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BASES TEÓRICO CIENTÍFICAS

La depresión es un trastorno del estado de ánimo. Actualmente dentro del DSM-V se

propone en el capítulo trastorno depresivo, anteriormente en la edición del DSM IV-TR

la depresión se mencionaba en el capítulo de trastornos del ánimo. Los trastornos

depresivos son el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo (DSM-V,

2014) que se refiere a una diversidad de condiciones clínicas caracterizadas,

fundamentalmente, por cambios del estado de ánimo y del afecto. El estado de ánimo es

el estado emocional subjetivo de la persona y el afecto es lo objetivo o lo observable del

estado de ánimo (Friedman y Thase, 1995).

MODELOS TEÓRICOS DEL ESTUDIO DE LA DEPRESIÓN

Existen diferentes enfoques dentro de la psicología que han tratado de explicar las causas

de la depresión, y con estas servir de base para el tratamiento en entre estos modelos de

explicación de la depresión tenemos:

TEORÍAS CONDUCTUALES DE LA DEPRESIÓN

Dentro de los enfoques conductuales, los trastornos depresivos comparten una misma

base teórica en las teorías del aprendizaje, en especial con el condicionamiento operante.

Es en este sentido que se enfatiza en la idea original de Skinner (1953) quien menciona

que la principal característica de la depresión es una reducción generalizada en la

frecuencia de las conductas.


Ferster (1965, 1973) fue de los primeros psicólogos quien estudia el fenómeno depresivo

dentro del marco clínico/experimental. En concreto, Ferster señala los siguientes cuatro

procesos que, aislados o en combinación, podrían explicar la patología depresiva

(Belloch, Sandin, Ramos, 2009):

- Cambios inesperados, súbitos y rápidos en el medio que supongan pérdidas de

fuentes de refuerzos o estímulos discriminativos importantes para la persona.

- Programas de refuerzo de gran coste, que requieren grandes cambios de conducta

para producir consecuencias con el medio.

- Imposibilidad de desarrollar repertorios conductuales debido al surgimiento de

espirales patológicas en las que una baja tasa de refuerzos positivos provoca una

reducción de conductas, lo que supone a su vez una mala adaptación al medio, en

consecuencia un menor número de refuerzos positivos que a su vez produciría una

nueva reducción conductual.

- Repertorios de observación limitados que llevaría a los depresivos a distorsionar

su realidad y a conductas que son reforzadas en pocas ocasiones.

Las teorías conductistas de la depresión se basan en el condicionamiento operante

(Lewinsohn y colaboradores, 1979), sugieren que la depresión es el resultado de un bajo

reforzamiento positivo (Bennet, 2003) de las cuales hace mención Ferster.

Los conductistas creen que la depresión es el resultado de cambios en las recompensas y

castigos que la gente recibe en sus vidas y que la forma de ayudarlos es construyendo

patrones más favorables de reforzamiento.

Específicamente la mayoría de los teóricos del aprendizaje han visto la depresión como

una función de la poca frecuencia del reforzamiento social que incluye dinero, prestigio

y amor (Sarason y Sarason, 1975).


Actualmente existen varios modelos conductuales acerca de la depresión, los más

relevantes son:

La disminución del refuerzo positivo

Para Lewinsohn (1975), Lewinsohn, Youngren y Grosscup (1979) y Lewinsohn, Muñoz,

Youngren y Zeiss (1986), la depresión puede ser el resultado de la reducción del refuerzo

positivo contingente a las conductas del paciente.

Davison y Neale (1983), explican un modelo creado por Lewinsohn en el cual sugiere

que:

La sensación de depresión y de algunos síntomas del síndrome clínico, como la fatiga,

pueden presentarse cuando la conducta recibe pocos reforzamientos.

Esta mínima dosis de reforzamientos positivos, la conducen a disminuir aún más la dosis

de actividad, por lo tanto los reforzamientos se vuelven aún más escasos.

La cantidad obtenida de reforzamientos positivos está en función de tres conjuntos de

variables: a) el número de reforzadores potenciales disponibles para un individuo con

base en sus características personales como por ejemplo edad, sexo, y atractivo para los

demás, b) el número de reforzadores potenciales con relación al ambiente en que se

encuentra la persona como el estar en su casa y no en la cárcel, por ejemplo, y c) El

repertorio de conductas de la persona que pueden ser reforzadas como por ejemplo

aptitudes vocacionales y sociales.

Para Lewinsohn y colaboradores las teorías conductuales y cognitivas de la depresión

habían sido hasta entonces demasiado limitadas y simples, ellos proponen un modelo en
el que se plantea que la ocurrencia de la depresión se considera como un producto de

factores tanto ambientales como disposicionales; la depresión se conceptualiza como el

resultado final de cambios iniciados por el ambiente en la conducta, el afecto y las

cogniciones (Lewinsohn, Gotlib y Hautzinger, 1997). En la reformulación de la teoría de

la reducción del refuerzo positivo se incluye el fenómeno de la secuenciación de

conexiones causales, que comienza cuando surge un acontecimiento potencialmente

evocador de depresión, el cual interrumpe los patrones de conducta automáticos del

sujeto, produciendo todo ello una disminución de la tasa de refuerzo positivo y/o un

número elevado de experiencias aversivas (ibid).

Entrenamiento en autocontrol

Rehm (1977) propuso un modelo de autocontrol para la depresión en el que intentó

integrar los aspectos cognitivos y conductuales del trastorno. El entrenamiento en

autocontrol para manejar la depresión hace énfasis en una combinación de la consecución

progresiva de la meta, autorrefuerzo, manejo de contingencias y rendimiento conductual.

En el entrenamiento de autocontrol, tal como lo desarrolló Rehm (1977), se entiende que

la depresión es el resultado negativo de la relación entre recompensas y castigos.

El modelo de Nezu

Nezu y sus colaboradores (Nezu, 1987; Nezu, Nezu y Perri, 1989) desarrollaron una

formulación de la depresión donde la cuestión central para el comienzo y el

mantenimiento de la depresión en un individuo son los déficit o la ineficacia de sus

habilidades de solución de problemas. Nezu apuntó que había varios trabajos en los que
se demostraba una asociación entre tener déficits en la solución de problemas y la

sintomatología depresiva, tanto en los niños como en los adultos. Dada esta asociación

Nezu y Ronan (1985) sugirieron que las habilidades de solución de problemas podían

moderar la relación entre el estrés y la depresión. Hipotetizaron que la capacidad eficaz

de solucionar los problemas podía actuar como un amortiguador de los efectos de las

experiencias de vida negativas. Por otra parte, Nezu también indicó que la habilidad en la

solución de problemas podía moderar la asociación entre un estilo atribucional negativo

y la depresión.

Nezu señaló que la depresión podía ser el resultado de carencias en alguno de los cinco

componentes de la estrategia de solución de problemas: 1) orientación hacia el problema;

2) definición y formulación del problema; 3) generación de soluciones alternativas; 4)

toma de decisiones; y 5) puesta en práctica de la solución y verificación. Nezu (1987)

indicó que el comienzo de la depresión ocurre cuando el individuo tiene que hacer frente

a una situación difícil. Si no se resuelve esta situación problemática, es probable que se

produzcan consecuencias negativas, lo cual se traduce a su vez en una disminución en el

refuerzo de la conducta del sujeto.

TEORÍAS COGNITIVAS DE LA DEPRESIÓN

Las terapias cognitivas son el resultado de una tradición intelectual que se remonta al

menos a la filosofía estoica, y más recientemente a la psicopatología empírica, en cuanto

que consideran que la interpretación del sujeto sobre un suceso es más importante que el

suceso en sí mismo. Esto es, las teorías cognitivas hacen énfasis en que la percepción

errónea de uno mismo, de los otros y de los sucesos puede dar lugar a un trastorno

depresivo. La investigación apoya que los sujetos depresivos tienen una tendencia a
evaluar negativamente, afectando a un amplio rango de procesos cognitivos (p.ej.,

autoconcepto, atribuciones). Este estilo cognitivo tiene una relación recíproca con las

respuestas motivacionales y afectivas que se asocian con la depresión (Vásquez, Muñoz,

Becoña, 2000).

Los dos modelos cognitivos contemporáneos más aceptados de la depresión son:

El modelo de Indefensión aprendida y su reformulación

Seligman (1975) hipotetizó que la depresión se produce cuando el sujeto no es capaz de

discriminar la relación (contingencia) entre su comportamiento y las consecuencias que

le siguen, ya sean positivas o negativas. Como consecuencia de ello se produciría lo que

Seligman denominó indefensión aprendida. Este término se refiere al estado de pasividad,

así como a otras actitudes que se generan en el sujeto cuando se ha expuesto a un proceso

en el que no existe contingencia entre la conducta y las consecuencias de la misma.

Ahora bien, Seligman, Maier y Ovenir estudiaron la relación entre el aprendizaje

instrumental y el temor condicionado. Así, ellos demostraron mecanismos de

comportamientos y etiológicos en la depresión, entre los cuales se encuentra lo que

Seligman llamo “indefensión aprendida” (helplessness) (Vara, 2006).

Posteriormente, Abramson et al. (1978) reformularon la teoría de Seligman, haciendo

énfasis en el tipo de atribuciones que el sujeto hace sobre la causa de su indefensión. Para

Abramson et al. (1978) estas atribuciones pueden variar en alguna de las siguientes

dimensiones: interna-externa, global-específica y estable-inestable.

Estas tres dimensiones determinan el efecto sobre la autoestima, la cronicidad y la

generalidad de la indefensión y la depresión (Abramsonet al., 1978).


Se ha demostrado que es más probable que lo individuos predispuestos a la depresión

atribuyan los acontecimientos negativos a factores internos (es decir, a uno mismo),

estables (es decir, irreversibles) y globales (es decir, que lo abarcan todo) (Peterson, Maier

y Seligman, 1993). El patrón opuesto en las atribuciones sería el que se basa en hechos

positivos.

La teoría cognitiva de Aaron Beck

Esta es la teoría que direccionará nuestra investigación hacia el objetivo que queremos

lograr.

Esta formulación teórica gira en torno a tres conceptos básicos: la cognición, el contenido

cognitivo y los esquemas. La cognición se refiere al contenido, proceso y estructura de la

percepción, del pensamiento y de las representaciones mentales. El contenido cognitivo

es el significado que el sujeto da a los pensamientos e imágenes que tiene en su mente;

para los terapeutas cognitivos la interpretación que haga el sujeto sobre un hecho

(contenido cognitivo) tendrá una influencia importante en lo que siente. Los esquemas

son creencias centrales que se constituyen en los principios directrices que sirven para

procesar la información procedente del medio (Vásquez, Muñoz y Becoña, 2000).

La teoría cognitiva considera que hay cuatro elementos cognitivos clave que explican la

depresión (Perris, 1989): 1) la tríada cognitiva, formada por una visión negativa sobre

uno mismo, el mundo y el futuro; 2) los pensamientos automáticos negativos; 3) errores

en la percepción y en el procesamiento de información; y 4) disfunción en los esquemas.

La tríada cognitiva (Beck, 1967) se refiere a que el contenido cognitivo de un sujeto

deprimido acerca de sí mismo, su mundo y su futuro es disfuncional y negativo. El


paciente deprimido se ve a sí mismo como indigno, incapaz e indeseable, el mundo lo ve

lleno de obstáculos y de problemas insolubles y el futuro lo contempla como totalmente

desesperanzador. Los pensamientos automáticos negativos son aquellas cogniciones

negativas específicas que desencadenan la activación emocional característica del

paciente depresivo. Son pensamientos automáticos (el paciente no se da cuenta del mismo

o de su proceso de interpretación), repetitivos, involuntarios e incontrolables. Entre el 60-

80% de los pensamientos automáticos tienen un valor negativo (Friedman y Thase, 1995).

Aunque todas las personas tienen pensamientos negativos de vez en cuando, en personas

con un problema de depresión grave estos pensamientos ya no son irrelevantes, sino que

predominan en su conocimiento consciente 991).

El pensamiento perturbado de la depresión es consecuencia del procesamiento erróneo o

sesgado de la información que nos llega de nuestro medio (Beck, 1976; Haaga, Dick y

Ernst, 1991).

Los errores más importantes que se producen en el procesamiento de información de los

individuos deprimidos son (Beck et al., 1979): la inferencia arbitraria (llegar a una

conclusión en ausencia de evidencia que la apoye); la abstracción selectiva (extraer una

conclusión basándose en un fragmento sesgado de información); la

sobregeneralización(elaborar una regla general a partir de uno o varios hechos aislados);

la magnificación y la minimización (sobreestimar o infravalorar la significación de un

acontecimiento); la personalización (atribuirse a uno mismo fenómenos externos sin

disponer de evidencia para ello); y el pensamientoabsolutista dicotómico (tendencia a

valorar los hechos en función de dos categorías opuestas).

Estos errores, que se producen en el procesamiento de la información de las personas

deprimidas, son un reflejo de la actividad de los esquemas cognitivos disfuncionales, que

como ya indicamos anteriormente toman la forma de creencias centrales o «asunciones


silenciosas» (Beck et al., 1979). Los esquemas son teorías o hipótesis simples que dirigen

el proceso por medio del cual una persona organiza y estructura la información sobre el

mundo (Freeman y Oster, 1997); determinan qué situaciones son consideradas como

importantes para el sujeto y qué aspectos de la experiencia son importantes para la toma

de decisiones (Freeman y Oster, 1997).

EXPLICACIONES PSICOSOCIALES DE LA DEPRESIÓN

Se ha mostrado que un cierto grado de estrés social incrementa el riesgo de sufrir una

depresión (Bennett, 2003). Muchos teóricos socioculturales proponen que la depresión

está influenciada por la estructura social en la cual la persona vive. Creen que existen

lazos entre la depresión y ciertos factores como la cultura, la raza y el apoyo social

(Comer, 2001).

Díaz, Torres y cols. (2006) afirman que la separación matrimonial, el status de divorciado,

la pertenencia a clases inferiores, la inadecuada situación económica, la inestabilidad

laboral, el vivir aislado del centro urbano las dificultades laborales o familiares, entre

otras, constituyen las causas sociales para la aparición del trastorno depresivo mayor.

Algunos estudios realizados recientemente, sugieren que el incremento de riesgo para la

depresión mayor es causado por el aumento de la sensibilidad de la persona a los eventos

estresantes de la vida (Kendler, Keeler, Walters, et al, 1995, citado por Alloy, et al, 2005).

Se han investigado muchas de las relaciones que existen entre la cultura y la depresión.

Algunos de los hallazgos encontrados explican que en todas las culturas existe la

depresión y todas las personas se encuentran en riego de enfrentarse a ella; sin embargo,

la depresión puede variar de cultura a cultura (Chen, Rubin, y Li, 1995, citados por

Comer, 2001). Comer (2001), dice que la depresión varía también de subgrupo en
subgrupo dentro de una misma sociedad, por ejemplo y como se ha visto dentro de esta

investigación, es mucho mas alta la prevalecía para mujeres que para hombres. Según

este autor, existe una explicación sociocultural que sostiene que las complejidades de los

roles de la mujer en la sociedad, la dejan particularmente predispuesta a la depresión.

Un estudio realizado por Moos y Cronkite, (1999) y Goodyer y cols., (1997) encuentra

que las personas deprimidas que carecen de un apoyo social pueden sufrir una depresión

más duradera que quienes cuentan con amistades o relaciones estables (Comer, 2001).

Asimismo, existe una teoría conocida como interpersonal en la cual se postulan un

conjunto de pasos que originan una depresión. El primer paso es el fracaso del individuo

durante su infancia al adquirir habilidades necesarias para desarrollar relaciones íntimas

satisfactorias, al fracasar en esto se crea una sensación de desesperación, aislamiento y

depresión. Ya cuando la depresión se ha establecido se va a mantener debido a las

habilidades sociales pobres y al deterioro de la comunicación, cosa que a su vez, trae

como consecuencia más rechazo por parte de los demás. De esta forma, la teoría

interpersonal afirma que este círculo de depresión, falta de habilidades sociales y de

interacción social es el verdadero causante de una depresión (Halgin y Krauss, 2005).

TEORÍAS BIOLÓGICAS DE LA DEPRESIÓN

A pesar de la gran cantidad de investigación que se ha realizado en las últimas décadas

acerca de la biología de la depresión, todavía es escaso el conocimiento sobre el papel de

los factores biológicos en la etiología y patogénesis de la depresión mayor (Thase y

Howland, 1995). La mayoría de las teorías de la depresión hipotetizan alteraciones en uno

o más de los sistemas neuroquímicos del cerebro. La investigación se centra

fundamentalmente en el papel que juegan varios neurotransmisores del sistema nervioso


central; en concreto, en las catecolaminas noradrenalina y dopamina, la indolamina

serotonina y la acetilcolina (Friedman y Thase, 1995; Thase y Howland, 1995). Friedman

y Thase (1995) plantean que la depresión, desde el punto de vista biológico, puede

entenderse como una anormalidad en la regulación en uno o más de los siguientes

sistemas neuroconductuales: 1) facilitación conductual; 2) inhibición conductual; 3)

grado de respuesta al estrés; 4) ritmos biológicos; y 5) procesamiento ejecutivo cortical

de la información. El déficit en estos sistemas podrían ser heredados o adquiridos.

Incluso, una explicación más plausible, sería que las anormalidades en alguno de estos

sistemas que pueda generar depresión en un individuo, se produjesen como consecuencia

de la interacción entre los sucesos estresantes que experimenta dicho sujeto y su

vulnerabilidad biológica (Post, 1992; Thase y Howland, 1995).

EXPLICACIONES GENÉTICAS DE LA DEPRESIÓN

Las causas genéticas son de mayor importancia en las depresiones psicóticas (Calderón,

1999). La mayor parte de los estudios realizados con familias, han mostrado que los

padres, hermanos e hijos de pacientes deprimidos tienen un riesgo entre el 10 y15% de

padecerla, en comparación con el 1 al 2% en la población general (Gelder y cols, 1993).

Se han realizado diversos estudios en gemelos que indican una predisposición a la

enfermedad basada en causas genéticas. Los estudios de Kallman y Slater sugieren la

existencia de un gen dominante en gemelos idénticos. Dentro de estos descubrimientos

es preciso señalar que los miembros de una familia están sujetos a los mismos factores

ambientales que pueden determinar la depresión. Asimismo, la convivencia con una

persona deprimida puede originar el mismo cuadro en alguno de sus allegados (Calderón,

1999).
EXPLICACIONES PSICODINÁMICAS DE LA DEPRESIÓN

Freud desarrolló un trabajo llamado “duelo y melancolía” en el cual, sugirió que así como

el duelo resulta de la pérdida por muerte, la melancolía surge por la pérdida de otro tipo.

Como no todos los deprimidos habían sufrido una pérdida real, Freud explica que existen

otras pérdidas internas a lo que llamó “pérdida de objeto” (Gelder, Gath, Mayou, 1993).

Según Freud, la causa de muchas depresiones es psicológica. Considera el estado de

ánimo depresivo como una forma de adaptación, que funciona como mecanismo de

defensa. Él y sus seguidores formularon el concepto de la depresión como una

manifestación de hostilidad contra la persona amada a la que se perdió en la infancia.

Existe una reacción de odio contra el objeto de amor perdido, por haber desaparecido.

Este odio a la persona amada provoca excesivos sentimientos de culpa y, para defenderse

contra esta culpa, el individuo revierte contra si mismo los sentimientos de odio (Vallejo-

Nágera, 2005).

Freud explicó que las personas deprimidas pueden ser críticos de si mismos y señaló

además que la depresión se presentaba cuando el enfermo experimentaba en el mismo

momento sentimientos de amor y hostilidad (ambivalencia). De esta forma, cuando el

paciente pierde un “objeto” amado, el paciente se desespera, y así, cualquier sentimiento

hostil vinculado a este “objeto” se dirige en contra del enfermo mismo, como un

autorreproche (Gelder, Gath, Mayou, 1993).

Freud sugiere que la depresión normal es el resultado de una pérdida simbólica. Los

eventos son vistos de algún modo como si se estuviera quitando el amor o la estima de

individuos importantes (Bennett, 2003).


Bibring (1953) y Jacobson (1953) modificaron posteriormente la teoría de Freud.Ellos

sugieren que la pérdida de dignidad es de importancia central en los trastornos depresivos.

Además, señalaron que la dignidad depende no sólo de experiencias en la etapa oral, sino

también de fracasos en periodos posteriores del desarrollo. Sin embargo, aunque la baja

autoestima sin duda forma parte del síndrome de trastornos depresivos, no hay evidencia

clara en cuanto a su frecuencia antes de que se inicie la enfermedad (Gelder, Gath, Mayou,

1993).

Todos los individuos tienen representaciones mentales de quienes son importantes en su

vida, incluidos ellos mismos. Asimismo, además de la representación de quienes somos,

existe el ego ideal, que es la imagen mental de lo que quisiéramos ser. De esta forma, el

grado en que la autoimagen corresponda con el ego ideal, contribuye y constituye parte

del amor propio. Así, la disminución en la confianza y en la autoestima son síntomas

importantes de la depresión. Según el psicoanálisis, la autoestima de la mayoría de los

individuos que son propensos a sufrir una depresión, se basa en una aportación continua

de cariño, respeto y aprobación por parte de las personas importantes en sus vidas. De

esta forma, el distanciamiento o ruptura de una relación con estas personas crea una

amenaza para la fuente de abastecimiento narcisista del cariño y la satisfacción de

dependencia del paciente. Esto tiene consecuencias en la autoestima del paciente y, por

lo tanto, puede conducir a una depresión (Mackinnon, Michels, 1971).

DEPRESIÓN EN ADOLESCENTES

Hoy en día la depresión se ha tornado muy frecuente en la población adolescente, y a

menudo coexiste con otros trastornos como la ansiedad, comportamiento perturbador,

trastornos alimenticios, abuso de sustancias e intentos de suicidio (Castillo, 2009)


Es en este marco en el cual se observa que los jóvenes son uno de los grupos etarios que

presenta mayor probabilidad de sufrir depresión ya que en esa etapa ocurren cambios

físicos, psicológicos, socioculturales y cognitivos que demandan nuevas estrategias de

afrontamiento que les permitan establecer un sentido de identidad, autonomía, éxito

personal y social (Pardo, Sandoval y Umbarila, 2004). Es en este sentido las varias

investigaciones que presentan un diversidad de resultados concluyen en que los factores

causales de la depresión en el adolescente son múltiples, entre ellos el genético, ya que se

ha demostrado mayor riesgo de depresión en hijos de personas que presentan trastornos

afectivos (Leyva-Jiménez, 2006), mostrándonos una serie de factores de riegos, llámese

factores sociales, ambientales, familiares y como resaltan Leyva-Jimenez et all, factores

genéticos a los cuales están expuestos los adolescentes; factores de riesgo en el sentido

que estas variables constituyan una amenaza, que en otro aspecto pudieran verse como

factores protectores.

Dentro de ello es necesario recordar la sintomatología que se presenta dentro de una

depresión o un trastorno depresivo mayor, en el cual diversas investigaciones confluyen

que la sintomatología en los adultos no difiere mucho de la sintomatología de los

adolescentes, además que es importante resaltar que los síntomas producidos por la

depresión no conforman el espectro normal del desarrollo de los adolescentes. La

depresión en adolescentes constituye un desorden psicológico que si no es tratado puede

persistir por meses o años y en sus formas más severas pueden tener consecuencias que

amenacen la vida del adolescente (Ugarriza y Escurra, 2002).

Por otra parte autores como García Alonso (2009), nos demuestra que si bien la

sintomatología es similar entre un adulto y un adolescente, estos últimos tienen una serie

de quejas que se enfocan en los siguientes síntomas: Aumento o descenso de peso. Hipo

o hipersomnia. Disminución del rendimiento académico. Problemas de atención y


dificultad de concentración. Anergia (pérdida o ausencia de energía) Agitación motora o

enlentecimiento. Ausencia de motivación. Estado de ánimo deprimido. Baja autoestima.

Evitación de actividades lúdicas. Interacciones sociales y familiares disminuidas. Deseo

continuo de estar sólo y no ser molestado. Pensamientos recurrentes de muerte.

Actividades autodestructivas.

Las consecuencias de esta patología tan extendida, son las que García Alonso (2009) nos

muestra: Trastornos del comportamiento, fracaso escolar, conductas suicidas, conductas

de dependencia.

VARIABLES

Variable Dependiente

Depresión

Variable Independiente

Satisfacción Familiar

HIPÓTESIS

Hipótesis General

Existe una relación directa entre las variables Satisfacción familia y la depresión en

adolescentes de 1ero a 5to de Secundaria del distrito de Querobamba – provincia de Sucre

– departamento de Ayacucho.

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