Está en la página 1de 11

Evolución del pensamiento criminológico

Escrito por Ángela Gómez Pérez

Comentarios sobre la evolución del pensamiento criminológico.

Autora: Dra. Ángela Gómez Pérez

Profesora de Derecho Penal y Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.

Coordinadora de la Maestría en Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.

Doctora en Ciencias Jurídicas. Máster en Criminología, Máster en Derecho Público, Diplomado en


Antropología.

Resumen

El artículo analiza de forma puntual el tracto de desarrollo de la Criminología como ciencia, transitando por los
diversos enfoques tradicionales (biogenético, psicológico, sociológico) que indagaban en las causas de la
criminalidad, tratando de relacionar la etiología del crimen con factores de naturaleza diversa; luego analiza el
impacto de la teoría de la reacción social en el pensamiento criminológico de la década de los 70-80, el
surgimiento de la nueva Criminología y su radicalización (la Criminología crítica)

Finalmente se hace una breve referencia al desarrollo de la Criminología crítica en Latino-América y su


repercusión en el pensamiento criminológico cubano.

I- Breve referencia al desarrollo de la Criminología tradicional.

En una cita que hacemos del destacado profesor Stanley Cohen (Israel 1990) éste plantea: “Hay dos formas de
narrar la Criminología, la primera y más extendida por todo el mundo es presentarla como una materia práctica,
una ciencia aplicada e incluso como una profesión, la cual resulta que tiene una Historia de progreso y
racionalidad, los rastros que deja tienen un interés secundario, lo interesante resulta las alternativas actuales; La
segunda forma representa la Historia intelectual en sus propios términos, su trayectoria está guiada por la
pretensión de ser práctica, pero el resultado final depende de otros intereses..” Nuestra intuición nos dice que
sólo explicando la Historia, descubriendo, rescatando, recordando, podría entenderse el presente y elaborar un
proyecto futuro, pero para lograr esta meta, también hay que salvar ciertas disyuntivas, pues algunos autores
supeditan esta reflexión al rol legitimante o no que se le atribuya en cada época.
La mayoría de los tratadistas reconocen la existencia de un pensamiento criminológico pre-científico vinculado
al movimiento reformista del Siglo XVIII, a partir de las obras de los iluministas (Montesquieu Francia 1748)
(Beccaria Italia 1765) (Bentham Inglaterra 1780) etc. Los cuales centraban sus críticas en los horrores de la
Justicia Penal de la época, que a su vez entrañaba una profunda crítica al modo de preservar el control social en
el nuevo orden político.

Por esta época también se conocieron trabajos de esta naturaleza realizados en Francia por los médicos Tarde y
Morell; los análisis estadísticos del belga Adolfo Quetelet; la labor investigativa de Lavater y De la Porta en
materia de Fisionomía, quienes relacionaron los aspectos físico y somático de grupos criminales; los estudios
del médico De Gall sobre Frenología, ciencia precursora de la Neurofisiología y la Neuropsiquiatría; los
trabajos de Pinell y Morel sobre Psiquiatría a partir de diagnósticos clínicos psiquiátricos para identificar los
enfermos mentales en la población criminal; los estudios antropológicos de Lucas y Virgilio, entre otros muchos
estudios que contribuyeron al nacimiento de la Criminología como ciencia.

Sin embargo, la mayoría de los tratadistas ubican el nacimiento de esta ciencia en la segunda mitad del Siglo
XIX (Gómez Pérez 1999) con la incorporación del método empírico de investigación al campo de las Ciencias
Sociales y específicamente a partir de los trabajos antropométricos realizados por el médico Cesar Lombroso
sobre el hombre delincuente con la publicación de su obra “El delincuente nato” en 1876.

La explicación causal explicativa desarrolló tres tendencias en la investigación criminológica:

- La Biogenética.

- La Psicológica.

- La Sociológica.

1.1- Los modelos biológicos.

Presentaban un elevado potencial empírico, escaso nivel de abstracción, orientación clínica y terapéutica en su
proyección, parten de la premisa de que el hombre delincuente es diferente del no delincuente. Se ocupan de la
búsqueda del trastorno, patología, disfunción o anormalidad. (García Pablos de Molina 1996)

Con sus limitantes, este enfoque tiene su lugar en la Criminología científica interdisciplinaria, pues el sustrato
biológico del individuo representa un valioso potencial en la valoración de su conducta, especialmente en lo
relativo al factor genético o somático en el complejo proceso del comportamiento humano.

Las especialidades de mayor aporte fueron:


- La Antropometría; cuyos máximos exponentes fueron: César Lombroso y Alfonse Bertillón.

- La Antropología, sus representantes fueron: Göring, Otón, Di Tulio, los cuales elaboraron tipologías
de delincuentes a partir de trabajos de investigaciones de base clínica y fisiopatológicas.

- La Neurofisiología: Con el descubrimiento del electroencefalograma y la posibilidad de medir las


funciones del cerebro humano. (Monroe)

- La Endocrinología; sus máximos exponentes: Schlapp y Berman, éstos asocian el comportamiento


humano a procesos endocrinos.

- La Bioquímica desarrollada por Jeffery, rompe el tradicional principio de la Teoría de la


equipotencialidad, que supone que todos los hombres nacen con iguales potencialidades de desarrollo de
relaciones y aprendizaje, pero en el proceso se vincula la codificación genética.

- La Genética criminal. Los progresos de esta ciencia generaron las teorías sobre la herencia criminal y
su influencia en la conducta delictiva.

1.2- El enfoque psicológico.

Explica el comportamiento humano a partir de determinados comportamientos psíquicos, normales o


psicopatológicos.

La contribución de la Psicología a la Criminología resulta pobre, si se compara con el aporte de las teorías
sociológicas, (Günter Kaiser 1988) pues la proximidad del objeto de la investigación criminológica en el campo
de la psiquis por parte de la Psiquiatría y la Psicología relega a segundo plano a los psicólogos, por lo que una
Psicología criminal independiente, tal y como se considera la Sociología criminal está todavía en sus orígenes.

La principal contribución de la Psicología al campo de la Criminología fue la teoría del psicoanálisis de


Sigmund Freud (1858-1938) desarrollada también por Staub y Schneider.

Según estos investigadores, la criminalidad es consecuencia de traumas recibidos por el individuo durante su
infancia, que aparecen relacionados con la sexualidad y desencadenan un desarrollo anómalo de la personalidad.
La teoría del psicoanálisis constituye aun hoy un valioso aporte de Freud para el estudio de la subjetividad
humana del consciente, el preconsciente y el inconsciente, a través de sus dinámicas: el yo, el ego y el superyó.

Otra tendencia del enfoque psicológico la encontramos en las teorías conductistas, dada la dificultad de
aprehender el conocimiento de la psiquis del individuo se desplazan al análisis de su conducta por resultar más
objetiva para caracterizar la personalidad y establecer las motivaciones del comportamiento.
1.3- Enfoque Sociológico.

Ya desde la década de lo 50 en Algunas Universidades europeas y en Los E. U. comienzan a desarrollarse


ciertas teorías criminológicas basadas en el modelo estructural-funcionalista de la sociedad desarrollado por
Spencer (Inglaterra), por Emile Durkheim (Francia) y por Talcot Parsons (EU), tales como: - La teoría de la
anomia (Robert Merton, E.U. 1957) que parte de la existencia de objetivos añorados por los individuos en cada
sociedad, de acuerdo con los valores imperantes pero no se establecen los medios para que todos puedan
alcanzarlos, por ejemplo el valor riqueza en la sociedad capitalista es deseado por todos pero sólo debe
obtenerse por vías legales, esto crea expectativas en los individuos que luego no pueden alcanzarse y se genera
una tensión social que se identifica como anomia, la cual favorece la criminalidad. - Las teorías ecológicas (Mc
Kay 1942) Destacan que la delincuencia se concentra en determinadas áreas urbanas caracterizada por su
desorganización social y contaminación, donde la polución incide en la criminalidad. –Las teorías de la
trasmisión cultural (Sutherland 1925) Señala que el comportamiento criminal se aprende como cualquier otro, a
través de asociaciones diferenciales, con la trasmisión de técnicas para delinquir, e incluso las justificaciones
para hacerlo. – Teorías de las subculturas (Albert Cohen 1926) trata de explicar como ciertas conductas son
aceptadas en ciertos ambientes y rechazadas en otros, realiza sus investigaciones fundamentalmente con jóvenes
y plantea la existencia de un status social, que cuando no coincide con el del grupo social en el cual se
desenvuelve, crea una competencia que tensiona al joven y lo lleva a invertir los valores que luego canaliza
mediante la criminalidad.

La crítica a estas teorías se centra en la concepción de una sociedad consensual donde priman determinados
valores, olvidando el poder de unos grupos o clases sobre otros para imponer sus valores a favor del status quo
“estado actual”. Por otra parte, se concibe al individuo como un autómata funcional que internaliza las normas
que deben dirigir su conducta, lo que se asemeja a un determinismo normativista que ignora la capacidad
evolutiva de los seres humanos, olvidando que ni todos los individuos están igualmente socializados, ni todos
poseen las mismas condiciones para proyectar los valores para los cuales fueron socializados, por lo que estas
teorías tratan de simplificar la sociedad escondiendo las diferencias entre las clases sociales, además de que
resultan extremadamente selectivas pues centran su objeto de estudio en los sectores más empobrecidos (Matza
1960). Por otra parte, todas estas teorías responden al paradigma etiológico de la Criminología tradicional y por
tanto no dejan de tener un enfoque sociológico de corte positivista.

La Escuela positivista Criminológica trató de explicar el fenómeno criminal a partir de causas biológicas,
psicológicas y sociales, pero no pudo dar respuesta al incremento de la criminalidad precisamente en la década
de los años 60 del Siglo XX, cuando la economía global exhibía ciertos progresos y se solidificaba el estado de
bienestar social en las democracias liberales. (Larrauri Elena 1991)

2- La Nueva Criminología.

La influencia del funcionalismo en la Criminología condujo al estudio de la respuesta al delito a partir de las
funciones y disfunciones del sistema legal y su relación con el sistema social, de este modo se concibe el control
social como una reacción a la desviación. El problema no es ya el delincuente, sino las agencias que lo
convierten en tal, por lo que aparece la denominada teoría del (Labeling aproach) o del “etiquetamiento”
(Becker 1963) (Erikson 1966) (Kituse 1968) (Garfinkel 1968); estos autores utilizan el Interaccionismo
simbólico que identifica una corriente de pensamiento de corte sociológico según la cual lo que rige el
comportamiento humano no es la norma, sino la interpretación que de la conducta de unos hacen los demás, en
este sentido la ley existe no porque haya consenso social, sino todo lo contrario, para resolver los conflictos
sociales que se crean por la existencia de diversidad de clases sociales, credos, grupos étnicos, etc.

Esta teoría concibe la sociedad de modo pluralista y contradictoria. La Ley juega un rol importante, pero los
procesos de criminalización están marcados por la reacción social.

Este vuelco produce un cambio de paradigma en cuanto al estudio de la desviación social, al desplazarse el
centro del objeto de estudio de la Criminología, del paradigma etiológico referido al delincuente y las causas de
su comportamiento, al paradigma de la reacción social.

Las interrogantes que generó la teoría del etiquetamiento condujeron a los criminólogos a establecer otros
agentes implicados en esta perspectiva, llegándose a la conclusión de que algunos medios de control social
tienen un papel importante en el etiquetamiento de los individuos que delinquen, a saber: Las Leyes, La Policía,
Los Órganos de la Administración de Justicia, etc.

Pero la reflexión de una interacción conflictual entre los grupos sociales como presupuesto de la nueva teoría de
la desviación trajo consigo la incorporación del pensamiento marxista al marco de la Criminología,
acentuándose la perspectiva política del etiquetamiento, con un redimensionamiento del estudio de la
delincuencia al contexto global social, e introduce el uso del método histórico-materialista durante la
investigación y análisis del fenómeno de la criminalidad; todo lo cual conduce a una teoría que propone el
cambio social como vía de solución al fenómeno criminal. (Larrauri Elena 1991)

Las teorías del “Etiquetamiento” se radicalizaron en Europa y Estados Unidos en la década de los 70, esto
generó que se identificara toda manifestación delictiva como política surgiendo así “La nueva teoría de la
desviación” en medio de un clima de efervescencia revolucionaria ante los múltiples acontecimientos ocurridos
en esta época que provocaron manifestaciones y protestas populares pro derechos humanos tales como: Las
demandas por la paz en Viet Nam, apoyo a los movimientos de liberación nacional, denuncia de los asesinatos
de líderes políticos, reclamaciones por la pérdida de derechos civiles y políticos etc. (Larrauri Elena 1991)

El desarrollo de la nueva teoría de la desviación entrañaba un potencial subversivo del sistema capitalista que
dio lugar a la Criminología crítica, la cual descalificaba la mayoría de los presupuestos anteriores, pero no se
despojó totalmente del pensamiento marxista al centrar su atención en la concepción de que todo el Derecho
respondía a los intereses de la clase dominante.

Pero la década de los 80 se inicia para algunos países de Europa y en E. U. con un proceso de fortalecimiento de
la derecha que hace peligrar el Estado social; el terrorismo y las Legislaciones anti-terroristas complican el
panorama político-criminal, la clase obrera pierde protagonismo, todo ello arrastra consigo la Contrarreforma
que comienza negando el carácter político de la delincuencia. (Larrauri Elena 1991)
A pesar de esta situación, los criminólogos críticos en Europa y E. U continuaron los estudios basados en la
reacción social, pero con una nueva lectura, estos discursos pretendían esclarecer las funciones de la Política
Criminal y del Derecho Penal desde el sistema de ideas de la Criminología (Martínez Sánchez 1990)

Las divergencias teóricas que se produjeron como consecuencia de las distintas posiciones asumidas por los
criminólogos críticos se agruparon en tres tendencias fundamentales:

1- El Neorrealismo de Izquierda.

2- La teoría del Derecho Penal Mínimo.

3- El Abolicionismo.

“Los neorrealistas proponen tomar en serio la realidad del delito, y para ello es necesario ocuparse de la
etiología del delito, y con prioridades de los estudios victimológicos Siendo la criminalidad no sólo un
fenómeno interclasista, sino sobre todo un fenómeno interclasista, o sea que expresa los conflictos que se
desenvuelven en el ámbito de las clases populares mismas, las penas deberían recuperar el sentido de una
sanción moral, ya que el delito sería la expresión de falta de seguridad entre los miembros de la clase más débil”

Esta tendencia aboga por descriminalizar ciertas conductas y criminalizar otras, así como por una mejor relación
entre la policía y la sociedad y una organización democrática dentro de la sociedad que contribuya a un
enfrentamiento común del delito.

Destacados autores de la época hicieron centro de su crítica la teoría del Neorrealismo de Izquierda (Martínez
Sánchez 1990), por considerarla esencialmente el fruto de la claudicación de las fuerzas de izquierda en cuanto
a sus ansias libertarias a cambio de determinadas concesiones políticas “(...) Un retroceso hacia el paradigma
etiológico (Hulsman 1986) y (Baratta 1989), (...) Un planteamiento de las teorías liberales de los años 70 (T.
Platt 1984) y (S. Cohen 1986) (...) No ofrecía explicación sobre los problemas sociales (G. De Leo 1986) (...)

La teoría del Derecho Penal Mínimo se desarrolló principalmente en Europa del Sur y en América Latina. Sus
representantes critican el Sistema Penal por considerar que es la reproducción material e ideológica del sistema
social global, (Martínez Sánchez 1990) “(...) de las relaciones de poder y propiedad existentes, antes que un
instrumento eficaz de tutela de los intereses y derechos de la mayor parte de los individuos (Baratta 1985)”

Martínez Sánchez considera que si se le reconocen estos atributos al Sistema Penal, es cuestionable la necesidad
de conservarlo, debiendo reducirse al mínimo en última instancia, y en este sentido expone el desarrollo de dos
vertientes de dicha teoría:
1- Los que creen “(...) Que la Ley Penal debe ser defendida como la Ley de los más débiles
(Ferrajoli, 1989) y (Young 1986)”

2- Los que piensan “(...) Que serviría sobre todo para limitar la violencia institucional,
representada por la pena, y sobre todo por la cárcel. La intervención punitiva sería limitada a
través de una serie de principios pertenecientes a los Ordenamientos Jurídicos de los Estados de
Derecho, los cuales garantizarían el respeto a los derechos humanos. (Baratta 1986)”

La teoría Abolicionista propone: “Abolir las cárceles y el Derecho Penal, y sustituir dichos instrumentos con
intervenciones comunitarias e institucionales alternativas. Consideran que en una sociedad con profundas
desigualdades en las relaciones de poder, el sistema penal contribuiría sólo a reforzarlas, por el contrario,
podrían disminuir si se recurriera sobre todo a prácticas informales y comunitarias de autogestión y resolución
de los conflictos y problemas sociales” (Martínez Sánchez 1990)

3- La Criminología crítica en Latino-América.

La Criminología crítica, desgajada de la Nueva Criminología del Control Social, llegó a Latino-América a
través de las obras de Lola Aniyar de Castro, Rosa del Olmo, Alesandro Baratta, Roberto Bergali, Eduardo
Novoa, A Sandoval, etc. Los cuales utilizaron sus discursos para criticar las estructuras de poder y su papel
criminalizador de las conductas que eran consideradas como delictivas tanto desde la óptica política como de la
delincuencia común, además identificaban a las clases en situaciones económicas precarias como las más
vulnerables ante la Ley. También denunciaron la incapacidad del sistema legal para dar respuesta al fenómeno
criminal, los horrores de las prisiones y su incapacidad para resocializar a quienes la padecían.

Sus postulados fueron reforzados por la dura realidad de los pueblos de este continente durante las décadas de
los años 70 y 80, debido a la implementación de la llamada “Política de Seguridad y Defensa Nacional” que
desató gobiernos militares autoritarios plegados a los intereses de la burguesía nacional y del imperialismo de
Norte-América mediante golpes de Estados y un férreo control social en muchos países. (Riera Espinosa 1984)

La existencia del abuso de poder, de crímenes y ejecuciones ilegales a quienes se oponían al sistema, por parte
de grupos militares y paramilitares, el uso de la tortura como medio de obtención de pruebas, el recrudecimiento
de las Leyes, la superpoblación penal y todo tipo de violación de las garantías jurídicas y de los derechos
humanos, provocó una rápida filiación de penalistas, criminólogos y estudiosos del Derecho a esta tendencia de
la Criminología, lo que unido a la ausencia de un discurso criminológico precedente, lo suficientemente
elaborado provocó su rápida asimilación y difusión sin el escepticismo causado en Europa. (Mauricio Martínez
1990)

Para muchos autores, la Criminología acabó por inmiscuirse en el campo de estudio de otras ciencias al
cuestionar aspectos que se consideraban de interés para la Sociología jurídica y la Política criminal, además de
su incapacidad para propiciar la transformación que demandaba y que según estos autores quedó limitada a
meras denuncias políticas, por estas razones y porque el contexto no propiciaba otra posibilidad, el discurso de
los círculos académicos no fue tomado en cuenta en esta difícil etapa en Latinoamérica, donde la actividad
científica se centró en el enfrentamiento entre penalistas y criminólogos por considerar los penalistas que los
científica se centró en el enfrentamiento entre penalistas y criminólogos por considerar los penalistas que los
criminólogos confundieron la acción de investigación científica con la de luchas sociales y que por tanto eran
víctimas de una desorientación epistemológica (E. Novoa 1985), mientras que los criminólogos reiteraban su
compromiso militante con las clases populares y rechazaban la apoliticidad de este saber científico (Lola Aniyar
de Castro 1986).

4- Breve comentario sobre la impronta de la Criminología crítica en Cuba.

Los Congresos de Prevención del Delito y Tratamiento al Delincuente convocados por la ONU en 1980 y 1985,
resultaron un marco apropiado para la comprensión de los nobles propósitos que animaba la tendencia
minimalista del Derecho Penal, y la presencia de un grupo de funcionarios cubanos del Sector Jurídico en los
mismos contribuyó a su impacto en nuestro ordenamiento jurídico Penal. Por otra parte en nuestro país
comenzaron a desarrollarse con cierta frecuencia Encuentros, Congresos, Conferencias, etc., con la
participación de delegaciones de diversos países, lo que propició el intercambio teórico de los discursos y
prácticas jurídicas.

Ya el Código Penal de 1979 había incluido entre sus presupuestos básicos tres principios fundamentales: “El
principio de mínima intervención”, “El principio de prohibición de exceso” y “El principio de intervención
legalizada”.

La Ley 62 de 1988 (modifica el Código Penal de 1979) y en buena medida es el fruto de esta nueva corriente
criminológica de corte sociológico que marcó el Derecho Penal de nuestros tiempos, lo cual se revela en la
orientación de sus modificaciones:

a) La destipificación de conductas que dejaron de ser consideradas antijurídicas por su escasa


entidad.

b) La despenalización de ciertos tipos que pasaron a ser consideradas contravenciones.

c) La introducción de sanciones alternativas a la pena privativa de libertad.

d) La inclusión de tratamiento paralelo (Penal y Administrativo) para determinadas figuras y


conductas.

La Criminología crítica también contribuyó a redimensionar el objeto de estudio de esta ciencia, que se extendió
al interés por la víctima, los procesos de criminalización y el control social, la prevención y la reinserción social
del sancionado.

En Cuba, la Criminología puede exhibir resultados en cualquiera de las vertientes de desarrollo que se
relacionan a continuación:
Criminología científica, a partir del trabajo investigativo desarrollado por los grupos y centros de investigación
creados por diversos organismos, organizaciones e instituciones, por mencionar algunas: (MININT, MINJUS,
UJC, FMC, CIPS, Academia de Ciencias, Facultades de Ciencias Sociales, etc.) Todos de alguna forma, han
estudiado aristas del problema criminal desde diversas ópticas, a partir de intereses de carácter gubernamental e
institucional o de motivaciones profesionales.

También podemos hablar de una Criminología aplicada si tomamos en consideración que muchos de los
resultados investigativos obtenidos se proyectan hacia la prevención y el perfeccionamiento legislativo, además
de que existe una experiencia importante en materia de terapéutica tanto para las víctimas como para los
acusados, así como de intervención en las personas con trastornos de conducta (los adictos, prostitutas, ex
reclusos, menores en conflictos, etc.)

La Criminología académica se nutre del referente teórico procedente de otros contextos para tratar de explicar la
lógica del devenir histórico- de esta ciencia desde una óptica crítica, así como de las investigaciones nacionales,
señalando su compromiso social y político a partir de las funciones que le corresponden como ciencia empírica
y remodeladora, en su empeño por crear discursos propios en correspondencia con nuestra realidad social.

La Criminología analítica es llevada a cabo fundamentalmente por aquellas dependencias que tienen acceso a
informaciones sobre el fenómeno criminal u otros indicadores de desarrollo humano conectados con éste, las
que se ponen en función de intereses operativos, preventivos, institucionales, o de gobierno.

El gran problema de esta ciencia en nuestro contexto es su falta de integración, pues estas vertientes de
desarrollo sólo tienen determinados puntos de contacto, debido a que se trabajan de forma compartimentada.

Por tanto, la presencia de un centro de investigaciones criminológicas resulta necesaria a esos fines, pues a
pesar de su afinidad con las Ciencias Penales por razón de su objeto de estudio y funciones, sus métodos de
investigación difieren de los del Derecho.

La Criminología no estudia el delito desde el punto de vista normativo y dogmático como las Ciencias Jurídicas,
porque se ocupa de la acción del sujeto comisor, sus motivaciones y las circunstancias en que se produce el
hecho, tomando como referente el tipo penal sólo desde el punto de vista formal; también se interesa por las
conductas antisociales atípicas (dipsomanía, drogadicción, prostitución, menores en conflicto, etc.) Por otra
parte, las investigaciones de corte criminológico a partir de la utilización de los métodos de otras ciencias
aplicadas, requieren de la aplicación del principio de la transdisciplinariedad para su organización, análisis y
sistematización.

BIBLIOGRAFÍA
*Aniyar de Castro, Lola. Reacción social y conducta desviada. Editorial Ediluz, Maracaibo, Venezuela, 1980.

*Baratta, Alexandro. Criminología crítica y crítica del Derecho Penal. Séptima reimpresión. Siglo XXI editores,
S.A. México. 2001.

*Del Olmo, Rosa. Hacia dónde va la Criminología en América Latina. Artículo publicado en la obra: Hacia
dónde va el Derecho Penal del nuevo milenio. INACIPE. México. Distrito Federal s/a, América Latina y su
Criminología. Editorial Siglo XXI editores s.a., México. 1981

*García-Pablos de Molina, Antonio: Manual de Criminología. Introducción y teorías de la criminalidad, Ed.


Espasa Calpe, Madrid, España, 1988.

*Criminología. Una Introducción a sus fundamentos teóricos para Juristas. Editorial Tirant lo blanch, Valencia,
España, 1994.

*Gómez Pérez, Ángela. Reflexión y referat acerca del surgimiento de la Criminología. Revista Brasileira de
Ciências Criminais, do Instituto de Ciências Criminais. Ano 7, n.26, abril-junio/99, São Paulo Brasil.

*Kaiser, Gunter. Criminología. Editorial Dikinson, 7ma. Edición. Madrid. España, 1988.

*Larrauri, Elena: La herencia de la Criminología Crítica. Editorial Siglo XXI, España, 1991.

*López Rey, Manuel. Criminología. Editorial Águilas. Madrid. 1981.

*Martínez Sánchez, Mauricio. ¿Qué pasa con la Criminología Moderna?, Editorial Temis, Bogotá, Colombia,
1990.

*Reyes Echandía, Alfonso. Criminología. Edit. Temis, Santa Fé de Bogotá, 1996.

*Riera Espinosa. La Doctrina de la seguridad nacional y los regímenes políticos contemporáneos en América
Latina. Primera Edición, Medellín, Colombia, 1984.
*Zaffaroni, Eugenio Raúl. Criminología. Editorial Temis. Bogotá. Colombia. 1988.

También podría gustarte