el modo de
escribir la historia de la conquista.
Los conquistadores establecen una alianza con los gabaonitas: “Desde aquel día
Josué los destinó a cortar leña y a llevar el agua, hasta el día de hoy, para toda la
comunidad y para el altar del Señor en el lugar que el Señor eligiera’ (9,26); más
tarde tiene lugar la célebre batalla de Gabaón, localidad en la que se habían
llegado a reunir cinco reyes “amorreos’, es decir, cananeos. Fue en aquella ocasión,
ciertamente memorable, cuando se habría acuñado la célebre expresión de Josué:
“Sol, detente sobre Gabaón, y tú, luna, sobre el valle de Ayalón… (10,12-1 3). Para
la explicación de este suceso se han ofrecido varias soluciones, pero cada una
suscita más problemas de los que resuelve. La postura más razonable es aceptar
esta narración en su presentación milagrosa. Tras esta victoriosa batalla los
israelitas se ponen a perseguir a los derrotados y conquistan todo el sector
meridional de Palestina: “Josué se apoderó de todos estos reyes y de sus territorios
en una sola expedición… Después Josué y todos los israelitas volvieron al
campamento de Guilgal” (10,42-43).
Respondiendo a una coalición de reyes del norte, Israel, bajo la dirección de Josué,
conquista en la batalla de Merón todo el sector septentrional de Palestina (11,1-
20); “Josué conquistó toda la tierra, como el Señor le había dicho a Moisés, y la
repartió en heredad entre las tribus de Israel. Y el país gozó de paz” (11,23). Viene
a continuación la lista de los reyes vencidos (12,1-24). El material que contienen
los anteriores capítulos ofrece tema abundante de discusión, tanto a los
historiadores como a los aficionados a la topografía y a la onomástica de Palestina,
pero también a las críticas textual y literaria.
Josué se ha hecho viejo, “la tierra que queda por conquistar es mucha… Ahora
reparte por suerte esta tierra a los israelitas, como yo te he ordenado” (13,1.6). La
primera distribución tiene lugar en Guilgal. En primer lugar se recuerda la
distribución de la Trasjordania, realizada ya por Moisés: la región había quedado
subdividida entre las tribus de Rubén, de Gad y la mitad de la numerosa tribu de
Manases (13,8- 14). Luego Josué,.el sumo sacerdote Eleazar y los jefes de tribu
proceden a la asignación de las diversas regiones a las restantes tribus sobre la
base de dos principios: sacar a suertes, pero, al hacer el sorteo, tener también en
cuenta la entidad de la tribu que habría de ocupar una región determinada. Puesto
que era bastante difícil que coincidieran los dos principios, es probable que la
comisión eligiera un distrito sin delimitar bien sus fronteras y que luego, tras la
elección de la tribu, se asignasen en conformidad con ella los límites del territorio
(cc. 14-19). La única tribu excluida del reparto del territorio conquistado fue la de
Leví: “Moisés no dio heredad alguna a la tribu de Leví, porque el Señor, Dios de
Israel, es su heredad, según él les había dicho” (13,33; 13,14).
Las últimas distribuciones se refieren a dos instituciones singulares en todo el
antiguo Oriente. En primer lugar, las ciudades levíticas para los miembros de la
tribu de Leví. Siguiendo las disposiciones de Núm 35,1-87, había que asignarles
algunas ciudades en las que pudiesen vivir, dentro del territorio de varias tribus;
aquí (Jos 21) se señalan estas ciudades, distribuidas según las tres grandes ramas
de la tribu de Leví (Ex 6,16-18 y Núm 3,1-39). Todavía es más original socialmente
la institución de las ciudades refugio, que protegían a los homicidas preterinten-
cionales del vengador de la sangre, es decir, de aquel que según la ley del talión
tenía la obligación de hacer justicia sumaria vengando ál muerto [/Ley/Derecho
VI]. El libro tiene un final triunfante, en consonancia con todo lo anterior: “El Señor
dio a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres. Se posesionaron de
ella y vivieron en ella… Ninguna de las promesas que el Señor había hecho a la
casa de Israel cayó en el vacío; todas se cumplieron” (21 43-45).
Con menos propiedad, estos últimos capítulos son llamados también “apéndices”.
En efecto, tanto la narración como el estilo y la finalidad que pretenden
demuestran que se trata de una parte integrante de la obra.
– Josué despide a las tribus de Trasjordania después de haber elogiado su
comportamiento en la tierra conquistada; ellas, al partir de Cis-jordania, erigen un
altar a orillas del Jordán; las otras tribus interpretan este hecho como una
amenaza a la unidad (c. 22).
BIBLIOGRAFIA: Abel F.M., Josué, París 19582; Alonso Schokel L., Josué yJueces,
Ed. Cristiandad, Madrid 1973;
Auzoü G., El don de una conquista. Estudio del libro de Josué, Fax, Madrid 1967;
Baldi D., Giosue,
Marietti, Turín 1952; Garstang, Joshua-Judges, Oxford 1930; Noth M., Das Buch
Josua, Tubinga 1953;
Pérez Rodríguez G., Josué en la historia de la salvación, Ed. Casa de la Biblia,
Madrid 1972; Soggin J. ?.,
Le Iivre de Josué, Neuchátel 1970; Stellini ?., Giosue, Ed. Paoline, Roma 19813.
Hector Luna, Lima Perú.
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Salazar
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Adrian
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marzo 12, 2012 en 6:12 am
Interesante todo este estudio.pues nos sirve de mucho apoyo a todos los
predicadores de la Palabra de Dios.
Dodanin
Mercado 0 0 Rate This
M.
JUAN JOSE
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buen estudios
quisiera aprender
edgar
gonon 0 0 Rate This
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mayo 5, 2011 en 10:51 pm
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primera vez que entro en esta pagina y es muy interesante saber que
puedes recibir informacion de inmediato. Soy estudiante de Teologia
llevo primer ciclo y necesito de ustedes. Gracias. Que Dios les bendiga.
Mercy
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patricia :
patricia
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patricia
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enero 28, 2011 en 10:38 am
olga
vazquez Les pido de favor que me manden esta informacion.
Que Dios los bendiga
Sra. Olga V.
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Saludos,
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Saludos!!
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luisemaldo
nado 1 1 Rate This
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wingslikth
eagle 1 1 Rate This
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gracias por este comentario del libro de josue,yo tambien quisiera recibir
estos boquejos de los demas libros de la biblia. ¿cual comentarista en
raices hebreas ud. me recomendaria?que nuestro padre eterno lo
jairo
continue bendiciendo en llevar la palabra. gracias
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quisiera saber cuantos años tenia josue cuando murio moises por lo cual
fue su sucesor, ¿de cuantos años era josue?
Esther
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quisiera saber porque hay son tan mosac la biblia no dice eso o si bueno
no me acuerdo saludo chao Dios les Bendiga
hefzibá
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