para brindar mi homenaje a la esposa del soldado. La compañera ejemplar de sentimiento abnegado, que tolera nuestra vida a través de tantos años, sufriendo las ansiedades de esta lucha sin descanso, con caridad en el alma y la sonrisa en los labios. Si yo fuera gobernante, decretaría un mandato para hacer un monumento a la esposa del soldado. Milagros para comer con sueldo siempre precario; milagros para adornar un hogar que es visitado; milagros para tener los hijos bien presentados; milagros para cumplir vida social a destajo, con desayunos, almuerzos y fiestas de traje largo. Por eso, y otras razones al monumento citado, yo le pondría por título: ´LA VIRGEN DE LOS MILAGROS´ Paciencia para empacar su casa cada dos años; paciencia para amoldarse a mil ambientes extraños; paciencia para aceptar que el marido esté encerrado, porque le toca la guardia el día menos pensado, sin excluir de su ausencia ni domingos ni feriados; paciencia si esta semana se levantará a las cuatro, para servir el desayuno, al esposo complicado que debe estar a la diana de los nuevos reclutados; paciencia porque en octubre con mil flores en los prados parte el marido a campaña, por dos meses prolongados, dejándola en primavera, anhelosa y suspirando«. Si yo fuera buen pintor; le pondría nombre a un cuadro: ´MADONA DE LA PACIENCIA´ a la esposa del soldado. Si el marido es capitán ya tendrá que ir pensando en entrar a la academia por espacio de dos años, y si los hados son pródigos y consigue ser nombrado, dice adiós a la familia por todo ese largo lapso, porque es una tarea muy seria el poder salir laureado y hay que pasar día y noche, estudiando y estudiando. Talismán de la ilusión, acuarela del milagro, antorcha de la paciencia, atalaya del quebranto, yo te quisiera decir en estas coplas mi canto, con mi reconocimiento por poder resistir tanto. Luciérnaga del silencio, guirnalda de risa y llanto, capullo de la esperanza vencedora del descanso, manojo de privaciones, muñeca de mil encantos, ven« que ahora disponemos de un rato desocupado, y tenemos tantas cosas que decirnos, lado a lado, en ti mi mujer querida, que me soportas veinte años, ¡yo veo toda la gloria de la ESPOSA DEL SOLDADO! c